Los patronos de Juventud y Familia Misionera San Pablo Y El Beato Monseñor Rafael Guízar y Valencia

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San Pablo

San Pablo: su vida Saulo de Tarso, apóstol del cristianismo que él transformó en religión universal (Tarso, Cilicia, h. 4/15 – Roma, h. 64/68). Hijo de judíos fariseos de cultura helenística y con ciudadanía romana. Fue contemporáneo de Jesucristo e incluso estuvo en Jerusalén en la misma época que Él, aunque probablemente no se conocieron. Miembro de una importante familia judía y llamado Saulo, se educó bajo los rígidos principios fariseos a pesar de ostentar la ciudadanía romana. En Jerusalén recibió las enseñanzas de uno de los más importantes rabinos, quien le inculcó ideas contrarias a los primeros cristianos, al negar la ley mosaica.

San Pablo: perseguidor de los primero cristianos

Pablo tenía una sólida formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos.

San Pablo: se convierte al cristianismo y en ardiente misionero Durante un viaje a Damasco, poco después de la Crucifixión de Jesucristo, se convirtió a la nueva fe, que por entonces era considerada una secta herética del judaísmo (según su propio relato, fue el mismo Jesús el que se le apareció). Desde entonces, San Pablo, se convirtió en el más ardiente protagonista del cristianismo. Contribuyó a extender el Evangelio, más allá del pueblo judío. Entre los años 45 y 49 inició su primer viaje apostólico en el que recorrió Cilicia, Panfalia y Jerusalén, mientras que en los años sucesivos visitó Grecia, Macedonia y Anatolia.

San Pablo: su incontenible celo apostólico En el año 58 fue apresado en Jerusalén y traslado a Roma para ser juzgado. Se piensa que recibió la absolución y se trasladó a Hispania para continuar su labor evangelizadora. Su papel como difusor de la fe cristiana se recoge en las catorce epístolas que él mismo escribió. Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura helénica imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo, en donde había nacido. Al mismo tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al desarrollo teológico del cristianismo (se atribuyen a San Pablo más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento).

San Pablo: su ejemplo San Pablo fue un gran campeón de la fe; un hombre que, posesionado por su amor a Cristo y a los demás, recorrió todo el mundo conocido de entonces para llevar a hombres y mujeres, de todas las condiciones y culturas, el mensaje del Reino de Dios. Su fe le llevó a darse por entero a Cristo y al Evangelio sellando su amor y fidelidad con el martirio. San Pablo se sentía antes que nada apóstol. Él mismo dice que la prioridad de su vocación es la de ser apóstol de Cristo. Es el título que reclama para sí en sus cartas. “Pablo, llamado al apostolado, elegido para predicar el Evangelio” (Rom. 1, 1). “Pablo, por voluntad de Dios llamado a ser apóstol de Cristo Jesús” (1 Cor. 1, 1). Incluso llega a decir que no le ha mandado Cristo a bautizar, sino a predicar. Es evidente a través de sus cartas y de los Hechos de los Apóstoles que lo que él reclama como su vocación específica es el anuncio del Evangelio. Y reclama para sí con fuerza argumentativa esa cualidad diciendo que el mismo que constituyó a Pedro apóstol para los judíos, Jesucristo, le ha constituido a él apóstol para los gentiles.

San Pablo: Patrono de Juventud Misionera

Los misioneros se esfuerzan por imitar a San Pablo, particularmente, su amor apasionado a Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia y su celo incontenible por la salvación de las almas.