MUSEOS Y CONTEXTO URBANO: EL CASO DE ZARAGOZA

MUSEOS Y CONTEXTO URBANO: EL CASO DE ZARAGOZA Elena Marcén Guillén Becaria de investigación FPU en el Departamento de Historia del Arte. Miembro del G

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MUSEOS Y CONTEXTO URBANO: EL CASO DE ZARAGOZA Elena Marcén Guillén Becaria de investigación FPU en el Departamento de Historia del Arte. Miembro del Grupo de Investigación Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública Universidad de Zaragoza. [email protected]

RESUMEN En la presente comunicación se proporciona un análisis de las distintas relaciones que entablan los museos con la ciudad contemporánea, estableciendo un diálogo (a veces fluido y a veces problemático) que enriquece nuestra forma de entender lo urbano. En concreto, es la ciudad de Zaragoza la que centrará nuestra atención en las siguientes líneas, a través de la presentación y valoración de las propuestas que han contribuido (con más o menos éxito) a la creación de lo que es hoy la ciudad, entendida en sentido amplio. ABSTRACT This paper analyzes the different relationships that museums establish with contemporary cities, relationships that create a sometimes fluid and sometimes problematic dialog, which enriches our understanding of urban culture. More specifically, it’s the city of Zaragoza (Spain) we will focus on through these lines, presenting and assessing the proposals that have contributed (with higher or lower success) to the creation of what the city is today, understood in its broadest sense. PALABRAS CLAVE Arquitectura de museos, Zaragoza KEYWORDS Museums architecture, Zaragoza. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Actas I Jornadas Internacionales Arte y Ciudad Madrid, 24 y 25 de Noviembre de 2011

ISBN 978-84-695-5133-2

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1.- INTRODUCCIÓN Los museos se han convertido en los últimos tiempos en piedras angulares de la nueva definición de la ciudad. Portadores de un valor icónico derivado de su presencia física, han adquirido asimismo una función representativa como guardianes de la cultura y ejercen un papel fundamental en la configuración del territorio urbano. El estudio que a continuación se presenta tiene como objetivo analizar de qué manera los museos de la ciudad de Zaragoza han desempeñado este mosaico de funciones y valorar de forma crítica el mayor o menor éxito de cada una de las iniciativas. 2.- EL PAPEL DEL MUSEO EN LA CONFIGURACIÓN MENTAL DE UNA IMAGEN CIUDADANA: ZARAGOZA La imagen mental que tenemos de una ciudad se compone de múltiples piezas que dan como resultado un puzzle heterodoxo e imperfecto, cuya organización parte de nuestras vivencias personales, de nuestra relación con la ciudad. Hay tantas imágenes mentales como personas, pero el común denominador de todas ellas es quizá su ingrediente más importante: la arquitectura, escenario y testigo mudo de nuestras vivencias cotidianas. Cuando imaginamos el plano de la ciudad, lo hacemos probablemente basándonos en hitos constructivos (no necesariamente bellos) que por una u otra razón nuestro cerebro ha retenido y que nos sirven de referencia a la hora de unir mentalmente el recorrido que nos lleva de unos lugares a otros. Naturalmente esta imagen mental no se ajusta a la realidad, porque los recuerdos son caprichosos y otorgan mayor importancia a unas imágenes frente a otras. Los museos, junto con las iglesias, catedrales y otros monumentos, se han convertido en hitos urbanos fundamentales en nuestra imagen mental de la ciudad. En el caso de los museos, su representatividad radica en el aura especial que les otorga su condición de guardianes de la Cultura, con mayúsculas. Su valor como hito no tiene por qué ser solo físico; es cierto que las arquitecturas estelares de nueva construcción tienen una proyección más mediática, pero también los museos tradicionales y más discretos ocupan su lugar en este puzzle mental (por su papel simbólico más que por su fisonomía externa). En el caso de Zaragoza, las pinacotecas “tradicionales” como el Museo de Zaragoza, el Museo Camón Aznar o el Museo Pablo Gargallo desempeñan ese valor simbólico al que aludíamos: son espacios representativos de referencia, instalados en edificios históricos rehabilitados, proceso que –aunque suele ser menos espectacular– no está exento de connotaciones. Esta tendencia a instalar los museos en edificios rehabilitados1 es, según Jesús Pedro Lorente, proAunque Lorente se refiere en concreto a los museos de arte moderno, sus palabras son aplicables a los museos de Bellas Artes en general.

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pia del postmodernismo, “un tiempo en el que ya no se sabe bien en qué creer (…). Cuando no se está muy seguro de qué arquitectura crear, parece más prudente rehabilitar edificios antiguos” (LORENTE, 1997: 24).

Fig. 1: IAACC Pablo Serrano. Vista de conjunto.

Sin profundizar en los interesantes y complejos mecanismos que subyacen detrás de esta tendencia de reutilización de edificios históricos para usos museísticos, lo cierto es que la arquitectura contemporánea de nueva planta suele tener un peso más decisivo en la configuración mental de la imagen ciudadana. En Zaragoza este papel lo desempeña casi sin discusión el IAACC Pablo Serrano (Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos), inaugurado en

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marzo de 2011, cuya arquitectura rotunda ha irrumpido recientemente en la escena ciudadana modificando su skyline. Se trata de uno de los equipamientos culturales estrella del anterior gobierno autonómico, un espacio que pasó de ser museo monográfico sobre el escultor Pablo Serrano a “instituto de arte y cultura contemporáneos”, con la libertad –y también ambigüedad– que esto implica. Pero más allá de su orientación, son sus rotundos volúmenes externos los que han causado polémica, suscitando por igual acérrimos detractores y apasionados defensores de su arquitecto, José Manuel Pérez Latorre.

Fig. 2 y 3: IAACC Pablo Serrano. Detalle de fachada (izquierda) y vista de la Basílica del Pilar desde la terraza (derecha).

Para entender el proyecto hay que conocer sus antecedentes. En 1995 se inauguraba el Museo Pablo Serrano en los antiguos talleres del Hospicio Pignatelli, diseñados por Julio Bravo a principios del siglo XX y rehabilitados por el mismo arquitecto que se ha ocupado de la reciente ampliación (Pérez Latorre). Este primer edificio, que mantenía el carácter industrial de los talleres, destacaba por su horizontalidad y el uso del hormigón en los acabados exteriores. Con el paso del tiempo el Gobierno de Aragón decide superar la orientación monográfica del museo y convertirlo en un centro de arte en sentido amplio, lo que lleva a que en 2008 se plantee una ampliación del edificio de la que se hará cargo de nuevo Pérez Latorre. Curiosamente –y mostrando un discutible respeto por su obra– el arquitecto decide prescindir de la original sala de exposiciones del anterior museo que él mismo había diseñado a partir de una espiral descendente, y elevar considerablemente el bloque del edificio de tal forma que se pierde toda proporción con la arquitectura de los antiguos talleres Pignatelli. Las características iniciales del museo (horizontalidad y neutralidad) han sido totalmente revertidas en la ampliación, que se basa en la verticalidad y el uso de planchas lacadas en negro y azul al exterior, que le dan una imagen impactante. Pero lo cierto es que la nueva fisonomía y los colores del Pablo Serrano ejercen –para bien o

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para mal– una atracción visual potente en una zona céntrica aunque poco sugerente (con un tejido compuesto por bloques de viviendas sin personalidad). El edificio se inserta con fuerza en este contexto urbano no demasiado afortunado, de tal forma que sus volúmenes categóricos han conseguido entrar en nuestra imagen mental de la ciudad. El diálogo entre la ciudad y el IAACC, aunque conflictivo, no es unidireccional; el propio edificio establece un diálogo visual con la ciudad a través de galerías acristaladas que permiten al visitante del museo “vigilar” la calle y los edificios cercanos, en una especie de voyeurismo no confesado. Este diálogo alcanza su máxima expresión en la terraza, que incorpora la ciudad como un objeto artístico más a partir de una serie de miradores que sirven de marco para el paisaje. De esta forma, “la ciudad se piensa como objetivo estético o conceptual captado visualmente desde el museo” (LAYUNO, 2003: 109). Hitos como la basílica del Pilar o la torre de la iglesia de San Pablo quedan fijados en nuestra retina desde este nuevo mirador. Las arquitecturas museísticas son también en ocasiones el eje central de las nuevas ordenaciones urbanas: la introducción de equipamientos culturales (sobre todo centros de arte, tan de moda en estos tiempos) tiene la virtud de dignificar los nuevos proyectos de urbanización con esa aura que posee la cultura. En Zaragoza, los espacios museísticos están siendo piezas clave en la urbanización de toda una serie de terrenos vinculados al ferrocarril, en dos zonas determinadas: el entorno de la antigua estación del Portillo y los terrenos que ocupaban las vías (que quedan en desuso a partir de la creación de la estación intermodal de Delicias) y la urbanización precisamente del entorno de la nueva estación, lo que se denomina “barrio del AVE”.2 Ambas zonas quedarán previsiblemente integradas en un ambicioso proyecto, la Milla Digital, que pretende configurar una Ciudad de la In-novación y el Conocimiento3. Esta operación urbanística, a cargo de la sociedad pública Zaragoza Alta Velocidad, gira en torno a la construcción de viviendas y a diversos equipamientos culturales y tecnológicos entre los que destacan la nueva sede de Caixaforum según diseño de Carme Pinós (cuyas obras ya han empezado en el barrio del Portillo4), y el Centro de Arte y Tecnología (MSM arquitectos), de futura apertura en el barrio del AVE. La crisis ha tenido sus efectos en esta operación urbanística ocasionando notables retrasos (casi ninguno de los bloques de viviendas proyectados han sido llevados a cabo) pero los tres volúmenes del Centro de La renovación urbana de esta zona ha sido bien estudiada por Sergio García (2009). Milla Digital, un espacio urbano de creatividad e innovación en Zaragoza, 2010. http://www. milladigital.org/espanol/01_quees.php (fecha de consulta: 17/11/11) 4 También se incluía en el proyecto la construcción de un teatro de la SGAE proyectado por el arquitecto Antón García-Abril, actualmente en punto muerto a la espera de mejores tiempos para la institución gestora. 2 3

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Arte y Tecnología se erigen ya junto a la estación y proporcionan una imagen de decidida contemporaneidad a una de las entradas más importantes de la ciudad.

Fig. 4: Centro de Arte y Tecnología (MSM Arquitectos).

Todas estas experiencias han ido contribuyendo poco a poco a sustituir nuestra antigua imagen de la ciudad por una nueva fotografía urbana. No hay que olvidar el peso que ha tenido en esta configuración la Expo 2008, que dio un impulso de modernidad a Zaragoza a través de la construcción de hitos como el Pabellón Puente de Zaha Hadid o el Pabellón de España de Patxi Mangado y que supuso el pistoletazo de salida para la renovación de la ciudad. 3. EL MUSEO EN EL TERRITORIO URBANO: CENTRO Y PERIFERIA Además de analizar el papel del museo en la configuración de la imagen mental de la ciudad, hay que detenerse a reflexionar sobre las circunstancias que rodean a su ubicación, que nunca es gratuita. Como señala Jesús Pedro Lorente, tradicionalmente y casi sin excepciones los grandes museos de arte han sido instalados en el centro urbano (LORENTE, 1999: 45). En Zaragoza, algunos de los más importantes museos se encuentran en edificios nobles de la ciudad histórica: los museos Pablo Gargallo y Camón Aznar tienen como sede dos palacios renacentistas muy cerca ambos de la plaza del Pilar. También en el centro de la ciudad está el Museo de Zaragoza, instalado en un edificio de Ricardo Magdalena creado en 1909 con motivo de la Exposición Hispano-Francesa en la huerta de Santa Engracia, actual Plaza de los Sitios, espacio que forma hoy parte del centro urbano y constituye una de las zonas de mayor

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poder adquisitivo de la ciudad. Es la ejemplificación del museo académico por antonomasia, en un espacio solemne dentro de la ciudad histórica. Para aprovechar la atracción que suponía la ubicación en un lugar tan representativo se planteó hace ya unos años ampliar el complejo museístico del Museo de Zaragoza al contiguo edificio de la Escuela de Artes (de Félix Navarro) para ubicar allí el Espacio Goya5, un centro de investigación y documentación en torno a la figura del insigne aragonés. El proyecto, polémico desde sus inicios en 1998, ha quedado hoy en punto muerto; la Escuela de Artes, por su parte, se ha visto abocada a un estado de semi abandono tras el traslado de sus alumnos a un nuevo y moderno edificio en otra zona de la ciudad. No obstante, el concurso arquitectónico para la adaptación de la Escuela de Artes celebrado en 2006 (que ganaron los suizos Herzog & De Meuron con un proyecto muy cuestionado por su dudoso respeto al edificio histórico) nos ha dejado ideas tan sugerentes como la que planteaba el francés Dominique Perrault, que quedó finalista en el concurso.

Fig. 5: Dominique Perrault. Anteproyecto para Espacio Goya, 2006. (Foto: Museo de Zaragoza, Gobierno de Aragón)

Perrault apostaba por respetar los edificios preexistentes y renunciaba a intervenir sobre ellos (las comunicaciones de uso interno se realizarían de forma subterránea); en su lugar, su proyecto se apropiaba del espacio físico de la Plaza de los Sitios y lo convertía en un nuevo escenario ciudadano jalonado de pabellones circulares vinculados con diversos usos del museo. El proyecto fue rápidamente descartado por el jurado por su inviabilidad, pero nos deja

Para más información sobre el Espacio Goya, consultar el artículo monográfico sobre el tema en la revista Artigrama (Marcén, 2010).

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una sugerente imagen de museo que trasciende sus propios límites para insertarse en el tejido urbano. Es evidente que los grandes museos de arte se identifican mejor con el tejido de la ciudad histórica y para ello se ubican en edificios dotados de una dignidad y un esplendor pasados que todavía perduran. Como hemos visto, esta premisa se cumple en Zaragoza casi a rajatabla, aunque hay interesantes excepciones en dos subsedes del Museo de Zaragoza: las secciones de Etnología y Cerámica dentro del parque de José Antonio Labordeta (antes Parque Grande). Estos dos museos son el testimonio de una experiencia singular, similar en cierta manera al ecomuseo y pionera en su realización puesto que data de los años 50. En palabras de su propio autor, el investigador y profesor Antonio Beltrán, se trata de un “ambicioso y casi utópico proyecto para la fundación de un complejo museístico en Aragón” (BELTRÁN, 2010: 18).

Fig 6: Casa de Albarracín. Sección de cerámica del Museo de Zaragoza.

Fig 7: Casa Ansotana. Sección de Etnología del Museo de Zaragoza.

El proyecto, que se inspiraba en los museos europeos al aire libre (sobre todo el de Skansen), contemplaba la realización de una serie de museos que pretendían condensar en su arquitectura las tipologías constructivas de distintas zonas de Aragón y que fueron diseñados por el arquitecto Alejandro Allánegui. Dos llegaron a ser una realidad: la “casa ansotana” (que en realidad mezcla elementos de los valles pirenaicos de Ansó, Benasque y la sierra de Guara al sur), hoy Sección de Etnología, y la “casa de Albarracín”, concebida

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para acoger la colección de Ciencias Naturales pero que hoy es la Sección de Cerámica. Quedaron sin realizar la casa del valle del Ebro y una cuarta casa. Para entender la iniciativa en toda su magnitud hay que tener en cuenta que en 1956, fecha en que se inauguraron los dos museos, esta zona de la ciudad (aunque urbanizada y construida) estaba bastante alejada de lo que se consideraba el centro urbano, y evidentemente fuera de los itinerarios turísticos habituales. El ambicioso proyecto cultural de Beltrán y Allánegui, aunque inacabado, es una apuesta verdaderamente pionera que trasciende los límites del centro histórico y propone nuevos horizontes en la arquitectura de museos. Esa identificación museo-centro urbano de la que hablábamos no se cumple en el caso de los museos/centros de arte contemporáneo, que suelen optar por la superación del centro histórico como lugar emblemático para la instalación de infraestructuras culturales y optan por nuevas zonas en expansión, en un intento de desvincularse del arte académico que se custodia en los museos de la ciudad histórica. Esto ocurría ya en el anterior Museo Pablo Serrano, inaugurado en 1995 en los talleres del antiguo Hospicio Pignatelli, y ocurre también en los espacios dedicados al arte contemporáneo que abrirán sus puertas en los próximos años (el Centro de Arte y Tecnología y el Caixaforum, ya mencionados). Cabe preguntarse si se ha superado en Zaragoza la idea del museo ilustrado y decimonónico que nacía en el seno de la ciudad histórica. Quizá solo en parte. En este sentido ha sido más audaz la ciudad de Huesca, en la que se inauguró en 2006 el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) - Fundación Beulas de Rafael Moneo, a medio camino entre el campo y la ciudad, en una zona apartada de los circuitos turísticos. El CDAN es testimonio de una tendencia que apunta Adela García-Herrera: “Al viejo tronco del tradicional museo urbano le han crecido nuevas ramas en su adaptación a contextos naturales” (GARCÍAHERRERA, 2001: 21). Ya en un plano más concreto, la ubicación ha revelado ser poco práctica a la hora de facilitar la llegada de visitantes y pone de relieve la problemática que conlleva la instalación de un espacio de estas características fuera de la ciudad. 4. MUSEOS Y REGENERACIÓN URBANA: UNA FÓRMULA IMPERFECTA En los últimos treinta años se han ido sucediendo en el ámbito internacional y nacional las experiencias de regeneración de zonas urbanas deprimidas a partir de la instalación de un museo o centro de arte, con mayor o menor fortuna. Esta revitalización “desde arriba”, estimulada desde las instancias de poder mediante la creación de un museo/centro de arte, ha sido bien estudia-

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da por Jesús Pedro Lorente6. Vienen a la memoria los ejemplos de Liverpool (Albert Dock) o Marsella (Hospice de la Vieille Charité), donde la instalación de centros de arte ha tenido como consecuencia no solo la regeneración física del barrio sino la dinamización cultural del entorno. Existen otros ejemplos más cuestionables, como la compleja operación de reforma del barrio del Raval llevada a cabo en Barcelona, con la creación del CCCB y el MACBA como equipamientos culturales estrella. Pero quizá el ejemplo paradigmático en este sentido sea el Guggenheim de Bilbao, proyecto eminentemente político de reconquista urbana que consiguió cambiar la imagen de la zona de la ría de Bilbao, tradicionalmente dedicada a la industria. Ya en el ámbito zaragozano, la impresión que se extrae es que la opción del museo como factor de regeneración de zonas urbanas deprimidas ha tenido poca fortuna, a tenor de las experiencias que se han llevado a cabo (que son escasas). En Zaragoza los museos son objeto de menciones parciales en algunos instrumentos de planeamiento urbano (por ejemplo, en el Plan Integral del Casco Histórico 2005-2012, donde se hace referencia a ellos como una pieza más de la rehabilitación)7, pero no funcionan por sí mismos como elementos motores de la regeneración del tejido urbano. No obstante, ha habido algunas iniciativas concretas que, aún con poco éxito, proponían la instalación de un museo en un contexto deprimido para favorecer su regeneración. Una de ellas fue la creación en 1993 de un Museo Aragonés de Arte Contemporáneo, que llegó a existir sobre el papel (fue creado por decreto) pero nunca se construyó, por razones políticas. El proyecto ha sido estudiado por Juan Carlos Lozano (1997) y Concha Lomba (1991-1992), que estuvieron estrechamente vinculados con él. El nuevo museo debía instalarse en un solar situado en el entorno del edificio Pignatelli (sede, entonces y ahora, del Gobierno de Aragón), una zona urbanística problemática por su heterogeneidad, en la que coexistían bloques de viviendas de clase media-baja, equipamientos y algunos edificios emblemáticos como la Casa de Misericordia o Edificio Pignatelli y la Plaza de Toros. Se pretendía que la ubicación del museo repercutiera positivamente en la zona y supusiera un estímulo para su revitalización. A ello debía unirse la construcción en ese mismo ámbito urbano de un Museo Arqueológico y un posible archivo. Se llegó a convocar y resolver el concurso arquitectónico para el edificio, en el que participaron arquitectos de talla internacional como Gae Aulenti, Enric Miralles o Rafael Moneo, y que Lorente ha abordado las diferentes tendencias en la revitalización urbana de zonas deprimidas (1997) y la función del museo como motor de desarrollo de los barrios artísticos (2009). 7 Plan Integral del Casco Histórico (PICH) 2005-2012, Programas 2005-2012 (3. Estrategias del nuevo plan para conseguir a la vez la rehabilitación urbana e integración social). El programa del PICH puede consultarse en la página Web del Ayuntamiento de Zaragoza, sección de Urbanismo: http://www.zaragoza.es/ciudad/urbanismo/pich.htm (fecha de consulta: 11/11/11). 6

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ganó finalmente Mario Botta, pero el proyecto del Museo Aragonés de Arte Contemporáneo fue víctima –como tantos otros– del cambio político, y nunca llegó a realizarse; finalmente, en el solar en el que pensaba instalarse se construyeron viviendas. Casi veinte años después, sigue siendo una zona deprimida, aunque el tejido urbano se va renovando poco a poco.

Fig. 8: Proyecto ganador del concurso para Museo Aragonés de Arte Contemporáneo de 1993, Mario Botta. Portada del folleto editado por el Gobierno de Aragón con motivo del concurso.

Muy cerca de allí, a solo un par de manzanas, el Ayuntamiento (con la colaboración del Ministerio de Fomento) ha llevado a cabo en los últimos años la rehabilitación del antiguo Convento de Mínimos, posterior cuartel de la Victoria, para Museo del Fuego8. El equipamiento estaba destinado a acoger la colección relacionada con el oficio de los bomberos que había ido adquiriendo el Ayuntamiento. El edificio abrió al público una vez culminada la restauración (que se prolongó entre 1998 y 2007), pero no así el museo, que deberá esperar tiempos mejores. El paso de los años ha ido desvirtuando el proyecto y hoy Página Web del Ayuntamiento de Zaragoza, sección Bomberos y Protección Civil: http://www.zaragoza.es/ciudad/bomberos/historia_museo.htm (fecha consulta: 17/11/11); Javier L. Velasco, “Los planes para que el museo del Fuego abra al fin sus puertas sufren el enésimo aplazamiento”, Heraldo de Aragón, 05/06/11: http://www.heraldo.es/noticias/zaragoza /los_planes_para_que_museo_del_fuego_abra_fin_sus_puertas_sufren_enesimo_aplazamiento.ht ml (fecha de consulta: 17/11/11)

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se prevé que el museo ocupe solamente la planta baja del edificio; las demás se destinarán a equipamiento universitario, en virtud de un convenio firmado por el Ayuntamiento con la Universidad de Zaragoza.9 En realidad, aunque en el fondo subyace la noción de rehabilitación de un entorno urbano deprimido a partir de la instalación de un equipamiento museístico, lo cierto es que el proyecto inicial se ha ido diluyendo, de tal forma que el Museo del Fuego, sin fecha de inauguración, no constituye finalmente una pieza clave en la regeneración del entorno. Otro ejemplo de regeneración urbana, esta vez más exitoso (aunque no plenamente) es el Centro de Historia ubicado en el antiguo convento de San Agustín, en el barrio del mismo nombre. El barrio presentaba hace décadas una problemática similar a la de otros centros históricos degradados: envejecimiento de la población autóctona, bolsas de marginación, fuerte presencia de la inmigración y deterioro ambiental y arquitectónico. Las instituciones empezaron a paliar esta situación a finales de la década de los 90: el barrio fue declarado en 1997 por el Gobierno de Aragón “área de rehabilitación preferente” y dentro del Plan Integral del Casco Histórico (PICH) de ese mismo año se contemplaban una serie Fig. 9: Fachada del antiguo convento de San de actuaciones en distintos elementos Agustín, hoy Centro de Historias. patrimoniales, entre ellos el convento de San Agustín, que se pretendía dedicar a usos culturales. Como consecuencia de este interés de las instituciones, en 2003 se abre al público el Centro de Historia de Zaragoza, que no era propiamente un museo pero nacía con vocación permanente como espacio de interpretación de la historia de la ciudad ubicado en el antiguo convento de San Agustín, rehabilitado por los arquitectos Ricardo Usón y José María Ruiz de Temiño. El espacio tuvo una buena acogida inicial que decayó pronto debido a la falta de dinaDe hecho los estudiantes ya tienen a su disposición dos salas de estudio en las instalaciones y se espera que a principios de 2012 se impartan allí los cursos intensivos de español para alumnos extranjeros, según un acuerdo firmado por universidad y consistorio para impulsar el Distrito Erasmus y revitalizar el casco histórico.

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mismo de los contenidos, por lo que en 2005 se modificó su orientación (hoy acoge exposiciones temporales y actividades artísticas de ámbito muy variado) y en 2011 se cambió el nombre del espacio tras un concurso abierto, pasando a llamarse “Centro de Historias”. La apertura del espacio no ha sido el motor principal de la regeneración física y social del barrio, pero sí una de las iniciativas que están contribuyendo poco a poco a situarlo en el imaginario colectivo de los zaragozanos. Este equipamiento cultural forma parte de un amplio esfuerzo del Ayuntamiento que se ha traducido en la puesta en marcha de un programa de recuperación de viviendas a través de la Sociedad Municipal de Rehabilitación Urbana de Zaragoza (SMRUZ) y en la creación de nuevos equipamientos. A estas iniciativas se ha unido en los últimos meses una nueva propuesta del consistorio: la ocupación de una serie de locales de propiedad municipal en la calle San Agustín por parte de artistas y artesanos que establecerán allí sus talleres o salas de exposiciones por un módico alquiler10. La iniciativa pretende dinamizar el barrio a través de una oferta comercial variada y fomentar el diálogo con la población autóctona, ya que los aspirantes a subarrendar estos locales deben presentar junto con su solicitud un “Proyecto de acciones para dinamización común del entorno”. El tiempo dirá si todos estos esfuerzos municipales dan como resultado un nuevo barrio más dinámico y socialmente estable. 5. EL MUSEO, SÍMBOLO INSTITUCIONAL El papel representativo del museo como testimonio del poder institucional generador de cultura (habitualmente público pero también de instituciones privadas como bancos y cajas de ahorros) es otra de las funciones que cumple el museo dentro de la ciudad. En este sentido, Layuno afirma (refiriéndose al MACBA y al CGAC, aunque sería aplicable a otros muchos casos): “son, ante todo, monumentos al prestigio de los poderes públicos que apoyan la creación contemporánea como símbolo de una política cultural que opta decididamente por la modernidad y que construye sus ‘catedrales’ a la misma” (LAYUNO, 2003: 116). Esta “imposición” del museo en la ciudad se realiza de una forma doble: desde el punto de vista físico por la presencia de su arquitectura en el ámbito urbano, sobre todo en el caso de los museos más mediáticos, y desde una óptiEl precio del alquiler de los locales está subvencionado al 50% el primer año, al 40% el segundo y así sucesivamente, de tal forma que al sexto año ya no se recibe subvención. Se prevé que los locales abran al público próximamente: P. Peiró, “Los locales de San Agustín abrirán en octubre”, El Periódico de Aragón, 12/09/2011: http://www.elperiodicodearagon.com/ noticias/aragon/los-locales-de-san-agustin-abriran-en-octubre_699938.html (fecha de consulta: 10/11/11), aunque finalmente no han abierto sus puertas en octubre, como decía la noticia.

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ca intangible mediante la generación de una cultura institucional, dirigida. Pensemos de nuevo en un ejemplo que ya hemos mencionado en repetidas ocasiones: el nuevo IAACC Pablo Serrano. Su presencia física es innegable; en cuanto a la segunda vertiente, su relevancia cultural, es todavía pronto para valorarla de forma tajante (recordemos que abrió sus puertas en marzo de 2011) aunque es evidente que el instituto –gestionado por el Gobierno de Aragón– está realizando un esfuerzo palpable por la integración de diversas manifestaciones artísticas en el museo (arte, performances, conciertos, danza, discjockeys, etc.). No hay que perder de vista que se trata de una cultura institucional, en el sentido de que no surge de forma espontánea sino dentro de una línea de acción que pretende presentar el instituto como un espacio plural en el que caben todas las posibilidades artísticas, pero sí que es cierto que el inicio de esta nueva vía es una buena noticia para el panorama cultural de la ciudad. No obstante, los responsables del instituto deberían poner más atención en no descuidar la faceta artística del espacio y llenar de contenido sus enormes salas, tarea nada fácil. Otro ejemplo del poder representativo del museo, aunque menos mediático, es el Museo de Zaragoza, abierto al público en 1911. Desde el punto de vista arquitectónico el museo posee un carácter noble con elementos de inspiración clasicista que lo reafirman como templo de las musas y guardián de un legado artístico considerable; no hay más que ver las tres esculturas que presiden el cuerpo central de la fachada: alegorías de la Escultura, la Pintura y la Arquitectura. Ya hemos hablado de la importancia y representatividad del medio urbano en el que se inserta: es el museo tradicional por excelencia, solemne, dentro de la ciudad histórica y en un espacio noble. Sin embargo, la representatividad intangible del museo como testimonio del poder institucional es desgraciadamente más limitada: la interminable reforma a la que se están viendo sometidos el edificio y las colecciones han convertido el museo en un contenedor de exposiciones11, muestras temporales que se eternizan convirtiéndose en permanentes, de tal manera que el visitante (zaragozano o de fuera) tiene la sensación de que siempre está en obras. Este eterno proceso de remodelación hace que el museo transmita un carácter de temporalidad poco acorde con la imagen de permanencia que las instituciones públicas suelen promover. También las entidades privadas, sobre todo bancos y cajas de ahorros, se valen de los museos para proyectar una imagen más cercana a través del apoyo a la cultura, ya sea mediante la participación en patronatos (como el del Prado) o mediante la creación de sus propios museos. El logo institucional 11

LORENTE, Jesús Pedro, “Llamarse museo”, Heraldo de Aragón, 09/05/2010.

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suele estar muy presente en estos casos, para que se produzca de forma inmediata la asociación entre espacio museístico e institución gestora; en ocasiones incluso en el propio nombre del museo, en una especie de marketing indirecto que pretende mostrar la cara más amable de estas entidades. Una de las cajas de ahorros más poderosas de Aragón, Ibercaja, es la propietaria y gestora del Museo Camón Aznar, que cambió su nombre con motivo de la última reforma (2007-2008) por el de MICAZ (Museo Ibercaja Camón Aznar).

Fig. 10: Museo de Zaragoza. Fachada Principal.

Fig. 11: Museo Ibercaja Camón Aznar (MICAZ). Exterior.

En este caso su presencia física en la ciudad es menos potente, ya que el palacio renacentista que le sirve de sede se sitúa en una calle estrecha que dificulta su contemplación (impidiendo toda perspectiva de su fachada), y aunque ha sido reformado al interior hace pocos años –con un impactante resultado– es aún poco conocido por los zaragozanos. Su influencia en la ciudad es ejercida más bien desde un punto de vista intangible que viene de la mano de su importante colección, que gira en torno a Goya y permite contemplar su obra gráfica de forma íntegra.

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6. A MODO DE CONCLUSIÓN Como hemos tenido ocasión de comprobar, los museos desempeñan en la ciudad contemporánea una gran variedad de funciones que tienen que ver con su presencia física como arquitectura pero también con su valor representativo, su importancia regeneradora o su valor simbólico. La interrelación de estas funciones (a veces fluida y otras problemática) da como resultado una imagen compleja y enriquecedora que nos ayuda a comprender mejor el concepto actual de espacio urbano. La ciudad de Zaragoza ilustra bastante bien la creciente importancia de los museos en la configuración de la ciudad contemporánea en sentido amplio. Escenario de iniciativas pioneras (como los museos del parque) y de propuestas frustradas (Museo Aragonés de Arte Contemporáneo), ha visto también enriquecerse su perfil con instituciones museísticas de mediática arquitectura pero titubeantes aún en la elección de contenido (como el IAACC Pablo Serrano); iniciativas todas ellas que han contribuido a dibujar el perfil urbano de Zaragoza y sin las que no se podría entender hoy el fenómeno ciudadano. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio (2010), “El nacimiento de la sección de Etnología: El Museo de Ciencias Naturales y Etnológico de Aragón, 1953-1976”, en Miguel BELTRÁN LLORIS y Concha MARTÍNEZ LATRE (coord.), Museo de Zaragoza. Sección de Etnología [catálogo], Zaragoza: Departamento de Educación, Cultura y Deporte, Gobierno de Aragón, pp. 18-27. GARCÍA GÓMEZ, Sergio (2009): “Zaragoza-Delicias, génesis de una nueva ciudad”, en Manuel GARCÍA GUATAS, Jesús Pedro LORENTE e Isabel YESTE (ed.), XIII Coloquio de Arte Aragonés. La ciudad de Zaragoza 1908-2008, Zaragoza: Institución Fernando el Católico, Universidad de Zaragoza, pp. 367-376. GARCÍA-HERRERA, Adela (2001), “Diálogo en tres frecuencias. Museos con el patrimonio, desde la ciudad y ante el paisaje”, Arquitectura Viva, Nº 77 (Mil museos. Los lugares comunes del arte), Madrid: Arquitectura Viva SL, pp. 20-27. LAYUNO ROSAS, Mª Ángeles (1999), “Arquitecturas alternativas para el arte contemporáneo”, Revista de Museología, Nº 17 (Arquitecturas para la mirada), Madrid: Asociación Española de Museólogos, pp. 55-61. LAYUNO ROSAS, Mª Ángeles (2003), “Museos de arte contemporáneo y ciudad. Los límites del objeto arquitectónico”, en Jesús Pedro LORENTE (dir.) y David ALMAZÁN (coord.), Museología crítica y Arte Contemporáneo, Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, pp. 109-123.

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Museos y contexto urbano: el caso de Zaragoza ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

LOMBA SERRANO, Concha (1991-1992), “Una utopía camino de la realidad: El Museo Aragonés de Arte Contemporáneo”, Artigrama, Nº 8-9, Zaragoza: Departamento de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza, pp. 127-141. LORENTE LORENTE, Jesús Pedro (1997), “Focos ‘artísticos’ de revitalización urbana, espacios para el sincretismo”, en Jesús Pedro LORENTE (coord.), Espacios de arte contemporáneo generadores de revitalización urbana, Zaragoza: Departamento de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza, pp. 11-27. LORENTE LORENTE, Jesús Pedro (1999), “Museos y contexto urbano. El caso de los museos de arte contemporáneo”, Revista de Museología, Nº 17 (Arquitecturas para la mirada), Madrid: Asociación Española de Museólogos, pp. 45-53. LORENTE LORENTE, Jesús Pedro (2008), “¿Qué es un barrio artístico? ¿Qué papel pueden desempeñar los museos en su desarrollo?”, AACA Digital, Nº 2, 2008. LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos (1997), “La vigilia y el sueño. Proyectos y realidades sobre un centro de arte contemporáneo en Aragón”, en Jesús Pedro LORENTE (coord.), Espacios de arte contemporáneo generadores de revitalización urbana, Zaragoza: Departamento de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza, pp. 93-102. MARCÉN GUILLÉN, Elena (2010), “Donde el arte se funde con la tierra: la arquitectura discreta del Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) Fundación Beulas, Huesca”, AACA Digital, Nº 12, 2010. MARCÉN GUILLÉN, Elena (2010), “El Espacio Goya de Zaragoza: historia de un proyecto y propuestas arquitectónicas (1998-2011)”, Artigrama, Nº 25 (Monográfico Goya. Nuevas visiones), Zaragoza: Departamento de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza, pp. 239-261.

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