MELQUISEDEC Y LA LLUVIA TARDÍA

1 MELQUISEDEC Y LA LLUVIA TARDÍA “Poderosas verdades han sido enterradas debajo de la sofistería del error, pero serán descubiertas por el escudriñad

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MELQUISEDEC Y LA LLUVIA TARDÍA “Poderosas verdades han sido enterradas debajo de la sofistería del error, pero serán descubiertas por el escudriñador diligente.” Alza tus ojos, p. 203 1. EL GRANDIOSO OBJETIVO DE LA LLUVIA TARDÍA. Estamos llegando al fin de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que gira alrededor de la sagrada Ley de Dios. ¿Cuál fue la pretensión de Satanás desde el principio de su gran controversia contra Dios? Veamos: “Al principio de la gran controversia, Satanás había declarado que la ley de Dios no podía ser obedecida,. . . Cuando los hombres violaban la ley de Dios y desafiaban su voluntad, Satanás se regocijaba. Declaraba que ello demostraba que la ley de Dios no podía ser obedecida; el hombre no podía ser perdonado. DTG 709-710 “Por su vida y su muerte, Cristo demostró que la justicia de Dios no destruye su misericordia, que el pecado podía ser perdonado, y que la ley es justa y puede ser obedecida perfectamente. Las acusaciones de Satanás fueron refutadas. Dios había dado al hombre evidencia inequívoca de su amor. “Otro engaño iba a ser presentado ahora. Satanás declaró que la misericordia destruía la justicia, que la muerte de Cristo abrogaba la ley del Padre. Si hubiese sido posible que la ley fuera cambiada o abrogada, Cristo no habría necesitado morir. Pero abrogar la ley sería inmortalizar la transgresión y colocar al mundo bajo el dominio de Satanás. Porque la ley era inmutable, porque el hombre podía ser salvo únicamente por la obediencia a sus preceptos, fue levantado Jesús en la cruz. Sin embargo, Satanás representó como destructor de la ley aquel mismo medio por el cual Cristo la estableció. Alrededor de esto girará el último conflicto de la gran lucha entre Cristo y Satanás. “El aserto que Satanás presenta ahora es que la ley pronunciada por la misma voz de Dios es deficiente, que alguna especificación de ella ha sido puesta a un lado. Es el último gran engaño que arrojará sobre el mundo. No necesita atacar toda la ley; si puede inducir a los hombres a despreciar un precepto, logra su propósito. "Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos." (Santiago 2: 10). Consintiendo en violar un precepto, los hombres se colocan bajo el poder de Satanás.” DTG pp. 711, 712 Hasta ahora nadie sino Cristo vivió sobre la tierra una vida de perfecta obediencia. Nadie jamás vivió en las condiciones en las que él vivió: sin intercesor. Satanás hoy declara que Cristo tenía una naturaleza diferente de la del hombre, no pecaminosa como la que nosotros tenemos. Y pretende probar su aserto con el hecho de que ningún ser humano jamás vivió sin pecar, sólo Cristo, pero para el ser humano común que es pecador, eso es imposible. No puede ser perfecto, no puede vivir sin pecar siendo de carne y sangre. No puede vivir sin intercesor, porque peca todos los días y no

2 puede permanecer delante de Dios si la sangre de Cristo no lo limpia a diario de sus pecados. Pero Dios demostrará que esto es mentira. El hombre sí puede vivir sin pecado, aún siendo de carne y sangre. Sí puede vivir sin intercesor. Cuando haya terminado el tiempo de gracia y los justos deban vivir sin intercesor a la vista de un Dios santo, ya no habrá sangre en el santuario, ni más posibilidad de perdón para nadie. Se habrá dado el decreto definitivo de Apoc 22: 11. Los hijos de Dios entonces demostrarán ante todo el universo la eficacia del plan de redención, pues pasarán con éxito esa prueba terrible, bien llamada “tiempo de angustia”, y estarán de pie cuando Cristo venga, santos e inmaculados. Esto puede asustarnos. ¿Cómo puede ser que lleguemos a tal perfección? Evidentemente, necesitamos un poder que, hoy por hoy, no poseemos. La respuesta es una sola: el poder renovado del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Por eso es que Satanás está jugando sus últimas cartas en esta gran controversia, luchando con todo el poder de sus engaños con un solo objetivo: impedir que los hijos de Dios reciban la lluvia tardía. Sabe bien que cuando llegue la lluvia tardía, su guerra está perdida. Por más que sean muy pocos los que la reciban, será suficiente para que quede claro ante todo el universo que el enemigo no tenía razón, y Dios habrá ganado la controversia. Por eso el esfuerzo supremo de Satanás es hacer que no haya ni una sola persona sobre la tierra que reciba la lluvia tardía, ya que una sola sería suficiente para su derrota, porque esa persona demostraría ante todo el universo que la ley de Dios puede ser obedecida perfectamente por los seres humanos pecadores. Pero la última generación de fieles cristianos demostrará que sí. Habrá un grupo que recibirá la lluvia tardía. Serán los que sigan al Cordero por dondequiera que vaya: los 144.000 sellados. “La obra del Espíritu Santo debe combinarse con el esfuerzo humano; todo el cielo está empeñado en la tarea de preparar a un pueblo para estar en pie en estos días finales. El fin está cerca y necesitamos mantener a la vista el mundo futuro...” 3 MS 486 “Cuando termine el mensaje del tercer ángel la misericordia divina no intercederá más por los habitantes culpables de la tierra. El pueblo de Dios habrá cumplido su obra; habrá recibido "la lluvia tardía," el "refrigerio de la presencia del Señor," y estará preparado para la hora de prueba que le espera. . . Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran voz dirá "Hecho es," y todas las huestes de los ángeles depositarán sus coronas mientras él anuncia en tono solemne: "¡El que es injusto, sea injusto aún; y el que es sucio, sea sucio aún; y el que es justo, sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo!" (Apocalipsis 22: 11, V.M.)” CS 671. ¿Qué esfuerzos ha hecho y está haciendo el enemigo para impedir la lluvia tardía? Tal vez te asombres al leer lo que sigue. Vamos a hacer un poco de historia: 2. DOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS LEVANTADOS POR SATANÁS CON UN MISMO OBJETIVO.

3 En 1844 el Señor levantó al glorioso movimiento adventista del séptimo día, habiendo descubierto las maravillosas verdades de la Segunda Venida de Cristo, la profecía de las 2300 tardes y mañanas, el Santuario y el Juicio Investigador, la Ley y el Sábado, y otras verdades maravillosas que se fueron añadiendo. Pero unos pocos años antes, y en la misma zona geográfica del mundo, Satanás había levantado un movimiento religioso falso, con doctrinas engañosas, conocido como los mormones, o “la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días”. Dos de los principales engaños de este grupo consisten en una manifestación falsa del don de profecía (el falso profeta José Smith), y una doctrina errónea sobre el sacerdocio de Melquisedec, que es la base para la organización de los mormones. Evidentemente, Satanás sabía que estaba por aparecer el verdadero don de profecía, y mediante J. Smith sembró desconfianza en el pueblo contra cualquiera que de allí en adelante se levantase diciendo haber recibido revelaciones del Señor. ¿Y con qué objetivo el engaño sobre Melquisedec? Enseguida responderemos esta pregunta. Pocos años después de aparecido el movimiento adventista, también en la misma región del mundo, Satanás levanta otro movimiento engañoso: los “testigos de Jehová”. Básicamente ellos presentan dos grandes doctrinas venenosas para los cristianos: que Cristo no es Dios como lo es realmente, y que el Espíritu Santo tampoco lo es. Ataca así el enemigo la intercesión de Cristo, su obra fundamental en este tiempo del fin como intercesor en el Lugar Santísimo del Santuario celestial, y también procura evitar la lluvia tardía, porque bien sabe Satanás que los que no creen en la Divinidad del Espíritu Santo, jamás recibirán el refrigerio del Señor, la preciosa lluvia tardía. Es muy interesante conocer el verdadero origen de estos dos movimientos de engaño. El ex jesuita Alberto Rivera, que llegó a conocer íntimamente los secretos del Vaticano, pero que se convirtió al Señor y desenmascaró todo, por lo cual fue asesinado en 1997, declara en la revista “La Fuerza”, en la página 25, que los mormones y los testigos de Jehová son abominaciones producidas por los jesuitas del vaticano. Declara: “Esto se nota en que estos cultos, como formas del catolicismo, tienen el mismo subyacente patrón básico en sus doctrinas, prácticas religiosas y estructura”. (“La Fuerza”, Chick Publicaciones, 1992, E.U.A, p. 25). Ahora bien, nos encontramos con dos iglesias nacidas encubiertamente en Roma, ambas alrededor del nacimiento del movimiento adventista, con doctrinas especialmente maquinadas para evitar el gran objetivo del Señor: preparar un pueblo para la segunda venida de Cristo. Como vimos ya, los dos engaños básicos de los testigos de Jehová atacan a la lluvia tardía. ¿Y qué decir de la falsedad de los mormones sobre el sacerdocio de Melquisedec? ¿Será este también un ataque contra la lluvia tardía? ¿Qué relación hay entre Melquisedec, el Espíritu Santo, y el prometido derramamiento final del mismo en la poderosa lluvia tardía? A eso apunta nuestra investigación, y nos gozaremos en la verdad poderosa que hemos de descubrir. Pero antes de entrar en el corazón de nuestro tema, debo decir algo que alarmará a más de uno: hemos llegado a saber que los líderes de la Iglesia Adventista del Séptimo día está realizando un acercamiento secreto a los líderes de los “Testigos de Jehová”,

4 con la finalidad de introducir en la iglesia adventista, mediante el acercamiento amistoso a ésta de los “testigos”, la mentira de que el Espíritu Santo no es Dios, y así impedir que los adventistas reciban la lluvia tardía. Esto no debe sorprendernos, porque ambas iglesias hoy día están manejadas por el mismo poder humano: los jesuitas de Roma. 3. EL ESPÍRITU SANTO: PLENAMENTE DIOS Y PERSONA. Mediante los siguientes textos inspirados, deseamos establecer, más allá de toda duda, la divinidad y la personalidad del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Divinidad. Dejemos que la Palabra de Dios hable por sí sola: “Y Pedro le dijo: "¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? A la puerta están los pies de los que han sepultado a tu esposo, y te sacarán a ti". Hechos 5:9 "Pero cuando venga el Ayudador que os enviaré del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él testificará de mí”. Juan 15: 26 "Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen".Hechos 5:32 “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: . . .” Hechos 15: 28 “quien fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, a saber, nuestro Señor Jesucristo.” Ro1: 4 “El mismo Espíritu testifica a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. Ro 8: 16 “Además, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos pedir lo que conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Ro 8: 26, 27. “Pero Dios nos lo reveló por el Espíritu, porque el Espíritu lo explora todo, aun lo profundo de Dios. Porque, ¿quién de los hombres conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” 1ª Cor 2: 10, 11 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es santo. Y ese templo sois vosotros.” 1ª Cor 3: 16, 17

5 “Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Por tanto, nosotros todos, al contemplar con el rostro descubierto, como en un espejo, la gloria del Señor, nos vamos transformando a su misma imagen, con la creciente gloria que viene del Señor, que es el Espíritu.” 2ª Cor 3: 17,18. “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.” 2ª Cor 13:13. “Porque por medio de él, unos y otros tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.” Ef 2: 18. “Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” Ef 4:30 “¡mucho más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que sirváis al Dios vivo!” Hebreos 9: 14. “¿Cuánto mayor castigo merecerá el que pisotea al Hijo de Dios, tiene por impura la sangre del pacto en la que fue santificado, y afrenta al Espíritu de gracia?” Hebreos 10: 29. La personalidad del Espíritu Santo.“Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos” (Manuscrito 66, 1899). “El Espíritu Santo es una persona, porque testifica en nuestros espíritus que somos hijos de Dios. Cuando se da este testimonio lleva consigo su propia evidencia. En esas ocasiones creemos y estamos seguros de que somos los hijos de Dios. . .” “El Espíritu Santo tiene una personalidad, de lo contrario no podría dar testimonio a nuestros espíritus y con nuestros espíritus de que somos hijos de Dios. Debe ser una persona divina, además, porque en caso contrario no podría escudriñar los secretos que están ocultos en la mente de Dios. "Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Cor. 2: 11) (Manuscrito 20, 1906). El poder de Dios en la tercera persona.“El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo (Special Testimonies, Serie A, Nº 10, pág. 37. Año 1897). En colaboración con los tres poderes más elevados.“Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos

6 en obreros juntamente con Dios (Special Testimonies, Serie B, Nº 7, pág. 51. Año 1905). (Todas las citas anteriores son del libro “El Evangelismo”, pp. 447, 448) “Al describir a sus discípulos la obra y el cargo del Espíritu Santo, Jesús trató de inspirarles el gozo y la esperanza que alentaba su propio corazón. Se regocijaba por la ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que podía solicitar de su Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente participe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.” (El Deseado de Todas las gentes, p. 625). “El Consolador que Cristo prometió enviar después de su ascensión al cielo, es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, que pone de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como Salvador personal.” Dios nos cuida, p. 237. 4. EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS PARA SUS CRIATURAS. ¿Cuál ha sido el objetivo del Señor para todas las criaturas que ha creado tan bondadosamente? La Inspiración responde: hacer de cada una de ellas un templo santo, un verdadero santuario, donde Dios pudiese habitar por medio del Espíritu Santo: “En la purificación del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra. Aquel templo, erigido para morada de la presencia divina, estaba destinado a ser una lección objetiva para Israel y para el mundo. Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contaminado por el pecado, el corazón del hombre no revelaba la gloria del Ser divino. Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo. Dios quería que el templo de Jerusalén fuese un testimonio continuo del alto destino ofrecido a cada alma. Pero los judíos no habían comprendido el significado del edificio que consideraban con tanto orgullo. No se entregaban a sí mismos como santuarios del Espíritu divino. Los atrios del templo de Jerusalén, llenos del tumulto de un tráfico profano, representaban con demasiada exactitud el templo del corazón, contaminado por la presencia de las pasiones sensuales y de los pensamientos profanos.

7 Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado de los deseos terrenales, de las concupiscencias egoístas, de los malos hábitos, que corrompen el alma. "Vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? o ¿ quién podrá estar cuando él se mostrará ? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata." Malaquías 3: 1-3 "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es." 1 Corintios 3: 16, 17. Ningún hombre puede de por sí echar las malas huestes que se han posesionado del corazón. Sólo Cristo puede purificar el templo del alma. Pero no forzará la entrada. No viene a los corazones como antaño a su templo, sino que dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él." Apocalipsis 3: 20. El vendrá, no solamente por un día; porque dice: "Habitaré y andaré en ellos; . . . y ellos serán mi pueblo." "El sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados." 2 Corintios 6: 16; Miqueas 7: 19. Su presencia limpiará y santificará el alma, de manera que pueda ser un templo santo para el Señor, y una "morada de Dios, en virtud del Espíritu." Efesios 2: 21, 22, V.M. DTG, p. 132, 133 ¿Cuándo será alcanzada la plenitud de la restauración del templo del alma humana? “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4: 12-13). Acerca del tiempo de angustia de Jacob del pueblo de Dios, cuando tenga que vivir sin intercesor, está escrito: “El amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más dura es tan grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad; pero necesitan pasar por el horno de fuego; debe consumirse su mundanalidad, para que la imagen de Cristo se refleje perfectamente.” CS p. 679. “Es imposible dar una idea de la experiencia del pueblo de Dios que estará vivo en la tierra cuando se unan las angustias del pasado con la gloria celestial. Caminarán en medio de la luz que procede del trono de Dios.” Cada día con Dios, p. 69. De ellos dirá el Señor Jesús al finalizar ese período amargo de prueba: “"¡Helos aquí! ¡Helos aquí! santos, inocentes e inmaculados. Guardaron la palabra de mi paciencia y andarán entre los ángeles;" CS p.694. “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.” (Apoc. 15: 2)

8 Ésa será la obra máxima del Espíritu Santo. El poder maravilloso de la Lluvia tardía, un poder como nunca fue visto antes, restaurará plenamente la imagen de Dios en el hombre, hará de cada hijo de Dios una perfecta habitación para morada del Espíritu, un templo santo e inmaculado del Señor, para alabanza de su gloria eterna. Las acusaciones de Satanás quedarán eternamente refutadas. Los 144.000 lo habrán vencido, con el poder del Espíritu Santo. Y el Nombre de Dios quedará vindicado ante todo el universo. 5. ¿QUIÉN FUE MELQUISEDEC? En primer lugar, debemos decir que Melquisedec fue un personaje real, un hombre que vivió en Salem y oficiaba como sacerdote del Dios verdadero. No fue uno que apareció bruscamente, como descendiendo del cielo. Así lo aclara la inspiración: “. . . ese lugar se había llamado Salem. Cerca de allí Abrahán había probado su lealtad a Dios. Ochocientos años antes de la coronación de David, había vivido allí Melquisedec, sacerdote del Altísimo.” PP 761 Pero al leer todo lo que la Biblia enseña sobre este personaje, hallamos que estamos delante de algo más que un hombre común. Leamos ahora el relato bíblico donde aparece por primera vez su nombre: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.” Génesis 14:17 – 20. Este es un relato a la vez misterioso y muy interesante. Abram retorna de su gran victoria en la batalla contra los cinco reyes, en la oscuridad de la noche (Gén 13: 15, 16), donde libró a su sobrino Lot, y le sale al encuentro el sacerdote Melquisedec, el cual le da pan y vino, que sabemos que son los símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo, y lo bendice. Abram lo reconoce, y le entrega los diezmos de todo. La siguiente aparición de Melquisedec en la Biblia la hallamos en Salmo 110: 4, 5, y se trata de una profecía referente a Cristo, como más adelante la espístola a los hebreos lo establece claramente: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec". (Sal 110: 4) Pero la revelación clave sobre la identidad de Melquisedec la encontramos en el Nuevo Testamento, en Hebreos 7: 1-20. Allí encontramos lo siguiente: 1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,

9 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. 9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro. 11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. 18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. 20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Consideremos ahora diez características de Melquisedec que están en este texto: 1. rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo

10 2. cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz 3. sin padre, sin madre, sin genealogía 4. ni tiene principio de días, ni fin de vida 5. hecho semejante al Hijo de Dios 6. permanece sacerdote para siempre 7. Considerad, pues, cuán grande era éste 8. cuya genealogía no es contada de entre ellos 9. uno de quien se da testimonio de que vive. 10. Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec (esto se aplica a Cristo, obviamente). Todas estas características solamente pueden aplicarse a la Divinidad. De ninguna manera puede decirse de un hombre ni de un ángel que “ni tiene principio de días, ni fin de vida”; o que es “hecho semejante al Hijo de Dios”; “permanece sacerdote para siempre” ¿De quién se está hablando aquí? Melquisedec entonces, si bien fue un hombre que vivió en Salem, personificó a Alguien más que humano. Las diez características que presenta la epístola a los hebreos sólo pueden aplicarse a la Divinidad. ¿A quién personificó Melquisedec? No puede tratarse de Dios el Padre, porque a Él “nadie le vio jamás” (S. Juan 1: 18); “no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33: 20). Tampoco de Jesucristo, porque se dice que Melquisedec es “hecho semejante al Hijo de Dios”, y que Jesús es “sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec”. La conclusión no puede ser otra, si nos atenemos estrictamente al texto bíblico: Melquisedec personificó al Espíritu Santo. Otra evidencia bíblica clara de que Melquisedec personificó al Espíritu Santo la encontramos en los siguientes textos: “Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de ser Sumo Sacerdote; sino que se la confirió Dios, quien le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo te engendré hoy". Como también dice en otro lugar: "Tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec". Hebreos 5: 5, 6 ¿Quién declaró a Cristo Hijo de Dios, y lo estableció como sacerdote según el orden de Melquisedec? El mismo apóstol Pablo responde: el Espíritu Santo: “acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,” Romanos 1: 3, 4 Alguno podría preguntar: “pero si Melquisedec personificó al Espíritu Santo, ¿porqué el apóstol Pablo, que escribió Hebreos, no lo dijo explícitamente?” La respuesta a esta pregunta la da el Espíritu de Profecía:

11 “Pablo escribe acerca de Cristo: “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” Hebreos 5: 9-12 “Pablo no podía hablar a los conversos judíos tan plenamente como él deseaba concerniente a los misterios de la Divinidad. Por causa de su debilidad espiritual, su falta de percepción, él no pudo expresar la verdad, la cual, si ellos la hubiesen podido escuchar correctamente, con comprensión inteligente, hubiese sido para ellos un sabor de vida para vida” {R & H, Junio 16, 1903} Esta cita es muy reveladora. Allí E. de White deja bien en claro que Pablo, al escribir sobre Melquisedec, estaba hablando sobre la Divinidad, pero que no pudo ser todo lo explícito que hubiese querido, por la falta de percepción del pueblo a quien iba dirigida la carta, esto es, los judíos, o hebreos. Recordemos que el prejuicio contra Pablo era tan grande, que es muy probable que ésa fuera la causa de que Pablo no mencionase su nombre como autor de la epístola, como lo hace en todas sus otras epístolas. Resulta evidente, entonces, que Pablo sabía que Melquisedec era la representación humana del Espíritu Santo, pero no lo quiso decir explícitamente, aunque un análisis detenido no puede llegar a otra conclusión sino ésa misma. ¿Tiene alguna luz más sobre este tema el Espíritu de Profecía? Sí, veamos: “Fue Cristo el que habló mediante Melquisedec, el sacerdote del Dios altísimo. Melquisedec no era Cristo, sino la voz de Dios en el mundo, el representante del Padre.” 1 MS 479. “Dios nunca se ha quedado sin testigos en la tierra. En un tiempo, Melquisedec representó al Señor Jesucristo en persona para revelar la verdad del cielo y perpetuar la ley de Dios”. (Carta 190, 1905). CBA t. 1, pp. 1106-1107. Claramente se dice que no era Cristo, “sino la voz de Dios en el mundo, el representante del Padre”; “Melquisedec representó al Señor Jesucristo”. Entonces vemos que Melquisedec es a la vez representante del Padre y del Hijo. A nadie le cabe esa función sino al Espíritu Santo. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. S. Juan 14: 26. “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. S. Juan 15: 26 “El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella.” DTG, p. 622. ¿Era entonces Melquisedec la encarnación del Espíritu Santo, así como el hombre Jesús era la encarnación del Hijo de Dios? ¿O simplemente el Espíritu Santo

12 tomó temporalmente su cuerpo en ocasión del encuentro con Abraham? Algunos podrán tergiversar mis palabras en esa dirección. Pero no es eso lo que quiero decir. No sabemos exactamente qué ocurrió con la vida de este personaje. Sobre eso debemos guardar silencio. No debemos especular al respecto, porque no es ésa la lección que nos quiere enseñar la Biblia cuando habla de Melquisedec. La lección que debemos sacar de este relato es otra, y es sumamente importante para el pueblo de Dios del tiempo del fin. El nombre Melquisedec: un significativo título del Espíritu Santo. Así como en la Biblia aparecen varios títulos del Señor Jesucristo (por ejemplo en Isaías 9: 6 se lo llama “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz”), así también el Espíritu Santo recibe varios otros títulos. Jesús lo llama “Consolador” (S. Juan 14: 16). San Pablo lo llama “Espíritu de santidad” (Ro 1: 4). E. de White lo llama varias veces “Instructor divino” (Alza tus ojos, p. 364); “Agente modelador” (Recibiréis poder, p. 49). Pues bien, el nombre Melquisedec, que como dice Hebreos 7: 2 significa “Rey de Justicia” y también “Rey de Paz”, es un maravilloso título que sólo se le aplica al Espíritu Santo. ¿Porqué en la Biblia se lo llama a Jesús “Príncipe de Paz”, y no “Rey de Paz”? Porque el Rey de Paz es el Espíritu Santo, es un título propio de Él. Fue el Espíritu Santo el que declaró a Jesús “Hijo de Dios con poder” (Ro 1: 4) , y siempre el rey corona al príncipe, nunca el príncipe al rey . También el sacerdocio en el Antiguo Testamento era algo que sólo podía adjudicarse por herencia. Y Jesús heredó el sacerdocio del Espíritu Santo, puesto que Él fue declarado por Dios “sacerdote según el orden de Melquisedec”, esto es, según el orden del Rey de paz, un orden que, obviamente, existía antes que Jesús comenzase a ministrar en el Santuario celestial. 6. EL ESPÍRITU SANTO Y CRISTO, AMBOS SACERDOTES E INTERCESORES. De Cristo se dice claramente que es nuestro Sumo Sacerdote, y que intercede por nosotros ante el Padre, oficiando en el Santuario celestial desde que ascendió a los cielos y fue declarado Hijo de Dios con poder por el Espíritu Santo (Ro 1: 4). Hebreos 8: 1-3; 4: 14 – 16. Y si Melquisedec, que representa al Espíritu Santo, es sacerdote, entonces el Espíritu Santo debe tener un Santuario donde trabajar como Intercesor. ¿Cuál es ese templo donde trabaja hoy el Espíritu? Lo sabemos bien: el templo de nuestro corazón. “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” 1ª Cor 3: 16, 17. “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Romanos 8: 27 “Cristo, nuestro Mediador, y el Espíritu Santo están intercediendo constantemente en favor del hombre, pero el Espíritu no ruega por nosotros como lo

13 hace Cristo, quien presenta su sangre derramada desde la fundación del mundo. El Espíritu actúa sobre nuestro corazón instándonos a la oración y al arrepentimiento, a la alabanza y al agradecimiento. La gratitud que fluye de nuestros labios es el resultado de la acción del Espíritu sobre las cuerdas del alma en santos recuerdos que despiertan la música del corazón.” 1 MS 403, 404 Recordemos una vez más la grandiosa obra que el Espíritu hace en los hijos de Dios: “El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente participe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.” (El Deseado de Todas las gentes, p. 625). 7. LA OBRA DEFINITIVA DEL ESPÍRITU EN EL TEMPLO DEL ALMA. ¿Cuál es la principal lección que nos quiere enseñar Melquisedec? ¿Porqué ese encuentro tan especial con Abraham? Abraham vio en Melquisedec a un hombre de carne y hueso, como lo vieron todos los que estaban con él ese día. Evidentemente, por todo lo que hemos visto, el hombre Melquisedec en algún sentido (que no podemos precisar con exactitud) fue una revelación del Espíritu Santo. Entonces debemos entender que así como el Espíritu se reveló a través de un hombre llamado Melquisedec, así también hoy desea revelarse mediante cada uno de nosotros, los hijos de Dios, y morar entera y eternamente en nuestro santuario. Así como Dios se reveló a Abraham mediante Melquisedec, así también hoy Dios quiere revelarse al mundo mediante nuestros cuerpos mortales, por la obra plena del Espíritu Santo en la Lluvia tardía. Y así como se le apareció a Abraham, le dio los símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo y lo bendijo después de una batalla durante la noche en la que obtuvo la victoria (Gén 14: 15), así también el Espíritu vendrá a nosotros en la hora más oscura de la historia de esta tierra, después de una gran batalla contra el yo que sostendrán los hijos de Dios para recibir la lluvia tardía. Y así como la aparición de Melquisedec a Abraham y al rey de Sodoma fue la última advertencia antes de la destrucción final de la impía ciudad de la llanura (ver Patriarcas y Profetas, pp. 153, 154), así también el descenso final del Espíritu en la lluvia tardía, será la última advertencia al mundo antes de su definitiva destrucción. Veamos cómo será la tremenda batalla que lucharán los hijos de Dios para recibir la Lluvia tardía: “Vi que algunos, con fe robusta y gritos acongojados, clamaban ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demostraban la profunda ansiedad resultante de su lucha

14 interna. Gruesas gotas de sudor bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza y gravedad. De cuando en cuando brillaba en sus semblantes la señal de la aprobación de Dios, y después volvían a quedar en severa, grave y anhelante actitud. . . “Dijo el ángel: "Escuchad." Pronto oí una voz que resonaba dulce y armoniosa como concertada sinfonía. Era incomparablemente más melodiosa que cualquier música que yo hubiese oído hasta entonces, y parecía henchida de misericordia, compasión y gozo santo y enaltecedor. Conmovió todo mi ser. El ángel dijo: "Mirad." Mi atención se fijó entonces en la hueste que antes había visto y que estaba fuertemente sacudida. Vi a los que antes gemían y oraban con aflicción de espíritu. Doble número de ángeles custodios los rodeaban, y una armadura los cubría de pies a cabeza. Marchaban en perfecto orden como una compañía de soldados. En su semblante expresaban el tremendo conflicto que habían sobrellevado y la congojosa batalla que acababan de reñir; pero los rostros antes arrugados por la angustia, resplandecían ahora, iluminados por la gloriosa luz del cielo. Habían logrado la victoria, y esto despertaba en ellos profunda gratitud y un gozo santo y sagrado. . . “Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados. Muchas personas habían estado ligadas; algunas esposas por sus consortes, y algunos hijos por sus padres. Las personas sinceras, que hasta entonces habían sido impedidas de oír la verdad, se adhirieron ardientemente a ella. Desvanecióse todo temor a los parientes y sólo la verdad les parecía sublime. Habían tenido hambre y sed de la verdad, y ésta les era más preciosa que la vida. Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: "Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel." Primeros Escritos, pp. 269 – 272. Necesitamos comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios, eso es lo que hoy el Espíritu Santo nos quiere entregar, como lo hizo hace siglos con Abraham: “Comer la carne y beber la sangre del hijo de Dios significa estudiar la Palabra e introducirla en la vida obedeciendo todos sus preceptos. Los que participan así del Hijo de Dios llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, uno con Cristo. Respiran una atmósfera santa, la única en la cual el alma verdaderamente puede vivir. Tienen en sus vidas la certidumbre que emana de los principios santos recibidos de la Palabra; obra en ellos el poder del Espíritu Santo y eso les proporciona la garantía de la inmortalidad que les pertenecerá por medio de la muerte y resurrección de Cristo.” Alza tus ojos, p. 36. Gloriosa será la manifestación final del Espíritu Santo: “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del Espíritu?... 2ª Cor 3: 7, 8.

15 “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2ª Cor 3: 17, 18. Terminemos con las preciosas palabras del profeta Joel: 15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19 Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. 20 Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas. 21 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 22 Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. 23 Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25 Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. 26 Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. 27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. 28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. 30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. 32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado. Joel 2:15 – 32. Que el Señor te bendiga con la bendición de Melquisedec. Amén.

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