MANIFESTACIONES FRANCESAS EN ARGENTINA

DIRECTOR: Arq. Ramón Gutiérrez [email protected] VICEDIRECTORA: Arq. Graciela María Viñuales [email protected] COORDINADORA TÉCNIC
Author:  Julio Franco Plaza

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DIRECTOR: Arq. Ramón Gutiérrez [email protected] VICEDIRECTORA: Arq. Graciela María Viñuales [email protected] COORDINADORA TÉCNICA: Arq. Patricia Méndez [email protected] COORDINADOR EDITORIAL: Arq. Julio Cacciatore [email protected] Arte Latinoamericano: Dr. Rodrigo Gutiérrez Viñuales [email protected] AMBIENTE Y TERRITORIO: Lic. Alejo Gutiérrez Viñuales [email protected] InvestigaciÓn y gestiÓn: Lic. Elisa Radovanovic, Lic. Cristina González Bordón, Arq. Liliana Lolich, Arq. Carlos Balmaceda y Arq. Diana Rosemberg INFORMÁTICA: Arq. Dora Castañé e Ing. Martín Gutiérrez Viñuales DOCUMENTALISTAS: Arq. Susana Mendigochea, Arq. María Daniela Reisner, Leandro Daich, Margarita Gibbons y Lic. Lucía Rud www.cedodal.com [email protected]

MANIFESTACIONES FRANCESAS EN ARGENTINA. Del Academicismo a la modernidad (1889-1960). PAQUIN – DUNANT – MALLET – FLORES PIRÁN – RAMOS CORREAS

CEDODAL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE ARQUITECTURA LATINOAMERICANA   El Centro de Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana, se formó en Buenos Aires en el año 1995 con el objetivo de contribuir al desarrollo de la investigación histórica, la formación teórica, la capacitación de recursos humanos y la difusión de la arquitectura iberoamericana. El CEDODAL cuenta con un importante fondo documental que se reunió a través de más de cuarenta años de labor de sus directores y con el aporte de adquisiciones o donaciones de numerosos profesionales e investigadores en este último tiempo. La documentación del CEDODAL comprende: - la BIBLIOTECA de aproximadamente 30.000 volúmenes de arquitectura, urbanismo, historia y arte, preferentemente de América Latina. El corpus integra unidades temáticas tales como arquitectura contemporánea en América Latina, Vivienda popular, Arte Latinoamericano, Preservación del patrimonio y Técnicas tradicionales. - la HEMEROTECA con alrededor de 10.000 revistas, de países iberoamericanos, es la colección más importante que existe sobre arquitectura y urbanismo en América Latina. - la FOTOTECA incluye secciones de fotografía histórica, fotografía de investigación y un importante fondo de diapositivos, estimándose su volumen en un total de 35.000 unidades. Hay cerca de 80 álbumes de fotos originales que cubren de 1859 a 1950. Dentro de esta sección merece destacarse la colección de TARJETAS POSTALES, con imágenes de principios del siglo XX de las ciudades americanas, obras de arquitectura y escultura urbana y la Biblioteca especializada que incluye ediciones originales y recortes periodísticos temáticos. - la MAPOTECA cuenta con varios centenares de planos de arquitectura y urbanos, en su mayoría con soporte heliográfico. Integran esta sección dibujos originales de arquitectura, grabados y una importante colección de planos catastrales. - el ARCHIVO DOCUMENTAL comprende una inmensa documentación de recortes periodísticos, fotocopias de artículos y folletos, iconografía y correspondencia de arquitectos y artistas, así como una sección de manuscritos originales y una colección de microfilms sobre documentación histórica de archivos españoles y americanos. En el CEDODAL está también integrado el CENTRO BARRO que atiende las iniciativas vinculadas a técnicas tradicionales y vivienda.

MANIFESTACIONES FRANCESAS EN ARGENTINA Del Academicismo a la modernidad (1889-1960) PAQUIN – DUNANT – MALLET FLORES PIRÁN – RAMOS CORREAS

Manifestaciones francesas en Argentina (1889-1960) Paquin, Dunant, Mallet, Flores Pirán y Ramos Correas

El libro que presentamos junto con la Exposición que lo acompaña, verifican el interesante devenir de un estudio de arquitectura generado a fines del siglo XIX de la mano de los arquitectos Jacques Dunant y Charles Paquin, y reorganizado a comienzos del XX, con la presencia de Gastón Mallet quien estructuró la última etapa de su quehacer profesional junto con sus discípulos -y luego colegas- Carlos Flores Pirán y Daniel Ramos Correas, desarrollando este último posteriormente, una magnífica y variada obra en Cuyo. En casi un siglo de trayectoria se puede verificar a través de estas obras, la evolución del academicismo francés de l’École des Beaux-Arts en sus fases de ortodoxia clasicista y de su apertura ecléctica e historicista, hasta llegar a los intentos neocoloniales y modernos de Ramos Correas en Mendoza y en San Juan, aunque es justo recordar que los maestros franceses -Paquin y Mallet- y el suizo Dunant, quedaron firmemente sujetos a la impronta académica. La sociedad Dunant-Mallet, participante sostenida de concursos, ha realizado también obras memorables como el Centro Naval en Buenos Aires, el Teatro Municipal de Bahía Blanca, la primera fase del Hotel Carrasco de Montevideo -culminado por el arquitecto uruguayo Eugenio Baroffio- y el lamentablemente perdido Gran Hotel de Sierra de la Ventana. Paquin, Dunant y Mallet expresan en la calidad de su arquitectura la ejercitación precisa de la “composición arquitectónica” y la soltura creadora para el manejo de los detalles y la ornamentación, un espíritu sensible que llevaba a la convicción porteña de fines del siglo XIX y comienzos del XX de “que los buenos arquitectos debían venir de París”, aquella ciudad a la cual Buenos Aires aspiraba a imitar. Este libro y exposición que hoy edita el CEDODAL -cruce de diversas situaciones que se fueron aunando con el correr del tiempo- aspiran por lo tanto a dejar documentados los ejes de su trayectoria y los de su apertura a sus discípulos argentinos. Arq. Ramón Gutiérrez CONICET, CEDODAL

CEDODAL EDICIÓN Arq. Ramón Gutiérrez CEDODAL DIRECCIÓN EDITORIAL Arq. Julio Cacciatore; Lic. Elisa Radovanovic EXPOSICIÓN Arqs. Ramón Gutiérrez; Patricia Méndez DISEÑO DE PANELES Arq. María Daniela Reisner; Sr. Leandro Daich; Lic. Lucía Rud PROCESAMIENTO DE IMÁGENES Sr. Leandro Daich FOTO DE TAPA Acceso principal del Círculo Naval, Florida 801 y Av. Córdoba 549-599, Buenos Aires (Dunant, Mallet, 1910). Foto: Marcelo Bukavec FUENTES DE DOCUMENTACIÓN Archivo Antonio Flores Pirán: AFP Archivo CEDODAL: CEDODAL Archivo familia Le Monnier: AfLM Archivo General de la Provincia de San Juan: AGPSJ Archivo Mallet CEDODAL: AM CEDODAL Archivo Sánchez, Lagos y De la Torre: ASLT Archivo Universidad de Mendoza: AUM Colección Ing. Alberto Graffigna. Libro Las Iglesias de San Juan: (V) CONICET Mendoza Arquitectura Historia Tecnología y Restauración, Centro Científico Tecnológico: AHTER CONICET Mendoza Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales: INCIHUSA Chueco, Manuel C., La Argentina en su Primer Centenario: (II) Dozo, A. L. y Ginobili, N., Bahía Blanca en imágenes. 1828-1928: (III) FAUD-UNSJ Sistemas Generativos Morfológicos de la obra del Arq. Daniel Ramos Correas en San Juan: SGORC Le Blanc, L., Album L’Architecture Moderne dans la République Argentine: (I) Museo Nacional de Arte Decorativo Catálogo 1997: CMAD Revista de Arquitectura: RdeA Revista CACYA: RdelC Revista Ilustrada BAP: BAP Revista La Película: (IV) Flavio Bevilacqua: FB Roberto Bonifacio: RB Julio Cacciatore: JC Silvina Cecilia Carrizo: SCC

Silvia Cirvini: SC Horacio Coppola: HC Leandro Daich: LD Antonio Flores Pirán: AFP Gustavo Lobos: GL Alejandro Machado: AM Federico Ortiz: FO Plaza y Ortiz Studio: POS Cecilia Raffa: CR Edgardo Hipólito Reynoso: EHR Lucía Rud: LR Ernesto Sijerckovich: ES Graciela María Viñuales: GMV AGRADECIMIENTOS Nancy Aramburu Félix Marcelino Azpiroz Costa Berta Canabal Joseth Capponi María Silvia Castro Matus Antonio Flores Pirán Magdalena García Néstor García Ricardo Gasalla Susana Gesualdi Nery González Eduardo Hiriart Oscar Kaltenbach Ivonne Larraburu Denise Mallet Roth María Marta Mc Cormic Isaura Molina Luciano Olivieri Olga Paterlini Fabio Perlin Sergio G. Rodríguez Stella Maris Rodríguez María Inés Rosas Salvador Salerno Alicia Sirvent María Elena Tuma María Carolina Villegas Mercedes Willich Cristina Zubillaga DISEÑO GRÁFICO DG Marcelo Bukavec. [email protected] IMPRESIÓN Marcelo Kohan / Impresión & diseño

Manifestaciones francesas en la Argentina 1889-1960 : Paquin, Dunant, Mallet, Flores Pirán y Ramos Correas / dirigido por Julio Alberto Cacciatore y Elisa Graciela Radovanovic ; edición literaria a cargo de Ramón Gutiérrez. - 1a ed. - Buenos Aires : CEDODAL - Centro de Documentación de Arte y Arquitectura Latinoamericana, 2011. 168 p. : il. ; 29x21 cm. ISBN 978-987-1033-40-9 1. Arquitectura. I. Cacciatore, Julio Alberto, dir. II. Radovanovic, Elisa Graciela, dir. III. Gutiérrez, Ramón, ed. lit. CDD 720 Hecho el depósito que marca la ley 11.723, queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, salvo expresa autorización de los autores

ÍNDICE 7

Presentación Arq. Ramón Gutiérrez

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Los principios del academicismo francés: de la normativa al eclecticismo Lic. Elisa Radovanovic

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La arquitectura de la vertiente cultural francesa en la Argentina Arq. Julio Cacciatore

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Dunant y Mallet: múltiples visiones para una arquitectura ecléctica Mg. Arq. Patricia Méndez

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Gastón Mallet como articulador de la transferencia académica Arq. Ramón Gutiérrez

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Carlos María Flores Pirán y su obra Dra. Arq. Silvina Cecilia Carrizo

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Daniel Ramos Correas: su producción arquitectónica en Mendoza Dra. Arq. Silvia Cirvini

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Daniel Ramos Correas y su obra en San Juan Dr. Arq. Marcelo Vizcaíno

Análisis de obras 75

La Catedral de San Isidro en la obra de Jacques Dunant y Charles Paquin Dr. Arq. Eduardo Maestripieri

81

Club Hotel Sierra de la Ventana Dra. Arq. Graciela María Viñuales

87

Centro Naval de Buenos Aires Arq. Roberto Bonifacio

93

Edificio de la Caja Internacional Mutua de Pensiones. Avenida Corrientes esquina Avenida Pueyrredón, Buenos Aires Arq. M. Daniela Reisner, Sr. Leandro Daich

101

La Catedral de San Juan Dr. Arq. Marcelo Vizcaíno

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La obra paisajística de Daniel Ramos Correas en Mendoza Dra. Arq. Cecilia Raffa

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La Mercantil Andina Dra. Arq. Silvia Cirvini

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Un balneario francés en las arenas del Río de la Plata Lic. Prof. Daniela Tomeo

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Mendoza y las obras públicas monumentales: la propuesta de Mallet - Dunant (1918) Dra. Arq. Silvia Cirvini, Dra. Arq. Cecilia Raffa

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Teatro Municipal de Bahía Blanca Arq. José María Zingoni

129

Gastón Mallet en el Pintoresquismo marplatense Arq. Alejandro Novacovsky

133

Casa de campo en los Olivos Arq. Graciela María Viñuales

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Las residencias de la Familia Dose en Buenos Aires y Mar del Plata Arq. Ramón Gutiérrez

137

Dunant y Mallet en el Concurso de Palacio de Gobierno de Montevideo Arq. Ramón Gutiérrez

139

Charles Paquin: su legado en la arquitectura argentina Arq. Marta García Falcó

141

Jacques Dunant: la elegancia del Academicismo francés Arq. Marta García Falcó

143

Gastón Mallet, arquitecto Sra. Denise Mallet Roth

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Carlos María Flores Pirán. Biografía Dra. Arq. Silvina Cecilia Carrizo

149

Daniel Ramos Correas. Biografía Dra. Arq. Silvia Cirvini, Dra. Arq. Cecilia Raffa

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Maqueta virtual Club Hotel Sierra de la Ventana Arq. Dora Castañé

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Catálogo de obras. Jacques Dunant, Charles Paquin, Gastón L. A. Mallet, Carlos Flores Pirán, Daniel Ramos Correas Arq. Julio Cacciatore, Lic. Elisa Radovanovic, Sr. Alejandro Machado, Dra. Arq. Silvina Cecilia Carrizo

Daniel Ramos Correas: Su producción arquitectónica en Mendoza

Daniel Ramos Correas: su producción arquitectónica en Mendoza Dra. Arq. Silvia Cirvini INCIHUSA- CONICET

El contexto: la formación como arquitecto En Argentina, la difusión gradual del Academicismo durante el siglo XIX constituyó un canal de acceso para la aceptación generalizada del Eclecticismo hacia fines del siglo. Puede hablarse en nuestro caso de Academicismo ecléctico o de Eclecticismo académico ya que la flexibilización de las exigencias y pautas rígidas del clasicismo llegó a través de las mismas Academias.1 En las principales ciudades del país, el desarrollo y aceptación generalizada del eclecticismo arquitectónico tenía asimismo una explicación y justificación particular en la composición de la base social modificada por la inmigración: la clientela era cosmopolita, la sociedad, un crisol de razas, ¿qué otro estilo, corriente o actitud más apropiada que el Eclecticismo? “Los arquitectos hacían simultáneamente proyectos en diversos «estilos», convirtiéndose ellos mismos en eclécticos. Esta notable ductilidad aseguró por un tiempo la satisfacción de la demanda individualista de las pujantes burguesías urbanas, pero a la vez abrió las compuertas a otras manifestaciones que lograron así desbordar los diques que la ortodoxia clásica había construido con tanto esfuerzo”.2 De este modo, el eclecticismo se convierte en el eje estructural del habitus profesional del arquitecto, en el eje medular de la práctica y en el principio orientador de la mirada para los integrantes del campo arquitectónico. Las distintas tendencias o vertientes del eclecticismo (académica, historicista o modernista) aluden a posiciones dentro del campo, cuya jerarquía e importancia son variables en el tiempo, con relación a diferentes temas y grupos sociales.3 Hacia 1915 la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exactas había conseguido instaurar la enseñanza académica con una alta calidad en la formación. Mientras se enseñaba los órdenes clásicos según Viñola o el gusto por el Clasicismo francés, los más jóvenes adherían a las nuevas tendencias. En primer término a la llamada “Restauración nacionalista”, verdadero movimiento cuyo mentor ideológico, Ricardo Rojas, proponía en lo arquitectónico un retorno a los modelos hispánicos o hispanoamericanos. En segundo término el Mission Style, combinación ecléctica de tipos coloniales españoles que tuvo origen y difusión en California (San Diego, San Francisco) a partir de 1914. Esta tendencia se difundió ampliamente luego en nuestro país con el nombre de “estilo californiano”. Y finalmente el Art Decó, corriente eminentemente decorativa y ornamental, resultado de la aplicación de un lenguaje geométrico de los planos y superficies. Tanto los viajes de la burguesía argentina a Europa y a EEUU como el cine, influyeron notablemente en la difusión del californiano y del Art Decó. Ramos Correas egresado en 1925, adhirió a las tres corrientes señaladas. La formación académica sirvió para educar su natural predisposición por el dibujo y para el perfeccionamiento de sus dotes artísticas. Discípulo de René Karman y de René Villeminot, su obra no estuvo sin embargo comprometida con el academicismo francés, ni aún en los primeros años. Daniel Ramos Correas adhirió, como otros jóvenes egresados en la década del ´20, a las nuevas búsquedas de una arquitectura propia, adaptada a la geografía, el clima y la historia. En el caso del historicismo (asociado en ocasiones al pintoresquismo), Ramos desarrolló con particular destreza el neoplateresco como vertiente del renacimiento español. Sin embargo, desde

1. Respecto de la evolución de las posiciones dentro del campo disciplinar, cf.: CIRVINI, Silvia, Nosotros los arquitectos. Campo disciplinar y profesión en la Argentina moderna. Mendoza: Fondo Nacional de las Artes. Zeta editores; 2004. Capítulo V. 2. AAVV. Arquitectura Latinoamericana en el siglo XX, Grandes Voces. Barcelona: Cedodal; 1998, p.120. 3. El eclecticismo fue la posición fundadora del campo disciplinar y profesional en el caso argentino. Fue mucho más que un estilo, tendencia o corriente, operó como modelador del “habitus”, entendido como “estructuras estructurantes”, como modo de ver y entender el mundo (y actuar dentro de ese mundo) por parte de un grupo de agentes que conforman un campo disciplinar. Cf. CIRVINI, Silvia, op. cit, Capítulo III.

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Casa Arenas,1927 (SC) algunas posiciones del campo disciplinar, aun en la provinciana Mendoza, se formulaban duras críticas a quienes apostaban a la fórmula del pasado hispano y colonial y en general de los modelos españoles: “El renacimiento español, con sus escudos, leones de Castilla, etc., están muy bien en España, pueblo que aún está bajo la monarquía, país de blasones y de nobleza. Entre nosotros, todos esos atributos ancestrales, no tienen significado alguno. País republicano por excelencia, democrático y cosmopolita, los escudos, leones y blasones los miramos como adornos y no como símbolos y por lo tanto están de más.” “Una casa con esa arquitectura, para un señor cuya fortuna proviene de que sus antepasados llevaron ganado a Chile o plantaron viña, es una cosa simplemente ridícula”. (...) “El renacimiento español evoca una época de mucha fe, de religión, tiene mucho de santuario. Nuestra libertad de pensamiento, sin ser ateísmo, pide otra arquitectura”.4

4. Castillo, Enrique del. “Evolución de la Construcción en Mendoza 1898-1928”, en: La Quincena Social, año X, 228, Mendoza, octubre de 1928. Enrique del Castillo habla, sin nombrarlo de Ramos Correas y de sus obras la Casa Arenas y la Mercantil Andina. 5. A. Guido en el III Congreso Panamericano de Arquitectos (1927), citado por: M. Gutman en: AAVV, Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país. Buenos Aires: SCA, 1993. P. 124/125.

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Sin embargo para los principales referentes del campo disciplinar la fórmula propuesta es válida y clara: aprovechar de la arquitectura española aquello que se adapta a nuestro clima y nuestro suelo, agregándoles el confort, la higiene y la distribución funcional de los locales impuesta por “los tiempos modernos”. Para Christophersen, la esencia de nuestro colonial se hallaba en el “renacimiento italiano que pasando por España y transformado al rozarse con el mudéjar y el plateresco llegó disfrazado a las Indias”. En su afán de reafirmar la importancia de adaptar sólo lo que es útil, elogiará ampliamente la arquitectura del Mission Style, en una posición similar a la de Sarmiento setenta años antes, quien le otorgaba a los norteamericanos la capacidad para producir un arte nacional resignificando los elementos de la cultura universal. A mediados de la década del ’20, nadie podía ignorar las inmensas transformaciones que se habían operado dentro del arte de construir por efectos de la modernización y el avance tecnológico, en particular en todo lo referido a instalaciones, equipamiento y nuevos materiales. Hay quienes como Guido se esfuerzan por integrar las búsquedas de una arquitectura nacional con los avances de “lo moderno”, en una adhesión crítica y selectiva de aquello que venía de afuera: “Nuestra actitud está en no perder el ritmo de la corriente moderna, sugerida por Europa, ni renegar de él, sino muy por el contrario: tratar de ser modernos, asimilar todas las necesidades materiales y espirituales contemporáneas; pero ser nosotros mismos; decir y hacer estas cosas, pero no con inspiración prestada, sino con creación bien nuestra, recónditamente americana”. 5

Daniel Ramos Correas: Su producción arquitectónica en Mendoza

Chalet Moyano, actual Consulado de Chile, 1930 (SC) Y bien, tanto Christophersen como Noel, Guido o Greslebin coinciden en que es necesario partir de programas “modernos”, considerar las necesidades del presente para producir una arquitectura que respondiera a una demanda actualizada. Es claro que hacia 1920, la noción de “lo moderno” articula uno de los puntos claves del debate arquitectónico.

Etapas en su producción arquitectónica En la obra de Ramos pueden distinguirse tres períodos con características particulares: 1) entre 1924 y 1930, que podríamos llamar historicista; 2) entre 1930 y 1945, el pintoresquista paisajista y 3) entre 1945 y 1980, lo moderno contextualizado. Su prolífica producción arquitectónica estuvo marcada por la adopción de una u otra tendencia, corriente o estilo, por cuestiones de buen gusto o de moda. Su actitud es más bien la de un artista antes que la de un técnico o un teórico. En el primer período adhirió a las más variadas corrientes del historicismo. Fue la época de las grandes residencias (Casa Arenas, Casa López Frugoni, Casa Gabrielli, etcétera) y de la arquitectura monumental urbana que le diera prestigio por más de medio siglo (Mercantil Andina, Teatro Avenida). Dentro de la producción de viviendas -realizó muchas en este período- afirmó el gusto local por el chalet, consiguiendo con la síntesis pintoresquismo + historicismo los mejores resultados. Así trabajó en renacimiento español vertiente neoplateresca (casa Arenas), en estilo vasco (chalet Moyano, actual Consulado de Chile) y en versiones del neocolonial (casa López Frugoni y la de Francisco Gabrielli) o el Tudor muy simplificado (casa Cano y ambientación interior de su propia vivienda). También utilizó en esta época el Art Decó como repertorio formal de moda y buen gusto, asociado a los nuevos valores de confort, al uso de nuevos materiales y respondiendo a las expectativas de modernidad ya vigentes. Fue la tendencia preferida en los edificios para negocios, oficinas y departamentos (San Martín y Catamarca, Lavalle y San Martín, Las Heras y España, etcétera). En esta primera etapa de su obra Ramos Correas hizo gala de sus dotes de dibujante y su pasión por “lo ornamental”. Solía recordar cómo modelaba, en sus primeros años de arquitecto, con arcilla y en tamaño natural los pináculos y la crestería zoomorfa de la Mercantil Andina y de la Casa Arenas, para realizar luego los moldes que servían para colar el material. Había aprendido el procedimiento en su época de estudiante en Buenos Aires, cuando siendo dibujante de Gas-

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Casa López Frugoni, 1929 (SC) tón Mallet realizó en escala 1:1, las columnas torneadas de la monumental escalera del chalet normando Atlántis de Carlos Dose -ya demolido- sobre el Boulevard Marítimo en Mar del Plata. Su segundo período (1930/1945) estuvo signado por el viaje y estancia en Europa, donde tomó contacto con la Bauhaus, la obra de Le Corbusier, Mies Van der Rohe y Alvar Aalto. También conoció Estados Unidos y fue contratado para diferentes proyectos en Bolivia. A su regreso, advertiremos algunos cambios en el campo de sus intereses que tienen efectos en su actividad profesional. En primer término, abandona definitivamente el historicismo que tanto prestigio le había aportado a su obra y adhiere muy prudentemente al Movimiento Moderno, aunque limitado por lo general, a tipologías urbanas no residenciales. Son de esta época la actual Liga contra la Tuberculosis, el Centro de Almaceneros, Minoristas y Anexos y algunas viviendas “náuticas” como la de López Dávila frente a Plaza Italia (demolida). Pero es ésta, esencialmente, la época de sus grandes realizaciones paisajísticas, las cuales absorben toda su atención, en las que vuelca su creatividad y que imponen gradualmente el valor de una arquitectura integrada al paisaje. Nunca abandonaría el pintoresquismo en entornos suburbanos (chalets, clubes, construcciones del Parque), ya muy simplificado en aspectos formales y evidenciando un buen manejo de los materiales del lugar y de la condicionante bioclimática. Una tercera fase es la que desarrolló a partir de 1945, los últimos treinta años de su vida profesional. La producción de Ramos Correas en este período es prolífica y variada, heterogénea y valiosa. Difundida la producción y posición de los grandes maestros y consolidados sus principios, la arquitectura moderna de alcance ecuménico tiene consenso y aceptación generalizada. Son de esta época las numerosas obras de arquitectura escolar que realizara primero en Salta y los Valles Calchaquíes y luego en San Juan (Catedral y varias obras dentro del Plan de Reconstrucción). En Mendoza realizaría el edificio de la Dirección General Impositiva (1956) en el predio contiguo al de la Mercantil Andina, su antigua gran obra. En su tercera y última etapa profesional ya no hace residencias particulares. Desde mediados de los setenta su producción se caracteriza por estar imbuido en una austeridad formal casi extrema, rayana en lo ascético relacionada, en parte, con su aislamiento de la vida social activa y en una simplificación de los principios del diseño, que trasmitía a sus alumnos como profesor de la Facultad que contribuyó a crear junto a Tedeschi. De profunda fe religiosa, dedica mucho de su actividad profesional a colaborar con obras pías. Así proyecta y construye al Asilo de Ancianos San Vicente de Paul (Antiguo Asilo de Mendigos), el convento de las Dominicas, la

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Edificio Catamarca y San Martín, 1930 (SC) Chalet Nofal, 1945 (SC)

Iglesia del Seminario de Lunlunta, el templo de San Nicolás y la Catedral de San Juan. El reconocimiento social de su última producción no ha sido el de su etapa historicista o pintoresquista a las cuales se lo asocia recurrentemente. En términos cuantitativos su obra arquitectónica en el país, sin considerar la que está inserta en los conjuntos paisajísticos, adquiere el siguiente volumen: 54 viviendas, 8 edificios para departamentos, 29 edificios de tipologías varias (tiendas, clubes, arquitectura religiosa, cines y teatros, dispensarios, etc.) 7 edificios en otros sitios del país, más de 40 escuelas (San Juan, Salta, Valle Calchaquíes). Un total aproximado de 140 obras.

Epílogo Daniel Ramos Correas forma parte de una de las primeras generaciones de arquitectos argentinos (a pesar de haber nacido en Chile se consideraba argentino) que habiéndose formado en la Escuela de Arquitectura de Ciencias Exactas de la UBA volvieron a sus provincias para ejercer una profesión que era progresivamente valorizada y prestigiada en el país. Perteneciente a una familia criolla, vinculada a la gesta de la emancipación (los Correas) fue beneficiado por lazos sociales que le abrieron puertas y lo posicionaron en la provincia, el país y también el extranjero. Pero no fue sólo una condición favorable la causa de una trayectoria exitosa: Ramos tenía talento, tesón, creatividad y muchas horas de trabajo dedicadas a la profesión. Además, como varios de sus contemporáneos, supo reunir competencias de formaciones y posiciones diferentes: sabía construir como los antiguos (sus obras duran casi intactas) pero también supo pensar como los modernos tanto en arquitectura como en paisajismo y el urbanismo, campos en formación por entonces en el país.

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Asilo de Huérfanos, 1924 (AHTER – INCIHUSA) Fue el arquetipo del arquitecto dotado de talento que podía hacer bien todo aquello que encaraba desde un teatro a una plaza, un auditorio, una capilla o un edificio de departamentos. Tuvo un notable reconocimiento entre los sectores sociales de potenciales clientes pero también para un público ampliado y dentro del imaginario colectivo, favorecido por la visibilidad y la perdurabilidad de sus obras. Su participación en los gobiernos conservadores de Corominas Segura y Vicchi (1938-1943) le brindó la posibilidad de acceder a la función pública en un cargo creado casi para él: Director de Parques y Paseos de la Provincia, desde el cual pudo realizar su mejor obra paisajística y además decidir en aspectos urbanísticos fundamentales de la época como el Plan Regulador (1940), la creación del Centro Cívico (y la demolición de la obra paralizada de la Casa de Gobierno en Plaza Independencia), la ampliación del Parque General San Martín y la revisión de la red viaria primaria. En el ejercicio liberal de la profesión trabajó durante décadas para la floreciente burguesía mendocina. Construyó las residencias de los padres y de los hijos, los locales comerciales de sus negocios, sus casas de renta, los chales de fin de semana en el suburbio agrícola o en sus fincas vitícolas. A lo largo de toda su trayectoria, proyectó y dirigió numerosas obras religiosas, iglesias, capillas, conventos, asilos, monasterios, hasta un auditorio para su antigua escuela de los Jesuitas en Santa Fe, todas como obras pías sin cobrar honorarios. Ramos contribuyó con su prédica a la constitución de una “cultura del árbol”, tradición que hoy parece natural en las ciudades oasis de Mendoza y San Juan, promovió la valoración y el cuidado de la arboleda pública y la de los espacios verdes en un medio donde la vegetación es un bien preciado y escaso. También sostuvo sabios criterios: la edificación en Mendoza no debería superar la altura de los árboles de las calles. Por sobre todas las facetas de su vida, Daniel Ramos Correas fue un artista, imaginativo, intuitivo y sensible, que dejó un legado en sus obras y en los mensajes que trasmitía a sus alumnos: en primer lugar la importancia de la relación obra con el entorno, en una visión que más tarde se llamará contextualismo; en segundo término insistía a partir de su etapa “paisajística” en la utilización de materiales y tecnologías del lugar. Solía criticar por ejemplo, las escuelas que desde el Estado construían los arquitectos Manuel y Arturo Civit porque según afirmaba Ramos “estos edificios deben enseñar a la gente a mejorar y construir sus casas, por eso tienen que hacerse con tecnologías y materiales del lugar…” Finalmente, dejó un legado de sensibilidad visual: enseñó a mirar el paisaje, a integrarlo en una relación armónica con la arquitectura.

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La Mercantil Andina análisis de obras

La Mercantil Andina Dra. Arq. Silvia Cirvini INCIHUSA- CONICET

Introducción La sede de la Compañía de Seguros “La Mercantil Andina” es un edificio monumental emplazado en el centro bancario de la ciudad de Mendoza, en torno de Plaza San Martín. Se ubica en la esquina de las calles Necochea y Avenida España, frente a la Iglesia de San Francisco (1875, MHN) y el Banco de Galicia (antiguo Banco Español del Río de la Plata, 1910). Tiene un basamento de altura uniforme de cuatro pisos superiores, un nivel de subsuelo y una torre en la ochava que jerarquiza el acceso resuelto con un portal plateresco de gran calidad artística y de factura artesanal. Es un logrado exponente de la vertiente neoplateresca dentro del renacimiento español, corriente estética que Ramos desarrolló durante su primera etapa historicista. Fue la primera obra de este estilo en la ciudad a las que siguieron casi simultáneamente la Casa Arenas (Ramos Correas, 1928) y el Banco Hipotecario (Oficina del Banco, 1930). Esta obra que albergó en sus inicios la empresa de seguros, oficinas varias y más tarde entidades bancarias, fue realizada por el Arq. Daniel Ramos Correas (proyecto) y el Ing. Emilio López Frugoni (estructura), la empresa Nicolás Seminara y Cía. en la construcción y un importante número de artesanos de Mendoza y Buenos Aires. Según refiere la crónica de la inauguración se realizó un concurso privado de anteproyectos en 1925, en el cual se eligió el equipo de los jóvenes Ramos y López Frugoni. La obra se construyó entre 1926 y 1928, quedando inaugurada a fines de ese año.

La empresa aseguradora

Perspectiva Proyecto Daniel Ramos Correas, 1926 (AHTER, INCIHUSA CONICET)

La empresa fue fundada en 1923, a partir de una asociación de capitales locales que buscaban “propender al desarrollo de nuevas riquezas” a través de esta actividad de previsión y ahorro. Sus promotores eran importantes empresarios locales, viticultores e industriales, tanto sus fines como su alcance eran regionales. La Mercantil ofreció en primer lugar seguros contra incendios (1923) incorporando un par de años más tarde seguros de accidente de trabajo y de automóviles. En las crónicas periodísticas de la inauguración de la flamante sede, a fines de 1928, se presenta este logro como un indicador del “progreso alcanzado por la economía de la región”, que había permitido en pocos años un vertiginoso crecimiento de la empresa, cuyo alcance cubría no sólo la provincia de Mendoza, sino también San Juan y San Luis. La creación de esta empresa aseguradora pone en relieve el crecimiento económico de la región, a pesar de las cíclicas crisis de la vitivinicultura. La prosperidad estimuló la demanda del seguro de propiedades y bienes pero también instaló la necesidad de cubrir accidentes en el ámbito del trabajo. El estado provincial conducido por gobiernos radicales lencinistas impuso una importante y pionera legislación laboral, lo cual indirectamente favoreció el desarrollo de las compañías de seguros. Finalmente la construcción de la sede de esta empresa es un indicador de la inversión que se derivaba en la época hacia el mercado inmobiliario, como resultado de la acumulación de excedentes de la actividad económica.

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Plaza San Martín, Monumento, 2010 (AHTER, INCIHUSA CONICET)

El emplazamiento: la Plaza San Martín Esta plaza es el núcleo del centro bancario de la ciudad desde principios del siglo XX. Ocupa la manzana delimitada por las calles: Necochea, 9 de julio, Gral. Gutiérrez y Avda. España. El diseño actual (producto de la remodelación del año 1968) diferencia un área cívica para actos oficiales y públicos, definida por una serie de mástiles y una explanada ubicada hacia el oeste de la escultura ecuestre central. Como esta escultura mira hacia el oeste, a este espacio se accede desde calle España. Detrás del monumento hacia calle 9 de Julio se delimita una zona de descanso, conformada por elementos más pequeños: el estanque con plantas acuáticas, juegos de agua y senderos peatonales. En toda la plaza hay canteros de ladrillo con plantas florales y arbustos, así como árboles con nomenclatura. Del trazado antiguo (1904) se conserva la estatua ecuestre de San Martín, las palmeras y el retoño del pino de San Lorenzo. De las cinco plazas del trazado de la Ciudad Nueva, construida después del gran terremoto de 1861, ésta fue la primera en trazarse y poblarse por ser la más próxima a la Ciudad Antigua y a la Avda. San Martín (antes San Nicolás). Se la denominó Plaza Cobo, en el Plano de Ballofet (1863) en homenaje a Juan Cobo, español que introdujo el álamo en la región en 1808. Más tarde se la conoció como Plaza del Reloj, al construirse una torre con el primer reloj público de la ciudad (1884). Hacia 1900 se demolió la torre y el reloj fue trasladado a la torre principal de San Francisco, frente a la misma plaza. La primera remodelación que tuvo comenzó en 1903 y finalizó en 1908 y estaba orientada a jerarquizarla como espacio público, de ceremonias oficiales y de rituales patrióticos. Se ubicó en el punto central la estatua ecuestre de San Martín, fundida en el mismo molde de la de Santa Fe, que es una versión mejorada de las erigidas en Buenos Aires y Santiago de Chile. El pedestal, proyectado originariamente de mampostería fue construido de roca natural de granito de los Andes, cuyas partes seccionadas fueron traídas en el F.C. Trasandino y se rearmaron en la Plaza. Se inauguró la estatua en junio de 1904 y desde entonces se llamó Plaza San Martín. Las obras de remodelación y embellecimiento continuaron hasta el Centenario. Desde los primeros años del siglo comenzaron a instalarse instituciones bancarias a su alrededor: el Banco Español

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La Mercantil Andina

y el Banco Nación fueron los primeros que abrieron sus puertas en 1910. Le siguieron el Banco de la Provincia de Mendoza (1918), la Mercantil Andina (1928), el Banco Hipotecario Nacional (1930), el Banco de Italia (1950 c), la Torre Bancaria (1970), el Banco de de Previsión Social (1973) y el Banco Crédito de Cuyo (1990), con lo cual en un momento hacia fines de siglo XX, nueve de las doce esquinas que rodean la plaza estaban ocupadas con edificios bancarios. Esta plaza posee en su perímetro importantes edificios patrimoniales, testimonios de su función urbana de espacio cívico, de ceremonias y protestas1, así como sede de la actividad mercantil y del principal equipamiento público: Iglesia de San Francisco (1875), Mercantil Andina (1928), Banco de la Nación Argentina (1910), Banco Hipotecario (1930), Antiguo Banco de Mendoza (1918), Banco Español (1910). Los edificios significativos desaparecidos son: Teatro Municipal, los Hoteles: San Martín, de Firpo, Francés, la casa del gerente de Banco Nación, Club de Armas, el Antiguo Correo, Convento Franciscano, Sociedad de Beneficencia.

La construcción de la sede de la Mercantil Andina En el mes de setiembre de 1925, a sólo dos años de haber iniciado su actividad empresarial, el directorio de la compañía de seguros La Mercantil Andina S. A. resolvió encarar la construcción de su edificio propio, en un predio en esquina, en la zona más cotizada de la ciudad. Se resolvió llamar a concurso de anteproyectos, convocatoria a la que se presentaron profesionales de Mendoza y Buenos Aires. Clausurado el concurso y abierto los pliegos, resultó premiado el trabajo de dos jóvenes profesionales afincados en Mendoza: el arquitecto Daniel Ramos Correas y el Ingeniero Emilio López Frugoni. La empresa Nicolás Seminara y Cía., fundada en 1917 en Buenos Aires, que operó durante más de ochenta años en el país, realizó casi simultáneamente las obras de la Mercantil Andina y del Banco Hipotecario (en la otra esquina de la Plaza, Avenida España y Gutiérrez). La coincidencia de la construcción de ambas y la similitud del estilo contribuyeron a adjudicar erróneamente a Ramos Correas el proyecto y dirección técnica del Banco Hipotecario. Según la documentación existente y el testimonio del mismo Ramos Correas en 1986, el proyecto del Hipotecario fue responsabilidad de la Oficina Técnica de la institución y la vinculación de Ramos con el Banco se limitó a su función como perito técnico desde 1930. Los trabajos de la Mercantil, que comenzaron en 1926, finalizaron en el mes de noviembre del año 1928, y la recepción oficial y legal por parte de la empresa constructora se materializó el 7 de noviembre del mismo año. El costo total de los trabajos ascendió a la suma de $500.000, destinándose un total de $18.000 en concepto de honorarios profesionales de arquitectura e ingeniería2. El tipo y escala de la obra, así como las características de los elementos ornamentales y decorativos hicieron necesaria la participación de empresas, artesanos y productos que no se encontraban en Mendoza. Ramos Correas consiguió como director de la obra reunir la mejor mano de obra y empresas locales dedicadas a diferentes rubros de la construcción, con artesanos y empresas de Buenos Aires. La sismicidad regional introdujo otro factor de complejidad en la construcción de este edificio de cuatro pisos con estructura de hormigón armado. Si bien los profesionales proyectistas garantizaban una adecuada respuesta a éste en el diseño y la dirección técnica, se debía recurrir a una empresa con antecedentes en la construcción de este tipo de obras.3 La contratación de la empresa Seminara y Cía., que se promocionaba con experiencia en obras de hormigón armado, constituyó un nexo efectivo para establecer un vínculo en la provisión y compra de materiales y en la contratación de artesanos en Buenos Aires. Para el tratamiento de las fachadas Ramos contrató a José Catalá, frentista, a quien probablemente conocía de su práctica en el estudio de Gastón Mallet, así como a un artesano de “Hierros y Bronces Artísticos”: José Thenée quien realizó las obras de hierro forjado. Otros artesanos intervinientes

Edificio de La Mercantil, 1928 (Revista La Quincena Social, año X, 227, 15/10/1928) 1. La plaza se utiliza desde principios del siglo XX tanto para actos patrióticos, desfiles u homenajes como para protesta y espacio de confrontación política. Recordemos que en 1929 en medio de un mitin político balearon de muerte a Carlos W. Lencinas frente al Club de Armas (sobre España) y durante la Dictadura militar (1976-1983) las madres de Plaza de Mayo de Mendoza caminaban en torno del monumento del Libertador cada semana. 2. El costo de la obra es significativo para la época: un edificio de departamentos y locales comerciales de tres pisos de altura costaba algo más de $120.000, una residencia importante como la Casa Arenas tuvo un costo de obra de $250.000. 3. En Mendoza se desarrollaron numerosas empresas de edificación “contra temblores”, en las dos primeras décadas del siglo XX, la principal “La Constructora Andina” tuvo una importante producción en obras de hormigón armado. Sin embargo hacia 1925 ya estaba muy desmembrada y no hemos registrado actividad importante en la región (también trabajó en San Juan). Esto explica por qué se convoca a una empresa de Buenos Aires como Seminara para la obra. Cf. CIRVINI Silvia, “La edificación `contra temblores´. Aportes para un historia de la construcción sismorresistente en Argentina”, en Revista Historia de América 128, México: IPGH: enero/junio 2001. P.141-163.

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fueron J. Demars, un especialista en estucos, mármoles y piedra para las decoraciones de los interiores, los Hierros Artísticos de J. Diez de Oñate, y un artesano en vitrales, Miguel Casanova e Hijos, entre otros, fueron contratados en Buenos Aires. Como proveedores locales participaron los Talleres metalúrgicos de Sacco y Pigni (San José Mendoza), los proveedores de pisos calcáreos, las carpinterías, etc.

Descripción del edificio En las crónicas de su inauguración se habla del Palacio de la Mercantil. Esta denominación no podría haber sido más acertada. El edificio tiene una altura uniforme de cuatro pisos superiores (planta baja, primero, segundo y tercer piso), un nivel de subsuelo con una torre en la ochava que articula ambas fachadas. Tanto la volumetría, escala y morfología exterior como la torre articula ambas fachadas, en una característica propia del estilo de los palacios del renacimiento.4 El tratamiento de las fachadas también es característico: Un importante basamento que toma subsuelo y planta baja con paramento tratado de falsa sillería donde se destacan las rejas de las ventanas de excelente factura y diseño; luego el muro desnudo de los niveles superiores (1º y 2º piso), con austeras aberturas y finalmente un último piso (3º) muy ornamentado. Este piso tiene aberturas en dintel de medio punto, separadas por columnas con fustes de ricos bajorrelieves, con modillones que sostienen la baranda superior. Este elemento decorativo es una síntesis de la imagen de esta obra y junto a la torre le otorgan un carácter particular al edificio, de gran impacto escenográfico. La baranda está modulada en tramos iguales, señalados por pináculos platerescos, y trabajada con elementos vegetales y animales, que se repiten en el remate de la torre. El edificio cuenta con dos accesos: el de la ochava que corresponde al local de acceso público más importante (que en sus inicios y actualmente utiliza la empresa pero durante décadas ocupó el Banco Nacional de Desarrollo) y el que se halla sobre Necochea, que sirve para acceder a los pisos superiores e inferior en subsuelo. La planta tiene forma de “L”, con dos extensas fachadas5 y un patio interior que permiten iluminar y ventilar los locales en todos los niveles. La organización funcional del edificio, la disposición de circulaciones verticales y horizontales y la zonificación de las áreas en cada piso responden a un diseño completamente moderno.

4. Las crónicas de la inauguración consultadas fueron: Diario Los Andes, 30 de octubre de 1928, “Hoy inaugura `La Mercantil Andina´ su edificio propio”, Revista LA QUINCENA SOCIAL, X, 227, 15 de octubre de 1928, “Inauguración del edificio monumental de `La Mercantil Andina´”, s/p. 5. El frente sobre calle Avenida España es el más largo: 29,60 m, mientras que el desarrollado sobre calle Necochea mide 21,20 m. 6. Las superficies de cada nivel son: Sótano: 613 m2, Planta baja: 551 m2, 1º,2º y 3º piso: 491 m2. (fuente: Ficha Inventario PICT 13-14022, 2009, INCIHUSA CONICET).

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La planta baja, destinada a uso bancario durante décadas (funcionó allí el Banco Nacional de Desarrollo), es un gran salón con columnas de capiteles cartelados. Su flexibilidad permitió su uso como compañía aseguradora y como institución bancaria, definiendo básicamente dos sectores: área de público y área de empleados. Como esta planta fue proyectada para una institución bancaria, se la proveyó de tesoro y dependencias de seguridad adecuadas. Se ingresa a este nivel por el portal de la ochava. El subsuelo albergó originariamente un restaurant y café bar con acceso por calle Necochea, a través de una artesanal escalera ornamentada con mayólicas. También cuenta el edificio con dos ascensores (marca STIGLER-Milano-Italia) que se conservan en la actualidad. Los pisos superiores fueron ocupados: el 1º y 2º piso con oficinas de alquiler y por la empresa el 3º piso. Los dos niveles de la torre fueron destinados a archivo. La terraza fue techada con un estructura desmontable de aluminio en 1965 (Proyecto: Daniel Ramos Correas, Estructura: Ing. Justo Pedro). El edificio conserva su valioso equipamiento interior: cielorrasos, mayólicas, carpinterías, boiserie, mobiliario del 3º piso (gerencias), etc. El predio tiene una superficie aproximada de 614m2, con una superficie cubierta total de 2637m distribuidos en un sótano y los cuatro pisos superiores6, que conforman un basamento de 15m de altura uniforme con la torre en la esquina de 25m de altura desde el nivel de vereda. 2

La Mercantil Andina

Coronamiento de la torre y detalle del ingreso, 2010 (AHTER, INCIHUSA CONICET)

En el tercer piso se ubicaron las oficinas de la empresa propietaria, destinándose los dos niveles restantes a oficinas para alquiler. Los dos niveles de la torre tuvieron destino de archivo. Una de las características fundamentales del edificio lo constituye el hecho de contar con aire y luz en abundancia en todas y cada una de sus dependencias. En la fachada se torna evidente la intención de marcar la simetría con respecto al eje de acceso principal por la ochava. El esquema simétrico es de tal fuerza que no permite advertir las diferencias de longitud de los brazos laterales. Sobre una composición clásica renacentista esta vertiente del estilo se caracteriza por el rico tratamiento ornamental de las fachadas. Como obra arquitectónica -con todo su equipamiento- tiene un alto valor artístico y también como testimonio histórico, por su vinculación con el desarrollo económico de la región.

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Detalle del cielorraso vestíbulo, ingreso por Necochea y detalle del friso de la torre (AHTER, INCIHUSA CONICET) El renacimiento español es uno de los estilos dentro de una corriente artístico–arquitectónica que Ángel Guido denominó en forma amplia “Neocolonial” desarrollada en nuestro país -como en otros de América Latina- a partir de la segunda década de este siglo XX. Estuvo encuadrada dentro de un movimiento cultural más amplio que abarcó además de arquitectos a otros intelectuales de la literatura, las artes y la política, como Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas, A. Gallardo, etc., que buscaba dar respuestas al tema de la identidad desde una perspectiva nacional. Dentro de este movimiento un grupo de arquitectos, entre los que se hallaban Martín Noel y Alejandro Christophersen, defienden la posición que ubica a España como el modelo donde se debía inspirar esa “arquitectura nacional” a la cual se aspiraba dar forma. Esta obra es un testimonio de estas búsquedas.

La Mercantil en la actualidad El edificio mantiene sus características originales, tanto en su exterior: fachadas, volumetría, accesos, tratamiento ornamental y decorativo, como en su organización interior. Una reforma del año 1979 del 1º y 2º piso (eliminación de tabiques entre oficinas) no modificó sustancialmente su distribución interna. El 3º piso destinado a las principales dependencias de la empresa (gerencias) mantiene sus características primigenias su mobiliario y ornamentación originaria. Sería conveniente rehabilitar el uso público del sótano con un destino que permita integrarlo a la activa vida ciudadana de Plaza San Martín. A partir de fines de la década de 1950, en coincidencia con la apertura de una sucursal en la ciudad de Buenos Aires, la empresa La Mercantil Andina inicia un proceso de expansión y consolidación, que se extiende a varias provincias y ciudades del país. En 1978 la compañía de seguros es adquirida por el Grupo económico Pescarmona, quien hoy es su principal accionista; desde entonces se consolida y expande a casi todo el país. Actualmente la empresa cuenta con tres sucursales (Buenos Aires, Mendoza y Tres Arroyos) respaldadas con 45 agencias distribuidas estratégicamente en 14 provincias. El emblemático edificio no posee protección de legislación provincial pero sí en cambio está declarado Bien de Interés Municipal por la Ordenanza Municipal Nº 3037/91, que promueve el Registro, Protección, Conservación y/o Restauración de todos aquellos bienes que conforman el Patrimonio Cultural de la Ciudad de Mendoza.

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Mendoza y las obras públicas monumentales: la propuesta de Mallet - Dunant (1918) análisis de obras

Mendoza y las obras públicas monumentales: la propuesta de Mallet - Dunant (1918) Dra. Arq. Silvia Cirvini, Dra. Arq. Cecilia Raffa INCIHUSA- CONICET

Con el gran terremoto de 1861 Mendoza quedó en ruinas y desprovista de todos sus edificios públicos. La reconstrucción de los principales y más urgentes (Casa de Gobierno, Cárcel y Hospital) estuvo a cargo de Pompeyo Moneta quien luego organizará la Oficina de Ingenieros Nacionales en la presidencia de Sarmiento. Pero estas obras se hicieron con muy bajos presupuestos (administrados por la “Comisión Filantrópica” que reunía los fondos de ayuda a la provincia y los escasos aportes de la Nación), eran de sistemas de tierra armados con estructuras de madera, realizados con la urgencia y la precariedad de tiempos difíciles, parafraseando a Moneta, “para salir del paso”.1 Pero hacia principios del siglo XX, en medio de un clima de prosperidad económica y con la proximidad del Centenario de Mayo, el gobierno provincial advierte lo poco que Mendoza tiene para “mostrar” de su progreso y crecimiento y buscará modernizar y embellecer la aldeana ciudad con obras públicas nuevas, acelerar las que estaban en ejecución como el Parque del Oeste (1896) y reactivar los viejos proyectos truncos como el Monumento al General San Martín (Ley 1888). Muchas de estas iniciativas quedaron en los álbumes del Centenario, como “obras proyectadas”, otras se demoraron o cambiaron en el tiempo y finalmente algunas nunca se hicieron. En este contexto, en 1905, el gobierno provincial de Galigniana Segura había contratado al arquitecto Juan Buschiazzo para realizar los proyectos de importantes obras públicas (Legislatura, Tribunales y Casa de Gobierno). Estos proyectos ya concretados fueron remitidos a Mendoza hacia fines de 1906, pero al asumir el nuevo gobernador Emilio Civit en marzo de 1907 aún no se le habían pagado los respectivos honorarios. Buschiazzo debió iniciar un expediente reclamando el pago de los proyectos, que fueron abonados en enero de 1908.2

1. Respecto de la participación de Moneta en la reconstrucción posterremoto, cf.: CIRVINI, Silvia. “Mendoza. La arquitectura de la reconstrucción posterremoto (1863-1864)”. Publicado en: Revista Historia de América 108, Instituto Panamericano de Geografía e Historia. México: 1989. P. 171-188. 2. En esta actuación presentó su liquidación sobre la base del “Arancel de honorarios” estipulado por la Sociedad Central de Arquitectos, que habían sido aprobados en abril de 1906 y de los cuales adjuntó un ejemplar. A partir de entonces el Departamento de Obras Públicas de la provincia utilizaría estos aranceles para fijar los honorarios de otros profesionales contratados.

Palacio de Justicia frente principal (AM CEDODAL)

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Palacio de Gobierno. Vista posterior (AM CEDODAL) Los proyectos nunca llegaron a concretarse, sin embargo Civit, los incluyó como “propios” en el Álbum Argentino, una publicación de auto-homenaje a su labor que manda a editar poco tiempo antes de concluir su gobernación.

Palacio de Gobierno. Planta (AM CEDODAL)

La imagen de Mendoza que se retrata en el Argentino, es ante todo una imagen de progreso tanto técnico como económico. El registro, funciona como medio propagador a nivel local, nacional e internacional de acciones “modernas” que denotan el pensamiento que las impulsa, al tiempo que alimenta imaginarios respecto del espacio urbano y sus hacedores. En este sentido, el significado formal y estético del espacio urbano, refleja tanto los objetivos de quienes lo idean (encargándolo o proyectándolo), como los valores corrientes en determinados núcleos sociales: no puede explicarse plenamente si no es también en referencia a los grupos que lo han producido. En este caso los proyectos de los edificios de gobierno, son atribuidos a la dupla GireMolina Civit, integrantes del escogido grupo que rodeaba al mandatario y al cual le confiaba acciones específicas. El campo político supo vincularse por entonces, con agentes cuya participación en la obra pública llevaría no sólo a una buena resolución de los proyectos planteados sino que además dotaría de cierto prestigio y respaldo a la labor oficial y por añadidura a su promotor, en este caso Emilio Civit.3

3. Respecto de la contienda simbólica en el uso del espacio público entre Civit y Lencinas, cf.: RAFFA, Cecilia. “El espacio público como lugar de legitimación política: sobre las disputas entre Emilio Civit y José N. Lencinas, Mendoza 1910 y 1918”. En: Prohistoria 14, Rosario: 2010. 4. Cf. la labor de Álvarez en CIRVINI, Silvia, Nosotros los arquitectos. Campo disciplinar y profesión en la Argentina moderna, Mendoza: Zeta editores; 2004. P. 370.

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Otro de los grandes proyectos de obras públicas se llevó a cabo ya en la década del ´20 durante el gobierno de Alejandro Orfila. Raúl J. Álvarez, hijo del escritor, historiador y político mendocino Agustín Álvarez, obtuvo su título de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires en 1917. Fue miembro activo de la Sociedad Central de Arquitectos, de la que también fue secretario, y colaborador en la Revista de Arquitectura. En Mendoza se relacionó con grupos intelectuales y políticos- no oligárquicos- que lo vincularon con el lencinismo (vertiente local del radicalismo), lo cual le permitió participar directa o indirectamente en la obra pública desarrollada entre 1918 y 1930.4 Álvarez fue probablemente quien estableció el contacto entre la Sociedad Central de Arquitectos y el gobierno lencinista para la formulación y puesta en marcha del Concurso de Anteproyectos para el Palacio de Gobierno de Mendoza (1926) en el centro de la Plaza Inde-

Mendoza y las obras públicas monumentales: la propuesta de Mallet - Dunant (1918)

Palacio Municipal. Vista general (AM CEDODAL) Detalle de edificio para la Administración, y expansión del Hospital Provincial de Mendoza. Planta baja (AM CEDODAL)

pendencia. Participaron como miembros del jurado por la Sociedad Central de Arquitectos Alejandro Christophersen y Raúl Togneri y representando a los participantes Carlos Becker. Este concurso, en el que obtuvo el primer premio (entre 36 trabajos presentados) el proyecto de Pablo Pater y Alberto Morea, fue de cristalino e inobjetable desarrollo, con gran apoyo político del radicalismo y con la participación de la Sociedad Central de Arquitectos que garantizaba los mejores resultados a partir del sistema de concursos. El Palacio fue una de las más significativas operaciones materiales y simbólicas que se hicieron desde el centro de poder para definir la representación de lo que Mendoza a través de su arquitectura debía ser, en una proyección idealizada del futuro. Fue un acto simbólico dentro del proceso de legitimación de la dirigencia provincial. La intención de monumentalidad de la obra,

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Teatro. Perspectiva (AM CEDODAL) privilegió la utilización de determinada estética que agregaba valor simbólico al ya portado por el poder político: construir la casa de gobierno en el centro del espacio público más significativo: la plaza Independencia, la cual era a su vez, el centro del trazado de la Nueva ciudad posterremoto. La construcción de la obra se vio truncada por la revolución de 1930, y demolida a partir del proyecto de remodelación de la Plaza Independencia de Ramos Correas en 1940.5 Los proyectos de Gastón Mallet, fechados en 1918, se relacionan con este tipo de operaciones urbanísticas y arquitectónicas que buscaban dotar a la ciudad de un equipamiento público que aportara un plus simbólico y estético acorde al progreso económico y cultural de la región. El conjunto de planos que denomina “Mendoza Monumental” comprende: Palacio de Justicia, Palacio de Gobierno y Palacio Legislativo, edificios de tres niveles superiores: planta o piso bajo, entrepiso y primer piso, sobre un subsuelo semienterrado; edificio para el Departamento de Policía que suponemos es una reforma de la por entonces Casa de Gobierno (construida con proyecto de Moneta frente a Plaza Independencia, donde ahora está la Escuela Normal); proyecto de ampliación del Hospital Provincial, y una perspectiva que muestra el proyecto del “Teatro”, que remplazaría al antiguo Teatro Municipal (1870) en estado ruinoso hacia 1918.

5. El proyecto de Ramos Correas reutilizó una parte de la planta subsuelo de la Casa de Gobierno para ubicar allí un Mini - Teatro y el Museo de Ciencias Naturales.

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Los contactos del estudio Mallet Dunant con Mendoza pueden haber sido varios: el mismo gobernador José Néstor Lencinas, su hijo Carlos Washington o el “técnico” perteneciente a este grupo político: Leopoldo Suárez quien sería Ministro de Obras Públicas de Carlos W. Lencinas; todos tenían un contacto muy fluido con Buenos Aires. También pudo actuar de nexo entre el gobierno y Mallet el Arq. Raúl J. Álvarez que como dijimos participó de gran parte de la escasa obra pública concretada en los agitados gobiernos lencinistas. Estas hipótesis podrán ser revisadas, corroboradas o no, sólo a partir de investigación histórica acerca de este período, escasamente abordado aún por la historiografía, en parte porque son escasas las fuentes documentales primarias disponibles y también porque ciertas operaciones simbólicas sobre la memoria colectiva han sido exitosas: pareciera que entre Civit en el Centenario y los gobiernos conservadores del 30 y principios del 40 nada hubiera sucedido. Queda así planteado un interrogante y una puerta abierta para futuras explicaciones.

Gastón Mallet, arquitecto

Daniel Ramos Correas. Biografía Dra. Arq. Silvia Cirvini, Dra. Arq. Cecilia Raffa INCIHUSA- CONICET

Daniel Ramos Correas nació en Talcahuano, Chile, el 12 de mayo de 1898. Era hijo de José Antonio Ramos, de nacionalidad chilena e ingeniero en minas de profesión y de Elcira Correas, perteneciente a una tradicional familia mendocina, directamente emparentada con Dolores Correas, esposa de Juan Lavalle. Al fallecer su padre, se radica junto a su madre y sus cuatro hermanos en Mendoza, lugar de origen y residencia de la familia materna. Daniel tenía ocho años. Realizó la escuela primaria en el Colegio San Luis Gonzaga. Cursó el bachillerato en Santa Fe, en el Colegio de la Inmaculada (Compañía de Jesús) y luego estudió en la Escuela de Arquitectura dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, recibiendo su título el 12 de febrero de 1925. Discípulo de Karman y Villeminont, fue dibujante de Gastón Mallet mientras estudiaba en Buenos Aires. En el período en que Ramos fue alumno, entre fines de la década del ’10 y mediados de la del ’20, se había profundizado en la Escuela con la instalación de talleres (1915) la enseñanza académica, que se apoyaba en el dominio del dibujo, el profundo conocimiento de los estilos históricos y la acentuación de la formación artística de los estudiantes. Esas dotes de arquitectoartista le permitieron, al volver a Mendoza, desarrollar su obra en variados estilos. Fue el arquitecto de la burguesía mendocina. En su vasta producción existen desde obras historicistas y pintoresquistas (1924-1930 c.), hasta las decididamente modernas, a partir de 1945. En entornos suburbanos, nunca abandonó el pintoresquismo, estilo que evidenció su buen manejo ambiental signado por el uso de los materiales del lugar y el conocimiento de las condiciones climáticas. Su labor paisajística se desarrolló particularmente entre 1938 y 1943 cuando fue Director de Parques y Paseos de Mendoza, cargo a partir del cual pudo concretar la más significativa

Daniel Ramos Correas, c. 1953 (AHTER)

Plaza Independencia de Mendoza

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En el Teatro Griego, 1985 c (AHTER)

Plaza Aberastain, San Juan remodelación y refacción que recibieron los principales espacios verdes de Mendoza: el Parque General San Martín y la gran Plaza Independencia. La obra paisajística de Daniel Ramos Correas marca un hito en el tratamiento del paisaje en la región, tanto en la escala urbana como en la regional. Fue promotor del Concurso Internacional para el Plan Regulador de Mendoza (1940). En 1944, Ramos fue contratado para el estudio del Plan de Urbanización, Ampliación y Verdes de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia. Recibió en 1951 el premio “Ayuntamiento de Madrid” en la 1ª Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte debido a sus notables realizaciones paisajísticas en Mendoza. En 1957 fue convocado por el Comité de Reconstrucción de San Juan para efectuar trabajos de paisajismo urbano y obras públicas. Fue presidente de la Comisión Especial para el Planeamiento Urbano y Código de Edificación de la Ciudad de Mendoza (1959-1961) y actuó interinamente como intendente municipal en 1963. En su carrera docente fue profesor y vicedecano, y uno de los fundadores en 1961 de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza, junto a Enrico Tedeschi. Esta experiencia didáctica de avanzada, sobre la base de las escuelas modernas de EEUU, sellaría una amistad de por vida con Tedeschi. En 1965 recibe en Washington la distinción de Honorary Fellow del American Institute of Architects. Fue miembro fundador de la Sociedad de Arquitectos regional Cuyo y presidente de la Unión Argentina de Sociedades de Arquitectos (1963-1967). De importante inserción en los sectores dirigentes de Mendoza, fue amigo personal de los gobernantes conservadores y tuvo una estrecha relación con la curia mendocina. En lo arquitectónico fue un referente durante décadas. Ramos Correas le dejó a Mendoza una serie de obras (historicistas, pintoresquistas y modernas), que marcan hitos en la historia urbana de la ciudad. Pero su labor como paisajista fue, por la escala de las intervenciones, de mayor trascendencia e impacto ya que abrió un camino que orientaría y determinaría una nueva forma de entender la relación simbiótica entre arquitectura y paisaje. Daniel Ramos Correas en la puerta de su casa (AHTER)

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Daniel Ramos Correas falleció en Mendoza el 9 de mayo de 1991, a los 93 años de edad.

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