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MARIANO JOSÉ DE IBARGÜENGOITIA Y ZULOAGA (1815-1888) BIOGRAFÍA DOCUMENTADA Nacimiento y primeros años del Siervo de Dios Son infinidad los aspectos que van tejiendo la urdimbre de la Historia. Enmarcar a don Mariano José dentro de un núcleo familiar y de una población como Bilbao en los comienzos del siglo XIX es fundamental para comprender la influencia que todo ello va a ejercer en el futuro sacerdote que, a su vez, llegará a ser una figura clave de su época. La familia: De Ibargüengoitia y Zuloaga El día 8 de agosto de 1794 contraían matrimonio, en la casa de habitación de doña Concepción Zuloaga, situada en la calle Artecalle, don Narciso de Ibargüengoitia Egusquiza y doña Mª Felipa de Zuloaga y Eguía de Quiñones, ambos naturales de la Villa de Bilbao. Don Santiago de Basarrate, cura rector de la iglesia de los Santos Juanes, es quien asiste a la celebración y firma el acta, en la que consigna también los nombres y origen de los padres de los contrayentes, de los que sólo vive la madre de don Narciso 1. Que uno de los testigos sea el Regidor Capitular de la Villa nos da una idea de la categoría social a la que pertenecían.2 En agosto de 1808, ante el avance de las tropas napoleónicas por tierras de Vizcaya y la inminente ocupación de Bilbao, gran parte de la población abandona apresuradamente la Villa. Entre ellos están los padres de Mariano, Narciso y Felipa, y sus hijos de pocos años; el último de días, Ignacio, nacido el 31 de julio. Dejan atrás la sólida situación económica de la que gozaban para entrar en el grupo de los desplazados. Es precisamente el cargo relevante que desempeña don Narciso: regidor y miembro del consistorio bilbaíno, el que le obliga a tomar la dirección de Santander, con toda su familia. Atrás dejaron los horrores del 16 de agosto, en el que fueron masacrados por las tropas francesas al mando del general Merlin más de 1200 defensores de la Villa, acorralados en el boquete de Ibeni, entre la ría y la iglesia de San Antón. Esa misma tarde fue ordenado el saqueo de Bilbao por espacio de veinticuatro horas y los atropellos cometidos son relatados por el afrancesado José Mazarredo, ministro de marina, al rey intruso, José Bonaparte en estos términos: “Baste decir -comunicaba en su carta a su soberano- que no hay horror que no se haya cometido. Saqueos repetidos hasta seis y siete veces dentro de las casas y los campos, violaciones a fuerza y en cuadrillas, saciándose muchos sobre una 1
Las actas de bautismo de cada uno de los contrayentes remonta la genealogía hasta los abuelos -bisabuelos de Mariano José-: todos tienen su origen en la Villa de Bilbao o en poblaciones vascas: Yurre, Mújica, Marquina, Azpeitia, Erandio y Sondica en Vizcaya y Azpilla en Guipúzcoa; sólo el bisabuelo materno es natural de Villaviciosa, en Asturias. Cf. Summ., doc. 1 y 2, p. 6. Partida de Bautismo de don Narciso Joaquín de Ibargüengoitia, en la parroquia bilbaína de San Antonio Abad, año 1764; Partida de Bautismo de doña María Felipa de Zuloaga, en la parroquia del Señor Santiago, año 1771. Las firman los curas rectores de las mismas: don José de Elorriaga y don Nicolás Antonio de Landázurri, respectivamente. 2 Cf. Summ., doc. 3, p. 7. Certificado de matrimonio de los padres del Siervo de Dios, año 1794. Firma el acta don Santiago de Basarrate, cura rector de la iglesia de los Santos Juanes.
misma persona, muertos, con encarnizamiento especial sobre los sacerdotes, de modo que, sin volver aún del espanto, los que aparecen en las calles lo hacen disfrazados sin señal alguna de su estado sagrado, cerradas las iglesias, llegando la abominación a grado que esta mañana misma, una sociedad respetable ha rescatado ocho cálices y dos copones que se los han presentado en venta unos soldados de los que partían… Digamos que las tropas han tratado a este país, no como a un suelo de vasallos que deben ser de Vuestra Majestad, a quien importa tanto ganar los corazones, ni aún como a suelo de enemigos, sino como a un bosque de fieras que debiesen exterminar”3. Sobre la conducta política de Narciso de Ibargüengoitia durante el gobierno intruso existe un documento en el Archivo de la Diputación Foral de Vizcaya, que arroja luz sobre la causa de su huida, su impecable actuación en relación con los bienes públicos y la fecha de regreso a Bilbao, avalado por varios testigos4. Ésta es la información que aporta el primero de ellos, don Camilo Sebastián de Goiria: “Ante mi [don Juan José de Basozabal] el escribano del número de ella, pareció don Narciso de Ibargüengoitia, vecino y del comercio de la misma, y para la información, que previene el anterior despacho, presentó por testigo: a don Camilo Sebastián de Goiria, Presbítero, Beneficiado de la Villa de Guernica, Vicario del partido de Basconia y residente en esta reconocida Villa, quien juró solemnemente, conforme a su estado sacerdotal, prometiendo decir verdad, de cuanto supiere y le fuere preguntado y habiéndolo oído por el tenor del escrito que induce dicho despacho, dijo: Sabe y le consta a propia ciencia y es público y notorio, que el referido don Narciso de Ibargüengoitia, durante algunos años fue comisionado de la consolidación y recaudación de anualidades destinadas a este objeto, hasta que en el mil ochocientos y ocho, se vio precisado a ausentarse de esta villa con motivo de la invasión del enemigo común, por el temor justo a ser aprehendido por el Gobierno y Tropas según se experimentaba con todos los empleados públicos que manejaban caudales de la Real Hacienda. Que continuó la ausencia hasta la expulsión de los enemigos que se verificó por junio de mil ochocientos y trece. Que luego de haberse ausentado el don Narciso o a poco tiempo después fue colocado en su lugar con las mismas facultades por el expresado gobierno don Joaquín de Uría Nafarrondo, habiendo perseverado hasta la expulsión, sin que aquel hubiese podido mezclarse en el indicado ramo de consolidación ni exacción de anualidades eclesiásticas en que se intrusó el Gobierno francés. Y que lo expuesto es la verdad en que se afirmó, ratificó y firmé, asegurando ser de edad cumplida y en fe lo hago yo, el nominado eclesiástico”. 3
A. DE OLAVARRÍA Y AGUIRRE, Mariano José de Ibargüengoitia, Mensajero, Bilbao 2002, 9. AFB, Sección Judicial, Corregimiento 0834/007, Bilbao 21 de mayo de 1817. Copia en el Archivo de la Postulación, Narciso de Ibargüengoitia. Se trata de la información firmada por el notario don Juan José de Basozábal, a petición de don Narciso de Ibargüengoitia, en el que varios testigos declaran a favor de éste, en relación con su conducta política durante el gobierno intruso. Testigos: 1º) Don Camilo Sebastián de Goiria, presbítero; 2º) Don Ignacio de Goyneche, del comercio de Bilbao; 3º) Don Mariano de la Concha, vecino de Bilbao; 4º) Don Antonio de Echevarría, del comercio de la villa de Bilbao. Las declaraciones son muy favorables y casi idénticas, aportan datos de interés en relación al cargo de don Narciso, causa de su huida, y fechas entre las que está ausente de Bilbao. 4
La fecha de regreso a la Villa de los Ibargüengoitia se verificó en junio de 1813, al término de la ocupación francesa. Había aumentado la familia con el nacimiento en 1810 de Ildefonsa, la hermana que precede al Siervo de Dios. Mariano José de Ibargüengoitia y Zuloaga nace en la Villa de Bilbao el 8 de septiembre de 1815. Será el último de los nueve hijos del matrimonio formado por Narciso Joaquín de Ibargüengoitia y Mª Felipa de Zuloaga. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, en la parroquia del Señor Santiago5, dentro de cuya demarcación se encontraba el domicilio de la familia: nº 3 de la calle del Correo. Pertenecía ésta a la acomodada burguesía bilbaína, siendo su padre segundo Síndico Procurador General, perteneciente al comercio de la Villa y, en concreto, a la actividad portuaria6. De los once hijos con los que el Señor bendice al matrimonio, Mariano, el más pequeño, sólo conocerá a seis de sus hermanos7: Mª Ambrosia Narcisa (1795-1865) Saturnino Felipe (1797-…) Bernardino José Francisco Mª (1798-1872) Mariano Braulio (1800-…) Mª Andrés Ignacia (1802-1803) Hilarión Antonio Joaquín (1803-1860) Hermenegilda Mª Concepción (1805-…) Vitoria Vicenta (1806-…) Ignacio José (1808-1828) Ildefonsa Antonia (1810-1832). Constituyen una familia numerosa como era lo habitual en la época, donde también la mortalidad infantil era alta: Mariano Braulio (1800-…) y Hermenegilda Mª Concepción (1805-…) y Vitoria Vicenta (1806-…) habían muerto antes de 1817 ya que en ese año fallece su padre, Narciso de Ibargüengoitia, y sus nombres no aparecen en el acta de defunción entre los hijos que deja de su matrimonio.
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Cf. Summ., doc. 10, p. 16. Partida de Bautismo del Siervo de Dios, firmada por don Vicente Fernández, cura teniente de la Iglesia del Señor Santiago, año 1815. 6 . “…se propuso instalar el régimen de gobierno local como estaba anteriormente a la guerra con los franceses. También se ordenó el restablecimiento de los Ayuntamientos existentes en 1808. De concierto con aquella resolución se pasó a reponer el Ayuntamiento de Bilbao, lo que se cumplió con alarde de escrupulosidad, en 10 de agosto, señalando para Alcalde primero a don Juan José de Yermo; y excluido el que debía serlo segundo, don José Antonio de Olalde, en atención a que „había comprado bienes nacionales‟, fue nombrado en reemplazo don Narciso de Ibargüengoitia, sorteado por tercer alcalde en 1805”. T. GUIARD LARRAURI, o. c., IV, 254. Don Narciso de Ibargüengoitia aparece por primera vez como miembro del Concejo de la Villa en 1793; contaba 29 años. Cf. ID., III, 247. 7 Todos los datos, partidas de bautismo y defunción, se encuentran en el Archivo Histórico Eclesiástico de Vizcaya, en Derio, donde están recogidos los Libros Sacramentales de las cuatro parroquias bilbaínas de la época. Sobre los documentos que faltan hay que concluir que la muerte ha sido en poblaciones distintas a Bilbao.
Sin duda la situación en el hogar cambia a la muerte del padre, el 19 de octubre de 1817, a la edad de 52 años8. Aún es muy pequeño Mariano para ser consciente de lo que ha ocurrido, con apenas dos años recién cumplidos. Viuda de Ibargüengoitia, doña Felipa, como figura de la mujer fuerte de la Escritura será la que con decisión y dulzura materna guiará la familia y trasmitirá a sus hijos lo más valioso que posee: su profunda religiosidad y la excelencia de sus virtudes. En Mariano la influencia de su madre será fundamental pero “escondida”, ella ama y observa, sabe permanecer en un segundo plano cuando percibe que es Dios quien actúa: pone la mirada, elige y espera… un hijo sacerdote o religioso sería para Felipa una bendición y se convierte en colaboradora de la obra de la Providencia. Su testamento, fechado 3 de febrero de 1824, refleja esta solicitud materna, especialmente por el más pequeño -Mariano tenía 8 años en esa fecha-, que desde la infancia sufre una ligera cojera, y que encomienda al cuidado de sus hermanos: “[…] instituyo por herederos a iguales partes, a los recordados seis hijos, don Bernardino, don Hilarión, don Ignacio, don Mariano, doña Ambrosia y doña Ildefonsa de Ibargüengoitia y Zuloaga, para que cuando yo fallezca lo repartan con la exactitud, pureza y cristiandad que se requiere, comportándose como buenos hermanos, sin dar lugar a disensiones ni enemistades, no dudando que los mencionados don Bernardino, don Hilarión y don Ignacio, mirarán por sus dos hermanas y por el don Mariano, que es digno de alguna consideración por la falta de buen uso de sus piernas, sobre lo cual interpongo para con ellos el influjo materno, recomendándoles muy estrechamente”9. El sacramento de la Confirmación lo recibe el pequeño Mariano el día 4 de agosto de 1818 en la parroquia del Señor Santiago, de mano del Obispo de Calahorra y la Calzada: don Atanasio de Puyal y Poveda (1814-1827). Se halla el Prelado de visita pastoral en Bilbao y su comarca y durante dos días son 986 los jóvenes y niños que serán confirmados en la Iglesia Matriz; Mariano hace el número 688 de la lista, precediéndole tres de sus hermanos: Hilarión, Ignacio e Ildefonsa.10 Comienza el tiempo del estudio de las primeras letras para Mariano José y, aunque no hay datos de esta época que indiquen dónde los realizó parece lógico inclinarse, por tradición familiar, hacia las Escuelas del Consulado, dependientes del Consulado de Comercio y Navegación de la Villa, donde sí consta que estudió un primo suyo 11. “La Junta de Comercio costea todavía -en 1854- las escuelas gratuitas de dibujo, arquitectura y adorno, lenguas francesas e inglesa, y matemáticas, que fundó en 1819 el Consulado de esta Villa. Asisten a ella 248 niños, y estas enseñanzas cuestan a la indicada Junta 35.000 reales anuales”12. 8
Cf. Summ., doc. 4, pp. 7-8. Partida de defunción de don Narciso de Ibargüengoitia, año 1817. Se especifican los hijos que deja de su matrimonio y las edades de cada uno. También se dice que testó y, aunque no sabemos el alcance de sus bienes, se puede afirmar que doña Felipa quedó en una situación acomodada. 9 Archivo de la Postulación. Testamento de doña María Felipa de Zuloaga, 3 de febrero de 1824. 10 Cf. Summ., doc. 11, pp. 16-17. Partida de Confirmación del Siervo de Dios, año 1818. 11 Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 16. Se trata de Calixto, hijo de Florencio de Ibargüengoitia y de María de Izaiga. 12 P. MADOZ, o. c., 323.
El ambiente religioso que rodeó a Mariano en estos primeros años infantiles que vive en el seno de la familia, se puede percibir por la trayectoria de dos de sus hermanos. Así, en 1820, Hilarión “deseoso del seguir el estado eclesiástico” solicita al Obispo de Calahorra ser admitido a la primera tonsura clerical, acreditando estudios de Gramática, Latín y Filosofía en la Universidad de Oñate13. Los certificados e informes sobre su conducta y familia fueron todos excelentes. Se dice que sus padres pertenecen a la nobleza vizcaína y son, por tanto, cristianos viejos, y que el pretendiente frecuenta los sacramentos de la penitencia y la comunión, es un joven tranquilo, no perturbador de la paz y no tiene vicio alguno que pueda ser obstáculo al estado sacerdotal, que pretende alcanzar. No obstante los buenos informes, parece que el candidato no llegó a recibir la tonsura, por motivos que se ignoran. Se sabe que a la muerte de la madre en 1854 permanecía soltero. Años más tarde, será Ignacio quien, después de haber ingresado en la Compañía de Jesús el 1º de julio de 1828, muere en el Noviciado de Madrid el 23 de octubre del mismo año14. Mariano tenía 13 años y sin duda el fallecimiento de su hermano le conmovió profundamente porque es a partir de esta fecha cuando manifiesta su deseo de ser sacerdote. Entre 1817 y 1824 también ha fallecido Saturnino, ya que no es mencionado en 1824 en el testamento que de su madre. La última referencia que se posee es que a la muerte de su padre, en 1817, tenía 20 años y cinco meses. Ildefonsa, la hermana que precede a Mariano, también muere joven, en 1832, cuando contaba 22 años. De la hermana mayor, Mª Ambrosia, nacida en 1795, sabemos que falleció de edad avanzada y no se casó sino que vivió con don Mariano en la casa cural. A la muerte de su madre en 1854, su nombre aparece el primero en el acta de defunción15, seguido del de los hermanos que vivían en esa fecha: Bernardino, Hilarión y Mariano, especificando que los dos primeros permanecen solteros y es presbítero el tercero, por lo que no hay descendientes directos de la familia. De quien poseemos un mayor número de datos entre los hermanos del Siervo de Dios es de Bernardino ya que, continuador de la tradición comercial familiar, aparece repetidamente en documentos relacionados con transacciones en las que interviene. Elegimos como ejemplo el resumen de dos documentos de la sección judicial, pertenecientes al Archivo Foral de Vizcaya: Con fecha 1 de agosto de 1823 se conservan los “Autos promovidos por Manuel Goyoaga, vecino y del comercio de la villa de Bilbao, administrador que fue de los bienes de Eulogio de Larrínaga, contra éste, miliciano prófugo, su convecino, sobre el pago de ciento treinta y dos mil doscientos veinticuatro reales y dos 13
Cf. Summ., doc. 8-9, pp. 9-15. En el doc. 8 don Hilarión Ibargüengoitia solicita la primera tonsura, en 1820 y cuando contaba 17 años. En el doc. 9 se incluyen los Certificados de buena conducta y testimonios, año 1820. Hasta el año 1886 en el que la Compañía de Jesús abre la Universidad de Deusto, los jóvenes de las familias bilbaínas más acomodadas acudían a las Universidades de Oñate y Valladolid. Cf. R. RUZAFA, en Bilbao 700, o. c., 184. 14 Cf. Summ., doc. 7, p. 9. Fallecimiento de Ignacio José de Ibargüengoitia, año 1828. 15 Cf. Summ., doc. 5, p.8. Partida de defunción de doña María Felipa de Zuloaga, madre del Siervo de Dios, año 1854.
maravedís procedentes del alcance de la citada administración. Se opone a estos autos Bernardino de Ibargüengoitia, comisionado del crédito público en el Señorío de Vizcaya, como administrador judicialmente nombrado de los bienes embargados a Eulogio de Larrinaga”. 16 Del 14 de enero de 1825 son las “Diligencias derivadas de la demanda promovida por Bernardino de Ibargüengoitia, como administrador judicialmente nombrado de los bienes secuestrados a Bernabé de Mariaca, natural del valle de Gordejuela, contra el citado valle, sobre la presentación ante el tribunal del Corregidor de su propuesta de venta de los terrenos comunes plantados por particulares. Se informa que dicha venta fue autorizada por la Diputación del Señorío para hacer frente a las deudas causadas por la guerra de la Independencia”.17 Próximo al fin de su vida, en su testamento, fechado el 16 de octubre de 1865, Bernardino dejará todos sus bienes a su hermano sacerdote, Mariano de Ibargüengoitia, de 62 años, y hay que hacer notar que dice expresamente que en el caso de haber éste fallecido pasen a otros dos sacerdotes -los mismos herederos de don Mariano-. Esto desvela la unión y confianza que reinaba entre los dos hermanos y la colaboración que Bernardino ofrecía a las numerosas obras de caridad en las que estaba envuelto el Siervo de Dios. “[…] Del remanente que quedase de todos mis bienes, derechos y acciones habidos y por haber, instituyo y nombro por mi único y universal heredero a mi citado hermano el presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia para que los herede y goce con la bendición de Dios y la mía, y en el caso de que falleciese antes que yo, o aún cuando me sobreviviese no dispusiere de mi herencia, nombro por herederos universales a los referidos don Pascual de Zuazo, presbítero y cura de la Iglesia de los Santos Juanes de esta villa, y a don Pedro Lorenzo de Castañares, presbítero y coadjutor de la de San Antón de la misma, para que cumplan con las instrucciones que les tengo comunicadas”18. Se cumplieron sus voluntades testamentarias a su fallecimiento, el 15 de noviembre de 1872, a los 73 años de edad, por “apoplejía cerebral”, según los datos que ofrece la partida de defunción, que también añade que estaba soltero y era “del comercio” 19. Fue don Bernardino continuador de una familia que desde antiguo pertenecía al comercio de la Villa; de su padre, don Narciso, se han incluido citas de varios documentos en este sentido. Para concluir con la línea ascendente, también se conserva abundante documentación del abuelo, don Joaquín de Ibargüengoitia Recalde. Tiene fecha de 11 de septiembre de 1769 el “Pleito promovido por Antonio Francisco Calleja de Lema, vecino de Fuentesauco, Salamanca, contra Jacinto de Baiz Cafranga, Joaquín de Ibargüengoitia, Domingo de Solaun y Domingo de Elguero, todos vecinos de Bilbao, sobre el pago de dieiséis mil quinientos sesenta 16
AFB, Sección Judicial, Corregimiento 3593/004. Copia en Archivo de la Postulación, Bernardino de Ibargüengoitia. 17 ID., Corregimiento 3659/016. 18 AFB. Copia en Archivo de la Postulación, Bernardino de Ibargüengoitia, Testamento, 16 de octubre de 1865. 19 AFB. Copia en Archivo de la Postulación, Bernardino de Ibargüengoitia, Partida de defunción, 15 de noviembre de 1872.
reales por la venta de quince toros y tres cabritos capones que les hizo para celebrar corridas de toros en esta villa de Bilbao”.20 Del 21 de enero de 1777 son las “Diligencias promovidas por „Douat Hermanos‟, comerciantes de Bilbao, para que se nombren peritos que tasen las averías de cinco fardos de droguetes, sempiternas y estameñas remitidas desde Exon en el navío „Endeavour‟, cuyo capitán es Juan Earles. Se nombran peritos a Ignacio de Garay y Joaquín de Ibargüengoitia”.21 El prestigio de una institución como el Consulado de Comercio y Navegación de la villa de Bilbao, dependiente del Señorío de Vizcaya, se fundamenta en la rectitud en el obrar de las personas que en él trabajan y, entre ellos, los Ibargüengoitia constituyen una continuidad en ese noble actuar, aún en medio de las situaciones sociales y políticas más difíciles. Éste es el ambiente familiar que rodea a Mariano José en sus primeros años y al que, sin duda, hubiera encaminado su futuro, cualidades no le faltaban para haberse labrado un porvenir brillante. Estudios de Filosofía y Teología - Órdenes Sagradas La vocación va despertando en Mariano José a la vez que las luces de la razón y los primeros ardores del corazón. El Señor “pasa” como brisa suave, como llovizna que penetra la tierra preparada para la siembra. Los resultados de sus estudios eran muy buenos, destacando en la habilidad para el cálculo matemático, que hacía presagiar un continuador de la tradición comercial familiar, pero sus pensamientos eran otros y los resume en esta expresión: “El comercio al que yo quiero dedicarme es al de las almas”. En la década de los años 30, cuando en Bilbao se alternaban periodos de guerra, de sitio de la Villa y de paz efímera, Mariano dirige sus estudios hacia el sacerdocio. Aunque él no lo dice expresamente su primer ideal fue ser jesuita 22, sin embargo los dos intentos en los que solicita la admisión, durante su juventud y después de estudiar sus primeros años, fueron en vano. Desconocemos las causas de esta negativa, pero es de suponer que la situación por la que atravesaba la Compañía de Jesús no era nada halagüeña para hacerse cargo de nuevas vocaciones23. Los designios de Dios eran otros. Los tres cursos de Filosofía -entre el 18 de octubre de 1831 y el 1 de julio de 1834los realiza en Bilbao, figurando su nombre en la lista de estudiantes del Colegio de 20
AFB, Sección Judicial, Corregimiento 1817/007. Copia en Archivo de la Postulación, Joaquín de Ibargüengoitia. 21 ID., Corregimiento 2057/013. 22 “Aseguraba muchas veces que siempre tuvo marcada tendencia al estado religioso y que nunca se realizaron sus aspiraciones; pero que tenía en gran estima y veneración la vida religiosa”. E. NEBREDA, Una Heroína de Caridad, Roel, La Coruña 1951, 391. 23 El 27 de febrero de 1767, un decreto del rey Carlos III expulsa a los jesuitas de España y son autorizados de nuevo en 1814 en toda la Iglesia universal por Pío VII. Los pocos y viejos jesuitas que quedaron fueron desterrados nuevamente en 1822 -Mariano José tenía siete años-. Vueltos a sus casas, no pocos fueron asesinados en 1834 y al año siguiente desterrados por Decreto Real -el Siervo de Dios cuenta veinte años-. Regresan después del concordato de 1851 y, cuando empiezan a trabajar con entusiasmo, estalla la revolución del 68, que les arrebata casas y posesiones y les obliga a refugiarse en el extranjero hasta el año 1880. Cf. R. GARCÍA VILLOSLADA, o. c., 526. Aparte de las dificultades expuestas anteriormente, también la “ligera cojera” que padecía Mariano José desde la infancia pudo ser impedimento para su ingreso en la Compañía.
Humanidades de Santiago, agregado a la Universidad de Valladolid24. Firman el certificado de aprobados los profesores don Antonio del Olmo, don Modesto Gutiérrez y el doctor don Félix de Azcuénaga. 25 Primera Tonsura Mediados los estudios teológicos, en 1839, don Dionisio de Aldecoa, vicario de Durango, es quien solicita en nombre de don Mariano la primera tonsura, por medio de una carta dirigida al Gobernador Eclesiástico de Calahorra. En ella afirma: “[Don Mariano] deseando vivamente consagrarse a Dios en el estado sacerdotal para el cual cree llamarle la voluntad divina, y con cuyo objeto ha cultivado sus talentos desde el año 1929 a fin de ser útil en el ministerio de la salvación de las almas, desea también con ansia recibir la Prima Tonsura en las próximas témporas de la Santísima Trinidad…”26. El cura de Larrabezúa, don Juan Antonio de Zarandona, lee en la misa dominical la proclama de petición de la tonsura por parte de Mariano de Ibargüengoitia. También interroga a cuatro testigos fidedignos que informan, siguiendo un cuestionario, sobre la vida, fama y costumbres del aspirante. De estos testimonios podemos concluir que Mariano era un joven profundamente religioso y honesto, que sus padres y antepasados eran cristianos viejos, adictos al rey don Carlos. Él tenía entonces 23 años y residía en la villa de Larrabezúa desde hacía siete meses en calidad de prófugo del ejército liberal -a continuación afirma hallarse en el servicio de las fuerzas del Rey, nuestro señor27-; también dicen que padecía una ligera cojera que no era impedimento para ejercer las Sagradas Órdenes28. Recogidos los informes, el mismo sacerdote de Larrabezúa también se encarga de examinarlo en latinidad y doctrina y, pasada la prueba, de que realice diez días de Ejercicios Espirituales. 24
El Seminario Conciliar de la diócesis de Calahorra estaba clausurado, requisado como cuartel en la francesada y después convertido en cárcel, no funcionó hasta 1851. Para paliar esta deficiencia se había autorizado en algunas vicarías arciprestales la organización de los estudios teológicos. Es el caso de Bilbao donde, por la dificultad de comunicación con la capital de la Diócesis y a causa de la guerra, se autorizó la enseñanza de la Filosofía y Teología en el colegio de Santiago, agregado a la Universidad de Valladolid y con profesorado competente. Cf. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 31. 25 Cf. T. GUIARD Y LARRAURI, o. c., IV, 279-395. Guiard, gran historiador de la Villa, habla del establecimiento en la calle Bidebarrieta -muy próxima a la basílica de Santiago y a la calle del Correo- de un colegio de estudios superiores dirigidos por dos sacerdotes: don Manuel de Calleja y don Alberto de Lista, ambos buenos filósofos y teólogos y excelente poeta y matemático el segundo. 26 Summ., doc. 18, pp. 22-23. Solicitud de la tonsura, año 1839. 27 Una de las preguntas del interrogatorio para ser admitido a la tonsura versaba sobre las tendencias políticas: “Si el pretendiente y sus padres son decididamente adictos a la Real Persona de S.M. el señor Don Carlos V. (Q. D. G.) y a los justos y legítimos derechos que le asisten al Trono de las Españas, o si por el contrario se ha manifestado afecto al gobierno de la usurpación, bajo cualquiera forma y denominación; digan y den razón, etc”. Cf. Summ., doc. 21, pp. 25-26. Los candidatos tenían que ser adeptos a Carlos V, hermano de Fernando VII y considerado legítimo heredero a la Corona de España. Los carlistas defendían contra los liberales la doctrina tradicional expresada en la fórmula “Dios, Patria y Rey”. 28 Cf. Summ., doc. 22, pp. 26-30. Informes de los testigos sobre el Siervo de Dios en orden a la Tonsura, 6 de mayo de 1839.
El expediente que remite al Provisor de Calahorra no sólo es muy positivo, sino que también pone de relieve las cualidades en las que destaca Mariano, al que él mismo califica “como uno de los llamados al servicio de los altares, como Aarón, por todas las señales en él observadas constantemente”29. En cuanto a la preparación académica expone que sobresale en Latinidad por su elegancia y ha excedido los programas de la moralidad sobremanera. De los Ejercicios Espirituales dice que los realizó con todo recogimiento, con más de cuatro horas de oración mental diarias, lección espiritual y silencio, habiéndose confesado y comulgado durante cuatro días. Fueron muchas las dificultades que concurrieron en este momento de la vida de Mariano José. Todo ello lo que hizo fue probar la firmeza de su vocación al sacerdocio, por la que no escatimó sacrificios. Su deseo de dedicarse a Dios y a la salvación de las almas empezaba a tomar forma y la tonsura era la entrada firme en el camino hacia el presbiterado. Aunque no hay documento que aclare ni el lugar ni el Prelado que confirió la tonsura a don Mariano se dan una serie de circunstancias que arrojan luz sobre este acontecimiento: En junio de 1839, a instancias de sus hermanos franciscanos, llegó a Durango el Arzobispo de Cuba, fray Cirilo de Alameda y Brea (1781-1872)30, para conferir las Órdenes Sagradas, con la autorización de la Santa Sede, a aquellos ordenandos impedidos por las anticlericales leyes del gobierno de Madrid y, más concretamente, en la diócesis de Calahorra, por el destierro de su Obispo. El Obispo de Mondoñedo, López Barrigón, tenía capacidad delegada en el territorio de don Carlos y parece que también estuvo en la ceremonia al ser vicario castrense de las tropas carlistas. Durango era el lugar ideal por encontrarse ocupado por las fuerzas carlistas -don Carlos tenía ahí instalado el cuartel general-. La ordenación fue muy numerosa y se celebró en la pequeña iglesia del convento de San Antonio de las Monjas Clarisas de Durango. A falta de datos más precisos, se puede concluir que Mariano, que acababa de solicitar la tonsura y cuyo expediente había sido tramitado en Larrabezúa, vicaría de Durango, entraría a formar parte del número de los tonsurados31. Viene a corroborar lo anterior el documento fechado a finales de junio de 1839, por el que Mariano solicita constituir, y así lo hace, el patrimonio, suficiente para su sustentación32. Desea vivamente consagrarse al servicio del Altar, ya tiene casi 24 años y la carrera teológica muy avanzada; a falta de un beneficio o capellanía, es admitido a título de
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Summ., doc. 20, p. 25. Respuesta de don Juan Antonio de Zarandona, cura de Larrabezúa al Sr. Provisor y Vicario Gral. Apostólico de la diócesis de Calahorra-La Calzada, 17 de mayo de 1839. 30 Fue Arzobispo de Santiago de Cuba de 1831 a 1849, Arzobispo de Burgos de 1849 a 1857 y Arzobispo de Toledo de 1857 a 1872. El Papa Pío IX lo elevó al rango de Cardenal en el consistorio del 15 de marzo de 1858. Ejerció gran influencia en la Corte de Fernando VII, a la muerte del rey apoyó la causa carlista. 31 Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 35-36. 32 Este patrimonio lo estableció su madre, el 18 de mayo, con un fondo de dos caseríos en Sondica y seis acciones del camino Bermeo-Durango. Cf. Summ., doc. 23, p. 31. Instancia del Siervo de Dios al Sr. Provisor y Gobernador Eclesiástico de Calahorra-La Calzada pidiendo ser ordenado a título de patrimonio, 27 de junio de 1839.
patrimonio33. Esto le da una gran libertad apostólica. No estaba obligado a ningún cargo determinado y, dentro de las obligaciones que tiene como sacerdote, era libre de “ejercer su ministerio, y en función de su patrimonio, donde y como le fuese permitido con las preferencias o limitaciones convenidas”34. Tanto en la instancia de Mariano como en el documento de admisión que remite el Gobernador de la diócesis de Calahorra, el día 24 de julio, se le denomina “clérigo tonsurado”. Continúa Mariano en Bilbao sus estudios de Teología, bajo la tutela del doctor Azcuénaga. Las causas quedan reflejadas con claridad en la carta que éste envía a la Dirección General de Estudios de la Universidad de Valladolid para la convalidación: “[…] no determinándose a salir a cursar la facultad mayor por las ocurrencias amargas de la guerra civil se determinó, para no perder tiempo, a estudiar bajo mi dirección siguiendo rigurosamente el plan de enseñanza establecido para todas las Universidades y Colegios Mayores de la Monarquía, todos los años de la Facultad Teológica a saber: cuatro de instituciones por la Summa de santo Tomás hasta el año 1938, uno de moral, religión y oratoria, otro de escritura, y el de historia y disciplina general de la Iglesia y particular de España, hasta 1841. Su objeto fue habilitarse bien en la carrera esperando alguna coyuntura para incorporarse en uno de los establecimientos autorizados para el efecto, sufriendo cualquier examen que fuese necesario sobre otras asignaturas, con lo que puede comprobar muy bien la aplicación y aprovechamiento con que las cursó”35. Órdenes Sagradas Roma, Cuaresma de 1840. Mariano de Ibargüengoitia se prepara intensamente en este tiempo que culmina en la Pascua; para él será también el “paso” de la ordenación sacerdotal que tendrá lugar el Sábado Santo en la capilla del Seminario Romano, junto a la Basílica de San Juan de Letrán. Ha llegado el momento tan esperado y se siente desbordado por el Misterio y goza en el silencio profundo de la oración, tampoco faltarían las pruebas, como siempre que se aproxima un momento decisivo, y la purificación necesaria de la penitencia. Está lejos de la tierra que le vio nacer, de su familia, de su amada madre, no podía ser de otro modo por la pésima situación política antirreligiosa por la que atravesaba España. El gobierno progresista de Madrid prohibió a los Obispos conferir las órdenes sagradas36 (8 de octubre de 1835), les privó de la censura de libros teológicos, los citó más de una vez ante los tribunales como carlistas y los 33
Cf. Summ., doc. 23, pp. 31-32. Ibid. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 40. 35 Summ., doc. 16, p. 21. Carta de don Félix José de Azcuénaga a la Dirección General de Estudios de la Universidad de Valladolid, 25 de mayo de 1843. A la luz del documento podemos concluir que la formación teológica de don Mariano no sólo fue sólida sino completa: cuatro años obligatorios o de Dogma y la especialidad de Moral, de Derecho y de Sagrada Escritura; estos tres los cursa después de ser ordenado sacerdote, siempre en la Universidad de Valladolid. 36 El obispo de Calahorra, don Pablo García Abella (1832-1847), perseguido y desterrado, concedía sus letras comendaticias para que los seminaristas de la diócesis fueran a Roma, o dondequiera, para que burlando ley tan injusta fueran ordenados. Tal fue el caso de don Mariano. 34
amenazaban continuamente. Los Jesuitas fueron expulsados del Reino. Por leyes del 8 de marzo de 1836 y 29 de julio de 1837 las Cortes suprimieron casi todas las comunidades religiosas, siendo enajenados los bienes de la Iglesia (alrededor de 900 conventos fueron extinguidos y sus bienes confiscados). Empezaba así la gran desamortización, o mejor, se proseguía de una manera radical y sistemática la obra iniciada en 1809 por José Bonaparte. Durante la regencia del general Espartero (1840-43) se desarrolló la más violenta y sectaria política, vejando a la Iglesia de mil maneras: cerró la Nunciatura, consumó la confiscación y venta de los bienes eclesiásticos, persiguió a obispos y párrocos, nombrando intrusos en su lugar, prohibió la Obra de Propagación de la Fe y toleró a los metodistas de Gibraltar la predicación del protestantismo en Andalucía. A tal punto llegaron las cosas que Gregorio XVI protestó enérgicamente con una alocución tenida en el consistorio del 1º de febrero de 1840, lamentando los excesos del Gobierno español y poco después, el 22 de enero de 1842, dirige la carta encíclica Afflictas Hispania a toda la cristiandad concediendo un jubileo extraordinario para que los fieles orasen por España.37 En el Archivo Histórico del Vicariato de Roma, en los Registros de Ordenaciones, concretamente en el libro que comprende los años 1835-1842 están los datos relativos a don Mariano: El Siervo de Dios recibió el ostiariado y lectorado el 14 de marzo de 1840 y el exorcistado y acolitado al día siguiente, II Domingo de Cuaresma, unas y otras en la Basílica Lateranense. Junto con él también recibió las órdenes menores Luis Olavarría, de la misma diócesis de Calahorra. El subdiaconado tuvo lugar el día 29 de marzo, Domingo IV de Cuaresma, en un oratorio privado, también en San Juan de Letrán y con cinco candidatos más. El día 4 de abril fue la ordenación de 44 diáconos entre los que se encontraba don Mariano. Finalmente el día 18 de abril de 1840, Sábado Santo, recibe por la imposición de manos la ordenación sacerdotal en la capilla del Seminario Romano, con dispensa apostólica de las dimisorias y los intersticios, a título de patrimonio propio. El Obispo consagrante es Antonio Piatti, Patriarca Antioqueno, Vicegerente de Roma y que ha sido quien ha conferido también todas las demás órdenes, menores y mayores. 38 Mariano permanece en Roma por poco tiempo, apenas dos meses, pero son de tal intensidad que marcarán muchas de las actividades posteriores como presbítero. Está atento a todo porque, cuando se trata del celo por la salvación de las almas, le empuja la caridad: descubre las manifestaciones sencillas de la piedad popular y a la vez le deslumbra el esplendor y belleza de las celebraciones litúrgicas vaticanas. El amor a la Iglesia que había cultivado desde la infancia se veía colmado en la Ciudad Eterna, junto a los grandes testigos de la fe sobre cuyos fundamentos se levanta, cerca de la sede de Pedro que ocupa Gregorio XVI (1831-1846)39. 37
Cf. R. GARCÍA VILLOSLADA, o. c., 535-537. Cf. Summ., doc. 24, p. 32. Órdenes mayores y menores del Siervo de Dios, en el Registro de Sacre Ordinazioni (1835-1842), Archivio Storico del Vicariato di Roma. 39 Cf. F. GLIGORA-B. CATANZARO, Gregorio XVI, en Storia dei Papi, II, Panda Edizioni, Padova 1989, 10251033. 38
La experiencia romana de Mariano José debió de ser muy enriquecedora y provechosa en todos los sentidos: no sólo pudo contrastar otras visiones del mundo, otros problemas, otras ideas, y vislumbrar otras soluciones, también le hizo comprender la soledad, afrontar la inseguridad, la novedad, comparar y valorar lo que tiene. Despierta a una nueva realidad, se abre a otro horizonte más amplio en el gozo de sentirse Iglesia y palpar la universalidad de la fe. Un hombre que tiene que pasar tantas dificultades, que ve a su alrededor tantos horrores y atropellos a la dignidad de la persona, que tiene que estudiar en la clandestinidad y que ve al fin cómo su deseo de ser sacerdote se hace realidad, debió sentirse especialmente amado y elegido por el Señor. La vocación de don Mariano tenía que ser muy fuerte. Sabía la suerte que podía correr y arriesga su vida por una causa justa: la Persona de Jesucristo y su Evangelio, a favor de los hombres, sus hermanos. Pronto volverá Mariano a Bilbao, la Villa de las cuatro parroquias, pero ya no será el mismo, ahora es sacerdote de Jesucristo, para siempre. Con 24 años es tiempo de plenitud para la entrega. La Villa de las cuatro parroquias40 La más antigua es la de Santiago, que existía antes de fundarse la Villa. Fue reedificada con notables mejoras en 1404. Tiene 183 pies de largo por 95 de ancho, y tres naves sostenidas por seis pilares, hallándose en las laterales trece capillas de escaso mérito. Veinticuatro son los altares de esta Iglesia, de los que dieciocho están en su interior, y seis en el claustro cuadrangular contiguo, cuya construcción es elegante y severa. La fábrica general del templo pertenece al género del gótico, y sería muy bueno si no afearan su conjunto las obras modernas del coro, y las tribunas inmediatas ejecutadas con malísimo gusto a expensas del Señorío de Vizcaya, y del Consulado de Bilbao. El altar mayor es de plata, y de mediano gusto. El órgano recientemente construido, si bien tiene algún mérito, su colocación no es proporcionada, pues ocupando casi todo el coro, disminuye el claro del templo, y oculta el gracioso rosetón gótico que daba luz a aquella parte del edificio. Esta iglesia, a consecuencia de las gestiones practicadas cerca de Su Santidad Pio VII (18001822) por el cardenal Gardoqui41 fue elevada al rango de Basílica con el dictado de “Insigne”. La parroquia de San Antonio Abad es la segunda en antigüedad, pues empezó a construirse a principios del siglo XIV, en el sitio donde existió el alcázar de Bilbao, sobre la margen derecha del Nervión, e inmediato al puente de piedra que se conoce con el nombre 40
Así era conocida Bilbao hasta tiempos recientes, y no era para menos: en la antiquísima diócesis de Calahorra-La Calzada, a la que pertenecía Bilbao, ninguna la superaba en número de parroquias. La sede de la diócesis, Calahorra, contaban sólo con tres parroquias, asimismo la ciudad de Logroño, Arnedo y Nájera, en la Rioja; sólo Vitoria, capital de Álava, la igualaba con cuatro parroquias. En dos de ellas, San Antón y Santiago, fue párroco ejemplar don Mariano. Para la descripción de las cuatro parroquias, con los datos de la época: Cf. P. MADOZ, o. c., 323-324. 41 Francisco Antonio de Gardoqui, natural de la Villa de Bilbao, auditor de la Rota Romana, falleció en Roma el 27 de enero de 1820. Cf. T. MARTÍNEZ, “La Basílica-Catedral del Señor Santiago”, Temas Vizcaínos 90 (1982) 24.
de puente viejo. Díjose en ella la primera misa el día 5 de agosto de 1433. Tiene 98 pies de largo y 99 de ancho, con tres naves sostenidas por seis pilares, cinco capillas y once altares, que nada ofrecen de particular en su estructura y adornos. Descuella sobre el edificio una hermosa torre, que en 1775 se elevó a la altura en que hoy se encuentra, colocándose en ella la esbelta giralda, que vista desde muchos puntos de la población, sirve de bello adorno, y de guía para conocer los vientos con marcada exactitud. San Antón, junto al puente que lleva su nombre forma parte del escudo de armas de la Villa42. La parroquia de los Santos Juanes tiene 117 pies de largo por 60 de ancho. Está dividida en tres naves con crecido número de altares de estilo churrigueresco. El edificio de formas regulares corresponde al estilo del renacimiento, pero su aspecto interior es desagradable por el pésimo gusto de sus adornos. Fue construida con destino a colegio de jesuitas y bajo la advocación de San Andrés en 1604, a expensas de don Domingo de Gorgolas, vecino de Bilbao. Contiene los cuerpos de los santos mártires Tiburcio y Martiniano. La parroquia de San Nicolás, cuarta y última de la Villa, fue erigida en 1576 en el mismo sitio en que se hallaba anteriormente una ermita de igual nombre sostenida por los marineros de este pueblo. Su situación enfrente del hermoso paseo del Arenal es inmejorable. Su interior que forma una rotonda de 108 pies de largo por 92 de ancho, es de buenas proporciones y agradable aspecto; la fachada es de malísimo gusto y peor vista. Para servicio de dichas parroquias hay un capítulo compuesto de veinticuatro beneficiados, doce de ellos de ración entera, cuatro de media y ocho de cuarta ración. De estos sacerdotes, cuatro desempeñaban la cura de almas con títulos de párrocos, y dos tenientes movibles a voluntad del Diocesano, y en la forma siguiente: en la parroquia de Santiago un cura beneficiario con su teniente que en 1833 lo era un capellán, en San Antonio un solo cura beneficiario; en los Santos Juanes un cura y un teniente, ambos beneficiarios y en San Nicolás un cura y teniente de igual clase. Los beneficiarios son perpetuos y los presenta alternativamente el Cabildo y Ayuntamiento, ejerciendo este último el patronato en las indicadas parroquias. En cada una de ellas hay un sochantre eclesiástico y un organista. En la de Santiago, además, existe una capilla de músicos compuesta de un bajonista, dos violinistas, y dos trompas, con un sacristán, un fraile y un campanero. En las de los Santos Juanes, San Antonio y San Nicolás, un secular en cada una, que reúne los tres mencionados oficios. El nombramiento de los sochantres y campaneros corresponde al Cabildo, y el de los demás subalternos al Ayuntamiento.43
LA OBRA DE DON MARIANO 42
Cf. A. DE OLABARRÍA Y AGUIRRE, “San Antón, escudo de Bilbao”, Temas Vizcaínos 98 (1983) 49. Cf. P. MADOZ, o. c., 323-324. El Boletín del Obispado de Calahorra a lo largo del año 1859 ofrece un apéndice con el Estado General del Clero, dividido en cuatro apartados: parroquial, beneficial, presbiteral y regular. En lo que respecta a Bilbao los números quedan así: Clero parroquial: 9; clero beneficial: 19; clero presbiteral: 25; clero regular (exclaustrados): 23; en total, 76 sacerdotes, que sumados a los 11 de la Anteiglesia de Begoña, resultan 87 sacerdotes en el año 1859 en Bilbao. La relación de todos ellos y el cargo que ocupan, recogida por don Felipe Abad León -sacerdote de la diócesis de Calahorra, archivero y miembro de la comisión de historia en el presente proceso- se incluye en el Apéndice. 43
Don Mariano en la parroquia de San Antonio Abad (1840-1873) Regresa de Roma don Mariano y comienza su apostolado en la parroquia de San Antón, en la que estará primero como capellán, después como coadjutor y finalmente como párroco. Durante ese tiempo su actividad apostólica es muy intensa: celebra la Santa Misa, pasa muchas horas en el confesionario, visita a familias pobres, enfermos, encarcelados, prepara sermones, pláticas y fomenta la piedad a todos los niveles 44. Son ministerios “silenciosos” pero básicos en la acción sacerdotal. De su profunda unión con Dios brota la acción apostólica en la que une la preocupación por lo humano y lo espiritual, contribuyendo al crecimiento pleno de la persona y de la sociedad, y ésto no pasa desapercibido: “El interregno entre las dos guerras carlistas conoce un resurgimiento espiritual extraordinario de la parroquia en torno a una figura venerable, el sacerdote don Mariano José de Ibargüengoitia…”45. Con los niños: prepara las catequesis para su formación cristiana: “Los días de fiesta por las tardes solía rodearse de niños y pasar grande parte explicándoles el Catecismo, y por el estilo era en todo lo que a él afectaba”46. Impulsa la preparación catequética para la primera comunión, con el fin de que los pequeños tomen conciencia de lo que es el Sacramento de la Eucaristía; don Mariano les dirigía “ejercicios espirituales” adaptados a su edad. Así lo cuenta él mismo en sus notas particulares: “Jamás la villa de Bilbao había presenciado el hermoso espectáculo de administrar la primera Comunión a los niños con solemnidad hasta el mes de mayo de este año [1841] en el que la iglesia de San Antonio Abad tomó la iniciativa, continuando sola algunos años, en la práctica de este acto verdaderamente grandioso. Lo había ya hecho ensayar el año anterior al señor Cura de la parroquia de San Andrés de Valladolid y vuelto a mi patria, correspondiendo mi antecesor a mis aspiraciones, lo ensayó también continuando su celebración todos los años sin interrupción alguna en el mes y ante el altar de María, hasta que adoptando el Prelado diocesano esta hermosa práctica, la hizo obligatoria en toda la Diócesis y dentro del tiempo del precepto pascual. La forma en que este acto se ha venido practicando hasta el presente, es la siguiente: instruidos los niños competentemente son examinados los que probablemente se hallan en circunstancias de ser admitidos a la primera Comunión y de los probados se forma la lista de niños y niñas. Doce o quince días antes del que se fija para la primera Comunión, los ejercicios devotos con algunas preces a las que siguen cortas pláticas de las verdades eternas, instrucciones sencillas del modo de recibir los sacramentos de la Penitencia y Comunión y explicación de los Mandamientos para el examen de una Confesión general. Verificada ésta dos o tres días antes, reconcílianse todos la víspera del gran
44
Cf. E. NEBREDA, o. c., 400. A. DE OLAVARRÍA Y AGUIRRE, “San Antón, escudo de Bilbao”, o. c., 49. El capítulo de la obra que hace referencia a don Mariano se encuentra recogido en Summ., doc. 166, p. 350. 46 Cf. E. NEBREDA, o. c., 400; Documento original: Summ., doc. 158, p. 317. Relación de Sor Ángeles Muguerza (1854-1918), religiosa Sierva de Jesús, sobre don Mariano José de Ibargüengoitia, año 1917. 45
día y antes o después se hace el ensayo práctico de la distribución de la sagrada Comunión. La función del gran día comienza por la plática alusiva al objeto; distribuida la sagrada Comunión por el párroco y concluida la acción de gracias en la que son dirigidos por otros eclesiásticos, son conducidos al frente de la capilla del Baptisterio, donde el párroco les explica las consecuencias del santo Bautismo que allí tuvo lugar, exhortándoles a conservar la gracia que de nuevo han recibido y concluyéndose con la Salve cantada ante el altar de María y el agasajo en la sacristía”47. Para educarles intelectual, espiritual y moralmente consiguió que las religiosas Carmelitas de la Caridad pudieran abrir un colegio en Zumaya. De las dos cartas que don Mariano escribió a la Madre General, Paula Delpuig, fechadas el 27 de octubre de 1870 y 17 de septiembre de 1871, también se desprende que primeramente intentó que fundaran en Bilbao en 1858, aunque esto no llegó a realizarse48. En la primera solicita la presencia de las religiosas “para abrir una escuela gratuita que una Señora49 quiere establecer en Zumaya”. Se exponen, también las condiciones de la fundación y don Mariano se ofrece para conseguir vocaciones. En la segunda carta se expresa que todo está prácticamente dispuesto para la construcción del colegio. El 4 de diciembre de 1871 se inaugura oficialmente con una matrícula de 118 niñas. Una nueva petición, en 1878, da como fruto la apertura de una escuela para niñas en Deusto, la enseñanza era gratuita, diaria y dominical, y permitía que las hermanas ampliaran por su cuenta la enseñanza retribuida. En esta ocasión la bienhechora es una piadosa señorita: Vicenta Garocica, que hace donación de su casa y bienes con este fin Con la juventud su apostolado es muy rico y variado. A las jóvenes desorientadas, que dirigen su vida por caminos perdidos e indignos, les proporciona unas religiosas que las eduquen moralmente y una casa para vivir. La ciudad de Bilbao iba creciendo y el desarrollo de la industria y del puerto atraía a la gente en busca de trabajo, pero las circunstancias adversas obligaban en ocasiones a recurrir a otras ocupaciones más humillantes. Las prostitutas o mujeres de mal vivir50, como se las solía denominar, eran un problema para los Regidores de la Villa y en las Juntas Generales, desde 1850, se planteaba el problema sin encontrar una solución acertada. Por fin, en 1856 47
Summ., doc. 177, p. 435. Apuntes y datos consignados en papeles sueltos de don Mariano José de Ibargüengoitia, 1841-1873. 48 El motivo de la negativa era que la reciente congregación no tenía personal suficiente para afrontar esa fundación. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 82-84. Tampoco fue atendida otra petición de fundación para Algorta en 1877. 49 Doña Francisca de Echezarreta y Power, viuda de Arana y natural de Zumaia, que pertenecía a la “Sociedad de Señoras de San Vicente de Paúl”. Conocía a don Mariano y confiaba en él por su rectitud y santidad; de hecho esta señora dejo sus bienes en testamento a don Mariano, el cual los repartió honradamente para obras de caridad como quería la testadora. Cf. Summ., doc. 92, pp. 204-205. Copia del Testamento de don Mariano de Ibargüengoitia, que quedó heredero de los bienes de la Fundadora del Colegio de Zumaya, diciembre 1880. 50 Cf. J. ROMANO, “La prostitución. Pecar en la distancia”, en Bilbao 700, o. c., 98; Cf. M. MONTERO, Crónicas de Bilbao y de Vizcaya: Vida cotidicana en los siglos XIX Y XX. Trabajo, amor diversión, modas, delitos, corrupción política, Txertoa, San Sebastián 1997, 15-18.
se determinó recurrir a don Mariano, por entonces Capellán de San Antón, y en 1857 los Diputados Generales le encargan el establecimiento de una casa donde fueran recluidas estas mujeres, con el fin de integrarlas en la sociedad y conseguir la reforma de las malas costumbres enseñándoles el bien y lo bueno. Don Mariano se había adelantado en los preparativos: “Este digno sacerdote, con la notoriedad, celo y prudencia que le distinguen, ha logrado ya habilitar convenientemente una casa, sita en la Anteiglesia de Begoña, bastante capaz y preparada para albergar un número regular de estas criaturas infelices, las cuales probablemente muy en breve serán vigiladas, instruidas y moralizadas por tres religiosas de un célebre Instituto dedicado a la práctica de tales obras de misericordia”51. Con el alma de apóstol que don Mariano tenía se puso inmediatamente a trabajar y escribió a la Superiora de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Buen Pastor de Toulouse, le expuso el caso y pidió al menos tres hermanas (una española para facilitar la comunicación en los primeros momentos). Recibió respuesta afirmativa y, contando con la aprobación del Obispo y la autorización de la Reina, se establece la comunidad Eudista en el Monasterio de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, del que don Mariano será el Director del Establecimiento -por parte de la Juntas Generales de Guernica- y Superior de la Comunidad -por parte del Obispado-. El día 17 de abril de 1857 llegan a Bilbao y se establecen en una casa provisional donde ya las esperaban veintitrés mujeres remitidas por la Municipalidad, al cargo de dos señoritas voluntarias, de familias pudientes de Bilbao, conocidas de don Mariano y que se quedaron durante los primeros días hasta que las religiosas se hicieron cargo de la organización del Establecimiento. Durante seis años vivirán en esta casa y en condiciones precarias esperando que la Diputación les construya un nuevo edificio. Pero las promesas se demoran y hay que hacer continuamente obras y ampliaciones, porque la comunidad aumenta con nuevas vocaciones y el número de las muchachas acogidas también va creciendo. Las contrariedades no faltan, y aunque la Diputación construye un edificio de nueva planta fuera de Bilbao, se muestra propietaria no sólo del edificio sino de la obra social y quiere imponer su criterio en cuanto al régimen interno y a la forma de vida de las acogidas52. Don Mariano demostró aquí todo su temple, equilibrio y don conciliador para conseguir un acuerdo: la Diputación se quedaría con el nuevo edificio, y la comunidad con la primitiva casa y sus anexos53.
51
Summ., doc. 105, p. 231. Carta de José Miguel de Arrieta Mascarúa y Luis Gonzaga de Aguirre – Diputados Generales- al Ayuntamiento de Bilbao, presentando el proyecto de don Mariano para el Establecimiento destinado a las mujeres “de mal vivir”, 1 de marzo de 1857. 52 Don Mariano “fue completamente refractario a todo lo que pudiera contribuir a dar carácter mundano a las obras de piedad, siendo en este punto verdaderamente inexorable”. Cf. Summ., doc. 164, p. 348. Columna anónima aparecida en el periódico “El Basco”, que lleva por epígrafe “Un recuerdo”. Fue publicado el día 17 de octubre de 1894, seis años después de la muerte de don Mariano. 53 En 1866 la Diputación de Vizcaya deja de hacerse cargo del Establecimiento del Refugio, incumpliendo todos los contratos. Don Mariano no sólo pide el cumplimiento de unas normas legales, sino que consigue que las religiosas permanezcan en Bilbao y en la misión para la que fueron llamadas. Para ello y bajo su dirección -es el Superior de la comunidad, nombrado por el Obispo-, se edificará un Monasterio para las religiosas y una casa de nueva planta o Casa de Acogida para las muchachas, divida en dos: una para las mujeres arrepentidas y otra para niñas educandas; estas dependencias estarían separadas del Monasterio. Se colocó la
En el año 1859, don Mariano perfecciona una obra social y de caridad que un grupo de treinta señoras, pertenecientes a la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicada al cuidado de jóvenes huérfanas de 14 a 25 años. Pero viendo su inestable eficacia, decide buscar unas religiosas que por vocación realicen esta misión educativa. Se pone en contacto con las Hijas de la Cruz, a través de la Junta, y aceptadas todas las condiciones de la fundación, se dirigen hacia Bilbao cinco hermanas acompañadas del Padre Fradin, Superior General de la Congregación, del Capellán de la comunidad de Bayona -don Bernabé de Quevedo- y el de la comunidad de Igón -señor Baillacourts-. Don Mariano y cuatro señoras de la Junta esperaban a la comitiva. Así lo relata el P. Fradin: “Don Mariano y cuatro señoras de la Junta nos esperaban en la parada. Don Bartolomé y el resto de las señoras en el orfanatrofio. Después de los saludos, presentaciones, comentarios del viaje, quedamos en que, al día siguiente, viernes, don Bernabé celebraría una Misa de acción de gracias, acompañado de todos los presentes, como así lo hizo; y el sábado a las siete de la mañana, todos subiríamos en peregrinación al santuario de Begoña para postrarnos ante la milagrosa imagen de la Virgen, que con tanta devoción veneran los bilbaínos, y rogar por el éxito de la nueva fundación en la Villa”54. Según los Estatutos, las religiosas se comprometen a educar a las jóvenes, es decir, la base de toda educación: leer, escribir, contar; enseñarlas en los trabajos de un ama de casa y la doctrina y moral cristianas. La Junta sufragaría los gastos del edificio y las necesidades de las Hermanas y de las muchachas huérfanas. En el Archivo de las Hijas de la Cruz de Bilbao hay documentos que atribuyen a don Mariano la fundación de este establecimiento llamado con el tiempo Colegio de Niñas de las Hijas de la Cruz, situado en la calle la Ronda. “En documento elevado a la Santa Sede en demanda de autorización para oratorio privado en la casa de Bilbao, la razón que se aduce es que don Mariano la había fundado de su peculio, movido por la caridad al prójimo. Y en carta del Obispo de Calahorra al Presidente de la Asociación de Señoras, se lee: Me he enterado del establecimiento fundado en esa Villa por don Mariano José de Ibargüengoitia con objeto de recoger y educar a cierto número de jóvenes huérfanas”55.
Celebraba reuniones culturales evangelizando a los fieles. Promueve la Archicofradía del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, fundada en 1836 en París por el abate Difriche-Desgenettes, párroco de la Iglesia de Ntra. Señora de las Victorias. Don Mariano, joven sacerdote, ayudó en la propaganda de la Archicofradía56 traduciendo y
primera piedra el 9 de marzo de 1867 y se inauguró al año siguiente. Cf. Summ., doc. 138-144, pp. 273-288. Cruce de correspondencia entre don Mariano José y la Diputación de Vizcaya, años 1865-1868. 54 Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 79. 55 Ibid., 80. 56 Se desconoce la fecha exacta de la erección de la Cofradía en Bilbao, pero ya funcionaba en 1844 en la parroquia de Santiago. En diciembre de dicho año el párroco, don Juan José de Soloaga, daba gracias por su aprobación y comunicaba al Sr. Obispo su agregación a la de París. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 55.
publicando sus Estatutos y Anales, de los que entresacamos lo siguiente que nos da una idea de su esencia: “Pueden ser cofrades de esta Confraternidad, personas de cualquier clase, sexo y condición que, movidos por un vivo celo de la gloria de Dios y salvación de sus prójimos, estuviesen dispuestas a imitar, cada cual según su estado, las virtudes de María, y todas las mañanas ofrecieran sus oraciones, limosnas y buenas obras en honor del Santísimo e Inmaculado Corazón de la Madre de Dios, para que Ella las haga presentes a la Trinidad Santísima implorando de su misericordia para la conversión de los pecadores”57. Sociedad de San Vicente de Paúl Por la estrecha colaboración que mantuvo don Mariano con esta Sociedad y la influencia que ejerce en la sociedad de su tiempo a través de sus miembros, merece un apartado especial la Sociedad de San Vicente de Paúl58. Una de las actividades a la que don Mariano dedica mayor atención es la visita de las familias pobres, socorriendo sus necesidades más urgentes y también, como hemos visto, de poner los medios para mejorar el futuro, ofreciendo centros para la educación gratuita a los niños de estas familias sin recursos. En la Sociedad de San Vicente de Paúl que tiene como fin “la santificación de sus miembros a través del ejercicio de la Caridad” don Mariano descubre una opción de vida cristiana para muchos seglares católicos que deseaban ayudar al prójimo, por amor a Dios, en un momento de gran necesidad. Será desde el primer momento uno de los mayores promotores de su establecimiento en Bilbao. Los años posteriores al cólera morbo, peste que afectó y diezmó muchas ciudades de Europa y de España, son de mucha miseria, de huérfanos abandonados, de enfermos, de encarcelados, de analfabetos.…“Don Mariano no fue un simple socio de honor de las Conferencias, sino que trabajó lo indecible por ellas hasta el final de su vida, tanto visitando y socorriendo a las familias necesitadas, como animando a los socios y reclutando nuevos para esta caritativa causa que tan bien venía a los pobres, como a sus benefactores”59. La “Sociedad de San Vicente de Paúl en España” -denominación jurídica-, fue fundada en Madrid en el año 1849 por don Santiago Masarnau Fernández, que había conocido y pertenecido a la misma en su última etapa de París. En Bilbao la primera Conferencia se fundó en la parroquia de los “Santos Juanes”, el 8 de octubre de 1855, después de los contactos establecidos con los “vicentinos” de Madrid. El acta de la reunión recoge los nombres de los sacerdotes que acompañaron a los primeros socios en ese día: don Roque Urquijo (párroco de la basílica del Señor Santiago), don Bartolomé Olaechea (párroco de los Santos Juanes) y don Mariano de Ibargüengoitia (capellán de San Antonio
57
Cf. Ibid., 55. El texto citado es del Fundador, el abate Difriche-Desgenettes. Cf. L. F. ZAYAS, “La sociedad de San Vicente de Paúl en Vizcaya. 147 años de Caridad y Apostolado”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, II, 665671. 59 E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 66. 58
Abad); precisamente, la segunda Conferencia que se establece en la Villa será en 1860, en esta última parroquia, en la que se encuentra don Mariano60. La Sociedad fue suprimida en 1868 por Decreto de 19 de Octubre, dado por el Gobierno Provisional de la primera República, que en Bilbao tuvo su aplicación el día 26 de octubre. El Gobierno se incautó todos los bienes de la Sociedad. Cuando se volvió a refundar en el reinado de Isabel II, por Real Orden de 1 de abril de 1875, en Bilbao, la primera Conferencia que se reorganizó fue la de Santiago, en marzo de 1879, donde desde 1873 se encontraba de párroco don Mariano de Ibargüengoitia. También en las actividades concretas que lleva a cabo la Sociedad en la Villa se refleja la intervención de don Mariano, siempre a favor de los más necesitados en una época de cambios, que dejaba muchos marginados y creaba nuevos retos para la caridad. Entre esas obras cabe destacar: - La escuela dominical, fundada el 9 de enero de 1859 en la calle Jardines. - Una Caja de Ahorros, denominada Caja de Alquileres, se estableció en mayo de 1859; fue la primera Caja de Ahorros fundada en la Villa61. - Los talleres que a finales de 1858 se instalan en la calle Santa María, esquina calle Jardines. En el año 1860 se abrió una biblioteca. - La escuela nocturna, comenzó a funcionar en otoño de 1880, en el local de un colegio particular en la calle Torre. Los padres de la Compañía de Jesús tomaron a su cargo la dirección espiritual. - En 1887 se instituye en Bilbao la fundación católica de escuelas y patronato de obreros de San Vicente de Paúl. Aparte de estas obras, propias de la Sociedad, en gran parte de las actividades caritativas que emprende don Mariano toman parte miembros de las conferencias de San Vicente de Paúl, personas concretas e influyentes, de gran capacidad económica, que confían en él plenamente y a las que entusiasma con distintos proyectos. Llama la atención, por ejemplo, que en las fundaciones de las distintas congregaciones religiosas en las que interviene para que se asienten en la Villa, siempre hay un bienhechor -en general, perteneciente a la Sociedad- que sostiene y promueve económicamente esa fundación. Destaca en la acción caritativa de don Mariano no sólo la capacidad para descubrir las necesidades y organizar la asistencia sino también las relaciones de ayuda que se establecen entre las distintas obras y que forman un auténtico entramado de caridad a favor de los más necesitados. Devociones y Asociaciones parroquiales
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Se constituyeron tres Conferencias en la capital y otras tres en la provincia de Vizcaya: Guernica (1860), Durango (1861) y Santurce (1863). 61 Precisamente en este mismo año de 1859 don Mariano traduce del original italiano el Tratado de la Usura del abate Marco Mastrofini, editado en Barcelona en 1859. Lo que promueve a través del conocimiento de esta obra es la participación de los católicos en la actividad económica, en especial en la obtención de beneficios derivados del préstamo con interés. La creación de la Caja de Ahorros fomentaba el ahorro entre las clases obreras, que así preparaban un futuro mejor para las nuevas generaciones. En todo ello se descubre la intervención de don Mariano. Cf. Summ., doc. 174, pp. 377-383. Introducción al libro “Tratado de la Usura” en tres libros por el abate Marco Mastrofini y traducido del original italiano por el presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia, año 1859.
Comienza el ejercicio de las flores a María en el mes de Mayo. Esta devoción se inició en Roma a finales del s. XVIII. Don Mariano, junto a don Cosme de Laraudo, amigo y colaborador, promueven esta devoción en Bilbao, celebrándola comunitariamente en mayo de 1842, en la parroquia de San Antón. En sus notas personales podemos leer: “En San Antón comenzó el Ejercicio de las Flores en 1842 muy modestamente. En 1843, con más publicidad, se sacó la celebración de la oscuridad de una capilla a la nave del templo repleta de fieles. No estuve en estos Ejercicios por la causa de todos conocida62. Cooperaban en estos actos marianos, en el confesionario los celosos sacerdotes don Pedro de Madariaga, don Máximo de Basterra y don Ángel de Murgoitia. El Ejercicio de las Flores se desarrollaba así: comenzaba a las cuatro y tres cuartos de la mañana con el rezo del Santo Rosario, previa una lectura mariana meditada; obsequio y devoción de las doce excelencias; para terminar con la Santa Misa y la Salve cantada; dos veces por semana, miércoles y sábados, plática y dos veces al mes confesión y comunión para lucrar las indulgencias”63.
Promovió la devoción al Santo Cristo de la Misericordia. Se venera la devota imagen de Jesús Crucificado a la derecha de la entrada principal del templo parroquial, procedente del claustro de la Iglesia del Señor Santiago. De acuerdo los dos párrocos -el de Santiago y San Antón-, la imagen fue trasladada al lugar indicado de la de San Antonio Abad y erigida solemnemente el día 12 de febrero de 1846. En aquel acto, impresionante por la asistencia de fieles y las patéticas sonatas de melodiosos instrumentos que encendían impetuosamente los afectos, predicó elocuentemente el joven presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia. A la vista del gran fruto espiritual de este acto penitencial decidieron repetirlo todos los domingos de cuaresma, haciendo el quinario de la Pasión que se concluía el Viernes Santo. Se mantuvo esta costumbre hasta la II República.64 Don Mariano dio un fuerte impulso a las asociaciones parroquiales65, todas ellas con un objetivo asistencial y de beneficencia para familias indigentes. La de San Roque, que considera a don Mariano como fundador pues, por propia iniciativa, cuando surgen los primeros brotes de cólera morbo en 1854, saca en procesión al Santo implorando su auxilio, juntamente con La Dolorosa de los Santos Juanes: “Año 1854. Corría el año 1854 cuando el terrible azote del cólera morbo, que veinte años antes había hecho sentir a esta población sus funestos efectos, venía de nuevo acercándose a ella. Sobrecogidos de terror sus habitantes, buscaron unos su salvación en la fuga y otros mejor aconsejados ponían su confianza en el cielo, 62
Después de un año y medio de su llegada de Roma recibió una orden de la autoridad civil, junto a otros dos sacerdotes y un religioso exclaustrado, de presentar sus licencias ministeriales y su cartilla de ordenación. Aunque acuden puntualmente a la cita, no presentan sus documentaciones por entender que es una ingerencia del poder civil en el eclesial. Este gesto audaz le costó el destierro en Valladolid. El 13 de noviembre de 1843, al cumplir la Reina Isabel II trece años, concede un indulto general para los encarcelados y desterrados. Esta gracia le permite volver a Bilbao. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 44. 63 Ibid., 46. 64 Cf. Ibid., 50. 65 Cf. A. DE OLAVARRÍA Y AGUIRRE, Mariano José de Ibargüengoitia, o. c., 30-33.
interponiendo la intercesión de los santos en favor suyo. Entonces una celosa juventud formó el propósito de asociarse para costear una solemne función de iglesia y devota procesión en la que se pasearon por las calles la preciosa imagen de Nuestra Señora de los Dolores, que se venera en la parroquia de los Santos Juanes, y la de su siervo el bendito San Roque, la cual tuvo lugar el domingo 3 de diciembre de 1854. Precisamente en esta iglesia de San Antonio Abad es en la que ha estado depositada siempre. La imagen de dicho Santo perteneciente a la Corporación municipal y en la que desde tiempos antiguos se venía avisando a los fieles con la campana después del toque de oraciones para que se encomendaran a San Roque. Existía una capilla, inmediata a la puerta, convertida en almacén de varios efectos, que el celoso párroco, mi anterior, la destinó oportunamente para capilla del Santo, contribuyendo a su excelente decoración la pericia del arquitecto don Lorenzo Moñiz, uno de los más distinguidos individuos de la Asociación. Las súplicas enviadas al Cielo detuvieron por entonces el brazo de la divina justicia y los jóvenes, agradecidos, resolvieron continuar en sociedad, aun sin carácter de canónica, para el efecto de contribuir a una función de acción de gracias que viene celebrándose en dicha Iglesia todos los años el 3 de diciembre y consiste en un Rosario cantado a toda orquesta y plática alusiva al objeto, y para dicha función se trae la víspera la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, de la iglesia de los Santos Juanes y, terminada la función, se lleva procesionalmente a su Iglesia”66. La asociación de la Concepción y de San Antonio de Padua 67, fundada en 1856, dos años después de la proclamación del dogma de la Inmaculada. Pero entre estas asociaciones destaca la de Santa Mónica o de Madres Católicas de Santa Mónica. La asociación estuvo en principio ligada al Monasterio de Monjas Agustinas de Santa Mónica. Fueron muchas las vicisitudes que atravesó el citado Monasterio hasta su desaparición y esto obligó a la asociación a buscar un lugar estable de reunión, que les propició don Mariano, en la parroquia de San Antón. Durante la ocupación francesa, las Monjas Agustinas del Monasterio de Santa Mónica de Bilbao se vieron obligadas a compartir espacio con los enfermos (1808-1814). En 1822, por orden de los constitucionalistas, tuvieron que reunirse con las otras agustinas de Bilbao, las de la calle de la Esperanza, para que su convento se convirtiera en cuartel, en su guerra contra los realistas. Vueltas a su casa, en 1835 tienen que regresar por segunda vez a la Esperanza porque su convento fue destinado a hospital. El lugar céntrico era apetecible para el gobierno, que levantó allí la aduana de Bilbao; a cambio les pasaron una pensión de una peseta a cada una. Privada la comunidad de casa propia y después de vagar por
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Summ., doc. 177, p. 435-436. Apuntes y datos consignados en papeles sueltos de don Mariano de Ibargüengoitia, 1841-1873. 67 Las imágenes de san Roque y de san Antonio de Padua son dos tallas de “calidad artística insuperable” realizadas por Juan Pascual de Mena, gran escultor toledano que entre 1754 y 1756 mantuvo en la Villa taller propio por la abundancia de encargos. Cf. A. DE OLAVARRÍA Y AGUIRRE, “San Antón, escudo de Bilbao”, o. c., 34-38.
diversos lugares, edifican un convento de nueva planta en Begoña, muy cerca de la basílica de la patrona de Bilbao, donde se trasladan el 19 de noviembre de 186068. La asociación de Madres Católicas de Santa Mónica, además de los cultos en honor de la Santa, ejercía su actividad caritativa distribuyendo prendas de abrigo confeccionadas en su ropero a las familias más pobres de la feligresía. Don Mariano en sus apuntes particulares, expone su deseo de “formar buenas madres” y cómo desde la Asociación puede contribuir a ello: “Año 1871. Se estableció la Asociación de Madres Católicas. Era tan imperiosa en estos tiempos de inmoralidad que atravesamos la necesidad de formar buenas madres, que, desde luego que vi en el Boletín Diocesano anunciada la instalación de esta piadosa Asociación en la ciudad de Barcelona, concebí el deseo y solicité su plantación canónica en esta Iglesia de mi cargo. Como todas las obras buenas, encontró también ésta dificultades que contrariaron mi deseo, hasta que por fin se logró preparar todo lo necesario con el auxilio de la celosa Junta de señoras que nombró el Ilmo. Prelado diocesano, a cuyo frente estaban las señoras Marquesas de Terán y de Silundres. El 11 de julio de 1871 tuvo lugar la instalación con una magnífica función en la que pronunció el discurso don Ricardo de Ozamiz, habiendo precedido por la mañana la Comunión general. Por la tarde se celebró por vez primera el ejercicio mensual, en el que hice ver la importancia de la mujer. La Asociación escogió para altar de la titular, Santa Mónica el de San Agustín, del cual se sirvió provisionalmente con una imagen prestada al efecto, hasta que construida una de su cuenta y levantado el esbelto retablo que hoy se registra, idéntico en todas sus partes a su colateral de San Antonio de Padua, se hizo la dedicación del altar juntamente con la función de la Santa el 9 de julio de 1872, en el que pronunció el panegírico el señor presbítero don Leonardo de Zabala”69.
Fallecimiento de la madre del Siervo de Dios, doña Felipa de Zuloaga En 1854 un acontecimiento familiar afecta profundamente a don Mariano, es la muerte de su madre, Felipa de Zuloaga. Fue el día 14 de febrero a la avanzada edad de ochenta y cinco años, cuando don Mariano tenía 36 años. En su partida de defunción, firmada por el párroco de los Santos Juanes, don Bartolomé de Olaechea, también se citan los nombres de los cuatro hijos que viven en esa fecha: “[…] doña María Ambrosia, don Bernardino, don Hilarión, solteros, y don Mariano, presbítero”70. Ellos se repartirán sus bienes a partes iguales, según las indicaciones del testamento que había firmado en 1824, treinta años antes.
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Cf. C. ALONSO, “Los Agustinos en el País Vasco y Navarra”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, I, 170-171. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, El Monasterio de Santa Mónica de Bilbao, Bilbao 2001. Don Mariano también atendía espiritualmente a estas monjas, en el Monasterio cercano al Refugio. 69 Summ., doc. 177, p. 436. Apuntes y datos consignados en papeles sueltos de don Mariano de Ibargüengoitia, 1841-1873. 70 Summ., doc. 5, p. 8. Partida de defunción de doña María Felipa de Zuloaga, 14 de febrero de 1854.
Dejó diez reales para la Santa Casa de Jerusalén y la celebración de 100 misas de cinco reales. Fue enterrada en el cementerio de Mallona. Por la primera cláusula del testamento también se deduce su devoción a san Francisco de Asís: “[…] y luego que fallezca, quiero sea amortajado [el cuerpo] con el hábito de nuestro seráfico padre san Francisco, y sepultado en el huerto santo o lugar sagrado destinado al entierro, dejando la forma de mi entierro a la voluntad de mis hijos, y haciéndose los oficios en el convento de dicho padre san Francisco, extramuros de esta Villa”71. Sin duda, la atención de su hijo sacerdote fue el mejor de los consuelos para doña Felipa en los últimos momentos de su vida. El Gran Embalat Hay un evento que cobra especial relieve en esta época, concretamente entre los últimos días de agosto y primeros de septiembre de 1863. Se trata del Gran Embalat, un baile de sociedad organizado a beneficio de la Santa y Real Casa de Misericordia de la Villa. El Alcalde, que también preside la Junta es quien, en nombre de ésta, cursa las invitaciones. Don Mariano, que en su calidad de párroco es miembro nato de la Junta, está ausente -en Bermeo- a causa de su salud. Allí, enterado por la prensa y sorprendido por esta actuación, no quiere dejar lugar a la duda e inmediatamente aclara, a través de una carta dirigida al Director del diario que “él no sólo no tiene parte en esa decisión, como alguno podría creer, sino que anatematiza y maldice las limosnas procuradas por tal baile, causa de escándalo a los ojos de los hombres sensatos; añadiendo que él, empeñado en varias obras de caridad y siempre dispuesto a hacer el bien en proporción de los recursos que pudiera reunir, jamás recibiría un maravedí fruto del libertinaje de las pasiones a la sombra de este tipo de filantropía”72. Él, que en tantas ocasiones es el sacerdote del silencio, esta vez toma la palabra para con claridad y contundencia expresar su protesta, a la que inmediatamente se unen los otros tres párrocos de la Villa. No es una condena aislada o improvisada la que hace don Mariano en contra del baile, más bien recoge en ella la tradición y preocupación de los moralistas de la época, sólo que aquí no la aplica únicamente a la danza popular “de los rústicos”, sino también a un sarao aristocrático, el Gran Embalat, y por eso tiene tanta repercusión en los ambientes principales de la Villa. Desde inicios del siglo XVIII hasta bien avanzado el siglo XIX, sacerdotes y religiosos, predicadores de misiones populares, Obispos y Alcaldes, llevan a cabo una ofensiva generalizada contra los bailes: “Los obispos de Calahorra y Pamplona reafirmaron la doctrina tradicional, ya contenida en las Sinodales, sobre que no hubiese danzas nocturnas, ni al tiempo de los oficios divinos, así como reiteraron la prohibición de bailar a los eclesiásticos en cualquier ocasión. Estas o otras restricciones las recordaban los obispos en sus 71
AHPV, Fondo Notarial: Salvador de Zarraga, Sig. 4958-Lg.13r-14v, 3 de febrero de 1824. Copia en Archivo de la Postulación, Testamento de doña María Felipa de Zuloaga. 72 Cf. Summ., doc. 58, p. 104. Libro de Actas y Decretos de la Santa y Real Casa de Misericordia de Bilbao, Junta extraordinaria del 28 de agosto de 1863.
visitas y en ocasiones eran asumidas por las autoridades locales, como en el caso de Azpeitia, confirmado el Ayuntamiento en 1715 lo dispuesto por el Visitador en octubre de 1714. El Obispo de Pamplona cursó en este mismo año de 1715 una prohibición general en este sentido que fue aprobada por la cámara de Castilla. Las transgresiones eran convenientemente investigadas y en su caso condenadas (Zarautz y Hodarribia en 1715; Ursubil en 1731). El escrupuloso pañuelo que evitaba el contacto entre las manos de los bailarines y que los tratadistas de comienzos del XIX consideraban formaba parte del acervo cultural y moral tradicional de los vascos, fue introducido, sin embargo, por estos mismos años”73. En el caso de El Gran Embalat la polémica se acentúa porque se traslada a las páginas de los periódicos. En ellas se vierten las diversas opiniones en un lenguaje decimonónico que con su ampulosidad y boato en la expresión aún da más realce a los hechos, que son examinados meticulosamente y sometidos por medio de la prensa al “fallo inapelable de la opinión pública”74. Pero más allá de la contestación por parte de la autoridad civil o del duelo literario que se establece entre las plumas más brillantes de la Villa, destaca enhiesta la figura de don Mariano de Ibargüengoitia, coherente entre su ser sacerdote y su actuar como tal, sin doblez, sin atender a respetos humanos. Un gesto que muestra la talla de don Mariano y su recta conciencia sobre lo que es la auténtica caridad y la dignidad de toda persona humana, aunque sea pobre. También el prestigio y reconocimiento del que goza en Bilbao queda de manifiesto en algunos párrafos extraídos de los citados artículos; es difícil conseguir un retrato más completo de la actividad de don Mariano: “[…] la Casa de recogidas, levantada por los esfuerzos de la infatigable caridad de este celoso Párroco a las puertas de Bilbao; los colegios de enseñanza de las Religiosas de la Cruz establecidas en esta Villa y otros puntos; las innumerables asociaciones consagradas al socorro de los pobres; su celo incansable por la conversión de los pecadores; su laboriosidad excesiva en el cumplimiento del ministerio sacerdotal; su salud debilitada, consumida por el trabajo y sacrificada en aras de la caridad para con el prójimo, demuestran sobradamente lo que es el presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia, a quien nunca podrá Bilbao agradecer como es debido”75. Y de esta forma termina su exposición otro de los ilustres articulistas:
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El tema es desarrollado ampliamente en una de las ponencias presentadas en el Congreso de Arantzazu, el 25 de junio de 2002: Cf. J. MADARIAGA ORBEA, “Predicación y cambios culturales en la Euskal Herria de los siglos XVIII y XIX”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, I, 489-525; el texto citado está en la página 491. 74 Summ., doc. 60, p. 115. Respuesta del abogado Manuel de Lecanda al Ayuntamiento de Bilbao, que había solicitado la opinión del letrado en relación al artículo escrito por don Mariano en los periódicos locales y las medidas que se pueden tomar contra él, 29 de agosto de 1863. 75 Summ., doc. 64, p. 134. Publicaciones en el diario “Euskalduna” en defensa de don Mariano de Ibargüengoitia. Carta tercera firmada con el seudónimo: “Un amigo de las situaciones despejadas”, 2 de septiembre de 1863.
“Me he extendido mucho, señor. Director, usted me dispensará que no siempre está en la mano del que escribe con la convicción de una causa justa y noble el cerrar los ojos a la luz y el separar la mano que se emplea en defender a un sacerdote católico, tan virtuoso y tan sabio como el señor Ibargüengoitia. Si mi trabajo no surte el efecto que deseo, y que anhelo, como el bien más grande para este pueblo, al menos tendré la satisfacción de haber puesto mi pluma al servicio de la verdad, y de haber interpuesto una mano generosa para detener los tiros disparados sin embozo contra un párroco digno, que ha sido, y ha de ser, la admiración de Bilbao y de la provincia entera. Harto se ha extendido el mal, y si deber de todos es respetar una fama justa y bien merecida, esforcémonos todos para que el honrado y apostólico nombre del Párroco de San Antonio Abad no se eclipse nunca”76. Creación de la diócesis de Vitoria Don Mariano José de Ibargüengoitia perteneció al presbiterio de la diócesis de Calahorra durante veintidós años, desde su ordenación en 1840 hasta la creación de la nueva diócesis de Vitoria en 1862. Por la documentación abundante que existe de este periodo en el archivo catedralicio riojano, se ve que don Mariano se sentía cómodo y disciplinado, con los obispos de Calahorra, a los que veneraba como padres de la fe y vínculos de unión con la Iglesia. No parece que formara parte de ninguna camarilla para forzar la creación de la nueva Sede episcopal de Vitoria, lo cual no quiere decir que no la deseara por motivos pastorales y de cercanía, y que lo encomendara a Dios, dejando en sus manos tema tan delicado. Cuando en 1862, el Papa Pío IX, hoy en los altares, con su autoridad suprema, instituyó la diócesis de Vitoria, don Mariano acató la decisión, y sin duda la aplaudió con gusto y comenzó desde ese momento a formar parte con entusiasmo y piedad del nuevo presbiterio, poniéndose de forma incondicional y activa a disposición del nuevo prelado. Así son relatadas las celebraciones por la erección de la nueva diócesis: “El 4 de noviembre llegaba por fin a Madrid la ansiada bula pontificia, fechada el 9 de septiembre, fiesta de la Natividad de María In celsissima militantis Ecclesiae. El 23 de diciembre era preconizado como primer obispo don Diego Mariano Alguacil, obispo a la sazón de Badajoz. Sólo restaba ejecutar la Bula. El Nuncio, nombrado por la Santa Sede Delegado para el acto, pero novato según confesión propia en lides de erección de diócesis, prefirió subdelegar el encargo en el obispo de Palencia, Jerónimo Fernández, presentándose éste en Vitoria con suficiente anticipación (23/IV/1862) para preparar al detalle todo lo concerniente al solemne acto del día 28, festividad de san Prudencio, día bien significativo para el nacimiento de la diócesis. Recibido el señor Subdelegado en el pórtico de la Colegiata de Santa María por las autoridades y corporaciones provinciales de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, ya en el templo se procedió a cantar Tercia y a celebrar la solemne Misa Pontifical. A continuación el Secretario del señor Subdelegado, canónigo Magistral de Palencia, procedió a la lectura de sendos documentos, en latín y castellano con dos 76
Summ., doc. 64, p. 138. Ibid., Carta cuarta firmada bajo seudónimo: “El Dómine Evaristo”, 3 de septiembre de 1863.
resoluciones fundamentales: quedaba extinguida la Colegiata y su cabildo Colegial, siendo al mismo tiempo elevada al honor y dignidad de Iglesia Catedral, erigiéndose en ella la Silla y Cátedra Episcopal. Concluida la lectura, el señor obispo Subdelegado dirigiéndose al altar y teniendo en su mano derecha la gran cruz procesional, dijo en alta voz por tres veces: Haec alma Ecclesia, Ecclesia Cathedralis est, contestando todos Deo gratias y entonándose de inmediato el Te Deum. Eran las doce del mediodía, hora en que „mil cuatrocientas iglesias y santuarios77 la pregonaban con sus campanas por todos los ámbitos del país vascongado‟. El nuevo Obispo podía así efectuar su solemne entrada al día siguiente en una jornada más festiva si cabe que la de la víspera. Un rescripto pontificio del 21 de mayo declaraba a san Prudencio y a san Ignacio de Loyola compatronos de la nueva diócesis. El 18 de junio quedaba instalado el nuevo cabildo catedral y el 1 de noviembre se verificaba el sagrado y solemne rito de la Consagración de la Santa Iglesia Catedral”78. El primer obispo de Vitoria, don Diego Mariano Alguacil Rodríguez, que traía la experiencia de tres años como obispo de Badajoz, rigió la diócesis de Vitoria durante catorce años, desde su toma de posesión en 1862 hasta su traslado a Cartagena en 1876, falleciendo en esta ciudad del Levante mediterráneo el 10 de enero de 188479. De las buenas relaciones y estima mutua entre el señor Obispo y don Mariano existen numerosas pruebas. Una de ellas, fundamental: el 23 de junio de 1873, en plena guerra carlista, y pese al destierro de don Mariano, el Obispo lo nombra párroco de la basílica del Señor Santiago, la principal iglesia de Bilbao (hoy Catedral). Siervas de Jesús de la Caridad Desde julio de 1871 don Mariano respaldó a las Siervas de Jesús en el inicio de la Fundación, cuando sólo eran tres jóvenes que llegan desde Madrid a Bilbao dispuestas a seguir la voluntad de Dios a través de una nueva Congregación, dedicada al cuidado de los enfermos. Por nombramiento del Obispo de Vitoria será el Director del naciente Instituto. Acogió, alentó y dirigió a la Fundadora, Madre María Josefa del Corazón de Jesús, hoy santa Mª Josefa Sancho de Guerra, de manera perfecta, no para resolver una necesidad momentánea sino una necesidad que perdura y que se prolonga hasta nuestros días. Para las Siervas de Jesús él será el “padre”. 77
La diócesis de Calahorra-La Calzada aportaba 553 parroquias con 255.000 habitantes; Pamplona 108 parroquias con 120.000 habitantes; Burgos 34 parroquias con 6.560 habitantes y Santander 11 parroquias con 31.000 habitantes. 78 J. GOÑI GALARRAGA, “Panorama Histórico-Geográfico de las Diócesis de Euskal Herria”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, I, 104. 79 Diego Mariano Alguacil Rodríguez, nació en Córdoba el 19 de marzo de 1805. Fue párroco de la Catedral de Murcia y catedrático de Sagrada Escritura del Seminario conciliar de San Fulgencio. Presentado para obispo de Badajoz el 29 de octubre de 1858, fue consagrado en la capilla del Palacio Real de Madrid por el nuncio Barili asistido por el Arzobispo de Santiago de Cuba, san Antonio María Claret y el de Zaragoza, García Gil, el 20 de marzo de 1859. Presentado para el obispado de Vitoria el día 5 de octubre de 1861, tomo posesión como primer obispo el 28 de abril de 1862. Preconizado obispo de Cartagena el 18 de diciembre de 1876. Falleció en Cartagena el día 10 de enero de 1884. Cf. V. CÁRCEL ORTÍ, Iglesia y Revolución de España, Pamplona 1979, 624-625.
Supo encaminar de manera acertada a la Madre “organizando”un carisma en el que se entrelazaban elementos de otros Institutos con la novedad que aporta el Espíritu Santo al carisma donado a la Fundadora. Desde el primer momento su ayuda será incondicional y continua, incluso en los momentos más peligrosos, como durante la tercera guerra carlista, en la que don Mariano está desterrado. Colaborará en el desarrollo del Instituto y redactará las Constituciones del mismo. Continuará con la formación y la dirección espiritual, con pláticas mensuales o exhortaciones a la observancia y fidelidad a las Constituciones, a la unidad, al examen de conciencia, a la confesión, a la práctica de las virtudes, a la guarda del silencio, a la obediencia, a la humildad…, así nos lo refiere él mismo en su testamento y es recogido en los testimonios de las hermanas que le conocieron: “Era él también el que daba el santo hábito a las Postulantes, y de vez en cuando nos reunía a todas en la sala de recibir y nos hablaba al corazón cosas de mucho provecho y edificación, mezcladas con el gracejo que hacía agradable y provechoso cuanto nos decía”80. Con el paso del tiempo será a través del Instituto de las Siervas de Jesús como se llegue a conocer la actuación providencial de don Mariano: “Un sacerdote, como siempre, el venerable don Mariano José de Ibargüengoitia, fue desde el inicio de la fundación del nuevo Instituto el ángel tutelar de las Siervas de Jesús, y no es extraño que se despertaran por doquier las más vivas simpatías por parte de las gentes […] Don Mariano vivió todos y cada uno de los pasos del nuevo Instituto: dio el hábito religioso a 196 hermanas, a la primera el 25 de mayo de 1876 y la última el 3 de enero de 1888, días antes de su santa muerte; y recibió los votos de igual número de religiosas” 81.
En la Basílica del Señor Santiago (1873-1888) Tercera Guerra Carlista En octubre de 1872 estalla la tercera guerra carlista. El 11 de febrero de 1873 el rey Amadeo renuncia al trono de España y la Asamblea Nacional proclama la República. En agosto, el pretendiente a la corona, don Carlos Mª de los Dolores y Borbón jura los fueros de Vizcaya so el Árbol de Guernica y se pone al frente de su Ejército. De nuevo, se fija como primer objetivo la toma de la plaza de Bilbao, acercándose poco a poco y situando sus fuerzas en los montes que rodean a la Villa. En estas alarmantes circunstancias, don Mariano de Ibargüengoitia fue nombrado párroco de Santiago, haciéndose cargo de la Basílica en junio de 1873. 80
Cf. Ibid., 400-401. Cf. Summ., doc. 158, p. 317. Relación de Sor Ángeles Muguerza (1854-1918), religiosa Sierva de Jesús, sobre don Mariano José de Ibargüengoitia, año 1917. 81 Summ., doc. 172, p. 372. S. GARCÍA TRUJILLO, Testimonio sobre don Mariano en su obra “La novela costumbrista de Domingo de Aguirre”, Instituto diocesano de Teología y Pastoral, Bilbao 1993. Tomado de la oración fúnebre pronunciada en Bilbao el 15 de enero de 1926 por el Sr. Obispo de Ciudad Real y Prior de las Órdenes Militares, don Narciso de Estenaga y Echevarría (1882-1936) -mártir de la persecución religiosa en España en 1936- con motivo del traslado de los restos de la Madre Mª Josefa del Corazón de Jesús.
Son varias los acontecimientos en los que se ve envuelto don Mariano en esta época, primero en el ínterin -entre la declaración de la guerra y el cierre total del sitio de la Villa-: el traslado de la imagen de la Virgen de Begoña al Refugio y la defensa que hizo don Mariano de las Religiosas ante el Gobernador Militar de la Plaza para retrasar la orden de desalojo; segundo, durante los dos meses de cerco que duró el sitio de Bilbao, donde incluso fue herido por una bomba que cayó en Santiago mientras celebraba la Misa, por lo que tuvo que refugiarse en el monasterio de la Concepción de Abando, donde también estaban las Siervas de Jesús. Son tiempos bélicos, muy difíciles, en los que se pone a prueba a toda la población y a cada uno de sus habitantes y en los que don Mariano, como buen pastor, se multiplicará para estar siempre al lado de los más necesitados, poniendo a riesgo incluso la propia vida. La Cronista del Refugio hace una detallada descripción de un acontecimiento que marcó a la comunidad en estos días como fue la presencia de la Virgen de Begoña en la Casa: “El día 3 de diciembre, fiesta de san Francisco de Javier, de aquel año de 1873, los liberales después de un intenso duelo de fusilería, que a todas nos tuvo sobrecogidas, impidieron que los carlistas se apoderaran del Santuario de Begoña para utilizarlo como fortín. El Cabildo parroquial aterrorizado por los destrozos de la refriega y en evitación de posibles profanaciones, decidió retirar del templo los objetos sagrados del culto y, por supuesto, la venerada imagen de la Virgen, aquella misma tarde, a un lugar más seguro. A mediodía, nuestra Madre Superiora reunió a la comunidad y nos dijo: - Procuren barrer bien la casa y tener los pasillos bien limpios, que esta tarde tendremos una visita muy importante. Nos dejó intrigadas hasta no poder menos que decirle: - Pero, Madre ¿a quien se le ha ocurrido venir a visitarnos en día tan oscuro? Entonces la Madre nos confió el secreto: - No se trata de persona de la tierra, sino del cielo. Y ante nuestra estupefacción, añadió: - Es la veneranda imagen de Nuestra Señora de Begoña. Así las cosas, a las tres y media de la tarde, terminado el rezo de vísperas, nos dirigimos a la puerta reglar con velas encendidas. Cuatro señores, siervos de María, -uno de ellos nuestro médico-, llegaron portando a hombros la sagrada imagen. Y todos nos dirigimos procesionalmente al coro, cantando el Magnificat. En el coro colocamos la imagen como a una Reina. Fueron días de intenso marianismo. El ocho, solemnidad de la Inmaculada Concepción, lo celebramos por todo lo alto, pero todo pasa en este mundo”. Apenas tres días después, el 11 de diciembre, el Gobernador Militar de la Plaza, General Castillo, dio orden a la Comunidad de desalojar el convento antes del 14 del mes, y bajar la imagen de Begoña a la Villa. La noticia corrió como la pólvora y la alarma se apoderó del vecindario. Aquella misma noche, voluntarios que no querían que la imagen cayera en manos de los liberales, protegidos por los carlistas, se presentaron en el Monasterio para llevarse a la Virgen. Las Religiosas la despidieron cantando la Salve, con la mayor devoción. Y sucedió un hecho, precisamente aquella noche de traslado de la imagen de la Virgen a un lugar más seguro, que recogen las crónicas y estampas de la época y que algunos interpretaron como intervención divina: “El Oscar”, un barco cargado de petróleo y surto en la ría, se incendió, tomando las llamas tal incremento que su resplandor iluminaba el alto de Begoña y muy especialmente la ladera de Arbolancha por la
que era llevada la imagen de Nuestra Señora, acompañada por sus devotos, en aquella noche oscura82. Don Mariano que, como Director del Refugio, estaba informado de la presencia de la Virgen de Begoña en la Casa, aún no sabía que ésta había sido trasladada ni la orden de desalojo dada por el General Castillo. No había sido posible la comunicación por los acontecimientos que se sucedían a ritmo vertiginoso y por la situación del Monasterio, aislado de la Villa y muy cercano a la línea de fuego. Por eso, después de la salida de la Virgen y a pesar de lo avanzado de la hora, las Religiosas creyeron oportuno avisar a don Mariano sin demora sobre la amenaza que se cernía sobre el Refugio. Sor Teresa, la hermana tornera, fue la encargada de llevar el mensaje a don Mariano. Vencidas las dificultades de identificación en los puestos de vigilancia, llegó a la casa parroquial de Santiago. Don Mariano se sobresaltó por una visita a esas horas de la noche y al saber lo que pasaba, se desmayó. Al volver en sí, tomó el manteo y la teja y, desatendiendo todas las súplicas para no salir de casa en la noche, se presentó ante el Gobernador de la Villa. Seguimos la narración recogida en los Anales del Refugio: “El General Castillo, que apreciaba a don Mariano, le recibió amablemente y, sin preámbulo alguno, don Mariano expuso directamente al General su súplica: Que diese a la Comunidad un plazo mayor para desalojar el convento si su evacuación no era imprescindible. Por tres razones: ser tres comunidades, la religiosa, las de arrepentidas y la de niñas, porque tampoco era posible en tan breve espacio de tiempo encontrar alojamiento capaz y finalmente la imposibilidad de trasladar el ajuar. El General puso algún reparo por denuncias que habían llegado a sus oídos: que las monjas tenían alojados algunos carlistas en el convento y que desde la torre del campanario disparaban contra los liberales; lo cual negó rotundamente don Mariano, pues él, como Director del Convento tendría que saberlo y estaba dispuesto a responder de la verdad de lo que afirmaba. El General, confiando en la palabra de don Mariano, retiró la orden de desalojo del convento”83. El Sitio de Bilbao La Villa de Bilbao, por su conformación orográfica -ría abierta a los caminos del mar y buenas comunicaciones con la meseta castellana- ofrece un punto ideal para el comercio interior y exterior, pero también, por las montañas que la rodean, una plaza fácil de ser sitiada en caso de guerra. El mando carlista, atraído por la importancia de su puerto, 82
Los carlistas habían determinado llevar la imagen hasta Lequeitio, pero a instancias del Cabildo de Begoña la dejaron en la ermita de los Santos Justo y Pastor, en Ocharcoaga. Mas tarde, dada la proximidad de las líneas de combate, fue trasladada, por indicación del General carlista don Cástor de Andechaga, al convento de los Padres Carmelitas de Larrea, en Amorebieta. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 99; Cf. A. E. DE MAÑARICÚA, “Santa María de Begoña”, Temas Vizcaínos 6 (1982) 34-37. 83 E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 101. Viendo el sesgo que tomaba la guerra y ante el peligro de una nueva orden de evacuación, la Comunidad, de acuerdo con don Mariano, se trasladó a Mungía, localidad cercana a Bilbao, pero al abrigo del enfrentamiento bélico. Fue el 22 de enero de 1874 -22 religiosas, 18 penitentes y 6 niñas- con toda la impedimenta. Allí les habían precedido comunidades de otros conventos, como las Agustinas de Santa Mónica, vecino de El Refugio, al que don Mariano también visitaba con frecuencia. Siete días después, el 29 de enero, los carlistas cerraron totalmente el cerco de Bilbao, interceptando el paso de la ría en Olabeaga con cadenas y cables.
su industria y su comercio, la cercó totalmente el 21 de febrero de 1874, ocupando todas las posiciones que dominaban la Villa y cerrando el abra de su ría. Los dos meses que duró el cerco fueron durísimos para el vecindario, alrededor de 18.000 habitantes “enjaulados” en la estrechez de las siete calles, sin abastecimiento, sufriendo la escasez más extrema. Al frente de la defensa de la Villa se hallaba el General Manuel Castillo, que sólo disponía de una pequeña guarnición de soldados, un grupo de voluntarios y una serie de baterías de artillería a la que también escaseaba la munición. Durante el sitio fueron respetados todos los templos de la Villa -menos el Santuario de Begoña, que por su situación estratégica fue utilizado como fortín-, aunque el culto público en las parroquias se redujo a la mínima expresión. Los sacerdotes, unidos al pueblo, permanecieron en sus puestos y, al frente de ellos y de toda la grey, don Mariano José, Arcipreste del distrito y párroco de la Iglesia Matriz. Don Mariano sufrió directamente en estos días un accidente bélico que relata la Sierva de Jesús madre Soledad Galarraga: “Estando un día el padre don Mariano celebrando la Santa Misa en la Basílica de Santiago, cayó una bomba que al parecer no explotó pero, perforando la bóveda, sus cascotes cayeron sobre el altar. Don Mariano, ensangrentado, permaneció impávido hasta terminar la acción sagrada. Entonces, algunas personas asistentes a la misa de don Mariano le sacaron de entre los escombros y le llevaron al convento de la Concepción. Las hermanas [Siervas de Jesús] se asustaron al verle tan malherido y la madre María Josefa del Corazón de Jesús se encargó de su cura hasta su restablecimiento, sin necesidad de médico”84. En el Convento de la Concepción de Abando, situado en un lugar sin objetivo militar, a salvo de la artillería carlista, se encontraban refugiadas desde hacía días, como otros muchos religiosos, las Siervas de Jesús. Había sido el mismo don Mariano el que había solicitado para ellas alojamiento, después de que los intensos bombardeos destrozaran la casa de la calle de la Ronda. Estaba todo lleno, así que sólo les pudieron ofrecer una alcoba sin camas, sin sillas, ni mobiliario alguno, en el que ellas se acomodaron lo mejor posible para desde allí seguir asistiendo a los enfermos. Don Mariano estaba pendiente de todo. En cuanto podía les aportaba víveres; y a falta de pan les traía “duras galletas de barco”, que le proporcionaban los marineros de los veleros anclados en la ría, y otras viandas. Fue una auténtica larga cuaresma de oración, privaciones y caridad fraterna, durante los casi noventa días de “sitio”. Dentro de este periodo y sobreponiéndose a las dificultades del momento, pudieron celebrarse en la iglesia conventual de la Concepción todas las celebraciones de la inolvidable Semana Santa de 1874. Don Mariano, con los sacerdotes que estaban allí refugiados, don Juan de Unciti, don José Solis y don Félix de Azcuénaga, hicieron posible esta celebración solemne. El dos de mayo de 1874, después de tres días de duro asedio, el General Manuel Gutiérrez de la Concha levantó el sitio de Bilbao, entrando triunfante en la Villa al frente de su ejército por el camino de Balmaseda y el puente de San Antón. Las tropas carlistas se retiraron hacia Zornoza, en el interior de Vizcaya. Pero la guerra no terminó con esta acción, continuó, aunque con menos virulencia, dos años más, hasta 1876. 84
E. Rodríguez Condado, o. c., 108-109. Cita de madre Soledad Galarraga, Sierva de Jesús.
Don Mariano, desterrado Ocurrió el 24 de julio de 1874. Don Mariano fue detenido y conducido a la comisaría. Su comportamiento fue, como siempre, ejemplar: no opuso resistencia alguna, ni de sus labios salió la mínima protesta. La religiosa Sierva de Jesús, sor Teresa Pascual nos relata el suceso: “[Don Mariano] estaba celebrando la Santa Misa en San Antón como párroco que era de dicha Iglesia, y dicen testigos oculares que llegaron dos guardias e iban con bayoneta calada y al ver estaba celebrando esperaron hasta que terminó. Fue a la sacristía a quitarse los ornamentos y, al ver que le seguían, les dijo: „¿Pero qué quieren Uds.?‟ Y le contestaron hasta con cierto respeto cómo tenían la orden de llevarlo preso. Y él les dijo: „Hagan todo según la orden que hayan recibido‟. Y, sin embargo, fue tal el respeto que les infundía aquel hombre grave y al mismo tiempo tan sumiso a las órdenes humanas, que al salir a la calle no se atrevieron a llevarle como preso y le cedían la acera, pues su sumisión les tenía admirados, así que dicen se volvió y les dijo: „¿Pero ustedes qué orden han recibido en la forma como he de ir?‟ Ellos dijeron: „Entre los dos y bajo bayoneta calada‟. „Pues cumplan ustedes la orden que han recibido‟. Y así fue llevado hasta la cárcel, y al entrar se descubrió como si entrara en algún santuario, y un señor que le vio le dijo: „Pero don Mariano, que se va usted a resfriar‟. Y contestó: „No ha de ser el discípulo mayor que su Maestro”. […] Pues volviendo al Padre Mariano, yo dejo a la consideración de las personas que le han conocido qué noche pasaría aquella grande alma, de aquel temple de verdadero apóstol, enardecido en extender la doctrina de su Divino Maestro por todo el mundo. Alma de una rectitud irreprensible, como se acordaría y elevaría a la contemplación en aquella cárcel donde el Rey de los Cielos y tierra baja a ser insultado y sufrir los mayores tormentos, cuando en un segundo podría haber derribado a todos sus enemigos. Yo que he visto y conocido mucho al padre Mariano, creo que en aquella cárcel haría un santuario y le serviría para elevarse sobre esas miserias humanas y se trasladaría a regiones más elevadas” 85. Después de tomarle declaración, fue dictada la orden de extrañamiento de la Villa, se despidió de sus queridas hijas, las Siervas de Jesús y comienzan dos largos años de camino para don Mariano, sin morada permanente ni rumbo fijo. No hay documento ni referencia sobre la causa de su detención y destierro, quizá el motivo era simplemente que no era afecto a la causa liberal, cómo él mismo lo deja entrever en su testamento espiritual al referirse a este periodo: “…ausente de la Villa, durante casi dos años, por causa de la guerra de nuestro pueblo”86. También en esta época don Mariano publica en Azpeitia su folleto Explicación del Liberalismo, lo que pudo ser la causa de su destierro al tratar de imprimirlo en Bilbao.
85
Summ., doc. 157, p. 307. Relación de Sor Teresa Pascual Amor (1857-1950), religiosa Sierva de Jesús, año 1914. 86 Cf. Summ., doc. 206, pp. 465-467. Testamento espiritual del Siervo de Dios, dirigido a las Siervas de Jesús, Bilbao, 1 de marzo de 1883.
Durante el destierro fueron varias las poblaciones por las que pasó: Durango, Elorrio y Ermua, Plasencia de las Armas, Tolosa y Zumaya; siempre moviéndose en la provincia de Guipúzcoa y zona carlista de Vizcaya. Sigue manteniendo el contacto con su Obispo y también con las comunidades religiosas que dirige, por lo que tenemos algunos datos de la intensa actividad de este periodo, a pesar de las dificultades de un cambio de residencia constante. Sin duda que en los lugares por los que pasó no perdería don Mariano la ocasión de trabajar por la salvación de las almas, haciendo el bien a todos. Desde Zumaya, con fecha 4 de agosto de 1874 escribe un comunicado al señor Obispo de Vitoria87, exponiéndole su situación y ofreciéndose para lo que necesite: “[…] haber llegado a nuestros destinos. En el camino fuimos detenidos por la fuerza carlista que nos impidió continuar la marcha. Y, como punto más retirado he venido a este lugar [Plasencia de las Armas] en el que por ahora, me tiene a disposición de V.E. Ilma.”88. El Señor Obispo de Vitoria aceptando el ofrecimiento, le encomienda, con fecha del 8 de diciembre del mismo año, la Santa Visita Canónica de la comunidad de Agustinas Canónigas Lateranenses del convento de Santa Ana de Plasencia89 y, si fuera preciso, proceder a la elección de cargos en la misma comunidad, para lo que le remite los poderes propios del caso. La cronista del Monasterio del Refugio, relata cómo don Mariano se desplazó desde Plasencia a Munguía, para visitar a sus hijas, refugiadas en esta Villa, cercana a Bilbao: “En mayo de 1875 tuvimos gran consuelo de conversar con don Mariano, nuestro padre Superior, que aposentado en su destierro de Plasencia, hacía de capellán de un convento de Agustinas. Todas experimentamos un gran gozo al ver y oir de nuevo a nuestro amado Padre, que tanto había sufrido por nuestra causa. Aprovechó la ocasión para hacernos la Santa Visita Canónica y presidir la elección de Superiora. Recibió la profesión de una hermana tornera, mostrándose dichoso de poder prestarnos todos estos servicios”90. De esta manera se entiende que pudiera entrevistarse periódicamente con santa María Josefa del Corazón de Jesús, que permanecía en Bilbao, con la naciente comunidad 87
“La diócesis de Vitoria fue erigida por Pío IX el 8-IX-1861 mediante la bula In celsissima, en cumplimiento del Concordato entre la Santa Sede y el gobierno de Su Majestad Isabel II, ratificado el 5-XI-1851, por el que se constituían, además, las sedes de Ciudad Real (1876) y Madrid (1885). La bula In celsissima fue ejecutada el 28-IV-1862, fiesta de san Prudencio, patrono de Álava, por el obispo de Palencia, don Jerónimo Fernández, subdelegado al efecto del nuncio de Su Santidad, monseñor Lorenzo Basili. Al día siguiente entraba en la diócesis el primer obispo, don Diego Alguacil y el 18 de junio del mismo año se constituía el cabildo catedral”. J.M. DE MARIGORTA, “Vitoria”, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, IV, CSIC, Madrid 1972, 2772. 88 Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 114. 89 Cf. Summ., doc. 96, pp. 220-222. Relación dada por don Mariano J. de Ibargüengoitia, comisionado por el Obispo de Vitoria, de la Visita que realizó al Convento de Santa Ana, 14 de enero de 1875. Todas las disposiciones tomadas por don Mariano fueron confirmadas por el Obispo. Don Mariano José tuvo el cargo de visitador de religiosas. Cf. Summ., doc 156, p. 304. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888) pp. 51-58, también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904). 90 E. Rodríguez Condado, o. c., 115.
de las Siervas de Jesús. La Congregación vive durante este tiempo dos acontecimientos esenciales: la emisión de los votos religiosos y la elección de Superiora. Don Mariano, director del Instituto, no quiso que su destierro fuera causa de demora para la continuidad en la marcha de la Congregación y delega en su antiguo coadjutor, ahora párroco de San Antonio Abad y Arcipreste de la Villa, don Pedro Lorenzo de Castañares, la presidencia de estos actos de trascendental importancia. Se celebraron ambos en la capilla-oratorio de la casa de la calle de la Ronda, el 21 de junio de 187591. Posguerra y florecimiento congregacional en la Villa El fin de la guerra, en marzo de 1876 puso también término al destierro de don Mariano, reanudando la vida ordinaria. La comunidad de religiosas y acogidas del Refugio, obra de la que era Presidente, se encontraba en Munguía, en el lugar que él había buscado, lejos de la línea de fuego. También allí se encontraba la comunidad del colegio de la Cruz, religiosas que lo tenían por director Espiritual, y que tuvieron que suspender las clases a causa de la guerra. En Bilbao lo esperaban sus feligreses de la parroquia de Santiago, a los que se entrega con un amplio abanico de actividades: confesiones, predicación, catequesis, culto y cofradías, visitas domiciliarias… amén de los servicios civiles, como el de Vocal de la Junta de Beneficencia de la Villa. Reorganiza la Congregación de San Luis Gonzaga, los también llamados “Luises” 92, formada por jóvenes que se comprometen a rezar y obrar por la conversión de los pecadores. El 24 de diciembre de 1876, después de un siglo sin noticias de esta congregación, se reúnen bajo la presidencia de don Mariano. En 1882 la pondrá en manos de su coadjutor, don Ramón de Prada, que la unirá a la Archicofradía del Corazón de María. Pero en esta etapa de la posguerra, don Mariano volcó especial atención sobre la congregación de las Siervas de Jesús. Ya estaba en pleno funcionamiento el noviciado que él había inaugurado con cinco novicias y que había aumentado a nueve. Tenían aprobadas las Constituciones que él había redactado, y habían elegido a la Superiora que habría de regir el Instituto. También se había hecho la primera fundación en Castro Urdiales. En este tiempo redactó los Directorios de la Maestra de Novicias y el de Asistencias, fruto de las consultas con la Madre Fundadora y Superiora, santa María Josefa del Corazón de Jesús, y de muchas pláticas y exhortaciones a la comunidad y con las hermanas. La importancia de estos directorios estriba en que en ellos se traducen a la práctica las disposiciones generales de la Regla y Constituciones. 91
Cf. Summ., doc. 70 y 71, pp. 165. Acta de profesión de las primeras Siervas de Jesús y elección de santa María Josefa como primera Superiora del Instituto, 21 de junio de 1875. 92 “A ella perteneció años más tarde Unamuno, quien, en su obra Recuerdos de mi niñez, tiene una evocación para sus tiempos de congregante: „El día más solemne para los congregantes era el día de san Luis Gonzaga. Aún recuerdo un año en que el entonces párroco de Santiago, señor Ibargüengoitia, nos llamó ovejas un sinfín de veces y nos habló de pastos espirituales. Sencillas y antiguas metáforas, que debió haber leído en algún libro viejo‟. Ciertamente viejo, tanto como… el Evangelio”. A. DE OLAVARRÍA Y AGUIRRE, Mariano José de Ibargüengoitia, o. c., 79.
Pesaba sobre los hombros de don Mariano una labor oculta pero fundamental para la expansión de la Congregación: la continua correspondencia con Roma, con el Obispo de la diócesis y con los Obispos de los lugares en los que se planeaba una nueva fundación fueron 15 hasta el fin de su vida en enero de 1888-, con las autoridades, ayuntamientos, entidades benéficas y bienhechores y que constituyen un extenso y variado epistolario. También será decisiva la intervención de don Mariano con doña Teresa de Abarrategui, que propició el traslado de la comunidad y noviciado, en 1878, a una casa más espaciosa, propiedad de la bienhechora, y que será para las Siervas de Jesús venerada como Casa Madre. Llama la atención la intensa actividad que en estos años despliega don Mariano a favor de las distintas congregaciones, fomentando su asentamiento en la Villa o, cuando ya están en ella, promoviendo las vocaciones que hacen posible la expansión de los Institutos con nuevas fundaciones. Aunque se tratará este tema de forma detallada y por separado en el apartado referido a la relación de don Mariano con cada Instituto, ahora, siguiendo el hilo del tiempo y para dar una visión de conjunto, se señalan hechos concretos. Las Hijas de la Cruz, que desde 1859 estaban en la Villa, en el colegio de niñas de la calle de la Ronda, verán como se multiplican sus comunidades en la década de los setenta, a la par que se inicia la expansión de “Altos Hornos de Vizcaya”. Son las mismas familias propietarias de las fábricas: Ibarra, Zubiria y Villalonga -también miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl- las que, llamando a las religiosas proporcionarán a los hijos de los obreros una educación y a los heridos de las fábricas atención sanitaria. Primero abrirán casas en Sestao y Baracaldo y más tarde, en los años ochenta, en Balmaseda, Arguedas y Tafalla. Las Carmelitas de la Caridad que en 1871 habían inaugurado el Colegio “María y José” de Zumaya y cinco años después habían abierto un parvulario, completaron la obra en 1883 con un pensionado, que se encontraba entre los principales del Instituto tanto por la disciplina como por el nivel de la enseñanza que se proporcionaba. También, por iniciativa de don Mariano, que solicita y realiza los preparativos para la fundación, desde el 26 de febrero de 1878 las Carmelitas de la Caridad abren un nuevo colegio: “Nuestra Señora del Carmen”, en Deusto. En 1877 don Mariano solicita la presencia de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Bilbao, para atender gratuitamente la formación de los jóvenes pobres. Aunque no se llevó a término la fundación en este tiempo -el colegio de La Salle se abrió el 31 de agosto de 1888- se percibe en las gestiones de don Mariano su interés por la formación de los jóvenes, en un momento de intenso crecimiento demográfico y económico de una población industrial como Bilbao. El 8 de febrero de 1879 tomaron el hábito las primeras jóvenes de la comunidad de las Magdalenas, que nació a la vera del Refugio, formada por aquellas acogidas a las que “el Buen Pastor hizo oír su voz en medio de sus extravíos y devueltas al buen camino, de corazón, quieren seguir también a Cristo, profesando votos simples” 93. Era la mayor alegría 93
Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 128.
que podía haber recibido don Mariano, el fruto a tantos desvelos. Él fue para las Magdalenas confesor ordinario, dedicándose también a su instrucción explicándoles la palabra de Dios y acompañándoles en su camino de santificación. “Los frutos de esta humilde comunidad -según el testimonio de las religiosas directoras- han sido siempre un santoral continuo desde los tiempos de don Mariano hasta nuestros días”94. También a finales de febrero de 1879, concretamente el día 26, un miércoles de ceniza “día fatal de nieve y frío, lluvia y viento”, llegan a Bilbao los primeros Pasionistas, fundadores del Retiro de Deusto, primero de la Congregación en España. La intervención de don Mariano será decisiva desde el primer momento, cuando a través de la mediación de la madre fundadora de las Siervas de Jesús, santa María Josefa del Corazón de Jesús, conoce el deseo de fundar de los padres, que estaban en Castro Urdiales. Don Mariano les busca alojamiento y actividad pastoral a su llegada, propone a una bienhechora el proyecto y ésta cede los terrenos para la construcción del Retiro; de acuerdo con los religiosos, iniciará él mismo los trámites para el inicio de la obra y no dejará de ayudarles, con fuertes sumas de dinero, hasta su conclusión. Volviendo a la relación con las Siervas de Jesús, en el año 1880 tuvo don Mariano la satisfacción de recibir el Decreto de Alabanza de S. Santidad León XIII y el año 1886 fue de gran gozo cuando el Santo Padre aprobó definitivamente la obra en la que laboraba para la mayor gloria de Dios95. En muy pocos años el Instituto era de derecho pontificio; esto se debe a la dirección de don Mariano que supo perfectamente plasmar por escrito el espíritu y carisma recibido por la santa Fundadora, María Josefa Sancho de Guerra. Incluso llega a ser considerado “Fundador” por el historiador Jaime de Labayru, que gozó de la amistad de don Mariano: “Y para que nada faltase a este hombre [don Mariano de Ibargüengoitia], poco conocido en su valor intrínseco, fue Fundador de la Congregación de Religiosas denominadas Siervas de Jesús, establecida en la Naja , en donde se halla la casa matriz del Instituto extendido hoy en las capitales más importantes de España. Ha sido el Fundador de una institución aprobada ya como Congregación Religiosa por la Santa Sede. ¿Qué más se quiere? Este solo título basta para enaltecer al modesto párroco de Santiago de Bilbao y captarle la estimación general entre propios y extraños”96. Fachada y Torre del Señor Santiago Aparte de toda la actividad pastoral de don Mariano a la que él siempre dio primacía, también hay que señalar, como más “visibles”, las dos importantes obras materiales que lleva a cabo en el templo principal de la Villa y que incluso cambiarán el perfil de la ciudad. La primera, la más costosa y la que no pudo ver finalizada, se refiere a la construcción de la fachada y la torre de aguja de la que más tarde sería Catedral. 94
Ibid., 129. Cita los Anales del Refugio. Cf. Summ., doc. 160, p. 323. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. 96 Cf. Summ., doc. 156, p. 303. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888), también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904). 95
La descripción del estado en el que se encontraban las cosas antes del inicio de las obras no puede ser más lamentable: “La primitiva fachada del templo santiagués se edificó en 1650. Fue un verdadero desacierto. La portada estaba flanqueada por cuatro columnas dóricas de jaspe a Mañaria que desentonaban horrorosamente del conjunto gótico (…). También la torre única tuvo sus vicisitudes. Sobre el primer cuerpo de piedra se erigió otro muy elevado y gallardo en 1716; pero ante el temor de su derrumbamiento, se demolió en 1817. En su lugar se levantó un verdadero armatoste de ladrillo, feo y raquítico. Está asociado a las guerras carlistas y figura en los grabados de la época, porque los sitiados lo convirtieron en observatorio de vigía” 97. En el 1865 el pueblo manifestó el deseo de renovar el templo, interior 98 y exteriormente, sustituyendo la torre de ladrillo por otra más alta y en concordancia con el estilo del conjunto, además de la fachada de la puerta principal. De este modo se conseguiría resaltar toda su belleza y valor artístico. Don Mariano, después de solicitar licencia al Ayuntamiento para continuar las obras y de escribir a Roma -por consejo del Obispo de Vitoria- para obtener la autorización de emplear la herencia de don Félix Azcuénaga para saldar los gastos de la construcción, comenzó el proyecto bajo la dirección de un prestigioso arquitecto bilbaíno: don Severino de Achúcarro 99. Aunque se abrió una cuenta para la colaboración económica de la gente, ésta no solventó los problemas; y no sólo recibió negativas abiertas y claras por parte de dos constructores en un apuro económico sino que, apoyándose en un hombre de confianza al que encargó una suma considerable de dinero, fue traicionado, pues el tal señor se fugó con todo: “Don Mariano, por aquella época emprendió la grande obra de la torre y que tuvo un disgusto grandísimo, pues depositó su confianza en una persona que parecía buena y le hizo una trastada, y precisamente era cuando más lo necesitaba para pagar el primer plazo a los obreros. La Madre le dijo había en casa algunas dotes de las Hermanas, y que eso le podía prestar, y así fue. Una Hermana dijo: „¡Pero qué hombre, hacer eso!‟ y contestó: „Compadezcámosle, es más digno de compasión de lo que nos podemos figurar. La ocasión hace al ladrón. No lo esperaba, pero una tentación al verse con dinero le ha precipitado sin prever las consecuencias. Hay en la vida del hombre una lucha y si no se hacen esfuerzos por desechar la tentación en los primeros momentos, se precipita de abismo en abismo. Pobre no era malo, pero ahora… Dios haga que se reconozca”100.
97
T. MARTÍNEZ, “La Basílica-Catedral del Señor Santiago”, Temas Vizcaínos 90 (1982) 18. En el interior del templo se había comenzado por eliminar los altares que estaban adosados a las columnas, se reemplazó el coro, que no correspondía con el estilo general del templo, se abrió un rosetón ojival en la fachada principal y se restauró la encalada de la Puerta del Ángel. Estas obras se acabaron en el año 1865 con la visita de la Reina Isabel II a la Villa para homenajear a los mártires de la libertad. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 140. 99 Cf. Summ., 77-79. Presentación de tres proyectos sobre la torre de Santiago, año 1866. Los otros dos proyectos -rechazados- los firmaron los arquitectos Pedro de Belaunzar y Sabino de Goicoechea. 100 Summ., doc. 157, p. 311. Relación de Sor Teresa Pascual Amor (1857-1950), religiosa Sierva de Jesús, año 1914. Para salvar la situación recurrió don Mariano a un procedimiento que no era de su agrado, pero que deja entrever la total confianza que tenía con las Siervas de Jesús: de acuerdo con la Madre Fundadora y la Comunidad, dispuso de su pequeño capital, formado por las dotes de las religiosas. 98
Las obras terminaron el 14 de marzo de 1891 y en el Noticiero Bilbaíno se podía leer la noticia: “Ayer quedaron retirados por completo el andamiaje y la valla de la torre de Santiago, y pudimos admirar a nuestro gusto esta hermosa obra arquitectónica, digna de la importancia y de la cultura del pueblo de Bilbao”101 Don Mariano no pudo ver su total terminación en vida, ya que había fallecido en 1888, tres años antes. Sí pudo asistir, el 10 de septiembre de 1887, unos meses antes de su muerte, a su inauguración oficial102, que contó con la presencia de la Reina Regente, doña Cristina, acompañada de su hijo don Alfonso XIII, el Obispo de Vitoria, el Exmo. Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Vizcaya y demás autoridades eclesiásticas y civiles para el Te Deum. Una bella descripción de la “torre de don Mariano”, tomada de los artículos periodísticos de la época, la ofrece el historiador Rodríguez Condado en la obra biográfica de don Mariano, que citamos repetidamente a lo largo de estas páginas: “Mide la torre 63 metros de altura. Su esbelta aguja, que sobresale por encima de los tejados del casco viejo de la Villa indicando el cielo, es visible desde muchos puntos. No hubo ningún accidente durante su construcción. Desde la base del campanario, es de piedra sillera de Oiz. Del campanario arriba, de piedra blanca de Francia. El campanario, con cuatro grandes ventanales, es de estilo gótico. Todo el conjunto -torre y fachada- nos habla de don Mariano, promotor de esta bella y artística torre, emblema de la religiosidad de la villa de Bilbao y fruto de aquel a quien devoraba el celo por la Casa de Dios”103. La segunda obra material que hemos de destacar es la construcción de un trono o carroza para las procesiones del Corpus por las calles de la villa. Se hizo a base de suscripción popular104 y de la riqueza de su adorno habla el historiador y amigo de don Mariano, Jaime de Labayru: “El carro triunfal para llevar la custodia en las procesiones del Corpus, esbelta joya arquitectónica, a él debida [don Mariano], aunque no deja de tener sus inconvenientes, pues la pedrería hermosa de la custodia ha padecido con las oscilaciones producidas por los baches del recorrido de las calles en la solemnidad citada y en su octava, merecen especial mención”105. 101
Summ., doc. 53, p. 85. Artículo aparecido en el periódico “El Noticiero Bilbaíno”, 14 de marzo de 1891. Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 137-143; Cf. E. NEBREDA, o. c., 408; Cf. Summ., doc. 51, pp. 83-84. Artículo del periódico “El Noticiero Bilbaíno”, 10 de septiembre de 1887. Cf. J. VIVAR, “La imagen de Bilbao en las revistas ilustradas (1858-1900)” Temas Vizcaínos 323-324 (2001) 71-78. Entre el 10 y el 19 de septiembre de 1887 en los que la Reina Regente y sus hijos estuvieron en Bilbao también colocó la última piedra del muelle de Portugalete, visitó el balneario de Las Arenas y varias minas y fábricas de la zona: “Mina Orconera” y “Sociedad de Altos Hornos” en Baracaldo y “Sociedad Vizcaya” y “San Francisco” en Bilbao. 103 E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 143 y 146. 104 Cf. Ibid., 146. 105 Summ., doc. 156, p. 305. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888), también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904). 102
DON MARIANO Y LAS CONGREGACIONES RELIGIOSAS Don Mariano José muestra una especial predilección hacia la vida consagrada. Capítulo aparte merece su solícita atención hacia varias congregaciones que por su intervención, en mayor o menor medida, se verán atraídas hacia la Villa. Él sabe valorar la presencia de comunidades religiosas en una población, que no sólo remediarán unas necesidades concretas, sino que elevarán la ofrenda permanente de sus vidas entregadas a Dios, en la riqueza y diversidad de carismas. También en esta mediación se percibe cómo es don Mariano el instrumento en manos de Dios, siempre atento a los toques de la gracia y que vuelve su mirada y plegaria al cielo antes de actuar, para que sea la voluntad de Dios la que brille en todas las iniciativas. Incluso parece como si don Mariano fuese el primero en sorprenderse por la novedad que surge de esta apertura, como ocurre, por ejemplo, en su primer encuentro con las que luego serán las Siervas de Jesús, en julio de 1871. Por otra parte nunca dará ni un paso sin antes comunicarlo al Obispo de la diócesis que, conocedor de su fructífera actividad, no duda en confiarle las tareas más delicadas, siendo director y visitador de religiosas, como se comprueba en el caso de las Agustinas Canónigas Lateranenses del convento de Santa Ana de Plasencia de las Armas. Su actuación es eficaz y duradera, en la que tiene en cuenta hasta las mínimas necesidades que pueden surgir en una comunidad o en su apostolado en los primeros tiempos de apertura o fundación, siempre bajo el sello de la sencillez o pobreza, como son las obras de Dios. Le gusta dejar desde el principio bien sentadas las bases sobre las que luego se irán levantando las obras. Evitará también así el peligro de la intromisión de la autoridad civil -de corte liberal- en lo que son actividades religiosas y que ocasionan tantos inconvenientes, como pudo comprobar en el Establecimiento del Refugio106. Su trato y prestigio entre las clases sociales más acomodadas de Bilbao le facilitan la obtención de medios económicos para sus fines de caridad a favor de los más desfavorecidos; a todos llega y compromete con su actuación. No olvida tampoco los conocimientos que tiene sobre la actividad económica y mercantil que le serán de gran ayuda y de los que sabrá sacar el mejor provecho, en beneficio de todos. Y también sabe don Mariano cuándo es el momento de retirarse y pasar a un segundo plano porque ya no es necesaria su intervención directa o alguna circunstancia lo requiere, como ocurre en la construcción del Retiro de Deusto de los Pasionistas. Lo importante es que siga adelante la obra del Señor. En cuanto a su atención hacia las religiosas se percibe en él un conocimiento profundo del alma y carácter femenino y será guía de varias comunidades que encontrarán en don Mariano al sacerdote y padre solícito, que comprende, exige y vela por la fidelidad al carisma propio, que resalta el valor de la vida espiritual y que fomenta las vocaciones y colabora en la extensión de los distintos Institutos, con lo que a su vez -y sin proponérselo-, también el nombre y el buen hacer de don Mariano se esparcirán por las nuevas Fundaciones. 106
Cf. Summ., doc. 138, pp. 273-275. Carta de don Mariano a la Diputación de Vizcaya en la que manifiesta su malestar por la disolución del Establecimiento del Refugio, Bilbao, 10 de octubre de 1865.
Hermanas de Nuestra Señora del Buen Pastor Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Congregación religiosa de derecho pontificio que tiene su origen en el monasterio “del Buen Pastor” fundado en 1829 en Angers (Francia), filial del monasterio de Tours de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio (fundada en Caen en 1641 por san Juan Eudes). La Fundadora y Superiora del Monasterio, santa María de Santa Eufrasia Pelletier, obtiene de Gregorio XVI la transformación en congregación centralizada, el 3 de abril de 1835. El Instituto tiene dos ramas: la contemplativa, fundada en 1831 en Angers, de la que dependen las Magdalenas, y las “Auxiliares”, llamadas desde 1835 “Consagradas”, con votos públicos. En la actualidad (2006) están presentes en 75 naciones, en 627 comunidades, las más de 4500 religiosas que suman las dos ramas, bajo un único gobierno general.
Ya en 1856 hemos visto como es elegido don Mariano por las Juntas del Señorío para abrir un Establecimiento de acogida para las mujeres de mal vivir y él se pone inmediatamente en contacto con una Congregación que tiene este apostolado: Las Hermanas de Nuestra Señora del Buen Pastor de Toulouse. Comienza así una intensa comunicación epistolar con la Madre Superiora, en la que brilla la prudencia y rectitud de don Mariano que irán perfilando todos los detalles de esta singular fundación en sus dos caras: la espiritual y la material. Así lo relata don Mariano en la reseña histórica que hace del Establecimiento: “[…] pasé por mi cuenta al vecino Reino a adquirir de cerca conocimiento de algunos establecimientos de esta clase, y de acuerdo con la Ilma. Diputación y previa la licencia del Ilmo. Prelado diocesano, convine con la Rvda. Madre Superiora de las Hijas de la Caridad del Refugio del Establecimiento de Tolosa de Francia, en que pondría a mi disposición cuatro religiosas de su Instituto, aprobado ya por los sumos Pontífices Alejandro VII, Pío VI y Benedicto XIV y consagrado especialmente a la moralización de las mujeres de mal vivir” 107. Las religiosas llegarán a Begoña el día 17 de abril de 1857, pero dos días antes ya les ha salido don Mariano al encuentro, en Bayona. Será él el Superior de la pequeña comunidad, por nombramiento del Obispo y Director del Establecimiento, por designación de las Juntas Generales de Guernica. En la casa que ocuparán de forma provisional ya se encontraban 23 mujeres -trasladadas en su mayoría por el Ayuntamiento del Asilo de Dementes- al frente de las cuales estaban dos señoritas de familia acomodada, que las asistían voluntariamente, a la espera de que fueran las Hermanas las que se hicieran cargo de la obra; incluso se quedaron varios días más hasta que éstas se integraron en la organización. La atención continua de don Mariano se descubre tras estos detalles que acompañan los primeros días de una fundación, más aún si las religiosas vienen de otro país, con otras costumbres y con una misión tan delicada. Ellas, a las que don Mariano llama cariñosamente “las niñas de sus ojos” escribirán en las crónicas de la fundación que descansaban en él como el niño en brazos de su padre y “después de Dios, a él se lo debemos todo”108.
107
Summ., doc. 129, p. 259. Reseña histórica del Establecimiento de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, por don Mariano de Ibargüengoitia. Bilbao, 18 de marzo de 1859. 108 Summ., doc. 162, p. 342. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1887-90.
No tarda en apreciarse el buen hacer de don Mariano que se ha entregado de lleno, con un celo incansable, a una obra que afecta a toda la sociedad. La Diputación hace el balance en estos términos: “[El Establecimiento] estaba produciendo resultados superiores a todo elogio, y tales que no sólo se dejaban ver por la notable disminución de los escándalos públicos, sino aun en la extraordinaria baja que desde su instalación se advertía en los hospitales en las enfermedades secretas” 109. Y don Mariano, desviando la atención y agradecimiento que volcaban sobre su persona, es el primero en señalar a las religiosas como las que están obrando el cambio en las jóvenes -acogidas o recogidas- que viven en el Establecimiento. Lo hace con profunda admiración y respeto, a la vez que sintetiza en tres puntos clave la ejemplar actuación de las hermanas: sacrificio, desinterés y espíritu de condescendencia. En este último punto añade: “Otro sacrificio más que estas religiosas han hecho en obsequio de la moralidad vizcaína es acomodarse cuanto les es dable al genio y carácter del País a que han venido a ejercer su celo, estudiando con empeño nuestras costumbres para trasformar las suyas en las nuestras, según el consejo del Apóstol en todo aquello que permitan las reglas y constituciones de su religión”110. Es lo que hoy llamamos “inculturación” y que tanto se valora en el actuar misionero de todos los tiempos y lugares. Don Mariano está atento a todas las necesidades, innumerables, que surgen en una casa como la de El Refugio. Se preocupará de buscar a “una buena mujer de Zabalbide” que por una pequeña pensión diaria se haga cargo de una joven embarazada, que por su condición no puede quedarse en el Establecimiento, pero a la que no quiere abandonar cuando más necesita la acogida y ayuda 111. Se encargará, directamente o a través de señoras conocidas, de buscar casas en las que las mujeres que han mostrado el cambio de vida puedan trabajar y ganarse el sustento dignamente. Provee la Casa de agua potable, “necesidad tan apremiante en familia tan numerosa”112 y para ello realiza las obras convenientes para abrir un pozo. Evita prudentemente dar los nombres de las jóvenes que ingresan de forma voluntaria para que no se vean estigmatizadas por la sociedad, aunque esto le suponga más de un enfrentamiento “en las oficinas”. Instado por la Diputación, redacta un Reglamento en el que no sólo brilla la claridad en el ordenamiento jurídico sino que destacan con luz propia los principios de caridad que impulsan y sostienen la obra de El Refugio113. 109
Summ., doc. 115, pp. 242-243. La Diputación de Vizcaya alaba el celo del Siervo de Dios y su generosidad en la dirección del Refugio de Begoña, Bilbao, 14 de agosto de 1857. 110 Summ., doc. 127, p. 256. Memoria presentada por don Mariano de Ibargüengoitia a la Ilma. Diputación de Vizcaya sobre la marcha del Establecimiento del Refugio, Bilbao, 22 de junio de 1858. 111 Cf. Summ., doc. 123, pp. 249-250. Don Mariano escribe a don Luis Gonzaga, Secretario, para solucionar el caso de una joven encinta, Bilbao, 15 de mayo de 1858. 112 Summ., doc. 128, p. 257. Carta de don Mariano a los Sres. Diputados Generales del Señorío de Vizcaya, en relación con las obras -licencia y presupuesto- para una fuente o pozo de aguas potables y de un lavadero para servicio del Refugio, Bilbao, 18 de marzo de 1859. En el mismo documento se incluye el Decreto de autorización por parte de la Diputación. Ibid., p. 258, Bilbao, 30 de marzo de 1859. 113 Cf. Summ., doc. 132, pp. 264-268. Reglamento del Establecimiento de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, fundado por el Muy Noble y Muy Leal Señorío de Vizcaya, elaborado por don Mariano J. de Ibargüengoitia, Bilbao, 27 de febrero de 1860. Se divide en dos partes, en la primera, del artículo 1º al 18º,
Llama la atención que sean las propias internas las que animen a otras a acogerse a la caridad del Establecimiento: “[…] se han convencido tan íntimamente de la conveniencia de vivir alejadas de los peligros, que desean continuar indefinidamente en aquel saludable retiro, habiendo llegado una de ellas a tener elocuencia bastante para reducir a dos de sus hermanas, iniciadas ya en la maldad, a vivir voluntariamente en su compañía” 114. Pero donde la figura de don Mariano crece y despliega todo su caudal es ante las dificultades, “emprendiendo con más afán las obras más arduas y sin cooperación de las criaturas, pues entonces conocía ser más de Dios las cosas”115. Y una vez más, cuando surgen los problemas con la autoridad civil, concretamente con la Diputación, que llegará a disolver el Establecimiento en 1865, es él quien buscará la forma de evitar que las religiosas levanten la Fundación de Bilbao, que tantos sacrificios ha costado y tan buenos frutos de conversión recoge. En carta a la Diputación de Vizcaya y apelando al honor del País Vascongado expone la situación límite en la que se encuentran las religiosas116: “¿Podrá V.E.I. permitir que aquellas españolas, que aquellas vizcaínas, tengan que mendigar un pedazo de pan, y que estas francesas vuelvan a su patria oprimidas con la deuda de grandes sumas que me consta han tenido que procurar para llevar adelante la obra que les encarga el País Vascongado? ¿Será ésta la recompensa que reciben unas Señoras que han sacrificado sus personas, su reposo, su dinero y el ajeno, hasta el extremo de no tener las veces con qué comprar lo necesario para aquel día?”117. Ante los silencios y reiteradas negativas oficiales será don Mariano quien con su actuación, consiga un alojamiento definitivo para las religiosas y así puedan continuar con su apostolado de caridad y recibiendo novicias, en la que fue la primera de sus fundaciones en España. “Pedro de Goicoechea, en nombre y con poder que presento de don Mariano José de Ibargüengoitia, presbítero cura de la parroquia de Santiago de esta Villa […] parezco y digo: Como es cierto que don Mariano José de Ibargüengoitia adquirió por compra un terreno en el barrio de Ocharcoaga de la Anteiglesia de Begoña y en él construyó de nueva planta una casa compuesta de una pequeña bodega inferior, piso bajo y dos altos con su desván y una capilla pública y entre tejavanas una de ellas con piso alto formado todo el dicho perímetro de trece mil ciento cuarenta y dos pies trata sobre el “Objeto del Establecimiento, admisión de mujeres, su estancia en la casa y colocación”; en la segunda, de los artículos 19º al 35º, sobre “Gobierno del Establecimiento y obligaciones de sus empleados”. 114 Summ., doc. 127, pp. 256-257. Memoria presentada por don Mariano de Ibargüengoitia a la Ilma. Diputación de Vizcaya sobre la marcha del Establecimiento del Refugio, Bilbao, 22 de junio de 1858. 115 Summ., doc. 160, p. 324. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. 116 Si no se les concede por parte de la Diputación el usufructo perpetuo del Monasterio que habitan el Obispo se niega a dar licencia para la profesión religiosa de una novicia e impide admitir más, ya que la estabilidad del local es indispensable por estar sometidas a perpetua clausura. Cf. Summ., doc. 138, p. 273. Carta de don Mariano a la Diputación de Vizcaya en la que manifiesta su malestar por la disolución del Establecimiento del Refugio, Bilbao, 10 de octubre de 1865. 117 Summ., doc. 139, p. 275. Carta de don Mariano a la Diputación de Vizcaya en la que se queja porque ésta no cede a las religiosas la propiedad del edificio del Refugio, Bilbao, 19 de diciembre de 1865.
cuadrados y también construyó una cerca de pared encerrando todo el resto de la heredad […] Como es cierto que toda la finca de que hace memoria en el párrafo anterior es lo que se conoce con el nombre de convento de religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio de Begoña, y vulgarmente con el de Recogidas o Arrepentidas, que ocupa permanentemente una comunidad de religiosas que se dedica a recoger, instruir y moralizar a las mujeres de mala vida y también a la instrucción y educación de niñas”118. A la vera de este Monasterio surgirá en 1879 la comunidad de las Magdalenas, realizándose el sueño de don Mariano que colma de satisfacción su corazón de buen pastor: “Ya, Señor, descansaré en paz porque mis ojos han visto este prodigio de vuestra misericordia: que almas de criaturas tan perdidas emprendan una vida de perfección” 119. Y es que en cada Casa de la Orden pueden funcionar, siempre bajo la decisión de la misma Superiora, comunidades bien distintas y separadas -siguiendo la explicación que la Superiora del Monasterio de Toulouse da a don Mariano antes de la Fundación de Bilbao-: “[…] la una formada por las esposas de Jesucristo, que en la vida han de ser siempre puras y se han de aplicar a todos los ejercicios de la vida religiosa y de la más alta perfección; la otra está compuesta por esas almas desgraciadas a las cuales el Buen Pastor ha hecho entender su voz en medio de sus extravíos y las ha vuelto al buen camino para curar sus llagas y sanar sus heridas (se llama Congregación de Santa María Magdalena)… en el mismo Establecimiento se encuentra también la clase llamada de preservación destinada a recoger jóvenes huérfanas niñas… se podría todavía, según la necesidad de la localidad y del Establecimiento, tener un pensionado de jóvenes señoritas…”120. Hijas de la Cruz Hijas de la Cruz - Hermanas de San Andrés. Congregación religiosa de derecho pontificio fundada en el Castillo de Molante (Francia) en 1807, por santa Juana Isabel Bichier des Ages y san Andrés Uberto Fournet, para la educación de la juventud y el cuidado de los enfermos. Después de la revolución, el santo Fundador, párroco de Maillé, orientó a este fin a cinco jóvenes, confiándolas a santa Juana Isabel, la Fundadora, que las recibió en su casa. Sigue la espiritualidad de la escuela francesa de Bérulle, l‟Olier, san Francisco de Sales y san Michel Garicoïts; el patrono es san Andrés y el protector san José. Las religiosas son reconocidas como hermanas enfermeras, maestras y misioneras. Están presentes actualmente (2006) en nueve países, en 122 casas, con 625 religiosas.
En los últimos meses de 1858, inicia don Mariano los trámites para el establecimiento en la Villa de las Hijas de la Cruz, religiosas francesas con Casa Madre en Le Puye, que se harán cargo de una obra que había comenzado una piadosa sociedad de señoras protectoras dos años atrás: “recoger las jóvenes huérfanas pobres y 118
Summ., doc. 78, p. 174. Don Mariano José de Ibargüengoitia compra un terreno en el barrio de Ocharcoaga para hacer un nuevo Establecimiento del Refugio a las Religiosas, 18 de junio de 1880. 119 E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 128. Summ., doc. 162, p. 338. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1878-81. 120 Cf. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 128-129. Cf. Summ., doc. 162, pp. 330-331. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio: Respuesta de la Superiora del Monasterio de Ntra. Sra. de la Caridad de Toulouse (Francia), a la carta enviada por don Mariano, comisionado por los Diputados Generales del Señorío de Vizcaya para la fundación del Refugio, 17 de febrero de 1857.
desamparadas”121. Ampliando la misión también a la educación de jóvenes externas será con el tiempo el Colegio de Niñas de las Hijas de la Cruz, situado en la Calle la Ronda. Don Mariano había tenido un primer contacto con la Congregación en Bayona y, más en concreto, con su capellán, don Bernabé Quevedo. “Las Hijas de la Cruz han sido llamadas a Bilbao por las Señoras protectoras de las niñas huérfanas. Esta piadosa sociedad, compuesta por 30 señoras de las más distinguidas e influyentes de la Villa, tenía entonces por presidente a don Bartolomé Olaechea, párroco de San Juan; por tesorero a don Mariano José de Ibargüengoitia, párroco de San Antón y por directoras a las señorita Vallecinos, señora de Gana, señora de Ibarra y señora de Orobio”122. La crónica de la Fundación destaca que “se estableció desde el principio entre los fundadores del establecimiento y los superiores una confianza que prontamente hizo desaparecer todas las dificultades y dio para el porvenir las más bellas esperanzas” 123. Y así fue, en efecto, porque en pocos meses -octubre de 1860- don Mariano y el padre Fradín, Superior General de las Hijas de la Cruz, responden a los informes que pedía el Obispo de Santander porque desea que se establezcan las religiosas en Santurce 124. Será un colegio de primera enseñanza y sufragará los gastos el insigne filántropo don Cristóbal de Murrieta. Si aquí la intervención de don Mariano se puede decir que fue de buenos servicios, no es así en el colegio de Bilbao, primera casa de las Hijas de la Cruz en España, que se considera fundada por don Mariano de su peculio, movido por la caridad al prójimo125. Y como será una constante en gran parte de las fundaciones en las que interviene don Mariano, esta primera casa de las Hijas de la Cruz en Bilbao será el primer eslabón de una cadena que alcanzará notable expansión en los próximos años, muy unida al auge industrial por la explotación del hierro y los comienzos de la industria siderúrgica, con todo lo que ello conlleva: El capitalismo vasco, seguramente influenciado por las valientes posturas de muchos sacerdotes y por sus propias convicciones cristianas de familia, comienza a ejercer una acción social paternalista con la clase trabajadora: inicia una asistencia sanitaria (sanatorios), económica (economatos) y educativa (colegios). En 1873 las familias Ibarra, Zubiria y Villalonga eran propietarias de la pequeña fábrica de Desierto -Baracaldo-, muy poco poblado aún, por lo que recibía ese nombre. Doña Luz y don Juan de Ibarra se ocuparon particularmente de la educación de los hijos de los obreros y de procurar la debida atención a los heridos en la fábrica. Llamaron a las Hijas de la Cruz, que en número de cuatro acudieron para ocuparse de los párvulos, de la cocina y del cuidado de los heridos. En poco tiempo hubo de abrir más clases y enviar más hermanas. Estos fueron los comienzos de lo que sería el 121
Cf. Summ., doc. 80, p. 178-181. Convenio y Estatutos para la llegada de las Hijas de la Cruz a Bilbao, 27 de febrero de 1859. 122 UZTARITZE-EGILUCE, “Las Hijas de la Cruz en Euskal Herria”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, II, 946. 123 Summ., doc. 79, p. 177. Breve reseña de la fundación de las Hijas de la Cruz en Bilbao. 124 “En pocos meses, nuestra Obra ha echado raíces en España -escribe el P. Fradin- vamos a enviar cinco Hermanas a Santurce, pequeño puerto de mar, a dos leguas de Bilbao”. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 80. 125 Cf. Ibid., 80.
sanatorio de San Eloy. En estos años de 1870 al unísono con la expansión de “Altos Hornos de Vizcaya” se abre en Sestao una escuelita para párvulos con dos clases, que atendían las hermanas, trasladándose diariamente desde Baracaldo. Se habla de algo similar en el barrio baracaldés de Cruces. Pocos años después, en esta primera etapa de expansión, vendrán otras tres fundaciones: en Balmaseda (1884) se abrió una escuela y un pensionado, debido a la caridad de la señora doña Juana de Aguirre y las gestiones del párroco don Fernando de la Puente; en Arguedas (1885) se funda para la enseñanza y atención de un pequeño hospicio; en Tafalla (1888), se inicia la fundación con parvulario y colegio 126. Carmelitas de la Caridad Hermanas Carmelitas de la Caridad [“de Vedruna”]. Congregación religiosa de derecho pontificio fundada en Vich (España) por santa Joaquina de Vedruna, para la educación de la juventud y el cuidado de enfermos en hospitales. Con fecha 5 de agosto de 1857 obtiene la aprobación pontificia y la aprobación definitiva de las Constituciones es de 1880. Fue agregada a la Orden del Carmelo en 1860. En la actualidad (2006) la Congregación se ha extendido por 25 países, en 291 comunidades en las que se reparten las 2000 religiosas profesas.
Colegio “María y José” de Zumaya Como se ha expuesto anteriormente, don Mariano toma parte muy activa desde el primer momento en el que será Colegio de Niñas “María y José” de Zumaya, regentado por las religiosas Carmelitas de la Caridad. Comienza con el intercambio de correspondencia entre don Mariano José de Ibargüengoitia, párroco de San Antonio Abad de Bilbao, con la madre Paula Delpuig, Superiora General del Instituto, sucesora en el cargo de la Fundadora, santa Joaquina de Vedruna de Mas. Paula Delpuig nació en Malgrat, población de la costa barcelonesa, en 1803. Ingresó en el Instituto el 18 de diciembre de 1830, llamada por la misma Fundadora cuando ella se hallaba en Barcelona buscando el convento en el que consagrarse al Señor. Profesó los votos públicamente el 8 de febrero de 1844 y, elegida Superiora de la Casa de Caridad de Vich, sostuvo la Congregación naciente en épocas dificilísimas, durante los años de emigración de la Fundadora. Ésta la nombró su sucesora, designación que fue confirmada por el Obispo de Vich, en junio de 1854 y, posteriormente por el Papa Pío IX quien, conocedor de los méritos y del amor que le tenían todas las hermanas, dio a su cargo carácter vitalicio, por lo cual rigió el Instituto hasta su muerte, ocurrida en febrero de 1889. Durante su largo generalato de 35 años, consiguió, en 1880 la aprobación definitiva de las Constituciones, redactadas por el Arzobispo Antonio María Claret, que intervino providencialmente a favor de la Congregación ante la Reina, y la apertura de un centenar de casas, consolidando la expansión del Instituto. A su muerte, en olor de santidad, se pensó en incoar la Causa de su Beatificación, que se difirió por no anteponerla a la de la
126
Cf. UZTARITZE-EGILUCE, “Las Hijas de la Cruz en Euskal Herria”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), o. c., II, 947-948.
Madre Fundadora, santa Joaquina de Vedruna. En la actualidad, aprobadas sus virtudes heroicas, es “Venerable”127. Era la segunda vez que escribía don Mariano a la madre Paula solicitando hermanas para nuevas fundaciones, siendo la primera de ellas para Bilbao en 1858128 y si en aquel momento la respuesta fue negativa, la carta del 27 de octubre de 1870 tuvo acogida favorable. La fundación que en esta ocasión proponía era una enseñanza gratuita en Zumaya, donde una señora viuda, doña Francisca de Echezarreta Power, anciana y poseedora de un extenso patrimonio, deseosa de favorecer a su pueblo natal con esta institución, ofrecía para ello casa, muebles y un capital que produciría 5.000 reales anuales de renta, para el mantenimiento de cuatro religiosas. La puesta en marcha de la fundación tardó un año. En junio de 1871 la misma madre Paula fue a Bilbao para ultimar los preparativos, de acuerdo con don Mariano y con la bienhechora, “que no contenta con realizar las obras de acomodo en la casa destinada al efecto, decidió comprar también la casa contigua, más amplia, independiente y con campo abundante. Esto retrasó el proyecto hasta final de año”129. Se abrirá el 4 de diciembre de 1871, con una matrícula de 118 niñas, y si la generosidad de doña Francisca de Echezarreta Power, viuda de Arana, es la que hace posible la Fundación en su pueblo natal, no es menos admirable la total confianza que esta bienhechora deposita en don Mariano, hasta hacerle incluso heredero universal de sus cuantiosos bienes130. Pertenecía doña Francisca a la “Sociedad de Señoras de san Vicente de Paúl” y conocía bien al párroco de San Antón de Bilbao. En la Crónica que relata la entrada en el pueblo -firmada por la Madre Paula Delpuig de San Luis, Superiora General-, se hace esta detallada descripción: “Llegamos a dicha Villa en el día arriba citado (26 de noviembre de 1871) a las cuatro de la tarde. En dicho día caía la fiesta de los desposorios de Ntra. Señora. Antes de entrar en la población fuimos recibidas del M.I. Ayuntamiento, señor Cura Párroco y Clero, con el acompañamiento de las personas principales de la Villa con gran gentío que lleno de regocijo deseaba ver a las nuevas religiosas. Así fuimos conducidas al son de la música a la iglesia, donde se cantó el Te Deum con grande solemnidad. Luego, el Rvdo. señor Ibargüengoitia hizo un sermón haciendo ver al 127
Cf. Cf. AA. VV., Compendio Ilustrado de la Historia del Instituto de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, Editorial Vedruna, Vich 1926, 101; 130-132. 128 Aunque no se hizo en esa fecha “por falta de personal”, a finales de siglo, en 1898 se abría el Colegio de las Carmelitas de la Caridad en Bilbao, dada la creciente prosperidad y población de la ciudad. “La fecundidad del apostolado educativo ejercido en él, es gozoso premio a los afanes de quienes proyectaron su fundación…”. Cf. AA. VV., Compendio Ilustrado de la Historia del Instituto de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, o. c., 271-272. 129 A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, Historia documental de la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, Editorial Vedruna, Madrid 1971, 324. 130 Cf. Summ., doc. 92, pp. 204-205. Copia del Testamento de don Mariano de Ibargüengoitia, que quedó heredero de los bienes de la Fundadora del Colegio de Zumaya, diciembre 1880. Se había hecho costumbre en aquel tiempo de abusiva intervención del Estado en los bienes de la Iglesia, ponerlos en el Registro de la Propiedad a nombre de un particular, persona de recta conciencia y de toda confianza, burlando así las leyes desamortizadoras.
pueblo las grandes ventajas que resultaría a sus hijos de la instrucción religiosa. Luego se cantó la Salve a Nuestra Santísima Madre y enseguida siguió el acompañamiento hasta ésta su casa de la Fundadora”131. Doña Francisca de Echezarreta, que vivía en la casa, estaba siempre animada a aumentar las actividades a favor del pueblo y en beneficio de las Hermanas. El 16 de agosto del año 1872 se bendijo el oratorio132 y en junio de 1875 se inauguró un parvulario “con satisfacción de don Mariano, la Fundadora y contento del pueblo, siendo ya 50 niñas bajo la dirección de una Hermana que enseñaba en vasco” 133. Murió doña Francisca a los ochenta años, el 19 de diciembre de 1880, después de recibir los sacramentos y hacer testamento. Desde abril la cuidaba una Hermana de “sus queridas monjitas”, pues así lo dejó establecido la Madre Provincial al pasar su visita. En 1883 se montó un pensionado. Tanto por el nivel de la enseñanza que se proporcionaba como por la disciplina, podría ser considerado como uno de los principales internados del Instituto. El nuevo colegio de planta y magnífica finca que hoy tienen las Carmelitas de la Caridad en la Villa son la expresión actualizada del deseo de doña Francisca de Echezarreta y don Mariano de Ibargüengoitia. Con motivo del año jubilar por el primer centenario de Fundación de las Carmelitas de la Caridad, en 1926, se publica el Compendio Ilustrado de la Historia del Instituto. Las páginas que dedica a la fundación de Zumaya se pueden resumir en estas líneas: “Sólo añadiremos que el Colegio de Zumaya es uno de los que con mayor esmero y abnegación por parte de la Superiora y Comunidad que lo han regentado, conserva el genuino espíritu del Instituto; y por lo mismo se han cosechado en su recinto exquisitos frutos para la gloria divina y bien de la sociedad”134. Entre los “frutos de educación y cultura” a los que hace referencia la citada obra, después de la piadosa e ilustre señora doña Francisca Echezarreta y Power y del señor Cura-Párroco de San Antonio de Bilbao, que obtuvo la Fundación, se detiene en la figura del presbítero don Domingo de Aguirre. Fue capellán de la comunidad y el colegio, desde 1889 hasta su muerte en 1920, y “su nombre podría escribirse con letras de oro, por su bondad y su ciencia”. Domingo de Aguirre es uno de los jóvenes pobres que don Mariano prepara en su casa para el sacerdocio, “en un ambiente de austeridad propicio para el estudio y la acendrada espiritualidad”135. Ingresará en el Seminario Conciliar de San Prudencio de Vitoria en 1884, a la edad de 20 años. Tras realizar un único examen le 131
Summ., doc. 86, p. 194. Breve crónica de la Fundación del Colegio de Zumaya, 26 de noviembre de 1871. El día anterior (25 de noviembre) se había obtenido el permiso del obispo de Vitoria, don Diego Mariano Alguacil, en respuesta a la instancia presentada por la madre Paula el día 17 de noviembre de 1871, en la que solicitaba al Prelado el establecimiento de cuatro Hermanas en Zumaya, pueblo de Guipúzcoa de 1.600 habitantes, perteneciente a la diócesis de Vitoria. Cf. A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 324. 132 La solicitud la suscribe don Mariano el 12 de agosto de 1872, pidiendo permiso para el oratorio, la concesión y el acta de bendición del mismo. Cf. A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 325. 133 Ibid., 326. Hay que tener en cuenta que aunque el censo de la población era de 1.600 habitantes, la mayoría vivían dispersos en caseríos, donde se hablaba en euskera. 134 AA. VV., Compendio Ilustrado de la Historia del Instituto de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, o. c., 226. 135 Summ., doc. 172, p. 368. S. GARCÍA TRUJILLO, Testimonio sobre don Mariano en su obra “La novela costumbrista de Domingo de Aguirre”, Instituto diocesano de Teología y Pastoral, Bilbao 1993.
fueron convalidados los tres cursos reglamentarios de latín, con la máxima calificación. Recibe la ordenación sacerdotal en Vitoria, el 28 de mayo de 1888 -don Mariano de Ibargüengoitia había fallecido cuatro meses antes-, de manos del Obispo Mariano Miguel Gómez, “a título de patrimonio”136. Así la Diócesis se veía libre de sostener monetariamente al nuevo ordenado y el sacerdote, por su parte, gozaba de mayor libertad de movimiento para elegir, dentro de unos límites, el lugar o tipo de actividad al que se dedicaría: don Domingo de Aguirre será el capellán de la comunidad y el Colegio de Zumaya, de las religiosas Carmelitas de la Caridad. Y en todo ello se descubre, una vez más, la actuación providente de don Mariano de Ibargüengoitia. También hay una mención para la Sierva de Dios sor Ángeles Sorazu (18731921)137, natural de Zumaya, que fue alumna del Colegio y murió en olor de santidad en el Convento de Concepcionistas de Valladolid. El 28 de agosto de 1921 moría en el convento de las Concepcionistas de Valladolid la que durante diecisiete años había sido su abadesa: la madre Ángeles Sorazu. Una monja vasca, nacida en Zumaya (Guipúzcoa), el 22 de febrero de 1873, y que, tras una niñez sencilla -su padre era pescador- y una juventud laboriosa, ingresó en el convento, donde iba a permanecer el resto de sus días, en agosto de 1891. La Madre Ángeles Sorazu dejó escritas obras que la califican como una extraordinaria autora mística y también dejó, ante todo, entre sus monjas, el testimonio de una indudable santidad. El proceso de canonización se puso en marcha el 4 de octubre de 1979, cuando el arzobispo de Valladolid, en conformidad con el derecho procesal de la Iglesia, constituyó una comisión de peritos que se encargarán de reunir todos los materiales previos a la incoación oficial de la causa.138
Colegio “Nuestra Señora del Carmen” de Deusto Es la segunda fundación que realizan las Carmelitas de la Caridad atendiendo así dos de las cuatro peticiones solicitadas por don Mariano de Ibargüengoitia 139. También en
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Don Mariano depositó en septiembre de 1887 “12.000 pesetas nominales en un título de la deuda perpetua del cuatro por ciento interior. Serie D”, en la sucursal del Banco de España en Vitoria. Ibid., 371. 137 Sobre la Madre Ángeles Sorazu: Cf. L. VILLASANTE, Madre Ángeles Sorazu. Un mensaje para tiempos difíciles, Editorial Franciscana Aránzazu, Oñate 1981, 23-111; A. ROYO MARÍN, Los Grandes Maestros de la Vida Espiritual, BAC, Madrid 1990, 303-304; R. GARCÍA VILLOSLLADA, Historia de la Iglesia en España, BAC maior 20, Madrid 1979, 468-471. 138 Cf. B. JIMÉNEZ DUQUE, “Madre Ángeles Sorazu. Testigo de la presencia de Dios”, en Ecclesia 1958 (1979) 1492-1493. 139 La primera, en 1858, solicitaba la presencia de las religiosas en Bilbao, fue denegada, la segunda, en 1871, fue para Zumaya y se abrió el colegio “María y José”, la tercera, que tampoco se llevó a término fue en 1877 para Algorta, la cuarta culminó positivamente con la fundación de Deusto, en 1878. Cf. A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 319 y 352.
Deusto140 se trataba de montar una escuela en la casa que cedía una bienhechora, la anciana señorita doña Vicenta Garocica, con las rentas que dejaba para ello. El 12 de junio de 1877 don Mariano hacía la propuesta a la Madre General en unos términos muy precisos: “La casa tendría dos pisos, el primero para habitación de las hermanas y en el segundo, que debería edificarse, se instalarían las clases; en la cochera se construiría la capilla hasta con su pequeño coro y, además, disfrutarían de una huerta contigua. En cuanto a la parte económica podrían contar con 5.500 reales para manutención de las hermanas, 2.200 para el capellán, y el producto de sus labores. Deberían atender dos clases gratuitas y una dominical”141. Madre Paula Delpuig contestó que a pesar de las múltiples peticiones que le acosaban él “sería preferido” y que ella en persona iría a conocer a la Fundadora y ver las obras: “Respecto a la fundación del pueblo de Deusto, a pesar de las reiteradas peticiones para nuevas fundaciones en Cataluña y reino de Valencia, y del Ilmo. señor Obispo de León para su diócesis; será usted el preferido, para satisfacer los deseos de esa piadosa señorita, que quiere sacrificar su propiedad para una tan bella obra de caridad. Así pues, puede pasar adelante la obra del segundo piso para las salas de enseñanza; y como yo en octubre o noviembre próximo venidero pienso pasar por ese País, quizá tendré el gusto de verle a usted y conocer a esa buena señorita”142. No tardó en realizarse lo que deseaban porque la carta es del 17 de junio de 1877 y la fundación se abrió pocos meses después, el 26 de febrero de 1878, con la llegada de la Madre Superiora y las otras cuatro hermanas que componían la comunidad, acompañadas por la Provincial de Castilla. El Obispo de Vitoria ratificó por escrito el permiso oral que antes había concedido y nombró capellán y confesor. También el Ayuntamiento de la localidad cooperó con una subvención de 500 reales “para que pudiesen pagar una aguadera que les transportase el agua necesaria para las niñas y limpieza de las clases” 143. En el Libro de Fundaciones se dice que al mes de funcionar la escuela tenía mucha matrícula, las niñas iban “con gusto”, contando también con escuela dominical y algunas niñas de pago que ayudaban al mantenimiento144. La Escuela de Deusto se mantuvo hasta 1840, año en el que se cerró “porque pareció más oportuno incrementar las dos fundaciones establecidas en la parte más céntrica de la 140
Deusto era entonces un municipio cercano a Bilbao que contaba 2.323 habitantes, situado a la orilla derecha de la Ría. En 1886, la Compañía de Jesús fundó allí la Universidad y en 1924 pasó a pertenecer a Bilbao. Don Mariano, en la carta de petición de la fundación, hace esta descripción a la madre Paula Delpuig: “A media hora de esta [villa de Bilbao] hay un pueblo, llamado Deusto, bañado por el río, que desde allí va a desaguar al mar. A su orilla hay mucho vecindario que, distante de la parroquia, vive muy olvidado de Dios”. J. NONELL, Vida y virtudes de la Reverendísima Madre Paula Delpuig de San Luis, Manresa 1903, II, 60. 141 A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 352. 142 J. NONELL, o. c., II, 62. Cf. A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 352. 143 A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 352, cita: Cf. Sesión municipal del día 7 de diciembre de 1879. AMB: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Deusto de 1879 a 1887, p. 30. 144 A. M. ALONSO FERNÁNDEZ, o. c., 353, cita: Cf. Libro de Fundaciones, Archivo Casa Provincial de Vitoria, p. 22.
capital vizcaína”. Durante los años que permaneció abierto el Colegio se cumplió con toda fidelidad y provecho los fines que se propuso la caritativa Fundadora 145. Siervas de Jesús de la Caridad Siervas de Jesús de la Caridad. Congregación religiosa de votos simples, de derecho pontificio, fundada en Bilbao (España) por santa María Josefa del Corazón de Jesús Sancho de Guerra (1842-1912), bajo la dirección de don Mariano José de Ibargüengoitia; dedicada al cuidado de los enfermos, ancianos, niños y demás obras de caridad. Con fecha 13 de enero de 1886 obtiene el Instituto la aprobación definitiva de la Santa Sede. La Madre Fundadora fue beatificada el 27 de septiembre de 1992 y canonizada el 1 de octubre del año jubilar 2000, en ambas ocasiones, por el Papa Juan Pablo II. En la actualidad (2007) la Congregación se encuentra extendida en 16 naciones, en 97 casas, en las que se reparten 1000 religiosas.
Los comienzos. Bilbao, julio de 1871 En la andadura histórica de toda Congregación o Instituto religioso, sitúa siempre la Providencia de Dios, en el momento más oportuno y junto a los fundadores y fundadoras, a la persona o personas más indicadas para que vayan marcando el rumbo espiritual, obviando los escollos y señalando los hitos del camino. Quien haya tenido la gratificante curiosidad de asomarse, al menos, a algunas de las múltiples fundaciones religiosas del siglo XIX español habrá observado, junto a las virtudes heroicas de los responsables de sembrar y hacer florecer el carisma propio de cada Congregación, el celo ejemplar, la prudencia exquisita, la sorprendente claridad de juicio, la capacidad de justo discernimiento, y el indispensable don de consejo que Dios otorga, en grado superlativo, casi siempre a un sacerdote, confesor, o director espiritual de la nueva fundación. Básica y fundamentalmente hay tres hombres de Dios sin los cuales la Fundación de las Siervas de Jesús no sólo no hubiera seguido los providenciales derroteros que ha seguido, sino que muy probablemente ni siquiera hubiera sido posible: san Antonio María Claret, en un primer momento, plenamente decisivo para la resolución de la encrucijada vital en que se encontraba la Fundadora; don Narciso de Estenaga y Echevarría, Obispo de Ciudad Real y Prior de las Ordenes Militares, mártir y testigo de la fe, hermano precisamente de una Sierva de Jesús, historiador frustrado de la Congregación y de la Madre María Josefa -al tener que seguir otros designios que Dios tenía dispuestos para él-; y, entre uno y otro, santo confesor el primero, mártir el segundo, don Mariano: don Mariano de Ibargüengoitia y Zuloaga, párroco de san Antón en el Bilbao inicial de las Siervas de Jesús. Don Mariano es, desde el primer instante, quien acoge a la Fundadora y a las Cofundadoras en los difíciles comienzos; él es quien mantiene alta, a la altura que requería tamaña empresa, la tensión espiritual de aquellas singulares y valerosas mujeres; él es quien materialmente da cobijo y quien alienta cada uno de sus pasos e iniciativas; es realmente, la mano de Dios que va guiando con singular acierto los siempre arduos
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Cf. AA. VV., Compendio Ilustrado de la Historia del Instituto de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, o. c., 235.
comienzos, en los que se asientan nada menos que las bases firmes y sólidas de todo lo que va a ser, con el tiempo, la Congregación146. Era el 24 de julio de 1871, tres jóvenes muchachas147, religiosas, llegan desde Madrid a la villa de Bilbao, con el corazón henchido de deseos de entregarse y de comenzar algo nuevo. Buscaban ayuda, dirección, alguien que desde su experiencia humana, espiritual y con su consejo las encaminara por las sendas que Dios tiene preparadas y que se van manifestando en los acontecimientos y a través de las personas. Traían la dirección de dos personas en las que esperaban encontrar apoyo en la Villa 148: don Vicente Martínez y Bolívar, abogado de profundas raíces católicas, del que tenían la referencia que deseaba instalar en Bilbao unas religiosas que se dedicaran al cuidado de los enfermos, y don Mariano de Ibargüengoitia, párroco de San Antonio Abad. “Por la mañana, sin perder tiempo, María Josefa y Sacramento se dirigen en busca de don Vicente Martínez y Bolívar. Era un hombre noble, sencillo e ilustrado, con un corazón grande y activo, y muy generoso para las cosas de Dios. María Josefa comprendió enseguida que Dios le deparaba a aquel caballero como protector, por lo que le habló con claridad y entera confianza de los planes que se proponían. El abogado quedó sorprendido. Aquello era lo que él andaba buscando desde hacía años, y aquel día entraban por su puerta aquellas jóvenes desconocidas que le hacían una propuesta inesperada. Comprendió que Dios quería servirse de él para empezar aquella empresa. Además, él era amigo de don Mariano de Ibargüengoitia. Hablaría al párroco de San Antón en favor de las tres jóvenes llegadas de Madrid”149. En contra de lo que cabía esperar, la primera impresión ante don Mariano fue muy distinta. El párroco de San Antón las acoge un tanto receloso, pues no era partidario de multiplicar las Congregaciones Religiosas150, pero su actitud cambió a medida que conoció
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Cf. Summ., doc. 214, pp. 558-559. M. A. VELASCO, Siervas de Jesús. Una Historia de Amor y de Esperanza, Gráficas Alustiza, Bilbao 1996, 82-83. 147 María Josefa Sancho de Guerra, Madre María del Corazón de Jesús, hoy Santa María Josefa. Nació en Vitoria (Álava) el 7 de septiembre de 1842 (cuenta en este momento de inicio de fundación con 28 años) y muere el 20 de marzo de 1912. Será canonizada por Juan Pablo II el 1 de octubre del 2000. Florencia de Miguel y Mansilla, Sor Sacramento, nació en el 1846 en Mansilla (Burgos), tenía 25 años; muere el 29 de noviembre de 1924. Y Juana Bautista Dávila y García, natural de Arévalo (Ávila) el 24 de julio de 1847, de 24 años; muere el 15 de octubre de 1900. Cf. E. NEBREDA, o. c., 80-90. Cf. Estadística Siervas de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 11-15. 148 Portaban letras comendaticias dirigidas a ellos del Cardenal Arzobispo de Toledo, fray Cirilo Alameda y Brea y del canónigo de la Catedral de Vitoria -y confesor de la Fundadora, María Josefa Sancho-, don José Domingo de Retolaza. A la vez que llegaba a Bilbao las tres jóvenes “religiosas”, éste último partía desde Madrid a Vitoria para tratar del tema de la nueva fundación, desde el primer momento, con el Obispo de la diócesis en la que pensaban establecerse. 149 Summ., doc. 218, p. 585. M. I. ELGUEA ISASI, Era más que un sueño. Fundadora de las Siervas de Jesús de la Caridad, Monte Carmelo, Burgos 2003, 57. 150 Leemos en su Testamento Espiritual a las Siervas de Jesús: “Mis amadas Hijas: Muy desagradable me fue ponerme a la cabeza de una nueva Congregación cuando detestaba la manía de nuestros días de multiplicar lujosamente las Congregaciones Religiosas pero algunas de vosotras me obligasteis a ello y con el cargo acepté la carga de formar y de conservar siempre la nueva Congregación en perfecta observancia”. Cf. Summ., doc. 206, pp. 465-466. 1 de marzo de 1883.
mejor a las tres jóvenes, y cuando la voz de Dios se dejó sentir más claramente. Así lo refiere una de las tres cofundadoras, la madre Sacramento: “Al día siguiente de nuestra llegada, el 25 de julio, nos presentamos a dicho señor Ibargüengoitia, con quien nos confesamos, le expusimos nuestro pensamiento, y este señor que era muy santo y muy sabio, nos puso al principio muchas dificultades, pero como la obra era de Dios, después de habernos oído y meditándolo en la divina presencia, se prestó para ayudarnos en todo, siendo la primera medida que tomó el darnos unos Ejercicios Espirituales de diez días dirigidos por él mismo en la Comunidad de las Hijas de la Cruz, a donde nos mandó que fuésemos, que vivían en la calle la Ronda, nº 26, para examinar bien nuestro espíritu y conocer los designios del Señor, encargándose ya él de la dirección del naciente Instituto hasta la muerte acaecida el 31 de enero de 1888” 151. Santos y provechosísimos fueron estos Ejercicios Espirituales. En ellos don Mariano vio claramente cuáles eran los designios del Altísimo; se persuadió del buen espíritu que guiaba a aquellas tres jóvenes “religiosas” para tan santa y heroica obra que querían instaurar y, al finalizar el santo retiro, pronunció ante ellas estas memorables palabras: “Se ve la mano de Dios; pongamos las nuestras a la obra”. Pero no acaba ahí la primera actuación de don Mariano. El celoso y próvido Párroco de San Antón, no sólo había procurado socorrer el espíritu de las ejercitantes durante el retiro, sino que ya había dado los pasos necesarios para el establecimiento de aquella primera Comunidad, y así, valiéndose del abogado don Vicente Martínez, favorecedor decidido del nuevo Instituto, y también de las señoras de la Conferencia de San Vicente de Paúl152, les había buscado el primer alojamiento en el número 8 de la calle de la Esperanza, en el piso quinto. Con limosnas y préstamos caritativos otorgados por una Junta de señoras de la Asociación antes citada, se acomodó y aderezó la pequeña vivienda, en la buhardilla de aquella casa, donde por entonces se entronizaba la humildad amabilísima y la más estrecha y admirable pobreza; pero donde también se iban a ver los primeros fulgores de santidad de las Siervas de Dios y donde con oraciones y lágrimas, con ayunos y sacrificios, arduos y sin cuento, se cimentarían las sólidas bases de un colosal edificio, de una gloriosa Congregación. Madre María Josefa y sus compañeras no esperaban tanto, estaban agradecidas y emocionadas “deseaban trabajar todo cuanto pudieran, cosiendo ropas para algún comercio, después de la asistencia a los enfermos, para ver si podrían pagar a sus bienhechoras lo que habían desembolsado”153; al año quedó solventada la deuda. 1871. Con el Obispo de la Diócesis, don Mariano Diego Alguacil
151
Summ., doc. 210, pp. 472-473, E. NEBREDA, o. c., 74.; Cf. Summ., doc. 159, pp. 318-319, Dos relaciones de la Madre Sacramento Miguel y Mansilla, 1917. 152 Se citan expresamente los nombres de dos señoras: la Presidenta de las Conferencias de San Vicente de Paúl, María Rosa Vallarino y Ortíz de Zárate, que “se alegró mucho de tomar parte en la instalación de la nueva Comunidad y les habló también de una amiga suya, alma activa y abrasada en el amor de Dios y del prójimo, la Sra. Camila Echevarría”. Summ., doc. 160, p. 320. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. 153 Summ., doc. 217, p. 569. N. LÓPEZ MARTÍNEZ, Amor y Sacrificio. Santa María Josefa del Corazón de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 48.
Una vez terminados los Ejercicios Espirituales y acomodadas ya en el piso de la calle de la Esperanza, les indicó don Mariano el siguiente paso a seguir: la necesidad de presentarse al Obispo de la Diócesis para rendirle cuenta de sus intentos y de la fundación que traían entre manos. Lo era entonces don Mariano Diego Alguacil, primer Obispo de la recién constituida diócesis de Vitoria, separada después del Concordato de la de Calahorra, a la que habían pertenecido por siglos las provincias vascongadas. Escribe a propósito madre Sacramento, testigo de la entrevista con el Prelado: “Por indicación de don Mariano Ibargüengoitia, nuestra Madre [María Josefa Sancho] y la que suscribe fuimos a presentarnos al Prelado, a darle cuenta de todo y pedirle su autorización para empezar la asistencia a los enfermos, la que nos dio enseguida; pero nos dijo que quedábamos de prueba algún tiempo, y añadió que fuéramos redactando las Reglas y que para darnos su aprobación necesitábamos ser cinco Hermanas”154. El señor Obispo de Vitoria escribía a don Mariano de Ibargüengoitia el 18 de agosto de 1871, en estos términos: “Mi querido señor Cura: Acojo con entusiasmo el pensamiento de Fundación de religiosas españolas, que por Instituto se dedican a la asistencia de enfermos, ya en casa, ya en hospitales, y estoy conforme con las Constituciones provisionales que han de regirlas por ahora; mas para llenar las formalidades canónicas es necesario que las recurrentes acompañen un atestado del Diocesano de donde proceden, en el que se acrediten las buenas cualidades de las mismas y las causas de su separación del Instituto en que profesaron [Siervas de María]. Entretanto, supuesta la simpatía con que las distingue ese vecindario y que cuentan con casa y medios de subsistencia, pueden ir prestando sus buenos servicios y recomendándose cada día más por los méritos de su caridad. Queda de usted afmo. Capellán que le bendice, el Obispo”155. Les urgía comenzar el servicio a los enfermos y la ocasión se presentó inmediatamente, como lo describe la madre Sacramento: “Al volver a Bilbao desde Vitoria, comenzamos a practicar la misión; yo aquella misma noche fui a la asistencia”. Fue la primera Sierva de Jesús en visitar al Señor “en una señora que tenía viruela”, primer eslabón de una cadena de caridad que perdura en el tiempo156. Cambiaron de casa en junio de 1872, a la calle de la Ronda nº 23, que era más amplia, permitiéndoles tener un oratorio a la vez que recibían, con la autorización del Obispo, a las primeras aspirantes que deseaban compartir su vida. Aumentaban también las peticiones de asistencias para los enfermos pues su fama se iba difundiendo rápidamente entre el vecindario. 1874. Durante el Sitio de la Villa
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Summ., doc. 210, pp. 473-474. E. NEBREDA, o. c., 77. Summ., doc. 210, p. 474. E. NEBREDA, o. c., 77. 156 Cf. Summ., doc. 217, p. 570. N. LÓPEZ MARTÍNEZ, Amor y Sacrificio. Santa María Josefa del Corazón de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 50. 155
Pero, cuando parecía que todo acompañaba el nacer del nuevo Instituto, una vez más la guerra y el sitio de la Villa cambiaron el curso de los acontecimientos, poniendo a prueba el temple de las jóvenes religiosas. Las tropas carlistas iniciaron el asedio en diciembre de 1873 y desde el 21 de febrero de 1874 el bloqueo fue total, cerrando el abra de la ría y tomaron posiciones en los montes circundantes que dominaban la Villa, hasta el 2 de mayo del mismo año, en el que la entrada del General Concha puso fin al asedio. En la Villa no sólo pasaban hambre, sino que los bombardeos eran continuos sobre la población. María Josefa, por razones de prudencia, envió a sus casas a las postulantes. Una de ellas perdió la vida, alcanzada por una bomba, cuando regresaba a su familia, en el pueblo de Elorrio, después de haber visitado a las hermanas. La madre Soledad hace este relato: “¡El bombardeo horrorizaba! ¡No reinaba por todas partes más que gran pánico! Hubo días que echaban las bombas cada cuarto de hora ¡Creíamos que era el fin de todos. Y sin embargo, nosotras cumplíamos nuestra misión de salir a cuidar a los enfermos”157. La zona de la Ronda, al alcance de la artillería carlista era tan peligrosa que tuvieron que abandonar la casa, que ya había sido alcanzada por las bombas, refugiándose en el convento de la Concepción, lugar que don Mariano les había buscado al abrigo de los proyectiles. Pero estaba tan lleno que sólo les pudieron ofrecer una habitación, que describe la madre Soledad Galarraga : “Nos metimos en una pobrísima habitación casi desamueblada. No había ni una sola cama; así que, cuando volvíamos de cuidar enfermos, después de haber pasado la noche en vela, no teníamos dónde recostarnos para dar al cuerpo un poco de descanso, viéndonos precisadas a echarnos en el suelo con un poco de mullido que en él colocábamos. Nuestra comida se reducía a legumbre, que nos habían dado unas buenas almas cuando se ausentaron de Bilbao; ésta condimentábamos con algo de grasa unas veces, y otras muchas sin ella. El pan no lo veíamos: comíamos galleta durísima de la que llevaban en los barcos, y ésta porque la proporcionó don Mariano de Ibargüengoitia del convento de la Cruz, porque estas Religiosas también se habían ido”158. A las penalidades de la guerra y la escasez extrema del asedio se sumó la epidemia de viruela. El miedo al contagio contribuía a que no pocos enfermos quedaran abandonados, como lo relata sor Teresa Pascual: “Fue al empezar la guerra cuando se desarrolló en Bilbao la epidemia de que tantos murieron, y los que curaron quedaron marcados. Pues en estos casos y otros semejantes, aquella Madre, que era todo corazón y no podía oír las penas ajenas sin remediarlas, y aquellas hermanas tan amantes del sacrificio se multiplicaban haciendo todas las asistencias dobles y apenas si llegaban a descansar un rato, puramente lo necesario para no enfermar”.
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Summ., doc. 213, p. 551. A. FERNÁNDEZ POMBO, Vida y obra de la Beata María Josefa del Corazón de Jesús, Mensajero, Bilbao 1992, 70. 158 Summ., doc. 217, pp. 572-573. N. LÓPEZ MARTÍNEZ, Amor y Sacrificio. Santa María Josefa del Corazón de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 62-63.
En medio de aquel angustioso caos, en el que confluían toda suerte de calamidades externas, madre Mª Josefa experimentó, además, los embates de la tormenta interior. Era de natural sensible e impresionable; tenía que superar su propensión al temor -tan lógico en aquellas circunstancias-, solo de una manera: apoyándose en el Señor; “pues, atendiendo su temperamento -escribe madre Galarraga- y al temor que de ella se apoderaba, no se explica de otro modo cómo no lo dejó todo y se retiró; pues, como nos decía varias veces, „estoy tentada de abandonarlo, pero tengo que estar alerta a prestar oídos a la voz de la divina gracia, que me dice con frecuencia: Sigue adelante”. La presencia de don Mariano ayudó a serenar el espíritu de la Fundadora. También él había buscado refugio en la Concepción, después de resultar herido por una bomba que perforó la bóveda de la basílica de Santiago, mientras celebraba la Misa. La retirada de los sitiadores, el dos de mayo de 1874, puso fecha a la vuelta a casa, en el piso de la calle de la Ronda. Volvían a la vida normal, si es que se puede hablar de normalidad tras los desastres de la guerra, que continuaba bien cerca, en el Duranguesado. Además, el triunfo de las fuerzas liberales instalaba un preocupante anticlericalismo en el gobierno de la Villa, al que pronto verían la cara en la persecución y destierro que sufrió don Mariano. 1874. Aprobación diocesana del Instituto La temporada que tuvieron que pasar en aquel cuarto de la Concepción contribuyó a poner en evidencia el temple heroico de aquellas mujeres extraordinarias, volcadas en el servicio a los demás sin regatear esfuerzos ni rehuir peligros. No sólo don Mariano, sino también otros sacerdotes bilbaínos refugiados en el mismo convento, pudieron comprobar de cerca la madurez religiosa de madre Mª Josefa y de sus compañeras, de cuya virtud se hacían lenguas tantos y tantos, favorecidos por su inagotable caridad. Habían superado brillantemente la etapa de “prueba”, iniciada en agosto de 1871, según prudente decisión del Obispo de Vitoria, don Diego Mariano Alguacil, que con fecha de 9 de junio de 1874 firma el decreto de aprobación diocesana del Instituto: “Por cuanto las jóvenes doña María Josefa Sancho, doña Florencia Miguel, doña Juana Bautista Dávila, doña Joaquina Galarraga y doña Francisca de Eguren, personas religiosas y de buena vida y costumbres nos han hecho presentes sus piadosos deseos de dedicarse al servicio de Dios nuestro Señor asistiendo a los enfermos en las casas particulares, para cuyo ejercicio de caridad sienten especial vocación, por lo que solicitan de Nos les concedamos y aprobemos la Congregación religiosa que con el expresado objeto han formado; y resultando de los informes que nos han dado los cuatro Curas de la villa de Bilbao que, en el mucho tiempo que dichas jóvenes vienen dedicadas a ese religioso ejercicio, se han conducido con los enfermos con la mayor solicitud tanto en la asistencia corporal como en la espiritual; así como que ha de producir un grande bien, no sólo a la religión sino también a la sociedad, al establecimiento o institución de tal Congregación; como se puede inferir de los servicios que tienen prestados, según también nos lo informan varias otras personas de todas las clases de la dicha villa de Bilbao, que desean aprobemos la Congregación; Nos, dando gracias al Señor por que en una población de nuestra Diócesis se hallen personas que se inspiren en tan cristianos y caritativos sentimientos, que alabamos, y queriendo que se pongan en práctica de un modo
permanente y ordenado; para mayor gloria de Dios, bien espiritual y temporal de nuestros diocesanos, por el presente en uso de nuestra autoridad ordinaria venimos en APROBAR y APROBAMOS en forma canónica la Congregación que bajo la dirección del presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia, Cura de Santiago de la repetida Villa, se ha formado en la misma, y que se ha de titular „CONGREGACION DE SIERVAS DE JESUS‟. Y para que se rijan y gobiernen venimos a aprobar las Constituciones adjuntas que ha escrito y nos ha presentado el reverendo presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia, Director Interino de la Congregación, y a quien encargamos continúe en la misma dirección. Y mandamos al Director y jóvenes congregantes que se observen en todas sus partes las expresadas Constituciones, sin hacer variación alguna, por pequeña que parezca, sin nuestra licencia y aprobación, que habremos de conceder previos los informes que tengamos a bien tomar, y lo que la experiencia aconseje; para lo que declaramos a la Congregación sujeta a nuestra pastoral visita. Otorgamos nuestra licencia para que se puedan imprimir las Constituciones variando el título a la Congregación como decíamos arriba159 y expresando en el lugar correspondiente que el rezo de las congregantes es el Oficio Parvo de la Beatísima Virgen María”160. Pero antes de firmar el decreto, el Obispo quiere hablar personalmente con María Josefa que, acompañada por sor Sacramento, se puso en camino hacia la capital de la diócesis. Hacen el viaje a pie -alrededor de 65 kilómetros, por los montes- y, quitándose el hábito, se visten de sencillas aldeanas para pasar desapercibidas por las veredas del Duranguesado, “entre el estruendo de balas y cañones”. En Vitoria se hospedaron en casa de la familia Somoza, como recordará sor Sacramento. Durante la entrevista con el Prelado, éste les dirigió los mejores elogios: “Tengo noticias fidedignas de ustedes, veo con placer su magnanimidad en estos tiempos tan calamitosos; todos están contentísimos con su asistencia y modo de comportarse; por su valor perseverante he comprendido que Dios las quiere para levantar un nuevo Instituto sobre el cual ha de derramar sus bendiciones por la correspondencia a la divina gracia y heroísmo de la que se ha expuesto a tantos peligros por su celo a darle gloria. Desde hoy, dan comienzo a su noviciado, y se llamarán Siervas de Jesús; hasta ahora no han sido más que unas señoras reunidas, pero ya pueden llamarse religiosas y, cuando pase el año, pueden hacer sus votos”161. Cuando se supo en Bilbao la ansiada noticia de la aprobación diocesana, don Mariano, según cuenta madre Soledad Galarraga, “ordenó que al día siguiente cantáramos el Te Deum laudamus, como así se hizo, llenas de júbilo y ternura”.
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A propósito del cambio de nombre, escribe madre Sacramento: “Queríamos que el título nuestro fuera Hijas de Jesús pero el señor Obispo nos dijo que ya había otro con ese nombre, y que no convenía, y que nos llamaríamos Siervas de Jesús, y así nos llamamos en la actualidad”. E. NEBREDA, o. c., 104. 160 Summ., doc. 69, pp. 164-165. Aprobación de la Congregación de las Siervas de Jesús por el Sr. Obispo de Vitoria, 9 de junio de 1874. También está la firma del Secretario: Don Juan Tornero. 161 Summ., doc. 218, p. 594. M. I. ELGUEA ISASI, Era más que un sueño. Fundadora de las Siervas de Jesús de la Caridad, Monte Carmelo, Burgos 2003, 73.
1875. Destierro de don Mariano. Primeros votos y elección de Superiora. Apenas habían transcurrido un par de meses -24 de julio de 1874-, cuando madre Mª Josefa se vio privada del apoyo y la dirección de don Mariano. Les resultaba incómodo para los liberales vencedores, que lo detuvieron y desterraron. No pudo volver a Bilbao hasta marzo de 1876. Como el mismo escribiría, se vio privado “por espacio de veinte meses de dirigir el Noviciado, en los momentos en que mas reclamaba mi presencia y sin poderlo casi suplir por escrito en aquellas circunstancias”. “Esto -nos dice la cronista- para la pobre Madre Corazón de Jesús fue una prueba grandísima”. Lo que hizo, en más de una ocasión, fue vestirse de nuevo de aldeana y, siempre con sor Sacramento, acudir a entrevistarse con el desterrado. Sigue don Mariano en comunicación con el Obispo, desde Placencia de las Armas, lugar en el que trascurrió parte de su destierro. Le escribe con fecha 3 de marzo de 1875 para tratar sobre temas de la Congregación de la que es Director: pide que la comunidad tenga oratorio y la aprobación del Ceremonial para actos de toma de hábito y profesión: “Excmo. Señor: Mariano José de Ibargüengoitia, Director de la Congregación de las Siervas de Jesús con el debido respeto expone: que establecida dicha Congregación canónicamente en la villa de Bilbao, es consiguiente tenga su oratorio para los ejercicios espirituales de la Comunidad, y recepción de los santos Sacramentos […] Igualmente es consiguiente tenga la Congregación su Ceremonial especial para los actos de toma de hábito y profesión. Por lo tanto, SUPLICA a V. E. I. se digne conceder a la Congregación de Siervas de Jesús la facultad de oratorio en el que con la debida decencia pueda también conservarse el Santísimo Sacramento y recibir los santos Sacramentos consintiendo a persona de su confianza la de bendecirlo. Otrosí se digne y permitir la impresión del Ceremonial de toma de hábito y profesión que al efecto se acompaña”162. Duras caminatas atravesando montes y demasiado riesgo corrían las religiosas para poder recibir, de vez en cuando, orientación segura de don Mariano en aquellos momentos decisivos. Esto hizo que él, con la autorización del Obispo, delegara las funciones de dirección en el sacerdote don Pedro Lorenzo Castañares, párroco de San Antón y Arcipreste interino de Bilbao. Será él quien el 21 de junio de 1875 reciba en el oratorio de la Casa Matriz los primeros votos de pobreza, castidad y obediencia de las novicias sor Corazón de Jesús, sor Santísimo Sacramento, sor María de la Concepción, sor María de la Soledad y sor María de las Mercedes, primeras Siervas de Jesús. 163 Pocos fueron los testigos del momento solemne, además de don Pedro Lorenzo, se menciona en los documentos al abogado don Vicente Martínez, guía providencial de los primeros pasos de madre Mª Josefa y sus hermanas en Bilbao, y al monaguillo, el niño de
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Summ., doc. 185, p. 444-445. Carta de don Mariano José de Ibargüengoitia al Sr. Obispo de Vitoria, 3 de marzo de 1875. 163 Summ., doc. 70, p. 165. Acta de Profesión de las primeras Siervas de Jesús por delegación del Siervo de Dios, don Mariano de Ibargüengoitia, 21 de junio de 1875.
10 años, Remigio Vilariño Ugarte164, protegido de la Madre Fundadora y que con el tiempo ingresará en la Compañía de Jesús. Don Pedro Lorenzo firmaba a renglón seguido un acta más: “En el mismo local y día del acta que antecede, acto continuo de la profesión religiosa de las cinco Hermanas Siervas de Jesús, procedieron éstas, en la forma debida, bajo mi presidencia, a la elección de Superiora y, leídos sus votos, resultó elegida la hermana sor Mª Josefa del Corazón de Jesús. En seguida propuso ésta a la hermana sor Santísimo Sacramento para el cargo de Ecónoma, cuyo nombramiento mereció la aprobación de la Comunidad, quedando las dos elegidas en designar a las que habían de desempeñar los demás oficios que prescriben las Constituciones de la Congregación”165. Y la tercera exigencia fue la erección canónica del Noviciado, iniciándose con ello la fase de incorporación de nuevas vocaciones al Instituto. Don Mariano vivía cada paso de las Siervas en la lejanía y soledad del destierro, pero en la unidad y cercanía de la oración. 1876. Regreso de don Mariano del exilio Nueve meses después, en marzo de 1876, volvía don Mariano José a su querido Bilbao, reanudando, aún con mayor empeño, si cabe, las obras de celo en que desplegaba su actividad. Las enumera sor Ángeles Muguerza, que conoció al “dignísimo Párroco de Santiago” antes de ingresar en el Instituto de las Siervas de Jesús: “Las obras de celo, a las que de lleno se dedicaba, visitando los presos, los pobres y familias vergonzantes, dirección de varias comunidades y otros muchos trabajos que llevaba sobre él, no eran parte para dispensarse de sus obligaciones parroquiales. Era el primero que se ponía en el confesionario, al apuntar el alba en el verano, y en invierno mucho antes. Los días de fiesta, por las tardes, solía, rodeado de niños, pasar gran parte explicándoles el catecismo y por el estilo era todo lo que a él le afectaba”. 166 Y pudo comprobar don Mariano que el naciente Instituto de las Siervas presentaba un excelente aspecto: La observancia se había mantenido e incluso incrementado; las vocaciones aumentaban: a fines de 1876 eran ya diez y seis las jóvenes entre postulantes y 164
Religioso de la Compañía de Jesús, nació en Guernica (Vizcaya) el día 1º de octubre de 1865. Pasó sus primeros años en Guernica, Miranda y Bilbao. Cursó en el Instituto de Bilbao dos años, después de los cuales pasó al Seminario de Valladolid, donde estudió un año de gramática, terminado el cual, el 14 de agosto, ingresó en la Compañía de Jesús. En ella se ordenó sacerdote y terminado el año reglamentario de las probaciones, fue nombrado director de la conocida revista “El Mensajero del Corazón de Jesús”, de Bilbao. En ella adquirió Vilariño su fama de fecundo, ameno y sólido escritor. Falleció el 16 de abril de 1939. 165 Summ., doc. 71, p. 165. Elección de santa María Josefa como primera Superiora del Isntituto, 21 de junio de 1875; cf. Summ., doc. 217, p. 577. La elegida, madre Corazón de Jesús se resistió, pero fue en vano, como lo explica la madre Soledad: “Ella [madre Corazón de Jesús] era la que Dios había elegido para base fundamental, creíamos firmemente que a ella sola se le comunicaría con más fruición; así que cuantas veces insistió en ello, que fueron muchas, otras tantas contestamos que no accederíamos a su deseo” 166 Summ., doc. 158, p. 317. Relación de Sor Ángeles Muguerza (1854-1918), religiosa Sierva de Jesús, sobre don Mariano José de Ibargüengoitia, año 1917.
novicias; el ministerio de la asistencia a los enfermos recogía frutos impresionantes de conversiones y santas muertes; y luego, una nueva fundación: el Hospital de Castro Urdiales. El destierro se difuminaba en la conciencia de don Mariano a la vista de aquellos resultados. Algunos párrafos de su Testamento Espiritual recuerdan estos momentos, animando siempre a las religiosas a la observancia: “ […] Precisamente cuando vuestra obra recibió la sanción, se hallaba España en una guerra que me arrancó del pueblo a los dos meses de haber comenzado su noviciado las hermanas Fundadoras, privándome por espacio de veinte meses de dirigir el Noviciado en los momentos en que más reclamaba mi presencia, sin poderlo casi suplir por escrito en aquellas circunstancias. Pasaron aquellos días y desde marzo de 1876, gracias a la Divina Misericordia he podido ver por mí mismo si en la Casa Madre y Noviciado, se practicaban exactamente las Constituciones que os di, y que mejoradas más tarde por la Sagrada Congregación, han venido a dar lustre a esta obra que ha merecido la alabanza de Nuestro Santo Padre León XIII. Tengo la satisfacción de ver que tanto las profesas como las novicias observan la regla y las Constituciones […] Os lego mi deseo de veros a todas unidas, en un mismo corazón con vuestra cabeza la Madre General, como miembros que sois todas de este cuerpo moral que ha de recibir la influencia de la cabeza, os lego mi deseo de que jamás Sierva alguna de Jesús ambicione puestos elevados […]”167. 1877-1878. De la Ronda a la Naja. La “Casa Madre” Y se vuelve a plantear el problema del cambio de vivienda. El piso de la calle de la Ronda resultaba insuficiente para la creciente comunidad y de nuevo don Mariano y don Vicente Martínez inician la búsqueda del alojamiento. Se fijan en una casa que parecía reunir las condiciones necesarias y hablan con su propietaria, la anciana señora doña Teresa de Abarrategui, pidiendo que alquile a las religiosas el segundo piso, que ella no ocupaba. A doña Teresa no le eran desconocidas las Siervas, ya había oído hablar de ellas con grandes elogios; pidió un tiempo para pensar en la propuesta y quizá lo consultó con su confesor, don Leonardo Zabala, que era también bienhechor de las Siervas. Es madre Soledad quien ha trasmitido las palabras de doña Teresa en la segunda entrevista que tuvo con don Mariano y don Vicente: “Veo los ha enviado el Señor a ustedes a mi casa como embajadores, para comunicarme mi tránsito a la otra vida, que creo será no tardando. El Señor habla a mi corazón y yo deseo escucharle, y optar por lo que Él mismo me comunica, pues tal vez dependa de esto mi salvación eterna. Como mi fin está cercano, he pensado que las buenas religiosas vengan a habitar mi segundo piso. Yo estaré rodeada de esos ángeles en la tierra y con su ayuda conseguiré el cielo, mas para esto deseo
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Summ., doc. 206, p. 466. Testamento espiritual del Siervo de Dios, dirigido a las Siervas de Jesús, Bilbao, 1 de marzo de 1883.
hacerles donación, por medio de escritura, de esta casa en que vivo, con todo el terreno que la rodea. De este modo tendré quien ruegue por mí”168. Todo este período de búsqueda de vivienda nueva, gestiones con doña Teresa, otorgamiento de la Escritura pública, discurrió a lo largo del año 1877. Externamente todo se presentó como alquiler, así lo pidió la bienhechora; la donación quedaba en el secreto de los interlocutores y del Notario. Se procedió al traslado en los primeros meses de 1878. Pasó la Comunidad de la casa de la Ronda a la calle de la Naja, que será para las Siervas la “Casa Madre”, su asentamiento definitivo, sobre el cual realizarían más tarde notables ampliaciones y que sufrirá también los efectos de los planes municipales de ensanche justificado de la población. En su nuevo domicilio las monjas ocuparon los dos pisos altos y la buhardilla. Doña Teresa, con sus dos sirvientas, seguía en el primer piso. Podían las religiosas disfrutar, además, de la huerta que rodeaba la casa, terreno amplio, rico en frutas y hortalizas y con agua propia en abundancia. Colindaba la finca con la calle de San Francisco. Doña Teresa se aficionó sobremanera a Madre Corazón de Jesús y ésta supo corresponder a la generosidad de la dueña y futura donante. La Superiora de las Siervas de Jesús se convirtió en paño de lágrimas de doña Teresa, quien se confiaba a ella por entero. A los dos años del traslado de la comunidad, fallecía doña Teresa asistida personalmente por Madre Corazón, que la cuidó como una hija. Se habían cumplido las previsiones de aquélla. 1880. Primeras Fundaciones. “Decretum laudis” Habían pasado seis años desde el 9 de junio de 1874, fecha de la aprobación diocesana del Instituto. Empezó también su expansión con las primeras Fundaciones: Castro Urdiales (noviembre 1875), Valladolid (octubre 1878), Burgos (julio de 1879), Vitoria (julio de 1880) y León (octubre de 1880). Don Mariano, como Director del Instituto, solicita del Obispo los permisos para las Fundaciones que inician la expansión de las Siervas por toda la geografía; como ejemplo, la de Valladolid y Burgos: “Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo Señor de toda mi consideración y respeto: Anoche llegaron las dos Siervas de Jesús que según decía a V. E. I. en mi última fueron a Valladolid, a tratar de fundar. El Sr. Arzobispo a quien exhibieron su aprobación y reglas, las recibió muy bien, les dio mil reales y se propuso ponerse a la cabeza de la suscripción mensual para sostenerlas. El Municipio también se comprometió a pagarles la casa, y todo presagia feliz éxito. Por lo tanto, la Madre Superiora me ha encargado pedir a V. E. Y. la obediencia para pasar inmediatamente a hacer la fundación en aquella ciudad y en lo de Superiora la madre Santísimo Sacramento, que lo ha sido del Hospital de Castro, con otras cuatro hermanas” 169. 168
Summ., doc. 212, p. 533. J. L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Servir al Señor en el enfermo. Biografía de la Beata María Josefa del Corazón de Jesús, Mensajero, Bilbao 1992, 83. 169 Summ., doc. 186, p. 445. Carta de don Mariano de Ibargüengoitia al Obispo de Vitoria, 17 de octubre de 1878. En la misma carta da respuesta positiva el Sr. Obispo: “Damos nuestra licencia y bendición a las Siervas de Jesús que intentan pasar a la diócesis de Valladolid para fundar una casa de su Instituto”, Summ., doc. 186, p. 446, 19 de octubre de 1878.
“Excmo. e Ilmo Sr. Obispo de Vitoria = Excmo. e Ilmo. Sr. Mariano J. de Ibargüengoitia, Cura Ecónomo de la Sacrosanta Basílica Matriz de Santiago, Misionero Apostólico y Director Delegado de la Congregación de Siervas de Jesús, con el debido respeto expone: Que el Señor Gobernador Civil de la Provincia de Burgos ha solicitado que pasen algunas Hermanas de dicha Congregación a hacer una fundación en su capital, y de acuerdo con el Sr. Alcalde Presidente de la misma que les ofrece habitación costeada por el municipio, han tratado el asunto con el M. R. Sr. Arzobispo de aquella Diócesis, el cual, para aprobar oficialmente en su territorio la Congregación, ha pedido al exponente se le presente copia visada por V. E. Y. de la aprobación primordial. Para satisfacer, pues, los justos deseos de todos, Suplica a V. E. Y. se digne primeramente autorizar a la madre Superiora General, para hacer fundación de tres hermanas en la ciudad de Burgos, y además visar la adjunta copia de la aprobación dada a la Congregación de Siervas de Jesús e igualmente sus Constituciones, que van por separado”170. El 15 de enero de 1880 se hizo la súplica que el derecho canónico exige, para recabar la aprobación pontificia provisional. Los Obispos de las respectivas diócesis -trece en total- dieron, con nota marcadamente positiva y con plena unanimidad, los informes previos para la decisión de la Santa Sede. Unos meses después, el 31 de agosto de 1880, daba el Decretum laudis171, por mano del prefecto, Cardenal Ferrien y del Secretario de la entonces mixta Congregación de Obispos y Regulares. Era la primera fase, necesaria y prometedora, del reconocimiento oficial del Instituto por parte de la suprema autoridad de la Iglesia; bajo el pontificado de León XIII. La Congregación, la madre Fundadora, sus Hijas, todos los amigos y, en particular, el Director: don Mariano de Ibargüengoitia, vieron colmadas sus esperanzas y compensados todos sus sacrificios.172 1885. Epidemia del cólera en Bilbao En 1885 la epidemia del cólera asola España. Las Siervas de Jesús, desde las nuevas fundaciones de Miranda de Ebro, Logroño, Murcia, Burgos o Castellón, acudían a prestar sus servicios de caridad, aún a costa de arriesgar la propia vida. Al declararse en Bilbao y sus alrededores, madre María Josefa reunió a la comunidad y, según relata sor Teresa Pascual Amor, “llena de aquella unción y gracia con que siempre nos hablaba, nos preguntó si estábamos dispuestas a ir adonde la obediencia
170
Summ., doc. 186, pp. 446. Instancia del Director de las Siervas de Jesús, Sr. Ibargüengoitia al Sr. Obispo de la diócesis de Vitoria, 5 de diciembre de 1878. El decreto de aprobación del Obispo está al margen de la precedente instancia. Summ., doc. 187, p. 446-447, 9 de diciembre de 1878. 171 Summ., doc. 72, pp. 166. “Decretum Laudis” expedido por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, Roma, 31 de agosto de 1880. Con la misma fecha, en Summ., doc. 73 y 74, pp. 166-169, están la Respuesta de la Santa Sede al Obispo de Vitoria y las Animadversiones hechas a las Constituciones. 172 Cf. Summ., doc. 212, p. 535. J. L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Servir al Señor en el enfermo. Biografía de la Beata María Josefa del Corazón de Jesús, Mensajero, Bilbao 1992, 118.
nos mandara para asistir a los atacados del cólera. Todas, como es natural, dijimos que sí y dispuestas a morir, si era la voluntad de Dios” 173. Ante la respuesta recibida se fueron organizando las expediciones de socorro, a medida que se presentaban las solicitudes de las autoridades o apremiaban las necesidades de los pueblos. La primera fue a Orduña, concretamente a Londoño y Belandia, donde fueron dos hermanas a atender a los contagiados, acompañadas por la madre Fundadora. De vuelta a Bilbao, madre María Josefa tuvo que salir inmediatamente en el tren hacia Miranda de Ebro, a tiempo de dar el último abrazo a sor Providencia, Superiora de la comunidad, que a sus veintisiete años moría contagiada por el enfermo al que había atendido hasta su última hora. Salió desde Bilbao una segunda expedición con otras dos religiosas. Esta vez el destino era El Desierto, en plena zona de los Altos Hornos. Al partir, madre María Josefa les aconsejó de la siguiente forma, claro reflejo de la formación espiritual que recibían las religiosas “de la escuela de don Mariano”. Las palabras las recoge una de las enviadas, sor Teresa Pascual -la otra fue sor Luz López-: “Vayan a [la parroquia de] Santiago a confesarse con el padre Mariano, pidan una bendición especial, y hagan confesión general, como si fuese la última de su vida. Sean muy generosas con Dios y, si el Señor pide el sacrificio de su vida, ofrézcansela con alegría, lo mismo las privaciones y trabajos que han de pasar. No pierdan nunca la presencia de Dios. Yo desde aquí no las olvidaré; mi espíritu volará a menudo al pie del Sagrario, para pedir al Señor no se les muera ninguno sin recibir los santos Sacramentos”174. Las dos hermanas salieron de casa, pasaron por la Basílica de Santiago y se confesaron con don Mariano. Recibieron la bendición de su Director, quien también les dio el consejo: “Hagan cuanto les ha dicho la Madre y Dios las ayudará, puesto que por Él lo han de hacer todo”175. La misma sor María Teresa Pascual, confiesa en la relación que hace de los hechos: “Yo en el mundo era persona tímida, aprensiva y cobarde en las enfermedades. Y hoy me encuentro en el tranvía de El Desierto para asistir a los enfermos de una epidemia, y no sé lo que es el miedo”. En una de las paradas del trayecto, Olaveaga, entró en el tranvía un señor. La conversación ha quedado registrada por la misma religiosa: “- Pero hermanas, ¿a dónde van ustedes? - A El Desierto. - Pero, ¿saben ustedes que hay cólera en El Desierto? - Ya lo creo que lo sabemos. Y precisamente a eso vamos, a cuidar a los enfermos. - Jamás yo lo creería, si no lo viera; ir unas jóvenes con esa serenidad, como si fueran a bodas”176.
173
Summ., doc. 217, pp. 479-480. N. LÓPEZ MARTÍNEZ, Amor y Sacrificio. Santa María Josefa del Corazón de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 169. 174 Summ., doc. 212, p. 537. J. L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Servir al Señor en el enfermo. Biografía de la Beata María Josefa del Corazón de Jesús, Mensajero, Bilbao 1992, 120. Todos los datos los aporta Sor Teresa Pascual Amor. 175 Summ., doc. 212, p. 537. 176 Ibid., 537.
Dos días después, madre María Josefa tuvo que enviar el refuerzo de otras dos hermanas porque la epidemia iba en aumento. Los efectos eran de espanto, “había un pánico horrible, hombres, todos obreros de Altos Hornos, que al verlos cabizbajos, íbamos y le decíamos: - Pero hombre ¿Qué hace usted así? - Hermana, se me ha muerto la mujer y dos o tres hijos”. Las cuatro jóvenes religiosas se albergaron en el colegio de las Hijas de la Cruz. Las religiosas no paraban atendiendo a los cuerpos enfermos y a las almas, también necesitadas de ayuda. “Todos, no hubo uno siquiera, qué, al hablarle de confesar, se resistiera”. Sigue el relato de sor Teresa Pascual: “Ahí era donde se veían los milagros que Dios obraba en las almas, que ninguno murió sin reconciliarse con Dios Nuestro Señor; y es que nuestra Madre, desde casa, hacías más que nosotras en las mismas asistencias, pues ella negociaba con Dios”. Otras dos expediciones salieron de la casa de la Naja aquel aciago año: una a Portugalete y otra a Sestao, con tres hermanas en cada equipo. En Sestao los efectos del cólera adquirieron volúmenes de tragedia colectiva. Día hubo en que los sepultureros se negaron a recoger cadáveres, no tenían ni medios, ni tiempo para ello. En una familia la muerte segó la vida de la madre y de tres de sus pequeños en una misma noche. Todas las Siervas de Jesús permanecieron firmes en sus puestos de vanguardia hasta que la epidemia cesó. Y tuvieron que atender también al doloroso residuo de la epidemia: los numerosos niños que quedaban sin familia. A pesar del riesgo que continuamente corrían sólo una de las religiosas fue atacada por el contagio, pero se advirtió pronto la presencia de la enfermedad y pudo curarse. 1886. Aprobación pontificia de la Congregación De 1880 a 1885 continuó el proceso fundacional con paso constante: Gijón (julio de 1882), Triano (septiembre 1882), Oviedo (enero 1883), Logroño (septiembre 1884), Carranza (mayo 1885), Miranda de Ebro (agosto 1885) y Villaviciosa (octubre 1885) 177. El aumento de vocaciones era también continuo, crecía en paralelo. Don Mariano creyó llegado el momento de solicitar de la Santa Sede la aprobación definitiva del Instituto Se dieron de nuevo los pasos establecidos por el Derecho canónico. La solicitud, pidiendo la aprobación definitiva, tiene fecha de 20 de enero de 1885178. Roma recabó y recibió, por segunda vez, los informes de los Obispos residenciales, en cuyas sedes tenían las Siervas de Jesús casa abierta. También ahora la respuesta fue positiva y unánime. Y el 13 de enero de 1886 se firmó el decreto de la aprobación definitiva, con lo que el Instituto quedaba reconocido, a todos los efectos, en su forma plena 179. La recepción del documento por madre María Josefa en la Casa Madre y la comunicación del contenido del mismo a la comunidad por don Mariano ha sido una de las 177
Continuando con la lista de Fundaciones que se realizaron en vida de don Mariano, hasta enero de 1888: Tolosa (julio 1886), Alicante (octubre 1886), Murcia (noviembre 1886), Avilés (abril 1887), Irún (julio 1887) y Castellón de la Plana (noviembre 1887). 178 Cf. Positio Super Virtutibus ex Officio Concinnata “Mariae a Corde Jesu”, Fundatricis Congregationis Sororum Servarum Jesu (1842-1912), Sacra Congregatio Pro Causis Sanctorum, Officium Historicum 102, 250-252. 179 Summ., doc. 75, p. 170-171. “Decretum” de Aprobación del Instituto expedido por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, Roma, 13 de enero de 1886.
páginas que más claramente reflejan la relación que existía entre ella y el Director del Instituto. El relato es de Gutiérrez García, biógrafo de la Madre Fundadora: La carta de Roma llegó a la Casa Madre a principios de la última decena de enero. Iba dirigida nominativamente a Madre Corazón. Abrió ésta el sobre. Leyó la carta y cayó de rodillas ante su crucifijo. Estaba sola en su celda. El rostro se le encendió y el alma se le llenó de una oleada, lenta y avasalladora, de agradecimiento, que no podía expresar ni con palabras interiores, ni con términos exteriores. Guardó el documento y continuó como si nada hubiera ocurrido, con las ocupaciones ordinarias de cada día. Pasaron dos días en este religioso silencio. Al tercero vino a confesar a la comunidad don Mariano, que seguía siendo el Director espiritual y mentor canónico del Instituto. Salió madre María Josefa a recibirlo y con su acostumbrada sencillez de dijo, al mismo tiempo que le hacía entrega del documento: -Padre, esto se ha recibido de Roma. Don Mariano, que también estaba aguardando la respuesta romana, leyó el Decreto, quedó callado y, con cierto tono, inquisitivo y sorprendido al mismo tiempo, preguntó: -¿Cuándo ha recibido usted esto? -Hace tres días. -Y, ¿cómo no avisó? -Porque temía distraerle de sus muchas ocupaciones. -Pero, ¿lo sabe ya la Comunidad? -No, Padre, no. Me pareció que yo no era digna de comunicárselo, que eso le pertenece a usted. Don Mariano quedó sin habla. Vacilaba entre cierto amago contenido de reprensión y un poderoso impulso de admiración. Venció este último. Comprendió el sacrificio que madre Corazón de Jesús había hecho y la ocasión que ésta, en su humildad, le brindaba a él de dar la gran noticia a las monjas. Era una especie de reconocimiento a cuanto don Mariano había hecho a favor de la Congregación y también la contraprestación a la confianza que había depositado, desde el primer día, en los propósitos de aquellas tres jóvenes que a él acudieron, al venir de Madrid, en el verano de 1871. La virtud heroica tiene la extraña debilidad maravillosa de ser heroica también en los gestos de agradecimiento. Por toda respuesta, ante lo oído y visto, don Mariano exclamó con su sobriedad característica, traicionada ahora por una inmensa alegría: -Albricias, Madre, albricias. Te Deum Laudamus. Hizo que llamaran a toda la comunidad. Que no faltara ninguna. Y todas, a la capilla. Leyó el Decreto. La capilla se convirtió de repente en un ascua de luz y ardor interior. Se cantó el Te Deum solemne. Y el día se convirtió en fiesta general en la Casa de la Naja180. Madre Corazón de Jesús envió una carta circular, con fecha 28 de enero de 1886, a todas las casas, dando noticia del Decreto recibido. Un texto sobrio y emotivo, estimulante, cargado de gratitud, cuyas líneas resumen lo que la Fundadora entendía debía ser respuesta de todas a la decisión pontificia: “Mas, no se contenten con la celebración de una simple 180
Cf. Summ., doc. 212, pp. 538-539. La religiosa que recoge el diálogo es sor Jesús María Ortínez.
acción de gracias, pues ya saben que el mejor modo de manifestar al Señor nuestro agradecimiento y de hacer de él un himno de alabanza es que desde ahora seamos más fieles a nuestra vocación”. En todas las casas la alegría cundió incontenible. Culminaba el proceso de la Fundación con la palabra definitiva de la Santa Sede: “El camino que las fundaciones religiosas tienen que recorrer, suele estar cruzado por una serie de obstáculos sucesivos que, en ocasiones, se convierten en providenciales murallas, ante las cuales caen o se estrellan los caprichos pasajeros, los fervores inconsistentes, o los proyectos del amor propio. Las iniciativas profundas, que en el seno del pueblo de Dios suscita el Espíritu Santo, alma de la Iglesia, salvan los obstáculos y superan las murallas. Es lo que acababa de suceder con el Breve que las Siervas de Jesús habían recibido. Se cumplían las previsiones del padre Claret y de don Mariano José de Ibargüengoitia”181. Congregaciones masculinas Hacia el año 1877 se data una carta de don Mariano a los Hermanos de las Escuelas Cristianas182, en la que se manifiesta la intención de hacer una fundación que cubra la necesidad educativa de muchos jóvenes adolescentes. Una enseñanza que sería gratuita y, en caso de dificultades que surgen sobre todo al inicio, se tomarían las mismas decisiones que con las Hijas de la Cruz, pero no se llegó a ningún acuerdo183. Aún así, se percibe en este intento de don Mariano su deseo de mejorar la educación de los jóvenes, con atención especial a los más pobres, a través de la enseñanza impartida por religiosos 184. También ayudó a los Pasionistas185 en su fundación de Deusto y en la construcción del que será el Primer Retiro de la Pasión en España. Era el año 1879 cuando los 181
Summ., doc. 212, p. 540. Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Congregación religiosa laical de derecho pontificio fundada por san Juan Bautista de La Salle en Reims (Francia), siendo aprobado el Instituto y la regla por el Papa Benedicto XIII el 26 de enero de 1725. Se dedican a la educación cristiana de la juventud en escuelas, colegios y obras similares. En la actualidad (2004) el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas lo forman 5.700 religiosos, presentes en 80 naciones, en 905 casas. 183 Cf. Summ., doc. 97 y 98, pp. 223-224. Carta de don Mariano a don Bernabé Quevedo, canónigo de Bayona (Francia), para que gestione la fundación de los HH. de las Escuelas Cristianas en Bilbao, 13 de junio de 1877. 184 El 31 de agosto de 1888 se realizó la fundación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) en Bilbao, como homenaje póstumo a don Mariano -había fallecido el 31 de enero-, que tanto lo había deseado. Se instalaron las escuelas en el Patronato de Obreros de la calle se Iturribide, Obra de las Conferencias de San Vicente de Paúl, de las que fue socio fundador en Bilbao don Mariano. Cf. La Salle, Centenario en España (1878-1978), San Sebastián 1978. 185 Congregación de la Pasión de Jesucristo (Pasionistas). Congregación clerical de derecho pontificio fundada en 1720 por san Pablo de la Cruz, que se estableció en el monte Argentario en 1728. Benedisto XIV aprobó de forma solemne y definitiva la Regla con la Bula “Supremi Apostolatus”, en 1741. El Instituto se coloca entre las órdenes mendicantes y los clérigos regulares, participando de sus privilegios. El Fundador fue elegido Prepósito General, continuando en el cargo, por reelecciones sucesivas hasta su muerte, en 1775. Su finalidad es la propagación de la devoción a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo por medio de misiones y otros sacros ministerios. En la actualidad (2006) se encuentran en 34 países, en 381 comunidades. Son 15 obispos, 1697 sacerdotes, 253 seminaristas, 219 hermanos y 50 novicios. 182
Pasionistas, con la ayuda de las Siervas de Jesús que se encontraban en Castro Urdiales, llegan a Bilbao. La situación de estos religiosos en la ciudad cántabra debió de ser penosa y la Superiora del Hospital de Castro, religiosa Sierva de Jesús 186, pensó que serían mejor acogidos en Bilbao. Escribe a la Madre Corazón de Jesús y ésta recurre a don Mariano, que gustoso les busca un alojamiento provisional -con todos los gastos a su cuenta- en la casa vicarial de las Madres Dominicas de la Encarnación (Achuri). Sin pérdida de tiempo, él presentó el proyecto de fundación a una de sus dirigidas, doña Liboria de Guendica y Manzanal, adinerada señora de la nobleza bilbaína, que será a partir de ese momento la bienhechora de la obra. Con la cesión de un terreno de su propiedad en la Anteiglesia de Deusto, se comenzó la construcción del convento y de la iglesia. Era el día 22 de abril de 1879. Así lo relata, de forma concisa, el Cronista de la Fundación: “Una caritativa intervención de la reverenda Madre Superiora y Fundadora de las Siervas de Jesús, sor Corazón de Jesús, con el entonces párroco de Santiago de Bilbao, don Mariano Ibargüengoitia, y una caritativa gestión de éste con la buenísima señora doña Liboria de Guendica, fueron los medios providenciales de que se sirvió el cielo para realizar la anhelada fundación del Instituto en España” 187. De mutuo acuerdo entre la comunidad de religiosos, del que es superior el padre Amadeo de María Virgen, y don Mariano, convienen en que sea éste quien se ocupe totalmente de la construcción: planos, contrata de obreros y en el pago de materiales y trabajadores188. Los Pasionistas se encargarían de aprobar la distribución de las dependencias del futuro convento. Comenzaron las obras pero una visita del Padre General, Bernardo Maria Silvestrelli, cambió el planteamiento de la construcción y don Mariano se retiró prudentemente, para que todo se hiciera al gusto del Padre General. Aún así continuó ayudándoles económicamente con importantes sumas de dinero que hicieron posible la feliz culminación del proyecto, como queda registrado en el Historial189 y el 12 de julio de 1880 se obtuvo por Real Orden la autorización gubernativa para la “instalación de los Clérigos Descalzos de la Santa Cruz y Pasión de N.S.J.C. de una casa de misión en Deusto, y para que vivan comunalmente según sus Constituciones y prácticas de su Instituto”190. También es fecha memorable el 23 de mayo de 1886, cuando llega al Retiro de Deusto el cuerpo de san Felicísimo, mártir, trasladado desde Italia. Se cumplían los deseos formulados por el padre Amadeo en la carta que escribe al padre General a su llegada a la Villa: “Me ha costado y me cuesta esta Fundación, pero espero en el Señor que siendo Él quien ha comenzado la obra se dignará a conducirla a feliz término. Así 186
Era la Madre Mª de la Concepción Dávila García (1847-1900), una de las Cofundadoras del Instituto de las Siervas de Jesús. El Hospital de Castro Urdiales fue la primera fundación realizada por el naciente Instituto, en noviembre de 1875. Entre 1879 y 1899 el cargo de Superiora lo ocupó la Madre Concepción. Cf. Estadística Siervas de Jesús, Monte Carmelo, Burgos 2000, 15. 187 Summ., doc. 95, pp. 210-211. Los Pasionistas en España. Su establecimiento en nuestra patria, años 18771880. 188 Parte de este dinero era de su propio bolsillo, unos 10.000 reales, y el resto, primero 20.000 reales, 14.000 posteriormente y otros 20.000, lo consiguió de personas bienhechoras que conocían la prudencia, la honestidad y el buen hacer de don Mariano. 189 Cf. Summ., doc. 95, p. 215. Continúa el Retiro de la Pasión, años 1880-1881. 190 Summ., doc. 95, p. 220. Llegada de los Pasionistas a Bilbao. Tesis del padre Anastasio Fariza.
los Pasionistas podrán también en España predicar a Jesús Crucificado; no deseo ni ansío otra cosa”191. A partir de este primer retiro de la Pasión es tal el crecimiento de vocacional y las buenas expectativas que pronto, en 1886, después de las consultas pertinentes a la Santa Sede autoriza la erección de la primera provincia que contará por aquel entonces 4 conventos: Deusto (1878), Peñafiel (1882), Angosto-Álava (1885) y Mondoñedo (1895). También los años comprendidos entre 1890 y 1905 serán de crecimiento, con las miras puestas en América: Chile, Cuba y México, obteniendo el título de “misioneros de ultramar”. Se cumple plenamente en esta fundación que con tanto entusiasmo comenzó don Mariano, la parábola evangélica del grano de mostaza (Cf. Mt 13,31-32)192. De 1886 data la presencia Claretiana193 en Bilbao, casa filial de la de Balmaseda, donde habían llegado en 1882. La comunidad la forman los padres Gavín y Estela y los hermanaos Puig y Gurrea y, aunque no se nombre de forma directa a don Mariano, se percibe su intervención en la colaboración que les otorga la ilustre bienhechora bilbaína doña Casilda Iturriza, viuda de Epalza194, que patrocinó innumerables obras de caridad en la Villa, contándose también entre las bienhechoras de las Siervas de Jesús. Por otra parte, don Mariano favorecerá, desde el primer momento, la actividad pastoral de los Claretianos dentro de su parroquia, el Señor Santiago, la principal de la Villa: “Una vez instalados en el difícil barrio de San Francisco, los Misioneros Claretianos comenzaron muy pronto a desplegar sus actividades apostólicas, predicando los sermones más importantes de la Villa. Las parroquias de Santiago, San Nicolás, San Juan y otras, supieron mucho de la presencia claretiana en sus
191
Summ., doc. 95, p. 215. Continúa el Retiro de la Pasión, años 1880-1881. Cf. P. GONZALO, “Historia de los Pasionistas en el Pais Vasco y Navarra”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, II, 708. 193 Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María (Claretianos). Congregación religiosa clerical fundada el 16 de julio de 1849 en Vich (España) por san Antonio Mª Claret, que tres semanas después de la fundación fue nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba, dejando esbozadas las primeras Constituciones; las definitivas fueron aprobadas en 1870. Al final del siglo XIX ya contaban con sesenta casas y 1400 misioneros, dedicados al ministerio apostólico de la Palabra, en todas las formas, al servicio de la Jerarquía, entre fieles e infieles, educación de la juventud y apostolado a través de los medios de comunicación. En la actualidad (2004) están presentes en 63 naciones, en 441 casas: cuentan con 19 obispos, 2095 sacerdotes, 672 seminaristas, 207 hermanos y 128 novicios. 194 Doña Casilda de Iturriza Urquijo, casada con don Tomás de Epalza y Zubaran, enviudó -sin hijos- en 1873, heredando una inmensa fortuna. Destinó gran parte de su capital a fines religioso-asistenciales y educacionales como el Hospital Civil, la Casa de Misericordia, los Claretianos del barrio de San Francisco, las Siervas de Jesús de la Naja, los Agustinos de Portugalete y la construcción de las escuelas de Tíboli. Un parque de la Villa lleva su nombre y en él se encuentra la escultura erigida a su homenaje, obra del artista catalán Agustí de Querol i Subirats. Cf. J. ROMANO, Bilbao (enero de 2007) 35. Gran parte de las obras beneficiadas por la caridad de doña Casilda se relacionan estrechamente con don Mariano de Ibargüengoitia. 192
naves siempre repletas de fieles ansiosos de escuchar la palabra de los misioneros recién llegados a la industriosa capital vizcaína”195. En cuanto a la influencia que tuvo en la restauración de las distintas órdenes y congregaciones religiosas masculinas en la Villa, no hay datos que permitan valorar su alcance, pero por la colaboración que muestra con la Compañía de Jesús y, en particular, con su gran amigo, padre Cosme de Laraudo, que será el primer Superior de la residencia después de la restauración en 1876196, se puede atisbar que también en este campo desarrolló una labor que fomentó el resurgir de las comunidades de religiosos en los últimos años del siglo XIX en Bilbao.
DON MARIANO Y SUS HERMANOS EN EL PRESBITERADO Con respecto a su relación con los sacerdotes don Mariano será para sus hermanos en el presbiterado el “fiel amigo, prudente y seguro consejero”197. Fomentaba las vocaciones sacerdotales preparando a jóvenes de escasos recursos económicos que deseaban ingresar en el Seminario, alguno de los cuales incluso se albergaba en su casa, sirviéndole de amanuense 198. Más tarde, siendo ya sacerdotes, darán testimonio de la vida de virtud que llevaba don Mariano, como es el caso de don Marcelino Apraiz. “Era don Mariano de Ibargüengoitia gran alma de oración y pasaba largas horas arrodillado como en éxtasis, y viéndolo, sin moverse, los monaguillos y el mismo don Marcelino, que también era jovencito, le pasaban la mano por la frente, y veían que sudaba, pero no se daba cuenta de lo que hacían y ni siquiera hacía movimiento alguno, continuando en oración. Tenía costumbre de bajar a la iglesia por la noche, y también se quedaba haciendo oración; los monaguillos algunas veces viendo que era ya tarde cerraban la iglesia como de costumbre creyendo que don Mariano estaba ya retirado, hasta que ya tarde solía preguntar la criada dónde estaba don Mariano, y al contestar los monaguillos que no sabían, les decía: ya le habréis cerrado en la iglesia, y efectivamente era así; bajaban a abrir la puerta, y don Mariano, sin demostrar la menor impaciencia, les decía con dulzura: vosotros habíais de hacer estas cosas” 199.
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J. M. ALDAY, “La Presencia Claretiana en el País Vasco”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, II, 715-716. 196 Se abre en 1876 la residencia de los jesuitas en la propia casa de don Cosme Damián de Laraudo, en la Plazuela de Santiago. Éste había ingresado en la Compañía de Jesús y fue el primer Superior de la comunidad de Bilbao después de la restauración. Cf. M. REVUELTA GONZÁLEZ, La Compañía de Jesús en la España Contemporánea, I, 1054-1055. 197 Summ., doc. 162, p. 342. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1887-90 198 “Destaca entre ellos el celebrado escritor euskerico don Domingo de Aguirre y Badiola, presbítero ondarrés, autor de las novelas Kresala, Garoa, etc”. E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 184. Cf. Summ., doc. 172, pp. 368-372. S. GARCÍA TRUJILLO, Testimonio sobre don Mariano en su obra “La novela costumbrista de Domingo de Aguirre”, Instituto diocesano de Teología y Pastoral, Bilbao 1993. 199 Summ., doc. 161, p. 328. Datos de la vida del padre don Mariano José de Ibargüengoitia, aportados por don Marcelino Apraiz. .
Presidió las Conferencias del Clero de Bilbao, en una de las habitaciones de la calle Somera en donde los sacerdotes de la Villa celebraban sus academias. La cuidada formación de los sacerdotes, a todos los niveles, dando siempre primacía a los aspectos espirituales, era uno de los empeños de don Mariano. Con este fin no sólo escribe una adaptación de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio específicamente dirigidos a los sacerdotes sino que, en compañía de don Bartolomé de Olaechea, será el primero en ponerlos en práctica. Sobre la labor de la predicación y la misión de los religiosos en Euskal Herria durante los siglos XVIII y XIX, Juan Madariaga Orbea ha presentado un amplio y documentado trabajo en el Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra, del que extraemos las siguientes líneas que nos dan idea del auge que habían alcanzado las misiones populares y su labor de adoctrinamiento del pueblo y también de la necesidad de cubrir este vacío cuando faltan los religiosos: Hasta 1730 el monopolio de la labor misional correspondió casi completamente a la Compañía de Jesús, con célebres predicadores, entre los que destaca Jerónimo Dutari. Sin embargo, esporádicamente, entre 1715 y 1730 empezaron a prodigarse en esta labor miembros de otras órdenes religiosas (dominicos, alcantarinos, capuchinos) y sacerdotes seculares, como, por ejemplo el capuchino Celedonio de Calahorra. Entre 1730 y 1750 se mantuvo el predominio de los misioneros jesuitas, con tres figuras notables: Pedro de Calatayud, Sebastián de Mendiburu y Agustín Cardaberaz. En 1731 y 1745 los conventos de capuchinos de Bera y de franciscanos de Olite, respectivamente, empezaron a desarrollar un trabajo específicamente misional en el ámbito de Navarra. En 1746 se abre el colegio franciscano de Zarautz y sus frailes empiezan a misionar sistemáticamente a partir de 1750. Hasta 1767 la mayor parte de las misiones pasan a corresponder a los franciscanos de Zarautz -en euskera- y Olite -en castellano-, aunque se mantiene la actividad de los jesuitas (Mendiburu) y esporádicamente la de algunos dominicos (Antonio Garcés en Navarra). Desde 1767 el cuasi monopolio de la misión corresponde a los franciscanos con una pequeña presencia de los capuchinos de Bera […] Con la guerra carlista y las exclaustraciones, las misiones desaparecen hasta después del concordato de 1851, reapareciendo de forma muy tímida en las décadas de 1860 y 70.200 En el interés que tiene don Mariano por esta preparación para dar Ejercicios, dirigida a los sacerdotes hay que descubrir unas intenciones más amplias que las de una simple formación. Como se ha señalado, una de las consecuencias de la desamortización y exclaustración de religiosos, que deja asolada la Villa y al pueblo, es que priva a los fieles de la instrucción que recibían de ellos a través, sobre todo, de las misiones populares. Ante esta carencia, don Mariano ve la necesidad urgente de formar al clero diocesano para realizar esta importante labor pastoral. Su libro sobre los Ejercicios Espirituales va en este sentido: “Ejercicios para quien debe dar Ejercicios”. 200
Cf. J. MADARIAGA ORBEA, “Predicación y cambios culturales en la Euskal Herria de los siglos XVIII y XIX”, en Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en el País Vasco y Navarra (Arantzazu, 24-28 junio de 2002), J. INTXAUSTI (Ed.), Arantzazu Edizio Frantziskotarrak, Oñate 2004, I, 489-525; el texto citado está en las páginas 508-509.
Entre las instrucciones que da don Mariano José a los directores de Ejercicios Espirituales para sacerdotes se encuentran estas líneas que traslucen el propio entusiasmo y celo del Siervo de Dios. “Dé, por tanto, a Dios humildes y repetidas gracias porque se ha dignado encargarle una misión tan útil y tan fecunda en bendiciones. Pues si la santificación de un alma es obra tan sumamente grata a Dios, ya por la gloria que a él le resulta, ya por el bien que se le hace al prójimo, que es el mayor que hacerse puede en la tierra, ¿qué obra será la santificación de muchas almas reunidas en los santos Ejercicios, cada una de las cuales va a ser el instrumento de la santificación de otras muchísimas? ¿Quién podrá calcular toda la extensión de los efectos que ha de producir el fervor de los sacerdotes excitado en los felices días de Ejercicios? ¿Con qué vivo interés deberá mirar el director a aquella grave asamblea, no sólo por la dignidad grande de que está revestido cada uno de los individuos que la forman, sino también porque tiene cada cual en su mano, digámoslo así, la suerte de su respectivo pueblo, y en ellos están depositadas las esperanzas de la Iglesia de ver multiplicados sus hijos? Y ruego, pues, con todo encarecimiento a los directores de los Ejercicios públicos de señores Sacerdotes, miren esta importantísima ocupación que toman a su cargo con mucha preferencia a cualquiera otra, procurando desempeñarla con todo el celo posible. Dirijan al Señor fervientes súplicas pidiéndole el acierto; pongan en él toda la confianza del buen éxito, y no duden que aún cuando los ejercitantes se hayan congregado a hacer aquellos Ejercicios por un acto forzado de obediencia al Prelado, las verdades eternas, intimadas con el tino y la sabia discreción de los Ejercicios, no dejarán de producir su efecto en alguien, y este alguien será el instrumento de que Dios se valdrá para obrar la santificación de toda una parroquia, quizá de un pueblo entero” (Ejercicios I, pp. 55-57)201. Don Antonio de Mendieta, Vicario de Uribe, en carta al Sr. Gobernador Eclesiástico de Calahorra, Sede Vacante, no puede ser más claro al hacer una valoración de lo que han supuesto los Ejercicios que tuvieron lugar en agosto de 1858. “No acertaría a encarecer cumplidamente el celo, la unción y caridad que han desplegado los señores Directores Ibargüengoitia y Olaechea, pues sería muy poco cuanto yo pudiera decir en su elogio; así es que los que hemos tenido la dicha de asistir a los Ejercicios, hemos quedado altamente complacidos del apostólico comportamiento de tan piadosos varones y con vehementes deseos de que Dios N. S. les de salud y gracia para que continúen en sus sublimes tareas”202.
Los mejores amigos de don Mariano son sacerdotes, con ellos comparte sus inquietudes y despliega sus planes pastorales. Confían en él y conocen la rectitud de su obrar y la multitud de obras que mueve su celo por la salvación de las almas. En las dificultades que surgirán, sobre todo con las autoridades liberales, se unen todos en torno al 201
Summ., doc. 169, p. 365. Testimonio del presbítero e historiador don Andrés de Mañaricúa en la revista sacerdotal “Surge”, Vitoria 1955-nº 52, sobre los “Ejercicios Espirituales al Clero de Vizcaya en 1858”. 202 Summ., doc. 169, p. 364. Ibid., Carta de don Antonio de Mendieta, Vicario de Uribe, al Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, Munguía, 20 de agosto de 1858.
prestigioso párroco de San Antón. También serán sacerdotes sus herederos 203, que sabrán mejor que nadie interpretar sus deseos y continuar con sus obras; en último término, el Obispo de la diócesis es el heredero universal. Y no sólo en la Villa establece lazos con sus hermanos en el presbiterado, también en otras ciudades encontramos amigos sacerdotes de don Mariano. Sabemos de ellos precisamente por la colaboración que siempre están dispuestos a otorgarle. Entre ellos destaca don Cristóbal Rubio del Campo, canónigo de Valladolid, que tanto tiene que ver en la extensión de las Siervas de Jesús por toda la geografía española. “Como el canónigo Sr. Rubio acostumbraba a venir a Bilbao el verano para tratar con la Fundadora de las Siervas de Jesús, se hospedaba en casa del Párroco de Santiago, y así pudo admirar de cerca las relevantes virtudes de don Mariano. Por eso, como testigo ocular se le oyó decir muchas veces que no había encontrado hombre más parco en la mesa ni más mortificado, que comía en silencio, sin manifestar desagrado en la comida, que algunas veces por descuido y otras de propio intento le ponían mal condimentada y sin sabor. Este Sr. Rubio fue el que propagó por toda España la fama de santidad del sacerdote Sr. Ibargüengoitia, dándole a conocer a varias dignidades, entre ellas al Arzobispo señor Blanco y después a su sucesor el Cardenal Moreno, y últimamente al señor Sanz y Forés, con cuyos Prelados sostuvo frecuente e íntima correspondencia con motivo del Instituto de las Siervas de Jesús y de sus particulares asuntos. Proponía, porque admiraba al padre don Mariano, como sacerdote modelo en su ministerio, y conferenciaban ambos largamente acerca de las decisiones y dogmas de la Iglesia, quedando siempre admirado de su talento profundo y graves conocimientos”204. También el Obispo de la diócesis, que se hospedaba en casa de don Mariano cuando iba a Bilbao, lo estimaba sobremanera: “Era sumamente apreciado por el señor Obispo, que tenía dicho que cuando don Mariano estuviera enfermo le avisaran porque quería ayudarle en los últimos momentos”205. Don Mariano, que vivía en sus habitaciones en suma pobreza, reservaba la parte noble de la casa cural para recibir estas visitas, proporcionando a sus huéspedes no sólo un sencillo y digno alojamiento sino también estar en su compañía que era lo que más valoraban éstos. Así se lo hace saber el Prelado, don Mariano Miguel Gómez, a la Fundadora de las Siervas de Jesús, cuando le dice “que prefería para su morada la pobre casa del Cura de Santiago que los palacios de los potentados, porque al lado del Cura de Santiago aprendía el Obispo el menosprecio de las cosas de la tierra y toda clase de virtudes y que aunque fuera ciego e inmóvil,
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Serán don Eduardo Zubizarreta, don Pedro Lorenzo de Castañares y don Estanislao Jaime de Labayru. Cf. Summ., doc. 30, pp. 36-39. Testamento de bienes de Mariano José de Ibargüengoitia y Zuloaga, 21 de noviembre de 1885. 204 Summ., doc. 160, p. 324. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. 205 Summ., doc. 161, p. 328. Datos de la vida del padre don Mariano José de Ibargüengoitia, aportados por don Marcelino Apraiz..
pedía a Dios le conservase en su silla, para modelo de los sacerdotes y cátedra de todas las virtudes”206. CARGOS OFICIALES Y ESCRITOS Sobre los cargos oficiales que ejerció y que quedan recogidos en el Archivo episcopal de Vitoria, están el de Examinador Sinodal de Bilbao, por nombramiento del 30 de julio de 1860; vocal de Beneficencia de la Junta de Vizcaya, por nombramiento del 22 de diciembre de 1864; párroco de San Antonio Abad desde el 27 de noviembre de 1858 y cura ecónomo de Santiago desde el 23 junio de 1873.207 En cuanto a su labor intelectual, diremos que, además de las conferencias que da, en distintos ambientes, escribe varios libros, siempre con una finalidad práctica: Ejercicios de San Ignacio de Loyola acomodados al espiritual aprovechamiento de los sacerdotes, I y II, escrito en el 1857. Se publicaron tres ediciones: Madrid 1857 y Barcelona 1868 y 1880. En esta obra se refleja su persona, su alma y su alta santidad. San Antonio Mª Claret recomendó esta obra a todos los sacerdotes en “El Colegial instruido”. Señalamos el testimonio de un fiel colaborador suyo, el señor Labayru que, en el Boletín mensual del Corazón de María escribió en febrero de 1888, después de su muerte: “Fue autor de varias obras, la más selecta, la que le granjeó la simpatía y consideración que le manifestaron por escrito y de palabra muchos Obispos, es su hermosa y aplaudida publicación de Los Ejercicios Espirituales para Sacerdotes. Con ella adquirió aplauso común y se vio puesto entre los escritores religiosos de aprecio y nombre”208. Explicación del liberalismo: un opúsculo de 121 páginas escrito en el 1875, bajo el pseudónimo “Misionero Apostólico”209, título que le concedió el Papa Pío IX. Por la fecha en que se escribe, se deduce que Don Mariano estaba desterrado en Guipúzcoa (del 1874 al 1876). Lo publica un “Capellán Castrense”, posiblemente algún amigo que cargó con la responsabilidad de la publicación.
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Summ., doc. 160, p. 324. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. El día 12 de septiembre de 1874 se le concedieron por última vez licencias de celebrar, predicar, confesar aun a Religiosas, absolver reservados sinodales y papales, menos los speciali modo, habilitar ad petendum debitum ad petendum debitum y aplicar indulgencia pro articulo mortis. Poco después se le otorgaron licencias absolutas y completas. El día 22 de julio de 1873 firma la primera partida de Bautizados, como Cura Rector de Santiago. Cf. E. NEBREDA, o. c., 393 y 397. 208 E. NEBREDA, o. c., 392; Summ., doc. 156, p. 304. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888), también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904). 209 A pesar de la meticulosa búsqueda realizada en el Archivo Histórico de “Propaganda Fide” en Roma, no se ha encontrado el documento en el que don Mariano es nombrado “Misionero Apostólico” por el Papa Pío IX. La afirmación más sólida es de don Estanislao Jaime de Labayru, sacerdote, prestigioso historiador y amigo íntimo de don Mariano, y merece todo crédito. En el mismo documento aporta otros datos exhaustivos sobre el Siervo de Dios, de los que sí se tienen los documentos que los avalan. Cf. Summ., doc. 156, p. 305. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888), también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904). 207
Método para facilitar la adquisición de las virtudes, por medio del examen particular. Editado tres veces: Madrid 1847 y 1853, Jerez 1866 y, con anterioridad, una en México pero no se conocen ni el editor ni la fecha. Constituciones provisionales de la Congregación de las Hijas de Jesús, en 1871 para presentar a la aprobación del señor Obispo de Vitoria. Constituciones de las Siervas de Jesús y Directorio de Asistencias, en colaboración con la madre Corazón de Jesús y sus compañeras sor Sacramento y sor Concepción. Directorio de la Maestra de Novicias, en 1879. Ésta y la anterior pertenecen a la Congregación de las Siervas de Jesús. Piadosos Ejercicios sobre la Sagrada Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. No se conserva ningún ejemplar. Eran meditaciones para cada día del mes sobre la Pasión del Señor210. Comentario a los 150 salmos. Se sabe que fueron transcritos por una religiosa de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, en tres tomos, pero desaparecieron durante las guerras carlistas entre 1874 y 1876 211. Traduce del original italiano el Tratado de la Usura del abate Marco Mastrofini, editado en Barcelona en 1859. Anales de la Célebre y prodigiosa archicofradía del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, para la conversión de los pecadores. Obra publicada en París por L‟Abbé Dufriche-Desgenetess y traducida al español por don Mariano y don Cosme de Laraudo. Dos tomos; editada en 1845 y 1846. La segunda edición es aumentada en un tercer tomo y corregida en el 1847. Historia de la Archicofradía del Santísimo e Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Igualmente traducida por Don Mariano y el don Cosme de Laraudo, publicada en Bilbao en 1847. Esta publicación y la anterior están relacionadas con la erección de la Cofradía y su propagación. Artículos en revistas de la época. Innumerables Cartas a personas dando consejo o informando, así como una abundante correspondencia con Roma, con el Obispo de la Diócesis y con personas
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En su libro Ejercicios de San Ignacio de Loyola, aparece una nota en la que don Mariano remite al lector a este libro para que complete el tema sobre la oración. Dice así: “Pueden verse los apuntes sobre la oración mental, especialmente en su párrafo primero, en el librito que publiqué con el título Quinario a la Sagrada Pasión, del cual se ha hecho una segunda edición con el título Piadosos ejercicios sobre la Sagrada Pasión de Nuestro Señor Jesucristo dispuestos para poder, etc” Cf. M. IBARGÜENGOITIA, nota (1), 251; E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 209. 211 Cf. E. NEBREDA, o. c., 393.
relacionadas con alguna fundación de las Siervas de Jesús, las Fundaciones Públicas, Ayuntamientos, Entidades Benéficas, bienhechores…etc.
AL ATARDECER DE LA VIDA El tiempo transcurre para don Mariano y a pesar de que cada vez son más las dificultades para seguir adelante con la multitud de ocupaciones en las que está empeñado, no cesa en su actividad. La salud, sin embargo, está muy resentida y ha percibido señales de alarma, a las que él no presta demasiada atención pero que irán mermando poco a poco sus posibilidades, como si fuera preparando la despedida definitiva y así lo dice la hermana Cronista del Refugio: “Hacía algunos años que por haberse aumentado sus achaques, se vio obligado a disminuir sus viajes a su querido Refugio, haciendo en un solo día muchas cosas. Venía, pues, una vez por semana, se hacía cargo de cuanto ocurría, confesaba a varias hermanas y a todas las Magdalenas; cuando se presentaba alguna ceremonia de éstas las honraba con su presencia, y además frecuentemente teníamos el gusto de oírle predicar en nuestra reja. Dios preparaba por grados nuestro corazón a un cercano sacrificio; a fines de octubre de 1886, le acometió una enfermedad que la ciencia física juzgaba ser de muerte. ¡Feliz noticia para un corazón abrasado en el amor divino, que se había consumido por su gloria y que nada ansiaba sino la unión perfecta de su alma con Dios! Repetidas veces nos había revelado que el pensamiento de la muerte le era más dulce que panal de miel”212. La pérdida de visión y el andar inseguro, la dolencia cardiaca, la llaga en la pierna que no se cerraba, van completando la situación del venerable don Mariano, envejecido prematuramente, a causa de sus muchos trabajos. Varias veces nos relatan las religiosas Siervas de Jesús las caídas que sufrió: “(…) al salir de la capilla cayó rodando por un tramo de diez y seis escaleras de piedra muy pendientes, en cuya caída perdió el sentido, abriéndose una profunda herida en la cabeza, bañando el pavimento de sangre, que fue empapada por las religiosas con paños que alguna conserva hasta el día de hoy, lo que prueba la veneración en que se le tenía213.
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Summ., doc. 162, p. 342. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio. Años 1887-90. A partir de enero de 1887 sólo iba al Refugio cada quince días “muy trabajosamente, a pesar de venir en coche”. 213 Se sabe que durante años se conservaron estos paños y otros objetos usados por don Mariano José (la sábana que tenía en la cama, un solideo, media sotana y la venda que llevaba en la pierna cuando murió) en un arca que se encontraba en la Curia General de las Siervas de Jesús, cuando estaba en la Casa Madre (Bilbao). Al trasladarse la Curia General a Roma (1968) y realizarse obras en la Casa Madre (1972) -demolición del edificio primitivo para la construcción del actual, de nueva planta-, se pierde el rastro del arca y de su contenido. Las pesquisas que se han realizado buscando objetos tan valiosos han sido infructuosas hasta el momento (año 2007).
En sus últimos años, o sea, del 1886 al 1888, en que ya sus enfermedades le agobiaban, al ir a la Naja a confesar a la Comunidad, repetidas veces le ofrecieron algún apoyo para subir y bajar las escaleras, y jamás lo consintió”214. En la relación de sor Teresa Pascual Amor también encontramos una alusión al mismo tema: “(…) al bajar de la capilla uno de los días que vino a confesar, al bajar la escalera se había caído y al caer hizo bastante ruido, y salieron las Hermanas que estaban por allí cerca, y la Madre. Quisieron ayudarle a levantar, pero él dijo: No ha sido nada y, levantándose solo, marchó. Había manchado la escalera, que era de piedra y las Hermanas limpiaron la sangre con unos trapitos blancos que guardaron como reliquia. Si él llega a saberlo los hubiera hecho quemar por obediencia, pero no se enteró. Posteriormente cayó también otro día e hizo lo mismo”215. Cuando, en una visita del médico, en 1887, supo éste que era el mismo don Mariano el que se hacía las curas en la llaga de la pierna -úlcera varicosa-, le reconvino diciendo que debían hacerse más frecuentemente y con mayor limpieza y precisión, por lo que era necesario que fuese una Sierva de Jesús, a la que él le daría las oportunas indicaciones. Sor Teresa Pascual Amor fue, acompañada por otra hermana, la encargada de realizarla diariamente durante los últimos meses de vida de don Mariano. Ella fue testigo durante mucho tiempo de la paciencia y capacidad de sufrimiento del Padre en unas curas dolorosas, especialmente cuando tenía que tirar de la venda porque se había pegado a la herida216. También a sor Teresa Pascual debemos uno de los relatos más completos de la muerte de don Mariano ya que fue ella quien lo cuidó en su última enfermedad217. Muerte del Siervo de Dios Los primeros días del mes de enero del nuevo año de 1888 habían estado marcados por la fiebre, aunque continuaba bajando a celebrar la Misa con mucho trabajo. Fue el médico el que, visto su estado, le prohibió levantarse, recetándole varias medicinas. Aunque le dijo que no revestía gravedad sí le permitió recibir por Viático al Señor, sobre todo para que el enfermo, al que conocía bien, estuviera en la cama. Don Mariano aprovechó para recibir los Santos Sacramentos, “con una tranquilidad y alegría espiritual admirables”218. Mientras duró la enfermedad pidió permiso a su confesor para comulgar todos los días y después de recibir al Señor quería que le dejasen solo por lo menos durante media hora. “Mucho nos edificó con su enfermedad, que jamás se quejó de nada. Para él todo 214
Summ., doc. 160, p. 325. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. Aunque no tiene fecha ni firma se deduce que se trata de persona bien informada, por el conjunto de la exposición. 215 Summ., doc. 157, p. 312. Relación de Sor Teresa Pascual Amor (1857-1950), religiosa Sierva de Jesús, año 1914. 216 Cf. Summ., doc. 157, p. 312. Ibid. 217 Summ., doc. 157, pp. 312-314. Ibid. 218 Summ., doc. 157, p. 313. Ibid.
estaba bien”, sigue relatando sor Teresa Pascual, testigo de excepción. Pasó quince días en cama, después de los cuales, ya recuperado, continuó con sus actividades normales y así, pocos días después, amanece el 31 de enero. Después de haber celebrado la Misa a primera hora se dirigió al convento de las Siervas, porque era día de confesión. Allí estuvo hasta la una y media en el que marchó, sin que se le notara nada anormal; anota la Cronista ese detalle: “Todas recibimos ese día la última absolución del Padre”219. Y continúa con el relato de la muerte de don Mariano: “El Padre comía siempre a las dos. Fue siempre muy reglamentario en todas sus cosas, pero habiendo una necesidad, todo lo dejaba, y como he dicho antes, era muy parco en la comida, fuera de Navidad o algún día tradicional o que tenía forasteros. Lo demás, no variaba su comida, era siempre la misma. Así fue que ese día como siempre, a las 2 en punto se puso a comer, según nos dijeron el chico y la criada; comió como siempre y no le notaron nada, y se retiró a su cuarto como de costumbre, y solía estar unos tres cuartos de hora. Les llamó la atención al ver que pasaba la hora y no salía. Llamó Antonio, (que así se llamaba el chico, y que después fue sacerdote), y cuál no sería su sorpresa al ver al Padre sentado como si estaría dormido, pero muerto. Nos avisaron enseguida, fuimos, y parecía que estaba hablando (…) Nuestra Madre Fundadora, como ya he dicho, estaba haciendo las visitas anuales, como mandan las santas Reglas; al saber la muerte del Padre vino enseguida, habiéndolo sentido muchísimo, pues había estado 18 años de Confesor y Director y sobre todo al principio de la Fundación y durante la guerra, vio y oyó todo cuanto las Hermanas tuvieron que sufrir”220. Fallecía don Mariano José de Ibargüengoitia, el Cura Ecónomo de la Basílica de Santiago el 31 de enero de 1888221 a las tres y tres cuartos de la tarde en la casa cural, sita en la Plazuela de Santiago número 4, piso 1º, de muerte natural, ocasionada, según certificación facultativa, por síncope cardíaco. La partida de defunción la firma don Ramón de Prada, “presbítero encargado de la iglesia parroquial y basílica Matriz de Santiago el Mayor de esta Villa” donde también, con la frialdad de los datos, confirma el relato anterior al indicar que “su muerte repentina le impidió recibir los Santos Sacramentos pero los recibió con gran fervor en un ataque anterior, y celebró el Santo Sacrificio de la Misa el mismo día de su fallecimiento”, también dice que se le hizo el entierro, siendo testigos del sepelio don Felipe de Aréchaga, presbítero, capellán del cementerio y don Ricardo de Arregui, médico bilbaíno222. De la esquela mortuoria de don Mariano lo que se deduce es que, así como fue el último de los hermanos en nacer también lo fue en morir; que en el momento de su 219
Las únicas que faltaron fueron la Madre Fundadora de las Siervas de Jesús y sor Magdalena Galilea, su Secretaria, que habían ido a pasar visita a las casas y estaban en Valladolid. 220 Summ., doc. 157, p. 314. Ibid. 221 Se da la coincidencia de que en la madrugada de ese mismo día, en Turín, fallecía san Juan Bosco, que había nacido, como don Mariano, en 1815, con apenas quince días de diferencia. 222 Fue médico de Hospital Civil en los años 1880-1881, desde 1882 es “médico higienista” para pasar luego a médico de sala del Hospital hasta 1899 en el que es nombrado Médico Mayor. Fue vicepresidente de la sección de Medicina en la primera junta de la Academia de Ciencias Médicas en 1895. Cf. J. GONDRA, Los Médicos de Bilbao, Siglos XV al XIX, Museo Vasco de Historia de la Medicina y de la Ciencia, Bilbao 2005, 239.
fallecimiento no tenía sobrinos pero sí numerosos primos, ya que no se nombran sino genéricamente. La conducción del cadáver al Campo Santo de Mallona fue el día 1 de febrero, miércoles, a las cuatro de la tarde y el viernes, día 3, a las diez de la mañana se celebraron los funerales, en sufragio por su alma, en la iglesia parroquial del Señor Santiago En la actualidad, con la luz que arrojan los datos de la época, el Dr. M. J. Mateos 223 presenta esta hipótesis sobre la causa de la muerte del Siervo de Dios: “Don Mariano José de Ibargüengoitia y Zuloaga falleció el 31 de enero de 1.888, a los setenta y tres años de edad, a las tres y tres cuartos de la tarde, según certificación facultativa de síncope cardíaco. „Su muerte repentina, le impidió recibir los Santos Sacramentos; pero los recibió con gran fervor en un ataque anterior‟. Por tanto, don Mariano falleció de muerte repentina por síncope cardíaco. Pero ¿cómo se interpretaba entonces y cómo se interpreta hoy día una muerte por síncope cardíaco? El término síncope cardíaco comenzó a utilizarse en su acepción médica a principios del siglo XVIII. De raíz griega, etimológicamente indica “cortar” y venía a significar la suspensión o debilitamiento máximo de los latidos del corazón, de la respiración y la perdida súbita y total del conocimiento. Varios términos médicos mas o menos coetáneos con el del síncope, avalados y adornados por su eufónica etimología griega o latina, se incorporaron a la jerga médica persistiendo, incluso, en la actualidad; tal podría decirse de reuma, ictus, coma.... y tantos otros, que plenos de imprecisión, son plurívocos, evanescentes, abarcan un concepto amplísimo; pero pueden haber permitido entonces, y aún hoy, que los médicos podamos camuflar tras ellos nuestra ignorancia. Está constatado que don Mariano, por lo menos en dos ocasiones, se cayó subiendo o bajando las escaleras de piedra del Convento de la Naja de las Siervas de Jesús y se produjo heridas sangrantes. También está constatado que, porque tenía una herida en una pierna la cual, no sólo no curaba, estaba infectada y le producía fiebre, su médico le hizo las siguientes tres indicaciones terapéuticas: a) Prohibición de celebrar la Santa Misa. b) Reposo en cama. c) Puesto que era imposible que por sí mismo pudiera curar y limpiar su herida, lo hiciera una Sierva de Jesús. A los 15 días de observar este tratamiento pudo levantarse. Le autorizaron a celebrar la Santa Misa.... y el 31 de enero de 1.888 fue por la mañana a La Naja, confesó a todas las Siervas de Jesús que allí había. A continuación marchó a su casa, 223
La figura de don Mariano José es bien conocida para el doctor Mateos, especialista en medicina interna, que ha colaborado activamente en la búsqueda de documentación relativa al Siervo de Dios, en la fase diocesana del proceso. Para emitir este informe son múltiples los aspectos que ha considerado, basándose en la documentación aportada y en los testimonios de la época: los datos clínico-biográficos, la historia natural, de la última enfermedad y muerte de don Mariano.
comió, se acostó según costumbre y, como no se levantó a la hora habitual, entraron en su habitación. Lo hallaron muerto. Con cuanto precede se puede fácilmente excluir otras causas comúnmente responsables de una muerte súbita: accidente vascular cerebral, rotura de aneurisma, problema coronario agudo...; sin embargo, en el caso que nos ocupa, todo encuadra perfectamente y es compatible con un tromboembolismo pulmonar (embolia pulmonar) subsecuente a una trombosis profunda de extremidades inferiores. (A propósito: actualmente en los viajes aéreos de larga duración se recomienda y obliga a los pasajeros a pasear y moverse con cierta cadencia para prevenir embolias pulmonares, en ocasiones letales, cuya causa radica en flebotrombosis de extremidades inferiores)”224. Presentimiento de su muerte Si hay algo en lo que coinciden distintos testimonios es en el presentimiento de su muerte que pudo tener don Mariano. Es verdad que no hizo abiertamente ninguna declaración, pero veladamente iba dejando entrever que su fin estaba próximo y, serenamente, avanzaba hacia la meta del encuentro definitivo con el Señor. “Considerándome ya al fin de mi carrera y próximo a dar cuenta a Dios…” son palabras del Testamento espiritual225 que dirige a sus queridas hijas las Siervas de Jesús de la Caridad, fechado el 1 de marzo de 1883. Sor Teresa Pascual, en la descripción que hace de los hechos en el día de la muerte de don Mariano subraya: “Una prueba de que presintió su muerte se halla en la forma en la que había dejado todas sus cosas; en su despacho todo se encontró en orden; los recibos del mes los tenía firmados como el que ultima todos los negocios”. Y también es ella la que relata un detalle ocurrido a comienzos de 1888, cuando fue don Mariano a la Naja para felicitar el año nuevo a la comunidad. Sor Magdalena le recordó: “-Padre, este año me toca la Profesión Perpetua. A lo que replicó él con seguridad: -Ya la veré desde el cielo”. En la que sería la última entrevista de santa Mª Josefa, Fundadora de las Siervas de Jesús, con don Mariano, también se percibe la emoción ante una despedida definitiva; éste es el contenido: “A fines de enero de 1888, la Madre Fundadora tenía precisión de ir a Valladolid a firmar unas escrituras, y se lo dijo al Director, señor Ibargüengoitia, quien presintiendo su cercana muerte, le dijo: „Madre, ¿no podría dejar ese viaje para más adelante?‟ La Madre, como ignoraba el motivo de su pregunta, le contestó que no le era posible porque le esperaban el día fijado para firmar las Escrituras. Entonces él, haciendo sin duda el sacrificio de que ya no la vería más en este mundo, sin darle a conocer nada, le dijo: „Pida por los que quedamos aquí‟. Hay que advertir que por este tiempo el Padre estaba más aliviado, pues de lo contrario la Madre no
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M. J. MATEOS MORENO, La muerte súbita de don Mariano José de Ibargüengoitia, una hipótesis de causalidad muy verosímil, referenciada a datos constatados en aquellos días. Informe médico, año 2007, en el Archivo de la Postulación. 225 Cf. Summ., doc. 206, pp. 465-467. Testamento espiritual del Siervo de Dios, dirigido a las Siervas de Jesús, Bilbao, 1 de marzo de 1883.
se hubiera marchado, y tanto fue así que el mismo día 31 de enero en que murió, había confesado a las Siervas de Jesús aquella mañana”226. Continúa en los mismos términos la hermana cronista del Refugio que afirma: “A la verdad, su muerte no se dejó anunciar por incidente alguno, pero sí parece le fue revelada, como lo demostraron algunos hechos. Llamó a un sacerdote en quien descargó todos los cuidados que sobre él pesaban, le explicó varias cosas que de no hacerlo hubieses tenido funestas consecuencias”227. Ya en 1883, al dar la profesión a tres hermanas dice: “Hábitos ya daré, pero profesiones éstas serán las últimas”, sucediendo de esa manera. Sobre todo, se detiene a describir la última vez que el Padre estuvo con ellas, tres días antes de su fallecimiento: “Los minutos parecía tener siempre contados para cada cosa, pero la última vez que estuvo aquí, se extrañaba mucho nuestra venerable Madre de ver que el Padre no acertaba a despedirse; sin duda, su tierno corazón debía hallarse impresionado al presentir que daba el último adiós a su querido Refugio” 228. Después de su muerte. En opinión de santidad La prensa bilbaína del día 1 de febrero amanece informando a sus lectores del fallecimiento del presbítero don Mariano José de Ibargüengoitia y Zuloaga y esta noticia no sólo deja consternados a sus parientes y amigos sino a todos sus feligreses y vecinos de la Villa y de forma muy particular, al Clero y comunidades religiosas de Bilbao con las que él tenía más relación: Hermanas de la Caridad del Refugio, Hijas de la Cruz y Siervas de Jesús. Rompiendo el halo de silencio que siempre rodeó su vida, sobre todo cuando se trataba de hablar de sí mismo, encontramos en los primeros testimonios después de la muerte de don Mariano, páginas de gran emotividad. Ya hemos señalado cómo la Madre Fundadora de las Siervas de Jesús recibió en Valladolid, por comunicación telegráfica, la muerte del Padre. Inmediatamente se puso en camino hacia Bilbao, no sin antes decir que le tomaran una fotografía, que es la única que se conserva de don Mariano. Con fecha 10 de febrero dirige una Carta Circular a todas las casas del Instituto de la que entresacamos dos párrafos muy significativos: “Bilbao entero ha llorado su muerte como la de un santo, pero muy especialmente sus hijas las del noviciado y yo, que he estado desde la fundación a su lado. Lo he mandado retratar para después sacarlo en lienzo y tener a la vista su venerable persona y para que en el Instituto quede su recuerdo eterno. Toda su ropa la ha pedido el público para reliquias; nosotras nos hemos quedado con la sábana que tenía en su cama, un solideo, media sotana y la venda que llevaba en la pierna cuando murió. Es una voz general la de que le hemos de ver en los altares, y si el Señor me concede algunos años de vida, seré la primera que promueva su canonización”229. 226
Summ., doc. 160, p. 327. Datos del Venerado Padre don Mariano José de Ibargüengoitia, por E.G.D. Fascículo de 12 páginas perteneciente al Archivo de las Siervas de Jesús. 227 Summ., doc. 162, p. 343. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1887-90. 228 Summ., doc. 162, p. 343. Ibid. 229 Summ., doc. 207, p. 467. Carta Circular de la Madre Corazón de Jesús, Superiora General, Bilbao, 10 de febrero de 1888. También poseemos un valioso testimonio de sor Ángeles Muguerza, religiosa Sierva de Jesús, en el que afirma: “Todos le veneraban como santo, y confieso que no podía rogar por su alma cuando
No menos expresivas relatan las religiosas de la Caridad del Refugio el momento en el que la triste noticia se comunica a las hermanas del que fue su querido Monasterio: “[…] era el día 31 de enero de 1888 cuando nuestra venerable Madre fue llamada a media tarde al locutorio; varias hermanas la vieron volver de él con aspecto desencajado y meditabundo; más tarde, daba aviso para que todas acudiéramos a la sala de reunión. Profunda fue la impresión que nos causó al oírla decir: „Hermanas mías, he reunido a sus caridades para decirles que nuestro Padre Superior ha muerto‟. Un grito unánime salió de entre todas, cual si un rayo hiriera nuestros corazones. Ninguna podía articular palabra, las lágrimas, los sollozos, nos impedían preguntar cómo o cuándo había muerto, pues sólo hacía tres días que había estado aquí y todas lo creíamos bueno”230. Y continúa la hermana la Crónica con estas reflexiones refiriéndose a la forma en la que fue hallado muerto don Mariano: “[…] Aquellas paredes, mudos testigos de tan largas contemplaciones, como penitentes acciones, han robado preciosos secretos a los que se disponían a escribir su santa vida. Aquellas frías paredes, lo repetimos, fueron las únicas que le vieron exhalar su postrer suspiro al remontar su bellísima alma a la mansión de los Bienaventurados. Humilde en el humilde sueño, así murió nuestro amado Padre Superior, olvidado de sí propio en el mayor olvido y el que había sido en caridad todo para todos, murió falto de todo humano socorro. Su preciosa muerte, acaeció el citado día 31 de enero de 1888 a los 72 años de edad, y las exequias se celebraron con tanta magnificencia que, más que acto fúnebre, parecía ser un acto de triunfo”231. La prensa de la Villa se hace eco de la muchedumbre que acompañó el cadáver en sus honras fúnebres, celebradas en la parroquia de Santiago, luego en su conducción por Las Calzadas hasta el cementerio de Mallona y por último en el sepelio: “El afecto que captó en vida este santo sacerdote se ha visto demostrado en la concurrencia a sus exequias en la Basílica de Santiago y el acompañamiento hasta el camposanto”232. El sábado, 4 de febrero el diario “El Vasco” publicaba una hermosa nota necrológica debida a la pluma de don Estanislao Jaime de Labayru 233, eminente historiador de Vizcaya, sacerdote y entrañable amigo de don Mariano. Comienza con esta frase “Reposa en paz. Sus virtudes reconocidas nos dan fundamento para creerlo así” y, después de diez breves apartados donde va desglosando los momentos más sobresalientes en la vida y obra del finado, termina de esta manera: falleció, y sí me encomendaba en su protección considerándole en el cielo, y así oía también a otros”. Summ., doc. 158, p. 317. Relación de Sor Ángeles Muguerza (1854-1918) sobre el Siervo de Dios, año 1917. 230 Summ., doc. 162, pp. 342-343. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1887-90. 231 Summ., doc. 162, p. 343. Anales de las Hijas de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio, años 1887-90. 232 E. RODRÍGUEZ CONDADO, o. c., 169. 233 Cf. Summ., doc. 156, p. 301. Antes del artículo se incluye una breve biografía de don Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea (1845-1904).
“No tenemos espacio para escribir al presente una ajustada necrología que pudiera servir de biografía de este ilustre bilbaíno. Quizá el tiempo nos lo depare, y lo esperamos. En sus papeles encontraremos lo que de su boca no ha salido o lo que la muerte de sus amigos de toda la vida lo ha sepultado en el olvido. Tenía en trayectoria varias otras fundaciones piadosas. De todos modos sirvan estas líneas ligeras para recuerdo del sacerdote integérrimo y ejemplar que Dios ha llevado a su seno; del sacerdote modelo entregado a ganar almas para Dios y mantenerlas en su servicio. […] Que sus feligreses y conciudadanos no le olviden en sus oraciones, y que su memoria nos sirva a todos de estímulo y aliciente para ejercitar el bien. Descanse en paz”234. Son los primeros testimonios de su fama de santidad recogidos en las manifestaciones que espontáneamente surgen en el momento de su muerte, desde los ambientes más diversos. Pero su memoria, caridad y espíritu que animaron su vida perdura en el tiempo y como una lluvia persistente seguirán recordando su paso de buen pastor por este mundo, haciendo el bien a todos: sacerdote de Jesucristo, fiel a su vocación, entregándose sin reservas a la salvación de las almas, hasta dar y desgastar la vida en sacrificio continuo. Las instituciones de caridad y beneficencia que él impulsó, las Congregaciones a las que prestó su colaboración, las parroquias en las que desarrolló su actividad, las personas concretas que fueron testigos de su caridad y hasta las “piedras” de la actual Catedral de la villa de Bilbao serán quienes hasta el día de hoy nos sigan hablando de don Mariano José de Ibargüengoitia.
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Summ., doc. 156, pp. 301-305. Artículo de la revista “Iris de Paz” (año 1888), también aparecido en Diario “El Vasco” (4 de febrero de 1888). Firmado por Estanislao Jaime de Labayru, Pbro.