a i r o m e M a v i V
I I O R B I OL R T S E U N
RED EDUCATIVA
“PROFESORES EN ACCIÓN”
La Libertad
GRAN CHIMÚ
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Centro de Investigación y Emprendimientos para el Desarrollo Integral La Libertad CIEDI Av. La Perla Mz. F, Lt. 8, Int. 3er piso Urb. Ingeniería - Trujillo Primera Edición Setiembre 2014 Tiraje 1000 ejemplares Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-12194 Impreso en los talleres de: Hillmart S. A. Sector 2, Gr. 17, Mz. P, Lt. 11 Villa El Salvador - Lima Teléfono: 288-0366 Correo:
[email protected] www.hilmart.com Lima, Setiembre 2014
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PRESENTACIÓN Este es un libro mosaico, escrito por alumnos y profesores de Gran Chimú. Chimú es un lugar de Perú con un paisaje duro y, al mismo tiempo, sobrecogedoramente bello, cerros que se elevan majestuosos y, en el valle, el río Chicama. Sus gentes luchan día a día por mejorar su vida. Entre ellas, las profesoras y profesores de la Red ³Profesores en Acción´, con los que hemos tenido el privilegio y el gusto de trabajar desde hace tres años. Esperamos que las pequeñas, y grandes historias, que el libro contiene sirvan para dejar constancia en el tiempo de un modo de vida rural que, poco a poco, se irá trasformando con el desarrollo de Perú. A través de estos relatos de vivencias personales, a veces sencillas pinceladas de los niños y niñas de los primeros cursos, a veces nostálgicos recuerdos de profesoras y profesores, creemos que el lector tiene ante sí un cuadro tierno y agridulce de la realidad de estos apartados valles. El empeño de todos los que hemos participado es que la memoria aún viva perdure y que, cuando todo cambie, estos sinceros testimonios escritos den fe de otros tiempos que, si no fueron mejores, merecerán al menos un rinconcito en el recuerdo.
,QpV\'DQLHO Voluntarios de Ayuda en Acción-España.
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AGRADECIMIENTO Expresamos nuestra gratitud a Daniel del Amo e Inés Hernández, educadores voluntarios de España, que dejando sus obligaciones personales y profesionales en su país, llegaron hasta la provincia Gran Chimú en los años 2011 - 2013, para internarse en el caserío de Nueve de Octubre del distrito de Cascas en la provincia de Gran Chimú, para compartir sus experiencias con los docentes de la Red Educativa “Profesores en Acción” durante dos meses cada año. Gracias Daniel e Inés, por involucrarse tanto en lo que aman y creen: Hacer que los niños y las niñas desarrollen su creatividad y la pongan en valor. Nuestro agradecimiento a la Fundación Ayuda en Acción por facilitar las oportunidades para fortalecer las capacidades de las personas y/o colectivos sociales, que favorecen el desarrollo de las comunidades rurales en la Provincia de Gran Chimú. Expresamos también nuestra sincera felicitación a las profesoras y profesores de las Instituciones Educativas de la Red Educativa “Profesores en Acción”, que con mucho interés y esfuerzo, salieron al encuentro de los docentes voluntarios, intercambiando experiencias y plasmándolas en el trabajo con sus niñas y niños, logrando un producto que ahora con satisfacción compartimos, como un modesto aporte para la construcción de aprendizajes útiles. Agradecemos también a las madres y padres de familia que, comprendiendo y valorando el esfuerzo de los docentes y sus hijos e hijas, dieron su apoyo y acompañaron en los momentos trascendentes. No podemos dejar de expresar nuestra gratitud, a la Unidad de Gestión Educativa Local de la provincia Gran Chimú por su disposición para sumar esfuerzos institucionales en la noble tarea de formar generaciones de mejores ciudadanos, que necesita el país. Gracias al aporte y esfuerzo de estas instituciones y actores importantes, estamos compartiendo esta segunda bibliografía denominada MEMORIA VIVA, con la ilusión de que al tenerla en sus manos, no solo sea útil, sino que los motive para emprender la producción de muchos libros, tantos como lo necesitan nuestras niñas y nuestros niños. Centro de Investigación y Emprendimientos para el Desarrollo Integral – La Libertad CIEDI La Libertad.
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a d i V i m e Retazos d
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Me llamo Thalía Elizabeth Portilla. Nací en Conodén un 16 de abril. Mi mamá me cuenta que me trajo al mundo a las 10:00 de la noche. Tomé leche Gloria porque mi mamá no tenia leche. Usé pañales hasta los dos años; caminé a los tres años. A los cuatro fui al Jardín. Mi profesora se llamaba Lili. El primer día no me gustó y casi todo el mes no me gustaba. Me paraba, escapándome del jardín, porque mi casa quedaba muy cerca y me iba llorando a mi casa y le decía a mi mamá que no quería ir. Pero mi mamá siempre me llevaba y me dejaba en el Jardín hasta que me fui acostumbrando. Un día mi mamá y mi papá se discutieron. Ella se fue de la casa para siempre. Luego mi mamá me llevo a Trujillo a vivir con ella, pero no estudié y perdí el año. Mi papá de nuevo me fue a traer a mí y a mi hermanito y nos volvió a matricular en la escuela de Conodén y ahora estoy en Cuarto Grado. Mi profesora se llama Marivel Calderón y de ella me gusta cuando nos explica con cariño y amor y, cuando hace una clase nueva, ella nos explica hasta que nosotros lo entendamos. Actualmente vivo con mi papá y hermanito menor, que se llama David, que está en Primer Grado y algunas veces vamos a visitar a nuestra mamá a Trujillo.
Mi nombre es Iván Miranda Ángulo. Nací en la posta de salud de Chuquillanqui a las 04:00 de la tarde del día 29 de marzo. Me dieron de lactar hasta los nueve meses. Cuenta mi mamá que, cuando estaba pequeño, sufría mucho de bronquios, lloraba y ella ya no sabía qué hacer. Mi mamá tuvo que viajar a Tablacucho y me llevó con ella, allí estudié Primer Grado. Fue muy triste los primeros días; no tenía amiguitos. Luego empecé a hacer amigos y la escuela me fue gustando. En las tardes salía de la escuela y nos íbamos con mi mamá a traer leña para que cocine. En Tablacucho no hay cocinas a gas, sólo a leña, y hay que ir a la chacra a buscar palitos que servirán de leña para prender la cocina y cocinar la comida. Luego viajamos a La Pampa en el año 2010. Me matriculé en la escuela de Conodén y allí estudié Tercer Grado. Luego dejé de estudiar porque mi mamá no tenía para comprarme los útiles escolares y no había quien la ayude a conseguir platita para la comida y empecé a trabajar para ayudarle.
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Pero luego me di cuenta de que quería estudiar y de nuevo fui a ver si podía seguir estudiando y me dijo la profesora Emma que sí. Entonces le dije a mi mamá que me matricule y que yo voy a estudiar y también a trabajar. Ahora estoy por terminar el Cuarto Grado. Me gusta estudiar, participar en las actividades que realiza la escuela, como ir a las otras escuelas a jugar fútbol, y bailar en el aniversario de la escuela. Hay una historia muy conocida en Conodén que habla sobre una bruja llamada Dica. Toda la comunidad lo comenta. Dicen que era mala y hacía mucho daño a la gente de Conodén y alrededores. La gente que le tenía cólera a otras gentes, buscaba a la bruja y le pagaba para que ella les haga daño. Ya estaban cansados de que la gente se enfermara por culpa de la bruja. Un día dos pobladores de Conodén decidieron matarla. Era un día domingo. La bruja iba la feria que todos los domingos hay, donde gente de todos los alrededores vienen a comprar sus cosas para la semana. La esperaron a la mitad del camino. La bruja venía con sus cosas y, cuando la vieron venir, uno de los pobladores se abalanzó sobre la bruja con un cuchillo y comenzó acuchillarla y el otro poblador ayudó a matarla. Dicen que la bruja no pudo defenderse. Desde entonces la gente ya no se enferma de cosas extrañas que no se encuentre cura. La casa donde la bruja vivía existe hasta la actualidad; queda cerca del río pero ya se está destruyendo porque nadie vive allí. Me siento muy contento se seguir estudiando y aprendiendo cosas nuevas. Mi profesora siempre nos dice que nosotros tenemos que ser profesionales para vivir mejor.
× Hola mi nombre es Ana Kelita Castillo. Nací un día martes a las doce de la noche, en el suelo, y mi tía Martha me recogió y ahora ella es mi madrina de nacimiento. No tenía ropita para ponerme y me envolvieron con un pañal de tela. Mi mamá dice que lloraba mucho; no sé si seria por frío o por hambre. Mi mamá me recostó en su pecho y me dio teta y solo así me callé. Un día mi hermano me cortó mi pelo y lo metió por la quincha (pared de carrizo con barro). Mi mamá se dio cuenta y le preguntó a mi hermano por mi pelo y él le dijo que lo había metido por quincha. Ella lo encontró el mechón que me había cortado metido en un huequito y le dio una maja a mi hermano y le hizo prometer que ya no me iba a volver a cortar. Mi hermano era más grande, nos peleábamos mucho y él me hacia llorar siempre.
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Cuando tenía tres años jugábamos a los ruchiditos (sentarse sobre una botella chancada y bajarse por el cerro) y ese juego me gustaba mucho y lo he seguido haciendo hasta los siete años. Cuando volvía de la escuela por la peña vi un sol. Emocionada me bajé ruchándome a recogerlo. Luego me fui a mi casa y lo enseñé a mi mamá y mi mamá me dijo eso: Es tuyo hijita. Mi hermano tenía envidia, porque yo tenía un sol, y me fui a comprar galleta y lo invité a él también. Mi mamá con mi papá se separaron. Primero yo vivía con mi mamá. Luego ella se comprometió con otro señor y mi papá nos llevó a vivir con él a mí y a mis hermanitos. Vivimos poco tiempo con él, porque también él tiene otra mujer, y no lo pasamos bien con él. Luego volvimos a vivir con mi mamá. Ahora estoy en Cuarto Grado. Tengo una profesora buena, quien nos entiende y nos tiene paciencia y siempre recordaré a mi profesora, Marivel Calderón. Estoy muy feliz con toda mi familia. Su esposo de mi mamá nos trata muy bien y mi mamá nos quiere mucho.
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Dejen contarles mi historia. Yo soy de El Salitre. Por las tardes me paseo con mi bicicleta. Una vez pasó un camión y el aire fuerte de su carrera hizo que me caiga de la bicicleta. Ayudo a mi papá a llenar agua. Él riega el maíz y yo cuido que se llene el agua al pozo y, cuando se llena, tapo la postura. Cuando terminamos el trabajo, vamos a casa a comer y luego continuamos el trabajo en otras chacras. Trabajo por las tardes; también por las noches regamos con mi papá. En una de esas veces encontramos una boa en la acequia. Mi papá la mató con el porcón. Por las mañanas asisto a la escuela.
Michael, 2º Grado Yo nací en Chuquillanqui y me cuidan mis padres.
nos bañamos en una poza de agua clara. En el río hay peces y camarones que son muy ricos. Cuando llega la noche voy a casa llevando los pescados y camarones para hacerlos guisados y los comemos con arroz y papas. Por la mañana me aseo y alisto para ir a estudiar; camino por la carretera que me lleva a Puquio, donde esta mi escuela. En las tardes ayudo a mi mamá y hago mi tarea.
Margarita del Pilar 2º Grado
Yo nací en el Molino y mi mamá también. Me gusta jugar en la losa por las tardes; en la losa juegan los niños al fútbol y voleibol; el equipo que pierde paga la apuesta. Regreso a mi casa y voy a dar agua a mis animales y comida a mi coche (cerdo). Mi mamá me quiere mucho, ella no sabe leer pero quiere que yo aprenda para que sea profesional; no quiere que yo sea analfabeta como ella y mi papá. Tengo tres hermanos. Mi casa está lejos de la escuela, es la más lejana y sola por estos lugares.
Claudia Portales Bocón, 2º Grado Me llevan a pasear al río del Cerro Negro. Nos vamos mi papá, mamá y hermana. Allí jugamos a las escondidas y
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Me rayé la pierna
A mi abuelita le digo mamá
Yo ayudo a regar a mi papá el maíz en mi chacra, también mis uvas y árboles. Ahí juego con mi perro.
Yo soy de Trujillo. Mi mamá me crió desde que nací hasta los cuatro años.
Una vez me caí de mi burro y me rayé la pierna; me hice una herida de buen tamaño; también se hizo herida mi brazo. Yo lloré mucho por el dolor y el susto de la caída. Mi mamá desinfectó las heridas con alcohol y le echó leche de piñón, que costra a las heridas.
Ahora vivo en El Salitre. Mi mamá me dejó a los cuatro años con mi abuela paterna. Ayudo a mi abuela en los trabajos de la casa, cuando está enferma; lavo ropa de mi hermano y la mía. Mi hermano también vive con mi abuelita. Él tiene trece años.
Dice mi mamá que de pequeño casi me muero con dolor de barriga. Mi papá tuvo que prestar plata para curarme en Cascas.
A mi abuelita le digo mamá porque, cuando yo un día sea grande, voy a ir a ver a mi verdadera mamá para estar juntos.
Ahora estoy bien de salud y estudio. Cuando sea grande voy a ser policía.
Ahora tengo siete años y estoy en Segundo Grado de Primaria.
David Joel Alcántara , 2º Grado Mi abuelito y yo leemos un libro coquito
Lesly, 2º Grado Pavos pleitistas
Cuando voy a Trujillo, mi papá me lleva a la playa con mis hermanas. La playa es una arena con mucha agua que va y viene; jugamos tirándonos arena y buscando muymuyes. El mar tiene unas olas muy grandes que nos caen, si no sabemos nadar. De regreso a Puquio vivo con mis abuelitos y voy a la escuela.
Cuando yo estaba pequeño, un niño me tiró una piedra en la cabeza y me desmayé por el golpe. Mi profesora me limpió y lavó con jabón y agua. Me asusté y ya no jugamos a lo loco, porque es peligroso. Yo vivo en El Salitre con mi papá y mi mamá. Me dicen: - ¡Hijo, anda a pastar los pavos! Mis pavos son pleitistas y gritones; los criamos para venderlos y comprarnos las cosas. Desde El Salitre miro mi escuela, El Molino, Conodén, los cerros y el Río Grande.
Aurea Libertad, 2º Grado
Carlos Daniel, 2º Grado
Vivo con mis abuelitos maternos. Mis abuelitos ya están ancianos. Mi abuelito me enseña a leer; leemos juntos mi libro coquito. En mi casa ayudo a criar los pavos y cuyes.
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Vivo con mis abuelos; desde que nací estoy bajo sus cuidados. Mi madre vive en Trujillo; a mi padre no lo conozco. Tengo un hermano por parte de mi madre. Soy un niño intranquilo, pero me gusta estudiar y ser policía cuando sea grande. Los días domingos voy a la gallera a ver las peleas de gallos. Ayudo a mis abuelitos a llenar el agua en mis depósitos grandes. Nilson Acevedo, 4º Grado La casa donde vivo es grande. Ahora tiene una cocina mejorada construida por la ONG. A los cinco años fui al Jardín de Trujillo y no me acostumbré y vine a estudiar a Tambo Puquio en donde me recibió una profesora llamada Chela; era muy buena. Mi tarea en la mañana es cambiarle de pasto a mi vaca y darle de tomar agua a mis cerdos y luego ir a la escuela. Soy un alumno colaborador, me gusta participar en las actividades que la escuela programa y salir los domingos a la gallera en compañía de mis tíos. Netzer Tiznado, 4º Grado Mi casa es de adobe y es grande. Está rodeada de plantas de mango y uva. Mi mamá me dejo de nueve años y se fue a trabajar a Trujillo; mi padre también está lejos. Mi abuelito trabaja para el sustento de mi casa y mi abuelita me cuida y prepara los alimentos. Yo llevo la leña para que mi abuelita cocine y también pasto para mis pavitos. Me gustaría ser chofer cuando sea grande y trabajar y comprar un carro. Edwin Herrera Alcántara, 4º Grado Vivo en La Pampa con mis dos hermanos y mi abuelita. Mi mamá está trabajando lejos y manda dinero para que mi abuelita cubra los gastos de la casa. Me gusta la clase de Comunicación, por eso no falto a la escuela; también me gusta pintar y dibujar y participar en las actuaciones que realizan los profesores. Cuando sea grande quiero ser médico para curar a los enfermos y a mi familia. En mi casa cuido a mi hermanita cuando mi abuelita se ocupa de
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otros quehaceres o cuando ella se enferma. Los sábados voy a la gallera con mi tío. Josmel Flores, 4º Grado Soy la única hija de mi mamá; vivo con mi mamá, mi abuelita y mis primas en Tambo Puquio. Soy tranquila y obediente. Mi mamá se molesta mucho cuando no le hago caso y mi abuelita me defiende cuando mamá me quiere castigar. Al terminar mi Primaria quiero seguir estudiando en Trujillo. Mirian García Saldaña, 4º Grado
Nací en La Pampa el día 18 de Agosto de 2004. Mis padres se llaman Santos Bravo Gutiérrez y Emérita Miranda Angulo, me caí cuando estaba chiquito y lloré. Quiero estudiar toda la vida. Cuando sea grande voy a trabajar para ganar plata. Yency Bravo Miranda, Primer Grado
Vivo en La Laguna. Un día en mi casa es así: me levanto temprano, luego me lavo y me cambio, voy a mi escuela. Los días sábados y domingos ayudo a mi papá a ver las vacas; también repaso mis tareas y leo mi libro. Oliver Dick Mendoza Ríos, Primer Grado
Soy feliz en mi casa. Cuando como, lavo mis platos. De grande voy a seguir estudiando para ayudar a mi mamita. Lesly Yanina de la Cruz Ramos, Primer Grado
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Nací el 21 de octubre de 2005 en Chile. De bebé me trajeron a El Puquio. Acá vivo con mis abuelas, mi mamá vive en Chile. Estoy aprendido a leer. Pacheco Saldaña Jeremías, Primer Grado En mi casa tengo un jardín. Mi casa está hecha de adobe; el techo es de calamina, mi cocina y mis cuartos son de calamina. Hoy día amanecí y canta el gallo (quiquiriquí) y nos levantamos de la cama, a ayudar a mi mamá a barrer, hasta que ella hace el desayuno; después me lavo, me cambio mi uniforme. Toda mi familia comemos arroz, carne, menestras, tallarín con papa y carne, y algunos días sin carne, solamente ensaladas, etc. Yuliana Rodríguez, 5º Grado Ahora vivo en La Laguna. Mi casa es de adobe y tengo algunas plantas, animales. Mi papá está sacando adobes para hacer más grande mi casa. Todos los días de estudio me levanto a las 5 a.m. para hacer mi desayuno; tomamos desayuno a las 6 a.m. Luego ayudo a mi mamá a hacer algo en casa y me alisto para ir a la escuela. Después de nuestras clases, a la 1 p.m., regresamos a casa, me cambio de ropa y como. También ayudo en algo en mi casa y me pongo a hacer mis tareas. Pasan horas y tomamos cena a las 7 p.m. A las 8 p.m. vamos a la iglesia; luego miramos televisión. Elvira Castillo, 5º Grado
Nací el 14 de enero del año 2005 y en la posta médica del caserío El Molino y vivo en Puquio. Mis padres son Ángel José Miranda Portilla y doña María Erlinda Narro Arana. Tengo una hermana que se llama Noemí. Mi profesora se llama María Esther. Rosa Isabel Miranda, 2º Grado
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Mis padres son Anita Milagros y Santos Fernando naturales del caserío El Puquio. Angheli Lili Saavedra, 2º Grado
Yo nací el 24 de abril del 2001 a las 9:00, en un caserío llamado Tambo Puquio. Ese lugar antes era declarado como zona roja; después pusieron orden los ronderos y desde allí no hubo violaciones ni robos en nuestra comunidad. Pero es muy bonito y entre nosotros nos ayudamos unos a otros mutuamente. Mis padres se llaman Libia y Rabel. Mi mamá es ama de casa y mi papá es agricultor. Ella tiene una herencia de mi abuela Edelmira -es una huerta- y mi padre tiene una herencia de mi abuelo Gonzalo que es una chacra muy larga y queda en La Huaca. En mi familia todos vivimos juntos y nunca nos hemos separado, porque en las buenas y en las malas estamos siempre unidos. Yo tengo una hermana llamada Lissi Caori; es una bebita muy hermosa, como una rosa. Nosotros somos buenos hermanos. Yo la cuido, pero no la cargo porque tengo mucho miedo de hacerlo. Ella es mi hermanita de padre y madre y, aunque está muy pequeña, es muy linda. Mi escuela antes era choza de palo y pajas. Mi maestra se llama Rosa pero le decimos Rosita. Ella es buena; a veces me llama la atención pero decimos que nos quiere mucho y nos adora. Un día festivo invitamos a mucha gente y hacemos el baile unidos; nos divertimos bastante. Jessica, 6º Grado Yo nací en el Puquio, sector el Salitre un 13 de junio del 2001. En ese tiempo mi casa era muy pequeña con el techo de calamina. Esa casa se encontraba un poco aislada de las demás casas y lejos de las chacras. En ese tiempo mataban mucho y había un camino muy angosto con muchos árboles. Los televisores eran muy pequeños y no daban de colores.
Mis padres se reunieron en matrimonio en 1984. Mi padre con mi madre no tenían alguna chacra en ese entonces. Mis padres trabajaron mucho para poder criarnos y mantenernos. Como mi padre murió, nos dejó una pensión y así vivimos hoy en día. Mi padre murió hace más de un año y, desde ese entonces, mis hermanos y mi madre vivimos angustiados y un poco tristes. Nosotros trabajamos y hacemos muchas actividades y también nos ajuntamos para jugar muy felices. Iván, 6º Grado En El Puquio, sector el Salitre, yo nací un 30 de septiembre del 2000. Mi casa era de adobe y calamina. En ese tiempo mi abuelito todavía tenía tienda y disfrutábamos de las ricas cosas que allí había. Víviamos muy bien, pero la violencia existía y mi familia fue víctima de esas cosas terribles. Desde que mis padres fueron esposos mi familia era muy bonita y hermosa. Pero llegó una época que se llevaron la sonrisa en mi hogar y se peleaban por motivos que aun desconozco y tuvieron que separarse. Por ese motivo mi mamá tuvo que ir a trabajar; me dejó al cuidado de mi abuelita y ella es quien me está criando hasta el día de hoy. Yo con mi hermana no peleamos, jugamos, reímos de muy buena gana; yo comparto las cosas con mi hermana y ella conmigo. Yo le ayudo en las cosas que ella no puede hacer, por ejemplo, enseñarle sus tareas y otras cosas más. Mi vivienda es de cemento y algunas partes de la pared todavía son de adobe, mi cocina es de ladrillo, cemento y cascajo; el tubo por donde sale el humo del fogón es de fierro. Antes las aulas eran de adobes y algunas de cemento; las ventanas eran de fierro pero hoy en día y desde hace dos años las aulas son lindas y cómodas. Fueron construidas y gracias al financiamiento de Ayuda en Acción y de la ONG CIEDI-La Libertad. Cuando jugamos es muy divertido porque nos encanta jugar con todos los compañeros de mi aula. Celso, 6º Grado
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Mis padres trabajaban los dos en mi chacra; eran muy pobres. El cultivaba uvas, mi mamá a veces hacia el almuerzo. Vivian en una casita de carrizos. Nos alumbrábamos con vela, no teníamos electricidad; lo que teníamos sólo era agua potable. Éramos muy pobres. No teníamos para hacer una casa hasta que ya estuvimos grandes y construimos una casa grande de segundo piso que tiene seis cuartos. Y hasta el día de hoy mi padre no nos abandona y seguimos nosotros luchando cada día. Un día festivo es muy bonito en Tambo Puquio donde la gente toma cerveza hasta acabar su plata; también hacen baile hasta la hora loca y baila toda la gente. A veces sucede algo malo y la ronda campesina lo lleva al otro día al hombre o mujer que ha hecho eso para castigarlo. Alex, 6º Grado Yo nací un de 17 de Junio del año 1996 en Trujillo una ciudad grande y linda. Después me llevaron a la casa de mi tía hasta que se recupere mi mamá. Ahí su casa era de adobes, techo de calamina y en su jardín, geranios y su patio con piedras y algunos árboles. Mis padres trabajan los dos. Vivian en una choza con mis hermanos y ahí se ayudaban ambos; mis hermanos le ayudaban mi papá en la chacra y mis hermanas a mi mamá, en la cocina y a lavar la ropa, barrer, etc.
Yo desde que cumplí dos años me llevaron a dejarme con mi abuelita en el rio de Pinchaday y ahí crecí. Venia de vez en cuando a visitar a mis padres y hermanos. Natali, 6º Grado Mis padres compraron un terreno y construyeron una casa. Ellos trabajaban: mi papá cosecha, cultiva y siembra y, cuando yo tenía nueve años de edad, mi madre ingresó a trabajar a una mina de carbón. Mis padres hace años que no pueden convivir bonito. Cuando tenía diez años de edad ellos decidieron separarse. Para mí y para mis hermanas es una gran tristeza no tener a mi mamá a nuestro lado, pero ella viene a visitarnos de vez en cuando y a pagarnos con los deberes de madre.
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Tengo dos hermanas de padre y madre, y un hermano por parte de mi mamá. A veces nos peleamos por alguna cosa; después de un rato nos tranquilizamos y nos disculpamos como hermanos que somos. En mi casa mi papá me alimenta tres veces al día con comida nutritiva. Cuando realizan fiestas lo que más me gusta es comer y jugar con las personas que quiero. Keika, 6º Grado Yo nací en el distrito Sayapullo, caserío de Colpa. Mi papá trabajaba en su chacra de trigo y muchas siembras más; crecían y crecían hasta que las cosechamos y dieron mucha más comida para nosotros. Luego mi papa me abandonó cuando yo tenía dos años y mi hermano recién nacido. Mi mamá decidió quedarse con nosotros y vivimos con mi mamá y mi abuelita. Luego vinimos a Puquio donde vivimos en la actualidad. Un día mi mamá decidió casarse y tuvieron un bebé el cual era mi hermano de madre; mi hermana y yo éramos hermanas de padre y madre. Más tarde tuvieron una linda bebita y ella era mi hermana de madre. Luz, 6º Grado
Mi nombre es Ríder Damián Aguilar Gonzales. Yo nací el 6 de agosto del año 2003 en el distrito Sayapullo, provincia Gran Chimú, departamento La Libertad. Este lugar es grande, hay árboles, muchas flores, viven muchas familias. Mi mamá se llama: Santos Marina, trabaja en el cuidado de la casa. Mi papá se llama Víctor Aguilar Culquitante; trabaja en la mina. Él está lejos de aquí porque se separó con mi mamá. Desde que se fue no sé nada de él. Ahora ya lo olvide. Mamá tiene otro esposo. El es bueno y nos trata bien. Nosotros somos cinco hermanos, tres mujeres y dos hombres. Solo vivimos con mi mamá tres y dos viven en Trujillo con mis tíos. Mi casa es chiquita, de una sola habitación donde dormimos y la cocina está construida con carrizo y calamina. Rider, 3er Grado
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Mi nombre es Franchesca Saavedra Sánchez. Yo nací el 25 de diciembre del año 2003 en el caserío de Tambo Puquio, provincia Gran Chimú, departamento La Libertad. Puquio está rodeado de cerros, arboles, aquí hay luz, pero no hay movilidad. Mi mamá se llama Virginia Martina Sánchez Bravo; ella trabaja en la casa. Mi papá se llama Santos Saavedra Terrones; él trabaja en la uva. Vivimos todos juntos, somos una familia extensa. Somos nueve hermanos, siete mujeres y dos hombres; yo soy la última de todos. Mi casa es chica, tiene dos cuartos; está construida de adobe, el techo es de calamina, recogemos el agua que viene por un tubo. Mi mamá cocina en gas. En casa comemos arroz, lentejas, carne, huevos, avena, leche y las frutas. Ayudo en las tareas de la casa barriendo, lavando, cuidando a mi sobrinita y a veces juego mis amigos. Yo voy a los deportes con mi hermana y con mi papá. Franchesca Saavedra, 3er Grado
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Me llamo Ana Barrios Vergara, nací el 23 de abril del año 2004 en Corlas. Es un lugar pequeño que tiene pocas casas pero muchos árboles, cerros y un río muy bonito. Allí no hay luz. Se siembra maíz, alfalfa, uva y todas las verduras y frutas. Mi papá trabaja en la mina, mi mamá en la casa. Ellos no están conmigo; vivo con mi tía. Ana Barrios, 3er Grado
Mi mamita cocina todos los días arroz y menestras; de vez en cuando, carne y frutas que se siembran aquí. Cuando no voy a la escuela ayudo a mi mamita en los quehaceres de la casa. A veces voy a jugar con mis amigas. Algunos domingos nos vamos al deporte con mi mamita y, a veces, me voy con mis tías o tíos. Angelina Delgado, 3er Grado
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Yo soy Nico. Mi padre es David Cabanillas y es un padre muy ejemplar. Él se dedica a la agricultura. Mi madre es Yessela León, es una madre muy buena y ejemplar. Se dedica a los quehaceres del hogar. Ellos se conocieron en Punguchique y son muy felices. Nico, 6º Grado
Yo soy José Enrique Leiva Bobadilla. Nací en el año de 1995 en el caserío de Sigues Pamba, Cospán, provincia de Cajamarca. Mis padres son Eladio y Carmen. Ellos viven en la sierra. Mi papá se dedica a sembrar trigo, cebada, alverja, habas, etc. y mi madre a los quehaceres del hogar. Yo vivo en Chaca Punta, a una hora de Punguchique, y para estudiar voy en bicicleta o, si no, en la combi. Me dedico a sembrar maíz para ayudar con los gastos de la casa a mis padres y en vacaciones trabajo en la mina. Pienso terminar mis estudios primarios y luego culminar la Secundaria. José Enrique, 6º Grado
Yo soy Rocío del Pilar; tengo 12 años. Nací en caserío del Nueve de Octubre. Mis padres se conocieron en la casa de mi abuelita. Mi tío Vidal llevó a mi papá a la casa de mi abuelita. Necesitaba alquilar un cuarto para que viva y es allí donde se conocieron mis padres, pues mi abuelita necesitaba el dinero para que lo saque a mi tío Pablo de la cárcel. Posteriormente mi papá empieza a trabajar en la mina de carbón de los Baños Chimú. Mi mamá tuvo su primer compromiso, del cual tuvieron cinco hijos. Ellos vivían en la selva. Mi madre nos cuenta que tuvieron un accidente y mi hermano Alberto murió y mis otros hermanos se quedaron en la selva con su papá. Rocío del Pilar, 6º Grado
Yo soy Gustavo Villalobos Gallardo. Nací en Punguchique el 28 de mayo del 2001. Mi Papá es Roger y mi mamá Deysi. Cuentan que se conocieron en Cuarto Grado de Secundaria, en el colegio de Punguchique; se enamoraron. Luego dejaron de estudiar y se casaron y, fruto de ese amor, hoy somos tres hermanos. Gustavo, 6º Grado
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Mis padres se quisieron y se amaron; fruto de ese de amor nací yo, Yhann Lee Villalobos Cabanillas. Me gusta el arte, es decir, el dibujo; quiero ser un gran artista. Estoy en 4° Grado de Primaria. Terminaré mi Secundaria completa y seguiré estudiando para ser ingeniero. ¡Dios me ayude!
Me llamo María O Linda soy una niña tranquila. Sé que mi profesora me ayuda para estudiar mucho. Somos ocho hermanos; todos somos unidos. Yo ayudo a mi mamá en los quehaceres de la casa: a barrer, lavar los platos, a cargar el agua y traer pasto para los cuyes. Mis padres son humildes; él es Magín y ella, Carmela. En la convivencia familiar somos felices toda la familia. Cuando termine mis estudios primarios, secundarios y superiores seré una gran profesional para orgullo de mis padres.
Yo me llamo Sigfredo Bobadilla. Soy alto, moreno, flaco, nariz pequeña, mis orejas son un poco grandes, pelo dócil y muy pegado al cuero cabelludo, brazos grandes, piernas grandes. Lo que recuerdo de mi niñez es que desobedecí a mi mamá. Salí con mi bicicleta y a los pocos metros choqué con una piedra y me caí. Por el impacto me rompí mi brazo izquierdo. Me llevaron al hospital de Trujillo donde me enyesaron. Estuve más de dos meses con el yeso y tenía mucho dolor. Falté a clases y recordaba a mis amigos y profesora.
Mis padres me pusieron por nombre FLOR DE MARIA FANY. Mi contextura es delgada, ojos redondos, nariz perfilada boca pequeña y tez trigueña. Vivo en el caserío del Nueve de Octubre Alto. Mis padres se conocieron en una fiesta del pueblo. Fue creciendo esa amistad, después se enamoraron, se casaron y, fruto de ese amor, nacimos yo y mis hermanos. Me gusta bailar y cantar. Acá en Perú admiro mucho a Sonia Morales. Cuando termine mis estudios quiero estudiar modelaje.
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A mí me gusta leer libros que me gustan. Practico el valor de la verdad. Lo que más me gusta es la Matemática. Cuando sea grande seré una gran profesional. ͕
Con mis amigos y mis primos nos vamos a pescar peces al Río Grande. Luego criamos los peces en un pozo de un familiar, les damos purina y les cambiamos el agua los miércoles. Ahora tenemos doscientos peces aproximadamente. Los comemos cuando están grandes. A mí me gusta trabajar en la chacra: curo, apodo, paso guía y cosecho uvas. A veces voy a bailar con mis primos, pero a mí no me gusta bailar delante de las personas que yo conozco porque me da vergüenza. Mi papá, antes de que yo naciera, quiso que sea mujer. El día que yo nací le dijo el doctor que soy mujer y a mi papá, al enterarse, le dio mucha alegría y después nos fuimos a la casa de mi papá y de mi mamá la cual habían comprado los dos. El día que sea grande, quiero ser enfermera, porque quiero salvar vidas.
Mis abuelitos me han contado que a mí me han dejado chiquita y ellos me han criado. Vivo con mis tíos y mis abuelos. Todos me quieren mucho. No conocí de pequeña a mi papá; recién lo conocí cuando tengo catorce años. El es de El Molino. Viene a verme a la escuela, me da plata para mis gastos y propina para mi recreo. Mis padres mucho querían que yo sea hombre y, el día que le dieron los dolores a mi mamá y dio a luz, el doctor le dijo a mi papá que era mujer. Entonces igual todos me querían. Yo soy la última de mis hermanas; somos cinco mujeres. Mi mamá me contó que, cuando era pequeña, ella vivía en la sierra, pero cuando el fenómeno de El Niño, mis abuelos perdieron su casa y vinieron a la costa y compraron un lote en Chao.
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Yo nací el 26 de Junio del 2001 en el caserío de Conodén – Cascas – Provincia Gran Chimú. Mis padres son José Pumayalla Terrones y Jenny Vigo Guarniz. Cuando era pequeña, yo iba al Jardín y, conforme crecí, iba a Primer Grado de Primaria; así iba estudiando hasta que llegue a 6º Grado de Primaria. Mis hermanos son; Janneht, Rosmeri, Ceci, Jonar, Leonardo y Rebeca. Mis padres son muy buenos; mi papá se dedica como agricultor para sacar y darnos de comer y mi mamá se dedica a cocinar, a hacernos nuestro almuerzo y desayuno. Cuando nosotros llegamos de la escuela mi mamá ya está preparando el almuerzo. Yo le ayudo a mi mamá en la cocina, a barrer y a lavar los platos. En diciembre nosotros salimos de vacaciones; yo voy a ir con mi hermano que está en Trujillo. En el invierno mucha gente hace bailes y nosotros salimos y nos encontramos con el hermano de mi mamá.
.DUHQ0LVSHUHW3XPD\DOOD9LJR*UDGR Yo nací en el 2000 en Conodén, Cascas, provincia de Gran Chimú. Cuando era pequeño, me iba al Jardín donde trabajaba mi padre y mi madre. También tenía un hermano que era muy juguetón y travieso. En esa época mi casa era muy hermosa. En el Jardín donde yo aprendí teníamos una profesora muy buena con nosotros. Otros niños no iban al Jardín porque no querían aprender; seguro que querían ayudar a sus padres en el campo. Durante el verano me levantaba a las 7.00 de la mañana para ir al campo y empezábamos a trabajar después de tomar caldo. Mi plato favorito es el arroz con cuy frito y sus papas al lado. Trabajábamos todos los días de la semana. Salíamos a comer y por la tarde nos íbamos a la iglesia. En invierno llueve mucho y hace un frio inmenso y por eso nos ponemos chompa para abrigarnos. Estamos cerca del pueblo de Punguchique. Hay señores que tienen sus motos y viajan de nuestro pueblo al vecino. Fuimos con mi familia a un baile que organizó un señor al otro lado del río y lo pasábamos bonito y luego regresamos a mi casita. Ahora estoy en Sexto Grado y por eso estoy echando ganas para salir de grado y estudiar mi Secundaria en otra Institución educativa.
'H\YLV:XLOLDQ0HQGR]D'HOJDGR*UDGR 26
Mi nombre es Flor María Cotrina Cabanillas. Nací en el caserío 9 de Octubre el 2 de octubre del 2005. Mis padres se llaman Flor Elena y José Santos Cotrina Chaves. Mi papá trabaja en la mina, mi mamá cocina en la casa. Somos una familia feliz. Mi casa es bonita; tiene una sala con muchos adornos. Somos seis hermanos y nos llevamos bien. Flor Cotrina, 2º Grado
Mi nombre es Mirtha Noemí Cavero Narro. Nací el 10 de agosto del 1999 en el caserío 9 de Octubre, el cual es un lugar bonito y caluroso; tiene árboles frutales como lima, naranja, manzanas… y es una zona verdosa, con flores y un río. Mi madre, Flor Noemí Narro Arana, trabaja vendiendo fruta en el mayorista de Trujillo. Mi padre, Ronal Javier Cavero Miranda, trabaja en la empresa de Cavamina que queda en Lucma. Mis hermanos: Darwin y María; con ellos me llevo muy bien, pero también nos enojamos. Mi casa es una parte de ladrillos y también una parte de adobe; la parte que esta de ladrillo tiene tres habitaciones. Tengo frigider, televisor, un baño, ducha y también tengo agua potable y luz eléctrica. Mi escuela, I.E. Nº 821102, queda cerca de mi casa; es hermosa, tiene árboles, un escenario y una losa deportiva para que jueguen los niños. Voy a mi escuela a aprender con mis compañeros y nos enseñan muy bien. Las maestras se llaman Rosmery Maribel Portilla Rodríguez, Gloria Rivera Alcántara y Erinda Tiznado Nureña, la directora. Le doy gracias a mi escuela por darnos el apoyo de aprender.
Mirtha Cavero, 4º Grado
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Mi nombre es José Fernando Gallardo Rivas. Nací el 19 de abril del 2004, en el caserío 9 de Octubre, el cual es un lugar lindo donde hay flores y arboles. Mi madre, Yovana Rivas Aguilar, lava, riega, plancha, trapea, cocina. Mi padre Fernando Gallardo Miranda cura la coca y la uva; también riega y limpia. Tengo una hermana, Fernanda, de nueve meses. Yo juego a las escondidas. Mi casa es grande, de adobes, tiene piso, está pintada y tiene sus cuadros. En mi escuela pequeña aprendo con la profesora Rosmery; aprendo a valorar lo que me enseñan, comportarme bien y a saludar a las personas.
José Fernando, 3º Grado
Yo me llamo Sharon Leonela León Soltero. Nací el 18 de junio del 2002 y vivo en el Nueve de Octubre. Mi pueblo es hermoso; en él se siembra la rica uva, camote, maíz, papaya y, por ser un valle, se siembra arroz. Mis padres se llaman Ana Yensi Sevilla Soltero y mi papa se llama Juan José León Cabanillas. Mi papá cultiva uva y arroz; mi mamá trabaja en los quehaceres de casa: cocina, lava, plancha y barre. Mis hermanos se llaman Angie, Bianca y Mego; nos llevamos muy bien, jugamos, y nos divertimos mucho. Mi casa es de adobe, esta tarrajeado y tengo seis departamentos, dos cocinas y dos baños. Estudio en la escuela Nº 821102 de 9 de Octubre, cerca de mi casa. Quiero mucho a mi escuela que es grande, tiene cuatro aulas y una dirección; también hay un corredor y un patio de formación. Me llevo bien con mis compañeros de aula. Estudio bastante para ser profesional. Yo desayuno en las mañanas leche, pan y huevo, en la tarde arroz, frejol y carne y en la cena tomo té con pan.
Sharon Leonella, 5º Grado
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À Tenía tres añitos. Cogía los gatos y, al pequeño descuido, los mordía de la nariz y él corría gritando. Mi mamá me preguntaba que qué le he hecho al pequeño gato. Yo me quedaba callada; mi mamá no me pegaba. Los gatos me tenían miedo y ya no llegaban a mi casa.
Karen, 4º Grado
En ese entonces yo tenía cinco años. No me gustaba la comida y siempre le hacía quedar mal a mi mamá. Esté donde esté, siempre vomitaba; parecía que yo me moría. Pero me enseñaban un dulce, ahí mismo me levantaba y corría a coger el dulce.
Jhony, 4º Grado
A la tarde se llegó mi tía y estábamos en mi casa. En esos días tenía ocho años; mi tía catorce años. Como ella me molestaba, me buscó el pleito: empezamos a tirarnos con los tapers y vasos de plástico, cada una con nuestras cosas. Ella, al ver que yo no me dejaba, me dijo que me va acusar con mi mamá. Entonces yo tuve que dejar de tirar las cosas, pero al final yo gané.
Emelly, 4º Grado
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× A mí no me gustaba la leche. Me servían, le daba a mis perros o al balde de mi chancho y le engañaba a mi mamá que yo tomé la leche. Entonces, un día mi mamá me chapó que yo hacía eso y me pegó. Desde allí yo no hago eso.
Yomar, 4º Grado
× En eso yo con mi primo estábamos haciendo un hueco con barreta. Yo excavaba, él hacia el hueco y, en unos segundos, yo por escarbar, él me voló el dedo. Mi primo echó a correr pensando que le iban a pegar.
Osliling, 4º Grado
Un día muy caluroso había una competencia en la piscina de la Rinconada. En ese entonces el profesor de natación nos llamó para que vea quien va a nadar con tabla de flotar con bracea. Entonces yo, a mis ocho años, decidí nadar con la tabla de flotar. Se llegaba la hora de competir y competí. Subí al trampolín y me tiré; allí es donde solté la tabla y me ahogué. Mi tía empezó a llorar y mi hermano me sacó de la piscina. Yo salí muy asustada.
Milagritos, 4º Grado
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Un día mi mamá me mandó a traer paja de La Alcantarilla y me pasé a jugar partido al Nueve. Se llegó la noche y no me fui a traer la paja porque me subí a un carro. Llegué a mi casa y le dije a mi mamá que la paja la habían quemado y me pegó. Desde ahí no vuelvo a mentir.
Pedro, 4º Grado
Yo me llamo Milagritos Maribel Contreras Risco. Nací el 31 de enero del 2003. Mis padres se llaman Edward Rafael Contreras García y María Risco Armas. Mi mamá es profesora y trabaja en el caserío de Punguchique, en la I.E. Inmaculada Virgen de la Merced. Mi papá trabaja en el caserío de El Porvenir. Somos dos hermanos; Carlos es el mayor y yo soy la última. Mi hermano cursa 3º de Secundaria en la I.E. José Olaya. Yo estudio en la I.E. Inmaculada Nº 82614, del caserío de Punguchique donde trabaja mi madre. Mis estudios de Inicial 3 y 4 años los hice en el jardín Divino Niño Jesús de Punguchique. Los 5 años lo estudié en Trujillo en el jardín San Martin de Porres. En la actualidad curso el 4º Grado en la I.E. Nº 82614 Inmaculada Virgen de la Merced del caserío de Punguchique, donde trabaja mi mamá. Yo vivo con mis padres en Trujillo, donde tengo una casa que es de dos pisos; en el primer piso está mi sala comedor, un baño y cocina un cuarto y un corral pequeño. En el segundo piso tenemos cuatro cuartos que ocupamos mi papá y mi mamá, el otro es de mi hermano y mi cuarto y el otro es de mi mamita Eulalia. Mi juego favorito es de ajedrez. La fiesta que más me gusta es la de mi cumpleaños.
Milagritos Contreras, 4º Grado
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Al traer el desayuno Una vez nos fuimos a traer desayuno de mi casa y, bajando por la fila cerca de mi chacra de uvas, hay un camino estrecho. Iba con mi amiga Erlita y se apareció una culebra; nos asustamos, yo corrí primero y mi amiga se quedó parada y la culebra pasó por sus pies y se escondió en las piedras. Erlita, después del susto, bajó corriendo y las dos nos fuimos llevando el desayuno a la escuela, pero no encontramos a la profesora.
Un día fui a la montaña a cortar leña y vi a un león que estaba lejos, me asusté y le dije a mi papá. El león no nos había visto. Yo y mi papá cortamos la leña lo más rápido que pudimos. El león seguía por allí, pero no nos vio. Cargamos la leña en el burro y, sin hacer mucha bulla, nos regresamos a casa y le contamos a mi mamá lo que nos había pasado.
¡Me lleva el río! Un día fui a comprar, pero tenía que pasar la oroya y me di cuenta que una cuerda de la oroya se había roto. Pensé que me iba a caer al río, me lleve un gran susto y me puse a gritar:¡Me caigo, me lleva el río!
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Un día fui con mi hermana al cerro a darle de comer a mi cerdo que estaba encerrado en un zapote. Llegamos y le dimos de comer y nos sentamos en un costado un rato. El cerdo comió y me puse a jugar con mi hermana y llegaron mis sobrinos y mi perro; con ellos corríamos y saltábamos. Mi mamá nos dijo que era hora de ir a la casa y estuve bajando y se me ocurrió pararme en una piedra que estaba falsa y me resbalé, me rodé, me rasmille y me zafé el pie. Mi tío dice que cuando alguien se zafa el pie hay que lavarlo con agua fría. Entonces mi mamá me bajó y sacó un pocillo con agua y lavó mi pie y las heridas. Luego fue a un señor que es huesero y empezó a acomodar mi pie. Mi mamá me agarraba hasta que el señor lo acomodó y de ahí nunca más volví a ir al cerro, porque tiene muchas piedras y zapotes y ramas. .DUHQ0LVSHUHW3XPD\DOOD9LJR*UDGR
Un día me fui a San Felipe con mi padre y mi hermana. Más arriba nos cansamos y montamos en mi burrito. Cuando estábamos llegando a San Felipe, cruzando una quebrada, el burro corrió y nos tumbó. Mi hermana se golpeó la pierna y yo me lisié el brazo. Mi papá corrió y me levantó y montamos los tres en el burro y, cuando llegamos a San Felipe, me llevó a una señora para que me acomode mi brazo. (OLH]HU*UDGR
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Un día me fui a mi chacra y me agarró el aguacero y me caí de panza. Me levanté llorando y me volví a caer en el barro y quede como monstruo. Y llegando a mi casa, como había mucho barro, me caí de poto y mi mamá me dijo: Ͳ Estas muy sucia, que vas a decir que te has caído en el barro. Ͳ Si, mamá, me he caído en el barro de la pampa y mira como estoy. Me voy a bañar y me asusta un sapo y salí corriendo y mi mamá me pregunto qué me pasaba y yo le conté que me había asustado un sapo por estar bañándome, por eso hoy voy a dormir sucia en mi camita. Y fui a dormir.
Un día, yendo a hacer un trabajo con mi prima Lorena por el higuerón, un cañán echado nos asustó. Mi prima Lorena se asustó y yo casi me paro encima. Pasé corriendo y, de lejos, le tire una piedra. El cañán se asomó a la acequia de agua y, después de un rato, salió del agua y nos fuimos corriendo. Regresamos muy asustadas a nuestras casas.
Nos chocamos Un día nos fuimos con mis padres y mi hermano a Trujillo en una camioneta. Cuando estábamos lejos, vino un carro y nos chocamos; me golpeé con un fierro mi pierna, el carro se dañó. Llamaron por celular a la policía y nos llevaron al hospital. Estuvimos mucho tiempo en observación; a mí me frotaron con una pomada y me vendaron mi pierna. Después nos fuimos a comer a un restaurante y a la casa de mi tía Julia. Mis padres le contaron lo que nos pasó. Al día siguiente nos despedimos de mi tía y regresamos a Conodén.
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JALANDO MANGOS Un día mi mamá y yo fuimos al río a jalar mangos. Mi mamá me dijo: Ͳ Sube a jalar, yo arresto los mangos. Cuando, de pronto, no sé cómo había una rama delgadita, no me di cuenta y me subí a bajar un mango madurito. No me di cuenta que la rama estaba desgajándose. Yo estaba bien tranquila jalando los mangos y mi mamá tampoco se daba cuenta de la rama que se estaba desgajando. Ella seguía, cuando sentí que la rama se caía y yo encima de ella. Fue cuando me golpeé fuerte mi pierna. Mi mamá se asusto mucho y me llevó a mi casa. De inmediato llamaron al doctor Ángel y me curó mi pierna y brazo y al otro día caminaba con dificultad, cojeando. Estuve una semana de reposo hasta que me sané.
Una mañana en la que estaba en mi casa tomando mi caldo, me alisté para irme a mi escuela. Cuando estuve llegando, tocaron la campana, formamos y nuestros profesores nos comunicaron que nos íbamos de paseo a la escuela de Chuquillanqui, que estaba de aniversario. Iban a celebrarlo en el campo deportivo. Teníamos que ir el día martes. Yo tenía que decirles a mis padres para que me pudieran dar permiso para ir al paseo. Para eso teníamos que llevar firmado nuestro comunicado y llevar mi comida, si me dieran permiso. Mi mamá me hizo mi comida en la mañana y me fui al paseo con los profesores. Llegamos a la Institución Educativa. Los profesores de Chuquillanqui nos dieron un aula para colocar nuestras mochilas y en la mañana empezó el aniversario. Salieron las reinas y se hizo una ceremonia. Así estamos hasta las diez y mi profesor nos dijo que estuviéramos listas porque ya iba a empezar el fútbol en la losa deportiva. La profesora Gloria nos comunicó para hacer barra a nuestros compañeros y así puedan jugar mejor nuestra Institución Educativa. Nosotros nos divertimos mucho. Luego, a las doce del medio día, dijeron los profesores para almorzar en las mesas. Comimos y nos fuimos a ver a los otros equipos que estaban jugando. Hasta que se llegó la tarde y la profesora nos dijo para estar listas, porque ya iba a llegar un carro para que ya nos lleve a la escuela de Conodén y nos fuéramos a nuestras casas. Pero me divertí mucho y los profesores nos dijeron al otro día que lo pasamos muy bonito.
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Un día vino mi tía Yacori de Trujillo para los 15 años, pero ella vino un sábado por que el cumpleaños era el domingo. Se fueron a traer el cabrito de donde estaba amarrado, lo mataron, lo pelaron y sancocharon su cabeza y las patas, sacaron la carne para el almuerzo. Nosotros fuimos al rio a bañarnos un rato. Luego mi tía nos dijo: -Ya empiecen, porque nos vamos. Volvimos a la casa y almorzamos, pero dijeron: -Vayan a comprar las gaseosas y cerveza. Más tarde, por la noche, cansados nos fuimos a dormir, pero al siguiente día, que era la fiesta, por la mañana sacaron otro pedazo de carne y lo cocinaron para el almuerzo. Comimos y sacaron la caja de cerveza y se pusieron a tomar. Mi tía y yo nos fuimos a limpiar y adornar que quede bonito y después nos fuimos a cambiarnos. Trajimos su equipo de sonido y bailamos hasta las 2.00 de la madrugada. Más tarde se fueron toda la gente y durmieron para que viajen el día lunes. Al mediodía se fueron, después de divertirnos en el cumpleaños de mi tía Yacori.
Las avecitas Me fui a mi corral para regar mis plantas de orégano y ruda. De pronto, escuché gritar unas avecitas y me acerqué a su nido y, de repente, salió volando la mamá de los pichoncitos y se chocó en mi cara. Yo grité y me asusté mucho.
El zorro Cierto día, mi abuelito me envió a pastar mis chivos por el potrero y, de repente, vi un zorro y pensé que me iba a comer y me fui gritando.
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Mi mamá me mandó a comprar azúcar con mi hermana, perdí la plata por irme corriendo y me corrí con mi hermana y mi mamá me pego.
Mi mamita me envió a comprar huevos, y me caí y se rompieron los huevos y me asusté.
Me fui al río con mis compañeros y mi profesor y, cuando nos metimos al río, me crucé al otro lado. Mis compañeros me decían que vaya a bajarme por la piedra y les hice caso y mi short se rompió porque era delgado y les conté a mis compañeras y ellas se reían. Finalmente, cuando nos vamos al río, me pongo unos shorts grandes para que así ya no se puedan romper.
Me fui al rio con mis compañeras y mi profesor. Cuando nos metimos al río, mis compañeras no podían casi nadar y se agarraban y se ahogaban. Entonces yo les ayudé a salir. Mi compañera Anabel se metió en un lugar donde había corriente y la jalaba; entonces para que no la lleve la corriente se agarró de mi rodilla y, cuando me cogió, me asustó. Finalmente yo no me asusto cuando mis compañeras se agarran de mí. Yo ya no me asusto.
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EL ALAMBRE DE PÚA
Un día me subí a un árbol de mango; estaba parado en una rama y se quebró y me caí. En el suelo había un alambre de púa y me lastimé la barriga. Me dolía mucho hasta que, después, sanó quedándome una cicatriz que la tengo hasta hoy.
Ruben, 4º Grado
EL NIDO Todos los días de vacaciones iba a dejar comida a mi papá. Estaba pasando por una grama y encontré un nido de pajaritos y no lo jalé. Llegué con la comida para mi papá y el nido estaba en el árbol y lo jalé y lo llevé para mi casa. Mi mamá me pegó y me dijo que los llevara al árbol, y así lo hice. Después de una semana me fui a ver al nido y no tenía nada.
Luis Anghelo, 4º Grado
EL PRECIO DE LA MIEL Cierto día, cuando tenía ocho años, estábamos jugando con mi hermano, pastando mis ovejas y mis pavos cerca al río. Había mucha agua y un panal de abejas. Yo tenía miedo de pasar por ahí sola. Asusté a las abejas y mi hermano gritó corriendo. Yo quería quedarme, hasta que una abeja me picó y lloré mucho; me picó en la mano y mi hermano sacó la cuña. Me dolía y se hinchó mucho. Volvimos a mi casa, amarramos las ovejas y encerramos los pavos. Le contamos a mi mamá lo que sucedió. Ella me gritó a mí y a mi hermano. A mi perrito Oro le había picado una abeja en su cabeza. Le sacamos la cuña, gritó mucho, pero se sanó. Yo lo quería mucho; era chiquito y juguetón. Mi hermano, mi papá y un vecino llamado Gavi fueron a sacar la miel. Comimos mucha miel y estuve muy feliz. Me había sanado de mi dedo hasta que terminó el día. Fue un día feliz.
Mirella, 4º Grado.
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Cierto día me fui al potrero y encontré a una cabrita pequeña que estaba perdida en el monte. Había perdido a su mamá cabra y yo le ayude a encontrarla, pero estaba muy lejos de donde estaba yo. Pero igual le ayudé a encontrar a su madre. Pero había un pequeño problemita y se trataba de un león que estaba siempre por ahí. Pero a mí se me ocurrió una idea para poder pasar por allí; pasé despacio hasta llegar a una loma. Estaba bajando y resbalé hasta llegar a sus patas de la cabra y la cabrita bebé se alegró mucho. Y se quedaron felices para siempre y nunca más se separaron.
Tania, 4º Grado
Una vez me fui con mi abuelita al cerro a ver sus chivos y los chivos no habían. Nos fuimos al cerro más alto y ahí escuchamos que un chivo chiquito gritaba en voz alta. Cuando yo y mi abuelita nos fuimos, encontramos a tres zorros que comían a una chiva. Mi abuelita les tiró una piedra y nos escondimos en una peña. Y de ahí vimos que los tres zorros no se iban; les tiramos más piedras. Cuando miramos, ya no habían y nos levantamos a llevar los chivos a la casa y desde ahí nos los llevamos al potrero.
Leonato Leonardo, 4º Grado Una noche estaba durmiendo en mi cuarto, cuando sentí que algo me picó. Grité y llamé a mi mamá. Mi mamá vino corriendo y le dije que algo me había picado. Ella buscó en mi cama y encontró una araña. Se asustó porque pensó que era venenosa. Esperó a que amanezca, llamó a mi tío Graciani y le pidió que nos lleve a la posta médica. Me curaron y le dijeron a mi mamá que limpie la casa seguido, más seguido. Y luego volvimos a la casa.
Josmin, 3er Grado
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EL ESPINO Un día me fui al potrero a pastar mis pavos, me resbalé en una hierba y caí en una planta de espino y se plantó una en mi brazo y lloré desesperadamente. Mi mamá me dijo: - Ya no llores Y me llevaron a mi casa, me curaron mi herida y ya no lloré. Después, de nuevo, me fui al potrero, pero ya no me caí y me siento feliz y contenta.
Ismari, 3er Grado ¿QUÉ SERÁ DEL NIDO? Un día estuve con mi amiga Victoria. Ella tenía sus chivos en el cerro, pero los chivos se fueron a hacer daño a la chacra de mi tío Juan. En un lugar de un árbol había un nido, pero no lo jalamos porque no sabíamos de qué era. De ahí fuimos a casa y pasó una semana y Victoria dijo: -¿Qué será del nido?. Era de paloma y tenía tres huevos. Victoria los hincó con un palo y yo los arresté con el costal y eran blancos y chiquitos, pero los dejamos en el mismo sitio. Pasaron dos semanas y los huevos ya no habían; los buscamos con Alex, el primo de Victoria y mi tía Kati, una linda niña. Kati los encontró, pero las palomitas ya estaban salidas, las llevamos a casa y pasamos por la chacra de mi tío Pedro y llegamos a la casa. Luego se hizo de noche y las guardamos en un cartón. Pero ocurrió una desgracia: una se asfixio, a otra se la comió el perro y a la otra le pico una araña y se hincho su piernita. Como estaban chiquitas, murieron. Pero mi mamá me trató y me dijo: -¿Cómo se te ocurre separar a los animales de su mamá? Eso fue lo que ocurrió. En mi vida ahora no voy a separar a un animal de su mamá, porque sería muy triste.
Jesús Portilla Shuña, 4º Grado
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± Estaba apurada para ir a la escuela; entré corriendo a mi cuarto y me puse mis zapatos del mismo color, pero estaban al revés. Se dio cuenta mi hermana y empezó a reírse y les contó a mis amigas. Todas se reían mucho y me sentí avergonzada. Luego tuve que sacarme y ponerme como son los zapatos. Ahora, para salir, siempre me miro los zapatos. Anai, 2º Grado
À
Un día domingo salí a la feria con mi mamá a comprar cosas para la semana. Cuando regresamos a la casa, nos dimos cuenta que habíamos olvidado algunas cosas. Mi mamá se enojó mucho y me dijo que otra vez deberíamos llevar un apunte para chequear las cosas que compramos.
Greisi, 2º Grado
pudimos comerla. Ella se enojó mucho y me dijo que no volviera a hacerlo así. Anita, 2º Grado
LA TELA DE SAPO
El sábado me fui al río con mi hermana a pescar. Los peces me ganaron y corrí en el agua y había una tela de sapo. Me resbalé y me mojé toda la ropa. Mi hermana me estaba viendo y se rio mucho de lo que pasó. Rebeca, 2º Grado
× Ayer, después de salir de la escuela, fui a ayudar a mi papá a batir el barro. Luego mi papá me mandó a lavar la palana, y me resbalé y la palana se cayó en mi cabeza y mi papá y mi abuelito se rieron mucho. Luego me levanté y me puse a llorar de vergüenza.
Un día mi mamá me dijo que prepare una sopa, pero le eché mucha sal. Luego mi mamá sirvió la sopa, pero al probarla estaba muy salada y no
Gino, 2º Grado
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Yo me caí del árbol, yo lloré porque no me dieron plata. Yo me corté con el cuchillo. Pero lo peor es que a mí casi me chanca un carro, porque no había visto el semáforo. Esto me sucedió en Lima. Otra vez yo bajaba corriendo y no había visto a mi tía y casi me choco con ella y, para no chocarme, me caí. Mi tía se asustó y yo también me asusté. Otra vez mi tío me pegó porque había jalado su jebe. También era travieso. Me agarró el aro de la bicicleta y me torcí el pie y lo avisaron a mi papá y el vino a verme. Yo me puse a llorar hasta que me llevaron al huesero y me sané. Ronaldo, 2º Grado
Mi mamá me celebró mi cumpleaños en Trujillo. Yo y mis amigos estuvimos esperando las dalinas y ellas no llegaron; ya era tarde y yo me puse a llorar. Fue muy terrible ese día que ya no me acuerdo lo que paso. Elena Xiomara, 1º Grado
ÀÀ
Cuando yo era más pequeño, me gustaba jugar y quería ir al jardín junto con mi hermana. Lloraba cuando mi hermana se iba a estudiar. Mi mamá me alzaba, me compraba mi galleta y me hacía jugar junto con mis primitos. Me gustaba tomar mi leche en mi taza y, cuando me llevaban a pasear y no me compraban lo que yo quería, lloraba mucho. Jhorhs, 2º Grado
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Una vez nos fuimos a traer desayuno de mi casa y bajando por la fila, cerca de mi chacra de uvas, hay un camino estrecho. Yo iba con mi amiga Erlita y se apareció una culebra, nos asustamos yo corrí primera y Erlita se quedó parada y la culebra pasó por sus pies y se escondió en la piedra. Erlita después del susto se bajó corriendo y las dos nos fuimos llevando el desayuno a la escuela, pero no lo contamos a la profesora.
Eliseth, 3er Grado
Mi mamá me dejó con mi tía Rosa y Don Humberto para que ellos me criaran. Pero ellos me mandaban a la escuela pocas veces, hasta que la profesora habló con mi abuelita Juana y le contó todo lo que me pasaba. Ella fue y me recogió. Ahora vivo con mi abuelita. Ellos me quieren mucho, no me castigan y me mandan a la escuela. Ahora soy feliz y ayudo en la casa y en la chacra.
Alex, 3er Grado
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Un día por la mañana, estaba cargando agua de la acequia a mi casa y me tropecé en una piedra y me caí al suelo y me rompí la cabeza y mi mamá me dijo: levántate. Yo le dije llorando que salía sangre de mi cabeza. Mi mamá me gritó y luego me curó con agua y sal y me dijo que otra vez tenga más cuidado en las piedras, que no sea sorda.
Alondra, 3er Grado
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Una noche, después de salir de la iglesia, casi a las diez de la noche, regresaba a mi casa y cerca de la escuela tropecé con una piedra, porque estaba de noche y no se veía. Me rompí mi cachete y salió mucha sangre. Me dolía mucho, pero mi mamá me dijo que no hiciera bulla, porque iba a despertar a mi papá y él iba a tratar a mi mamá. Me curó con agua y sal y nos fuimos a dormir. En la mañana mi papá no me vio que mi cachete estaba lastimado, porque se fue a trabajar temprano.
Angie, 3er Grado Un día de madrugada fui a pastear a mis pavos al potrero. Cuando estaba llegando, en el camino había una culebra venenosa; me asusté mucho, me fui corriendo y los pavos se volaron. La culebra se metió al monte y yo fui a volver a los pavos para pastearlos. Luego me fui a mi casa y le conté a mi mamá. Ella me dijo que debo tener cuidado, siempre mirando dónde camino.
Deyvi, 3er Grado 44
À
Hace tres años mi mamá me dijo que en marzo tenía que ir a la escuela. Yo tenía seis años, tenía mucho miedo y no conocía a la profesora. Cuando llegué a la escuela la profesora estaba allí y mis compañeros también. Nos hizo decir a todos nuestros nombres y ya no sentía miedo y, desde entonces, siempre me gusta ir a la escuela a aprender.
Erika, 3er Grado
À Cuando era pequeña me gustaba ir al jardín, a jugar con mis amiguitos y mi hermano y a veces peleábamos. Me meaba en mi pantalón cuando mucho me reía. Cuando no me compraban lo que quería, me resentía mucho y lloraba. También me gustaba irme a jugar en la casa de mi madrina Elsa. Cuando peleaba con mi hermano, mi mamá nos castigaba.
Diana, 4º Grado A la edad de seis años me sucedió una cosa en mi mueble. Cuando estaba mirando tele en mi mueble, me ganó el sueño y, cuando desperté, estaba acostada en el suelo. Me levanté y me fui al cuarto despacito para que nadie me viera, porque me daba mucha vergüenza que alguien se diera cuenta.
Mónica, 6º Grado 45
À Yo tenía ocho años, cuando me sucedió una cosa con la comida. Yo estaba comiendo mi comida cuando un gato se subió sobre la mesa. Entonces yo quería ir a pegarle con un palo. En lugar de pegarle al gato, le tiré al pavo que estaba caminando por ahí. Luego mi mamá vino y encontró al pavo cojo y me dijo: ¿Qué le pasó al pavo? Y le conté lo que había pasado. ¡Qué chistoso, casi mato al pavo!
Andhy, 6º Grado
À
A mí me sucedió una anécdota a la edad de dos años cuando me caí del andador. Un día, cuando yo estaba en la casa de mi abuelita paseando en mi andador y mi mamá estaba ocupada haciendo otras cosas, de repente mi tío salió a la calle, abrió la reja y se olvidó de cerrarla; como la reja estaba abierta me caí por las barandas. Mi mamá pensó que mi abuelita me estaba cuidando y mi abuelita pensó lo mismo de mi mamá. Después que pasó mucho tiempo se dieron cuenta que me había caído.
Gianella, 6º Grado
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Yo nací el 27 de octubre de 2004 en el caserío de San Felipe. Mis Yo nací 27 deSantos octubreCosme de 2004 en yelBetty caserío de San Felipe. Mis padres seelllaman Alayo Esparza. padres se llaman Santos Cosme Alayo y Betty Esparza. Yo vivo con mis abuelos porque mis padres salieron a trabajar. Mi Yo vivo conen mis mistrabajador. padres salieron a trabajar. Mi papá trabaja la abuelos mina y esporque el mejor papá trabaja en la mina y es el mejor trabajador. Estudio en la escuela de San Felipe; estoy en el Segundo Grado. Estudio escuela de San el Segundo Grado. Ayudo enen laslamañanas y por lasFelipe; tardesestoy a misen chanchos y a cuidar Ayudo en las mañanas y por las tardes a mis chanchos y a cuidar las siembras. las siembras. En la escuela me divierto mucho y me gusta estudiar. En la escuela me divierto mucho y me gusta estudiar.
José Alayo, 2º Grado José Alayo, 2º Grado
Soy Álvaro Horruega Terrones Narro. Tengo 11 años, nací el 16 de Soy Álvaro Horruega Terrones Narro. nacícon el 16 agosto. Mi papá es Juan Serapio y mi Tengo mamá 11 Lili.años, Vivimos misde agosto. Mien papá Juan Serapio mi lamamá Lili. Vivimos con mis hermanos SanesFelipe. Estudio yen escuelita bonita porque hermanos en San Felipe. Estudio en la escuelita bonita porque jugamos y aprendemos. jugamos y aprendemos. En la tarde ayudamos a mi papá en la carpintería; hace mesas, En la ytarde ayudamos a mi papá en trabaja la carpintería; camas lo que le pidan. Me gusta cómo mi papá.hace mesas, camas y lo que le pidan. Me gusta cómo trabaja mi papá. También sembramos verduras y papas y le ayudamos a mi papá a También sembramos verduras y papasCuando y le ayudamos a mi papá a cuidarlos; tengo mis gallinas y pavos. queremos comprar cuidarlos; tengo gallinas y pavos. queremos mucho, comprar las cosas de la mis comida vamos a la Cuando feria, caminamos las cosas la un comida feria,pesan. caminamos mucho, tenemos quede llevar burritovamos porque alaslacosas tenemos que llevar un burrito porque las cosas pesan.
Álvaro Terrones, 2º Grado Álvaro Terrones, 2º Grado
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Yo me acosté a dormir a las 7 de la noche. Ya las 11 de la noche me quería tapar, porque me daba frío. En ese momento estaba buscando la frazada y de pronto toque el suelo y dije: - ¿Está mi cama con tierra acaso? Luego me levanté al verme en el suelo y me topé con fuerza y me rompí la cabeza. Al sentir el dolor, me puse a llorar y mi papá me levantó y me dijo: - ¿Qué tienes? Y le conté lo sucedido. Él me lavó mi cabeza, que estaba de sangre, y me curó con un remedio casero llamado sangre de grado y me acostó a dormir. Desde ese momento pude dormir más tranquilo hasta el otro día. Noé, 6º Grado
Yo, en mi vida, he tenido varios tropezones. Cuando voy a la escuela, algunos días estoy contenta; otros días voy molesta, enojada conmigo misma. Cuando llego a la aula quiero desahogarme con mis compañeros; parece que cuando los veo me da ira y quiero golpearlos. Mi profesora se da cuenta cuándo me molesto y trata de aconsejarme y apaciguar mi temperamento. Yo misma me veo como una pava enojada. Mis compañeros también saben que quiero tirar las cosas y después me doy cuenta que no debo comportarme mal ni actuar con mis compañeros de esa manera. Broenyelly, 6º Grado
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± Un día fui de paseo a mi chacra y me espiné. Una espina se metió a mi dedo. Mi papá la sacó con una aguja, luego me curó con leche de piñón. Aprendí a caminar por donde no hay espinas. Alan Beckan Saldaña Leiva, 1er Grado
×Ó Un día me mordió la araña y me llevaron al hospital en carro, mi abuelo Fermín. Falté a la escuela cerca de dos meses porque me operaron. He aprendido a revisar mi ropa. Jeremías Pacheco Saldaña, 1er Grado
Un día que estuve solo, tenía miedo; vi un bulto que rondaba mi casa. Me asusté y mi mamá aprendió a no dejarme solo. Matías Pacheco Saldaña, 1er Grado
Cuando yo estaba caminando, una culebra se cruzó en mi camino; casi la piso. Pensé que era un palo. Al sentirme, la culebra corrió al cerco. Aprendí a caminar con una vara para matar a las culebras. Elar Yency Miranda Bravo, 1er Grado
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1XHVWUDVDQpFGRWDV Yo estuve jugando en la playa y llegaron mis amigas. Jugamos vóley y mi mamá me dijo: - No ensucies tu ropa, porque nos vamos a Trujillo. De pronto vino una ola y me mojó toda la ropa. Yeslim, 2º Grado
Yo me caí de un árbol y me golpeé y sangré mucho. Entonces mi mamá me llevó a mi casa y me curó. Nunca más me subí a los arboles, porque me daba mucho miedo. Quimia, 2º Grado Un día yo con mi hermana hicimos un columpio en el patio de mi casa y, de pronto, la soga se rompió y me caí al suelo. Oriana, 2º Grado Yo estaba sentado en la orilla del río mirando que un carro pasaba por el puente. De pronto el carro se encendía y se cayó al río con todo el puente. Yo estuve asustado y salí corriendo. Claudio, 2º Grado
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Una vez me fui a El Molino con mis hermanas y, cuando estábamos regresando, adelanté y puse una cáscara de plátano para que se caiga Gladis, pero Gladis pasó por el otro lado y fui yo la que me caí y mis hermanas se reían. Yo también me reí mucho. Sonia, 3er Grado
Un día, mientras estaba jugando yaces con mi amiga, llegó una abeja y me picó mi dedo y lloré muchísimo. Entonces mi amiga se fue a traer alcohol, me curó y me calmó y seguimos jugando yaces. Rosa, 3er Grado
Cuando estaba en Segundo Grado, un día estábamos en clase y yo quería ir al baño. Le pedí permiso a la profesora, pero no me escuchó y me hice la pichi sentada en la silla. Tenía mucha vergüenza. Carmen, mi amiga, me acompañó a mi casa a cambiarme de ropa; luego regresamos a la escuela, pero yo me sentía avergonzada. Franchesca, 3er Grado
Un día, mi mamita compró una gallina para la cena y a mí me dieron la cabeza. Cuando la estaba comiendo me atoré con el hueso. Mi mamita, asustada, me dio golpes en la espalda, hasta que la voté. Después que ya me pasó, me dio mucha risa. Angelina, 3er Grado
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Un día mi profesora y mis compañeros decidimos visitar a dos familias en El Salitre porque estábamos estudiando la familia. Cuando regresábamos yo tenías ganas de hacer la pichi, pero me daba vergüenza decirle a mi profesora. Hasta que no aguanté más y me hice la pichi en el pleno camino. Me dio mucha vergüenza, pero mi profesora me abrazó y me dijo que sólo era un accidente, que no me preocupe y me mandó a mi casa a cambiarme. Me acompañaron mis amigas; luego regresamos a la escuela. Carmen, 3er Grado
Un día, mi mamá me envió a llevar su comida a mi papá que estaba en Mansiche. Cuando estaba por llegar, un búho me asustó. Yo corrí a mi papá y le conté. Él me dijo que ese animalito no hace daño a los niños y me pasó el susto. Dalisa, 3er Grado
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Cuando tenía cinco años, estaba estudiando en la ciudad de Lima. Mis padres alquilaban cuarto en el 3er piso. Un día mis tíos me regalaron un lorito y yo quería volar igual que él, pero resbalé en una cascara de plátano y rodé por las escaleras hasta el 2º piso. Por buena suerte un señor me cogió del polo y no me dejó rodar. Me safé el codo y mi mamá lo acomodó. Mi lorito murió porque lo aplasté con mi cuerpo. Me quedé llorando de dolor de mi brazo y de pena de mi lorito. Netzer, 4º Grado
Mi papá me ordenó llevar leña a mi casa en mi burro desde el potrero. Para esto iba montado a traer la leña y, de pronto, el burro empezó a correr y el sillón se hizo de lado y caí. El burro se fue corriendo. Un señor que estaba por allí lo cogió. Yo me quedé sentado llorando: mi cabeza estaba sangrando. El señor me ayudó para recoger a mi casa. Mi mamá se asustó al ver la sangre y luego me lavo la herida y curó. Klein, 4º Grado
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En un día de invierno todo me salió mal. Mi abuelita ordenó que lleve a mi burro al río para que tome agua. Por no caminar, monté, pero este me cayó y lo dejé amarrado. Regresé a mi casa y mi abuelita me mandó traer mis chivos del potrero con mis borregas. Yo quería montar en una borrega, pero también me cayó. Era tarde y me subí a un árbol a ver caracoles. Se rompió la rama y me caí. Me torcí la nariz. De inmediato me llevaron al huesero para que me acomode. Jair, 4º Grado
Me fui a pastear mis chivos y me ganaron a una chacra de maíz y comieron las plantas de maíz. El dueño apareció, me trató y se fue a mi casa y se lo dijo a mis padres. Mi papá me castigó con una correa; mi mamá me defendió y yo lloré mucho. Desde entonces tengo mucho cuidado con mis chivos Antonio, 4º Grado
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Un día fui al cerro a traer leña y por el camino vi un panal de abejas en el tronco de un árbol. Me acerqué a mirar. Las abejas me corrieron y me picaron tres mi cabeza. Regresé a mi casa llorando. Mi abuelita se asustó y me dijo que no debo molestar a los animalitos, porque estos también se enojan. Desde entonces ya no molesto a los animalitos. Edwin Gosh, 4º Grado
× Un día estábamos en clase y oímos un sonido de helicóptero. Salimos del aula y vimos que volaba muy bajo y había algo como puntiagudo: era un detector de minas. Daba vueltas. Los niños iban corriendo tras el helicóptero. Después se fue a Conodén y regresaba al Puquio. Después se fue a Jolluco; allí también daba vueltas. Dicen que era de una empresa de minas. Luego de un rato todos los niños regresamos a nuestra aula y continuamos con nuestras tareas. Maykol, 5º Grado
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Ó
Un día mi hermano Richard soñó que había matado un loro con un jebe; lo recogió y lo llevó a la casa. Luego lo peló y lo frio calentando la sartén. El loro se veía muy exquisito. Cuando mi hermano estaba a punto de comerlo, se despertó y se dio cuenta de que no era verdad, solo era un sueño. Mi hermano nos contó lo que había soñado y nos causó mucha risa. Gian
Ó Mi papá, mi tío y yo teníamos que ir al potrero a traer las vacas y toros. Por eso teníamos que llevar comida. Mi mamá era la encargada de preparar el fiambre. Ella, muy preocupada, soñó que hizo la comida. Cuando era la hora de partir, nos fuimos a pedir la comida y nos dimos con la sorpresa de que mi mamá no había cocinado nada. Le preguntamos por qué no cocinó y ella respondió que había soñado que ya había cocinado la comida para llevar. Karla
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Adivinanzas
Caja verde Mortajo blanca y Muerto negro Adivina quién soy? La Guaba
Cruza el aire, Mar y tierra; No tiene boca Y sabe hablar. La Carta
Dentro del mar vivo y no me mojo. La “A”
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Para la vista es buena, Para la piel también. Su color es anaranjado: ¡Ay; que dura es! Zanahoria
Hace muchos años los pobladores del caserío de Conodén no tenían agua y morían de sed. Pedían a su diosa Luna que les diera agua. La luna compadecida del clamor de los hombres, envió a una nube la cual se rompió y se convirtió en una hermosa laguna. La luna solo pidió a los hombres que no se bañaran en ella ni le echaran basura. Los hombres cumplieron durante mucho tiempo el pedido de su diosa y vivían felices dándole gracias a la Luna. Pero un día, unos niños traviesos llegaron al borde de la laguna y, tanto era el deseo de bañarse, que entraron a ella y se bañaron. La Luna, al darse cuenta de que habían roto el trato, hizo que se seque la laguna. Hoy existe allí un lugar llamado Laguna, pero ya no hay agua.
Alumnos de Conodén
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s a t o d c é n grafías y A
Bio
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La ciudad donde nací es un pueblo que se sitúa a 1200 m.s.n.m. Su paisaje es hermoso. Se encuentra al centro de grandes cerros montañosos, de extensas áreas verdes con sembríos de uvas y donde se cultivan diversos árboles frutales como papaya, limón, lima y tumbo, que son degustados por los pobladores de la zona y los que visitan nuestra hermosa ciudad. Las casas en su mayoría eran de adobe y calamina y algunas con techo de paja que, cuando llovía, toda la lluvia pasaba a las habitaciones. No existían casas como las hay hoy en día. Las calles eran de tierra y pedregosas. No había agua en la casas; ésta la recogíamos de las piletas y la cargábamos en baldes y galones para las casas. Cuando el invierno era demasiado fuerte, malograba las tuberías y se secaban y, entonces, cargábamos desde muy lejos, de un río que allí nacía agua. Lo hacíamos cuando llovía mucho y nos parecía divertido estar con la ropa mojada en nuestro cuerpo. Tampoco había luz eléctrica. Como vecinos teníamos a unas personas con dinero y carros; estos acostumbraban todas las noches a colocar mecheros por toda la cuadra y así cuidaban sus bienes y al mismo tiempo nos alumbraban. Cuenta mi madre que ella vivía en una casita de paredes muy viejas y techo de paja; luego se trasladaron a otra casa cercana que era mucho más cómoda. Mi padre con el tiempo la vendió, pero que aún existe. Posteriormente compraron por la misma cuadra otra casa mucho más grande y en la que, hasta la actualidad, vivimos. Escribir la historia de mi infancia es penoso, porque recuerdo a mis padres discutiendo entre ellos, lo que hizo que mi madre tome la decisión de separarse de mi padre. Él se marchó de la casa; nos abandonó cuando yo tenía la edad de siete años y desde allí no volví a verlo hasta que tuve doce años y recuerdo que me compró un buzo y una pelota y eso fue todo. Desde allí no volví a verlo nunca más en mi vida. No contar con la imagen y el cariño de un padre es triste. Pasar los días y ver que los que están a mí alrededor tienen su padre, es genial. Pero yo no tuve la dicha de tenerlo a mi lado por circunstancias de la vida, cosa que no deseo a nadie. Mi madre trabajó muchísimo para llevar adelante el hogar, ya que ella servía de padre y madre para nosotras. Mis tres hermanos mayores fueron a otros lugares en busca de un futuro mejor; los cuatro hermanos menores quedamos al cuidado de nuestra madre. Nos crió, nos dio buenos consejos, valores y nos educó hasta darnos una profesión y poder defendernos en la vida. Hablar de mis abuelos por parte de mi padre no puedo; por el hecho de que él nos abandonó no llegué a conocerlos. Y, por parte de mi mamá, ella cuenta que su madre murió cuando tenía doce años y su padre era una persona irresponsable, borracho y no cuidaba de ellos. Murió por consumir mucho alcohol, cuando ella tenía dieciocho años. Desde allí vivió junto a sus primos y aprendió a trabajar para sobrevivir. Cuenta mi madre que, junto a su primo,
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trabajaba mucho y los dos se cuidaban. Ella se casó tuvo sus hijos y su familiar siguió frecuentando la casa. Él trabajaba de guardián de un colegio y todas las noches venía a contarnos hermosas historias, nos dejaba dormidas y luego se marchaba a seguir en su trabajo. Eso hasta el día de hoy lo recuerdo. Mi tío aún está vivo, pero ya no vive junto a nosotros. Cuando sus familiares más cercanos lo llevaron, nosotros lo extrañábamos mucho porque veíamos en él al padre que nunca había estado cerca a nosotros. Así mi vida transcurrió junto a mi madre, que fue el único ser que se desveló por cuidarme y hacer de mí una persona útil a la sociedad. Luego me casé, un 19 de enero del 2001, con un gran hombre al cual amo, respeto y, fruto de nuestro amor, tuvimos a un lindo hijo que es el motor y motivo de mi vida. Espero que mi matrimonio sea para siempre y permanezcamos unidos por el resto de nuestras vidas. JEMA
Soy Luis Antonio y la historia que a continuación relato detalla parte de mi vida y la abnegada labor con obstáculos y lucha de mis padres. Empezaré presentando a mis abuelos paternos con quienes tuve mayor contacto -Sacramento y Jesús-, pues los maternos fallecieron cuando yo era muy niño. Ellos fueron Doña Angelita y Don Felismer. Nuestra familia es natural de Cascas, un pueblo hermoso y tranquilo, ubicado en uno de los valles de La Libertad (Perú), tierra que envuelve y acaricia grandes extensiones de tierras viñeras. Néstor Ninatanta, mi padre, un hombre humilde y trabajador, desempeñaba muchos oficios pues la situación económica no era de las Mis abuelos paternos con mi padre mejores. Él era agricultor, gasfitero, albañil y sastre. Un gran ejemplo de trabajo. Mi madre, Doña María Catalina Muñoz, no era ajena al mundo del trabajo y lucha . Ella se dedicaba a la labor maternal durante el día y por la madrugada trabajaba en una panadería. En casa, mi madre preparaba el pan de maíz y las empanaditas turcas, sabrosas y apreciadas por los pobladores. Mi madre tenía que salir a venderlas para poder ayudarnos económicamente y así poder alimentarnos dignamente. Mis padres se comprometieron muy jóvenes y nunca recibieron el apoyo de sus padres, hecho que les enseñó a ser responsables y a dedicarse al trabajo, como lo harían las buenas personas . En casa somos seis hermanos: Humberto, Carlos, Sacramento, Luis, Juan y Nery. Soy el cuarto de todos. Nací en abril de 1972. Recuerdo que era un niño
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inquieto y que, junto a mi hermano Sacramento, disfrutábamos de nuestras sanas travesuras. Un buen día -cuenta mi padre- nuestra madre extrañaba la tranquilidad del hogar. Sucedió que mi hermano Sacramento y yo, de tres y cinco años respectivamente, nos encontrábamos cantando y bailando dentro de la canasta donde se encontraban la empanaditas y el pan de maíz. Supuestamente tenían que ser vendidas. Mi madre, con toda la razón, enfureció, castigándonos con una correa. Esta es una de las tantas travesuras que nunca olvidaré y que ahora plasmo en estas líneas para conservarlas en el tiempo. Desde niño me interesé en el arte y la música. Participaba en concursos de baile como la marinera, danza representativa de nuestro país; además integré el grupo folklórico de mi escuela primaria. Gratos recuerdos. A la edad de siete años sucedió en mi vida un hecho que marcó mucho mi estado emocional y personal. Sufrí un accidente que, como buen niño travieso, me lo provoqué cayéndome de los juegos mecánicos. Me golpeé fuertemente la cabeza. A los diez años me detectaron catarata en el ojo derecho, producto de la caída. Al año siguiente me operaron en la ciudad de Lima. El doctor que realizó la operación era un medico famoso; se dice que había tratado a un conocido boxeador, Mauro Mina. Este hecho no quisiera ni recordarlo. Fue el médico más frío y testarudo que mis padres habían conocido Luego de la operación, en mi primer control, manifestó con sus palabras: -¿Por qué lo han traído? ¡Llévenlo a su casa porque él nunca podrá ver! Desconsolados y tristes, mi familia y yo regresamos a Cascas. Pero como dice el dicho “La esperanza siempre está presente“. Al siguiente año, ya con doce años de edad, mi madre se entera de un doctor conocido de la comadre de mi mamá; este es el Doctor Alberto Manrique Ganoza. En esa época mi visión estaba deteriorada, causándome estrabismo. La vista se me desvió. Comenzó el nuevo tratamiento: el Dr. Manrique operó la catarata. Lo que antes veía a la palma de mi mano sólo como una sombra, al día siguiente de la operación, al retirar el parche del ojo, sentí una gran alegría porque había recuperado la visión. La operación se realizó en un Hospital del Estado. Luego por motivo de horarios, el doctor nos citó a la clínica donde tiene su consultorio particular. Recuerdo que en el hospital se pagaba por consulta s/. 2.00 y en la clínica la paga era mucho mas, 25.00 nuevos soles. La primera cita tuvimos que abonar los S/ 25.00, en medio de nuestra humildad. Cuando salíamos, la secretaria del doctor nos alcanzó, devolviéndonos el dinero que habíaDr D. Al berto Manrique, un mos pagado por la consulta. hombre bueno, con mi familia.
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Nos dijo que el doctor se había molestado por habernos cobrado. Desde esa vez hasta la actualidad nunca me cobran por las consultas; por el contrario soy uno de los primeros en ser atendidos y hasta me obsequian los medicamentos. Resumiendo el Dr. Alberto Manrique es mi “Ángel en La Tierra”, un hombre que humanamente miró más allá del lucro. Vio la necesidad y el dolor de una familia. Fui un niño que creció en un ambiente sano y feliz. Mis estudios primarios y secundarios los cursé en mi tierra natal, Cascas. Y, como buen amante de la música, integré la banda de músicos de mi colegio, el colegio San Gabriel de Cascas. Mi mundo, y lo que más me interesaba, era tocar la trompeta, tanto así que hasta en la hora de educación física -no sé cómo me las ingeniaba-, pero tocaba la trompeta. En medio de las situaciones delicadas de salud que me tocó vivir, aprendí a llevar los momentos de tristeza, y algunas burlas por las condiciones de mi vista, con total responsabilidad y fortaleza. Los años pasan y la necesidad de progresar y desarrollar viene a la mente como cúmulos de interés principal. Teniendo en cuenta que un hogar humilde, donde lo principal era conseguir el alimento de cada día con el trabajo y fuerza en el campo, nos impedía imperiosamente continuar con estudios superiores. A pesar de todo logré continuar con mis estudios. Ser maestro caló en mi interés profesional. Cursé estudios en el Instituto Libertad de Trujillo y, no convencido con el grado, realicé estudios complementarios en la Universidad Nacional de Cajamarca. Hoy en día soy maestro y la música, mi columna vertebral, pues gracias a esta noble habilidad he logrado ser maestro de música. Gracias a mi esfuerzo y mérito logré nombrarme y asegurar mi trabajo en la Institución Educativa 82614 de Punguchique, un caserío de Cascas. Me casé con Aleyda, con quien tengo dos hermosos hijos: José Luis y Cristian. Ambos han heredado el arte, cumpliendo con el dicho “de tal palo, tal astilla”. José Luis, actualmente cursa estudios universitarios, en la escuela de arquitectura, además de integrar la orquesta y grupo de mariachis de su universidad. Toca también la trompeta. Cristian aún es pequeño. Pronto terminará la Primaria y ya hace su intento por tocar la trompeta, además de cantar y ser amante de los animales. Estoy orgulloso de mi familia y muy agradecido por las enseñanzas valiosas de vida que me han enseñado. Un ejemplo que quedará marcado por la eternidad, esperando que nuestros hijos la conserven y trasladen estas memorias como ejemplo de lucha y trabajo, de esfuerzo y valía. Esta es brevemente la historia viva de mi vida. SOY LUIS ANTONIO. MAESTRO Y MÚSICO. Punguchique, Perú 2013.
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Nací en el año 78, en un distrito pequeño llamado La Esperanza, que pertenece a la ciudad de Trujillo. Mis padres eran comerciantes en ese entonces; vivían viajando mucho. Los primeros años de mi infancia lo pasé viajando con ellos. Luego ellos se separaron y me quedé con mi madre solamente, quien se tenía que hacer cargo de la casa. Mi madre seguía trabajando en el comercio. Yo iba creciendo y ya estaba en edad escolar; ella me llevó a Tayabamba, que pertenece al departamento de La Libertad, para empezar a estudiar. Ella era de allí. Empecé a estudiar Educación Inicial a la edad de cinco años. No tengo mucho recuerdo de mi profesora; será porque iba muy poco, debido a que mi madre no estaba y me dejaba con mi tía. Al año siguiente empecé la Primaria. En Tayabamba había dos escuelas. Los pobladores de la zona las llamaban de mujeres y de hombres (las dos eran mixtas). Yo estudiaba en la escuela de hombres. Recuerdo que estudié hasta Cuarto Grado de Primaria. Tengo bonitos recuerdos de esa época: tenía una buena profesora; ella me enseñó las primeras letras, a cantar y a jugar. Recuerdo que jugaba a las escondidas, chicote caliente y kiwi en la Plaza de Armas, donde todas las noches nos reuníamos todos los vecinos para jugar. La Plaza de Armas era pequeña, pero muy acogedora. Tenía varias esculturas de plantas, hermosas flores que la adornaban, una pilita de pajaritos que botaban agua por su piquito y, alrededor, estaban las instituciones: la Comisaría y la Municipalidad. A tres horas de Tayabamba vivía mi abuelita. Era una mujer preciosa, blanca; tenía ojos azul cielo, de contextura delgada; venía a visitarnos de vez en cuando. A mí me gustaba que venga porque me llevaba a pasear al mercado y me compraba lo que le pedía a pesar de que era humilde; pero más me gustaba ir a visitarla, porque donde ella vivía había animales, se cosecha-ban papas e iba a jugar por el campo. Una vez fuimos mi mamá, mi hermano y mi hermana en ese entonces a visitarla. Recuerdo que tuvimos que caminar mucho, pero llegamos. Iban a cosechar papas. Nos hicieron subir a un burrito y nos llevaron, llegamos al lugar y comenzaron la cosecha. Fue la única vez que presencié cómo la gente de esa comunidad se
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reunía a sacar papas. Era como una fiesta: llevaban sus radios a pilas y empezaba la cosecha. Al costado de la chacra ponían una olla grande con agua. Allí echaban las papas y preparaban un mate de ají para que coman durante la cosecha. Esas papas recién sacadas de la planta eran ricas. Nosotros los niños también ayudábamos a recoger y cargar las papas; me gusto mucho ir a cosechar papas. A la actualidad nunca he ido a una cosecha de papas. Cuando iba a cursar el Quinto Grado de Primaria, nos fuimos a vivir a un lugar llamado Vijus. En este lugar la gente vive de la minería y la agricultura. Había una sola escuelita multigrado con dos profesores. Yo estudiaba con los alumnos de Sexto Grado. Los sábados y domingos íbamos con mi mamá, mis hermanos y los vecinos a la chacra a recoger fruta, que no nos costaba nada. Había tanta que los dueños nos la regalaban. Estuve en ese lugar un año. Luego, por el trabajo de mi mamá, regresamos a Tayabamba, donde culminé mi Sexto Grado en la misma escuela y con diferente profesor. Para estudiar Secundaria nos venimos a vivir a Trujillo, al distrito de Moche (exactamente al Alto Moche). Unos primos de mi mamá le prestaron una casita donde vivir; solo tenía dos habitaciones, pero allí vivimos felices. Estudiaba en un colegio de monjas; eran muy buenas. Pertenecía a un grupo religioso y todos los sábados y domingos iba a las reuniones con compañeros de mi edad. Hasta que, un día, mi mamá de nuevo nos dijo que tenemos que cambiarnos de casa, que ella había comprado un terreno por Huanchaco y teníamos que ir a vivir allí. Recuerdo que lloré mucho; no me quería ir de Alto Moche; tenía mis amigos, me gustaba mi colegio y la gente que conocía, pero tenía que ir donde mi madre nos llevaba. Mi madre comenzó a vender en el mercado mayorista de Trujillo y allí nos quedamos. Yo estudié desde Tercer Año de Secundaria en el colegio “Santa Rosa de Trujillo”, donde culminé mi secundaria. Después estudié Superior en un Instituto Pedagógico, el Bachiller, Licenciatura y Maestría en la Universidad en la ciudad de Trujillo. Hace doce años soy profesora y actualmente trabajo en el caserío de Conodén, donde la gente es acogedora y me estiman mucho. Tengo dos hijos, vivo en la ciudad de Trujillo y estoy estudiando Derecho.
M.C.G
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De mi pueblo querido tengo muchos recuerdos de mi niñez como salir a jugar en el campo, cuyo gras era siempre verde; ahora por falta de lluvia está casi seco y por partes sin gras. Recuerdo que, cuando salía de la escuela después de las 5 pm, me quedaba a jugar vóley con mis amigas; era muy divertido y emocionante porque jugábamos apuesta que consistía en la fruta que nos sobraba del recreo, tanto así que nos olvidábamos de la hora. Mi papá también salía del trabajo a la misma hora que yo salía de la escuela; él trabajaba en la Compañía Minera “Sayapullo”; era topógrafo. Lo curioso es que, cuando yo no llegaba, salía fuera de mi casa a llamarme con un silbo que, al escucharlo, dejaba todo y corría despavorida, porque él se molestaba cuando llegaba tarde a casa. Mi casa quedaba a cinco minutos de la escuela. Tenía dos entradas, una de ellas daba con un campo pequeño, era bonito, tenía árboles, su gras verde y corría mucho aire; ahí jugaba con mi hermanita y mi mamá siempre se sentaba debajo de un árbol a tejer y desde allí nos miraba mientras que nosotras jugábamos. Mi papá nos acompañaba y jugaba con nosotras los domingos por la tarde, después que terminaba la feria. A la feria llegaba mucha gente de fuera a vender sus productos; todo era barato y había cosas ricas para comprar. Actualmente todo es caro, ya que en mi pueblo existe mucho oro. Hay demasiado trabajador informal que explora los cerros sin ninguna protección. Todo ha cambiado: mi escuela ahora es grande, hay más profesores, pero mi profesor sigue ahí aunque con algunas arrugas, pelo canoso y se le ve más cansado. Así lo vi hace tres años, cuando regresé a mi pueblo después de muchos, pero muchos, años. Me causó mucha nostalgia porque ya no estaba mi familia, ni mis amigos y mi casita estaba sola sin ningún habitante. Fue muy triste ver aquellos rincones de cada una de las piezas de mi casa. Lloré al recordar y pensar que esos momentos vividos no volverán.
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Yo nací en un caserío cercano a Contumazá, en una casita hecha de adobe con techo de teja, rodeada de chacras y de un bosque de eucaliptos, casa de unos tíos abuelos. La recuerdo como si fuera ayer. Cuando era niña me agradaba mucho, mucho, ir a esa casa a jugar con mis primos y visitar a mis tíos y abuelos. La tía se llamaba Fefe; siempre nos daba un chizito de leche (era una taza de medio litro). Cuando ella ordeñaba las vacas, cogíamos una hojita y con ella comíamos la espuma. Shalo, mi tío abuelo, me quería mucho; me alzaba y siempre me preguntaba si quería vivir con ellos. Él siempre vestía de saco. Siempre viví en un barrio pequeño, cuyas casas son de adobe con techos de teja con calamina, llamado “El Quique” por un hermoso paraje que allí existe, y creemos que todo aquel que toma agua de él se queda en Contumazá o regresa. Recuerdo que allí jugamos con los chicos de la vecindad a las escondidas, el kiwi, los coscritos, etc. En este barrio todos somos unidos: cuando alguien se enferma nos apoyamos. Todas las mujeres, desde niñas, tejemos. La vestimenta usada era polos, pantalones, vestidos y chompas de lana confeccionadas por las madres. Cuando estábamos enfermos, nos llevaban a la tía Elisa, que nos curaba con hierbas. Recuerdo que, cuando nos daba la gripe, nos preparaba una limonada caliente con unas gotitas de alcohol. Ella siempre nos curaba de todas las enfermedades a base de hierbas y, por cariño, le decimos la Mamá Elisa. Mi abuelo materno era carpintero. Cuando iba al taller, me dejaba jugar con sus herramientas y me daba un sol de oro para ir a la escuela y a mis primos, también. Recuerdo mucho la saca de papas; cuando sacaba las papas, salían cortadas; siempre al costado de la chacra se cocinaban papas que se las comía con rocoto y atún. De los que no tengo muchos recuerdos agradables es de mis abuelos paternos, a pesar que vivían muy cerca a mi casa. Cuando íbamos a la escuela no usábamos uniforme; llevábamos nuestros útiles en una bolsa hecha por nuestras madres. No celebramos cumpleaños, pero sí nos preparaban una comida. A los niños varones se les cortaba el pelo en una ceremonia llamada “Landaruto”. Nos bautizábamos con las costumbres de la Iglesia católica. Ya en casa, se celebraba con comida y con capillo, donde el padrino echaba monedas para que los niños las recogieran. Mi niñez fue hermosa, así como el resto de mi vida, sobre todo la de estudiante.
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¡QUÉ CARÁCTER EL DE LA BISABUELA! Rememorando la historia de mi vida, asoman esos recuerdos tan añorados de mi infancia: las horas en que mamá, todas las noches, me hacía dormir contándome cuentos tradicionales como “Juan Tirador”, “Los tres hermanos” y muchos más. También perduran en mi corazón las oraciones diarias al acostarnos y el cántico de todos los viernes “San José pidió Posada”. Mi mamá contaba que su padre era un “rayo”, es decir, muy estricto, pero a la vez muy bueno. Luego de diversos matrimonios, se casó con mi abuela cuando él tenía 70 años y ella 25. Tuvieron seis hijos, a parte de los cuatro que él tuvo con otras mujeres. Fue muy trabajador en su finca y, como músico, muy solicitado para las velaciones del apóstol Santiago u otra celebración popular. El abuelo solía encargar a mis tíos ver los caballos y bueyes mientras él se iba a hacer alguna diligencia. Sin embargo, ellos se pasaban el tiempo jugando bolitas, trompo, y “huaraca”. Al pasar las horas, los animales hambrientos sentían que regresaba el abuelo por lo que empezaban a bramar y relinchar, haciendo que él note que sus hijos no habían cumplido la orden de alimentarlos. Mi abuelo tocaba la gaita y el tambor, mientras mi mamá bailaba. A ella le encantaba bailar desde niña. Mi madre siempre contaba que mi abuelo “tendía” el agua, es decir, la distribuía en los surcos de maíz calculándola tan bien en la noche que, al regresar al alba, el agua había mojado cada surco con gran exactitud al punto de no filtrarse fuera del campo ni una sola gota. El padre de mi madre era muy sabio. Le gustaba leer para su familia y, sin querer, se daba cuenta de las chismosas de la ciudad. Contaba que, cuando las encontraba en el camino, éstas sólo simulaban hilar, pero en realidad se dedicaban a hablar de la gente: “Que dizque así, que dizque asá”, desatendiendo a su esposo y sus hijos. Otro suceso que marcó mi vida es la historia que mi madre contaba sobre mi bisabuela paterna. Cuando mi bisabuela fue joven, tuvo un novio al cual desechó porque un día, cuando estaba paseando con él, éste tuvo que ir a una reunión de amigos. Al despedirse le dijo: “Espérame que no me demoro”. La bisabuela esperó prudencialmente pero, al ver que no regresaba, se fue. Cuando él la buscó para disculparse, la bisabuela le contestó: “Sólo tu caca te esperará, si es que un perro no la come.” Era una mujer de palabra y, por más que el joven le rogó, no dio tu brazo a torcer. Cuando mi bisabuela se casa con el bisabuelo, tuvo a mi abuelo, que resultó su primer y último hijo. Ella decía: “Por no haber sabido habré parido, pero de aquí nunca más.” Mi madre tuvo tres hijos: mis dos hermanas menores y yo. Ambas ya difuntas. Una murió cuando yo era niña y la otra, hace seis años. Ella contaba que, cuando era niña, solía pastar los cerdos. A unos los utilizaba como burrito haciéndole llevar la carga de trébol para que coman más tarde en su chiquero. Fuimos hijas de un segundo matrimonio de mi madre. Ella quedó viuda con cinco hijos. Tengo muy gratos recuerdos de mi madre y especialmente de mi hermano Valdemar y mi hermana Juana. Ellos eran mis favoritos.
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Vi a mi padre, un hombre trabajador, cumplidor de sus horarios. Con sus obras reafirmaba lo que sus palabras decían y nunca medía sus fuerzas. Si mi madre le decía: “No te acabes la vida trabajando tanto”, él respondía: “Mis fuerzas se van conmigo”. En él nunca escuché una palabra soez, debido a su cultura de usquil. En esa ciudad no se ofenden entre sí con las palabras. Mi madre era muy relajada, siempre estaba con una sonrisa en los labios o una anécdota que contar. La vida para ella era alegría, siempre propicia al diálogo, al consejo y a la amistad con sus hijos. Mi infancia en Santiago de Chuco ha sido tan placentera que siempre la llevo en lo más profundo de mi ser. Santiago querido, tierra pujante de la cultura de los Chucos; su vate, César Vallejo, el cóndor, los coraquenques, el huanaco, la alpaca y la Puya de Raimondi. Las fiestas en Santiago se hacían con cantante y mandolina, guitarra, gaita y caja. Más tarde apareció el picap que funcionaba con batería, luego el tocadiscos, después la radiola a pilas y por último a corriente. Una vez, me llevaron a la fiesta del pueblo, pero los cuetes me asustaron y, cuando lo vi a la tradicional vaca loca, me sentí aterrada, pero lo peor fue al ver el carro, que parecía que venía arrollando a todos. Es que hasta ese día nadie había visto un carro pues la gente viajaba en mula. Aprendí a leer viendo la clase desde afuera del aula, mirando por la ventana. Mis padres habían alquilado una propiedad para que funcione como escuela del Estado y ahí tuve la oportunidad de asistir a clase, aunque sea desde afuera. Al crecer, migré a Trujillo. Allí terminé todos mis estudios. Tengo muy buenos recuerdos de mi profesora de Primaria. Nunca me castigó; además destaqué siempre en los concursos de Lenguaje y Matemática, representando a mi escuela en el Centro Viejo Pedro M. Ureña de Trujillo. Hoy tengo dos hijas: una casada, madre de dos gemelos varones y la otra aún soltera. Mis días los paso preparándome para atender a mis alumnos de la I.E. 82545 de Tambo Puquio. Mis mejores pasatiempos son leer y llenar crucigramas.
S. Agustina Floriano Lavado
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Era la única que llevaba cuadernos forrados
Nací un primero de febrero en Buena vista, provincia de Sánchez Carrión - La Libertad. Había pocas casas y dispersas. Mi casa estaba al lado de un rio; no había escuela allí. Existía en otro caserío una escuela y estaba muy lejos; se tenía que caminar por lo menos dos horas y llevar almuerzo, porque se regresaba en la tarde; mis hermanos mayores iban allí. Había muchos niños en edad escolar y más mujeres. Esto fue el motivo para que los padres se organizaran y construyeran la primera escuela. Con tanto entusiasmo trabajaban que la terminaron muy rápido y luego solicitaron la maestra. De mi padre casi no recuerdo, porque se fue al cielo cuando era muy chica. Mi madre, una mujer muy trabajadora, se preocupaba porque no nos faltara nada pero, aun así, siempre sufríamos por algo. Éramos siete hermanos, dos hombres y cinco mujeres. Yo soy la última de los siete hermanos. Mi hermano mayor asumió el rol de padre: me matriculó a la escuela y siempre estaba presente en las reuniones. Qué alegría sentía cuando me compraba mis cuadernos y los forraba; era la única que llevaba mis cuadernos así. Mi casa era de adobe y techo de ichu. En tiempo de invierno hacia mucho frio, llovía bastante; yo tenía miedo porque el río llenaba con bastante agua y hacía mucho ruido. Recuerdo a la escuelita, que era un solo salón grande, su pared de adobe y techo de ichu. Estudiábamos hombres y mujeres. En una sola carpeta nos sentábamos cuatro, llevábamos un solo cuaderno. Materiales casi no había, porque era el primer año que funcionaba. Mi profesora -¡cómo la quiero!- era y será única; fue la primera que llegó. Cómo la queríamos todos en la comunidad porque, aparte de maestra, era doctora, madrina y consejera. Mi alimento consistía en la papa, trigo, maíz, quinua, ollucos, y fruta casi no había. Cuando no había clases, me iba con mi madre a la chacra a sembrar ó cosechar los alimentos de la estación. Recuerdo que jugábamos en las noches de luna con mis hermanos y mis primas. Nuestro juego era “a las escondidas” y siempre esperaba el aniversario de la escuela y las fiestas patrias, que siempre eran organizadas por mi profesora y donde participábamos niños y padres. Leandra Ruiz Yupanqui
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Mi abuelita era partera Recuerdo aquel caserío llamado Huaranchal, no muy lejos del distrito de Otuzco. Sus casas son construidas de adobe y barro con techo de teja o paja. La casa de mis abuelitos era grande, cercana a sus chacras, donde sembraban maíz, trigo, alverjas, papas y ocas. Mis abuelitos eran unas personas muy devotas a San Antonio y celebraban su fiesta el 13 de junio. Se reunían todos los pobladores del caserío y les visitaban diferentes pobladores de otras comunidades. En esa fecha preparaban los ricos cuyes con papa y se tomaba la chicha de jora. Lo que más recuerdo de mi abuelita es que era partera y la llevaban a diferentes lugares, ya sea en el día o de noche. Las personas se curaban con hierbas como es la papa semitono, la chanca piedra, cola de caballo, eucalipto, calaguala, yanten, romero, etc.
WĂƉĂŽĐĂ
Mi abuelito tenía estudios hasta el Tercer Grado de Primaria, pero leía y sacaba sus cuentas muy bien. Mi abuelita no tenía estudios, pero eran personas muy cultas. Llegaron a tener doce hijos. Lo que más recuerdo de mis padres es que, cuando ellos se casaron, fue muy bonito. Estuvo reunida toda la familia y se preparó el arroz con pato. Lo que no olvido de mi niñez es cuando me dio una enfermedad rara, porque los médicos no daban con mi enfermedad. Me hinché todo mi cuerpo; ni la ropa me entraba. Estuve hospitalizada tres semanas. Me sentía triste al ver a mi mamá día y noche en el hospital conmigo. Me sacó a mi casa mi madre y mucho lloraba al verme enferma. Gracias a Dios un hierbatero me curó y vino nuevamente la alegría a mi casa.
M.R.A
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Mi mamá siempre regresaba a su primera casa
¡Cómo recuerdo mi niñez en aquel lejano pueblito! Mi casa estaba ubicada entre dos ríos, uno con bastante corriente. Cuando llovía, daba miedo, porque llevaba mucha más agua y se arrastraba todo lo que encontraba a su paso. En cambio, el otro tenía poca agua, muy limpia y rica. Salía de una inmensa roca y su agua era la que consumían las familias que vivíamos allí. De mi padre tengo muy pocos recuerdos, porque se fue al cielo cuando yo tenía apenas cuatro ó cinco años aproximadamente. Tampoco conocí a mis abuelos. Pero de mi madre sí guardo muchos recuerdos, al igual que de mis hermanos. Ella nos quería mucho, pero también nos corregía severamente cuando alguien se portaba mal. Felizmente a mí nunca me castigó; será porque yo era la más pequeña o es que yo tampoco le daba motivo. No me gustaba que ni siquiera me resondre: es que yo hacía mis deberes sin esperar que me lo estén haciendo recordar a cada momento. Por las noches nos contaba cuentos después de la cena. Algunos daban miedo porque se referían al diablo. Mi hermano mayor sabía hacer pan y todo tipo de dulces. Se amasaba una vez por semana y ese día era el más bonito. Todos trabajábamos pero, más que todo, porque comíamos el pan calientito y los bizcochos ni se diga. Mucha gente del pueblo iba a comprar el pan. Mi madre era muy considerada por los pobladores del lugar, porque conocía muchas hierbas curativas (medicinales) y sabia preparar remedio casero para muchas enfermedades. También porque le gustaba compartir y hacer favores a los demás. Cuando nos fuimos a vivir a la ciudad, ella nunca se acostumbraba. Siempre regresaba a su primera casa. Decía que ella quería morir allí. Creo que Dios le cumplió su deseo, porque así fue. Sucedió hace dos años y diez meses. Ahora ella ya no está aquí.
L.R.Y
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VIAJE A LA UNIVERSIDAD En mi primer año de universidad, tenía un profesor muy estricto, tan apegado a la regla que, alumno que no llegaba a la hora del examen, simplemente lo desaprobaba con la nota mínima, sin darle ninguna opción a recuperación, porque “yo ya estoy avisando y guerra avisada, no mata gente”, decía. Temerosa de que la fatalidad de llegar tarde me alcanzara a mí, el día del examen tomé todas las precauciones que me eran posibles. Me levanté temprano y, en cuanto estuve lista, a toda velocidad corrí a tomar el microbús que me llevaría a la Universidad. Pero grande fue mi sorpresa cuando, a los pocos minutos de haber subido, un policía lo detuvo e hizo bajar al chofer, porque no llevaba brevete. Tuve que bajarme y volver a subir a otro microbús que, para mala suerte mía, se demoró mucho en pasar. Muy grande fue otra vez mi sorpresa cuando, ya instalada en el asiento y tras unos minutos de marcha, otro policía detiene el vehículo y hace bajar al conductor porque tampoco llevaba brevete. Empecé a desesperarme. ¡Iba a llegar tarde! A toda prisa bajé y pensé que mejor sería tomar un taxi; pero, como ya estábamos en la famosa “hora punta”, todos pasaba ocupados, así que me demoré un buen rato hasta que al fin uno se detuvo. “Aun me quedan tres minutos, seguro que sí llego”, pensé. Pero con lo que no contaba era que, a una cuadra antes de llegar a mi destino, a este providencial carro se le reventaría la llanta. “¡Nooo!”, fue todo lo que dije. En el colmo de mi desesperación, bajé y corrí cuanto pude. “Ya no me queda más tiempo, seguro que perderé mi examen.” Como pude, con el rostro lleno de transpiración, llegué a la puerta del aula. Me paré en seco y.... el profesor no estaba. Había pedido permiso y yo era la única que no me había enterado.
Prof. Santos Agustina Floriano Lavado
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Apasionada del vóley Yo nací un 11 de setiembre en un pequeño pueblito llamado Cascas, situado a una altura de 1.233 m.s.n.m. Su clima es caluroso, sus calles de tierra y piedra. Allí había unas cuantas casas de adobe con un techo de calamina y en una de estas era donde yo vivía. En aquel tiempo mi padre trabajaba como agricultor cultivando las chacras de otras personas por lo que recibía un pago diario. Mi madre se quedaba en casa al cuidado de mis hermanos mayores y yo. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía la edad de cinco años y desde ese entonces mi madre tuvo que trabajar mucho para darnos el sustento de cada día. Aún no recuerdo mucho la casa donde nací, porque tuvimos que mudarnos a otra casa que todavía estaban construyéndola y que, al principio, no contaba con agua ni luz eléctrica, porque todavía no había esos servicios en mi pueblo. A medida que fueron pasando los años el pueblo prosperaba, aumentaban las familias, había nuevas autoridades e iban apareciendo nuevos servicios que eran de vital importancia para la población. Asistí a un jardín donde estudie un año (a los 5 años). Mi educación primaria la estudié en la Escuela Primaria n°107 y tuve una profesora por cada año lectivo. También en ese tiempo aprendí a jugar vóley y me fascinó, porque el profesor que llegó nos entrenaba para competir con otras escuelas del lugar. Mi escuela era bonita, de color celeste con blanco, color que identificaba a nuestro uniforme deportivo. Respetábamos a nuestros mayores porque, si hacíamos algo malo, nos castigaban. En mi niñez por las mañanas asistía a estudiar. Regresaba a casa, almorzaba y retornaba nuevamente a la escuela, porque estudiábamos todo el día, y por las noches realizaba mis tareas con el apoyo de mis hermanos mayores. Los días que no asistía la escuela, como cualquier niño o niña de mi edad, ayudaba a mi madre en los quehaceres del hogar y nos reuníamos en mi casa con las vecinas a divertirnos jugando. En algunas ocasiones nos reuníamos fuera de nuestras casas para jugar nuestro deporte favorito EL VÓLEY. Nos divertíamos mucho.
ROSA ALVA DE MALAVER
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Era la única mujercita entre varones Nací el 13 de Julio de mil novecientos cuarenta y ocho, en Cascas, tierra bella y hospitalaria, a dos horas de Trujillo, región La Libertad. Mis padres, Ramiro Rivera Ledesma y Marina Alcántara Camacho. Mi papá trabajó en la sastrería cosiendo pantalones y camisas de varones y mi mamá, en los quehaceres de la casa, cocinando, lavando, planchando y criando animales domésticos. Con mis hermanos vivíamos en armonía; mucho me querían, porque yo era la única mujercita entre tres hermanos varones. Vivíamos en una casa de adobe, pintada con cal; había una sala, comedor, cocina y patio jardín que, hoy en día, aún conservamos. No teníamos agua potable y cargábamos de las piletas que había en la ciudad o pagábamos un aguatero para que lleve a casa el agua. Cocinábamos con leña y, después, con cocina a kerosene, que me alegré bastante tener mi cocina a kerosene. Estudié en la escuelita n°107, ahora conocida como Colegio Politécnico. Antes, en mi escuelita, eran sus corredores de tierra y el patio donde jugábamos, también. Mi señorita era muy buenita y se llama Nelsina Angulo de Oyague. El mobiliario era de madera; nos sentábamos en carpetas. No usábamos material didáctico para trabajar. El comportamiento era muy bueno, porque todas las profesoras eran rectas y serias empezando desde la Directora, a la cuál recuerdo mucho, que se llamaba Victoria León Alva. Nuestra alimentación quizás era más saludable que hoy en día, porque comíamos menestras, camotes y yucas, sin curarlos con fungicidas e insecticidas, que son dañinas para nuestra salud, y la carne era de corral. Durante el día tomábamos desayuno, almuerzo y cena. Mi niñez la pasaba ayudando a mi mamá jugando y estudiando. Los días festivos de mi tierra son la Feria Patronal, en honor a la Virgen del Rosario de Chiquinquira, y los cumpleaños de mi papá, mamá, hermanos, abuelos, tíos... Nos reuníamos en la casa toda la familia para celebrar y compartir el cabrito con yuca de costumbre
Gloria Rivera Alcántara
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Arrojó por los suelos mi autoestima Está anécdota dejó un imborrable recuerdo, del cuál nunca pude olvidarme, y me sucedió en mi adolescencia, época aún más difícil. Era el momento de mi desarrollo, y eso creo que fue la causa para que destruya mi personalidad y arrojó por los suelos mi autoestima. Todo sucedió cuando cursaba el tercer año de Secundaria en el colegio San Gabriel. Un día que asistió el profesor de matemáticas, nuestra aula se convirtió en un desorden donde mis compañeros competían en ser el más escuchado en medio de ese caos escolar. Nuestra aula estaba ubicada cerca de la dirección y no medimos las consecuencias. En ese instante, inesperadamente, entró en Director, el señor Barboza que, con su estatura mediana y su origen cajamarquino, tenía un aire de prepotencia y autoritario. Empezó inexplicablemente a dar consejos. En lugar de castigarnos, nos hablaba de comportamiento, el respeto y otros valores. Yo, que me sentaba adelante por motivo de acoso de adolescente de un compañero, estaba escuchando los repetibles consejos con mi lapicero en la boca, un juego involuntario e inofensivo de mi edad. Entonces, el Sr. Director me hizo salir al frente y me colocó el lapicero de forma horizontal entre mis labios. Las risas y burlas de mis compañeros no se hicieron esperar y estaba avergonzada y, al sentirme burlada e impotente, rompí en un llanto de ira, de dolor del alma y deseándole mil veces que éste mal Director nunca hubiera existido pues, ex húmero, me hizo pasar tremenda vergüenza, que me quedó como una herida , con una cicatriz imborrable. Cuando llegué a mi casa, también me puse a llorar y mi padre me preguntó el motivo. Le conté y él quiso ir a arreglar cuentas con el Sr. Director de hombre a hombre, pero yo le dije que no se vaya porque se creaba más problema. Espero que le haya ido bien a ese señor, que me hizo daño, pues mi familia me enseño a no odiar ni maldecir a nadie. Gloria Rivera Alcántara
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MI PROFESORA ERA MUY RECTA
Mi nombre es Erinda Eudelia Tisnado Nureña. Nací en la provincia de Contumazá el 15 de Mayo de 1968. Mi pueblo se caracteriza por ser hospitalario. Mi casita, construida con adobe y teja. Mis padres fueron Rosario y Ermila. Mi papá era agricultor y mi mamá, ama de casa. Ellos siempre, en todo momento, me dieron siempre buenos consejos, amor y protección. Somos siete hermanos: tres mujeres y cuatro varones. Nos llevamos muy bien. En mi humilde casita siempre nos reuníamos a comer el rico trigo con gallina que mi madre nos preparaba y también saboreábamos la rica chicha de jora. Cuando era la cosecha, íbamos a la chacra donde mi papá realizaba las trillas de alverja y trigo y todos nosotros jugábamos muy felices en las eras de paja. Mis estudios primarios los realice en una escuelita de Contumazá N° 101. Mi profesora era muy recta; mucho nos castigaba y le teníamos miedo. La Educación Secundaria la estudié en el colegio nacional “Abel Alva” de mi pueblo. Siempre recuerdo a mi profesor de literatura, Lucio Alva León, quien siempre nos exigía leer las obras literarias María y Romeo y Julieta. Estudié educación superior en el instituto “Fidel Zarate Plasencia” de Contumazá. Actualmente soy docente en la I.E. N° 821102 del caserío Nueve de Octubre; mi especialidad, Educación Primaria. Tengo un hijo llamado Marlon Obando Tisnado, a quien quiero y lucho por él.
Erinda Tisnado
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¡Cuidado con el amigo Walter! Recuerdo que en mi juventud salimos a pasear con mis amigos destino al Salario. Entre ellos se encontraba mi amigo Walter. Llegamos a un lugar donde teníamos que pasar el río y, como estaba un poco difícil, teníamos que ayudarnos a pasar. Cuando me tocó el turno a mí, muy amable, mi amigo Walter estiró la mano, me hizo el engaño y me caí al agua. Todos me miraban y se reían de mí. Yo sentí un poco de cólera, pero les hice creer que también me había causado risa; también me reí con ellos y seguimos caminando. Con el sol me fui secando, lo pasamos muy bonito. Actualmente cuando nos encontramos el grupo de amigos siempre nos acordamos y reímos. Erinda Tisnado
Una experiencia que me conmocionó Al comenzar mis actividades profesionales, como profesora contratada, a principios del año 1998, me tocó vivir una experiencia que me conmocionó plenamente pero, a la vez, me fortaleció como profesional y me hizo reflexionar de la responsabilidad que nos toca dentro de la sociedad. Aquel año se produjo el denominado “fenómeno del niño” y, como profesionales de la educación a quienes nos tocó impartir enseñanza en el distrito de Sayapullo, tuvimos que recorrer la trocha carrozable caminando, debido a que los puentes y parte de la carretera los había destruido las torrenciales lluvias. Caminamos durante dos días, con nuestras vestimentas totalmente mojadas, a oscuras, debido a que nuestras linternas de mano se habían quemado. Pasábamos por caseríos y anexos donde la gente padecía de frio y hambre. Una colega, debido a un padecimiento renal, falleció porque no pudo ser atendida oportunamente en los caseríos aislados. Sufríamos mucho, tampoco había posta. Esto me enseñó a valorar mi profesión ya que es una responsabilidad de sacrificio y admiración. Es un honor ser profesora de Educación Primaria. Rosa Alva de Malaver
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ME GUSTABA JUGAR A LA ESCUELITA
Me llamo Pilar Roncal Cubas. Nací el 1 de marzo de 1964 en la hermosa ciudad de Cajamarca, capital del Carnaval Peruano. Mi padre era policía y mi madre, trabajadora de servicio en el Hospital Regional. Mis padres se separaron y fue para mí un golpe muy duro. Somos seis hermanos. Yo soy la segunda y la única hija mujer. Mis hermanos paternos son cuatro y la relación que llevo con ellos es muy mala por ser ellos muy egoístas; dos son médicos, uno profesor y otro ingeniero agrónomo. Mi casa era muy bonita, con todos sus servicios. Tenía cuartos para todos. Esa casa se la dieron a mi padre por ser policía, pero la tuvimos que dejar cuando mi padre se separó de mi madre y nos fuimos a vivir con mis abuelos maternos. De pequeña siempre me gustaba jugar a la escuelita. Estudié la Primaria en la escuela “Delia Chávez Aguilar”, que era muy grande y bonita, y la Secundaria en el colegio más grande de ese entonces “Juan XXIII”. A los quince años terminé y a los dieciséis postulé a la Universidad Nacional de Cajamarca, ingresando en el noveno puesto a la especialidad de Zootecnia porque la especialidad de educación estaba muy peleada. No contenta con eso, postulé al Instituto Superior Pedagógico “Hermano Victorino Elorz Goicochea”, ingresando en la especialidad de Primaria. Estudiaba en los dos centros a la vez pero, luego de hacer el cuarto ciclo de Zootecnia, lo dejé porque me casé a los diecisiete años y no contaba con el apoyo de mi esposo. Fui a vivir a la ciudad de Chiclayo y allí vivía una vida pésima, así que regresé a Cajamarca y continué en el Instituto Pedagógico. Allí terminé ya con mi menor retoño, mi hija. A los veintidós años, en Junio de 1984, hubo un concurso para ingresar a la carrera pública. Ingresé ocupando el segundo puesto. Fui a trabajar al caserío de San Martín y allí estuve cinco años. Luego me reasigné a Tambopuquio y estuve doce años. De allí salí por rupturar con el director de ese entonces. Luego me destacaron a Farral por un lapso de dos años y de allí me dieron por oficio la plaza en la I.E. Punguchique, en la que permanezco hasta hoy.
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Yo nací en 1967 en la provincia de Contumazá (Cajamarca). Cuando era pequeña, asistía a una escuelita de mi pueblo que, por cierto, era una creación de mi tía. En aquella época había una sola profesora para todos los grados y éramos un promedio de ochenta alumnos, desde los siete hasta los dieciocho años. Mi padre era agricultor y mi madre, ama de casa. Éramos una familia de bajos recursos económicos. Somos tres hermanos que nos llevamos de maravilla. Nuestra vivienda era de material rústico, como es paja y adobe, pero era un hogar muy feliz porque mis padres nunca discutían delante de nosotros y nunca nos castigaron físicamente. Ellos eran bien alegres en nuestra presencia. Nuestra alimentación era de lo que sembraba mi papá: papa, maíz, arvejas, trigo y cebada. Y muy pocas veces arroz, leche, carne, etc. En mi casa ayudaba a mis padres en la chacra y en el cuidado del ganado. Tuve una vida muy feliz al lado de ellos. Empecé a trabajar como profesora de Educación Primaria a la edad de veintiún años en una escuelita de la zona rural muy alejada, a ocho horas de camino desde donde me dejaba la movilidad. En el año 1994 me enviaron allí a crear una escuela donde no había nada, ni local ni mobiliario ni materiales. Pedí prestado un cuartito que apenas alcanzaba para los niños y yo permanecía de pie, porque no había espacio para colocar la mesa de profesora. Después de semanas, la familia que me prestó el espacio se cansó por las travesuras de los niños y me pidió que dejara su casa. Yo, preocupada por eso, reuní a mis padres de familia y les invité a conseguir el material para poder hacer las paredes del aula. Ellos aceptaron y tenían que caminar seis horas para traer la paja que se mezclaba con la tierra para hacer los adobes, pero no les importaba pues, por mi forma de concientizarlos, se lo hicieron con buena voluntad. Mientras que los padres construían la pared, yo bajaba caminando al distrito a pedir ayuda a las autoridades para el material del techado y la madera. Allí me apoyó un padre español de Mallorca, llamado Antonio Bonet Vicens, que hoy se encuentra en Lima en la parroquia de Pachacamac. Él, con buena voluntad, donó todos los materiales que faltaban y los padres los trasladaban al hombro hasta la obra. Ya en el mes de octubre del mismo año
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(yo había llegado en marzo) contábamos con un aula ya terminada y espacio para la dirección. Luego, a los tres años, la Región me apoyó con 33.000 soles para poder construir dos aulas más de material noble y ya no tenía que pedir el apoyo de los padres: todo su trabajo era pagado. Durante los quince años que trabajé en ese lugar pude captar niños de esa comunidad y de otras más cercanas que, a pesar de tener su escuelita, preferían caminar una o dos horas para llegar a la mía. También logré enseñar a leer a los padres de familia y a la comunidad, a través del programa de alfabetización, en forma voluntaria por mi parte. También traté de unirlos y enseñarles los buenos hábitos de vida como son las reuniones de cumpleaños en sus hogares, las fiestas de promoción de los niños, etc. Empecé a trabajar con quince niños y, cuando salí de allí, tenía cincuenta y seis; esto se debe gracias a la forma amable de tratar a los padres de familia y a los niños, las coordinaciones que tenía con ellos y la sencillez y confianza que les brindé. Después de quince años tuve que abandonar mi institución escolar, que ya estaba bien equipada con todo lo necesario, bien implementada y con muchos alumnos ya profesionales. Llegó a ser la primera institución escolar reconocida de esa zona. Después de cuatro años que abandoné ese lugar, hoy tengo entendido que solo existen cinco alumnos. Les pido a todos los colegas que acepten la tarea de ser docente con cariño y respeto y así triunfarán. Nada es imposible, todo se logra.
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UN DÍA EN LA VIDA DE… ¡Hola!, soy Emma Díaz del Castillo, profesora de la I. E. del caserío de Conodén, distrito de Cascas, provincia de Gran Chimú, Dpto. de la Libertad, Perú. Sabes, quiero expresar un saludo fraterno a cada una de las personas que tengan la oportunidad de leer estas líneas. Quiero contarte parte de mi vida y del quehacer cotidiano. Los domingos por la tarde viajo de mi lugar de origen, Contumazá, que está aproximadamente a cuatro horas del lugar donde trabajo en bus, más una hora caminando.
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Vivo en una casa alquilada con mi familia que la formamos tres personas (mi esposo, que es profesor, mi hija y yo). Mi hija se llama Aniluz, tiene siete años y está en 2º Grado. Ella, al igual que nosotros, camina. A veces, los lunes por la madrugada, nos levantamos a las 2:30 am. Algunos fines de semana me quedo en mi comunidad con Aniluz. Trabajo de lunes a viernes de 8 am. a 1 pm. Todos los días me levanto temprano, porque tengo que realizar muchas cosas: arreglar la casa, asearme, preparar desayuno, alistar a la niña para que vaya a estudiar, etc. Después de tomar desayuno partimos a la I.E. hasta la cual tenemos que caminar 15 minutos. En la escuela estoy, como he dicho hasta la 1 pm. dictando clases. Luego, regresamos a casa a preparar el almuerzo, donde participamos toda la familia, y a las 2:30 almorzamos. Seguidamente se lava el servicio y arreglamos la casa. Algunos días regreso a trabajar por la tarde afianzando a los niños, reunión con PP FF (padres de familia) y otras actividades que, algunas veces, se prolongan hasta la noche. Cuando me quedo en casa, ayudo a Aniluz a hacer sus tareas, lavo ropa, tejo tapetes, manteles, etc. a crochet, que me gusta mucho hacerlo. Por la noche preparo la cena y la compartimos en familia dando gracias a Dios, vemos TV, preparo la clase para el día siguiente hasta las 11 pm. Luego descanso. ¡Ah, me olvidaba! También voy a trabajar alfabetizando algunas tardes. Así mismo te quiero contar que me siento feliz de ser profesora y poder ayudar a otras personas.
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ECHABA EL LAZO A CABRITOS Y TERNEROS Yo conocí a mis abuelos paternos, Ernesto y Rosa. Ellos vivían en Contumazá, provincia del departamento de Cajamarca. Tuvieron nueve hijos, cinco varones y cuatro mujeres, de los cuales dos fueron profesoras, Aída y Bertha; Nilsa puso su panadería y Manuela vivió poco porque se suicidó. Los varones se dedicaron a la agricultura y ganadería.
Mi abuelito tenía sus chacras en Curipamba, a una hora de Contumazá. Él tenía muchas reses de las cuales había vacas que ordeñaba y, de la leche que sacaba, hacía cuajada y obtenía el quesillo. Una parte lo vendía y el resto lo hacía queso. Al principio mucho se le morían sus reses por lo que tuvo la necesidad de veterinaria y así poder salvar a muchas reses de las diferentes enfermedades. También curaba el ganado de mucha gente, razón por la cual él fue considerado y respetado por la sociedad. Durante la semana vivía solo en Curipamba, porque mi abuelita nos asistía en el pueblo para ir a la escuela de Primaria, pero el fin de semana nos íbamos ayudarle y acompañarlo al abuelito. Se le notaba muy alegre y feliz, pues él nos convidaba quesillo fresquito, queso en el desayuno y, por las tardes, el arroz con leche y mi abuelita mataba los cuyes o una gallina para el almuerzo. Mi abuelito por las noches nos enseñaba a rezar y nos contaba muchos cuentos del À ,
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Mi abuelito, como criaba mucho ganado, ya no alcanzaba en Curipamba, pues tenía que llevar su ganado a un potrero de la hacienda de El Portal, denominado Huecondo, y allí pastaban en los meses de invierno y primavera. Luego mi abuelo envejeció y murió en el año de 1993, a los 98 años de edad. También mi abuelita falleció a los 102 años en el año de 1 998. A mis abuelos maternos no los conocí. Mi mamá nos cuenta que a su madre no logró conocerla porque se quedó de ocho días de nacida. Mi abuelito falleció cuando ella tenía ocho años de edad. Ellos vivían en Cosiete, a dos horas de Contumazá. Mi madre se quedó al cuidado de su tío abuelo materno. Ellos fueron siete hermanos, cinco mujeres y dos varones,
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Mis padres aún están con vida. Mi padre es Casinaldo, tiene ochenta y tres años, y mi madre es Elodia, con setenta y ocho años. Somos doce hermanos, seis hombres y el resto son mujeres. Bueno mis padres tienen su casa en Contumazá en la cual vivíamos y allí crecimos. Mi padre se ha dedicado toda su vida a la agricultura y a la crianza de ganado en los terrenos de Curipamba y mi madre se dedicaba a los quehaceres del hogar; ya después mi papá consiguió trabajo en la hacienda de El Portal. Mi abuelito era amigo del hacendado y fue él quien recomendó a mi papá para que trabajara en ella.
Luego mi papá tuvo la oportunidad de trabajar doce años en la hacienda de El Portal, desde el año 1960 hasta 1972. Ésta pertenece al distrito de San Benito, provincia de Contumazá. Él era el único trabajador de dicha hacienda y estaba al cuidado del ganado vacuno, caprino y bobino; también controlaba el producto de las cosechas de los cultivos que se sembraban y, por lo general, él cuidaba todos los bienes, porque el dueño había depositado toda su confianza en él. Recuerdo que ordeñaba varias vacas; la leche la descremaba y sacaba la mantequilla; la leche descremada se la daba a los chanchos. También hacia el queso. El dueño venía una vez al mes de Trujillo y se llevaba el producto; él era Juez de Menores y trabajaba en la Corte Superior de Trujillo. Algunas veces venía con sus amigos y se iban a cazar venados. Mataban uno, dos o tres y mi padre los guiaba; él sabía en donde se encontraban, pues no había salida perdida. Yo recuerdo que los venados daban vuelta por la casa. También mi padre cazaba sus venados, perdices, palomas, etc. A mi papá lo despidieron del trabajo por razones de la reforma agraria: el dueño le asignó una parte de terreno para que crie y cultive la tierra y mi madre tuvo que ir a la ciudad a asistirnos para estudiar: ya mi abuelita no quería asistirnos. Yo soy el quinto hijo y, de niño, recuerdo haber vivido en esa hacienda de El Portal. En ese entonces yo era el mayor en casa, pues mis hermanos mayores estaban estudiando en Contumazá porque en El Portal no había escuela. Yo me divertía mucho jugando con los cabritos chiquitos echándoles lazo, de igual con los terneros, pero cuidándome de las vacas que embestían, ya conocía aquellas que no me querían ver cerca.
Luego llegó el momento de ir a la escuela, por lo que tuve que viajar a Contumazá. En principio mucho me enfermaba: extrañaba a la casa, a mamá y a los hermanos menores. No me acostumbraba. Mi abuelita nos asistía, ya éramos cinco hermanos que nos asistía. Pues a mi madre la veía en julio y diciembre; a papá lo veía cada quince o treinta días. Esto duró cuatro años; posteriormente mi madre nos asistió. Yo estudié en la escuela primaria N° 82530, antes 101. de Contumazá. Me vacilaba jugar el fútbol, pero también jugaba bolitas y el trompo. La Educación Secundaria la hice en el Colegio Nacional “Abel Alva”; aquí me gustaba participar en las competencias de atletismo, natación y, a la misma vez,
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me estaba preparando para postular a la escuela de la Policía Nacional: tenía el sueño de ser militar. Postulé, pero no ingresé.
Luego regresé a Contumazá y trabajaba ayudándole a mi papá en la chacra. Después de dos años decidí estudiar una carrera técnica y, justamente en ese tiempo, se creó el Instituto Superior Tecnológico “Felipe Alva y Alva”, en el cual estudié la carrera técnica de Producción Agrícola. Luego ingresé a trabajar al Magisterio como profesor de aula en la escuela N°82542 del caserío de San Felipe. Es un lugar muy bonito, su paisaje reverdece casi todo el año, su clima, templado fresco, su gente es amigable y muy buenos. Antes había conocido una chica de Colbot, comprensión del distrito de San Benito, de la cual me enamoré y contraje matrimonio civil. De dicho compromiso tenemos dos hijos, Javier y Daniela. Luego se suscitaron múltiples problemas de incompatibilidad, por lo que decidimos separarnos.
Allí, en San Felipe, trabajé once años desde el año de 1989 hasta el 2000 y tuve la oportunidad de dirigir al equipo de fútbol y quedar campeón zonal en los Juegos deportivos escolares y participar en la ciudad de Cascas en dos años seguidos para representar al distrito. Paralelo a esto seguí mis estudios de profesionalización docente en el Instituto Superior Pedagógico de “INDOAMERICA” de la ciudad de Trujillo. También estuve cinco años encargado de la Dirección de dicha escuela (S. Felipe) y, durante mi gestión, se logró hacer una canchita de fulbito con apoyo de los padres de familia y demás profesores para que jueguen los niños; no había donde jueguen los alumnos, sólo era pendiente. También con la participación de ellos se logró hacer una nueva infraestructura y, con el apoyo económico de la Región y con las municipalidades de Cascas y Contumazá, hoy en la actualidad tiene una infraestructura hermosa. En este lugar logré rehacer mi vida conyugal, enamorándome de la mujer que quiero y amo, con la cual tenemos tres hijos: Patricia, Luisa y Franco. Resido en la ciudad de Trujillo. Luego solicite mi reasignación a la Institución Educativa de Punguchique; en esta escuelita ya tengo doce años laborando.
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FIN
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