MEMORIAS DE UNA VIDA PASADA. 7-18

MEMORIAS DE UNA VIDA PASADA. 7-18 1 I I 1 I I JOSÉ F° ANT° MARTÍNEZ Y DÍAZ-SANCHEZ SUBOFICIAL DE ARTILLERÍA Biografía o memorias de una vida pasa

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MEMORIAS DE UNA VIDA PASADA.

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JOSÉ F° ANT° MARTÍNEZ Y DÍAZ-SANCHEZ SUBOFICIAL DE ARTILLERÍA

Biografía o memorias de una vida pasada.

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N •c CC 0 r. . Voy a hacer un ligero retrato de un día de guerra en del día y asi IOUU ci ucmpu H |ia unidad Universitaria: a partir de primera hora de la que fue de nueve meses. ¿mañana, se levanta el servicio de la noche de las trincheras Este a l g u i e n ^ dye antes hablo y ^ Q u e ^ d e primera línea. Aquí ojo avizor durante todo el tiempo colegas, estáis en la Ciudad Universitaria estáis a ^ J : q u e s e está en el parapeto, en las armas portátiles — metros de nosotros, vuestro Bon el fulano y vuestn.

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dedo en el gatillo, los lanzadores de granadas, una en cada mano, además de un par de cajas a su lado, y los morteros con una granada en el tubo y varios cajones al lado. Esto cuando descansaban, que era poco tiempo, pues lo mismo que el enemigo nos acosaba a nosotros, nosotros los acosábamos a ellos. No he dicho y lo digo ahora, que los lanzadores de granadas, por las noches tenían que estar a cuerpo descubierto, pues el campo hasta el enemigo, que estaba a unos treinta metros más o menos, tenia que estar vigilado constantemente. A partir de ahora se monta el servicio de día. Un tercio a los parapetos dé'lá trinchera de primera linea, otro tercio, a trabajos y otro a transporte de materiales cemento, hierro, grava y todo lo necesario para las obra; trinchera." refugios, sótanos, etc. Para el aseo personal se disponía de muy poco! tiempo, todo lo absorbían los servicios. Una cantimplora de¡, agua de vez en cuando y a repartirla. Repito que no hayj más campo de movimiento para el pelotón, que del refugio; al parapeto o al sótano y sin más contacto con nadie más1 ; que con los componentes del pelotón. El sargento va de vez en cuando a dar novedades y a recibir órdenes. , El sector de la Universitaria, está pasado el Manzanares, cercado en todo su perímetro por el enemigo' y con las trincheras de primera línea, a unos 20 ó 30 metros, unas de otras. El fuego de ametralladoras; morteros, granadas, minas, etc. es nuestro compañerí durante las veinticuatro horas del día, con alguno! .. . altibajos pero poca "cosa. Este sector está ocupado por 10 ó 12 unidades tipt batallón, y para los no enterados, un batallón tiene sobr^ unos 500 hombres y ocupan las trincheras de primer! línea, más una segunda linea un poco más atrás e( prevención de un ataque, para poder salir a su encuentro, En el centroudel sector está el mando de todo, eru edificio de la escuela de arquitectura, en lo que queda

PERIODO DE LA POSGUERRA Y ACADEMIA.

Terminada la guerra tardé cinco días en llegar a casa y dar la primera noticia de que estaba vivo después de tres años de incomunicación. Tardé dos días y dos noches en el viaje. Una vecina mé vio llegar y se adelantó a avisar, y mis padres y yo nos abrazamos a las puertas de casa. Ni ellos ;ni yo '•articulábamos las primeras palabras. Al poco se hizo el silencio y lo primero dar gracias a Dios. Después poco á'pbco-éé fue haciendo el coloquio. Lo primero, que mi hermano, el que me sigue a mí, era del ejército rojo y1-estaba prisionero en un campo de concentración eWValencia y había que intentar sacarlo de allí cuanto antés'y"'~aéí se intentó para lo cual yo recabé la ayuda de mis jefes.'; Y ahora '-'a pasar revista a la nueva situación. En casa como en el'95% de las familias españolas, faltaba de todo y no había de nada. Los aperos y animales de labranza, de lo que se dependía en casa, habían desaparecido. Mis padres muy agotados y mi hermano y yo sin poder ayudarles, yo hombre muy previsor, nunca gasté un céntimo en nada inútil y con mis ahorrillos pude remediar un poco (bastante), la penuria de casa. Después de unos momentos de reposo y arreglo, a ver a la novia que ya estaba avisa, la de mi llegada. Arreglado de momento lo/inás perentorio, regreso a mi unidad y con una carta dC'mis jefes para el jefe del campo de concentración de rm hermano que en nada de política se había metido, ni entendía de eso, diré que no fue necesaria, pues se presentó en casa enseguida. En el ejército nacional los ascensos eran todos provisionales para todos, por lo que no se adquirían derechos a nada.

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La empresa donde yo trabajaba, al empezar la guerra cerró la puerta y yo quedé en la calle. Llegado el caso volvería a ella, así es que ese era mi futuro. Al poco de acabada la guerra licencian algunos reemplazos, entre ellos el mío. Pero el gobierno retenía a los mandos, pues la guerra mundial había empezado y nos retenían por si acaso. Vivíamos los meses de la posguerra y con la guerra mundial encima y yo como tantos otros compañeros, seguía en calidad de provisional, mi reemplazo licenciado y yo pendiente de lo mismo, pues siempre tuve estaTctea en la mente. Harto de andar de un lado para otro, aquí como, allí duermo, en otro sitio mis enseres, y viendo que otros compañeros habían rehecho su vida casándose y viviendo en casas con familias realquilados, me lo pensé, porque con mis casi treinta H ••**.*»

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Pero ocurrió que a los pocos días me, llama el Comandante ayudante y me dice que me ponga en contacto con el capitán fulano, que era el del parque de Sabiñánigo, y ahora era el encargado del departamento de armamento, material y municionamiento del Regt", y me dice: "Tiene usted que hacerse cargo de la oficina de este departamento". Como el ayudante, que lo es del coronel, éste entera de todo al coronel, ese es su oficio, el coronel ve que el sargento Martínez esta otra vez en ruta y llama al capitán mío y le dice: "¿Y como es que este sargento está aquí y en todos los sitios y no es otro?". El capitán le dice: "Mí coronel, este sargento es el que organizó y llevó el parque de Sabiñánigo y usted es el primero que sabe que aquello funcionó bien. Además este sargento ha estado en oficinas desde que terminó la guerra y ha demostrado que se puede confiar en él". Así quedó la cosa y sin pena ni gloria transcurrían los días y los meses y vino una reorganización del regimiento y la oficina nuestra pasó a depender de la de Jefatura de Instrucción, y yo quedé sin ese destino. Cada 1" de mes entra de cocina un capitán y éste elige para este servicio al sargento o brigada que le parece mejor. Por regla general sería uno de su batería pero puede elegir al que quiera. El capitán le dijo al ayudante que me mandara a mí. Por aquellas fechas había un campamento de reclutas en Espinardo y tenía unas 600 plazas de rancho, poco más o menos, y en el regimiento otras tantas, con lo que a primeros de mes cuando yo empecé, me junté con unas 1.200 plazas a las que había que darles de comer todos los días, y cuidado que no se podían repetir platos por lo menos dentro de la semana y esto complicaba la preparación de la minuta, minuta es la nota diaria que dice la comida de cada día, y el sargento de cocina tiene dar muchas vueltas de manivela.

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Imaginemos no poder hacer una paella, plato tan a propósito en un cuartel, y es el caso que para hacer paella para todo esta gente, hacían falta doce paelleras de 100 plazas cada una y no las había. Por lo tanto para este contingente se necesitaban medidas especiales y hubo reunión para tratar del asunto y tuve que demostrarle Comte. mayor, que se puso por medio, esta imposibilidad. Decía también este señor que porqué no se podía hacer un plato de croquetas, tan bien que está este plato y tan apetitoso, y tuve que decirle que para confeccionar este plato, hay que empezar por traer la carne o pescado para preparar la masa. Una vez preparado esto, irlas friendo, después de rebozadas e ir haciendo hasta unas 6.OO0 unidades, pues que menos que cinco unidades por cada uno, pues estos chicos a sus veinte años, se comen, qué se yo. Imaginemos hacer 1.^00 tortillas francesas, o un cuarto de pollo con patatas al horno para cada uno. En el cuartel no había instalaciones para esto, y encargarlos en la calle no era fácil, porque los horneros no pueden dedicar unas hornadas a otras cosas para lo que tienen que dejar lo suyo. Todo esto es para volverse locos. Estos detalles originaron un coloquio entre los jefes, el capitán de cocina y yo, que tuvo sus momentos duros, porque desde el despacho se preparan pronto las minutas, pero en la cocina y por quien tiene que organizarlo y realizarlo ya es distinto. ¿Y cómo acabó todo esto?, pues como tenía que acabar, pues que todos se marcharon y que el sargento allá se las arregle. { Y diré que las minutas en el cuartel, tienen tres particularidades, del dinero de que se disponga a tanto por cabeza, que la comida sea apetitosa y que se pueda realizar en el tiempo disponible. El asunto era complicado y me tuvo que tocar a mi, como siempre. Demos por terminado y volvamos a la cocina, y como en el mundo se dan infinidad de anécdotas vemos

una En el cuartel, a la hora del rancho, el sargento de cocina va todos los días a llevar la prueba del rancho al coronel, pido permiso para entrar con la prueba y al entrar me dice: "¿También está usted en la cocina, sargento?", yo le dije: "Mi coronel donde me mandan". Se sonrió y dijo: "Bien está". Probó el rancho, que tenía que ver la cantidad y calidad, y a otra cosa. A trancas y barrancas terminó el mes,?y lo digo porque no teníamos mesas suficientes g g ^ ^ a ñ t a gente ni peroletas, si 10 plazas era el cupo de las mesas del comedor. Entre todos estos inconvenientes y otros que no he citado, terminó aquel calvario, de la cocina.

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JEJN" EL GOBIERNO MILITAR.

Transcurria el tiempo sin pena ni gloria en los servicios de cuartel y plaza. Pero un día llega al Regt° un escrito del Gobierno Militar pidiendo dos suboficiales para trabajar en las oficinas de dicho centro. Por escasez de personal, de suboficiales, dispusieron cjy Se me concede el empleo de Brigada honorífico. Esto era así por estar en servicios civiles. 13-04-61 —, Pasé a retirado por cumplir la edad reglamentaria. (51 años). 13 ~ — -* Fueron los años que estuve en el colegio de huérfanos de militares.

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111 COLEGIO DE ENSEÑANZA MEDIA RUIZ MENDOZA.

Comida para el día 10 Mayo de 1.970 Las 300 plazas a 50 pesetas cada una, 15.000 ptas. DESAYUNO Café con leche y bocadillo de queso. Ia COMIDA Apert. Ensalada del tiempo. I o . Judías con chorizo, tocino y morcilla. 2 o . Id. Rodajas de merluza con patatas fritas. Postre. Manzanas. MERIENDA Panecillo con carne de membrillo. 2a COMIDA I o . Fideos con patas, emperador, almejas y mejillones. 2 o . Id. Huevos duros con salsa de mayonesa. Postre. Manzanas. PAN

500 gramos ración. !

Murcia 10 de Mayo de 1.970

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SEGUNDA PARTE • ¡i

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115 HECHOS, CASOS Y COSAS.

Curiosos, anecdóticos y algunos hasta trágicos. Estos casos no están cronológicamente relacionados con mis correrías por los caminos de mi vida. Están entresacados de cualquier momento, pero creo que dignos de contar.

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117 LA INFANCIA

Situaré los hechos en aquella época de principios de siglo que era la de mi niñez y que tan distinta era a la de fin de siglo.

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Con nostalgia se añoran aquellos años de nuestra infancia cuando en las largas veladas de las noches de invierno, las familias acompañadas de las comadres de turno, cada noche en aquella agradable tertulia, se repasaban los dimes y diretes de toda fulanitas y fulanitos. Quien se tenía que casar con quien y que pareja no se entendía para arreglarlos. Tengamos presente que entonces no había ni luz eléctrica, ni radios ni teles. En la mesa camilla o al amparo de la fogata de la chimenea y bajo la luz del viejo quinqué de petróleo, se contaban y referían las historias más diversas y sobre todo los cuentos para los peques, que tanto nos encantaban y cuyos encantos nos llevaban a dormirnos en el halda de mamá y que al despertar al día siguiente a preguntar en qué había quedado el cuento que contaba el tío fulano cuando me dormí. Algunos contaban que habían visto un automóvil, otros un aeroplano, etc. y los más peques relacionábamos estas cosas con los duendes, con las brujas, etc. de lo que tanto nos hablaban los mayores, pues nos decían que los duendes eran unos seres muy monos y muy simpáticos. El padre cura, en sus charlas que nos daba los jueves por la tarde, nos decía que los demonios nos arreglarían las cuentas a los que esdiásemos o no rezáramos. Así era que entre los padres con los duendes y el cura con los demonios, los peques estábamos arreglados. Y llegó el primer duende, faltaría más, pero de verdad, pues nos acongojó a todos. Hacía últimas horas de la velada, se oyen unos ruidos terribles arrastrando cadenas e hierros por las plantas de arriba. Al poco callan

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y al poco vuelven. Así seguían y todos asustados y esperando que llegue el día porque nadie se atrevía a moverse. Ocurría que el padre cura vivía enfrente de casa y lo llamaron para que nos acompañara por si eran los demonios, que se las arreglara con ellos. Pero al poco de llegar el cura, que por cierto se reía de las cosas del duende, el duende que sale por otra vez con aquel estruendo que formaba. También se asustó su poquito. AI romper el día suben a buscar al duende, los peques íbamos junto al cura por si era el demonio, él nos salvara, pero no, aparece el duende, que esta vez era de verdad, y tan de verdad, un pobre gato había caído en un cepo cuando andaba por los tejados, y llevaba el cepo arrastrando tropezando por todos los sitios, y que pena, el pobre gato era c1 de casa.

Terminado .el periodo de'.los duendes,no a nuestra entera s a t i s f a c c i ó n porque hosotros los peaues no nos conformábamos- con" eso dé los duendes,que tanto-i nos ' ilusionaban,terminase" con l a t r a ^ ,jedia del pobre í^ato. Bu las charlas de los mayores,a"los r>eaues,nos deci-n ere l a s brujas eren unes peroras mayores muy delgadas y e . con múcitas arrufas y unas n a r i c e s muy lfirr~° Roprelia l a de 1? Tele.Que llevaban unos h á b i t o s muy lardos y míe volaban "por l o s a i r e s r mon'-vtadas en una ca^a o escoba y eme se"median por las chimanipas-de l a s "casas a asustar e los ñoños que no se dormían . . Por aouellos tiempos habla üná" señora, la t í a Frapouilla le llamaban,.y sé decaba a hacer recados por l a s casas y nue le daban muchas p r o p i a n s . ¿ra costumbre entonces de t e n e r entre varias familias un santo m e rada noche lfi tocaba a una f a m i l i a , y la encargada de l l e v a r el ^anto a l a s casas era la t i a ü ' r a s a u i l l a . Aouella noche, muy. lluvosa por c i e r t o , l e tacaba a la c^sa nuestra El santo en e s t e c~so,era l a Sagrada Familia,y la t i a Pra^quillauimuy l i a d a p.n un mantón nue nfra t a p a r s e bien para noraoj a r r e , no se le veían riada mas que las narices. Llama a la p u e r t a - y d i c e : Le sagrada Familia en c a s a , a s a o no pasa. Mi abuelo al o i r í a d i c e : l a está aqui la bruja esa? Cuando os pqcraes oimos la t i a F r a s n u i l l a y mi abuelo dijimos: ja est.é anui la bruja,y ahora s í que es de verdad,np como cuando l o s g a t o s .

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Al entrar lo nrimero nue se le vieron las narices y al verla"los mas peques pe echaron el halde de mamá y no leva n"bBron-la cabeza hasta nue -la bruja se marchó. No. sin antes contar, aue-.era: lo suyo,todos los chismes y cuentos habidos y por haber-«-n todos los rincones- ~ del pueblo. _.,.._

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Assi-se acabó el asnnto.de las brujas tan distinto del de los gatos y los duendes. Nosotros los peques,no quedamos muy ~ satisfechos ni con los duendes ni.con las brujas porque vimod que ni los unos ni. los-otros eran verdad.•• Nos engañaron miserablemente nuestros mayores otra vez. •.-. . . . • En lá proxuma velada" veremos nue nos traen estos viejos y viejas todos chafarderos, pero oue sean cosas de verdad aue siempre nos-están engañando.

LA ADOLESCENCIA

Paréceme que este período de la vida que es la adolescencia, que comprende desde los 13 ó 14 años hasta los 20 poco más o menos, es el más delicado y el más comprometido. Es la hora de buscar el rumbo que vamos a dar a nuestra vida, qué voy a estudiar (el que pueda), a qué me voy a dedicar, qué oficio, etc. Y repito que es la más delicada porque aquello de las cositas de la niñez, ya pasó, todo era tan bonito, todos te hacían el gusto, ahora es distinto. Se empieza a ser hombre y serlo conlleva responsabilidades inmensas. Y que la vida y el mundo van a ser como nosotros la hagamos. Y que vamos a vivir bien o mal según lo hayamos hecho. Y que no fracasaremos si desde un principio no envolvemos en ese manto protector que es la honorabilidad, cualidad moral que nos lleva al más exacto cumplimiento de todos nuestros deberes, primero como hijo, después como esposo, después como padre y siempre respetuoso con la obediencia debida, con el jefe o superior y con el que manda, y si eres superior o mando, no ser no presuntuoso ni imperativo. Y hay que tener presente que si el que manda no se hace querer y respetar a la vez y solo va a obtener colaboración de sus empleados o subordinados por temor al castigo, mal lo va a pasar. A esta edad ya apuntaba en mí la preocupación de que estoy llegando a hombre, y qué va a ser de mí, ¿a qué me voy a dedicar?. Todas estas consideraciones pasaban.por mi mente y más porque veía que los demás de mi edad, ya se sentían o actuaban como los hombres o casi, y yo aún no había sacudido de encima las labores de los trabajos de la niñez. Estaba llegando a los 12 ó 13 años y aún no sabía nada

más que cosas de niños, con las labores de papá en el campo y con las de mamá en casa. No me cansaré de dar gracias a Dios y a aquellas personas, amigos de mi padre que entre todos me ayudaron y me abrieron un camino en la vida. No diré que un camino de flores pero si para vivir dignamente como hombre o persona digna. Si todo lo dicho es trascendental, a esta edad hay otras cosas que lo son mucho más. A esta edad aparece el amor, el enamoramiento, ya . pensamos y suspiramos, ellas por su príncipe azul y los chicos por su princesita rosa. ¡Qué hermosa es la vida a esa edad!. Y aparecen los seres queridos, el flechazo, o algo parecido. En mí también apareció, cómo no, y se lanzan las primeras miradas y se reciben las primeras miradas, y casi siempre envueltas en una encantadora sonrisa. Y mucho cuidado que estos artilugios amorosos van a dar lugar a la. familia, a los hijos, y estar preparados, pensando en todo lo que va a venir después de la formación del matrimonio y t de la familia. Y digo que hay que ser fuertes porque cuando le pedí el matrimonio a la que iba a ser mi esposa, no se lo pensó dos veces y dijo sí, y dijo más: "Afrontemos y soportemos todo lo que venga y todo lo que Dios nos déj con tal de estar juntos". Y así se hizo y no nos| arrepentimos. No exagero si digo que yo no viví la niñez ni adolescencia y pasé a comportarme como hombre y tener] responsabilidades como tal, porque como he dicho en? algún otro pasaje, cuando entre mi padre y sus amigos me situaron, aún no tenía los 14 años. Y qué feliz me sentífo cuando con mis ahorrillos, cada fin de mes, iba ayudan^ a mis padres a sacar adelante a aquella cuadrilla di menores, que aún no podían hacer nada. Y qué feliz por

estar en una gran empresa con sueldo y empleo fijo, pero todo fue al traste al empezar la guerra, y a partir de entonces a luchar para abrirme otros derroteros, y así lo hice y no me he tenido que arrepentir.

LAS MADRINAS DE GUERRA Nada más empezar la guerra se aireó mucho eso de las madrinas de guerra. Y ello tenía por objeto ayudar a los combatientes a soportar un poco mejor las penalidades de la guerra. Las chicas se anunciaban por los medios de comunicación, daban sus señas, los chicos las leían en el frente, se les escribía y se entablaba la relación de amistad, ¿que qué se decían?, primero como eres, a que te dedicas, cuales tus aficiones, tienes novio, etc. a continuación a enviarse fotos, por lo menos que nos veamos. Las madrinas, primero nos obsequiaban con su amabilidad y ternura, y a continuación con los regalos de rigor. El paquete con el jersey, el pasamontañas, los guantes, etc. Se dieron casos de madrinas que acabaron en noviajes y algunas de las más espabiladas, en boda. Una vez incorporado yo al ejército en Zamora donde yo estaba entonces, una tarde salimos de paseo unos compañeros, topamos con unas chicas y a lo que se llevaba entonces, hablar de la guerra, de los soldados en el frente, etc. Ellas decían que les gustaría ser madrinas de alguno, y les dijimos que si les gustaba alguno, pues damos vuestra dirección y ya veremos. Y a partir de entonces todas las tardes de paseo con ellas como si tal. Pero llegó la hora de salir para el frente y no tuvimos tiempo ni de despedirnos. Ya por los caminos de la guerra y cuando tuve tiempo, escribí la primera carta a la madrina, que contestó algo maravilloso. ¡Qué simpatía!, y a los pocos días el paquete con el jersey. Yo le dije que porqué hacía esto y decía que los combatientes lo merecían todo y que para eso era la madrina. Pues bien está, dije yo. Pasaba el tiempo sin grandes altibajos, nuestra correspondencia maravillosa, pero ocurrió que yo caí

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herido, y aquí me tienes de hospital en hospital de lo que hablaré aparte asi como de las madrinas de hospital. Cuando yo volví a Zamora, ya había pasado lo de los hospitales y las heridas y había ascendido a Sargento. Cuando fui a saludarla y darle la primera noticia de herido y de ascenso, no sabia qué hacer conmigo. Me presentó a sus padres que por cierto tenían una pescadería en el mercado, y por cierto también, una dependienta que era más guapa que la madrina y más simpática, que ya es decir. Sus padres me invitaron al día siguiente a su casa, y se portaron como yo no hubiera imaginado, fue como una pequeña boda. Yo le decía a ella que porqué lo hacían así y decía que sus padres a los combatientes todas las atenciones, que lo merecían todo. Casi todas las tardes salía de paseo con la madrina pues todo parecía como si fuésemos novios. La dependienta me dijo un día que ella quería tener un ahijado y yo le dije que se anunciara y que ya le: escribiría alguno, pero ella decía que no, que cuando yo me fuese al frente que le buscase uno pero que tenía que ser como yo. Pero al despedirnos aquella tarde me dice que si podíamos ir a otro día a tomar algo, pues sí, le dije yo. Así es, salía con las dos alternando. i Tengo que hacer constar que con aquel atuendo que me regalaron las madrinas de Málaga, ya he dicho que hablaré de esto, y con mis galones nuevos yo me paseaba» por Zamora con mi madrina como un loco, y nada menos que 25 días que tenía. Infinidad de compañeros y hasta de* oficiales se enamoraban de mi uniforme, regalado, y además creían que mi madrina era mi novia. Qué lástima que esto no me durara todo el tiempo que dure la guerra. Pero aún queda, una vez en el frente, antes de llegar ya tenía allí la primera carta de la dependienta, no de la madrina. Aquella era más guapa, más simpática y más lista, pero tan lista que se pasó y que como no podía ser de

otra manera, la madrina se enteró y dejó de, escribirme. Pero antes de que la otra me, alertara de ello. Total, que fue una liosa y acabó con todo. Y francamente lo sentí, no porque yo fuese a tener algo con la madrina, sino porque estaban sus padres por medio y me daba pena echar por tierra esta amistad ya de familia. Yo veía ya por los caminos que esta chica iba y lo mismo que la otra dejó de escribirme, yo dejé de escribirle a la dependienta. Francamente he de decir que esta chica tomó un camino que no me convenció. Llegué a la conclusión de que pretendía lo que no podía ser. Mis intenciones eran casarme con la novia que tenía en mi pueblo y así lo hicimos cuando las circunstancias lo permitieron.

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LA TRAGEDIA DE VALLADOLID Ya me referí en su momento a nuestra salida de Zamora para el frente de Asturias y que debíamos hacer la comida de ese día en Valladolid. Así fue y al llegar nos llevaron a un parque y dijeron: "descansar aquí pero e-n el mismo sitio que ocupan". Esperar y esperar y el rancho no llegaba, por fin llegan con unos sacos de chuscos viejos y feos y unos chorizos que parecían arrastrados por el suelo. Nosotros nos decíamos: "si esto es la guerra, se puede fastidiar". Y cuidado, de postre unos higos secos y pocos. Aquella noche, por lo menos tuvimos rancho del bueno. A la llegada a Valladolid, todo infectado de soldados de todas clases. No se podía andar por ningún sitio. Y vamos al caso; En un cuartel de la plaza, un cabo que había en el calabozo, llama al cabo de guardia y le dice que quiere hablar con el teniente de guardia y el teniente dice que no puede ir, que le diga al cabo que quiere, pero el del calabozo dice que tiene que ser el teniente, y por fin va y le dice: "qué te pasa", y el cabo le dice: "Mi teniente, yo soy de la resistencia y trabajo para el gob:?mo de Madrid, y tengo que decirle que al mando de Madrid tiene noticias de que hoy han llegado aquí 20 ó 25 mil hombres que van con destino al frente de Asturias, donde los nacionales intentan una gran operación. Tienen dispuesto un bombardeo en masa de la aviación de Madrid, sobre Valladolid, a la vez un cuerpo de ejército motorizado, romperá el frente por Segovia, con el fin de llegar a Valladolid y ocuparlo. Y le digo más, la comida de toda la tropa que hay hoy aquí, está envenenada". El oficial al oír esto se quedó de piedra. Avisó al alto mando y condujeron al cabo hasta allí. Nosotros ya no supimos que pasó, si el cabo sería premiado por el aviso tan a tiempo que dio o sería culpado por ser espía del enemigo. De todo esto nosotros no nos enteramos hasta dos días después que llegaron dos

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LOS COMBATIENTES DE LA SIERRA DE LA GRANA

llegaron fue cuando nos enteramos de lo al cabo del calabozo, nos salvamos de i m l P c o n la guerra. Gracias a Dios y a nuestro primer

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VIDA SOCIAL. De nuestra forma de vida, primero como soltero y después como casado, y dadas las circunstancias en que nos desenvolvíamos, siempre de un lado para otro, sin domicilio fijo, nuestro círculo social era muy reducido, no podía ser de otra forma. Nuestro comportamiento en sociedad, muy bien cuidado, procurando estar siempre dentro de las más estrictas reglas de la ética moral. Y siempre teniendo presente aquellas palabras de mi madre cuando salí de casa la primera vez. Elige bien tus amistades, huye de los vicios y antes de gastar un céntimo en algo inútil, piénsatelo dos veces, y aprendí bien la lección. Ya fuera de casa, siempre al lado de mis compañeros y de mis jefes, claro que yo a su lado era un niño o poco más y siempre obediente y sumiso, como tenía que ser, pues si no era así todo iría al traste. Hasta los fines de semana y fiestas, siempre a las órdenes de ellos y ellos siempre sobre mí, cumpliendo con lo prometido a mi padre. Mi mayor preocupación a estas alturas, era ganarme el aprecio de mis jefes y su confianza, pues mi creencia era que de ello dependía mi futuro, y así fue. Nada de lo que hicimos por mí, mi familia y yo nos pesó. Así era mi vida social hasta que entré en el matrimonio, poco más o menos. Ya en esta situación y después de la academia que fui destinado a Murcia, allí formamos casa, y he de decir que con suerte, pues fue en el barrio más bonito de la ciudad y en un piso estupendo y de nuestra propiedad. Y allí empezó una nueva forma de vida para nosotros, acostumbrados a lo que estábamos, y que ya estaba bien y creo que lo habíamos merecido. Nos relacionábamos con nuestras amistades más cercanas de una forma muy correcta, cometida, decente,

discreta, sin intimar demasiado para ir tirando v quedar bien. No obstante intimamos bastante con una familia de un compañero de profesión, hasta el punto de que todavía sus hijos nos siguen llamando a mi esposa y a mí, la mamá María y el papá Pepe (desgraciadamente la mamá María, ya desapareció) y que el hijo menor de ellos, que ya vino al mundo sin esperarlo, nosotros fuimos sus padrinos de pila. Y se da la circunstancia de que aquél niño tardío y sin esperarlo hoy está para ascender a coronel de artillería, además de poseer la carrera de Estado Mayor, lo que son las cosas de la vida. También intimamos mucho con otra familia, esta no era de compañero de profesión, cuya hija coetánea de la mía, ahora a ¿ u más de cincuenta años, aún nos sigue llamando papá y mamá a nosotros. Cuando yo andaba por los cuarenta años de edad y estaba en el regimiento de Murcia, fui destinado al gobierno militar y allí hice muy buenas amistades con los compañeros y fue cuando formé parte de una peña de amigos domingueros y que los tales domingos nos dábamos paseos y algunas cervecitas, pero siempre dentro de las más estrictas reglas del ordenamiento porque a las dos horas, que era la hora de la comida, a casa. Y que en cuyas formas de comportamiento todos coincidíamos, lo que hizo que nuestra amistad fuese más firme y duradera, esto parece algo anormal, pero era así. Claro que alguien podría decir que éramos tontos, pero la vida es así y tiene que-haber de todo. Y ahora a unos por unas circunstancias y a otros porque les llegó la hora, todo desapareció, pero que a nosotros nos ha quedado un agradabilísimo recuerdo. Aparte de todo lo dicho y mermada nuestra actividad de amistades y esparcimiento, y dada nuestra edad, ya mayores, sin preocupaciones ni trabajos y pensando que ya merecíamos un descanso, dispusimos de

hacernos con un piso en la pla3;a del Mar Menor, en Murcia. Allí nos pasamos los veranos desde hace muchos años, tantos que aún seguimos, y lo hacemos porque nos gusta y nos va bien. Así ha transcurrido nuestra vida, sin grandes altibajos y siempre con la mira puesta en el bien hacer y en el buen hacer, y teniendo presente que no basta ser bueno, hay que parecerlo y que no basta parecer bueno, hay que serlo. Siempre he tenido presente que inexorablemente seremos juzgados por nuestro comportamiento, porque la historia no perdona. Mi meta en este campo, ha sido siempre que ni ahora ni después nadie tenga que acordarse de mi para censurarme y menos para maldecirme. Claro que esto hay que ganárselo. Yo lo he intentado siempre, no sé hasta que punto lo habré conseguido, por lo menos lo he intentado. Después de terminado este episodio de mi vida social, recibo la buena noticia del ascenso de mi querido ahijado. "Tú, José Manuel, el último de la familia en el árbol genealógico, y recibido con palmas y olivos, ya viniste dotado del don de la sabiduría y de la inteligencia. Teniente Coronel de Artillería, diplomado de Estado Mayor, profesor de Escuelas Militares de Estudios Superiores. ¿Y porqué no?, futuro General del Ejército Español, ¿qué más quieres?". Yo sí, que seas muy feliz y que la suerte te acompañe todos los días de tu vida.

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VIDA CONYUGAL. No vengo a decir aquí que nuestro matrimonio haya sido un camino de rosas y flores. No, nada de rosas y flores. Nada de Romeos y Julietas. Pero nada también de tragedias. Suele comentar el vulgo que una buena formación y una buena educación son la base de una buena convivencia conyugal, pero la práctica nos ha dicho que esto no ha sido así. De sobra es sabido que una parte de la sociedad resuelve sus problemas conyugales con castigos brutales y hasta con el asesinato. Otra parte de la sociedad los resuelve diciendo a los cuatro vientos que no pueden convivir porque el amor ha terminado. Se buscan, él a otra mujer y ella a otro hombre, y a vivir. Hasta la próxima. Vemos que este sistema lo suelen adoptar las clases más elevadas. Ahí tenemos a Jefes de Estado, Principes y Princesas, Catedráticos, Multimillonarios y muchos más. El sistema adoptado no ha dado resultado. ¿ Y si empleáramos este sistema? En primer lugar conocernos así mismos. ¿Qué soy yo?, ¿Para qué valgo?, ¿Qué hago?. Y para el cónyuge hacer otro tanto. Primero conocernos, valorarnos, comprendernos, y respetarnos mutuamente. Por otra parte nada de machismo por parte del hombre y nada de pantalones por parte de la mujer. Todas las cuestiones que se puedan presentar a resolverlas con ei diálogo y con buena voluntad. Y dejémonos de imposiciones. Si esto se hace asi y existe lo más importante, que es el amor, todo tiene solución intentando no emplear la violencia, que no resuelve nada.

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Tengamos presente algunos principios más si queremos y hemos de convivir en paz. No esperemos que el marido lleve una aureola de santo ni que la esposa lleve alas de ángel, cada uno como es y siempre con vistas a la perfección. En pretender actuar con cariño en el ánimo y buen humor. En saber perdonar y olvidar. En proporcionarse un clima de paz. En que ambos puedan cultivar sus cualidades. En reservarse un rincón para el espíritu y buscar en común lo bello y lo bueno. En no sólo casarse con el cónyuge apropiado, sihó ser el cónyuge apropiado. No diré que nosotros hemos observado estas cualidades •=>! cien por cien, pero sí hemos observado fórmulas para acercarnos más a lo bueno que a lo malo. Quien mejor para dar fe: de lo dicho que mi hija que vivió con nosotros hasta los 27 años y que a pesar de las diferencias que pudieran surgir, siempre las resolvimos de tal forma que ella no vio nunca en nosotros ni violencia ni malos tratos y menos, tragedias graves. Si hacemos uso de estos ingredientes de los que hablo, si nos comprendemos y nos valoramos y nos respetamos, si tenemos una gran voluntad además de cariño y amor, tengamos presente que conseguiremos nuestro propósito. De lo que hemos conseguido nosotros, no; felicitamos. Gracias a Dios.

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VUELTA A AMÉRICA.

En los momentos más acongojados, más tristes y más doloridos de mi vida durante mi estancia en la guerra, sin comunicación alguna ni con la familia, ni con la novia, ni con los amigos y cuando llevaba en esta situación más de un año, un día agotado y decaído hasta más no poder, y siempre con la imagen de mi madre en la mente, me viene esta gran idea, "América". Sí, en la que mi padre consumió los mejores diez años de su vida, y todo a cambio de nada. Pero el caso es otro. Un tío mío, hermano de mi madre, y que emigró a aquellas tierras cuando tanta emigración, resultó que mi padre regresó, pero mi tío no. A mi padre no le fue bien la América, pero a él sí, y con el que siempre estuvimos en contacto, incluso yo lo sigo teniendo con sus hijos, o mis primos y que he tenido la gran suerte de que hayan venido a visitamos desde Rosario (Argentina). Y que aquella idea me decía, si yo pudiese recordar la dirección de mi tío, Antonio Díaz Guevara se llamaba, le escribiría y si tenía suerte de acertar, pues él podía ponerse en contacto con mis padres y por lo menos informarles de que por lo menos estaba vivo. Tuve suerte, la carta llegó y según me comentó en otra, al leerla quedó atónito, no lo podía creer. Inmediatamente puso manos a la obra y le escribió a mis padres, sobre todo a mi madre y le dijo: "He tenido carta de tu hijo Pepe, está bien, pero está en el Ejército Nacional, o sea, en el de Franco, es Suboficial, me escribe desde el frente de Madrid y está muy apenado por no tener comunicación con vosotros." Ella le contesta de inmediato y le dice, quizás con los nervios deshechos, informa a su hermano, mi tío, de que no, que su hijo Pepe no está en la guerra, está en una empresa en la que trabaja en Zamora, que el que está en la guerra es su hijo Emilio y que se encuentra en el frente de

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Teruel, por supuesto en el ejército de la República o rojo. Y tan frente a frente que en unas operaciones en el frente de Peñarroya (Córdoba), ellos atacan las posiciones donde estaba yo, y cuando comentábamos esto ya en casa una vez terminada la guerra, todo lo echábamos a risa, gracias a Dios. Retomemos el asunto. Cuando un día en el frente llega el cartero con la correspondencia y me da una carta, al ver que venía de Argentina, casi me desmayo. Me parecía mentira y quizás uno de los hechos más trascendentales míos que ya han sido muchos. En ella mi tío decía: "He recibido carta de tu madre y en ella una nota para que la hiciera llegar." Pero que no llegó y seguramente cosas de la censura, pero que después pude saber lo que me decía, gracias a la previsión de mi madre de guardar una copia, y qu« decía: "Querido hijo Pepe, nunca hubiera imaginado cuando te despedí para irte a Zamora, que las cosas iban a llegar a donde han llegado. Tener dos hijos en la guerra y el uno frente al otro, es muy duro para una madre. No sé cuantas cosas te diría, pero por ahora basta con saber que estáis vivos. No me queda nada más que pedir a Dios que pronto todos nos reunamos en casa sanos y salvos." Y que después de tantas tragedias así fue. Este fue el resultado de aquella idea, en aquel día de tantas tribulaciones y tanto acierto al acordarme de mi tío en

América, aquella América que tan poco dio a mi padre y tanto que me ha dado a mí.

VAYA VIAJE Si,porque fue un poco complicado dada la concurrencia de ciertos cassos y cosas todos desagradables. Basaban ya seis o siete dias de acabada la guerra y yo buscando la forma de sai lir aira casa y hacerme presente ante la familia. Por fin el dia X salgo pera Madrid, desde Valmojado,y a primera vista r que los trenes de Cartagena aun no salian y aquí empieza el calvario. Y qué hago?. - En Madrid,la autoridad m militar ordena que todos los componentes del ejercito rojo ya deshecho,se vayan como puedan a sus casas, Miles y miles colapsaban Madrid y sobretodo lss esta ciones del F. C. En este barullo se me acerca un soldado que ya no lo era,y me dice: Sargento com--premé V. estos guantes' que lo necesito para comprarme un bocadillo. Por humanidad mes oue por rifída lo hice. Pero llega ot^o» y De dice: Sargento comfemé esta estilográfica y dijo igual que el-otro.Tambien.r lo hice. Y le pregunto: esperas el tren., a donde vas? y me dice a Serón)de Almería, Ese de los guantes es también de Serón,y le digo: llámalo y al- decir" Faustino ven--, me dio• ÍITJÍ vue£o la sangre. Le pregunto,tu eres elcue hizo la mili conmigo en Malaga cue ndo -eramos reclutas? Dice- sí,pero no he querido decirle nada pero le habia 'conocido. Recordamos aquellos tiempos de buestra estancia en Malaga y tan contentos. Habia otro mas de T5jola,-de Lucucar y gtnos mas. Y que pasó?., pues que hice dil.la. con ellos. Yo ]iabia preparado una buena mochila con comida para el viaje y el aro,terminado el

í de viajeros viejísimos y nos disponemos a

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