Migración, redes transnacionales y conversión religiosa entre los mixtecos

Migración, redes transnacionales y conversión religiosa entre los mixtecos Alberto Hernández1 y Mary O’Connor2 Breve historia de la migración mixteca

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Migración, redes transnacionales y conversión religiosa entre los mixtecos Alberto Hernández1 y Mary O’Connor2

Breve historia de la migración mixteca De las comunidades a los campos agrícolas De los pueblos a las grandes ciudades El Noroeste de México (Sinaloa, Sonora y Baja California) Hablar de la población mixteca es hablar necesariamente a un pueblo que ha estado íntimamente ligado a la migración. Los mixtecos oaxaqueños, a fines del siglo XIX, migraban estacionalmente a las plantaciones de caña de azúcar en Veracruz (Sarmiento, 1989). A partir de 1920, un nuevo contingente de trabajadores se dirigió a la costa de Oaxaca, cerca de Pinotepa Nacional, y la zona del Soconusco, en Chiapas, para laborar en la pizca de algodón y en los cultivos de café (Domínguez, 2004:78). Entre 1925 y 1940 empezaron a ser visibles los rasgos de una migración rural-urbana, con el arribo a la Ciudad de México de jóvenes y familias mixtecas que se empleaban en obras de construcción, jardinería, y trabajo doméstico (ídem). Este flujo migratorio se incrementó en las tres décadas posteriores; alentando el crecimiento de municipios como Ecatepec y Netzhualcóyotl. Como ya ha sido ampliamente difundido, la Mixteca oaxaqueña es una de las regiones más pobres en México. Lluvias intensas pero escasas, topografía accidentada, un suelo fuertemente erosionado, un clima extremo y escasa disponibilidad de agua, aunado a una fuerte densidad poblacional, han sido condiciones poco favorables para abatir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población (Butterworth, 1990:23). La combinación de la pobreza del suelo y el rápido crecimiento de la población han sido dos de los principales factores que han 1

Profesor-Investigador en El Colegio de la Frontera Norte; [email protected] Associate Research Anthropologist Institute for Social, Behavioral and Economic Research University of California, Santa Barbara, [email protected] 2

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alentado la salida, sea de forma temporal o definitiva, de emigrantes mixtecos hacia zonas más prósperas, incluida la ciudad capital3 y el noroeste del país. A pesar de que la migración desde la Región Mixteca se originó desde la década de 1920 (Edinger, 1996:132), ésta ha tenido un incremento drástico desde principios de los años ochenta (Zabin, 1997:401; Palerm, 1994:20-21; Rivera Salgado, 1999a:1445), a raíz de que México empieza a sentir los efectos de las crisis económicas y las políticas neoliberales (Hellman, 1994:113-151). Mientras que la producción agrícola total en México se estancó en los ochenta, el sector hortícola de exportación aumentó en un promedio de 3.5% anual (Zabin, 1997:340). Una de las razones de ese crecimiento fue la inversión que realizaron empresas extranjeras en la actividad (banqueros, comercializadoras, productoras de los Estados Unidos). Las subsecuentes devaluaciones que se presentaron en el país crearon ventajas en los precios de exportación de los productos en los tres principales estados productores de hortalizas de exportación: Sinaloa, Sonora y Baja California (Zabin, 1997:399). A inicios de los setenta contratistas empleados por grandes empresas agroexportadoras de estos tres estados empezaron a reclutar de manera activa trabajadores de los estados de Guerrero y Oaxaca, quienes no habían sido parte del proceso histórico de migración que había dado lugar a las redes migratorias establecidas en estados como Michoacán y Jalisco (Zabin, 1997:344-355). Por medio de promesas de trabajo bien pagado, con garantías de vivienda, agua y luz, los contratistas convencieron a los mixtecos de emprender el viaje al norte del país. Cuando llegaron a los campos agrícolas de Sinaloa y Baja California, encontraron viviendas miserables, sin agua ni luz, por las cuales tenían que pagar renta. Como no tenían los recursos para regresar a su

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Estudios, como el realizado en 1960 por el antropólogo Douglas Butterworth en un pueblo de la Mixteca Alta llamado Tilantongo, demuestran las condiciones que favorecieron la salida de los emigrantes mixtecos hacia la Ciudad de México, y el impacto que dicho proceso tuvo en la vida de ese pueblo (Butterworth, 1990).

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tierra, y requerían de un trabajo remunerado, se quedaron, y aprendieron toda una nueva forma de vivir bajo condiciones extremas (Quiñones, 2001:103). Así fue que los mixtecos se encontraron sumergidos en los procesos de la globalización económica; trazando una ruta migratoria que trascendería las fronteras de México.

Estados Unidos: ¿un nuevo destino? a. El Programa Bracero y la Región Mixteca b. Nuevas corrientes inmigratorias (1970-2000) c. Formación de comunidades transnacionales y transfronterizas

A mediados del siglo XX tuvo lugar uno de los procesos más intensos en el flujo de trabajadores mexicanos hacía los Estados Unidos. Bajo el Programa Bracero miles de trabajadores mexicanos fueron reclutados en diversas partes del país para realizar labores en las fábricas, minas, campos agrícolas y ferrocarriles (Mraz/Storey, 1996). Se estima que alrededor de siete mil mixtecos participaron bajo los auspicios de este programa (Espinoza Hernández, 2003:26). El primer grupo de ellos partió en 1944 y en los años subsiguientes se incorporaron otros centenares más. La mayor parte de estos trabajadores fueron contratados para realizar labores de recolección de frutas y hortalizas. Su trabajo era de carácter temporal, y al término de su contrato regresaron a sus pueblos de origen con un acervo de desafortunadas experiencias laborales, unos cuantos dólares y muchas deudas contraídas. Durante ese mismo periodo, otros mixtecos continuaron saliendo de sus pueblos para trabajar en Veracruz, y en el Distrito Federal. Esta primera experiencia de migración internacional dejó para los mixtecos varias lecciones; entre ellas lo difícil que era arribar a un país ajeno, con una cultura e idioma distinto, y en donde la discriminación y el maltrato a los mexicanos se daba por igual, fueran éstos indígenas o mestizos.

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Como ha señalado Velasco (2005:118), “la introducción y la paulatina extensión de las vías de comunicación al interior de toda la Región Mixteca facilitaron la salida de muchos mixtecos hacia lugares más distantes”, como sería el caso del noroeste de México y los estados de Oregon y California. Los transportes fletados por contratistas para trasladar familias completas hacia los valles de Culiacán y San Quintín comenzaron a ser un hecho común en muchos pueblos de la Mixteca. Durante su estancia en Baja California y Sinaloa, algunos mixtecos, habiendo escuchado de sueldos mejores en Estados Unidos, migraron a los campos de California (Zabin, 1997:349). Allí encontraron mejores sueldos por el mismo trabajo, pero en condiciones semejantes o peores que las que padecían en el norte de México (Edinger, 1996:231-235). De California se fueron a Oregon y Washington. Hoy en día hay mixtecos en por lo menos 20 de las 50 entidades de los Estados Unidos. Con el paso del tiempo, los mixtecos han venido construyendo una compleja tradición de migración circular que ahora comprende las dos costas de México y Estados Unidos y muchos de los estados al interior. Federico Besserer ha nombrado a este fenómeno “La Gran Mixteca”. Encuestas como la realizada por David Rusten y Michael Kearney a inicios de 1990 hablan de la importancia que los trabajadores mixtecos habían comenzado a tener en diversas localidades y condados del estado de California. Al respecto, estos autores mencionan: Nosotros contamos 6 687 indígenas oaxaqueños en 47 poblados de California (4 081 hombres, 1 151 mujeres y 1 455 niños menores de 12 años. Al proyectar este conteo en los poblados no encuestados nos da un total de 10 565 indígenas (...). Un estimado razonable del número de indígenas mixtecos oaxaqueños en California en 1991 (excluyendo a los zapotecos en Los Ángeles) sería entre 20 mil y 40 mil indígenas (Rusten y Kearney, 2004:43).

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Independientemente de la cifra estimada por Rusten y Kearney, existe constancia de la visibilidad que los trabajadores mixtecos estaban adquiriendo en condados como Fresno, Madera, San Diego y Santa Bárbara durante la década de 1990.4 En el condado de San Diego las localidades con mayor presencia de mixtecos eran Vista, Carlsbad, Escondido y Oceanside. Extensos campos de tomate, fresa y cebolla, alternados con fraccionamientos residenciales, eran parte de un singular paisaje que mostraba los contrastes de uno de los condados más ricos del estado de California. Buena parte de los trabajadores mixtecos en el condado de San Diego tenían experiencia en los campos agrícolas del noroeste de México. Muchas realidades eran compartidas en ambos espacios: malas condiciones de trabajo, viviendas precarias o espacios improvisados hechos de cartón, plásticos y desperdicios, y una situación de aislamiento que los hacía presa de abusos y actos de discriminación.5 Para no ser objeto de las detenciones realizadas por elementos de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol), muchos mixtecos hacían excavaciones en la tierra para establecer refugios y vivir en ellos, al tiempo que para evitar ser detectados durante las redadas.6 Los días sábados, una vez concluida la jornada laboral, comenzaba un tiempo de esparcimiento y descanso para los trabajadores mixtecos al norte del condado de San Diego. Los llamados raiteros hacían su aparición en los campos agrícolas para recoger el dinero que los

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En el condado de Santa Bárbara, California, se estima que hay por lo menos diez mil mixtecos indocumentados, que trabajan como jornaleros en los cultivos de fresa, brócoli y hortaliza (O’Connor, 2005). 5 A lo largo de un año, mi visita constante a los campos agrícolas del norte del condado de San Diego me permitió conocer esta realidad que padecen los inmigrantes mixtecos y establecer contacto con algunas de sus familias residentes en Tijuana. Las carencias eran muchas y su contacto con el mundo exterior era bastante reducido. 6 Fue así como se les conoció como los “habitantes de las cuevas” (cave dwellers), pero los agentes de migración prefirieron bautizar las viviendas que ocupaban como los “agujeros de las arañas” (spider holes) (Clark Alfaro, 2004:103).

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inmigrantes enviarían a sus familias. Un escenario tradicional de cualquier fin de semana era la aparición de vendedores de ropa y comida, y la nada discreta actividad de las redes de prostitución. La convivencia en los campamentos se daba en pequeños grupos de paisanos, y en los que al calor de las cervezas no faltaban los pleitos y altercados. Otra parte de la vida se desarrollaba entre los inmigrantes que llevaban una vida alejada del consumo de alcohol, y cuyo tiempo libre lo dedicaban a escuchar la radio, leer la Biblia y realizar labores de evangelización entre los compañeros de trabajo. Los campos agrícolas de California, al igual que los del noroeste de México, constituyeron un espacio favorable para el trabajo de evangelización. Centenares de inmigrantes pasaban buena parte de su tiempo libre en espacios confinados, y tenían escaso contacto con el mundo exterior, de manera que cualquier visita o ayuda era recibida con agrado. Pero no siempre las estrategias seguidas por predicadores y misioneros lograban buenos resultados. A juicio de algunos pastores entrevistados, conseguir que un mixteco cambiara de religión y adoptara la fe evangélica ha sido un proceso difícil y dilatado.

Escenarios de cambio religioso entre los mixtecos A. Comunidades evangélicas establecidas por mixtecos en Baja California El poblamiento de las principales localidades que integran el Valle de San Quintín fue realizado a finales de 1950, gracias al reparto de tierras efectuado por el gobierno federal. Las primeras familias de inmigrantes procedían de Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Poblar el Valle de San Quintín represento un gran reto para los primeros inmigrantes; no había escuelas ni ningún tipo de servicio de atención médica, y bienes como víveres, ropa y enseres domésticos se conseguían

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a precios exorbitantes. Para acceder a esa zona se requería atravesar un tramo de la Sierra de San Pedro Mártir y utilizar un estrecho camino de unos 200 kilómetros de terracería. El aislamiento en que se encontraba San Quintín hizo que esa región se fuera escasamente atendida por la Iglesia católica. Los sacerdotes que la visitaban procedían de Ensenada y sus recorridos por la zona eran esporádicos. Desde mediados de la década de 1950 varias sociedades misioneras protestantes de los Estados Unidos emprendieron una incansable tarea para atender a la población de la zona. Los primeros en establecerse fueron los bautistas. Su principal labor fue la construcción de una clínica-hospital para la atención a personas de escasos recursos. A éstos les siguieron los misioneros de Cristo por su Mundo, organización evangélica que establecería un ambicioso proyecto de asistencia para niños sin hogar. El reto de los primeros misioneros era construir un proyecto de evangelización de largo plazo que permitiera la conversión de los colonos, en su mayoría fervientes católicos del centrooccidente de México.7 La apertura de la Carretera Transpeninsular, que unió el norte de Baja California con la parte sur de la península, abrió grandes oportunidades para las empresas agroexportadoras. San Quintín se convirtió, desde entonces, en una zona que atrajo a inmigrantes de zonas rurales, la mayor parte de ellos indígenas de Oaxaca. El establecimiento de un patrón de migración circular entre Sinaloa, Baja California y Baja California Sur generó un flujo itinerante de jornaleros

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Don José Hernández fue una de las primeras almas conquistadas por los misioneros bautistas. Originario de Yuriria, Guanajuato, este ejidatario dejó atrás su adicción al alcohol para abrazar la fe evangélica. Más tarde se convertiría en uno de los primeros pastores mexicanos establecidos en la parte sur del municipio de Ensenada.

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agrícolas a lo largo de ese extenso corredor del Pacífico mexicano, los cuales se ocuparon de las labores de cultivo, recolección y empaque de hortalizas.8 Si algo es visible en el Valle de San Quintín es la sólida y dinámica presencia de la comunidad mixteca, la cual se extiende hasta el último rincón de ese fértil valle. Aquellos audaces jornaleros que atravesaron un extenso desierto para encontrar mejores oportunidades de vida nunca imaginaron que iban a terminar construyendo una ruta migratoria que facilitaría la llegada de centenares de sus paisanos. La corriente de trabajadores siguió llegando, obligados por la pérdida de las cosechas en sus tierras de origen, la falta de empleo, las deudas contraídas, o el crecimiento de la familia. Aunque para muchos jornaleros oaxaqueños San Quintín se convirtió en un punto más de su largo recorrido en busca de trabajo, para muchos fue el lugar en el que verían nacer y crecer a sus hijos. Para decenas de familias inmigrantes la vida itinerante cambió de rumbo, pues optaron por establecerse en colonias populares y asentamientos irregulares de poblados (como Emiliano Zapata y Vicente Guerrero) fundados en su gran mayoría por líderes mixtecos. Los datos más recientes hablan de que en el Valle de San Quintín residen cerca de 20 mil personas de origen mixteco, situación que muestra la importancia numérica de la comunidad indígena oaxaqueña; no obstante, ha comenzado a aumentar la presencia de zapotecos, triquis y amuzgos. Desde su llegada al Valle de San Quintín, los mixtecos recibieron la atención de de los misioneros evangélicos. Grupos de voluntarios pertenecientes a organizaciones evangélicas, entre los que se podían encontrar médicos, dentistas, enfermeras, profesores, estudiantes y amas de casa, establecieron año con año campamentos para laborar de manera temporal en el valle. 8

La complementariedad de la cosecha de hortalizas entre las dos regiones productoras más importantes permite que los jornaleros mantengan su contrato durante casi todo el año. Así, en Sinaloa la cosecha dura de septiembre a abril y en Baja California comienza en mayo o junio y termina en agosto.

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Caravanas de vehículos procedentes de los Estados Unidos, recorrían los campamentos donde permanecían los jornaleros para ofrecerles comida y ropa usada, proporcionarles atención médica, proyectarles películas de contenido cristiano y entregarles un mensaje de salvación. Para muchos de los jornaleros ése sería su primer contacto con la doctrina evangélica. Algunos misioneros que trabajaron en la zona han señalado lo difícil que fue para ellos “conquistar almas entre los mixtecos”. Entre los principales obstáculos que limitaban su trabajo misionero se encontraban el que los mixtecos se acercaban a recibir donativos, participaban en las funciones de cine y recibían consultas médicas, pero eran muy reservados al tratar el tema de sus prácticas religiosas. La otra barrera importante era la del idioma. Las casas misioneras no contaban con pastores que conocieran la lengua mixteca y sólo un reducido número de jornaleros sabían hablar y leer en español. Una de las características más visibles del campo evangélico en San Quintín es su gran diversidad, que se expresa en la gran cantidad de Iglesias que han venido surgiendo de manera notable en los últimos 15 años. De acuerdo al Inventario que realizamos en el 2005, existían 70 templos y misiones evangélicas, lo cual nos habla del crecimiento de las organizaciones no católicas en esa zona. Una parte importante de los congregantes de dichas Iglesias son personas de origen mixteco; comunidad religiosa que incluye tanto jornaleros agrícolas, como a líderes sociales y maestros de educación primaria.

B. Comunidades evangélicas establecidas por mixtecos en California

Las Iglesias evangélicas pentecostales a las que se han convertido un gran número de mixtecos surgieron del movimiento que tuvo su inicio en Los Ángeles, California, en 1906. En una casa de la calle Azuza, personas reunidas para un culto religioso empezaron a hablar en lenguas. Este

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fenómeno, que también se llama “glosolalia”, constituye una experiencia de trance o éxtasis.9 Los primeros pentecostales decidieron que hablar en lenguas era una experiencia por la que habían pasado los apóstoles en el Primer Día de Pentecostés, como se relata en el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el Nuevo Testamento. Con esta conexión a la Iglesia primitiva, los pentecostales se identificaron como los más auténticos representantes de Jesucristo en el mundo actual.10 Basándose exclusivamente en la Biblia, rechazaron toda doctrina que no se podía conectar directamente con ella.11 Los primeros pentecostales incluyeron inmigrantes mexicanos. Había mexicanos en la casa en la calle Azuza, y algunos de ellos regresaron a su país para convertir a sus compatriotas. Como es el caso de la conocida Hermana Romanita, figura esencial en el surgimiento de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús (Gaxiola, 1970). Otros se quedaron en Estados Unidos, fundando iglesias donde los cultos se llevaban a cabo en español. De hecho, el primer paso hacia el crecimiento del protestantismo evangélico en México fue dado por mexicanos (Hernández, 2005). Con pocas excepciones, esto sigue siendo la verdad hoy en día, tanto para los mixtecos que migran al norte de México y a Estados Unidos, como para los que hace poco empezaron a convertirse en sus pueblos. El rápido crecimiento de la comunidad mixteca en California ha significado cambios significativos en su vida cultural y religiosa. La adhesión a las Iglesias evangélicas de corte pentecostal es un hecho cada vez más visible. El ambiente sencillo y acogedor que éstas 9

Los que hoy en día hablan en lenguas dicen que es imposible describir la experiencia; la palabra más comúnmente usada es “gozo”. 10 Para los primeros pentecostales esto implicaba el reconocimiento de que aún era posible volver a sentir el Espíritu Santo directamente en el ambiente espiritual del creyente y que su presencia desencadenaría sucesos extraordinarios, cuyas señales serían tres dones otorgados por la divinidad: el de sanación, el de profecía y el de lenguas (Garma, 2004:57). 11 El pentecostalismo también tiene raíces históricas con el movimiento de avivamiento (the Great Awakening) del siglo XIX en Estados Unidos.

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presentan y su acentuado carácter moralista, aunados al alto valor que la familia tiene en este tipo de comunidades, son algunos rasgos que las hacen más atractivas para los mixtecos. Los mixtecos, al igual que otros grupos étnicos de México, dependen fuertemente del tratamiento propio y del tratamiento popular, basado en curanderos, yerbas, masajes, baños de temascal, para reforzar las opciones de cuidado a la salud y atención a cierto tipo de enfermedades. Estudios etnográficos realizados en California sugieren que los mixtecos realizan ese mismo tipo de prácticas en los Estados Unidos (Bade, 2004:296). Por ello no resulta extraño que la incorporación de las prácticas de sanación y curación divina, métodos utilizados por los pentecostales, sean otro factor importante para que los mixtecos se adhieran a ese tipo de organizaciones religiosas. En Santa María, Oxnard, Madera, Fresno y Ventura, al igual que en otras localidades del sur de California, han comenzado a crecer las comunidades evangélicas integradas por inmigrantes de origen mixteco.12 Sean en espacios propios o en locales rentados a otras Iglesias, como la Iglesia Presbiteriana o la Iglesia Bautista Coreana, dichas comunidades religiosas han logrado presentarse como una alternativa. De acuerdo con Rivera-Salgado (1999:1442): “a diferencia de los movimientos anteriores de población, la migración actual ocurre bajo un contexto globalizado de incertidumbre económica que, alternadamente, facilita la construcción de sistemas de relaciones sociales que trascienden las fronteras nacionales”. Ese proceso de transnacionalización de las relaciones sociales muestra también un impacto en los procesos de conversión religiosa de la comunidad mixteca.

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La ciudad de Santa María tiene dos congregaciones grandes de evangélicos mixtecos y una congregación formada por mixtecos e inmigrantes de otros lugares de México. Los miembros de estas congregaciones realizan sus servicios de culto en mixteco, y otros en español.

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En estudios recientes sobre evangélicos en Baja California y congregaciones de habla hispana en Santa Barbara, hemos encontrado una relación importante entre la migración y la conversión religiosa: la mayoría parte de los miembros de estas congregaciones cambió de religión después de emigrar, más que en sus comunidades de origen. Un converso de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús en el Valle de San Quintín expresó que él había oído hablar de Jesús en su pueblo, pero que nunca se habría convertido si se hubiera quedado allá. Sentía que sus amigos se habrían burlado de él si lo hubiera hecho. Su proceso de conversión comenzó en Sinaloa, pero no fue hasta que llegó a San Quintín que finalmente aceptó a Jesús. Comentó que para convertirse cada quien debe salir de sus comunidades de origen, así como Romanita Valenzuela, fundadora de la Iglesia Apostólica, lo había hecho. Quiñones (2001:110) menciona que “las nuevas iglesias son símbolos de éxito económico, modernidad, y del poder monumental y atracción de los Estados Unidos”. Esto es quizás una exageración, pero el hecho es que muchos mixtecos abandonan su adhesión a la Iglesia católica de manera más frecuente una vez que salen de sus pueblos.

Formación de una Iglesia étnica entre los mixtecos Fundación y creación de la Iglesia de Jesucristo de las Américas (IJA) Una de las Iglesias pentecostales con más sólida presencia entre los mixtecos, tanto en México como en los Estados Unidos, es la Iglesia de Jesucristo de las Américas. Esta Iglesia fue fundada por Lorenzo Mendoza Cervantes en 1978. El hermano Lorenzo fue bautizado en una iglesia pentecostal de Vista, California.13 Al regresar a Tecomaxtlahuaca, su pueblo natal, ubicado en el

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Un aspecto muy singular resulta el surgimiento de dos Iglesias evangélicas ligadas a los inmigrantes indígenas en el área de Vista, California. Dicha ciudad se encuentra localizada en la parte Noroeste del Condado de San Diego. Desde hace poco más de una década en Vista han sido cerrados los campos agrícolas para ser convertidos en modernas zonas residenciales. Una parte de los inmigrantes se

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distrito de Juxtlahuaca, comenzó a divulgar la doctrina evangélica entre sus familiares y paisanos. Muchos de estos nuevos conversos vivían en el poblado de San Juan Piñas. Eventualmente, empezaron a expulsar de este pueblo a los conversos, siendo éstos los primeros protestantes en ser expulsados de sus pueblos en la región de la Mixteca. Ellos se fueron a vivir a Juxtlahuaca, donde construyeron una comunidad de miembros de la Iglesia, la cual contaba con una iglesia en las afueras de esa ciudad. Otros conversos que corrieron igual suerte en otros poblados del mismo distrito se unieron a esta nueva congregación. Los miembros de esta Iglesia han establecido numerosas congregaciones en la Región Mixteca y están en proceso de crear congregaciones en cada una de las comunidades dónde se han establecido. La congregación más grande en los Estados Unidos se encuentra en Salinas, California, y existen congregaciones en los nuevos lugares de destino de estos inmigrantes, como Florida, Tennessee, Virginia, Indiana, Illinois, Nueva York y Carolina del Norte. Los líderes de la Iglesia señalan que existen entre 15 mil a 20 mil miembros, algunos de ellos en México y otros en los Estados Unidos. Aunque esta cifra puede resultar un tanto exagerada, no cabe duda de que dicha Iglesia ha mantenido una rápida presencia y expansión en distintas localidades de los Estados Unidos. La estructura organizativa de la Iglesia de las Américas no dista de ser muy diferente a la que caracteriza a otras Iglesias evangélicas de tipo pentecostal. A la cabeza de ésta se ubican los ministros o pastores, seguidos de los diáconos, que se convierten en una figura auxiliar de cada pastor. En el escalón siguiente figuran los obreros, que trabajan en las distintas labores de mantenimiento y limpieza que se realizan dentro de cada templo o congregación. Una pieza

mantuvieron en la zona, y ahora laboran como jardineros y trabajadores de la construcción. Fue en esa misma localidad donde un grupo de inmigrantes otomíes de Querétaro, decidieron formar una Iglesia pentecostal, y más tarde buscarían la forma de establecer un templo evangélico en la Sierra Gorda de Querétaro.

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clave del trabajo realizado fuera de los templos es el que llevan a cabo los evangelizadores. Su principal actividad consiste en visitar los hogares para entregar folletos y videos de contenido evangélico, apoyar en la realización de estudios bíblicos y atender a las personas que requieran de algún apoyo para resolver algún problema familiar o personal. Después de un trabajo de varias visitas, que puede prolongarse por varios meses, los evangelizadores logran que una persona acceda a acudir a una congregación cercana a su hogar. Pero el trabajo de convencimiento puede prolongarse hasta por uno o dos años. Dado su origen cercano a la Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, la Iglesia de Jesucristo de las Américas (IJA) retomó varios de los elementos doctrinales y litúrgicos de esa Iglesia y los hizo suyos. Asimismo, puso énfasis en los dones de sanación y de lenguas, incorporando algunas prácticas nuevas. Los servicios religiosos se hicieron amenos, las interpretaciones bíblicas fueron claras y sencillas, y siempre se recibió a los nuevos invitados con gran hospitalidad y alegría. El alabar a Dios es para estas comunidades religiosas un gran acto de satisfacción y alegría. Cantan, danzan, claman y gritan porque es la forma en que expresan su gozo y reconocimiento hacia su nueva vida. Pero existe un orden y control sobre la manera en que debe ser desarrollado un culto. Algunos servicios religiosos se realizan con la ayuda de un intérprete; Sin embargo, son cada vez más las personas mixtecas que hablan y leen en español con mayor facilidad. Debido a la afiliación de niños y jóvenes que nacieron en Estados Unidos, ha sido necesaria la incorporación de servicios de culto en inglés. Uno de los aspectos que llaman mucho la atención de esta Iglesia evangélica es el nivel de vinculación que muestra con la doctrina judía. Los pastores y creyentes de esta Iglesia se declaran integrantes del pueblo judío. Un pastor nos manifestó: “Los judíos son escogidos por

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Ley, y nosotros somos escogidos por Gracia”. Por ese motivo nos hemos apropiado de varios símbolos, como la bandera de Israel, la Estrella de David y el Menorah, y reconocemos el Shabbath como el día de guardar y descanso, aunque no todos lo practiquemos (IJA, PColonet). Dado que cada una de las congregaciones que forman parte de la IJA es autónoma, existe plena libertad para que la iconografía judía pueda o no ser utilizada al interior de un templo. Entre los valores que deben regir la vida de todo creyente de la IJA resaltan: ser un buen padre de familia, no recurrir a la violencia, no proferir malas palabras, proveer al hogar de lo necesario, no consumir drogas ni alcohol y no mantener relaciones sexuales extramaritales, así como cumplir con los diezmos y ofrendas hacia la Iglesia. Otro de los aspectos que llaman la atención de esta Iglesia es el carácter conservador que tiene en el arreglo personal y en la forma en que deben vestir las mujeres. La IJA, más allá de las reglas impuestas por otras Iglesias pentecostales, establecen que las mujeres no pueden usar pantalones sino faldas largas, no les está permitido maquillarse y no deben usar el cabello corto. Además, no deben traer ningún tipo de joyería, incluídos los anillos de matrimonio.

La Iglesia de Jesucristo de las Américas en el Valle de San Quintín

Las barreras culturales que antes existían para trabajar con los inmigrantes indígenas se han comenzado a romper, y ahora existen pastores mixtecos que realizan una intensa actividad de evangelización entre sus familiares y paisanos. Una de las Iglesias pentecostales con más sólida presencia entre los mixtecos de San Quintín es la Iglesia de Jesucristo de las Américas. Su llegada a esa zona no ha sido documentada, pero ya son varios los años que lleva trabajando en forma constante con los mixtecos.

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Inicialmente, un grupo de misioneros procedentes de San Diego se establecieron en San Quintín con el propósito expreso de fundar una misión que emprendiera una labor de conversión entre los mixtecos. Dicha labor los obligaría a la preparación de materiales escritos y audiovisuales en lengua mixteca. Los materiales utilizados estarían disponibles para personas originarias tanto de la Mixteca Alta como la Mixteca Baja. El proyecto misionero en cuestión establecería un programa para la formación de pastores, ante la necesidad de constituir una red de congregaciones que cubrirían todo el valle. El centro operativo del proyecto estaría en el poblado de Emiliano Zapata, lugar donde residían mayor número de familias de origen mixteco. Un impulso importante para la realización de los planes misioneros de la IJA sería la ayuda brindada por los inmigrantes mixtecos residentes en el vecino estado de California. Algunos de ellos se habían convertido al Evangelio en los Estados Unidos, conocían a fondo la labor de esa Iglesia y estaban dispuestos a colaborar para que sus paisanos encontraran un espacio atractivo para acercarse a la doctrina evangélica. La labor de evangelización entre los mixtecos comenzó lentamente, y para ello fue necesario trabajar en forma directa con cada familia. Los hogares se fueron convirtiendo en el espacio privilegiado de trabajo, pues se transformaron en pequeñas misiones que actuaron como unidades de una organización más compleja. Además, los hogares siguen cumpliendo un papel importante como espacios de socialización y de reclutamiento de nuevos miembros. Para los pastores de la Iglesia de Jesucristo de las Américas, los más difíciles de aceptar la doctrina evangélica han sido las personas de mayor edad. Se dice que “ellos defienden fehacientemente sus prácticas y tradiciones religiosas, y no están dispuestos a abandonarlas por ningún motivo. En cambio, los jóvenes ya no están enraizados en la doctrina católica, y en la escuela reciben otras ideas, que les hacen abrir los ojos” (IJA: Emiliano Zapata).

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Una opinión expresada por otro pastor es que “los jóvenes mixtecos ya no practican la religión como lo hacían sus padres, ya no creen en los santos, no tienen la necesidad de ir a una cueva para pedir que llueva para la cosecha, y nunca han prestado servicio para su comunidad. Condiciones que facilitan el que los jóvenes puedan acercarse con mayor facilidad a alguna Iglesia evangélica” (IJA: PColonet). Las estrategias de reclutamiento de nuevos miembros hacia esta Iglesia han sido posibles gracias al trabajo de promoción realizado por los líderes de organizaciones populares de origen mixteco convertidos a la fe evangélica. Su alejamiento del alcohol, su actitud pacífica, su buen desempeño como padres de familia, los han hecho mostrarse ante sus paisanos como nuevas personas. Sin embargo, una pieza clave de dicho proyecto de evangelización lo constituyen los profesores mixtecos. Gracias a ellos se han acercado un mayor número de jóvenes hacia las congregaciones y más tarde se han incorporado a éstas algunos de sus familiares directos.14 El proyecto para la formación de pastores ha sido uno de los retos más importantes establecidos por la Iglesia de Jesucristo de las Américas. Esta organización religiosa se vio en la necesidad de preparar pastores que atendieran los nuevos campos de evangelización. El reto principal era reclutar a aquellas personas que conocieran y manejaran bien la lengua mixteca. Inicialmente, se toparon con creyentes mixtecos que se habían convertido al Evangelio pero carecían de los estudios mínimos para ingresar a un Seminario Teológico. El requisito establecido para ingresar a estos seminarios era tener concluida la educación secundaria. La alternativa utilizada por esta Iglesia para superar esta situación fue crear seminarios a los que pudieran ingresar aquellas personas que no contaran con estudios básicos. Fue así como se 14

Una de las características fundamentales de la IJA sigue siendo el trabajo con los mixtecos, pero ha ampliado su cobertura para atender a los amuzgos, zapotecos y triquis que han estado llegando al valle.

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construyó una red de seminarios donde pudieron asistir y graduarse como pastores algunos mixtecos. Por ejemplo, las personas que residían en San Quintín podían asistir a San Diego siempre y cuando tuvieran papeles para ingresar a los Estados Unidos, o desplazarse hacia Mexicali, que les quedaba a seis horas de camino. Todo ello facilitó el hecho de que esta Iglesia pudiera contar con pastores dispuestos a trabajar en otras zonas del país y en los Estados Unidos. Establecerse en San Quintín ha sido para algunos de los mixtecos que entrevistamos un acto que les permitió más libertad para cambiar de religión. Señalan que en ese lugar se siente menos presionados y pueden actuar “sin ningún tipo de ataduras”. El compromiso que ahora tienen es alcanzar a aquellos mixtecos que permanecen en Oaxaca para que se conviertan a la fe evangélica y sigan los pasos de muchos de los paisanos que han migrado. “Llevar el mensaje de Jesucristo”, “llevar las buenas nuevas”, es el reto que estos inmigrantes desean trasladar hacia sus pueblos.

Efectos del cambio religioso en los pueblos de la Mixteca Presencia de la Iglesia católica Es notable que en muchos pueblos, y hasta en municipios enteros de la Región Mixteca, la presencia de la Iglesia católica sea escasa o resulte insuficiente para atender a poblaciones que se encuentra dispersas a lo largo del territorio. En algunos casos ni siquiera hay una capilla o recinto oficial de culto católico. Para muchas de las comunidades rurales que sí tienen un templo o una capilla, es frecuente que el sacerdote llegue solamente unas cuantas veces al año para celebrar la misa en la fiesta del santo patrón, oficiar los bautizos de los niños nacidos en el transcurso del año o asistir circunstancialmente a la celebración de una boda.

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En las condiciones precarias que se hallan algunos de los pueblos de la Mixteca muchos de los locales utilizados como espacios de culto católico se encuentran en un proceso de abandono y deterioro. Viejas ermitas y capillas han sufrido el pasar de los años y sus condiciones de recuperación se hacen cada día más difíciles. Gracias a la participación de los inmigrantes mixtecos existen algunos esfuerzos para contrarrestar ese problema, pero dicha colaboración también ha servido para favorecer la construcción de locales de culto evangélico. En esas circunstancias, y como parte de un largo proceso histórico, el ciclo del ritual católico ha estado bajo la administración de las propias comunidades indígenas, en tanto que el contacto con la estructura de la Iglesia católica ha sido débil y esporádico. En los últimos años la diócesis de Huajuapan de León ha realizado un singular esfuerzo para atender a las comunidades mixtecas, pero se han enfrentado con la falta de sacerdotes y la escasez de recursos económicos y medios de transporte.15

Bases de la evangelización protestante Al igual que muchas otras zonas indígenas del país, desde 1940 algunos pueblos de la Mixteca han hecho un esfuerzo por divulgar la fe evangélica. El punto de arranque tuvo lugar con la llegada de personal del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) a esa zona, el que, además de realizar labores de traducción de textos de divulgación, hizo la traducción del Nuevo Testamento a la lengua mixteca. Otro aspecto llamativo fue el regreso de inmigrantes mixtecos a sus pueblos, luego de haber laborado como trabajadores agrícolas dentro del Programa Bracero, algunos de los cuales habían sido convertidos a la fe evangélica durante su estancia en los Estados Unidos. 15

La Diócesis de Huajuapan de León fue erigida como tal a finales del siglo XIX, y es conocida como la Diócesis de la Mixteca; cubre un amplio territorio, el cual comprende la Mixteca Alta y Baja, la Zona Trique y la Mixteca poblana. Tiene adscritas un total de 75 parroquias, y es reducido el número de sacerdotes con los que cuenta para atender a centenares de pueblos y localidades pequeñas.

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A pesar de ello, los esfuerzos de divulgación fueron lentos, y el crecimiento de la comunidad evangélica resultó poco significativo en esa zona. La segunda oleada de evangelización tuvo lugar a finales de los años setenta, como producto del regreso de inmigrantes a sus comunidades de origen luego de trabajar como jornaleros en los campos agrícolas del noroeste de México. Sin embargo, el retorno de los conversos a sus comunidades no siempre se dio en los mejores términos. Rehusarse a participar en el sistema de cargos, dejar de apoyar y asistir a las fiestas religiosas y trabajar a favor de la conversión de familiares y paisanos fueron motivo para que los mixtecos de origen evangélico recibieran un severo rechazo.

Primeras rupturas: desplazamiento y expulsión de conversos Los actos de intolerancia hacia los mixtecos conversos han pasado por varias etapas. La primera de ellas la constituyen las acciones más extremas y violentas efectuadas a finales de los setenta y que culminaron con la expulsión de familias conversas, situación que originó su desplazamiento a localidades urbanas como Huajuapan de León o la formación de nuevos asentamientos en localidades vecinas. Muchas de las familias expulsadas perdieron sus tierras, les fue prohibido enterrar a sus muertos en esa localidad y algunas de sus propiedades fueron quemadas. Otro tipo de acciones que siguen presentes son la prohibición al acceso al agua, las restricciones para el pastoreo de animales en tierras comunales y el establecimiento de multas y castigos por dejar de asistir a las asambleas comunitarias o por no realizar las labores del tequio.16

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Haber dejado las tradiciones y adoptado una nueva fe constituyen, sin duda, un elemento de rechazo de parte de familiares así como de los miembros de la comunidad. Pero los conversos asumen de antemano con claridad este rechazo, “pues para ellos no existe nada más valioso que reconocer a Cristo como su Señor y Salvador” (IJA: Emiliano Zapata).

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Entre 1975 y 1992 fueron registrados de manera oficial 78 conflictos religiosos en la Región Mixteca (Montes García, 1997:65), la mayoría asociados con falta de participación de los conversos en el sistema de cargos, falta de contribución económica para la realización de las fiestas patronales e incumplimiento en las labores del tequio. Otros conflictos tuvieron origen en las prohibiciones establecidas por las autoridades locales para la construcción de espacios de culto no católico y para detener la realización de las labores de proselitismo.

Crecimiento evangélico en la región mixteca El crecimiento y expansión de la población evangélica ha tenido lugar en diferentes municipios y pueblos de la región mixteca; un aspecto sobresaliente es que ahora existe

una mayor

tolerancia hacia la práctica de otros credos religiosos ajenos a la fe católica. Las iglesias evangélicas de corte pentecostal que mayor presencia tienen en esta región son: Iglesia de Jesucristo de las Américas, Iglesia de Dios, Voz de Restauración, Iglesia del Dios Viviente, y la Luz del Mundo. También mantiene una presencia propia la Iglesia Bautista y la Iglesia Presbiteriana, de gran tradición y presencia histórica en todo México. Pero dicho campo religioso también es compartido por otras organizaciones de gran presencia mundial, como los Testigos de Jehová y la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

La lealtad a las costumbres y tradiciones del pueblo natal, aún por parte de los inmigrantes que muchas veces permanecen fuera del pueblo durante años, es parte de una identidad mixteca reconocida como algo nuevo por algunos antropólogos, como Michael Kearney 1995a, 1995b; 2000) y Gaspar Rivera Salgado (1999). Estos teorizan la formación de comunidades trasnacionales basadas en la identificación con el pueblo. Estas comunidades se pueden mantener porque sus miembros continúan dando servicio, a veces regresando al pueblo

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para un año, a veces aunque sea desde lejos, con pagos de dinero a parientes que están todavía en el pueblo. De esta manera, además de mantener su identidad mixteca y su membresía en la comunidad trasnacional, la familia mantiene sus derechos de tener casa, tierra y animales en el pueblo. Los efectos de la quiebra con esta tradición que representa la conversión religiosa no pueden ser exagerados. En combinación con los efectos de la migración misma, que a pesar de las esperanzas de los antropólogos tiende a disminuir la lealtad por parte de los inmigrantes al pueblo, la conversión religiosa sirve para debilitar las relaciones entre los pobladores, entre los que migran y los que se quedan. La trayectoria de estos cambios va hacia la fragmentación religiosa (Gross 2001:78-148) de las comunidades. Este proceso puede durar años, dependiendo de las historias migratorias y religiosas de los diferentes pueblos. Sin embargo, aún en los pueblos que han expulsado a los no-católicos con el fin de terminar con las conversiones y de mantener a sus tradiciones intactas, las conversiones continúan.

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