Mirar y comprar arte

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Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 16 de febrero de 2007

pd

1 Llibres

posdata Suplemento Cultural

Pere Ballart analitza els trets que identifiquen la poesia contemporània a El riure de la màscara, XXI Premi d’Assaig Josep Vallverdú (pàg. 5).

ALFAQUI

/ ALEX CID-FUENTES

TOMÁS MARCH. La sala exhibe obras de José Ramón Amondarain y Aldo Iacobelli (derecha) entre otros artistas.

Innovación y creaciones de jóvenes artistas son las apuestas de las galerías valencianas en ARCO’07

Mirar y comprar arte J. A. Blay, Madrid. CORRESPONSAL

Todas las galerías de ar te valencianas que están presentes en ARCO’07, la feria de ar te contemporáneo por excelencia en España, coinciden en que el principal objetivo de su presencia en Madrid es vender el mayor número posible de creaciones de los artistas que presentan en la muestra, abierta ayer a profesionales, invitados especiales y medios de comunicación. Es el propósito compartido por las 271 galerías, de 29 países diferentes, que acuden a esta cita anual que cumple ya su 26 edición. Ahora bien, ningún galerista valenciano acude al recinto ferial madrileño como si fuese a un mercado ocasional. «Se trata de un encuentro de ar te, de arte contemporáneo, en el que la creación innovadora de los artistas, junto a un espíritu de cierta competitividad, prima sobre otros conceptos mercantilistas», explica Miguel Agrait, director de Galería Punto, una de las ve-

teranas en ARCO. Además de Punto la representación de la Comunitat Valenciana la integran las galerías Cànem, de Castelló, y las valencianas La Nave, Luis Adelantado, My Name’s Lolita Art, Tomás March, Valle Or tí y Visor. Estas ocho galerías están acompañadas por un stand de la Generalitat en la que se promueve la próxima Bienal Sao Paulo-Valencia, «Encuentro entre dos mares». Un galeristas valenciano, que prefiere mantener el anonimato en esta cuestión, asegura: «Las galerías valencianas tenemos el reconocimiento en España y en ARCO de ser arriesgadas a la hora de apostar por ar tistas innovadores, vanguardistas, generalmente jóvenes; también de tener una sana y leal competencia. Son conceptos positivos para nuestro trabajo». Su definición coincide con las manifestaciones realizadas por los diferentes responsables de la mayoría de las galerías consultadas en las primeras horas de

apertura de la feria. Así, Marisa Jiménez, directora de La Nave, reconoce la apuesta de este año: «Hemos traído mucha fotografía, una concentración de buena fotografía». Pilar Dolç, de Cànem, muestra con satisfacción alguna de las obras que presenta, una composición de fotografías nocturnas que reflejan el drama de la inmigración en pateras. «Es una muestra de cómo reflejan los jóvenes su proyección artística,

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Más de 270 salas de 29 países acuden a la cita anual que este año llega a su 26 edición

muy pegada a la realidad que vivimos». Esta galerista castellonense habla con pasión cuando se refiere a la necesidad de dar opor tunidades a los jóvenes creadores. Luis Adelantado, director de la galería del mismo nombre y un veterano de ARCO, no se anda por las ramas: «Mi apuesta es por la calidad, tanto de creadores españoles como internacionales», dice mientras atiende a clientes que llenan su espacio; «¿Una línea?, traigo todo: escultura, dibujo, pintura y fotografía», añade entre saludos a unos y a otros. Apenas una hora después de la apertura de la feria las galerías valencianas registran un buen número de visitantes. Agrait, que tiene su exposición junto a la renombrada galería Marlborough, no da abasto antes de la hora de comer. La llegada de Javier Mariscal, que ocupa buena parte del espacio con diversas obras, le echa una mano para atender a clientes.

En My Name’s Lolita Art el desfile de visitantes también es elevado. Esta sala, que cuenta también con local en Madrid, suscribe el criterio de la innovación «pero sin perder la línea figurativa de la galería», explican Inés Obregón y Esther Castañera. Mucha pintura de los artistas «de plantilla», algunas fotos de Concha Pérez y obras pop llenan un amplio espacio en el que priman autores «menores de 40 años que ya tienen reconocimiento internacional», insisten las dos galeristas. La galería Tomás March, otro de los referentes valencianos en ARCO, es uno de los exponentes de la innovación. Esta sala par ticipa también en uno de los espacios originales de la feria: The Black Box, un conjunto de una decena de galeristas que presentan artistas con creaciones basadas en soportes que facilitan tecnologías como el vídeo o el sonido.

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ARCO’07 ➜ Últimas creaciones plásticas y audiovisuales

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2,80 por 1,80. Un Ballester cuesta más de 20.000 euros en La Nave y en Tomás March hay obras de 27.000 euros. Son algunos ejemplos.

Es el caso de Mireya Massó que presenta un vídeo grabado en la Antártida en el que propone al espectador «imágenes neutras para que sea cada individuo quien encuentre una explicación propia y en solitario», según afirma la autora. Esta galería, según Dan Alber t Benvenista, estrecho colaborador de Tomás March, «es consciente de que hay una evolución en el arte contemporáneo basado en nuevas técnicas, en la tecnología».

Compradores privados e instituciones

Artistas y precios

Mariscal, Massó, Cocha Pérez... El listado de artistas, tanto valencianos como del resto de España o internacionales, que apor tan los ocho espacios expositivos valencianos es muy largo. Más de un centenar, la gran mayoría jóvenes, con propuestas muy diversas y generalmente con vínculos estrechos con cada una de las salas. Pilar Beltrán, Natuka Honrubia, Irina Novarese, en Cànem; Ximo Amigó, Teixidor, Oliver Jonson, en La Nave; Abdul Vas, Luis Gordillo, Montserrat Soto, en Luis Adelantado; Ángel Mateo Charris, Gonzalo Sicre, Illán Argüello, en My Name’s Lolita Ar t; Ximo Lizana, Equipo Realidad, Rocío Villalonga, en Punto; Nelo Vinuesa, Peter Bialobrzeski, Clara Boj, en Valle Ortí; Joan Fontcuberta, L ynne Cohen, Ana Teresa Ortega, en Visor. Sobre estilos y calidades siempre es arriesgado pronunciarse. Pero Agrait sostiene que no es cierto el recurrido aforismo que asegura que sobre gustos no hay nada escrito: «No es verdad, sobre gustos es sobre lo que más se ha escrito en la historia de la Humanidad, más que novelas», sentencia. Otra cosa es que haya coincidencias, sobre todo en el arte de vanguardia, opinan varios galeristas. El caso es que las expectativas económicas son optimistas, incluso muy optimistas. Un especialista consultado asegura, por ejemplo, que «Mariscal vende como churros en ARCO; este año también venderá». Como muestra puede valer el centenar de «motos Vespa», realizadas por el artista valenciano con maderas de contrachapado y conglomerado, de unos 25 centímetros de largo y montados sobre un palo metálico, se venden a 3.000 euros la unidad. Cada «moto» lleva un nombre propio y es una pieza diferente al resto de la serie. Pocas creaciones ar tísticas quedan por debajo de esa cifra. Acaso una obra de Greta Alfaro, 1.200 euros en La Nave y alguna que otra pieza de 1.800 euros en Tomás March. Lo normal es que esas cifras se multipliquen por cinco, siete o dos dígitos. Mariscal tiene unas grafías entre los 9.000 y los 10.500 euros en Punto. En la gama alta las cotizaciones tienen otras cifras: My Name’s Lolita Art ofrece un Ángel Mateo Charris por 22.000 euros o un Paco Pomet, definido como «revelación», por 7.000 euros, eso sí, de considerable tamaño:

ALFAQUI

/ ALEX CID-FUENTES

PUNTO. Las pequeñas Vespas de Mariscal se venden a 3.000 euros: cada pieza es diferente al resto de la serie.

ALFAQUI

/ ALEX CID-FUENTES

INSTITUCIONAL. Los Reyes en el stand de la Generalitat Valenciana.

ALFAQUI

ALFAQUI

/ ALEX CID-FUENTES

ALFAQUI

/ ALEX CID-FUENTES

Obra de Rossana Zaera en Cànem.

/ ALEX CID-FUENTES

VALLE ORTÍ. Pintura de Juan Olivares.

Obra de Rufo Criado en La Nave.

ALFAQUI

Pues bien, según los galeristas valencianos hay compradores para cualquiera de los precios, desde instituciones de todo tipo, tanto públicas como privadas, hasta par ticulares. Durante los tres primeros días de ARCO predominan los primeros dado el carácter restringido de la muestra; no obstante, es fácil ver a invitados individuales, sobre todo parejas, en predisposición de incrementar su patrimonio artístico. «Comprar arte es como comprarse un traje: vas a por él porque crees que lo necesitas y te ajustas al presupuesto que tienes, o bien pasas por un escaparate, te gusta y de forma impulsiva entras y te lo quedas», explica con naturalidad Pilar Dolç con la autoridad que le dan sus 32 años al frente de Cànem.

LUIS ADELANTADO. Montaje de Diego Bianchi.

/ ALEX CID-FUENTES

En Tomás March se asegura que los clientes «están al 50% entre instituciones y particulares». En cualquier caso, nadie aventura cifras de negocio concretas. Si acaso alguien ofrece un dato: el coste para una galería como las valencianas que supone organizar la presencia en esta feria ronda los 30.000 euros, un gasto que puede subir en función de la cantidad y el volumen de las creaciones expuestas. Por los testimonios apor tados, estar en ARCO es una inversión rentable. «Buenas expectativas», dicen en Tomás March. «Siempre hemos tenido muy buenas ventas en esta feria», aseguran en My Name’s Lolita Art. «Los resultados siempre son buenos», opina en Cànem. «Previsiones muy buenas», afirman en Luis Adelantado. Y así todos. Pero en ARCO el reto para los galeristas no estriba en la par ticular «cuenta de resultados. Es cier to que hay que ser buen vendedor, pero estamos hablando de arte, de creaciones de artistas. Nuestro trabajo consiste en difundir arte, que sea bueno y que suponga innovación. Si no traes jóvenes ar tistas que aporten savia nueva al año siguiente ARCO no te da ni un pequeño espacio. Hay más de 400 solicitudes y sólo conseguimos estar poco más de la mitad, y el 60% es para galerías extranjeras», reflexiona Miguel Agrait.

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ARCO’07 ➜ Arte electrónico y nuevas tecnologías

Nilo Casares

«En ARCO sin salir de casa» es una paráfrasis cutre de Bailando sin salir de casa, una canción de hace 20 años del grupo OléOlé. Lo digo no tanto porque me mole la canción, como por la difusión que le están dando en el Madrid de ARCO a una movida madrileña que nos dejó a todos hechos unos zorros, creo que no he visto peor moda que la de aquellos tiempos, ni mayor interés político por mostrar a un país como lo que no era, y, por aquel entonces, también andaba ARCO como ariete de una modernidad que España quería vender a toda costa, ya no bastaba ser diferente, además había que ser moderno, el más. Y dicen que en esas seguimos, aunque discrepo porque sigo con mis problemas eternos para entrar en ARCO desde mi sillón. Soy un forofo del electroarte, o tecno-arte, allá cada uno lo que prefiera, que sigue intentando enterarse de la realidad desde su conexión a la inet, por más empeño que pongan en llevarme a la capital para ver lo de siempre. El año pasado volvió mucha gente excitadísima porque habían descubierto el vídeo-arte, todavía me sorprende la extraña facultad que tiene ARCO para enseñar al que no sabe, como cuando hace diez años mostró a muchos que la fotografía era una de las bellas artes, en realidad la continuación de la pintura por otros medios, al punto que ya se dejan ver neopictorialistas llegados desde una intención distinta, que terminan haciendo a la foto pintura por la vía rápida, cuando sólo es pintura con otros medios. No sé si se llegarán a apreciar estas cosas, en realidad, estoy dese-

Visitar la feria a través de la red

Desde el ordenador

ALFAQUI/ALEX CID-FUENTES

VISOR. Vídeos para esta edición de ARCO y, a la derecha, fragmentos de imágenes de Miguel Trillo.

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Sorprende la extraña facultad que tiene ARCO para enseñar al que no sabe

ALFAQUI/ALEX CID-FUENTES

MY NAME’S LOLITA ART. Obra de Juan Cuéllar.

ando que se bajen de la estación todos los feriantes para que me expliquen qué cosas nuevas pasan. Cosas, siempre, y no falla, que la gente descubre mucho después de haber ocurrido. Seguro que ese tránsito, que estamos viviendo por todos lados, del monumento al documento, se dejará sentir en las galerías más despiertas y que habrá mucho dibujo y pintura como noble reacción contra las nuevas tecnologías que, dicen algunos y yo no veo por ninguna parte, lo invaden todo. E insisto en que no veo por ningún lado, porque de ser tal, no tendría que volver a quedarme con un palmo de narices a las puertas de un recinto ferial que sólo me deja entrar por la puer ta de siempre, como si no hubiera otras, y muy a pesar de que se dediquen secciones específicas (como pueden ser The Black Box, o los premios ARCO/BEEP, en sus dos modalidades, para obras representadas por galerías y por libre) para las cosas de enchufar y a las que podrías llegar como volando. Si no recuerdo mal, llevo desde el año 1999 intentando entrar en ARCO por la inet, y no hay manera, no se enteran de que el arte tiene otros cauces, también comerciales, y persisten en llevarlo todo a pulso, no sé por qué. La verdad es que en los últimos años de la dirección de Rosina Gómez-Baeza, parecía que esto dejaría de ser así, cuando la revista de la propia feria dedicó varios artículos a difundir la existencia de un mercado real para este tipo de obras, de las que la galería Bitforms de Nueva York sería el ejemplo, pero que no parece cundir, y aquí sigo, a las puertas de la feria con mi ordenador en forma.

VERSUS OMNIA

El moniato Joan Verdú

va y en Alzira van a plantar El Moniato. El Moniato es una escultura de 26 metros de altura que se instalará en una rotonda del pueblo. En realidad no se llamará así pero para entendernos la llamaremos El Moniato. Siempre he tenido algo de talento para nombrar a las personas y las cosas. Personas a las que adjudiqué un sobrenombre siguen cargando con él. Sin ir más lejos yo comencé a llamar al puente MacDonald’s de ese modo, comencé a decirlo entre un grupo de amigos y el nombre hizo fortuna, así que a la escultura con la que estamos ahora la lla-

A

HORA

maré El Moniato a ver si hay suerte. El Moniato es obra del genio creador de un escultor que ya tiene otra obra en la misma zona y que parece que trata de los Santos Patronos de Alzira, como si no tuviéramos ya unos. Como la vi por Navidad creía que se trataba de los Tres Reyes Magos. Luego pintaron encima una cruz gamada y pensé que eran Hitler, Goebbels y Goering, pero parece ser que no, que en fin son los Santos Patronos. Por lo visto El Moniato lo regala a la ciudad la constructora que urbaniza la zona, y por lo visto a la alcaldesa le parece muy bien el regalo de la constructora porque ya se sabe que a caballo regalado no hay que mirarle los dientes y que si se trata de un burro ha de ser bien grande ande o

Vista a mano alzada de «El Moniato» y de un boniato de huerta.

no ande y además que donde no hay criterio pues no lo hay. Pues no lo hay porque no se pueden pedir peras al olmo. Pero con eso, lo que más me pasma son esos constructores que no contentos con tener influencia económica y pretender tenerla social y política quieren

asimismo dictar las normas artísticas de la nueva era. Ahora nos quieren también hacer comulgar con sus raquíticas propuestas culturales y con su prepotente y chata visión de la vida y del mundo, de un mundo, el suyo, al que afortunadamente no pertenecemos. ¿De dónde se sacarán a esos pseudoescultores de cuarta fila que diseñan esos monstruos? Pues seguramente del mismo ridículo y aburrido lugar de donde saca Eduardo Labrandero el del MOPU las repugnantes esculturas que infestan nuestras carreteras, como la de la bolita que hay al principio de la pista de Silla o «el moco que camina» al principio del By-Pass viniendo de Albacete (eso cuando no se les encarga directamente a Macario Castillejos y las firman otros).

La alcaldesa demostraría su inconsciencia al conceder crédito a algo que no lo tiene. El Moniato como su propio nombre indica es un adefesio. Con decisiones como ésta se van llenando nuestros pueblos, ciudades y carreteras de basura ar tística con la que no consiguen más que ser el hazmerreír de los pueblos de alrededor de los que se pretende ser ejemplo y guía. En casos como éste, los expertos (y no los «expertos» locales, por favor) deberían emitir un dictamen, y es más, al ciudadano también se le debería consultar. Pero claro, cuando se hace pública la noticia, el mamotreto ya debe estar fabricado, porque aquí todo va a toro pasado. Pues mándenla al desguace y pongan en la rotonda una apisonadora, hombre, una apisonadora.

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Viernes, 16 de febrero de 2007 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO

ARTE

A través del agujero

Enrique Carrazoni Espai Visor Nilo Casares

Cuando empecé en esto de la crítica de arte, en esta misma separata cultural, me cupo ver una exposición de Enrique Carrazoni en la galería Luis Adelantado cuando ésta era una inmensa sala de exposiciones. En aquel momento obser vé en la exposición un excesivo deje publicitario que no encuentro en su actual muestra en el Espai Visor, a la que nunca se le podrá encontrar esta rémora, pero sí creo que continúa arrastrando una impronta de mirón, que en aquel momento no supe ver y encuentro ahora expresa de una forma harto juguetona, iba a escribir con gran coquetería pero seguro que resultaría confuso.

La exposición tiene un preámbulo que te va introduciendo en lo que luego vendrá, es como un ligero aviso de que se puede ver a través de los muros que se levantan por las calles para cerrar los solares abandonados (los chilenos les llaman eriazos, tal vez porque en ellos no siempre cae el sol pero siempre reina el erial, con la intención de que nadie ocupe lo que no es suyo), unos muretes que a veces se ven horadados por la ausencia de ladrillos de manera salteada que nos permiten otear al otro lado. El juego consiste en ver a los demás desde los agujeros que se presentan ante tus ojos. En otros lugares se llega al extremo, para mantener el cierre, de disponer pequeños fragmentos de metacrilato transparente desde los que poder ver el otro lado. Porque aquí todo el juego está en el

otro lado, como bien te avisa un preámbulo que más tarde se confirma en la sala de atrás, cuando te enfrentas al conjunto del paisanaje retratado en una lámina traslúcida final a través de otra, también traslucida, fiel retrato de ese muro hora-

dado que la vista puede atravesar para llegar hasta el paisanaje, así juega contigo el fotógrafo, a que mires lo que es difícil de ver a través del muro, a que veas desde una foto la otra gracias a la calidad traslúcida del soporte que las sustenta.

Creaciones de J. Verdú con banda sonora de N. Canut y diseño de P. Bascuñán

Síntesis contextual

«Los nuevos vídeos del señor Ferrer»

Amparo Tormo

Galería Paz y Comedias Álvaro de los Ángeles

1. La fusión, en palabras de su autor, entre M. Hulot y Warhol tal vez venga dada por la movilidad del personaje interpretado por Tati y contrarrestada con el modo en que Warhol le hubiera dirigido y filmado, tal vez con cámara fija por todo y único movimiento. Ambos, el personaje local que lucha por comprender un mundo cada vez más indescifrable y el neoyorquino universal convertido en estrella mediática y cadáver rentabilísimo, convergen en el ámbito doméstico, castizo como pocos, de una cocina de Casa actual, sita en La Ribera Alta. 2. En esta segunda serie de vídeos, el Sr. Ferrer es un náufrago que se «apaña» muy bien en la isla desierta adonde ha llegado; le vemos afeitarse, beber vino, decantarse por el jamón en lugar del pescado, tirar piedras o presentarse como candidato electoral y, aún más, salir elegido con un único voto: el suyo propio. La isla convertida en Estado unipersonal, en un feudo sin vasallos. O también, en un feudo donde el señor y el vasallo son el mismo. 3. Los pequeños sketches que conforman esta serie, las acciones que realiza el Sr. Ferrer frente a la cámara estática, se emparentan con el arte contemporáneo más que con cualquier inquietud cinematográfica o documental. Al transcurrir dentro del espacio doméstico de la cocina, se afilian con la cultura popular, y así pues trascienden el arte contemporáneo que se sirve sólo para una elite ávida casi siempre de carne fresca. 4. Todo personaje asume o se le asigna un rol a través de un traje característico, vestimenta o ropa peculiar, además de algún complemento repetitivo que le define. Groucho Marx hacía de su bigote, unas gafas y un puro una careta inseparable; M. Hulot de su sombrero, gabardina y pipa; Charlot del bigote, el bastón y el sombrero bombín; Mr. Bean de su traje de post-adolescente de colegio privado inglés, tan decadente como flemático; el Inspector Crousseau hacía lo propio de su gabardina y bigote, del sombrero y de un acento francés que Peter Se-

llers reconvirtió en paquistaní para el celebérrimo personaje de El guateque. El Sr. Ferrer, con un poco de todos ellos y de otros y con nada de nadie, posee sus gafas negras y sus polos Lacoste. Y habita en una isla-cocina. 5. Tras la primera serie de vídeos donde el Sr. Ferrer desarrolla diferentes tareas y le vemos hacer la maleta hacia el naufragio, en la segunda serie, ya náufrago, se mantiene activo en su reto por la supervivencia. ¿Una metáfora de la labor del artista, en un

mundo culturalmente hostil? Lo que sí parece claro es que el Sr. Ferrer es un superviviente, como lo son igualmente algunas actitudes e ideas de la cultura contemporánea, que luchan por mantenerse a flote en medio de la gran marejada circundante. Pero también es resultado de una actitud humorística e irónica, puerilmente traviesa ante el sistema cultural y la fijación en el arte contemporáneo. Pues vive sin vivir en sí y vive en sí, al mismo tiempo. Como ya se ha dicho, una actitud muy contemporánea. 6. Un guiño a Marcel Duchamp. Cuando está haciendo la maleta, en el capítulo de la primera serie titulado El Sr. Ferrer se va de viaje, incluye un tablero de ajedrez y sus piezas ¿puede verse como una casualidad? Poco después hace lo propio con un hámster, metiéndolo dentro de una zapatilla de deporte. Si en vez de un hámster hubiera colocado un conejo (vivo o muerto, da igual) la referencia a Beuys hubiera sido tal vez demasiado evidente, en especial para quien co-

nozca las pinturas de Joan Verdú. El arte contemporáneo, siempre presente como fondo, se convierte de nuevo en tema principal en el capítulo Al Sr. Ferrer le pica todo, donde le vemos rascándose cada vez con más fuerza mientras hojea y sufre un catálogo de Eduardo Úrculo. 7. Están ustedes, estamos todos, ante una visión del mundo netamente mediterránea, de placeres básicos insustituibles; una vida atribuladamente contemplativa... y degustativa que refleja la ambivalencia del protagonista, pero también la de su autor y actor. Lo acompaña todo un tono entre naïf y demoledoramente crítico; a medio camino entre la tartamudez entrecortada y la incontinencia discursiva; en el lugar concreto de una cocina que es el límite entre el espacio doméstico y la construcción cultural pública; ante un localismo de tintes periféricos. 8. ¿Tendremos más secuelas del Sr. Ferrer? Apuesto que mientras queden en su cocina un par de botellas de vino y un jamón donde rascar algo, habrá Sr. Ferrer para rato. Y desde aquí animo a quien pueda e incluso a quien deba, que siga proveyendo de material consumible a este ferviente personaje, ansioso por deglutir toda la información con la acidez de una ironía fina. Posdata. ¿Qué relación de similitud o diferencia podemos establecer entre el trabajo artístico de Joan Verdú y los vídeos del Sr. Ferrer? ¿Y con su faceta como columnista? En efecto, Joan Verdú es pintor, columnista, humorista gráfico (¿quién no recuerda sus aucas sobre Consuelo Císcar, la Bienal liberal, el aprovechao de Settembrini o Kosme de Barañanao, alias de Billetones?) y también es realizador de estos vídeos del Sr. Ferrer. Asimismo es fiel compañero de nicho en mis intermitentes colaboraciones críticas en el suplemento Posdata. Hasta hace unos días no lo conocía oficialmente más que por haberle leído y, en muchas ocasiones, haberme reído con sus columnas trufadas de sátiras sobre el panorama de la cultura contemporánea del Cap i casal y rodalies. Ahora que todas las presentaciones han sido realizadas, sólo queda disfrutar de esta nueva entrega de aventuras y desventuras ferrerianas y esperar, sin mucha presión pero sí con la suficiente, otras futuras.

La Gallera Christian Parra-Duhalde

Ejercicio escenográfico, alusivo al propio recinto que lo contiene, la instalación de Amparo Tormo en La Gallera habla de síntesis y contrapunto espacial amparando en un omnipotente negro y el ángulo recto un tránsito lineal al espectador por el circular y complejo espacio. Si en el segundo nivel, la autora expone medianos formatos geométricos negadores de la luz y el color cual monolitos de antimateria y, a la vez, exalta el vacío con pequeños umbrales hacia otras realidades tras la sombra imperiosa o incorporaciones circulares de orden escultórico, en singular diá-

logo con la arquitectura. En el espacio central —el patio de las antaño lides gallináceas— se alza constructivo un conjunto de paneles dibujado como un doble muro —de espejos, quiebres y sombras— y sugerencia laberíntica que determina su tránsito —circular— en busca de las claves a discernir, y que no son otras que el propio reflejo del espectador contrastado por las paredes de la sala. Entre la razón y el juego (en ocasiones, lo mismo), Amparo Tormo consigue sumergir al espectador en una nueva visión de La Gallera, tan afectada por el exceso de su mera condición de sala de exposiciones; lo cual es coherente en una artista centrada en la síntesis y las esencias.

Levante

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EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 16 de febrero de 2007

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LLIBRES

ANAQUEL Ksawery Pruszynski En la España roja Alba, Barcelona, 2007 Publicado en Polonia en 1937 e inédito hasta ahora en España, este libro fue una de las primeras crónicas de la Guerra Civil. Su autor cruzó los Pirineos en septiembre de 1936 y durante casi un año recorrió las ciudades y los frentes de la zona republicana: Barcelona, Bilbao, Valencia, Andalucía y Madrid.

Goliarda Sapienza El arte del placer Lumen, Barcelona, 2007 Se recupera esta obra de Goliarda Sapienza (1924-1996), novela erótica y política al mismo tiempo que recorre la historia del siglo XX europeo a través de las peripecias de Modesta, niña pobre nacida el 1 de enero de 1900 que consigue convertirse en aristócrata gracias a un matrimonio de conveniencia.

Mike Davis Los holocaustos de la era victoriana tardía Pub. Universitat de València, 2006 Davis revela que hubo una relación funesta entre el imperialismo y los fenómenos naturales del último tercio del siglo XIX que causó varias de las peores tragedias en la historia de la humanidad y plantó las semillas del subdesarrollo de lo que se ha llamado Tercer Mundo.

Judy Wajcman El tecno feminismo Cátedra / PUV, Madrid, 2006 Hasta hace poco se asociabala tecnología y masculinidad pero en la era digital las mujeres pueblan el ciberespacio. ¿Qué aportará a las mujeres la nueva sociedad global de la información? Wajcman analiza cómo los avances tecnocientíficos están transformando radicalmente la relación mujer-máquina.

Reflexions de Pere Ballart sobre els signes que marquen la poesia contemporània

La modernitat irònica Pere Ballart El riure de la màscara XXI Premi d’Assaig Josep Vallverdú Quaderns Crema, Barcelona, 2007 Maria Rosell

L’obra distingida amb el Premi d’Assaig Josep Vallverdú (XXI edició) porta l’empremta contundent d’una de les declaracions més contundents de T.S. Eliot: «La poesia no és un desbordament de l’emoció, sinó una fugida de l’emoció; no és una expressió de la personalitat, sinó una fugida de la personalitat». Seguint la mateixa ona, els nou assajos literaris que componen El riure de la màscara incideixen agudament en una de les problemàtiques que envolten tota representació artística: la relació entre literatura i vida, i s’ocupen de seguir el rastre al jo dels poetes de la contemporaneïtat: un jo a l’inrevés que s’amaga darrere de màscares distanciadores. Des de l’ambiciosa perspectiva de Ballart, la ironia és el segell identificador de la lírica occidental dels darrers doscents anys. La ironia, doncs, no és cosa de broma (tal i com va advertir Schlegel), i aquesta sembla la divisa subjacent a tota la literatura inaugurada amb Baudelaire. Segons la convincentment exposició d’El riure de la màscara, obra amb les característiques d’una espècie de compendi modern i erudit de les

propietats reconstituents d’aquest secular recurs del pensament, la pràctica irònica representa, a més, una ferma defensa (molt humana) contra la desraó, i actua com una mesura equilibradora necessària i urgent. Pere Ballart, reconegut professional de la Teoria Literària i especialista en els mecanismes retòrics, s’ha aproximat anteriorment a la qüestió en treballs com Eironeia. La figuración irónica en el discurso literario moderno (1994) i El contorn del poema (1998). En l’actual obra recolza les argumentacions sobre el coixí teòric d’una nodrida i heterogènia reunió de veus definitives (i sovint sorprenents) per a l’estudi de la comicitat, originalment disposades en sintonia perfecta: Baudelaire, Bergson, Calvino i Pessoa són convocats feliçment al costat de F. Schlegel o Schopenhauer, tot passant de la filosofia a la creació literària, i de la literatura a la música (amb una peculiar anàlisi de l’obra de Javier Krahe), i al cinema (en fixar-se, per exemple, en l’humorisme delirant d’un film de Rober to Benigni). Afavorida per una percepció molt generosa de la cultura, la mirada de Ballart es dirigeix intensament cap a la sensibilitat poètica i irònica d’Eliot, Auden, Cortázar, Nabokov, Valle-Inclán o Ángel González, amb les reflexions dels quals

queda confirmat el caràcter fictici del text creatiu: tota la literatura postromàntica es veu assetjada per una crisi profunda de les possibilitats d’expressió del jo, en instaurar-se una poètica de la impersonalitat, abordada de manera reveladora en les investigacions de Ballar t. Especialment esclaridores són les anàlisis de certs aspectes de Carner i de Joan Margarit, que destaquen tant com la magnífica interpretació de Les dones i els dies de Ferrater (on descobreix unes suggeridores concordances amb la nord-americana Edna St. Vincent Millay), o com l’exercici de lectura incisiva dedicat a Moralidades de Jaime Gil de Biedma, que manifesta la paradoxal ficció de sinceritat continguda en els seus poemes i l’afortunada solució de les tensions entre els pols del públic i l’individual.

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Segons l’autor, la ironia identifica la lírica occidental dels darrers 200 anys

Vint-i-quatre poemes visuals de Bartolomé Ferrando

Jocs d’imatge i text J. Ricart

Cada volta està cobrant un major protagonisme la poesia visual en l’àmbit editorial, ja que moltes s’hi dediquen a promocionar-la, bé amb antologies, o bé en forma monogràfica. El lector està més acostumat a trobar-ne en les prestatgeries aquest tipus de llibres. Un exemple del que assenyalen és la publicació de Jocs de Bartolomé Ferrando (València, 1951), un dels millors representants de la poesia experimental actuals, amb un llarguíssim currículum de més de quatre fulls, que ell amb modèstia, resum en quatre línies. Teòric i artista multimèdia, el seu treball comprén un ampli ventall d’expressions des de la poesia d’acció (no debades és professor de performance a l’escola de BB. AA), la poesia sonora (va ser fundador del Flatus Vocis Trio) fins a la poesia objectual i la poesia visual que hui ens ocupa. Aquest és un llibre per ser vist i també per ser llegit. Una edició a cavall entre el format de poesia «convencional» i el catàleg d’exposició de art, com ara després comprovarem. Una

obra singular que pot presumir d’estar encapçalada per dos pròlegs, (i a més a més, trilingüe: català, castellà i anglés). El primer text de la mà del col·lega de l’autor Fernando Aguiar, que presenta la trajectòria des d’un punt de vista personal; i un segon a càrrec de Monserrat Prudon, que aprofundeix més en el vessant teòric i més descriptiu. El seu títol Jocs està pres d’un catàleg de l’exposició que es va publicar just ara fa vint anys i que recollia unes trenta obres, entre poemes visuals i llibres objectes. Encara que aquesta dada puga parèixer anecdòtica és força reveladora, ja que subratlla l’element lúdic d’aquestes peces. Tècnicament advertim un predomini dels formats quadrats, els fons neutres (blancs o negres) l’ús del collage a força de recorts de diaris, mapes i el predomini del lletrisme, combinat amb números, com a unitats mínimes. A banda del poder de la imatge, hem de destacar els textos que els hi acompanyen; tot i que són susceptibles de ser llegits de forma independent. Veiem, doncs, algunes mostres com aquest haiku: «Branques d’ai-

Bartolomé Ferrando Jocs. Poesia Visual Rialla, València, 2006 gua / borbolls de gota cosides/ concert de murmuris»; o altres que juguen amb paraules com «Plouen mots muts de mots»; mentre que uns altres són citacions encobertes com aquesta del mestre Chomsky: «El color del llenguatge fa olor». Una volta posat el lector en situació, comentarem algunes

La lírica moderna haurà gestat, doncs, un espai fictici visiblement diferent d’aquell del poeta, que veu sacrificar el seu jo contínuament, que s’extingeix en els seus poemes per tal d’harmonitzar els principis de la comunicació artística que les circumstàncies de la modernitat compor ten, en la mesura que la veu que parla puga arribar a establir una complicitat amb el lector. L’originalitat de la panoràmica d’El riure de la màscara és, sens dubte, la d’haver desenfocat una determinada imatge fixa oferida pels manuals clàssics de retòrica: l’objectiu, ara, gira vers el «caràcter d’aquell qui fa el discurs», s’interessa per l’èxit de les tècniques de persuasió del poeta sobre el receptor, i desvela els recursos distanciadors que el lector pot descobrir en una interessant nòmina d’autors dels últims trenta anys. Inspirats per una sort de «musa irònica», Álvaro García, Andrés Trapiello, Miguel d’Ors, Silvia Ugidos, Luis Alberto de Cuenca, Amalia Bautista i Carlos Marzal, entre molts altres, exemplifiquen la impostura legitimada del jo líric actual, que sembla preguntar-se, com Pere Ballart, ¿com seguir referint qualsevol peripècia vital sense semblar emfàtic o sentimental? i ¿en quins termes li és possible encara a l’art enunciar la realitat?

peces. Per exemple, en Còpula verbal dos U fetes de retalls de diaris estan lligades per un fil prim de lletres per representar el lligam feble del llenguatge. Una obra que per la seua forma remet de retruc a D’amor on explora el simbolisme sexual de la lletra U com obertura vaginal i reproductora del llenguatge. Seguint en aquesta mateixa línia tenim Lletra p amb la boca ober ta on aprofita l’anamor fisme d’aquesta grafia i que torna a emprar a Un poc, en el qual la superposició de diferents lletres per filen un cap humà. Una altra mostra la trobem a Líniapunt, un grafisme que recorda els caracters aràbics en forma d’espiral, i que reprodueix literalment el seu títol, de manera que significant i significat es fonen en un mateix. Per últim a Escissió, un dels més rellevants, apreciem un globus terraqüi format per xicotets fragments de mapes, dividit per una secció de lletres per simbolitzar el llenguatge com a barrera intercultural. Una nova visió del mite de Babel. En poques paraules (i ja que una imatge en val mil) Jocs, és un llibre cabdal, no sols per confirmar una vegada més la vàlua de Ferrando (ja reconeguda intenacionalment), sinó per (de)mostrar la vitalitat de la poesia visual al nostre país.

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Viernes, 16 de febrero de 2007 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO

LIBROS

Una historia de la comida a través de 700 textos literarios y populares

Literatura del paladar español

Juan L. Suárez Granda El cielo de la boca Antología del paladar español Ediciones Tresa, Gijón, 2006 Eduardo Alonso

¿Somos los que comemos? ¿Somos lo que leemos? El alfabeto tiene casi tantas letras como dientes hay en la boca, así que alguna analogía habrá entre leer y comer, y, por lo mismo, escribir y cocinar. Hay lectores anoréxicos que vomitan cualquier sopa de letras, bulímicos que se tragan lo que les echen, lectores glotones que engullen a dos carrillos sin masticar lo

que leen, otros que sorben gallofa literaria, paladares que sólo mordisquean delicatessen. El gusto por la comida y por la lectura se hace en la infancia, con la magdalena proustiana, con el arroz con leche —«el postre más maternal»— y los cuentos de Caperucita. En nuestro mundo bien abastecido hay exceso de comida y de libros, pero ambos fenómenos son relativamente recientes, cosa de tres décadas. La gente de posguerra, ahora con más de sesenta años, nació en una época de hambre en que los niños carecía de libros y de todas las vitaminas, de la A a la Z. Muchos niños de aquellos años sólo se llevaban a la boca la hoja del taco del calendario y la enciclopedia escolar, un libro que traía todas las asignaturas. Hoy tienen doce manuales por curso y están sobrealimentados. Hasta fechas recientes la cosa del vivir era hamletiana: comer o no comer, ese era el busilis. Hoy hay comida y libros para todos, aunque ha decaído la literatura castiza y la olla tradicional. En un mundo mestizo y globalizado se lleva el plato combinado, el bufé, el fast food... y el fast book. El hambre aguza el ingenio. Hasta Larra ningún escritor vivió de la pluma. Todavía un si-

glo después decía Baroja que la literatura no daba para comer; si acaso, para merendar. Eso no quiere decir que poetas y novelistas no hayan escrito mucho sobre la comida y las ganas de comer. Si somos, en cier to modo, lo que comemos y leemos, no es de extrañar que se haya tomado la literatura como alimento del espíritu... nacional. Es una vieja idea romántica: tanto contribuiría al espíritu de la «nación» gallega el lacón con grelos como los versos llorosos de Rosalía. España, país de pícaros y de broncos tremendismos, ¿se identifica con el sanchopancismo del ajo, la cebolla y el tinto peleón? ¿Con la olla podrida del realismo galdosiano? ¿El ésprit de Francia tiene que ver con el queso camembert, el vino y Balzac? Pan y libros. España, país hambriento y de estómagos semianalfabetos, ha almacenado buena literatura sobre comida, porque el hambre agudiza el ingenio y la pluma. La editorial Trea edita un libro suculento que traza la historia literaria del paladar español. Está guisado por el profesor Juan Luis Suárez Granda, que lo titula El cielo de la boca. No es un recetario de cocina, de los que estamos ya empachados, sino un surtido menú de 700 textos literarios y

La olla por cabeza

populares guisados por una legión de escritores, desde San Isidoro de Sevilla a Luis Mateo Díez. La gran despensa literaria está en la agricultura popular de los refranes, las fábulas y los romances, y en la horticultura de los clásicos: los pícaros famélicos, el Quijote, la insaciable Lozana Andaluza, fulana de éxito en la Roma putana, siempre con apetito (sexual y de comer). ¡Qué bien se come leyendo al Arcipreste, Galdós, Clarín, Azorín...!, dice Suárez Granda. Este libro es una formidable antología. Ofrece al comensal diez platos, referidos a la tierra y el mar, las viandas, la cocina, la mesa, las bodegas de Baco, las costumbres sociales y las metáforas gastronómicas del vivir. No podía faltar un capítulo al plato

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Testimonios que abarcan desde San Isidoro de Sevilla (siglo VII) a Luis Mateo Díez

Retrato de la juventud de los años setenta

Augusten entre chiflados Andrés Pau

Quienes vivieron cuando jóvenes veinteañeros los años setenta, suelen relatarlos como una ruptura con cualquier tipo de convencionalismo burgués —mientras ahora son unos tipos de lo más convencionales y grises—, y también suelen hablar de antipsiquiatría, amor libre, no direction home, arte ininteligible, etcétera. Cualquier actitud del entorno social y político era o podía resultar represiva y en consecuencia hostil sobre nuestro yo más natural, que como la palabra indica, sugiere todo tipo de actitudes poco racionales. Y de ello va esta novela o autobiografía, que es como la presenta la editorial Anagrama. El protagonista y narrador del libro, que nada menos se llama Augusten—¿cómo se pronunciará Augusten?— nos relata una serie de anécdotas de su última infancia y primera adolescencia que podemos, en efecto, calificar de poco convencionales. El lector que tenga un mínimo de sentido del humor y de distancia —cosa que a veces no logra el narrador, a veces obsesionado por la citación de marcas y de personajes de la época para ubicar cronológicamente su libro, que por otra parte está perfectamente ubicado— se lo pasará en grande, porque más pronto que tarde cae en una

disyuntiva: o estaban todos chiflados o los muermos fuimos los de la generación siguiente. Obviamente, entre los hechos narrados y la actualidad han pasado tantos años que demuestran que sí, que los chiflados han sido ellos, tal vez la generación más chiflada, y por ello creativa, rupturista, lúdica y poco materialista de la segunda mitad del siglo XX. Ergo, los muermos… Los excéntricos personajes del libro, empezando por los padres del narrador/Burroughs, él un profesor de matemáticas alcohólico y maltratador y ella una feminista —que muestra a su hijo el sentido de la palabra glamouroso— y mala poeta que practica su hasta entonces reprimida homosexualidad con una casta esposa de pastor y madre de familia: «Cuando abrí —Augusten tiene 13 años— la puerta de casa me encontré a Fern con la cabeza hundida entre las piernas de mi madre. Mi madre estaba tumbada sobre el sofá apretando los ojos con fuerza mientras la cabeza de Fern se movía de lado a lado como un perro que se refocila con un hueso de caña. Ambas estaban desnudas y el camisón azul de mi madre colgaba del brazo del sofá. La falda y la blusa de Fern formaban un ovillo sobre el suelo. Profundamente afectado y avergonzado, me di la

vuelta. Al salir de casa oí cómo Fern aullaba. Era un chillido animal que salía desde lo más profundo de su ser». El resto de los personajes, encabezados por el doctor Finch, un psiquiatra delirante en quien confía toda clase de chiflados a la manera de una secta sin ningún rigor y por ello libérrima, y su familia, cuya vivienda es una porquera: sucia — los perros cagan dentro de casa— , desordenada —el árbol de Navidad permanece hasta mayo decorando el comedor— y sin control —se supone que a los trece años uno es responsable de sus actos y libre para hacer lo que le venga en gana, que suele ser, como sucede a menudo, de lo más disparatado. Sin embargo, en medio de tan evidente caos —locas viejas encerradas en habitaciones del primer piso, derribo de cielorrasos sin permiso de los adultos, rescate de zurullos de dentro del váter para ver si la verticalidad de los mismos augura buenas nuevas, se adoptan padres, se abandonan hijos…— se puede sobrevivir. Eso sí, matando las cucarachas que han hecho del fregadero su cuartel general y buscando puntos de apoyo, muy escondidos, a los que se aferra nuestro jovencísimo Augusten. Augusten desde siempre se ha sentido gay, y su máxima aspira-

vacío, al hambre, que tanto hizo soñar a pícaros e hidalgos.

Augusten Burroughs Recortes de mi vida Traducción de Cecilia Ceriani Anagrama, Barcelona, 2006 ción es dirigir una cadena de productos para el tratamiento capilar —no quiere ser peluquero— o ser una estrella televisiva, sale del armario en casa de los Finch, donde vive casi todo el tiempo tras el sangriento divorcio de sus padres. Es aceptado sin ningún problema y, a los trece años, se hace amante de un tipo que le triplica en edad: «Estoy tumbado en la cama de Neil, la parte de arriba de mi cabeza dándose una y otra vez contra la cabecera porque, no sé cómo ha pasado, pero tengo su polla metida en la boca hasta la garganta». Una iniciación al sexo demasiado efectista

¿Cómo hincarle el diente a esta obra de 575 páginas? En plan pincho y tapeo, probando de aquí y de allá, lo que resulta divertido. Por ejemplo, se pueden picotear unas greguerías («el ajo: diente de la bruja», «hay mandarinas con pulverizador», «la piña es el pavo real de las frutas», «los mejillones son almejas de luto»), probar la olla grasienta de Sancho Panza, beber vino con Claudio Rodríguez y oír a Larra despotricar contra españoles que hablan a berrido limpio en los restaurantes. El animal pace y traga, el hombre come y habla. El mejor banquete es comer... para contarlo. La comida, como la pintura para Leonardo, es también una «cosa mentale». Suárez Granda advierte de que la cultura de los alimentos explica la manera de vivir, de estar en el mundo. De hecho lo más parecido a una cabeza es una cacerola (¡se me va la olla!, decimos), y la vida se nos presenta como un guiso, salado o insípido, dulce y amargo, abundante o escaso. Los alimentos se vuelven metáforas de variadas vivencias cotidianas, religiosas, amorosas... Del amor incondicional (contigo, pan y cebolla) al símbolo erótico del higo, la castaña, el nabo... En fin, a mí este libro que es para chuparse los dedos y disfrutar a ratos con su lectura, como en los piscolabis. Dis/frutar: la fruta es símbolo del placer y de la dicha del paraíso, aunque hoy se prefiere la bollería (y la literatura) industrial.

a nuestro parecer porque, poco después, el narrador-Burroughs, nos confiesa sobre una compañera de clase, «Seguro que esa niñata no tenía que elegir entre el siquiátrico y el séptimo curso. ¿Por qué yo no podía ser así?, me repetía para mis adentros. Lo único que deseo es una vida normal. ¿Pero era eso cierto? Tampoco estaba tan seguro». En efecto, las sorpresas, las excentricidades, las pocas o nulas convenciones resultan extremadamente atractivas para el jovencísimo Augusten, que tiene el don de relatar algunos de los momentos más estelares de la familia Finch —pues pasa a ser tutorando del psiquiatra de su madre— con una naturalidad, frescura y sentido del humor encomiables. Pero poco a poco terminan por superarle y ensanchar sus horizontes hacia la normalidad. Al parecer, a fuer de sincera o fiel a la realidad o como queramos llamarle, Augusten Burroughs tuvo problemas jurídicos con algunos personajes que se sintieron identificados con los chiflados del libro, a pesar de la significativa nota que encabeza la novela: «He cambiado los nombres y las características personales que los individuos que aparecen en estas memorias». Unas memorias, por cierto, que se leen de un tirón, cosiendo unas hábiles puntadas reflexivas entre «momento memorable» y «momento memorable». Y hay risas aseguradas; a pesar de las barbaridades. O precisamente por ellas, quién sabe.

Levante

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La selecció de la setmana

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LLIBRES

«Herència d’una època» aplega diversos textos que Gustau Muñoz ha escrit els darrers anys, un conjunt en què destaca la capacitat d’anàlisi de la realitat contemporània des de diferents punts de vista, tant en l’àmbit local com en el global.

Destinat, sobretot, a valencians Gustau Muñoz Herència d’una època Tàndem, València, 2006 Pere Calonge

Els valencians no disposem de gaires textos que analitzen, de manera solvent, allò que som i quin és el nostre encaix en realitats més globals. Menys encara, si ens centrem en exclusiva en allò que hauria estat escrit des de València i en valencià. Potser, el panorama és més engrescador pel que fa als estudis històrics, i fins i tot alguns dèficits en àmbits més especialitzats semblen anar superant-se progressivament. No ocorre el mateix, però, amb allò que té a veure amb una perspectiva més contemporània —pel que fa a la temporalitat— i més general — pel que fa a l’abast temàtic— on és ben minso el material que puga atorgar-se aquesta funció, tan important en qualsevol societat amb voluntat de ser-ho. Especialment, en un moment d’inflexió, de crisi a tots els nivells, en què els mecanismes que han ser vit per a explicarnos han deixat —quasi sobtadament— de ser útils. I això, tant a nivell local com a nivell universal; entre altres coses, justament perquè la línia que delimitava aquests dos àmbits ha estat esborrada.

És des d’aquest punt de vista que Gustau Muñoz ha titulat Herència d’una època un recull de textos escrits en un període que abraça, simptomàticament, els darrers anys del segle passat i els primers d’aquest que tot just encetem. Textos, la majoria, publicats prèviament en mitjans com L’Avenç, Caràcters, LevanteEMV, El País o El Temps; i alguns altres d’inèdits fins ara en format paper. Un recull, tanmateix, que esdevé unitari en constituir, en conjunt, un termòmetre ineludible de la societat que ens ha tocat de viure: la del País Valencià, sobretot, però també la d’un món cada vegada més connectat; i des de punts de vista diferents, com el social, el cultural, el polític, l’ambiental o l’intel·lectual. Un ampli ventall, doncs, d’acostaments a la realitat agrupats en quatre apartats temàtics, titulats respectivament «Anys de penitència», «El present com a història», «Cultura i societat» i «Intel·lectuals i polítics». Títols ben representatius del contingut i —en molts casos— amb una càrrega connotativa molt explícita. Hi té un paper destacat l’anàlisi exhaustiva del govern del Partit Popular al País Valencià, en una sèrie de textos que aborden un model encara vigent des de diversos angles; sobretot l’econòmic, basat en la construcció massiva, irresponsable i irrespectuosa amb el territori, i en una xarxa de clientelismes que fa d’uns pocs noms els adjudicataris de tots els grans pro-

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Un termòmetre ineludible de la societat que ens ha tocat de viure

jectes. Un panorama, el que dibuixen aquests «Anys de penitència», desolador i en molts aspectes irreversible. A «El present com a història», en canvi, l’objectiu s’amplia, i el tema de fons que recorre aquest segon apartat és la globalització i l’encaix d’aquest petit país que som

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ASSAGISTA. Gustau Muñoz (València, 1951).

en la nova situació global. Espanya, la construcció d’Europa, la immigració, el paper dels EUA en el món des de l’11 de setembre, el rebrot dels moviments feixistes, la identitat i la construcció de les nacions, etc. I, en general, la necessitat de revisar la direcció dels nostres esforços a la vista del nou context mundial, de la superació dels àmbits de sobirania i de les noves possibilitats de relació i de comunicació. La segona meitat del volum, centrada en el món de la cultura, és més heterogènia pel que fa als objectes d’anàlisi. Des del paper de la sociologia valenciana fins a la importància de les revistes de pensament adreçades a un públic no necessàriament especialitzat, passant per la situació del llibre valencià o per l’aproximació a obres d’autors com Ferran Torrent en literatura o Artur Heras en art — un dels textos, segurament, més suggeridors del conjunt. N’hi destaquen dos de dedicats a Fuster, a la vigència del seu pensament i a la innegable condició de clàssic de la seua obra. El primer, circumscrit a l’obra assagística, on l’autor de Sueca es declarava més còmode, i en les línies mestres d’una literatura feta, segons ell, de provatures i de provisionalitats. El segon, en la possibilitat d’una lectura filosòfica del pensament fusterià, de l’existència d’una filosofia fusteriana en el punt de vista i en el tarannà del seu assaig, que Muñoz situa entre «l’escepticisme com a mètode i el racionalisme com a actitud».

L’amarga paradoxa de la consciència George Steiner Deu raons (possibles) de la tristesa del pensament Traducció al català de Roser Berdagué Arcàdia, Barcelona, 2006 Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento Traducció al castellá de María Condor Siruela, Madrid, 2007 P. C.

Una cita de Schelling (Sobre l’essència de la llibertat humana, 1809) és el punt de partida d’aquest breu però suggeridor assaig de Steiner. Un fragment que es refereix a un vel de melangia present a l’existència humana, inherent a la vida mateixa. Una tristesa necessària que no només es troba al darrere de la consciència, sinó que és, al mateix temps, el motor d’un etern plaer de superació que la fa esdevenir creativa i la situa

en el mateix fonament del coneixement. És aquesta paradoxa, que posa en contacte el tret més distintiu de l’ésser humà, allò que n’explica l’essència, amb un inevitable component negatiu que, com un baix continu, l’acompanya en la seua activitat cognitiva, allò que prova d’explicar Steiner en deu breus capítols que van desgranant, una a una, aquelles Deu raons (possibles)... a què al·ludeix el títol. Raons, en definitiva, que tenen a veure amb frustracions i contradiccions diverses que es troben en la base de la nostra activitat mental. La frustració de ser conscients que el pensament, malgrat la seua infinitat, no arriba a respostes ni tan sols satisfactòries en allò decisiu. La contradicció entre l’enorme activitat mental que comporta i el

fet que aquesta siga, en un percentatge molt alt, espontània, desgovernada i intraduïble en cap dels llenguatges al nostre abast; entre la consciència que això és una garantia de salut mental, i la certesa que sense una cer ta monomania no podem assolir determinades fites. La contradicció d’una activitat que basteix la par t més intransferible de l’individu, però que suposa també la repetició de clixés universals, d’un nombre reduït de components que, en tant que comuns a tots els humans, esdevenen banals. La frustració de la impossibilitat de democratitzar el geni, o la que genera la incapacitat de retenir, codificar, o recuperar tot allò —immens— que passa més enllà dels escassos moments en què controlem el nostre pensament. Al capdavall —

recorda Steiner— podem estarnos més temps de respirar que no de pensar. El pensament busca la veritat, s’hi acosta, però en el millor dels casos només pot bastir allò que Wallace Stevens anomenava «ficcions supremes». Comporta una dosi important d’autoengany profilàctic: perquè sabem que la correlació entre l’esperança i la consecució real ens aboca al desencís; perquè no podem viure sense esperances, però tampoc amb la frustració que implica veure-les burlades. Però, sobretot, perquè explicar l’ésser humà és també explicar la mor t; i en això som totalment maldestres. Construïm fantasies més aviat penoses, i evitem mirar el buit perquè, per al nostre pensament, el buit és una noció inconcebible.

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N.º 581, AÑO XV / 16-II-2007

Suplemento Cultural

Coordinadora: Arantxa Bea Arte: Juan Lagardera. Música: José Ricardo Seguí

posdata

LA CALLE DE LAS COMEDIAS

La primera muerte de Wilhelm Grimm Vicente Muñoz Puelles

Grimm se agita en la cama. Tiene mucha fiebre. Suenan unos golpes en la ventana del dormitorio. -Wilhelm: ¿Quién es? Grandes manos abren la ventana, y aparece el rostro afable de un gigante bondadoso. -Gigante, dubitativo: ¿Es esta la residencia de Wilhelm Grimm, el famoso escritor? -Wilhelm: Yo soy el escritor Wilhelm Grimm, pero no soy famoso. Esperaba serlo, pero se me acaba el tiempo. ¿Quién es usted? -Gigante: ¡Perdón! Tenía que haberme presentado. Soy un gigante. -Wilhelm Grimm: No diga tonterías. Los gigantes no existen. Nunca han existido. Son una invención de la gente. El gigante niega con la cabeza, chasquea los labios y mira hacia abajo. -Gigante: Delira. Está mucho peor de lo que nosotros creíamos.

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Gigante: «Nuestra existencia depende de usted. Si usted muere ahora, antes de escribir los cuentos, nosotros no nacemos»

-Wilhelm: ¿Nosotros? ¿Con quiénes habla? -Gigante: Con unos amigos. -Wilhelm: ¡Márchense! Estoy muriéndome. Todo el mundo lo sabe. -Gigante, mirando hacia abajo: ¡Estaos quietos! (A Wilhelm) Mis amigos están tirándome del pantalón. Quieren subir y verle. El gigante se inclina y va recogiendo e introduciendo en el dormitorio a una serie de personajes, que se colocan en torno a la cama: un enano diminuto, un gnomo con la barba roja, una joven con la cara sucia, otra con la piel blanca como la nieve, una pareja de niños, un sapo con una corona... El enano diminuto se encarama a la cabecera de la cama. -Wilhelm, con voz débil: ¡Por favor, váyanse! ¡Déjenme en paz! ¡No estoy para visitas! ¿Es que ni siquiera voy a poder morirme solo? -Gigante: ¿No oís lo que dice? Tenéis que ser respetuosos. -Gnomo: ¿Por qué? ¿Acaso nos respeta él a nosotros? ¿Acaso le preocupa lo que pueda ocurrirnos? -Wilhelm: Por favor, déjenme. -Gnomo: ¿Lo veis? No nos respeta. Es mezquino y egoísta. No le importa nada de lo que nos ocurre. -Wilhelm, al gnomo: No le entiendo, no sé de qué me está hablando. -Gigante: Lo que quiere decir es que nuestra existencia depende de usted. Si usted muere ahora, antes de escribir los cuentos que le habrían hecho famoso, nosotros no naceremos. Todos los personajes se echan a llorar ruidosamente, salvo la joven con la piel muy blanca. -Blancanieves: Vamos, basta, callaos. Dijisteis que si os traía

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DUENDES. Los seres creados por Grimm en la versión fílmica de George Pal.

conmigo os portaríais bien. Son demasiado sentimentales, señor Grimm. Se dejan llevar por las emociones. -Wilhelm: Esta tarde estoy muy cansado. Nunca imaginé que pudiera ser así. Al final, uno pierde interés por la vida. -Gnomo: Pues, si ha de morirse, lo menos que puede hacer por nosotros es darnos un nombre. -Todos a una: ¡Por favor, señor Grimm, dénos un nombre! -Pulgarcito, desde lo alto de la cabecera: ¿Acaso es pedir demasiado, señor Grimm? -Wilhelm, resignado: Está bien, empezaré por ti. Puesto que no eres mayor que el dedo pulgar, te llamaremos Pulgarcito. Pulgarcito se deja caer hasta el suelo y hace una cabriola. Cenicienta se acerca a Wilhelm y le toca, para atraer su atención. -Wilhelm: Tú tienes la cara sucia. -Cenicienta: Es por la ceniza, señor Grimm. Me paso todo el día limpiando la chimenea. -Wilhelm: Entonces, si quieres, te llamarás Cenicienta.

-Cenicienta: Me gusta muchísimo, señor Grimm. Es un nombre precioso. -Blancanieves: ¿Y yo? -Wilhelm: Como eres blanca como la nieve, serás Blancanieves. -Blancanieves: Gracias, señor Grimm. -Todos a una: ¡Gracias, señor Grimm! -Hansel y Gretel: ¿Y nosotros? -Wilhelm: Tú, Hansel, y tú Gretel. De un salto, el rey sapo se coloca entre los pies del moribundo y se ajusta la corona. -Rey sapo: ¡Ejem, ejem! -Wilhelm: Tú serás el rey de las ranas. -Rey sapo, con los ojos muy abiertos: ¡Ejem, ejem! -Blancanieves: ¡Es un sapo, no una rana, señor Grimm! -Wilhelm: ¡Perdón, perdón! Entonces te llamarás el rey sapo. -Caperucita roja: ¡Se olvida de mí, señor Grimm! -Wilhelm: El tuyo es fácil. Serás Caperucita roja. (Se estreme-

ce, de pronto.) ¿Qué me pasa? ¿Seguís ahí? ¡Os estáis desvaneciendo! ¡Casi no puedo veros! -Gigante: No todos los seres mueren igual, señor Grimm. A nosotros nos toca desaparecer en el olvido. -Wilhelm: No debéis hacerlo. Sois demasiado jóvenes. Acabo de daros vuestros nombres. -Gigante: Ya nos queda poco tiempo. Cuando a usted le llegue el último latido, llegará el nuestro. -Wilhelm: Pero eso no es justo. ¿Por qué ha de recaer vuestra desaparición sobre mi conciencia? ¿Por qué no podéis seguir adelante sin mí? -Gigante: Decidle adiós. -Todos a una, mientras se dirigen a la ventana: ¡Adiós, señor Grimm! Nos ha encantado conocerle. Antes de desaparecer, Blancanieves se gira hacia Wilhelm. -Blancanieves: ¡Adiós y gracias, señor Grimm! -Wilhelm, al gigante: ¡Diles que vuelvan, por favor, díselo! -Gigante: ¡Sólo usted logrará que vuelvan, si escribe sobre ellos, sólo usted! El gigante cierra la ventana y desaparece también. -Wilhelm: ¡Esperad! ¡Volved! Se incorpora, va hacia la ventana y cae al suelo. En el piso inferior, su mujer Dorothea y su hermano Jacob oyen la caída. Suben corriendo, entran en el dormitorio y levantan a Wilhelm. Aliviados, comprueban que ya no tiene fiebre. —¡Corten! —ordena George Pal, satisfecho, desde su silla de cineasta.

pd EDICTO Vicente David Remigia Pellicer, secretario del Juzgado de 1.ª Instancia e Instrucción n.º dos de Picassent y su partido, HACE SABER: Que en este juzgado se siguen autos de Expediente de Dominio para la rectificación de la extensión para hacer constar en el registro Mayor Cabida con el número 634/06, a instancia de Membracurv, S. L. CIF B-96221312, representado por el procurador Sr. Alario Mont, de la finca inscrita en el Registro de la Propiedad de Beniparrell, folio 112, finca 19, parcela solar parte rústica-parte urbana de tres hanegadas y tres cuartones equivalente a treinta y un áreas dieciséis centiáreas, cincuenta decímetros cuadrados. Actualmente, parcela solar, situado en el polígono industrial de Beniparrell, calle Brac del Alter, n.º 16, con números de referencia catastral en la parte urbana 3723924YJ-2632-S-0001-FP, y en la parte rústica número 46066ª007000160000YG, en los que por resolución de fecha de hoy se ha acordado convocar a las personas ignoradas a quienes pueda perjudicar la inscripción solicitada a fin de que, dentro del plazo de diez días siguientes a la publicación, puedan comparecer en forma en el presente procedimiento ante este juzgado para alegar lo que a su derecho convenga. Y para que sirva de citación en legal forma a las personas ignoradas a quienes pueda perjudicar la inscripción solicitada se expide el presente en Picassent, a 28 de noviembre de 2006.—El secretario judicial.

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