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P. Guillermo Carmona
PARA TRABAJAR EL LEMA DE AÑO 2016 BUENOS AIRES, 2016
Introducción El 8 de diciembre del 2015 el Papa Francisco abrió la puerta de la Misericordia e inauguró un lugar y un tiempo santo. En este ambiente de gracia nos encontramos como Iglesia y como Familia de Schoenstatt. El nombre de esa gracia se llama: Misericordia. Este trabajo está pensado para ser elaborado en los grupos del Movimiento. Cada unidad tiene como detonante principal un acontecimiento bíblico ligado a la misericordia. De esa forma ligamos el año de la misericordia con el lema 2016:
“Misericordiosos como el Padre, salgamos al encuentro” Cada unidad tiene un título propio. La reunión debería iniciarse con la oración redactada por el Papa Francisco para este año. Puede también incluirse una decena del rosario u otra oración del Hacia el Padre. Alguien de los presentes lee el texto bíblico. Otro refiere -mejor con sus propias palabras- la reflexión que le sigue y se comparten los textos del P. Kentenich, entresacados del libro: “La mirada misericordiosa del Padre” (Peter Wolf, Editorial Nueva Patris, 2015). Si todos han leído con anterioridad los textos de la unidad, cada uno puede referir la frase que más le ha llegado. Se intercambian las preguntas que se acotan para cada unidad, u otras que el referente del grupo considera más oportunas. 1
Sugerimos acordar un propósito; en el texto se sugieren algunos, pero el grupo puede tomar otro que considere más adecuado. La reunión termina con una oración del Hacia el Padre; se pueden agregar peticiones, renovar la Alianza y pedir la bendición.
ORACIÓN DE INICIO PARA CADA DÍA Papa Francisco Señor Jesucristo, Tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del Cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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P. Guillermo Carmona
Dejar que Jesús nos mire, nos llame y nos cambie la vida
Oración inicial Ver en la Introducción la oración del año de la misericordia.
1. Texto bíblico: Lucas 5,27-32 “Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’. El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: ‘¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?’. Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: ‘No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan’”.
Después de la lectura dejamos un pequeño espacio para la reflexión personal del texto escuchado o leído. Me pregunto: ¿Qué sucedió? ¿Qué mensaje trae el texto? ¿Qué me dice a mí personalmente?
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2. Reflexión La mirada de Jesús conmueve al hombre y lo convierte. Le cambia la vida y por eso lo sigue. Jesús no niega la realidad pecadora de Levi, sino que la asume y se propone redimirla. Por otro lado, Jesús no levanta barreras ni discrimina, como lo hacen los fariseos y escribas. No se comporta como aquellos que separan entre aquellos que cumplen la ley y los que no lo hacen. La única intención es regalarle al hombre su perdón e invitarlo a cambiar. La invitación -¡Sígueme!”- es la expresión sensible de abandonar lo viejo y comenzar algo nuevo. La mirada y la palabra de Jesús tiene que haber sido tan fuerte que Levi -Mateono dudó un instante en dejar la caja, la mesa de recaudador de impuesto, el dinero, la convivencia inicua. El seguimiento es expresión de cambio: no quedarse donde está, sino ayudarlo a Jesús a sembrar semillas de cambio y de esperanza. El convertido cambia de vida, invita a un banquete y se torna solidario: todos están convidados a la mesa. Sólo aquellos que envidian este gesto se tornan acusadores, represores del bien. El perdón y la misericordia están en el centro de la acción de Jesús. En este año Jesús quiere mirarte. Desde nuestros Santuarios (filial, del hogar, del corazón, del trabajo) quiere invitarte, invitarnos a todos, a cambiar. Nosotros acudimos como los pobres de entonces -enfermos, pordioseros y niños- atónitos quizás, para buscar la salud, la paz, la sonrisa que nos llena de alegría. Cada uno de nosotros es Leví. Yo soy Leví. Tú eres Leví. Precisas que Jesús te mire, nos mire, y nos invite a compartir su cercanía, a la vez, para salir al encuentro como Él y el Padre supieron hacerlo: Dios no discrimina, nosotros queremos acoger a todos los hermanos y llevarlos a la casa común, para pedirle que Él nos reciba, por intercesión de María, la Madre de las Misericordia.
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3. Texto del Padre Kentenich De: La mirada misericordiosa del Padre, páginas 101-104. “El que ha creado nuestra naturaleza conoce mejor que noso- tros sus necesidades. Y su sabiduría y amor conoce los medios y caminos para satisfacerlas, mientras su omnipotencia lleva a cabo lo que la sabiduría y el amor han previsto. Dios hizo que su Hijo unigénito se encarnara y asumiera todas las inclinaciones y pasiones humanas nobles. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios procedió así para convencernos y señalarnos que él tiene un gran cariño a cada ser humano y se interesa personalmente por todo, hasta por las cosas mínimas. Y ello a pesar de su atención a todo el acontecer mundial, a pesar de la plenitud de sus infinitas perfecciones, de la insobornabilidad e inexorabilidad de su verdad y justicia, de la integridad de su santidad, a pesar de abarcar con amor todo lo que ha creado. Y en la figura del Dios encarnado, Dios se ha hecho reflejo perceptible para nuestros sentidos, se ha encarnado el interés misterioso y muy personal de Dios por cada ser humano. Un interés divino que nosotros difícilmente podemos imaginar, ya que Dios es espíritu y es inmutable. El Unigénito, rostro del Padre eterno vuelto hacia n o s o t r o s , nos manifiesta de manera sensible y palpable, de modo auténtica–mente humano, cómo podemos imaginar el interés espiritual de Dios Padre por cada uno de nosotros… Newman dice acertadamente: 'Admirable y adorable es por cierto la solicitud con la que él acude a socorrernos en nuestras debilidades. Nos asiste en ellas ayudándonos precisamente de la manera en que él obró la redención de las almas. Más allá de sus misteriosas e infinitas perfecciones, Dios tiene un especial cariño por cada creatura. A fin de que podamos comprender esa realidad, Dios asumió los pensamientos y sentimientos de nuestra propia naturaleza que, como todos sabemos, es capaz de tal cariño personal. Haciéndose hombre cortó, de raíz y para siempre, las dificultades y reparos de nuestra razón en ese sentido, como si qui- siera acoger nuestras objeciones y refutarlas desde nuestro propio lugar." 5
El interés personal de Dios por nosotros tiene sobre todo dos cualidades: es infinitamente tierno e infinitamente atento, vale decir: el Padre nos regaló en su hijo un espejo, por así decirlo, en el cual se nos refleja y hace comprensible su amor paternal infinitamente tierno y atento, aun cuando no entendamos con mayor exactitud cómo armonizar ese profundo cariño de Dios por cada creatura con sus otras cualidades. Pero si recordamos lo que citamos más arriba de Pascal y de santo Tomás sobre tensión y armonía, sobre las virtudes complementarias de la verdadera santidad en reflejos humanos del Santo de los Santos, y si además suponemos en Dios medidas infinitas en todo sentido, entonces nuestro entendimiento, que piensa abstractamente, estará en camino de unir, de conciliar estas contraposiciones aparentemente irreconciliables. Quien desee que su corazón se encienda por el amor personal de Dios, no se conforma con tales reflexiones filosóficas, ni se contenta con las enseñanzas de la Sagrada Escritura sobre la providentia divina specialis (la divina providencia especial) ni con la meditación cuidadosa y constante de las misericordias de Dios de las que hemos sido objeto en nuestra propia vida y en la historia de la Familia, meditación habitual entre nosotros. Más bien tiene que avanzar e ir comprendiendo, saboreando y respondiendo a los sentimientos del Señor, expresión humanamente palpable del amor paternal de Dios. Es como si el Señor nos dijese también en ese sentido: "Quien me ve, ve al Padre" (cf. Jn 12, 45). "Nadie va al Padre, sino por mí" (Jn 14, 6). Nadie comprende en profundidad el amor personal e indivi- dual del Padre si no lo contempla reflejado en la imagen del Unigénito. La sensibilidad enferma de estos tiempos quizás se escandalice al escuchar que se emplea el término "tierno" en relación con el Señor y preferiría, si no hay más remedio, hablar de la ternura del amor. Sin embargo nosotros, conscientes de tal resistencia, usamos a propósito la palabra "tierno" porque, por un lado, expresa mejor de qué se trata y contribuye a superar falsas opiniones sobre Dios y el Hijo de Dios y, por otro, porque es un permanente llamado de atención para nosotros, hombres modernos de tendencias colectivistas.
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Preguntas para la reflexión 1. ¿Sentí alguna vez en mi vida la mirada de Jesús o de la Virgen posándose sobre mí en su ternura y amor? 2. ¿Qué es lo primero que hace Leví cuando siente la mirada de Jesús? ¿Qué siento yo mirándolo a Él? 3. ¿Qué personas estaban invitadas al banquete? ¿A quién quiero yo recibir en mi casa, en mi corazón, y prepararle a ellos, la experiencia del encuentro? 4. ¿En qué consiste el “¡Sígueme!” de entonces a Levi, si lo aplico a mi vida en este año de la misericordia?
Compromiso sugerido Rezar un Rosario, o una decena del Rosario, por alguna persona que siento, está lejos de Jesús y que pertenece al círculo de amistades.
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