Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios Manuel Borraz Aymerich Monografía 1 Cuadernos de Ufología Santander, 1992

Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios Manuel Borraz Aymerich Monografía 1 Cuadernos de Ufología Santander, 1992 Introducción Ricardo Cam

2 downloads 59 Views 2MB Size

Recommend Stories


RECONOCIMIENTO A LOS FUTUROS GIGANTES
RECONOCIMIENTO A LOS FUTUROS GIGANTES RECONOCIMIENTO A LOS FUTUROS GIGANTES EMPRENDE EMPRESA 5 Historia de los Empresarios Ganadores del Premio Pr

CABO HATTERAS. La "MECA" de LOS GIGANTES
CABO HATTERAS La "MECA" de LOS GIGANTES El 26 de Marzo se celebra la gala anual de los Oscars de Hollywood (Los Angeles). Ese lugar siempre lleva asoc

Story Transcript

Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios Manuel Borraz Aymerich Monografía 1 Cuadernos de Ufología Santander, 1992 Introducción Ricardo Campo El ensayo para el que tengo el placer de escribir esta introducción, sugerida por su propio autor, es una de las contribuciones más destacadas de la ufología racional española. Quizá sería conveniente explicar que con la expresión ufología racional no pretendo aceptar un estado de cosas dado y extendido; me refiero a la presunta seriedad de lo que pasa por ser ufología, por cuanto todo el mundo tiene a gala ser racional y serio, pero en la mayoría de las ocasiones –no en esta- es prácticamente imposible percibir esos rasgos cuando un ufólogo escribe o profiere algún discurso (presupongo cierta coincidencia generalizada en el significado de lo que es racionalidad y seriedad). Los Gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios desmantela las suposiciones platillistas sobre cinco espectaculares observaciones de luces extrañas observadas desde las Islas Canarias entre 1974 y 1979, y aporta datos cuantitativos sobre la magnitud de los fenómenos divisados. Interpreta racionalmente los testimonios más fantasiosos (como el del médico F. J. Padrón, testigo del 22/6/76, del que toma nombre el ensayo que comentamos), creando un escenario en el que los casos estudiados quedan identificados como efectos en la alta atmósfera del lanzamiento de misiles balísticos desde submarinos al oeste de Canarias (como había ocurrido con antelación y volvería a ocurrir años después en muchas otras partes del mundo). Como se imaginará el lector, este amplio artículo pasó completamente desapercibido entre los interesados; unos probablemente no entendieron lo que argumenta Borraz; otros, simplemente, lo desecharon por poner en duda la visión mágica y enigmática de lo acaecido con argumentos que no pudieron ser refutados. Simplemente, preferían creer que ocurrieron cosas “extrañas” antes que exigirse a sí mismos ir más allá de las apariencias y la propaganda. El estudio de Manuel Borraz sobre los más famosos episodios ufológicos canarios de la historia supuso el golpe de gracia a un misterio artificial. Desde el mismo momento de ocurrir, la prensa, al menos en los casos más espectaculares, apuntó la posibilidad de que lo observado fueran cohetes o misiles, pero estas informaciones quedaron sepultadas bajo el peso de especulaciones periodísticas absurdas sobre platillos volantes cuyos autores ya los habían percibido con antelación y avisos de que vendrían más ovnis. Conviene resumir con brevedad la historia de algunos de los sucesos de los que se ocupa Borraz en su trabajo de 1992. De ahí en adelante vieron la luz datos e informaciones importantes, pero que en realidad vinieron a confirmar las hipótesis del autor. La primera aproximación crítica a uno de esos casos (5/3/79) fue la de Ballester y Guasp, quienes centraron el caso adecuadamente en una sección de Los OVNIs y la Ciencia (Plaza y Janés, 1989 pp. 48-58) con las opiniones y valoraciones de diversos expertos que identificaron perfectamente lo que se observa en las fotografías del “ovni de Canarias”.

Pero ya este suceso y el de 22/6/76 se habían transformado, por obra y gracia de los periodistas del disparate, en clásicos del misterio de diseño y en pruebas evidentes de la presencia de objetos extraños en nuestro planeta, o directamente extraterrestres. Ya por entonces el autor de esta introducción había entrevistado a diversos testigos de estos episodios, lo que acompañado de la necesaria investigación de salón, le llevó a escribir un par de artículos en revistas comerciales: La verdad sobre el caso 22/6/76 (Espacio y Tiempo, enero 1995, pp. 12-21) y El "ovni" de la discordia (Enigmas, mayo 1996, pp. 7884). No creo que provocasen demasiada alegría en el entorno platillero y misteriófilo canario. Supusieron mi segregación del mercado del misterio y del fandom alternativo, lo cual tengo a gala. En octubre de 1995 el Ejército del Aire desclasificó el voluminoso expediente (229 páginas) relacionado con este caso (Expediente 790305). No aporta ningún hallazgo sorprendente y se limita a dejarlo como no explicado. Además de las interesantes declaraciones de testigos, destaca al principio un oficio interno del Mando Aéreo de Canarias fechado el 23 de marzo de 1979 en el que su Jefe asegura que “para poner coto a ciertos desaprensivos que están explotando la buena fe popular en beneficio propio, podría ser conveniente pedir información a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos por si se pudiera dar a la publicidad con base cierta que el fenómeno fue producido por ellos” (es decir, que los norteamericanos fueran los autores del lanzamiento balístico al que se refiere en el párrafo anterior del oficio). También en 1995 Borraz tuvo la pericia de percatarse de que una sorprendente visión por parte de los tripulantes de un pesquero que navegaba al norte de Canarias el 28 de noviembre de 1974 (según la prensa local), cerca de las Islas Salvajes, fue en realidad otra observación más de los misiles lanzados el 22/11/74, suceso también analizado en el trabajo que reproducimos a continuación. En El fenómeno ovni en Canarias (Cuadernos de Ufología, 19-20, 1995, pp. 84-87) cito el pequeño pero importante hallazgo: los testigos de este caso del día 28 informaron de que la Luna estaba en cuarto creciente; pero la Luna no se hallaba en esa fase el 28, sino en la de llena, con el 99% de su disco iluminado. El día 22 sí se encontraba en fase de cuarto creciente. Por tanto, no vieron otra cosa que los lanzamientos del día 22. En 2001 Vicente Juan Ballester Olmos y el autor de estas líneas publicamos en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica (nº 701, marzo 2001) del Ministerio de Defensa un trabajo, ¡Identificados! Los OVNIS de Canarias fueron misiles Poseidón, que supuso otro salto cualitativo en la comprensión de estos casos. A través del astrofísico norteamericano Jonathan McDowell localizamos tablas de lanzamientos de misiles que coinciden en algunos casos al minuto con los fenómenos divisados desde Canarias. Pueden acceder al artículo íntegro en este enlace: . En Ovnis o misiles: juzgue Vd. mismo () comparé las fotografías tomadas desde Canarias con una selección de algunas de las mejores instantáneas de lanzamientos balísticos captadas desde Estados Unidos. El investigador tinerfeño Alfonso Ferrer dio otra vuelta de tuerca al respecto en Ovnis canarios de los 70. Hablan militares americanos. Consiguió localizar a algunos de los tripulantes de los submarinos implicados en los lanzamientos balísticos que originaron los espectáculos luminosos observados desde Canarias. Reconocieron perfectamente el

fenómeno que se observa en las instantáneas del 5/3/79. Pueden leer el significativo artículo de Ferrer en este enlace: < http://usuarios.lycos.es/cronicasdelmisterio/OVNIS% 20CANARIOS DE LOS 70.htm>. En mi blog Mihterioh de la siensia (nombre que es una ironía que mezcla el acento canario y la creencia popular de que Canarias es una zona donde continuamente se ven perros de color verde y cada cuarto de hora aterriza una nave extraterrestre en la plaza de algún pueblo) he ido publicando comentarios cuando se producía alguna efemérides o cuando localizaba filmaciones o fotografías de lanzamientos balísticos, por su semejanza con lo fotografiado el 22/6/79 y, sobre todo, el 5/3/79. El número de insultos y amenazas recibidos a través de los comentarios de cada entrada son directamente proporcionales al efecto que causan en las mentes atrapadas por la “magia” y otros lastres del pensamiento (o por la figuración mediática en el sector industrial de lo paranormal y enigmático). Aquí tienen algunos enlaces: Se cumplen 30 años del falso "ovni" de Gáldar El ovni de Canarias se aparece en California 5 de marzo de 1979: cuento de la vieja majadera http://mihteriohdelasiensia.blogspot.com/2005/06/5-de-marzo-de-1979-cuento-de-la-vieja.html El "ovni" de Canarias se aparece en...

Con esa breve historia en forma de titulares es suficiente, creemos, para que el lector se haga una idea de la relevancia del trabajo de Manuel Borraz para la historia de la ufología española. Con él se demuestra, además, que es posible aplicar el sentido común y la racionalidad crítica a un conjunto de hechos aparentemente irresolubles o extraños, y arrojar luz sobre ellos.

LOS GIGANTES DE GÁLDAR Y LOS AVISTAMIENTOS CANARIOS LA CASUISTICA CANARIA. El incidente de Las Rosas del 22/6/76. El contexto canario del incidente de Las Rosas. Otros casos afines en el archipiélago. La evidencia fotográfica. FUNDAMENTOS DE UNA EXPLICACION. Una familia de fenómenos atmosféricos artificiales. De la casuística peninsular a la casuística mundial. La explicación misil y el caso del 5/3/79. Algunas opiniones autorizadas sobre el caso del 5/3/79. Una muestra de estimaciones elementales. GALERIA DE EXPLICACIONES. El testimonio de los pilotos. Los avistamientos en la prensa. La intervención militar. ¿Anomalías científicas? El dictamen de los ufólogos. REACCIONES Y PRESUNTOS EFECTOS. Reacciones y proximidad. Descripciones anómalas. Una colección de efectos dispares. Los efectos electromagnéticos. Cohetes y radiocomunicaciones. La cuestión de la detección radar. La huella de Piso Firme. LOS GIGANTES DE GÁLDAR: DOS ENFOQUES COMPLEMENTARIOS. El enfoque objetivo. Un enfoque centrado en la experiencia. REFERENCIAS. ILUSTRACIONES. ANEXO I: Consideraciones sobre el cálculo de la posición de un objeto aéreo iluminado por el sol. ANEXO II: Efectos producidos por el lanzamiento de cohetes. ANEXO III: Notas diversas sobre el testimonio del médico de Guía (22/6/76). ANEXO IV: Informaciones complementarias.

Manuel Borraz, octubre/90

LOS GIGANTES DE GÁLDAR Y LOS AVISTAMIENTOS CANARIOS. El 22/6/76 tuvo lugar un enigmático incidente en el término municipal de Gáldar (Gran Canaria). El caso fue ampliamente divulgado por la prensa y se convirtió en referencia obligada de la casuística ufológica. En esta aproximación al tema se intenta remitir el caso a su verdadero contexto, tratando diversas series de avistamientos de OVNIs que han tenido por escenario las islas Canarias. Su relación con hipotéticas pruebas militares realizadas al oeste del archipiélago, en pleno océano Atlántico, parece estar fuera de toda duda. En definitiva, el incidente de Gáldar termina ofreciendo varias lecturas. Otros dos asuntos son tratados sucintamente en las líneas que siguen: las distintas explicaciones e interpretaciones que han llegado a darse de los avistamientos canarios y los efectos que se han atribuido a los fenómenos observados.

LA CASUISTICA CANARIA. El incidente de Las Rosas del 22/6/76. "Estando en mi casa de la ciudad de Guía, hacia las diez o diez y diez, llegó D. D. M. acompañado del taxista F. E. G. para que fuera a ver a su madre, una anciana que vengo tratando hace tiempo. El aviso era urgente, así que cogí mi maletín y salimos con la prontitud que el caso requería hacia el paraje de Las Rosas. Para ello debíamos recorrer seis kilómetros de la carretera general de Las Palmas-Agaete y luego desviarnos por un camino vecinal en cuesta y en muy mal estado unos dos kilómetros más. Íbamos hablando de caza, a la que soy un gran aficionado al igual que el taxista, que en ocasiones me acompaña en algunas cacerías. Al remontar el último repecho fuerte del camino los faros del coche enfocaron una esfera ligeramente luminosa que estaba estacionaria, creo que muy próxima al suelo pero sin poder precisar si lo tocaba. Era de material totalmente transparente, como cristalina, ya que a través de ella se podían ver las estrellas del cielo. Era de color azul eléctrico, pero tenue, sin deslumbrar, y su radio era como de 30 m. En el primer tercio inferior de la esfera se veía una plataforma de color aluminio como si fuera metálica y tres grandes consolas. A cada lado de la central había dos figuras enormes de unos 2,50 a 3,00 metros, pero desde luego no más altos de 3,00 metros, enteramente vestidas de rojo, dándose frente una a la otra, de forma que siempre las vi de perfil, jamás se volvieron hacia nosotros. Lo extraño era la morfología de dichas figuras, la que quedaba a mi derecha ligeramente más alta que la otra. El tórax era más largo que las extremidades inferiores, que eran cortas, las extremidades superiores eran proporcionales al tórax dando la ligera impresión de que estuvieran sentadas aun cuando estaban de pie, la cabeza era proporcional al tórax, pero el occipital era ligeramente alargado. Llevaban algún tipo de escafandra pues no pude apreciar sus facciones; las manos parecían terminar en punta de flecha por lo que parecían estar enguantadas. El uniforme que vestían parecía rígido, sin arrugas y de color rojo brillante.

"Asombrado le pregunté al taxista si veía lo que yo estaba viendo frente al coche pero sin decir de qué se trataba; el taxista respondió que hacía rato que veía una gran bola, creyendo al principio que se trataba de un ‘satélite’ de esos que habla la televisión. Entonces exclamó: ¿Pero, ahora, Dios mío, qué es eso don F. J.?, ¿paramos y nos acercamos más? No, respondí, sigue, sigue para la casa. "Llegamos a la casa de la enferma que estaba muy cerca. Entonces observé que de un tubo semitransparente central de la esfera salía una especie de humo azulado que se fue extendiendo por la periferia del interior de la esfera sin salirse en ningún momento de ella. Entonces la esfera empezó a crecer y a crecer hasta hacerse enorme como una casa de veinte pisos pero la plataforma y los tripulantes permanecían del mismo tamaño; se elevó lentamente, majestuosamente, pareciéndome oír un silbido muy tenue. Entré en la casa, reconocí a la anciana, estando ya en un estado de excitación tremendo. No pudiendo más, se lo conté a los campesinos que había en ella y saliendo conmigo afuera vimos la esfera, ya alta, que se trasladaba lentamente hacia Tenerife; de repente alcanzó una velocidad vertiginosa como yo jamás había visto en ningún avión, deformándose la esfera en algo fusiforme azulado y por detrás rojo, formándose un halo brillante cercano al objeto que, poco a poco, iba formando otro azul muy brillante. "Desapareció en dirección a Tenerife." Hemos comenzado estas líneas con la cita casi literal de la información que recoge el "Informe 01/76 sobre O.V.N.I.s" de las Fuerzas Aéreas sobre el incidente de Las Rosas (Gran Canaria) del 22 de junio de 1976. Se trata de un resumen de las declaraciones de un médico de la localidad de Guía, el observador que suministró la descripción más completa del fenómeno. El expediente forma parte de los 12 informes sobre observaciones OVNI que el teniente general Felipe Galarza, Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, proporcionó al periodista J. J. Benítez en octubre de 1976 [1]. El mismo testimonio nos es conocido por otras fuentes, pues ya fue divulgado por la prensa a los pocos días del suceso. Asimismo, J. J. Benítez publicó una extensa entrevista con el testigo en cuestión, realizada unos dos meses más tarde. Consignaremos algunos detalles complementarios. La prensa mencionó que "la radio que llevaba en marcha el vehículo se paró" [13], incidencia que no aparece citada ni en el informe "oficial" ni en la entrevista de Benítez. A la descripción del fenómeno que leíamos más arriba habría que añadir la existencia de una superficie ovalada ("un óvalo, una ventanita") en la parte superior izquierda [1:cap. XVII] o superior derecha [13] de la esfera. Era del mismo color que el resto del objeto pero de bordes mejor trazados y permaneció todo el tiempo inalterada. El testigo afirmó haber percibido algún movimiento de los brazos de las figuras (en concreto, del brazo izquierdo de la figura que estaba a la derecha y del brazo derecho de la de la izquierda) [1:cap. XVII, 13]. Señalemos por último que la última fase del fenómeno no habría sido observada desde el exterior de la casa sino desde una ventana [1:cap. XVII, 13]. Un caso tan espectacular tenía que convertirse inevitablemente en todo un clásico de la casuística OVNI. Y ciertamente podemos encontrarlo citado en catálogos de observaciones de humanoides, en colecciones de incidentes en que se detectaron alteraciones de tipo electromagnético e incluso en listas de aterrizajes de OVNIs que dejaron huellas —cuestión que trataremos más adelante. Pasaremos sin más preámbulos a examinar más de cerca qué pudo haber ocurrido realmente aquel martes del mes de junio de 1976.

El contexto canario del incidente de Las Rosas. Si el médico de Guía —según todos los indicios, persona de excelente reputación en la zona— decidió hacer pública su experiencia fue a raíz de las confusas informaciones que habían aparecido en la prensa canaria dando cuenta de algunas observaciones extrañas que habían tenido lugar aquella misma noche del 22 de junio. El testigo consideró una "obligación moral" dar a conocer lo que él y otros habían visto en Las Rosas así que, tres días después, su testimonio trascendió a la prensa [1:cap. XVII, 12, 13]. No podemos conformarnos pues con tratar el suceso de Las Rosas aisladamente. Hay que remitirse a un contexto más amplio: el de las numerosas observaciones canarias que tuvieron lugar la misma fecha y a la misma hora aproximadamente. A continuación se incluye un breve resumen.

22/6/76. De 22h13 a 22h45 (21h13 a 21h45 GMT). Observaciones desde las islas de La Gomera, La Palma, Tenerife y Gran Canaria, así como desde una corbeta situada al SE de Fuerteventura y desde un barco próximo a la costa africana. Siguen algunas de las descripciones que se dieron del fenómeno. Como un cohete que surgía del mar y se remontaba hacia el cielo despidiendo una intensa luz roja que se fue difuminando paulatinamente para formarse unas nubes blancas alrededor de las cuales giraban como tres círculos. Otra descripción se refiere a una especie de punto luminoso que desapareció unos minutos para volver a verse, al tiempo que aumentaba de tamaño hasta adquirir un notable diámetro. Era intensamente azul y en determinados momentos ofrecía la vista de unas derivaciones a manera de colas. Fue desapareciendo paulatinamente. Una versión muy difundida en la prensa establecía que primero fueron vistas dos figuras en forma de halo y de una tonalidad rojiza, moviéndose en zig-zag. A continuación se formó una gran espiral, quedando después tres franjas de un intenso color rojo a distinto nivel, superpuestas, y con una cierta separación entre ellas. Fueron vistas durante unos 20 minutos, hasta que se difuminaron. Encima de las franjas había como dos potentes focos de color azul fuerte, que se mantuvieron durante unos 30 minutos. Alrededor de este fenómeno se formó una nube circular visible durante cerca de una hora (esta duración parece excesiva al ser contrastada con los datos procedentes de otros testimonios). A través de la bruma se veían perfectamente las estrellas. (Observaciones desde la isla de La Palma) [1:cap. XVI, 6]. Una espiral roja ascendió lentamente del mar, tardando unos 5 minutos en formarse. Entretanto, fue apareciendo una "pompa" gigantesca, transparente, de color blanco azulado. A los 8 ó 10 minutos del inicio del fenómeno, dos "discos" verdes, como dos lunas llenas, salieron de la espiral dejando una estela de un color verde más claro, mientras que la espiral y la gran "pompa" luminosa comenzaban a perder consistencia. Los dos "discos" se perdieron lentamente en la lejanía al cabo de más de 15 minutos. (Obs. desde Izaña, Tenerife) [1:cap. XVI]. Luz muy potente con forma de flecha, triangular, ascendiendo con lentitud. Al principio era amarilla y rojiza, después de color blanco suave y roja. (Obs. desde El Risco, Gran Canaria) [1:cap. XVII, 12]. Círculo que se iba agrandando, el cual tenía en su interior "dos cosas rojas" de un color vivo que parecían dos personas. El observador añade que cuando se disipó el "aro", solamente quedaron dos focos. (Obs. desde Las Rosas, Gran Canaria) [13]. Primeramente fue observado un foco luminoso de color amarillo azulado intenso elevándose desde tierra hasta unos 15° ó 18°. Quedó quieto, girando su proyección luminosa (foco con cono de luz blanca) y dejándose de ver el foco de origen. Se mantuvo así unos dos minutos, mientras se originaba un gran halo de luz amarillo azulado, que permaneció en la misma posición durante 40 minutos. Al cabo de los dos minutos, el foco se fraccionó. La parte más pequeña quedó abajo, en el centro del círculo, desapareciendo tras formar una nube azulada. La otra fracción tomó altura en espiral de una forma rápida e irregular, hasta que también desapareció. (Obs. desde la corbeta "Atrevida", al SE de Fuerteventura) [1:cap. XVII, 7]. Al principio fue observado un resplandor de color naranja pálido cerca del horizonte. Dos minutos después, podía verse además un disco blanco a unos 10° de elevación, a través del cual eran visibles las estrellas. El disco fue creciendo hasta el punto de que a los diez minutos de aparecer se extendía desde la línea del horizonte hasta una elevación de 24.5°, máxima elevación que llegaría a alcanzar. El disco permaneció a la vista unos 25 minutos mientras que el resplandor anaranjado, que durante la observación había ido tomando una forma alargada, fue visible durante unos 5 minutos más. (Obs. desde el "Osaka Bay", cerca de las costas de África) [4,5]. (En todos los casos, el fenómeno fue avistado en dirección oeste aproximadamente). REF.: [1:cap.s XVI y XVII, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13].

Otros casos afines en el archipiélago. Pero si pocas dudas caben de que el testimonio del médico de Guía está en estrecha relación con todos estos avistamientos del día 22 de junio de 1976 en el archipiélago canario, no es menos cierto que dichas observaciones parecen tener mucho que ver a su vez con otros casos similares sucedidos en la década de los setenta y en la misma región. Esta afinidad ya ha sido señalada en diversas ocasiones por quienes se han detenido a considerar la cuestión —aunque acto seguido algunos se dan por satisfechos concluyendo que en las islas Canarias hay una base de OVNIs—. Lo cierto es que en todos los casos los fenómenos fueron observados desde lugares muy dispersos, se manifestaron entre el crepúsculo y la noche temprana, y fueron observables hacia poniente. Además presentaban una dinámica muy similar, involucrando la ascensión de formas luminosas desde el horizonte y la formación de una especie de nube circular o pompa luminosa que se expandía y diluía gradualmente. Se trata de los casos del 19 de noviembre de 1976 y del 5 de marzo de 1979, que se resumen a continuación. 19/11/76. De 19h05 a 19h25 (19h05 a 19h25 GMT). Observaciones desde aviones sobrevolando Zamora, Salamanca, Toledo, Málaga, el estrecho de Gibraltar, el noroeste de Marruecos y el archipiélago canario. Observación desde un avión en vuelo de Lisboa a Funchal (islas Madeira). Observación desde tierra en Casablanca (Marruecos). Diversas observaciones desde Gran Canaria y desde un buque de la Armada española situado al oeste de Lanzarote. Semicírculo varias veces mayor que una media luna cuyo tamaño aumentaba progresivamente al tiempo que se iba desvaneciendo, tornándose transparente. Se encontraba apoyado en el horizonte, con la parte convexa hacia arriba. El fenómeno fue descrito como de color blanco mate, blanco marfil o ligeramente verde, según distintas versiones. En alguna descripción se hacía referencia a un núcleo central amarillo del tamaño de la luna llena, que se desvaneció unos 5 minutos antes que la "bóveda". (Observaciones de diversos pilotos de línea sobre la Península y el NO de Marruecos) [14]. Al principio, un punto luminoso como una estrella de primera magnitud surgió del horizonte. A continuación, realizó un curioso movimiento —en espiral— hasta completar cuatro giros. Seguidamente se formó un foco circular de luz blanca brillante, que empezó a crecer progresivamente hasta adquirir proporciones gigantescas. Al final quedó como un semicírculo apoyado en el horizonte con dos figuras geométricas de color verde en el centro. Al cabo de 25 minutos fue perdiendo intensidad, difuminándose. (Obs. desde el Buque Escuela "Juan Sebastián Elcano", al oeste de Lanzarote) [15]. Semicírculo blanquecino muy claro. En su centro, una especie de botón muy luminoso del tamaño aparente de la luna. El fenómeno, que estaba situado inmediatamente encima de las montañas, comenzó a agrandarse y más tarde se fue diluyendo, haciéndose transparente, hasta desaparecer. Se veían asimismo "tres o cuatro líneas horizontales, a modo de lengüetas". (Obs. desde Guía, Gran Canaria) [14]. (El fenómeno fue visible en todos los casos hacia el oeste). REF.: [14, 15]. 5/3/79. La primera fase del fenómeno pudo ser observada desde aproximadamente las 19h00 (19h00 GMT), aunque hay grandes discrepancias al respecto según las fuentes. La segunda fase dio comienzo hacia las 20h08 (20h08 GMT). El fenómeno siguió siendo visible hasta alrededor de las 20h30 (20h30 GMT). Observaciones desde todas las islas del archipiélago canario, desde las costas africanas y desde diversos barcos y aviones en la zona. Diversas series de fotografías constituyen un excepcional testimonio del fenómeno y permiten hacerse una idea fidedigna de su apariencia y evolución [39]. Durante la primera fase, coincidiendo aproximadamente con el crepúsculo, pudieron observarse justo sobre el horizonte unas formaciones luminosas multicolores que se fueron ensanchando lentamente, permaneciendo hasta el final. Tenían el aspecto de "anillos" luminosos o estelas zigzagueantes.

La segunda fase se produjo ya en condiciones nocturnas. Durante un corto espacio de tiempo, que unos estiman en unas decenas de segundos y otros en algunos minutos, se fue formando una estela luminosa ascendente que se elevó desde el horizonte. La trayectoria aparente mostraba una inclinación de unos 60° respecto al horizonte e iba de derecha a izquierda. La estela en la parte más inferior de la trayectoria estaba constituida por un trazo luminoso que con el tiempo fue adoptando un aspecto serpenteante cada vez más acentuado. Algo más arriba la estela tomó forma de cono ascendente en rápida expansión que enseguida pasó a ofrecer el aspecto de una gigantesca campana luminosa, la cual a su vez creció hasta tener la apariencia de un globo algo deformado. De su parte superior surgía el último tramo visible de la estela, bajo la forma de una fina aguja que se perdía en las alturas. Poco a poco las formas luminosas se fueron diluyendo hasta desaparecer. (En todos los casos, el fenómeno fue avistado en dirección oeste aproximadamente). REF.: [17 a 43]. A los casos arriba citados habría que añadir posiblemente algunos otros, como los que se detallan a continuación. No obstante, los datos consultados son insuficientes para decidir si se trata del mismo tipo de fenómenos. Por otra parte, el incidente del 28 de noviembre de 1974 —del que, en contra de lo habitual, sólo parece haber habido un testimonio muy localizado— incluyó diversos ruidos, detalle que no aparece en otros casos (salvo en contados testimonios que más tarde discutiremos). Otro aspecto a destacar es que el fenómeno del 24 de marzo de 1977 no parece haber sido observado desde el archipiélago canario. Por todo ello, si mencionamos dichos casos en este contexto lo hacemos con todas las reservas que se imponen. 22/11/74. En torno a las 19h30 (19h30 GMT); duración: algunos minutos. Observaciones desde un pesquero frente a la costa africana y desde las islas de La Palma, El Hierro y Lanzarote. Círculo de color blanco intenso que se iba agrandando. De su centro parecía surgir una forma alargada de color rojo, un poco más pequeña que la luna llena, de la que surgía a su vez como un chorro de forma triangular. El fenómeno se repitió minutos después. Otra versión habla de tres objetos de forma circular y apariencia gaseosa, muy brillantes, que aparecieron y desaparecieron a gran velocidad. (No se indica la dirección en que fue visto el fenómeno ni su elevación). REF.: [3]. 28/11/74. De 20h00 a 20h30 (20h00 a 20h30 GMT). Observación desde un pesquero en las proximidades de Las Salvajes (islas deshabitadas situadas al norte del archipiélago canario). Gran haz luminoso blanco "con una forma parecida a medio huevo cortado de arriba a abajo" que se iba acercando. En el centro había una especie de estrella o punto brillante del que salió una luz, también blanca. Dicha luz se aproximó a los observadores al tiempo que cambiaba de color (de blanco a azul y después a rojizo). Hacía un fuerte ruido muy parecido al de unas turbinas. Luego retrocedió hasta el punto brillante, donde hizo un ruido como de mortero de artillería. Al llegar a ese punto salieron como dos chorros de fuego de la luz, que era blanca, muy intensa, y se difuminó por todo el halo, aumentando la luminosidad del fenómeno. Esto se repitió hasta tres veces en media hora. Una de las veces la luz quedó ingrávida por encima del barco. Finalmente desapareció todo. (Hay información gráfica que permite suponer que el fenómeno se encontraba a cierta elevación sobre el horizonte, en dirección oeste o sudoeste. No se mencionan observaciones desde las islas Canarias. Los ruidos durante el incidente constituyen un elemento atípico que contrasta con el carácter silencioso de los otros avistamientos de esta muestra). REF.: [3]. 24/3/77. Hacia las 21h15(?) (21h15 GMT); duración: 7 minutos. Observaciones desde un barco y aviones próximos a Villa Cisneros (Sáhara occidental). Durante unos 10 segundos pudo observarse como un haz de luz proyectado de arriba hacia abajo, situado en un acimut de 300° (O-NO) y a una elevación de 20° sobre el horizonte. La luz se extinguió y fue reemplazada por una mancha luminosa de 1° de diámetro aproximadamente. Durante 3 minutos fue formándose un área semicircular de

luminosidad moderada. Después se observó una nueva mancha luminosa encima del semicírculo. Por último, el fenómeno se dispersó por completo. [4] (No se mencionan observaciones desde el archipiélago canario). (La hora consignada arriba es la que cita la referencia [2], mientras que la fuente de las referencias [4] y [16] menciona las 8h55 en lugar de las 21h15 —¿se trataría de las 20h55?—). REF.: [2, 4, 16].

La evidencia fotográfica. Haremos un breve paréntesis para referirnos a la evidencia fotográfica de la que hay constancia en algunos de los casos mencionados hasta aquí. Del fenómeno del 22/6/76, los medios de comunicación divulgaron en marzo de 1977 una instantánea en color que desde entonces ha gozado de gran popularidad, aunque su procedencia no ha sido del todo aclarada [1, 7, 8, 9:pp. 77-82]. La foto en cuestión fue localizada por las Fuerzas Aéreas tras azarosas gestiones, en el transcurso de la investigación del caso del 22/6/76. Fue atribuida a un turista extranjero no identificado, deduciéndose del paisaje nocturno de fondo que probablemente había sido obtenida en la zona de Maspalomas (Gran Canaria). En noviembre de 1976, la foto fue entregada por el teniente general Galarza al periodista J. J. Benítez (quien al parecer hizo algunas gestiones complementarias para esclarecer su procedencia). La imagen muestra una gran mancha luminosa anaranjadoamarillenta de forma circular. Es muy probable que el detalle más intrigante de la foto, un trazo luminoso de forma ahusada que atraviesa el círculo en diagonal, no tenga nada que ver con el fenómeno fotografiado (efectivamente, parece tratarse de un simple efecto óptico como el que puede presentarse —es sólo un ejemplo— al fotografiar en ciertas condiciones un objeto luminoso a través de una ventana de doble cristal). Nótese por otra parte que los testimonios disponibles no mencionan para nada dicha característica. En relación con el caso del 19/11/76, la referencia [14] menciona a un corresponsal gráfico que tuvo noticias de un extranjero que había fotografiado el fenómeno. El fotógrafo no pudo ser localizado. La historia no deja de recordar sospechosamente las circunstancias que rodearon la caza y captura de la foto del caso del 22/6/76. En cuanto al caso del 5/3/79, como ya se ha indicado anteriormente, el material fotográfico es relativamente abundante y de buena calidad. La segunda fase del incidente no pilló desprevenidos a aquellos observadores que se encontraban fotografiando el "extraño atardecer" de la primera fase. De los otros casos citados más arriba puede decirse que la referencia [3] informaba de la existencia de 16 fotografías del fenómeno observado el 22/11/74, de las que no se había podido conseguir copia.

FUNDAMENTOS DE UNA EXPLICACION. Una familia de fenómenos atmosféricos artificiales. Cuando se examina la información sobre los casos canarios se hacen evidentes varias cosas. En primer lugar, la mayor parte de los fenómenos descritos —formaciones con aspecto de estelas, extrañas nubes circulares— dan la impresión de haber sido de naturaleza gaseosa. En segundo lugar, los fenómenos en cuestión debían encontrarse a muy gran altura para ser observados prácticamente de forma simultánea desde puntos separados cientos de kilómetros entre sí. En tercer lugar, el hecho de que fueran observados hacia poniente y al poco tiempo del ocaso del sol sugiere que dichos fenómenos podían tener una estrecha relación con la iluminación solar (el sol estaba oculto para los observadores pero iluminaba aún las capas altas de la atmósfera). En cuarto lugar, el desarrollo de los incidentes hace pensar en el lanzamiento y ascensión de algún tipo de artefacto, en particular de algún cohete o misil. En efecto, las observaciones canarias encajan perfectamente en el marco más amplio de los fenómenos asociados a determinados experimentos en la alta atmósfera así como a determinadas pruebas balísticas y lanzamientos de cohetes espaciales. En las últimas décadas, observaciones parecidas e incluso virtualmente idénticas han tenido lugar en muchas zonas del globo, y siguen produciéndose. El fenómeno responsable de estas observaciones es básicamente el mismo en todos los casos. Una concentración de gases desprendida de un ingenio que atraviesa las capas altas de la atmósfera dispersa los rayos solares y aparece como un objeto brillante para observadores situados en lugares en que el sol ha dejado de ser (o todavía no es) visible y por tanto no ilumina las capas más bajas de la atmósfera. Este último detalle es de la máxima importancia dado que la dispersión de la luz solar que llegara directamente a las capas más bajas de la atmósfera —proceso responsable del brillante color azul del cielo en condiciones diurnas— impediría que el fenómeno situado a más gran altura pudiera llegar a ser apreciado por los observadores, enmascarándolo por completo. Hay al menos tres tipos de experiencias que pueden dar lugar a esta clase de fenómenos. Algunos experimentos científicos dedicados al estudio de la termosfera consisten precisamente en liberar ciertas sustancias químicas en la alta atmósfera desde un cohete, las cuales adoptan la forma de una nube ionizada o no según su composición. Aprovechando la iluminación solar crepuscular es posible realizar el seguimiento de dicho rastro desde tierra y pueden obtenerse datos de la dinámica atmosférica a grandes alturas. También pueden mencionarse las pruebas militares de misiles balísticos, lanzados tanto desde bases continentales como desde submarinos en inmersión. Su estela de gases y las peculiares "nubes" que genera la ignición de una nueva etapa pueden ser visibles desde grandes distancias al ser iluminadas por el sol. Como en los experimentos de sondeo de la alta atmósfera, éste puede ser un efecto planificado con antelación para obtener información de las condiciones en que se desarrolla la prueba. Por último, hay que referirse a los episodios relacionados con el lanzamiento de algún ingenio espacial. La estela de gases y a veces el vertido de excedentes de combustible pueden dar lugar a fenómenos luminosos visibles desde extensas áreas dependiendo de las condiciones de iluminación solar. En este caso hay que hacer notar que la ignición de sucesivas etapas tiene lugar en distintos puntos de la trayectoria preliminar, antes de llegar a la órbita definitiva. De ahí que dichos fenómenos puedan darse a veces en puntos geográficos muy alejados de la zona donde tuvo lugar el lanzamiento. Los colores que muestran estas formaciones gaseosas que dispersan los rayos del sol dependen en gran medida de su composición química. En cuanto a su forma, se ve muy afectada por las condiciones imperantes en las capas altas de la atmósfera, donde altas temperaturas y bajas densidades conducen a una expansión espectacular de las acumulaciones de gases expelidos por un cohete [45], y la existencia de vientos de dirección variable con la altura deforma las estelas ascendentes y llega a darles un característico aspecto de hélice [51].

De la casuística peninsular a la casuística mundial. En el contexto que acabamos de exponer, los avistamientos canarios tendrían un fuerte parentesco con diversos casos que se han dado en la Península (en particular en la porción nororiental de la misma) con observación de inusuales estelas luminosas. Pueden citarse las observaciones del 2/10/65, 23/2/71, 12/6/74, 16/7/75, 12/7/83 y 21/3/89 [53, 49]. Aunque los avistamientos del 12/7/83 tuvieron su origen en el disparo de un misil experimental desde un submarino de la Armada francesa situado en las costas bretonas [36], la relativa abundancia de este tipo de observaciones se explica por la proximidad a la Península del Centro de Pruebas de las Landas ("Centre d'Essais des Landes") sito en

Biscarrosse, al sur de Francia, desde donde se han llevado a cabo numerosos lanzamientos con fines científicos y militares. Por ejemplo, las observaciones del 23/2/71, que afectaron en realidad a buena parte del sudeste de Europa, fueron originadas por el lanzamiento del cohete experimental "Tibère" con propósitos de investigación aerospacial [1 cap.: VIII, IX y X; 52]. Las observaciones del 21/3/89, en cambio, se debieron a una prueba balística de interés militar, efectuada también desde Biscarrosse [49]. Pero la casuística peninsular no es más que una pequeña muestra de un género de observaciones que se ha dado repetidamente por todo el globo. Podrían citarse desde las observaciones de "bolas" luminosas en expansión [4, 16, 54], como las del 16/8/66 en los estados norteamericanos de Minnesota, Wisconsin e Illinois (consecuencia de una experiencia científica canadiense con nubes de bario liberado a cientos de kilómetros de altitud [44]), hasta los avistamientos de espirales en China, a finales de los años 70, probablemente relacionados con el lanzamiento de algunos cohetes espaciales de fabricación china [46]. En territorio soviético, el famoso "fenómeno de Petrozavodsk", que en algunos momentos presentaba forma de medusa, fue una consecuencia de la puesta en órbita del satélite "Kosmos-955" [45, 46, 56]. Dignas de mención son, además, las numerosas observaciones de nubes circulares y anillos que se han venido dando desde los años 70 en las regiones más meridionales de América del Sur originadas por la puesta en órbita de diversos satélites soviéticos de las series "Kosmos" y "Molniya". Los lanzamientos tuvieron lugar desde Plesetsk, al norte de la URSS, pero el paso de la órbita preliminar a la órbita definitiva se produjo sobre territorio chileno, acompañado del desprendimiento de la cuarta etapa del cohete impulsor con la consiguiente eliminación de los gases de combustión y del excedente de combustible en la alta atmósfera, iluminada por el sol [47]. Observaciones similares se han producido en Australia, como consecuencia de lanzamientos estadounidenses desde Cabo Cañaveral, y en la costa este de Norteamérica, a resultas de una prueba espacial japonesa (observaciones del 12/8/86) [46]. Los lanzamientos, y en algún caso la reentrada con impulso motor, de misiles y cohetes de pruebas desde bases de las fuerzas aéreas norteamericanas han sido también fuente de numerosos avistamientos en extensas áreas de Norteamérica [48]. Como en los casos anteriores, se trató de observaciones en horas próximas al amanecer o al anochecer. Estos ejemplos habrán bastado para dar una idea de la variedad, frecuencia y amplia distribución geográfica de esta clase de observaciones en las que juega un papel central la iluminación de tipo crepuscular.

La explicación misil y el caso del 5/3/79. Volviendo a los casos canarios, ¿qué tipo de experiencias habrían dado lugar a las observaciones desde el archipiélago? Considerando sus características a la luz de lo expuesto hasta aquí, la explicación más verosímil sería la del lanzamiento de misiles balísticos desde submarinos situados en pleno océano Atlántico, al oeste de las islas. Nos detendremos por un momento en el caso del 5/3/79 que, aparte de estar estrechamente relacionado con los otros casos canarios mencionados, tiene la particularidad de estar muy bien documentado fotográficamente. Si se examinan con detenimiento las series más completas de fotografías se pueden avanzar algunas interpretaciones. En las nubes serpenteantes de la primera fase se reconocen las trazas de un primer disparo de misil que habría tenido lugar antes de la puesta del sol. No parece haber testimonios de este disparo, posiblemente debido a que las condiciones de iluminación aún no eran las adecuadas. La secuencia de la segunda fase —durante la que se siguieron viendo las "nubes" anteriores— muestra el disparo de un segundo misil, que siguió una trayectoria ascensional formando un ángulo de unos 60°, como máximo, con el horizonte (60° es el valor de la inclinación aparente en las fotografías, la inclinación real podía ser menor dependiendo de la dirección en que avanzaba el misil). La parte más inferior de la estela va ondulándose gradualmente al experimentar los efectos de la variación de los vientos a distintas alturas. Más arriba —sin duda, a más de 100 km de altura, en la termosfera—, el chorro cónico de gases expelido por el misil sufre una expansión considerable y adopta paulatinamente la forma de un globo gigantesco. Las fotos indican que esta expansión más acusada tuvo efectos desiguales según las direcciones. En efecto, la gigantesca bola crece especialmente hacia lo alto y, en menor grado, lateralmente. Por el contrario, la base de dicha bola aparece prácticamente a un nivel constante en las distintas tomas, posiblemente en la frontera con niveles más densos de la atmósfera. Las fotos indican además que dicha expansión fue localizada, es decir, sólo afectó a una primera porción de la estela ascendente, que siguió expandiéndose mientras el misil seguía su curso independientemente. Las imágenes muestran que la "aguja" en la parte superior del globo, constituida por la fina estela que va dejando el misil, va aumentando paulatinamente su longitud en tomas sucesivas, es decir, la velocidad de expansión de la formación globular era netamente inferior a la velocidad del misil. Otro detalle que muestran algunas de las fotos es que en el centro del globo, a lo largo de prácticamente toda la trayectoria, permanecía reconocible la estela ascendente rectilínea, mostrando signos de haberse ensanchado y de haber experimentado los efectos de los

vientos. Un último detalle a destacar atañe a la desaparición del fenómeno. En las últimas fotografías, la primera porción de la estela, la que se encontraba a menor altitud, permanece todavía bien iluminada mientras que la formación globular casi ha dejado de ser visible. Por tanto, podemos estar seguros de que la desaparición de dicha bola luminosa no se produjo al ser alcanzada por el cono de sombra terrestre sino más bien, prematuramente, por progresiva disminución de su densidad durante el proceso de expansión, como sugieren las fotos. Parece pues perfectamente plausible que los observadores del fenómeno del 5/3/79 visualizaran primero la estela dejada por un disparo de misil y asistieran después a un segundo lanzamiento sin perder detalle de su interacción con las capas altas de la atmósfera, todo ello gracias a unas condiciones de observación muy favorables.

Algunas opiniones autorizadas sobre el caso del 5/3/79. Entre las opiniones autorizadas que han apoyado sin titubeos la explicación misil para este caso pueden mencionarse la del Dr. Claude Poher [42, 43], durante algún tiempo responsable de la división de cohetes-sonda del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) francés, y la del ufólogo galo Michel Figuet [36, 43b], que en ocasiones se ha ocupado de casos similares, en su mayoría relacionados con lanzamientos realizados desde el Centro de Pruebas de las Landas. Poher, que se encontraba en la zona por aquellas fechas, fue testigo de excepción del fenómeno. El Dr. D. G. King-Hele, una autoridad mundial en satélites artificiales, del Ministerio de Defensa británico, opinó lo siguiente acerca de la secuencia recogida en algunas de las fotografías, tras verificar que la fecha del incidente no se correspondía con ningún lanzamiento de cohete de investigación ni con el lanzamiento de ningún satélite [21, 43b]: "Para mí, las nubes tienen la apariencia de vapor luminoso despedido de un cohete, siendo debida la curvatura de la parte baja del rastro a vientos variables en la alta atmósfera y la más ancha expansión a alturas mayores teniendo lugar en el aire mucho más rarificado de la zona. Si tal interpretación es correcta, los rastros serpentiformes cercanos al horizonte estarían a una altura cercana a los 100 km, y el fenómeno habría procedido del lanzamiento de un proyectil desde un navío situado a unos 1000 km al oeste de las islas Canarias. Como no dispongo del registro de tales lanzamientos, supongo se trató de uno no declarado." Tras la publicación de alguna de las fotos del caso en el "MUFON UFO Journal", Will Nelson, del MUFON, aportaba sus propias experiencias para respaldar la explicación de dos disparos de Polaris estadounidenses o de misiles rusos, lanzados desde algún submarino [19, 43b]. Los efectos observados en Canarias —indicaba— eran muy similares a los observados en el cielo occidental desde el área de Los Angeles, cada vez que se producía un lanzamiento al atardecer desde la base de la USAF de Vandenberg, situada unos 250 km al O-NO: "El supuesto objeto cilíndrico y el resplandor en el cielo en la segunda de las fotos es casi un duplicado exacto de lo que yo y muchos otros vimos años atrás desde la zona de Los Angeles South Bay cuando un cohete destinado a poner en órbita un satélite, lanzado desde la base de la Fuerzas Aéreas de Vandenberg, ascendía en el oscuro cielo occidental justo después de la puesta del sol. Fue espectacular. La brillante chispa de luz (los gases de escape incandescentes del cohete) ascendió continuamente por espacio de varios minutos, llegando a cambiar ligeramente de dirección en un punto. Los gases de escape se expandieron en un gran resplandor en la alta estratosfera, cambiando del blanco a un color azulado al tiempo que se desvanecían lentamente en el cielo en el transcurso de una hora. Entretanto, por debajo del resplandor, la estela ascendente del cohete fue arremolinándose y tornándose multicolor a medida que los vientos a grandes alturas la fueron empujando en todas direcciones. "El supuesto «objeto cilíndrico» es probablemente el penacho de gases de escape justo debajo del cohete, antes de expandirse y desvanecerse, y tiene varias millas de largo. No es un «objeto», no siendo visible a tan gran distancia el cohete propiamente dicho. Los colores son producidos por reacciones electroquímicas entre los rarificados gases atmosféricos y las diferentes moléculas de los gases de escape del cohete. Las condiciones de iluminación después de la puesta del sol en el océano contribuyen a hacerlos visibles."

V. J. Ballester cita todas estas opiniones y llama la atención sobre una serie de pruebas circunstanciales de actividades militares en la zona [18, 43b]. Por ejemplo, el 19 de septiembre de 1984 un submarino nuclear soviético sumergido chocó en el estrecho de Gibraltar con un mercante ruso. La prensa publicó que el submarino había efectuado el disparo de dos misiles nucleares no lejos de las islas Canarias. Por otro lado, en relación con el fenómeno del 5/3/79, quizá no fuera casual la presencia en aguas canarias por aquellas fechas de dos barcos de seguimiento de cohetes espaciales de la Marina norteamericana, que los días 21 y 24 de febrero habían realizado escala en el Puerto de la Luz (Las Palmas). Ambos barcos estaban adaptados para rastrear la trayectoria y el alcance de proyectiles balísticos de las series Polaris y Poseidón. No obstante, la nacionalidad de los misiles que habrían dado lugar a las observaciones canarias sigue sin haberse esclarecido. Por fortuna, como se ha visto, la naturaleza de los incidentes sí puede establecerse de manera fiable y un eventual reconocimiento de la autoría de los disparos por parte de la potencia o potencias responsables tendría una importancia secundaria para la presente discusión.

Una muestra de estimaciones elementales. Terminaremos este apartado presentando algunas deducciones muy básicas extraídas de la información sobre la casuística canaria, una vez admitido el papel jugado por la iluminación solar (ver tablas Ia y Ib). La base de estas estimaciones se expone con detalle en el Anexo I. En primer lugar, puede destacarse que los cálculos subrayan de nuevo la homogeneidad de los tres casos aquí considerados, como aparece claro en la tabla Ia al comparar los valores de la elevación del sol durante cada uno de los incidentes (en la tabla, ángulo e de depresión bajo el horizonte). Todas las observaciones tuvieron lugar cuando el sol se encontraba aproximadamente de 13° a 19° bajo el horizonte, tomando como referencia un punto "céntrico" del archipiélago. En segundo lugar, aceptando que los fenómenos fueron visibles gracias a la iluminación de los rayos del sol, se llega a la conclusión de que los presuntos misiles ascendieron desde puntos situados a más de 700 km de distancia de Gran Canaria (ver tabla Ib). En tercer lugar, bajo el mismo supuesto, cuando los fenómenos comenzaron a ser visibles debían encontrarse ya a una altura considerable (más de 40 km), muy por encima de la troposfera. En cuarto lugar, las gigantescas "burbujas" debían encontrarse en la ionosfera, alcanzando centenares de kilómetros de diámetro. Las tablas IIa y IIb presentan el mismo tipo de cálculos y consideraciones aplicados a los demás casos que se habían mencionado por su posible relación con la casuística aquí revisada.

TABLA Ia Estimación de cotas mínimas de la altura (hmín) y la distancia a la vertical del fenómeno (lmín) en las principales observaciones canarias.____________________________________________________________________________________ fecha

fase del fenómeno considerada

hora (GMT)

latitud geográf.

longitud geográf.

acimut solar

e (°)

acimut fenómeno

w (°)

lmín (km)

hmín (km)

____________________________________________________________________________________ 22.06.76 - aparición punto ascendente

21.13 28.5° N 15.75° O

307°

13.7

aprox. oeste

0

762

46

10 15 18

438 359 323

94 108 115

0 1018 24.5 418

82 211

- estabilización punto ascendente

" " "

" " "

" " "

" " "

" " "

" " "

- desaparición de la formación circular

21.40 "

" "

" "

311° "

18.3 "

" "

- desaparición resplandor remanente

21.45

"

"

312°

19.1

"

19.05

"

"

254°

12.6

"

0

701

39

19.25

"

"

256°

16.9

"

0

940

70

05.03.79 - aparición punto ascendente

20.08

"

"

271°

14.6

"

0

812

52

- desaparición del fenómeno

20.30

"

"

274°

19.4

"

19.11.76 - aparición punto ascendente - desaparición de la formación circular

(0) (1062)

(0) (1079)

90

92

____________________________________________________________________________________ Notas: - La asignación horaria a cada fase del fenómeno es sólo aproximada. - Las horas se han referido al meridiano de Greenwich (GMT). - La posición del sol y la distancia lmín se han calculado para las coordenadas geográficas que se especifican. - Las coordenadas geográficas 28.5° N y 15.75° O en particular corresponden a un punto arbitrario de referencia en mitad del archipiélago canario (observaciones repartidas por todo el archipiélago). - Referencia de acimuts (0°): Norte. Un acimut de 270° se refiere a la dirección Oeste. - El valor e es el ángulo de depresión del sol bajo el horizonte. - El valor w es el ángulo de elevación sobre el horizonte del punto del objeto que se está considerando. Así, en algunos de los ejemplos, w=0° corresponde a algún punto de la base de la "semiesfera" apoyada en el horizonte descrita por los observadores. - Los valores lmín y hmín se han calculado utilizando las fórmulas (III) a (V) del Anexo I, tomando R=6373 km (radio terrestre a la latitud del archipiélago).

TABLA Ib Interpretación de los resultados de la Tabla Ia: ____________________________________________________________________________________ 22.06.76.Admitiendo que el fenómeno ascendente inicial era visible a causa de la iluminación solar, su vertical debía estar situada a más de 762 km de distancia del punto O. Cuando comenzó a ser observado debía encontrarse ya a más de 46 km de altura. El estacionamiento aparente se habría producido a una altura mínima de 94 km. De hecho, admitiendo que el fenómeno se había elevado desde una distancia de más de 762 km del punto O, dicho estacionamiento aparente habría tenido lugar a más de 185 km de altura (considerando la elevación w=10°). Las estimaciones relativas a la formación circular observada se interpretan con más dificultad (ver comentarios del Anexo I). Algunos de los puntos del fenómeno observados a nivel del horizonte debían encontrarse a 82 km de altura como mínimo, estando su vertical a más de 1018 km de distancia del punto O. También puede estimarse que algunos de los puntos de la parte superior debían estar situados a más de 211 km de altura y su vertical a más de 418 km de distancia del punto O. Se ha supuesto que a los puntos considerados llegaba iluminación solar directa. Teniendo en cuenta una distancia mínima del orden de 762 km, el tamaño aparente de la formación circular, que alguna de las fuentes estima en 24.5° en determinados momentos, se traduciría en un diámetro de más de 330 km. El fenómeno que daba lugar al resplandor remanente, observado hasta el final, se encontraba como mínimo a 90 km de altura. (Situación del punto O de referencia: 28.5° N, 15.75° O) 19.11.76.Admitiendo que el fenómeno ascendente inicial era visible a causa de la iluminación solar, su vertical debía estar situada a más de 701 km de distancia del punto O. Cuando comenzó a ser observado debía encontrarse ya a más de 39 km de altura. Algunos de los puntos de la formación circular observados a nivel del horizonte debían encontrarse a 70 km de altura como mínimo, estando su vertical a más de 940 km de distancia del punto O. Se ha supuesto que a los puntos considerados llegaba iluminación solar directa. (Situación del punto O de referencia: 28.5° N, 15.75° O) 05.03.79.El tramo visible de la estela dejada por el fenómeno ascendente arrancaba de algún punto cuya vertical estaba situada a 812 km del punto O como mínimo. La altura mínima a que se encontraba el arranque de la estela visible era de 52 km. Hacia el momento de la desaparición del fenómeno, los puntos iluminados se encontraban a alturas superiores a 92 km. (Situación del punto O de referencia: 28.5° N, 15.75° O) ____________________________________________________________________________________

TABLA IIa Estimación de cotas mínimas de la altura (hmín) y la distancia a la vertical del fenómeno (lmín) en otras de las observaciones mencionadas en el texto.____________________________________________________________________________________ fecha

fase del fenómeno considerada

hora (GMT)

latitud geográf.

longitud geográf.

acimut solar

e (°)

acimut fenómeno

w (°)

lmín (km)

hmín (km)

____________________________________________________________________________________ 22.11.74

- desaparición del fenómeno

19.30 28.5° N 15.75° O

256°

18 no indicado (0) (1001)

28.11.74

- desaparición del fenómeno

20.30

15.75° O

262°

31.2 O o SO

(0) (1735)

244

17.45° O "

282° 284°

21.9 O-NO 26.4 "

20 "

267 369

24.03.77 - desaparición del fenómeno

30° N

(20.55) 23.1° N 21.15 "

622 818

79

____________________________________________________________________________________ (ver notas al pie de la tabla Ia)

TABLA IIb Interpretación de los resultados de la Tabla IIa: ____________________________________________________________________________________ 22.11.74.Admitiendo que el fenómeno era visible a causa de la iluminación solar, debía encontrarse a una altura de 79 km como mínimo. 28.11.74.Admitiendo que el fenómeno era visible a causa de la iluminación solar, debía encontrarse a una altura de 244 km como mínimo. 24.03.77.Admitiendo que el fenómeno era visible a causa de la iluminación solar, su vertical debía estar situada a más de 818 km de distancia del punto O. Su altura sería de 369 km como mínimo. (Las anteriores estimaciones han sido hechas considerando la hora 21.15 GMT. Considerando las 20.55 GMT, las cotas mínimas de la distancia y la altura que se obtienen son 622 y 267 km, respectivamente). (Situación del punto O de referencia: 23.1° N, 17.45° O) ____________________________________________________________________________________

GALERIA DE EXPLICACIONES. Seguidamente nos ocuparemos de las diversas explicaciones e interpretaciones que han llegado a darse de las observaciones canarias. Daremos un rápido repaso a algunas de las conjeturas expuestas por pilotos de aviación que fueron testigos de los fenómenos, a las hipótesis explicativas aireadas por la prensa, a lo que ha trascendido de las investigaciones militares, a las opiniones de algunos estudiosos de los fenómenos anómalos y, por supuesto, a las discusiones que ha suscitado el tema entre ufólogos. Ello nos dará ocasión de comentar algunos argumentos que se han esgrimido en contra de la explicación misil, así como algunos conceptos erróneos que todavía persisten.

El testimonio de los pilotos. Los tres principales incidentes aquí tratados fueron observados no sólo desde tierra sino también desde el aire. Algunos de los pilotos testigos del fenómeno del 19/11/76 especulaban después sobre una posible relación de la "bóveda" luminosa observada con la explosión en la atmósfera de una bomba atómica china, que en realidad había tenido lugar dos días antes [14]. Proponían bien un extraño efecto de refracción de la explosión en la capas de la atmósfera, bien un complicado efecto de reflexión de la luz solar generado por la nube de restos radioactivos (el piloto había leído en la prensa que el día 19 dicha nube se encontraba sobre los Estados Unidos). Puede ser interesante mencionar que los pilotos a los que nos referimos reconocían que lo que vieron era "sólo un fenómeno luminoso muy extraño, y nada que [tuviera que] ver con una nave", por mucho interés que tuvieran en ver un OVNI, como comentaron explícitamente. Por las conversaciones grabadas de los pilotos que observaron el fenómeno del 5/3/79 con la Torre de Control de Vuelo en Canarias sabemos que algunos pilotos interrogaron a los controladores de vuelo sobre eventuales maniobras militares —a la vista de lo que creían eran estelas de aviones volando a gran altura— o sobre alguna posible prueba de misiles [39].

Los avistamientos en la prensa. Si se desean inventariar las explicaciones que en un momento u otro han llegado a darse de los distintos incidentes, lo más recomendable es echar un vistazo a lo publicado en la prensa. En lo que concierne al incidente del 22/6/76, el tinerfeño "Diario de Avisos" del día 23 proponía cuatro "hipótesis": "un volcán submarino, un meteorito que cayó al mar, otro fenómeno marino o atmosférico o algo relacionado con los ovnis". En la edición del día 24, se descartaba prácticamente cualquier relación con un posible volcán submarino o con un meteorito y se reducía el problema a dos alternativas: "un cohete intercontinental tipo «Polaris», lanzado desde un submarino norteamericano durante unas maniobras, un cohete igualmente intercontinental francés o un OVNI de grandes dimensiones y poderosísima energía" [1: cap. XVI]. Cabe hacer aquí un par de comentarios. Como se puede constatar ya en el primero de los casos que estamos considerando, la explicación misil no tardó en barajarse. Por otro lado no deja de ser curioso el uso del término OVNI como "explicación". Sin duda, el término ya no hace referencia simple y llanamente a "objeto volante no identificado" sino más bien a "nave extraterrestre", o algún concepto equivalente. El incidente del 5/3/79 fue seguido de numerosas discusiones y debates, en un clima de competencia periodística que tuvo su mayor exponente en los diversos documentos fotográficos que fueron publicados en exclusiva por uno u otro rotativo. La hipótesis de un misil no tardó en saltar a la palestra [27], pero por supuesto no fue la única hipótesis barajada. Junto a la posibilidad de una manifestación extraterrestre —para algunos emanando de alguna base de ovnis submarina de los alrededores— [22, 28, 32], se consideraron las hipótesis de algún experimento científico o de un fenómeno natural, si bien el conocido meteorólogo Mariano Medina descartaba que se tratara de un fenómeno meteorológico [22]. Al hablar de experiencias científicas se sugirió, por ejemplo, un posible experimento con el fin de "generar un sistema nuboso artificial" [35]. También se habló de un posible "experimento de las fuerzas aéreas norteamericanas para propiciar auroras boreales e ionizaciones artificiales, con fines de propagación de ondas radioeléctricas" [17, 24].

La intervención militar. Tanto las dos series de observaciones del año 1976 como las del año 1979 fueron objeto de una investigación por parte de las Fuerzas Aéreas. Lamentablemente, hay que reconocer que

en la información disponible sobre estas gestiones salen a relucir numerosas deficiencias en el análisis de los casos. Para comenzar, la parte del informe de la Fuerzas Aéreas sobre el incidente del 22/6/76 que ha sido divulgada [1, 7] está a la altura del análisis que podría hacer el ufólogo más incompetente. Asignando una gran fiabilidad a las horas de observación y suponiendo que el fenómeno se encontraba en las proximidades de los lugares de observación, dos supuestos totalmente gratuitos, se reconstruye la "trayectoria rectilínea" del fenómeno, como si se hubiera desplazado de Fuerteventura a Tenerife pasando por el norte de Gran Canaria, sin que parezca contemplarse la posibilidad de observaciones aproximadamente simultáneas de un fenómeno lejano situado al oeste del archipiélago. Llevando dicha metodología a sus últimas consecuencias, llega a calcularse incluso la velocidad del fenómeno en su desplazamiento de Fuerteventura a Gran Canaria. Por otro lado, la "reconstrucción" hace alusión a la desaparición del fenómeno en Tenerife poniendo de manifiesto la indigencia de la encuesta oficial. Bastaba haber leído la prensa diaria para constatar que el fenómeno había sido observado hasta desde la isla de La Palma. Respecto al incidente de Las Rosas, lo consignan como "único y dudoso aterrizaje de una nave de extrañas características". La encuesta se limita a citar la descripción "más completa" de lo sucedido, cuando el contraste de distintas versiones —incluidas las "menos completas"— habría sido mucho más esclarecedor. Como se desprende de situaciones parecidas, una mayor profusión de detalles no es necesariamente garantía de la mayor calidad de un testimonio o de su mayor objetividad. Acerca de las observaciones del 19/11/76, se ha publicado información del informe oficial incluyendo la discusión de diversas hipótesis explicativas [15]. De nuevo nos encontramos con que los testimonios recogidos son escasos (no se hace alusión, por ejemplo, a las observaciones de algunos pilotos desde la Península). El comandante juez informador encargado del caso terminaba no pronunciándose sobre la naturaleza del fenómeno aunque, a la vista de éste y otros casos anteriores, llegaba a decir: "tendríamos que plantearnos seriamente la necesidad de considerar la posibilidad de aceptar la hipótesis de que una nave de origen desconocido e impulsada por una energía asimismo desconocida, se mueve libremente por los cielos de Canarias" (!). El informe pasaba revista a diversas hipótesis que acto seguido eran descartadas: la caída de un meteorito, un fenómeno similar a una aurora polar, una explosión nuclear en la ionosfera, un globo sonda, las toberas de un reactor, un fuego de San Telmo, etc. Lo grave es que el informe descartaba igualmente la posibilidad del lanzamiento de un misil desde un submarino con argumentos erróneos e improcedentes. Se afirmaba que el lanzamiento de un misil no hubiera producido efectos tan vastos y duraderos, lo cual es falso —en el caso de misiles intercontinentales—, como se ha documentado anteriormente. Por otra parte se afirmaba que nadie realizaría pruebas de este tipo en las cercanías del archipiélago sin informar previamente al gobierno español y contar con su permiso. Esta aseveración, ya de por sí muy discutible, presupone que el fenómeno se encontraba próximo a las islas. No obstante, como ya se ha visto, el fenómeno podía encontrarse perfectamente a un millar de km de los observadores. Lo mismo puede reprochársele al argumento de que no se llevarían a cabo lanzamientos de misiles en una zona con tanta densidad de tráfico aéreo civil. El fenómeno se encontraba a gran distancia de la zona en cuestión. En 1987 pudo saberse de forma extraoficial, a través del periodista Carlos Yárnoz, experto en temas de defensa, que la comisión del Ejército del Aire que investigó las observaciones del 5/3/79 concluyó provisionalmente que éstas fueron causadas por el disparo de dos misiles intercontinentales desde un submarino de propulsión nuclear de la URSS [17, 18]. Los disparos se realizaron —según estas informaciones— a unas 200 millas al suroeste del archipiélago, y entre uno y otro transcurrieron varios minutos. Consultadas las autoridades estadounidenses sobre si habían sido unidades norteamericanas las que habían realizado los disparos, se obtuvo una respuesta negativa. La comisión comprobó que la trayectoria era en dirección a Siberia y que en el recorrido los misiles salieron de la atmósfera. Lo que no dice la información es si tras estas conclusiones se revisaron de nuevo los expedientes de los casos de 1976, como sería de suponer. A pesar de que las conclusiones en esta ocasión parecen bien encaminadas, vuelven a ponerse en evidencia algunos errores de bulto en el análisis. En efecto, la distancia de 200 millas (unos 370 km) a que debía encontrarse el submarino desde el que se realizaron los disparos peca sin duda por defecto. En cuanto a la asignación de una trayectoria en dirección a Siberia, resulta del todo absurda, como demuestran las numerosas fotos. Todas las imágenes muestran una estela que asciende inclinada hacia la izquierda de los observadores. Teniendo en cuenta que el fenómeno era visible hacia poniente hay que concluir que la trayectoria tenía una componente en dirección sur. Su trayectoria balística —cubriendo unos 8000 km de distancia, pongamos por caso— habría conducido el misil al Atlántico Sur, a lo sumo al Pacífico, pero definitivamente no a Siberia.

¿Anomalías científicas? W. R. Corliss, que recogía un testimonio del fenómeno del 22/6/76 en uno de sus catálogos de anomalías geofísicas, apuntaba la posibilidad de que hubiera sido causado por el lanzamiento de un cohete desde Cabo Cañaveral, como se había podido confirmar en otros casos similares con observaciones desde el Atlántico norte y el mar Caribe [4, 5]. R. F. Haines, doctor en psicología y fisiología experimental interesado en el tema OVNI, se ha referido a lo que él llama "fenómeno de bola de luz en expansión" ("expanding ball of light phenomenon") dando numerosos ejemplos —que sólo incluyen el incidente del 24/3/77 de los considerados aquí— y dedicando especial atención a mostrar que no se trataría de un fenómeno del tipo aurora polar [16]. Entre las explicaciones que han llegado a sugerirse para algunos de los casos menciona: una erupción volcánica teniendo lugar directamente bajo una nube, el desprendimiento de metano durante un terremoto, pruebas soviéticas de nuevas armas de largo alcance, la desintegración de un meteoro alcanzando una nube, una variedad inusual de turbulencia atmosférica vertical, e incluso la explosión de un buque cisterna transportando hidrógeno líquido (aunque no hay constancia de que un incidente marino de este tipo haya tenido lugar). No obstante, no parece justificado hablar de un nuevo tipo de fenómeno ni recurrir a algunas de las más sofisticadas e inciertas de estas explicaciones si tenemos en cuenta los distintos tipos de experiencias antes comentados al discutir las causas de las observaciones canarias [54].

El dictamen de los ufólogos. Finalmente dedicaremos algunas líneas a las controversias suscitadas en los medios ufológicos, en particular las que se han centrado en torno al caso del 5/3/79. Las opiniones se han dividido mayoritariamente en dos grupos antagónicos, los que se han decantado por la explicación misil y los que han optado por atribuir el fenómeno del 5/3/79 a naves extraterrestres. Entre los análisis técnicos del caso, cabe mencionar el estudio del CEP de Canarias y el análisis del GSW de Arizona. El CEP ("Centro de Estudios Parapsicológicos") llevó a cabo cálculos sobre las dimensiones y ubicación del fenómeno del 5/3/79 a partir de diversos testimonios y fotos del suceso, ayudándose de mediciones de ángulos realizadas desde el mismo lugar en que fue tomada una de las series de diapositivas [39]. Por triangulación a partir de las direcciones de avistamiento informadas desde distintos puntos del archipiélago, concluyó que el fenómeno se encontraba a unos 200 km al oeste de Los Cristianos (Tenerife). En realidad, este valor debió ser al menos tres veces mayor, como se ha justificado anteriormente (lo más probable es que los datos de partida utilizados en la triangulación no fueran lo suficientemente precisos). Como la distancia así calculada fue utilizada para obtener después el resto de estimaciones de distancias y tamaños hay que admitir que éstas pecan por defecto: el fenómeno estaba más lejos, más alto y tenía un mayor tamaño de lo que dedujo el CEP. El GSW ("Ground Saucer Watch") realizó un análisis por ordenador de una de las fotos más representativas del 5/3/79, a petición de V. J. Ballester [20, 43]. El análisis concluyó dando como explicación más probable el lanzamiento de un misil, por comparación con fotos y testimonios de incidentes afines (las técnicas de análisis fotográfico por ordenador no fueron de gran utilidad en este caso). No obstante, hay un detalle de las conclusiones del GSW que plantea serias dudas sobre su competencia: basándose en algunas estimaciones aproximadas extraídas de los datos computarizados, estimaron el tamaño del misil en unos 15 pies de largo (unos 5 metros). Al parecer confundieron la fina estela que ascendía desde el globo luminoso con el misil propiamente dicho que, sin la menor duda, no llegó a ser distinguido por los observadores ni a ser recogido por las cámaras. Considerando que el fenómeno se hubiera encontrado a una distancia de 100 km escasos, por ejemplo, el ángulo subtendido por un objeto de 5 m ya hubiera sido de tan sólo... ¡3 milésimas de grado!. El informe del GSW, y por extensión la hipótesis del misil, fue duramente criticado en un artículo de J. J. Benítez [39], donde por descontado se atribuía el fenómeno a una nave extraterrestre. El verdadero talón de Aquiles de las argumentaciones de Benítez —como hace observar V. J. Ballester [43]— es el haber dado por supuesto que el fenómeno disponía de luz propia descartando totalmente la posibilidad de la iluminación por el sol, que ya se había ocultado para los observadores. Por otra parte, Benítez no perdía ocasión de insistir en la falacia de que sólo quien hubiera "peinado" las islas y entrevistado personalmente a los testigos podía permitirse dar un dictamen sobre el caso... Quizás sea más interesante aportar aquí algunas aclaraciones a ciertos equívocos que han subsistido entre quienes han propugnado la explicación misil [18, 37, 41, 43]. Como ya se ha comentado, los observadores no habrían podido distinguir forma sólida alguna encabezando la estela, ni es el cuerpo del misil el penacho superior que muestran algunas de las fotos, como tampoco es una imagen debida al tiempo de exposición del objeto en movimiento. Otra apreciación inexacta es el considerar que la estela

zigzagueante fuera debida a una pérdida de control del misil. En realidad, no hay razones para pensar que el misil no siguiera su trayectoria prevista, al tiempo que su estela sufría los característicos efectos de cizallamiento a merced de los vientos y turbulencias en la alta atmósfera. También carece de fundamento el inicial cambio de dirección que se atribuye al fenómeno, antes de enfilar una trayectoria ascendente. Posiblemente haya venido sugerido por la deformación que mostraba la parte baja de la estela iluminada. Pasando a otro aspecto del tema, si bien hay que descartar que el fenómeno se detuviera en el aire durante algún tiempo —como han sostenido los partidarios de la nave extraterrestre— la ascensión pudo durar perfectamente algunos minutos en lugar de ser cuestión de segundos (un misil balístico intercontinental de 8000 km de alcance, por ejemplo, logra una velocidad máxima de aproximadamente 7 km/s y alcanza una altura máxima de unos 1000 km [56], es decir, emplea más de 2 minutos en cubrir su recorrido ascendente). Terminaremos aludiendo brevemente a algunas comparaciones fotográficas que se han propuesto a la hora de establecer paralelismos con otros casos o hacer referencia a la explicación misil. Las imágenes de la primera fase del fenómeno del 5/3/79 han sido comparadas, por ejemplo, con estelas serpenteantes similares fotografiadas desde el nordeste de España el 12/6/74 [18]. Como ya hizo la prensa en su día [22, 27], en ocasiones se han presentado instantáneas de misiles lanzados desde un submarino, en el momento de emerger y elevarse desde la superficie del mar, que por no admitir una comparación directa con lo observado el 5/3/79 han sido utilizadas tanto para ilustrar argumentos a favor como en contra de la explicación misil [39, 40]. La comparación más convincente en lo que respecta a la segunda fase del fenómeno ha sido la propuesta por A. Ribera, quien reproducía una foto del chorro de gases de la tercera etapa de un cohete "Saturno-5" en la alta atmósfera [41].

REACCIONES Y PRESUNTOS EFECTOS. De vuelta al archipiélago y a las fechas de las observaciones más señaladas, ¿qué puede decirse de las extrañas descripciones y reacciones de algunos testigos?, ¿qué pudo haber de cierto en muchos de los efectos atribuidos a los fenómenos aéreos? Trataremos sucintamente estas cuestiones, a sabiendas de que merecerían se les dedicasen muchas más páginas.

Reacciones y proximidad. Si hay algo que podemos dar por seguro es que las manifestaciones aquí consideradas fueron algo que se salía de la experiencia cotidiana de los observadores. Alguno de los testigos del incidente del 5/3/79 manifestaba que "aquello no era nada hecho por el hombre, sino algo sobrenatural" [30]. En la misma ocasión, se dice que hubo quienes llegaron a creer que aquello era el fin del mundo, dándose pasajeras escenas de pánico, histeria e incluso casos de desmayos [22, 28, 30, 39]. Si hemos de creer a la prensa, algunas personas de Las Palmas "vieron sus nervios alterados y tuvieron que ser internados en centros sanitarios", si bien un psiquiatra lo achacaba a crisis desencadenadas por la observación del insólito fenómeno en enfermos mentales o personas ya predispuestas [22]. Se trata sin duda de casos particulares extremos, como particular es el episodio de Las Rosas del 22/6/76, del que volveremos a ocuparnos más adelante. Lo cierto es que más de un observador volvió temeroso sobre sus pasos a la vista de tan inusuales espectáculos [29]. Por eso no es extraño que uno de los pilotos que observó el fenómeno del 19/11/76 mientras hacía un vuelo de Málaga a Tenerife aumentara la velocidad del avión y cambiara de rumbo, preparándose para una eventual emergencia. Para él, aquel fenómeno desconocido no se encontraba a más de 400 metros del avión y en su rápida expansión amenazaba con envolverlos y dejarlos sin energía eléctrica. Otro de los pilotos, que sobrevolaba la zona del estrecho de Gibraltar, situaba el fenómeno a una distancia de 1 a 30 km [14]. Estimaciones parecidas se repitieron el 5/3/79, a juzgar por la conversación de la tripulación de un avión que se dirigía de Las Palmas a Nuadhibu con la Torre de Control: "Nos pegó una pasada como a unas 15 millas [...] y subió". De la misma forma, también hubo testigos de a pie que juzgaron que el fenómeno se encontraba muchísimo más cerca de lo que estaba. Uno de los observadores del insólito círculo luminoso del 22/6/76 comentaba: "Parecía que salía del cercado existente cerca de la casa" [13]. Pero, ¿qué dosis de exageración periodística contienen episodios como el siguiente, del 22/6/76?: "Los tripulantes del pesquero «Madre Bitarte», que faenaba frente a las costas de Alajeró se encuentran vivamente impresionados, puesto que aseguran que un artefacto de grandes dimensiones, de forma semejante a dos botes de pesca superpuestos y que despedía destellos luminosos muy intensos se paró a la altura del mástil de la embarcación donde permaneció durante unos segundos hasta desaparecer cuando, alarmados, apagaron las luces del barco." [1: cap. XVI]

Descripciones anómalas. El capítulo de las descripciones poco fiables, con excesivos detalles o extravagantes es también muy amplio. Los siguientes ejemplos están entresacados de testimonios del caso del 5/3/79, un caso que precisamente está muy bien documentado fotográficamente y permite contrastar las informaciones. - Era algo metálico, dorado, en forma de globo, luego ovoideo y desprendiendo luces [28]. - De la nube salió de repente una especie de cohete blanco con algo así como unas alas rojas [28]. - Era como un objeto metálico bordeado por una luz intensa muy brillante, en forma de neón [27]. - Ascendió un objeto de color gris que expulsaba a chorro una espuma blanca por cuatro zonas de su parte inferior [43]. - En la punta estaba un objeto en forma de pirámide. En su trayectoria se detuvo dos veces —quizá décimas de segundo—, desplazándose lateralmente. Antes de perderse de vista cerró una especie de "patas" que llevaba en su parte inferior [22, 32, 39]. - El ovni voló primero en horizontal y después en vertical [39]. - De pronto giró hacia el sur y, más tarde, ya muy lejos, volvió hacia el norte, deteniéndose unos minutos y ascendiendo nuevamente hasta desaparecer [28].

Una colección de efectos dispares. Seguidamente pasaremos revista a algunos de los efectos que se han relacionado con los fenómenos aéreos observados. En algunas raras ocasiones se ha informado de sonidos. Recuérdese el pitido o silbido apreciado por el médico que vivió el incidente de Las Rosas del 22/6/76 (aunque no por el conductor del taxi) [1: cap. XVII, 13]. Los tripulantes de un petrolero que fueron testigos del fenómeno del 5/3/79 desde la costa oriental de la isla de Tenerife declararon: "Los motores de nuestro barco estorbaban la audición perfecta de lo que sucedía en la lejanía. De cualquier forma, en algún instante pareció que algún ruido partía de aquel raro objeto" [26]. Teniendo en cuenta que, como sería de esperar en el caso de lanzamientos de misiles a gran distancia de las islas, la inmensa mayoría de los observadores no hicieron referencia a sonidos, testimonios como los anteriores deben relegarse al terreno de lo anecdótico. Lo mismo puede decirse de otros de los curiosos efectos informados. Los testigos principales del incidente de Las Rosas del 22/6/76 habrían sentido un frío terrible al observar el objeto por primera vez [13], si bien se da a entender que no se trataba de un frío "físico" [1: cap. XVII]. Por su parte, las observaciones del 5/3/79 aportan diversos ejemplos de presuntos efectos. Algunos testigos de la localidad tinerfeña de Guía de Isora aseguraban que la temperatura ambiente había aumentado algo después del suceso [22, 39]. Otros prodigios se situaban en Playa de los Cristianos (Tenerife): los pájaros guardaron un silencio anormal durante más de una hora, se notaron unas ciertas oleadas de calor, excepcionalmente el viento se calmó y, a pesar de ello, se llegaron a observar unas olas de metro y medio de altura [39]. No obstante, otras fuentes señalaban que la sección de meteorología del aeropuerto de Gando, en la vecina isla de Gran Canaria, no había registrado anormalidad alguna durante el suceso [28]. En algunos casos los rumores fueron elevados al rango de noticia. Uno de los artículos publicados en la prensa —seguimos refiriéndonos al caso del 5/3/79— llegaba a decir textualmente: "Una pequeña avioneta parece ser que se vio alcanzada por la onda «expansiva» luminosa. Los tripulantes de la misma han declarado que se vieron desplazados unos grados de su trayectoria. ¿Qué verdad hay en ello?..." [31].

Los efectos electromagnéticos. En el terreno de los efectos electromagnéticos conviene diferenciar entre las incidencias de tipo claramente anecdótico y las diversas referencias a interferencias de televisión. Otra cuestión de interés es determinar si los fenómenos llegaron a ser detectados en algún radar, ya fuera civil o militar. Entre los sucesos que casi con seguridad se debieron a meras coincidencias nos encontramos con el apagón de Puerto del Rosario (Fuerteventura) durante el tiempo en que permaneció a la vista el fenómeno del 5/3/79 [22, 32, 39]. En la misma ocasión, un autocar que circulaba de Las Palmas a Artenara se quedó sin luces, mientras que un vehículo que circulaba próximo al autobús se paró también sin razón aparente [22, 39]. Por otra parte, la versión periodística del incidente de Las Rosas del 22/6/76 menciona que la radio del taxi en que viajaban los testigos "se paró" [13]. Se trata de casos tan dispares y tan aislados que incluso a un partidario de la nave extraterrestre debería de costarle un gran esfuerzo imaginar alguna relación de causa y efecto con los fenómenos aéreos observados. El tema de las interferencias de televisión puede parecer más intrigante a primera vista. El caso del 22/6/76 ya incluía algunas referencias a la cuestión: - Según un testigo de la isla de La Palma, durante la mayor parte del tiempo que duró el fenómeno "la televisión se vio con dificultad: la imagen se borraba de la pantalla, como si hubiera interferencias de ondas electromagnéticas, o algo hubiera pasado sobre la zona..." [1: cap. XVI]. - Según un vecino de la zona de Las Rosas (Gran Canaria), la televisión comenzó a verse mal: no se conseguía centrar la imagen —se veía doble— [13]. Según el testimonio del médico involucrado en el incidente de Las Rosas, al llegar a la casa que debía visitar en dicho paraje le dijeron que la televisión "se les había oscurecido" [13]. En otra versión se indica que se veía doble imagen [1: cap. XVII].

Por otro lado, parece ser que en el Centro Emisor de TVE de Izaña (Tenerife), que reemite la señal de televisión a las islas, no se detectaron interferencias y la emisora funcionaba normalmente [1: cap. XVI]. El caso del 5/3/79 aporta nuevas referencias al tema: - Cientos de personas observaron interferencias en sus pantallas de televisión en la isla de Gran Canaria [39]. - En la isla de Lanzarote, desde antes de la fecha se venían dando en determinadas horas de la noche "extrañas interferencias de TV" que cesaron totalmente en los días que siguieron al suceso [27, 32]. Añadamos que algunos técnicos en electrónica de Lanzarote sugerían que las interferencias podían tener relación con las "repetidas visiones de objetos volantes no identificados sobre las islas" [27, 32]. Refiriéndose a las mismas interferencias lanzaroteñas, uno de los artículos de prensa comentaba además: "Aunque la explicación oficial se refiere a interferencias de una emisora extranjera esto no convence por ser rarísimo que en estas fechas invernales se produzca este tipo de interferencias típicas de los meses de verano en que las capas de la atmósfera propician estas recepciones de TV a larga distancia en ocasiones aisladas" [32].

Cohetes y radiocomunicaciones. ¿El lanzamiento de misiles habría creado en la atmósfera condiciones transitorias susceptibles de generar o favorecer interferencias en la recepción de la señal de televisión en el archipiélago? La evidencia en los casos reseñados más arriba no es demasiado convincente. Da la impresión de que se trata de interferencias sufridas en áreas dispersas (así por ejemplo, no hay referencias a eventuales efectos en Tenerife). Por otro lado, nótese que las interferencias apreciadas en Lanzarote no se limitaron al transcurso de las observaciones del 5/3/79, sino que venían apareciendo desde hacía algún tiempo, en cuyo caso no pudieron tener una relación directa con los disparos sucesivos de los misiles. Es muy posible que en cada caso las anomalías en la recepción tuvieran un origen distinto y sin relación alguna con los lanzamientos que tenían lugar a una distancia del orden de un millar de kilómetros. Un radioaficionado tinerfeño, F. J. Dávila, bajo el supuesto de que el fenómeno del 5/3/79 pudo haber consistido en un experimento norteamericano para obtener una mejora de la propagación radioeléctrica introduciendo una ionización artificial en la atmósfera discutía algunas condiciones que deberían haberse producido de ser cierta dicha explicación. Según él, las comunicaciones en las bandas de HF, VHF y UHF deberían haberse visto favorecidas, mientras que las de "Onda Larga, Media y Pesquera", habrían salido perjudicadas. El radioaficionado no podía aportar evidencias de que estas condiciones se hubieran dado en realidad, aunque dejaba constancia de que horas después del avistamiento se mantenían buenas condiciones en algunas comunicaciones en VHF [24]. Lo cierto es que los lanzamientos de cohetes sí producen alteraciones de las condiciones de propagación radioeléctrica pero no creando una región artificial de ionización en la atmósfera sino más bien todo lo contrario. La combustión de toneladas de combustible en el motor de un cohete genera cantidades de dióxido de carbono, hidrógeno y agua. Los gases de escape reaccionan químicamente con el plasma de la ionosfera y reducen drásticamente su presencia por espacio de horas. Es como si por un tiempo se creara un "agujero" para determinadas ondas radioeléctricas, en especial las de bajas frecuencias, que normalmente son reflejadas en las capas ionizadas de la atmósfera. Durante su tiempo de vida, este "hueco ionosférico" afecta negativamente a las comunicaciones por radio, en concreto a aquellas de largo alcance que hacen uso de reflexión ionosférica, pero en cambio favorece el estudio de algunas emisiones de radiofuentes estelares que normalmente no se reciben [45, 58]. Si analizamos estos elementos tampoco parecen sustentar ningún tipo de relación entre los lanzamientos de los misiles y las interferencias en las señales de televisión. De hecho, a las frecuencias a que son difundidas dichas señales (VHF, UHF), los efectos de reflexión en la ionosfera prácticamente dejan de manifestarse [59].

La cuestión de la detección radar. El tema de la detección radar puede ser resuelto mucho más taxativamente. Pese a algunas informaciones contradictorias que informaban de la detección del fenómeno del 5/3/79 por el

radar de un avión [22] o por los radares militares del archipiélago [27], parece bien establecido que no hubo tales detecciones [22, 31, 38, 60], como tampoco hay constancia de ello en los casos de 1976. Si se tiene en cuenta la distancia a que se habrían producido los lanzamientos y el alcance de los radares militares que había emplazados en las islas, inferior a los 400 km [60], la cuestión queda respondida sin ambigüedades.

La huella de Piso Firme. No podríamos cerrar el apartado dedicado a los presuntos efectos atribuidos a los "OVNIs" canarios sin referirnos a la huella de Piso Firme [10, 11, 13], en los mismos parajes donde tuvo comienzo el que hemos venido llamando incidente de Las Rosas del 22/6/76. En medio de una plantación de cebollas se descubrió un círculo de unos 30 metros de diámetro "casi arrasado". Además, varias plantas de cebolla aparecían "como si hubiesen estado al fuego". No entraremos aquí en la discusión de qué o quién pudo haber causado la huella (pudo tratarse incluso de la obra de algún bromista, inspirada por el clima OVNI de aquellas fechas). Lo que hay que enfatizar es que la huella no se produjo el día 22/6/76 sino en la noche del día 24, como afirmó categóricamente el propietario del campo, que lo había estado regando [13].

LOS GIGANTES DE GALDAR: DOS ENFOQUES COMPLEMENTARIOS. Terminaremos este recorrido en el tiempo y en el espacio —que nos ha llevado del norte de Gran Canaria al resto de las islas y de allí a lugares tan distantes como Chile o la URSS— volviendo al punto de partida de la discusión, a los gigantes de Gáldar. La pregunta obligada es: ¿hubo gigantes en Las Rosas?, ¿qué es lo que queda de ellos? A estas alturas de la discusión ya no es preciso señalar que los enormes seres se han desvanecido ante nuestros ojos como lo hizo en su día la esfera luminosa que flotaba al oeste del archipiélago ante los ojos de tantos observadores. Hay, no obstante, otra pregunta que podríamos hacernos, tan legítima como la anterior: ¿Vieron, o creyeron ver, gigantes el médico de Guía y algunos otros testigos, el día 22/6/76 en cuestión? Así parece. Es todo lo que podemos decir. El tema admite pues dos enfoques complementarios según nos centremos bien en el marco y el contenido objetivos del incidente o bien en la experiencia vivida por los testigos, que en este caso constituye un capítulo aparte por sí misma. En la práctica, aunque el cuadro objetivo que las numerosas observaciones canarias simultáneas permiten reconstruir es una referencia ineludible a la hora de intentar descifrar la experiencia de los testigos de Las Rosas, la aportación no es recíproca. El testimonio en cuestión no aporta nada de especial interés a la reconstrucción del fenómeno manifestado el 22/6/76. Cuando se hace evidente el contexto canario, cuando es posible caracterizar convincentemente el fenómeno observado, aparece claro que dicho testimonio no era el más completo, detallado y relevante de cuantos se divulgaron, sino todo lo más un caso extremo muy poco o nada representativo. En este sentido constituye todo un paradigma del material que pasa a engrosar la información de base de lo que se ha dado en llamar ufología. Al recorrer muchas de las páginas ufológicas, es difícil sustraerse a la impresión de estar visitando una factoría de enlatado de rarezas y anécdotas a las que se inviste de pleno protagonismo, mientras se arrincona el contexto de cada experiencia. Pensemos por ejemplo en esas contadas descripciones de naves con ventanillas y estela, destiladas meticulosamente de la abundante cosecha de testimonios que puede sembrar a su paso el meteoro más trivial.

El enfoque objetivo. La lectura objetiva, por decirlo así, del caso de Las Rosas requiere contestar a preguntas como si es posible remontarse a los estímulos que sirvieron de base a los más extraordinarios detalles informados por los testigos o, cuestión de gran interés, qué discrepancias muestran las descripciones de los testigos del grupo. En lo que respecta a la primera de las cuestiones, la descripción general del aspecto y la evolución del fenómeno concuerda sin duda con la que suministraron numerosos observadores independientes de todo el archipiélago, con las consabidas variantes inherentes a todo testimonio humano. Pero además podemos rastrear sin grandes dificultades el origen de los seres descritos por el médico de Guía en algunos de los elementos visuales del espectáculo aéreo. En este sentido pueden releerse los párrafos descriptivos concernientes a las observaciones del 22/6/76 que se incluían al principio de esta discusión, donde los pasajes relevantes están señalados en cursiva. Por desgracia no se han dado a conocer testimonios fotográficos detallados de lo observado —si exceptuamos la foto de Maspalomas— que puedan aportar una luz definitiva al asunto. Acerca de la segunda cuestión, debemos contentarnos con constatar las reacciones de distintos testigos de los que no se ha divulgado su versión particular de los hechos por ser "idéntica" —se nos dice— a la que dio el médico de Guía. Este último menciona que el taxista que lo acompañaba sufrió verdadero pánico durante el suceso y posteriormente tuvo que ser tratado por un psiquiatra durante algún tiempo. Podría suponerse pues que vio, o creyó ver, algo extraordinariamente fuera de lo normal. Por la misma fuente sabemos que el tercer testigo que viajaba en el taxi sugirió en un principio a la vista del fenómeno que se trataba de "las tuneras, iluminadas por los faros del coche", lo que resulta sorprendente de haber sido cierto que los testigos podían contemplar de manera inequívoca y rotunda la imagen de dos seres perfectamente definidos en el interior de una enorme esfera. El médico comentó igualmente que, en el grupo de personas que estuvieron junto a él en Las Rosas observando el fenómeno, algunos, quizá la mayor parte, "se admiraron", "los niños se aterrorizaron" y otros "fueron indiferentes" [1: cap. XVII]. Posiblemente sea la descripción que dio un vecino de Las Rosas la que refleje de forma más fidedigna la ambigüedad e indefinición que debía caracterizar al fenómeno desplegado ante los observadores, capaz de suscitar reacciones tan contradictorias. Dicho testigo habló a la prensa de un círculo en el interior del cual se veían "dos cosas rojas" de un color vivo que parecían dos personas [13]. Si los militares dedicaban buena parte de su informe a la descripción dada por el médico de Guía "por ser más completa" —¡probablemente debió ser el único testigo que se adentró en la descripción de la anatomía y la indumentaria de los presuntos tripulantes o las palancas de los paneles!—, J. J. Benítez

centraba también su relato en la descripción de dicho testigo "por su condición de médico, por su mayor nivel cultural y preparación y porque fue consciente de que se encontraba ante algo realmente ajeno a nuestro mundo" [1: cap. XVII]. Sin duda es este último el mayor inconveniente de la versión de los hechos del testigo, si se contempla bajo el punto de vista de una lectura objetiva del incidente.

Un enfoque centrado en la experiencia. Un enfoque del tema centrado en la experiencia, en el episodio tal como fue vivido y asumido por el testigo, tampoco carece de interés. La pregunta crucial desde esta perspectiva complementaria de la cuestión sería: ¿por qué lo que para unos no era más que un círculo conteniendo dos formas rojas constituyó para el médico de Guía una verdadera teofanía con matices tecnológicos? Aquí la respuesta ya no pasa por el contraste sistemático de testimonios o la consideración de los procesos atmosféricos relacionados con el lanzamiento de misiles. Cabe pensar que cuando el testigo percibió una nave de una gran perfección con dos seres a bordo, todo ello desprendiendo una gran espiritualidad, se colmaban algunos de sus más íntimos deseos y expectativas —no necesariamente ufológicas—, su sed de trascendencia quizás. De alguna forma estaba aportando contenido y significado a la imagen que aparecía ante él. Definitivamente, las respuestas habría que buscarlas en la vida y la personalidad del testigo. Sin perjuicio de considerar que el suyo es un testimonio poco fiable, lo que parece fuera de dudas es que el testigo expuso su verdad. Ya se ha hecho alusión anteriormente a la integridad del médico de Guía —que nadie ha puesto en entredicho, antes al contrario—. También se ha señalado que el testigo consideró que tenía la "obligación moral" de informar de su caso, pese a las molestias que ello pudiera reportarle. En cuanto a sus reacciones durante y después del suceso (recuerdo obsesivo, deseo de volver al escenario del avistamiento, etc.), los "efectos secundarios" de los que informa (memoria más consistente, mayor lucidez y seguridad en sí mismo), su propia interpretación de la experiencia (nave inmaterial con seres muy superiores a nosotros, de gran perfección espiritual) y sus especulaciones sobre determinados aspectos de la misma (esfera constituida por campos electromagnéticos, "destellos de espiritualidad" que acompañaban al objeto, etc.), forman todos ellos un todo coherente que confirma una vez más que lo descrito fue real para el testigo y que afectó poderosamente a su vida. Todo lo que sugerimos es que, de alguna manera, eso ya estaba escrito o, si se prefiere, tímidamente apuntado. Manuel Borraz, octubre/90

( Deseo hacer constar mi especial agradecimiento a Vicente-Juan Ballester Olmos y Joan Plana por las informaciones aportadas. )

REFERENCIAS: 1.- Benítez, Juan. J. OVNIs: documentos oficiales del Gobierno español. Plaza & Janés, Barcelona, 1977. 2.- Beorlegui, Jesús y Faber-Kaiser, Andreas. Repertorio canario. Mundo Desconocido, n° 36 (junio 1979), p. 61. También en: Faber-Kaiser, Andreas. Fuera de control, pp. 164-165. Planeta, Barcelona, 1984. 3.- Tamayo, Ma. Carmen. Ovnis en las Canarias. Sí: están (recopilación de artículos publicados en Stendek -CEI-), vol. II, pp. 147-152. Editorial 7 1/2, Barcelona, 1978. 4.- Corliss, W. R. Lightning, Auroras, Nocturnal Lights and Related Luminous Phenomena, p.37. The Sourcebook Project, Glen Arm, 1982. 5.- Corliss, W. R. Handbook of Unusual Natural Phenomena, pp. 15-16. Anchor Books, New York, 1983. 6.- La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 23 junio 1976. 7.- Benítez, Juan. J. OVNIs: Los documentos del Gobierno. Mundo Desconocido, n° 11 (abril 1977), pp. 59-64. 8.- Benítez, Juan J. Foto oficial del Gobierno: OVNI sobre Canarias. Mundo Desconocido, n° 12 (junio 1977), portada y p. 1. 9.- Benítez, Juan J. La gran oleada, pp. 77-82. Planeta, Barcelona, 1982. 10.- Simó Costa, Ramón. Caso tipo I en Canarias. Stendek (CEI), n° 26 (diciembre 1976), pp. 36. 11.- La Voz de Galicia, 27 junio 1976. 12.- La Provincia (Las Palmas de G. Canaria), 25 junio 1976. 13.- La Provincia (Las Palmas de G. Canaria), 26 junio 1976. 14.- de Vicente, Enrique. La noche de los reflejos imposibles. Mundo Desconocido, n° 8 (enero 1977), pp. 67-76. 15.- Benítez, Juan J. Nuevos documentos del Ejército español. Fenómeno OVNI (recopilación revista Contactos Extraterrestres), vol. 1, pp. 61-65. INAPP, Madrid, 1979. También en: Benítez, Juan J. Informe 02/76 de las Fuerzas Aéreas españolas. Mundo Desconocido, n° 39 (septiembre 1979), pp. 54-61. 16.- Haines, Richard F. Expanding Ball of Light (EBL) Phenomenon. Journal of Scientific Exploration, vol. 2, n° 1, 1988, pp. 83-85. Pergamon Press. 17.- El País, 14 junio 1987. 18.- Ballester, V. J. y Plana J. Los Ovni-Misiles de Canarias. Hay sobrada documentación de que fueron misiles rusos. Karma-7, n° 184 (marzo 1988), pp. 17-19. 19.- Nelson, Will. Canary Island Photos. The MUFON UFO Journal, n° 143 (enero 1980). 20.- Adrian, Fred y Spaulding, William H. March 5, 1979 (Spain) Unidentified Image (UI) with Exhaust Contrail - Computer Analysis (critique). Ground Saucer Watch, 1980. 21.- King-Hele, D. G., comunicación personal a Jaime Servera, 19 octubre 1982. 22.- Las fotos del OVNI que atemorizó a Canarias. Diez Minutos, 24 marzo 1979, pp. 76-82. 23.- Luchtverschijnselen boven de Canarische Eilanden. UFO INFO, n° 11 (septiembre 1979), pp. 28-30. 24.- El Día (Sta. Cruz de Tenerife), 5 mayo 1979. 25.- El Día (Sta. Cruz de Tenerife), marzo 1979. 26.- El Día (Sta. Cruz de Tenerife), marzo 1979. 27.- El Eco de Canarias (Las Palmas de G. Canaria), 8 marzo 1979. 28.- La Provincia (Las Palmas de G. Canaria), 7 marzo 1979. 29.- Diario de Las Palmas, 6 marzo 1979. 30.- La Provincia (Las Palmas de G. Canaria), 6 marzo 1979. 31.- Diario de Las Palmas, 8 marzo 1979. 32.- El Eco de Canarias (Las Palmas de G. Canaria), 7 marzo 1979. 33.- ¡Chiss!, 20 marzo 1979. 34.- La Provincia (Las Palmas de G. Canaria), 13 mayo 1979. 35.- El Día (Sta. Cruz de Tenerife), 15 abril 1979. 36.- Figuet, Michel. L'observation du 12 juillet 1983 vers 20h20 T.U., Lumières dans la nuit, n° 237-238 (marzo-abril 1984), pp. 40-41 y 45-46.

37.- Stendek (CEI), n° 43 (marzo 1981), portada. 38.- García Medero, Jesús. Extraordinario espectáculo celeste sobre Canarias. Fenómeno OVNI (recopilación revista Contactos Extraterrestres), vol. 1, pp. 18-21. INAPP, Madrid, 1979. 39.- Benítez, Juan J. La gran oleada, pp. 168-194. Planeta, Barcelona, 1982. También en: (si bien no incluye las conversaciones de los pilotos) Benítez, Juan J. El formidable OVNI de Canarias (1). Mundo Desconocido, n° 74 (agosto 1982), pp. 33-48. Benítez, Juan J. El formidable OVNI de Canarias (y 2). Mundo Desconocido, n° 75 (septiembre-octubre 1982), pp. 21-34. 40.- Ballester Olmos, V. J. ¿OVNI o misil?. Mundo Desconocido, n° 75 (septiembre-octubre 1982), pp. 35-41. 41.- Ribera, Antonio. Una foto atípica. Mundo Desconocido, n° 75 (septiembre-octubre 1982), pp. 42-44. 42.- Adell Sabatés, Alberto. Sección "Cartas abiertas". Mundo Desconocido, n° 75 (septiembreoctubre 1982), pp. 82-83. 43a.- Ballester Olmos, Vicente. J. y Guasp, Miguel. Los OVNIS y la Ciencia, pp. 48-57. Plaza & Janés, Barcelona, 1981. 43b.- Ballester Olmos, Vicente. J. y Guasp, Miguel. Los OVNIS y la Ciencia, pp. 48-59. Plaza & Janés, Barcelona, 1989. (Reedición actualizada de [43a]). 44.- Hynek, J. A. y Vallée, J. The Edge of Reality, pp. 171-175. Henry Regnery, 1975. 45.- Migulin, V. y Platov, Y. Fenómenos anómalos: ¿hasta qué grado son anómalos?. La Ciencia en la URSS (Academia de Ciencias de la URSS), n° 6 (24) (noviembre-diciembre 1985), pp. 90-96. 46.- Oberg, James E. The Great Coast UFO of August 1986. The Skeptical Inquirer, vol. XI, n° 2 (invierno 1986-87), pp. 159-163. 47.- Roncoroni, Guillermo. A propósito de los avistajes masivos. UFO Press (CIU), n° 21 (julioseptiembre 1984), pp. 16-22. 48.- Hendry, Allan. The UFO Handbook, pp. 50-51, 54, 74. Doubleday, Nueva York, 1979. 49.- Ballester, V. J. y Borraz, M. Rastros luminosos en el cielo: operación Naja. Cuadernos de Ufología, n° 8 -2a época- (mayo 1990), pp. 95-98. 50.- Rees, M. H. Physics and Chemistry of the Upper Atmosphere. Cambridge University Press, Cambridge, 1989. 51.- Schaefer, Vincent J. y Day, John A. Guía de campo de la Atmósfera, lámina en color 24. Omega, Barcelona, 1983. 52.- Casas-Huguet, José María. Las observaciones del 23 de febrero de 1971. Sí: están (recopilación de artículos publicados en Stendek -CEI-), vol. I, pp. 87-95. Editorial 7 1/2, Barcelona, 1978. 53.- Plana Crivillén, Joan. Catálogo provisional de casos OVNI españoles con intervención oficial de las autoridades. Cuadernos de Ufología, n° 17 -1a época- (enero 1987), pp. 35-39. 54.- Borraz Aymerich, Manuel. Comments on "Expanding Ball of Light (EBL) Phenomenon" (Haines, 1988). Journal of Scientific Exploration, vol. 4, n° 1, pp. 119-120. Pergamon Press, 1990. 55.- Gámez Domínguez, Luis A. El "OVNI-medusa" de Petrozavodsk. La Alternativa Racional (ARIFO), n° 0 (1985), pp. 4-9. 56.- Allen, John E. Aerodinámica. Labor, Barcelona, 1969. 57.- Beaver, Paul y Gander, Terry. Modern British Military Missiles. Patrick Stephens, Wellingborough, 1986. 58.- Sobel, Dava. Rocket Holes. OMNI, mayo 1979, p. 36. 59.- Hernando Rábanos, J. M. Transmisión por Radio. Sistemas de Telecomunicación, vol. II. E. T. S. Ingenieros Telecomunicación, Madrid, 1981. 60.- Plana Crivillén, Joan, comunicación personal, 12 septiembre 1990.

ILUSTRACIONES:

Figura 1.- 22/6/76. La gran esfera y los dos seres observados en Las Rosas (Gran Canaria), según el anexo IV del informe de las Fuerzas Aéreas [1].

Figura 2.- 22/6/76. Detalle de los dos seres observados en Las Rosas (Gran Canaria), según el anexo IVbis del informe de las Fuerzas Aéreas [1].

Figura 3.- 22/6/76. Observación desde la corbeta "Atrevida", al sur de Fuerteventura, según el anexo II del informe de las Fuerzas Aéreas [1].

Figura 4.- 22/6/76. Observaciones desde Gran Canaria, según el anexo III del informe de las Fuerzas Aéreas [1].

Figura 5.- 22/6/76. Observación desde el "Osaka Bay", cerca de las costas africanas [5].

Figura 6.- 22/6/76. Presunta foto del fenómeno tomada desde la zona de Maspalomas (Gran Canaria) [1, 8].

Figura 7.- 19/11/76. Sucesivas fases del fenómeno según el anexo III del expediente de las Fuerzas Aéreas [15].

Figura 8.- 19/11/76. El fenómeno según el anexo IV del expediente de las Fuerzas Aéreas [15].

Figura 9.- 19/11/76. Observación desde Guía (Gran Canaria), según el anexo VI del expediente de las Fuerzas Aéreas [15].

Figura 10.- 28/11/74. Croquis de la observación desde un pesquero a sotavento de las islas Salvajes [3].

Figura 11.- 5/3/79. Primera fase del fenómeno (compárese con la figura siguiente) [39].

Figura 12.- Estela de un misil Minuteman lanzado desde la base de Vandenberg, de la USAF, vista desde Pasadena (California) [51].

Figura 13.-5/3/79. El comienzo de la segunda fase del fenómeno, observado desde Tenerife [39].

Figura 14.- 5/3/79. Segunda fase del fenómeno (quinta imagen de la serie de fotografías tomadas por A. González Llopis desde Gran Canaria) [39].

Figura 15.- 5/3/79. Segunda fase del fenómeno (octava imagen de la serie de fotografías tomadas por A. González Llopis desde Gran Canaria) [39].

Figura 16.- Representación esquemática de la estructura térmica, la densidad de constituyentes ionizados y la densidad de constituyentes neutros de la atmósfera terrestre. Se indica el nombre de las distintas regiones en que se ha subdividido [50].

Figura 17.- Ejemplo de la variación de la velocidad y la dirección del viento en función de la altitud, en dos momentos distintos del día. Las gráficas muestran datos experimentales obtenidos en un punto geográfico de latitud media, durante un crepúsculo matinal (a) y otro vespertino (b) consecutivos. El viento se ha representado descompuesto en dos componentes: una de dirección oeste a este y otra de dirección sur a norte [50].

Figura 18.- Presentación hodográfica de los datos del ejemplo de la Figura 17 (a y b). La posición de cada punto da información de la dirección del viento a una determinada altura, mientras que la distancia del punto al centro de la gráfica indica la velocidad del viento a esa altura. Se incluyen además algunos puntos que muestran el particular desplazamiento que experimentan los constituyentes ionizados en la ionosfera, que además de verse afectados por los mismos vientos que los constituyentes neutros, se ven directamente influidos por los campos eléctricos y magnéticos [50].

ANEXO I CONSIDERACIONES SOBRE EL CÁLCULO DE LA POSICIÓN DE UN OBJETO AÉREO ILUMINADO POR EL SOL. NOTA PREVIA: Para simplificar los cálculos, en el análisis que sigue se ha despreciado el efecto de la refracción atmosférica de los rayos de luz. Uno de los efectos más destacables de la refracción atmosférica es la elevación aparente de los astros para el observador situado en la superficie terrestre. En condiciones normales, un astro próximo al horizonte —caso en que el efecto es más acusado— es observado aproximadamente medio grado más arriba de su posición real, debido a la curvatura que experimentan sus rayos de luz al atravesar la atmósfera (no obstante, en ciertas condiciones, como en el caso en que exista una inversión térmica, el efecto puede llegar a ser más importante). POSICION DE UN OBJETO SITUADO A UNA ELEVACION w SOBRE EL HORIZONTE: CASO GENERAL.-

Figura A Consideremos la situación de la figura A. Un observador en el punto O, situado al nivel del mar, observa un objeto puntual con un ángulo de elevación w sobre el horizonte.

Basta esta información para poder relacionar la altura h a que se encuentra el objeto con la distancia l1 que hay desde el observador hasta la proyección del objeto (es decir, hasta el punto V, la "vertical" del objeto). Ambas magnitudes vienen relacionadas por la fórmula: (I)

donde w debe expresarse en grados. R es el valor del radio terrestre para el círculo máximo que pasa por los puntos O y V. Obsérvese que conocer una de las dos magnitudes, sea h ó l1, permite calcular inmediatamente la otra. De lo contrario, todo lo que puede establecerse es que el objeto se encuentra en alguno de los puntos (P, P', P"...) de la semirrecta OP. La distancia d del observador al objeto (distancia OP en la figura A) viene dada por:

(II)

POSICIÓN DE UN OBJETO SITUADO A UNA ELEVACIÓN w SOBRE EL HORIZONTE, VISIBLE AL SER ILUMINADO POR EL SOL.-

Figura B Consideremos ahora la situación algo más compleja de la figura B. supongamos un objeto puntual que resulta visible al dispersar en todas direcciones la luz del sol que lo alcanza y es observado desde el punto O, al nivel del mar, con un ángulo de elevación w sobre el horizonte. El caso que aquí nos interesa es aquél en que el sol está oculto para el observador del punto O, por encontrarse un ángulo de e grados bajo el horizonte. A esto añadiremos una restricción importante. Nos ceñiremos al caso particular en que el objeto y el sol se encuentran en un mismo acimut para el observador situado en

el punto O, es decir, los rayos solares son paralelos al plano definido por los puntos O, P y V, el mismo plano que aparece representado en la figura B. En este caso particular, la geometría de la figura permite deducir las siguientes expresiones: (III) (e y a2 en grados)

(IV)

donde: (V)

Estas expresiones proporcionan las coordenadas h y l1 del punto P de la figura B. La recta QP, tangente al círculo terrestre, delimita la región de la atmósfera iluminada por los rayos solares. El punto P aquí calculado no es otro que el punto de intersección de dicha recta con la recta sobre la que sitúa el objeto el observador del punto O, es decir, su línea de visión del objeto. La interpretación del punto P es pues la siguiente: se trata del punto más próximo al observador en el que puede encontrarse el objeto observado admitiendo que no tiene luz propia sino que es visible por dispersión de los rayos solares. En la práctica lo que hemos obtenido son unas cotas mínimas de h y l1 del objeto. Por supuesto, otros valores mayores de h y l1 son posibles, relacionados por la expresión (I) del apartado anterior (por ejemplo, el punto P' de la figura B). - Gráficas y ejemplo práctico: La gráfica de la figura C permite obtener los valores de h y l1 de las expresiones (I), (III) y (IV) para valores de w y e menores o iguales que 40°. La gráfica ha sido calculada tomando R=6373 km, el radio terrestre a la latitud de las islas Canarias. La figura D muestra con más detalle la porción inferior izquierda de la gráfica.

Figura C

Figura D En el ejemplo que ilustra la figura E, la gráfica de la figura C se ha utilizado para estimar la posición de un objeto puntual situado a una elevación w=15° sobre el horizonte, en dirección noroeste, teniendo en cuenta que el sol, ya oculto, se encuentra e=25° bajo el horizonte noroeste. De la intersección de las curvas correspondientes resulta que la vertical del objeto se encuentra como mínimo a 859 km de distancia del observador y la altura mínima del mismo es de 301 km. El objeto podría encontrarse igualmente en cualquiera de las posiciones dadas por el tramo de curva en trazo grueso, por ejemplo a 800 km de altura con su vertical a 1767 km de distancia del punto de observación.

Figura E - Casos en que es posible el cálculo exacto de la posición del objeto: Pueden plantearse situaciones en que los valores h y l1 calculados en (III) y (IV) apuntarían directamente a la posición del objeto. Si aplicamos las fórmulas al caso en que el objeto puntual desaparece por entrar en el cono de sombra del sol, el punto P calculado corresponde a la posición real del objeto en ese momento y no a una mera cota mínima de dicha posición. Naturalmente, para poder afirmarlo tendríamos que estar seguros de que la desaparición no ha sido debida a otras causas, como el cambio de las propiedades lumínicas del objeto. Los mismos comentarios se aplican al caso inverso, en que el objeto se hace repentinamente visible al ser alcanzado por los rayos solares. (La posición exacta de un objeto aéreo puede calcularse por triangulación a partir de datos suficientemente precisos procedentes de dos o más puntos de observación. Aquí nos estamos basando en la información que suministra un único observador.)

- Resultados a partir de un valor impreciso de la elevación del objeto: Supongamos que la elevación w del objeto no sea conocida con precisión, estando su valor comprendido entre dos valores extremos wa (mínimo) y wb (máximo). Si el ángulo e del sol bajo el horizonte sí es conocido exactamente, puede calcularse el punto P en cada uno de los dos casos extremos y obtenerse todavía alguna información útil. Como se desprende de la figura F, la altura del punto Pa constituye un límite inferior de la altura a que puede encontrarse el objeto. Por su parte, la distancia l1b es un límite inferior de la distancia a que se encuentra la vertical del objeto.

Figura F - Resultados cuando se desconoce la elevación del objeto: Obsérvese que si se desconoce por completo la elevación w del objeto, el valor de h calculado para w=0° siempre será un límite inferior de la altura del objeto, si bien no puede disponerse de información sobre la distancia mínima a que se encuentra. - Consideraciones finales: Antes de terminar conviene hacer una aclaración importante. Cuando el objeto observado no se encuentra en el mismo acimut que el sol, puede demostrarse que las expresiones anteriores —desarrolladas para el caso en que ambos acimuts coinciden— dan por resultado valores que siguen siendo cotas mínimas de la altura y la distancia, aunque no sean tan restrictivas como las que obtendríamos considerando la geometría real del problema. El análisis anterior se ha centrado en el caso de un objeto puntual y, en consecuencia, la interpretación de las coordenadas que resultaban de las fórmulas era inmediata. En el caso de la observación de objetos de volumen apreciable, es decir, con una extensión angular importante, hay que plantear cuidadosamente la geometría del problema en cada caso particular, aplicando después las fórmulas anteriores a los puntos más significativos del objeto. Para ello es necesario conocer la forma del objeto en el espacio. Una dificultad adicional se plantea ante la posibilidad de que porciones del objeto dentro del cono de sombra sean iluminadas indirectamente por la luz dispersada en porciones adyacentes, a las que sí lleguen directamente los rayos solares.

ANEXO II EFECTOS PRODUCIDOS POR EL LANZAMIENTO DE COHETES. "En el crepúsculo o muy avanzada la noche se puede contemplar la antorcha del motor cohete: el chorro incandescente de gases arrojados por la tobera. El cuadro original de este fenómeno es harto conocido casi por todo el mundo por numerosas fotografías y reportajes televisados desde los lugares del despegue de las astronaves. Un observador que se encuentra en la cercanía del cosmódromo no lo confundirá con ningún otro hecho. Pero, es distinto si el observador se halla a gran distancia del lanzamiento, digamos, a varios centenares de kilómetros. El particular matiz rojizo de la antorcha, su desplazamiento en la bóveda celeste en dependencia del ángulo de toma y la localización del observador, ausencia de los efectos sonoros, la desaparición instantánea del objeto una vez desconectados los motores, se percibe por un espectador no preparado como algo anómalo. "Además de la antorcha, en el crepúsculo se presentan los efectos ligados a la dispersión de la luz solar en la nube de polvo y gas que se forma como cola del cohete y a su alrededor. La huella aparece como resultado de escape de productos de combustión y su parcial condensación y el derrame de combustible durante la conexión y la desconexión del motor cohete. Las condiciones físicas a grandes alturas contribuyen a que junto a la componente gaseosa en el chorro de escape se forman las partículas bastante gruesas, hasta varios milímetros en diámetro. Antes de llegar a la turbopausa (altura menos de 100 kilómetros) la rastra de polvo y gas algo se parece a la traza invertida del avión, aunque se diferencia radicalmente por su origen. Al pasar el tiempo la rastra bastante estrecha y larga se deforma por la acción eólica, adquiriendo contornos difusos y muy pintorescos. "Por encima de la turbopausa, el largo del recorrido de la partícula aumenta y los productos de combustión expulsados por la tobera se extienden a una velocidad de aproximadamente un kilómetro por segundo, esparciéndose en gran área alrededor del cohete. Muchos de los astronautas presenciaron este extraordinario fenómeno. El piloto-cosmonauta de la URSS G. Shonin dio a conocer sus impresiones sobre lo observado de a bordo de la astronave: «...En el fondo del cielo negro se divisa una gran masa de partículas blancas arrastradas por la nave. Su tamaño es el más variado, el movimiento caótico y van retrasándose poco a poco. Me acerco a la escotilla y contemplo un panorama bellísimo: se desplaza girando lentamente el último escalón del cohete portador, la superficie de su cuerpo centellea bajo los rayos del Sol, tras éste serpentea la rastra larga, compuesta de productos de combustión derramados». "En las condiciones óptimas semejante cuadro se puede observar desde la Tierra. De acuerdo con el ángulo de toma la nube de gas y polvo se ve de más insólita forma: como «dirigible», si la observación se hace del costado, o como «medusa», al observar el cohete de atrás. Su diámetro alcanza varias decenas de kilómetros y en el crepúsculo se ve nítidamente a la distancia de muchos centenares de kilómetros. "El volumen de los productos de combustión arrojados a grandes alturas es muy considerable, por lo tanto la intensidad de la luz solar difusa es tan elevada que la iluminación de la Tierra desde una distancia de algunos cientos de kilómetros puede igualarse con la iluminación de la Luna llena. "No obstante, estos fenómenos se registran con poca frecuencia, ya que para su observación se requiere que coincidan varios factores: óptimas condiciones del tiempo, iluminación crepuscular, el apropiado ángulo de toma, etc. Además, pueden exteriorizarse diversas reacciones naturales de los observadores: desde la curiosidad lógica hasta el estado depresivo e incluso el sentimiento de terror. He aquí los fragmentos de las impresiones expuestas sobre uno de los fenómenos con motivo del lanzamiento del spútnik «Cosmos-1188» el 14 de junio de 1980. "Smirnov (Moscú): «El objeto asemeja a un aeróstato en el cielo nocturno. El color es débilmente plateado. Aparentemente está a la distancia de 1 ó 2 kilómetros (¡en realidad estaba a más de mil kilómetros!). El objeto aumenta de tamaño y se desplaza a la derecha, en su parte delantera se nota un resplandor vivo.» "Gatseliuk (Moscú): «...Por los costados del punto se bifurcaban dos largas antenas. No me atrevería a precisar las dimensiones, la altura del vuelo, ni la velocidad de este punto en desplazamiento. Todo esto me dio una impresión atemorizante...» "Ershova (Moscú): «...La esfera no parecía ser más grande que una manzana (¿?) y de ella se irradió la luz cuneiforme...» "Los Pávlov (ciudad de Gorki): «...Hemos observado un disco vertical que subía desde el bosque. Este tenía una aureola rosada, de contornos bien precisos, simétrico y periforme. El aspecto del objeto nos produjo una sensación de exaltación. ¿Posiblemente fue un OVNI? »

"Sasha (ciudad de Vólogda): «Tras describir el objeto, me gustaría llamar la atención sobre mis observaciones que no tienen relación directa con el mismo, pero me parecen de gran interés: a) durante el vuelo del objeto hubo un silencio «sepulcral», b) todas las ventanas de los edificios del barrio estaban oscuras, cosa que no es habitual... » "Si se toma en cuenta que los fenómenos anómalos se desarrollan a gran altura, es explicable el hecho de que ellos pueden ser observados desde un extenso territorio. El 20 de noviembre de 1977 [en realidad fue el 20 de septiembre (NdA)], los habitantes del noroeste del país han presenciado un acontecimiento injustificadamente llamado «fenómeno de Petrozavodsk» (aunque él fue localizado a más de 500 kilómetros de esta ciudad). "El «espectáculo» provocó un sinnúmero de comentarios a partir de los cuales los especialistas reconstruyeron un cuadro estadístico de su evolución. Tras comparar los datos de la encuesta con los resultados obtenidos y referentes a la trayectoria del vuelo del spútnik «Kosmos-955» lanzado para esta fecha, se disipan todas las dudas de que se trata del mismo suceso. Además, se comprobó que la fase más fascinante —la formación de la nube medusiforme— coincidió con el atravesar el cohete portador el límite de la sombra terrestre. La causa de los efectos de menor escala, por ejemplo del vuelo de los «globos luminosos», es la dispersión de la luz en la atmósfera que rodea una nave cósmica. Estos procesos transcurren tanto cerca del lugar de lanzamiento como en otros, absolutamente «inesperados». Las naves interplanetarias primeramente son colocadas en una órbita de apoyo aproximadamente circular y sólo después con el encendido de un potente motor, tiene lugar el impulso definitivo. El lugar del nuevo despegue se determina de acuerdo a las exigencias balísticas. "El vuelo en las capas superiores de la atmósfera es acompañado no solamente por los efectos ópticos que se originan. En la ionosfera, como resultado de una serie de reacciones complejas entre las moléculas y átomos, iones y electrones existe un relativo equilibrio en la distribución de los diferentes componentes. El motor en funcionamiento expulsa al medio externo ciertos compuestos «extraños» que prácticamente no existen en las condiciones normales. Comienzan a predominar las reacciones iónico-moleculares que en alto grado alteran el equilibrio de los componentes de la ionosfera, contribuyendo a la considerable disminución (en varias veces) de la concentración de los electrones. Se forma el llamado «hueco ionosférico», cuyas dimensiones transversales alcanzan centenares de kilómetros y su tiempo de «vida» es de varias horas. En dichas zonas puede interrumpirse la radiocomunicación." [ Extraído de "Fenómenos anómalos: ¿hasta qué grado son anómalos?", por V. Migulin y Yu. Platov, en "La Ciencia en la URSS" (versión en castellano), n° 6 (24), nov.-dic. 1985, p.90 y ss. ]

ANEXO III NOTAS DIVERSAS SOBRE EL TESTIMONIO DEL MÉDICO DE GUÍA (22/6/76). - Sobre aristas y paneles: La descripción del fenómeno observado y el relato del incidente dados por el médico de Guía varían en algún detalle menor de una versión a otra. En lo que concierne a los bocetos incluidos en un anexo del informe de las Fuerzas Aéreas sobre el caso del 22/6/76, llaman la atención los tres "paneles" y la plataforma rectangulares representados, cuando el testigo insiste repetidamente en que no vio esquinas ni ángulos por ningún sitio, todo era redondo (¿se trata de una interpretación artística, un tanto libre, de bocetos originales del testigo?). Dicho sea de paso, en alguna de las versiones el médico hace referencia a dos "paneles", en lugar de tres [1: cap. XVII]. - El regreso de los visitantes: El periodista y ufólogo J. J. Benítez afirma de pasada en uno de sus libros que el médico de Guía volvió a tener una experiencia OVNI al poco tiempo de vivir su experiencia de Las Rosas [1, pág. 247]. Por el contexto y por la fecha de publicación del libro, habría que situar el incidente entre agosto de 1976 y marzo de 1977. ¿Se trataría del fenómeno del 19/11/76, del que hubo observaciones desde la localidad de Guía? - Algunas citas representativas: A continuación se transcriben algunas de las declaraciones del testigo, hechas con ocasión de la entrevista mantenida con J. J. Benítez unos dos meses después del incidente [1: cap. XVII]. Sin duda, algunas de las claves de su experiencia están encerradas en estas líneas, de fuerte contenido autobiográfico. "Imaginen ustedes la cantidad de sensaciones que el cerebro de un médico haya podido recibir en 17 años de ejercicio de la Medicina. Imaginen las escenas que ha vivido y sufrido, las tragedias familiares, las muertes... "Muchas de esas vivencias han tenido que dejarme una gran huella. Pues bien, la huella que este objeto dejó en mi cerebro fue completamente distinta." ___________ "Miren ustedes, aquella sensación que yo percibí era parecida a la que se siente cuando, en una procesión del Corpus, en medio de los colorines, se ve pasar la Hostia bajo palio. Esa grandeza, esa majestad era lo que irradiaba aquel objeto. No sé si me han comprendido..." ___________ "Llevo, tal y como le dije, casi 18 años como médico, aquí, en Guía. Al principio, yo me dediqué por entero a mi carrera. De mutuo acuerdo con mi mujer, yo dedicaba horas y horas a mi trabajo y ella cuidaba de los niños. Llegué a pasar dos y hasta tres días sin dormir. Hasta que un día —de esto hace ya unos cinco o seis años— me di cuenta que aquello no era vida. E hice una composición de lugar: «¿cuál era la vida de un médico? ¿Qué pintaba yo en este mundo trabajando 24 ó 48 horas seguidas? ¿Qué era y que representaba para mí la familia?». "Y traté de ordenar mi vida. Empecé no recetando una vez a la semana. Haciendo, en fin, que mi profesión no me esclavizase. Y dediqué más tiempo a mi mujer y mis hijos. "Porque, yo pensé: si soy un médico que dedico mi vida, por entero, a la profesión, cuando me quiera dar cuenta tendré bastón, sombrero, levita y no podré tenerme en pie...

"Y me prometí a mi mismo que eso no iba a suceder. ¿Cómo? Ejerciendo mi profesión lo más dignamente posible y dedicando el resto del tiempo a mi hogar. "Pues bien, esas dos cosas que le digo las he visto ahora con mucha más claridad." ___________ "Quien vea a unos seres como éstos tiene que reconocer que existe Dios. "Porque, le diré algo, es una cosa que va casi unida. Por muy poca cultura o formación que se tenga, después de ver una cosa así es preciso reconocer que existe un más allá... "Tiene que haber algo superior a nosotros. Nuestro mundo es otra cosa. Es distinto. Es bajo. Es egoísmo. Nosotros vivimos en la imperfección, si lo comparamos con aquello." ___________ "Esa nave y esos seres parece como si me hubieran aclarado las ideas y los conceptos de la vida en general. En otras palabras, ha transformado mi vida. La ha hecho más elevada. Ahora —fíjese bien— me preocupa profundamente la salvación de mis hijos. Pero no la salvación en el plano vulgar de la vida, no. Me preocupa que logren su perfección, de cara al más allá..." ___________ "Puedo asegurarles que, después de ver una cosa así, este mundo se queda pequeño. Y los problemas de aquí abajo se vuelven insignificantes, absurdos y ridículos." - No más declaraciones: En un artículo publicado en el boletín "Stendek", del CEI, en diciembre de 1976 [10], se podía leer que cuando el corresponsal de dicho centro en Canarias, la señora Irmi Heimann, intentó una entrevista personal con el médico "recibió una cortés pero categórica respuesta: ''alguien'', con la suficiente autoridad para lograr su acatamiento, le había ''rogado'' que, en lo sucesivo, se abstuviese de formular nuevas declaraciones en torno al sensacional suceso del que fue privilegiado protagonista".

ANEXO IV INFORMACIONES COMPLEMENTARIAS. Todas las informaciones que siguen proceden de la edición del día 19/5/77 del "Diario de Las Palmas", que recoge las declaraciones del comandante de aviación Antonio Munáiz Ferro-Sastre, "juez informador de la Zona Aérea de Canarias y máximo responsable en las investigaciones que el Ministerio del Ejército del Aire ha llevado a cabo en Canarias en relación con los OVNIs" —indicaba el diario—. Los detalles de más interés se resumen a continuación. Hasta la fecha de la entrevista —según el comandante—, de los casos investigados en Canarias por el Ministerio del Aire sólo uno, el del 24/11/74, conservaba el calificativo de "OVNI", al ser el único que había dado contacto radar positivo (dicho caso, por cierto, no ha sido incluido en este trabajo por tener características muy distintas de las de los demás casos discutidos). Por el contrario, casos como los del 22/6/76 y el 19/11/76 no contaban con evidencia de que hubieran sido producidos por objeto sólido alguno y sólo se les podía considerar "FANI", es decir, "Fenómenos Aéreos no Identificados". Acerca del caso del 19/11/76, el comandante precisaba sin dar ningún tipo de detalles: "Este fenómeno pudo ser identificado como una explosión ocurrida en la ionosfera". ¿A qué tipo de explosión se refería? Recordemos (ver apartado "La intervención militar") que una de las posibilidades debatidas en el informe oficial sobre el caso era la de una explosión nuclear en la ionosfera. De hecho esta posibilidad era descartada, al igual que se hacía con las demás propuestas, y el informe concluía sin decantarse por ninguna explicación. Para completar estas líneas referentes a la investigación oficial y la búsqueda de explicaciones, citaremos textualmente algunas de las declaraciones del comandante Munáiz: "... debido a la relativa frecuencia con que fenómenos de este tipo se observan en nuestro archipiélago, en todos mis informes se añadía una propuesta, en el sentido de la conveniencia de que nuestros organismos crearan un centro de estudio a más alto nivel técnico y científico, para el estudio de estos fenómenos, pues muy posiblemente estemos ante las manifestaciones de algún tipo de energía, poco conocida hasta ahora." Quizá las precisiones más interesantes que aportaba el artículo se referían al tema central de esta discusión, el caso de Gáldar del 22/6/76. El expediente oficial incluía dos declaraciones relativas a la observación de la nave con los dos seres, la del médico y la del taxista de Guía, precisaba el comandante. No obstante, también se disponía de las declaraciones del tercer ocupante del vehículo del taxista, así como de una mujer "que desde la puerta de su casa vio subir al citado vehículo", testigos que expresaron "muy claramente que en ningún momento vieron lo declarado por los primeros, sino que tan sólo observaron un fenómeno luminoso en el cielo". Estos detalles vienen a confirmar de manera fehaciente las tesis expuestas al discutir el caso. Las siguientes declaraciones del comandante, que citamos en toda su extensión, ilustran los inauditos entresijos de la investigación de este aspecto del caso: "De los dos testigos que afirmaban el haber visto la nave y sus tripulantes, al menos uno de ellos, por su seriedad y profesión, era de calidad suficiente como para profundizar más en la investigación. Por ello pedí la colaboración del Instituto Canario de Parapsicología, cuyo presidente se ofreció inmediatamente a prestármela con todo desinterés. Dicho presidente, el prestigioso doctor don Carlos Gyorkos, había llevado una investigación paralela a la mía, pero naturalmente independiente. Dada la contradicción existente entre las cuatro declaraciones, se pensó en recabar la ayuda del doctor Puncernau de Barcelona, que vendría en breve a nuestra ciudad con el fin de pronunciar un ciclo de conferencias. Se trataba de hacer un interrogatorio a los testigos de tan extraordinaria visión, bajo hipnosis. Ambos testigos se negaron. Naturalmente estaban en su perfecto derecho a negarse y de hecho lo esperábamos de uno de ellos, pero no del otro, que por su profesión y estando en posesión del curso de Sofrología, no podría manifestar temor por un interrogatorio de este tipo. El hecho es que, al negarse, me impidió aportar algo de luz a tan extrañas manifestaciones, y teniendo en cuenta los testimonios contrarios

de los otros dos observadores y sin base para continuar una investigación honesta y seria, no tuve más remedio que descartar de forma categórica ambas manifestaciones." Probablemente, las dos nuevas declaraciones bajo hipnosis no hubieran hecho otra cosa que aportar mayor confusión al caso. Para terminar, puede señalarse que el artículo —publicado el 19/5/77— aludía a unas manifestaciones del médico de Guía formuladas al periódico unas "semanas atrás". Si lo mencionamos es para contrastar esta información con una anterior negativa del testigo a hacer declaraciones que citábamos al final del anexo III. _______________________ Contrariamente a lo apuntado en el apartado "Otros casos afines en el archipiélago", el fenómeno del 24/3/77, aunque no tan espectacular como otros de los casos, sí llegó a ser observado desde las islas Canarias y así lo reflejaron algunas notas en la prensa local. V. J. Ballester ha indicado recientemente además que el expediente 01-77 (no divulgado) del Ejército del Aire habría estado consagrado a dichas observaciones. Los datos que siguen proceden de las escuetas noticias publicadas en el "Diario de Avisos" de Tenerife los días 25 y 26 de marzo de 1977. Según estas informaciones —no consultadas en el momento de redactar el grueso del informe— el fenómeno habría tenido lugar hacia las 21h00, hora local. La cuestión horaria queda pues definitivamente zanjada. Los testimonios reseñados en la prensa procedían del valle de La Orotava y La Laguna, en la isla de Tenerife, y Puntagorda y Garafía, en el noroeste de la isla de La Palma, coincidiendo los observadores en describir el fenómeno como un "objeto" circular rojizo. El fenómeno visto sobre el valle de La Orotava apareció hacia las 20h50 y permaneció estático durante unos minutos. Después, "se alejó tras las montañas". Por su parte, los observadores de La Palma indicaron que el objeto pareció salir del mar hacia las 21h00 y elevarse rápidamente en zigzag. El fenómeno "desapareció con una trayectoria vertical, dejando tras de sí un enorme resplandor, como un nubarrón, que duró diez minutos".

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.