Masculinidad

Psicología. Rol sexual masculino. Construcciones sociales. Influencias. Momento histórico. Militarismo

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Introducción Para entender la masculinidad, es necesario en primera instancia conocer el recorrido histórico por el que las investigaciones han transitado. Los últimos 15 años se han caracterizado por la gran cantidad de estudios basados en la masculinidad que han sido realizados. De estos se ha desprendido que la masculinidad no es única ni inmutable, sino que es una construcción social modificable a lo largo de la historia. En una primera instancia, fue concebida como una idea psico−social, denominada "rol sexual masculino", lo que da muestra de la masculinidad como un constructo de reglas y valores aprendidos, que rigen al varon desde su nacimiento hasta su muerte. Hoy en día es posible encontrar estudios sociológicos, antropológicos, históricos, culturales y psicológicos, los cuales han explorado en la construcción de la masculinidad en contextos y momentos determinados, como es el caso de la relación de los varones con los gimnasios, las pandillas, la escuela, el cine, y en nuestro caso particular, con el discurso de los varones jóvenes adultos chilenos. Específicamente en el análisis del discurso de estos varones en relación a las temáticas de poder, trabajo, sexualidad, discriminación y sexualidad. En nuestra investigación de titulación, que lleva como título "Análisis del discurso masculino en jóvenes adultos con estudios superiores de la región metropolitana", indagamos si el discurso de los varones chilenos de este segmento etario, presenta modificaciones en el ámbito privado en relación con el público y a partir de este análisis, en que modelo masculino se inserta este segmento, tradicional; transición incipiente; transición avanzada o equitativo. Es así como conformamos grupos de discusión para indagar en ambos ámbitos, seleccionando una muestra de jóvenes adultos de entre 24 y 35 años. En el segmento de jóvenes mayores de 30 años, nos llamó la atención el surgimiento del tema de la dictadura militar en relación con la conformación de la masculinidad actual. Es así como hemos realizado la presente ponencia, basándonos en las pocas investigaciones relacionadas con el tema de parte de la psicología y de otras teorías, una temática que para nosotros explica la masculinidad que es representada hoy en Chile. Las siguientes son las respuestas que hemos seleccionado de nuestra investigación que despertaron nuestro interés por el tema de la dictadura y la masculinidad o como la hemos denominado en esta ponencia: Militarismo: un golpe a la masculinidad. La presentación que realizaremos tiene que ver la masculinidad, para esto utilizaremos dos respuestas extraídas del grupo de discusión realizada en nuestra ponencia de tesis. • Creo que la dictadura cambio en algo la masculinidad yo me acuerdo que en esa época fue la primera vez que vi a madre trabajar, porque mi padre pasaba más encerrado que afuera. • En ese tiempo las mujeres se tomaron las calles onda cacerolazos todas las noches. Como se observa en las respuestas presentadas, la masculinidad fue influenciada por el golpe militar, en el que el concepto de masculinidad varío debido a que los roles se trasladaron producto de la participación de la mujer del proceso de Estado, al tomar una nueva función en esos momentos cruciales de la historia; Principalmente en dos facetas a destacar. La primera tiene relación con el llamado a la mujer desde los órganos golpistas, como se muestra en uno de los tantos extractos encontrados en el Mercurio, en que la publicidad presentada tenía un claro fin, llamar a la mujer a pronunciarse contra el gobierno por no tener o no entregar Pan para nuestros hijos, remedios para los enfermos, ropa para abrigarnos y techo para cobijarnos, en la cual se Cita a la mujer a un compromiso de honor y que es firmado por Mujeres gremialistas de Chile o 1

por El poder femenino. En este ejemplo se expresa que las mujeres son representantes del conservadurismo y del mantenimiento del orden y la ley. El segundo ejemplo en torno al nuevo rol de la mujer, tiene relación con la participación de la mujer en las actividades de Derechos Humanos, como coordinadoras de los movimientos que debieron alzarse como defensoras de la familia y que deben tomar esta función considerando que los hombres se encontraban presos, muertos o desaparecidos y quienes deben cumplir su función frente a la sociedad, son las mujeres. Al considerar la presencia de las mujeres en este proceso, debemos relacionarlo con los hombres y cual es su papel en este quiebre histórico. En este sentido podemos observar la aparición de dos tipos de masculinidades, por un lado los varones autorizados a ejercer poder y por otro los varones subordinados al poder. En este ámbito se debe contemplar, en primer lugar, el militarismo, entendido como los individuos que utilizaran las armas para expresar sus ideas y su poder; Este militarismo se encuentra presente en toda nuestra historia y fundamentalmente en los últimos treinta años, en que el honor y la lealtad, que son los varones fundamentales en este sentido, son llevados al extremo, en la cual, cada lado en que se dividió el país, tiene que demostrar quienes son los representantes de la masculinidad, presentándose como la expresión de la misma desde los dos polos, los militares institucionalizados y los militares en la clandestinidad. Los primeros asumen su poder desde la ley, desde el poder que les entrega el uso de las armas y el estar bajo un discurso de que Nosotros los Chilenos defendemos el país, que devolveremos los valores que se han perdido. Presentando a quienes no responden a ese pensamiento como no representantes de Chile y su sociedad. Se plantea un control sobre los sujetos, apartándolos de las calles, de la esfera pública, es decir relegando a los demás ciudadanos a ser espectadores de lo que pasa en Chile. Se comienza a redefinir el papel del Estado, cambiando sus prioridades, pasando de salvaguarda y protector de sectores medios y populares a un modelo represor de los mismos, en la cual a quienes presentadas ideas contrarias a las institucionales eran desaparecidos o muertos. Se cambian la lucha de ideas por la lucha cruel y sangrienta de las armas y que presentaba a un ejercito salvador de Chile y a quien los guió como una Ley por sobre todo lo presentado. El segundo grupo se refiere al caudillismo y las guerrillas que afloraron en este periodo, quienes se impusieron en la lucha contra la ley impuesta por otros en forma violenta, la contraparte que representa la audacia, el poder que se revela contra otro superior que se impone y contra quien solo se puede luchar entrando en su propio juego. En este grupo se observa el romanticismo de llevar las ideas a la máxima expresión, de enfrentarse a estructuras de poder enajenadas, que los limitan en su discurso. Estos fueron llevados a la clandestinidad, a ser fantasmas dentro de su propio país, entregándoseles mayor poder del que realmente tenían, buscando entrar en el imaginario colectivo de ser un contrapeso frente a los militares institucionalizados y represores. Estos varones dejan el ámbito familiar que les entregaba seguridad a pesar de cualquier situación, pasando a ser entes de la política pública, de la calle, de lo que también representa la masculinidad, defendiendo una realidad colectiva por sobre una individual. Estos sujetos que son impulsados por el poder y que deben establecer relaciones de subordinación frente a otros varones, desvalorizando al grupo contrario para así ser el patrón hegemónico de la masculinidad, este mando que se da en estos sectores nos entrega un no cuestionamiento de la figura de autoridad que es simbolizada por el comandante, sea de ejercito o de guerrillas, es el equivalente al padre, a quien se le debe respetar y obedecer sin preguntar razones. Este poder tiene un costo importante que se observa en dolor, en la soledad, en las represiones de emociones para mantener el control por sobre los otros, si esto no ocurriese y se manifestaran las emociones, se les presentaría como mariquita, repercusión importante en el mundo militar.

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En este mundo el varón tiene que sacrificarse, ya sea por la patria, la familia militar, la sociedad civil o sus ideales, pero sin disfrutar de la vida o de sensaciones de bienestar, el varón militar aparte de ser, debe parecer. Los varones armados son y se sienten legitimados para el uso de las armas. Es el uso de la violencia que se sienten legitimados por el Estado o la razón. En ese sentido se observa al macho en su concepto amplio, que impide que el varón se exprese, que debe ser valiente para ser hombre, hecho que se observa en toda la sociedad y fundamentalmente en el ejército. Para ejemplificar mejor lo anterior, mencionaré las características psicológicas fundamentales de quienes participaron y participan en grupos militares: Los miembros de estos se separan de su propio sentido de moral a favor del grupo, llegando a diluirlos. Por esta razón se producen mentiras grupales, por miedo a las consecuencias que acarrearían los actos que realizan. Los sujetos se acostumbran a hechos sangrientos, desarrollando la capacidad de desconectarse emocionalmente del significado de las percepciones. Esta escisión en la capacidad emocional los lleva a tener poder por sobre la vida, la de otros y la suya propia, pasando realizarse un narcisismo grupal, por la ostentación del poder que poseen. Además de observar conductas sádicas frente a quien fuere su subordinado, ofreciéndose una escalada de poder y humillación hacia las personas que se encuentran bajo uno, provocando en estos impotencia que será canalizada en el sujeto inferior. Esto ocurre en ambos casos, en que se produce una disociación entre las conductas normales en la milicia, de humillación y violencia, y la sensibilidad y humanidad que representan los mismos sujetos como conducta normal en su vida familiar y civil. Estas características que se presentan en los varones que participaron y participan de las milicias, y que son propias de estos, muy distintas a las de los varones civiles y sus comportamientos. Según lo explicado por mi compañero anteriormente, son dos tipos de masculinidades que emergen posterior al golpe de estado de 1973 en Chile. Entonces, ¿qué pasa con los sujetos que quedan fuera de las instancias respetadas socialmente, como son las FFAA y las guerrillas?. Si tomamos en consideración que los grupos de varones entregan lo propio e impropio de ser hombre, lo aceptado e inaceptado, la honra y el honor, este "estar fuera" genera en los varones inseguridad, inseguridad regida por no cumplir con el mandato masculino histórico. En ambos grupos armados, las guerrillas y las FFAA, es el culto a la fuerza, al honor, al bien y la libertad de algo mayor, como es la patria, lo valorado, como lo señalo anteriormente Oscar. Es decir, que en este período histórico, son estos grupos de varones, los que constituyen la garantía de la masculinidad, ya que desmantelado el orden salarial, impedida la política y los sindicatos e intervenida y controlada la noche, se impidió que el varón chileno tuviese acceso al mundo público y a la calle, dejándolo en una posición femenina. Es decir, dentro del hogar y actuando pasivamente frente a los hechos acontecidos en la esfera pública, ya que el intervenir a favor o en contra de alguno de estos grupos de varones con poder, se ponía en riesgo su propia vida, lo cual puede ser entendido desde la psicología como castración real. Ambas castas de varones, poseían el poder y el respeto social, por ser vistos por partes distintas de la sociedad como libertadores y valientes, recepcionando por tanto la posibilidad de ser de la calle, activos, fuertes y violentos, rol que no era para todos, sólo para los merecedores. a masculinidad entonces es un rango de los 3

varones, una posibilidad única, que no es heredada ni ganable, ya que los honrados con la posibilidad de desarrollarse en tanto hombres, debían ser capaces de poner en riesgo su vida por la madre, simbolizada desde siempre, por la patria. Tomando en cuenta que ambos grupos eran y son minorías, ya que la utilización de las armas y de la fuerza justificada no es para todos, por lo tanto, se caracterizan por ser sectarios, es que nos parece de interés el conocer o entender que sucedía con los varones que no pertenecían a alguno de estos grupos, considerando que este segmento estaba compuesto por la gram mayoría de los hombres chilenos. Esto en base a que la consigna que que rige a los varone va más allá de ser hombre, sino de ser "el más hombre", como es Pinochet para las FFAA y el Che Guevara para los guerrilleros revolucionarios. Si nos avocamos a las teorías producidas de diferentes estudios de género realizado hasta la presente fecha, podemos observar que la masculinidad, como mandato hegemónico socio cultural, debe cumplir cinco aspectos específicos para ser considerada como tal: 1.ser fuerte 2.ser activo 3.ser autónomo 4.ser de la calle 5.ser heterosexual. Ahora, observemos que sucedía en ese período histórico en chile. Por una parte, los varones militarizados, apoyados por el estado y la clandestinidad, eran los únicos autorizados a deambular por las calles después del toque de queda, eran los únicos autorizados a matar, los que tenían en sus manos las propias decisiones, aun cuando en ambos grupos se acata la verticalidad del mando, en muchos casos los militares debían asumir responsabilidades en el momento mismo, si no habían superiores a quienes consultar. Es decir, eran los únicos que se permitían el uso de los mandatos hegemónicos y que podían desarrollarse en su masculinidad. Pero no sólo los grupos militarizados se permitieron el uso de la masculinidad. Si observamos la historia de Chile en esa época, existe otro grupo que también comienza a mostrarse activo, fuerte y autónomo. Tal como sucedió antes del golpe de estado del 73, son la mujeres las que asumen la bandera combativa, mediante protestas y caserolazos. En este sentido, son la mujeres las generadoras de cambio, las que paren los quiebres históricos, generando por tanto las modificaciones sociales y el pronunciamiento violento de los varones frente a determinadas temáticas. Es así como los varones civiles de esa época, por una parte ven que no son capaces de dar la talla con el modelo masculino valorado y respetado por la ciudadanía, de libertadores y guerreros, y por otra parte, se ven desarraigados por las mujeres, quienes asumen una posición activa y combativa, relegándolos aun más al estar fuera de lo esperado. Es decir, en esta época los varones chilenos en mayoría, se ven impedidos al acceso a la masculinidad, debido a la pérdida de cuatro bastiones básicos del mandato social: ser fuertes, ser activos, ser autónomo y ser de la calle, quedando solo permitido el uso de la heterosexualidad, la cual es compartida con la mujer, impidiendo por tanto la diferenciación. Los hombre civiles pasan a ser los "no importantes", posición a la que han sido relegadas las mujeres en las organizaciones patriarcales desde siempre. Es decir que no sólo se perdió la masculinidad, sino que esta se transforma en una nueva clase minoritaria, ya que no se es masculino ni femenino, ya que aun se evaden las 4

tareas domésticas, pero al mismo tiempo no se tiene acceso a las tareas de "hombre", posición angustiante e intolerante, debido a toda la cultura aprendida durante los años anteriores al golpe. Así, al existir un grupo de varones subordinados y marginado que maneja el poder, y otro que posee el poder y que margina, más un movimiento femenino activo y combativo, se puede entender que este segmento de varones civiles se encontraba a la deriva, sin un punto de base para reconstruir la masculinidad. Es así como se puede entender el uso de la violencia y la dominación por parte del segmento de poder, ya que esta violencia se encuentra justificada por ser percibida como un derecho fundante. Esta violencia es una forma de dominación, pero al mismo tiempo, es también una imperfección, ya que una jerarquía legítima no necesita intimidar para ser respetada. Como sabemos, el poder es un término clave en la masculinidad, entrega la posibilidad de imponer control sobre otros y sobre la emociones propias. Esto llevado a lo macro social, nos ayuda a entender la desigualdad, basándonos en que la sociedad es una instancia de hegemonía donde la estructura de prestigio valorada es la masculinidad, por tanto no todo el pueblo tiene el derecho ni la capacidad de desarrollarse en igual medida. El poder por tanto es una alienación, ya que lleva a ignorar las emociones, sentimientos, necesidades y la capacidad de interrelacionarnos, debido a que se tiene la convicción que el poder requiere de ser distante. Esta distancia hacia la mujer y lo femenino, y en este caso también hacia otros hombres, se acentúa por la distancia emocional que se desarrolla desde la adolescencia. Los hombres entonces ven reducida su empatía, una norma en la masculinidad. Esto lleva al distanciamiento de los otros hombres, al aislamiento emocional e intelectual, por lo que el otro deja de ser otro, en tanto persona, lo que posibilita la utilización de violencia y degradación. Este otro violentado, no necesariamente físicamente, como lo señalé anteriormente, ya que no pertenecían al grupo de hombres que debían ser controlados con la fuerza física por las unidades represivas, pues su injerencia en las masas era mínima, fue sometido por medio de la exclusión. Es decir, el varón civil no sólo es desarraigado de su masculinidad, no sólo es superado por la mujer en la lucha y en la actividad, sino que además, es negado en tanto persona, no existe para los varones con poder, no tiene voz ni voto, en tanto no es. Se pierde su valor, ya no sólo se niega, sino que es desaparecido sin necesidad de la fuerza. En ese sentido, no merece la pena nisiquiera castigarlo, por que no posee un peso significativo para el poder. El ser excluidos, aislados y desvalorizados, en tanto hombres, tuvo como consecuencia en este segmento, la represión de las conductas masculinas valoradas, y en sí, la represión de un gran cúmulo de características aprendidas e introyectadas desde la infancia. Al ser escindido el aprendizaje patriarcal, se potenciaron ciertas características impuestas por la sociedad patriarcal, como es la necesidad de protección y la posibilidad de expresar la emociones, como la angustia y la frustración. Características permitidas en os varones sólo en la infancia. Esto nos lleva a comprender la inmadurez del varón chileno frente a la responsabilidad y a la toma de decisiones, ya que se necesita a un otro que guíe, que autorice, que respalde. El varón entonces, queda impedido de su adultez, es en si un adolescente que desea revelarse al poder impuesto, pero que teme que este revelarse traiga consigo un castigo, o peor aún, que no sea tomado en cuenta, se teme por tanto ser excluido nuevamente. Por tal motivo no se reclama, no se denuncia, no se da la propia idea, se emplean sólo conceptos ya utilizado y permitidos, no se transgrede, no se está permitida ni autorizada la crítica. Desde aquí se puede entender el nacimiento de organizaciones como paz ciudadana, que entrega protección y ayuda a entender que sucede en el ámbito social, si ellos señalan que ha aumentado la violencia y recomiendan no salir a la calle por cuidado 5

personal, esto es tomado como "la verdad", sin ponerlo en duda, facilitando el no tomar consciencia con uno mismo. Se pierde por tanto la noción de guerrero, exacerbándose la violencia hacia los pares menos fuertes, hacia otras minorías, en búsqueda de un chivo expiatorio, un otro más débil y con menos posibilidades de ejercer poder. Finalmente, se puede apreciar que el golpe militar, la dictadura y los combates entre militares y guerrillas, no sólo alcanzó a los caídos de ambos bandos, la economía y a la política. Existe una gran mayoría de varones que socialmente no fueron alcanzados por la violencia directa, que no fueron torturados en centros de detención institucionalizados, y que no sufrieron la pérdida y desaparición de familiares, pero que indirectamente se vieron afectados por los hechos acontecidos durante los 17 años de dictadura, 17 años de exclusión. Conclusiones. Para concluir esta ponencia, es así como podemos entender al hombre actual, al chileno civil de los noventas y del 2000. En un momento histórico donde en cantidad numérica eran la mayoría, pero en posibilidad de acción se encontraban excluidos de la esfera pública, una minoría silenciosa y silenciada, ven al entrar en democracia, un espacio para poder expresar su masculinidad, ya sin la figura del padre opresor y castigador del militarismo. De esta forma se inicia una escalada de violencia que ha tomado varios ámbitos de relación, desde el hogar y el lugar de trabajo, hasta los lugares de interacción masivo, como son los partidos de fútbol y las protestas. Desaparecido el enemigo, en estos lugares de realización de la masculinidad, ya no es sólo prescindible expresar ideas, sino que se vuelve cada vez más necesario el uso de expresiones violentas, con el fin de demostrar poder, devolviendo por tanto la violencia al mundo social, mundo que en alguna oportunidad violento a los varones, limitándolos y negándolos, en tanto hombres. Las estructuras de masculinidad de hace 15 años atrás han entrado en un período de pasividad. Los militares por una parte han asumido una posición reconciliadora desde que asumió el general Cheyre la comandancia del Ejercito. La figura de Pinochet, como patriarca de la nación, está cada día más deteriorada, posterior a su detención en Londres y a su evitación de la justicia chilena luego de ser sobreseído por enfermedad, lo cual lo deja en la ambigüedad de responsabilidad, ya que no se ha dictado su culpabilidad ni su inocencia. Así mismo, las células guerrilleras entraron al anonimato, y sus apariciones públicas se encasillan sólo en declaraciones, pasando del mismo modo de la acción a la pasividad, llegando a ser olvidados por los grupos más jóvenes de nuestra sociedad. Es por tanto el momento de la masculinidad civil, la masculinidad olvidada, la masculinidad excluida, la cual ha heredado la violencia de antaño para su expresión, violencia que recae en este segmento sin un enemigo tangible, sin una figura de opresión, sin un ideal político, lejos de las responsabilidades del honor, apartados de la defensa de la patria, institucional o romántica. La época de la masculinidad civil, por lo menos hasta que los otros segmentos renieguen de la tranquila pasividad y se cierre la gestalt.

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