MOTIVACIÓN A LA LECTURA A TRAVÉS DEL MATERIAL POPULAR.
Trabajo realizado por: Remedios Torres Fernández C.E.I.P. Capitulaciones Santa Fe (Granada)
Me había encontrado un cartón de embalaje en forma de acordeón. La verdad, sin saber por qué, no lo quise tirar. Sencillamente lo vi interesante. Suena a broma. Un simple cartón algo interesante. Y efectivamente llegó a ser algo maravilloso, supermotivante para el alumnado. Una experiencia maravillosa. Yo me preguntaba para qué me serviría ese cartón. Un día ojeando un libro encontré el siguiente material popular:
EL CASTILLO DE CHUCHURUMBÉ Estas son las puertas del castillo de Chuchurumbé. Estas son las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé. Este es el cordón de las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé. Este es el ratón que royó el cordón de las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé.
Este es el gato que se comió al ratón que royó el cordón de las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé. Este es el palo que golpeó al gato que se comió al ratón que royó el cordón de las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé.
Este es el fuego que quemó el palo que golpeó al gato que se comió al ratón que royó el cordón de las llaves de las puertas del castillo de Chuchurumbé.
Ana
Pelegrín, La flor de las
maravilla.
Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
Y esa retahíla cabía perfectamente en mi cartón en forma de acordeón. Y aunque no sé dibujar puse mucho empeño en hacer una especie de libro acordeónico cartonero. Y ahí empezó la aventura. Iba a una clase con el libro envuelto como si fuera una especie de regalo. La chiquillería, de todas las clases, en cuanto veían el libro envuelto decían: “Es un regalo, seguro”. Yo les decía: Un día me encontré un cartón. Y me daba mucho pena tirarlo porque había salido de un árbol, pues ya sabéis que los papeles y cartones salen de los árboles, y cada vez tenemos menos árboles. Yo no quería llevar mi cartón al contenedor de papeles… Y me preguntaba todos los días: “¿Qué puedo hacer con este cartón?”. En ese momento todos los niños y niñas se quedan embobados pensando y sin dejar de mirar el libro envuelto (que además no sabían lo que contenía). Entonces se lo entrego a una niña para que lo desenvuelva.
La expectación es enorme. En todos los cursos adonde voy.
Había auténtica magia. El cartón parecía que cobraba vida.
El libro acordeón no iba pintado. Sino que llevaba pegado figuras en cartulina, charol… Para el cordón de las llaves hice una cadeneta con tres pequeñas tiras de papel de seda. Los dibujos eran bien sencillos porque no doy más en el dibujo y en los trabajos manuales. Esa idea del acordeón en manos expertas sería algo maravilloso. Pero bueno, lo importante es hacer cosas que hacen felices a los niños y niñas. Porque todo el mundo quería hacer un libro acordeón. De una cartulina grande salen cuatro libros. Se van plegando hojas de 10 centímetros, pero la última hoja se queda pequeña y hay que pegarle un trozo de cartulina. Era increíble algunos de los libros que hicieron. Con unos gatos perfectos y no como el mío que iba de culo porque no sabía hacerlo de frente. Vi fuegos maravillosos hechos con papel de celofán. Y con qué facilidad memorizaron el poema. Además hablamos de la poesía popular, la anónima, cuyo autor o autora nos es desconocido…
Y para finalizar recordamos una canción popular que les enseñé cuando estaban en Educación Infantil y que dice:
A la rueda de chuchurumbel, pasa un carro lleno de miel, pan blando, pan duro, que se vuelva Cristina de culo. Esta canción se canta en corro. Y cuando se dice el nombre de un niño o niña, se vuelve de espaldas y sigue girando en el corro. El corro termina cuando todos los niños y niñas están de espaldas girando.