MODERNO Y URBANO: Hacia una arquitectura del espacio

MODERNO Y URBANO REVISTA DEL CAPBA-DIII – 20 DE SEPTIEMBRE DE 2006 Gastón Michel, Arquitecto. MODERNO Y URBANO: Hacia una arquitectura del espacio.

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AusArt Journal for Research in Art. 3 (2015), 2, pp. 130-142 www.ehu.es/ojs/index.php/ausart DOI: 10.1387/ausart.15946 ISSN 2340-8510 e-ISSN 2340-913

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Gastón Michel, Arquitecto.

MODERNO Y URBANO:

Hacia una arquitectura del espacio. “ Hay arquitectos en nuestro país que han practicado alguna poética a partir de considerar a la arquitectura un quehacer artístico, expresivo (…) Esa poética puede definirse como el conjunto de criterios de diseño que se proponen conseguir ese nuevo valor mediante silogismos prácticos. Valor que se suma a la utilidad práctica inmediata (cobijo, habitación, resguardo) y a otras utilidades como la económica.” (RAFAEL E. J. IGLESIA, Summa 200, Junio 1984) En los comienzos de la década del ´50 ya se notaba la influencia del triunfo norteamericano en la segunda guerra, expresada en la inundación de muebles con patas cónicas invertidas de maderas pulidas y detalles cromados, concretada en la revolución de los electrodomésticos (televisión incluida), y manifiesta en una gran diversidad de materiales para el frente de las construcciones, de variados colores combinados de manera vulgar y sobreactuada. Se comenzaba a vislumbrar además el “segundo estilo internacional”, que, de la mano del segundo Mies, el norteamericano, no tardaría en llegar para originar el camino de la expresión tecnológica refinada como sistema estético preferido de las corporaciones, muy especialmente en las grandes ciudades. Promediando la década ya era evidente la reacción contra el primitivo racionalismo ortodoxo y sus valores internacionales de “nuevo”, “original”, “progresista”, “lo que vendrá”, reemplazándose por situaciones circunstanciales como “regional”, “personal”, “tradición propia”. En Ronchamps, el segundo Le Corbusier, quizá golpeado por las despiadadas críticas de sus jóvenes seguidores, quizá dejando libertad a su profesión paralela de escultor, o, seguramente, “señalando claramente el abandono de las poéticas deterministas del

racionalismo funcionalista y cientificista por una puesta en el papel protagónico de la intuición, de la genialidad, de la libertad creadora” (1), recrea el lenguaje tradicional del mediterráneo que tanto lo influyó desde muy temprano y que, por fin, de un modo tanto o más moderno que en el período de entreguerras, pone al maestro sesentón nuevamente al frente de los nuevos tiempos. En Ronchamps, en la Maison Jaoul, en la India, incluso en La Plata, como antes en Río de Janeiro y Argel, la “máquina de vivir” mantuvo sus conceptos básicos pero se los empleó adaptados al lugar, al clima, a la ciudad y al espíritu de cada sitio. Página 1 de 6

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Vuelve, sorprendentemente, a sorprender. Y vuelve, desde ya, a ser influencia.

Por la misma época Le bêton-brut y los ladrillos vistos de la tradición inglesa, devenidos en Neo-brutalismo, otorgaron a la arquitectura moderna esa imagen artesanal que la anterior estética de la máquina pretendió disimular y, por sobre todas las cosas, le confirió a esas obras la resistencia al paso del tiempo que en la arquitectura blanca y pulida de la obra racionalista ya, con sólo 20 años de vida, mostraba graves signos de deterioro. En nuestro medio “… ese debate se despertó con todo rigor durante los años inmediatos a

1955, al ponerse en tela de juicio el valor de la arquitectura racionalista como proveedora de modelos y la necesidad de elaborar tipologías que identificaran este particular lugar del mundo. Fue en esta época cuando apareció el movimiento que el arquitecto Miguel Asencio denominó “Casas Blancas” (…) apareció en 1957 la iglesia de Fátima en Martínez, de Claudio Caveri y Eduardo Ellis. Introvertida, de formas y colores sabiamente combinados, cálida en la textura de sus materiales, fue una revolución sin palabras, auténtica, una original propuesta que superó a las explicaciones que sobre ella se dieron más tarde” (2). La Iglesia de Fátima, obra emblemática de la arquitectura argentina, ha sido publicada muchísimas veces en los medios especializados locales e internacionales. Forma parte de la cultura arquitectónica contemporánea argentina y asume orgullosamente el haber creado esa verdadera corriente nacional que se difundió, por unos quince a veinte años, preferentemente en Iglesias, Capillas y viviendas unifamiliares. Acorde a los tiempos de renovación que corrían, aparece en el contexto nacional como una reacción al Movimiento Moderno Ortodoxo y propone una mixtura entre Modernidad Página 2 de 6

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internacional y Tradición local, al combinar materiales modernos como el hormigón armado con mampostería de ladrillos comunes, ambos a la vista. En las Casas Blancas se descartaron los techos de tejas y se reemplazaron por techos de losas de hormigón armado, horizontales o inclinados. En este último caso cubiertos con ladrillos comunes a la vista.

Posteriormente se incorporó un nuevo material a las terminaciones de los techos en reemplazo del ladrillo: el Hypalon-Neoprene, material sintético que luego adoptó el nombre popular de “Plavicón”, siendo ésta una marca que aún subsiste en el mercado de techados de caucho. Lo cierto es que las Casas Blancas ofrecieron una alternativa más doméstica que el “Estilo Internacional” del Movimiento Moderno inicial, y si bien mantuvo vínculos tecnológicos y de lenguaje con la ruptura de la caja de Wright, con el lenguaje mediterráneo de Ronchamps y con el Neo-brutalismo europeo, innegablemente se convirtieron en representantes de un modo local de sentir la vida cotidiana en las casas de familia de la clase media y alta del suburbio. Cuando de viviendas se trataba, fue una arquitectura ambientalista con reminiscencias wrightianas, emparentada con el organicismo “arts & crafts”, y generó ambientes de rico interiorismo, amigables con los usuarios y portadores de un mensaje místico enriquecedor del mundo privado. Página 3 de 6

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Pero Fátima propone mucho más que el nacimiento de un lenguaje, pues si sólo de ello se tratara, el pasar del tiempo ya la hubiera dejado tan desactualizada que podría considerarse nada más que una vieja pieza de museo. Fátima, por sobre todas las cosas, como buen “edificio-público” que es, ha enriquecido la ciudad creando Espacio-Público-Urbano. Espacio para la ciudad, Espacio libre para la libre reunión, para el encuentro casual. Espacio para atenuar el impacto del veloz tránsito del “Strip”. Espacio para lograr una tregua con la arquitectura estridente y espectacular de la banda comercial.

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Espacio para la pausa y el reposo. Espacio para la reflexión y la mirada interior. Espacio de paz. Espacio peatonal. Espacio Público Urbano. Espacio, espacio, espacio… “ No hay arquitectura que no esté montada sobre una visión del mundo y que no busque expresar los mitos profundos de cada pueblo. No hay nada, por más convencional o trivial que sea, que no esté expresando un contenido” (CLAUDIO CAVERI) NOTAS: (1) Arquitecto Rafael E. J. Iglesia, Summa Nº 200, Junio 1984. (2) Arquitecto Héctor Ezcurra, Arquitectura en la Argentina, Eudeba 1981.

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