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METODOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA DE LA TRADUCCIÓN PILAR ELENA GARCÍA Universidad de Salamanca
1. INTRODUCCIÓN ^ÍC a finalidad principal de toda traduc• 3 I ción es la de salvar las barreras lin, ^ ^ ' g ü í s t i c a s y culturales surgidas por las diferencias existentes entre lenguas y culturas para así hacer posible la difusión de ideas, mercancías, comunicaciones, etc. Esta misma finalidad del proceso de la traducción conlleva la necesidad de ofrecer un producto que la cumpla; es decir, sí una traducción tiene que contribuir a la comunicación no debe parecer artificial, sino que tiene que ser un texto natural en la comunidad que lo recibe. La traducción, así concebida, es el texto final cuyo contenido y forma están adaptados a los usos y normas de un determinado público y cumplen con unos objetivos específicos como son: informar, vender, convencer, conmover, hacer comprar... De todas estas consideraciones se deriva la principal dificultad del profesional que tiene la obligación de naturalizarproductos en una lengua y una cultura que han sido escritos en otra lengua y otra cultura en la cual rigen diferentes usos y convenciones; y todo ello hacerlo con el respeto que se merecen tanto el autor del documento original como el público al que se dirige el nuevo texto. ¿Cómo hacerlo? y, sobre todo, ¿cómo hacerlo eficazmente? son las cuestiones primordiales en la enseñanza de la traducción. Una de las tareas más difíciles de una ciencia, junto a la definición de conceptos y su clasificación, es fundamentar su validez práctica de una manera convincente, porque puede resultar en no raras ocasiones que lo que parece atractivo o coherente desde el punto de vista de la teoría no demuestra funcionalidad en la práctica. Éste podría ser el caso de la teoría de la traducción o traductología, disciplina que se en-
frenta a la necesidad de ofrecer unos resultados fiables y aplicables al ejercicio eminentemente práctico de la traducción. En el centro mismo de esta delicada cuestión se hallaría la rama de la teoría dedicada a la transmisión de los conocimientos necesarios a los futuros traductores, es decir, la didáctica de la traducción (DT). Leyendo la bibliografía sobre el tema se puede observar un consenso más o menos generalizado, pero no muy clarificador, acerca del objetivo de la DT. Éste, dicho muy simplemente, sería la formación de traductores profesionales, para lo que es imprescindible desarrollar en el alumno durante su período de aprendizaje las diversas capacidades que componen la «competencia traductora o traslativa». Esto es, se trataría de ofrecer a los estudiantes los conocimientos necesarios para que al finalizar sus estudios puedan traducir, incluso en circunstancias desfavorables, textos difíciles adecuándose a la función con la lealtad hacia el contenido, la elegancia expresiva y la rapidez requeridas en el mercado de trabajo. La teoría de la traducción se ha esforzado desde hace décadas en encontrar el camino idóneo para transmitir la mencionada competencia traductora, y lo cierto es que la descripción sistemática de los elementos, factores o características que integran dicha competencia no resulta fácil, lo cual, como es obvio, dificulta el hallazgo del método más adecuado para transmitirla. Las dificultades prácticas y metódicas en el campo de la DT y, en definitiva, su desarrollo en la enseñanza práctica de ésta tienen varias causas: 1. El objetivo de la DT, el desarrollo de la competencia traslativa en el alumno de traducción, es un concepto de contornos poco definidos. Nadie sabe a ciencia cierta qué
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criterios son los decisivos para dotar a un (buen) traductor de las herramientas necesarias que le sirvan de apoyo y ayuda al analizar un texto de la lengua original (TLO), o a realizar el proceso intertextual. 2. El objeto de estudio y de trabajo del traductor, el texto, es una entidad sumamente variable. Cada texto, aun siendo de la misma clase, manifiesta unas condiciones de creación que dan lugar a una gran variedad de estructuras, funciones y receptores posibles. 3. Por estas mismas razones se ve dificultado otro de los objetivos de la DT que seria proporcionar elementos objetivos para la crítica o evaluación de las traducciones ya realizadas. 4. También podría mencionarse en el apartado de problemas de la DT un prejuicio muy extendido que no ayuda psicológicamente al aprendiz de traductor, se trata de la creencia de que cualquiera que aprenda una lengua extranjera puede ya ser traductor con la ayuda de un diccionario bilingüe, lo cual es absurdo si se piensa la cantidad de conocimientos que se necesitan para ejercer esta profesión y la necesidad de incrementarlos día a día para seguir ejerciéndola. Sin embargo, en las facultades de Traducción e Interpretación se requiere un proyecto pedagógico que ofrezca una buena formación y que huya en lo posible de cualquier subjetivismo innecesario. Y aunque no se pueda llegar a predecir todas las situaciones traslativas, ni siquiera se puedan contemplar todos los textos y encargos de traducción posibles, se puede concebir la clase de traducción temática y organizativamente como interacción profesor-alumno efectiva para la práctica, diseñando estrategias, técnicas y métodos eficaces y estableciendo un equilibrio necesario entre teoría y práctica. Se podría partir de planteamientos muy simples como son los siguientes: como todo acto de comunicación, traducir es una actividad mental en la que se puede distinguir procedimientos elementales (son procesos traslativos ya solu-
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cionados por el propio individuo = traducir rutinariamente) y procedimientos relativamente complejos (por múltiples causas). De esta dicotomía se desprenden ya consecuencias generales para la DT: la enseñanza debe tender a solucionar los procedimientos complejos que pueden ser debidos a problemas lingüísticos, problemas textuales, problemas temáticos o problemas puramente traslativos. A traducir se puede enseñar a través de la discusión de problemas de traducción, a través de la demostración de las ventajas o inconvenientes de determinados procedimientos traslativos, y a través también de la evaluación de los resultados de la traducción (propia o ajena). Naturalmente esto supone como punto de partida tanto el dominio de las lenguas como el buen conocimiento de los textos, sin olvidar la importancia del saber sociocultural de los dos mundos implicados en la traducción. En la enseñanza de la traducción quizá no existan, ni puedan existir nunca, «grandes soluciones». Una DT no puede funcionar como una colección de recetas de traducción y probablemente nunca funcionará así. Pero existe la estrategia minuciosa de los pasos pequeños. El traducir como una operación basada en parte en conceptos, en parte en datos: el traducir como una combinación de procesos cognitivos y asociativos: el traducir como una combinación aparentemente contradictoria entre profundidad en la elaboración textual y rapidez en el trabajo.
2. ELEMENTOS PEDAGÓGICOS EN LA ENSEÑANZA DE LA TRADUCCIÓN a situación de enseñanza-aprendizaje es también un acto de comucación complejo en el que intervienen varios factores para cuya descripción se puede aplicar la fórmula de LasweII con sus 7 peristasis: ¿Quién dice qué a quién, con qué intención, en qué contexto espacio-temporal, con qué medios lingüís-
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ticos? Modificada didácticamente podría resultar así: 1. ¿Quién enseña? El Profesor. 2. ¿A quién enseña? Al alumno. 3. ¿En qué contexto espacio-temporal (social, organizativo, institucional) se ubica la enseñanza? Los planes de estudio. 4. ¿Con qué finalidad? Objetivo final, objetivos parciales. 5. ¿Cómo, qué métodos emplea? El programa.
cisiones prácticas y sopesar de forma realista los efectos de una decisión traslativa. E! traductor tiene que dominar las circunstancias que rodean su trabajo, reconocer sus propias posibilidades y límites, y reflexionar sobre las consecuencias de su actuación. Y si el profesor debe y tiene que ser capaz de transmitir todo esto, es obvia la conveniencia de que él mismo sea traductor. 2.2. El Alumno
2.1. El profesor El enseñante es el guía dentro de este tejido de relaciones. Cada paso dentro del transcurso del período enseñanza-aprendizaje está ligado a determinadas aportaciones del profesor: — la planificación de la clase; — el desarrollo de la misma; — la valoración y control del trabajo. Para poder desempeñar esta gama de actividades un profesor de traducción debería estar en posesión de una triple cualificación: — ser traductor, — saber teoría de la traducción, — estar capacitado para amalgamar y transmitir ambas cosas. Si posee estas tres cualidades está en condiciones de inventariar un repertorio diferenciado de comportamientos didácticos (estrategias para la solución de problemas, comportamientos rutinarios), de dirigir procesos de aprendizaje y de aprovechar de forma óptima el tiempo de clase disponible. La teoría en este sentido puede ser muy provechosa, en una doble vertiente, como soporte de la práctica y como base para trabajos científicos en el campo de la traductología, de la lingüística del texto o de la terminología. Todo esto tiene naturalmente sólo sentido si el profesor conoce, por un lado, la teoría y, por otro lado, tiene una idea clara de lo que les espera a los estudiantes en el futuro mundo profesional. Traducir significa, ya inmersos en el mundo laboral del traductor profesional, tomar de-
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Las facultades que ofrecen la Licenciatura de Traducción e Interpretación tienen la posibilidad de realizar una prueba de aptitud1 en el primer idioma extranjero a los alumnos que opten por estos estudios, lo que quiere decir que, al menos en esa lengua, los estudiantes admitidos tendrán un grado de competencia lingüística alto. Pero aunque la competencia lingüística en este idioma sea más o menos uniforme, cada alumno aporta su individual y específica biografía de aprendizaje en la cual varían la capacidad de asimilación, la motivación y la disponibilidad para el rendimiento. Además de estas consideraciones conviene no olvidar el bagaje cultural y temático que cada estudiante trae consigo, al cual va añadiendo nuevos conocimientos a lo largo de sus estudios adquiridos a un ritmo que no es igual para todos. De las circunstancias anteriormente señaladas se desprende que para aprender a traducir se requiere un proceso de aprendizaje individualizado, para lo cual es necesario: 1. que los centros dispongan de clases con pocos alumnos y 2. que se aproveche la individualización de la clase, y por tanto la individualización de los objetivos poniendo en práctica el aprendizaje supervisado. El postulado de esta forma de «adaptación a la diferenciación individual» tiene sus 1
RD 1060/1992 (BOE, 22 de sept, de 1992). Para la entrada en el 2o ciclo de la Licenciatura (BOE, 27 de diciembre de 1993).
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límites allí donde se corra el peligro de no tener en cuenta las medidas y normas de la práctica del oficio. Sólo así se podría aplicar, por otra parte, la pedagogía del error, al determinar individualmente las posibles faltas para buscar su etiología y proponer un tratamiento diferenciado en cada caso particular. A lo largo del proceso de aprendizaje es importante que cada estudiante aprenda a observar el texto que ha de traducir, a observarse a sí mismo y a preguntarse qué factores lingüísticos, extralingüísticos, socioculturales y pragmáticos intervienen en la actividad de la traducción y qué procedimiento debe emplear para llegar a un resultado aceptable en una situación de encargo específica. Pues sólo por medio de estos conocimientos puede esperar tener bajo control racional el proceso de la traducción, lo cual es imprescindible para el traducir profesional.
2.3. El plan de estudios El plan de estudios de una Licenciatura de Traducción e Interpretación2 comprende 300 créditos repartidos a lo largo de dos ciclos de dos años de duración cada uno. Como principio general el primer ciclo persigue esencialmente el objetivo de posibilitar al estudiante la adquisición de unos conocimientos básicos que le permitan en el 2 o ciclo abordar una formación más especializada, estos conocimientos básicos se centran fundamentalmente en dos campos: 1. Las lenguas: la lengua materna o lengua A, la lengua extranjera o lengua B y la segunda lengua extranjera o lengua C. 2 Los planes de estudio de todas las universidades tienen en común las materias troncales, pero a través de materias obligatorias, optativas, etc., pueden variar de unas facultades a otras. La Universidad de Salamanca, cuyo plan de estudios nos sirve de modelo, ofrece la mitad de los créditos (aprox. 150, es decir, 1.500 horas) de la licenciatura de libre elección; como lenguas B y C se eligen dos entre alemán, francés e inglés (la lengua A, o materna, es siempre español).
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2. La iniciación a la traducción (B-A* / C-A / A-B). El 2 o ciclo se centra en materias específicas de esta Licenciatura: — La traducción especializada (B-A / A-B). — La traducción general (C-A / A-C). — La interpretación simultánea y consecutiva.
2.4. Los objetivos parciales y finales Para explicar lo que significa cumplir el objetivo final de los estudios de traducción nada mejor que recurrir a la descripción de las actividades profesionales de un traductor descritas en el PROYECTO DE ESTATUTO PROFESIONAL DE LA TRADUCCIÓN Y LA INTERPRETACIÓN EN ESPAÑA presentado por las
asociaciones de traductores e intérpretes APETI, AICE, ATG, EIZIE. En el artículo segundo de este Proyecto se dice: La traducción comprende las actividades, directas e indirectas, siguientes: a) Constituyen actividades directas: 1 o Trasladar textos de una lengua de partida a una de llegada, conservando en todo lo posible la forma, el contenido y el estilo. 2o Trasladar textos de una lengua de partida a una de llegada de tal manera que, tanto en la forma como en el contenido y el estilo, se adapten específicamente al grupo al que van dirigidos. 3o Revisar textos originales y traducciones, es decir, reelaborarlos desde el punto de vista lingüístico. b) Constituyen actividades indirectas: 1 o La elaboración de «terminología» específica. A través de esta actividad se pretende: — la clasificación y preparación de expresiones y formulaciones especializadas; — el asesoramiento a especialistas en la implantación de nuevos términos especializados; — la elaboración informatizada de la terminología así establecida: — la introducción de ésta en bancos terminológicos informatizados, con su actualización y su puesta a punto
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en forma ordenada (en forma de vocabulario) para el usuario. 2o La elaboración de «lexicografía». A través de esta actividad se procura la elaboración y reelaboración de léxicos, indices, glosarios... bien por métodos tradicionales o por medios informáticos
Un comportamiento final de los alumnos que abarque todas o alguna de estas facetas de forma profesional es lo que se debe ir buscando expresamente a través de la enseñanza. Y si bien este comportamiento se puede definir porque es más observable, lo más importante para el transcurso pedagógico es poder definir las competencias parciales que derivan en este objetivo final, porque así pueden deducirse con más facilidad objetivos parciales en el ámbito metodológico. De modo general se podría afirmar que conviene despertar en el alumno determinadas capacidades que deben presidir cualquier actuación en el período de aprendizaje y que deben constituirse en hábito profesional: 1. Desarrollar la capacidad de aplicación de los contenidos del programa a situaciones concretas. 2. Fomentar la capacidad de análisis, síntesis, pensamiento lógico, capacidad de reflexión y su aplicación a situaciones prácticas. 3. Inculcar la necesidad de realizar un trabajo riguroso, tanto en el fondo como en la forma. 4. Aprender a manejar los medios auxiliares y a buscar las fuentes documentales necesarias. 5. Despertar la curiosidad intelectual: la lectura y la búsqueda de documentación son dos pilares básicos de la traducción. 6. Fomentar el espíritu crítico de forma reflexiva. 7. Acercar al alumno a la realidad profesional. Los objetivos parciales a lo largo del periodo formativo son variables: al inicio de la formación éstos podrían consistir en la solución de problemas generales, mejor di-
cho, generalizabas sobre la constitución y estructuración del texto, lo que se podría denominar la adquisición de conocimientos textuales; por ejemplo, debería ser reconocido el desarrollo temático o conceptual del texto, así como los medios empleados en introducciones, conclusiones, conectores de párrafos en el TLO, etc. Los problemas de contrastividad específicos entre los pares de lenguas que intervengan en la traducción adquirirían también un gran relieve en esta etapa inicial. El logro de tales objetivos metodológicos sería fundamental para la diferenciación progresiva de la competencia traslativa en niveles superiores del aprendizaje. En esta fase, la enseñanza debería hacer también hincapié en dos puntos fundamentales: por un lado, traducir de acuerdo a la función, es decir, a la especificidad de la clase de texto y, por otro lado, traducir de acuerdo al tema o a lo específico del campo especializado. La competencia traslativa total se llegaría a alcanzar de acuerdo con esta concepción, sistemáticamente desarrollada, según el principio del mecano. Si se consiguiera describir un sistema de objetivos, en el que los diversos objetivos parciales estuvieran conectados entre sí de tal manera que formaran clases y jerarquías, se tendría ante nuestros ojos la red abarcadora de una planificación de la clase desde el nivel de principiantes hasta la última clase de la licenciatura. Para poder llegar a la realización de una planificación tal hay que tener en cuenta puntos de vista teóricos y prácticos. Las aportaciones lingüisticas y psicológicas al aprendizaje son fundamentales en la enseñanza de la traducción (aquí podría existir una conexión con la enseñanza de idiomas extranjeros). La psicología del aprendizaje postula para la planificación didáctica tres pasos consecutivos: 1 o la fijación y a ser posible la descripción operacional de objetivos, 2 o la aclaración de las condiciones que pueden contribuir a lograr esos objetivos,
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3o el desarrollo de estrategias que son la condición para el logro de los objetivos pretendidos y que llevan a la progresión de secuencias de aprendizaje. En esta última fase lo esencial sería: la capacidad de análisis, la capacidad de síntesis, la capacidad reproductora en la lengua a la que se traduce y finalmente una buena capacidad evaluadora.
2.5. La iniciación a la traducción La iniciación a la traducción (por regla general ésta suele ser la primera asignatura de traducción de la primera lengua extranjera del alumno a su lengua materna) es la base esencial sobre la que se asientan los siguientes estadios de la formación, por lo que debe tratar de ofrecer al alumno en un período de tiempo breve (60 horas) por un lado los principios fundamentales en los que se basa el proceso de la traducción y por otro, un método o manera práctica de trabajar con los textos; todo esto tendría que conducir al desarrollo de las compe-
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tencias básicas de todo traductor, a las que hemos aludido anteriormente: — competencia metodológica y profesional, — competencia lingüística y textual en las dos lenguas de trabajo, — competencia contrastiva, particular de cada par de lenguas. La selección de los textos para llevar a cabo el desarrollo de tales competencias es un factor importante en este entramado de enseñanza-aprendizaje; el profesor debe realizar dicha selección teniendo en cuenta en cada texto particular el interés que tenga desde el punto de vista textual (importante es trabajar con diferentes tipos y clases de texto), contrastivo (en lo referente a normas o convenciones textuales, problemas gramaticales, estilísticos, etc.) y cultural o extralingüístico dentro de un escalonamiento progresivo de las dificultades. Abarcando todo ello siempre estar presente el enfoque teórico-metodológico y el uso eficaz de los medios auxiliares, incluida la realización de la documentación necesaria.
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