LOS IDEALES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA CONSTITUYEN EL EJE CENTRAL EN EL SIGLO DE LAS LUCES

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ALEJO CARPENTIER El siglo de las luces CLUB BRUGUERA 1ª edición en Club: marzo, 1980 La presente edición es propiedad de Editorial Bruguera, S.A. M

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Rhina Toruño-Haensly

Rhina Toruño-Haensly The University of Texas of the Permian Basin

LOS IDEALES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA CONSTITUYEN EL EJE CENTRAL EN EL SIGLO DE LAS LUCES “Ce ‘Siècle des Lumières’, qui se termine dans le roman, est un siècle très long, très plein; a bouleversé le monde… J’ai voulu montrer qu’au moment où l’homme, sous l’influence de Diderot, de Voltaire et de Montesquieu, se veut rationnel, la société était parcourue par des courants et des manifestations irrationnels” (Skinner 1969: 225)

El siglo de las luces (1962) de Alejo Carpentier es una novela histórica, reproduce en forma artística y crítica los efectos de la Revolución Francesa en la isla caribeña, Guadalupe. El héroe de la novela fue una figura histórica, Víctor Huges marsellés, el hacedor de la Revolución Francesa en las Antillas Francesas y el representante del gobierno francés, en las Islas Guadalupe y Cayena. En la ficción aparece con ese mismo nombre desempeñando el rol de albacea de tres adolescentes muy ricos: Carlos, Sofía y Esteban. Los códigos geográficos de la novela son: La Habana, París, Madrid, Port-au-Prince (Haití), la Isla de Guadalupe y Cayena. El código histórico constituye los años de la Revolución Francesa, desde 1789 cuando el pueblo de París toma la fortaleza de la Bastilla en medio de su lucha contra la monarquía de Luis XVI, hasta cuando colapsa 1808. Los ideales de la lista oficial de la Revolución son: libertad, igualdad y fraternidad. Pero a estos se agregó de hecho la racionalidad. En efecto, este ideal era el fundamental, pues se concebía que una vida racional en una sociedad racionalmente organizada resultaría en que los hombres fuesen libres e iguales y se comportarían como hermanos, pero se observará a través de la novela la continua ejecución de hechos irracionales como por ejemplo llevar a la guillotina a muchos escritores por el solo hecho de haber escrito un libro, Hugues decía “desconfiad de quien haya escrito un libro” (Carpentier 1962: 108)1. El objetivo de este ensayo es demostrar cómo el conjunto de los ideales de la Revolución Francesa constituye el eje central en El siglo de las luces, es decir es el protagonista verdadero de la novela, y el narrador es su vocero. No me interesan las conexiones entre los ideales de la Revolución Francesa. Lo que me interesa es la tensión dialéctica que existe en todo ideal. Por un lado, todo ideal en sí es algo abstracto, irreal; por otro lado, todo ideal posee intrínsecamente un enfrentar hacia la realidad, pero sólo puede ser real en la realización que los hombres le dan: los ideales son reales en tanto que encarnados en las personas que los siguen. Pero ahora se da la dialéctica humana: los idealistas del principio se convierten o en traidores a sus ideales, o en seres decepcionados por lo irrealizable de los ideales, o en meras víctimas inútiles en la lucha por realizar los ideales. Esta dialéctica de la encarnación de los ideales encuentra su síntesis en un progreso lento de la humanidad hacia la realización del ideal. Carpentier dramatiza esta concepción en El siglo de las luces, y en términos generales Víctor representa al traidor de los ideales de la Revolución Francesa, Esteban el decepcionado y Sofía la mártir ingenua, o sea que estos tres personajes portan en sus vidas esos ideales, los

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En adelante cuando me refiera a esta novela El siglo de las luces, las citas presentarán sólo el número de página.

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realizan, cada uno a su manera. Víctor Hugues los traicionó. Esteban los abandonó y Sofía se convirtió en víctima de ellos. En el desarrollo de la novela existe una relación entre los sucesos históricos en Francia y las vicisitudes de una familia en Cuba: el hijo, la hija y el sobrino de un comerciante cubano que quedan huérfanos al morir éste (Franco 1987: 305). Considero que esa relación entre los hechos históricos, Víctor Hugues y los tres chicos se mantendrá a lo largo de la novela y al final de la novela con la muerte de Sofía y Esteban el 2 de mayo de 1808, cuando Napoleón Bonaparte invadió España, Sofía luchó con los españoles y murió, en el mismo tiempo también colapsó la Revolución Francesa. Cuando considero cómo lo histórico, sociológico y filosófico se desarrolló paralelamente al drama familiar de los tres adolescentes huérfanos, estimo que se puede apreciar mejor al protagonista verdadero de la novela como el conjunto de ideales de la Revolución Francesa. Esta es la tesis de mi ensayo. Carpentier en una entrevista con Cesar Leante dijo que, “Los hombres pueden flaquear pero las ideas siguen su camino y encuentran al fin su aplicación” (Leante 1970: 29). Esta cita es la expresión del núcleo o motivo estructurante expresado por Carpentier refiriéndose a esta novela. Son las ideas que le interesan pero encarnadas en los hombres aun cuando estos fracasen, ellas, las ideas, seguirán adelante hasta realizarse, no importa cuando. No son los personajes los que le interesan a Carpentier, aun cuando ha recurrido a un personaje histórico para escribir su novela: “El otro punto de arranque de la novela fue una escala forzada en Guadalupe durante un viaje a París. Allí supe por primera vez de Víctor Hugues, ese hacedor de la Revolución Francesa en las Antillas” (Leante 1970: 29). Carpentier no trata detalladamente la vida de los personajes, sino la Revolución Francesa en su aspecto ideológico y filosófico, como representativa de la humanidad en general, como él mismo dice del hombre a quien “situarlo en su pasado puede ser situarlo en su presente” (Leante 1970: 29). Por esto, es pertinente la observación de Seymour Menton: “… la obra plantea dudas sobre el idealismo revolucionario, que podrían ser aplicadas a la revolución cubana, habiendo sido esa la intención del autor o no” (Menton 1978: 52-53). Claude Dumas enfoca correctamente ese aspecto general de lo humano en la novela, dice que Carpentier ha intentado hacer en El siglo de las luces “la Historia del Hombre en la Tierra” (Dumas 1970: 363). Esto es válido en términos generales. Pero no sólo es eso. Es muy cierto que Carpentier quiere presentarnos el arquetipo de héroe, el arquetipo (de Jung) del hombre, el arquetipo religioso. Sin embargo, en esta novela es muy riguroso, quiso apegarse al dato histórico a los aspectos positivos, negativos y controversiales que se dieron en ese periodo de la historia francesa en sus colonias caribeñas. Carpentier tomó especial cuidado al redactar esta novela enmarcarla en un contexto geográfico determinado: el Caribe, en un contexto épico-político preciso: represión de la Revolución Francesa en el Caribe Francés. El mismo lo dijo en una entrevista: […] yo mismo me impuse no mencionar cosas que se desconocieran en el tiempo en que tiene lugar la acción de la novela, finales del siglo dieciocho e inicios del diecinueve –de ahí el titulo–, limitar el uso del lenguaje a vocablos igualmente conocidos, y, de otra parte, la veracidad de los hechos me obligaba a un minucioso acopio de documentación y a un rigor de historiador en la narración. (Leante 1979: 29)

La referencia de Carpentier a la Historia convalida esta novela dentro de la clasificación de novela histórica.

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Empezaré, con la formulación de mis tesis interpretativas generales acerca de los personajes centrales de la novela. Me interesan tres aspectos principales de los personajes: (i) el esquematismo de los personajes; (ii) la disolución de los personajes en la narrativa, y (iii) la identificación alternada del narrador como representante del protagonista verdadero, con los personajes centrales. Trataré cada uno de esos aspectos en particular. Además de explicar cada aspecto, aduciré algunas piezas de evidencia en apoyo de mis tesis. Los ideales de la Revolución Francesa necesitan encarnarse en contextos psicológicos: personas; anteriormente he mencionado como Víctor, Esteban y Sofía encarnan esos ideales. La novela se abre con la presentación detallada, minuciosa, barroca de todos y cada uno de los elementos salidos de la mano del hombre, o de la madre natura, que configuran el ambiente de La Habana colonial bajo la estación de lluvias. Se asiste a un velorio de un hombre de negocios que al morir deja huérfanos a tres adolescentes. La descripción del ambiente es prolija; ocupa la primera página y parte de la segunda. La descripción de los personajes es exigua; ocupa unas breves líneas a partir de la segunda página. Tenemos acá una pareja importante de contrastes. Este recurso lingüístico de Carpentier es recurrente a lo largo de su novela, y es altamente efectivo, pues logra en el lector una mayor fijación a través del contraste entre las descripciones prolijas del ambiente, la geografía y hasta de animalitos como un caracol, con las descripciones exiguas de los personajes. Obsérvese ahora algunos esquemas de personajes que aparecen en la novela: Carlos, hijo del que acaba de morir. El narrador sólo da el nombre y que es adolescente, pero a falta de esos detalles físicos, se excede en la presentación psíquica, con profusión y contraste de tonalidades del subconsciente del muchacho. Sólo un surrealista como Carpentier es capaz de ahondar y exteriorizar esa red compleja del ego interno del muchacho: -Primero, la muerte del padre le impedirá hacer lo que desea -Segundo, le obligará a hacer lo que no quiere -Tercero, se lamenta por su destino pero se promete a sí mismo, evadirlo escapando en un barco cualquiera sin despedirse de nadie (Carpentier 1962: 17). El siguiente personaje: Sofía, hermana de Carlos. Descripción física: “Ojerosa, desfigurada –envuelta en ropas de luto que, por ser de talla mayor que la suya, la tenían como presa entre tapas de cartón” (Carpentier 1962: 18) rodeada de monjas clarisas. Descripción psicológica: “Dieron las siete [de la noche] en el campanario del Espíritu Santo. Sofía hizo un gesto de despedida que los demás entendieron” (Carpentier 1962: 18). La gran puerta quedó cerrada con todos los encerrojos. La interpretación es el poder que ella se toma de decidir por el grupo familiar. Es también la libertad, la independencia, que se inicia al haber muerto la autoridad de la casa. Después ella y su hermano se encaminan al cuarto más húmedo cerca de la caballeriza, donde está el último miembro de esta familia singular. Es Esteban, un primo considerado como hermano. La descripción física que el autor da es la de un asmático sufriendo una crisis (Carpentier 1962: 20-21). Hay que observar que aun acá da el esquema general de un asmático, no la descripción detallada de un adolescente enfermo. Su descripción psíquica es la de un soñador, despierto frente a pinturas recientes. Su cuadro predilecto: “Explosión de una catedral”2. Esta pintura es la primera alusión a la temática ideológica de la Revolución Francesa. Sofía admiró el cuadro y le preguntó a Esteban por qué lo contemplaba tanto; éste respondió: “Es para irme acostumbrando” (Carpentier 1962: 21). Esta frase en este contexto no tiene ningún

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Este es el título de la traducción al inglés de El siglo de las luces, por ser este un leitmotiv en la novela.

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sentido. Pero sí lo tiene en el contexto general: es el símbolo de la conmoción producida por la Revolución Francesa. A esta altura ya puede verse que Carpentier no estaba interesado en los personajes como individuos. El autor pues, para presentar a los personajes, usa apenas unas cuantas líneas. Totalmente opuesto es el uso prolífero de imágenes y páginas enteras para pintar el ambiente desde el musgo viejo hasta las volutas que coronan las rejas. Víctor Hugues es el personaje histórico que el autor utilizará. En la primera fase, será el quien transmitirá el mensaje de los ideales de la Revolución Francesa a los adolescentes ávidos de ideales, ávidos de innovaciones, de independencia y de libertad. El entusiasmó a los muchachos con las nuevas ideas revolucionarias, con la francmasonería, a tal grado que Esteban se dispuso a seguirlo cuando Víctor decidió regresar a Europa para ponerse al servicio de la Revolución (Carpentier 1962: 79-80). Después de la llegada de Víctor Hugues, la personalidad de los jóvenes se transformará radicalmente. Sofía antes de la muerte del padre estaba estudiando para convertirse en monja. En esa parte de la novela se inicia el nudo de la trama. Esteban y Sofía secundan las ideas revolucionarias de Víctor Hugues. Esteban, en forma racional, le sigue a París (Carpentier 1962: 79-80). Sofía en forma más pasional que racional se queda en Santiago esperando que Víctor con Esteban la recojan para viajar en barco a París (Carpentier 1962: 80). Los personajes presentados por Carpentier, aun cuando son esquemáticos, corresponden a personas reales, auténticas, humanas. El tratamiento esquemático de los personajes pone en relieve que no son tan importantes como los hechos colectivos, o, como le fascina decir a Carpentier, los movimientos colectivos de la historia. La minimización de lo individual no constituye de ninguna manera, la eliminación de las características humanas de los personajes. El esquema del personaje femenino de Carpentier deja mucho que desear. Es totalmente machista. Presenta a la mujer como vientre. Los personajes femeninos recurrentes son prostitutas o esclavas. A Sofía, aunque Carpentier dijese que con ese nombre quería llenarla de sabiduría, no le asigna un papel extraordinario, como el de Juana de Arco, por ejemplo. Los papeles principales que le da son: Además de haber sido la “madre” de Esteban, ser la amante del revolucionario masón metido a las reformas sociales. Después cuando éste ha abdicado de los ideales revolucionarios, lo abandonó y partió a España, para no seguir viviendo, dijo ella, con los que no creían en nada. En Madrid, en su ansia por hacer algo revolucionario pues Víctor Hugues le había enseñado que las revoluciones se hacen, no se piensan, se lanzó sola con un hierro viejo como arma, a la calle donde había un enfrentamiento. Este hecho no es revolucionario, pues es un hecho individual y emotivo. Presenta a Sofía como una niña: se va a luchar sin saber por quién. Esteban le pregunta: “¿Y vas a pelear por quién? –Por los que se echaron a la calle –gritó Sofía (Carpentier 1962: 296). Esta actitud de Sofía fue totalmente irracional. Estoy en desacuerdo en ese punto con algunos críticos (Márquez Rodríguez 1970: 143) quienes estiman la actitud de Sofía como auténtica revolucionaria que entregó su vida a la causa. Por lo contrario, su actitud fue temeraria, no digna de imitación o elogio. Lo que verdaderamente caracteriza a una persona son sus pensamientos y sus acciones. Carpentier, conforme a su plan de minimizar lo individual, presenta extremadamente pocos diálogos, los cuales realzan el significado de lo que están hablando; su esquematismo es a veces muy breve que produce un gran efecto dramático. Un ejemplo es el diálogo entre Ogé y Víctor, en que el uno dice” “Sí” y el otro dice “No” (Carpentier 1962: 65). La desavenencia entre los dos, después de que fueron tan unidos en la francmasonería y en muchas ideas, anticipa en parte la

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reacción futura de Víctor, quien abandonara amigos e ideas favoritas en busca de algo, más adelante se sabrá de que se trata de poder, mostrará incluso cierto prejuicio racial no superado contra el negro y que más adelante cobrará colores brillantes. El mecanismo anterior produce colectivamente el efecto de negarle a cada personaje el carácter de protagonista. La novela no narra en una unidad sistemática la vida de ninguno de esos personajes. La narración, con su presunta objetividad dentro del mundo de la novela, es algunas veces lo que piensa Víctor, otras lo que piensa Esteban, otras lo que piensa Ogé y otras lo que piensa Sofía. Ninguno es el protagonista verdadero aún cuando ellos asumen los ideales de la Revolución Francesa en alguna etapa de su vida. Esto en el fondo es la identificación del narrador, vocero del protagonista o sea del conjunto de los ideales de la Revolución Francesa con el personaje que está presentando, pero esta identificación solamente se da cuando el personaje expresa su opinión sobre la aplicación de los ideales de la Revolución Francesa es entonces cuando el narrador presenta la concepción que tiene el personaje acerca de la Revolución Francesa. Esto significa dos cosas: -Primero: El narrador mantiene a lo largo de la novela una posición sobre la Revolución. -Segundo: El narrador asume una posición que es la de un personaje en un momento dado, y después la de otro personaje en otro momento. De esta manera el narrador revolucionario se identifica alternativamente con los personajes principales en tanto que revolucionarios, pero estos personajes revolucionarios flaquean, fracasan y caen. Sigo siempre refiriéndome a los tres mismos personajes: Víctor, Esteban y Sofía quienes sucesivamente asumen papeles de revolucionarios, pero los tres, en formas diferentes, fracasan. Ellos representan tres tipos de fracaso revolucionario que en cierto sentido son exhaustivos de la reacción humana revolucionaria. Víctor fracasa traicionando la revolución, rechazando los ideales y usufructuando el poder, Esteban fracasa retirándose de la revolución, manteniendo una semblanza de los ideales, pero con una decepción profunda de la capacidad humana para vivirlos. Sofía los mantiene en la forma “adolescente,” como dice Esteban, confusa acerca de cómo lograrlos, deseosa de hacer algo para realizarlos, pero ingenua al final de cuentas en su concepción de la acción revolucionaria. Estos tres personajes pueden ser interpretados a la luz del mito de la trayectoria del héroe. Los tres, en diferentes momentos se separan de su lugar de origen, haciendo viajes. Los tres se inician, en diferentes lugares. La iniciación de Esteban fue en París, en sus viajes a la isla Guadalupe, al Mar de las Antillas y Surinam donde tuvo efectos más profundos y dramáticos que los de Sofía. Su regreso, también fue diferente, aun cuando Sofía no regresó. A Esteban, cuando regresó, se le escuchó pero se le rechazó la sabiduría que traía. Podría aplicársele a él, lo que Georg Lukaks dice: que el héroe regresa al mundo desamparado de los dioses. En realidad no es necesario que se cumpla el mitema del regreso. No son héroes genuinos sino encarnaciones parciales de reacción revolucionaria natural. Decía que el narrador se identifica alternativamente con los tres personajes centrales, y estos fracasan. En cambio, el narrador en toda la obra se mantiene abocado al conjunto de los ideales de la Revolución por encima de los errores y limitaciones del proceso revolucionario. Por este mismo hecho los ideales son la constante que lo convierte en el verdadero protagonista de la novela, siendo el narrador su representante o vocero. Es lo que deseo evidenciar a través de una secuencia de pasajes a lo largo de la novela. Este es un muestreo, no prueba exhaustiva. Un pasaje primerizo en que el narrador por su cuenta habla de temas revolucionarios, en este pasaje el narrador se identifica primero con Sofía:

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Dos días transcurrieron en hablar de revoluciones, asombrándose Sofía de lo apasionante que resultaba el nuevo tema de conversación. Hablar de revoluciones, situarse mentalmente en el seno de una revolución, es hacerse un poco dueño del mundo. Quienes hablan de revolución se ven llevados a hacerla. Es tan evidente que tal o cual privilegio debe ser abolido…; es tan cierto que tal opresión es odiosa, que se dictan medidas contra ella; está tan claro que tal personaje es un miserable que se le condene a muerte por unanimidad. (Carpentier 1962: 65)

En la cita anterior, el narrador y Sofía expresan una serie de medidas que al desarrollarse la Revolución Francesa se llevaron a cabo. Continuando con la misma cita, posteriormente el narrador conjuga su voz con la de Esteban, quien “se pronunciaba por la supresión del catolicismo, con la institución de castigos ejemplares para todo el que rindiese culto a los ídolos” (Carpentier 1962: 65). El narrador pasa inmediatamente a identificarse con Víctor, quien asintió a lo dicho por Esteban. Tal medida también se llevó a cabo cuando eso sucedió en el desarrollo de la novela, Carpentier, con el dominio de la ironía que tiene a flor de labios, describió la cruel consecuencia del retraso de los periódicos parisinos en la Isla de Guadalupe, donde Víctor Hugues era el representante del gobierno francés. Mientras en las Islas, Víctor ordena el incendio de la Iglesia, en París, Robespierre restablece la libertad de cultos y él mismo en persona asiste a la primera ceremonia. En estas citas he mostrado cómo el narrador ha asumido sucesivamente los pensamientos y palabras de los personajes centrales de la novela, cuando se expresan favorablemente acerca de le revolución. También se identificó con Ogé. Este personaje es realmente importante en la novela. Representa étnicamente el Caribe, pues es mulato. Pero también es importante por otras razones, Ogé representa la idiosincrasia caribeña, mezcla de diferentes religiones. Víctor es francés; Sofía y Esteban son cubanos burgueses con formación europea, racionalista. El hermano de Ogé, Vicent, por compartir sus ideales revolucionarios con el pueblo, fue ejecutado por los colonos franceses (Carpentier 1962: 78). Realmente en la figura de Ogé hay para mí un valioso simbolismo. Representa por un lado el arquetipo religioso, por otro representa la fusión de razas; y por lo tanto la creación de un nuevo tipo: afro-cubano. Además representa la identidad cultural latinoamericana que por supuesto, difiere de la concepción del mundo y del hombre que tiene el europeo. Hay más evidencia para mi tesis de que el conjunto de ideales de la Revolución Francesa encarnados en los tres personajes constituyen el protagonista verdadero. Pondérese la cita a continuación, cuando ya está en marcha la revolución: “En mas de un comité se había escuchado el bárbaro grito de ‘Desconfiad de quien haya escrito un libro’… químicos eminentes, eruditos, poetas, astrónomos al patíbulo…” (Carpentier 1962: 108). Esteban quien discutía con Víctor se detuvo al ver las muestras de impaciencia de aquél, quien dando un puñetazo sobre la mesa dijo: Estamos cambiando la faz del mundo, pero lo único que les preocupa es la mala calidad de una pieza teatral. Estamos transformando la vida del hombre pero les duele que unas gentes de letras no puedan reunirse ya para leer idilios y pendejadas. Serían capaces de perdonar la vida a un traidor, a un enemigo del pueblo, con tal de que hubiese escrito hermoso versos. (Carpentier 1962: 108)

El turno de decepción pasaba a Esteban cuando ya de regreso en La Habana relataba a sus primos: Sofía, Carlos y Jorge esposo de Sofía, las vicisitudes de la Revolución Francesa en el

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caribe francés, una fraternidad y una libertad que sólo habían quedado en artimañas políticas para conservar tierras o adquirir otras nuevas. Y en tono amargo concluyó: Esta vez la revolución ha fracasado. Acaso la próxima sea la buena. Pero, para agarrarme cuando estalle, tendrán que buscarme con linternas a mediodía. Cuidémonos de las palabras demasiado hermosas; de los Mundo Mejores creados por las palabras. Nuestra época sucumbe por un exceso de palabras. No hay mas Tierra Prometida que la que el hombre puede encontrar en sí mismo”. (Carpentier 1962: 223)

Ahora le toca a Sofía, representando los ideales de la Revolución, frente a la decepción de Esteban: Pues, nosotros no estamos de acuerdo,” dijo Sofía… (y en estilo indirecto libre.) No podía vivirse sin un ideal político; la dicha de los pueblos no podía alcanzarse de primer intento; se había cometido graves errores, ciertamente, pero esos errores servirían de útil enseñanzas para el futuro;… ella admitía que los excesos de la Revolución eran deplorables pero las grandes conquistas humanas sólo se lograban con dolor y sacrificio. (Carpentier 1962: 224)

Posteriormente, cuando Sofía abandona su país para correr al lado del revolucionario Víctor Hugues, quien después de haber sido absuelto en París, le confiaron Cayena, otra isla en el Caribe. La Revolución había ya retrocedido a más de 50 años. Sofía estaba decepcionada, pues no amaba al hombre, sino el papel de revolucionario que antes él había ejercido. Sofía decidió abandonarlo; él le preguntó adonde se iría: “Donde los hombres vivan de otra manera. Aquí todo huele a cadáver. Quiero volver al mundo de los vivos; de los que creen en algo. Nada espero de quienes nada esperan” (Carpentier 1962: 285). Sofía viajó a Madrid, portando viva la llama de los ideales revolucionarios. Más tarde, cuando la oportunidad se le presentó ofrendó emotivamente su vida, arrastrando tras de sí la vida de su primo Esteban, quien por seguirla en el amor, perdió la vida en la revolución. Así termina El siglo de las luces, y el protagonista verdadero, el conjunto de los ideales revolucionarios franceses, ha fracasado. El análisis externo de El siglo d e las luces es que las revoluciones están condenadas al fracaso. Pero, al interpretar las ideas de Carpentier, “Los hombres pueden flaquear pero las ideas siguen su camino y encuentran al fin su aplicación”. Las ideas, los ideales nunca caen en un vacío; cada revolución que fracasa deja semillas que fertilizaran después; cada revolución traicionada deja un fueguito que se alcanzará más tarde. Hay acá el concepto de lo histórico y lo permanente en el ser humano. Esto esta bien, y tomando como constante lo humano deja la tesis de que hay un progreso lento entre los grandes ciclos revolucionarios; el ciclo sería pues: ‘status quo’ –fermento de ideas en grupos pequeños de personas–acción revolucionaria, confusa, violenta, que organiza, reorganiza y desorganiza hasta que es traicionada–nueva versión avanzada del ‘status quo’ con un potencial de fermento de la revolución vencida. Pero todo esto es desde el punto de vista total de la historia. Empero viendo los períodos históricos como unidades de acción humana, lo que salta a la vista es la tensión dialéctica entre los ideales a que apunta la humanidad entera y la fragilidad de los individuos. Esta tensión queda sugerida en la ironía del titulo de la novela. El siglo de las luces es un concepto, no temporal, sino moral: es el conjunto de los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, como manifestaciones de la racionalidad. Sin embargo, el período de El siglo de las luces es un periodo de contradicciones, de altibajos de los ideales. La servidumbre sigue a la abolición de la

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esclavitud; la desigualdad de los hombres se mantiene de alta, excepto ante la guillotina; la crueldad de los hombres y la hostilidad contra el prójimo sólo puede llamarse un odio fraticida. El siglo de las luces es un Mar Caribe de oscuridad irracional extraordinaria –pero con una gota de promesa futura.

Bibliografía -CARPENTIER, Alejo (1962): El siglo de las luces. -DUMAS, Claude (1970): “El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, novela filosófica”, en GIACOMAN, Helmy F. (ed.), Homenaje a Alejo Carpentier. New Cork: Las Américas Publishing Co. -FRANCO, Jean (1987): Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona: Ariel. -LEANTE, César (1970): “Confesiones sencillas de un escritor barroco”, en GIACOMAN, Helmy F. (ed.), Homenaje a Alejo Carpentier. New Cork: Las Américas Publishing Co. -MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, A. (1970): La obra narrativa de Alejo Carpentier. Venezuela: Editorial de la Biblioteca Universitaria Central Venezuela. -MENTON, Seymour (1987): La narrativa de la revolución cubana. Madrid: Playor. -SKINNER, E. (1969): Archetypal Patterns in Four Novels of Alejo Carpentier (tesis doctoral). University of Kansas.

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