Melatonina, una sustancia con luz propia. Cuando comencé a leer el libro Melatonina: un destello de vida en la oscuridad, de la

Asesor: Mtra. Eleonora Salinas Lazcano Melatonina, una sustancia con luz propia Patricia Carolina Ramírez Aguilar En las tinieblas la imaginación tra

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Asesor: Mtra. Eleonora Salinas Lazcano

Melatonina, una sustancia con luz propia Patricia Carolina Ramírez Aguilar En las tinieblas la imaginación trabaja más activamente que en plena luz. Immanuel Kant

Cuando comencé a leer el libro Melatonina: un destello de vida en la oscuridad, de la colección La ciencia para todos, no tenía idea de lo que la autora, Gloria Benítez King, podía llegar a revelarme al hacer comparaciones tan precisas de la literatura con esta hormona a la que llamamos melatonina. Pero a pesar de ser tan minuciosa al elegir citas que pueden llegar a hacernos comprender cada punto que expone en el libro, nos da pie para hacer nuestras propias conjeturas y comparaciones con base en nuestra experiencia. Esto da un ritmo ágil y certero al libro, que sin dejar de ser de ciencia, da la seguridad de comprender cada capítulo sin mayores complejidades que buscar de vez en cuando algún término desconocido. En el primer capítulo, dedicado a la historia del descubrimiento de la glándula pineal (que es la que segrega esta sustancia llamada melatonina), me doy cuenta de que el factor mítico tiene un importante papel en todo esto. Me sorprende que, por ejemplo, se le haya atribuido desde tiempos antiguos, en los que aún no se le dedicaba un total interés a esta hormona, una relación cerebral, que dotaba al ser humano del raciocinio. Si bien, no estaban del todo correctos, sí tenían razón en algo, en que esta glándula era perceptiva a la luz del medio en el que se encontraba. Mentalmente hago mis conjeturas; la luz es como la 1    

inteligencia, es lo que proporciona brillo a un ser. Y también me doy cuenta de que la autora da en el blanco cuando cita un fragmento del “Génesis” para este capítulo. Continúo leyendo y me vuelvo a sorprender cuando me entero de que la palabra Melatonina, en su origen, era para describir que era una hormona capaz de regular el color de piel de un individuo; lo cual más tarde, queda totalmente descartado en los humanos. Gracias al pequeñísimo error de confundir las funciones de la melatonina, otros científicos logran grandes avances, en los que se descubren otras funciones hasta ese tiempo desconocidas. Esta hormona tendría otros efectos aún más interesantes que la simple pigmentación de una persona. Sigo leyendo, y llego al segundo capítulo, en donde una cita al cuento “Vasalisa la Sabia” hasta ese entonces desconocido para mí, hace que detenga mi lectura y me vuelva curiosa de saber el desenlace. Al finalizar la lectura, entiendo por qué Gloria eligió esta historia: al igual que Vasalisa, la melatonina tiene que recorrer un largo camino hasta cada una de las células que la requieren. Pero eso no es todo, después de llegar, tiene que emplear su “sabiduría” pre-integrada en su ser, ganarse la confianza de las células a las que corteja y disolverse en su capa externa, hasta llegar a su “corazón” hecho de agua, (del que también llega a formar parte al diluirse en él). Es como un escarceo amoroso en el que la melatonina es el amante perfecto, ese que recorre grandísimas distancias, sólo para darle a su amada (la célula) lo que ella requiera de él. Al seguir leyendo caigo en la cuenta de que esta hormona tiene otros trucos bajo la manga: al parecer es como un calendario, un reloj o incluso una brújula integrada en el organismo. Aparte, empieza a mostrarse como algo misterioso, algo complejo. En las personas, por ejemplo, la melatonina se comporta como adolescente cuando cae la noche y 2    

hay una fiesta a la que todos fueron invitados. Entonces la melatonina sale en bandada de la glándula pineal a buscar a sus amantes, a cortejar a las células. Es ahí, al abrigo de la oscuridad, cuando de verdad se ponen a trabajar, a reparar los daños que los oxidantes provocan en las células. Este proceso es exactamente como lo refiere la escritora al citar un popular cuento infantil en el que duendes ayudan a un zapatero a reparar los daños durante la noche. Después de hablar tanto de reparar daños, empiezo a preguntarme qué los provoca; no me enteraría hasta el siguiente capítulo, sin embargo antes de llegar a esa parte, me da una serie de datos que hacen impresionarme aún más con lo que puede llegar a lograr la hormona inteligente. Es como un somnífero benévolo que no causa adicciones y que, en cambio, hace que duermas un sueño sin agitaciones y con visiones placenteras. Es como una droga, sin los efectos nocivos que conlleva; es la sustancia maravillosa con la que todos vamos equipados. Al seguir hojeando el libro, llego a la parte terrorífica, el nudo de la historia ¿quién es el malo en todo esto? Es cuando hace su aparición un villano malvado interno, que hace alianza con los malos externos: el estrés. El estrés ahora se ha visto como algo muy común, pero me sorprendió el dato que da la autora al decir que en la época paleontológica los seres humanos tal vez estaban sometidos a cantidades diferentes o un tipo distinto de estrés, que hacía que su vida se alargara hasta los 150 años. También relata el factor tan importante que juega la melatonina, al neutralizar todas o casi todas la reacciones que causa el estrés. En mis cavilaciones, vuelve a asombrarme la autora, al mencionar otro dato interesante: la melatonina no sólo se segrega durante la etapa de sueño, sino también en

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personas que meditan, en aquellas en las que los factores que no está a su alcance cambiar no llegan a preocuparlos. Recuerdo una conocida frase: “Si tiene solución, ¿para qué preocuparse? Si no la tiene, ¿para qué angustiarse?” Es el pensamiento que utilizan los budistas para alcanzar un estado de bienestar, y también es la clase de idea “escudo” que hace que segreguemos melatonina suficiente como para contrarrestar el estrés. Pero seguimos hablando de un malo, como nos explica la autora: “Todos llevamos un depredador interno que nos ataca. Ese depredador son los radicales libres que dañan nuestros tejidos”1 y como ya se va haciendo costumbre nos da una cita que ejemplifica la reacción de nuestra súper hormona. En este caso la cita es de Barba Azul, en donde este toma el papel de los radicales libres, y su esposa, aterrada por lo que le pueda suceder, toma el papel de la célula. Esta célula llama a la melatonina para resarcir los daños que se produjeron en el ataque de los radicales libres. En este punto, la escritora nos menciona que la alimentación es algo que tiene mucho que ver en la producción de melatonina o de radicales libres, como también es un factor importante los hábitos que llegamos a adoptar, la forma de vida, e incluso el ambiente y la radiación solar. Nos vuelve a hacer hincapié en el estrés que llevamos en la vida diaria y cómo este nos puede llegar a afectar paulatinamente sin que nos demos cuenta. Gloria nos dice esto con un ejemplo práctico, con ranas. Las ranas son poiquilotermas; es decir que ajustan su temperatura al medio ambiente. La temperatura del agua se fue incrementando gradualmente […] hasta que llegó un momento en que el agua empezó a hervir. La rana hirvió y

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 Gloria,  Benitez-­‐King,  Melatonina:  Un  destello  de  vida  en  la  oscuridad.  Fondo  de  cultura  Económica,  México,   2008  (La  ciencia  para  todos,  217),  p.  59.  

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murió […]. La incapacidad para percibir los contrastes le impidió desarrollar una conducta de escape y por lo tanto sobrevivir.2

Y con los humanos pasa lo mismo. El estrés es el agua que se va calentando, por así decirlo, y nosotros somos las ranas, nos vamos adaptando a este modo de vida que genera radicales libres que lentamente y sin que nos demos cuenta de ello, nos empiezan a dañar, lo que provoca incluso la muerte. Esta inquietante revelación me empuja a seguir leyendo cómo es que algo tan cotidiano como el estrés, pueda matarnos. Termino de leer el capítulo con una nueva conciencia de mis hábitos, y con la seria actitud de cambiar algunos de ellos. Y sigo, ávida de información, leo el nuevo capítulo que la investigadora deja en mis manos. En este, la doctora Benítez-King cita una famosa guerra que sucedió en tiempos ancestrales y que fue relatada por Homero en la Ilíada: la guerra de Troya. Así como en esta guerra hubo mensajeros y reacciones a los mensajes, así sucede con la melatonina al llegar a afectar a la célula. Hasta ahora todo había sido muy superficial, pero mientras más leo, más me doy cuenta de la complejidad de las obras que lleva a cabo la sustancia y que desencadenan en un cambio en la fisiología celular. Con comparaciones como murallas y membranas plasmáticas, y griegos disfrazados de agentes benéficos, la autora nos lleva de la mano a descubrir los misterios que esta hormona esconde. Todo esto me maravilla, ya que sucede en un nivel molecular, es decir, pequeñísimo, un mundo entero dentro de cada uno de nosotros.

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 Op.  Cit.,  p.  70.    

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Ansiosamente, prosigo mi lectura hasta el momento en que los troyanos huyen y crean una nueva ciudad. Es decir en el momento en que la melatonina construye dentro de la célula su nuevo gran imperio. La melatonina, como nos hace ver continuamente la autora, tiene un protagónico en las reacciones que suceden en el ciclo luz-oscuridad que pasa dentro de nuestro organismo. Y al terminar de leer este capítulo, Gloria siembra una duda que hasta ese momento no se me había ocurrido. Todo este apartado trata de la construcción de un micro imperio, se arma el cito esqueleto. Pero Gloria nos plantea: si la ciudad fuese destruida ¿La melatonina sería capaz de reconstruirla de las ruinas que perduran? No lo revelaría hasta el siguiente capítulo, donde empieza a tratar las consecuencias de los daños a las células (neuronas), y las manifestaciones que tiene en el cuerpo: la pérdida de memoria. Pero también señala un dato que me gustaría mencionar, un dato positivo en medio del terror que me infunde el saber que en mi cerebro hay radicales libres que hacen que pierda la memoria. La música es una ayuda para segregar melatonina, es decir, que todas las herramientas para combatir los temibles radicales libres, y los efectos que conllevan, las tenemos siempre al alcance de nuestra mano, ¡Son Gratis! Música, meditación, correctos ciclos de sueño, buenos hábitos, todo esto es gratuito, la solución está en nuestras manos siempre. El último capítulo está dedicado a las enfermedades psiquiátricas y su tratamiento. Gloria nos explica con un ejemplo claro como se presentan las enfermedades en el ser humano. Para esto usa a un personaje histórico: Juana de Castilla y Aragón, o mejor conocida como “Juana la Loca”. Juana vivió una época de estrés abundante, en condiciones

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de tristeza y frustración, y la mayor parte del tiempo recluida en una prisión. Por ello no debe asombrarnos que sufriera de una enfermedad psiquiátrica. Su caso nos remite a la actualidad donde tenemos los medios para combatir estos males. Sin embargo mucha de la medicina que se utiliza para tratar este tipo de enfermedades también puede causar un daño igual o peor del que el paciente está padeciendo. La autora da con una solución a este efecto oxidante que causan las drogas antipsicóticas, la melatonina. Mala suerte la de Juana de Castilla y Aragón, al ser objeto de encierro por una enfermedad que ahora sabríamos como tratar eficazmente. Llego al final del libro, con mis notas mentales de cómo hacer para vencer estas amenazas invisibles que ahora tienen nombre: los radicales libres. Ahora tengo mayor conciencia de las malas costumbres que tengo que evitar, cuáles debo conservar y otras más que necesito agregar. Pero sobre todo me llevo la experiencia de haber leído un libro en el que mis ojos fluyeron a una velocidad vertiginosa, y que siempre me tuvo al borde de la expectativa, mostrándome datos curiosos, metáforas simples para mi entendimiento, y un ritmo ágil y constante que hizo de mi lectura una agradable experiencia.

Benitez-King, Gloria, Melatonina: un destello de vida en la oscuridad, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, 174 pp (La ciencia para todos, 217).

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