Me dolían las piernas, los brazos, la cabeza; hasta mi propia existencia. Por qué yo

¿Cuan fuerte es la mente? Me dolían las piernas, los brazos, la cabeza; hasta mi propia existencia. ¿Por qué yo tuve que ser el valiente que saliera?

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¿Cuan fuerte es la mente? Me dolían las piernas, los brazos, la cabeza; hasta mi propia existencia. ¿Por qué yo tuve que ser el valiente que saliera? Ni si quiera soy valiente, yo solo quería impresionar a Alicia. Sí, Alicia, la chica con el pelo corto y castaño. La tímida, la rechazada, la nueva. A nadie le gustaba, pero a mí sí; desde el primer momento me perdí en sus azulados ojos. ¿Por qué pensaba en ella? Ni si quiera la conocía, pero me hubiera gustado hacerlo. Pero no, yo tenía que ser el único valiente de toda la fiesta. El único lo suficientemente tonto como para atreverse a mirar en esos contenedores de basura que se movían solos. Y mírame ahora…estoy perdido en el bosque, huyendo de algo que ni si quiera sé qué es. ¿Por qué tuve que correr hacia el bosque? ¿Por qué no corrí hacia el pueblo? Acababa de cavar mi propia tumba. Empecé a andar, cansado de tanto correr, e intenté parar la hemorragia que tenía en el brazo. Esa cosa me mordió, ni si quiera sabía lo que era. Solo pude ver unos ojos, ojos humanos. Pero no podía ser una persona, los dientes eran demasiado afilados. Y puedo asegurar que olía a perro. Para mi desgracia, hacía tiempo que había empezado a llover. Justo en el momento en el que empezó a hacerlo, dejé de oír los fuertes y pesados pasos de mi perseguidor. Era de noche, no podía volver solo al pueblo, no veía nada. Después de andar durante un buen rato, decidí entrar en una cueva cercana. Me refugié dentro y cuando fui a comprobar el estado de mi brazo, me lo encontré impecable. No había rastro de la herida, estaba planamente curado. ¿Cómo podía ocurrir tal cosa? Estaba atónito. Apoyé mi cabeza en la pared de roca y prolongué un largo suspiro. Yo solo quería volver a la casa de Robert, emborracharme y fumar, como cualquier adolescente de dieciocho años quisiera hacer. Mis ojos se empezaban a cerrar. Escuché una rama crujir. Miré hacia la entrada de la cueva y allí estaba. Me miraba deseoso de sangre, quería matarme. Su cuerpo peludo sufría pequeñas convulsiones. Parecía ser que yo no 1

era el único cansado. Empezó a caminar hacia mí, posado sobre sus cuatro patas. Jugaba con sus colmillos...Me los estaba enseñando. Sin duda, este ser protagonizaría mis pesadillas a partir de entonces. Estaba asustado, muy asustado. Le faltaban pocos metros para llegar hasta mí. Mi respiración estaba agitada, y podía notar mi corazón palpitar a velocidades extremas. Antes de desmayarme mi único y tal vez último pensamiento fue ‘vas a morir’. Abrí mis ojos fuertemente y me senté en la cama. Estaba totalmente sudado y mi corazón aún seguía palpitando fuertemente. Pero sin pausa. ¿Acababa de tener una pesadilla? El sueño era muy real, para ser un simple sueño. Agarré mi móvil, el cual se encontraba en mi mesita de noche y revisé todos los mensajes que me habían enviado. Todos hablaban de la fiesta de Robert, de lo grandiosa que había sido. Algunos me preguntaban por qué falté, y otros me decían que si me había tirado a la rubia con la que estaba coqueteando. Pregunté a Pablo si había conseguido el número de Alicia, pero su respuesta me confundió aun más de lo que ya estaba. Según él, ninguna chica llamada Alicia había acudido a la fiesta. No podía ser cierto, debería estar soñando. Me dejé caer en la cama, aunque calculé mal, y me di un fuerte golpe en la cabeza con la pared. Me empezó a salir sangre, pero cuando me dirigí al baño, para cortar la salida de sangre, mi cabeza estaba ilesa. Alcé mi mirada para encontrar mi reflejo, junto a otro. A mi lado, se encontraba ese monstruo que me perseguía en mis pesadillas. Cerré los ojos fuertemente, y al abrirlos, había desaparecido. Me relaje a mí mismo, diciéndome una y otra vez que solo eran imaginaciones mías. Me había salido barba, ahora seguramente sería el chico en segundo de bachillerato con más barba que había. Y todo esto de un día para otro.

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Oí un crujido de unas ramas, que me resultaba demasiado familiar para mi gusto. Fui a mi habitación de nuevo, encontrándome todas mis cosas puestas patas arriba. Vi un destello de luz debajo de mi cama y me aproximé a ver qué era. Genial, era mi móvil. Aunque en un estado diferente en el que estaba. Estaba destrozado, todo el cristal contenía grietas en todas las direcciones y los botones estaban arrancados. Sentí una respiración en mi nuca. Se me pusieron los pelos de punta y mi cuerpo se tensó al instante. Agarré fuertemente mi móvil, o lo que quedaba de él. Me preparé para pegar a lo que estuviera detrás de mí con mi puño. Con suerte el móvil se le clavaría lo suficiente para darme tiempo para correr. Cuando me giré, no me encontré con nada. Estaba totalmente solo. Me entró un fuerte dolor de cabeza, así que decidí acostarme, aunque fuera solo eso, ya que dudaba que pudiera dormir en lo que quedaba de noche. A la mañana siguiente me levanté temprano para darme una ducha reparadora. Era viernes, gracias a dios, y al día siguiente tendría el día entero para descansar y pensar sobre lo ocurrido. O por lo menos eso pensé. Última hora. Faltaban unos pocos minutos para que sonara el timbre y esta semana se diera por acabada. Un papelito me cayó encima del libro de literatura. ``Hoy damos otra fiesta, la haremos en un descampado, ¿te apuntas?´´ Cuando levanté la cabeza me encontré con Robert mirándome fijamente. No tenía muchas ganas de ir, pero beber tal vez me ayudara a despejarme un poco y olvidarme de lo ocurrido. Llegué cuando el sol empezaba a oscilar mientras se escondía por las altas montañas. La mayoría de todos mis compañeros estaban ya bebiendo o muy borrachos. En cuanto llegué un par de chicas se me acercaron, pero al notar su aliento a alcohol, las rechacé.

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Tal vez para luego. Cogí un par de botellas del maletero del coche de Robert y me hice una mezcla bastante fuerte con los dos tipos de alcohol, ni si quiera sabía qué eran. Cuando ya llevaba un par de copas de más, creí ver a Alicia. Sí, era ella. Ahora podría presentársela a los demás, ahora me creerían. No perdí mi oportunidad y la seguí, estaba en la parte más alejada del descampado, pero no me importó. La saludé, pero ella hizo como si yo no estuviera allí. Después de intentar una y otra vez que pronunciara una sola palabra, se dio media vuelta, y se marchó. Había quedado como un tonto. Ninguna chica me había ignorado con tanto descaro, ya me hacía una idea de por qué no caía bien. O por lo menos a la gente que decía saber de ella. Desde pequeño siempre tuve un pequeño complejo, tenía que caerle a todo el mundo bien. Cuando me quise dar cuenta, ya la estaba siguiendo. La llamé varias veces, me encontraba cansado. Anduvimos durante un largo rato. No sabía hacia donde me estaba conduciendo. Retiré un poco de sudor de mi frente y cogí el teléfono móvil, que mis padres me habían proporcionado, cuando comenzó a vibrar fuertemente. Cuando descolgué la llamada, no oía nada. Nadie hablaba en la otra línea, todo era un completo silencio. Mire repetidas veces la pantalla, pero siempre me indicaba que la llamada estaba bien, y que alguien estaba hablando conmigo. Me paré, perdiendo a Alicia de mi vista. Iba a pasar de ella, por mucho que me gustara, así que me di la vuelta para disponer a marchar por donde había venido. En cuanto di un paso en dirección contraria, Alicia apareció delante de mí dejándome sin aliento. Giró su cabeza hacia la izquierda, cuando miré hacia donde ella miraba, pude ver un acantilado. ¿Pero cómo era eso posible? En este pueblo no había playa. Era un pueblo en mitad de la península Ibérica. Alicia me sonrió, me agarró de la mano y me condujo hacia el borde del acantilado. Tenía miedo, pero de alguna u otra forma, con Alicia me sentía seguro. Me senté en el borde, junto con Alicia. Miré hacia el horizonte, y pude ver una bandada de pájaros surcando el cielo. Todo esto era surrealista, me 4

estaba volviendo loco. Empecé a sufrir ataques de calor, en ese momento me sentía como si estuviera dentro de una sauna. Una sauna a mucha temperatura. Alicia empezó a acercarse más y más al borde del acantilado, hasta que casi todo su cuerpo ya estaba colgando libremente. Miré hacia abajo y vi como las olas chocaban bruscamente contra las piedras. Piedras puntiagudas y letales. Agarré a Alicia del brazo, no podía dejar que cayera, pero ella ya se había tirado. Solo yo la alejaba de la muerte y la acercaba a la vida. La agarré con todas mis fuerzas, pero empezó a pesar demasiado para mí, así que lentamente empecé a arrastrarme con ella. No podía soltarla, mi conciencia me perturbaría por el resto de mis días. Probablemente me volvería más loco de lo que ya estaba. Chillé con todas mis fuerzas antes de precipitarme al vacío junto con Alicia. No noté nada, simplemente todo se volvió negro en los catorce segundos más lentos de mi vida. Se encuentra a un grupo de jóvenes universitarios que se dedicaban a poner LSD en las bebidas que jóvenes de dieciocho años compraban para sus fiestas. Las vendían a un precio muy barato, y por tanto, tentador. Han sido detenidos esta mañana, pero desgraciadamente se han encontrado tres jóvenes muertos por paros cardiacos esta mañana. Todos habían consumido grandes sustancias de esta droga. Todos tienen algo en común, sus amigos afirman que hablaban de una chica llamada Alicia. Se está investigando que tipo de alucinaciones produce esta droga, y el porqué de que esta joven imaginaria, Alicia, salga en todas ellas.

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