LOS PIMIENTOS DE POLANYI: LA DECOMODIFICACIÓN DE LA COMIDA Y OTROS ELEMENTOS SOCIALMENTE INNOVADORES DE LA AGRICULTURA URBANA EN BARCELONA

LOS PIMIENTOS DE POLANYI: LA DECOMODIFICACIÓN DE LA COMIDA Y OTROS ELEMENTOS SOCIALMENTE INNOVADORES DE LA AGRICULTURA URBANA EN BARCELONA Renato Marí

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LOS PIMIENTOS DE POLANYI: LA DECOMODIFICACIÓN DE LA COMIDA Y OTROS ELEMENTOS SOCIALMENTE INNOVADORES DE LA AGRICULTURA URBANA EN BARCELONA Renato Marín [email protected] Resumen: En este trabajo se recuperan las aportaciones de Karl Polanyi para plantear la AU como un contra-movimientos a la mercantilización (commodification) de la comida. La principal hipótesis de este artículo es que la práctica de la agricultura urbana ejerce de vector desmercantilizador de la comida y propicia una recuperación de significados sociales asociados a los alimentos y su cultivo. La segunda hipótesis plantea que la descomodificación se da cuando la AU se engarza en el tejido comunitario de la ciudad, contribuyendo con un significado social de su práctica. La literatura sobre agricultura urbana (AU) muestra sus efectos en términos de desigualdad, seguridad y soberanía alimentaria, salud, recuperación espacial e incluso felicidad y bienestar subjetivo. Cómo nos alimentamos es uno de los principales vectores de estilo de vida i de identidad. Este artículo analiza la AU como fenómeno social que vincula naturaleza y personas a través de los alimentos y qué capacidad de-alienante tiene sobre los habitantes urbanos. Para realizar esta investigación se han realizado entrevistas, observaciones y dos grupos de discusión que recogen más de treinta casos de agricultura urbana de Barcelona y alrededores. Los resultados muestran diversas lógicas subyacentes más relacionada con la orientación (a valores, al consumo, al ocio, etc.) que a la tipología de huertos (comunitario, individual, residencial, tecnificado, etc.). La AU es una expresión del anhelo individual y a veces colectivo de sentir y decidir sobre la ciudad y también sobre la comida. Es una manifestación del derecho a la ciudad y un ejercicio de soberanía alimentaria, aunque aparecen severas limitaciones y contradicciones que también son analizadas. Palabras clave: Agricultura Urbana, Innovación Social, Decommodificación, Polanyi, Barcelona

*Este trabajo se ha realizado como parte de una tesis doctoral con financiación del programa FI-DGR 2013 de la Generalitat de Catalunya

Los pimientos de Polanyi: la decomodificación de la comida y otros elementos socialmente innovadores de la agricultura urbana en Barcelona Introducción Esta comunicación forma parte del trabajo de investigación de una tesis doctoral sobre Innovación Social y Agricultura Urbana en la ciudad de Barcelona. Este texto es una nota de investigación que pone en relación la agricultura urbana y su potencial transformador del sistema agroalimentario con los conceptos fundamentales de Karl Polanyi decommodification y protective counter-movement. El objetivo es ofrecer una vista general de uno de las líneas mi tesis doctoral y someterla a debate. Para ello, primero se define qué es la AU y después se apuntarán algunas posiciones contradictorias sobre su potencial transformador halladas en la literatura. Posteriormente, se presentará el diseño de la investigación que se está llevando a cabo y, finalmente, se ofrecerán algunos de los primeros hallazgos que están emergiendo. No hay que olvidar, que esta contribución es parte de un work in progress. ¿Qué es la agricultura urbana? El concepto agricultura urbana describe tanto el cultivo de plantas como la crianza de animales para el consumo doméstico y la generación de ingresos en las ciudades. Por otro lado, la agricultura urbana incluye otras actividades interrelacionadas como la producción y venta de insumos agrícolas o el manejo post-cosecha y la comercialización de los productos. Las principales características de las actividades relacionadas con la AU son (Orsini, Kahane, Nono-Womdim, & Gianquinto, 2013):  La AU se define como la producción en el hogar o en parcelas en áreas urbanas o periurbanas. Como tal, en la mayoría de casos es una actividad informal difícil de caracterizar con datos precisos.  La AU incluye el cultivo de vegetales y árboles frutales así como cultivos especializados (hierbas medicinales o flores ornamentales), la producción de madera, crianza de animales a pequeña escala, apicultura e incluso acuicultura  Por lo general se lleva a cabo cerca de mercados (sobre todo en el Sur Global)  Debido a la gran competencia por el suelo, se da en espacios limitados. La limitación de espacio puede ser un aliciente de innovación técnica y organizativa.

 Se utiliza el agua de la ciudad y recicla los desechos orgánicos. Por lo tanto, tiene un papel beneficioso en la gestión de los recursos naturales para un medioambiente sostenible  Su producción se suele consumir o vender aún fresca y sin procesamientos  La mayoría de practicantes en actividades relacionadas con la AU se caracterizan por un nivel bajo de organización Sin embargo, de acuerdo con Mougeot (2000), la característica más importante de la AU no es que se dé dentro de los límites de la ciudad, sino su creciente relevancia en la textura urbana tanto desde una perspectiva socioeconómica como ecológica. La AU afecta y es afectada por el entorno urbano en tanto que: a) Usa los recursos de la ciudad: suelo, fuerza de trabajo, desechos orgánicos y agua b) Alimenta a sus habitantes c) Está fuertemente influenciada por las contingencias del entorno (políticas, competencia por el suelo, presencia de mercados, tendencias de los precios y estándares de calidad), y d) Juega un rol crucial en las condiciones socioeconómicas de la población urbana: tiene efectos en la seguridad alimentaria, la pobreza, la salud y el medioambiente. De-commodificación y de-alienación mediante de la agricultura urbana La forma en que se producen, se distribuyen y se consumen los alimentos es reflejo de las relaciones sociales de nuestra era, del metabolismo social contemporáneo, la principal característica del cual es la predominancia del mercado en cualquier aspecto de la vida cotidiana. Polanyi(1957) ya advirtió de los riesgos de la commodification del suelo, el trabajo y el dinero. Hoy en día, la producción de alimentos sanos, el ocio, el espacio público y demás elementos de la vida urbana actual, también han caído dentro de las lógicas de mercado y se han convertido en mercancía (commodities). La mercantilización conlleva la erosión de las instituciones sociales (normas, costumbres, códigos, valores) que han regido, protegido y garantizado la reproducción de los recursos de una sociedad. En consecuencia, actualmente se han perdió parte del valor

cultural de la comida, del espacio natural de las ciudades y de la propia producción agrícola. A este resultado se le denomina escisión metabólica (McClintock, 2010). La relación entre la mercantilización generalizada, la escisión social y la agricultura urbana no acaba en la tierra. Si se concibe la comida como una mercancía ficticia, más sujeta a su valor de cambio que a su de uso, queda de manifiesto el rol de la agricultura urbana para corregir esa ruptura social. La rápida transformación del sistema agroalimentario durante el siglo XX, fue debido en gran parte a la mercantilización (entendido como la “commodification” de Polanyi) de los alimentos. Des de las patentes de las semillas hasta los ingredientes artificiales y la comida rápida. El significado sociocultural de la comida y la agricultura raramente entra en los cálculos de los beneficios. Ciertas relaciones sociales entorno al sistema agroalimentario, por ejemplo el conocimiento culinario o agrícola tradicional, son imposible de cuantificar y menos resistir a la mercantilización de la comida Por tanto, cuando se plantea la escisión metabólica en términos sociales, no solo hay que abordar la alienación de los consumidores urbanos de la producción de su comida, sino también de la erosión y pérdida de elementos simbólicos y culturares asociados a la alimentación. La agricultura urbana intenta mitigar la escisión social desmercantilizando o “decommodificando” la tierra, el trabajo y la comida. Esta erosión de los significados culturales de la comida, los alimentos y la producción agrícola va asociada a una alienación respecto a la naturaleza, que se suma a las demás formas de alienación de la sociedad post-industrial. La humanidad da forma a la naturaleza a la vez que es moldeada por los ecosistemas a los que pertenece. La naturaleza, tal y como teorizó Marx, es integral a la vida humana y su desarrollo. Desde la perspectiva marxista, la desalienación respecto tanto al fruto del trabajo como del entorno biofísico y natural depende de reconectar trabajo y naturaleza. No se trata solo de alcanzar un contacto directo con el entorno biofísico (el suelo, las plantas, los insectos, el agua, etc.) sino también de experimentar e integrar el paisaje circundante, transformándolo en un producto que las personas que lo cultivan pueden consumir. Un buen ejemplo es el pionero y exitosos proyecto Incredible Edible Todmorden impulsado por vecino de Todmorden (Reino Unido). Por tanto, la agricultura urbana plantea la corrección de la alienación individual reintegrando a las personas con la naturaleza así como de-alienando al trabajador del fruto de su trabajo. Más que una metáfora, aquí el fruto de su trabajo es, realmente un fruto (o cualquier otro tipo de alimento).

La tierra, y por extensión los recursos naturales, concebidos sólo como factor productivo o como mercancía de intercambio pueden sobreexplotarse por los beneficios inmediatos sin ninguna consideración por su productividad a largo plazo. En definitiva, en palabras de Polanyi “dejar el destino del suelo y las personas al mercado equivale a aniquilarlos”(Polanyi, 2003, p. 137). Para Polanyi el desacople entre la economía y las relaciones sociales ha sido el responsable de gran parte de la violencia y malestar de la era moderna. Sin instituciones sociales, sea en la forma de regulaciones gubernamentales o de unos valores y moral económicos de apoyo mutuo, el intercambio de mercado descontrolado de las llamadas “mercancías ficticias” (tierra, trabajo y dinero1) deriva en agitación social y degradación medioambiental. Ante tal amenaza, Polanyi dice que las personas tienden a organizarse en “contra-movimientos protectores”. La gama de estos contra-movimientos es muy extensa. El mismo Polnayi reconoce que pueden ser productivos o destructivos, tanto de derechas como de izquierdas, o promover reformas o revoluciones. Estos contra movimientos van des del establecimiento de los Estados de Bienestar y movimientos de economías alternativas hasta el fascismo. La agricultura urbana a menudo surge como un contra-movimiento protector a nivel local de las inevitables crisis del capitalismo que se dan a nivel global. La producción de subsistencia fue parte del paisaje urbano occidental a lo largo del siglo XX. En áreas urbanas desarrolladas durante la industrialización, la agricultura urbana a menudo ha servido como estrategia de protección subsidiando la reproducción social de los trabajadores, como hoy en el Sur Global. Sin embargo, la expansión de la agricultura urbana durante los periodos de crisis fue promovida por algunos gobiernos como parte de medidas de protección (McClintock, 2010). Esa misma noción de la producción local de alimentos como “safety net” para los habitantes de la ciudad es la que motiva muchas de las experiencias actuales (Drescher, 2002; FAO-FCIT, 2011, 2014). Pese al rol de “safety net” la agricultura urbana ha tenido una mala percepción pública. Según Moore (2006) la denigración de la agricultura urbana ha ayudado a desatender el rol que siempre ha tenido en el paisaje urbano y ha devaluado a la agricultura urbana en tiempos de prosperidad. De hecho, cuando la economía prospera y el valor del suelo

1

Burawoy incluye el Conocimiento como mercancía ficticia

aumenta, la agricultura urbana deja de ser vista como un bien público y se convierte en un obstáculo para el desarrollo. El mecanismo que tiene la agricultura urbana para corregir la escisión social es la valorización de los valores y relaciones socioculturales incuantificables inherentes a la alimentación. Por ello, según (McClintock, 2008) para muchos practicantes la agricultura urbana supone un rechazo radical al sistema agroalimentario mercantilizado. Dedicar tierra y trabajo, reapropiarse de ambos factores de producción, para otros propósitos que no sean la acumulación de capital, es claramente una forma de rechazo al sistema productivo actual. Este mismo proceso es el que se lleva a cabo en muchas de las formas que adopta la agricultura urbana. En ellas a menudo se intuye la noción del reclamo del derecho a la ciudad, entendido en el sentido de Lefevbre(1968) y Harvey (2003). Los comunes a los que se refiere McClintock no son solo los espacios vacíos o los solares desaprovechados de la ciudad. También se incluyen recursos agrícolas que han sido “commodificados” como las semillas, el agua, la fertilidad del suelo, la biodiversidad o el conocimiento agrícola y culinario. La agricultura urbana representa un ejemple de aquel contra-moviemiento del que hablaba Polanyi (Burawoy, 2003). Reclamar los comunes urbanos es plantear un canal de acceso a bienes básicos (la comida) no mercantilizado (Harvey, 2011). En este caso, la reivindicación de los comunes implica reintegrar el mercado en las estructuras sociales, asegurando el acceso de comida sana, nutritiva a todos y no sólo a aquellos que lo pueden pagar. La producción local de alimentos es central para un sistema agroalimentario que sea accesible a todos y es necesaria para evitar precisamente los problemas sociales que surgen de las crisis económicas de los que Polanyi advertía. Entender las dimensiones sociales de la AU es fundamental para cualquier transformación. La descomodificación de la comida, la tierra donde se cultiva y el trabajo con el que se produce, requiere primero atender la alienación individual. La desalienación de los humanos frente a su medioambiente es un requisito previo para la abolición gradual de la antítesis entre naturaleza y ciudad. Para McClintock es imprescindible la creación y protección de nuevos comunes agrarios en los terrenos urbanos baldíos, el cultivo de vínculos asociativos entre productores urbanos y consumidores y la inversión en políticas e infraestructuras necesarias para promover la producción urbana de alimentos como una práctica multifuncional (McClintock, Cooper, & Khandeshi, 2013; Mcclintock & Cooper, 2009; McClintock, 2008, 2011).

¿Subversión o reproducción del sistema? La Agricultura Urbana en el Norte Global se ha convertido en sinónimo de sistemas agroalimentarios alternativos frente al dominante sistema agroalimentario industrial. En sus trabajos más recientes, McClintock (2008, 2009, 2011, 2013) plantea la AU como un contra-movimiento según como lo entendía Polanyi, que paradójicamente permite afianzar la visión neoliberal de las actuales políticas económicas de las ciudades. McClitock dice que las iniciativas de AU orientadas por valores como la justicia ambiental o la soberanía alimentaria y las redes alternativas de producción y distribución (Alternatives food networks, AFN’s)(Allen, 2010; Jarosz, 2008) son a la vez intersticiales y subversivas. Son intersticiales en tanto que emergen en los márgenes del sistema agroalimentario, proveyendo alimentos allá donde el mercado ha fallado, pero también porque suelen darse en parcelas desocupadas y otros vacíos urbanos. Son subversivos porque se promueven la equidad y la responsabilidad cívica tratando de subvertir la mercantilización (commodification) de la comida y la tierra. Estas iniciativas conciben la comida como un bien público priorizando si distribución equitativa por encima del beneficio económico. Uno de los objetivos centrales de la AU, así como de otras formas de alternativas de producción de alimentos, es reconectar la producción y el consumo dentro de un marco de relaciones sociales que tengan sentido, recuperando aquellas conexiones que el sistema agrícola industrial ha rasgado a lo largo del siglo XX. Estrechando los vínculos entre productores locales y consumidores no sólo se propicia la demanda por productos frescos, saludable, ecológicos, etc. También, se mejora el entorno social creando empleos, promocionando la iniciativa y el emprendimiento y fortaleciendo la identidad comunitaria (Orsini, 2013; Zezza & Tasciotti, 2010). Se trata de una oferta de alternativas reales a los productos mercantilizados (commodificated), procesados y vendidos por las grandes firmas agroindustriales. De este modo, la AU puede plantearse como una cuestión de ciudadanía, de construcción de sociedad. Para muchos la AU no se trata sólo de simple jardinería. Es también un acto político, un rechazo subversivo al sistema agroalimentario industrial. “Through the practice of urban agriculture, households create particular ecologies that assist in asserting their rights to the city, or more specifically, their right to urban

metabolism”(Eizenberg, 2012). Bajo el reclamo de la agricultura urbana y la soberanía alimentaria se haya la crítica a los privilegios del mercado, a las estructuras de propiedad injustas y la demanda de una redistribución más justa y equitativa de la tierra, el agua y los recursos naturales. Por tanto, la AU, en cualquiera de sus formas, es también un espacio político para reivindicar la justicia ecológica (Swyngedouw & Heynen, 2003) y el derecho a la ciudad (Harvey, 2003; Lefèbvre, 1968). Se está creando una ciudadanía urbana ecológica surge de procesos participativos, el compromiso comunitario y el gobierno pro-ambiental que empodera a los participantes a tomar las riendas del sistema agroalimentario y el medioambiente urbano. La ciudadanía ecológica implica un énfasis de lo público sobre lo privado, “redefiniendo la comida saludable como un bien público cuyo inalienable derecho y acceso no puede ser dejado a la lógica de mercado” (McClintock, 2013, p. 153). En este sentido, la AU supone un movimiento contra-hegemónico en el sentido que lo definió Polanyi, una herramienta para reclamar los comunes frente al “cercamiento” (enclousure) de la mercantilización capitalista, sobre todo en aquellas zonas y para aquellos estratos sociales con menor poder adquisitivo. McClintock matiza que esto no quiere decir necesariamente que los mercados o el consumo individual sean erradicados. Implica que los mercados sean reintegrados en la estructura social para que se asegure que la comida ecológica y nutritiva no esté al alcance sólo de quienes la pueden pagar, sino para todo el mundo. Sin embargo, existe un lado perverso no pretendido. El foco en la reconexión individual con los alimentos (la preocupación por “de dónde viene mi comida”) y con las opciones de consumo individual (“consumo local”, “consumo bio”, etc.) está fundamentado en el ideal neoliberal de que la ciudadanía alcanza su mejor expresión mediante su libertad de elección en el consumo. La AU organizada que define su capacidad transformadora sólo mediante el consumo está negando la capacidad política de la AU, relegando la transformación del sistema alimentario a la esfera individual (decisiones y consumo) en vez de darse por vía de la acción colectiva. Así mismo, muchos de los intentos de AU, del tipo que sean (sin ánimo de lucro, residencial, institucional, etc.), complementan su crítica radical al sistema agroalimentario con soluciones dentro de los mecanismo de mercado. Por un lado, esta estrategia parece razonable ya que distribuye comida sana, nutritiva y de calidad en zonas que lo necesitan, a la par que promueve las habilidades empresariales de los

practicantes. Sin embargo, por otro lado se puede criticar que esta estrategia perpetúa una racionalidad neoliberal de la AU, en tanto que se buscan soluciones y alternativas dentro del mercado y no en el Estado. Otro aspecto crítico sobre las alternativas alimentarias, y por extensión de la AU como alternativa al actual sistema alimentario, es la desigualdad alimentaria. Por un lado hay un espectro concreto de la población definido por un grupo de elite que demanda comida sana y prácticas ecológicas y puede pagar por ellas o dispone de los recursos culturales necesarios. Por el otro lado, existe una mayoría de la población que sobre quienes se manifiestan las externalidades del sistema agroalimentario industrial y que no poseen ni el conocimiento ni las habilidades necesarias para procurarse alimentos mediante redes y canales alternativos al sistema industrial. En gran parte del Sur Global la AU sirve como mecanismo para complementar la provisión de alimentos cuando los salarios son bajo o inexistentes(Orsini et al., 2013; Zezza & Tasciotti, 2010). Lo mismo sucedía el Norte Global cuando extendió la industrialización y las gallinas y las verduras poblaban los patios de los trabajadores industriales y formaban parte del paisaje urbano (Moore, 2006). Las iniciativas de AU organizadas actuales son extensiones de este historial. Pretenden ser mecanismos de apoyo para mitigar vulnerabilidades sociales (ingresos insuficientes, comida insana, degradación ambiental, etc.). En la medida que no interpelan la lógica subyacente del sistema agroalimentario industrial, siguen siendo respuestas reformistas a las externalidades de la agricultura industrial, más que un cambio dirección radical. Por ello, más allá de sus orígenes e intenciones transformadoras, las iniciativas de AU pueden estar ingenuamente propiciando tres procesos de neoliberalización: a) sirviendo como institución de apoyo del “estado en la sombra”; b) contribuyendo con el énfasis en la responsabilidad individual a la formación de una conciencia neoliberal en los sujetos; c) defendiendo soluciones basadas en el mercado y el consumo. Aunque la AU falle en alcanzar un cambio estructural y, de hecho, subraye ciertos procesos neoliberalizadores, lo cierto es que amortigua a la sociedad frente a los excesos y fallos del mercado. De hecho, no surgirían iniciativas de AU si no cumpliesen esa función (McClitock, 2013). Por tanto, la AU es claramente un caso de esos contra-movimientos de Polanyi. Burawoy (2003) dice que hay que reconocer la presencia dentro de grupos sociales e instituciones gubernamentales de tendencias compensatorias entre la regulación y la neoliberalización. Así si se puede analizar y comprender bajo qué

condiciones se dan alianzas entre sociedad civil y estado para hacer frente a los mercados y corregir la “commodificación” de la tierra, el trabajo y el dinero. Formas de Agricultura Urbana McClintock (2014) ofrece una tipología de las formas más comunes de la producción urbana de alimentos. En ella presta particular atención a la escala, las funciones, la gestión y la orientación hacia e integración en los mecanismos de mercado de cada uno de los tipos. Hay que destacar que se tratan de categorías flexibles. El autor pretende con ellas mostrar la diversidad de relaciones entre formas de producción, tierra, trabajo y mercado. En definitiva, “las múltiples maneras en las que la agricultura urbana sirve como manifestación del metabolismo socio-ecológico” (McClintock, 2014 p. 149). Esta tipología muestra como la AU opera a diferentes escalas proporcionando alimentos tanto a individuos como a comunidades tanto mediantes mecanismos tradicionales de mercados como fuera de ellos. Tabla I Formas de Agricultura Urbana Formas de AU

Escala

Orientación

Gestión

Trabajo

Encaje de Mercado

Residencial

Patío, jardín

Recreo, estética, jardinería

Individual, Doméstico

Personal o Familiar

Mínimo

Parcelas

Parcelas vacías

Producción, recreo

Miembros del huerto

Ocasional

Guerrilla

Parques, bancales, jardineras

Individual o Colectivo

Raro

Colectivo

Parcelas vacías, parques

Valorización y transgression de normas paisajísticas Creación comunitaria, producción

Programa de Huerto Comunitario Individual o Colectivo Colectivo

Miembros del Colectivo

Ocasional

Institucional

Patios, invernaderos, espacios vacíos

Institución o Organización

Estudiantes, Pacientes, Presos, etc.

Ocasional

Seguridad Org. Sin Voluntarios Frecuente alimentaria, Ánimo de justícia Lucro alimentaria, educación Grandes Producción Propietarios Trabajadores Siempre Comercial parcelas, puede ser en un patios, sentido invernaderos alternativo) Fuente: McClintock, N. (2014). Radical, reformist, and garden-variety neoliberal: coming to terms with urban agriculture's contradictions. Local Environment, 19(2), 147-171. (con modificaciones) Sin Ánimo de Lucro

Patios, invernaderos, espacios vacíos

Educación, rehabilitación, formación

Partiendo de la tipología de formas de agricultura urbana de McClintock se diseñó el trabajo de campo. No obstante, al estudiar elementos de innovación social dentro de la agricultura urbana se han incluido casos y actores que no están implicados directamente con el cultivo y los huertos, pero sí que participan de algún modo del “ecosistema” de la agricultura urbana en Barcelona. Por ejemplo, tiendas especializadas, programas institucionales o expertos. Estos tipos han servido de guía para estructurar el trabajo de campo. En este trabajo se está utilizando una metodología cualitativa. El trabajo de campo se ha realizado entre los meses de diciembre y abril de 2016. Se ha seguido un muestreo por conveniencia orientado según un criterio de máxima variación con el fin de saturar cada uno de estos tipos. La muestra la componen 40 casos, aunque a medida que el tratamiento de los datos avance, algunos de ellos deberán ser descartados. La tabla XX recoge los tipos en los que se pueden clasificar los casos y actores recogidos. Tabla II Tipos y Subtipos de casos del trabajo de campo Tipo

Subtipo

1 Particular

1.1 Parcela Peri-Urbana

4

1.2 En el hogar

2

2.1 Comunitarias Alternativas

3

2.2 Comunitarias Institucionales

2

2.3 Privadas de Alquiler

1

3.1 Contra-Hegemónico

2

3.2 Extra-Institucional

5

4.1 Equipamientos

2

4.2 Huertos Escolares

4

4.3 Técnicos de la Administración

2

2 Parcelas

3 Colectivo

4 Institucional

5 Sin Animo de Lucro 6 Comercial 7 Expertos Total

Cantidad 6 6

7

8

8 2 3 40

Una breve explicación de los tipos y subtipos: 1) Dentro del tipo particular se incluyen huertos y cultivos pequeños o medianos en parcelas periurbanas que vienen siendo tradicionales en las ciudades industriales a

cargo de personas (mayoritariamente hombres) de edad avanzada. Es la forma clásica de la agricultura urbana en las décadas de desarrollo industrial fordista. También se incluyen pequeños huertos y cultivos en el hogar, ya sea en el suelo, en terrazas o en mesas de cultivo. 2) En el tipo Parcelas la escala es mayor. Son huertos en parcelas y bancales individuales de más de veinte metros cuadrados dentro de una misma finca. Hay casos de parcelas individuales dentro de una finca okupadao un solar den desuso promovido por actores sociales con una marcada orientación de crítica y subversión. Entre estos casos está, por ejemplo, los Horts Indignats del Poblenou o los huertos comunitarios de Can Masdéu. Otro subtipo son los huertos de la Xarxa d’Horts Urbans de l’Ajuntament de Barcelona dedicado a las personas de mayores de 65 años. Ambos subtipos suelen darse dentro de la trama urbana y tienen espacios e infraestructuras comunes aunque se gestionan de forma distinta. En los primeros mediante asambleas y en los segundo por una normativa institucional. El último subtipos son parcelas de alquiler que han proliferado mucho la periferia de la ciudad, que tienen la misma estructura de parcelas pequeñas o medianas dentro de una finca con recursos comunes, pero en este caso están gestionados por una empresa o un actor privado con fin de lucro. Aunque no estén dentro del espacio físico de la ciudad, es importante tener este subtipo en cuenta porque sí cae dentro de las dinámicas urbanas, del espacio social de la ciudad. 3) Los huertos Colectivos tienen origen fuera del ámbito institucional y pueden ser contra-hegemócias o extra-institucionales. En estos casos es cultivo se da en bancales, arriates y espacios no individualizados que requieren de trabajos coordinados colectivamente. Un ejemplo del primer subtipo es l’Hortet del Forat en el Pou de la Figuera surgido del proceso de lucha vecinal del Forat de la Vergonya de los años 2000 y que no se ha integrado en ningún programa de la administración. Por el otro lado, muchos de os casos de huertos que han florecido bajo el programa del Pla BUITS del Ajuntamiento son huertos colectivos. Son huertos de origen extra-institucionales porque no están gestionados ni dirigidos por ninguna institución pública. L’Ajuntament sólo cede el espacio para usos sociales a cambio de no poner ningún otro recursos. Son entidades sociales, en solitario o de forma coordinada, que gestionan estos huertos. 4) En los casos Institucionales se han incluido un amplio subtipo de huertos escolares con experiencias de escuelas de primaria tanto públicas como concertadas, de

institutos de secundaria, con gran variedad de escalas y estrategias y en barrios distintos de la ciudad.Otro subtipos son los huertos dentro de equipamientos municipales como un centro cívico o un jardín botánico. En todos los casos, son huertos de escala pequeña nutrido de los recursos y esfuerzos de la institución y sus miembros En este tipo también se han incorporado las perspectivas de técnicos y gestores de programas municipales (Pla BUITS y Escoles + Sostenibles). 5) El tipo de huertos gestionados por entidades sin ánimo de lucro es el más amplio de la muestra. La creación de subtipos aquí no tiene sentido al no haber pautas en común. Son casos con variedad de orientaciones, con distintos encajes institucionales y distintos modelos de gestión y trabajo. Entre ellos comparten la utilización de la agricultura urbana cómo vector de otros procesos: inclusión social, concienciación, reivindicación política, etc. Aquí se incluyen casos como los Huertos del barrio de Porta que están ocupando ilegalmente unos solares de la constructora Nuñes&Navarro, otros casos del Pla BUITS como un huerto gestionado por una entidad que trabaja con personas discapacitadas u otro que promueve las relaciones intergeneracionales entre un CRAE y una residencia de ancianos, un huerto social para personas excluidas socialmente (personas sin hogar y expresidiarios/as). 6) Dentro del tipo Comercial se han includo dos casos de proveedores de suministros y formación. Uno es una tienda especializadas en el cultivo en la vivienda, por tanto, de pequeña escala. El segundo caso es un blog especializado que también vendía productos on-line pero ahora sólo se dedica a la divulgación, promoción y formación sobre horticultura urbana. 7) Por último, se ha entrevistado a varios expertos cómo paisajistas, ingenieros agrónomos, biólogos y divulgadores para tratar temas que van desde el cambio de estilos de vida, las condiciones técnicas de los huertos o el rol de las abejas y la apicultura para los sistemas urbanos. En la medida de lo posible se han realizado observaciones y entrevistas, además de análisis documental y tratamiento de información de fuentes secundarias. También se ha entrevistado a expertos e informantes clave y se han realizado 2 grupos de discusión, uno con participantes de uno de las experiencias y otro con expertos. En total se han recogido 10 observaciones sin posibilidad de entrevistas, 38 entrevistas a participantes y expertos, 1 diario auto-etnográfico de 2 años de duración de un horticultor urbano, 2

grupos de discusión y se dispone de documentos (informes, proyectos, capítulos de libro, postcast y noticias de prensa) de más de la mitad de los casos. Hay que aclarar que una entrevista o documento no corresponde necesariamente a un único caso. Esto es debido que es común que un actor esté involucrado en varios casos. O casos que tienen valor por sí mismo y además aportan datos sobre otros casos y experiencias. La estrategia de analizar por tipos y no por estudio de casos concretos vino motivada por este solapamiento, la complejidad e imbricación de las piezas de información. Algunos hallazgos iniciales Cómo se apuntaba en la introducción, el objetivo de esta comunicación era mostrar un resumen de la construcción teórica de esta línea de trabajo y ofrecer algunos hallazgos iniciales sobre la temática. A continuación se presentan, de forma sintética, algunos de los hallazgos destacables hasta ahora. En el momento de la presentación oral se podrá ofrecer un análisis más detallado y sus correspondientes verbatims ilustrativos. Burbuja Hortícola La agricultura urbana está de moda. Los propios actores lo reconocen. Pero las valoraciones son distintas. Los tipos individuales o comerciales tienen una perspectiva positiva. Los expertos, los participantes de experiencias colectivas y contrahegemónicas son más críticos. El director de proyectos de una cooperativa dedicada a proyectos de agricultura urbana social utilizó el término “burbuja hortícola” para referirse al boom de los últimos años. El interés por la agricultura ecológica, y por extensión la motivación para la práctica de la AU, puede darse por motivos egoístas en contraposición a motivos universalistas. Por ejemplo, cuando se aducen motivaciones y razonamientos relacionados con la salud y el bienestar personal (que han dado pie a gran mercado) en vez de otro tipo de motivaciones como puede ser el comercio justo (cuyo mayor impacto no es sobre uno mismo) Asociado al aumento del interés de la población en general se ha dado cierto esnobismo. Esto supone un riesgo. Se generan expectativas irreales entre una masa poco crítica. Se venden ilusiones que a veces están interesadas. Hay interés pero desconocimiento. Esto genera nichos de mercado para productos de consumo como las mesas de cultivo o micro huertos en el hogar, que a su vez son una oportunidad de

generar concienciación y expandir la agricultura urbana. Pero también abre la puerta a la perversión. Con la moda se han generado un consumo de una necesidad innecesaria que cae en las mismas dinámicas disruptivas. Se mercantiliza la agricultura ecológica. Uno de los expertos opinaba que la burbuja hortícola ya está pasando, pero la necesidad de más agricultura ecológica continúa. Se está pervirtiendo la agricultura ecológica porque se está reintegrando en el sistema. La solución es re-conocer y el consumo crítico. Las asociaciones sin ánimo de lucro y las instituciones también caen en el esnobismo y la moda. Barcelona ha vivido una explosión de huertos escolares en los últimos cinco años. Sin embargo, el Tercer Sector es muy celoso de sus proyectos y cuesta abrirlos a cambios profundos. No hay empoderamiento si la promoción de la AU se da por moda y esnobismo. El empoderamiento se da con participación y dialogo constante y ajustado a cada proyecto. La burbuja hortícola también es una oportunidad para la valoración de productos locales y la recuperación de semillas y especies autóctonas. El refuerzo de círculos locales viene por la consciencia. Hay poco apoyo de las administraciones locales porque no han calculado los beneficios de la protección y promoción de productos de la comarca. Es más frecuente la promoción por el fetichismo identitario local. Momentos de felicidad y frustración La lógica de un huerto normal y de un huerto micro en el hogar es muy distinta. El huerto en el hogar es para momento, hay un componente de inmediatez y no hay sobreproducción. Además hay una exposición distinta al huerto (y a todos sus impactos). Con una lechuga en una maceta o en tu balcón puedes coger sólo unas hojas cada vez en lugar de cortar toda la lechuga. Esto refleja una relación distinta con el huerto. Una parcela de fin de semana o de un par de tardes la exposición es limitada. Incluso aunque se visite diariamente el huerto, la exposición es constante pero no permanente. La felicidad es momentánea pero recurrente, en contra de la satisfacción y el gozo de la iniciación. La curiosidad y la satisfacción del inicio se pierden con el tiempo, porque te deja de sorprender. Pero queda la felicidad puntual de un momento concreto del día, pero que se va repitiendo. Te hace sentir bien mientras estas ahí trabajando o haciendo algo del huerto. Hay dos momentos distintos de felicidad. Hay una corrección de la escisión individual al principio, cuando nos sorprendemos o descubrimos cosas nuevas en las

fases iniciales. Pero luego encontramos la felicidad en el huerto en momentos puntuales, pero constantemente. Los que llevan mucho tiempo no se sorprenden, pero siguen teniendo cierta curiosidad. Los novatos se sorprendente y algunos cuando dejan de sorprenderse abandonan. Pero ya han aprendido algo nueva. Hay fases de la realización. El factor que diferencia las fases es la incrustación en la vida cotidiana, cuando pasa a formar algo cotidiano y deja de ser algo novedoso o especial en la vida normal. El huerto urbano aporta felicidad en dos momentos distintos. Pero eso también es una diferencia entre la agricultura tradicional (sea urbana o no) y la nueva agricultura urbana: que no ha estado integrado en la cotidianidad de muchos urbanitas. La frustración también está asociada a la orientación productivista. Si se disfruta y valora el huerto por el proceso y no por el resultado hay menos probabilidad de frustración. En los particulares hay necesidad de compartir (todos llevan fotos en el móvil). De ahí el riesgo de que pase la burbuja hortícola en formas individuales o con poca urdimbre social. La frustración es personal y no hay motivaciones extra-personales para seguir con la iniciativa. Comida y Alimentación Las parcelas no aportan cantidades que se dejen notar en la aimentación de la familia. Ni permiten ahorrar. De hecho el huerto supone costes. Pero el cultivo de plantas específicas de una demanda concreta (una especia particular, los pimiminetos de Senegal, etc.) sí que pueden ahorrar costes de comprarlos en tiendas especializadas o importarlas. Las respuestas sobre preocupación por las semillas en los casos particulares y las aprcelas trabajadas por personas mayores son interesante, porque no aparece el interés ni la consciencia de recuperar la biodiversidad ni por la mercantilización de las semillas. No aparece la soberanía alimentaria. Sin embargo si aparece la preocupación las especies locales y la biodiversidad. Es curioso el caso del tomate Cor de Bou, que se recuperó como variante autóctona que no pasó los filtros de la industrialización de la comida pero ahora se ha recuperado en algunos supermercados como especie de tomate no maisntream: remarcada como local, ecológica y tradicional ergo más cara. El carácter local y de especie recuperada otorga un valor añadido y sube el precio. Algunos usuarios, cuando se les pregunta por el cambio de hábitos vinculan, el comer más sano con comprar menos. No supone un ahorro considerable en su

presupuesto doméstico, pero sí que no necesita comprar verduras durante ciertos meses al año. Al disponer de gran cantidad de verduras y hortalizas durante ese periodo concreto no le supone ningún esfuerzo extra modificar sus hábitos alimenticios. Come más verduras y más sana no por ser ecológicas, sino porque las tiene disponible. En un caso de mesa de cultivo en espacios limitados, al preguntar por los beneficios de cultivar se remarcó el volverse consciente del precio de las naranjas. Es decir, tomar consciencia del esfuerzo, los costes y las condiciones detrás de una fruta. Ya no es sólo un producto, sino una fruta resultado de muchos determinantes que ahora el consumidor/agricultura-urbano sí conoce y valora. Lo que promueve una reducción de la escisión social es la consciencia individual de consumir distinto. Sin embargo, se da el proceso contrario. Se compran abonos y fertilizantes (guano), se compran sustratos y tierra, perdiendo la conexión con la identidad Conclusiones Tal como muestra la literatura, la AU tiene un gran potencial para mejorar el espacio y la vida de las ciudades. Ahora bien, resulta interesante atender a cómo lo hace y, curiosamente, no es mediante el énfasis en la cantidad de producción o los aspectos ecológicos. A través de procesos organizativos, de gestión, organización y psicosociales la AU alcanza a interruptores o palancas de cambio. Entender las dimensiones sociales de la AU es fundamental para cualquier transformación. La descomodificación de la comida, la tierra donde se cultiva y el trabajo con el que se produce, requiere primero atender la alienación individual. La desalienación de los humanos frente a su medioambiente es un requisito previo para la abolición gradual de la antítesis entre naturaleza y ciudad. Para McClintock es imprescindible la creación y protección de nuevos comunes agrarios en los terrenos urbanos baldíos, el cultivo de vínculos asociativos entre productores urbanos y consumidores y la inversión en políticas e infraestructuras necesarias para promover la producción urbana de alimentos como una práctica multifuncional. La producción local de alimentos y las redes alternativas de alimentos (AFN’s) son alternativas criticas al mercado global que guía la producción agroalimentaria. La AU puede ser socialmente innovadora no porque sea una oportunidad de producción ecológica (que a veces puede no serlo). Si no por la transformación de la gobernanza y los valores que resultan del esfuerzo colectivo por imaginar y realizar un modo

alternativo de producir y consumir comida. En ese proceso colectivo hay una redefinición de las necesidades y los valores que orientan las decisiones y acciones de las personas. Emergen necesidades y exigencias como la calidad de vida, la soberanía y seguridad alimentaria, la equidad Norte-Sur y la sostenibilidad socio-ecológica en general. Los hallazgos iniciales que están surgiendo de este trabajo pueden resumirse en dos metáforas ilustrativas que han aparecido en el trabajo de campos. La práctica de la agricultura urbana es como una piedra lanzada en un lago: puede ser un impacto puntual pero las ondas se van expandiendo suavemente más allá del centro. La otra metáfora está relacionada con la dedicación y la conexión individual. Un practicante comentaba que se consideraba un artesano, como un artista, porque un huerto no deja de ser un cuadro en el suelo. Ambas metáforas ilustran bien como la AU afecta en aspectos sociales y a nivel individual. En lo social dejándose notar indirectamente más allá de su centro de acción y a nivel individual conectando al sujeto con su trabajo. En conjunto, el papel transformador que está teniendo la AU en Barcelona paradójico. Como apuntaba uno de los entrevistados, aunque es una idea que aparece con frecuencia: “Con los huertos, con cada vez más verde en todos lados, yo creo que se humaniza más la ciudad y se hace más agradable”. Parece un oxímoron, pero la humanización de la ciudad pasa por re-naturalizarla. Bibliografía Allen, P. (2010). Realizing justice in local food systems. Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, 3(2), 295–308 Burawoy, M. (2003). For a Sociological Marxism: The Complementary Convergence of Antonio Gramsci and Karl Polanyi. Politics & Society, 31(2), 193–261. Drescher, A. (2002). Food for the cities: urban agriculture in developing countries. International Conference on Urban Horticulture 643. Eizenberg, E. (2012). Actually Existing Commons: Three Moments of Space of Community Gardens in New York City. Antipode, 44(3), 764–782. FAO-FCIT. (2011). Food , Agriculture and Cities: Challenges of food and nutrition security, agriculture and ecosystem management in an urbanizing world. Rome. FAO-FCIT. (2014). Food for the Cities: Food for the cities Harvey, D. (2003). The right to the city. International Journal of Urban and Regional Research, 27(4), 939–941.

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