METEOROLO^IA AGRICOLA PRONOSTICO dj TIEMPO

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METEOROLO^IA AGRICOLA PRONOSTICO dJ TIEMPO

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METEOROLOGIA AGRICOLA Y PRONOSTICO DEL TIEMPO

MINISTERIO DE AGRICULTURA

METEOROLOGIA AGRICOLA Y PRONOSTICO DEL TIEMPO P O R

L. HERNANDEZ ROBREDO Inpeniero Aprónomo.

ILUSTRACIONES DEL MISMO

Srreción ds Publicocionst+,

^.s^^-2^

Pr^nso y Propa^ando.

GtA11CAS UGVINA - IiL&ilNU6l VA1.1ES^ ^• 1^At•ItID

AL LECTOR Al agotars+e la primera edición de eate tra. bajo, redactamos, por iniciativa del Servicio de, Publicaciones, Prensa y Prop+agaytda, esta reedición, aumentada con da^tos mete^orológicos relaciom,acdos oon la pertinaa sequía que desde hace tres años afecta a España; con los trabajos efectuados en Va.ler^zcia para de/encGer de las' helad,as los frutales en general, y en especial el naranjo, que representa una tan gran riqueza de nuestra patria; agregamos estados y gráfticos pluviométricos y térmicos a1e los diferentes climas; la injluenciica de éstos en los mu y variados cultivos españoGes, y, jinahraente, aquellos refranes populares que, en relacidn con ,el tiempo, son dignos de anotarse.

EL AUTOR

1^ZI±JTN^aROLOGI^ AIGRi^COLA :M^et^eorología agrícala, es !ia part^e de da Meteorología genera^l ^que estudia las sela,cionAs y actuaciones de los fenómenos atmosféricos sobre los vegetales. Tiene muchí^sima im^porta^ncia, desde un punto d^e vista general, cono^cer 'la atmósfera v ^sus variaciones; ^pero interesa ^s^peoialmen^te a 1os agricultares. I!a el ^primcr dlato que tenemas que tomar ^en ^cu^enta al tratar de e^stal^ e^oer una explotación ag^rí^cola. Del conocimiento del clima depende ^el ^plan de explotación d^e una finca, tanto gn vegetales como en animales; y del conocimiento d^el tiempa ^que p^rabablemente va a har^er d^epende 1a ^clase cle trabajos yu^e el ,lab^radar 'ha de ordenar ^en el cultivo, lo mismo en labares que en ^siem^bras, abonado, riegos, ete. Y de dicho conocimiento ^se deriva hasta la salvación de ^las cosechas, pues ^odremos defenderla^s de heladas o^preven^rlas ^contra plagas como el mildeu de l.as vides y el repilio u o^o de pavo real de los olivos, gic,

-•A.demáe, prroo importa que dispongnmos de bu^enos tt^rreuos si la influencia de la, almbsfera sabre las ve getale^ que queramos cultivar ha^ce im,posible o muy difícil que !los ob• tenttamos. En Es-paña, por las muv ^distintas alturas, por la ,dirección de sus montaña^s, por la ^proximidad; o a^lejamienta tl^e los mares, son muy varias las circun^ta.ncias meteoroló^icaa de sus distintas regi•onas, ... Todos los fenómenos que s.e verifi^can eh la atmósfera reci.b^en el nombre tle meteoras; llamándose por esta razón a la ciencia que se ocupa de ellos, Meteorola^ía. Vamos a exponer primero aisladam^ente ^su's div^ersas aetua^ciones, y mrís adelante ^las ^re^aei^ones ^de éstas entre sí. ... Calor.-Es una de las forma^s de la en^e^r,^ía universal que se manifiest.a en los c^ue'rpos por modificaciones ^de éstas, variabl^es se,^ún las ^ci^rcunstancias. Sn princi^pad, aunque no único origen, es el sol. IEl calor propio de la Lierra, el interior, apenas sle hace sentir sobre su superfi^cie, y menas aun en las capas atmosféricas. Favorece indudahlemente e^n a^qu^élla ^y éstas la cons^ervaeión del ^u^e^ reci}^en del aol, asf como 1^

-!contraría la gra,n frialdad que parece exi^^tir en los espacios interplaneiarros. Corno fuente dle calor hay ^que considerar exclusivamente al sol, pues ni el de los demás astros, ni el interno ^de la tierra, tienen importancía en Meteomola^ía, ni menos en A^ricultura. Temperatura mcíxim.n.-Es la más alta que se ohserva ^en un tíempo det^erminado. Así ^ta temperatura máxima de un ^día ^estará repTesentada por la mayor le^ctura del t^rmómetro ^en ese^ plazo. La d^e un me^s, ^por 1as más ^altas que se'^raya abs^ervado ,en todbs las día,s ^de4 mes. Temperatura mínima.-F^g la más ^ba.ja au^e se ohs^erva tam^bién en un :^1azo ^debe,rminado. Así la de un dta nos ]a dice la lectura ^del menor número de ^rados en tado es^e día. La c>yo un m^es, la m^enor ^de todos los días d^e ^ese rT2 eS.

ISumando la máxima y^a mínima de un día y tomandíb la mitad de ^la suma, ^se oJ^tiene un núm^ro muy aproxima^do a]a tem^perar tura media del día, y este medio es ^el que ^generalmente s^e emplea; p^e^ro para hallar la verdade^ra temp^eratura media, hay que obssrvar el termómetro d^e^ ho^ra en hara, sumar todas las^ lecturas v cfividir la suma por v^einticuatro, o s^ean Ias horas que tiene el díe. Como est^e procyedimiento es muy male'sto, no s^e practica, v lo común es determina,r la m^edia ^po^r ^las indiGaci^oñes d^e^ las termóme^tros re^istradores, ^es^qritares o termó$ra.fos,

que varias veces, durante el día, ^e comparan con los t,ermámetros normales. Así, pue ^, la mejor manera d^e dt9rse cuenta de las oscilaciones de 4a tem^peratura en el curso d•el día ^es una rapnesentación g^rQSica en cuyo pa^^el ^las 7íneas verticales de la ^cuadrícula indican las horas^ y las ^oTizontaleí^, Ilos grados termométricos. De esie modo, se ha podidb observar, ^que mientras la os^cilación durante el clía ^n e1 océano ecuatorial, en el mes de julio, no ll^ega a dos ^^rad•os, en Hamburgo es de ^sei^s y en Mad^rid pasa de catarce, con los cons^guient^ ^pes,juicio^s para la ve,^etación en este último ^punto, En el mar 1as oscilaciones s^on poco impartantes. En las costas se acentúan las dflfeTencias, que crecan en el interior v lle,gan a^su máximo en los d^e^siertos y mesetas elevadas. Por e^so se absrerva en España, que en Ilas zonas ^p^róximas a1 mar, estas variaciones de tem^peratura del día son m^enores ^qu^e tiemra ad$ntro, y donde llegan a ser más grandas las va+riaciones es en ^la maseta ^oentral o tierras da ^Castilla. 7^a smp'litud d^e la ose^ila^ción depende, en gran ^parte, del estado del cie^lo, ^siendo tanto menor cuanto mayor es la nubosidad.

Para fijar 1^ temperatura media mensual, se suman las temperaturas medias de los días v,se divid^e la ^suma por el número de día^s que conten^a e!I me^,

La media de1 año res•ulta de la división de la suma de las mensuales por doce. La media normal de un punta d•eterminado de la tierra se obtiene sumando las medias de un ,gran número de año.s y dividiendo 1a ^suma ^por ^el número dc éstos. ^Cuanto más núm^ero d•e añas se tome, mejor; pues así ^se diluyen ^as variaciones aoeidentales que pudieran pr^e9^entarse. Ahora bien; las temperaturas ^que mRs interesa ^conacer al agricultar son las mínimas, par ^er las •que con m^ís frecuencia ^o^ca^sionan d^años a Q^os cultivos. Causas qne madij^i^can el calor en la sa^perJicie de la Tierra.-Son las siguiente^s: la v^a.riable distancia d^el sol a la tierra en las diversas é^pocas del año; et mayar o m^enor tiempa qu^e aquél permanece en el harizonte; la di^strnta ablicurdad con que a éste Ile^ gan su^s rayos; la eleva^cíón d^l terreno ^s^o^bre el nivel del mar; su ex posi^ción., según qu^e s^a al Norte o al Sur, eGc., ^^^p ór último, la mayor o menor constancia e rn£en^sid^d de ^los vi^entos y d^e otra.^ meGear+as atm•osféricos. Láneas de iguales temperir•turas medias, de igua9es máximas y de iguales mínimus.-^Para detormi^nar e^1 reparto de, la temperatura d^e las capas inf^eriares d^el aire en toda el IGLÓ^bo, i^d^eó Humboldit unir, con líneas sobre un ma^pa, todo,s los puntos qu^e tuvie^ran nna misma temp^e^ratura media a1 aña, a^las ^que dió el nombre de línsas isotermas, a s^e^a ^d^e i^gual ^calo^,

Uniendo, asimismo, todo^ los puntos de ]n tierra, en que las temperaluras máximas o mínimas he^^an sido i^uales, se tienen, respectivamente, 1as líneas isótemas o las isoquímenas. F,l calor según la altura..A m^edida qu^e nas ^elevamos sobre el niv^el del mar, s^ea ^cual fuere la latitud en que nos encontremos, ^s^e nofa ^ue es más fría la tem,p^e^ratura. 'La.titud ^de un ^punto es ^la distancia de éste al ecuador, ^contado sabne el meridia^no de dicho punto. A^aonsiderabl'es altnras, e^s ^el frío tan corLStanLe e inten^o, que las cimas de las montañas ^rmanecen cubie.rta^s de ni^ev^e, nun en las re^Aiones más cálidas, camo sucede, por e,je^^mp^o, en España, co,n ^si^e^rra Nevada e^n Andaluflía. La.s causas que producen este ^enfriami^ento son. múltiples, pero la principal de t^o^das ets la irradia^ción terrestre ^ que ^Pn las ^randes alturas, ,d^ebido al m^enar esp^esor de la atmósf^era y a su enrarecimienta, ohra con ma,yor ener^ía, envian•do al espacia int,erplanetario el calor a^ecibido del sol, pues d•ebemos recordar que el aire ^es muy mal conductor de-1 calor. ^En el aire s^e^co se estima que dl termómetro fia,ja un grado p^or ca^da cien m^etros a qu^e nas ^elewemos; pero como el aire atmos^férico siem^pre contiene va.por •de a^ua en cantida^d varie,ble, el d^ecrecimiento de la temperatura, al ascender •en el aire, ^s más l^ento, admitién.

dose par lo ganera;l, en nuestra^s regiones, que por ca^da 180 metros que^ su^bimos, baja un grado el termómetro. Ejem^p^lo dle las dife^rencias de calor, ^egún las ^distintas alturas, deuios ^ trándose en 'las distintos cultivos, 'lo t^enemos en ^La.njarón (provin^cia de Granada). Desde el eultivo d^el n,aranjo, en la pa,rt,e má;s baja del término m^unicipal, van ^presentándose cultivos prop)ios de me$ion,e^s más fría • a medidla que se a,aci^er^de, y así vemas, sucesivam^ente, ,la vid, 1iu^g^o ^l trigo, de^spués el centeno y ^el ^astar ño, a continuación los prados permancntes y, por fin, 1as nieves ^p^rpetuas. El calor según las n,stacioo2es.-Para eo^mpirender cómo la presencia del sol produce todos los grado^s ^de calar qu^e forman la variedad ^de las estaciones, es preciso at^ender a que ^el soli c^a.lienta la tierra no sólo en ^ra^ón ^de su mayor o menar ,proximi^d^ad, sin^o también d^el mavor o menoT tiempo c^ue a^etúa sabre la ^^arte del Globa que habitamos v d^e la diTe^cción más o men^o^s perpendicula^r de sus rayos. Aunque en verano está el sol más lej os de nasotros ^que. en .inviarno, sus ra^os caen, :por a^praximarse a la dirección ve^rtical, con más encrgí.a. El calor y las plantas cultivadas.-Ed ^calor influye sobre 4as plantas ^qún su intensi^dl^d y^según su duración, y como asta^s oondiciones varían conforme a las estaciones, s^e

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oomprende ta lnfluencia distinta de és^aa s^>t^re ^las pla^ntas. E.rcesos de calor.-Ii.arísimas vec^es ee registran pernicio^os efectos por excesos de calor. En algunos casos salamente puede ocurrir que un viento muy cálido y seco arre^bate lo^ granos de trigo, ocasionando una mala maduración a una mala floración ^en Ilos frute.les. En ^as viñas, uina sleva^ción ^brusca ^de la tém^eratura dle. lugar al llamado "Golpe de So1' ,^que ^se manifiesta en farma de ^quema^ras en -las ,hojas y parte^s ^tiernas tía su hratacidn y tarn,bién al "enrajecimiento y escaldado" del fTUto. Contra e^stoa eocidenies, ,se ^debe abonar bien con a^bonos potásicos, pódar corto la^ cepas ^ dar repetidas y opartunas labores sup^erficrales, estando la viña en vegetación. En ^ios ^árboles ^se preaentan, Por exceso ^de ^calor, ^as grietas o rajaduras ^de ins^olación. A^pareaen, al terminar ei invierno o en primavera, e^rr ^las aroes, rdbles, hayas y carpes. ^e ^pr^e^sentan en farma ^de hend^iduras alargadas de la ^corteza, de J'an,do descu^bierta 1a madlera, pues sus bardes se ^paran ^bastante. ^ Estas^ grietas ^suelen cícatrizarsQ después de al+gunos años, pues ^se forman tejidas de recu•brimiento, ^distinguiéndose^ en esto de las quemadnrTas d^e la corteza, que n,o se curan nunoa.

^El aiTe, cuan^do a su ca;lpr una la s^e.queda^d, -

uedMe producir iuiportatites daño^ a loa ár^ales de monte. Cuando ^los tiernas^ brotés ^se encueni^ran bajo ^su acción durante ^a,lgún tiempo, las pla^itas se ahornagan. E1 doctor Hartig cita e1 giguiente caso : "Ln los alrededades de una fe+rre^ría situada dentro de un mo^nte de abetos, sufrían los á^rbales en una extensión consid4erable, lo que se hacía ^bien visible en que la,^ acículas ^pardeascn y caíaIi de 1as hrotes antes d.e tiempo. Mas esta sólo ocurría en dos años en que el tiempo era seoo en la prim^avera; pues si ésta era lluvi^osa, ^la acción perjudicial d^e la forrería se nota^ba muy poco y los daños eran ins^ignificantes. Si 1a aeción del aire ^^eco y ca,lient^e era cuan-. do los_^^brotes y hojas estaban ya desarrollados, aPena^s sufrían daño". Heladas. Las bajas temp^eraturas, las que hemos llamadb mínimas, d.anao !lugar a las heladas, ocasionan en nu^éstra patria ^pérdida,g frecuentes y de gran con^sideración, sobre todo en +primav^ara. La^s causas qu^e influyen ^n presenta,rs^e las heladas son, entre otras, 1a acción del vi^ento. Si pp^r la no^ehe hace un poco d^e viento, éste empuja 1as capas de aire frío, que tocan al srt^elo y^viiá el cnfriamiento del terreno, Otrá causa que influ^e en Qa^ neladas, ^es la ^humedad. ^Si nay nu^es ^bajas, las masas de humedad de que estún formada^s ^reflejan, en parte el calor qu^e ^la tierra de s^pid^e, y$vitan así e^ ^que ésta s^e enfríe ^rápidamente. Otra oausa ^que infl ^ye e^ las ^hela^das ea la veg^e-

tación. lluranLe el día, ésta evita que td ^suelo çe calienbe tf+nto como si ^es^tuviese desnu^do, v asi áste 'ha recibidb más calor y tiene uZás reserva para defenderse de ta helada. La situaci(ui ^del temreno ^es otra de la,s circunstancias que influye en ^lss heladas. Ya s^a^bemos qu.e en nor^hes ^de calma, el ai.rc más frí^o ^queda en contacto con ^la tierra. ^ar su mayar densfidad, este aire más frí^o carre hacia abajo, as dlecir, hacia las hondonada^s, y por ello en éstas hará ,má,s frío que ^en p^unto^ más ^a,itas, o s^ea en s^u^s laderas. En 1or3 ó^^rboles frutales, sienten más^ o menos las ^heladas 9os frutos segnín su'^situación, sobre tod.o en los d^e follaje ^es•pes^o. Así, los frutos situados e,n ^el exterior dcl ár,ból si^enten el efec!a de la ^h^ela^da más que las de^l inUerior. Hay una excepción en etl ^efecto benefi^cioso de la ^humadad contra las heladaQS. ^Supo^ngar mas qus despuás de una Iluvia, quada, al ^oaer ^la tard^, un cielo ^in nubes, sin viento y^el aira+ ^eco. Como consecuencia sobrevendró, una evaporación ^rápida, y é^sta siempre ^d^et,ermin^a. ^enfriami^ento del terreno. P^e^ro esto no ocurre can f^necuen.^cia. En resumen : como consecuencia de tocDo io cita^d^a, podremas vaticirt,a,r que ha^brá helada cuan^do al ,atard^ecer, sobre un terreno ^con ve$atación o seca, veamas el clelo comple^tamemte des^^ejado, sin haaer nad^a, de viento y con e1 a.nn iente s^eco.

Sin ^nbargo, también ^se Pued^en p^esentar

treliadas ^en noehes si^uientes a ^ientos fuertes y secos que traigan aire frío ^icl Norte o del tioroes^e. Es d^e^cir, que hay dos c1a^^^s de heladas: la correspondieute a,l prinrer conj iirrlo de ca^usa^s, o sea la helada lueal a^1e ra^liaciórr, qu^e es la rnás frecuei^te, v la segunda que a^cabu• mos^ ^de citar, y^que çe ^d^e-=i^gna•con el nom^bre de "ola de frío", la que es muy poco frecuente.

^La, helada de radliación es llama^da por los agricultones "Iie!atfa b^lanca", si va acom^pariada ds ^escarc'ha, y"helada negra", cuantío no ^se forma ^escarcha. Opinaban antes mucho^s, que cuando s^e preL senta la temperatura de ce.ro ^gradas, esto es, al helar, ^el agua de da savia, al transi'ormars^e en hielo y aumentar ^de volurnen, dtilata, exti^ende ^1as membrana, que la contienen, haciendo •qu^e lo ^ poros de las mismas se ^ubran. A^la salida dell Sol, las pla,ntas cambian ^l^e te^nperatura a otra m^ís ^elevada; per^o como e.l agua es mejor conductora del caloT, se 1iquida antes de qu^e se cierren íos ^p'o.ros, y se ^ef^túa por éstos la ext,rasvasacián ^dl^ la ravia. Pero hoy se admite otr^a explicación, pues según Maximov, permarr^ece intacta la pared celular de los tejidos de la planta h^elada. Es decir, que el ^hielo s© forma en los espacios intervelulares, y no tientro de la célula. La causa de la muerte de la planta, por la acción de la helada, no hay qu^e achacarla a que f

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^e rompan la.g p aredes de las células, ^sino a los camhias en la eondiciún de las sustancias coloicta'e^ del l^rotc^plasmtt; t^çto es, en su coagulacifin. iSe del^e ^ dicl^a coa^gulación ^al hielo que ^se^ 1'orma c^n los wspácio^^ intercelularc^s v a la pérdi^da o extracción ^d^e agua d^a la ct^ula viva. Sometido el protopla.5ma a la presión crecicnte de los cristales Kle^ ^hieto, ae,concentra a medítla que píerde agua, resuiiando una coagulación irregular de ]a:s sus-tancias colaides del l^rotoplasma.

•Es dif^erente la res^^t^enei'a al hielo de ^dístintas plantas. Unas aguantan rhasta. la oongelación completa, y vuelven a aotuar sus funciones después del de^,hi,elo, ,En cambio, atras muereti cuando comi^enza la hela^da. También tien^e.n di^stinta x+e^sistencia los tej i^dos, se^gtín sean éstos. ^ Se hielan más fácilmento las tejidos cuanto mfís acuosos ^son. Por esto, como las plantas tienen más j^ugo en prixnavera que en invierno, las con^ecuencias son más desastrosas en la prime.r época: Y denlro de la misma e,sp^ecie aguantan melxos los arboles ' ,jóvenes qua los a^dultas, y más yue las de pianteles. La mandarina resiste menos que ]a naranja, y entre éstas, son más ^resistentes las blancas ^que las de san^;re. ^Entr^e las p^rim^ras, la Wáshirxgton Navel ofrece especial resietencia. ^Las flares de los árbole^s frutale^s, euando empi^ezan a abrir, ^son muy delioadas; pero ^si es de poca duración la helada, siempre

quedan flores sin helar, pues no todas ae abren al mismo tiempo. También son muy sensibles al 1'río los 1'rutos recién cuajados, y^en esta estad^í una helada puede hacc*r perder ^una cose^cha. El 'límite d^e re^sistencia a la helada, de los frutales, cuando aquélla dura I11ÁS de media hora, está fijado por las siguientes temp^eraturas:

Manzano .................. Brtelocotoaero ............ Cerezo ..........•........... Peral ........................ Círuelo ..................... Albarícoquero .......... Almsndro ................. Uvae ........................

Yemaa cerradas coiorsadas

Vleoq eoraclón

Pruso^ verdes Ve4as11o^

Centípradw

Cexffçrado•

G^mOfpradN

- 3,9 - 3,9 - 4,b - 3,9 - 8,9 - 3,9 - 3,3 - 1,1

- 2,2 - 2,8 - 2,2 - 2,2 -- 2.2 - 2,2 - 2,8 - 0,8

- 1,7 - 1,1 -- 1,1 - 1,1 - 1,1 - 0,8 - 1,1 -^0,8

Defensa contm las heladas.-Uno cle las pro^edimientas es el ríego. E^T la ^re;gión d^e los pradas también ocasiona daños en la hierIb^a l,a acción d^e las ^heladas. Y ob^servando que, d,espuós de una noc,he muy fría, la hierba está amarilla precisamente por donde^ no fué él riego, ^el procedimiento para defenderse de las ^heladas consiste ^en echar el agua al pra-^ do esl ls:s tardes que s^e ^supone que va a helar, o sea en esas tardes de prirbavera en que sl aire está en compíeta calma, el cielo ein

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una sola nube y brillando Ifts f^str^e.llas al anochecer cun mucha iutensidad. Se consigue este re,ultado, porque el agua en movirnientu solire el césl^e^i, dada su mayor teruperatura, abriga el césped, habieñdo comprobado nos^tras rnuchas veces, después de noches muy t'rías, que la hierba ^estaba ^ielada, quei^ruuta, corno dicen los agricultore^s gallegos, por allí donde no f'ué el agua. En cuanto a la produeción vitícola, ya sabemos las Enormes p^rdidas que una h^elada peimav^eral determina ^en muy pocas horas. ^En noche de marzo, a.bril y aun en mayo, •a^echa al labrador un enemigo muy peligroso, parque ataca súbita^r^ente. Es el cam}^ro brus,co de temparatura, ^es el hielo se,^uido de un deshielo rápi^do, cuya circunstancra es tan propia de esa estacián ^ del año. ^Especialmente en la m^eseta central ^de España, donde las oscilacione^s son grandes y rtíprdas, los daños .stte'.^en ser más c^ensible^. Hay unos procedimi^entos que tiend^en a evitar la acción de 1as hela^das, y otros,a aminarar los daños ^que hayan pmaducido, Entre las medios de evrtar la acción de las heladas, exísten los siguientes: en Francia, en sitios muy expuestos á heladas, pero en pequeños viñedo^s: y en ^donde el precio del vino puede aguantar estos ga^stos, se han empleado tubos de drenaj^e ^en los ^que ^se introducen las ramas largas deja^das s. la cepa. En fin de maya, si se presentó ya la helada, se qtúta el tubo, y se salva así esta pante ^d^e la

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cos^echa. Si la vid no sF^ heló, y no se quieren ron5ervar las ramas, se las corta a ras de la cel^a. Otro.^ viticultor^cs empl^ean simpl^emente tejas de barro cocido. [)ejan en cada cepa, como c+.rando las qraieren enterrar, uno o dos sarmientos enterus, los echan en el suelo y ponen encima las tejas mencionadas. Uno de los medios que ha dado mejor resulta^do ha ^sido ^el ^enterrar los ^sarmientas lar.gos en una paqueña zan,ja de 20 a 25 centímetra^ de profundiad, 7 u 8•de anchurá y un lar8o como el del sarmi^en^to. Esie se fija en ^e^sa posición con ayuda de unas horquillas. Si se disp usiese de a^ua para el rie^go, lo que no suele ^ser frecuente, es éste un ^buen medio, pues en La Rioja 1os comprobé personalmnte. Regando una viña ^ds pi^s madres americanos, que estaba a nuestró cargo, ocurrió una ^helada a primeras de mayo. /I'odas las líneas {ren ques) d^e vides regadas se salvaron, v des^de ra primavera, adonde no Ilegó el ri^e.go; aparecieron heladas. E^sto ^se puede hacer bien en los viveros, qu^e, por hallarse en sitios ^bajos y poco v^entilado,s, están más ^expuestos a ]as ^heladas. ipero lo más previsor en cbmarcas expucstas con frecuencia a la acción d^e los hi^elo^s, e^s no plantar viñ^edos en los fondos u hondonadas, con poca ventilación o junto a^basqu^es. Prueba práctica qu^e recuerdo, es ^que, en Galicia, algunas ^untas de défensa contra

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plagas del campo, como la del Ayuntami^en^to de La^s Nieves y otras, m,e comunicaron, que no siendo en al^^unos altos, desapareció la cosecha de la vid, ^^or la helada. Además, en esas srtuáeiones bajas, los vinos no son de tan Ihuena calidad y , las vides están más expuestas al mildeu y otras enfermedadss cripto^ámicas, ^que las viña^s ^situadas en sitios v^entiladas y altos, como las lade+ras. Muchos de estos fondo^s .húmedas darian má•s dinero al agricultor ded^icándolas a prados o forrajas. Otra precaución contra la^ •hela.das ^es podar tarde la^s viñas; p ues •sabido es que así se :ret^rasa la :brotación y se salva en pa,nte e1 tiempo en qúe se presentan las hela,da^s: (l.o mismo podema•s decir de algunas frutales. Hay variedade^s, tanto. de vide^^ como de frutales, que brotando tarde, escapan a ls, acción d^e ^heladas primaverales. Pero ,si no reúnen las frutos condiciones tan bu^enas como las de brotación temprana, ^recurriremos a la poda tardía de e.çtas última^s para compa•gm•arlo todo. ^ha 1a^bor temprana es un auxilio, pera sólo en aminarar los daños, pue^ la tLerra ^esponjada en •su superficie abriga más la planta. La pulverización de la^s ,yemas ^con l^eehada de cal s^e pu^de considerar también ^como un pc•ocedimi^ento preventivo. En cuanto a las ^heladas que se pres^entan en el invi^rno, no ha,y procedimiento ^que s^e pueda oonsiderar práctiéo. ^SÓIo .^áe pre•aerva-

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rán las vide^ algo de s^us ^efec^tos, haciendo en el otaño al^rorcados ^randes, de,jando durant^ e^l invi^^rno cubierta ]a cepa en el tronco v brazos. És convenients padar después ^de la ^he9ada, contando sobre los ojos yue yuederr por bajo ^de la parte ^h^eláda. ^ Cuanio más pronto s^e haga la' po^da, menos tiempo }^ermanecerá la v^getacidn en suspenso; el advenimiento d^e las contrayemas ^erá entonces más rápido, y más esperanza ^se t^endrá de obtener al^unas uvas. No hay que tener ^en cuenta el derrame d^e la savra que se,^uirá a la poda, porque ^el a^ua ^que se escapa del co.rte es rma savia viciada, impotente' para criar nuevas yemas. A1 contrario, es venir ^en ayuda de la Naiuraleza ^y d^e la vid el provacar el de^sa^iie: puesto que los órganos con los ^que ^e^^t^tib^ en relación no exrsten ya. Poni^endo en práctica los me^dios expuestos, se^ún los casus, se cons,e^^uirá aminorar los tiaños, p^ero no s^e^ puede ol7tener p^or las a^^^ricultores tana cosecha normal. E^s conveniente, por tanto, ^4e solicite d^e los Pod^re^s púhlicas, que par el personal a^ronómico se ,ev^.lúen las pérdi^das sufrida•s, para ^que al acudir el Estado en sacorro d^e los damnificados. ^sP ha„ a en .la forma equitativa que a todos intene^sa. _ En cuanto a pulverizaciones ^d^e naranjas y demás frutales con sustancías proteotoras, no s^e ha comproba^do su ^eficaeia.

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La:; corrientes de aire por medio de máquiuas, laara n^ezclar las eapas de f^ire m^ís f'rías, o sean ]as l^ajas t^n conlact^^ con los ^árhole^s, con la^^ supt^rio^•K^s o mtís cf^_lienles, es p^ro^cedimie^n^tc> >que no sir^^e en las heladas al,o fuerte,,, pues scílo s^ub^er^ a'lg^, más de grado y m^edio la teml^rati,zra.

En cuanto a los humos, es mtay antigua su aplic$ción. En zonas tan naran,jeras como la3 de Alcira y Carcugente, en la provincia de Valencia, hace ya cincuenta años., según B. Gi ^i•er Aliño, se usaron las nub^es ^de humos. Para ello ^se abren en el terreno unos hayos de 30 a^0 ^centímetras de ^Ylondura, y lo mismo de ditímotro^ •Se harún estos hoyaa en niím^t^ro de ,20 a 30 por hectárea, y en cada uno •se e^chará ^una pasta formada por alquitrán y cáscara de arroz, o a falta ^de é-ta, paja muy cortada o serrín ^de madera, Todas estas mal,erias han de estar húmedas v en proparciones ,adecuadas para qu^e la masá querle basta.nte dura. Sobre esta masa se echa algo de paja, a la que se prend^e fuego ^en et momento debido. En al.gunas zonas, donde ahunda el cultivo de árboles frutales, como e7i Logroño y en otras zanss cle huerta, h^emas visto emplear las nulbes de hu^ios producidas por las hogueras a base de alquitrán y sus anúlogos, mezclados con paja húmeda o abonoa ^me^dio podridos o heno malo u^hojas o las mismas malas hierbas pracedentes d^e la limpieza de 1a parcela o sus linderos. Esto se prepara por

- ^ el mismo a^ricultor, haciendo montones convenientem^ente situados.

En cuanto a la defensa contra la helada en los ^ huertos, H. H. Kimball y F. D. Young comprobaron que es e^casa la eficacia del humo. Respecto de nubes artificiales, pueden ser éstas de ácido clnro sulfónico, como principal agente, o de cloruro amónico. Aunque en A.lemania p raducen buenos efectas en heladas de radiación ^en ]lamuras., no sucede lo mismo en colinas o en montáñas. Observan que l.a calefacción as^egura más defensa en las viñas. La Comisión Naran,jera de Levante, con ]a colaboración de la Estación Naranj^era de Le= vante, celehró en e1 año 193^ un concurso de ^medios preventivos cohtra l^a^s heladas. Entre los 22 concurrenfes. presentaron los capitanes Sres. Blanco y Hualds un tipo ^de candelas fumí^enas que praducían humos abundantes, blancos y con bastante tendeneia a estar sotb,re el terreno. La eleva,ción d.e ^mperatura no era mucha. Las circunstancias adversas que acompañaron a Ias pruebas hechas en la .E^stación Naranj^era de ^Levanté impidieron, en cierto mado, una evidencia de su^s resultado,, pero la ^Comisión cr,^e ^que el pra c>edimi^ento debiera ensa.yarse también en los frutales de la cuenca del Ebro. El resultad^ podría ser bu^eno en las heladas primavera• 7es durante la fldrgción. Nosotros recordamos lo ^que 7^emos citado antes, del proce^dimiento

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empleAdo en los t'rutales de la provincia d•e Lagror3o. e^tro medio de defcnsa contra ]as ;heladas es la calefacción, y es, aunque parezca^ raro, el procedimiento que nrús éxito consiguió em ia defensa contra las }reladas. Da buen resuitado en ^•eneral contra las he.ladas de radiación, mrís frecue^n.tes en la zona ^iél naranjo. ^e pue^de cons^eguir con un buen sistema de e^sta índol^e aumentar la temperaiura hasta unos 4° ^cerrtígrados. Ahora bicn ; nin,guno rle ios sistemas existentes nos facilita proteccidn sufici-ente en las heladas generales ^ d^e vi^ento. La calefacción en donde ábundase muahí= simo Ia leña, como ocurre ^en Florida, sería conveuients; pero en nuestra zona ^de naranjas no ocurre tal caso en ,^ene^ral. No hablamos de e^stufa:. eléctricas, por resul^tar enormemente c•aro, .. En ^California es donde más se han exteridi^do los hornillos de a^eit,é mineral. Existen muy diferentes tipos: ^hoi^nillos sin ahim^ nea: hornillos Harrin^ion; hornillos de ^clrime^nea' corta; otros •de •chirrten^ea media; otros de aita; otras de ehimenea con retorno de gases. El ^hornillo i^d^eado por A• S. Leonard fué proh.ado por R. ^. ,Kepner, cuyo informe ^ué ^ el que •srgue: Fácil dg llenar y enoender. ^ Fácil de apagar.

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Quenla aceite ordinari^, de hornillo dc huerto. No se aprecia humo en un mar^n r^elativamen^le amplio ^de intensi^dad de combustión (de 1,9 a 3,4 litros por hora). Muy p^e.queña acumul,ación de ^1^ ^ ollín en la chimenea. Tiene bastantes lbt^enas caracGerísticas de eñer^ía radiante. Pu^ede arder hasta quedar seco, sin humo , excesivo, ni daño para e1 depósito. Reduce el problema del escurrido, si las t.apaderas ^se limpian regularmente. E^1 fallo d^el Jurado en el concurso cele.brado por 1a ^Comi^sión Naranjera y la Estación 1V',aranjera de Levante, dice: que con los hornillas de aceifie, empleando 444 por 1^ectárea, cuyo consumo ^es do 2,50 kilos por apaa•ato y hora, se han conse^uido ele.vaciones ds tempe^ratura en el ^ambiente ^^de ^° C. en los puntos más abejados d^e los f^_^cos caloríficos, y hace consiar que la aplicación del procedimiento a la defensa de los naranjares ^s tan sólo cuesticín de precio de1 combustible necesario pa^ra el funcionami^ento de 1os narnillos; ysu posible aplicación o no, está íntimametite li^ad,a al l:^recio a que se pueda lograr el fuFl-oil en el mercado español. E1 ^empleo de ^hornillas_'o estufas a base de aceites pe^sados comenzó a ser utilizado par 1os naranjeros de la región valenciana, pe;ro no ^en 1a ^escal.a desea^le. Su aplicación ^en nuestra patria tiene el ^ran inconv^eni^nte del

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exeesivo precio del comhustible, que en camhio ei ^ Amt^rica, por ser muy barato, es^t^í en cirC^IlStalll'lFlg de ser utilizado por los a^ricultores. De no obt^'nQrse en España por de ^tilación ds los li^nitus nacionales. en cuyo caso se consumiría f'n nuestra a^rícuftura porque resultaría a l^recio i^iia ^ o parecido a los aceites americanos, se podía recurrir a exoepiuar éstus de los recargos de Aduanas, dejan^do entrada libre cuando fuc.,e destinado a este^ uso.

En un huerto de Benifayó,'. entre atros, d^e la provincia de Valencia, defendido de la hétada con ^estufas de aceite mineral, los resultadas no pudieron ser m^ís convincentes. Los huertos de 1os ,alrededores aparecían con los frutos perdidos y con ^rave daño de la coseaha próxima; el tratado con las estufa.^ aparecía lozano v sin que el ,hielo tocase más .quo algunas pun^as de ramas. Ha,y que observar que en las primeras filas d^e árboles trata.dos ^expuestos al Norte, medio árbol ^estaba lielado, sin es^tarlo la otra media que ^e había tratado. Lo mismo ocurrió con tos ác^boles del huerto inrnediat.o por la parte Sur; ^esto es, que aparecían mtactos aquéllos qu^e, por su situación, re^cibían la corriente de aire caliente del huerto tratado por las estu fas. Existen también lbs hornillos de carbón, los ^ue ^emple.an el cok o briqvc^tas como combust^bl^. Su uso se ha propa^ado en los paí-

-29ses en que no ha^^ aceit^e mi ^ ieral a precio asequiil,le. Si utilizando lo^ carbones ^dc "C^.^rucl se hicie^a^eii briquetaá de mezcla ^de alquitraiies, breas u otros productos, ^ quc suministrase a Val^encia un cuixibustible Larato para hornill^ de con.^trucción nacional, sería el medio más práctico para combatir las heladas.

^n Flurida lian resultado útiles para defender los naranjas. En Alemania también se empleabau los hornillos de carbón. Uno d^e las madelos se carga con virutas, naftaleno bruto y briquetas d^e carbón, dando muy (t^uenos resultados e^^ i los viñedas. Abriyoti.-Este medio no produoe calor, sino que lo conserva o por lo rnenos aiuinora su pérdi^da. Además, por su empleo ^ se consigue avauzar la vida de algunas plantas, presentando pruductos antes de la época g^eneral en cultivos siempre al aire libr^e; ^esto es, productos tempranos que por e:^a sola razón adquieren 3^a más valor ^en los mercados. Así sucede, par ejemplo, entre otras zonas, en la ^de ^Gandía (provincia de Valencia), cuyas hortalieas, muy tempranas, tienen gran c^stimación en el extranjero. Abrigos temporales.-ge ^hacen con paja, siendo la m^ejor la de ceni^eno, por sFr Iarga y ligera. .Se emplean para, cubrir la planta durante las noohes frías, y, por tanto, su valor está más en su espesor, ^que en la manera de construirse. No deben ser muy pesadas, para que t+e^sul-

ten fiíciltnent^e niant^jaLles. :1sí ,c hacen de un mel.ro }^ m^e^^lín dc^rinC}io por dos v medio de larg-o^. Conrieue ^uardarlas cuan^o no se usan, o s^;a en v^^rario, en ^sitio seco. Los a^brigos estus se l^u^^den construir tambíéri con ramas d^e brE±•r.u ^^ ot.ras plantas.

Para conser^-ar los abrigos de paja, ^se pueden meter en una solución de sulf'ato de co^b^re a15 por íf10, t^^niéndolos a,sí .dtírante unos día^s. Abrigos /ijo.s.--,^ haaen t^stos abri$os con brezo o cañas cortadas y rnu^^ juntas. ,Se atan con gruesas liston^es y colocan verticalmente par medio de pies derechos de madera, que se clavan en el suelo. N^lantaciones de krboles. - Se pued^en con. trarrestar los vientos perjudiciales, plantando perpendícularmente a su dírección árbole^s de hoja p^ermanente y rápida vegetación. iLas principales especies utilizadas ^son :el ciprés, el aligustre del J^apón, la ^tuya y otros, de hoja permanente. .Se pu^eden ^emplear el ciprés piramidal y el de Lambert. ^En terrenos p^róximos al mar se utilizarán el ,Pittosporium Tobira o et i'aray o'1'amarindo. Estos abri^as he ^hos .con úrl•ol^e.^ ofrecen el peli$ro de que absorben, por sua raíee^s, los elementos que ne^cesitan las plantas que cultivamos. ^Una bvena oombinacfón de estos albrigos de árboles y los abrigos fijos, con^siste en pIantar líneas de áriioles en dire^eción p^erpen.dicular a las vientos de qu's qu^eremas defend^ernos, cada cien metros, siendo estos

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úrboles de más de s^eis metros de alto. 1•:ut.re esta^ plantaciones ^- en la misma dirección, s^e pondrún cada oóho metros abri^cs fijos dc unos dos metros dc alio. Vidrios-Estas cun5tituyen el m^ejor abrigo, pu^es no sólo s,^ evita la ^radiación nocturna, sobre todo si se ponen ^encirria e^teras o cañizas, sino que durante el día conccntran e^l calor del sol. Pueden s^er o camparlas de cri^stal para cada planta o pequeño grupo d^e plantas (y a veces tejas), ^que sirven para favarecer ^el nacimiento de las tiernas plantiias; o vidrieras, ^quc se componen de un número variable de criatales. Puedeii ser de diversos tamañas, pero lo general es, para que resulten mancjables, de 4,50 por 1,30 metros; esto es, largo y ancho del bastidor de mad^era. E^ste marco o montante está dividido por los estrschos travesaños en cuatro partes. ocupadas por los cristales. I+'inalment^e, contarnos con los inv^ernúculos o invernad^e'ros, consirucciones hechas para ab^ri^gar durante el invierno (o todo el añó, segúii plantas) los vegetales de valor ^qu^e pudi•esen sufrir perjuicias del frío. Cuando loa iziv^rnáculos tienen cale,facción ártificial, se llaman estufa ^. Eatas distribuy^en ^el Calor pór medio •ds tubos, dentro de lo^s cuales circula air+e calierite, vapor de agua o agua caliente. Por encima de' los invernaderos ^se dejan correr este^r.illas ^de paja o esparto para regulárizar 1a ;temp^eratura. ^ Abrigos naturales.-Son los quQ proporcio-

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rYa la rnisuia :^`aturaleza, como las ^uontañaa yue defieiideu una zona de los vientos i'río^ del :^orte. Hay al^rigos de menor exten^iún, como desniveles del ter ^'eno. Utros alb:riáus pueden ser los de obras ajenas, eomo cw ^ strucciones de eciit'icio^, wuros, terraplenes de ferrocarriles, de,,iuontes ds fábricas de ladri11^, etc. ! ; ^ Color, qció^a de t^er^nGmetros en las jtincas.Estos pdestos de observaeión deben ser f'ijos c^urants el invieruo. Se disponen clavando en el sueló un poste o li^st^ón f°ucrte de madera, quedando su extremo ^sup^rior a metro y medio del terreno. •llos t:ablas de 2ñ por 45 centímetros se clavan una a otra, f'ormaudo un ángulu diedro ( como una barracluíla), ^uníéndolas por el tado mayor. En la parte alta de! pie d^ereohg o poste se sujeta de man^era que una cíe las tablas quede couio téjado, y la otra por. bajo de ella, o sea f'ija al posGe, v^erticalmente; en la parte interior de ésta, o sea ^bajo el tejadillu, s^e pon^en los termórnetros. !Para que el termómetro nos sirva para la previsión de heladas, observaremos de que con tiempo en calma, propio d^e heladas, la temperatura baja unif'ortnemente, o sea el mismo rrúmero de ^grados por hora, desde ^el máximo de la tarde al minimo en la mañana sigui^ente. iPor las observaciones anteriores que hayamos hecho, pod^emos ^deducir a qué hora este descenso de temperatura l^lega a la mitad. Sabiendo esto, ya supondremos que la temp^eratura :b^ája-rá todavía un número de

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gra^do^ igual al ^que bajó ^desde el mayor de la tarde anterior hasta entonces. Dicho en otra forma: la diferencia entre la mayor de la tarde y la lectura que liacemos, restada de esta misma lectura, nos dará l.a mínima que es de ^esperar en la madrugada. Cooperaci6n.-En la campaña contra las heladas, ^como contra otras plagas de los cultivos, es muy conveniente la cooperación entre los agricultores, tanto en lo que se refíere a seguros como a utilización de la fruta h•elada. Y colaboración, entre los fCentros experimentales, ^estudi^.ndo medios y l^as agricultor^es aplicando las normas sancionada,s por 1a práctica. El calor y el desarrollo de la vegelación.Las fases d^e l.a ve.getación se pres^entan entre límit^es determinados. ,láe iiiician cuando un grado mínimo de tempe^ratura actúa ,^obre ellas, activándose con la int^ensidad^ del ealor y lle^gando a decreoer hasta la suspensión de las funciones cuando llega a cierto grado máximo ^tz acción. Una temp^eratura modia dentro de estos ^lírriites (grado óptimo o temperatura óptima) e`s ^la niás conveni^ente para yu^e la función se realice, necasitan,do ca^da planta absorber determinado número de grados de calor para d^es^em^p^eñar el conjunto dre sus funciones. Este número de grados es lo que se llama integral térmica, y es distinta según los ver getales.

La. ge^rminación ^de las semillas -propias d^e

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nuestra I^aís se verifica ent,re la^ lemperaturas líniites de 5 y 25 gradu^s centi^radas; la fructit'icacidn v rnadurez entre ]os 1^ y 35 grados, siendo límites rn(nimas; entrc tos eua1es se realizan las funcianes ve^etativas, las de 0 a 15 ^rados, y mtíximos, ^r2 ^a. 50 $rados. ,.. Luz.---Los mr,^tearo, luminosos de:p^endiente^s de ta ^,reflexión, de ?:^a ,refra^cción o de la descomposicidn de la luz, tio ejerc^n ínfluencia de importaneia en el cultiva. Lo que nos conviene, as canoeer la accidn d^e la mayor o menor intensida,d ^de la luz, en ta vida d^e los vegetales. Acció^^i cte la luz sob^e los veg^etaZes.-E^sta influencia es muy important^e. La ']uz Ibpanca es una vll)ractótl, canstituída por otras siete el^ementales de distinto color, y llamadas rayas d^el espectro. Actúa ca^ía una de dife^rert^te modo ^en la vida, ^en la din^ímica interíor del ve^getal. As^í ^el rayo amarillo, contribuye a la formación de ia materia verde del v^etal: el azul y^tl violeta regu^an el crecimrento; los ultravio^ leta favarecen la forma^ción de flor^s, y el rojo activa la formacidn de ^carhono. La materia ve^rde, absorbiendo las ra^diacíoInes luminosas, farma ^centros asimiladoras de importancía en el v^etal. ^Cuan^dc la Ruz e'^s muy intensa, da a éste rnucho verdar, ^da consisten^cia a la parte 'leñosa ,y activa 1a ^absorción ra^dicular: pero no ^^errníte a las tallos su cre,cimiento ordinario. Ademág, des-

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que ^en la reeiún .Aorof^st,e ti^ Crrntríbrica de i^ s}raña, donde escasea la luz, l^ror ]a frecucncia rle nul^ca ^- • tiebla^^, los frut^os no sún lan azuctrra^lo,, ni la^ t'iores tart aroruríiicas couto eu Atrdalucia, o ^"alencia, dori^cie es tarr intensa }' conslanie la luz. ^ Si ^ ueréi.^ cu'.ti^^tir 1'r+esas en Galicia, 'las obtetr^^réi^s n^^ís espl^ndidas ^por su tamaño, lreco nunca ,con el fu^e^rf^e a^rorot^ de las de ti'alencia ^o A^ranjuez. Si la luz ^est^í rnal repartida, produce^u las encorradura^, l^tres ]a }^latita I^usca la parte donde ea tn^ís intt^-nsa la luz. Cuat • do ea d^t^il la luz, ^por esta.r las plautas muy prbxituas uuas a oira^, d^tíndose sombra rnutuamenl^c, buscan !a tuz por la parie ^alta v se praduce el atrilamiento, es d^ecir, que lo^s tallos se: bacen altos y^delgadas. Crec^en las lilantas rn^icho a expensas del tallo, y^dan lu^ar ad^emás a un comienzo d^e ^ clorosis o ^de anemia.

En ^las ha^bitacione ^ notaremas qu^e 'los ta^Ilos de ]as plantas que vi^-en e1i aquálla^s se diri^en ha^cia los huecas po^r d^onde p^enetra_. la luz. {Los ^efeclo5 d^c la luz los utilíza e] a^ricultor mu^chas veces en ^beneficio ^d^e ^determinadas pro^ducciunes. Así; pues, si,etnbra el lino p^cáñamo es^pesos, para producir, por la falta ^de luz lat^eral, el d^esarrollo en alt.ura, a sea e!1 ahilamiento, ^ de e^st^e modo obt.iene fib,ras lar^as y^del.ga-

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das, iui^: arle^^ii^^^la, l^ara lrt I'al,ricación de tej idos.

La privación de Ia luz la emplea el agriculior es^ la lechuga, en la es^carola y en el cardo, con objeto de qu^e^ sin clarofila, pierdan el sabor acre que tienen cuando están verdes y sean además más jugosas, por la mayor cantidad ^de agua que en ^J.las ^se a^cumula. Lo mismo s^e bace en la importante psaducción de eapárragos. iComparad el que se ^cult.ivai ^con el espárrago trrguaro, c^ue abandonado a ^sí mismo Y sin esa privacrón por la tie^rra, de la luz, surge y se desarralla al aire libre, delgado, verde y poco jugoso; en carnbio es más sa^1l^roso, poa^ lo que ya hemas dieho de la influencia ^de la luz en desarrollar el sabor. Otra aplicación de la priva^ción de la 4uz tiP.ne especial importancia en las provincias de Valencia v Alicante. A las típ^cas palmeras d^e es^.a región se las atan y cubren las grandes hojas mediante arriesgada ascensión d^el agri^cultar, ^dada la gran altura de estas árbol^s. Así se b'lan^quean, utilizándose, como es sabido, en la fiesta del Domingo de Ramos. +Se podrá objetar qué entre las jplantas que esián al Norte o bajo la oscurrdad d^e las bosques, hay al^gunas más ve^rde^s qu^ las que están expuestas al sol o ^sin abrigo: Esto se explica porqu^e en el pnmer ^caso ti^enen por lo general las plantas má:s frescura, mie^rtras que en e1 segundo están más expues^tas a las evaparaciones y al ardor ^del

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bol, que tas deseca r no pueden conserc^ar ^u ^color v^erde, que exi^e, a^demzís de^ la luz, cierta hunredad, sin la cual na se sostiene el calor. .Se ha ohs^ervado c{uF^ las plantas sometida^ a la acción de la lnz elé,ctrica durante la nuch^e, eomo gucede con la ^de habitaríone^s o paseos pírblicos, y que errcuentran así un supl^ement.o o a,dic^ón a la luz del día. ad^}uieren más d^esarro^llo que las qu^e^ no tien^en más íuz que la de la noche.

Por tanto, ^e ha pensatlo que en tleterminados casus se l^ue^cl^e nlilizar la luz ^eléctrica para ^conse^^ui^,r un crecimiento r^ihida. F,l agr^a.-1•;1 a^ua atmosf^ric^a pracede del agua ^de los n ^ ares, la^as ^• ría,^; de la del s^uelo; v de ]as planta^s ^v animales, que -s^e ^evahora, sulb^i^enda a la Rtmósfera v^c^ndensándas^e en forma ^ de ^otitas e?féri^cas de muy pequeño tamaño. ^Es muy varia^ble^ su cantí^dad, ^se^iín (a aItura ^ la ^latitud ^de ]a comarca qu^e s^e consi^d^ere v se^txn la e^9tación del año. La cantida^d relativa se halla por nredio de Zos psicrómetras.

Nubes.-Las nubes est^ín farmadas par notitas líquidas, resultantes de la cond^ensación del vapor de a^ZUa, p las cuales ha.cen opaca la porción d^e ^a atmósfera en que la condensa^ción ha tenido lu^ar. Si la condensacihn se haGe^ cerca del su^elo, ^n^tonces se ]laman niPblas. I;,n Teali•da^d, no

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hap diferencia de constitución entre nubes y nieblas, sino cle situaciún. \ubes v niebla; EStIÍD Co11 = t11UÍdii9 por gotas ]í^uidas csf^^ricas ^• llenas, en contra ^de la anti^urr creE^ncia ^dé qu^e c^ran huecas, ^- ^por e5o Parecían flotar en ^el r^ire.

^Corno todo cuE^,^po ]^esado, cF^^er^ . pe^ro lentamenle, a cau^sa d^e la .re;i^stencir^ ^del aire. Esta res^islencia es miis fuerte para ^^zo^tas ^pequeña^ ^q•e para las ^rand^es. pues la suma do superficies cj^e aquéllas ^e^s rnayor que ^la clc una grande que tuviera e] misma p^eso. La peclueí`iez de las ^otit,as e^s, por trtnto, la eau^sa ^nue las maniiene casi inmóvi?^s én la atmósfera, .simulanda oue f'lotan lsts nubes. Pe^ro hav ot,ra ^causa ,de ésta aparente inmovi'lidaci. liernos ^dicbo qtte, por í'ina ^^ue sean las ^otitas, caen, aunqu-e con l^entitucl, y ac^^Lan por lle^^ar a las capas a^tanosféricas mrís ba,jas, mús calientes ^^, ^po^r tanto, se^ evtil^oran de nuevo. F:s decir, que la nube s^e ^deshace ^en la zona Uaja.

^Fero a merlida que asciende el vapor, l^ruoe:dente ^de ^esas gotitas, llega a capas má., frías ^de la atmósfera v se vue'v^e a er^ndensar; condensación faciÍitada atín rnás por la pre.Jencia d^e ,hotitas, va pasadas al ^esta^do líquido. Es decir, que 1a nulbie se reha^ce ^ezl la zona alta. Formas distinlas de ,n,ubes.-Existen r^n apariencia infinitas formas de nubes; pero a pesa^r cl^e e^sa ^ran varie^dad, se pue^den r^eferir

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a cuatro tipos ^princípale^, o sean Girrus, Cúmulus, Nimbus y St.ratus. Estas denominaciones universa^mente admitidas, no sólo corresponden a laa formas diferentes de las nubes, sino también a las alturas caracte^rísticas de cada clas^e de di^chas nubes. Nubes Cirrus.-Tienen el asp^ecto vaporoso de filamentos ligeros, como al8odón deshilachado. Son nubds blancas, de contarnos ind^ecisos, sin contrastes de ^s'omk^ra. ,$on los Cirrus las nubes m^ís eleva^das de la atmósf^era, y siendo d^e 8.000 a 40.000 meimos de áltura a^ue se hallan, no es ^le extraña•r estén constatuídas por a^ujas d^e hielo. Nubes Cúmulus.-`1'ienen el aspecto de ^cad•enas de montañas cubi^erta^s d^ nieve. ^Son Q^flancas, de contornos reclondeaclos, de formas vigorosas. Los marinos les ^dan el nom^bre de "balas de algodón", por la s^eme,janza con óstas. Están •a m^enos altura que los.^Ci^rrus. Nubes Nimbus.-Nuhes ascuras, muy sombrías, ll^ando en ocasiones a ser casi negras. Son de contoTnos^ indecisos, borrosos. Se presentan a menos altura. que^ 'las anteriores. Son nubes de lluvia; nreve o,granizo. Nubes ^4tratzrs.-Aparec^en sobre ^el horizonte en fa,jas alarga^das o^ba.ndas harizontale^s. Son ,rea^mente bandas de nieblas, elevadas sob^r^e el suelo. Se present.an, 9in embargo, también a grandes altura^s. Nubes Cirru-Strc^tus.-.-Hay formas intermedias entre estas cuatro clases d^e nubes. Así

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ocurr^e, por ejemplo, con las Girru•Stratus, de 8.000 a 9.000 metros de altura. 8uelen presentanse en las depresiones barométricas. Nrcbes Cirru-Cúmulus.-Estas son las que dan a1 cielo et aspecto dc "e7npedrado o aborregado" indicando también la proximidad de mal tiempo. Su aTtura ^de 6.000 a 7.000 met.ros. Nubes Crimulus-Nimbus.-.Son oscuras con fOrmas ^redondeada^s, que pueden estar de 1.400 hasta 5.O00 metros. Nieblas.-Ya hemos ^dic^ho que están constituídas ^or la condensación del vapor acuoso ^en ^as capas mó^s bajas rle ^la atmósfera, y^que sólo se diferencian de las nubes ipor ^su situa,ción. ^Se producen siempre qu^e una corriente^ ^de aire caliente y húm^edo encuenlra ot^ra corriente de a^re frío ^^ tamhir^n húmedo. 1'or e^sto se ofbs^ervam en é^l atardecer y en las p^rimeras ^horas de la mañana sohre el cauce de las río^s, en el for^ do de valles húmedos, so. bre 1agas, etc. Rocáo.-Está det.erminado por la condensación de?l vapor acuoso d^el aire, so'bre la superfici^e de los^ vegetales y de otros ^cu^erpo:^, durante la rioche, formand^o ^otas, que desaparecen ^ba,jo la influencia ^del ^sol. +I+s una conse^.cuencia del enfriamiento de los cuerpo^s por la irratliación, . ^Cuando el ^sol no se pre^sénta de pronto e^rtre nubes, y a^demés el ro^cío ha .sido abundante durante la noche, es beneficioso, puP's

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comp^ensa en parte la sequedad del suelo por excesíva evapora.ción. Escarcha:La e^scarcha resulta de la condensación del vapor acuoso del aire en la sup^erficie de los euerpas, como ocu,rre con el racío, pero ^cuan^do su temperatura es par ba'o d^e cero grados. ^e produ^ce en noches de invierno despejadas, en que 'la párdida de calar ^de la tierra o irradiaciones^ ^es, por lo ianto, bastante inbensa para que la temp^eratura del suelo llegue a bajo cero grados. Nieve.-El ^estado sólida a que puede pasar directamente por una muy baja tenlperatura, el vapor acuaso ^de la atmósfera se llama nieve, Esta cae^ en una forma más o menos•^esponjosa, ,y siempre con una gran blancusa. Cuando la condensación del vapor acuoso s^e hizo p^oco a poco, la nieve está formada por pequeños cristalcs que tiensn forma hexagonal, a s^ea d^ seis ladas. Las ^cristalitas se unen a otros, si^guiendo 'las ^leyeg d^e cristalización, formando ^estre^llas de muv capríchasas di^ujos. A1 ca^er esias pequeñísimas estrellas, si la temperatura ^stá prbxima a oexo grados, s^e fund^en ^en parte y se unen unas a otras, formando lo .que llamamas copos de niev^e. Acci6n de nubes, nieblas, rocíos y niev^es.La^s nubes y las nieblas actúan como una pantalla, y sus efectos son distintos, según actúen durante el día o la nache. En el prime,r casb, situadas ^entre la tierra y^el sol, interceptan

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los rayos caloríi'icos v luminosos, sierLdo perjudiciales sus efectas. En cambio, preseniándose durante ^a noche, se interponen entre la tie^rra y lo^ e,^pacias interplanetarios, los cuales esi,án a temp^eratttra muy baja, y dificultando la irradiación o enfriamiento del terreno, la acción es b^eneficiosa para los cultivos. Por esta razón, en invierno son convenientes las noches nubladas, evitando las^ "hcladas", par e^so dicen los labradare^s cuando ^se presenta así el ti^empo, que "está criador". 1t.as efecíos del ro^cío sobna^ las planta,s ,gon muy variados. En las épocas de sequía ,contribuye a sostene,r la vegetación por el aguá que proparciona. _ Conduce hasta las hojas los compuestos amoniacales del aire, y, en cambio, es ^pcrjudicial en las épacas de fecundación, fructificación; madurez y^conservación ^de los frutos, así como los gérmenes que de enfeTm^dades parasita.rias p u e d^e depositar solbme Qas plantas. ^Si despué^s de una nache d^e rocío ^se ^presents, un dia muy ^de^speja,do, las g^otas ,depositadas sobre las planta:s, haciendo el efecto de lentes, piued^en ^quemar las hojas y ^partes tiernas del ve{^etal. ^La a^eción ^ de las nieves, ,generalmente es beneficiosa. El agua que re^sulta de su lenta fusión va penetrando y humadeciendo profundamente el terreno. Entrando en éste poco

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a pt^eo, e^ apro^^echada toda 5u agua, ]o quc^ no o^curre en lluvias fu^erte^s o^ torrenciales. Actúa la nieve como una pa^italla, que s^.; opone a los efectos de la irradiacióu. Esponja y prepara el mullido d^.^l te:rreno. Facilita a los vegetales elem^entos químic;os que arrastra de la atmásfera. Y, finalmente, destruy e, crr algunas ca^sos, plantas e in^ectos perju^diciales. Las nieves otoñales y las d:e í'ines de invierno perjudican, ya cayeirdo sabre semilleros o sobre plantas delicadas. Mecánicarnente ocasionan perjuicios en 'las ramag de los úrbol^es, :por ^1 rom^pirniento ^d^e éstas a causa del peso ^ de la niev^e, y también cubriendo caminos o partes ^bajas del terreno, dificúltando acarreas de productos y hasta constituyendo peligro de a^ccident^es para hombres y animal^es. L^uvias.-A1 ,hab'lar de las nubes, ^-a expusimos que astán forma^das ^por pequeñas gotitas de agua. Si ésta se reún^en para formar otras más gru^esas, la re^si^stencia dcl aire es menor que para las pequeñas; por tanto; la caída es más rápida ^que la ^de las finas, y si es bastante ^rápida para Ilegar hasta el suelo, ant,ee^ de hab^erse ewaporado en la atmósfera, se producirá la lluvia. A^ctión de las dl2tvi.as.-La importancia de las lluvias es sa^bida, puesto que proporcionan agua a los terrenos en sustitución ^d^e^l Tiego. ^Su acción se nota hasta en la d^ensi^dad de

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la población.. A.sí se v© yue en Lspaña, ,el carnpo niú^ poLlado os .el de Galicia y la región Cantébrica, donde 5us frecuentes y abunoantos lluvras liacen posibl^ el cu^tivo en todas partes, y acleiiiás con los muchos manantial^es que originan 1'KCilitan la vida en todos los sitios. La densidad ^le población surge iambién por el riego, como ocurre, por ejemplo, en la huarta valcrnciana, ^pero en este caso e^l agua se obti^ene por el trabajó del .hombr+e. El agua de lluvia o de riego artificial ^preserva conflictos sociaies. Courparad, ademas de la densidad d^e población, la distribución de la riqueza agrícola .de Galicia, Cantabria y Valencia, con la de las dos Castillas, Exti^emadura y Andalucía, y os explicaréis^que en 1as primeras sean tan esca^os los conflictos agrícoia-sociales,. como 1'recuentes en las segundas. De la escasez de lluvias en la mayo,r parte de )'^ spaña, surge la ne^cesidad del mayor ap;rovechamienta d^e éstas, que realizará el Plan Nacional de O^bmas Hidráulicas y el Instituto de Colonización. Las lluvias son también b^eneficiosas, parqua contra la creencia general, que com^pa^a el agua de lluvia con el agua ^d^s^tilada por la condensación de que procede, el agua de lluvia no es químrcamente pura. L'.eva ácido sulfuroso, amoníaco ,y :sobre todo niúrógeno amoniacal, circunstancia esta última ímportant^e pa.ra la agricultura, pues, por término medio, en re•iones a'.bo lluviosas, lleva al

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auelo lQ llu^ia 20 kilos de nitrógeno por airo y heclárea, lo que equivale a un abonado d^ 140 kilos de nitrato. Ad^emás, la llueia limpiando las materias extrañas yue cubren las hojas, hace que éstas desemperien mejor sus funciones y devuelve a las órganas aéi+eo,s la permeabilidad y tonicidad perdídas por Ia sequía. En cambio son perjudíciales ^las lluvias cuando caen en terrenos que ya^stán ^a^turadas de humedad, entarpecíendo la alreación d^el suelo o asfixiando las semillas recién sembradas o dificultando la fecundación en las flores de planias o árboles. Si ^son torrenéiales las Iluvias, produt^en arrastres+, descaa^nando terrenos v disminuyeildo la capa iaborabl^e. Causas que pc•oducen las llut>ias.-Pu^ed^n ser: el enfriamiento de las nubes; las ^p.resiones qu^e sufran; las nueva^s porciones de vap.ar que ll^eguen a ellas, y, finalmente, la descarga eléctTi^ca. ^Por esta última causa, las gotitas cargadas de e'lectricidad del mismo nomhre se rep^elen; pero si se neutralizan por una cau^sa cual^qui^era, las gotitas s^e' ^neúnen para formar gota.s grandes. A^sí ^se ve que ^la lluvia se ^produce ^con violencia, después de una dascarga eléctrica entre dos nulb^es, o sea d^aspués d^e un relámpaga. Dzstrióuci6m, de las lluvias.-La^s llúvias ^se di^stribuyen segtín la situación ^de las país^es en e^'^Globo terráqu^eo, deoreciendo del ecuador ^haoia loa polos.

-58En lo^s trópicos llueve mucho má.^ qu^e en las zona^s templadas. Esto es consecuencia de lo fuertes que son en los tró^picos las corriente^s atmosféricas ascendentes, que tanto más vapor acuoso ^con^d^er^ san, cuanlo ntayor es la ltumedad en el ^suelo y mayor la altura a que ascienden. Así sucede, clue gran^des lluvias y i;ran calor dan lugar a^rápido y enorme desaTrollo de plantas, pudien^do presentar como ejemplo que la caña de aztícar en Santo Domingo llegue e, aleanzar ^cinco o más metros de aliura.

En las inrnediaciones de ^lo^s trópicbs hay das faja^s o zona de e^scasas Iluvias. La de^ nuestro ^h^emi5ferio, desde el océa.no Atlántico, se dirige al Este, cruza el Africa y penetra en Asia. La faja del hemisfcrio austral corre con tada regularidad y pasa por Africa y Australia. A1 Norte ^de ^esta zona, ^en ^1 h^emi^sferio +boneal y^a^l Sur en el ^a:ustral, se encu^entran las llamadas zonas de lluvia:s subt^ropi,cale^s. ^Compren^de la parte norte de Africa, sur de °España, Italiá d^al ,Sur y^Central, ^C,reeia. TuTquía, Palestina y^Persia. En toda esta zona llueve muy po^co ^en ei v^efrano. Más al Norte tadavía, apare^aen las^ regiones sin época determinada ^d^e lluvia, o^sean aquellas en que llueve durante todos los mesc^s ^del año, por la frecu^encia ^d^e^ los vientos ^htímedos d^el ocáano :Atlántico, co,mo, poT ejemplo, las Islas británicas y Noruega.

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La altitud y a]tura influ^-^a también en la di =tribución dP las lluvias: Supon^amos ^ue una masa de aire, ^en que la ^conden^ción nu se ha producido todavía. e ^npuja^da por el viento, se ve forzada a subir ^por 9as vertie.iltes de una inontaña. A1 elevars^ esta masa de aire, se Qnfría, y el vapor :5e cand^ensará tanto más cuanto más .alla ^sea la montaña, pue^s las capas de aire son mí^^ frías.

Tamhién influyen en !a di^st^rihución ^d^e^ !as lluvi^s circunstancias locales, como la proximi•dad ^del mar, dirE*cción de vientos dominantes. ^situación ^le cordille.ras, ete. ^ Si^endo di^s^tinto el calor re^cibido en un mismo punto ^de lla tierra, debido esto a las estacione^, y^iendo aquó! el ^nue ha d^e influir en la ^produc^cicín de vapor acuoso v en su condensación. {:laro está que 1as lluvias varígn por esta razón, s^e{,>tín 1as estacionzs. Cc^nti.^aiz^ ^le ^^gua r,aída por dirz.-Nos inte^resa mucho ^este data, porr{ue ^así -salh^emos de cuánta disponemas al año v ademá^ gu distribución, se^ún las estaciones. Esta cantidad de Iluvia estará ^ropre^sentada par ^ei ^espesor de la ca^pa d^e a^ua que habría sobre el suelo, si é^s^te fuese impermea^bl^e y esthviese cerrado ^en toda ^la extens^ión consid^erada. ^Como ^e^sto no hay posibili^dad d^e hacerlo, se re^curre ,a unos aparato^s ^llamados pluviómetros. Can.tidarl d.e a^ua consumíd.a por la•s a'ifere^ite• ^lanfa,c cultivnd^ts.-Es muv distinta, pu^es mientras la esgarceta, se prod^uce bien

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en ten^renos tan seco^s como las caliza:^ de Extre ^ uadura, las ^ramíneas de prado necesiian 3.000 metros ^ crí^l^icos d^e t'+^ua al ai^o, sierrdo lo ^eneral que en Galicia reciban niás de 7.000. Mientras qu^e la e^bada no suele reñarse en la veba de Granada, el arroz se cr.iltiva en el a;ua, y en 1as zonas bajas de ^'al^encia hasta se sieqa con ella. Régime^i de Cluvirrs,-En cuanto a esto, nu^estra patria ^se pueri^e ^lividir en dos partes: Ia F.spafia lluviosa ^• 'la España seca. La primera está co ^ rstitiiída por part^e del norte de ^León, Oreus^e, Pnntevedra, Lu^ho, La rCoru= ña. Ast • ria.s, Santandcr ^- las provincias vaycas. La sepunda, por las restent^s provincia:s, tan ^se'cas ^en su maror pa.rte, que las lluvias quedan casi si^empré por ha,jo de los ;"i00 milímetros, con al^una exeepción, y aun de los 300. ^ Eata diferencia se refléja ^so'b^re todo en la a^ricu'tura ^r en 1a densida.d de^ po171ación, .que tanto ^se r^elaciona con el a^ua para el riego. La tiil^ia corriente marina del Gtilf-stmam procedente ^ del S0. v el vi^e^nto coerespondiente, Illlllled0 v temp7ado, son caus^ del ^régimen de pr^ec'i^itar.ione^ de la España lluviosa:

En cuanto el viento de^l ,S. o del ^SO., adqui^ere a^^i^na intensidad, al trapezar ,con las. montañas portu^uesas de Sierra de la Estrella, y las comp'icadas ^de la re^ión ^alle^a produce ya abundantes ]luvi^.s, Todaa las de.

prpsionns que caen sobre Europa, aun ]as que se presentan por los mares de Irlanda, actúan sobre esa zona, intensificando la fuerza de loá vientos del tercer y cuarto cuadrante, qúe son los lluviosos. Detalle significativo es el traje impermeable que los marineros de ^Galicia llaman "sudoeste", y^qu^e sQ lo ponen cuando asoma aquel viento. Unicam^nte las dep resiones que se ^presentan en Es^paña por latitude^s más bajas qu^e Lisboa, causan vient4s seeos. y esto ^en pocos casas. EI resultado de todo esto es una ^lluvia de 4.000 milímetros, y much.as ocasiones de más altura. , En cuanto a la España seca, as muy dif^ sente c1 régimcn d^e lluvias. De^s^pué^s de ^haber pasado ^las montañas portuguesas y gallegas, los vie'nt.os del S0. y del 0., al entrar cn Ledn, han transfarmado y, a en lluvia Lá mayor parte de la humedad, y r^esultan vientos dascyendent,es, se^os, 'que na praduoen lluvias. En la España ^seca, en ^en^e+ral, se ,producen lluvias, por las dspresiones que se ^ pre5entan en .la IPenímsul^a por baja del paral^elo de Lisboa o las que bajan al ^Mcditerráneo por la Eurapa occidental, o las que s^e ari^,inan ^en dl zrorte de Africa. A esta ^España s^eca se la llama árida por algunas geógrafas. Las barra^soas que ^siguen la trayectoTia número 4 actúan ^sobre e!1 N0. y N. de España, y eausan vi^entos del S0. y 0., que son Ilos de lluvia^s en esa región. Estas borsascas no ^aue-

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len llegar al centro de Espaíia, y aun menos a Levante y Me^diodía. Las borrascas que 5igu^en la trayectoria número 2 son nulas en verano, ,raras ^en primavera ^ otoño y poco frcacucntadas en invier. no. Actúan más intenst^mente, aunque por menos tiempo, en el norfe de España y aun en Cast.illa, durante s^u paso por el ^Cantábrico; pero cuando despuós de ^pasar '^rancia entra en t^l Mediterráneo, tmastarna el tiempo en la cosia nuestra de Levante, pero no ^dándonos lluvia, ^sino vientos fríos del primer cua,drante. La tra,yectoria número 3 produce ^en ^Cantabria y+Galicia vientos de!1 O. y NO., con lluvias poco co^pio^sas. A1 ]le^ar al Mediter+ráneo, poT ^Cataluña ^ Lev,ante, vientos te^rrales. Es . propia de otono y .primavera. La ^borra^sca de la tray ectoria número 4, si sle forma en co.sta española o próxima a^ésta. puede o.riginar lluvias en Cataluña y vientos de^] ^S. templadas, ^p^ro no lluvio^^sos. en Levante.

^Las Ibprra^scas d^e 9a tra,ye^etoria niimero 5 son de lluvias proba!bles e'n la re^ión 1$vantina, cuando en ^el centro de Es^paña actúa el anticiclón, pues ést^e, por l.a resitencia que ^presentá a s^er p^enetrado, ^uía a 1a borra,sca se^gún la costa ariental y m^e,ridional, lloviendo sbbme éstas con abundarlcia. Esta traye,ctori,a +es de bar^rascas propias de otoño y primav^era, cu^Vo oriqen ^es el ^Golfo de ^Gádiz o o9rca .d^e Lisbpa, Protiu^Ce abund^an-

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te^s lluvias en Andalucía. l:xtretna^dura ^^ ^Cast,illa ^• en el norte de Africa, ori^inaclas^en ]ats do5 regiones ^ ^or ^^iento^ del Sudoesle.

i.a t^ravecturia número 6 ocasiona Iluvias también uen ot.oiio y prirnav^era, ^en todo el

`•stai de inJluenc{6 atld^nt4oa. 8ubmeaeta aeptentrronai. 44.8 - lb,l ^ llwlamnnoa .............. IA,S

^82_ Temperarura®

r xtrzmae Obaervalorfos

VaUadolid ............... ( quinquePalencla nlo) ...................... Avila ....................... Segovia ................... L,g Víd ( Burgo.9)...... Saris .... ................... León . ....................... Burgoa ................... .

Lluvías

Meala aauai

Máxtma

Mf,^lma

Affo

aradoa

Oradoe

oradoe

Mlllutnr

11,8

, 43,0

- 21,0

308

10,0 10,0 11,5 11,2 I0,2 10,2 10,1

88,0 37,8 40,3 45,2 t^,2 38,8 39,6

- 13,0 - 17,5 - 18,U - 21,4 - 20,2 - 1r,U - 21,U

3T7 340 548 348 588 352 b0u

Clf^iia subtrogfcal de +nfluencia mediterrát7ea. Zona sudoriantal. Almeria. (quinqu e nio) ... ................... Cartagena ............... Allcante .................. Murcis .................... Totana (quinquenio) (3raaada -.•..••...........

18,3 17,0 17,8 17,8 17,1 15,2

38,0 39,8 45,0 47,8 38,6 33,8

'-

8,0 1,2 tl,2 b,5 U,8 6,0

214 339 440 357 305 463

Gl{ma Rubtrop4cal de 4nJluencia mediferránea. Zona oriental. Valene[a .................. Caatellón (quinquenio) ...................... Tortosa (idem} ....... Tarragona ...... ......... Barcelona ......:........ Mataró (qulnquenio) .

^

16,9

43,0

- a,0

472

18,6 iB,2 15,8 ^15,9 16,5

39,3 3d,0 34,5 37,4 31,1

-

375 616 530 527 b35

2,0 2,8 4,0 9,6 3,0

-- 63 --Tem^¢raturas

Obser^atories

M¢dia anual

Cxtremas

Lluvfaa

- -- Máxima Nt(qlma

A6o

Grados

Grados

Palma de Mallorca. ?^ahón (quinquenio).

17,7 18,5

38,5 35,7

--- 3,2 - 0,6

935 633

Igualada ( idem) ..... Reus ( ídem) ........... Ríudabella ( idem).... Sabadell ( idem) ...... Montaeri'at (ídem^... áan Juíi$n de Vila-

13,T

40,4

- 13,1

553

16,5 12,8 14,6

36,0 37,4 37,8

- 4,0 - !,B - 5,2

523 53T 614

ll,l

34,6

- 6,8

80T

11,2 14,5 14,9

35,3 39,6 37,8

- 16,3 - 10,0 - 6,4

833 849 887

torta (ídem) ......... Gerona ( ídem) ........ Figueras (idem) .....

Grados

^III^rtnE

Clinaa temp7ddo co»t{nental de tinJluencia mediterrámea. Deprosián navarro-aragonesa. ?.érida

.....................

Zaragoza ................. Hue.sca .................... Logrofio ................... T e c'u e 1 .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pamplona ................ Jaca ........................

14,3 1.,1 12,9 12,6

l0,8 45,0 40,5 38,4

- 8,9 - 16,6 - 15,^ - 16,0

351 286 552 36T

11,3

40,0

- 20,4

388

12,1 12,1

33,0 35,4,

- 16,5 - lb,ti

706 73l

Clima I«apano tinsular de tinjluencid desértica. Archipi^iago canarfo. La Laguna ^(Tenerífe), quinquenlo).... Las Palmas (Gran Canaria), ídem ..... Santa Cruz de Tenerife .......................

13,3

40,1

2,6

451 ^

19,8 19,3

35,6

10,8

417 157

0 ^ L

C W

Y Y P ^

O w d G W

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M ^ O^

^ P 7 +r

u 0 d ^ D u G

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l^^S GR.ANDES SE^UTAS llesde 4942 al actual aí`io de 194^5, ínclusive, España está sufriendo prolongadas sequías con sus gravísirnos perjuicios, no sólo en 1a Fraducción agrícola, sino ta.mbíén en la fuerza motriz d^e todas 'las indu^tria^s que^ depen. den de ,saltos de agua. -Se ^cree que esto es exoe^pcional, pero ^hay que citar otras ^randas seyuías en toda o paTte de España, dusante e^ste siglo, en los años 1907, 19^23, 193E3 y 99^4, en el ^primer trim^estre. Lo sensible en 1a actual sequía e^ la abrumadora per =i^tencía ^desde 4943, inclusiv^, hasta la 1'e,cha. ^Pero, ademtís de pet^sistente, .ha sido tan genera^l, ^ue ^en 1^J4^ fué padecida ^en la r^ gión lluviosa de Ssniand^er, donde, ante 1a falta ds pastos, ha llegado algún agricultar a ^+ecurrir, para mejorar la aaimentacrón de^l ganado vacuno, al original medio de volver a dar a la vrica la leche g ue le ordeñó. En 1944^ no llovió absolutament^e en los dos primoros mes^s. No llovió ní en 1a clá^sica "^Gandela:ria". En cuanto a causas ^de ^sta ^enorme y persistente ^sequía, sólo podemos `deoir c^ue, duranGe ese prolan;gado p^ríodo, ha nabido una casi total fa.lta de masas de aire tropical^es, tibias y húmeda9 procedentes de4 Atlántico. Sin esfe aire húm^do del mar no podía haher llilvla.8. ^,Por qué ocurria Psto? Fatt.e.ndo ^

5

_-e6la inCurcuación axtran jara, d^atrido a la ^uf^rra, no podemos fundamt^ntarlo en causas ^ errestres. Debemas recurrir a to que la ciencia astronómíca nos ^x^ uestra por m^edio d^e su estadística d^e manchas solares, o sea qu^e e^stamos actualmente bajo un mínima de actividad sola^r. I?esde diciembr,e de 49^3 (preci^samente ^cuando comenr.ó Ia sequía), el sol no presentó ninguna manchat salva el día 20, coincídienda con .la poquis^ma lluvia que cav6 en el noTte de F^spaña. EI sol ^está inactivo, pero la relacíón de la actividad de^ él con la de la tierra ^es tan paco conocida como ^con^plicada, y sólo se ^puede hoy p^resentar la ^ coincidencia expuesta. Electricidad^Las tempést^ade^s ^que ^se manifiestan por relámpagos v truenos, nos detnuestran que en la atmósfcra se p^roducen fenómenas eléetricos. ,La ele,ctricidad d^el aire es casi siempre pasitiva con tieln,po ^eco. La ^superficie de 1a tierra se manifie^sta como si estuviese c.a.rgad9a de electricidad ne^gativa, ^La tensión el^etrica del ai,ne aumenta con la niebla. la lluvia, la nieve^, y especialmenie cot^ la^s tormentas y granizadas, cambianda ^íe signo en muohos de estas ^casos, o sea ^haciéndase negativa. Graniao.-El granizo esfá constituído par `sozos ^ie ^híelo opaeo, red^andeado^a, de vo^utnen varia^)^^e, del tamaño ^medio de un gui-

sxntr^, ht^rn st+ ^iatl ^e tx^an quilo. La proporción de los daños en la v^e,getación depcñde del tamaño

SIGNOS -^--Da mae do 500 wiliwatros ""Da 500......, mil^mstro• •-" De menos Ea 500 wilimstror

Plu^^ic>si;iaa ncarmzd ^ic ^a penínsu{a ibéri^a.

de las granos, de la duración de ],a granizada v^de la violencia de la caída. Si ^1 ^granizo cae al comienzo del arecimiento de las plantas herbéce^as, ésta5 pueden s^eguir su desarrollo, rebrotando y aun d.a.r una casecha regular; pero ll^ega a perderse ^par comFleto la cosecha si la granizada cas adelantada la ^•^egetación. Esto n^urre también con las c9reales. En cf+^abio, son peores loQ efe^ctas del granizo al Fi i^icipiar el desarrollo qu^e al t^erminar, en

e^^mafz, ie: l,slui,aa^, Irce reni^^:achny ^- IH:w r.aría.horias. En cualquier momento del desarrollo son m^ ^y perjudiciatp: las granizadas en $1 tabaco. e: lino y al cañamo. La vid el olivo y las fr^stales ^sient?n n^ucho 1a acciu^n del granizo, que Tompe los brotes jávenéa o hiere y magulia ^lo^ frutos. Medios propueslos ^ra ^evitar el graniso.Los medio^ que _ se han .p.rapuesto pars, evitar el granizo son los siguier^tes: los llamadas cañones granífugo^s, a sean marteretes espeeiale!s provistas de un ^ran ^embudo; colocados verticaimente, ^ que ^s^e dis^paran con pólvara sola, al aproximarse las^ nWb^es ,caracberí^tica^s del granizo. Estos cañone^ se colocan a 500 ó 800 metros unos de otro^s ^en los campas, y danzan ^a ,gsan ^ltura lo,s gases ^proae.de^ntes de Ia inflamación de una fuerte carga de pólvora. ^ambién .se emplea ^en vez de la pólvora una mezcla de aire y aoetileno, aplicando las ^p rapie^d^ad^es e^xplo^ivas de ^este última, ^para 'Io que se construyen cañones adecuados. Estos forman tarbellinas ga^seo^sas, que son lanzadas ^hasta 4^00 ó 500 m^etros de altura. Hoy está completamente abandonado este pro^oadimiento, ^par^que lo^s :resultados que se oonseguían eran muy in •iertos. ^A,lgo me^ o^r es et e^m^p^leo de los cohetes ,granífugas, ^ue se lanzan hasta la^s nubes, en cuyo lnterior e^tallan y loq gtises de las explasionas detsrminan una agit,ación de las capasl inferiat+es,

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q ue :pueden hacer que t^stas se resuelvan en lluvia antes de ser alcanzadas por las bolas de hielo ya farmadas. Mi^mtras caue cun el caíión sa produee la

b c

Cuhete granifugu.

detonación muy cerca d^el suelo, y al rep^arcutir en las altura^s, ha perdido, asce^ndiendo, mucha intensidad, con lae cahetes granífu$os lle^a hasta la$ nubes el ,p^roy^ectil, y la etxplo+

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sióu ^ae pro^iuce en la misma nia^sa de la nube del granízo, y los efectos son má^ seguros que con los cafiones. Se con^pone pl cohei^e granífugo dA dos }^art^.*s: una niág larga e infeTior, para el movimiento ascendente (B). y otra superior (^A), }^ara la exp}osión. Enciende el operador ^la mecha colocada en el extremo inferiar (ccj, la cual comunica con el depósito de pólvora ( 6). Al. quemarse éste ^poco a poco, origina ga^s^es que esca^pan por un$. abertura (c). A} salir los ga^es, dsterminan el empu je que hace^ subir al eohete. Segiín la altiira mayor o menar a que ha de }legar ^1 cohete, así será mayor o menar la ^ cantidad da pólvara. ^uando el cahete ^según está 1}ega a da a'tura que ^e quiere, o sea al ir a terminarse la pólvora, e1 fuego ae comunica por snedio de una mecha ( d), que hay ^en la corona superior, a la c^ímars. de explosión (e). Hay cahetes ^ranífu^os que ]levan explosivo^s mds enérgieos; llegando a alturas ^entre 600 y 4.2f10 metros. ^Para in^ tala^r los col^etes granífugos se . plantan estaca^s de 4,50 metros de^ altura, verticalmente ll^evan ^dos anillos^ horizontales, uno ^en la parte superior, v otro 50 centíme^ tro^s más bajo, que sirven para recibir la varilla del catietp y para guiarle en la ^salida. Ha,y ^ ue conta,r con vn escu^do ^pratector, can^stifufdo por dos ta;b.las d^e mad^ra, unida^ en dngulo recto, y que tengan 1;80 m^etros de-

altura, sirvieri^lo para deí'ender al que dispara. Las personas ^ue manejen los cohetes granífugos han de ser prácticas en ^escc^ger el momento apartuno de lanzarlos, y esto exige una atenta v constante vigilancra en la época propia de las granizadas. Además, para ^ ómpl^eio éxito, l,a organización ha de eontar con gran número de ^estaciones granífugas que ocupen toda la extensión que s^e trat.e d^e sa^var del peligro. A p^esar de haberse ^ernpl^eado en Qataluña ^- La Rioja estos procedimie^ntos, se lucha con tantas dificultades, que hoy están aJban! donados. Es más práctico por ahora recu^rrir a lo < seguros de cosechas, procedimiento para aliviar al agricultor de est.e gran daño. Aunque el pe^drisco e^s una calami^lad casi normal ^en álgunas regiones, es un riesgo a-^^• gurabl^e, :porque tiene las dos condiciones es^encia^les pa^r.a e91o: det,erminación clara del siniestro y posible m^edida de ^sus daños. En mayo de 4935, decía el Sr. Ara•ón Monte,jo, Director gerente^ de ^la ^Ca,ja de ^Seguros Mutuas contra el pPdrisco ^en la A^sociación de A^gricultores de E^paña, Io que sigue: "Algunas . So^ci^e^dades sseguradoras, han co. ulenzado a traba,jar ia rama del pedrisco, y merced a todo esto, ^Pl volum^en tota:l de las casechas asaguTada.s alcanza ya una cifra mu,y respetable. aunque siempre resulta peque"na, comparada con cl volumen total de las

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cus^echas que están sujetas al riesgo. La Cajd Mulual de Agricultores, por sí sola, as^eguró el año pasado mQs de 36 millones. ^El seRuro de caseahas contra el pedriscro ofre^ce dificultades y^peligro^s en su reáliza• ción, que sólo pu^eden hoy sa^v+^^^^se mediante ^,na cuidadosa seleceihn de riesgos ^que ^rechace aquellog mayores o]o^s sbmeta a fuert^s primas, y a la formación de cupos bien repartidós, cuando se trate de Qompañía^s ase.gura^dores. Y merced a ciertas aportaciones o ayudas del Estado que ^robustezcan los fondos y 2os pongan en condiciones de ^pa^ar los ^siniestros en años aciagos, cuando s^e trate de^ mutua'lidades ^nue no ^pu^eden el^egir ^riesgos y que han de óubrir ha^sta los mtís in• deseables. De t.ados modos, el Esta^do encnntrará economía siempre, ya que el segura le permite' ^prescindir de aquella^s partidas de "Ca'lamidad^es pública.s" qu^e se ^dedicaban prefenentemente a remediar las ruina^ ^producidas por el pe.d.risco, ^en cos^chas de' electores adictas al pa^rtido político qu^e golbiernaba. . Las estadísticas de orden general constituy^en una orientación para los seguros, orientación muy apreciáble para a'lgunas d^ ^ellos v ds muy escaso valor técnico para otros, cual o^curre con e'1 ped^ris^co. La estadística. que ve^rdaderamente vale e.s la que destila el prapio ^se+guro, la que se desprende de él, porque gs 7a que apreoia los ^rieagos en sus con-

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becuencias económicas y dentro de su zona a4etrurada. Lna estadístíca meteorológica podrá decirnos cuál es la f,recueneia e intensidad del ^pedri^sca ^en un lugar determinado. Si relacionamos con esa astadística otra de orden ,agronómico (,y ya es complicar 1as cosas), podremos, por el estado de crscimiento que corre!sponda a las cosechas en ]os días ^qu^e se produ,j^eron los^ p^edriscos, deducir si ^la gravedad de los daños pudo ser mayor o mQnor. ^Pera todo esto es muy poco. muy ind^eterminado, sobne todo teniendo en cuenta que las nubes d,e piedra co^en zonas de eseasa anc.hurá, ^con lo cual fincas mu^ cercanas resultan . con daños ta.n diferente^, como 7a destrucción total de la case^cha y la no p^ercepción de lrer.juicios. La, .solución no es^ otra Rue plantear el s^ee^uro de un modo muy empírico e i,rle perfeccionando v acap'lando a m^edida ^nue él nas ofrece al^úna hase esta= dística dé apreciable cerúeza." T^erminaremos lo que se refiere al perdri^sco, diciendo que^ si éste fué .muy fuerte, habTá qu^e modificar la poda. Debe quitarse en ^eneral de la aepa que haya sufrida el p^edrisco todo :10 ^d^struído par ést^e, favorecienda e4 dcsarrollo de las varas o ramos^ ^por deba,jo de lo destrufdo. Vientos:--.Los vi^entos son producidas por el movimiento de trasl^ación del ai^e, a cau^sa d^e las diferentes temperat^iras a que están

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^ome^tidos los distintos puntos del Cilobo terrestre. El aire se tras?ada de la^s zonas de más pr^'sión barométrica a las de presión má^s ba^a, en dirección aproximadamente paralela a la superfi^cie te;rre^tre, y aunque se producen en la atmó^sfera corrientes ascendentes y desoendentes, por ser é:^tas débiles en ^eneral y de difícil ab^ervación, sólo se consrdera como vi^ento el que se mueve en dirección a^proximadament^e harizontal. Nombres ct.c los rientos.-,Los vientas se d^ecignan con ^l nombre que tiene el punto del ^harizonte de donde parece c^ue vien^en. En tier.i•a se us1^n 4E3 nombres, se^un otras t^antas direccione?. Así, vient.o Sur es el que sopla del polo Sur 'hacia el polo Norte. Viento h^ste, el ^que mar^cha de Oriente hacia ^Occid^ente. Las cuatro vientas ,principales son, pv^s; Norte, Sur, Est,e v Oeste. l^os laterales son Nordeste, Sude+ste, Sudoeste y Noraeste, o sean `los ini^ermedio., entre los cuatro principales. Los co'!ate.rales son Narnord^este, E^snnrde^ste, Esudaste, SursudQSte, Sur^^udoeste, OE^ssudoeste, Uesnoroeste y Nornoroeste. j'aria^ción de la direccidn de los vi,entos.Según lag ^estaciones, varía la dirección pTedominante d^e las vientos. E^stos ^se ^roducen por el desigual caldeamiento de la trarra y el mar, s^ún sea ve^rano o invi^erno. Burants el primero, la tierra se calienta más que el ma^r, y 1as capas de aire más densas

en c,uutactu coii el mar ^ dirigen hacia tierra. Así vemos, por ejemplo, en La Coruña, que en verano pc^edominan los víentos Norte. Naroeste v Noc^de^ste. En invi^erno conserva el mar una temp^era-. tura relativamente elevada, mi^entras ^que la tierra se enfría notahlemente `• ^se produc^e el f^enómeno ^can6rario, dirigiéndós^e el aire denso de la tie,rra hacia el niar. Así obs^ervama,, en ^el citado pucito de La, Coruña, la frecuencia en invierno d^e^ los vientos ^Sudae^ste, Sur v Sudest^. Seg^ín la^ huras dei día, también varía la dirección de los vientos. En las costas, en las priuieras horas.d^e ia mañana, hay^ calma en tierra. P^ero a medida que va ase^endie^ndo ^el sol, se va calentando la ti^erra, se forman corrienúes as,cendentes, que al ll^egar a gran altura, ^se extienden, ^^ pasando : sobre las ca^pas inferiores, o s^ea en contacto con el mar .haoen que ósi.as s^e diri,jan hacia tierra. Así obse^rvatno^s ^en !as cast^t: 1a brisa que viene del mar, a las dos o las tres de la t,arde en ^el verano. Es^e vicnto penetra muchos kiIdm^etros tierra ad^enti•o. S^e le llama generalmente "marea". ^ Durante I,a, noch^e, por irradiación de la tierra, ha perdido mucha parbe del calor que a^bsorbió durante el -día. El aire. en contactu de ^ella, es mós denso qu© el mar y se dirige de la tierra ha^cis el mar, constii,u;^endo el viento llamado "terra"', que nn lle^ga a^epaMarse muctlo d^e la costa,

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En el inLerior de las nrontairas ocurre que duTante el día el aire en tiernpo normal se dirige desda el valle o llanura hacia las montañas, suaediendo que durante la noohe^ va . de éstas a las valleg. Atedios^ de observar la dirección de los vientos^La dirección de los vientos se^ puede cono^cer ^por medio de las ^neletas o anemoscopins: Puede servir de veleta en un momento dcsterminado cualquier objeio ligero, ^suspendido lilbp•emente en el aire; por ejemplo, una cinta. La dire^ccián de una calumna de humo ^ambién nos puede guiar. Para las sitas zonas de la atmósfeTa puede servirnos la maroha de las • nubes. ,Actualmente ^se emple^an con ese abjeto los eometas y los globos s^ondas. ^Con frecuencia es distinta ]a dirección del ^-iento en las capas inferio^re^ de ^la atmósfera y en las ^superiores. Eso d^epende de Ra di^stribucián en dirección vertical de la temperatura, ^la presión barométri^aa y e4 vapor de agua. Medios de d^eterminar la velociáad d^l vic^^+to.-iSe conoae la velacidad, por medio de los apasatos llamadas anemómetros. Ejectos^ del vi^^zto soóre la veqetación.)^.stas efectos ^son muv variabl^es. Los vientos mod^eradas son útiles, ponque renuevan el aire ^que Todea a las plantas, fortifican sus fibras y favai•ecen en desarrollo de las raíces. También estos vientos ayudan a 9a feounda-

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t+i^in, wvhrt^ tu^ltt en lus vagetalt^ que lient•n ^us ^sexos separadas. A las p!antas textiles les perjudioa, por hacer ásperas sus fibTas. Los vientos fuertes, ^muy fu^erte^s o huracan^ados, son siempre perjudl:ciales, por acelerar la desecacidn dp los su^elas, por depositar sobre las ^plantas detritus mineral^es que perjudican :su funcionamiento, por arrancar ;hojas y flores: romper ramas o descuajam ár^t>fo'les. IPor s^ humedad, aun siendo suaves, pued^en determinar la aparición de enf^ermedades producidas ^por hongos pequeñísimos. Por su alta temperatura, pueden originar la de5eaaeión de hojas y^brotes. Uno de lo^s efectas d^e1 viento que más daño rep^rese^nta en algunas regiones, como Galicia, es el vuelco y encamado de los trigos. En ^el atoño de 4fl08 .hemos sembrado diez variedades aconsejadas por Vilmorin contra e^ste accidente y conti^rua $ e1Las; el t:rigo del país, propenso al encamado. El resultado fué ^el sigui^ente : Varledadea

Bstado d¢ le planta ¢n )unlo

Tr1go ro^o de oto8o barbsdo ......... $e v o 1 c 6 tlgeramente q volvld a levantare0.

Idem ía. involcsble de Burdeoe....... No ae vulcd ne.da. [dem id. de Eecucla ..... ................. Idem !d. Idem !d. de Srfe ........... ...:.^............ Tdem 1d: `

Veiirdadva

Trigp ro^o de E•t.-Laud ... .................. Idem ^ria de St.-Laud .. .................. Idem azul o Noé ........... .....y........... [dem híbrído del buen colpno .......-. Idem Id. del Teeoro ............ ............. Idem fd, de Champlan ...... .. .......... Idem del pate ...... ........... ................

t:eledo dr I• plania en ^ unlp

Idem id. Idem íd. Idem io. ^ Idem id. Idem fd. Idem 1d. 3e volcó y aontinuó saf.

La^s fuertes lluvias de la p^rimera quinoena de junio de aquel año ^sometieron a buena p^rueba dicha cualidad contra el encama,do. V^emas que la única. variedad que se volcó, y se mantuvo caída en ,gran parte, es.^la del país. Ahor$ bien; ^cutíles son las causas que pu^eden determinar el ^encamado? La falta de sílice en el suelo, como exporien algunos, no puede ser, pues, precisamente en esta pa^rte de la región galle,ga; a,bundan lo^s terrenas silíaeos, como el que nos si^rve de base a]a experiencia. Quedan, por tanto, como cáus+as: 4:° 1.a condición peculiar. 2.0 ^EI exce.,o de nitrógeno en los abonos. 3°. La mucha hum^edad del suelo. ^ ° ^T^o ^espeso de la^s ^si^embras. 5° La $cción de plantas extraña^s, que. como la srveja vellasa, retienen volcadas las mieses. Veamos cbmo pademas defendernos de estas cRUSas de accidente:

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La primera, u sea la cuali^ia^1 pecuiiar de la variedad del país, pronto podía elimín^rse, adoptando una ^le las resi^stentes. Pero, te. niendo presente la gran producción de trigo del país, ^debemos esiudiar si las res^tantes causas del vuel^co la:^ podemos ^anular, manteni^endo el trigo del país, dada su buena producción. ^La ^se,gunda causa la podemo^s combatir con el emp.^eo de abonoG químicos fosfatados y re^tringiendo el uso de estiércoles. ^, tercera, empl^eando la labor asurcada

propia del país, o sea con mesetas separadas por ^110AdoS $UPCO5 llanladOS "regos", que sanean el terreno. La cuarta, echando m^enos ^cantidad de^ a^ milla en la siem^bra. La quinta, con la práctica de mayor número de escardas. Y con todos es^tas medias preventivos la sexta cauGa,, ^la aceión de lluvias y vientos, ^qu^e ya no ^está :en nuestras manas hacer desaparecer, t,er^drá mucha m^enas influencia. Pero si aun con todas estas medidas preventiva^s, no obtenemos ^resvltado favorable, sustitui.r ^en toda o en parte la variedad del país (mezclándola) con la va^riedad ^que más producto nos dé, entre las ^similares, re^sisiente al encamado ^que hemos m^encionado.

AC;+1tI^CUL'CURA SEGUN C«LIMAb CLIMA CANTABRO•ASTUR-OAI.AICO

La agricultura consecuencia de este clima, ^se caracteriz$ par el predominio de la producción pratense. El cultlvo de cereales cul^ mina en el del maíz, dando lugar a una producción mayoT que en todos los demá^s climas de España. El centeno se oultiva más que el trigo. Entre los árbole^ frutales d^e.5taca el manzano, destinado especialmente a la producción de ^sidra. En cultivos hortfeolas, la pat$ta y el nabo. En ganadería, predomina el vacuno con g^randísi.ma importancia. CLIMA BETICO-LUBITANO

Da s^u ^sello a esta región la vid, cuyo producto, deade el vino de Oporto a log de Jerez y Mdlaga, son ds fama mundial. También se cultiva et olivo, sobre todo en el Sur. En Cádiz y Málaga, plantas tropica;le^, como la ,^atata, el na^ran^o, el plátano, la ^banana, el ehirilnoyo y, en la última provincia, la caña de azúcar. CLIMA B1^1'ICO

E1 oIiva en primer lugar, y el trigo, cebada y la vid son los m^.s extendidos, sl^endo grande la superfici^ destinada a paslos, base de su ganader(a, entre. la que fiízura l^r.nri-

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l^almente la ovina $iguiendo la poroina y la bovina, en cuya última apanece el ganado da lidia, tan dis^tinto del manso de Galicia y Asturias, Santander y Vasconga^da^s, como distintas son los dos climas. CLIMA TEMPLADO QONTINENTAL DE IYFLUENCIA ATLANTICA (BUBMESETA MERIDIONAL^

Varía bastante la agricu^ltura dentro de este clima, sí bie.n los eereales de invierno constituyen el más ext^enso cultivo. Sigue la vid, con la nota típi,ca de l.os buenos vlnos de Valdepeñas. Se cultiva algo e^l olivo, dando buenas a^ceites Mora (Tol^edo). Son característioas las de^h^esas, base del gar nado ovino y porcíno. Decrece el ganado raayor, con re5pacto a Andalucía. EI ganado mular es e] de labor en toda la mPSeta. CLIMA TEMPLADO CONTINENTAL DE INFLUENCIA ATLANTICA ^BUBDíEBETA BEPTENTRIO^IAL^

I.a viñ^a s^e cultiva en ^me.nor superficie que en la otra submeseta. El olivo está reducidísXmo en ^su ^representación. ^El cultivo del trigo es el más extendido. Entrs las lsguminosas dsstacan, por su oalidad, l^os garban^as, lentejas y judias. En gan^aderia, adquier^e im p ortancia e^ vaouno y contin^a el ganada lanar, can más signlficación y con la caraeterística trashu^

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mancía, que lo lleva en los ínvi^rnos n,Extreaaa^dura v{:astilla ia Nue^a, deade León y^Gastilla lá Vieja, volviendo en ]crs veranos, desde la submeseta merídional a la suitimeseta sepientrional. CLIM,^ BUBTROPICAL DE INFLUENCIA MEDITFRRAI'Q$A ^ZONA BUDORIENTAL^

Caractarízado poT su sequedad el terreno, existen, sin embargo, muohas zonas reg^a^'es, debidas al traba"o. En e.sas vegaa se presentan el naranjo, ^a higuera y hasta la palma datilera y la caña de azúcar, como ocurre en Motri^l, Almuñécar y Salobreña. En la provincia de Granada existe un pue^blo, Lanjarón, que presenta todos los climas de España; desde el naranjo en la parte má,s baj^t, ascendiendo, se van presentando, sucesivamente, el olivo, la vid, el cent,eno, la^s p^rado^s y las nieves perp^etuas. Es pobre en ganadería, dada la escasez de_ pastos. EI ganada mular ^es el de más impo,rta.ncia enti•e los equinos. CLIMA BUBTROPICAL DE INFLUENCIA MEDITERRAN^A ^ZONA ORIENTAL^

Aquí se evidencia el trabajo especialísimo para tran^sformar en regadío el secano y los cuidadoa intelige,niss en los ^cultivas.

Caracteriza a esta zona el cultivo del arroz, el de su huerta y el del naranj o.

-88En el saoano, so significa el olivo y la vid,

que tien^en importanciá. San típicos el algarro^bo y gl almendro. Es característica la floricultul•a. EII ganaderfa, la gran produccíón de farrajes tiernos da lugar a muaha crfa y recría ^de ganado mayor. Está muy generallzado el caballo para el trabajo d^e] oampo y para el tran.^porte; existiendo tambíén para dicho fin el ganado mule^r. EII ganado de cerda es impartante ^su au.mento, debido a las mucha4 recur.st^s agrícolas ds esta zolra. CLI^JSA TEMYLADO CONTINENTAL DE INFLUENCIA MEDITERRANEA ^DEPREBION NAVARR0.ARA(30NE8A}

Ti^ene impartancia en -esta zona la vid, con sus famosos vinos de La Rioj^a; los olivos, con sus finos aoeites de Alcañiz; ^su gran producción de alfalfa y eI cultivo de remolacha azucarera. El del cereal en^ ^secalio es inseguro, por la poca normalidad de _ las lluvias. En ,ganadería, como ras^rltado d^e la mayor pluviosidad de la región navarra sobre la ara,gon,esa, hay ^en ^quélla más pastos y, ^por tanto, más ganado vaauno, caballar y d^e ^rda.

ss CLj1^ HIBPA^U IN9QI,AR DID I'vFL[7^PIGIA DEflHR7"ICA (^RGIiIPIELAa4 CA.^ARIO^

Dotado este clima de ^luz y temperatura, ai se tiene agua, las cosechas son abundantes en esta ^región. El agua para el riPgo, como en Le^vant^e, ea o'b^enída por el esfuerzo del hom^bre, apra• vec^llando manantiales .que p^roced^en de llu• vias o de nievea eu los mr^s altos picos. ^Precocidad v finura caracterizan todos sus tropicales praductos, espeeialmente plátanos, chirimoyos, guaya^bas, ananas, café; y entre los subtropicales^, limonQS, naranjas, dátiles, . hig^s chumbas; y d^e la zona templad^a, productos mu,y tempran ^s, como tomat^s, patatas, pimi^entos vi cebollas, ^sien^do objeto de exportación. No^a ^singular es que, en Lanza•rote y Fu^erteventura, sE empl^ea para el transparte el dromedario. La ganadarfa no es impartante, par ^la escaaez de pas^tos.

PR^ONQS^ICaS DFL "I'IEMPO Inbe^resa muchísimo a las agricu'.tores po5eer algunoa vonocimientos pa^ra saber ®1 tiempo que va a hacer profiablemente, pue5 de eata depende la olase de trabajas ^que en el oultivo ^h$ de ordenar, tanto en l^abares, como en siembras, abonado; riegos, defensa

contra lzeladas, prevención para e^ita^ p'agas como el mildeu de ]as vides o el reptilo. vívillo u ojo de pawo real de los o ^ iv^is, etc. Si en España tuviéramos bastantes pues• tos de o'bs^ervaciones ^meteoro'ógicas ( 1) don^ de la^ diversos a pa^ratos dan datos de t,emperatura, presión, :humedad, vientos, y dichas estaciones tuviesen cnmunicación constante ,y rápida entre ellas, por medio d^el telégrafo, tolófono o telegraf[a sin tiilos, la p^evi ^iól^ de^ tiempo seria fácil. iP^ro ^sin disponer del oanocimiento de los el^em^ntos de esta clase que exi^ten e^ k'apaña, el agricultor se encontrará aislado y}en• drá que ^recurrir a sus' obaervacione^s .liropia^. Y.para que e.^tas observaciones sean lo máy acertadas posib'e, vamos a sxponer las ri^: • tos que le conviene tener en cu^enta.` ... ^Pa^ra predeci-r el tiempo•.,abserv^ar^áo el ,ba• rómetro, no sólo nos.,fijaremos .en. el niímEro de milímetras que la presión ^iai'ométrica' sube ó baja, sino en la velocidád cori que lo hace. ^e dicg que el barómetro ^está alto, cuandu la eol,umna barométrica está pQr encima de la cifra de milimetros ^ue corresponde a la localidad, y que está ba^o, cuando la column,8 nó llega a dicha' cifra. Esta cifra d^e mi1{metros o preslón media da cad^a localidad, (1' i^etacione^ moteorolbgico-agricole^^,

del^end^e de la altura a que se está sabre el nivel d^el mar. Pero en ,qene^ral podemos decir que si el barómetro está por encima de 765 milímetros, el ti^empo con frecaencia es bueno; y si es inferior a 74^0 milímetros, es muy pro^bablemQnte malo. r Un d^ese^enso consirierable y rápido (de un milímetro por hora) anuncia la llegada de una borrasca' o^nue pa^a muy próxima a! agricultor. Si la ha,ja es de duración de muy poca^s horas, puede anunciar la proximidad de un^a granizada o. en ca^so de ^ran calor, de Una tempestad. Un d^escenso muy lento y débil indica el tnante^nimie^nfo de^ iie^mno actual. Una subida continua por encima de la presión normal y de larga ríuración y asoen+so lento, anuncia buen tiempo. Después dc un^a baja, una sttbida franca que ]leve ascendiendo en forma y tiempo la misma marc^ha ,q.tre el descenso, nos dice que mejarará el tiempo. Pero ^i ^el ascenso as menos aeentuado que la baja, es de t,emer nue^a ba,ja, y, nor tanto. vuelta al m:al tiernpo. Si estand^i el Eharómetro an su a!tura me^ dia, su'b,e bruscamente, ^bajará pronto, préaentándose tiempo inse^;uro. ,Si ^estando el barómetro ^on poc.a altu^ra, sube rápid^amente ésta, es indi •io de buen tiempo, pero poco duradero,

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^i el barómetro baja mucho ,y el viento pasa del Norte hacia el Oeste y el Sur, aumentando su fuerza, presagiaremos lluvia; mal tiempo, aunque no s^erá de muoha duración. ^Cuando ei ^bardmetro baja, pero el viento gira poco a pooo hacia nueatra dereaha, mirando nosotros al Norte, el mal tiempo da j^ará también a la derecha el lu$^a,r en qu^e ^ eatamos. Cuando el ^barómetro sube de pronto en alpjunos minutDS v cambia el víento muy rápidamente de dirección, ss pro+bable una t,empestad. ^

... Sl m1TamDS a] ci^elo y vemos aparecer rápidamente las nwb^es llamadas círrus. que ^se transforman en cirru-stratus, form^ando un v^lo, y al, mismo tiempo baja el ^barómetro, la lluvia está próxima.

^uando ba.jando el barómetro después de las nubes ci^rrue o cirru-stratus, aparecen muchos ci •^ru-cúmuloG, dando un a;sp^ecto de embaldoaado al cielo, la proximidad de mal tismpo es probable. ^e ahí el refrán "^C;ielo ^empedrado, suelo mojado". . Si ia lluvia empieza a poco de apareoer los primeros ‚irru-cúmulos, du^rará con prababilidad; tanto más, cuanto má.s pronto comience.

^Cua.ndo durante el buen tiempo persistente, caracterixado por brumas o nieblas mati-

nal^es, aparecen lc+ntamente cirrus ligeros, no es p^raba^ble mal tiempo. Es^to ^hace recardar otro refrán: "Mañana de niebla, tarde de paseo". Si se ven cúmulos por la mañana, que disminuy^en par l^a iarde, se puede predecir buen tiempo. Otro género d.e si^nos son las eorona^s ^los hal^os. La luna rodeada d^e una corona o d^e un Ihalo, indica, en da mayor ^parte de las casos, cambio de tiempo. Los halas se diferPnci^a.n de las ^coronas por sus mayores dimensione$. Son producidos por la desviación de los ra,yoa luminosos en ^las caras de las a,^ujas de hielo de la^s nubes elevada^s, o^sean los cirrus; y^la presencia de éstos indica. por tanto, la probabilidad de mal ti^e.mpo. f

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Hay otras manifesta.ciones^ auxiliares qut indican la proximidad de Iluvia o, par lo menos, que est-á car^ada la at,mósf^era de vapor acuo.^o. +Par ejemplo: cuando vemos que la locomotora d^e un tren desprende por ^su ehimenea el vapar en forma de copos blan^cos, parecidas a las nu^]-,es llamada,s cúmulus, nos ^revela esto que se cóndensa con faci^li^d el vapor de agua, ^es decir, qu^e la atmósfe^ra. está propioia a la producción de lluvia. Pero si e^as ^nubes de vapor de la locomotora se deshacen rapidí^iucameni,e, dem.uestran yu^ las

gotitas de vapor condensadas encuentran uu si^re muy seco y se evaporan instantáneament^e. Y ese air^ tan seco no es propic•io para la lluvia. Si aparecen humedecidas las superfici^es de cuerpos pulimentados o aglutin^da la sal común o wo,jadas algunas piedras (por ser higroscópicas) de la^ casas, ^es ^nue ^ha^ mucho vapor acuoso en 1•a atmófera y, por tsnio., praha,bilidad de Iluvia. Los tallos de l^u- ` minosas, como el tr¢hol, cuando se ponen mt^y d©rec^os en el campo, indican que la Iluvia está cerca. ^Hay animales que, ^rovistas de órganos o t^egumentos muy sensrhles a la humedad, indican ta presencia de gran cantidad de vapor de agua. Así lo manifiestan en sus movim^entos, volando las golondrinas muy oerca de la tierra, frotándose el hacico los ^•atos con sus patas, batiendo sus alas la^s aves acuáticas, ei^cé^tera. ... ^Con tiempo húmedo v templado encuentran condiciones favora>i^les para ^su desarsollo ci^ertos hongos paqueñísimos, microscópicos, como san, por ejemplo. el mildeu (Plasmoparn vtit>,cola) ^en las vi^d^s •y el •repilo, vivillo u ojo de pavo real (C^cloconium Ol^eag^num) en los ol•ivos.

Exi•sien unoa agaratas ]lamados polímetr4s, qus ^airven para conooer cuándo ^qe apro-

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ximan esas condiciones favorabies pa^ra e:l desarrollo de diclias pi^agas. El saber pre^agiar ese tíempo húmedo y t^emplado y, por tanto, poder emplear preventivamente^ el ca^ldo bordelés contra esas p agas, es^ tan utilí^si.mo, que ^equivale a^salcar importantísimas riquezas agrícolas de Espa- . ña, como son el vino y el aceite. t



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Durante el v^erano se pu^ede presagiar tormenlas, si se pre^entan las ^circuns?ancías siguientes: El viento e^t{t encalmado o apenas es sensibl$. A1 principio del dfa se presentan CÚnlUlos que, uniéndose, aumentan, t'ormando masas grandes. Por encima de Pstas aparecen r.irrus en forma de. plumero : a yunqu^es. .El barómetro se mueve, con pequeñas pero constant,es oscilaciones, permaneciendo ba,jo. El calar pre^s^nta grandes va^ri.acione^s en el . dia, si^endo mayor de lo qu^e carre^sponde. -La humedad aumenta m^ís de lo normal, lo que s^e verá por el higrómetro. ... La previsió^^ de las condicion^es meteorológicas de^l tiempo futuro, ^está atín hoy día muy limitada Se puede con^e^guir. con a^lguna. exactitud pred^eci^r el tiempo éon veinticuatro. horas de antela^ción, pero nada má^ ,

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Heypecto de añus futuros o predicciones a largo plazo, ho y^ no hay cierto más que la llamada ley de Briickner, por llam8rse así e1 profesor de Viena que Ia enunció en ^esta forma. "Desde varios siglos, el clima de la Europa oceidenGal parec^e experimeniar oscilaciones rogulares de treinta a treinta ,y cinco años, dividiéndose ba.da una en do^s períodos igua^les de próximamente dieci•siete añog, uno frío y hú^m^edo; otro calienis y^ser.o," F,e^o na es hipótesi^s, sino ^heehos camprobados. Observá el sab^o geólogo las variacione^, de nivel del mar Gaspio, ^que viene a ser por •sus condiciones como un inmenso pluviómetro. F•stas variaciones correspondían a un período de trienta a treinta_v einco año5; diecis^ete de aguas bajas v dieciesiete de al, tas Se le ocur^ió observar las medias m®teoro]ógioas de ]a Europa occidental, y vió que acusa•ban la misma periodicidad. Pero aun estc no se debe pronosticar más ^ q^^r pa^ra Europa ocoident^l. ... Transmitiendo las estaciones meteorológ^cas, entre otro^s datos, ^los d^e pTesión •barométrica, a otra oentra^l, par medío de ]a tele^rafía, y uniendo todos los puntos qñe tienen a una hora debermin^ada la misma prssñón, re• s^ultan unas curvas cerradas formando como anillos algo deformados, alrededor do un punto central. ,

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!`;,ata^ líndxs cu;rvae se llaman ieubareb. Cuando a m^edida que s^e aproximan ai aen• bro, las presiones repres+entadas por estae curvas van siendo menores, es que. en e+se c:f^ntro exists una zona de pc^esiones bajas, u -ea una borrasca. Si sucede a.l revés, o sea qus a medida que se ap^roximan al centro, ^cada curva es de una presión más ^alta, e^sa zona central será un área de altas presiones barométricas o sea un a,nti^ciclón. Si comparamas los gráficos o mapa, de días sucesrvos, s^e ohaervará que varía 1^ situación de ese ^rupo de curvas o íso'b;a,ras, esto es, que marcha; y se notará no sólo su dirección, sino tam^ién su ve.locidad. En ^las depresiones barornétricas, o s^ea en los cic'ones, la velocidad es mayor que en las presiones altas o anticiclone.,. ;En estos la oa:racierí^tica ^es casi la falta d^e movimiento. La dire,cción del viento farma un ángulo muy pequeño con las curvas de las isabaras; es casi paralel^a a ellas: Para la p redicción del tie^mpo existe una IAy (la d^e Buys Ballot), o^sea qu^e en el hemisferio narte ^le la Tierra, o sea el nuestri^. la dirección del viento da la izquierda a las presion^es bajas y la darecha a las altas. , ^

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^tETEURQI.OGIA RL`RAL DE REFRANES La experiencia del pueblo, durante sig;os, díó lugar a muchos refranes, que si en al^gúi^ caso 1'allan por causas anormales, aun^que científicamente justificada^s, son refranes que aciertan en la mayoría de los casos: "Enero, claro y heladero." En efecto. llega a la ^Península una cla de ai^re frío en esk^ mes (^si el invie.rno se presenta normal), la que suele proriucirse a comi^enzos de mes. 1'^aro si en diciem^bre actuó yx la invasión de frío intenso, no sucede aquéllo. "A ^la luira de enero yo t^e comparo, que es la luna más clara de todo el año." La sequedad y p.urezu de las masas de aire palares son lás que dominan en Effipaña du.rante es!e me,, y son las c^ue determinan un, cielo tan limpio que permite v^er la luna con brillante cia^ridad. "^Si la Candelaria plora, ya est^ 1'hinv^ern fora", que en castellano dice: ",Si ^la ^Candelaria llara, ya está el invie^rno fuera." Se ex- plica esto porque ^si la segunda ala d^e frío de enero s.e presentó a su ti^ampo, determina -un pequeño te^nnporal de lluvias; p^aro ^si se retrasa dicha ola de frío y s^e pres^enta sn faí^rero, advi^erte el refrán "Si la ^Cand$lari^a no plara, 1'hinvern ni dins, ni fara", o sea "Si. la ^Candelaria no llora, el invierno ni dentro, ni fusra", de lo que resulta "Fe^brerillo laco".

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La.^ variaciones propia^ da uaarzo darr lugar a lo de ".^Iarzo maroea" u"Cuando en maizo oigas tronar, ponle puntales a tu pajar", pues por las lluvias favorece las futut•as casechas. "Si marzo vuelv^e el rabu, no queda oveja con pelleja, ni pastor enzauiarrado." AI final de rrrarzu u coniienzoa de abril se preseuta con frecuencia un descenso rápido de temperatura, que puede ocasionar perjuiciós.^Pa^ados esos días :"A tres de abril, el cuclillo ha d^e venir." ^er•minan los movimieutos 'lentos de la masa aérea del invierno y empiezan los variables y^rápidos de la prN mavera, clarLdo lugar a`'.En al,^ril, aguas mil, y' fi,oda^ ca,;ben en un candil ". "A^bril y mayo, hacen ^harina para todo el año", lo que quier+e déci^r la inl'luencia q,ue estas dos meses tienen ^en la 1'ecundacrón y maduración de los cereales. En las cuencas de^l l^:bro •y del Du^ero, el mes de mayo suele ser lluvio^so, aunqu^e es más gene.ral lo de "Marzo ventoso y abril lluvioso, slacan a mayo florido y ^hermoso". "Agua par San Juan, quita vino^y no da pan." En efecto, ^a últimas de junio, o sea el 2^, la^s aguas perjudican la fecundación en las vides y, por tanto 1a producción de vino, y ya no influy^en en ^os cereales y, ^en conreouencia, en el pan. "Hasta el ouarenta de mayo, no te quites el sayo." En efecto, en ra primera ^decena de junro se suele ^registrar algún desoenao de temperatura impreviato.

Lo raa•o de 1a ltuvia eii julio hace decir: -•Par muc,ho que quiera ser, en julio pooo ^ha de 11oNe^r". "Lluvia de agasto, lluvia de miel y mosto", lu que quiere expresar 1a beneficiosa ^nfluencia en amibas producciones. "Primer día d^e agasto, primar día de invierna". Aunque ssto pareaca inver'osímil, puss en este mes se obs^ervan loJ d{as anás calurosos del ^a.ño, ha,y que decir que et día primsro coincide con ilnecuencia con ei punto de ^simetría de la curva anua^l de Gemperatura que empieza a descender. El acortamiento de los días y el ^res^entarse algún tempor^a:l a fines de mes, confirma [o de "En agosto, frío en rostro". "Agasto y septiempre, p ocos lo entienden." Del quince al treinta suele presentarse ei prirner temporal, y el fin es s^eguido de temperatura muy templada. o s^ea el "veTanillo de San Miguel" (29 de septiembre}. Octu^bre es ^más tranquílo que 1a primavera. Ls.s temperatu'ras no son extre^mas, y únicamente tenemos ^que aguantar el temporal llamado "^ardonazo de San Francisco", por presentarse alrededor del día 4. "Por Tados las Santos, híelo en los altos", es decir, que sdlo en esos sitias, pero pasados los primaros días de temporal, los vientos. tropieales at.^ánticas det^ermínan el consabido "Veranillo de San Martín o del memlirillo". ^

"'Diciembre ti^ritando, ^buen enero y m^ejor año:" A fines de diciem^hre, las prim^era^ olas

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de frío v l^as u^ifis intens^as vienen del ^Continente. ^^ "Año de nieves, año de bienes." ^5e con^pr^E^nde e5to ^^or la ^licuefa^cción que represent,a una t^r^ser^•s ^trande ^l^e humedad en las tierras.

1NS^TRIJi^tEV'T(lS J1^IF•TEO^i,OLOGI^C4S Ter^nómctros.-Son lo, instrume:ntos que utilizamos para conorer lo t.emperatura. Para apreciar lag diferentes temperaturas, tornaremos en consid^ersción dos límiles de ést^^. El máá ^bajo se^rá aquel ^err que el agua se ^hi,•la; y^el más alto aquel ^en yue entra en ebu]lición, o s•ea que hierv^e. Y si este^ espacio 0 recorrido ^lo divídimos, por ejemplo, en cien partes iguales, bendremos qu^e cada parte'Será un grado eentí^^rado ^- el instrumento eorrespor^di^Ente s^e llama t^^rmómetro ^centígrado. Estos son ^los que adoptamos en E^s^paña: ^Si el espa^eio antes mencionado lo dividi. mos en ochenta partes^ i^trales, cada una de ésia^s s^erá un ,^rado Reamur, y^si lo dividimos en 180 partes iguale^9, cada una será un grado Farenheit. Un termóm^etro está constituído por un pequeño d^opósito, casi ^siempre en forma de e^f^era a de cilindro y en comunicación con :un tubo muy fino, pero de paredes gruesas. En el #ubo esi.án me^rcadas las divisiones que se^ .

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l^alan lo^ grado9 de teni]^eratura. Hay alqunos que tiei ^ en marcada la graduacióu er ^ la taJ^l^lla o regleta de maderu o cristal en quc eatú el ler^mometru; pe^ru rstus uu ^sun de i.anta precisiún cuwo lus ^]ue :a ticnen señaladl én el nrismo tubo.

Eu el depúsito y parte del tubila hay una sustancia, yue unas vec>es es rnercurio y atras alcohol. A^ au^entar el calor, la s^uai^rnci^i se dilata y sube en el tubito. Y, al revés, cuando baja ia ternperatura, se cuntrae esa sustancía y baja su colunina en el tubo. Result8do ^ds esto es que el extremo supe• r•ior de da columna ir^í rnarcando en la escala distintos grados se,gún (a temperatura. Est^^s termún^etrus, que $eneralnrente son de mercurio, ^son las más empleados, llanrándose termómetros ordínarios. Fero hay para el agrieultor unos termómetros que son de mu,cho interés, y sk^n loa llamados de "mínima". Son de alco^hol, e íguales ^a 'los ordinarios. Unicamente s^e distinguen en que tienen un índice muy pequeño. de esmalte,. d^entro del tu^b,ito d^e crrstal.. ^ua^rdo aurnenta^e] calor, el alcohol pasa con facilidad enf,re las paredes del tu^bo y rl índice; pero, euando baja la temperatura,, el fndice es arrastrado por el extremo de la cnJumna de a^lcahol ^ha^eia el depósito. Y el extremo d^el índice mó..s al^ejado de é^te queda marcando l^a temperatura menor o"minima". Hay que tener cuidado, terminada la lec-

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tura diaria, de invertir el ter>Yróu^etro, o saa culocarle cou ^el depósito ^hacia arriba, para qu2 corra el índice a lo largo del tubo hasta alcxnzat• el extr•emo de la columna de alcohol, ^^ así queda en disposi^ción de marcar ^la minima del siguiente día. Ocurre con frecuencia que la colurnna de alcahol se divid^e o separa en trozos, para arregfar esto se ata el termómeiro por 1a parte opuesta al ^depósito a una cuerdeclta o br ^ulante de unos doa pa!mos de largo, y ge ' e da un movimi^ento de honda, circular, ^hasta que se unan los trozos de la columna de alcahol. ^ "1'am'b^ én ^e puede da^r sacudidas al termómetro con la mano hasta conseguir dichx unión. Los termómetros de mcí.zim.a se diferencian de los ordiuarios en un estrec^hamiento o ési.rangulacióh que tienen en el tubii.o de cri3tal, a la salida del depósito. Si aumenta e' calar, el mercurio se dilata y se ve forzado a pasar por el estrecham,iento del tu^bito. ^Pero a^l disminuir la t^emperatura, la columna de u:iercuri^o^ se corta por ese estrechamiento y queda toda la del tubito sin poder volveT. ^ 1 depósito, p así marca el ^extremo de la c rr Iumna opuesto al estrechamiento la temperetu^ra ma^or-o m.dr,z•im^. Efectuac^a la lectura, +hay .que preparar el te^rmómetro para el día srgurente; para esto se le pondrá con el depósito hacia abajo, en posición vertical, y se darán algunos peque-

ñu^s goll^e5 ^ubre una nialiu para hacei• ^quu e,! mercurio del tubito pase por ^el estrechamiento y entre en el depó^ito. Los termómetros que utilizamos para de• terminar la terr^peralura del aire se insta.lan ^en una ga^rita, que debe reunir las siguientes condiciones: No deben calocarse en la espesura de ur^ bosque, ni en un local cerrado, ni sobre tejados. Lo prefer'vble e^s sobre el suelo y, si se 1^uedQ, bajo un á^Cblot. El teclro y las paredes de 1a garita ^son unas dobles persianas. .Para evitar la entrada de calor del çol o del suelo. 1as p^ersianas de las paredes exteriares vierlen ^hacia fuera y las interiores al contrario, o sea hacía dentro. Estarán ^bastanbe ^sepamadas Ias persianas, para que circule el ai^re con li^be^rtad y sin que piueda verse el interiar ^desd^e e1 exterras. " " ^Para que las iluvias no actúen sobre .la madera, el techo exterior de la garita estará cubiemto de una ^plancha de cinc. El color que se emPlee ^para pintar la ^qa• rita debe ser el blanco, ^Se colocará ésta en terrena que canviene esté cubierto d^e vegeta• ción e^pesa, pero baja. ^La puerta de la garita debe quedar expu^estal al Norte, y la altura a que ha de esta.r aobr•0 el ^suela de un metro ,q medio, a cantar d^el centmo de la caja. ,Si se instala en un tejado o azotea la altu• ra será mayor, o sea de unos dos metros.

Claro ^estrí que en e,te caso se necesita un .bani^uillo para ^qu^e se pueda alcanzar a hacer las lectura^. Los termómetros de mtíxima ^^ mínima s^ s^ujetarán a un t^astidor con uñas cuerdecítas, de manera ^que los depósi^.o^s queden algo más bajos r^ue los r^espectivos tu^bos de cri-tal, ^e invert^ do un termómetro eon respecto al otro. A^sí hastará para prepararlos para marcar las E+atremas dcl ^siguiente día, descol^ar el bastidar y coiacarle v^ertical, de ma= nera que él depósito dc máxima quede .hacia abajo, y teniendo hien los termómetro.^ con una mano, da^r unos pequeños ^olpes con el ^bas^tidor sobre la otra, hasta que el índice de] de m^íxima marque un ^^rado poeo más altn que ^el del termómetro ordinario y el índice d^e minima 'quede en el extremo de ^la aolumna. 1'ara leer calocaremos la vista a la alf^ura del extreuio ^de la columna o del índice ^de e•malte, si es el de ^ mínima. Estas Iectu^ras ^e efectuarán una vez al .día, lue+^o de las seis de la #^a.rde. (La mejor ^a a las nu^ewe tí^e 2a mañana; pero en este caso la máxima que se lee corresponde al día anterior. ^Como ya hem:os indicado, para el agricultor ^ha y una temperatura que es de muchísimo interés, o sea la mínima. El termóm^etro de mínima, para esto ;c coloca acostado, o sea horizontalm^ente, a unos diez c^entímetroA del strelo; ç obre doG horquillas de mrtde^ra ^^

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teniendo la precaucii^n de nue no se quede cuhierto por nada. La ternperatura minima junto al terreno de cultivo es siempre más baja que la dPl aire a metro y medio, o sea donde está la s*arita. En noches d^espe,jadas de invierno, ésa diferencia es de consideración. Bard^rtelros.-El harómetro e^s el instrumento yue nos sirve para medir la presión del aire. Está compuesto por un tu'b^a de vidrio, que al llenarlo de mercurio se ha isnido la precaución de expulsar todas ^las ^burbu,jas de aire, y que lue,co ^se ha invertido, mtitiendo el extremo a;bierto en`un pequeño depósito que tambiéiY contiene mercurio. Este desciende ^hasta un c,ierto nivel, que^dando en la parte cerrada, o^sea la ^superior del tubo, un c*spacio vacío, llamado cár^ara barométrica. La presión atma,férica, la presión ,del aire, actúa sol^re la suparficie del mercurio ^en ese depósito o cu^heta v eqi^ili^bra e' pesn de la colqmna de mercurio en el tubo de cristai. Pero la presión atmosférica varía, ^•, por tanto, tiene c{ue variar tam{bién 1a altúra de la coiumna del barómetro. Y dividi.da esta a^tura en mii{m^etros, sus variaciones nos expresarán las variaciones de la pr^esián atmos• férica. Esta presión, al nivel del mar, es ^por térmrino medio ^de 7f30 mi^^{metro^, En Ios ^barómetros de rnercurio, el tu'l^o de vidrio c^stá cuh{eria de otro de metal, que tip-

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ne una aberiura en su parte superiar. F.n uno de su^ hordr^s est^í marcada una esc,ala en rrtilímetros v en ella ^e hacen las lecturas. I':1 cero de ^sta escala delre coincidir con el nic-e] del rnereurio en el depósito. En el barómetrn ^Tonraelo^l, qu^e es de los más moc^ ernos, el depósito está re^^estido de una cuhi^erta niet+ílica. ^^ pár eso no sc ve al exierior. En ^ste l.raróme#ro se evita el tene:r que andar haciendo el enrase del cero ^de la e'scata con la srrperficie d^el mercurio en el ^delx^ ito o cuheta, c.,omo se tiene n_ue hacer en otros. ^ A1 instalár uu barómeiro se colucar`á de modo que e^l extr^^mo de la co'umna de rnercurio ,nuede a^ ^ roximadamente^ a la aliura de los ojo •, del oi^servador. ,Se procurará que el loeal donde oe instale no sufra rápidos camhios de t^eml^r•ratura, ^•, ademáa, que esté con b^St^aIIte 1117..

Para ^ hacer ana lentura sP o^servarán esias prrscripciones : si el bardmetro es To,nrae101, no ha^• que 11aceP enrase en la cubeta; pero si es Fortirr, hahrá ^ue mover el tornillo T que ,hay ^ba,jo érta, ^hasta que la punta de marfil ñl que hav en ^el interior ^de la oub^eta toque la superficie del mercurio. Para evrtar errores por si se adhierP el mercurio al cristal, ^g^e darán ^únós pequeñas golpecitás al barómetro con la punta cle un dedo. ^Se leerá la ierrLperatu^ra q.ue marque e1 termómetro que acompaña al barómetro.

Y se procederfí a hacer la ]ectura ^que corresponde en la escala, a la a'tura de la co,lumna barométrica. La lactura que .hav ^nue ^hacer es la •que marque la pamte mtís a•]ta de] extremo de la columna de mercurio. P ues este extrema no es plano, sino algo convexo. Se moverá el torni}}o N, que. acttía sábre el nonius hasta que e) ^borde inferior c^oincida con 1a su}yerficie del ^nercurio. En la esca'la ^s^e ieer^n las milímetros y en el nonius tas décimas de mi^lím+etr.os, y ésta serrí }a pre^ión afimosférica.' ^Pero =hay que hacer una carreccián, o sea la ^de temperatura. Fs decir, qúe hay que a^re^ar o restar d^e la lectura ^echa ia lon^itud carrespondiente a 'Ja tempe^ratura que ma^rque un termómetro que acompaíia al barómetro. F,stas eorrPCCione.s se halIarrSn en wta tahla que. se ad,j^inta al barómetro, y eu las que están en{^la(hatlas con atras mfl.s pequ^eñas. Bardm,elros aneroíde,c.--^enemos .que lla• mar }a atención ^abre un detálle de jmportancia en esta clase de ^barómetros. ^L}evan escritas ^sabre la esfera, ^carres p ondiendo a determin.adas partes de }a esea}a, ^las pa}a: ^breus Lluvia, Variable, Buen ,tiempo. IPues bien, hav que colocar }a pa}abra Vari^able en la parte de la ^escala c,orrespondiente a la prtsióñ n^edia del punto o lu^ar de o!bservaci^n en ^yue^ e^temos, pues, de lo contrario, son in. dicaciones erróneas par completo.

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'^on estos ^ba^róm^etros . muti^ distintos a los de mercurio, pues se fundan^ en las det`ormacíon^es •que ^la presión atmosf"érica puede prod^ucir en una caja metálica en la quc se •ha hecho un vacío relativo. Fstas de^ormacicr nes ^hacen mover una a^uja que marca snbre una esfera los inilfn^etros de l^^r^esión atmosférica. Esia clase d^e harómetros ^deben ^ser com^pvra•dos tle cuando eti cuandn con otro c!e mercurio. ILas difer^^ncias que se eneuentren se corregirán por lrnedio de un tarnillo que ha^en la ^cara posterior ^de la caja dei Iharómetrc^ Barómetros rPgistrp,dores o barógrajos.-^e componen de una pi^a d^e eajas cilíndricas metálicas. Los desplazamiento^s de la ca^ra ^superior de la pila acciunan ^una palanca terminada por nua plurna car^,^ada ^de tinia. que ^escri^be ^Ias t^re5iones de la atmósfera sohrc una ^ho,ja de papel q^i^e ro^d^ea a un cilindra movido por un apa^ra^o de relo,j^ería. ^En e^t papel, las rR^•as que van de arrii^^ a^ba•jo mtcrcan los •día? de la semana ^^ !as hóras. Las ra`^a:, harizn^at.e^es los milíme#rus de presión At.mosférica. I'si^^rómetros.-Se^^ín sea la t.emp^e^ratur^^ de1 aire, p•uéde '^suc^e^ler que una misma cantidad de vapor de aaua nos dé un aire s^o o un ai^re húmre^do. Fsla hum^edad relativa c no la hume^dad abso^uta es ^la que nos inté- ^ resa conoc^er, y eso sc^^ ^logra ^por medio de] p^sicrómeGra. Aaí conoceremos e^l estado del aire. para

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yue condense su ^^apor en parte, dando l^tgar a rocíos, nieblas, nubes, etc., o^ para ahsorber la humE^dad de las plantas v del terreno, El psícrántetro está compueao de dos ter• mómetros corrientes. Uno está cubierto por una muselína. AI píe del ínstrumento hay un pequeño depásito de agua, ,que cons:erva constantemente humedecida la muselina. ^i el aire está saturadn, cotuo ocurrírá cuando haya níebla, no hay nada de evaporación en ^^l tsrmómetro humedecido; no hay, por tanta, enfriantiento debido a erap^oración, v así los dos termómetros marcarán ^la misma temperatura. Si, al contrario, el aire e.,tá muy seco, la evaporacián en l^a musetina es ^rande, se próduce en este iermómetro hum^edecido enfriamiento, y su temperatura es muy inferior con respecto a la del termómetro seco. ^Para hacer las óbse^rvaciones, leeremos los das t^ermómetros. La hum^edad relativa se encontrará por. medio de unas ia.blas, en que sus columnas están encabezadas Aor las tliferenci^.s de temperatura entre ^lós dos termómetros, y Ias líneas camienzan con la temperatura del termómetro htímedo, E1 punto en ^que se encuentren la columna de arriba aba,jo y la línea de uri lado a otro, nos dará el dato que deseamos so^bne humeda^d relativa. Se procurará que la muselina ^só1o dé una `-uetta al depósito del iermdmetra humede-

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cida, cuidando de que siempre esté mo,jada y limpia. F.l l^sicrómetro se colocará en le^ garita de que hai^lamos cuando se trató de los termómetros de máxima y mínima. Veletas.^Sirven éstas para indicarnos solamente la dirección de los vientos. Ya inriicamos en su lu^ar correspondiente los nombrés de los vientos se^tín sus direcciones. La ve^leta, ante todo, debe colocarse ^bien equilibrada y tener el menor rozamiento posrble. Además, debe ten^er tamaño, peso ^- cíos planos en sv cola que formen entre sí un pequeño tín^ulo, p^ara que pueda señalar la dirección del viento sin asci'ar bruscamente. La veleta tiene además una cruz• constituída poT cuatro varillas, que marcan los rum'bbs de Norte, Este:, Sur v Oeste, r^ sean ?os cuatro principales. Se instalará la cruz de rnanera que una de las varillas ^eñale el ^'orte. La. veleta se instalará en un punto alta. .para evitar que algún abstáculo, como una tapia. un ed^ficio, una elevación del Eerreno; etc., impidan que llegue libremente el aire a la véleta. ' De ser posi^ble, se c,olocará en un tejedo 0 ai.zotea. Anemó^netro:-^I.a violencia, ta velocided d^el viento, se mide por niedio del anem:^imetro. ^Consta este aparato d^e una cruz horizontal de varillas, v en el extremo de cada una hav una cazoleta. Del centro de esta cruz pa^te verticalmente una barra, que en el ex-

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tremo inferío^r tíene un tarnillo ^sinfín que engrana con el contador de kilómetros, los yue aparecen en una e.,fera visi^ble al exterior. EI viento, actuando con nrQs eficacia en 1R cara cdncava de las cazoletas ^ue en la con vexa, lhace girar a éstas ^': por tanto, a la cruz, a ia barra y aI contadcxr, con más o.'mpnos vv^elócidad. Una vez heaha en el contadar la lectura, se colocará la a^u,ja del contador en el ePro de la esfera por medio d^e un tornillo que lia,y en ,la p arte pasterior de ia caja del contador y en el centro de ella. ^Con es^e ^tornillo ^se 7rroverd a voluntad la a^uja. 5e oalocaraí el anemómetru en las rnismas condicione^s que la veleia, a sea alejado de otrstáeulos. ^e cuidarsí del err^ra.se d^el eje ^^ del tarnillo sinfín. Pluvid^netro.c. - ^e llama pluvióm^etro ^el instrumento que nos sirve para medir la cailfidad de a^p;ua caída. Esta s^e^ mide en milíui ^tros y alzservando que ci s^e ext,iende sabre un metro cuadrado una cana de ^agua de un n^ilímetro de e3pes^ar;; el vólumen de ésta 0s iin litro, .resulta que la misma cifra ^Q_ue expresa la lluvia ^en mSilím^etros de espesar nos dice ei nwmero de litros de a^ua caídos por me^tro cuad^rado. A un poste fijo en tierra verticalmente, va unido un re^eeptáculo de metal, euya ^boca es ^un `aro de latón aan bord^e afilado para de-,

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teT'1T1'1118C

COIl

ra de agua.

exactitud la superficie recepto-

^

Dentro de éste, un enlbuclo hace pasa,r el agua que cae^ a la vasija co'ectora. ^Esta vasijH eatá en el foT^da de wla caja metálica, ^' esta caja, tapada por el embudo, se eucuentra aislada de,l calor exterior por una capa de aire; así se evita la evaporación del agua que ^e recage. A1 instrumento acompaña una p,roheta o vaso de vidrio medidor. ^ El paste que so4tiene el pluviómetro y este mismo delxen estar pintado^ de blanco, salvo la booa de latón del pluviómetro, ^que debe estar sien^pre limpia. í'ara ha^cer las^ abservaciones, se sacará la vasija colec^toma de agua y se invertirá so+bre el vaso graduado^ o probeta, e^scurriendo +bien toda ^e1 agua contenida en la vasij^a colectara. Lue,go, se colocará el vaso graduado sabre una m,eaa, nivelada, pama ^que quede ac^uc^ bien vertical, .a se pi^ocurará esto suspendTendo el vaso, sosteniéndole entre dos dedos. :^e leerán las milúmetros y décimas que indiqu ^ la graduación del vaso ^ra,duado, levantan_iu éste para gue al leer la vTSta esté a]a altu^ra ^d^al niv^el de agua. {S^i el agua ^e helase en el pluviámetro, o en vez de lluvia fue.e nieve, calentaremas ést^ suavemente, para poder ha^cer la laetura una vez consaguida la fusión. Se instalará el pluviómetro de mado que

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la boca quede a más altura que el extretn^ del poste que la sosti^ne. Esle extremo esta• rá cortado con corle inclinado ha ^ia la partr+ opuesta de] instrumento, para evitar yue :1 agua de lluvia salpique al interior deL pluviómetro. ^ ser posible, no se instalará éste en sitios e'evados, como azoteas. :Se procurará que sea entre árboles; pero evitando que los obstáctttos •nb tengan inás altura que •su distancia al p.luviómetro. Así se deYiende el pluviómctro de remo[inos de viento que impidan la caída del agua ,en el interior del in^t.ru^mento.

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Meteorologta agrlcula .............................................

S

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Lea grnndea eequlas ................................................

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Agricultura según climaa .......................................

80

Pronósticoa del tiempo

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84

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ñ[eteorologtn rural de retraaee Inatrum^ntoe

me,teorulóglcoa .................................

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BIBL100RAPIA .............................................................

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Obras editadas por la Sección de Pu•_ blicaciones, Prensa y Propaganda del Ministerio de Agricultura, y que se hoIlan a la venta en la Librería Agrícola (Fernando VI, 2, Madrid) y en (as principales librerías de Españo AGRIC[?I,Tt'RA GENERAL ]. `L.

1)efeclos, alteraciunes y enfermedades de los uinus ( 2.' edicicin), por .Iuan Atarcilla, Ingeniero Agrónomo. ( 2 pesetas.) ( Agotado.) Pesas, medidas y monedas ( 2 ' edición.) (3 pesetas.)

3.

F'uncionanatento del ^nolor Dtese(, por Eladio Aranda Heredia, Ingeniero Agrónomo. (3 pesetas.)

4.

l:pitome del cultivo por el sistema Benaiges n de llneas pareadas, por Luis Fernánd'ez Salcedo, Ingeniero Agrónomo. ( 3 pese'as.)

5.

l.uces del aqro, por Daniel I`'agore, Ingeniero Agrónomo. ( 5 pesetas.)

G.

!,a soja. Su cultivo ,y aplicaciones (2.' edición), por Jo•é María de Soroa, Ingenieró Agrónomo. (3 pesetas.) •

7.

CereatPS de prirnaucra ( 2.' edición), por Daniel Nagore, Ingeniero Agrónomo. (3 pesetas.)

$. 9. 10. 11.

Los rereates de irruiernu en lapa3ra ( 2.' ed'ición), pvr I7aniel Naµore, InReniero Agrónomo. (3 pesetas.) Biometrla ( 3.• edición), por llaníel Naq^re, Ingeniero Agrónomo. ( 3 pesetas.) Laa fibras textiles ( 2' edición), ^or José ;N " cie Soroa, Ingeniero Agrónomo. ^3 pesetas.) Cultiuvs en arenas, navazus y vtdes, por Angel Torrejón y Boneta, Ingeniera Agrónomo. (2 pesetas.}

12.

Abonos t2•" edición), por Francisco Uranga, Ingeniero Agrónomo. ( 3 pesetas.l

]3.

Estndio critico de algunus nrélodvs usados en la determinacidn del pH (2' edicíón), por Jesús Aguirre Andrés, Ingeniero Agrónomo. (3 pesetas.}

]4.

F,l heno (4' edicicin), por Ramón Blanco, Ingeniero Ap(rdnomo. ( 3 pese`as.) La erianzu del gusano de aeda r el eultivo de lrt morera ( 2.° edición), por ^elipe González Marin, Ingeniero Agrónomo. ( 4 pesetas.)

•15. 16. 17.

]S. ]9.

Córno se planta ahura una ulña ( 2 " edición), por tiicolás García cíe tos Salmones, Ingeniera Agrónomo. ( 3 pesetas.) Carfilla de la alnraz^rra ( 2.• edici(in), por J. Miguel Ortega ^íeto, Ingeniero Agrónomo. (3 p esetas.)

Tabacos oscurvs y tabacvs claros en España, por Fernando de Montero, Ingeniero Agróno. mo. (5, pesetas.) Laa plantas oleagirtosas, por Joaqufn Mas-Guindg1. Vicepresid'ente de ]a Real Academia de Farmacia. (3 pesetas.)

20.

La organización cooperatlva sindical del campo, por Rafael Font de Mora, Ingeniero Agrdnomo. ( 2 pesetas.)

21.

La aprlcutjura en la proutncia de Ciudad Real, tn e! preseñte y en e-1 poruearir, por Carlos Morales An'equera, Ingeniero Agrónomo. (2 pesetas.) La energta en la Agricultura. Recursus rurcio-

22.

nales g ur^^encia de a^rovechamientos, por Eladio Aranci'a Hered^a, Ingeniero Agróno mo. (2 pesetas.)

23.

Diuu(gacibn agrícola, por Juan José Fernández lirquiza, Ingeniero .4grónomo, ex Dfrector general de Agricultura. ( 2 pesetas.)

24.

Métodos empleadus en genéttca vegetal„ per José Ruiz Santaella, Ingeniero Agrónomo. (2 pesetas.) F.1 campo, la técnica N et agrónomo, por Ratnón Olalquiaga, Ingeniero Agrónomo. ( 2 pesetas.) Anuario de Legislacidn Agrfeola. .•fño 3939. (2U pesetas.)

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27.

por Mas-Guindal. (5 pesetas.^ Anrna.rio de Legislactón Agrfcola. Año 1942. (2 tomos.) (40 pese' as.) Reglamento de atas pecuarlas. Grandes almacenes para trigor por José Garcfa Fernández, Ingemero,^^grbnomo. ( 7 pesetas.) Climas de España, por José María de Soroa, Ingeniero Agrónomo. ( 3 pesetas.) . Leccfones cam pesinas, por Daniel Nagore, In• ^eniero Agrónomo. (4 ^esetas.)

i^l. 11$. 115. 117.

118.

Loa fleas, rar Ita ^ni,n •Blaneo, Ingenieru ARrónomo. (^ pesetas.) Plantas finlóreas, taní(eras y cauchljerus, pur ^1as-Guindal. (4 pesetasJ ,inuario de Lepislacron Agrfcala. Aiiu 1.443. (2 tomos.) (44 pesetas.) 8! naranjo, su cultiao y producciú ^^ , por Luis Simarro. (4 pesetas.l

Plantaa medicína[es (2.' edición), por Manuel Madueíto Box, ingeniero Agr

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