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Domingo 3 0 de Mayo de 1
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Periódico semanal éienllfico, literario y defensor de los Intereses de esta ciudad y su partido. AUMBIRISTRAEÍOIV ¥
REDACCIOar
ATENEO IGUALADINO DE LA CLASE OBRERA. IMPRENTA DE MARIANO
ABADAL.
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LO
QUE SOMOS.
Si del aspecto que presentan las calles de una población, si de la regularidad en los edificios y cumplimiento de las ordenanzas m u nicipales en la reparación de los mismos, si de la limpieza de sus calles, si del estado de sus aceras y de todo aquello que contribuye á h e r mosearla, han de formar concepto los que la visiten pobre muy pobre será la idea que tendrán de nuestra ciudad. Igualada se parece á uno de esos palacios cuva grandiosidad se admira exteriormente; mas al traspasar los umbrales de sus puertas se pierde completamente la ilusión: aquellas estancias que uno habia forjado en su mente ver amuebladas con lujo, están desmanteladas, y lo poco que de ellas queda para j u s t i ficar su grandeza de ayer, ha sido invadido por el polvo y la polilla, como dando una prueba patente de la incuria de sus moradores. Esta comparación aunque dura, no puede ser mas exacta con lo que pasa en esta ciudad desde hace algunos años. No es n u e s tro ánimo el achacar à determinadas personas la culpa de un mal que va en aumento cada dia; las personalidades están reñidas con las reglas de buena educación y de consiguiente eliminadas de las columnas de nuestro Semanario; y al poner de relieve los defectos de que adolecemos los hijos de Igualada, lo hacemos con la sana intención d e q u e aunándonos procuremos á costa de toda clase de sacrificios, levantar à esta ciudad de su apatia y sacudir el marasmo que generalmente nos domina. Por- su posición topográfica, por la anchura é igualdad del piso de sus calles, por su paseo, por la facilidad de procurarse materia es de
construcción, sin duda alguna que Igualada podria ser una de las poblaciones mas hermosas de Cataluña; mas recorredla: en unas aceras, como muestrario de la piedra de construcción de que podemos disponer, veréis magníficas y anchas lozas, que causan verdadera envidia á hijos de otras poblaciones que han de emplear el asfalto ó el ladrillo; pero estas que están en inmensa minoría hacen un v e r dadero contraste con, otra multitud de aceras que son un pretérito, puesto que lo fueron a])er, trozos de piedra arrancados en su base, magníficos depósitos de fango en dias de lluvia en donde se hunde uno hasta la rodilla, haciendo la delicia de los zapateros. Su hermosa y ancha Rambla, depósito de polvo, cementerio de árboles, en donde acusando nuestra desidia, se levantan unos p o cos como quien pide venganza de la muerte de sus hermanos, que menos robustos que ellos perecieron de sed. Cuartel de inválidos, r e )resentado por unos cuantos faroles que alum)ró el gas algun día, sin cristales los unos, destrozados otros, y en todos el orín ha s e n tado FUS reales. Balcones y ventanas recien abiertas, cuyos propietarios riéndose de las ordenanzas m u n i cipales, han suprirnido pintar la fachada y poner aceras y canalones, asemejándose á esto con aquellas coquetas que para realzar mas su hermosura eliminan de los bailes y reuniones á todas las beldades que puedan hacerles la competencia. Aceras ocupadas por cuadrúfíedos á quienes tranquilamente se está herrando ó dando fuego y que ponen al pobre transeúnte entre Sciia y Canbdis; pues sí para evitar una caricia en forma de coz se aparta de la acera, se p r o p o r ciona un reuma metiéndose en algun depósito
be pudo empañar la nieve de su frente, qu« fresca, juvenil, resplandeciente era en lo virginal la de un querube.
j E r a feliz con e l l a ; s i , dichoso!; jin rosado h o r i z o n t e , de nuestro amor cubría el cielo hermoso; p e r o , vino la muerte tenebrosa y m e robó tesoro tan precioso : dejando mi existencia maldecida, ¡al rigor de una parca caprichosa y al furor de u n a dicha o s c u r e c i d a . . . .
IV. ¡ Ya no puedo aspirar de una mirada el fuego s a c r o s a n t o , que e n dulce llamarada, de roí pecho alejaba la tristura trocándola en placer y tierno encanto ! ¡Ya n o puedo admirai | u d o n o s u r a ; ni vivir de la gJoria en el excfeso, cuando su faz serena del amor reflejaba el embeleso ! jYa s u s ojos cerráronse á la vida, s u m i e n d o e n honda pena mí corazón, marchito á la esperanza , y loco, al ver fallida su dorada ilusión de b i e n a n d a n z a !