Hacia una economía con Trabajo Decente
LAS MUJERES Y LA PRECARIEDAD DEL TRABAJO EN LA ECONOMÍA INFORMAL Hacia una economía con Trabajo Decente (El caso de Lima y Huaura) María Bastidas Aliaga
Asociación de Desarrollo Comunal
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
LAS MUJERES Y LA PRECARIEDAD DEL TRABAJO EN LA ECONOMÍA INFORMAL Hacia una economía con Trabajo Decente. El caso de Lima y Huaura © María Bastidas Aliaga ©
ADC Asociación de Desarrollo Comunal Pablo Bermúdez N° 177 - Of. 407 - Sta. Beatriz, Lima - Perú Telefax 424-8593 www.adc.org.pe e-mail:
[email protected] Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 201116372 Diseño, diagramación, producción gráfica e impresión: esquema-ediciones Av. Ignacio Merino 1652 - Lince Telf.: 471-4239 Tiraje 1,000 ejemplares Primera edición, diciembre 2011 Lima - Perú La autora y la ADC autorizan la copia, difusión y citado del libro o parte de él en cualquier medio y formato, siempre que se indique la fuente y su autora, y sea sin fines de lucro. La reproducción del texto con fines comerciales queda expresamente prohibida sin el permiso de la editora. Toda obra o edición que utilice estos textos, sin fines de lucro, deberá conceder estos derechos expresamente mediante la inclusión de la presente cláusula de copyright.
Contenido
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Hacia una economía con Trabajo Decente
CONTENIDO
Dedicatoria Agradecimiento Prólogo 0
Presentación Introducción CAPÍTULO I MARCO TEÓRICO: GÉNERO, POBREZA, TRABAJO DECENTE Y ECONOMÍA INFORMAL 1.1. Las interrelaciones entre género, pobreza y trabajo 1.1.1.
Aproximaciones al concepto de género
1.1.2.
La pobreza y el género
1.1.3.
Género y trabajo
1.2. Aproximaciones al trabajo decente, género y economía informal 1.2.1.
El trabajo decente con enfoque de género
1.2.2.
Articulaciones entre trabajo decente y economía informal
1.2.3.
Las mujeres, el género y la economía informal
CAPÍTULO II APROXIMACIONES A UNA TIPOLOGÍA DEL TRABAJO DE LAS MUJERES EN LA ECONOMÍA INFORMAL DEL PERÚ 2.1. El trabajo a domicilio: las trabajadoras a domicilio 2.1.1.
Definición y clasificación del trabajo a domicilio
2.1.2.
Regulación y derechos de los/as trabajadores/as a domicilio
2.1.3.
Derechos y beneficios de los/as trabajadores/as a domicilio
2.1.4.
Obstáculos en el trabajo a domicilio
2.2. El trabajo agrícola: las temporeras o jornaleras agrícolas 2.2.1.
Definición y clasificación
2.2.2.
Obstáculos en el desarrollo del trabajo temporal
2.3. El trabajo doméstico remunerado: las trabajadoras del hogar 2.3.1.
Definición y clasificación
2.3.2.
Regulación del trabajo doméstico
2.3.3.
Obstáculos en el trabajo doméstico
2.4. La venta ambulante: las trabajadoras ambulantes o “autónomas” 2.4.1.
Definición y clasificación
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
2.4.2.
Relevancia social del trabajo ambulante
2.4.3.
Obstáculos en el trabajo ambulante
CAPÍTULO III LAS TRABAJADORAS DE LA ECONOMÍA INFORMAL EN LIMA Y HUAURA 3.1. Las trabajadoras de la economía informal en Lima 3.1.1.
Características generales
3.1.2.
La fuerza laboral
3.1.3.
Derechos laborales
3.1.4.
Protección social
3.1.5.
Participación y diálogo
3.2. Las trabajadoras de la economía informal en Huaura 3.2.1.
Características generales
3.2.2.
La fuerza laboral
3.2.3.
Derechos laborales
3.2.4.
Protección social
3.2.5.
Participación y diálogo
3.3. Hacia un trabajo decente para las trabajadoras de la economía informal: De los problemas a las soluciones 3.3.1.
Problemas de las trabajadoras de la economía informal
3.3.2.
Demandas de las trabajadoras de la economía informal
3.3.3.
Desafíos de las trabajadoras de la economía informal
3.3.4 .
Temas globales para incluir en una agenda de género
CONCLUSIONES RECOMENDACIONES BIBLIOGRAFÍA ANEXOS
Dedicatoria
Hacia una economía con Trabajo Decente
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Dedicatoria
A mi querida madre Paulina y mi querido padre Rigoberto Bastidas por haberme dado la vida y sembrado en mi los cimientos de la igualdad y la justicia.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
Agradecimiento Hacia una economía con Trabajo Decente
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Agradecimiento
No es fácil plasmar en pocas líneas el inmenso agradecimiento a tantas personas queridas que han colaborado para que este libro salga a la luz. Mi gratitud eterna a todas las mujeres y amigas trabajadoras de la economía informal que me han proporcionado una valiosa información a través de sus experiencias, sueños y desafíos. A la Generalitat Valenciana y a la Fundació Pau I Solidaritat de Comisiones Obreras de Valencia, en especial a Ofelia Vila, Directora de la Fundació, por la oportunidad y la confianza de encomendarme la realización de este estudio. A todo el Equipo Técnico de ADC, particularmente a María Sussy Ampudia, Directora Ejecutiva, por su paciencia y apoyo incondicional, a Mónica Pollera, a Fernanda Giorgi, a Maritza Torres, a Ángel Meneses, economista y docente de la Universidad Nacional del Callao, por la colaboración en el tratamiento de la información estadística. La elaboración de cada una de estas páginas ha sido posible gracias a la reflexión compartida de colegas con los/as que me siento en deuda, María Elena Valenzuela, Especialista de Género y Empleo de la Oficina Internacional del Trabajo para América Latina y el Caribe: Mario Tueros, Especialista y ex funcionario de la OIT para los Países Andinos: Julio Gamero Requena, Economista y docente de la Universidad Nacional de Ingeniería, profesionales de alto nivel cuyos aportes han enriquecido y perfeccionado este trabajo. No puedo obviar el apoyo incondicional de mis hermanas/os, de manera muy especial el de mi hermana Miriam quien ha sabido compartirme sus reflexiones, siempre apoyando mis ideales y brindándome su apoyo técnico, personal y emocional.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
Prólogo
Hacia una economía con Trabajo Decente
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Prólogo
os nuevos escenarios de desarrollo que se plantean frente a las consecuencias de la crisis mundial y la incapacidad de las economías para generar trabajo decente para el conjunto de las personas en edad de trabajar está relevando otras dimensiones, más allá de las tradicionalmente incorporadas en las políticas de desarrollo, como un requisito para lograr estilos de crecimiento que conduzcan a una mejor calidad de vida para mujeres y hombres. El abordaje de este tema exige reflexionar sobre los efectos del crecimiento económico en las desigualdades socioeconómicas y de género, en el empleo de las mujeres y la evolución de la pobreza. Esto implica también incorporar la dimensión de género en el debate sobre las estrategias de desarrollo, aportando un marco analítico que incorpore una nueva noción del trabajo (que incluye el trabajo productivo y el reproductivo) y los derechos de las mujeres como una condición para que el crecimiento económico se traduzca en bienestar para toda la población. La actual coyuntura constituye una oportunidad indeclinable para incorporar la equidad de género como una de las metas prioritarias para avanzar hacia estilos de desarrollo justos e incluyentes. El debilitamiento del paradigma de la desregulación del mercado (asociado a las recomendaciones de política pública promovidas por el Consenso de Washington), conjuntamente con la recuperación de la legitimidad de la intervención del Estado en la economía, otorgan un marco promisorio para la discusión sobre políticas públicas y estrategias concretas para promoverlas. Asimismo, la recuperación de cierto equilibrio y solvencia fiscal dota a los gobiernos de mayores grados de libertad para impulsar políticas, lo que resulta imprescindible para promover un cambio transformador. La persistente incorporación de las mujeres a la fuerza laboral es uno de los hechos más importantes de la dinámica de los mercados laborales de la región en las últimas décadas. El Perú está entre los países con mayor tasa de participación laboral femenina de América Latina, la que alcanza al 63% en áreas urbanas. Cifra que se sitúa muy por sobre el promedio regional. Sin embargo, esta creciente presencia de mujeres en el mercado laboral no ha estado exenta de obstáculos, que las mantienen con un persistente déficit de trabajo decente. La evidencia demuestra que las mujeres manifiestan mayores dificultades relativas en el acceso al empleo en general, y al empleo decente en particular. Esto es así, porque la dinámica del mercado laboral, de los actores que en él participan, y de las instituciones que lo componen, no son neutrales en términos de género, sino que por el contrario son expresiones de las relaciones de género prevalecientes. Es así como la tasa de participación de las mujeres sigue siendo notoriamente menor que la de los hombres. Además, esta es más alta y estable para las mujeres de mayor nivel educativo
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
y mejor posición socio-económica y más baja y mucho más inestable para las mujeres con menores niveles educativos y provenientes de hogares de menor nivel de ingresos. Las mujeres – especialmente las mujeres pobres —siguen sobre— representadas en ocupaciones de menor calidad y mayor informalidad, en actividades por cuenta propia, en sectores de bajo nivel de productividad y remuneración, en el empleo en el servicio doméstico —caracterizado por un menor nivel de protección normativa y pobres condiciones de empleo— y en empleos, en microempresas asociadas a producciones de subsistencia. Las mujeres son minoría entre los empleadores y poseen una desproporcionada baja participación en la propiedad de la tierra y del capital productivo y tecnológico. Además, tienen un menor acceso a las fuentes crediticias y mayores barreras al desarrollo de empresas. Factores culturales, económicos e incluso legales están detrás de esta situación. Una de las principales raíces de la persistencia de estas desigualdades es la división sexual tradicional del trabajo. En particular, el hecho de que la paulatina mayor incorporación de las mujeres en el mercado laboral no se ha dado con una simultánea incorporación, de la misma magnitud, de los hombres a las tareas domésticas y de cuidado. Lo cual se agrava por el hecho de que todavía es insuficiente la oferta de servicios públicos de cuidado, y el acceso a servicios de mercado está restringido a los hogares de mayor nivel socioeconómico. Así, la inequidad característica de las economías latinoamericanas encuentra un espacio de potenciación al segmentar las oportunidades laborales entre las propias mujeres, relegando a aquellas con con menores niveles educativos, escasa calificación y mayores cargas familiares a los sectores más excluidos de la participación económica. Para comprender la manera en que el orden de género atraviesa el mundo del trabajo, es necesario reflexionar sobre la forma en que se resuelve la reproducción de las personas, incluso aquellas que constituyen la fuerza de trabajo en busca de empleos decentes. Por esto es necesario vincular el trabajo productivo, con el trabajo reproductivo, ya que es la posición simultánea de las personas en ambos ámbitos lo que definirá su situación de vida. En la estructuración de la dinámica producción/reproducción se identifican determinantes fundamentales de la subordinación económica de las mujeres. Este libro entrega importante evidencia empírica sobre la dificultad que enfrentan las mujeres para acceder a puestos de empleo de calidad y a recursos productivos y la necesidad de que estos problemas sean abordados desde las políticas públicas, ya que el empleo, ya sea estrictamente asalariado, o bajo formas de trabajo remunerado por cuenta propia, es el medio principal y socialmente más legitimado para acceder a un ingreso monetario. El empleo es el ámbito donde el trabajo humano adquiere reconocimiento social y es uno de los principales espacios de desarrollo de redes y de relaciones sociales interpersonales. El mercado de trabajo es, por lo tanto, un espacio que define la situación de inserción social de las personas y del propio proceso de integración del conjunto del sistema social. En este marco, la noción de trabajo decente, definida como un trabajo productivo desarrollado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social, es el gran desafío a lograr. La posición de las personas respecto del trabajo decente es una determinante clave en
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su situación de vida. Cuanto más extendida sea la inserción de las personas en un trabajo decente, mayor será la posibilidad de promover y sostener mejores estándares de vida. Este libro entrega nuevos conocimientos de gran relevancia para entender la forma en que la estructuración genérica del mundo del trabajo deriva en una subordinación económica de las mujeres, que además de afectar su autonomía personal, limita las posibilidades de su contribución a la superación de la pobreza y al desarrollo económico. Focaliza su reflexión en un área crucial para las políticas públicas en Perú, la economía informal. Analiza sectores que representan una importante proporción de la fuerza laboral, que contribuye de manera significativa a la generación de la riqueza en el país. Sin embargo, este grupo concentra los mayores niveles de precariedad laboral y déficit de trabajo decente. El llamado es a transformar la dinámica reproductora de la desigualdad en el mercado de trabajo, requisito indispensable para la construcción de sociedades más democráticas. María Elena Valenzuela Especialista de Género y Empleo Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
PRESENTACIÓN Hacia una economía con Trabajo Decente
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Presentación
urante mucho tiempo la Fundación Pau i Solidaritat viene trabajando con la Asociación de Desarrollo Comunal - ADC y, tiene el regalo de conocer a María Bastidas, Presidenta de dicha entidad.
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Cierto es que se trabaja para las Organizaciones, pero también lo es que éstas cobran prestigio cuando las personas que las integran las orientan para conseguir sus loables objetivos. Este es el caso de María Bastidas, mujer que lucha día a día por conseguir una igualdad real entre hombres y mujeres, que conoce la discriminación que en todos los campos de la vida sufrimos las mujeres y que no duda irse al último rincón de su tierra para hacer escuchar su voz y hacerles saber a las mujeres que no están solas, que hay una voz que clama constantemente y donde sea necesario, por la igualdad. María ha conseguido que las mujeres se empoderen, que tomen conciencia de género y aprendan que la superación de las dificultades es posible y que todas juntas estemos donde estemos y ocupemos el cargo que sea, lo conseguiremos. A María Bastidas, autora del libro, me une una profunda amistad y la íntima convicción de que por ser mujeres no merecemos menos relevancia, presencia y participación societaria que nuestros compañeros del sexo masculino, escribo estas líneas y con ellas, quiero destacar la extraordinaria tarea que se encuentra detrás de estas páginas impresas, el empeño laborioso con el que se ha recopilado toda la normativa y el afán exhaustivo y riguroso con el que se analiza el trabajo de las mujeres en la economía informal. Es imprescindible la sensibilización permanente de las mujeres y de toda la sociedad, para que puedan defender sus derechos. Encontramos en esta magnífica publicación un nuevo paso hacia el objetivo final, que cada vez más personas pretendemos, la igualdad entre hombres y mujeres y sin la cual no es posible la equidad social y la democracia auténtica. Estoy convencida de que el libro contribuye a arrojar más luces sobre el hecho de que las mujeres seguimos sin tener unas condiciones de trabajo dignas. Sólo cuando esta situación se corrija, en un futuro que espero no se encuentre mucho más lejos, las mujeres podremos superar todas las trabas sociales que nos confinan a un injusto segundo plano, situación que pone en evidencia la falsedad y anacronismo de todas las coartadas que limitan nuestras capacidades de transformación e incidencia en la vida político social y en la historia. Las reivindicaciones que resuenan en esta publicación, acompañadas de un profundo y correcto análisis de la situación, reflejan el compromiso de todas las mujeres que estamos en esta lucha, silenciosa muchas veces, reclamada por muchas otras, constante y cada vez más efectiva.
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En este sentido, el enfoque de género resulta ser nuestra mejor arma y aliada para construir todo lo que aquí se expone. Es importante hacer esta consideración, porque somos las mujeres las que sufrimos precariedad absoluta en el mercado laboral, a las que nos cuesta mucho superarla, por los múltiples factores que lo impiden. Pero no nos equivoquemos que, aunque se quiera ocultar tras argumentos fundamentados en la tradición, la cultura, la historia, se trata de factores preponderantemente económicos. Es necesario develar el trasfondo real de esos argumentos si queremos que se supere la misoginia y las falacias de género que aún prevalecen en nuestra sociedad, en nuestra cultura, en nuestro ámbito laboral y vital; si queremos lograr normas igualitarias e instrumentos públicos que obliguen a las empresas e instituciones a implantar la igualdad de género y convertirla en vivencia constitucional real, más allá de las buenas palabras. Las terribles estadísticas de la situación de las mujeres en la economía informal, en los contratos (cuando existen), en los horarios de trabajo interminables, en la doble y triple jornada laboral, en las dificultades que tenemos para alcanzar los puestos de toma de decisiones, en las situaciones de abuso laboral y sexual, nos impulsan a promover y destacar publicaciones como esta, por su contribución indudable a la formación de una conciencia personal y colectiva necesaria para superar la lacra de la discriminación y la desigualdad social que suponen esas condiciones de trabajo. Es importante que nosotras interioricemos la conciencia de género y nos empoderemos, apreciándonos a nosotras mismas, a nuestros valores de igualdad, justicia y equidad. Asimilando que estamos perfectamente capacitadas para realizar cualquier tipo de tarea y que lo que nos falta es más preparación, formación y conocimientos, tener acceso al poder y a los sectores donde se toman decisiones respecto al desarrollo de nuestros países. Por ello, todas las mujeres debemos hacer un pacto muy firme para sumar esfuerzos a fin de superar las discriminaciones contra cualquiera de nosotras, pacto que debe estar respaldado por todos/as los/as demócratas de modo que cuente con el impulso necesario para alcanzar esta meta. Gracias a María, por contribuir al objetivo de la igualdad y permitidme, a modo de cierre, que haga una llamada a la unidad de las mujeres de todo el mundo.
Ofelia Vila Hernández Secretaria de Cooperación Internacional de CCOOPV y Movimientos Sociales Comisiones Obreras del País Valenciano (CCOO PV) – España.
INTRODUCCIÓN Hacia una economía con Trabajo Decente
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Introducción
omo señala la OIT1, el comercio, las inversiones y la tecnología, de presentarse en condiciones adecuadas, pueden ofrecer a los países menos desarrollados oportunidades para mejorar la calidad del empleo, pero el proceso actual de globalización no es suficientemente preponderante o justo y los beneficios no se reparten correctamente dejando al descubierto los problemas de la mala gobernanza. Al respecto, en las conclusiones de la 90ª Conferencia Internacional del Trabajo2, se señala que la informalidad es ante todo una cuestión de gobernanza, que se ha generado por la aplicación de políticas macroeconómicas y sociales inadecuadas e ineficaces, en general, no avaladas por consultas tripartitas, y con carencia de marcos jurídicos y de instituciones adecuadas que permitan aplicar de forma correcta las leyes.
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En el mismo sentido incide el Informe del Director General de la OIT a la Conferencia Internacional del 2003 —en su 91ª sesión—. Así, alerta sobre la necesidad de superar la pobreza mediante el trabajo decente, señalando que el problema de acceso de los trabajadores y las trabajadoras de la economía informal a los derechos básicos establecidos de forma general depende del funcionamiento justo y equitativo de los mercados de trabajo. A través de los años se han profundizado los análisis, estudios y caracterizaciones de la economía informal en el mundo, lo que sin duda influye en la orientación y aplicación de las políticas y programas relacionados con el conjunto de sectores y unidades productivas que con diversa heterogeneidad constituye este ámbito de la economía. En el presente estudio se retoman, desde el punto de vista conceptual y sociológico, los planteamientos de la Resolución OIT 2002 sobre el trabajo decente y la economía informal, para mejorar la aproximación práctica sobre el conjunto de empleos informales, tanto los que se ubican en empresas formales, como los que existen en empresas no formales, o en general en una gran cantidad de actividades informales, y para comprender mejor la complejidad de circunstancias, condiciones y factores con que se desarrollan esos puestos de trabajo. A diferencia de la aproximación tradicional sobre Sector Informal Urbano (SIU, 1993)3 y economía informal, donde el centro de análisis eran las unidades productivas —las microempresas— y con la consecuente tendencia a formalizar a las empresas y a dirigir la 1 2 3
OIT: 90ava Conferencia Internacional del Trabajo. IV Informe. El trabajo decente y la economía informal. Conclusiones, punto 14. Ginebra, 2002. Op. cit. punto 15. OIT: XV Conferencia de Estadísticas del Trabajo. Resolución sobre las estadísticas del empleo en el sector informal. Ginebra, 1993.
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atención sólo al patrono o conductor microempresario. Con el nuevo enfoque de la OIT que enfatiza la noción de “trabajo decente”, como categoría para designar no sólo al trabajo dependiente o subordinado sino también, abarca el autoempleo, el trabajo a domicilio, el desarrollo de tareas domésticas y toda la gama de labores que se desarrollan en cualquier sector de actividad y también en la economía informal. Asimismo, se refiere al cumplimiento de ciertos estándares que hacen que las personas se realicen dignamente mediante el trabajo y valoren positivamente su ocupación.4 A partir de este giro, se comienza a poner la atención a las personas, independientemente del sector al que pertenecen y se procura formalizar a los y las trabajadoras a fin de que éstas no continúen “ocultas” por la orientación de las políticas y programas. Un indicador clave para ello, es la adscripción de los trabajadores y las trabajadoras a la seguridad social, una persona trabajadora adscrita a la seguridad social deja de ser informal o, a la inversa, toda persona trabajadora sin seguridad social es informal. En esta perspectiva, nos interesa destacar los cuatro sectores de estudio definidos en la presente investigación: trabajadoras a domicilio, trabajadoras del hogar y trabajadoras agrícolas o ambulantes, que constituyen la gran cantidad de personas que no pueden ser atendidas por la demanda de trabajo poco vigorosa y que en ausencia de esquemas de protección social, como el seguro de desempleo, se ven obligadas a “inventarse” un empleo recurriendo al único factor del que disponen: su propio trabajo. La baja relación capital-trabajo impone productividades muy bajas y, en consecuencia, ingresos también bajos. No es casual, por ello, que la mayoría de los trabajadores de la economía informal sean mujeres y además estén desprotegidas y en situación de pobreza. Cabe indicar, que los tres primeros colectivos de mujeres de la economía informal: trabajadoras a domicilio, del hogar y trabajadoras agrícolas, comparten la misma condición de asalariadas disfrazadas de independientes. En cuanto a las ambulantes, es útil hacer una distinción puesto que si bien son “autónomas”, en realidad tampoco lo son plenamente, sino que forman uno de los principales subgrupos del trabajo por cuenta propia, que tienen problemáticas diferentes. La situación de las ambulantes, motivo del presente estudio es ilustrativa pero no única. Sería interesante hacer una discusión de las condiciones de las trabajadoras independientes que mantienen relación laboral con entidades del estado a través de contratos de servicios no personales o de Contrataciones Administrativas de Servicio (los denominados CAS) y, examinar la situación de informalidad y discriminación de género que fomentan. Otro grupo que también tiene vínculos con las ambulantes, pero que se les puede considerar algo más independientes (o quizá vinculan su seudo-independencia a un asalariamiento encubierto del Estado) son las trabajadoras de los comedores populares y entidades comunitarias similares que pese al trabajo que realizan no son reconocidas como trabajadoras.
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Puede verse informe sometido a la 87ª Conferencia Internacional del Trabajo, 1999. Oficina Internacional del Trabajo, Memoria del Director General: Trabajo Decente. Ginebra, junio de 1999.
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Ahora bien, es importante mencionar que el trabajo en gran parte de los países en desarrollo, como es el caso del Perú, siempre ha sido precario en la medida en que se lo vinculó, y se sigue haciendo, estrechamente con la economía informal. Aunque el término “trabajo precario” se está profundizando a nivel internacional, su definición sigue siendo ambigua y multifacética. En el Simposio de ACTRAV de la OIT se ha tratado de limitar el alcance a algunas categorías que engloban a la mayoría de personas trabajadoras que más sufren las consecuencias de las modalidades de trabajo precario. Concretamente, el simposio abarco dos categorías de arreglos contractuales (la limitada duración del contrato: plazo fijo, corto plazo, temporal, estacional, trabajo a jornal y empleo ocasional; y la naturaleza de la relación del trabajo: relaciones de trabajo triangulares y encubiertas, falso autónomo, contrato de agencias o subcontratistas) que se identifican por cuatro condiciones laborales precarias (salario bajo, escasa protección frente al despido, falta de acceso a la protección social y a los beneficios que se suelen asociar con un empleo estándar de tiempo completo, posibilidad limitada o nula de los trabajadores a ejercer sus derechos en su trabajo).5 La OIT ha desarrollado un indicador crudo pero representativo del empleo vulnerable para reflejar esta realidad. En él se incluyen tanto a los “trabajadores por cuenta propia”, así como a las integrantes de las familias que trabajan, que generalmente son mujeres. Estas trabajadoras se consideran las más vulnerables porque tienen menos posibilidades de gozar de un contrato de trabajo formal, acceder a los beneficios y los programas de protección social y corren más riesgos de padecer los efectos de los ciclos económicos. Así, para la gran mayoría de los y las trabajadoras en países en desarrollo, el acceso a un trabajo seguro con protección social sigue siendo una meta, según refiere el informe de la OIT sobre tendencias de empleo, 2010. Ahora bien, según la división tradicional sexual del trabajo las mujeres históricamente han trabajado en la casa o en un trabajo no estándar. En nuestros días la gran colectividad femenina en su mayoría sigue desempeñándose en actividades laborales de sectores precarios por tradición, como es el trabajo del hogar, el trabajo a domicilio, el procesamiento de alimentos, la industria electrónica y el sector de la confección. Alcanzar independencia económica6 llega a ser una meta de alcance para muchas mujeres que no tienen otra opción que ocupar puestos laborales de tiempo parcial. Las cifras indican que las mujeres en el mundo son las más afectadas por las modalidades de trabajo precario. En España, un tercio de las mujeres están empleadas mediante contratos de plazo fijo. En Corea, dos tercios de las trabajadoras tienen contratos precarios, y sus salarios llegan al 40% del salario usual de los hombres.7 Las condiciones de trabajo abusivas se dan inclusive en los sectores en los que las mujeres son mayoría. Muy frecuentemente se emplea precariamente a jóvenes migrantes, provenientes de las zonas rurales con bajo nivel 5
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OIT: “Políticas y regulaciones para luchar contra el empleo precario”. Informe preparado para el Simposio Regulaciones y políticas para combatir el trabajo precario organizado por la Oficina de Actividades para los Trabajadores (ACTRAV) de la OIT. Ginebra, 2011, p. 7. CSI: “Vivir con inseguridad económica: mujeres y trabajo precario”. Bruselas, 2011, p. 17. Menéndez, M., Benach, J., Mundaner, C., Amable, C. y O´Campo. “Is precarious employment more damagigin to women´s health tha me´ns?”, Social Siciencie&Medicien, 2007. vol. 64, p. 776-781.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
de formación y educación. Dado que estas mujeres tienen escaso poder de negociación y enfrentan obstáculos casi insuperables para afiliarse a un sindicato y negociar colectivamente, la mayoría de estas trabajadoras se encuentran en gran necesidad de protección.8 En el Perú, a pesar de que el ciclo económico expansivo representa una oportunidad de mejora del bienestar de la población mediante el mejoramiento de los empleos existentes y la generación de nuevos empleos de calidad, los indicadores principales reportan un severo déficit. El crecimiento del empleo en empresas formales de mayor tamaño y sectores de productividad media contrasta con la ausencia de medidas destinadas a incrementar la producción sectorial y reforzar decididamente el marco institucional que extienda la sindicalización y amplíe la cobertura de la negociación colectiva. La generación masiva de empleos sin contrato y empleos temporales así como la marcada brecha entre la productividad laboral y los ingresos, evidencian que el objeto de generación de trabajos decentes aún no es esencia de las acciones desarrolladas por los sucesivos gobiernos. Desde el punto de vista de los fundamentos macroeconómicos, la carencia de una auténtica política social que promueva el desarrollo humano, plantea el riesgo de que el crecimiento sea volátil perdiéndose la inmejorable oportunidad para cimentar el bienestar de la población sobre bases igualitarias.9 Las leyes, las políticas y los programas concretos en el país no han afrontado los factores responsables de la informalidad, no han estado acordes con las necesidades de la población peruana, ni han extendido la protección a todos los/as trabajadores/as a fin de eliminar las barreras de entrada a la economía formal. Muchas de las barreras son legales y administrativas 8 9
CSI: Op. cit. p. 19. Gamero, P., Balvín, E.: “Diagnóstico y agenda de los trabajadores para los candidatos presidenciales”. Documento de Trabajo. Lima, 2011, p. 8.
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y van más allá del marco formal, pues el obstáculo más obvio es el reducido ámbito de aplicación de la norma o injerencia de la institución responsable que afecta su funcionamiento efectivo. Durante las tres últimas décadas las mujeres peruanas han logrado significativos progresos, pues se han incorporado masivamente al mercado de trabajo y han aumentado sus niveles de escolaridad y de participación en los espacios políticos y económicos, pero las cuotas de desigualdad persisten. Aún padecen discriminaciones en el trabajo, perciben menores ingresos en comparación a los hombres, están sobre-representadas en la economía informal y son la mayoría entre la población en situación de pobreza. Así, de cada cinco personas en situación de pobreza, tres son mujeres, las cuales por su bajo nivel educativo encuentran en el sector informal a su única posibilidad de sobrevivencia. El carácter estructural que adquieren estos problemas demanda una voluntad política y un esfuerzo concertado que vaya más allá de acciones destinadas a promover la igualdad formal. No sólo basta que hombres y mujeres tengan el mismo punto de partida, se requiere además garantizar condiciones para que el trayecto que sigan permita a ambos llegar a la meta. En este sentido, se requiere de una igualdad sustantiva que implica una real redistribución de recursos y de poder.10 En este marco la Asociación de Desarrollo Comunal —desde su fundación en 1995—, se propuso aportar a la edificación de un Perú con igualdad de género, con participación política, concertación social y la práctica de valores que procuren el ejercicio efectivo de los derechos ciudadanos, a partir de acciones de promoción del liderazgo femenino y de impulso sostenido y permanente de la autonomía y empoderamiento de las mujeres en su reconocimiento como un sector poblacional tradicionalmente excluido y en desventaja social, económica, política y cultural. La OIT planteó el reto de integrar el enfoque de género en la agenda de trabajo decente con el objetivo de promover y favorecer la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el mundo laboral. ADC hace suyo este desafío desde uno de sus proyectos más importantes: “Trabajo Decente para las Mujeres del Perú” (TRABDEC III FASE) promoviendo la capacitación, fortalecimiento organizativo y promoción de la equidad de género en el ámbito laboral, con el auspicio de la Fundación Pau i Solidaritat de Comisiones Obreras de Valencia y el financiamiento de la Generalitat Valenciana de España. Este proyecto, que busca disminuir las situaciones de discriminación e inequidad de género en el ámbito laboral, se implementa en un contexto creciente de desigualdad y discriminación de género caracterizado por la segregación por sexo (menos salario en trabajos de igual valor), menor acceso a la capacitación técnica y profesional, mayor desempeño y acceso a trabajos del sector informal, acoso sexual, doble jornada de trabajo productivo-reproductivo y condiciones de empleo extremadamente precarias. Así, la intervención de ADC se orienta 10
Recomendación General N° 25 del Comité de CEDAW de Naciones Unidas.
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a fortalecer las capacidades de las organizaciones comprometidas en lograr la igualdad de derechos, de responsabilidades y de oportunidades en el ámbito del trabajo a partir de diferentes estrategias de intervención como la capacitación, la promoción, la sensibilización y la investigación. El empoderamiento de las mujeres trabajadoras de la economía informal representa un elemento clave para ADC. Por ello, se propuso efectuar el presente estudio con la finalidad de analizar las características y magnitud del déficit de la equidad de género en los cuatro objetivos estratégicos de la Agenda de Trabajo Decente (derechos, empleo, protección social y diálogo social) en la economía informal, con especial diligencia en las limitaciones existentes respecto a estos cuatro componentes así como en el rol potencial de cada uno de los actores del sector laboral con respecto a la efectividad del trabajo decente y al diseño e implementación de una política que lo impulse de modo efectivo. La hipótesis básica es que las condiciones de exclusión, discriminación y pobreza que afectan a gran parte de la población peruana, y en mayor proporción a las mujeres, les impiden acceder a un trabajo formal, con mínimos derechos e ingresos regulares. La informalidad ocupacional y productiva es el camino cada vez más utilizado por muchas personas sin oportunidades para obtener ingresos de subsistencia, dando lugar a la precariedad laboral y a un reforzamiento de los factores que determinan la pobreza y la exclusión social. Durante esta investigación se pudo constatar que la condición de informalidad económica de las mujeres sigue teniendo desde el 2007 hasta el 2010 diversas consecuencias negativas para su desarrollo laboral: -
Ausencia de protección social: seguro, pensiones y otros beneficios;
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Precarias condiciones laborales, ausencia de defensa ante el despido y las bajas remuneraciones, poca seguridad y protección de salud ocupacional;
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Inseguridad respecto de sus capitales y bienes adquiridos por el trabajo;
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Limitada organización para su representación eficaz;
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Bajo nivel de educación formal y de formación laboral;
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Las leyes e instituciones públicas tienden a ignorar su existencia, salvo obligaciones tributarias.
El presente libro está organizado en tres capítulos. En el primer capítulo se desarrollan aspectos generales sobre el género, la pobreza, el trabajo decente y la economía informal, con el propósito de uniformizar los criterios que se manejan respecto a los elementos que lo constituyen y caracterizan. En el segundo capítulo se presenta una aproximación a la tipología de las trabajadoras de la economía informal ubicadas en el trabajo a domicilio, el trabajo agrícola, el trabajo doméstico remunerado y la venta ambulante, poniendo especial atención en la definición de cada una de las actividades, su clasificación, tipología, derechos y beneficios, así como obstáculos que enfrentan las mujeres en cada uno de los rubros de trabajo.
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En el tercer capítulo se advierte sobre el déficit del trabajo decente en la economía informal en términos de derechos, oportunidades de empleo, protección social, estabilidad y diálogo social en cada una de las zonas de estudio. De igual manera, se presenta una propuesta de lineamientos de trabajo para el desarrollo de la promoción de la igualdad de género en cada uno de los sectores laborales y que coadyuven al tránsito hacia un programa de trabajo decente en el país. En la sección de anexos se incorporan a manera de buenas prácticas, dos iniciativas importantes que se han impulsado desde las organizaciones de mujeres durante el año 2011: la propuesta de ordenanza regional para promover el trabajo decente en la región Lima y la propuesta de incorporación del enfoque de género en la Ley del Trabajador Autoempleado. Así también se presenta el Acta de constitución de la Mesa Técnica entre el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social y la Red de Mujeres Trabajadoras de la Economía Informal de la Región Lima y otras organizaciones de trabajadoras del sector con la finalidad de promover la defensa de los derechos de las trabajadoras de la economía informal en el Perú en el marco del cumplimiento del art. 6 de la Ley de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres. A través de esta publicación, ADC hace un aporte al estudio de la economía informal y la masiva participación de la mujer en este sector, en un contexto particular (2007-2010) del país, siempre desde la perspectiva de género que caracteriza sus investigaciones. Los contenidos de este documento se orientan a fortalecer a los actores involucrados en esta problemática, con información actualizada respecto a la situación de las trabajadoras de la economía informal en el país, frente a la oportunidad que se abre de revisar y replantear las acciones que no han dado los resultados esperados a fin de retomar los esfuerzos que reportan avances. ADC espera que este material pueda ser de utilidad para los organismos gubernamentales, las organizaciones de trabajadores/as y de empleadores/as, así como para las organizaciones no gubernamentales y otras entidades comprometidas con la igualdad de género. El propósito es brindar un instrumento de apoyo a la labor presente y futura en la promoción del trabajo decente con enfoque de género para las trabajadoras de la economía informal en el Perú.
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CAPÍTULO 1 MARCO TEÓRICO: Género, pobreza, trabajo decente y economía informal
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CAPÍTULO 1
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CAPÍTULO 1
1.1. Las interrelaciones entre género, pobreza y trabajo Género, pobreza y trabajo son categorías que se interrelacionan en todo análisis del contexto de la economía informal y del trabajo decente. Resulta por ello importante una aproximación al concepto de cada una de estas categorías analíticas, de modo que se pueda dimensionar adecuadamente el impacto que cada una de ellas tiene en los temas que son estudiados en la presente investigación.
1.1.1 Aproximaciones al concepto de género El concepto de ‘‘género’’, introducido en el debate durante los años ochenta11, es una categoría de análisis de las ciencias sociales que recorre todos los ámbitos y niveles de la sociedad, y se constituye en uno de los instrumentos más útiles para analizar y explicar el establecimiento de las relaciones de desigualdad y poder entre mujeres y hombres en las diversas sociedades, dependiendo de la situación y del contexto en el que interactúen, siendo su punto de referencia el sexo.12 Este término permite comprender cómo las diferencias históricas, culturales, sociales y económicas afectan las relaciones entre hombres y mujeres; así como interpretar estas relaciones como formulaciones culturales que se originan en la imposición de significados sociales sobre las identidades sexuales, y denuncia la situación de inequidad existente entre ambos. Según Montecino y Rebolledo, la introducción de la noción de género en los análisis de las ciencias sociales, trajo consigo una serie de rupturas epistemológicas respecto a la forma que se entendía la posición de las mujeres en las distintas sociedades. En 11
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El concepto de género aparece entre las investigadoras feministas de las ciencias sociales a mediados de los años setenta; no obstante, Simone de Beauvoir, antecesora del pensamiento feminista, si bien no habla de género propiamente, trabaja sobre contenidos similares en 1949 cuando publica su texto denominado: El segundo sexo, donde plantea que “No se nace mujer; se llega a serlo”. Al hacer de la mujer una categoría cultural, la autora utiliza implícitamente la categoría de género, sobre todo en su dimensión de identidad genérica, aunque sin llegar a tematizarla. Es importante diferenciar los conceptos de sexo y género. Cuando se habla de sexo, se hace referencia a las diferencias biológicas, físicas y anatómicas que existen entre hombres y mujeres, y que son congénitas pues se traen al nacer y tienen carácter universal. Mientras que el género es el conjunto de características que histórica, social y culturalmente se atribuyen a hombres y mujeres, son aprendidas mediante la socialización, cambian con el tiempo y varían dentro de una sociedad y entre sociedades. Ver en Lamas, M.: “La antropología feminista y la categoría de género”. En Nueva antropología Nº 30, México, 1986.
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general, refieren las investigadoras, este quiebre introdujo en los análisis las categorías de variabilidad, relacionalidad y multiplicidad, de ahí que el concepto de género plantea el desafío de particularizar y explorar en las realidades estas diferencias antes que asumirlas como dadas.13 El género expresa la confluencia de movimientos feministas14 en los debates teóricos, en las movilizaciones de mujeres de sectores populares, en las investigaciones sociales y en la elaboración de propuestas políticas. Es por ello que diversos autores refieren que la perspectiva de género es más que una categoría. Marcela Lagarde15, afirma que se trata de “una teoría amplia que abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimiento relativos al conjunto de fenómenos históricos construido en torno al sexo. El género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura”. Kate Young16 precisa que la categoría de género también hace referencia a las diversas formas en que se establecen, estructuran, reestructuran y transforman las relaciones entre hombres y mujeres. Por su parte, Marta Rangel aclara que se trata de formulaciones culturales que se originan en la imposición de significados sociales sobre las identidades sexuales y denuncia la situación de inequidad existente entre ambos, tras precisar que al destacar esta inequidad histórica, el concepto de género también llama la atención hacia otras importantes diferencias sociales que se traducen en desigualdad, tales como la raza y clase social, además de poner en el tapete las relaciones entre estas dimensiones17. Otros autores18 explican que las relaciones de género también están interceptadas e implicadas en otras relaciones sociales de producción, nacionalidad, etnicidad, religión y otras de carácter generacional, determinando diferentes subjetividades e intereses y permitiendo, por ende, construir distintos discursos. Por ello, el sistema de género se articula con otras diferencias (clase/sexo, raza/etnia, edad/generación) y se constituye como parte de un contexto amplio, plural y diverso. 13 14
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Montecino, S. y Rebolledo. L.: “Concepto de género y desarrollo”. Serie apuntes docentes. Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales. Programa Interdisciplinario de Estudios de Género. Santiago de Chile, 1996, pp. 21-22. “El término género es parte de los resultados de los intentos feministas contemporáneas por lograr una legitimidad y por insistir en el carácter inadecuado de los actuales cuerpos de teoría para explicar las desigualdades entre los hombres y las mujeres.” Ver en Scott, J.: “De mujer a género. Teoría e interpretación y práctica feminista en las ciencias sociales”. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993, p. 32. Lagarde, M.: “Género y Feminismo: Desarrollo Humano y Democracia”. Madrid, España, 1996, p. 26. Young, K.: “Reflexiones sobre cómo enfrentar las necesidades de las mujeres”. Una nueva lectura: género en el desarrollo. Virginia Guzmán y otros compiladores. Flora Tristán. Lima, 1991. Rangel M.: “El trabajo no decente y los límites de la precarización: informalidad, género y auto identificación étnica en Ecuador”. En: Género, pobreza, empleo y economía informal en Ecuador. OIT, Lima, 2006, p. 40. El género es “un elemento constitutivo de las relaciones basadas en las diferencias percibidas entre los sexos, y una forma primaria de las relaciones significantes de poder, que está constituido por cuatro dimensiones o elementos interrelacionados entre lo que se expresa y a través de los cuales se reproducen símbolos, conceptos normativos, lo político-socialinstitucional y la identidad subjetiva”. Ver en Scott, J.: “El género, una categoría útil para el análisis histórico”. Facultad de Ciencias Sociales. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1996.
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Así, cada persona es portadora de relaciones de clase, raza, etnicidad, edad, sexo, etc., siendo ello un elemento determinante en la definición de las diferencias entre las mismas mujeres, cuya realidad es muy variada y poliforme. Por ejemplo, en el Perú las mujeres indígenas sufren dos presiones simultáneas hacia su condición: la de su sexo y la de pertenencia a una población diferente de la dominante por su etnia o color. Resulta por ello importante tener en cuenta que cuando se habla de género no se habla de los problemas de las “mujeres” sino de las relaciones sociales que se establecen entre mujeres y hombres, de las diferentes prácticas sociales, de los valores e ideas sobre la forma de concebir el mundo y de la vivencia de las propias subjetividades que muchas veces van a conflictuar internamente a las personas. En esta línea, el movimiento feminista traduce la teoría de género en apuestas políticas y herramientas prácticas que permitan criticar los arreglos institucionales vigentes y plantear lo justo y deseable, es decir, el “deber ser”. Concebido de esta manera, el género es una de las principales categorías de análisis que permite acercar, conocer, analizar, interpretar y definir roles, responsabilidades, problemas, necesidades, oportunidades, posibilidades y expectativas de mujeres y hombres en distintas sociedades, épocas históricas, diversidades culturales y diferentes modelos de desarrollo. La importancia del enfoque de género radica en que éste puede contribuir a identificar, analizar y atender las necesidades e intereses de mujeres y hombres, de acuerdo a sus condiciones específicas y, en ese sentido, favorece procesos de cambio con equidad en la planificación, ejecución y evaluación de planes, programas y proyectos de intervención.19 Así, el enfoque de género puede también contribuir a modificar las relaciones de desigualdad existentes a nivel macro (la sociedad en general, la política, la religión, etc.), a nivel meso o medio (el trabajo, la escuela, el sindicato), y a nivel micro (la familia); dando paso a relaciones de cooperación e intercambio sustentadas en una ética de solidaridad que dota de nuevos contenidos, significaciones y símbolos al concepto de igualdad, de justicia y de libertad. De este modo, la igualdad es entendida como un “modelo general de relación recíproca entre individuos que reconocen mutuamente sus diferencias”;20 en tanto que la justicia es la que se gesta en los procesos de redistribución del poder económico, sociocultural y político; y la libertad es la que se ejerce en la construcción permanente de la autonomía, entendida ésta “como un conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles y de hechos subjetivos y simbólicos”.21 La perspectiva de género implica grandes retos para construir una sociedad diferente donde se requiere que, como dice Lagarde22, se reconozca “la diversidad de géneros y la 19 20 21 22
Bastidas, M.: “Participación Laboral y Sindical de las mujeres en el Perú durante los noventa”. OIT, Lima, 2001, p. 20. Jiménez, A.: “Igualdad”. En: Amorós Celia: 10 palabras claves sobre la Mujer. Navarra, España, 2000, p. 149. Lagarde, M.: “Claves feministas para el poderío y la autoestima de las mujeres”. Sevilla, España, 2000, p. 7. Ibíd.
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existencia de las mujeres y los hombres, como un principio esencial en la construcción de una humanidad diversa y democrática”, y donde el imperativo ético sea el que acompañe y fundamente esta propuesta.
1.1.2. La pobreza y el género Entre los y las investigadoras sociales, existen, diversas definiciones y enfoques acerca de la pobreza, lo que influye sin duda en la orientación de las políticas de combate a la pobreza. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la pobreza “es un concepto con múltiples dimensiones y que implica un estado de carencia a nivel económico (renta, trabajo decente), humano (como salud, educación), político (derecho al voto, participación de la comunidad), social y cultural (condición social, dignidad), y de protección (seguridad y niveles de protección al riesgo y vulnerabilidad) dificultando la realización de la capacidad humana”.23 Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza es “el resultado de un proceso social y económico —con componentes culturales y políticos— en el cual las personas y los hogares se encuentran privados de activos y oportunidades esenciales por diferentes causas y procesos, tanto de carácter individual como colectivo, consideraciones que le otorgan un carácter multidimensional”. Por ello, además de la privación material, la pobreza comprende dimensiones subjetivas que van más allá de la subsistencia. Así, la pobreza podría clasificarse bajo dos enfoques: la subjetiva y la objetiva, tal como lo plantea el investigador José Reyes, quien refiere que la primera es aquella en la que se ubican las familias que se autodefinen como pobres por no satisfacer las necesidades que ellas consideran como básicas, en tanto que la segunda se determina a partir de criterios objetivos que se establecen previamente para toda la sociedad.24 Desde otra perspectiva la pobreza puede ser “absoluta” y “relativa” al mismo tiempo. La primera, se determinaría en relación con el acceso a estándares alimentarios mínimos y en algunos casos, también con respecto a los servicios básicos, por lo que su evaluación 23 24
OIT: “Diálogo social y estrategias de reducción de la pobreza”. Guía para la incorporación del enfoque de género”. Programa Infocus sobre diálogo social, legislación y administración del trabajo. Ginebra, 2004, p. 10. Reyes J.: “Medición de la pobreza en Lima Metropolitana: metodología y resultados”. En: Anderson, J. y otros: Pobreza y políticas sociales en el Perú. Lima. CIUP. Taller de Políticas y Desarrollo Social. págs. 1116-118.
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sería sumamente difícil; y, la segunda, la pobreza “relativa”, cuando se refiere a la posición de un hogar o una persona en relación con la distribución del ingreso o el consumo de un determinado país.25 Para la OIT la pobreza tiene un carácter más “permanente”, cuando ésta se produce como consecuencia de la acción de factores estructurales y se trasmite de una generación a otra, en tanto que podría tratarse de un fenómeno “temporal” si es causado por desastres naturales, guerras y conflictos civiles o por la edad avanzada, una enfermedad u otro infortunio.26 La pobreza está relacionada con la “desigualdad”, “discriminación” y “vulnerabilidad”, categorías que se deben entender en su real dimensión dado el impacto que tienen en la configuración de la pobreza. Así, la desigualdad, implica una distribución diferenciada de recursos económicos, sociales, culturales y del poder político, que representa un bloqueo de oportunidades para un sector mayoritario de la población; de otro lado, la discriminación, se manifiesta a través de múltiples formas y asociada a diferentes motivos (raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social) incidiendo en la pobreza de las personas y, al mismo tiempo, haciendo que su superación se vuelva más difícil. No obstante, cabe precisar que la discriminación también se puede ejercer fuera del contexto de la pobreza. Finalmente, la vulnerabilidad, que es la debilidad o fragilidad con que se afronta la vida y que impide hacer frente a contingencias repentinas: muerte de integrantes de la familia que proveen recursos, enfermedades caras y prolongadas, desastres naturales o sociales, etc., situación que a menudo acompaña a la pobreza y la agrava. Las mujeres en situación de pobreza están colocadas generalmente en posición de desigualdad, discriminación y vulnerabilidad, en un grado mayor al de los hombres, lo que les hace mucho más dificultoso superar su situación inicial. A continuación se presenta gráficamente las interrelaciones que se producen entre los conceptos descritos a través del círculo vicioso de la pobreza. 25 26
OIT: “Tendencias, problemas y enfoques: Un panorama general”. Programa Modular de Capacitación e Información sobre Género, Pobreza y Empleo. Guía para el lector. Módulo 1, Santiago, 2001, p. 27. Ibid, p. 28.
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GRÁFICO Nº 1 El círculo vicioso de la pobreza: procesos y resultados
Fuente: Programa Modular de Capacitación e Información sobre Género, Pobreza y Empleo. Módulo 1. OIT, Santiago, 2001.
Existen diversos enfoques y métodos para determinar la condición de la pobreza e indicadores relacionados a este fenómeno. Aún no se ha concluido con la discusión alrededor del cuál es el indicador más apropiado, debido a que cada uno de ellos incorpora juicios de valor importantes. En América Latina se emplean de manera más recurrente cuatro enfoques básicos para el abordaje analítico y político de la pobreza. Estos son27 el normativo, que incluye el método de las líneas de pobreza (LP) y de las necesidades básicas insatisfechas (NBI); el de desarrollo humano28 ; el de la exclusión social29, y el de empoderamiento”.30
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Valenzuela, M., Bastidas, M. (editoras): “Introducción”. En Género, pobreza, empleo y economía informal en Ecuador. OIT, Lima, 2006, p. 16. Este enfoque concibe la pobreza como la falta de oportunidades y elecciones básicas para el desarrollo humano en relación a una vida saludable y creativa, un nivel de vida decente, libertad, dignidad y respeto por los otros. La unidad de análisis está constituida por la sociedad (países y regiones). Para este enfoque la desventaja social se encuentra asociada a procesos de marginación respecto a diversos ámbitos. Entre los principales se cuentan: el mercado de trabajo, los recursos productivos, redes y servicios sociales, participación política y ciudadanía. La unidad de análisis es el individuo, la familia, los grupos sociales y las sociedades. En este enfoque la pobreza es entendida como la situación de privación relativa, que se caracteriza por la falta de capacidades, de derechos y autonomía de personas y grupos, que los ubica en una posición de subordinación social, política y económica, a nivel micro y macro social, y que coarta su libertad para insertarse y participar adecuadamente en la sociedad. La unidad de análisis son las personas (hombres y mujeres), grupos sociales, familias, sociedad (unidades sub nacionales, países).
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El enfoque normativo, tiene una visión más restringida debido a que es el único que limita la definición de pobreza a la incapacidad de satisfacer las necesidades materiales más elementales, sin embargo, los otros tres enfoques incorporan además las dimensiones sociales del fenómeno, porque aluden tanto a la forma como las personas, grupos y hogares que se insertan a la sociedad y/o participan de las distintas esferas de la sociedad, como a los aspectos subjetivos, relativos a la manera como las personas experimentan y se enfrentan a la pobreza. Los enfoques de la exclusión social y el de empoderamiento consideran también variables políticas, en el sentido amplio del término.31 En las últimas décadas la relación entre género y pobreza despertaron la atención cuando las investigaciones empezaron a apuntar que ésta afectaba de manera muy especial a las mujeres en relación a sus pares varones. Al respecto, diversos estudios sobre las dinámicas intrafamiliares advirtieron sobre la no existencia de una distribución equitativa en el destino de los ingresos entre los miembros del hogar, ni un manejo compartido en la decisión del gasto, así mostraron que el proceso de negociación entre miembros de la familia se sustentaba en un poder desigual32, lo cual repercutía directamente en el desarrollo y alcance de sus expectativas individuales. Así, se ha abierto una amplia discusión acerca de la feminización de la pobreza, debido a que las mujeres no acceden a los recursos materiales en igualdad de oportunidades que los hombres y tampoco participan en los principales espacios de toma de decisiones, lo que las sitúa en mayor riesgo de estar en esta condición.33 Muchas mujeres, en su lucha por alcanzar mejores condiciones económicas comparten procesos y características comunes con los hombres (por ejemplo: las consecuencias de procesos de exclusión en el mercado de trabajo o de acceder a una educación de calidad) y se enfrentan a las mismas dificultades por salir de la pobreza. Sin embargo, en el caso de las mujeres, ellas deben enfrentar adicionalmente otras desventajas y limitaciones específicas, las cuales derivan de normas sociales y culturales relacionadas con las condiciones socioeconómicas de su clase, comunidad o grupo étnico y sexo, colocándolas en una situación de mayor desigualdad y vulnerabilidad. En el gráfico 2 se destaca algunos factores que generalmente encasillan a las mujeres en empleos mal remunerados, poco productivos y que limitan sus posibilidades de obtener recursos, contribuyendo así a la feminización de la pobreza.
31 32 33
Ibid, p. 16. Ibid, p. 30. Rangel, M.: Op. cit. p. 40.
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GRÁFICO Nº 2 Feminización de la pobreza
Fuente: Programa Modular de Capacitación e Información sobre Género, Pobreza y Empleo. Módulo 1. OIT, Santiago, 2001, p. 16.
Sobre el particular, Rosa Bravo34 señala que la división del trabajo por sexos está en la base de la pobreza de las mujeres e identifica dos tipos de determinantes de género en la pobreza de las mujeres: “a) los determinantes estructurales, que son aquellos por los que se responsabiliza a las mujeres de la mayor parte del trabajo doméstico y el cuidado de la familia, y b) los determinantes intermedios, que siendo consecuencia de los primeros, se expresan a través de las desigualdades de oportunidades de las mujeres en el acceso a los recursos económicos, culturales, sociales y políticos”.
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Bravo, R.: “Pobreza y desigualdades de género. Un propuesta para el diseño de indicadores”. En Precisando conceptos», en Arriagada, I. y Torres, C. (Comp.), Género y pobreza. Nuevas dimensiones. Santiago de Chile: ISIS Internacional, 1998.
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Para la OIT existen cuatro determinantes en la pobreza de las mujeres: i) las desigualdades para acceder al trabajo remunerado (la tasa de participación femenina se incrementó sustancialmente en las últimas décadas, pero todavía es muy inferior a la masculina), ii) la desigual valoración económica y social de las tareas desempeñadas por mujeres (las mujeres reciben en promedio un menor ingreso del masculino, la brecha de ingresos es mayor en la economía informal, las mujeres están sobre-representadas en la economía informal, especialmente en los grupos más precarios y desprotegidos, el desempleo y subocupación afectan más a las mujeres en situación de pobreza), iii) las desigualdades en el acceso a los recursos productivos (las mujeres tienen un menor acceso a la propiedad de la tierra, de las empresas, del capital productivo y del crédito) y, iv) la desigualdad en las oportunidades para participar en la toma de decisiones (la baja presencia de mujeres en los espacios de toma de decisión incide en la no inclusión de sus intereses específicos en las agendas nacionales, políticas de combate a la pobreza y de empleo “neutras” en cuanto al género, reproduciendo las desigualdades entre hombres y mujeres ya existentes). Por ello, la CEPAL35 afirma que la pobreza es el aspecto más visible de la falta de autonomía económica de las mujeres, y que va acompañada de la ausencia de libertad y de tiempo para desplazarse, de exclusión de la protección social que las convierte en sujetas de asistencia y, con menor disponibilidad de recursos para ejercer sus derechos dentro de la familia y la comunidad. De este modo, la aplicación de la dimensión de género en los análisis sobre la pobreza ha permitido visibilizar nuevos elementos constitutivos de este fenómeno. Así lo destaca Alma Espino36 cuando explica que reexaminar la pobreza a la luz del género ha permitido: i) ampliar el concepto de pobreza, reconociendo las diferencias y
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CEPAL: “¿Qué Estado y para qué la igualdad?. XI Conferencia Regional sobre la mujer en América Latina y el Caribe”. Brasilia, 2010, p. 64. Espino, A.: “Género e investigación en ciencias sociales y economía”. En: Revista Economía y Sociedad 61. Consorcio de investigación económica y social. Lima, 2006, p. 13.
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heterogeneidades entre las personas en situación de pobreza, en tanto que hombres y mujeres tienen responsabilidades y experiencias diferentes y, por consiguiente intereses y necesidades distintas; ii) mostrar que si bien las desigualdades de género son un problema en sí, también constituyen una importante dimensión de la pobreza; iii) discutir el papel de las relaciones sociales basadas en la división sexual del trabajo para explicar y comprender la forma en que hombres y mujeres experimentan la pobreza; iv) visualizar el trabajo doméstico no remunerado que, a pesar de que su valor económico no se cuantifica, forma parte de los ingresos del hogar; y, v) enfatizar en las especiales desventajas para convertir ingresos y, en general, capacidades en determinados funcionamientos, dada la discriminación de género. Desde el punto de vista metodológico, el enfoque de género también ha introducido otros aportes, al reforzar el cuestionamiento a las formas de medición de la pobreza, criticando su supuesto fundamental: que el ingreso se distribuye en forma homogénea dentro de los hogares y todas las personas tiene necesidades similares, sin importar su sexo y edad. Ello, ha puesto en evidencia que éste método no permite observar las diferencias entre los hombres y mujeres en cuanto al uso del tiempo y a sus patrones de gasto, dos aspectos que permiten caracterizar mejor la pobreza desde una perspectiva de género. En relación a los patrones de gasto, por ejemplo, permite advertir que las mujeres invierten la mayor parte de sus ingresos en el bienestar de los niños y las niñas y en el hogar en general antes que destinarlos a sus necesidades personales.37 Por tanto, la incorporación del enfoque de género al análisis de la pobreza representa una herramienta teórica y metodológica que permite una comprensión más cabal del fenómeno y, propicia un abordaje más pertinente y eficaz del mismo en el plano de las políticas y los programas, en la medida que le atribuye importancia a la equidad de género para la equidad social. Se trata de una herramienta que sustenta sus aportes en la teoría feminista y los estudios sobre la construcción social de las diferencias entre los sexos y sus consecuencias a nivel de las personas, familias y sociedad en su conjunto.38 El conjunto de aportes de la aplicación de dimensión de género al análisis de la pobreza plantea nuevas exigencias para el desarrollo de estudios empíricos, en términos de operacionalización de conceptos y de definición de indicadores adecuados, tanto desde el punto de vista conceptual como del metodológico a fin de tomar en cuenta los efectos desiguales de las políticas económicas y estructurales tanto en hombres como en mujeres, el papel que tiene la desigualdad de género en la creación y mantenimiento de la pobreza, así como la vivencia de la pobreza en hombres y mujeres; y, los efectos que sobre ellos y ellas tienen las políticas de asignación de los recursos. 37
38
Buvinic, M. Geeta Rao G.: “Female-Headed Households and Female Maitained Families: Are They Worth Targeting to Reduce Poverty in Developing Countries?”, en Economic Development and Cultural Change, vol. 45 N° 2. Chicago: The University of Chicago Press, enero, pp. 259-280. Valenzuela, M., Bastidas, M.: Op. cit. p. 15.
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1.1.3. Género y trabajo La relación entre género y trabajo tiene sus orígenes en la división sexual del trabajo y despierta mayor interés cuando las investigaciones empezaron a develar que la división sexual del trabajo invisibilizaba y afectaba de manera especial a las mujeres. Al respecto, Graciela Hierro39 señala que la división sexual del trabajo basada en la separación de la experiencia humana en dos mundos: el público y de la producción reservado al género masculino y, el privado y de procreación al femenino, ha generado la invisibilidad de las mujeres pues ha llevado a cimentar aquellas prácticas que determinan roles diferenciados a hombres y a mujeres en la distribución de tareas, las cuales colocan en mayor desventaja a las mujeres. Marcela Lagarde es aún más categórica respecto a la relación género-trabajo, pues afirma que “las formas históricas de la masculinidad y la feminidad se constituyen en torno al trabajo”40, no importando tanto el tipo de trabajo y de funciones que realicen las mujeres, sino el sentido que éste va adquiriendo a través de la interacción social concreta con los hombres y la sociedad en su conjunto. De esta forma, la división sexual del trabajo dentro de la tradición occidental y la organización económica post revolución industrial, va a producir una drástica pérdida de visibilidad y valor de muchas actividades de las mujeres (separación de la casa de los lugares de producción, pagos de salarios que se convirtió en la medida de valor y otros cambios), dando como resultado una clara y constante desigualdad entre mujeres y hombres que aún se mantiene en nuestras sociedades. Así lo explica Celia Amorós cuando afirma que la división sexual del trabajo en las sociedades industriales resulta ser un complejo dispositivo de devaluación del trabajo femenino y reconocimiento magnificador del masculino41, donde lo doméstico, como categoría, incluye a todo tipo de actividades que encajan en el supuesto status de lo natural, y en el cual se continúan incorporando a las especificidades biológicas y fisiológicas de la mujer sin mayor cuestionamiento. Es justamente la necesidad de explicar estos supuestos lo que lleva a plantear la incorporación del enfoque de género en el análisis del ámbito laboral, ya que constituye el “espacio más revelador para visualizar la significación de la dimensión de género en la comprensión de la problemática de la desigualdad y la exclusión social desde que
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Hierro, G.:“La Mujer Invisible y el Velo de la Ignorancia”. En González Marín; María Luisa (coord.), Metodología para los Estudios de Género. Instituto de Investigaciones Económicas. México, 1990, p. 37. Lagarde, M.: “Cautiverios de las mujeres: Madresposas, Monjas, Putas, Presas y Locas”. Coordinación general de estudios de postgrado. Universidad Nacional Autónoma de México. México DF, 1990. p. 100. Amorós, C.: Op. cit., p. 14.
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en él confluyen e interactúan los aspectos socioculturales, educativos, económicos que condicionan y enmarcan las interrelaciones sociales”.42 En este sentido, la asignación histórica de trabajos basados en supuestas diferencias, esconden formas de discriminación y limitan las posibilidades de trabajo en distintos espacios para hombres y mujeres, tal como lo precisa Marcela Lagarde43 al afirmar que “las sociedades han especializado a los individuos en formas particulares de trabajo, en ocasiones de manera excluyente (…) la forma física les ha servido como principio clasificador por sexos para definir el acceso al trabajo. Así, el trabajo es uno de los fundamentos de la división genérica del mundo”. Es justamente la evidencia de este problema estructural lo que constituye el punto de partida estratégico para combatir la discriminación en la sociedad que destaca la OIT44 más aún si tenemos en cuenta que en la actualidad, las grandes transformaciones producidas en el mundo del trabajo, así como la creciente presencia de las mujeres en el mercado laboral, abren camino a nuevas concepciones que ponen en cuestión la división sexual del trabajo y la división sexual en lo doméstico,45 lo cual supone construir y mantener en cada espacio las condiciones para transformar los roles tradicionales asignados a hombres y mujeres, evitando la reproducción de creencias, imágenes y representaciones que sustentan los procesos de concentración del poder, de dominio y apropiación de unos seres humanos por otros. Es importante comprender que la ampliación de oportunidades para las mujeres no sólo es cuestión de normas que promuevan la igualdad formal, puesto que el acceso a más y mejores oportunidades está relacionado con condiciones concretas y valores sociales. La igualdad implica el respeto a las diferencias entre las personas y los pueblos, la eliminación de las injusticias, convirtiendo las coincidencias puntuales en lazos de una auténtica solidaridad.46 En este sentido, algunos autores47 llaman la atención respecto a la confluencia de enfoques holísticos y armonizados a nivel nacional, regional e internacional cuando de igualdad de género se hable, pues sólo en la suma de esfuerzos concertados se puede garantizar un entorno favorable para que hombres y mujeres accedan a un trabajo digno, que les brinde seguridad y les garantice un nivel de vida digno para ellos, ellas 42 43 44 45 46 47
Silveira, S.: “La dimensión de género en la formación profesional y en las relaciones laborales”. Cinterfor, Montevideo, 2000, p.4. Lagarde, M.: Op. cit. p. 101. OIT: “La hora de la igualdad en el trabajo”. Informe con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Ginebra, 2003, p. 12. La actividad doméstica tiene dos funciones integradas: la reproducción física (biológica y de cuidado de los hijos/as) y el trabajo diario de mantenimiento de la fuerza de trabajo. Estas actividades se realizan en el ámbito privado. Franke, M.: “Género, clase, etnia: la trenza de la dominación en tiempos de ira y amor”. Desco. Lima, 1990. Rogers, J.: “Avances hacia la igualdad de género, pero parciales e irregulares”. En Revista Trabajo de la OIT No 35 Ginebra, 2000, p. 18.
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y sus familias. Más aún, como afirma Victoria Camps, si observamos que el mundo del trabajo se hace cada vez más versátil, más móvil, exigiendo la misma flexibilidad y capacidad de adaptación de los seres humanos.48 En suma, si la pobreza se encuentra directamente relacionada con los niveles y patrones de desigualdad y con los procesos de discriminación en el empleo y otras esferas sociales; si las prácticas discriminatorias contra las mujeres, los pueblos originarios y la población afrodescendiente operan como procesos simultáneos de separación y jerarquización en que “el otro” es considerado como diferente y al mismo tiempo inferior; y, si al lado del acceso a la salud, educación e infraestructura básica, la falta de empleo —o su mala calidad— es uno de los determinantes fundamentales de la pobreza y de las posibilidades de su superación,49 no cabe duda, de la urgente necesidad de transversalizar la cuestión de género en los estudios sobre pobreza y empleo, ello nos permitirá visibilizar las diferencias de oportunidades, de ingreso y de trato para hombres y mujeres en el ámbito laboral —sea para su inserción o dentro del mismo—, y al mismo tiempo, diseñar políticas y estrategias orientadas a promover la igualdad de oportunidades y reducir la discriminación contra las mujeres.
1.2. Aproximaciones sobre trabajo decente, género y economía informal 1.2.1. El trabajo decente con enfoque de género La OIT tiene como finalidad primordial promover oportunidades para que los hombres y las mujeres puedan conseguir un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad seguridad, equidad y dignidad humana. Este compromiso se sustenta en la afirmación de la Declaración de Filadelfia dada en 1944.50 El concepto de trabajo decente fue propuesto por primera vez en 1999. Fue el Director General de la OIT quien en su memoria de la 87° Conferencia Internacional del Trabajo51 lo definió como el punto de convergencia de los cuatro objetivos estratégicos de la Organización: i) la promoción de los derechos fundamentales en el trabajo, ii) el empleo, iii) la protección social y, iv) el diálogo social. Así, señaló la necesidad de crear sistemas 48 49 50
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Camps, V.: “El siglo de las mujeres”. Ediciones Cátedra. Universidad de Valencia. Instituto de la Mujer. Madrid, 2000. Muñoz, A.: “Presentación” En: Berger S. ed. “Inequidades, pobreza y mercado de trabajo en Bolivia y Perú”. OIT, Lima, 2003, p. 9. La Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo, congregada en Filadelfia en su vigésima sexta reunión, en mayo de 1944, adopta una Declaración que reafirma los principios fundamentales sobre los cuales está basada la OIT: a) el trabajo no es una mercancía; b) la libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso constante; c) la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos; d) la lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un esfuerzo internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de los empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el bienestar común. OIT. Trabajo Decente: Memoria del Director General. Oficina Internacional del Trabajo. Ginebra, 1999.
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económicos y sociales que garanticen el empleo y la seguridad, y que sean capaces de adaptarse a un mercado mundial muy competitivo, no sin advertir que de lo que se trata es de crear puestos de trabajo de calidad aceptable. El logro del trabajo decente —afirma la OIT— requiere de una estrategia integral y de la confluencia de esfuerzos concertados, de todos/as los/as actores/as sociales y sobre todo del Estado, de las organizaciones de empleadores/as y de las organizaciones de trabajadores/as. Y, si bien cada país puede definir la forma en la que se encaminará hacia el logro del trabajo decente, es importante que su punto de partida sea la elaboración de un Plan y/o Programa Nacional en el que se definan acciones concretas y responsabilidades para alcanzar las metas propuestas, así como indicadores necesarios que permitan evaluar los avances de su implementación. Las dimensiones de libertad, seguridad, equidad y dignidad humana, así como los cuatro objetivos estratégicos que constituyen el concepto del trabajo decente (derechos, protección social, seguridad social y diálogo social) también han sido enunciados en la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa del 2008, documento que les asigna a estos objetivos la condición de inseparables, interrelacionados, que se refuerzan mutuamente, por tanto, la falta de promoción o efectividad de uno o varios de ellos significaría el menoscabo del otro. La igualdad de género constituye un elemento crucial en el desarrollo de esta estrategia, y es que no se puede hablar de trabajo decente si hombres y mujeres no gozan de las mismas oportunidades, por esta razón en los cuatro componentes de la noción de trabajo decente debe considerarse la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres como una meta a lograr. Así, los Estados deben esforzarse por garantizar la plena vigencia de los derechos humanos de las mujeres, al ser éstos parte inalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanos y libertades fundamentales. Para la consecución de ese objetivo según refiere Laís Abramo52 debe otorgárseles a las mujeres trabajadoras una especial atención, debido a la condición de desventaja que en muchos aspectos se encuentran. Así, considera importante destacar que la idea de trabajo decente comprende la de un trabajo libre de cualquier discriminación, demanda la promoción de la equidad como un elemento transversal de toda propuesta, y exige la incorporación de las cuatro áreas estratégicas fundamentales que definen la Agenda de Trabajo Decente, es decir, la promoción de los derechos del trabajo, de un empleo de calidad para hombres y mujeres, la extensión de la protección social, en especial para los trabajadores y las trabajadoras de la economía informal y, la promoción del diálogo social.
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Especialista Regional de la OIT en temas de género.
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Veamos cada una de ellas, según descripción de la misma autora: a. La promoción de los derechos del trabajo, es reconocida como la primera área estratégica de la Agenda de Trabajo Decente y se refiere al respeto de los derechos de los y las trabajadoras. No obstante, más mujeres que hombres sufren el problema de ser reconocidas como sujetas de esos derechos, porque están sobrerrepresentadas en las esferas desprotegidas e invisibles del mundo laboral tales como el trabajo a domicilio y ciertos tipos de trabajo en la agricultura y de actividades por cuenta propia en el área urbana. Además, son frecuentemente consideradas, tanto en las estadísticas, indicadores y en la definición e implementación de políticas públicas, como áreas del no trabajo. En este marco, garantizar el mismo status legal para hombres y mujeres es el primer paso necesario, para iniciar el camino hacia el logro de la efectiva igualdad de oportunidades y de trato en el mundo del trabajo. Sin embargo, esta acción por sí sola no es suficiente, es necesario articular el respeto a los derechos de los trabajadores y las trabajadoras con los demás objetivos estratégicos de la OIT. Así, se requiere poner especial atención a la protección de la maternidad, ya que la situación de la mujer como madre y principal responsable del cuidado doméstico y familiar sigue siendo la principal causa de discriminación en el trabajo de las mujeres. En la mayoría de los países de América Latina esa es un área donde se registra con gran frecuencia el incumplimiento de los Estados respecto a la protección de los derechos reglamentados por ley. b. La generación de las oportunidades de empleo, constituye la segunda área de la Agenda de Trabajo Decente y está referida a generar las oportunidades de empleo productivo y remunerado para hombres y mujeres. Para las mujeres ello supone, al mismo tiempo, i) aumentar sus posibilidades de acceso al trabajo remunerado y oportunidades de generación de ingreso, ii) disminuir la invisibilidad del trabajo realizado en diversas esferas no reconocidas en tanto tal y, iii) mejorar la calidad de sus empleos. A pesar de los avances registrados en las últimas décadas con relación a la inserción de las mujeres en el mundo del trabajo, la persistencia de importantes desigualdades y mecanismos de discriminación hacen que el déficit en términos de empleos productivos y decentes sea más acentuado para las mujeres que para los hombres. c. La extensión de la protección social, tercera área estratégica de la Agenda del Trabajo Decente, implica para los Estados extender la protección social especialmente a las poblaciones ocupadas en trabajos precarios, que no cuentan con ningún mecanismo de protección social. Nuevamente es la población femenina la que sufre este problema en una proporción mayor que los hombres, debido a sus patrones de empleo, que en general resultan más inestables. Dicha desprotección
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repercute más gravemente en mujeres que en hombres, debido a que además de las contingencias que son comunes a ambos sexos (vejez, invalidez, salud, desempleo, enfermedades y accidentes laborales), ellas requieren de protección específica respecto a su función reproductiva. d. Constituir instancias, mecanismos y procesos de diálogo social. Es la cuarta área estratégica del Trabajo Decente, y en ella las mujeres también se encuentran en seria desventaja, pues al estar sobrerrepresentadas en los segmentos de las ocupaciones más precarias e informales, donde la organización y la representación encuentran obstáculos adicionales, sus posibilidades de participación efectiva en los procesos de diálogo social son ínfimas. La presencia efectiva de las mujeres en esas instancias es un elemento fundamental para que los temas referentes a los derechos de la mujer trabajadora y de la equidad de género en el mundo del trabajo, se transformen en parte sustantiva y permanente de la agenda. Así también lo es el fortalecimiento de los/as actores/as para el diálogo social, que supone la incorporación de las mujeres en sus estructuras de organización y representación con sus respectivos temas de agenda. Es importante destacar que el tema de la equidad de género, como parte integrante del concepto y de la Agenda de Trabajo Decente, se ha venido afirmando en diversas instancias regionales de gran importancia.53 En el último Informe del Director General de la OIT, “Década del Trabajo Decente en las Américas: 2006-2015. Primer balance y perspectivas de la Agenda Hemisférica”, presentada en la XVII Reunión Regional Americana realizada en Santiago de Chile en diciembre de 2010 se destacaron los importantes esfuerzos que en la región se hicieron para promover la igualdad de género y eliminar la discriminación contra las mujeres. Pero, al mismo tiempo advirtió de la subsistencia de grandes brechas en materia de ingresos, protección social, informalidad, repartición de las tareas no remuneradas para el cuidado de la familia y desempeño de funciones decisorias e influyentes por parte de las mujeres, lo cual afirmó, sólo se podrá hacer frente eliminando las barreras que afrontan las mujeres para insertarse y permanecer en el mercado laboral en igualdad de oportunidades que sus pares varones.
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En la XV Reunión Regional Americana de la OIT de carácter tripartito (Lima, 2002); las tres Conferencias de Empleo en América Latina (entre 2004 y 2005), a través de la Declaración final de la Conferencia Regional de Empleo del Mercosur (Buenos Aires); de la Declaración final de la Conferencia Regional de Empleo de la Región Andina (Lima, 2004) y, de la Declaración final del Foro Tripartito de Empleo de América Central y República Dominicana, 2005). Así también, se recoge en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en la XIV Conferencia Interamericana de Ministros del Trabajo (México, 2005), la XV Cumbre Iberoamericana, la IV Cumbre de las Américas (Mar del Plata, 2005) y en la Memoria presentada por el Director General de la OIT en la XVI Reunión Regional Americana “Promoviendo el Trabajo Decente en las Américas: la Agenda Hemisférica 2006-2015” (Brasilia, 2006).
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1.2.2. Articulaciones entre trabajo decente y economía informal Respecto a la economía informal54 y el trabajo decente, la OIT señala que en el concepto de trabajo decente la palabra “trabajo” debe ser entendida en un sentido muy amplio, pues no sólo alude al trabajo dependiente o subordinado sino también, abarca el autoempleo, el trabajo a domicilio, el desarrollo de tareas domésticas –como la cocina o la limpieza-, y toda la gama de labores que se desarrollan en cualquier sector de actividad y también en la economía informal. En tanto, la palabra “decente” se refiere al cumplimiento de ciertos estándares que hacen que las personas se realicen dignamente mediante el trabajo y valoren positivamente su ocupación. En este marco la OIT ha reconocido su compromiso institucional y la de sus mandantes de convertir el trabajo decente en una realidad para todos/as los/as trabajadores/as y empleadores/as, por tal motivo el Consejo de Administración de este organismo puso en agenda de la Conferencia Internacional del Trabajo del 2002 el tema de la economía informal, la misma que concluyó con un informe que pone en evidencia las condiciones en las que las mujeres se emplean en ella y la precariedad de la misma:55 a. Respecto a la definición del sector informal, se indica que éste fue un concepto utilizado por primera vez en los años 70, para referirse a “los trabajadores pobres” que, a pesar de lo mucho que trabajaban, no estaban “reconocidos, registrados, protegidos ni regulados por las autoridades públicas”. En 1993 se adoptó una definición internacional del sector informal, que incluye a pequeñas empresas no registradas, a los/as trabajadores/as pagos y no pagos en ellas y a los/as eventuales sin empleadores fijos. La recopilación de estadísticas exactas del sector sigue siendo extremadamente difícil por el vasto campo de actividades que agrupa, probablemente por ello las estadísticas oficiales subestiman el tamaño y la contribución económica del sector, así como el papel de las mujeres en el mismo.
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La OIT reconoce la existencia de diversas percepciones sobre la economía informal. Para unos es sinónimo de ilegalidad, de lo que en Europa se denomina economía sumergida; mientras que para otros, como De Soto, la informalidad es resultado de regímenes jurídicos y administrativos que imponen altos costos, en tiempo y en dinero, al proceso de formalización. Sin embargo esta mirada pecaría de cierto reduccionismo al dejar de lado aspectos importantes como la tecnología, la productividad, etc. Otro enfoque desarrollado por Portes, considera que la informalidad es una especie de subproletariado, es un enorme contingente de trabajadores “asalariados” a los que el sistema económico utiliza pero fuera de los márgenes de la formalidad laboral. Para la OIT, en un primer momento la informalidad estaba concentrada en la noción de “excedente estructural de mano de obra” cuyo foco de atención se puso en la noción de sector y economía informal, por tanto el centro de análisis era la unidad productiva, por tanto sólo el patrono o empleador/a conductor de la microempresa merecía la atención de los actores, invisibilizándose a sus trabajadores/as. En un segundo momento, a partir de la incorporación y énfasis que se asignó al “trabajo decente” se puso énfasis a la categoría del empleo informal encontrando explicación respecto al conjunto de empleos que generaba, tanto en las empresas informales como en las formales. De esta manera se establece una diferencia entre los dos aspectos de la informalización del empleo: el “sector informal” y el “empleo informal”, los cuales tienen diferentes grupos objetivos al momento de la elaboración de políticas. Para una mayor referencia remitirse a la “Resolución relativa al trabajo decente y la economía informal”, adoptada en la Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo, congregada en su 90ª reunión, 2002.
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b. En relación a las razones del porqué crece el sector informal, este documento destaca: la existencia de marcos legales e institucionales inadecuados, restrictivos o ineficaces; el déficit global de empleo (no hay suficientes empleos); las repercusiones de la reestructuración y de la crisis económica; la pobreza creciente y su feminización. Además, señala factores demográficos, incluidos las migraciones y las repercusiones del VIH/SIDA; las implicaciones negativas de la mundialización; y, la especialización flexible y las cadenas mundiales. c. Sobre los aspectos que sustentan el porqué preocuparse por la economía, destacan: el crecimiento que viene experimentando en los países en desarrollo, en los países en transición y en los países industrializados; el impacto que tiene en el Producto Bruto Interno, pues hay países donde se reporta una contribución de entre 45% a 60% del PBI; el incremento de personas que se acogen a la economía informal, ante la imposibilidad de encontrar un empleo e iniciar un negocio en la economía formal; y, el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran las personas trabajadoras de la economía informal al carecer de protección, de reconocimiento y de organización. Ante ello, se llama la atención sobre la urgente necesidad de mejorar las condiciones de la economía formal para revertir esta situación. d. Respecto a la situación de las mujeres en la economía informal, el informe destaca que “la feminización de la pobreza y la discriminación por motivos de género, edad, origen étnico o discapacidad, genera que quienes integran estos grupos vulnerables encuentren en la economía informal su única posibilidad de sobrevivencia. En este contexto, son las mujeres quienes tienen que conciliar la triple responsabilidad de ganarse el sustento, ocuparse de las tareas del hogar y cuidar a las personas adultas mayores y a los/as niños/as, situación que reduce aún más sus posibilidades de acceder al desarrollo y a otros recursos económicos, y aumenta su riesgo de encontrarse en la economía informal con respecto a sus pares varones. En este marco, las mujeres trabajadoras de la economía informal requieren de una atención muy especial, debido a que enfrentan recurrentemente desventajas en muchos aspectos. 1.2.3 Las mujeres, el género y la economía informal Según diversos estudios realizados por la OIT56 la economía informal ha adoptado nuevas modalidades en el contexto de la globalización, el neoliberalismo, la migración transfronteriza y la migración del campo a la ciudad, fenómenos caracterizados por
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Chant, S., Pedwell, C.: “Las mujeres, el género y la economía informal: evaluación de los estudios de la OIT y orientaciones sobre el trabajo futuro”. OIT, Ginebra, 2008, p. 1.
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mecanismos con un alto componente de género.57 Actualmente, las mujeres participan sustantivamente en el empleo remunerado y en los mercados de trabajo donde aún existe la segregación basada en el sexo, es decir, la población femenina “se concentra en los empleos de menor calidad, irregulares e informales.”58 Las áreas de la economía informal “invisibles” donde se emplean principalmente las mujeres están referidas al servicio doméstico, al trabajo a destajo y a domicilio y, la asistencia en pequeñas empresas familiares. Estas ocupaciones ofrecen a las trabajadoras un empleo precario, de baja calidad, irregular o sin remuneración, con escaso o nulo acceso a la seguridad social o a la protección social y, una limitada capacidad para organizarse y conseguir que se hagan efectivos las normas internacionales del trabajo y los derechos humanos.59 Las mujeres que se insertan en la economía informal se encuentran también en situación de pobreza y están expuestas en el ámbito laboral a diversos riesgos en materia de salud y seguridad, a condiciones de trabajo peligrosas, a la violencia de género y una susceptibilidad cada vez mayor al VIH/SIDA.60 Con frecuencia trabajan en infraestructuras deficientes y con una serie de limitaciones de tiempo y de espacio que repercute en su productividad.61 Las mujeres se enfrentan también a otras desventajas y limitaciones derivadas de normas socio-culturales relacionadas con el género, que las encasilla en empleos mal remunerados, poco productivos, limitan sus posibilidades de obtener recursos y contribuye a la feminización de la
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Para ampliar información ver: Bach, S.: (2003); Carr, M., Chen, M. (2002); Chant, S., McIlwaine, C. (1995); Chen, M., Carr. M. y Vanek, J.: (2004); Valenzuela, M. (Ginebra, 2005). Heintz, J.; “Globalisation, economic policy and employment: Poverty and gender implications”. Ginebra, 2006, p. 1. Para profundizar véase: Abramo, L.: (2003); El-Solh, C.: (2003); Fernández G.: (2003a y 2003b); Silveira, S., Matosas, A.: (2003); Valenzuela, M. (2005); Xaba, J., Horn, P., Motala, S.: (2002). Para ampliar información ver: Abramo L., Valenzuela, M.: (2006); Carr, M. y Chen, M.: (2002); Fernández, J.: (2003a y 2003b); Vega G.: (2004). Para ampliar información ver: Ambert, C., Jassey, K., Thomas, Liz: (2007); Chant, S. y McIlwaine C.; (1995). Para ampliar información ver: Lund, F., Srinivas, S.: (2000); Chant, S. (1996); Chant, S.: (2007); Kantor, P.: (2002); Lessinger, J.: (1990), López, S.: (2002); Miraftab, F.: (1996); Vera-Sanso, P.: (1995); Vera-Sanso, P.: (2006).
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pobreza. Así, las mujeres aparecen concentradas en un número reducido de ocupaciones en las que se requiere escaso o nulo capital y que pueden realizarlo en la calle o en su domicilio, vinculadas generalmente a sus roles tradicionales como las manualidades, tejido, costura, preparación y venta de comida, mientras que los hombres tienen un espectro más amplio de modalidades de inserción laboral informal.62 La precaria inserción laboral de las mujeres se ve reforzada por el desigual acceso a la educación. Si bien, para el caso peruano, el nivel educativo de las mujeres y su tasa de participación son características centrales de los últimos 20 años, ello coadyuvará a que las mujeres aumenten la probabilidad de insertarse en mejores ocupaciones. A pesar de estas probabilidades se observa aún que muchas de las mujeres se ven encerradas en el círculo vicioso de la pobreza, pues su posición desfavorable en el mercado les impide generar ingresos suficientes y estables, situación a la que se suma la triple responsabilidad que se les adjudica, pues por un lado deben ganarse el sustento económico, por otro ocuparse de las tareas del hogar y, adicionalmente deben encargarse del cuidado de los/as hijos/as y las personas adultas mayores y enfermas, en un contexto donde se las discrimina en relación con el acceso al desarrollo de los recursos humanos y a los recursos productivos (educación, tecnología, capacitación, crédito, tierra). En suma, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de encontrarse en la economía informal.63 Es importante anotar que la segregación por género es más significativa en la economía informal que en el sector de la economía formal. Esta situación se explica en la segregación vertical y horizontal en el empleo, así como a las constantes desigualdades de género asociadas al trabajo reproductivo no remunerado de la mujer.64 En este sentido, la persistencia de la brecha salarial en función del género, es otro aspecto que requiere destacarse puesto que a pesar de tener una mayor educación promedio que los hombres, las mujeres perciben una menor remuneración en dicho sector, debido a dos factores: i) en el sector informal la educación tiene un efecto muy reducido sobre los ingresos y, ii) la experiencia tiene un efecto sobre los/as trabajadores/as informales, y las mujeres tienden a tener menos experiencia que los hombres. A esto se suma el hecho de que las mujeres se concentran en ocupaciones de baja productividad.65 Esta situación tiene su explicación en las características de la economía informal, pues al ser un espacio caracterizado por su precariedad y desprotección, es decir por ser preeminentemente no decente, según la terminología de la OIT, es el espacio donde se producen las mayores inequidades laborales. 62 63 64 65
OIT: “Informalidad y seguridad social en países de América Latina”. Documento de Trabajo, Lima, 2001, p. 30. Para ampliar información ver: OIT, Conclusiones sobre trabajo decente y la economía informal, OIT CIT, 90ª reunión, Ginebra, 2002, p.65. Para ampliar información ver: Lund F., Srinivas, S.: (2000); véase también: Bould S.: (2006); Chant, S.; (2006, 2007a, c); Gates, L.: (2002); Perrons, D.; (2005). Freije, S.: Op. cit., p.7.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
El aumento de la informalidad producto de los cambios en la organización de la producción y en el trabajo asociados a la globalización de los mercados mundiales, ha llevado a que la población ocupada y protegida por la seguridad social sea hoy mucho menor que antes. Esto implica menos personas con acceso a jubilación, licencias médicas o prestaciones ligadas a la maternidad. En América Latina, sólo el 15% de las mujeres y un 25% de hombres entre 15 y 65 años están afiliadas/os a la seguridad social, según la CEPAL. Estos datos muestran que además de haber una insuficiente cobertura, son las mujeres las más afectadas con ello, pues la brecha por sexo resulta significativa, siendo aún más grave la situación de pobreza e inequidad en las poblaciones de edad avanzada. Así, la mayoría de mujeres mayores de 65 años no cobra pensión de jubilación por haberse insertado al mercado laboral a través del trabajo doméstico y familiar, los cuales no le garantizan estos derechos. Similar es el caso de las mujeres activas laboralmente, que presentan trayectorias menos continuas y con salarios inferiores a los masculinos, lo cual también repercute en el monto de su pensión.66 Pese al panorama incierto anteriormente descrito, la informalidad es una alternativa de trabajo real y de fácil acceso para las mujeres, al no existir en éste limitaciones en la edad, el sexo, “los estereotipos de belleza”, las exigencias educativas y de capacitación. La forma de organización del trabajo es más flexible, lo que permite disponer de su tiempo y del espacio en el que realizan su trabajo haciéndolo más compatible con sus responsabilidades domésticas, adicionalmente la inversión que requieren realizar en estas actividades es menor, superando en alguna medida las dificultades de acceso a créditos y la histórica falta de medios económicos de las mujeres.67 No obstante, todavía las oportunidades económicas de las mujeres siguen determinadas por imperativos estructurales en la medida que existen las causas para las estructuras de género que dividen la economía y la sociedad. Al respecto, la OIT señala que gran parte del trabajo de las mujeres sigue siendo invisible, puesto que la responsabilidad que se les asigna en relación al trabajo doméstico y al cuidado de la familia impacta negativamente en sus oportunidades para acceder a recursos económicos, culturales, sociales y políticos. A ello se suma el hecho de que el trabajo reproductivo no tiene valor económico en la sociedad pues la función biológica de la procreación se proyecta en la función social del cuidado a los integrantes de la familia.68 En varios países de la región las mujeres sufren exclusiones tanto de la participación política como del trabajo productivo, sea por tradición (en virtud de leyes discriminatorias) o mediante la privación de la enseñanza.69 En este sentido, las construcciones de género 66 67 68 69
OIT-PNUD: Op. cit, p. 58. Hurtado, M.: “Las organizaciones sindicales y el sector informal: reflexiones para la formación y acción” OIT, 2000, p. 35. OIT: Op, cit. p. 16. Ibid, p. 34.
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también son un eje estructurante de la economía informal por los efectos que tienen sobre la vida de los/as trabajadores/as de este sector. La CEPAL70 muestra los niveles de participación de las mujeres en la economía informal, pues mientras 50,7% de ellas se encuentran empleadas en este sector, los hombres alcanzan tan solo el 40,5%. En el caso de las mujeres afrodescendientes las cifras se elevan considerablemente, así en Brasil, un 71% de las mujeres negras trabajan en la economía informal, en comparación del 65% de hombres negros que se encuentran empleados en este sector.71 Es importante anotar que pese a que el trabajo de las mujeres en la economía informal tiene profundas repercusiones económicas, políticas y sociales, al estar sus ingresos destinados fundamentalmente a los gastos propios del hogar, su presencia masiva en dicho sector no ha ido acompañada de cambios en la distribución de responsabilidades familiares y menos aún en la prestación de servicios por parte del Estado para cubrir una serie de necesidades que resultan de dicha vinculación. Y es justamente frente a estas carencias que las mujeres han ido desarrollando diversas estrategias familiares de vida72 tales como la construcción de redes de solidaridad y apoyo mutuo entre familiares y 70
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Bolivia es el país con mayor proporción de mujeres en la economía informal, seguido por Paraguay, Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Colombia y Perú, todos con tasas superiores al 60%. Ver en: OIT: Panorama laboral 2006. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Lima, 2006. OIT-PNUD: “Trabajo y familia: hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social”. Santiago, 2009, p. 56. Gates, L.: (2002); Perrons, D.; (2005). Se entiende como el conjunto de comportamientos – socialmente determinados- mediante el cual los agentes sociales aseguran su reproducción biológica y optimizan sus condiciones materiales y no materiales de existencia.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
extrafamiliares para intercambiar bienes y servicios, información, alimentos, dinero a través de préstamos, así como apoyo moral y emocional.73 En conclusión, se observa que las obligaciones de las mujeres que trabajan en la economía informal están fuertemente influidas por construcciones de género, así como por los procesos de transformación económica de las últimas décadas, producto de las políticas neoliberales y los procesos de globalización. Así, la crisis económica mundial viene trayendo consigo la concentración de grandes grupos de mujeres en puestos de trabajo precarios y en actividades económicas que generan ingresos de subsistencia, ocasionales e inestables, que carecen de protección de una legislación laboral y social. Por ello, la OIT advierte que una contracción económica mundial puede profundizar las desigualdades de género74 salvo que las políticas que se generen para enfrentarla contemplen explícitamente la dimensión de género.
73 74
Orsati A., Calle R.: “La situación de los trabajadores de la economía informal en el cono Sur y en el área andina”. OIT. Oficina Regional para América Latina y el Caribe”. ACTRAV. Documento de trabajo 179, Lima, p. 27. Los efectos de la crisis en las mujeres están fuertemente influenciados por factores culturales y prejuicios de género. Al respecto la OIT identifica tres peligros: i) que la crisis afecte las posibilidades de inserción laboral y permanencia en el empleo de las mujeres debido a los prejuicios y mitos sobre la mujer como fuerza de trabajo secundaria, o que la autoridad a la hora de diseñar programas de generación de empleo, los oriente hacia sectores tradicionalmente masculinos, bajo el supuesto de que quienes más necesitan generar ingresos son los hombres; ii) el aumento de las tareas no remuneradas al interior del hogar y, como consecuencia de ello un aumento en las tensiones entre el trabajo y la familia para las mujeres; y, iii) el aumento de las brechas de ingresos entre hombres y mujeres, pues las mujeres que se desarrollan en la economía informal, corren más riesgos que sus remuneraciones disminuyan ante la debilidad en el funcionamiento de las instituciones laborales. De otro lado, los factores culturales suponen que las mujeres cumplan un papel menos importante en la manutención de la familia, además que condicionan su menor presencia en organizaciones sindicales y en sectores donde se negocia colectivamente. Finalmente, la necesidad de enfrentar el aumento del desempleo, pues lleva a que se debiliten los mecanismos de control de la discriminación. Ver en: OIT-PNUD: Op. cit. p. 58-60.
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CAPÍTULO 2 Aproximaciones a una tipología del trabajo de las mujeres
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CAPÍTULO 2
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CAPÍTULO 2
APROXIMACIONES A UNA TIPOLOGÍA DEL TRABAJO DE LAS MUJERES
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egún Victor Tokman, América Latina en las últimas décadas se destaca por la presencia multicolor, masiva y diversificada del sector informal.75 Sin embargo, existe diversos enfoques que buscan explicar la informalidad y aún no existe un consenso que la explique. Para algunos autores, el sector informal es sinónimo de ilegalidad, en el sentido de que se trata de unidades de producción —las microempresas— que no se formalizan para evitar el pago de impuestos (ya sea a los Gobiernos Locales o al Gobierno Central) y el cumplimiento de las obligaciones laborales. Según este enfoque, la economía informal es sinónimo de lo que en Europa se denomina economía sumergida.
Para otros, como Hernando de Soto76 la informalidad es resultado de los altos costos y barreras a la formalidad de las empresas, así como a los excesivos controles de los regímenes jurídicos y administrativos. De Soto ha desarrollado ampliamente este enfoque, pero peca de cierto reduccionismo al dejar de lado aspectos importantes como es la tecnología, la productividad, etc. Según refiere Portes77 la informalidad es una especie de subproletariado. Se trataría de un enorme contingente de trabajadores y trabajadoras “asalariados y asalariadas” a los que el sistema económico utiliza pero fuera de los márgenes de la formalidad laboral. Finalmente, la OIT ha tenido un rol fundamental en los avances conceptuales y metodológicos de la medición del sector informal, empleo informal y economía informal. En sus inicios concentra su atención en la noción de “excedente estructural de mano de obra”, cuyo foco de atención fue la noción de sector y economía informal. Posteriormente, luego de la incorporación y énfasis que se asignó a la noción de “trabajo decente” la OIT da un salto y plantea la noción de empleo informal para explicar al conjunto de empleos informales dentro del cual caben tanto los que provienen de las empresas informales, como de las formales. Este salto de Sector Informal Urbano a Empleo Informal fue muy importante, 75 76 77
Tokman, Víctor. Una Voz en el camino. Fondo de Cultura Económica. Chile 2004, p. 177. De Soto, Hernando. El otro sendero. Instituto Libertad y Democracia. México, 1987. Portes, A.; Castells, M.: Benton, L. The informal economy. The Johns Hopkins University Press. Baltimore, 1989.
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dado que pone atención en la persona y no sólo a la unidad productiva, donde el patrono o empleador/conductor microempresario merecía la atención de los actores. Los y las trabajadoras de ella aparecían “ocultas” por la orientación de las políticas y programas de empleo. En el Perú, la expansión de actividades económicas informales se tiende a explicar de diversas maneras: i) como un desajuste entre legalidad y realidad (costos, trámites, etc.), ii) como una expresión del déficit de empleo y la baja inversión, iii) como una secuela de la crisis de los 80-90 y del desarrollo de las economías de sobrevivencia, iv) como un fenómeno derivado de las migraciones rurales a las ciudades; y, v) como un problema cultural y educativo, que impediría a la economía moderna. Por ello, detrás del concepto de informalidad hay una discusión de fondo acerca de si es una desviación del modelo de economía de mercado, un rezago de las economías tradicionales o, un componente irremediable del tipo de modernidad al que hemos sido incorporados/as. Así, por un lado, las migraciones masivas por la crisis del agro (década de los 50 y 60) y por la violencia (80-90) generaron una gigantesca masa de marginales que buscaban formas de ganarse la vida de modo apremiante y en un medio desventajoso, y por otro, el bajo nivel educativo y los escasos conocimientos laborales del sistema de educación pública, explican la ausencia de calificación de mano de obra y, por ende, sus dificultades para el acceso a mejores puestos de trabajo. A esta situación se suma el hecho de que en el país haya habido largos periodos de ausencia de inversión productiva y de casi nula demandas de nuevos/ as trabajadores/as, y aunque en algunas etapas ha subido la inversión, esto no ha repercutido en la generación de empleo formal debido al tipo de actividades a las que se orienta el capital. De hecho, la crisis económica y el ajuste estructural a la que la economía peruana fue sometida en la primera mitad de los noventa, ciertamente eliminó muchos puestos de trabajo y cerró numerosas empresas, lo que llevó a millones de personas a la informalidad. En medio de la multiplicación de empleos informales, los marcos legales del sistema para admitir nuevas expresiones económicas terminaron resultando muy estrechos, pues lo informal está rodeado de elementos claves como la baja inversión, mínima tecnología, escasa seguridad laboral, ausencia de normas de trabajo, nulos controles de calidad, evasión tributaria, ausencia de permisos, etc.. En este marco las mujeres se siguen concentrando en áreas de la economía informal “invisibles”, como el trabajo a destajo a domicilio, el trabajo agrícola, el trabajo doméstico no remunerado y el trabajo ambulatorio. Estas ocupaciones ofrecen un empleo precario, de baja calidad, irregular o sin remuneración, escaso o nulo acceso a la seguridad social o a la protección social y una limitada capacidad para organizarse y conseguir que se hagan efectivos las normas internacionales del trabajo y los derechos humanos.
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En el presente acápite se desarrolla cada una de estas ocupaciones. En particular, se destaca la definición y clasificación de éstas, la regulación de la actividad, los derechos y beneficios de los/as trabajadores/as por sector de actividad, así como los obstáculos que cada una registra.
2.1. El trabajo a domicilio: las trabajadoras a domicilio 2.1.1. Definición y Clasificación del trabajo a domicilio El trabajo a domicilio no es un fenómeno nuevo en el mundo laboral, sin embargo los actuales procesos de flexibilización de la producción y mundialización de la economía vienen impulsando nuevamente el crecimiento de esta forma de empleo flexible.78 Así, el trabajo a domicilio caracterizado tradicionalmente por presentar bajas tasas de productividad y desarrollarse en condiciones de sobre-explotación, precariedad y pobreza, se estaría expandiendo hacia sectores de la economía formal. La tercerización la que viene cumpliendo un rol decisivo en este proceso de expansión, redefiniendo la frontera y la relación entre economía formal e informal, antes concebidas como fenómenos separados, pero que ahora tienen vínculos cada vez más estrechos, con nuevos puntos de encuentro derivados de las innovaciones tecnológicas y de los modelos de crecimiento económico. El trabajo a domicilio es definido por la OIT (en el Convenio Nº 177) como el que una persona realiza i) en su domicilio o en otros locales que escoja, distintos de los locales de trabajo del empleador, ii) a cambio de una remuneración, y iii) con el fin de elaborar un producto o prestar un servicio conforme a las especificaciones del empleador, independientemente de quién proporcione el equipo, los materiales u otros elementos utilizados para ello, a menos que esa persona tenga el grado de autonomía y de independencia económica necesario para ser considerada como trabajador independiente en virtud de la legislación nacional o de decisiones judiciales. 78
Tomei, M.: El trabajo a domicilio: facetas nuevas y viejas de un fenómeno antiguo. Ponencia preparada para el III Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo Buenos Aires - 17 al 20 de Mayo del 2000.
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Estos elementos configuran una relación de subordinación o dependencia laboral que si bien no se da en términos típicos (como ocurre cuando es el empleador quien señala el lugar de trabajo) se configura a partir del pago que se realice por el trabajo incorporado en la producción de un cierto bien o servicio (no por el valor del producto elaborado o el servicio brindado) y porque sea el empleador quien (a pesar de que no determina el lugar de trabajo) establezca las especificaciones para la elaboración del producto o servicio y fije los términos y condiciones de su entrega y pago. La OIT también ha aportado una definición del trabajo a domicilio señalando que se trata de la producción de bienes y/o servicios, por trabajadores y trabajadoras que realizan su trabajo en un lugar de su propia elección (que a menudo es su hogar) y que habitualmente son pagados por unidad producida.79 A pesar que este trabajo se desarrolla sin fiscalización directa por parte del empleador o contratista (lo que determina que se pueda organizar la jornada laboral), los/as trabajadores/as no tienen voz ni voto respecto a las características o al precio de lo que producen. Este organismo precisa que quienes trabajan a domicilio suelen ser invisibles para las estadísticas nacionales ya que este tipo de trabajo no suele ser reconocido como una categoría de trabajo diferenciada y, en muchos casos, la legislación laboral no regula su situación con claridad.80 Como señalan Orsatti y Calle81 a semejanza de lo que ocurre con el empleo doméstico, el trabajo a domicilio tiene particularidades muy marcadas que aconsejan tratar esta actividad laboral por separado y con una regulación específica, de lo contrario se puede excluir a los/as trabajadores/as del hogar de la protección legal de las normas laborales, que al estar pensada en formas típicas de trabajo donde el empleador determina el lugar de trabajo, puede generar una situación de real desprotección. Ambos autores advierten también que en la mayoría de los casos el trabajo a domicilio presenta un alto nivel de vinculación con la economía formal, condición que repercute negativamente en la capacidad de acumulación, característica común de la informalidad. Por ello, antes que trabajo informal, el trabajo doméstico parece ser una forma de trabajo asalariado precario, y en ocasiones cuando aparece por fuera del marco legal laboral, se convierte en un empleo asalariado encubierto, fraudulento o simulado.82
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Esta definición es menos restrictiva que la del Convenio, al no excluir situaciones donde el trabajador o trabajadora a domicilio es considerado como independiente por la legislación nacional o las decisiones judiciales. OIT: “Un pacto entre Iguales”, Ginebra, 2000, p. 38 OIT: “La situación de los trabajadores de la Economía Informal en el Cono Sur y el Área Andina”. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Proyecto: “Los sindicatos y el trabajo decente en la era de la globalización en América Latina”, Lima, 2004, p. 24 Ibid: p. 25
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Otro hecho a destacar del trabajo a domicilio es que ya no se presenta de manera exclusiva en la industria de calzado y del vestido, como solía ocurrir en tiempo pasados. Hoy en muchos países, el trabajo a domicilio es demandado en distintos sectores como la industria automotriz y electrónica, que emplean tecnología avanzada y que se caracteriza por sus altos márgenes de productividad. La expansión del trabajo a domicilio tiene mucho que ver con el concepto de la empresa flexible y con los círculos de calidad, modelos de gestión de la producción difundidos en las últimas décadas entre las empresas líderes. Así, el trabajo a domicilio aparece fuera del sector industrial, vinculado sobre todo al sector de servicios, como ocurre con el teletrabajo, la venta personalizada y por teléfono desde el propio hogar.83 Y, aunque en el Perú la expansión del trabajo a domicilio parece ser un fenómeno poco desarrollado, la tendencia es hacia su incremento por su vinculación con sectores que presentan altos niveles de productividad y porque pareciera plantear expectativas frente a la reversión de la precariedad al presentar mejores oportunidades de trabajo decente. Otro rasgo importante de las nuevas formas de trabajo a domicilio es la diversidad de los/as trabajadores/as en términos de producción, nivel de educación, experiencia laboral, motivos para dedicarse a este tipo de trabajo y niveles de retribución. Por lo general, las mujeres tienden a predominar en las tareas que requieren menor capacitación, que son las menos productivas y que están peor remuneradas,84 lo que advertiría de su situación de desventaja en el mercado de trabajo a domicilio pues estarían siendo relegadas a las tareas menos valoradas. 2.1.2. Regulación y derechos de los/as trabajadores/as a domicilio El trabajo a domicilio en el Perú se encuentra regulado en el Título IV (artículos 87 a 96) del Decreto Supremo N° 003-97-TR, Ley de Productividad y Competitividad Laboral. Según el artículo 87° de esta norma, el trabajo a domicilio es el que se ejecuta, habitual o temporalmente, de forma continua o discontinua, por cuenta de uno o más empleadores, en el domicilio del trabajador o en el lugar designado por este, sin supervisión directa e inmediata del empleador. Este dispositivo precisa además, que en esta modalidad de trabajo el empleador tiene la facultad de regular la metodología y las técnicas del trabajo a realizarse, es decir, dirige las acciones a seguir por el trabajador, y es justamente en virtud de esta condición que se configura la relación de dependencia o subordinación. En este sentido, pese a que es el trabajador quien define el lugar donde desarrollará su actividad laboral, el empleador al tener injerencia en la forma cómo se realizará la
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Ibid: p. 26 OIT: Op.cit. p. 38.
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actividad laboral se establece una relación de subordinación, haciéndose necesaria la aplicación de las normas laborales vigentes. La Ley de Productividad y Competitividad Laboral también establece que la remuneración en el trabajo a domicilio es fijada por las partes en el contrato de trabajo o por convenio colectivo de trabajo a domicilio, en base a criterios de remuneración por producción, bajo la modalidad de valor-hora o tarifa por bien o servicio producido. En este caso, aunque el pago se fije en base a la producción y no en función de la actividad desarrollada, el carácter laboral de la prestación de servicios no entra en cuestión pues lo determinante será el resultado obtenido, ya que a través de él se medirá la actividad desarrollada. En el contrato del trabajo a domicilio es una condición indispensable que éste se celebre por escrito y en triplicado, remitiendo una de las copias a la Autoridad Administrativa de Trabajo para su registro. Asimismo, el empleador deberá llevar un “Registro de Trabajo a Domicilio”, que sustituirá al libro de planillas y en el que se consignará datos como la identificación del trabajador/a a domicilio, las fechas de suscripción del contrato de trabajo a domicilio y de su remisión a la Autoridad Administrativa de Trabajo; la calidad y naturaleza de la obra encomendada y la remuneración convenida; la remuneración pactada, entre otros aspectos de la relación laboral. 2.1.3. Derechos y beneficios de los/as trabajadores/as a domicilio La legislación establece un régimen de derechos diferenciado para los/as trabajadores/ as a domicilio que incluye: a. Una gratificación por 1° de mayo, equivalente a una treintava parte de las remuneraciones totales percibidas el mes inmediato anterior laborado, siempre que el trabajador tenga derecho acumulado de vacaciones y CTS. b. Vacaciones equivalente al 8.33% del total de las remuneraciones percibidas durante el año cronológico anterior de servicios prestados al empleador. Este beneficio debe ser pagado conjuntamente con la remuneración del mes al que corresponde el año cronológico de servicios cumplidos. c. CTS equivalente al 8.33% del total de las remuneraciones percibidas durante el año cronológico anterior de servicios prestados al empleador. Este beneficio se pagará directamente al trabajador dentro de los 10 días siguientes de cumplido el año cronológico de servicios y tiene efecto cancelatorio. d. Afiliación a la seguridad social, esto es, al Sistema Nacional de Pensiones del Decreto Ley Nº 19990 y al régimen de prestaciones de salud, en cuanto se refiere a prestaciones asistenciales directas, subsidios por enfermedad en caso de hospitalización, por maternidad, por lactancia y prestaciones por sepelio. No es aplicable el régimen del seguro complementario de trabajo de riesgo.
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De otro lado, se ha establecido un régimen especial de pago de ciertos beneficios económicos con el que se busca pagar en forma mensual beneficios de periodicidad semestral o anual para el resto de los trabajadores y de las trabajadoras. Ahora bien, aunque existen beneficios previstos por la legislación para los trabajadores y las trabajadoras a domicilio, su incumplimiento parece frecuente. Así, el registro y protección del trabajo a domicilio plantea un reto muy grande y requiere que una dependencia específica del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo se ocupe efectivamente de esta modalidad de trabajo, tomando contacto con los empleadores y los/as trabajadores/as involucrados/as a fin de lograr un nivel de protección social y laboral eficiente y eficaz. Es más probable que el trabajo a domicilio se concentre en actividades con bajo rendimiento de activo fijo y, en ese sentido, la actividad textil y confecciones es propicia para ello. Usualmente forman parte de procesos más extendidos de subcontratación. Si bien, pueden aparecer formalmente, como contratistas independientes, en la realidad pueden ser vistos como “asalariadas encubiertas”. 2.1.4. Obstáculos en el trabajo a domicilio A la hora de intentar equiparar a este sector de trabajadores/as con los demás sectores se observa que los/as trabajadores/as a domicilio enfrentan varios obstáculos particulares a ellos en muchos casos, los cuales reseñamos a continuación: a. Invisibilidad: políticas y programas ciegos No existen estimaciones fiables del número de trabajadores/as a domicilio en el Perú, así como de su localización geográfica y de sus características demográficas y de empleo. Las estadísticas, cuando las hay, son incompletas y en algunos casos inconsistentes. Pese a ello, se estima que el número de trabajadores/as se ha incrementado como resultado de la partición y reubicación de los procesos de producción y la creación de “cadenas” de producción que operan en diversos puntos del país y que utilizan el trabajo femenino disponible y barato. A esta falta de información se suma la dificultad para distinguir entre trabajadores/ as a domicilio que lo hacen por cuenta propia y los/as que trabajan para un tercero, ya que en muchos casos el mismo trabajador o trabajadora esta empleado o empleada bajo ambas modalidades en distintos tiempos. La invisibilidad del trabajo a domicilio puede estar asociada al perfil de sus trabajadoras, dado que el trabajo de la mujer es escasamente valorado en razón de la clásica división sexual del trabajo que suele confinarla a labores compatibles con sus actividades en el hogar, en particular si estas tienen que ver con el cuidado y las responsabilidades familiares. Así, la poca comprensión de la naturaleza del
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trabajo a domicilio y la ausencia de estadísticas fiables no facilita el diseño de políticas adecuadas y de programas destinados a hacer frente a las dificultades que enfrentan los/as trabajadores/as de este sector, ni permite establecer mecanismos adecuados y eficaces de seguimiento al impacto que tiene sobre este sector laboral los cambios sociales y económicos.85 En el Perú, los diferentes programas del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo no evidencian medidas explícitas para favorecer a las mujeres que desarrollan trabajos a domicilio, salvo en el caso del Programa Femenino de Consolidación de Empleo (PROFECE - Mujeres Emprendedoras).86 De hecho, son muy pocas las trabajadoras a domicilio registradas en los programas del Ministerio de Trabajo como el PROFECE - Mujeres Emprendedoras, si tenemos en cuenta que más de cinco millones de mujeres forman parte de la PEA en el país, pues la tasa de actividad femenina alcanza el 57%, cifra elevada que ejerce una considerable e inusual presión en el mercado de trabajo. El PROFECE resulta ser una buena referencia histórica. Sin embargo, habría que destacar que a través de este programa se perseguía buscar a través de la organización de las mujeres el abastecer de mano de obra a las empresas, bajo las condiciones puestas por las empresas y el Ministerio de Trabajo, puesto que nunca se les dio a estos GOOL una estructura democrática interna ni se empoderó a las mujeres para negociar sus condiciones salariales o de trabajo ni mucho menos se permitió que logren un proceso de autogestión. En el año 2008, el PROFECE – Mujeres Emprendedoras fue integrado con otros programas destinados al fomento de la actividad empresarial (PROMPYME y Mi 85 86
OIT: Op. cit. p. 38. El programa Mujeres Emprendedoras, fue puesto en marcha en 1997 bajo la denominación de Programa Femenino de Consolidación del Empleo (PROFECE). Se pueden distinguir hasta cuatro momentos en su vida institucional que marcan dimensiones de operación y estrategias distintas. En sus inicios el objetivo del PROFECE era articular la oferta laboral de mujeres de sectores populares de Lima Metropolitana con la demanda de empresas de diversa dimensión. Se partió del diagnóstico que existían miles de mujeres con algún grado de formación en costura, tejidos, preparación de alimentos y otros, que no accedían al mercado laboral principalmente por falta de información. Las actividades de la oferta priorizadas fueron: artesanía; confecciones; textiles; servicios (limpieza, lavado, embalaje, empaque, vendedoras de puerta en puerta y de “punto fijo”); y procesamiento de alimentos. Se intentó ubicar el proyecto en la intersección entre las mujeres con algún grado de formación para el trabajo- que se encontraban desocupadas- y las empresas con líneas de producción intensivas en mano de obra que tendían a crecer estacionalmente con la contratación de trabajadores eventuales. Aunque PROFECE no descartó la inscripción de varones, éstos constituyeron un porcentaje reducido de sus destinatarios (alrededor de 10%) de un programa que registró entre Enero del 2000 y Mayo del 2003 un total de 3,368 personas, en tanto que el 70% de las mujeres inscritas tenía secundaria completa o más años de estudio. En sus inicios, el Ministerio de Trabajo hizo una masiva convocatoria en Lima Metropolitana, en medios de comunicación y entre organizaciones femeninas de base. Las mujeres se organizaron en Grupos de Oferta Laboral (GOOL) de entre cinco y siete personas, sin embargo se advirtió que no todas ellas poseían las habilidades técnicas para cumplir tareas con la calidad requerida por las empresas que el PROFECE contactó. Frente a ello, el Programa se constituyó entonces en una estructura de servicios, que ofreció capacitación técnica a las mujeres además de articularlas con la demanda. Otra dificultad con la implementación de este programa tuvo que ver con la masividad de la convocatoria, pues al tratarse de una población destinaria heterogénea fue difícil dar seguimiento a su impacto y capacidad de respuesta focalizada.
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Empresa) y luego, derivado al Ministerio de la Producción que lo ha integrado en el programa CRECEMYPE. b. Falta de protección social La mayoría de trabajadoras a domicilio no cuentan con prestaciones de seguridad social en el Perú a pesar que la ley les concede este derecho. Este problema se configura ante la alta tasa de empleo no registrado lo que impide a estas trabajadoras reclamar por los derechos que la ley les otorga, situación que las coloca en un alto grado de vulnerabilidad si tomamos en cuenta que en este sector laboral son frecuentes las enfermedades ocupacionales como los problemas en la columna y la visión. De acuerdo a encuestas aplicadas por la Asociación de Desarrollo Comunal, ADC87, casi la tercera parte (31%) de las mujeres trabajadoras a domicilio de tres distritos de Lima Metropolitana, (San Juan de Lurigancho, Cercado de Lima y La Victoria) manifestó sufrir de tres o más dolencias, y el 69% de ellas relacionó sus dolencias con el trabajo realizado. Entre las enfermedades laborales más comunes en este sector laboral se encuentran las de los huesos y articulaciones (37%) y de la vista (15%). Al parecer, las actividades desarrolladas por las trabajadoras a domicilio afectan de manera singular su salud, y pese a ello no están comprendidas en el régimen del Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo.88 Sólo el 19% de las mujeres encuestadas declaró contar con un seguro médico como derechohabientes, esto es, como consecuencia de que sus parejas figuran como asalariados regulares. El 61% de mujeres dijo que ante enfermedades acude a un centro de salud, mientras que el 33% afirmó hacerlo a una farmacia, pero ninguna de las encuestadas declaró tener un seguro social por el hecho de ser trabajadora a domicilio. 87 88
En el marco de la investigación denominada “Situación socio-económica y organizativa de las mujeres trabajadoras de la economía informal en las provincias de Lima y Huaura”. El trabajo a domicilio por su naturaleza, aunque la ley lo ignore, es pasible de causar enfermedades profesionales, manifestadas en dolencias por el ejercicio de la actividad, situación a la que se suma la falta de condiciones apropiadas de trabajo – según el 50% de las encuestadas en el Cercado de Lima-, tales como luz, ventilación, temperatura, mobiliario, entre otros.
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c. Carácter esporádico del trabajo a domicilio y ausencia de trabajo simultáneo para múltiples empleadores El trabajo a domicilio se realiza en la mayoría de casos por periodos cortos, por temporadas y según fluctuaciones y demandas del mercado. A pesar de los periodos cortos en los que se desarrolla esta actividad, en muy pocos casos se reportan trabajos simultáneos para varios empleadores, situación que es aprovechada para negar la formalización de los contratos. Según la investigación desarrollada por ADC, el 60% de las mujeres entrevistadas para este estudio dijo trabajar sólo eventualmente en esta actividad. De ellas, el 80% declaró no realizar ningún otro tipo de trabajo y sólo el 20% reveló que si lo hacía, aunque en actividades de capacitación de otras trabajadoras a domicilio. Al parecer, las oportunidades para la diversificación de las actividades resultarían muy reducidas, quizá por escasez de oferta de trabajos simultáneos o por limitaciones de asumir la demanda de empleo ofertada como producto de las responsabilidades familiares que deben asumir. d. Casos de bienes deteriorados Según la legislación, el empleador sólo podrá deducir hasta un 25% mensual de la remuneración obtenida por el trabajador o la trabajadora, en caso de responsabilidad económica por la pérdida o deterioro que sufran los materiales o bienes entregados por el empleador para servir de herramientas, maquinarias o útiles afectos a la producción, hasta cumplir el pago del valor respectivo. Sin embargo, la norma no establece cómo se determina esta responsabilidad y qué criterios distinguen los supuestos de negligencia del de deterioro producido por el uso diligente de estos bienes. Esta falta de precisión facilita la aplicación de descuentos indebidos y deja como única alternativa el desarrollo de una conciliación infructuosa o un procedimiento jurisdiccional en el que las pruebas van a ser muy difíciles de obtener por parte del/a trabajador/a. e. La intermediación o sub-contratación La globalización y la reestructuración de la producción han originado la externalización de ciertas fases del proceso productivo que trae como consecuencia que muchos trabajadores y trabajadoras a pesar de estar involucrados en la cadena productiva no integren formalmente la fuerza laboral de una empresa. Así, la segmentación y reubicación de los procesos de producción mediante la creación de “cadenas” de producción que operan a distancia y en diversos puntos del país, ha motivado el uso del trabajo femenino, disponible y a muy bajo costo. El trabajo a domicilio crea “cadenas de producción”, en las que el último eslabón es la productora, es decir, la trabajadora a domicilio, que constituye la
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persona menos beneficiada en esta cadena. Según el estudio realizado por ADC, el 90% de las trabajadoras a domicilio manifestó haberse iniciado en este trabajo por medio de redes provenientes de vínculos vecinales y familiares, las cuales son tejidas a través de un intermediario que se lleva el mayor beneficio económico en este proceso productivo pagando sueldos ínfimos a las productoras. Así, el 87% de las trabajadoras entrevistadas declaró percibir una remuneración inferior al salario mínimo vital vigente a la fecha (S/.550.00), el 76% dijo ganar menos de S/.250.00 al mes, mientras que un 33% reveló que sus ingresos eran menores a los S/.100.00. La intermediación alcanza tal magnitud en el trabajo a domicilio que las trabajadoras desconocen la existencia de vínculos directos con las empresas que les dan trabajo, a veces ni siquiera tiene conocimiento de cuál será el destino final de su producción, especialmente cuando la tallerista trabaja para más de una empresa. Por ejemplo, el grupo de trabajadoras a domicilio entrevistadas en el Cercado de Lima reveló no tener contacto con la empresa destinataria de los productos que elaboran pues su contrato es con el Grupo de trabajadoras Crochet Fashion, el cual contrata a su vez con una empresa en el Perú que entrega el producto a otra empresa en Estados Unidos llamada Perú Collection. Esta situación coloca a estas trabajadoras en una gran desventaja para negociar mejores condiciones laborales que repercutan en la mejora de sus condiciones de vida.
f. Limitadas posibilidades de organización Las trabajadoras a domicilio son principalmente mujeres casadas o convivientes (62.69%), en edad fértil y que con frecuencia se ven a sí mismas con muy pocas posibilidades de desempeñar una actividad económica útil. En su mayoría trabajan solas (el 55% de mujeres no reciben ningún apoyo en sus hogares) o con una colaboración familiar no retribuida (15% es apoyada por sus hijos mayores y 12% por algún familiar); tienen poco o ningún contacto con otras trabajadoras a domicilio (el 96% no participa en ninguna organización) y no tienen familiaridad con los sindicatos. Su aislamiento y la naturaleza de la relación que las trabajadoras a domicilio suelen mantener con sus empleadores o intermediarios les impiden ejercer presión alguna para obtener mejoras en la remuneración o en la regularidad de su trabajo. Son justamente, las características del trabajo a domicilio las que determinan que el derecho a formar organizaciones sindicales para la defensa de sus derechos e intereses sea muy difícil de ejercer para las trabajadoras a domicilio, situación que las ubica en un grado de vulnerabilidad mayor que al de otros trabajadores al verse privados de uno de los principales mecanismos para su defensa.
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En realidad, la forma efectiva de llegar con algunos mecanismos de protección social sería la formalización de la cadena. A las empresas exportadoras o las grandes empresas se les debiera extender la responsabilidad solidaria no sólo hacia quienes trabajan en “services” sino también a los trabajadores/as individuales. TRABAJADORAS A DOMICILIO El trabajo a domicilio al igual que los anteriormente descritos expone a las mujeres a condiciones de particular vulnerabilidad en su proceso de inserción al mercado laboral, al invisibilizar la doble y hasta triple carga de trabajo que asume la mujer con el propósito de generarse ingresos para atender la demanda de su familia, la misma que tiene serias repercusiones en su salud. Sin embargo, las mujeres encuentran en este trabajo una mayor ventaja frente a los otros que le exigen alejarse del hogar, como lo expresa Primitiva Pacheco Huamanculi, mujer que vive en San Juan de Lurigancho y tiene 47 años de edad. “Realizo tareas de ama de casa y ahora como trabajadora a domicilio por medio día... al principio me descuidaba bastante en mi hogar y no habían ingresos, era bien sacrificado. Ahora tengo varias enfermedades, ya no tengo esa habilidad de cuando era joven ahora me siento un poco cansada para caminar, pero trabajo porque busco la superación de mis hijos con este trabajo. Uno de ellos sigue estudiando en la universidad y la otra ya terminó su instituto. Prefiero ser trabajadora a domicilio porque me permite ver más de mis hijos, si saliera a trabajar fuera sería perjudicial para los hijos porque se alejan y se van con los amigos ...“ Este tipo de trabajo no permite visibilizar la fuerte carga laboral que le significa a las mujeres compartir el trabajo a domicilio con sus responsabilidades familiares. Las pocas horas de descanso, el trabajo físico y manual, así como la falta de adecuadas condiciones para desarrollar su labor las llevan a estar expuesta a una serie de enfermedades, las cuales no pueden curar porque los bajísimos sueldos que perciben por la actividad que realizan, tal como nos lo cuenta Jacilde Culqui Bola , mujer con 48 años de edad y que vive en San Juan de Lurigancho. “… ahora no me encuentro bien de salud, estoy con la gripe y la garganta, pero trato de no enfermarme y cuidarme bien porque quiero apoyar a mi familia. Una vecina que me enseñó por curiosidad y empecé hacer chompas de alpaca, tejo a crochet, hago zapatos, adornos y chompas. No es suficiente lo que gano, a veces nos pagan 20 o 30 céntimos, no valoran nuestro trabajo, nos pagan lo que quieren. El riesgo es que muchas veces me han dicho que el trabajo de alpaca o sintético se va a los pulmones pero ahora no siento nada, espero que no pase nada…”
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2.2. El trabajo agrícola: las “temporeras”89 o jornaleras agrícolas 2.2.1. Definición y clasificación El trabajo agrícola no se encuentra definido ni regulado en nuestra legislación. En legislaciones comparadas es definido como el trabajo que consiste en el cultivo de la tierra, lo que incluye también a las actividades directamente vinculadas con esta labor. Aunque existe trabajo agrícola permanente, lo más frecuente es que este se desarrolle por temporadas. En la Ley de Promoción Agraria 27360 hay regulaciones para el trabajador y la trabajadora agrícola en situación de dependencia (asalariado/a): salario mínimo, jornalizado y cobertura de ESSALUD. La Ley de Productividad y Competitividad Laboral (Decreto Supremo Nº 003-97-TR) regula el contrato por temporada, modalidad contractual que, aunque puede ser utilizada en cualquier sector de actividad, se adapta mejor a la naturaleza de la actividad agrícola. Así, define este contrato como “aquel celebrado entre un empresario y un trabajador con el objeto de atender necesidades propias del giro de la empresa o establecimiento, que se cumplen sólo en determinadas épocas del año y que están sujetas a repetirse en períodos equivalentes en cada ciclo en función a la naturaleza de la actividad productiva”.90 En el contrato por temporada debe consignarse por escrito la duración de la temporada; la naturaleza de la actividad de la empresa, establecimiento o explotación; y, de las labores del trabajador o trabajadora. Esto, con el objeto de que el trabajador/a conozca la justificación y las condiciones de su contratación y pueda confrontarlas con los que realmente hace. De otro lado, la ley señala que si el trabajador/a es contratado/a por un mismo empleador en dos temporadas consecutivas o tres alternadas, tendrá derecho a ser contratado en las temporadas siguientes, para lo cual deberá presentarse ante su empleador dentro de los 15 días anteriores al inicio de la temporada, de lo contrario —vencido este plazo— caducará su derecho a solicitar su readmisión en el trabajo. Asimismo, se establece que se asimilan al régimen legal del contrato de temporada, los incrementos regulares y periódicos del nivel de la actividad normal de la empresa o explotación, como producto del aumento sustancial de la demanda durante el año según sea el caso. Lamentablemente, pese a que la propia legislación establece formalidades de las que depende la validez de los contratos de temporada (como la suscripción de un contrato escrito o la consignación explícita de la causa temporal), estas por lo general no son observadas ni exigidas, pese a que la sanción por su incumplimiento obliga al contratante a convertir los contratos temporales en indefinidos.
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Es un término acuñado por las propias mujeres insertadas en el trabajo agrícola. Artículo 67° del TUO de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral.
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A inicios de la década pasada, con el objeto de promover la inversión y desarrollo del sector agrario se aprobó la Ley N° 27360, que establece un régimen de incentivos para el sector agrario que comprende a las personas naturales o jurídicas que desarrollen cultivos y/o crianzas (con excepción de la industria forestal); que realicen actividad agroindustrial, siempre que utilicen principalmente productos agropecuarios producidos directamente o adquiridos de las personas que desarrollen cultivo y/o crianzas; así como, actividades avícolas que no utilice maíz amarillo duro importado en su proceso productivo. Esta norma contempla un régimen laboral especial de carácter temporal (vigente hasta el año 2021)91 que otorga los siguientes beneficios económicos: i) una remuneración diaria no menor a S/. 16.00 nuevos soles, siempre que se labore más de 4 horas diarias en promedio y que incluye CTS y las gratificaciones de Fiestas Patrias y Navidad, ii) un descanso vacacional de 15 días calendario y, iii) en caso de despido arbitrario, una indemnización es equivalente a 15 remuneraciones diarias por cada año de servicios con un máximo de 180 remuneraciones diarias. Como puede verse son beneficios menores a los contemplados en el régimen general para todos los trabajadores y las trabajadoras, pues fueron concebidos bajo la lógica de que la rebaja de los derechos económicos fomentaría la inversión y la formalización en el sector. Esta Ley fue motivo de preocupación de las organizaciones defensoras de los derechos laborales, puesto que trasgredía derechos adquiridos y reconocidos formalmente, Pese a que el Colegio de Abogados de Ica, planteó una acción de inconstitucionalidad contra este régimen especial, pues generaba un trato legislativo diferenciado para un sector de trabajadores/as. El Tribunal Constitucional declaró (en el 2009) que éste era compatible con la Constitución pues se trataba de una medida de carácter temporal, cuyo objetivo era luchar contra el empleo informal. Es importante destacar que en el régimen agrario las medidas promocionales son temporales hasta el 2021. Sin embargo, éstas carecen de participación y monitoreo tripartito, contrario a lo estipulado en el artículo 2 del Convenio 122 de la OIT que exhorta a cada miembro a revisar las medidas adoptadas para lograr los objetivos del pleno empleo, productivo y libremente elegido. Las encuestas realizadas por ADC en la provincia de Huaura92 revelan que si bien el 84% de su población se ubica en las zonas urbanas, la actividad laboral a la que se
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Originalmente la Ley debía regirse hasta diciembre del año 2010, pero en el año 2006 fue extendida su vigencia hasta el año 2021, de esta manera las Normas inicialmente transitorias se han devenido como permanentes como es el caso del DL 1086, que extiende el régimen laboral especial de la Mype hasta el año 2015 y el régimen laboral de las exportaciones no tradicionales, DL 2234, que cumplió 33 años en el año 2011. En: Gamero, Julio: “Impacto de la Ley de Promoción Agraria 27360. A 10 años de su implementación”. Aurora Vivar, CGTP. Lima, 2011, p. 45. La provincia peruana de Huaura es una de las once provincias que conforman el Departamento de Lima y pertenece a la Región Lima. Tiene doce distritos, los considerados costeños: Carquín, Huacho, Hualmay, Huaura, Santa María, Sayán y Vegueta; y los andinos: Ambar, Checras, Leoncio Prado, Santa Leonor y Paccho. Abarca una extensión territorial de 4,891.92 Km2, y su densidad poblacional alcanzó en el 2002, la de 38 habitantes por Km2.
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dedican principalmente es la agrícola, alcanzando índices superiores a los de localidades aledañas como Huacho. Este estudio, también reveló que las personas dedicadas a esta actividad son mayoritariamente mujeres con vínculos eventuales (91%) y analfabetas (5%) y que viven en las localidades de la provincia aledañas a las zonas agrícolas. Por lo general, estas mujeres perciben un jornal menor que los hombres pese a realizar el mismo trabajo y en condiciones similares, situación que se originaría, en opinión de las encuestadas por la creencia de que el hombre es más fuerte y trabaja más. Así, el pago para el 86% de las mujeres jornaleras agrícolas encuestadas fluctuaba entre 8 y 10 nuevos soles diarios, (S/. 250.00 nuevos soles mensuales aproximadamente), monto que resulta muy inferior al salario establecido para los trabajadores y las trabajadoras del régimen especial agrario, situación que se agrava si tenemos en cuenta que, por lo general, la jornada agrícola declarada por las encuestadas es de hasta 12 horas. A esta situación de precariedad se suma el hecho de que la mayoría de las personas encuestadas por ADC manifestaron que los contratos que celebran con sus empleadores son verbales y no escritos como lo exige la ley, y que su vinculación con la empresa contratante se hace a través de empresas contratistas y subcontratistas que no siempre cumplen con registrar a los/as trabajadores/as en planillas, ni realizar los pagos de los beneficios laborales que les corresponden.
2.2.2. Obstáculos en el desarrollo del trabajo temporal a. Invisibilidad del trabajo Las encuestas realizadas en la provincia de Huaura dan cuenta de que muchas mujeres temporeras carecen del reconocimiento como trabajadoras, invisibilizándose su labor y aporte productivo, que no queda reflejado ni en los registros laborales que le permiten el acceso a los beneficios laborales y a la seguridad social, ni mucho menos en las estadísticas laborales. En la mayoría de los casos esta situación obedece a los bajos niveles educativos que presentan las mujeres y a la subsistencia de prácticas que se sustentan en la idea de que los contratos de trabajo sólo les corresponden única y exclusivamente a los hombres. Así, el bajo nivel educativo determina que el ingreso al mercado de trabajo de las mujeres temporeras se dé a través de empleos informales, inestables, que no requieren de calificación y que presentan escasa o nula participación en cooperativas y organizaciones sindicales. Esta situación, las lleva a permanecer aisladas y sin posibilidades de plasmar sus ideas en proyectos, y con pocas posibilidades de acceder a fuentes de financiación, pues les son desconocidas (el 96% nunca ha solicitado un crédito).
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b. Analfabetismo y limitada formación y de acceso a información Los niveles de analfabetismo que reportan las mujeres encuestadas por ADC (4% de las encuestadas) se originan en prácticas discriminatorias contra las mujeres, quienes provienen de hogares rurales y conservadores del interior del país, en los que no se incentiva la formación de las mujeres. La condición de analfabetismo de estas mujeres tiene repercusiones en su vida en sociedad, pues les impide conocer entre otras cosas el marco normativo que las protege. Similar situación es la que viven las mujeres quechua-hablantes, quienes al no haber recibido formación en el idioma materno, tienen serias dificultades para acceder a información respecto a sus derechos. En estos casos, la responsabilidad estatal es evidente. Cabe precisar que se observan también diferencias graves entre las mujeres de las zonas rurales y las que residen en zonas urbanas, situación que se acentúa si se las compara con sus pares masculinos, tanto en lo referido al acceso a oportunidades de estudio, como al desajuste entre formación y empleo, siendo las mujeres de las áreas rurales las que registran una mayor desventaja al respecto. c. Exceso de cargas de familia Sobre las mujeres temporeras recae fundamentalmente la responsabilidad del mantenimiento de la unidad familiar, garantizando, a través de su dedicación, el cuidado y el bienestar de las personas dependientes (niños/as, adultos/as mayores, personas enfermas y con discapacidad). Esta importante labor social es especialmente valiosa, aunque no reconocida, lo que constituye la base del “trabajo invisible de las mujeres”. al ser precisamente el entorno rural un ámbito carente de suficientes servicios públicos destinados a las necesidades de este tipo de personas
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(guarderías, centros de atención especial, geriátricos, etc.). Esta situación se agudiza para las mujeres que son jefas de hogar y que representan el 5% de las mujeres encuestadas por ADC. Pese a que las mujeres temporeras han sido y siguen siendo una pieza clave en la estructura y desarrollo del medio rural, la sociedad rural no está aún concientizada acerca del reparto de tareas domésticas y del cuidado, generando nuevas y mayores dificultades para que las mujeres puedan acceder al mercado laboral, al ámbito social y político.
d. El poder y la toma de decisiones A pesar que la contribución de las mujeres temporeras al desarrollo de sus zonas y localidades es muy significativa, este colectivo se encuentra siempre en minoría en todos los procesos de adopción de decisiones y de planificación, especialmente a escala nacional, regional y local. Ello se explica por la carencia de tiempo libre debido a la multiplicidad de tareas que asumen, las escasas responsabilidades en las tareas del cuidado que asumen los hombres y la ausencia de servicios de proximidad (transporte y guarderías fundamentalmente); sumando a ello la persistencia de las concepciones tradicionales acerca del papel de las mujeres. De esta manera, según el estudio realizado por ADC se tiene que la participación plena e igualitaria de las mujeres temporeras en los procesos de toma de decisiones es muy escasa, y uno de los factores que originaría esta situación es su escasa o nula participación en los procesos de planificación agrícola.93 Y es que, los actuales responsables de la toma de decisiones y planificadores de alto nivel han recibido muy poca información y formación respecto a las diferencias económicas y de género en la planificación agrícola. La investigación desarrollada por ADC confirma que muchas personas de esta antigua generación de responsables de la formulación de políticas se muestran escépticas respecto a la planificación desde los niveles inferiores hacia los superiores y, especialmente a la necesidad de integrar el análisis de género en los procesos de planificación agrícola. De otro lado, se tiene que el modelo formal jerárquico que siguen numerosas organizaciones en las localidades estudiadas muchas veces no es compatible con las características más corporativas y solidarias que las mujeres temporeras suelen adoptar en sus comunidades y economías rurales.
93
El término “planificación agrícola” se refiere a dos procesos: formulación de políticas agrícolas y planificación agrícola perse.
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e. Presencia de enfermedades y carencia de protección social Pese a la recurrencia de enfermedades entre las trabajadoras que participan de este sector, es evidente la ausencia de sistemas de protección social que incorpore a este sector efectivamente. Así, el 82% de trabajadoras temporeras encuestadas declaró sufrir simultáneamente entre dos y cuatro enfermedades, de las cuales el 96% asoció sus dolencias con el trabajo que realizan (dolor a los huesos y articulaciones, infecciones renales, entre otros), sin embargo cerca de 77% de las encuestadas dijo no contar con seguro social alguno por falta de dinero y por desconfianza. Es importante destacar el hecho de que muchas mujeres se encuentren en condición de “intermitentes”, con la cual su mano de obra que se contrata para las labores correspondientes no llega a ser una asalariada a “tiempo completo”, logrando que se debilite su inserción laboral y consecuentemente su cobertura de la seguridad social. Por otro lado, tenemos que el estado de salud de las temporeras es influenciado por múltiples factores como el entorno, los hábitos de vida, la alimentación, el ocio, el trabajo, la autonomía. La carga física, emocional y mental que supone para la mujer el trabajo doméstico y el cuidado de los/as hijos/as (14% tienen hijos/as menores), las dificultades de acceso al mercado laboral, a la toma de decisiones, a los órganos de gestión y participación social, la renuncia al propio tiempo, entre otros, provocan en apariencia una disminución de la calidad de vida de las mujeres en su desarrollo y autoestima lo cual repercute finalmente en su salud física y mental. Añádese a ello, las mayores condiciones de riesgo que supone el trabajo en el agro, relacionados con los asuntos climáticos, la exposición a mayores lesiones, entre otras. f. Limitada Organización Según refiere Gamero, en este sector no hay mayores antecedentes de organización sindical. Las que se están constituyendo son las primeras en su historia. Si a ello se suma, la presencia importante de mujeres, el bajo nivel educativo de la mano de obra y la ausencia de políticas públicas de aliento a la formación de organizaciones sindicales, resulta explicable que, hoy en día, se un encuentre un tejido social sumamente tenue y frágil.94
94
Gamero, J.: Op. cit. p. 50.
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Al igual que las trabajadoras a domicilio, el 86% de las temporeras de la zona de estudio manifestó no participar en ningún gremio o sindicato de trabajadores por múltiples factores. El principal problema que tienen las mujeres para asociarse tiene que ver con su tipo de contrato temporal. De hecho, la afiliación sindical es, en términos generales, muy baja en los sectores de actividad con uso intensivo de contratos temporales. A esta dificultad se suma la tendencia a masculinizar el entorno sindical, haciéndolo poco atractivo a las mujeres en muchos casos. Es importante destacar que luego de varios años de intenso trabajo este sector de trabajadoras logro constituir, con apoyo técnico de ADC Asociación de Trabajadoras Temporeras Agrícolas del Norte Chico y vienen participando activamente en la Mesa de Diálogo Laboral con Enfoque de Género de la Provincia de Huaura, donde vienen planteando sus propuestas y demandas de manera conjunta. g. Carácter esporádico y no supervisado del trabajo agrícola En gran medida el trabajo agrícola no se presta con exclusividad en un solo predio rural. Así, el estudio desarrollado por ADC en el distrito de Huaura revela que existen varios predios rurales y varios/as jornaleros/as en los distritos vecinos que les abastecen de mano de obra. Estos predios no requieren de trabajadores/ as permanentes, sino de aquellos que presten servicios durante la temporada agrícola, por lo que al ser variado el número de predios así como de la producción la demanda de trabajo resulta constante. Esta situación determina que el trabajador o la trabajadora agrícola se empleen de modo eventual, por jornadas menores a las 24 horas semanales y que dura generalmente la mitad del día. Ante ello, el trabajador/a agrícola puede acumular muchas horas de trabajo realizado que no serán reconocidas por el Estado ni por los empleadores para efectos de su seguro social y los aportes pensionarios. De esta forma, aun contando con empleos formales que deberían otorgarle el derecho a tener seguridad social y a gozar de una pensión, el trabajo a tiempo parcial y la multiplicidad de empleadores determinan el incumplimiento de las condiciones para gozar de estos beneficios. h. La presencia de intermediarios Son pocos los casos en los que el propietario o poseedor del predio rural contrata directamente los servicios de los/as trabajadores/as temporeros/as. La mayor parte de las unidades productivas se abastece de mano de obra a través de contratistas, los cuales recurren a su vez a subcontratistas.
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El resultado de esta situación es que las trabajadoras temporeras nunca contratan directamente con el propietario o poseedor del predio rural, quedando a merced de la voluntad del intermediario para recibir su pago o ver cumplidos sus derechos laborales. Los intermediarios generalmente no contratan por escrito y evaden así la supervisión del Estado, pues para movilizar a las temporeras solo requieren de un acuerdo verbal con el propietario o poseedor del predio. La situación plantea el problema del “rentismo inmobiliario”, mediante el cual los propietarios o poseedores de predios se desentienden de trabajar su propiedad directamente y asumir las obligaciones derivadas de la explotación. Es importante, destacar que en varios casos, ello se acerca a figuras de “enganche” y que podrían ser calificadas como algunas formas de trabajo forzoso. En el Perú no existe normativa legal ni reglamentario una disposición que precise el contenido de la libertad de trabajo, que defina el concepto de trabajo forzoso u obligatorio, o que promueva la eliminación del trabajo forzoso.95 i. Nula supervisión por parte del Estado La Dirección Regional del Trabajo de Lima Provincias, que tiene la obligación de controlar y hacer efectivo el cumplimiento de las leyes así como de inspeccionar los lugares de trabajo tiene una nula intervención en la actividad agraria. Ello a pesar que, como ya lo hemos advertido, se incurre en permanentes infracciones laborales no solo en materia laboral sino también en lo referido a las condiciones de salud y seguridad en el trabajo. Cabe precisar que dicha Dirección a la fecha cuenta con sólo 8 inspectores para controlar y hacer efectivo el cumplimiento de las leyes en todas las localidades y sectores económicos de la región. En este sentido, se requiere de urgente atención especial a este sector, debido al peso que tiene la mano de obra agrícola en la población activa total de la provincia de Huaura. TEMPORERAS Son aquellas trabajadoras que por no tener un trabajo fijo o permanente desarrollan su labor de manera informal y paralelamente a sus actividades del hogar. Su propósito es generar ingresos mínimos que le permitan garantizar la subsistencia de sus hijos e hijas. Muchas de las trabajadoras temporeras son madres solteras, situación que las lleva a iniciar sus actividades a tempranas horas del día.
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Bastidas, M. ; Balvín E. : “Las mujeres y el trabajo decente en el Perú”. ADC, Lima, 2011, p. 81.
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Lucila Collao Romero, mujer de 35 años que vive y trabaja en Huaura nos cuenta cómo es su día de trabajo como temporera, sobre las condiciones en las que labora, así como las dificultades que enfrenta para hacerse de ingresos que le permitan solventar los gastos de su familia. “ … Cuando voy a trabajar me levanto a las 5 de la mañana, me alisto algo caliente, pongo mi agua para el desayuno de mi casa, rápido me alisto y salgo. Me voy al cruce de Sayán a esperar mis compañeras para irnos a trabajar a la chacra. En el camino compro mi pan para desayunarme, pues ahí estaré hasta que termina la faena. De regreso a mi casa, recién cocino para almorzar, luego lavo, le reviso la tarea a mis hijos y me ocupo de las cosas de la casa…” A la fuerte carga de actividades que desarrollan las mujeres temporeras como Lucila, se suma como dificultad las condiciones en las que deben de laborar, que las lleva a seguir trabajando incluso encontrándose enfermas pues con su trabajo garantizan la subsistencia de su familia. “… A veces me enfermo pero debo seguir trabajando porque necesito el dinero. Como no puedo ir a la posta, me tomo algo nomás y sigo trabajando. Por eso me gustaría tener estabilidad con todos los beneficios.“ Si bien la característica de su trabajo puede ser un beneficio para las temporeras respecto al uso del tiempo, lo cierto es que lo esporádico y eventual de esta labor repercute en los ingresos que las mujeres obtienen por su trabajo y en las condiciones en las que deben trabajar. “Me gusta este trabajo porque solo es por horas... desde hace tres años me dedico a pañar ají, alverjas y vainitas. Gano 12 soles por 4 horas, y 24 soles por todo el día, esa cantidad que se gana, no tenemos vacaciones. Los capataces nos votan del trabajo cuando no pañamos bien y aunque hayamos trabajado no nos pagan nada, y no hay quien nos ayude a defendernos como trabajadoras temporeras“ ¿Por qué de temporeras?, es la pregunta que le hacemos a las mujeres entrevistadas y muchas parecen coincidir en la precariedad de su situación económica, la asunción de responsabilidades familiares a muy corta edad, así como en el acceso limitado a la educación, como las condiciones que las llevaron a emplearse en este tipo de trabajo. Gloria Torres Rojas, madre de familia de 47 años y natural de Huaura, nos cuenta en su historia la de muchas mujeres que como ella han encontrado en este tipo de trabajos la forma de sacar adelante a su familia. “… tuve que trabajar porque mi pareja no me apoyaba, no había plata, tenía que sacar adelante a mis hijos y no tenía el apoyo de mi familia, por eso salí a trabajar al campo, que era lo que podía hacer. Este trabajo es bastante agotador, hago despeje, deshierbo, sembrando, despanque…”
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Así como para Gloria, para la mayoría de mujeres dedicadas al trabajo temporero son pocas las oportunidades de superación que les brinda esta labor, puesto que lo que obtienen por tantas horas de dedicación solo les permite garantizar el sustento básico de su familia. Este es el caso de Consuelo Cartagena Medina, mujer de 58 años de edad, quien vive en el Asentamiento Humano de Chihuahuasca, en Huaura. Dedicada al trabajo temporero desde hace varios años, nos cuenta sobre las pocas posibilidades que encuentra con este trabajo de surgir y aspirar a una mejor vida para ella y su familia. “Ahorita lo único que quiero es seguir trabajando para mis hijos nomás, no he pensado en seguir aprendiendo porque ya por los años que tengo qué más puedo hacer, no me queda tiempo. Antes de venir a trabajar dejo cocinada la comida para mi familia, limpio la casa, lavo la ropa, todo lo hago porque ahora estamos en tiempo de cosecha y hasta los domingos trabajamos. Yo tengo que llevarles el pan a mis hijos y preocuparme de que estén bien, ellos todavía son pequeños, nunca me he asegurado, nunca he pensado en pertenecer al grupo de mujeres, no hay tiempo ya para eso.
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2.3. El trabajo doméstico remunerado: Las trabajadoras del hogar 2.3.1. Definición y Clasificación El trabajo doméstico como ocupación mercantil, es decir, como trabajo prestado a cambio de una remuneración, es la ocupación proporcionalmente más importante en el total de las mujeres trabajadoras que desarrollan actividades productivas fuera de su hogar.96 No obstante, es también el trabajo peor remunerado, con jornadas excesivas, en condiciones de aislamiento y con mínimas oportunidades de organización colectiva. Esta situación motivó que, cuando a inicios de los años setenta la OIT regional acuñara el concepto de sector informal, considerase al trabajo doméstico como parte de dicho sector, señalando “Actualmente (…) se considera que el trabajo doméstico pertenece a la economía informal, pero ello en el marco de un uso amplio del término, que incluye a una variedad de formas atípicas de trabajo básicamente dependientes”.97 Un estudio realizado por el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (CIEDUR), ONG vinculada al sindicalismo en Uruguay98 presentó nuevos elementos que permitieron profundizar esta propuesta de definición del trabajo doméstico. Así, respecto a la posibilidad de considerar a las trabajadoras domésticas como informales, señaló que por el tipo de relaciones laborales que mantienen el trabajo doméstico se caracteriza más por su precariedad que por su informalidad. Este estudio sugiere una clasificación de este tipo de actividad laboral, efectuada sobre la base del tipo de tarea que se realiza y que distingue a las trabajadoras de la siguiente manera:99 •
Empleada de “toda tarea”, cuando todo el trabajo doméstico está bajo su responsabilidad.
•
Niñera: dedicada sólo al cuidado de los/as niños/as.
•
Limpiadora: contratada generalmente por horas, dos o tres días por semana, o incluso esporádicamente. Es frecuente que también lave, planche y hasta prepare comida. Desarrolla una actividad que reviste un gran desgaste físico.
•
Mucama: limpia y sirve a sus patrones. Atiende el teléfono y la puerta. No cocina ni limpia la cocina.
96
Según Panorama Laboral 2006 de la OIT, para el año 2005 las trabajadoras del hogar en Lima Metropolitana, constituían el 10.4% del 60% de mujeres empleadas en el sector informal.
97
OIT: “La situación de los trabajadores de la Economía Informal en el Cono Sur y el Área Andina”. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Proyecto: “Los sindicatos y el trabajo decente en la era de la globalización en América Latina”, Lima, 2004, p. 20-21.
98
OIT: Op. cit. p. 22.
99
Ibíd.: p. 23.
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•
Casera: cuida la casa, cuando los patrones no están, y hace algunas tareas de limpieza.
De otro lado, y bajo otro criterio de análisis que parte de la modalidad de la relación laboral, se sugiere otra clasificación de las trabajadoras en el servicio doméstico: •
Empleadas de casa particular: tienen un trato directo con sus patrones, al trabajar en una casa de familia. Puede ser con cama, con retiro y por horas.
•
Asalariadas del servicio doméstico, en tanto empleadas de empresas de limpieza, contratadas por empresas, edificios u oficinas.
•
Asalariadas en tanto empleadas de instituciones, como clubes, colegios, asociaciones.
2.3.2. Regulación del trabajo doméstico El trabajo doméstico se encuentra regulado por la Ley N° 27986, Ley de los/as trabajadores/as del hogar100 y su Reglamento aprobado por Decreto Supremo N° 0152003-TR,101 los cuales regulan la actividad de las personas que efectúan labores de aseo, cocina, lavado, asistencia, cuidado de niños/as y demás propias de la conservación de una residencia o casa habitación y, del desenvolvimiento de la vida de un hogar, que no importen lucro o negocio para el empleador y sus familiares. Al respecto, puede observarse que esta definición legal desconoce el aporte económico de las trabajadoras del hogar y su condición de población económicamente activa. Según esta Ley, las trabajadoras del hogar tienen derecho a la educación, para lo cual el empleador deberá brindarle las facilidades necesarias para garantizar su asistencia regular a un centro de estudios fuera de la jornada de trabajo. Esta disposición se encuentra en el Capítulo III de la Ley 27986, que desarrolla la modalidad “cama adentro”, sin prever esta misma facilidad para las trabajadoras en la modalidad “cama afuera”, pese a que en la realidad ellas laboran más de 8 horas diarias y 6 días a la semana, y como todas las trabajadoras, tienen también aspiraciones de superación a través del estudio. La ley le otorga a las personas que laboran en el trabajo doméstico varios derechos laborales como CTS, descanso semanal, descanso remunerado los días feriados, vacaciones y gratificaciones, aunque se les concede sólo la mitad de lo que recibe un trabajador de la legislación general (Decreto Supremo N° 003-97-TR), lo cual puede conformar una afectación a la igualdad de trato. 100 La Ley N° 27986 “Ley de trabajadores del hogar” publicado el día 03-06-2003 en El Peruano. Posteriormente salió su reglamento, el Decreto Supremo 015-2003-TR (20-11-2003). 101 La Ley y el Reglamento, establecen un régimen laboral y de la seguridad social para este grupo de trabajadoras, diferenciado del Régimen Laboral de los Trabajadores de la Actividad Privada.
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En relación con la seguridad social, las trabajadoras del hogar son aseguradas obligatorias a la seguridad social en salud y pueden elegir su afiliación al sistema Nacional de Pensiones (ONP), o al sistema Privado de Pensiones (AFP). Para su afiliación a la seguridad social, la Resolución de Superintendencia N° 191-2005/SUNAT, establece un Registro de empleadores/trabajadores del hogar y sus derechohabientes. Así, la inscripción la realiza el empleador por medio de un formulario mediante el cual declara y paga el aporte a EsSalud y al régimen pensionario público. Esta resolución obliga a todos los empleadores que contraten trabajadoras del hogar a inscribirse en este registro. La legislación también omite fijar formalidades para el contrato de trabajo que aseguren la protección de las trabajadoras. Solo se establece la obligación de entregar constancias de pago, las cuales tendrán como mínimo la siguiente información: •
Nombre del trabajador del hogar;
•
Documento de identidad, de ser el caso;
•
Nombre del empleador;
•
Monto de la remuneración expresado en números y letras;
•
Período al que corresponde el pago;
•
Firma de ambas partes;
Respecto a las constancias de pago, existe un vacío en la norma pues si bien se estipula la obligación del trabajador/a de expedir la constancia de pago, no se prevé nada respecto a la obligación del empleador de recibirlas. Como resultado de esto, muchos empleadores optaron por no aceptar las constancias de pago, intimidando a sus trabajadores y trabajadoras con reemplazarlos/as con otras personas en sus trabajos. Cabe precisar que al ser el trabajo del hogar una actividad desarrollada bajo la dependencia que genera un vÍnculo jurídico laboral, correspondería al empleador entregar la boleta de pago, sin embargo, la legislación especial ha optado porque sea el/a trabajador/a quien expida dicha constancia, aumentando aún más su desprotección, pues lejos de tener efectos reales de aplicación su regulación es meramente formal. Tan es así, que el registro del empleador y trabajadora del hogar en la SUNAT para pago de aportación a salud y pensiones no es parte de la solemnidad del contrato, ni tampoco implica una multa o sanción tributaria, por más que el Código Tributario lo tipifique como infracción. Así, si una trabajadora del hogar ha celebrado su contrato verbalmente, lo cual es permitido por la ley, pero no se le acepta la emisión del recibo de pago, no puede ser registrada en la SUNAT y por tanto, su derecho al seguro social y beneficios sociales no se encuentran protegidos. Entonces, ¿cuál es el objeto de exigir formalidad para la celebración de su contrato? Pues en la realidad sigue siendo informal, desconocida por el Estado, sustraída a toda tutela o protección.
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En este sentido, podemos observar que el trabajo doméstico en el Perú está regido por una legislación específica que se caracteriza por la legitimación y la legalización de la restricción en el goce y ejercicio de derechos laborales para las trabajadoras del hogar, y aún pese a esta desventaja de origen se constata en la práctica que estos derechos no tienen vigencia frente a la inacción del Estado peruano. Cabe advertir que, según la Ley Nº 27337 que regula el Código de los Niños y Adolescentes (del 2000), los municipios distritales y provinciales dentro de sus jurisdicciones tienen competencia para inscribir, autorizar y supervisar el trabajo de los y las adolescentes que cuenten con la edad de 12 años (esta ley lo colocó como “demás modalidades de trabajo”). Desde entonces, varios gobiernos locales han reglamentado el trabajo adolescente en sus distritos. Este es el caso de la Municipalidad Distrital de Los Olivos, que lo hizo con su Ordenanza 234–CDLO y, de la Municipalidad Distrital de Villa Maria del Triunfo con la Ordenanza 186. En el caso del municipio de Los Olivos, la Ordenanza N° 234-CDLO del 10 de febrero de 2006 reglamentó las labores de los y las adolescentes trabajadores/as del hogar creando un registro de los/as adolescentes trabajadores/as del hogar con la finalidad de saber el número existente y desarrollar acciones de supervisión respecto al desarrollo de sus actividades. Este registro es de carácter público por lo que puede ser consultado por cualquier persona. En este municipio solo se permite el trabajo de adolescentes entre 14 y 17 años de edad, estableciéndose sanciones económicas para quienes contravengan esta disposición. Así obliga a los empleadores permitir la supervisión del funcionario municipal encargado y en el caso de los infractores, dar cuenta a la Municipalidad del cese de esta relación laboral. Por su parte, el o la adolescente trabajador/a del hogar tiene derecho a exámenes médicos gratuitos a cargo del Sector Salud a fin de conocer el estado de su salud y velar por su cuidado. Finalmente, mediante este dispositivo se establecen programas de desarrollo social para esta población trabajadora en coordinación con el MIMDES, dirigidos a asegurar su desarrollo físico-psicológico y su proceso educativo, fortaleciendo sus vínculos con la escuela, la familia y la comunidad. Si bien, aún son tímidos los avances registrados en este sector, lo cierto es que en el Perú más del 50% de trabajadores/as del hogar son menores de 18 años que trabajan entre más de 15 horas diarias percibiendo un salario inferior a la remuneración mínima vital, por lo general sin pago de horas extras y/o beneficios, por lo que medidas como éstas son importantes, más aún, hay quienes trabajan sin remuneración a cambio de un techo y comida.
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2.3.2. Obstáculos en el trabajo doméstico a. Restricciones legales La actual Ley y Reglamento de los/as trabajadores/as del hogar si bien es un avance significativo para la regulación de derechos y obligaciones para este sector de trabajadores/as, aún presenta contradicciones y vacíos importantes, tales como: i) la inexistencia de multas a los incumplimientos de inscripción en el registro obligatorio ante la SUNAT para el pago de servicios de salud y pensiones, ii) la permisión legal de celebrar el contrato verbalmente sin que medie ningún tipo de prueba en ello y, iii) la carencia de obligaciones y sanciones para el empleador que se niega a recibir la constancia de pago de remuneraciones que le expide el trabajador. Todas estas restricciones existentes son motivos suficientes para revisar y modificar la Ley y su reglamento. b. Inacción del Estado A pesar que las trabajadoras del hogar en el Perú son el sector laboral que enfrentan los niveles más bajos de remuneración y de protección social, la intervención del Estado es bastante restringida, ya que no existen políticas y programas especiales para este sector de trabajadoras. El accionar del Estado sólo se ha restringido a una mayor difusión de la norma legal que regula el trabajo doméstico, a través del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) y el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) y vía medios de comunicación masiva. Así como desarrollar acciones de capacitación puntuales. Este fue el caso del “Taller de Capacitación para trabajadores y trabajadoras del hogar”, desarrollado con autorización de la Dirección Nacional de
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empleo y formación profesional a través de la Resolución Ministerial N° 102-2007TR que se publicó en Abril de 2007. Y si bien, en marzo del 2007 el Estado peruano publicó el Decreto Supremo N° 005-2007-TR que declaró el 30 de marzo como el Día nacional de los trabajadores y las trabajadoras del hogar, lo cierto es que este dispositivo solo ratifica un acuerdo oficial tomado en el Primer Congreso de trabajadoras del hogar realizado en 1988 en la ciudad de Bogotá (Colombia), donde se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar, en el que se establece este día como el Día internacional de las trabajadoras del hogar. Es importante destacar que luego de la aprobación del Convenio 189 de la OIT sobre Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores domésticos que fue adoptado durante la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT realizada en Ginebra del 1 al 17 de junio de 2011,102 las actuales gestiones del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social y el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, vienen haciendo esfuerzos para que el Estado peruano ratifique el Convenio 189 de la OIT. Dicho convenio tiene como finalidad asegurar que la promoción y la protección efectivas de los derechos humanos de todas/os las/os trabajadoras/es del hogar, y reconoce importantes derechos laborales, como: la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación, libertad de asociación, libertad sindical, y reconocimiento del derecho a la negociación colectiva, la eliminación del trabajo forzoso, la abolición del trabajo infantil, y eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación. c. Limitada organización A pesar de los avances que se han producido en materia de organización en este sector laboral, tras la creación de diversas organizaciones de trabajadoras del hogar en el Perú (Asociación Nacional de Trabajadoras del Hogar —ANTRAH, creada en 1972, el Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar— SINTRAHOGAR, en el año 2006, Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de la Región Lima, en el 2009; así como el Sindicato de Trabajadoras del Hogar de la Provincia de Huaura y la Asociación de Trabajadoras de la Región Lima, creadas en el 2007 y 2009 respectivamente) aún es débil el nivel de organización de las mujeres trabajadoras del hogar en el país. Esta situación se agrava si tomamos que el trabajo del hogar es una actividad donde la demanda del mercado laboral supera a la oferta, por lo que la capacidad de negociación de las trabajadoras es poco significativa.
102 El Convenio contó con una mayoría de 396 votos a favor, 16 votos en contra y 63 abstenciones; y la Recomendación con 434 votos a favor, 8 votos en contra y 42 abstenciones.
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d. Alto índice de violencia física, verbal y psicológica El espacio en el que se desarrolla este tipo de trabajo y las relaciones que se suelen establecer con las trabajadoras del hogar, debido a patrones socioculturales discriminatorios vigentes (de género, etnia y culturales), configuran un escenario que alienta una amplia variedad de riesgos específicos.Además de ser discriminadas por su condición de trabajadoras del hogar, frecuentemente son sujetas a tratos crueles y humillantes, que van desde los insultos hasta el maltrato físico y el hostigamiento y la violencia sexual. Así, el 57% de trabajadoras del hogar encuestadas por ADC, declaran haber sido víctimas de alguna forma de violencia, de este grupo el 7% revela haber sufrido violencia sexual y/o acoso sexual en su centro laboral. Ante esta realidad adversa, se requiere del establecimiento urgente de mecanismos especiales de protección a nivel nacional, regional y local, como la acción efectiva de la inspección de trabajo, protocolos de actuación, resoluciones referentes a inspección en los domicilios, entre otros. e. Estigmatización del trabajo doméstico A pesar que la mano de obra empleada en servicios domésticos no es menos calificada que el promedio de la población trabajadora, este tipo de trabajo suele ser considerado de baja calificación, lo que también refleja un sesgo de género. f. Precariedad en el empleo Las condiciones de flexibilidad laboral para estas trabajadoras no han variado mucho en la última década por lo que se puede afirmar que este trabajo siempre se ha desarrollado en condiciones flexibles y precarias. Lo que si viene cambiado es la configuración y estructura de la población trabajadora del hogar, que en los últimos años ha registrado mayores niveles de educación. Así, de acuerdo a la investigación realizada por ADC en Lima y Huaura, el 16% y 38% de trabajadoras del hogar respectivamente, tienen algún tipo de nivel de instrucción -principalmente técnica; tienen más edad alcanzando intervalos entre 26 y 50 años (53% en Lima y 83% en Huaura); y registran mayor movilidad laboral, pues la duración promedio de los empleos es de seis a ocho meses, ya que la mayoría renuncia a sus puestos; y, salvo algunos casos, los acuerdos sobre las jornadas y el salario son principalmente verbales. Existen otros elementos a considerar respecto a las condiciones de precariedad en las que se desarrolla este trabajo. Precisamente, el 82% de las encuestadas revelaron que trabajaban más de ocho horas (de este porcentaje un 70% labora más de 10 horas), el 69% dijo hacerlo seis días a la semana, en tanto que un 8% declaró trabajar todos los días incluyendo domingo y un 14% dijo que lo hacían también los feriados. De hecho la mayoría de las trabajadoras del hogar trabajan más de 40 horas a la semana.
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En cuanto al salario, en promedio el 92% de trabajadoras del hogar encuestadas en Lima dijo ganar menos que el sueldo mínimo, de este sector un 44% recibe por su trabajo menos de S/. 250.00 nuevos soles. En Huaura, el 88% dijo percibir una remuneración menor a los S/. 500.00 nuevos soles, de dicho porcentaje el 71% afirmó que ganaba menos de S/. 250.00. Además, suele incorporarse la valoración monetaria de los alimentos recibidos. g. Migración El estudio citado anteriormente, revela que en Lima un 48% de trabajadoras del hogar han migrado desde las zonas rurales y de los departamentos netamente andinos (Arequipa, Apurímac, Cajamarca Cusco, Ayacucho, Huánuco Puno y Ancash), en tanto que en Huaura se registra un 17% de casos similares. Así también han aumentado los casos de personas provenientes de los mismos u otros centros urbanos de la provincia de Huaura (83%) y Lima (48%) que provienen de Lima o Callao. En este sector el contacto o la búsqueda de trabajo se da de forma directa con potenciales empleadores o por amigos o familiares. No existen en el país mecanismos masivos de acceso a información sobre vacantes de trabajo y, a pesar de que hay empresas dedicadas a acercar la oferta y la demanda de empleo en este sector, la mayoría de trabajadoras no acude a este medio. h. Carencia de ayuda para el cuidado de hijos/as y las tareas del hogar El cuidado de la familia y el trabajo demandan demasiado tiempo a las mujeres sobre todo para las que son madres. Así por ejemplo, en la provincia de Huaura el 67% de las encuestadas es madre, el 50% del total de encuestadas tiene entre uno y cuatro hijos y un 21% tiene hijos menores de seis años, lo que les implica un doble o triple esfuerzo. Al igual que para el caso de Lima, la mayoría de trabajadoras del hogar (79%) afirmó no recibir ningún tipo de apoyo de parte de su familia tanto en el cuidado de los hijos y las hijas como para la realización de las tareas del hogar. i. Limitado acceso a las prestaciones de seguridad social En cuanto a la seguridad social se tiene que el 72% de encuestadas en Lima y el 83% en Huaura dijo no contar con seguro médico, ni mucho menos con protección y/o pensiones. Pese a esta limitación, las trabajadoras del hogar afirmaron que en caso de enfermedad recurren al centro médico más cercano, en el caso de Lima y a la automedicación (58%), en el caso de la provincia de Huaura, lo cual es un factor de alto riesgo para la salud de estas trabajadoras.
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TRABAJADORAS DEL HOGAR En la actualidad, muchas mujeres trabajadoras del hogar comparten este trabajo con sus responsabilidades familiares, lo cual les significa muchas horas de trabajo, pocas de descanso y la sobre-exposición a condiciones que ponen en grave riesgo a su salud. Carlota Rafaela Rapray Robles, mujer de 59 años que vive en el distrito de Santa María, provincia de Huaura, nos cuenta sobre la necesidad de revalorar el trabajo que desarrollan las mujeres que se ponen al servicio de otras familias, función que comparten con las responsabilidades que tienen en sus hogares y que la lleva a iniciar su día a tempranas horas. “Nuestro trabajo es mal dicho doméstico pues las trabajadoras del hogar además de ganar dinero laborando en una casa somos muy útiles para los demás… mi día de trabajo empieza muy temprano, me levanto a las 5 de la mañana para hacer mis cosas, luego voy al mercado, cocino para mi mamá, dejo todo limpio para salir a trabajar…” En esas condiciones resulta inevitable que las mujeres trabajadoras del hogar se vean expuestas a la adquisición de enfermedades las cuales no pueden atender de modo inmediato y adecuado por la falta de seguro de salud y recursos que así se lo permitan, pues deben priorizar los gastos de su hogar y la atención de su familia. Así nos lo cuenta Aurora Tarnia Chinchaya, natural de Huaura y con 51 años de edad. “... En mayo estuve mala y me fui a la posta de Huaura, me hice cuatro análisis, en los cuales me dieron unas ampollas para relajarme porque a veces me siento tensa, pero todo es normal... si no puedo tomo remedios caseros de hierbas. Trabajo mucho porque un solo ingreso en casa no alcanza… cuando ya no puedo trabajar en el servicio doméstico me dedico a hacer manualidades, tejido de ponchos, de carteras, y también trabajo en la chacra. Yo empecé a trabajar a la edad de 12 años, junto a mi mamá… empecé de niñera, cuidaba a bebes en Chosica, en un sitio que le dicen California ahí fue mi primer trabajo, y de ahí siempre me avisaban cuando necesitaban para limpieza. Gano 150 soles al mes por tres horas al día, de lunes a viernes…”. Uno de los problemas que enfrentan recurrentemente las trabajadoras del hogar son los malos tratos por parte de sus empleadores, situación que les es difícil enfrentar dado que requieren de su trabajo para subsistir. Celia Santos Fernández, mujer de Huacho y con 42 años de edad nos cuenta los problemas que ha vivido a lo largo de su experiencia laboral. “… me inicié a los 15 años pero antes de entrar a la casa del contador yo trabajaba con la esposa de un mayor pero si bien los primeros años me trataba bien, una vez que tenía trabajando tiempo ahí me empezó a levantar la voz y yo no me dejaba le decía a la señora que hay momentos en que todos no amanecemos con el mismo humor pero
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que todos tenemos problemas y yo no soy de fierro, así que le dije hasta aquí nomás. En el último trabajo con el contador, tenía problemas con su hijo, al niño no le habían enseñado bien, era demasiado malcriado, yo había atendido niños menores pero quizá era porque el niño ya era grandecito. ¡Ay! era un niño tan terrible que a veces no quería hacer la tarea y yo tenía que quedarme hasta tarde, hasta que termine su tarea. Yo quería dejar el trabajo pero con lo que gano pago tienda, luz, agua y de vez en cuando pequeñas cosas que necesito: un pantalón, un zapato, una colonia, algo que a veces se me antoja... quiero salir de toda deuda y terminando de pagar todas mis deudas quiero entrar en alguna junta porque pienso o al menos intento comprar mi terreno porque no tengo casa”. Si bien, algunas trabajadoras del hogar entrevistadas afirmaron conocer de la existencia de leyes que las protegen frente a los malos tratos y que buscan garantizar un trabajo digno para ellas, lo cierto es que su aplicación dista mucho de la realidad, tal como lo revelan los casos anteriormente expuestos.
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2.4. La venta ambulante: Las trabajadoras “ambulantes” o “autónomas” 2.4.1. Definición y Clasificación Esta actividad, a diferencia del trabajo a domicilio, trabajo del hogar o del trabajo por jornal agrícola, constituye una expresión del trabajo autónomo donde no se cuenta con un local inmobiliario fijo. Es autónomo porque su actividad se realiza por cuenta propia y sin depender de un empleador, vale decir que el trabajador/a solo cuenta consigo/a mismo/a para llevar a cabo su actividad productiva. La venta ambulante en la vía pública o “ambulatoria”, propiamente dicha, tiene variantes: •
•
La venta itinerante, que es la que se realiza en la vía pública sin lograr ubicación permanente que obliga al desplazamiento del/a vendedor/a libremente por las calles. Las “paraditas”,103 que también se realiza en la vía pública, pero a diferencia de los primeros, el ambulante ocupa un espacio definido y permanente.
Además existe la venta en mercados informales que se desarrollan en establecimientos sin autorización municipal, mercados o ferias irregulares, y entre las principales características de esta actividad tenemos que: •
Es una actividad que se realiza en la vía pública o en mercados, ferias, etc.
•
Es una actividad de poco capital.
•
Generalmente su rentabilidad se encuentra asociada a la evasión fiscal, tanto en la adquisición del producto como en su venta.
•
Su mercado está orientado hacia los particulares y no puede ser proveedor de las entidades públicas.
•
No cuenta con beneficios sociales.
La venta ambulante, es un fenómeno global que en los últimos 40 años ha sufrido un crecimiento inusitado y geométrico, que a futuro compromete la viabilidad de los principales centros urbanos, desencadenando la crisis urbana más severa que ha conocido Lima. Los/as vendedores/as ambulantes representan una porción significativa de la economía informal urbana. En América Latina, las mujeres representan la mayoría de este sector.
103 Expresión coloquial utilizada para identificar la ubicación de quienes trabajan en el comercio ambulatorio, cuentan con un espacio definido y tienen licencia temporal por la municipalidad para trabajar
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El trabajo autónomo ambulatorio es una categoría jurídica con la cual se reconoció al trabajador ambulante la calidad de sujeto de derechos laborales, por medio del Decreto Supremo N° 005-91-TR. Dicho dispositivo tiene como objetivo promover el respeto de la dignidad de la persona humana en el trabajador ambulatorio, así como la propiedad de sus bienes,104 y lo que busca es realizar la progresiva formalización del ambulante. En este dispositivo legal el Estado admite que el comercio ambulatorio es una realidad social generada por la crisis económica que agobia al país desde varios años, y que constituyen la respuesta de la población frente al desempleo y el subempleo.
2.4.2. Relevancia social del trabajo ambulatorio La venta ambulante implica un gran aporte al crecimiento de la producción al incentivar el comercio y dinamizar el mercado puesto que, moviliza altos volúmenes de mercaderías, activa el circuito económico y utiliza para sus fines el espacio público. La venta ambulante se nutre de un complejo sistema de producción, abastecimiento y realización de la más variada diversidad de bienes finales e intermedios por lo que no debe de reducirse a la esfera netamente comercial. Es algo más que un fenómeno particular, que se desarrolla en forma individual en importantes sectores de la población, debe ser entendida como un sistema económico paralelo que existe al margen de la economía formal. Es una economía donde se integran y encadenan: el/la fabricante informal, el/ la intermediario/a informal y el/la minorista informal, siendo el más apreciable de esta cadena el vendedor/a ambulante con quien cotidianamente la sociedad se relaciona. La venta ambulante contribuye a la vida urbana, proveyendo bienes y servicios y generando empleos, los cuales se encuentran al alcance, en cantidad y precio, de todas las personas, inclusive de las de escasos recursos económicos. Una encuesta del año 2004105 hecha a trabajadores/as autónomos/as ambulatorios/ as del Distrito de La Victoria determinó que 37% eran hombres y 63% mujeres. La razón que muestran las investigadoras que proporcionan esta información es que los giros de estos negocios en su mayoría eran los de venta de alimentos preparados o no, de ropa, de hierbas y otros productos relacionados con aspectos domésticos. De las ocho asociaciones encuestadas para este estudio, el 27 % se dedicaban a comerciar productos perecibles, el 24% vendían ropa, el 12% alimentos preparados y sólo el 3% brindaba servicios de mecánica. Prueba de ello es que la única asociación de vendedores ambulantes donde los hombres sobrepasan en número a las mujeres en el 104 La Constitución Política de 1993 señala que la libertad de trabajo es un derecho fundamental de la persona, es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de la realización de la persona humana y es objeto de atención prioritaria del Estado. También consagra el derecho a la propiedad como un derecho inviolable y el Estado lo garantiza como igualmente reconoce que la iniciativa privada es libre y promociona el comercio. 105 Bravo, Sara: “Realidad socio-económica de los/as trabajadores/as de la economía informal del distrito de La Victoria. Lima, 2004.
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distrito de La Victoria es la Asociación de Autoaccesorios y Servicios dedicada a la venta de repuestos y servicios para el sector transporte, la cual está integrada por varones en un 91% frente al 9% de miembros femeninos. Estas cifras revelan además, que culturalmente existen actividades que la sociedad considera orientadas para hombres y otras para mujeres, siendo estas últimas vinculadas al ámbito doméstico como el vestido, los alimentos y las necesidades básicas del hogar. Sobre la edad de estos/as trabajadores/as se pudo determinar que en el Distrito de La Victoria el 28% de ellos/as se encuentran entre los 42 y 49 años de edad y, el 23% fluctúa entre los 34 y 41 años, es decir forman parte de la Población Económicamente Activa y se encuentran en la economía informal.
2.4.3 Obstáculos en el trabajo ambulantorio a. La vulneración de la propiedad La Resolución Ministerial N° 022-91-TR establece las normas que deben obedecer los/las trabajadores/as autónomos/as ambulantes protegidos por el Decreto Supremo N° 005-91-TR anterior, la misma que otorga a las autoridades municipales la atribución de acreditar por medio de credenciales a los trabajadores y las trabajadoras ambulantes de su jurisdicción. Asimismo se dispuso, en tanto se dicte la Ley del Comercio Ambulatorio, suspender el decomiso de los bienes materia del comercio ambulatorio establecido como sanción por incumplimiento de obligaciones de los/as trabajadores/ as autónomos/as ambulatorios/as. Esta medida se dictó frente a los excesos de parte de las autoridades municipales contra la propiedad de los trabajadores y las trabajadoras ambulantes y en otros casos, incluso por los excesos contra su vida, cuerpo y salud. El comercio informal —como actividad de la ciudad de Lima— es definida por la Ordenanza Nº 002 del 2 de abril de 1985 como “la actividad económica que se desarrolla en Campos Feriales o áreas reguladas de la vía pública directa y en pequeña escala productos preparados, industrializados y naturales”. Así también define al vendedor ambulante como “aquel trabajador cuyo capital no exceda de dos unidades impositivas tributarias (UIT) anuales y que careciendo de vinculo laboral con su o sus proveedores ejerce individualmente el comercio ambulatorio en forma directa y en pequeña escala”. En este sentido, las autoridades deben comprender que eliminar o erradicar el comercio ambulatorio, decomisando su mercadería, incluso arrojándolo del lugar o ubicación de su trabajo, o agrediéndolo a golpes, implica una violación a los derechos humanos y una total ignorancia de la realidad económica y social que perfila a nuestra sociedad en las últimas décadas.
Hacia una economía con Trabajo Decente
b. Acceso restringido a la seguridad social La carencia de protección social se considera uno de los problemas más acuciantes que encaran los/as trabajadores/as ambulantes, más aún si tenemos en cuenta que, el 84% de ellos y ellas, entrevistados por ADC en Lima y Huaura, sufren de una o más enfermedades, porcentaje del cual un 45% adolece de tres a más dolencias. De esta forma, la mayoría de vendedoras ambulantes encuestadas (88%) dijo no tener protección en seguridad social (servicios médicos básicos y hospitalarios, pensiones por invalidez, vejez o muerte, etc.) y tampoco contar con servicios de bienestar social: cajas de compensación familiar, programas de salud, capacitación para la familia, programas de recreación de vivienda, entre otros. Algunas encuestadas señalan que tienen acceso al SIS pero que ésta realmente no responde a sus necesidades de salud. c. No existe apoyo de parte de las instituciones del Estado Los/as funcionarios/as asignados por las instituciones estatales para estudiar el problema y buscar soluciones concretas, en su mayoría, desconocen el comportamiento del sector y no tienen ni la actitud proactiva ni la voluntad necesaria para realizar cambios significativos para este sector laboral. Se evidencia una ausencia preocupante de programas integrales y coherentes que apoyen al sector específico de vendedoras ambulantes, y que promuevan la continuidad y permanencia de las pocas iniciativas existentes que han sido emprendidas sobre todo por algunas municipalidades locales. A ello se suma, la limitada coordinación y la falta de unificación de objetivos y criterios por parte de las instituciones públicas o privadas y, en general, del conjunto de actores sociales. d. Acceso restringido a programas de ahorro y crédito Las instituciones financieras en el Perú carecen de programas de ahorro y crédito adecuados para este colectivo de trabajadoras/es, así como de un fondo de garantías o del acceso a los existentes, que posibilite la obtención de créditos de fomento, lo cual restringe la posibilidad de que los/as vendedores/as ambulantes accedan a programas de ahorro y crédito. Cabe mencionar, sin embargo, que de las trabajadoras de este sector que afirman haber solicitado financiamiento externo en Lima, el 84% logró obtener un préstamo. De este universo el 73% lo solicitó a un banco y el 78% de los préstamos estuvieron orientados a financiar el negocio. En el caso de la provincia de Huaura las cifras caen significativamente, pues sólo un 34% de las encuestadas dijo haber solicitado con éxito un préstamo, y un importante 7% reveló no haber
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obtenido resultados positivos. En el 76% de los préstamos solicitados estos fueron hechos a un banco y sólo del 8% se hizo ante un familiar. e. Negociación por parte de agentes intermediarios Ciertas organizaciones formales, informales, intermediarios y agentes del orden público negocian el acceso a una porción del espacio público o el traslado de sitios de mejor ubicación, garantizando la “permanencia” de las vendedoras ambulantes a cambio del pago de cuotas fijas mensuales o diarias. f. Acentuación de la pobreza por la baja capacidad de acumulación Las vendedoras ambulantes están expuestas a caer permanentemente en el círculo vicioso de la pobreza debido a que sus actividades son de muy baja escala y están expuestas a la pérdida permanente y progresiva del poder adquisitivo, lo cual repercute negativamente en el mejoramiento de sus niveles de vida. Así, tenemos por ejemplo, que el 91% de encuestadas en Lima percibe una remuneración menor al mínimo (S/. 550.00), de las cuales el 31% gana menos de S/. 250.00 mensuales y, sólo el 23% tienen capacidad de ahorro. En el caso de Huaura, el 71% gana menos del salario mínimo, de las cuales el 44% gana menos de S/. 250.00 al mes. Si analizamos el destino de los ingresos encontraremos que en la mayoría de los casos registrados en Lima orientan sus ingresos a la atención de sus necesidades básicas tales como alimentación (38%), vivienda (20%) y educación (21%). Distinto es el resultado de las entrevistas en la ciudad de Huaura donde el destino principal de sus ingresos se orienta a cinco rubros, destacándose el de alimentación (41%) y el de educación (20%). g. Cultura del inmediatismo Es un elemento que afecta de manera sustantiva a las vendedoras ambulantes, debido a que la mayor parte de sus actividades lo realizan para resolver situaciones eventuales o de muy corto plazo. Al no existir planes a mediano o largo plazo, los comportamientos conllevan a una gran dosis de improvisación. h. Deficiente capacidad de organización, negociación y concertación A diferencia de los otros sectores de trabajadoras. Este sector muestra un mayor grado de organización. Como resultado de la investigación desarrollada por ADC en Lima y Huaura se reveló que el 30% de las trabajadoras limeñas y el 35% provenientes de Huaura afirmaron participar en alguna organización.
Hacia una economía con Trabajo Decente
Sin embargo, aunque el 61% de las vendedoras ambulantes encuestadas manifestaron participar en las reuniones de las asociaciones que integran, estas muestran una limitada capacidad para resolver problemas colectivos, identificar y aprovechar oportunidades de beneficio común, teniendo una mínima capacidad de liderazgo colectivo, que en muchos casos genera una creciente atomización de la organización de base solidaria. TRABAJADORA AMBULANTE El trabajo ambulante es uno de los más precarios en condiciones laborales de la economía informal. Las personas que lo ejercen se ven expuestas a un sinnúmero de problemas que repercuten en su salud laboral, física y emocional. Emelinda Soraya Jaén, tiene en la actualidad 39 años de edad. Llegó a Huacho hace nueve años de sus natal Ancash en busca de mayores perspectivas de trabajo, pues habiendo estudiado la primaria y la secundaria quería estudiar alguna carrera corta que le permitiera mantener a su familia y superarse en la vida. “…Me hubiera gustado aprender repostería, cosmetología o algo manual. Justo estoy aprendiendo a tejer ponchitos a crochet... ahora en lo que trabajo me gusta, porque no dejo abandonados a mis hijos. Hay madres que se van desde la mañana hasta la noche todavía llegan, yo aunque sea estoy unas cuantas horas con mis hijos y en la tarde ya me voy a trabajar…” Separada, con dos hijos a quienes mantener, Emelinda trabaja vendiendo lonche entre las 4:30 de la tarde y 8:30 de la noche. Y si bien su trabajo le permite estar pendiente de sus hijos, son las condiciones en las que labora lo que más le perjudica en su trabajo, al cual le debe sumar un día agotador de responsabilidades en el hogar. “… empiezo el día a las 6:30am. Preparo el desayuno de mis hijos, los alisto para el colegio, les doy el desayuno y los mando. De ahí me vengo al mercado hago mis compras para mi casa y para mi trabajo. Luego me dedico a aprender a tejer. Rápido cocino para el almuerzo y luego preparo lo que tengo que llevar para salir a vender mi lonche. De la casa salgo a las 3 de la tarde, llego a las 3:30pm., preparo lo que tengo que atender hasta las 9pm o 9:30pm. y estoy llegando para mi casa como a las 10pm… En mi trabajo no tengo muchos problemas, pero ahora sí porque esta calle la van a asfaltar y de un momento a otro. Ahora nos dicen que ya no vamos a poder vender acá y estamos bien preocupadas porque a dónde vamos a ir a vender…” Las condiciones en las que mujeres como Emelinda trabajan repercuten directamente en su salud, la cual muchas veces no es atendida oportuna y adecuadamente por ellas, quienes priorizan la atención y cuidado de sus hijos e hijas.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
“… Voy a la posta cuando me enfermo, pero hace unos días que estuve mal me curé con hierbas no más. Yo me siento muy cansada con mi trabajo, tengo que cargar cosas y llevarlas de un lado a otro, es un ajetreo que nunca termina. Ahora veo que me están apareciendo varices en mis piernas y a veces me duele, pero así no más me curo. Cuando mis hijos se enferman los llevo a la posta o al hospital para curarlos...” Emelinda cuenta que su sueño es irse a trabajar a otro país para poder darle una mejor vida a sus hijos, pues siente que aquí el Estado le da muy poco apoyo a las mujeres que como ella trabajan para mejorar la vida de su familia.
Hacia una economía con Trabajo Decente
CAPÍTULO 3 Las trabajadoras de la Economía Informal en Lima y Huara
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CAPÍTULO 3
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CAPÍTULO 3
E
n el Perú, la actividad informal sostiene la gran parte de empleos y en mayor medida de las mujeres. Así por ejemplo, en la ciudad de Lima y en otras que como en ella, concentran altos índices de informalidad, se observa que este problema deriva de la sobre-oferta de mano de obra, situación que lleva a muchas personas en edad de trabajar a crear sus propios puestos de trabajo al no alcanzar vacantes de la demanda laboral formal. En este contexto son las mujeres las más afectadas, quienes se ven obligadas a ejercer diversas actividades económicas en condiciones que las colocan en un grado de vulnerabilidad e inseguridad preocupantes. Con el propósito de caracterizar estas condiciones, que permita a partir de este reconocimiento plantear medidas y acciones destinadas a mejorar las condiciones laborales de las mujeres inmersas en la economía informal, la Asociación de Desarrollo Comunal, ADC, ha desarrollado un estudio paralelo en el distrito de Lima Metropolitana y en el de Huaura, ambos en la provincia de Lima, a fin de mostrar el impacto que esta actividad tiene en la vida de las mujeres.
3.1. Las trabajadoras de la economía informal en Lima El estudio centra su atención en analizar las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras de la economía informal de Lima Metropolitana enfocados en los distritos con mayor actividad y empleo informal: San Juan de Lurigancho, La Victoria y Cercado de Lima. Así, se analiza los trabajos realizados dentro del hogar, en un domicilio, en la calle (ambulante), así como en el campo en los empleos temporales. En este sentido se ha aplicado una encuesta que busca recopilar información sobre la situación socio-económica, organizativa y laboral de las trabajadoras de la economía Informal aplicada en el 2007 a 382 mujeres para Lima Metropolitana, y a 510 personas en el 2010. Cabe precisar que para el segundo estudio de campo (2010) se recabó información tanto de mujeres como de varones (336 mujeres y 174 hombres), con el propósito de establecer algunas variables diferenciales. El objetivo de presentar conjuntamente los resultados obtenidos en el 2007 y en el 2010 es el poner en evidencia algunas diferencias registradas en este periodo de tiempo, en las cinco variables en las que se ha dividido este estudio: i) características generales, ii) empleo, iii) los derechos laborales, iv) la protección social y, v) participación y diálogo social.
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Cabe indicar que la información comparativa respecto a la situación de los hombres y mujeres sólo se refiere al año 2010 puesto que en el año 2007 la aplicación de las encuestas fueron dirigidas exclusivamente a las mujeres y por lo cual no será posible hacer la comparación. 3.1.1 Características generales Una muestra clara de la población de mujeres en Lima Metropolitana pertenecientes a la economía informal se manifiesta en los distritos de San Juan de Lurigancho, La Victoria y Cercado de Lima el cual entre las distintas actividades laborales se manifiestan principalmente las trabajadoras ambulantes, a domicilio, del hogar y una minoría en el campo; estas se realizan en ambientes dentro de su vivienda, local alquilado, en la vivienda de otra persona y en la calle. A continuación, en base a la encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010, caracterizaremos las diferencias relevantes de las mujeres trabajadoras en esta parte de Lima Metropolitana en cuanto a sus características básicas, laborales y entre otras relevantes para los años mencionados. a. Edad La economía informal de Lima Metropolitana se caracteriza por agrupar mujeres de todos los rangos de edad, pero principalmente mujeres adultas (30-45 años), quienes al no tener oportunidad de conseguir un empleo formal, encuentran un refugio laboral en la informalidad. Para el año 2007, el grupo materia de este estudio, estaba conformado principalmente por mujeres adultas, situación que también se observó para el 2010 aunque con un incremento de alrededor de siete puntos con respecto al 2007. En cuanto al grupo de las mujeres jóvenes (14-29 años) se registró un descenso en
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
este periodo de tiempo, pues pasó de tres en el 2007 a dos para el 2010 por cada diez mujeres trabajadoras de este grupo. CUADRO Nº 1 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según rango de edad, 2007 y 2010 (%) RANGO DE EDAD
AÑO 2007
2010
382
336
Total relativo
100,0
100,0
De 14 a 29 años
31,4
22,6
De 30 a 45 años
35,4
42,0
Más de 45 años
33,5
35,4
Total absoluto
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
b. Educación Se puede constatar que las mujeres encuestadas pertenecientes a este sector económico en Lima Metropolitana, tienen en su mayoría niveles educativos básicos (primaria y secundaria), siendo muy pocas las que tienen un nivel superior. Así, en el 2010 se encontró que más mujeres con nivel primario estaban insertadas en este sector laboral que las registradas en el 2007, año donde la mayor parte de las entrevistadas registraba nivel educativo secundario. Ello nos lleva a deducir que las mujeres con menores niveles de educación son más proclives a pertenecer a la economía informal.
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CUADRO Nº 2 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según el nivel educativo alcanzado, 2007 y 2010 (%) NIVEL EDUCATIVO ALCANZADO
AÑO 2007a
2010a
382
336
Total relativo
100,0
100,0
Sin nivel
15,7
12,5
Primaria
37,5
57,4
Secundaria
38,7
23,5
Superior
8,2
6,6
Total absoluto
a/ Sin nivel incluye a las categorías sin instrucción, primaria incompleta o abandonada y en proceso; Primaria incluye a primaria completa, secundaria incompleta o abandonada y en proceso; Secundaria se conforma por secundaria completa, técnica incompleta o abandonada y en proceso, universitaria incompleta y en proceso o abandonada; finalmente, Superior comprende a técnica y universitaria completa. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
c. Estado civil, tenencia de hijos y personas que requieren cuidado especial Estar casada o en situación de convivencia es para las mujeres en algunos casos una limitante para insertarse al mercado laboral, teniendo como única opción a la economía informal. Así en el 2010, de cada 10 mujeres entrevistadas en Lima Metropolitana pertenecientes a la economía informal 2 eran solteras y 7 casadas o convivientes. Esta cifra muestra una leve disminución respecto a lo registrado en el 2007, donde las solteras eran 1 de 10 y las casadas o con un compañero bordeaban las 2 de 10. En el caso de las mujeres divorciadas o separadas no se ha registrado cambios significativos.
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Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 3 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según estado civil, 2007 y 2010 (%) ESTADO CIVIL
AÑO 2007a
2010a
382
336
Total relativo
100,0
100,0
Soltera
32,2
19,6
Casada
27,8
35,7
26,4
29,8
13,6
14,9
Total absoluto
Conviviente Divorciadas/separadas
1
1/ también incluye viudos y otros casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Otra limitante para las mujeres en su inserción al mercado laboral tiene que ver con el deber impuesto culturalmente por la sociedad de atender a los/as hijos/as, condición que les resta posibilidades de acceder a un empleo relativamente formal y con mejores condiciones laborales, puesto que estas responsabilidades no son compatibles con las de las ofertas laborales. Así, mientras mayor sea el número de hijos/as que tiene a su cargo la mujer, menores serán sus posibilidades de acceder a un empleo formal. Para el 2010, del total de mujeres encuestadas para este estudio, una de cada 10 no tenía hijos/as, cifra mucho menor de la registrada en el 2007 donde cerca de 3 de cada 10 mujeres trabajadoras del sector entrevistadas afirmaron tener esta condición. En el 2007, la mayor parte de las mujeres consultadas dijeron tener entre uno y cinco hijos/as, cifra que varió ligeramente para el 2010, donde se encontró que 4 de cada 10 mujeres dijo tener de tres a cinco hijos, y muy pocas reconocieron tener más de cinco hijos.
Hacia una economía con Trabajo Decente
95
GRÁFICO Nº 3 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según número de hijos, 2007 y 2010 (%)
50
42,0
39,0
40
32,7
32,5
26,7
30 20
9,2
8,1
9,8
10 0 Sin hijos(as)
Con 1 ó 2 hijos(as)
2007
Con 3-5 hijos(as)
Con más de 5 hijos(as)
2010
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
d. Composición familiar Dentro de una vivienda, el número de integrantes de una familia es determinante en las condiciones de su vida. Así también, lo es la incidencia de miembros/as menores de edad y adultos/as mayores en la disponibilidad de tiempo de la madre e hijas mayores para su acceso a empleos asalariados formales. Más de la mitad de las mujeres trabajadoras de la economía informal entrevistadas para este estudio manifestaron en el 2010 que vivían acompañadas, en promedio, de 4 a 6 personas, cifra que no varió sustancialmente con respecto a lo encontrado en el 2007. Pero, donde sí hubo una claro cambio fue en el grupo de mujeres que afirmaron vivían acompañadas con 2 personas. Este grupo se redujo en el 2010, en tanto que se incrementó considerablemente el grupo de mujeres que dijo vivir en el mismo hogar con 6 personas y 9 a más personas. De otro lado, en el año 2010, más de la mitad de las encuestadas que vivían con 3 a 7 personas aseguraron no tener un integrante que requiera cuidado especial, pese a que los estudios dan cuenta de esta realidad en familias de entre 4 y 7 integrantes, donde la situación revela que por lo menos uno requerirá atención especial, en tanto que si se tiene 9 a más integrantes en una familia, serán entre 1 y 2 quienes se encuentren en situación de asistencia.
96
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 4 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según número de personas que vive, 2007 y 2010 (%) 7,1 5,3 8,1 7,6
11,3 5,6 7,7
Con n e e a más Con o ho Con sie e
15,4
17,9
16,2
17,2
Con seis Con in o Con
19,1
17,0
a o
Con es Con dos
12,3 7,3 1,6
2007
17,3 3,6 1,5 0,9
Con a
ien
So a
2010
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
e. Región y Zona de residencia En la actualidad el trabajo en la economía informal, además de haberse diversificado en el tipo de servicio que ofrece también lo ha hecho respecto a la procedencia de sus agentes. Así, no solo es realizado por personas que emigran a la capital, ahora también tiene una alta incidencia en aquellos que estando en su lugar de origen se hacen de un trabajo por cuenta propia o toman un empleo en condición informal. Si para el 2007, más de la mitad de mujeres trabajadoras de la economía informal encuestadas en Lima Metropolitana procedían de la región Sierra (principalmente Ayacucho (9,0%), Ancash (8,4%), Cusco (6,3%), Huánuco (6,3%), Junín, Puno, Cajamarca y Arequipa (estos últimos constituían el 4,0% de las entrevistadas); seguida de la región Costa, de donde destaca la ciudad de Lima (39,7%) como el principal lugar de procedencia; y finalmente, de la región Selva, de donde el 1.1% de entrevistadas dijo proceder, destacando los departamentos de Ucayali, Loreto y Amazonas.
Hacia una economía con Trabajo Decente
97
Para el 2010, es la región Costa de donde proviene la mayoría de las mujeres de la economía informal encuestadas. El estudio reveló que más de la mitad de ellas provenían de esta región, siendo Lima la principal ciudad de procedencia con un 44,4%. En tanto, la región Sierra pasó a ocupar el segundo lugar, destacando las ciudades de Junín, Huánuco, Apurímac con porcentajes de 8,6%, 6,9%, 6,0% respectivamente. En relación a la región Selva, esta no mostró mayor variación con respecto al 2007. CUADRO Nº 4 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según la región de nacimiento, 2007 y 2010 (%) REGIÓN
AÑO 2007
2010
382
336
Total relativo
100,0
100,0
Costa
32,2
19,6
Sierra
27,8
35,7
Selva
26,4
29,8
Total absoluto
Nota: Costa (Lima, Tacna, La Libertad, Moquegua, Tumbes, Ica), Sierra (Arequipa, Ancash, Junín, Cusco, Puno, Pasco, Huánuco, Cajamarca, Apurímac, Ayacucho, Huancavelica) y Selva (Madre de Dios, Ucayali, San Martin, Loreto, Amazonas) Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Cabe precisar, que las zonas rurales presentan mayores carencias que las urbanas en cuanto a buenas condiciones de vida, y una característica de su población femenina es que son más proclives a pertenecer a la fuerza laboral en la economía informal dada la desatención del Estado en inversión por capital humano, fundamentalmente educación y salud, en el área rural. Y aunque hombres y mujeres procedentes de zonas rurales tienen mayor preeminencia en la economía informal, lo cierto es que son las mujeres rurales las que tienen mayor presencia en este sector.
98
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 5 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, por zona de residencia según sexo, 2010 (%) 53,3 51,7
48,3 Urbano
46,7
Rural
Masculino
Femenino
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia
Si bien, aún es alto el porcentaje de las mujeres de la economía informal que viven fuera de su localidad de origen (62,5%), cabe precisar que de este grupo, el 45,2% se encuentra en Lima Metropolitana por 20 años. GRÁFICO Nº 6 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según lugar y tiempo de residencia actual, 2010 (%) a men e i e en a misma o a idad donde na ió
a e
án o iem o i en en es a o a idad
32,9
37,5
62,5
21,9 45,2
10 20 20
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
99
Hacia una economía con Trabajo Decente
3.1.2. Fuerza Laboral A fin de aproximarnos a las condiciones del empleo de las mujeres en la economía informal, a continuación se identifican algunos elementos de los empleos en los que se ubican las mujeres y que se caracterizan por una reducida productividad y atraso tecnológico, se encuentran asociados con una precaria estabilidad, ausencia de beneficios laborales y sociales y bajos requerimientos de capital humano.106 a. Actividad económica La actividad principal en la economía informal es muy diversa y sobre todo a pequeña escala. En Lima Metropolitana las mujeres pertenecientes a este sector se hacen de empleos fundamentalmente a cuenta propia (ambulante), del hogar y a domicilio. De acuerdo a su actividad principal y por rango de edad, se observa que en las mujeres materia de este estudio, para ambos años, las que se encuentran en condición de ambulante son mayoritariamente mujeres adultas (35-45 años) y adultas mayores (más de 45 años), en tanto que en los empleos dentro de un domicilio están las mujeres adultas. En cuanto a aquellas mujeres que trabajan en su propio hogar se ha registrado una variación de grupos etarios entre el 2007 y 2010, pues si bien primeramente eran las mujeres jóvenes (14 a 29 años) las que se concentraban en esta actividad, para el 2010 lo son las mujeres adultas. CUADRO Nº 5 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas por área laboral, según rango de edad, 2007 y 2010 (%) RANGO DE EDAD
2007 Ambulante1 Domicilio
Total absoluto
2010 Mujer
Ambulante
Domicilo
Mujer
214
67
101
140
86
110
Total relativo
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
De 14 a 29 años
21,5
26,9
55,4
23,6
20,9
22,7
De 30 a 45 años
27,8
46,3
32,7
38,6
44,2
44,6
Más de 45 años
26,4
26,8
11,9
37,8
34,9
32,7
1/ incluye venta en mercados. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia. 106 Saavedra y Nakasone (2003). “Una Nota sobre la informalidad y el autoempleo en Lima Metropolitana 1985 -2000” - GRADE.
100
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
b. Ambiente de trabajo Las mujeres de la economía informal desarrollan sus actividades económicas en el hogar, teniendo como ambiente de trabajo a su vivienda, en un local independiente o alquilado, o en la calle. En el siguiente cuadro se muestra que para el 2007, más de la mitad de las encuestadas, dedicadas a la venta en mercados se concentraban en ambientes de su propiedad (independientes), y cerca de la otra mitad trabajan en la calle. En el 2010 el porcentaje de trabajadoras independientes se redujo hasta 37,2%, incrementándose el número de trabajadoras en la calle. De esta forma, si para el 2007, 9 de 10 trabajadoras a domicilio tenían como lugar de trabajo su vivienda, para el 2010 se registra que son más las trabajadoras a domicilio en hogares de otros. CUADRO Nº 6 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas por principales actividades, según ambiente de trabajo, 2007 y 2010 (%) Ambiente de Trabajo
PRINCIPAL ACTIVIDAD Año
Mercado o Ambulante
A Domicilio
Del Hogar
Total
Total
100.0
100.0
100.0
100.0
Dentro de su vivienda
2007
0.4
89.5
0.0
15.9
Local independiente/
2010
0.7
27.3
51.2
22.3
alquilado vivienda
2007
52,3
4,5
1,0
30,4
2010
37,2
0,9
1,1
16,1
2007
0,5
6,0
99,0
27,5
2010
0,7
71,8
47,7
36,0
2007
46,7
0,0
0,0
26,2
2010
59,3
0,0
0,0
24,7
2010
2,1
0,0
0,0
0,9
En la vivienda de otra persona En la calle Campo y otros
Fuente: Encuesta de la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010 Elaboración propia.
Hacia una economía con Trabajo Decente
101
Conocer las características del ambiente de trabajo es importante tanto para el empleado como el empleador, pues de las buenas condiciones de trabajo que se propicie al empleado dependerá su permanencia en el trabajo repercutiendo en la productividad del mismo, ya que la estabilidad laboral, el clima de convivencia con el empleador y el grado de experiencia adquirida, son condiciones para que ello se logre. Del estudio realizado, la calificación de las diferentes características del ambiente de trabajo es regular, frente a un importante porcentaje que lo califica de malo, en razón al ruido del ambiente, la inseguridad y la temperatura. En menor porcentaje califican como bueno la iluminación del ambiente, los servicios higiénicos. CUADRO Nº 7 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, por características del ambiente de trabajo, 2010 (%) Características del ambiente de trabajo
Total
Bueno
Regular
Malo
Comodidad
100,0
33,8
46,7
19,5
Espacio suficiente
100,0
36,2
48,9
14,9
Iluminación
100,0
49,1
26,4
29,8
Temperatura
100,0
22,7
51,0
26,3
Ruidos
100,0
24,5
40,2
35,3
Limpieza
100,0
43,2
37,5
19,3
Servicio higiénico
100,0
51,5
28,3
20,2
Seguridad
100,0
36,7
34,5
28,8
Nota: Los totales corresponden a los que respondieron a las preguntas respectivas. Fuente: Encuesta de la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal 2010 Elaboración propia.
En el cuadro Nº 7 se expresa un conjunto de características sobre las condiciones laborales de las trabajadoras en la economía informal del cual se resalta los aspectos más relevantes. Para el año 2010, seis de diez mujeres estaban dispuestas a dejar su actual trabajo por otro en el cual percibirían el mismo nivel de ingreso, por razones vinculadas a las condiciones laborales. Sin embargo, la ausencia de una oferta real de trabajo no les permitía tomar esta decisión. El 63,2% de las encuestadas dijeron que esta situación estaba asociada a su carencia de capacitación y/o experiencia para mejorar el empleo que ya tienen.
102
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 8 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas por idea, opinión o certeza, según condiciones laborales, 2010 (%) CONDICIONES LABORALES
Total
SI
De haber sabido como iban a ser las cosas en mi trabajo, no hubiera entrado 100.0
46,1
Más o menos 25,4
NO 28,5
Si pudiera cambiar de trabajo, con iguales ingresos, lo dejaría
100,0
61,1
7,0
31,9
No abandono este trabajo porque sé que es muy dífícil conseguir otro
100,0
58,2
13,9
28,0
Me falta más capacitación y/o experiencia para conseguir otro trabajo
100,0
63,2
19,3
17,5
El lugar donde trabajo queda muy lejos de donde vivo
100,0
38,4
15,9
45,7
Mi trabajo es muy peligroso
100,0
16,2
10,1
73,7
La jornada laboral es muy extensa
100,0
45,4
30,9
23,8
Tengo problemas con las autoridades (policía, serenazgo, etc.)
100,0
11,9
5,5
82,6
Vivo temiendo perder mi trabajo
100,0
27,0
11,6
61,4
Mi trabajo es muy agotador
100,0
41,8
33,9
24,2
Me siento estresada mientras trabajo
100,0
44,7
31,2
24,2
Me siento como una “máquina” o un “robot” en mi trabajo
100,0
22,4
26,1
51,5
Mi trabajo es muy aburrido y rutinario
100,0
20,1
25,6
54,3
Siempre me tocan los trabajos más pesados
100,0 16,3 1
9,9
63,8
Mi trabajo exije muchísima responsabilidad de mi parte
100,0
91,7
4,6
3,7
Mi trabajo interfiere mucho con mi vida familiar y/o privada
100,0
41, 5
16,6
41,9
Creo que tengo buenos ingresos laborales
100,0
21,0
47,5
31,5
Mis ingresos laborales están conformes con el esfuerzo que realizo
100,0
39,6
26,1
34,3
Mis ingresos laborales son muy variables (suben y bajan) mes a mes
100,0
64,4
12,0
23,6
Gano lo mismo que mis compañeras por el mismo trabajo
100,0
41,8
15,1
43,1
En mi trabajo los hombres y mujeres ganan lo mismo por la misma labor
100,0
52,3
7,8
39,9
Creo que mis compañeras de trabajo hacen las cosas más interesantes
100,0
25,9
21,5
52,7
Me llevo bien con mis compañeras de trabajo
100,0
82,5
11,3
6,3
Hay mucha envidia y rivalidades entre mis compañeras
100,0
25,9
21,5
52,7
Mis compañeras me fastidian y se burlan de mí
100,0
12,8
6,1
81,1
Con mis compañeras trabajamos en equipo, siempre apoyándonas
100,0
68,1
16,3
15,6
Estamos organizadas para defender nuestros derechos laborales
100,0
50,8
18,3
31,0
Realizamos actividades fuera del trabajo (fiestas, deporte, etc)
100,0
24, 5
8,2
67,4
Fuente: Encuesta sobre la situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal 2010. Elaboración: Propia
Hacia una economía con Trabajo Decente
103
Un importante porcentaje de mujeres manifestaron tener extensas jornadas de trabajo (45,4%), muy agotadoras (49,0%), con alta responsabilidad (9 de 10 encuestadas), y con salarios variantes cada mes (64,4%). En tanto que, la mitad de mujeres de este sector creen que hay equidad de salario por la misma labor entre hombres y mujeres; en tanto que un 82.5% de las consultadas dijeron tener buena relación con sus compañeros de trabajo. c. Aprendizaje de la ocupación, trabajos secundarios y búsqueda de empleo Para el 2010, las principales ocupaciones de mujeres y hombres pertenecientes a la economía informal en la capital fueron aprendidos por cuenta propia. Según el cuadro Nº 9, que da cuenta que tanto los hombres (7 de 10) y las mujeres (6 de 10) entrevistadas para este estudio dijeron haber aprendido por sí mismos su ocupación. Ahora bien, una significativa proporción de mujeres dijo también que adquirió su aprendizaje por otros medios distintos a los mencionados, tales como capacitaciones de una Organización No Gubernamental (ONG). Así también se observa que un minoritario grupo de mujeres pudo capacitarse en un instituto, Centro Educativo Ocupacional (CEO) y/o programas de gobierno. CUADRO Nº 9 Lima Metropolitana: Distribución de encuestadas según como aprendieron su actual ocupación, 2010 (%) ¿Cómo aprendiste tu actual ocupación?
AÑO Masculino
Femenino
174 100,0
336 100,0
Mi jefe(a) me enseñó
9,8
8,9
Mediante una capacitación
2,3
9,8
Por mi propia cuenta
73,0
64,9
Otro medio
14,9
16,4
Total absoluto Total relativo
Fuente: Encuesta de la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal 2010 Elaboración propia.
104
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
De otro lado, este estudio revela que los bajos salarios que generan los empleos informales hacen que las personas busquen una ocupación de complemento y así mejorar el ingreso familiar. Para el 2010, las mujeres ocupadas de la economía informal nos hacen saber que alrededor de la tercera parte de ellas tiene otra ocupación que les genera ingresos adicionales, y aunque aún son pocos los casos registrados, entre el 2007 y 2010 se ha registrado un ligero incremento respecto al grupo de mujeres con doble ocupación. GRÁFICO Nº 7 Lima Metropolitana: ¿Tienes otra ocupación que te genere ingresos?
85,0 69,9 No 30,1
Sí
15,0
2007
2010
Fuente: Encuesta de la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010 Elaboración propia.
Respecto a las características de las actividades de la economía informal que desarrollan las mujeres, éstas son muchas veces una extensión de labores domésticas tradicionales, de baja productividad y generadora de ingresos bajísimos, que al ser el único sostén de sus hogares, las obliga a buscar actividades económicas complementarias. Para el 2007 las actividades secundarias que resaltan en trabajadoras limeñas informales son el comercio y trabajo de hogar, el cual complementa el ingreso de la actividad principal. Así, de cada 10 mujeres 6 se encuentran empleadas en cualquiera de estas dos actividades, las cuales fueron también las más realizadas para el 2010 aunque en menor porcentaje, como es el caso de la de servicios cuya incidencia se redujo de 15,5% a 4,0%.
Hacia una economía con Trabajo Decente
105
GRÁFICO Nº 8 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, según su actividad secundaria, 2007 y 2010 (%) 36,2
36,2
34,7 31,7
15,5
29,6
12,1 4,0
2007 Comercio, ventas
Realizando un servicio
2010 Trabajo de hogar, manualidades y artesania
Otros
Nota: El gráfico se realizó en base a los casos que tenían actividad secundaria y que fueron 58 y 101 para el año 2007 y 2010 respectivamente. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
En cuanto a búsqueda de empleos, tanto mujeres como hombres de Lima Metropolitana manifestaron haber conseguido su trabajo por medio de una amistad, así, 6 de 10 de las mujeres entrevistadas dijo haberlo encontrado de esta manera. Sobre el particular cabe anotar que en la economía informal consiguen mínimas cuotas de colocación el Ministerio del Trabajo, el periódico, el internet y las agencias privadas de empleo, que en conjunto alcanzaron una colocación del 6,9% para los varones y del 10,7% para las mujeres. Esta realidad destaca las deficiencias del gobierno para paliar el problema de acercar al ofertante de empleo al demandante del mismo, vale decir, de una adecuada intermediación laboral.
106
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 10 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados (as) por sexo según el medio utilizado para encontrar trabajo, 2010 (%) OPCIONES
Total absoluto Total relativo
2010 Hombre
Mujer
174
336
100,0
100,0
Internet
5,2
3,9
Periódico
1,1
4,4
Amigos(as)
54,6
64,9
Agencias privadas de
0,6
1,8
Ministerio de Trabajo
0,0
0,6
Otros
38,5
24,4
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia
d. Ingresos laborales, ahorro y gasto Algunos estudios refieren que muchas de los/as trabajadores/as de la economía informal, sobre todo aquellos que se emplean por cuenta propia, obtienen ingresos superiores a los trabajadores y las trabajadoras de la economía formal que tienen baja especialización o incluso carecen de esta.107 Sin embargo esta realidad no tornaría en contradictorias aquellas afirmaciones que dan cuenta que la informalidad se asocia a pobreza y bajas remuneraciones, ya que este último enunciado estaría sustentado en la situación de las mujeres empleadas en este sector, quienes tienen serias dificultades para hacerse de mejores ingresos a diferencia de los varones, quienes evidencian una mayor disponibilidad (de tiempo) y baja responsabilidad (que dan en los quehaceres del hogar) que permiten que sus ingresos sean mayores. Lo anteriormente descrito se puede corroborar con la información recogida para este estudio. Así, se encontró que en el año 2007 los salarios de las mujeres que laboraban en la economía informal de Lima Metropolitana eran sumamente bajos, en razón de que más de las tres cuartas partes de ellas afirmaron percibir
107
Conferencia Internacional del Trabajo, 90ª reunión, 2002.
Hacia una economía con Trabajo Decente
107
ingresos menores al mínimo vital, si bien esta proporción disminuyó en el 2010, aún alrededor del cincuenta por ciento del total de trabajadoras de este sector dijo tener similares ingresos. Respecto al periodo en el que se desarrolló esta encuesta (2007 y 2010), cabe precisar que si bien el monto del ingreso mínimo legal para el 2010 alcanzó los 550 nuevos soles, éste no es aplicado a la economía informal especialmente para las mujeres. Así lo revelan los hallazgos de esta investigación, que da cuenta que 7 de 10 varones pertenecientes a la economía informal tienen ingresos por lo menos igual al básico legal, mientras que 4 de cada 10 mujeres de este mismo sector alcanzar un ingreso similar. Es importante destacar que en el Perú, el porcentaje de trabajadoras con un ingreso igual o mayor al salario mínimo se ha duplicado, pasando del 20% al 45% en tres años. GRÁFICO Nº 9 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas según rango de ingresos, 2007 y 2010
44,9
2010
2007
20,1
a o a sa a io m nimo i a
55,1
79,9
enos o i a a sa a io m nimo i a
Nota: en el 2007 el salario mínimo ascendió a S/ 500 Nuevos Soles y en el 2010 fue de S/. 550 Nuevos Soles. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Si bien, la tendencia creciente a la precarización laboral en términos de ausencia de ahorro provisional y de protección para las trabajadoras, constituyen un indicador de la mala calidad de los empleos, por su incidencia directa en la estabilidad de los mismos y en los niveles de productividad, como parte de este estudio se ha podido
108
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
encontrar que pese a esta situación, existe un número de mujeres que ahorran a pesar de su restricción de tener un empleo precario. Tal como se muestra en el Cuadro Nº 10, a mayor nivel educativo alcanzado por las mujeres de la economía informal, mayor es su capacidad de ahorro, con excepción de las de instrucción superior. Las que mayor proporción de ahorro muestran son aquellas mujeres que alcanzan el nivel secundario, porcentaje que para el 2010 se incrementa a un 61,1%). En relación al comportamiento de los varones empleados en este sector laboral se encuentra que para el año 2010, cerca de las tres cuartas partes de los entrevistados manifestaron tener las posibilidades de ahorrar, en tanto que sus pares mujeres dijeron poder hacerlo también aunque en menor proporción: 6 de cada 10. Esta situación podría tener su justificación en el hecho que los varones obtienen mayores ingresos que las mujeres. CUADRO Nº 11 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas según su posiblidad de ahorro por nivel educativo alcanzado, 2007 y 2010 (%) Nivel educativo alcanzado Total relativo Total absoluto
2007 Si ahorra No ahorra 101 100,0
2010 Si ahorra
No ahorra
281 100,0
193 100,0
143 100,0
Sin nivel
6,2
18,9
10,4
14,7
Primaria
26,8
41,3
22,3
29,4
Secundaria
55,7
32,7
61,3
47,9
Superior
11,3
7,1
6,2
8,4
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
En cuanto a los montos económicos de aporte al hogar, se observa que estos aumentan en la medida que el nivel educativo alcanzado por el o la trabajador/a sea mayor. Así, una mujer de Lima Metropolitana con un nivel educativo superior aporta a su hogar en promedio S/. 458 Nuevos Soles (S/. 117 Nuevos Soles menos que un varón con el mismo nivel educativo), y aquellas que no alcanzan nivel educativo alguno aportan a un menos que las anteriores, sin embargo dicho monto es mayor al que del varón con similar nivel educativo (138 nuevos soles más).
Hacia una economía con Trabajo Decente
109
GRÁFICO Nº 10 Lima Metropolitana: Monto promedio de aportes mensuales al hogar por sexo, según nivel educativo alcanzado, 2010 (%) (Nuevos Soles) 575 461
472
503
436
458
403 417 372
293 269 155 Sin nivel
Primaria Masculino
Secundaria Femenino
Superior Total
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Se observa de esta manera que, en promedio el monto mensual de aporte al hogar de las mujeres trabajadoras de la economía informal -según la actividad que realizan- sigue una tendencia creciente en los primeros niveles educativos, pero que a partir del nivel secundario muestra una tendencia decreciente, situación que está asociada a la mayor intensidad en la actividad del hogar. La reducción llega a ser de 450 a 200 nuevos soles, entre un nivel educativo y otro. En relación a la trabajadora ambulante ocurre todo lo contrario, pues sus aportes pasan de 300 a 500 nuevos soles para el mismo nivel educativo.
110
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 11 Lima Metropolitana: Aporte mensual de trabajadoras encuestadas por principal actividad según nivel educativo alcanzado, 2010 (%) 500
300
500
450
400 400 400
385 335
400
360 300
250 250
200
225
Sin nivel
Primaria
Mercado/ ambulante
Secundaria Domicilio
Hogar
Superior Total
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia.
3.1.3. Derechos Laborales Los trabajos que se crean en la economía informal están exentos de toda reglamentación, haciendo que este empleo sea ocasional o de corta duración, inseguro, con salarios bajos y con arduas horas de trabajo, configurándose un contexto que perpetúa la pobreza en el tiempo y que no brinda la oportunidad de desarrollar un trabajo decente. A continuación se presentan algunos resultados del estudio aplicado a las mujeres de la economía informal en Lima Metropolitana y que nos muestran la situación de sus derechos laborales. a. Contrato de trabajo Las/os trabajadoras(es) de la economía informal en condición de terceros, son las personas que se encuentran en una situación de mayor explotación en la cadena de la producción, dado que no existe ninguna reglamentación que las/os proteja frente a sus empleadores. Así, lo demuestra el siguiente gráfico que da cuenta de la precariedad contractual en la que laboran las personas consultadas para este estudio, donde 9 de 10 personas dijeron trabajar para terceros en situación de informalidad, sin ningún documento contractual de trabajo. Dado los datos que se tienen y en calidad referencial, en el anexo 06 se muestra que respecto a las
Hacia una economía con Trabajo Decente
111
personas que trabajan para terceros, en el 2010 los varones superan a las mujeres en número de personas que tiene un trabajo con contrato firmado pero para ambos sexos la fracción que no tienen un contrato firmado supera las tres cuartas partes. GRÁFICO Nº 12 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados(as), según si tienen firmado un contrato de trabajo 2010 (%) 13,0
Sí No 87,0
Nota: dado los escasos datos, las cifras son referenciales en base a 183 casos en condición de terceros entre hombres y mujeres. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
b. Tiempo de trabajo Las mujeres son más vulnerables a pertenecer a la economía informal, aún más, a anclarse en este tipo de empleo. Las razones son diversas pero destacan: i) los prejuicios sociales, ii) el bajo nivel educativo alcanzado, iii) las responsabilidades del hogar y, iv) las pocas posibilidades de alcanzar un empleo asalariado formal por la discriminación por sexo. En el cuadro Nº13 se muestra que para el 2010 el mayor porcentaje de mujeres que tiene un empleo principal en la economía informal tiene más de 10 años en la actividad, lo que muestra que en Lima Metropolitana las mujeres permanecen largo tiempo empleadas en este sector. En comparación con el 2007, la mayoría de las encuestadas se concentra en periodos de dos a menos de cuatro años, así también un importante porcentaje se encuentra en este sector entre cuatro y seis años.
112
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 12 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas según tiempo de trabajo en su principal actividad, 2007 y 2010 Tiempo de trabajo años
AÑO 2007
2010
382
336
Total relativo
100,0
100,0
De 0 a menos 2 años
15,7
23,8
De 2 a menos 4 años
31,9
18,5
De 4 a menos 6 años
29,6
29,8
Total absoluto
De 6 a menos 10 años
8,1
14,9
De 10 a más
14,7
33,3
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
En relación a los años de experiencia se ha recogido en el 2010 información respecto a las trabajadoras informales que dan cuenta que 2 de 5 mujeres trabajadoras ambulantes tienen al menos 10 años experiencia, situación que es similar al de la mitad de empleadas a domicilio entrevistadas. De otro lado, sobre la precariedad de la economía informal, el cuadro siguiente muestra que la informalidad en Lima Metropolitana está caracterizada por arduas jornadas de trabajo que incluye el trabajo los siete días de la semana. Esta condición es tanto para hombres y mujeres, aunque tiene mayor incidencia en los primeros. Así, las mujeres que trabajan seis horas al día fuera de los deberes que les espera en casa, estas alcanzan el 31% de las entrevistadas, siendo mínimo el porcentaje de mujeres (9,4%) que trabajan entre 2 y 3 días a la semana y que pueden combinar sus trabajo con las responsabilidades del hogar.
Hacia una economía con Trabajo Decente
113
CUADRO Nº 13 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) mujeres encuestados(as), por sexo según el número de días a la semana de trabajo, 2010 (%) Número de días de trabajo a la semana
2010 Sí
Total absoluto
No
161
230
100,0
100,0
Menos de 5 días
11,8
10,0
Cinco días
13,0
10,4
Seis días
19,9
34,4
Siete días
55,3
45,2
Total relativo
Nota: Cifras referenciales para ambos sexos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
Las jornadas de trabajo adquieren especial relevancia en el tema de calidad de empleo, por ser una variable que interfiere en las posibilidades que tienen los/ as trabajadores/as de compartir el trabajo con los estudios, lo cual repercute en la acumulación de capital humano, elemento imprescindible para incrementar la productividad y los ingresos.108 La investigación desarrollada por ADC muestra sobre este tema que la proporción de jóvenes que trabajan menos o igual a ocho horas se redujo desde el 2007 hasta el 2010, lo cual podría suponer que los y las jóvenes están utilizando el tiempo en incrementar sus conocimientos. En el caso de las personas adultas mayores, la encuesta refleja que este grupo dedica más de ocho horas al día a su empleo, horario que se ha incrementado en los últimos tres años. El grupo etario cuyo horario de trabajo se ajustaba en el 2007 a lo estipulado por ley era el de los adultos, sin embargo en el 2010 también ha registrado un incremento en el número de horas trabajadas.
108
Ministerio de Trabajo: Diagnóstico socioeconómico laboral de la Región Callao, 2010.
114
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 13 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas por rango de edad, según horas de trabajo al día, 2007 y 2010 (%) 2007
31,5
2010
31,6
38,5 36,9
23,8
46,3 36,6
25,6 14 a 29 años
50,0 17,1
51,2
30 a 45 años
37,7
14,3
23,3
20,0
Más de 45 años
14 a 29 años
Menos de 8 horas
8 horas
35,7 52,9 30 a 45 años
27,1 Más de 45 años
Más de 8 horas
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Con el propósito de corroborar la hipótesis planteada líneas arriba respecto a que los y las jóvenes estarían dedicando más tiempo a acumular capital humano, se cruzaron algunas variables de este estudio. Así al comparar el número de hijos por edad y horas de trabajo de los/as trabajadores/as de la economía informal se encontró que más de la mitad de las jóvenes que trabajan en la economía informal ya tienen entre uno a dos hijos y 2 de 10 mujeres jóvenes que no tiene hijos trabajan más de ocho horas. En el 2007, del 50,0% de las mujeres jóvenes que trabajan en la economía informal que no tenían hijos(as) al igual que en el 2010, dedicaban al trabajo más de ocho horas, en tanto que la mitad de las adultas que tenían entre 3 a 5 hijos, al igual que las jóvenes, le dedicaban excesivas horas al trabajo, situación que no varió sustancialmente en los últimos tres años. Estas condiciones se repiten también en el caso de las adultas mayores en ambos periodos de estudio.
115
Hacia una economía con Trabajo Decente
CUADRO Nº 14 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas, Según estado civil, 2007 y 2010 (%) Sin hijos 1o2 hijos 3-5 hijos más de 5 hijos Horas de trabajo por jornada diaria
Rango de edad
Total (-) de 8
(=)8
(+) de8
(-) de 8
De 14 a 29 años
100,0
3,9
2,6
21,1
13,2
0,0
2,1
1,3
0,0
15,8
0,0
0,0
0,0
De 30 a 45 años
100,0
0,0
1,4
2,8
14,2
1,4
24,1
8,5
2,1
39,7
3,5
0,0
2,1
Más de 45 años
100,0
0,0
0,0
3,4
2,5
2,5
22,7
10,9
0,8
36,1
2,5
0,8
17,6
(=)8 (+) de8
(-) de 8 (=)8 (+) de8
(-) de 8 (=)8
(+) de8
Fuente: Encuesta sobre Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010 Elaboración: propia
c. Tiempo extra de trabajo, despido y vacaciones En relación al tiempo extra en el trabajo, de los casos que respondieron a esta pregunta, más del 50,0% de mujeres aceptaron realizarlas a veces, y en los casos que dijeron no haberlo hecho nunca, su porcentaje fue menor al de los varones encuestados. Esta revelación podría estar asociada con la priorización de sus responsabilidades en el hogar y la ausencia de incentivos para realizarlos. En tanto, los varones responden mayoritariamente hacer horas extras siempre. GRÁFICO Nº 14 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) mujeres encuestados(as), por sexo según si trabajan horas extras (de lunes a sábado), domingos y feriados2010 (%)
24,6
25,6
Nunca A veces
44,3
50,9
31,1
23,5
Masculino
Siempre
Femenino
Nota: las cifras son referenciales para ambos sexos en base a 356 casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
116
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
Respecto a las mujeres que manifestaron realizar horas extras y su relación con la compensación a cambio de estas, solo la tercera parte de las mujeres entrevistadas en el año 2010 dijeron recibir algún tipo de compensación monetaria, aunque cerca a 2 de 5 mujeres que hacen horas extras manifestaron no tener una retribución monetaria o descanso a cambio de las horas extras laboradas. GRÁFICO Nº 15 Lima Metropolitana: Distribución de las trabajadoras del hogar según si realizan horas extras y reciben compensación monetaria o descanso, 2010 (%)
a ajas ho as e
as
e i es Com ensa ión mone a ia o des anso
e es 2
S S 33
o 3
1 o 15
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia.
En el mercado laboral, las/os trabajadoras/es para terceros, fuera de no firmar contratos, carecen de incentivos por parte de sus empleadores frente a un despido esporádico, ya que estos empleos son, entre otros, ventas, comercio productos artesanal, etc., los que requieren experiencia y habilidad para lograrlo y que más tiempo en el empleo asegura mejores resultados es por ello que es más costoso para un empleador despedir a un trabajador o trabajadora que tiene años en el empleo. Así, el cuadro siguiente muestra que mayoritariamente (cerca del 82,0%) las encuestadas responden no haber sido despedidas en los últimos diez años, al igual que los hombres, quienes en un mayor porcentaje (89,0%) afirmaron lo mismo.
Hacia una economía con Trabajo Decente
117
GRÁFICO Nº 16 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados(as) por sexo según si en los últimos 10 años han sido despedidos, 2010 (%)
1
S 1 2
o
11 1
as
ino
emenino
Nota: Cifras referenciales en base a 286 casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
Son pocos los casos de empleos en la economía informal que registren beneficios como vacaciones pagadas, pues al ser estas ocupaciones de baja productividad o producción de pequeña escala que cubre costos con una mínima utilidad, éstas no alcanzan para cubrir incentivos. Así para el 2010, alrededor del 87,8% y 92,9% de las mujeres y varones respectivamente, dijeron no haber tenido vacaciones pagadas y de los que dijeron si tenerlas, fueron las mujeres las menos beneficiadas.
118
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 17 Lima Metropolitana: Distribución de los mujeres(as) encuestados(as), por sexo según si alguna vez ha tenido vacaciones pagadas, 2010 (%)
a a iones a adas 2010
o S 2
7
71
12 2
as
ino
emenino
Nota: Cifras referenciales en base a 295 casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
Del cuadro anterior cabe precisar que respecto a las mujeres que desarrollan una actividad del hogar, el 85% de ellas afirmó no haber tenido vacaciones pagadas y, en el caso de las trabajadoras que pasaron por un embarazo cuando estaban laborando solo el 11,1% recibieron descanso de acuerdo a ley, en tanto que 7 de 10 mujeres dijo que continuó trabajando a pesar del embarazo. Esta característica es bastante denigrante en este sector el cual afecta a mujeres que más carecen. 3.1.4. Protección Social Es en la economía informal donde existen mayores puestos de trabajo,109 y se registran los mayores problemas en relación con los derechos laborales. Por ello, la OIT ha llamado la atención sobre el respeto a los derechos fundamentales en el trabajo tanto en la economía formal como en la informal, de ahí la preocupación de crear puestos de trabajo en buenas condiciones y no de cualquier tipo. “El trabajo se proyecta tanto en el campo de los derechos humanos como en el de los ingresos. En otras palabras, para que pueda existir el trabajo decente, hay que asegurar la equidad y la dignidad que la gente busca en el empleo. En los albores del siglo XXI, el
109 Según la encuesta nacional de hogares del INEI para el 2009 el 73,6% de la PEA pertenecía al sector informal.
Hacia una economía con Trabajo Decente
119
reto del empleo significa mucho más que obtener simplemente un puesto de trabajo, a cualquier precio o en cualesquiera condiciones”.110 Bajo este marco resulta importante dar una mirada a las condiciones a nivel de protección social en el que mujeres y varones desarrollan su actividad en la economía informal a fin de visibilizar sus principales deficiencias y carencias. a. Afiliación a un sistema de pensiones El grueso de las mujeres ocupadas en la economía informal carece de protección social, otro indicador de su exclusión en la sociedad. De acuerdo al estudio realizado por ADC, la mayoría de trabajadoras de Lima Metropolitana pertenecientes a la economía informal (9 de cada 10 mujeres) no cuentan con una afiliación a un seguro de pensiones, y apenas un corto grupo de mujeres (7,1%) de este sector económico se encuentran afiliadas a una AFP. En este tema, los varones se encuentran en similar condición que las mujeres. Una clara consecuencia que trae esta situación a largo plazo, es que se alargue el periodo de trabajo de las mujeres, impidiendo que éstas en edad adulta gocen de una pensión hasta el final de sus días. En algunos casos las trabajadoras informales no logran afiliarse a ningún sistema de pensiones, debido a que sus ingresos no se lo permiten, pues en la mayoría de los casos estos cubren el sostenimiento del hogar, acortando su presupuesto. CUADRO Nº 15 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados(as) por sexo, según si esta afiliado a un sistema de pensiones, 2010 (%) Estás afiliado(a) sistema de pensiones
2010 Hombres
Mujeres
174
336
Total relativo
100,0
100,0
Sí, a la ONP
0,6
1,5
Sí, a una AFP
5,2
7,1
No
94,2
91,4
Total absoluto
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia. 110 OIT: Programa Global de Empleo. Resumen; Foro Global del Empleo, Ginebra, 1-3 de noviembre de 2001.
120
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
En las tres actividades principales de la economía informal, es mayoritario los casos de ausencia de aportación a un sistema de pensiones. Esta característica alcanza tanto a las que perciben mayor y menor ingreso del mínimo legal. Son las trabajadoras ambulantes las que mayor desafiliación muestran (superan el 90,0%) en tanto que son las trabajadoras del hogar las que registran el mayor índice, aunque este no supera el 16,0%, grupo seguido por el de las trabajadoras a domicilio con un 7,1%. CUADRO Nº 16 Lima Metropolitana: Distribución de encuestadas por si pertenecen a un sistema de pensiones dado un rango de ingreso, según principales actividades, 2010 (%) Principales actividades
Total Mayor o igual a 550 relativo Sí a la ONP Sí a la AFP No
Menor a 550 Sí a la ONP Sí a la AFP
No
Mercado o ambulante
100,0
1,3
5,1
93,6
0,0
3,2
96,8
A domicilio
100,0
3,4
6,9
89,7
0,0
7,4
92,6
Del hogar
100,0
2,3
15,9
81,8
4,8
7,1
88,1
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
b. Malestar en la salud y lugar de atención Un 44,9% de mujeres encuestadas de la economía informal en Lima Metropolitana sufren de una dolencia permanente y esto no es un problema solamente del sexo femenino sino también y en menor medida de los varones (35,1%) del mismo sector económico. Las dolencias permanentes les resta eficiencia en todas sus actividades y a su vez calidad de vida.
Hacia una economía con Trabajo Decente
121
GRÁFICO Nº 18 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados(as) por sexo, según si sufren de alguna dolencia, 2010 (%)
55 1 4
o S 44
35 1
as
ino
emenino
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
El déficit de protección social es especialmente crítico para quienes se encuentran en la economía informal, no sólo por su inseguridad en el empleo y de ingresos, sino también porque tienen más probabilidades de estar expuestos a graves riesgos para la salud y la seguridad en el trabajo (OIT, 2002b: 9; véase también OIT, 2007a). Las mujeres pobres, y especialmente las trabajadoras a domicilio, las trabajadoras del servicio doméstico, las trabajadoras agrícolas, las trabajadoras migrantes (y de otro tipo) se cuentan entre «los grupos de trabajadores/as más vulnerables y desprotegidos». Por ello atenderse en establecimientos que aseguren el adecuado tratamiento de alguna enfermedad que padecen es de mucha relevancia en la actualidad. Los centros de salud públicos y privados son los de mayor recurrencia en las mujeres pertenecientes a la economía informal. Así, en el 2010, los centros de salud privados concentran a la mitad de las mujeres jóvenes de la economía informal mientras que a los centros públicos acuden principalmente mujeres adultas y las que se abstienen de visitar a un médico son las adultas mayores, principalmente por desconfianza más que por falta de dinero.
122
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 19 Lima Metropolitana: Distribución de las encuestadas por edad según el centro donde se atienden cuando se enferman, 2010 (%)
51 7 45
45 2 35 4 27 20 7
Cen o i ado 14 a 2 a os
25 0
2 2
1 4
Cen o
i o
e 30 a 45 a os
o aa n o o 1 ás de 45 a os
1/ Incluye las que acuden a una farmacia o botica, se curan con yerbas medicinales o medicina tradicional, entre otros. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
Así también, de acuerdo a su lugar de procedencia, tanto las trabajadoras de zona rural como urbana acuden principalmente a un centro de salud público (entre 8 por cada 10). Es importante mencionar que es indiferente el nivel educativo a la hora de elegir el centro de salud al cual acuden, pues no es una variable relevante entre las trabajadoras informales dado los bajos ingresos que la gran parte de encuestadas percibe, las lleva a inclinarse por la que les irrogue menor gasto. (Ver anexo 11a, 11b). c. Beneficio de maternidad Los beneficios a favor de los/as trabajadores/as de la economía informal no son tomados en cuenta. En el caso de descanso por maternidad o paternidad, en Lima Metropolitana, se obtiene para el 2010 que, pasaron un embarazo en el tiempo que trabajaban un 36,6%, cerca a 4 de 10 de los casos considerados. Un buen grupo de personas entre hombres y mujeres (21,0%) no continuaron trabajando por no crear dificultades a su embarazo y las que recibieron descanso de Ley solo
Hacia una economía con Trabajo Decente
123
fueron el 6,5%, y en algunos casos fueron despedidas sin ninguna consideración por su embarazo. GRÁFICO Nº 20 Lima Metropolitana: Encuestadas que tuvieron un embarazo mientras trabajan, según si recibieron descanso por maternidad (paternidad) en los últimos 10 años (%)
5
o ie on em a a o 34
S ie on em a a o 3
57
21 1
33
S a e S meno a e o on in a ajando i des edido
Nota: Cifras referenciales en base a 123 casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
Más específicamente, en el anexo 12 se muestra a las mujeres menores de 25 años por actividad principal. En cuanto a descanso por maternidad, las trabajadoras a domicilio se muestran más favorecidas dado que recibieron en su mayoría tal beneficio 8 de 10 de ellas, así también, las trabajadoras de mercado o ambulante (6 de 10), pero, por un tiempo menor de lo establecido por ley, e igual que estas últimas, las trabajadoras del hogar en su tercera parte. Por otro lado, las obligadas a dejar el empleo (despedidas) fueron las mujeres laborando a domicilio (17,0%) y no continuaron en el empleo el 67,0% y 33,0% de trabajadoras del hogar como ambulante, respectivamente. d. Beneficios en servicios En cuanto a los servicios que brinda el empleador a sus trabajadoras/es dentro de la economía informal, están dados para motivar al empleado a mejorar su labor más que un beneficio que por ley le corresponde. En Lima Metropolitana entre los/ as ocupados/as en este sector, son pocos los casos que cuentan con un servicio brindado por el empleador o la empresa informal y escasamente resaltan el servicio de teléfono público y botiquín de auxilios con clara ausencia de servicios como movilidad, recreación y guardería.
124
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 21 Lima Metropolitana: ¿Se centro de trabajo cuenta con los siguientes servicios para sus trabajadores/as? (%)
Actividades recreacionales
22,7
71,4
5,9
Guardería para los hijos(as)
21,8
71,5
6,7
79,8
3,4
Campañas de salud gratuitas
16,8
77,3
21,0
Servicio de movilidad
58,8
40,3
Teléfono público
58,0
35,3
Botiquín de auxilios
Sí
No
1,7 0,9 6,7
No sé
Nota: Cifras referenciales en base a 19 casos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia.
e. Acoso Sexual La violencia en contra de las mujeres se presenta de distintas formas y principalmente en el hogar. Entre las violencias surgidas tenemos la psicológica, física y sexual. Esta última se presenta inicialmente como un acoso y uno de los ambientes en el que se da es el trabajo.111 El acoso sexual en el trabajo es reconocido cada vez más como una cuestión importante que afecta a la igualdad de oportunidades de las mujeres, que son las víctimas principales. La probabilidad de ser acosada sexualmente está estrechamente asociada a la vulnerabilidad observada y la dependencia económica de la acosada y no precisamente a su apariencia física. En concreto, son especialmente vulnerables: las mujeres viudas, separadas, divorciadas, las madres solteras y las lesbianas, las recién llegadas al mercado de trabajo, las mujeres con contratos de empleo irregular.112 De los pocos casos que se atrevieron a responder sobre el acoso sexual 111 Informe final de ENDES, 2009 112 Mejías García, A.M.; El acoso sexual en el trabajo- análisis y propuesta, UGT-Mujer P.V., 2001.
Hacia una economía con Trabajo Decente
125
del que fueron víctimas, nueve son mujeres y uno es varón. A su vez, del grupo de mujeres que estuvieron expuestas a un acoso sexual, la mayoría (42,3%) dice haber sido víctima de su jefe, como también de alguien cercano al jefe (26,9%) y en igual medida de un compañero de trabajo. Estos abusos se vienen dando en la actualidad a pesar de una coyuntura de creación de instituciones para la protección de la mujer y búsqueda de igualdad de género. GRÁFICO Nº 22 Lima Metropolitana: Los(as) encuestados(as) que sufrieron un acoso sexual en el trabajo, según quién lo provoca, (%)
Hombres 10,0 %
Mujeres 90,0 %
3,9%
Compañero (a)
26,9%
Cliente(a)
26,9%
Alguien cercano al jefe(a) 1/
42,3%
Mi jefe(a)
1/ familia, amigo, otro jefe(a), etc. Nota: el gráfico es en base a los 29 casos que respondieron sí a un acoso sexual. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: Propia
El gráfico siguiente pone en evidencia que en actividades principales donde se encuentran las trabajadoras informales no muestran haber tenido acoso sexual (más del 90,0%), pero en los casos que sí se presentó este problema fue mayor en trabajadoras del hogar (9,3%) y ambulantes o mercado (8,6%). En cuanto a las respuestas de las encuestadas, algunas se abstienen de responder con respecto al tema, lo cual permite deducir que se podría pensar que hay ciertos temores y vergüenza que no les deja ver con claridad la seriedad del problema.
126
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 23 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas que sufrieron o no, acoso sexual en el trabajo, según actividad en el que se encuentre,2010 (%)
14
45
07
o S
55 e ado o am an e
domi i io
3 e ho a
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia.
3.1.5. Participación y Diálogo Social Es compresible que las inquietudes expresadas por los trabajadores y las trabajadoras de la economía informal y, en particular, por las mujeres trabajadoras, no se tengan debidamente en cuenta en el proceso de formulación de políticas y de introducción de cambios legislativos, si tomamos en cuenta que como tales, la organización, la representación y el diálogo social no son medios valiosos y viables para que este sector incorpore sus demandas e intereses en el proceso de elaboración de las políticas en relación con la economía informal.113 En razón de ello, a continuación se presentan los principales hallazgos que respecto a este tema evidenció la investigación desarrollada. a. Pertenencia y participación en una organización La participación y el diálogo de los y las trabajadoras de la economía informal se realiza principalmente con aquellos que tienen un negocio fuera de su vivienda. Así, 113 Chant, S., Pedwell. C.: Las mujeres, el género y la economía informal: evaluación de los estudios de la OIT y orientaciones sobre el trabajo futuro, Oficina Internacional del Trabajo – Ginebra: OIT, 2008, pág. 36.
Hacia una economía con Trabajo Decente
127
en el 2007 se registró que 9 de las 10 mujeres encuestadas estaban incorporadas a una organización, ello en razón que eran trabajadoras de un mercado o laboraban en condición de ambulantes (venta en la calle). Sin embargo, en el 2010, se registró que las trabajadoras pertenecientes a una organización eran proporcionales entre las mujeres ocupadas tanto en los mercados, como ambulantes, a domicilio y en el hogar. CUADRO Nº 17 Lima Metropolitana: Distribución de las mujeres encuestadas por si pertenece a una organización, según área laboral 2010 (%) Área laboral
2007
2010
Si
No
Si
No
Total absoluto Total relativo
84 100,0
298 100,0
166 100,0
170 100,0
Mercado/ambulante
89,3
47,0
33,1
50,0
Domicilio
2,4
21,5
40,4
25,3
Hogar
8,3
31,5
26,5
24,7
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Otro dato relevante respecto a la participación en organizaciones de trabajadores/ as, destaca el hecho de que son las mujeres quienes manifiestan mayor interés por ser parte de al menos una organización (mujeres 48,5% frente a los varones 39,7%). Así también, las mujeres expresan su interés de ser parte no solo de una asociación sino más bien de dos, tres hasta cuatro, situación que en los varones se manifiesta de modo distinto, pues escasamente ellos afirman participar hasta en dos organizaciones. El claro interés que tiene la mujer trabajadora de pertenecer a una organización puede estar explicado en la necesidad de hacer valer su voz, ya que individualmente su opinión pocas veces es tomada en cuenta y muchas veces marginada totalmente.
128
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 18 Lima Metropolitana: Distribución de las/os encuestadas/os por sexo según el número de organizaciones al que pertenecen, 2010 (%) Pertenece a alguna organización
2010 Hombre
Mujer
174
336
Total relativo
100,0
100,0
No pertenece
60,3
51,5
Pertenece a uno
35,1
37,5
Pertenece a dos
4,6
6,0
Pertenece a tres
0,0
4,2
Pertenece a cuatro
0,0
0,6
Pertenece a siete
0,0
0,3
Total absoluto
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
Las trabajadoras de la economía informal que pertenecen a una sola organización, se concentran en “asociaciones de trabajadores de la economía informal”, “comités de vaso de leche” y “sindicatos”. El mayor número de encuestadas se inclinan por la asociación de trabajadores/as (41,3%). Esta concentración se explica en la necesidad de las encuestadas de conservar su puesto de trabajo (esto en el caso de mujeres que trabajan en la calle o en un mercado de forma informal).
Hacia una economía con Trabajo Decente
129
GRÁFICO Nº 24 Lima Metropolitana: Distribución de las trabajadoras que pertenecen a una organización por tipo de asociación,2010 (%)
Asociacion de trabajadores de la economia informal 41,3%
Comité de vaso de leche 23,0%
Otros 15,1%
Sindicato 10,3% Junta vecinal 4,0%
Comedor popular 6,3% Nota: los casos tomados en cuenta son aquellos que pertenecen únicamente a una asociación (126). Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal 2010. Elaboración: Propia.
Para una buena coordinación de los planes y objetivos que se realizan en las organizaciones de las diferentes asociaciones se necesita la participación activa y continua de los integrantes de ambos sexos. Las mujeres encuestadas de Lima Metropolitana que participan activamente en una organización constituyen el 62,0% del grupo de mujeres que afirmó pertenecer a una organización, siendo estas principalmente las que se encuentran asociadas en organizaciones de trabajadores/as informales, seguida de las de vasos de leche.
130
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 25 Lima Metropolitana: Distribución de las encuestadas que pertenecen y participan activamente en alguna organización, 2010 (%)
19,0
o a i i a 3
a i i a 2
25,4 5,6
1
12,0
1/ también se incluye a juntas vecinales Nota: los casos tomados en cuenta son aquellos que pertenecen únicamente a una asociación (187). Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
b. Nivel educativo de las participantes Respecto al nivel educativo de las mujeres que trabajan en la economía informal que participan de una organización de trabajadores/as, en el estudio realizado durante el 2010 se encontró que una de cada dos mujeres en promedio habían alcanzado el nivel educativo secundario, seguido del grupo de mujeres trabajadoras que tenían nivel educativo primario completo. De otro lado, también se registró la presencia de trabajadoras con nivel superior en razón de una por cada diez de ellas. Es necesario precisar también que una buena parte de las trabajadoras (59,0%) que no pertenecían a una organización alcanzaban la instrucción secundaria.
Hacia una economía con Trabajo Decente
131
CUADRO Nº 19 Lima Metropolitana: Distribución de los(as) encuestados(as) por nivel educativo alcanzado según si pertenece a una organización, 2010 (%) Nivel educativo alcanzado
2010 Sí
Total absoluto
No
235
275
Total relativo
100,0
100,0
Sin nivel
13,6
8,0
Primaria
23,8
25,5
Secundaria
52,8
58,9
Superior
9,8
7,6
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de La Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
c. Actividades que realizan las organizaciones Las organizaciones son de mucha importancia en cuanto al desarrollo conjunto de la población, y en determinadas circunstancias éstas cumplen con fomentar espacios que el gobierno no alcanza a brindar a la población, para educar, fomentar la cultura y recreación, brindar capacitación, para desarrollar campañas de salud, entre otros. Consultadas las mujeres respecto a las actividades que desarrollan al interior de sus organizaciones, las opiniones son diversas. Así, el 23,0% de ellas manifestó que este espacio les brinda la oportunidad de educarse y capacitarse. Más de la mitad de las encuestadas concordó en que estos espacios deberían brindar apoyo de búsqueda de trabajo, dado que la situación actual en la que se encuentran es de mucha importancia. Al respecto, el 15,7% de las entrevistadas dijo que este espacio si lo brindaba óptimamente, en tanto que el 26,4% opinó que podría mejorar ese rol. Respecto a las actividades de créditos y préstamos realizados por sus organizaciones, el 69% de las mujeres entrevistadas para este estudio, opinaron que no les era brindado por este espacio pero que debería hacerlo, dado lo estratégico que resultaba para incentivar proyectos de negocios, los cuales manifestaron quedan truncadas por falta de financiamiento, que fue el caso del 52% de las consultadas. En este sentido, 25,7% de estas trabajadoras expusieron su expectativa respecto a que se podrían aprovechar mejor estos espacios.
132
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
En relación a la posibilidad de promover actividades deportivas y otras actividades, el 61,1% manifestó que sus organizaciones tampoco las promovían. CUADRO Nº 20 Lima Metropolitana: Trabajadoras encuestadas por actividades que realizan las organizaciones a la que pertenece, 2010 (%) Actividades que realiza la organización
Total
Sí lo brinda Sí lo brinda de forma óptima
No lo brinda, Sí lo brinda
Capacitación y Educación
100,0
23,0
43,7
30,8
2,5
Apoyo en la búsqueda de trabajo
100.0
15,7
26,4
51,0
6,9
Defensa de Derechos laborales
100.0
34,6
16,3
43,4
5,7
Actividades de recreación
100.0
9,5
22,1
59,9
9,5
Actividades culturales
100.0
7,1
25,6
56,4
10,9
Campaña de Salud Actividades deportivas
100.0 100.0
12,2 11,5
22,4 14,7
60,3 61,1
5,1 12,7
Créditos y préstamos
100.0
3,8
7,0
69,0
20,2
Asesoría empresarial
100,0
12,8
25,7
51,9
9,6
Trabajo Comunal de bien común
100,0
25,5
24,2
36,3
14,0
Nota: En cada categoría sólo se ha tomado en cuenta las que respondieron las alternativas. Fuente: Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: Propia.
3.2. Las trabajadoras de la economía informal en Huaura Así como en el caso de Lima Metropolitana, ADC, desarrolló un diagnóstico con las principales variables socioeconómicas de las mujeres en el marco del trabajo decente, a partir de una investigación realizada en los años 2007 y 2010 en 4 distritos representativos de la provincia de Huaura, del departamento de Lima. De esta manera, se busca poner en evidencia el rol fundamental que cumple el trabajo de las mujeres en el desarrollo económico local, ya que en respuesta a sus diversas necesidades ellas han ido desarrollando actividades dentro de la economía informal. Desde esta perspectiva han alentado procesos en busca de una política de inclusión que genere mecanismos de formalización y de promoción de sus iniciativas económicas.
Hacia una economía con Trabajo Decente
133
3.2.1 Características generales A partir de diversas variables, se busca caracterizar la situación laboral de las mujeres trabajadoras de la economía informal que residen en los cuatro distritos representativos de la provincia de Huaura: Hualmay, Huacho, Santa María y Huaura. Para ello, se desarrollará algunos datos básicos proporcionados por la encuesta aplicada a mujeres en el año 2007 y a mujeres y hombres en el año 2010, que laboran en la economía informal, tales como edad, estado civil, educación, entre otros. a. Edad La primera variable que nos da un diagnóstico generalizado de las mujeres es la edad. Así, a través de esta variable se puede apreciar cambios en cuanto a la estructura que adopta la población por grupos etarios, dentro de los cuales las mujeres muestran perfiles y tendencias propias, y otras que comparten con sus pares varones. Técnicamente, las mujeres pueden iniciar su participación en el mundo del trabajo a partir de los 14 años de edad en adelante.114 En el caso de las trabajadoras informales de Huaura, entre la cuarta y la quinta parte de ellas son mujeres de 14 a 29 años de edad. Siendo la edad indicador de la experiencia potencial de las personas, requisito indispensable y necesario para obtener un puesto de trabajo ya sea de forma dependiente o autoempleada, cabe destacar que cerca de la mitad de las trabajadoras encuestadas en Huaura están atravesando la edad adulta, es decir se encuentran entre los 30 a 45 años de edad. Otro dato relevante que se observa en esta investigación es que a medida que transcurren los años, la participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye, tal como lo revela el porcentaje de mujeres trabajadoras encuestadas, de entre 45 años a más, que en el 2010 alcanzaron el 29,9% del total.
114 Al conjunto de personas de 14 y más años de edad se le denomina Población en Edad de Trabajar, PET.
134
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 21 Huara: Distribución de las trabajadoras encuestadas según grupos de edad, 2007 y 2010 (%) Grupos de edad
2007
2010
Absoluto
Porcentaje
Absoluto
Porcentaje
Total relativo
209
100,0
177
100,0
De 14 a 29 años
57
27,3
40
22,9
De 30 a 45 años
96
45,9
84
48,0
De 45 años a más
56
26,8
53 2
9,9
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
A partir de la comparación de los datos registrados en el 2007 y 2010 se puede concluir que la distribución de las trabajadoras en función de su edad se ha modificado, quitándole peso al grupo de jóvenes y aumentando la proporción de mujeres adultas en este sector laboral. b. Residencia Un aspecto importante para esta investigación es el lugar de residencia de las mujeres insertas en la economía informal, variable que al compararse con el lugar de nacimiento permite establecer el grado de movilidad espacial de una persona, situación que se encuentra asociada con las diferencias socioeconómicas que suelen originar o condicionar los movimientos migratorios. En el caso de Huaura, 2 de cada 10 de las mujeres encuestadas declararon haber nacido en el departamento de Lima. Particularmente, 1 de ellas reveló haber nacido en Ancash, lo cual se explica por el menor costo social que implica trasladarse de un lugar a otro cuando son lugares cercanos desde donde se migra. Como lo muestra el siguiente gráfico entre 2007 y 2010 disminuyó los residentes provenientes de Ancash, siendo mayor la proporción de mujeres que nacieron en Lima del total de encuestadas. Ahora, cabe advertir que si bien Huaura es una provincia de Lima departamento, es posible que exista migración desde algunas otras provincias de Lima.
Hacia una economía con Trabajo Decente
135
GRÁFICO Nº 26 Huara: Distribución de trabajadoras encuestadas según departamento de nacimiento, 2007 y 2010 (%) 90 80
76,1
81,4
70 60 50 40 30 20
12,9
10
11,0
8,5
10,2
0
Lima 1/
Ancash 2007
Otro 2/ 2010
1/ No incluye a la provincia del Callao o región Callao. 2/ En el 2007, incluye 3 casos que no especificó el departamento de nacimiento. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
De otro lado, residir en el mismo lugar al del nacimiento parece ser característica del 67,2% de mujeres de Huaura. Así, una tercera parte de las mujeres que actualmente residen en Huaura dijo haber nacido en un lugar distinto. Una característica adicional que acompaña a este último grupo de mujeres es que, el 41,4% de ellas vive más de 20 años fuera del lugar que lo vio nacer, lo cual nos advierte de su calidad de migrantes de toda la vida.
136
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 27 Lima Metropolitana: Distribución de las trabajadoras encuestadas, según lugar y tiempo de residencia actual, 2010 (%) a men e i e en a misma o a idad donde na ió
a e
án o iem o i e en es a o a idad
39,6
67,2
32,8
19,0 41,4
10 20 20
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
c. Educación Es notable destacar que a través del tiempo las mujeres se han posicionado mejor en cuanto a su formación educativa, tanto en calidad como en cantidad. En la actualidad, las mujeres tienen igual de oportunidad que los hombres para acceder a una educación formal y producto de ello ahora se muestran proporciones interesantes de trabajadoras cada vez con mayores años de escolaridad. Sin embargo, en este caso se aprecia que las trabajadoras de la ciudad de Huaura presentan un bajo nivel educativo, lo que tendría su explicación en las características del universo de estudio (mujeres de la economía informal), donde el capital humano en términos de formación educativa es escaso.
Hacia una economía con Trabajo Decente
137
GRÁFICO Nº 28 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según nivel educativo alcanzado, 2007 y 2010 (%) 2007 a
2010 b 60
40 35 30 25 20 15 10 5 0
34,5
50,9
36,4
50 40
13,4
15,8
26,6
30 20
11,9
10,7
10 0 Sin nivel Primaria Secundaria Superior
Sin nivel Primaria Secundaria Superior
a/ En el 2007, Sin nivel incluye a las categorías sin instrucción, primaria incompleta y en proceso; Primaria incluye a primaria completa, secundaria incompleta y en proceso; Secundaria se conforma por secundaria completa, técnica incompleta y en proceso, universitaria incompleta y en proceso; finalmente, Superior comprende a técnica y universitaria completa. b/ En el 2010, Sin nivel incluye a las categorías sin instrucción, primaria abandonada y en proceso; Primaria incluye a primaria completa, secundaria abandonada y en proceso; Secundaria se conforma por secundaria completa, técnica abandonada y en proceso, universitaria abandonada y en proceso; finalmente, Superior comprende a técnica y universitaria completa. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
Sin embargo, pese a los datos revelados anteriormente, es necesario destacar los cambios positivos que este estudio también evidencia. Cada vez hay menos mujeres sin nivel educativo, se ha incrementado el número de mujeres que acceden a la educación secundaria, así como a los niveles técnicos y/o universitarios, situación que se podría traducir finalmente en una disminución de la brecha socioeconómica por género a favor de las mujeres. d. Estado civil, tenencia de hijos y personas que requieren cuidado especial Los datos revelados por este estudio dan cuenta de que la mayor parte de las mujeres están casadas o están en situación de convivientes. Esta información es relevante si tomamos en cuenta que las mujeres casadas suelen condicionar sus decisiones laborales en función de los rasgos laborales de su marido.
138
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
De la correlación entre edad y estado civil se puede apreciar que las mujeres casadas están principalmente en el grupo de las adultas. En cambio, el restante de mujeres está en una condición tal que podrían asumir el papel de jefes de hogar, al menos hasta que tengan a un cónyuge. Finalmente, las solteras suelen ser más jóvenes y de mejor nivel educativo.115 La distribución por estado civil tiene el mismo perfil tanto en el 2007 como en el 2010, aunque en este último año resulta más acentuada la proporción de divorciadas, separadas o viudas, mientras que el porcentaje de solteras se ha visto reducido en alrededor de 6 puntos porcentuales. CUADRO Nº 22 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas, según estado civil, 2007 y 2010 (%) ESTADO CIVIL
2007
2010
Absoluto
Porcentaje
Absoluto
Porcentaje
Total
209
100,0
177
100,0
Soltera
55
26,3
37
20,9
Casada o conviviente
133
63,6
109
61,6
Divorciada,separada o viuda
21
10,1
31
17,5
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
Otra característica que está muy relacionada con los datos del estado civil es la tenencia de hijos y el tamaño del hogar. Esta información es importante pues las decisiones de matrimonio y la tenencia de hijos afectan a la situación laboral femenina. En el caso de familias numerosas por ejemplo suelen complicar la situación laboral de las mujeres pues no es compatible con sus múltiples responsabilidades en el hogar (quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos e hijas). Desde esta perspectiva, los resultados no parecen ser positivos, en la medida en que del total de encuestadas con hijos en el 2010, el 26,2% y 28,1% declararon tener tres hijos y más de tres hijos respectivamente. Así, casi la tercera parte de las mujeres con hijos, suelen tener un hogar con un buen número de integrantes. Esta restricción fundamental en las mujeres que tienen más de tres hijos en el 2007 fue menos pronunciada. Lo mismo 115 Dado que las generaciones más recientes gozan del los atributos que antes las mujeres no poseían como el acceso a la educación para todas.
Hacia una economía con Trabajo Decente
139
ha ocurrido con el caso de hogares con más de cinco hijos, que ha disminuido para el 2010, en tanto que el número de mujeres con hogares sin hijos se ha incrementado. CUADRO Nº 23 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según diversas variables, 2007 y 2010 (%) VARIABLES
2007
2010
Absoluto
Porcentaje
Absoluto
Porcentaje
Tenencia de hijos
209
100.0
177
100.0
Sí
164
78,5
148
83,6
No
45
21,5
29 1
6,4
Número de hijos 1/
164
100,0
148
83,6
1 hijo
38
23,2
43 2
9,1
2 hijos
37
22,6
36
24,3
3 hijos
43
26,2
26
17,6
4 hijos a más
46
28,1
43
29,1
Tamaño del hogar 2/
46
100,0
29
100,0
Menos de 5 personas
22
48,9
11
37,9
De 5 personas y más
23
51,1
18
62,1
1/ Sólo considera a las mujeres que tienen por lo menos un hijo. 2/ Sólo considera a las mujeres sin hijos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
Otro dato relevante para este estudio ha sido identificar cuántos de los hogares de las mujeres trabajadoras del segmento de la economía informal están integrados por personas o familiares que requieren de un cuidado especial, bien sea por enfermedad, discapacidad, o porque son niños/as o adultos/as mayores. Para el 2010, 4 de cada 10 trabajadoras encuestadas señalaron que había por lo menos una persona que no era capaz de atenderse o cuidarse.
140
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 24 Huaura: Distribución de las encuestadas por ámbito geográfico, según número de personas que requieren cuidado especial, 2010 (%) Número de personas que requieren cuidado especial
Absoluto
Total Relativo Urbano
Rural
Total
177
100,0
100,0
100,0
Ninguna persona
98
55,4
46,7
58,3
Una persona
57
32,2
37,8
30,3
Más de una persona
22
12,4
15,6
11,4
Nota: entre las personas que requieren cuidado especial están los/as niños/as, personas adultas mayores, enfermas, inválidos, etc. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
3.2.2 La fuerza laboral El mercado laboral es un tema transversal. Las trabajadoras informales forman parte de un segmento vulnerable de la oferta de trabajo, por lo que en esta sección describiremos algunos de los indicadores laborales que permitirán hacer un breve diagnóstico de la participación de las mujeres de Huaura en la economía de su localidad. a. Actividad económica El trabajo temporal o el empleo de duración determinada, es un fenómeno que predomina en el año 2010 en Huaura. Así, más del 80% de las trabajadoras de la economía informal tienen este tipo de empleos. Esta situación no difiere mucho de lo que sucede a las afueras de Huaura, donde la principal fuente de trabajo de las mujeres es el empleo temporal, espacio donde se encuentran propensas a dejar de percibir ciertos beneficios que ofrecen ocupaciones de mayor estabilidad laboral. En el 2007, las mujeres se encontraban en trabajos ambulatorios y en los mercados, operando negocios por cuenta propia, en función de sus necesidades y utilizando mano de obra de sus familiares. La venta ambulante es una de las mayores categorías de trabajo informal que emplea trabajo femenino en Huaura. Sin embargo, los cambios en las diferentes actividades son difíciles de determinar debido a su alto nivel de movilidad dependiendo de la temporada, por ejemplo. No obstante, se puede deducir el trabajo de las mujeres ha pasado de la ciudad al campo, claro campo situado al borde de la ciudad.
Hacia una economía con Trabajo Decente
141
GRÁFICO Nº 29 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas, según actividad económica principal, 2007 y 2010 (%) 2007
2010 90
84,8
80 70 60 50
39,7
38,3
40
40
30 20
50 30
11,5
10
10,5 0,0
0
20 10
11,9 3,4
0,0
0 Ambulante Del hogar A domicilio Temporera Mercado
Ambulante Del hogar A domicilio Temporera
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
b. Ambiente de trabajo Otro dato que refleja la situación laboral de los/as trabajadores/as de la economía informal es el ambiente de trabajo. Así, en el 2007 se registró una fuerte participación de mujeres en el comercio ambulatorio, generando que un 40,2% de mujeres tenga como espacio de trabajo las calles, en tanto que el grupo restante laboraba en mercados y en un local independiente, ya sea propio o alquilado. Para el 2010, el campo fue el lugar de mayor presencia de la fuerza laboral femenina. 8 de cada 10 mujeres entrevistadas para este estudio dijeron trabajar en los cultivos de las chacras, en labores de carácter temporal.
142
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 30 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según ambiente de trabajo, 2007 y 2010 (%)
2007 13,4
2010 36,4
40,2
10,2
10,2
79,7 10,1
En un local independiente, propio o alquilado En el campo
En un local independiente, propio o alquilado
En la calle
En el campo
En otro ambiente 2/
En otro ambiente 1/
1/ Incluye: dentro de la vivienda, en la calle, en el domicilio de otra persona y otro sitio. 2/ Incluye: en la vivienda de otra persona, en un puesto de dueños y otro sitio. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
El clima laboral, la salud y en general el bienestar de las personas en su centro de trabajo son aspectos relevantes para la productividad ya que condiciona el desarrollo de la eficiencia en el trabajo. Por ello resultó necesario recoger información de las encuestadas respecto a las condiciones laborales donde se desenvuelven. En relación a la comodidad de su ambiente laboral, el 15,6% de las mujeres dijo que no era buena, mientras que casi la mitad de ellas lo consideró regular. Ello está relacionado con los lugares y las actividades que absorben a las trabajadoras de la economía informal de Huaura.
Hacia una economía con Trabajo Decente
143
CUADRO Nº 25 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas por características del ambiente de trabajo, 2010 (%) Características del ambiente de trabajo
Total
Bueno
Regular
Malo
Comodidad
100,0
15,6
48,0
36,4
Espacio suficiente
100,0
43,1
49,4
7,5
Iluminación
100,0
51,7
44,8
3,5
Temperatura
100,0
53,5
31,0
15,5
Ruidos
100,0
17,0
63,2
19,9
Limpieza
100,0
13,2
52,7
34,1
Servicio higiénico
100,0
11,5
6,4
82,1
Seguridad
100,0
23,7
10,3
66,0
Nota: los totales corresponden a los que respondieron a las preguntas respectivas. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Respecto a la higiene y seguridad del sitio de trabajo, en el 2010 el 66% de las mujeres respondieron que la seguridad en su centro de labores era mala, situación que se complica si consideramos que el 82,1% de trabajadoras señaló que el servicio higiénico estaba en pésimas condiciones en sus espacios de trabajo. Adicionalmente, elementos como el espacio suficiente, la iluminación y la temperatura parecen ser las únicas características que las mujeres consideran como niveles aceptables, aunque muchas de ellas le otorguen un calificativo de regular a dichos elementos. Se plantearon otras preguntas con las que se buscó develar nuevos aspectos del ambiente de trabajo y las condiciones en las que laboran las mujeres entrevistadas. Así, el 79% de ellas dijo estar dispuesta a cambiar de trabajo si pudieran, incluso aceptando el mismo pago de su actual ocupación, lo que refleja las malas calificaciones que ellas consideran en torno a las condiciones laborales no salariales. Aunque, hay que advertir que 7 de cada 10 mujeres reconocen que su falta de capacitación y/o experiencia en el trabajo es la razón de que afronten puestos de trabajos precarios. En cuanto a la jornada laboral, al parecer los trabajos permiten cierta flexibilidad respecto al uso del tiempo de las mujeres, sin embargo, un preocupante 70% de las mujeres consultadas ratificaron su posición frente a la peligrosidad de sus trabajos. La mayoría de ellas (93,6%) dijo tener problemas con las autoridades (policías, serenazgo, etc.), principalmente aquellas que desempeñan sus labores en las calles.
144
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
Asimismo, otro grupo declaró que el trabajo que realizan es muy agotador, (se sienten máquinas o robots), aburrido y rutinario. CUADRO Nº 26 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas por idea, opinión o certeza, según condiciones laborales, 2010 (%) CONDICIONES LABORALES
Total
SI
De haber sabido como iban a ser las cosas en mi trabajo, no hubiera entrado 100.0
37,6
Más o menos
NO
38,2
24,3
Si pudiera cambiar de trabajo, con iguales ingresos, lo dejaría
100,0
79,0
4,5
16,5
No abandono este trabajo porque sé que es muy dífícil conseguir otro
100,0
47,7
21,6
30,7
Me falta más capacitación y/o experiencia para conseguir otro trabajo
100,0
65,3
27,8
6,8
El lugar donde trabajo queda muy lejos de donde vivo
100,0
52,3
34,1
13,6
Mi trabajo es muy peligroso
100,0
22,7
8,5
68,8
La jornada laboral es muy extensa
100,0
38,3
50,3
11,4
Tengo problemas con las autoridades (policía, serenazgo, etc.)
100,0
1,3
5,1
93,6
Vivo temiendo perder mi trabajo
100,0
38,6
22,7
38,6
Mi trabajo es muy agotador
100,0
49,4
41,5
9,1
Me siento estresada mientras trabajo
100,0
37,4
51,1
11,5
Me siento como una “máquina” o un “robot” en mi trabajo
100,0
25,0
40,9
34,1
Mi trabajo es muy aburrido y rutinario
100,0
24,4
54,5
21,0
Siempre me tocan los trabajos más pesados
100,0
21,0
18,2
60,8
Mi trabajo exije muchísima responsabilidad de mi parte
100,0
10,7
5,1
1,1
Mi trabajo interfiere mucho con mi vida familiar y/o privada
100,0
61, 9
22,2
15,9
Creo que tengo buenos ingresos laborales
100,0
5,7
54,6
39,7
Mis ingresos laborales están conformes con el esfuerzo que realizo
100,0
17,6
51,1
31,3
Mis ingresos laborales son muy variables (suben y bajan) mes a mes
100,0
45,7
10,9
23,6
Gano lo mismo que mis compañeras por el mismo trabajo
100,0
56,6
6,4
43,1
En mi trabajo los hombres y mujeres ganan lo mismo por la misma labor
100,0
51,2
8,7
31,3
Creo que mis compañeras de trabajo hacen las cosas más interesantes
100,0
9,9
5,2
43,4
Me llevo bien con mis compañeras de trabajo
100,0
83,8
11,6
37,0
Hay mucha envidia y rivalidades entre mis compañeras
100,0
28,2
26,4
84,9
Mis compañeras me fastidian y se burlan de mí
100,0
15,6
8,1
4,6
Con mis compañeras trabajamos en equipo, siempre apoyándonas
100,0
71,1
20,8
45,4
Estamos organizadas para defender nuestros derechos laborales
100,0
27,5
35,1
37,4
Realizamos actividades fuera del trabajo (fiestas, deporte, etc)
100,0
17, 1
7,1
75,9
Nota: los totales corresponden a los que respondieron a las preguntas respectivas. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Hacia una economía con Trabajo Decente
145
c. Aprendizaje de la ocupación, trabajo anterior y búsqueda de empleo Los medios que han utilizado las trabajadoras de la economía informal para adquirir sus competencias han sido básicamente por su propia cuenta y a través de la práctica. Tan sólo unas cuantas trabajadoras (6,2%) aprendieron su ocupación mediante la experiencia de su jefe. La capacitación como fuente formal parece no coexistir con la economía informal, pues pese a existir muchos estudios que dan cuenta de los efectos positivos que tiene la capacitación en la mejora de los ingresos laborales de las personas , así como en la productividad, es escaso y en algunos casos nula la existencia de espacios de capacitación para las mujeres que laboran en este sector. GRÁFICO Nº 31 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según medio de aprendizaje de la ocupación, 2010 (%) 0,6 6,2 39,0 54,2
Mi jefe me enseñó
Mediante una capacitación
Por mi propia cuenta
Otro medio
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
La multiplicidad de empleos es una alternativa que permite a las personas incrementar sus ingresos, a través de ocupaciones secundarias que proveen muchas veces un importante complemento al ingreso regular recibido por los/as trabajadores/as de la economía informal. En el caso de las trabajadoras encuestadas de Huaura en el año 2010, solamente 2 de cada 10 expresó tener una ocupación secundaria a la regular, aunque por lo general estas actividades están relacionadas con labores realizadas en el campo como la agricultura, o con trabajos artesanales y manufactureros.
146
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
La recurrencia de una actividad secundaria en la mujer suele subestimarse en las estadísticas, ya que muchas mujeres comparten su ocupación principal con trabajo que realizan al interior de su hogar que no son valoradas económicamente y no forman parte de las cuentas nacionales, en específico de la población ocupada. Así, mientras que un bajo porcentaje no declara tener una ocupación secundaria, el resto ha señalado que su ocupación principal lo consiguió principalmente por medio de los contactos con los/as amigos/as el cual resulta una opción para colocarse en el mercado laboral informal. Este canal de búsqueda revela la importancia del capital social de las mujeres en medio del contexto informal en el que se encuentra sumergido dicho segmento. De otro lado, este estudio revela el débil uso de medios de búsqueda de empleo como el internet, en el caso de las mujeres de Huaura, que podría ser usado por las más jóvenes, al estar en mayor contacto con estos medios virtuales. Respecto a la distribución de las trabajadoras encuestadas, este estudio revela que la agricultura es la actividad donde brindan su fuerza laboral, seguida de otras actividades como los servicios domésticos y comerciales. Entre tanto la artesanía y/o manufactura ocupa a cerca del 10% de las mujeres entrevistadas. GRÁFICO Nº 32 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas por tenencia y tipo de ocupación secundaria, 2010 (%) iene a
na o
a ión se
nda ia
C á es di ha o
i 2 1
81,9
S 1 1
a ión
a
esania man a a 4 as a i idades 25
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Hacia una economía con Trabajo Decente
147
d. Ingreso laboral, ahorro, gasto y crédito El ingreso ha sido tradicionalmente uno de los aspectos en que más evidencian las diferencias de género en el mercado laboral informal , ello porque el salario se constituye en un medidor del éxito de la inserción en la actividad informal. Para efectos de esta investigación se ha tenido como punto de referencia el salario mínimo vital de las trabajadoras encuestadas. Así, el siguiente gráfico revela un rostro femenino de la pobreza monetaria, que es una síntesis de la condición de informalidad en el que las mujeres de este sector se encuentran. Ahora bien, esta situación ha mejorado notoriamente entre el 2007 y 2010, pero aún es insuficiente considerando que el ingreso nacional crece a un ritmo nunca antes registrado. Sólo 2 de cada 10 mujeres dijo percibir un salario mínimo, situación que además se encuentra asociado al alcance de mayores niveles educativos. GRÁFICO Nº 33 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según ingreso laboral mensual, 2007 y 2010 (%) 100
90,8 77,4
80 60 40
22,6 9,2
20 0 Menor o igual a al salario mínimo vital
2007
Mayor al salario mínimo vital
2010
Nota: en el 2007 el salario mínimo ascendió a S/ 500 Nuevos Soles y en el 2010 fue de S/. 550 Nuevos Soles. Asimismo, se encontraron dos valores missing en el año 2007. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
148
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
En relación a la capacidad de ahorro de las mujeres empleadas en la economía informal en Huaura, la encuesta revela que solamente la quinta parte de ellas declaran ahorrar una proporción de sus ingresos mensuales, situación que no ha mejorado en el tiempo y que revela lo que ocurre en casi todos los espacios pobres de las economías en desarrollo, donde existe una baja propensión al ahorro. GRÁFICO Nº 34 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas, según ahorro, 2007 y 2010 (%)
90 80 70 60 50 40 30 20 10 0
81,3
18,7
81,0
19,0
Si ahorro 2007
No ahorro 2010
Nota: en el 2010 hubieron 3 missing. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
En relación al aporte del trabajo remunerado de las mujeres a la economía familiar debe decirse que éste ha sido relevante. En el caso de Huaura, 9 de cada 10 mujeres aporta dinero a su hogar, aunque no todas lo hacen de manera similar. La mayoría (66,1%) aporta el total de sus ingresos al hogar, lo que es coherente con los bajos niveles de ingresos que ellas puedan conseguir con su fuerza laboral; en tanto que el 24,9% restante aporta sus ingresos de manera parcial. Respecto a la participación de las mujeres sobre la administración de los ingresos, esta se revela relativa. Así, las cifras dan cuenta que el 67,7% de ellas comparten la gestión de los ingresos del hogar con algunos de sus parientes, mientras que la cuarta parte de las mujeres suelen tener el control total sobre dicha variable.
Hacia una economía con Trabajo Decente
149
GRÁFICO Nº 35 Huaura: Trabajadoras encuestadas por características, según aporte del ingreso en el hogar, 2010 (%) ¿Quién administra el ingreso?
¿Aportas dinero a tu hogar?
No aporta 9,0
Yo 24,1
Yo y algunos de mis parientes 67,7 Mis parientes u otros 8,3
Aporta totalmente 66,1
Aporta una parte 24,9
¿Cuanto aportas mensualmente?
Menos de S/. 250 Nuevos Soles 44,2 Hasta S/. 350 Nuevos Soles 30,2 Más de S/. 350 Nuevos Soles 25,6
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Las situaciones de pobreza monetaria suelen determinar la composición de los gastos, formando consumidores que dan más relevancia solo a los gastos en bienes necesarios como lo son los alimentos, la salud, la educación, vivienda y vestimenta, etc. En el 2010, las trabajadoras encuestadas de Huaura señalaron que de sus ingresos disponibles, la tercera parte de las mujeres gastaron más de S/. 250 Nuevos Soles en necesidades básicas, cifra levemente menor si nos adentramos al ámbito rural. Un dato alarmante de este análisis es 45,8% de mujeres que no destina dinero para gastos en atención médica y medicinas, siendo las trabajadoras del ámbito urbano las que suelen registrar mayor proporción si se trata del descuido total del gasto en salud. Contrasta con este grupo, una ínfima quinta parte de mujeres que sí destinan un monto de sus ingresos para cuidar su salud, aunque por el monto asignado (S/. 50 Nuevos Soles), la situación de la inversión en el capital humano en términos de salud, sigue siendo preocupante.
150
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
CUADRO Nº 27 Huaura: Trabajadoras encuestadas por ámbito geográfico, según principales gastos personales, 2010 (%) Principales gastos personales
Total
Urbano
Rural
Gastos en necesidades básicas
100,0
100,0
100,0
Hasta S/.150 nuevos soles
21,8
18,6
22,8
Hasta S/.250 nuevos soles
44,7
46,5
44,1
Más de S/.150 nuevos soles
33,5
34,9
33,1
Gastos en salud
100,0
100,0
100,0
No destina ingresos
45,8
57,8
41,7
Hasta S/.50 nuevos soles
41,2
24,4
47,0
Más de S/.50 nuevos soles
13,0
17,8
11,4
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Otro aspecto que toma importancia en estos últimos tiempos está en relación al mercado de crédito y el sistema financiero. En el cuadro Nº 28 observamos cómo la mayoría de mujeres trabajadoras informales revelan que no han solicitado crédito o préstamo alguno, en tanto que las que lo solicitaron lo hicieron principalmente a una entidad bancaria. El tema del crédito es importante para aquellas mujeres que buscan mejorar su situación socioeconómica emprendiendo algún negocio independiente, ya que ello le permitirá dejar los trabajos dependientes mal remunerados y de condiciones precarias. CUADRO Nº 28 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según solicitud y fuente de crédito o préstamo, 2007 y 2010 (%) Solicitud y fuente de crédito o préstamo
Absoluto
2007 Porcentaje
Absoluto
2010 Porcentaje
Solicitud
209
100,0
173
100,0
He solicitado y me lo han dado
38
18,2
14
7,9
He solicitado y no me lo han dado
14
6,7
1
0,6
No he solicitado crédito
157
75,1
158
89,3
Fuente
52
100,0
15
100,0
Banco
24
46,2
13,0
68,4
Otros 1/
247
118,2
2,0
31,6
1/ Se incluye ONG, caja municipal, familiar o particular, Edipyme, etc. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2007 y 2010. Elaboración: propia
Hacia una economía con Trabajo Decente
151
El pobre desarrollo del sistema financiero en el Perú complica más la situación cuando de pedir préstamos se trata. Ello ha contribuido a que las cajas rurales y las micro financieras se conviertan en nuevas alternativas financieras. 3.2.3
Derechos laborales
Los derechos laborales son un componente esencial del trabajo decente, pues su cumplimiento garantiza la erradicación del trabajo forzoso, la discriminación laboral, el trabajo infantil, entre otras cosas. En el cuadro que sigue se sintetizan algunos datos relacionados al contrato laboral de las mujeres que laboran para terceros, revelándose que el 92% de las mujeres de la economía informal no tiene contrato de trabajo, además de un alto desconocimiento (86,5%) de los beneficios inherentes al trabajo, a lo que se suma el hecho de que el 91,3% de las encuestadas nunca haya estado en planilla. CUADRO Nº 29 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según situación de contrato laboral, 2010 (%) Situación del contrato laboral ¿Tienes firmado contrato de trabajo?
Absoluto
Porcentaje
139,0
100,0
Sí
11
7,9
No
128
92,1
¿Sabes que si tienes un tiempo trabajando en un sitio, gozas de ciertos beneficios Sí
111,0 96
100,0 86.5
No
100,0
39,8
156
100.0
¿Trabajas horas extras? Siempre
11
7.1
A veces
117
75,0
Nunca
28
17,9
¿Recibes alguna compensación por ese tiempo extra de trabajo? 1/ Sí
128 84
100.0 65.6
No
44
34.4
¿Estás o has estado en planilla alguna vez?1/
127
100.0
Sí
11
8,7
No
118
91,3
1/ Se han considerado aquellas trabajadoras que han trabajado horas extras. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
152
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
A esta situación de vulnerabilidad de la mujer que labora en la economía informal en Huaura, se encuentra que del total de las trabajadoras entrevistas que cuentan solo con una ocupación principal, un 11,6% afirmó haber sido despedida alguna vez en su ciclo de vida laboral. Lo preocupante en estos casos, es que a más de la mitad de las mujeres que dijeron haber pasado por esa experiencia, les comunicaron del despido con tan solo una semana de anticipación, complicándole la situación sobre posibles intentos de búsqueda de nuevos trabajos. GRÁFICO Nº 36 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según despido de trabajo, 2010 (%) n os imos 10 a os ha sido des edido a a na e
Con án o iem o de an i i a ión e om ni a on es a as des edido
e
56,3 88,4
11,6 37,5
6,3
Nota: se considera sólo a las mujeres que no cuentan y no han contado anteriormente con una ocupación secundaria que le haya generado ingresos. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Estas características configuran un cuadro de precariedad de la fuerza laboral dentro de la economía informal de la provincia de Huaura. 3.2.4. Protección social La protección social es otra condición necesaria para hablar de trabajo decente, pues involucra la afiliación de los trabajadores y las trabajadoras a sistemas de salud y pensión, entre otras cosas. Respecto a las trabajadoras de la economía informal, este elemento constituye un elemento clave para mejorar su situación de vulnerabilidad y precariedad.
Hacia una economía con Trabajo Decente
153
Lamentablemente, el estudio realizado en Huaura revela niveles de desprotección alarmantes. De cada 10 trabajadoras de Huaura solo una dijo estar afiliada a un sistema de pensiones. El segmento que no lo está, forma parte de un grupo de vulnerabilidad total, ya que además la tercera parte de este no cuenta con una afiliación al seguro de salud. Esta situación preocupa de sobre manera porque ha quedado expuesto líneas arriba que las condiciones de trabajo en las que desempeñan sus labores las mujeres de la economía informal en Huaura la hacen más propensas a adquirir enfermedades, situación frente a la cual se encontrarían completamente desprotegidas. GRÁFICO Nº 37 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según protección social, 2010 (%) ¿Estás afiliado a un sistema de pensiones?
¿Estás afiliado a un seguro laboral?
Sí, al SIS 60,0 No 93,2
Sí, a la ONP 3,4
Sí, a ESSALUD 5,5 Sí, a uno privado 0,6
No 33,9
¿Cuántos beneficios cubre tu seguro de salud?
Más de tres beneficios 37,6
Hasta dos beneficios 21,1
Tres beneficios 41,3
Sí, a una AFP 3,4
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Otros indicadores de protección social se pueden observar en los datos que brindan las mujeres consultadas respecto al tipo de dolencias que registran. Así, la quinta parte de las trabajadoras informales dijo sufrir alguna dolencia de carácter permanente, lo que podría aproximarse a una especie de discapacidad para laborar de manera normal, dado que más del 80% de ellas mencionan a su trabajo como posible determinante de dichas dolencias. Si bien, hay pocas mujeres que han experimentado un accidente mientras trabajaban (5,7%), la coexistencia de malas condiciones laborales, y la recurrencia de casos de acoso sexual, que ha alcanzado al 6,8% de mujeres entrevistadas, configuran una situación preocupante frente a la desprotección que evidencian estas mujeres.
154
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
Finalmente, un aspecto importante que diferencia el ciclo laboral de hombres y mujeres es el embarazo, ya que genera discontinuidad en la experiencia de las mismas. Hay 1 de cada 5 mujeres encuestadas que declararon haber tenido un embarazo en los últimos diez años, mientras realizaba labores. La alerta máxima se produce cuando el 85,0% de estas mujeres señalaron no haber recibido descanso durante el periodo de embarazo. CUADRO Nº 30 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según protección social, 2010 (%) Protección social
Absoluto
Porcentaje
177,0 155
100,0 87,6
ESSALUD
14
7,9
Otro
8
4,5
177,0 37
100,0 20.9
No
140
79,1
¿Consideras que esas dolencias se relacionan con el tipo de trabajo que realizas?
37
100.0
Definitivamente si
17
46.0
Puede ser
16
43,2
No
4
10,8
¿Cayó enfrermo o sufrió accidente mientras trabajaba? Sí
140 8
100.0 5.7
No
132
94.3
¿Ha sufrido alguna vez acoso sexual en tu trabajo?
132
100.0
Sí
9
6,8
No
123
93,2
¿En los últimos 10 años has tenido algún embarazo
77
100,0
Sí
21
27,3
No
56
72,7
¿Recíbistes descanso por maternidad durante ese periodo?
20
100,0
Sí, el que establece la ley
1
5,0
Sí, pero por un tiempo menor al estable
2
10,0
No, continué trabajando a pesar del embarazo
17
85,0
¿Dónde te atiendes cuando te enfermas? Hospital público o posta médica
¿Sufres de alguna dolencia permanente? Sí
mientras trabajabas?
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Hacia una economía con Trabajo Decente
155
3.2.5. Participación y diálogo social Si bien, el tema del trabajo femenino no forma parte de los temas prioritarios en la agenda de la participación y diálogo social, en el país se han constituido diversas instancias de participación y diálogo a cargo de mujeres, con mayor o menor alcance. En Huaura, la presencia de mujeres en organizaciones es baja, aunque del 2007 al 2010 se nota una mayor proporción alcanzada por parte de ellas. Observando la realidad detectamos que hay una distancia entre mujeres y sindicatos, por ejemplo porque muchas de ellas no aspiran a pertenecer a un gremio de trabajadores/as. En el caso específico de Huaura se tiene que en el 2010, la mayoría pertenecen a alguna organización denominada: “Asociaciones de trabajadores de la economía informal”, otro conjunto de mujeres (28,6%) pertenecen a los comités de vaso de leche, en tanto que dos de cada diez mujeres participan en el funcionamiento de los comedores populares. CUADRO Nº 31 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas según pertenencia a alguna organización, 2007 y 2010 (%) 2007 Pertenece a alguna
2010
Total
Bueno
Regular
Malo
Absoluto
Porcentaje
Absoluto
Porcentaje
Total
209
100,0
177
100,0
Sí
43
20,6
60
33,9
No
166
79,4
117
66,1
organización
Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
En cuanto a la pertenencia a alguna organización se observa un incremento de 20,6% a 33,9% en cuanto al sector materia de este estudio. Este resulta ser un indicador importante para medir los niveles de empoderamiento de las mujeres, como un elemnto clave para colocar en la agenda laboral los problemas que las afectan.
156
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
GRÁFICO Nº 38 Huaura: Distribución de las trabajadoras encuestadas por características del ambiente de trabajo, 2010 (%) e ene e a a
na o ani a ión
C á es di ha o ani a ión
37 7
o 1
S 33
2
1 5 1 14 3 1/ Incluye sindicato, parroquia y/o iglesia, junta vecinal, mesa de diálogo, asociación de padres de familia (APAFA), etc. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
Las actividades que realizan las organizaciones a las cuales pertenecen las mujeres son diversas tal como se muestra en el cuadro Nº 32. Sin embargo, sobre cada una de ellas recaen opiniones distintas en cuanto a la forma de cómo los brindan las organizaciones. Entre las opiniones que más destacan están la capacitación y educación dado que el 41,8% de las mujeres entrevistadas declararon que la organización lo hace de forma óptima, mientras que el 38,2% señaló que podría mejorarse el servicio. Esto podría ser importante si se trata de mujeres que no han experimentado capacitación alguna en su ciclo de trabajo. Para el 75,5% de mujeres es indispensable enfocar las actividades de apoyo en la búsqueda de trabajo, ya que consideran que la organización no lo brinda pero que debería hacerlo. Una situación similar se plantea cuando se refieren al tema de la defensa de los derechos laborales. Las actividades culturales y las campañas de salud son otras de las demandas que gran parte de las mujeres le hacen a sus organizaciones. En contraste, el trabajo comunal del bien común es una de las pocas actividades que tienen el respaldo de un tercio de mujeres señalando que la actividad se desarrolla de forma óptima.
Hacia una economía con Trabajo Decente
157
CUADRO Nº 32 Huaura: Trabajadoras encuestadas por actividades que realizan las organizaciones a la que pertenece, 2010 (%) Actividades que realiza la organización
Total
Sí lo brinda de forma óptima
Sí lo brinda pero podría hacerlo mejor
No lo brinda pero deberia hacerlo
No lo brinda y no es necesario que lo haga
Capacitación y educación
100,0
41,8
38,2
16,4
3,6
Apoyo en la búsqueda de trabajo
100,0
5,7
11,3
75,5
7,6
Defensa de derechos laborales
100,0
11,5
13,5
71,2
3,9
Actividades de recreación
100,0
9,4
22,6
62,3
5,7
Actividades culturales
100,0
3,7
11,1
74,1
11,1
Campañas de salud
100,0
11,1
9,3
68,5
11,1
Actividades deportivas
100,0
7,6
15,1
54,7
22,6
Crédito y préstamos
100,0
0,0
5,7
66,0
28,3
Asesoría empresarial
100,0
0,0
4,1
65,3
30,6
Trabajo comunal de bien común
100,0
33,9
21,4
41,1
3,6
Nota: en cada categoría sólo se ha tomado en cuenta las que respondieron las alternativas. Fuente: Encuesta sobre la Situación Socio-Económica, Organizativa y Laboral de las Trabajadoras de la Economía Informal, 2010. Elaboración: propia
3.3. Hacia un trabajo decente para las trabajadoras de la economía informal: De los problemas a las soluciones 3.3.1. Problemas de las trabajadoras de la economía informal El estudio realizado en el año 2010 ha permitido contrastar el conjunto de problemas medulares encontrados en el año 2007, los mismos que continúan caracterizando al actual trabajo informal como un factor de empobrecimiento y que acentúa las desigualdades y la discriminación contra las mujeres. Destacan entre estos problemas: a.
La precariedad del empleo, porque los trabajos que realizan las trabajadoras de la economía informal siguen siendo de los más fáciles de perder, pues se acrecientan y disminuyen de acuerdo a las circunstancias, se caracterizan por su gran tendencia a la eventualidad, etc.
b.
Los limitados ingresos, puesto que los trabajos realizados por las mujeres en la economía informal no se encuentran regulados y controlados, son realizados sin contratos formales, en hogares o en la vía pública, proveen muy bajos ingresos mensuales, generalmente inferiores a los mínimos legales y no cubren las necesidades familiares.
158
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
c.
No permite el ahorro y es un ingreso para la sobrevivencia. Las trabajadoras de la economía informal no tienen ahorros con los cuales realizar futuras inversiones o precaverse en las dificultades, lo que las hace más vulnerables. Su estructura de gasto se orienta a cubrir aspectos de sobrevivencia vinculados a la alimentación, educación, atención en salud, vivienda y gastos generados en sus familias.
d.
La mínima o nula capacitación laboral y educación general, pues las trabajadoras de la economía informal tienen un nivel de educación básica inferior al promedio nacional y no están preparadas para el trabajo. Los conocimientos que aplican vienen de la práctica pues no reciben formación laboral que podría permitirles una mejor colocación.
e.
La discriminación y maltrato. Muchas mujeres trabajadoras de la economía informal refieren haber sufrido maltratos de diverso tipo (abandono de la pareja, migraciones forzadas, violencia, deterioro de salud, escasa educación, etc.) así como haber sido víctimas de discriminación y desvalorización por parte de las personas o empresas con las que deben tratar.
f.
Los riesgos de seguridad y salud. La mayor parte de las mujeres trabajadoras informales carecen de seguridad social y otras formas de protección de la salud pese a que realizan trabajos inseguros, con riesgo de accidentes o de violencia contra ellas.
g.
La débil identidad colectiva y baja organización, que repercute en la imposibilidad de ver que sus problemas son comunes a otras mujeres como ella, impidiéndoles buscar una manera de responder de manera conjunta a ellos.
3.3.2 Demandas de las trabajadoras de la economía informal Durante el año 2010 y 2011 se realizaron diversas actividades con las trabajadoras de la economía informal, lo que nos ha permitido actualizar información respecto a sus demandas con relación a lo expuesto en el 2007, las cuales si bien siguen vigentes, porque no fueron atendidas por el Estado, también han incorporado nuevas relacionadas con la formalización, el desarrollo de normas específicas para cada sector y la incorporación del cuidado y la reproducción de la vida humana. Así, destacan: a.
Un mayor apoyo estatal, que incluyen facilidades de acceso a la formalidad que evite los trámites y los costos excesivos, la definición de una política de tributos que elimine las cargas onerosas y establezca transparencia sobre el destino que le dan a lo recaudado los municipios y la SUNAT, y la generación de oportunidades de trabajo para las mujeres.
b.
Mayor y mejor protección laboral, que implican la aprobación de un marco normativo de protección para todo trabajador y con atención a la condición femenina, el reconocimiento de los derechos fundamentales para todos y todas,
Hacia una economía con Trabajo Decente
159
el cumplimiento del salario mínimo, la protección contra el despido arbitrario, la regulación de contratos para las trabajadoras del hogar, las trabajadoras a domicilio y las temporeras. c.
Promover la capacitación, a partir del desarrollo de talleres y cursos de capacitación y el desarrollo de políticas destinadas a elevar los niveles de educación básica, técnica y superior de las trabajadoras informales.
d.
Promover la salud a través del acceso a la seguridad social para todos y todas, mediante sistemas de universalización de este derecho, el acceso a atención médica y a medicinas municipales, así como el desarrollo de acciones de prevención de la violencia doméstica y delincuencial.
e.
El impulso del diálogo social tripartito, a partir del fortalecimiento de las organizaciones de trabajadoras de la economía informal por sector de actividad así como de la centralización de las mismas, y la promoción de una mayor participación de las mujeres en espacios de diálogo social como la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, Mesas Regionales y Consejo Nacional del Trabajo, entre otros.
3.3.3. Desafíos de las trabajadoras de la economía informal A partir del estudio realizado en el año 2010 en comparación al 2007, se incorporan también algunos desafíos adicionales, tales como: a.
La implementación de un plan de formalización, que tome en cuenta requisitos y costos, y que represente ventajas reales para las trabajadoras de la economía informal.
b.
La creación de Centros de Formación Laboral en diversas especialidades para el mejor desempeño de sus actuales actividades o su reubicación. Para el caso de las trabajadoras del hogar se demanda la apertura de centros de especialización para el cuidado (niñez, personas adultas mayores, enfermas y con discapacidad).
c.
La oferta de asesoría municipal para aspectos legales, empresariales y sociales.
d.
La promoción del diálogo de todas las partes, que auspicie el encuentro de empleadores y trabajadoras, contratantes y contratadas, vendedoras y clientes, autoridades y trabajadoras informales, sin imponer la fuerza de unos sobre la debilidad de las otras.
e.
La implementación de guarderías infantiles para la vigilancia y cuidado de los hijos/ as menores de las mujeres y hombres que trabajan.
f.
La generación de áreas de trabajo salubres y seguras.
g.
La incorporación de la perspectiva de género en la Ley del Trabajador Autoempleado y ordenanzas complementarias.
160
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
h.
Garantizar el acceso del Seguro Social para todas y todos los/as trabajadores/as de la economía informal.
i.
El uso transparente e informado de las contribuciones que se otorgan bajo la modalidad de SISA, por ocupación de la vía pública, asi como la inversión de estos recursos en la creación de áreas comerciales y puestos permanentes de venta.
j.
La implementación de centros de estudios regulares para trabajadoras informales que les permitan concluir los estudios básicos (primarios y secundarios) y lograr una mejor calificación profesional.
k.
La promoción de acceso a créditos blandos para la implementación de negocios, a través de entidades bancarias asociadas al Estado y a los municipios o en el marco de compromisos con la banca comercial.
l.
Mayor y mejor atención de las trabajadoras de la economía informal en los Centros Emergencia Mujer del MIMDES.
3.3.4 Temas globales para incluir en una agenda de género a. Fortalecimiento Organizacional: •
Desarrollar campañas de sensibilización y difusión para una mayor afiliación femenina a las organizaciones y sindicatos de cada sector.
•
Promover la organización y/o el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres por cada sector de actividad, así como la creación de una instancia de coordinación de las mujeres trabajadoras de la economía informal.
•
Crear una mesa de diálogo social de género, empleo y formalización de las trabajadoras de la economía informal.
•
Elaborar programas de formación y capacitación con enfoque de género para el empoderamiento y liderazgo femenino.
•
Crear y/o ampliar los servicios sociales (guarderías, comedores, etc.) con honorarios flexibles que faciliten las actividades laborales y organizacionales de las trabajadoras.
•
Realizar diagnósticos situacionales e investigaciones sobre la participación femenina y el rol protagónico que desarrollan en sus organizaciones.
b. Salarios, ingresos y condiciones de trabajo: •
Alentar la creación de MYPEs dirigidas por mujeres.
•
Capacitar a las trabajadoras de la economía informal en gestión empresarial.
•
Brindar asesorías y consultorías especializadas vinculadas a la administración de negocios.
Hacia una economía con Trabajo Decente
161
•
Crear agencias de empleo que faciliten a las trabajadoras de la economía informal la búsqueda y obtención de trabajos con remuneraciones justas y condiciones dignas.
•
Establecer un diálogo directo con las autoridades locales, regionales y nacionales a fin de fomentar políticas de inspección laboral a favor de las trabajadoras de la economía informal.
•
Promover campañas de difusión sobre los derechos laborales y de protección de las trabajadoras de la economía informal frente al hostigamiento sexual en el trabajo.
•
Desarrollar campañas de sensibilización y difusión sobre las responsabilidades familiares compartidas.
c. Acceso al mercado de trabajo: • Promover la eliminación de todas las formas de discriminación en el mercado de trabajo, facilitando oportunidades laborales para las mujeres trabajadoras de la economía informal. • Fomentar la erradicación progresiva del trabajo infantil y promover la protección del trabajador/a menor de edad. • Promover la estabilidad laboral y la remuneración justa por trabajo de igual valor que realizan hombres y mujeres en la economía informal. • Promover la capacitación laboral para las mujeres trabajadoras de la economía informal con discapacidad a fin de propiciar su inserción en el mercado laboral. d. Educación: •
Promover la creación de programas de capacitación laboral y formación profesional para mujeres trabajadoras de la economía informal.
•
Solicitar a los centros educativos estatales que brinden becas de estudio para las mujeres trabajadoras de la economía informal, para el turno de noche.
•
Ofertar programas de alfabetización gratuita para las trabajadoras de cada sector de actividad.
•
Sensibilizar a los/as maestros para que eliminen prácticas sexistas dentro de los planteles y mejoren su desempeño profesional y propicien la equidad de género en la cultura productiva.
162
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
e. Salud: •
Realizar campañas masivas para dar a conocer los beneficios que brinda el Seguro Integral de Salud (SIS).
•
Promover campañas de salud sexual y reproductiva gratuita para trabajadoras de la economía informal.
•
Organizar acciones de capacitación permanente sobre temas de planificación familiar, salud sexual y reproductiva, seguridad y protección contra accidentes de trabajo.
f. Violencia: • Organizar campañas orientadas a eliminar todo tipo de violencia contra la mujer trabajadora de la economía informal. • Implementar servicios gratuitos y campañas masivas de atención psicológica para mujeres víctimas de maltrato y/o acoso sexual. • Promover casas de refugio para mujeres trabajadoras de la economía informal que han sido víctimas de violencia.
Conclusiones
Hacia una economía con Trabajo Decente
163
CONCLUSIONES
1. El Perú se encuentra incurso en un ciclo económico expansivo que trasciende el corto plazo, el cual no tiene comparación con el comportamiento macroeconómico observado en los últimos 40 años. Sin embargo, la creciente participación de las mujeres en la economía informal y su escasa posibilidad de acceso a empleos de buena calidad, es un reflejo de la falta de coherencia entre el crecimiento económico y el desarrollo social para todos y todas. Las mujeres trabajadoras de las zonas de estudio están sobre-representadas en la economía informal, especialmente en los grupos más precarios y desprotegidos como en el trabajo a domicilio, el trabajo doméstico remunerado, la venta ambulatoria, y la agricultura temporal. 2. El estudio señala que más del 60 % de las mujeres trabajadoras desarrollan sus actividades en el ámbito de la economía informal, sector que acoge a más mujeres que hombres porque a ellas les es más difícil ingresar a la economía formal. Se confirma así la relación existente entre esta condición de exclusión de la economía formal con la pobreza y el bajo nivel educativo de muchas mujeres, pues mientras que la informalidad es para los hombres un estado temporal generalmente, para las mujeres se convierte en una condición permanente. Como consecuencia de ello, las mujeres tienen ingresos precarios a lo largo de su vida, y es la economía informal su única posibilidad de sobrevivencia, pues al ser muchas veces las trabajadoras madres solas y/o jefas de hogar, éstas deben inventarse un trabajo para salir adelante. 3. La informalidad en las zonas de estudio ofrece un escenario siempre cambiante para quienes hacen de este espacio su medio de vida. La mayoría de trabajadoras de la economía informal trabajan sin ningún tipo de protección social (sin acceso a licencias de maternidad, a protección social, a un salario decente). La falta de infraestructura básica, como guarderías, centros de mayores, añaden nuevas dificultades a su acceso de trabajo, a lo que se suma su prácticamente inexistente formación continua. La situación se agudiza para las mujeres que no saben leer ni escribir, así como para las mujeres jefas de hogar que solas llevan adelante la familia. Estas condiciones contribuyen a la feminización de la pobreza, ya que las actividades laborales que generan menos ingresos y que paradójicamente exigen más trabajo son realizadas casi en su totalidad por mujeres. 4. De acuerdo a esta investigación, el trabajo de las mujeres en la economía informal es considerado menos importante, menos calificado y de menor valor económico, repercutiendo en el tipo de ingresos que obtienen por su labor, los
164
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
cuales son siempre muy precarios. Es la norma social y los patrones culturales los que determinan la calificación que se le da al rol que desempeña la mujer en el trabajo y que su aporte sea valorado como “secundario” respecto al de los hombres en relación a los ingresos en su hogar. 5. Los datos recabados nos permiten inferir cuatro determinantes en la pobreza de las mujeres: la desigualdad en el acceso a un trabajo remunerado, en la valoración económica y social de las tareas desempeñadas por las mujeres, el desigual acceso a los recursos productivos como la propiedad de la tierra, de las empresas, del capital productivo y del crédito y, la desigualdad de oportunidades para participar en la toma de decisiones lo que no incide en la inclusión de sus intereses particulares en las agendas nacionales. 6. El ingreso que generan las trabajadoras de la economía informal de las zonas de estudio no son distribuidos en forma homogénea dentro de sus hogares, así, las mujeres invierten la mayor parte de sus ingresos en el bienestar de sus hijos e hijas y en el hogar antes que en sus necesidades personales. 7. Las mujeres de la economía informal desarrollan una triple jornada. Además del tiempo dedicado al trabajo, ellas deben realizar tareas del hogar y, hacerse cargo del cuidado de los niños/as y de las personas adultas mayores y enfermas, situación que reduce aún más sus posibilidades de desarrollo, como puede ser la capacitación, la participación en la comunidad, el desarrollo de un deporte o el descanso, revelando que no existe una distribución equitativa con sus parejas en el desarrollo de estas tareas y mucho menos apoyo del Estado. 8. Respecto a las trabajadoras del hogar cabe destacar que éstas comparten entre sí similares dificultades y problemas. Así, tienen empleos precarios, de baja calidad, que no ofrecen ingresos seguros, con nulo acceso a la protección social y, poco valorados. De otro lado, estas trabajadoras tienen poca capacidad para organizarse y conseguir la aplicación de normas laborales más justas y acordes con los derechos humanos. Sobre las trabajadoras de la economía informal en Lima 9. Las mujeres de la economía informal pertenecientes a la provincia de Lima están concentradas según rango de edad en adultas y adultas mayores. Es usual que alcancen niveles educativos básicos, teniendo mayoritariamente nivel de educación primaria. En ambos periodos del estudio, la mayoría de las mujeres entrevistadas registran entre uno a cinco hijos/as, así como un incremento en el porcentaje de aquellas que viven con 4, 5 y 6 personas a la vez, y de las que proceden de una zona rural.
Hacia una economía con Trabajo Decente
165
10. La fuerza laboral femenina de la economía informal se concentra en el trabajo a domicilio, del hogar o ambulante, labores que desarrollan en ambientes como su vivienda, un local, la vivienda de una tercera persona o en la calle, los cuales en promedio son calificados como malos en cuanto a ruido, temperatura y seguridad. En relación al aprendizaje de su empleo actual la mayoría revela que fue por cuenta propia, pese a que se registra que las mujeres que alcanzan mayores niveles educativos son las que hacen mayores aportes al hogar y tienen mayor capacidad de ahorros. De otro lado, destaca el número de mujeres que se hacen de una actividad secundaria vinculada a las ventas y algunas manualidades en el hogar para complementar sus ingresos; en tanto, que se mantienen los bajos ingresos en la mayoría de las mujeres enrevistadas, aunque también registran una reducción en el porcentaje de aquellas que perciben ingresos menores al mínimo vital. 11. En cuanto a derechos laborales, nueve de cada diez personas que trabajan para terceros no tienen firmado un contrato para el último año de análisis. Así, las mujeres adultas se caracterizan por tener entre tres a cinco hijos y dedicar a su empleo más de ocho horas diarias, mientras que las jóvenes tiene entre uno y dos hijos y hacen jornadas de trabajo similares al de las adultas. De otro lado, más de la mitad de mujeres trabajan todos los días y la tercera parte de ellas realiza horas extras, de las cuales sólo un poco más de la mitad reciben compensación monetaria. Si bien, las trabajadoras a domicilio se distinguen por hacer horas extras, no obstante, las trabajadoras del hogar muestran mayor proporción de mujeres recompensadas por tal concepto. No se registran casos de despidos en la mayoría de casos pero tampoco del otorgamiento de vacaciones. 12. En materia de protección social las mujeres de este sector no cuentan con una afiliación a un sistema de pensiones y son raros los casos de aquellas que se encuentran afiliadas a la AFP, datos preocupantes si tomamos en cuenta que más de la mitad de las mujeres padece de alguna dolencia permanente. Respecto a la atención de su salud las mujeres jóvenes entrevistadas dijeron recurrir a un centro privado cuando se enferman, las adultas a un centro público y mayormente las adultas mayores no acuden a un centro de salud pues recurren a prácticas caseras. Por otra parte, las personas que manifestaron haber vivido un embarazo en el tiempo que estaban laborando la mayoría dijo haber dejado de trabajar. Nueve mujeres por cada hombre revelaron haber sufrido acoso sexual principalmente de sus jefes y en menor medida por alguien relacionado al jefe, siendo las trabajadoras del hogar las que registran mayores hostigamientos. 13. Respecto a la participación y diálogo social, las mujeres de la economía informal presentan mayor voluntad de pertenecer a una organización con
166
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
respecto al varón, y si bien registran participación en diferentes organizaciones son principalmente asociaciones de trabajadoras de la economía informal y del Comité del Vaso de Leche. Considerable porcentaje de encuestadas aseguran que entre las actividades que su organización les brinda de forma óptima están el trabajo comunal del bien común, defensa de derechos laborales, capacitación y educación, en tanto que son ausentes aquellas vinculadas con la búsqueda de trabajo, las actividades de recreación y culturales, campañas de salud y las asesorías empresariales, de crédito y prestamos. Sobre las trabajadoras de la economía informal en Huaura 14. Los indicadores mostrados en el primer apartado revelan una participación de la fuerza laboral que combina la juventud con la experiencia de las más adultas. Hay más mujeres casadas y la educación es un tema que se debe replantear en políticas de capacitación para este sector. Por ello, resulta interesante y necesario detallar en mayor medida los indicadores presentados en esta investigación, de modo que se pueda encaminar mejor la oferta de capacitación técnica y ocupacional en todas las trabajadoras de la economía informal. 15. En relación al mercado laboral, penosamente se describe la situación de muchas trabajadoras que no presentan un buen diagnóstico. Los trabajos se desenvuelven en ambientes precarios que generan en las mujeres pocas expectativas de satisfacción pues nos les genera un bienestar óptimo. Esta realidad profundiza las brechas de género existentes. 16. Los datos en la sección de derechos laborales alimentan los indicadores negativos que registran las trabajadoras informales. La temporalidad del trabajo, la falta de contrato y las horas extras no compensadas son algunas de las realidades que afrontan estas trabajadoras. Al respecto, las políticas laborales a favor de este sector, especialmente el de mayor vulnerabilidad, resultan urgentes y necesarias pues constituyen una inversión en el presente y futuro de estas trabajadoras. 17. La protección social es un tema capital para la fuerza de trabajo femenina de la economía informal en Huaura. Los datos no hacen más que dibujar la mala situación en la que se encuentran particularmente las mujeres. Las políticas locales deben orientarse a mejorar la calidad del trabajo al mismo tiempo de encontrar nuevas formas de protección social fuera de los sistemas de empleo. Se necesitan diseñar políticas laborales activas, sensibles a esos problemas que requieren una atención inmediata.
La una situación del Trabajo el Perú Hacia economía con Decente Trabajoen Decente
167
18. La participación de las mujeres en organización y el diálogo social son aspectos que no conviven con el segmento femenino del mercado laboral. Aún falta mucho que recorrer y se puede comenzar dándole más peso en las encuestas laborales que habitualmente ejecutan los entes públicos y privados. 19. Estas conclusiones son extensibles sin duda a muchos otros espacios donde la informalidad ha cobrado mayor participación. La información recopilada permite actualizar lo mucho que falta por hacer respecto al tema de género que tanto preocupa a las organizaciones internacionales, pues acabar con la discriminación y otros problemas derivados de este, coadyuvan a que se cumpla con el objetivo final que es alcanzar el trabajo decente.
Recomendaciones 168
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
RECOMENDACIONES •
Frente a la realidad descrita, es importante trabajar por un crecimiento económico que promueva el empleo digno, cambiando el énfasis centrado en la estabilidad macroeconómica hacia una agenda de crecimiento y empleo sostenible en el tiempo. Es fundamental implementar políticas para la promoción activa de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y la eliminación de todas las formas de discriminación, basadas en la argumentación positiva, no sólo de carácter reivindicativo, sino también resaltando la contribución de las trabajadoras al desarrollo económico y social del país.
•
El Estado peruano debe velar porque las políticas de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres se enfoquen en las actividades laborales donde predomina la población femenina a fin de velar por su protección jurídica. Sería conveniente por ello, debatir políticas de inclusión, equiparación y generación de oportunidades.
•
Especial atención debe darse a las condiciones laborales de las trabajadoras de la economía informal, analizando con mayor detenimiento sus niveles de remuneración, el estado de su salud y el ejercicio de sus derechos laborales. La organización y centralización de las mujeres trabajadoras de la economía informal puede ser un aporte muy significativo a este propósito.
•
Se debe elaborar estadísticas desagregadas por sexo en el mercado laboral que permitan conocer el peso específico de las trabajadoras en la economía informal, información que permitirá formular políticas sensibles en materia de género para este sector de trabajadoras.
•
Las trabajadoras de la economía informal deben tener mayores nociones sobre sus derechos así como capacidad para reivindicarlos. Ello implica promover el acceso a información transparente sobre los salarios, horario de trabajo, tipo de trabajo e instancias expeditas para exigir el cumplimiento de las normas, como también a los servicios del Estado para denunciar el maltrato y abusos en el trabajo.
•
El Estado peruano debe garantizar el cumplimiento de los salarios mínimos de las trabajadoras de la economía informal tanto en las áreas urbanas como en las rurales. Es necesario para ello efectuar un censo a nivel de hogares que permita tener información precisa respecto a los salarios y otros beneficios que reciben las trabajadoras de la economía informal. Se deben también implementar
Hacia una economía con Trabajo Decente
169
acciones destinadas a erradicar de modo efectivo el trabajo de menores en la economía informal elaborando proyectos para que estas niñas y adolescentes se incorporen al sistema educativo. •
Resulta vital revisar el marco conceptual y jurídico del trabajo informal, lo cual implicará la definición de las diversas modalidades de trabajo, el establecimiento de mínimos a nivel de derechos y deberes de los empleados y empleadores, el control y regulación de las actividades de las trabajadoras a domicilio, las trabajadoras temporeras y las trabajadoras de la venta ambulatoria, así como el examen de incentivos de formalización para los microemprendimientos.
•
En el ámbito de las políticas sociales, es conveniente aumentar la cantidad y calidad de los servicios de cuidado infantil próximos a hogares pobres, lo cual permitirá a las mujeres trabajar más tranquilas y en mejores condiciones. Estas medidas deben ir acompañadas de acciones de promoción y concientización destinadas a lograr que hombres y mujeres compartan las responsabilidades familiares.
•
Se debe promover la participación de las mujeres trabajadoras de la economía informal en la adopción de políticas locales. Se requiere para ello que, las organizaciones de desarrollo, las autoridades locales y regionales, así como los dirigentes sindicales fomenten activamente y apoyen la presencia de mujeres en los procesos de planificación y decisión, tanto como integrantes de las organizaciones como en los puestos de toma de decisiones. Entre los aspectos que hay que revisar para conseguir una orientación de género destacan los vinculados a la cultura y estructura organizativa, a los procedimientos de contratación y ascenso del personal, las condiciones de trabajo (horarios), la selección y designación de los miembros de la organización, los procedimientos de adopción de decisiones, la determinación del momento y lugar para la celebración de reuniones, entre otras acciones.
•
Entre algunas posibles medidas a escala local, regional y nacional, se recomienda: i) la creación de asociaciones y redes de mujeres trabajadoras de la economía informal, ii) el fortalecimiento de la participación femenina en las asociaciones, gremios y sindicatos, así como en los espacios de toma de decisiones, iii) el impulso a los grupos de mujeres para que soliciten la financiación de las iniciativas de desarrollo, iv) la conexión de las asociaciones de mujeres de la economía informal con las organizaciones sindicales y de desarrollo, v) el aumento de la importancia de los proyectos de integración en las organizaciones existentes y, vi) la información a las asociaciones y redes de mujeres trabajadoras de la economía informal.
170
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
•
Es necesario que se trabaje de manera paralela con la eliminación de los obstáculos que tienen las mujeres para su escasa implicancia en las organizaciones pues el limitado tiempo libre es una razón frecuentemente aducida por las mujeres. Así también, se debe proporcionar servicios de transporte y asistencia infantil, procurando que los hombres asuman también responsabilidades familiares.
•
El desarrollo de la formación profesional y personal en el sector no estructurado de la economía informal debe tener una orientación social y productiva de modo que las mujeres los asuman como realmente válidas, más aún si se tiene en cuenta que las encuestas revelan de manera sistemática la necesidad de contar con una formación adecuada y asequible para este sector. Las mujeres representan recursos inexplorados, pues reúnen una serie de destrezas especiales que sólo requieren cierto desarrollo para ser aplicadas.
•
La formación previa sobre desarrollo personal, permite aumentar la confianza y calificaciones básicas así como el desarrollo de redes de apoyo mutuo y acción práctica, las cuales conducen a su vez a la creación de organizaciones, cooperativas, pequeñas empresas o servicios locales.
• Es necesario propiciar el acceso a las nuevas tecnologías de información, como vía de aprendizaje a distancia en las zonas rurales y para la mejora de su entorno personal y de la localidad en que se desenvuelven. El poner a disposición de las mujeres estos servicios integrales les permite el cumplimiento de sus expectativas, elemento esencial de su desarrollo. •
Resulta importante propiciar el acceso a servicios de apoyo para que las mujeres opten por la actividad autónoma, la apertura de sus propias empresas o cooperativas, brindándoles asesoría técnica para que desarrollen sus ideas, identifiquen sus capacidades y refuercen su confianza. Así también se les debe brindar cursos especializados para la creación de empresas, mejorar el acceso a la financiación y al crédito a través de fondos de garantía.
A estas medidas de carácter general se deben sumar la implementación de acciones que respondan a las necesidades particulares de cada sector de actividad: Para las trabajadoras del hogar: •
Promover la ratificación del Convenio 189 de la OIT sobre trabajo decente para los y las trabajadoras domésticas.
•
Promover la revisión de la actual Ley 27986 de trabajadoras del hogar porque muestra contradicciones y vacíos importantes.
•
Desarrollar campañas nacionales de difusión y sensibilización sobre los derechos de los y las trabajadores/as del hogar en el Perú.
Hacia una economía con Trabajo Decente
171
•
Ordenar por Ley que los contratos de servicio doméstico se realicen por escrito y con copia al Registro Especial de Trabajadoras (RES) del hogar.
•
Establecer sanciones pecuniarias para los empleadores que no se acojan al Registro y no respeten los derechos de las trabajadoras.
•
Crear oficinas de registro y atención para las trabajadoras del hogar en las Municipalidades u órganos desconcentrados.
•
Encargar a los órganos de inspección (sea el gobierno municipal distrital, como el MINTRA o la SUNAT) la supervisión y la facultad de imponer multas a quienes incumplan la inscripción en el Registro.
•
Desarrollar programas integrales de formación profesional para las trabajadoras del hogar que eleven sus niveles de confianza así como sus calificaciones básicas.
•
Establecer mecanismos especiales de protección para las trabajadoras del hogar víctimas de violencia física, psicológica y sexual.
•
Alentar y apoyar la organización y centralización de las trabajadoras del hogar para la defensa de sus derechos laborales.
•
Desarrollar campañas de sensibilización dirigido a las autoridades, funcionarios/ as y público en general sobre la erradicación de la estigmatización del trabajo doméstico remunerado.
•
Visibilizar y valorar el trabajo doméstico remunerado de las trabajadoras del hogar y el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres mediante campañas de sensibilización, en alianza con instituciones públicas y privadas.
•
Fortalecer a las organizaciones de trabajadores y trabajadoras del hogar a nivel nacional, regional y local.
Para las trabajadoras temporeras agrícolas •
El Estado debe reglamentar, por medio de sus direcciones regionales o jefaturas zonales de la autoridad administrativa del trabajo, los lugares especiales de contratación y velar por el cumplimiento de las formalidades de la ley.
•
El Ministerio de Educación debe implementar cursos especiales de alfabetización para las jornaleras agrícolas, a fin de que conozcan sus derechos.
•
El Ministerio de Salud debe implementar programas especiales de salud para atender las enfermedades y dolencias de las trabajadoras agrícolas en el ejercicio de su actividad, así como las referidas a su salud sexual y reproductiva.
•
Se debe realizar investigaciones y diagnósticos participativos para identificar las diferentes formas de discriminación y exclusión que enfrentan en el mundo del
172
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
trabajo este sector de trabajadoras, así como de sus principales necesidades, demandas y propuestas. •
Se debe desarrollar campañas de sensibilización e información sobre la situación laboral de las trabajadoras temporeras a fin de visibilizar su trabajo y aportes en el desarrollo local.
•
Se debe promover la plena participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, así como su articulación y organización en sus localidades.
•
El Estado debe desarrollar servicios básicos de infraestructura que alivien la sobrecarga de trabajo de las temporeras y que les permita su acceso a las actividades económicas.
•
El Gobierno Regional de Lima Provincias debe aprobar normas de alcance regional a favor de las trabajadoras temporeras agrícolas.
•
Se debe desarrollar procesos de inspección laboral a fin de garantizar mejores condiciones de trabajo para este grupo de trabajadores/as.
•
Se debe generar mesas de diálogo tripartitas, al interior del país, que vigilen el cumplimiento de los derechos de los/as trabajadores/as agrícolas temporales.
•
Las organizaciones de trabajadores/as agrícolas temporales deben generar alianzas con instituciones públicas y privadas para dar a conocer su problemática y plantear las acciones destinadas a mejorar sus condiciones laborales.
Para las trabajadoras a domicilio: •
El Estado debe exigir a las empresas que se benefician con el trabajo a domicilio publiquen información referida a los precios y costos de los productos elaborados total o parcialmente por las trabajadoras, a fin de determinar si existe una retribución justa de los ingresos obtenidos.
•
El Ministerio de Trabajo debe velar porque sus programas orientados a trabajadoras a domicilio garanticen el cumplimiento de las condiciones y formalidades de contratación determinados por la ley.
•
Se debe realizar estudios de investigación para medirla magnitud e impacto, por sectores económicos, y analizar las características del trabajo a domicilio.
•
Se debe promover la mejora en las condiciones laborales de las trabajadoras a domicilio a través de capacitaciones y asesorías dirigidas a esta población laboral.
•
Se debe fortalecer la capacidad de negociación de los/as trabajadores/as a domicilio, considerando los aspectos sociales en los que se desenvuelven y
Hacia una economía con Trabajo Decente
173
que determinan la constitución de organizaciones y redes. Su representación colectiva en las organizaciones sindicales permitirá visibilizar sus necesidades. •
Es urgente la promoción e incorporación de criterios y marcos institucionales que visibilicen esta categoría de trabajadores/as en las estadísticas generales del sector laboral.
•
Se debe promover marcos jurídicos y normativos apropiados que garanticen el respeto de los derechos laborales de los/as trabajadores/as a domicilio, así como la elaboración de políticas de protección adecuada.
•
Se debe poner en marcha políticas y programas para crear oportunidades de empleo decente, mejorando la productividad y los niveles de remuneración de los/as trabajadores a domicilio.
Para las trabajadoras ambulantes: •
•
• •
• • •
El Estado debe emitir la Ley del Comercio Ambulatorio en base a la realidad socio-económica de la población y con la participación de los sectores organizados de las asociaciones de comerciantes ambulatorios. Los Municipios deben establecer tasas mínimas por concepto de reconocimiento e inscripción en el Registro Único de Organizaciones Sociales respectivo, y levantar sus restricciones al ejercicio del comercio ambulatorio basados en el domicilio y la procedencia del trabajador. El Estado debe, en coordinación con los gobiernos distritales, establecer locales donde se pueda ejercer el comercio como parte del proceso de formalización. Se debe dotar de licencias, reconocimiento legal así como de lugares para ejercer el comercio ambulatorio a los/as vendedores/as ambulantes, a quienes debe reconocerse como parte integral del sistema de distribución urbana. Se deben implementar medidas de ayuda en situaciones de desastre y calamidades naturales a este sector de la economía informal. Se debe brindar protección y expansión del medio de subsistencia actual de los/as vendedores/as ambulantes. Se debe elaborar una base de datos sobre los/as vendedores/as ambulantes, a fin que se puedan desarrollar políticas nacionales a favor de los/as vendedores/ as ambulantes.
174
Bibliografía
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
BIBLIOGRAFÍA
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Anexos
Las mujeres, la precariedad del trabajo en la economía informal
ANEXOS
BUENAS PRÁCTICAS A FAVOR DE LAS TRABAJADORAS DE LA ECONOMÍA INFORMAL Organización y Articulación de las Mujeres Trabajadoras de la Economía Informal en la Región Lima – Perú (*) Antecedentes y desarrollo de la Experiencia
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a experiencia se inició a comienzos del 2005 y se desarrolló hasta finales de 2007, en el marco de la implementación del proyecto “Formación y asesoría para fomentar la participación en organizaciones del sector informal en las provincias de Huaura y Lima” (FATSI), ejecutado por la Asociación de Desarrollo Comunal (ADC), con el auspicio de la Fundación Paz y Solidaridad de CCOO de Andalucía y el financiamiento de la Junta de Andalucía de España. El proyecto se orientó a contribuir con el fortalecimiento organizacional de las asociaciones y gremios de trabajadoras del sector de la economía informal de las provincias de Lima (La Victoria, San Juan de Lurigancho y Cercado de Lima) y Huaura (Hualmay, Santa María, Huaura y Huacho). Comprendió el impulso de la organización, buscando el empoderamiento de las trabajadoras de la economía informal a fin de incrementar su participación en los espacios de toma de decisión. En una primera etapa de la experiencia se realizó un trabajo de campo dirigido al reconocimiento in situ de las organizaciones participantes, articulando los primeros núcleos por cada sector de actividad. Por esta vía, se logró identificar a mujeres de base y lideresas con capacidad de convocatoria y legitimidad en las zonas de actuación. Las participantes fueron sensibilizadas, capacitadas y entrenadas en los programas: i) Programa de formación de liderazgos femeninos (PROLIFF) orientado a preparar a las mujeres para el ejercicio de su liderazgo y la toma de decisiones en sus asociaciones y organizaciones gremiales; ii) Programa de formación de formadoras para la multiplicación educativa en temas de educación popular, gestión productiva y empresarial, así como en la articulación de redes de mujeres de la economía informal.
(*)
Para profundizar sobre la experiencia puede verse el articulo de María Bastidas: “La Articulación de las Trabajadoras de la Economía Informal en la Región Lima Perú. En: WIDE “Alternativas Económicas para la Justicia Social y de Género: Voces y Visiones desde América Latina. Bruselas, 2011.
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El desarrollo de foros públicos permitió sensibilizar e informar sobre la situación y los derechos laborales, económicos, sociales y culturales de las trabajadoras, así como visibilizar la problemática de este sector de trabajadoras en las diferentes localidades e influir para la inclusión de sus demandas en las agendas públicas a nivel local, regional y nacional. La capacitación y asesoría permanente (individual y colectiva), así como el desarrollo de diversos encuentros de las mujeres (en un primer momento entre las mujeres de un mismo sector de actividad, luego entre mujeres de los diferentes sectores de actividad), permitieron la constitución de siete organizaciones (territoriales y sectoriales). Además, los diversos espacios de encuentro sostenido entre las mujeres trabajadoras de la economía informal y los gobiernos locales, han abierto nuevas posibilidades de articulación y de trabajo conjunto entre este sector de mujeres trabajadoras y los diferentes gobiernos locales del Perú. El desarrollo de políticas y servicios locales de capacitación, organización y la defensa de los derechos de las mujeres de la economía informal, se constituye en un gran reto para las administraciones locales. El desarrollo de una estrategia comunicacional a lo largo de toda la experiencia y la difusión de materiales comunicacionales y de difusión a través de las veladas artísticas, pasacalles, feria nacional de las trabajadoras del hogar y homenajes realizados a favor de la mujer entre el 2006 y el 2007, coadyuvó a la visibilización y valoración de este sector de trabajadoras. Se ha tenido incidencia política y asistencia técnica en la elaboración y aprobación de la Ley 28983 sobre Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres, en cuanto a los art. 6 inciso g (Promover la formalización de trabajadores y trabajadoras de la economía informal) y h (Garantizar un trato no discriminatoria a las trabajadoras del hogar). A fin de promover en las organizaciones sindicales y en las organizaciones de la economía informal la igualdad de género. La investigación ha sido un eje clave ya que ha permitido conocer y difundir la realidad de las necesidades y demandas de las trabajadoras de la economía informal. Generar conocimiento sobre este sector de mujeres ha sido una estrategia vital para la organización ya que el oscurantismo es una de las formas de mantener la situación de vulnerabilidad y exclusión de las trabajadoras del hogar. Así se ha elaborado la investigación sobre la situación socio-económica de las mujeres trabajadoras de la economía informal de las provincias de Lima y Huaura, la misma que reúne datos cualitativos y cuantitativos para la construcción de propuestas en la materia. La generación de alianzas con otros actores y entre las propias organizaciones de trabajadoras ha sido clave, dado que se logró identificar organizaciones de la economía informal (trabajadoras ambulantes, trabajadoras temporeras, trabajadoras a domicilio y trabajadoras del hogar) y se promovió su articulación con las organizaciones sindicales y los gobiernos locales. Así también se promovió la creación interinstitucional de la
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Mesa de Trabajo sobre los Derechos de las Trabajadoras del Hogar que constituye un organismo eficaz para articular a la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y los colectivos de trabajadoras del hogar hacia un mismo fin. Esta estrategia también permitió la construcción de capacidades y mecanismos de diálogo social. Tras culminar el proyecto FATSI en el año 2007, se retomó el trabajo a través del Proyecto Trabajo Decente para las Mujeres del Perú – TRABDEC II Fase, ejecutado por ADC, con el auspicio de Fundación Paz y Solidaridad de CCOO de Valencia y el financiamiento de la Generalitat Valenciana de España. Si bien, dicho proyecto no estuvo dirigido exclusivamente a las trabajadoras de la economía informal, sin embargo permitió dar continuidad al trabajo iniciado. Como resultados de esta segunda fase se logró: El fortalecimiento de los nexos organizativos y de articulación entre las organizaciones sindicales y organizaciones de la economía informal (trabajadoras ambulantes, trabajadoras temporeras, trabajadoras a domicilio y trabajadoras de hogar), para trabajar una plataforma unitaria. Difundir la problemática de las trabajadoras de la economía informal, a través de videos, spots radiales sobre los derechos laborales y la composición de diez canciones alusivos a la mujer y el trabajo. Constitución y funcionamiento del Sindicato de Trabajadoras del Hogar de la Provincia de Huaura, así como fortalecimiento de la Red Regional de Mujeres Trabajadoras de la Economía Informal. Fortalecimiento y continuidad de la Mesa de Trabajo sobre los Derechos de las Trabajadoras del Hogar, así como la instalación y funcionamiento de la Mesa de Diálogo Laboral de la provincia de Huaura como instancia de diálogo y concertación en materia laboral, con la participación del gobierno regional, provincial y distrital, colectivos de mujeres trabajadoras de la economía informal y representantes de organizaciones sindicales. Asimismo, se logró que la Red de Mujeres Trabajadoras de la Economía Informal tenga una mayor incidencia en las políticas públicas, el mismo que se concretó a través de la constitución de una Mesa de Trabajo entre el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, la Red y la Asociación de Desarrollo Comunal para el desarrollo de propuestas de políticas públicas a favor de este sector de mujeres. Por otro lado, se logró trabajar de
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manera participativa una propuesta para la incorporación del enfoque de género en la Ley del Trabajador Autoempleado promovido por el Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo. La Asociación de Mujeres Temporeras de la provincia de Huaura con el apoyo de ADC, logró presentar al Gobierno Regional de Lima Provincia su propuesta de Ordenanza Regional a favor de su sector. El Sindicato de Trabajadoras del Hogar ha contribuido, de manera sostenida, para que la OIT adoptara el Convenio 189 sobre las Trabajadoras del Hogar y la revisión de la Ley de Trabajadoras del Hogar Nro. 27986 El Comité de Vigilancia Ciudadana en materia laboral con enfoque de género, (integrado por las trabajadoras de la economía informal) con la asistencia técnica de ADC, presentaron al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, al Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social y a la OIT, observaciones en cuanto al cumplimiento del C.111 y C.110 de la OIT en el Perú. Actualmente, las organizaciones de trabajadoras del hogar vienen haciendo esfuerzos para que el Estado peruano ratifique el Convenio 189 de la OIT.
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ANEXO Nº 2
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ANEXO Nº 3 PROPUESTA DE INCORPORACIÓN DE GÉNERO EN LA LEY DEL TRABAJADOR AUTOEMPLEADO PROYECTO DE LEY SOBRE EL AUTOEMPLEO Aportes de ADC
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a Asociación de Desarrollo Comunal - ADC es una institución sin fines de lucro, fundada en el año 1995, con experiencia de trabajo dirigido a mujeres de diferentes organizaciones sociales, que se encuentran en la marginación, exclusión y en situación de pobreza. En base a la misión institucional de promover el desarrollo humano sostenible con igualdad de oportunidades desde la perspectiva de género, ADC busca, a través del Proyecto Trabajo Decente para las Mujeres en el Perú (Fases I, II y III), desarrollar y potenciar las capacidades de las mujeres lideresas de los sindicatos y las trabajadoras del sector de la economía informal para mejorar sus condiciones de vida, salud, protección social, participación y ejercicio de sus derechos y lograr paulatinamente un trabajo decente para ellas. Mediante Resolución Ministerial Nº 208-2011-TR, el Ministerio de Trabajo prepublicó el proyecto de Ley del Trabajador Autoempleado a fin de que las instituciones de la sociedad civil aporten a la discusión y análisis del mismo. En ese sentido, ADC como organización comprometida con las mujeres trabajadoras del sector de la economía formal, impulsó la creación de una mesa de trabajo con participación de las siguientes instituciones: Red de Mujeres Trabajadoras de la Economía Informal. (RRMUTRIEL), Asociación Señor de los Milagros, Asociación José Carlos Mariátegui, Federación Nacional de Trabajadores Comerciantes en Mercado y Anexos –FENTRACOM, Asociación de Mujeres Trabajadoras autónomas del distrito de La Victoria – AMTADV, Asociación Nueva Vida, Asociación de ambulantes de precaria economía del Programa Municipal “Te atiendo y te cuido, Aroj Warmy, Warmi Wuñay, Kusi Maki, Asociación 9 de junio, Asociación Plaza Alameda Chabuca Granda, Federación de Vendedores Ambulantes de Lima –FEDEVAL, Confederación Sindical de Trabajadores del Perú –CSTP, Federación Nacional de Trabajadores en Casas Comerciales – FENTRACC, ARLIDECC- Asociación Metropolitana de Lima, Asociación de Modulados Cda. 15 Prolongación Huánuco-La Victoria, CONFIAR-Asociación Luis Castañeda Lossio, SUTRARELICA-Sindicato Unitario de Trabajadores Autónomos de las Regiones de Lima y Callao, FENTAP-Federación Nacional de Trabajadores Autónomos del Perú y ASPEDILIME Corazón - Centro Histórico. Este espacio de diálogo social tuvo como objetivo analizar este dispositivo a fin de elaborar y proponer fórmulas legislativas alternativas. Como resultado de este proceso se elaboraron las siguientes propuestas:
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1. La incorporación del lenguaje inclusivo y no sexista en observancia del artículo 4° de la Ley de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres, Ley N° 28983. Al respecto, conviene enfatizar la importancia de una comunicación democrática, justa y precisa que, a la par de no excluir a ninguna persona, promueva el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Al respecto, la Fundación de Mujeres, organización española, con una trayectoria dedicada a la promoción del enfoque de género, afirma que “todo lo que no se nombra no existe”,115 frase que nos exige el empleo del lenguaje de género, más aún si se trata de la elaboración de normas jurídicas emitidas por el Estado, quien se encuentra obligado a promover la igualdad entre hombres y mujeres. De otro lado, la especialista Laura Guzmán considera que “el respeto de la dignidad de las personas comienza por reconocer su existencia, su individualidad”,116 aporte formulado en la “Guía breve para el uso del lenguaje no sexista”, pues considera necesario contar con herramientas que impidan excluir a las mujeres del lenguaje que, comúnmente, se utiliza en diversos ámbitos. 2. La creación de un fondo de financiamiento de las políticas, programas, planes y acciones para el desarrollo del autoempleo, con vistas a garantizar la efectiva y eficiente aplicación de la Ley del Trabajador Autoempleado. En efecto, la formulación de políticas públicas debe estar acompañada de recursos y fuentes de financiamiento acordes a los compromisos asumidos por el Estado, de lo contrario, la finalidad de la norma, de impulsar la inserción competitiva del trabajador autoempleado en la economía estaría lejos de cumplirse. 3. La incorporación del enfoque de género en las capacitaciones, programas de formación y certificación profesional (temas y contenidos). Para ello, es indispensable fomentar la implementación de programas de formación y capacitación profesional específicos para mujeres, acorde a su grupo etáreo, etnia, región y sectores de producción, a través del desarrollo de acciones positivas que fomenten el ingreso de las mujeres a ocupaciones en las cuales se encuentran sub-representadas. 4. La promoción del acceso a líneas de crédito específicas para las trabajadoras autoempleadas como estrategia de formalización e incremento de productividad. En este caso, la acción positiva se justifica no sólo por la composición mayoritariamente femenina del sector económico, sino también porque son ellas quienes enfrentan obstáculos adicionales para acceder a
115 Fundación de Mujeres. Manual de Buenas Prácticas. Lenguaje administrativo con perspectiva de Género. Ayuntamiento de Avilés, 2003. 116 GUZMÁN STEIN, Laura. Guía breve para el uso no sexista del lenguaje. Cómo usar lenguaje no discriminatorio en textos varios, presentaciones e ilustraciones. Centro de Investigación en Estudios de la Mujer, Universidad de Costa Rica, 2004.
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fuentes de financiamiento (escasa solvencia, menor capacidad de acumulación, trabajo en condiciones de mayor aislamiento y circunstancias familiares). 5. La inclusión de un acápite sobre el autoempleo urbano, con especial énfasis en la formalización de la población trabajadora autoempleada como una política pública prioritaria. En este sentido, es oportuno y conveniente fijar directrices relativas a las autorizaciones y licencias para uso de la vía pública (ferias dominicales, por ejemplo). Asimismo, es necesario extender la creación de telecentros a las áreas urbanas, considerando que también son un espacio con escaso acceso a la información. Es igualmente importante fijar supuestos precisos bajo los cuales podría emplearse el decomiso de productos, haciendo referencia a la legislación específica sobre la materia, con vistas a evitar abusos y brindar las garantías necesarias para que el/a trabajador/a puedan ejercer su derecho de defensa. 6. La presencia de una clara delimitación de competencias entre los distintos niveles de gobierno en lo que respecta a la promoción del autoempleo, lo cual demanda una coordinación entre los tres niveles de gobierno: nacional, regional y local. 7. La garantía estatal del acceso a las prestaciones de salud y seguridad social, así como de su calidad, incluso a través del establecimiento de mecanismos de financiamiento parcial o total de las cotizaciones al sistema de protección social.
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ANEXO Nº 4 PROPUESTA DE ORDENANZA REGIONAL PARA PROMOVER TRABAJO DECENTE PARA LAS TRABAJADORAS DE LA ECONOMÍA INFORMAL
Lima, 15 de noviembre de 2011 El Consejo Regional del Gobierno Regional de Lima, en sesión de fecha 19 de Octubre del 2011, trató el tema relacionado con el “Trabajo Decente con Enfoque de Género”; y
CONSIDERANDO: Que, los Gobiernos Regionales gozan de autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de su competencia, la cual radica en la facultad de ejercer actos de gobierno, administrativos y de administración, de acuerdo a lo normado en el artículo 191º de la Constitución Política del Perú, modificada por Ley de Reforma Constitucional – Ley Nº 27680. Que, la Constitución Política del Perú, en su artículo 1º señala que “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Que, el artículo 22º de la Constitución Política del Estado señala que “El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de realización de la persona”, el cual debe ser conjuntamente interpretado con el párrafo tercero del artículo 23º, el cual dice textualmente “… Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”. Que, el artículo 4º inciso 1) de la Ley Nº 28983 – Ley de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres señala que es rol del Estado “Promover y garantizar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, adoptando todas las medidas necesarias que permitan remover los obstáculos que impiden el ejercicio pleno de este derecho, con el fin de erradicar todas las formas de discriminación”. Que, entre los objetivos del Acuerdo Tripartito: Plan Estratégico Institucional 2007-2011 del Consejo Nacional de Trabajo y Promoción del Empleo (CNTPE) desarrollado entre el sector Estado, el sector empleador y el sector trabajador, se encuentra “Proponer iniciativas para consensuar el marco jurídico socio laboral estable justo (equitativo)”.
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Que, la Organización Internacional del Trabajo establece que el trabajo decente “Se basa en el reconocimiento de que le trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que actúan en beneficio de todos, y crecimiento económico, que aumenta las oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas”. Que siendo el objetivo central de los Gobiernos Regionales alentar la inversión, promover las actividades económicas y culturales, en una lógica de desarrollo con inclusión social real. Que, a pesar de los avances logrados por las mujeres en la esfera laboral, en nuestra sociedad aún subsiste una situación de discriminación y marginación contra ellas, lo cual restringe sus derechos en varios ámbitos, incluido el aspecto del empleo, lo cual afecta el libre desarrollo de su personalidad e impide su participación en los ámbitos social y económico. Que a la luz del estudio realizado por la Asociación de Desarrollo Comunal sobre las condiciones laborales en Lima y Huaura donde se revela una precariedad del empleo tanto en las mujeres como en los jóvenes. Donde cerca del 87% de mujeres desconocen sus derechos laborales y más del 80% de las que trabajan realizan horas extra sin compensación, además sólo una de cada diez mujeres que trabajan tiene afiliación a pensiones. Que, las características del mercado laboral regional demanda de una mayor participación de los actores locales más representativos como el Gobierno Regional, La Municipalidad Provincial y Local, de manera que se propicien un entorno favorable a la fuerza laboral en los términos del trabajo decente. Que, estando a lo expuesto, y de conformidad con lo dispuesto en el literal f) del artículo 9º de la Ley Nº 27867 Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, se aprueba la siguiente ordenanza: Artículo 1.- Aprobación Aprobar la Política Regional de Trabajo Decente de manera integral, participativa y efectiva, que permita a las ciudadanas y ciudadanos de la región acceder al progreso y el bienestar, sin ningún tipo de exclusiones ni discriminaciones. Artículo 2.-Implementación Implementar de manera concertada la Política Regional de Trabajo Decente con Enfoque de Género. Artículo 3.- Definición de trabajo decente Se entiende como trabajo decente aquel empleo u ocupación productiva, que sea justamente remunerada y que se desarrolle en condiciones de libertad, equidad,
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seguridad y respeto de la dignidad humana. En específico, implica el respeto de los principios y derechos fundamentales en el trabajo, la creación de empleo, la protección social y el diálogo social. Artículo 4.- Objetivos de la norma a)
Promover una política regional de trabajo decente, incorporando medidas dirigidas a evitar cualquier tipo de discriminación laboral, entre mujeres y hombres, en el acceso al empleo, en la formación, promoción y condiciones de trabajo, y en una auténtica remuneración por trabajo de igual valor.
Artículo 5.- Promoción y cumplimiento de los principios y derechos fundamentales en el trabajo El Gobierno local debe fomentar el efectivo cumplimiento de los principios y derechos fundamentales, incentivando a las organizaciones de trabajadoras y trabajadores, y las organizaciones de empleadores y empleadoras, a comprometerse a respetar estos derechos como condición para la construcción de un mercado de trabajo socialmente legítimo.
Artículo 6.- Crear mayores oportunidades de empleo para las mujeres y los hombres, con la finalidad de que dispongan de ingresos y empleos dignos. a)
Promover la creación de empleos productivos que redunden a favor del bienestar general, como elemento esencial para elevar los niveles de vida de las trabajadoras y los trabajadores, así como ampliar el acceso a los ingresos.
b)
Eliminar las prácticas discriminatorias, y de manera específica la discriminación por embarazo en etapa pre y post natal; diseñando medidas para promover la igualdad de género en el empleo.
c)
Declarar que el incumplimiento de la ley o de las obligaciones identificadas en la empresa relativas a la igualdad en el trabajo, serán consideradas como falta disciplinaria.
Artículo 7.- Ampliar el alcance y la eficacia de la protección social
a)
Garantizar el acceso de las trabajadoras y los trabajadores a los programas de protección social, así como a todo el conjunto de coberturas frente a los riesgos que en el espacio laboral puedan afectar a una persona, mermando sus posibilidades de llevar una vida plena y digna.
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b)
Impulsar a las organizaciones de empresarios a la inscripción de sus empresas en el Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo, focalizando la atención a las trabajadoras, en particular en aquellas que desarrollan actividades de alto riesgo.
c)
Garantizar el cumplimiento de la normativa sobre maternidad, tales como licencia por maternidad, subsidio por lactancia, hora de lactancia, seguridad en el empleo.
d)
Desarrollar mecanismos de prevención y sanción de todas las formas del hostigamiento sexual en el ámbito laboral.
Artículo 8.- Fortalecer el tripartismo y el diálogo social
a)
Promover la participación efectiva de las mujeres en las organizaciones sindicales, mediante la colaboración en la negociación, consulta e intercambio de información que se requiera.
b)
Fomentar todas las formas de compromiso con el diálogo social y enfocarlo a la igualdad de género, tanto cuantitativamente como cualitativamente.
c)
Fortalecer a las organizaciones sindicales, atendiendo las necesidades específicas y estratégicas de las mujeres trabajadoras a través de una decidida política de igualdad de género. De igual manera, para aquellas que participen en sectores vulnerables.
d)
Promover la transversalidad de género al interior de las organizaciones sindicales.
Artículo 9.- Del cumplimiento de la norma La presente norma es de obligatorio cumplimiento dentro de la jurisdicción de la región.
Comuníquese, regístrese, publíquese y cúmplase
DADO EN LA SEDE INSTITUCIONAL DEL GOBIERNO REGIONAL DE LIMA A LOS DIECINUEVE DÍAS DEL MES DE OCTUBRE DEL AÑO DOS MIL ONCE.
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