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AÑO XIX Nº 194 AGOSTO 2013 P D E G El Øtro Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) ISSN 2250-8805 Publicación editad

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AÑO XIX Nº 194 AGOSTO 2013

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El Øtro

Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) ISSN 2250-8805 Publicación editada y distribuida por EDICIONES El Øtro (Reg. Nac. Der. de Autor nº 452.270) C.U.I.T 30-69381315-4 Director: José H. Méndez

notas y publicidad del mes

PUBLICACIÓN MENSUAL, ESPECIALIZADA EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL, INDEPENDIENTE, PLURALISTA, PROFESIONAL Y DE OPINIÓN QUE PROMUEVE LA ACTIVIDAD «PSI»

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Por Carlos Faig

PSICOANALISIS CON NIÑOS

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La transferencia en el niño* “La madre: Dímelo de todas formas, Vladimir..., dímelo como lo dirías si valiera la pena decírmelo... | Ernesto: Pues...estaría aquí, igual que estoy ahora, mirándote pelar patatas, y luego, de pronto, te lo diría y ya está (pausa). Ya estaría dicho. | La madre espera. Pausa. Luego Ernesto grita. | Ernesto: Mamá, te diría, mamá...mamá, no voy a volver al colegio, porque en el colegio me enseñan cosas que no sé. Luego ya estaría dicho, Ya estaría dicho, hala. | La madre deja de pelar. Pausa. | La madre repite despacio: Porqueen-el-colegio-me-enseñan-cosas-que-no-sé... | Ernesto: Eso mismo...”

E R I Ó D I C O D E I S T R I B U C I Ó N L E C T R Ó N I C A R A T U I T A

archivo de ediciones anteriores

PSICOSOMATICA AVENTURAS CLINICAS

Por Natalia Acosta

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El discurso psicosomático y la escucha analítica

La lluvia de verano, Marguerite Duras colares” (p.130). Los padres tienen unos treinta y cinco años. El padre es obrero. “Hombre secreto”, reticente, según observa Leguil. A los dos años de Fatah nace un hermano, y dos años después una hermanita. La cura transcurre entre diciembre de 1986 y octubre de 1987. De la iniciación del tratamiento hasta febrero. Al comienzo del análisis el niño dibuja garabatos indescifrables. Algunas sesiones más adelante, imágenes difusas que hacen pensar en “habitaciones, envolturas, un cuerpo humano atravesado por cifras y letras imprecisas”. Poco después quiere fabricar un libro. “Reúne y pega hojas de papel”. En febrero se produce una modificación notable, Fatah dice: “El cerebro es fascinante. Es difícil dibujar un esqueleto, porque hay que hacerlo sin decoración. ¿El cuerpo humano forma parte del cerebro?...Un bebé contiene un esqueleto, pero ¿qué hace eso en la

El juego no es una fantasía suplente, actuada, está en el lugar de la fantasía y es el término último con el que el analista opera Si el desarrollo va de lo desconocido a lo conocido no comporta consecuencias. Para extraer consecuencias hay que recorrer el camino en sentido inverso. Hay que empezar, entonces, por reconocer el problema que plantea el psicoanálisis de niños y tratar de aproximar su especificidad. I – Dos casos ·a· Voy a comentar brevemente dos casos. El primero de ellos fue publicado en “Niños en psicoanálisis” (Manantial, Buenos Aires, 1989, pp. 127-133). El autor es François Leguil, y el artículo lleva por título: “¿Cura de un niño paranoico?” En las tres carillas iniciales encontramos datos y referencias generales a las psicosis, a la psiquiatría de De Clérambault, y al Seminario III (Las psicosis) de Lacan. El relato del tratamiento, en este artículo netamente dividido en dos, comienza en la página 130. Datos generales y motivo de consulta. Fatah -tal el nombre del niño- es de origen argelino. Sus padres acuden a la consulta por la “enorme indiferencia que Fatah manifiesta por las actividades es-

panza de una mamá?...” (pp. 130-131). Tono del tratamiento y preguntas. Desde allí hasta el final, Fatah se preguntará por la naturaleza, la creación, el cuerpo, el tiempo, la gestación, el cerebro, las estaciones. Dibujará árboles desnudos (árboles de invierno) aludiendo a su esqueleto. Pero no obstante, antes que nada se trata de una investigación de la que hace participar a su analista. No son preguntas a secas. Punto sobre el que volveremos. Descripción de la situación analítica. Fatah se propone como un pequeño filósofo. Encuentra, como los presocráticos, que el origen de todo es el fuego; o busca como Descartes la glándula pineal, y termina a la Bergson, interrogando el principio de la vida: la savia y la vida de los lápices. Así, pues, el tratamiento puede describirse como el encuentro de un niño filósofo (también cartógrafo, biólogo, etc.) con un analista de niños. Son Juan y el Preguntón. La contigüidad entre el motivo de consulta y la serie de preguntas resulta inmediata: ¿Cómo podría estar interesado Fatah en el aprendizaje escolar con el nivel de problemas que lo ocu-

pa? No es que esté desinteresado; está interesado, pero en otras cosas. Diagnóstico Sin embargo, Leguil disuelve esta relación con el diagnóstico que emite como pregunta en su título: ¿paranoia? (En rigor, es un diagnóstico entrecomillado que, por lo que veremos después, tiene más valor de cita, por las comillas, que de otra cosa). Ningún elemento avala ese diagnóstico. No hay alucinaciones verbales, ni visuales -estas últimas, en el caso de la psiquiatría infantil, tampoco bastarían para justificar el diagnóstico: son relativamente frecuente en niños no psicóticos-, no encontramos fenómenos de automatismo mental, tampoco hay reticencia paranoica, ni se ven perseguidores. Desde el ángulo semiológico, el diagnóstico es poco defendible. Considerando el material psicoanalíticamente, no hay ninguna elucidación transferencial del caso que permita hacer un diagnóstico de otra índole. Y, en ese sentido, no podría hablarse tampoco de neurosis o de perversión. Del diagnóstico a la transferencia. Pero, entonces, ¿por qué se le ocurre? En principio, por los temas de origen y por el contenido del diálogo que el analista mantiene con el niño. Allí cabría tomar “paranoia” alterando un poco su significación griega (= demente) y traducir la expresión como “conocimiento de lado” o “paralelo”. Pero hay un sentido menos accesible que conecta las tres carillas iniciales del artículo con el caso: ¿de dónde le viene esta idea? O mejor y en general y transferencialmente: ¿Cómo nacen las ideas? Esto sitúa, sin justificarlo, el encabezamiento y el desarrollo teórico al respecto. Una vez cernida esa pregunta, se ve que el preguntar del niño toma otra dirección: Fatah interroga ideas-bebés. Por allí pasan los temas de nacimiento y muerte, el esqueleto como concepto de las cosas, y sobre todo, lo que gobierna el cerebro: “El cerebro del hombre programa todo lo que él hace. Pero tiene que haber alguien o algo que gobierne cada cerebro...” (p. 131). En ese sentido se despliega el esfuerzo clasificatorio de Fatah: el principio de clasificación está en la savia de los lápices. CONTINúA en PáG.4

Las dos Fridas · Frida Kahlo

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l problema del juego. Desde las interpretaciones del juego de Melanie Klein - que no jugaba demasiado con los niños-, pasando por Dolto -que trató siempre a sus pacientes niños como adultos: les hacía pagar con piedritas, juguetes, les hablaba sin concesión alguna de lenguaje-, hasta la situación actual dominada por una tendencia -en el ámbito lacaniano especialmente- a reducir el análisis de niños al de adultos, a establecer una continuidad entre ambos campos, el juego como material y como sustancia del análisis de niños resulta siempre más o menos descuidado en provecho de otra dimensión. En el lacanismo actual esta situación compromete un problema de método, puesto que si es cierto que el análisis de niños es semejante al de adultos, no hay nada que aprender, y poco y nada que investigar.

E

ste cuadro me inspiró para articular el presente artículo, fue pintado por Frida Kahlo en 1939, año en que se divorcia de Diego Rivera -famoso muralista de México-, y se cree que la artista está representándose a sí misma dividida en dos Fridas: una, la Frida doliente y sufriente, y otra, la Frida con salud. Era un momento de crisis matrimonial y ella –en su pintura- se representa como dos Fridas unidas por las venas de su corazón. Cabe destacar que Frida sufrió innumerables enfermedades y sus cuadros remiten mucho a esos malestares. Este doble autorretrato sería la expresión de los sentimientos de la artista en ese momento constituyéndose en el primer trabajo a gran escala realizado por Frida. También, en nuestro trabajo, primero se encuentran las imágenes: cómo se nos presentan los pacientes, cómo los vemos, y luego aparecen sus palabras, su discurso y nuestra escucha, que con el paso del encuentro se transformará en intervenciones sobre cada palabra vertida en el consultorio.

Hablar de discurso es hablar de las palabras y del uso, del significado que uno le da a cada una de ellas También las palabras nos sirven no sólo para comunicarnos sino para jugar con ellas y trasformarlas en cuentos, poesías, leyendas y hasta para volar con ellas y cruzar fronteras. Y gracias a la tecnología que antes ni podíamos imaginar, en un instante es posible hablar, escribir y hasta ver a alguien del otro lado del mundo. Es así que las palabras se van engarzando una a una en una cadena significante que luego conformará la red significante que sostiene nuestro ser y que nos va a ubicar, al decir de Lacan, en el mundo simbólico. Es decir que cada palabra que las personas van recibiendo desde antes de nacer, van marcando su vida. Dirán su nombre, mostrarán un lugar en el mundo CONTINúA en PáG.3

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AGOSTO | 2013

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Por Silvia M. Azpillaga

ACOMPAÑAMIENTO TERAPEUTICO

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La etica en tiempos de lo efimero Apuntes sobre el encuadre en acompañamiento psicoterapéutico

En otra oportunidad trabajé sobre La ética en tiempos de lo efímero refiriéndome a la formación en Acompañamiento. Entonces planteaba la futilidad de la formación de profesionales, el predominio del facilismo e inmediatez en detrimento de la rigurosidad en la transmisión de una práctica.

A

hora mi intención es reflexionar acerca de esta práctica en relación al trabajo clínico, el eje está puesto en la rigurosidad del encuadre como puntal de la eficacia en el tratamiento de los pacientes desde el abordaje del acompañamiento. El término encuadre no ha sido precisamente utilizado por Freud, que sí ha dado pautas para sostenerlo a lo largo de su obra, más puntualmente en textos como Consejos al médico o La iniciación del tratamiento, como también en los que conceptualiza el lugar de la transferencia y su utilización en la clínica psicoanalítica. El diccionario de la Real Academia remite el término encuadre a encuadrar y define: Encajar, ajustar algo dentro de otra cosa. Determinar los límites de algo incluyéndolo en un esquema u organización. Distribuir a las personas conforme a un esquema de organización determinado, para que participen en una actividad militar, política, sindical, etc. Desde esta perspectiva, el acento está puesto en el límite que ajuste una actividad para que pueda desplegarse. Es decir, dar una legalidad, límite, para que lo contenido en él funcione adecuadamente. Cito una definición de Zac: “Utilizo la noción de encuadre para referirme al conjunto de estipulaciones, explícitas o implícitas, que aseguran, por un lado, un mínimo de interferencias a las actividades que se desarrollan entre paciente y analista y por otro, un máximo de utilidad al analista para la realización de estimaciones diagnósticas y/o pronósticas. Para que las estipulaciones del encuadre aseguren efectivamente lo que pretenden asegurar, deben ser, como es obvio, constantes; en el sentido de que se mantienen en forma invariante en una determinada situación”. Zac (Revista de Psicoanálisis, T XXVIII, Nº 3, pág. 594) Pensar una clínica de acompañamiento sólo puede hacerse desde el trabajo en equipo interdisciplinario y la supervisión sistemática de la tarea del acompañante. Por lo tanto, para que

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pueda delimitarse una intervención, que asegure un mínimo de interferencias y garantice un proceso en el manejo de los contenidos que se despliegan en ese espacio, es preciso definir el encuadre en acompañamiento. Sólo podemos concebir el acompañamiento psicoterapéutico como una práctica sostenida con la participación interdisciplinaria de todo el equipo que conforma el tratamiento del paciente, la supervisión sistemática de la tarea de los acompañantes por un profesional experto y con experiencia y la coordinación de todos los aportes en la tarea concreta del acompañante. Estos elementos son condición sine qua non para que la tarea se defina como acompañamiento psicoterapéutico, de otro modo puede pensarse una asistencia personalizada, o en el mejor de los casos, una buena compañía, que lejos está de cumplir éticamente con el cometido de una clínica rigurosa y compleja, que exige del profesional que la ejerce experiencia, experticia y una formación permanente para desarrollar su función.

Conocer los límites y los alcances de cada parte interviniente permite una construcción más sólida para apuntalar al paciente Para empezar a abordar un tratamiento hay que establecer un proyecto de trabajo. En mi práctica, cuando recibo una demanda, solicito a quién lo hace, el familiar o algún profesional, no sólo los datos sobre paciente sino todos los contactos con los profesionales que intervienen. Los integrantes del equipo son quienes de una u otra manera están presentes desde algún lugar en el tratamiento: psicólogo, psiquiatra, escuela especial, centro de día como también la obra social, que es corresponsable de los tratamientos de los pacientes. Al contactar con cada uno de los profesionales, escucho qué es lo que desde cada disciplina o abordaje se está tra-

el acompañante incluirá la propuesta de la escuela especial, o la indicación del terapeuta en cuanto a trabajar determinados temas en función de los fantasmas y la realidad psíquica del paciente. La especificidad del acto de acompañar es precisamente integrar las diferentes propuestas en el hacer cotidiano, en el momento en que se pone de manifiesto y en acción la posibilidad del paciente, transformando sus potencialidades en hechos concretos. Acompañar es hacer con el paciente aquello que potencialmente está capacitado para hacer, pero que sólo no puede concretar. El enriquecimiento recíproco del trabajo en equipo genera alternativas

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bajando y propongo que definan lo que consideran pertinente abordar desde el acompañamiento. También con los familiares hago un relevamiento minucioso de datos y demandas, a fin de integrar toda la información a un proyecto de trabajo conjunto. Una vez que está armada la propuesta, propongo a cada uno de los profesionales que la evalúe para aunar criterios estratégicos. Y sólo entonces considero que estamos en condiciones de llevar a cabo el plan terapéutico. Trabajar en equipo implica que el protagonista es el paciente y todos los apuntalamientos terapéuticos que se despliegan en su tratamiento (psiquiatra, psicoanalista, etc), tendrán que tensar la misma cuerda: el foco es el paciente y las actividades tendrán una concordancia de objetivo desde los diferentes abordajes. El acto de acompañar es la intervención en la vida cotidiana del paciente que apunte a su socialización y autovalimiento de modo substancial. Para ello,

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nuevas y más complejas, ancladas en el respeto por las diferencias: la comprensión del rol de cada una de las partes que intervienen y el aporte de cada disciplina, de cada profesional o instancia institucional, para poder transitar el objetivo con el sostén de la red que se teje en el interjuego de las reciprocidades. Conocer los límites y los alcances de cada parte interviniente permite una construcción más sólida para apuntalar al paciente. Me interesa incluir en este punto el concepto de apuntalamiento desarrollado por René Kaës. Partiendo desde la concepción de Freud, el apoyo de las pulsiones sexuales en la de autoconservación, la amplía hacia el apuntalamiento del sujeto sobre el objeto. De este modo el psiquismo surge entonces apuntalado en la madre, en el cuerpo y en el grupo, incluyendo una propuesta metapsicológica vincular. Señala que el concepto de apuntalamiento presenta 2 polos: un polo sincrético vinculado al apoyo y al modelo, y el otro, simbólico, de pérdida y transcripción elaborativa. Ambos coexisten dialécticamente y lo patológico aparece cuando se pierde esta dinámica y se establece una predominancia en uno de los polos, el sincrético. A la manera del apuntalamiento, cuando en un equipo deja de circular la posibilidad de pensar en grupo y considerar las distintas miradas, se interrumpe la transcripción elaborativa y se retorna a una posición narcisística y estéril. Si esto sucede, la clínica del acompañamiento puede transformarse en iatrogénica. De ahí la importancia de plantear las pautas éticas antes de comenzar cualquier intervención. La supervisión permite revisar, releer el material clínico a la luz de otra mirada. Incluso en mi modo de pensarla, es mucho más rica cuando se realiza en forma grupal, con una cantidad de acompañantes que investigan la clínica pensando en grupo. El aporte de la supervisión estriba en la posibilidad de trabajar los obstáculos, incluir

herramientas tácticas, implementar estrategias para llevar adelante los objetivos de manera más eficaz. La estructura patológica de los pacientes, atravesada por complejas cuestiones narcisísticas, promueve situaciones especulares y afecta los aspectos narcisistas del acompañante, de modo que es importante trabajar el vínculo para sostener el encuadre. El encuadre en acompañamiento tiene que ser muy riguroso para soportar la versatilidad del acto clínico. Un acompañante trabaja en un bar, en la calle, en un club, espacios todos muy expuestos a la mirada del otro, diversos en el estímulo que provocan, por lo cual la ductilidad de la intervención implica una fuerte solidez en las bases en las que se sostiene. Y el encuadre sólo es posible sostenerlo a través de una formación rigurosa, el trabajo psíquico del acompañante y la supervisión: puntales en los que se apoya el trabajo clínico según el planteo freudiano. El acompañante genera y despliega un tipo particular de transferencia y la tramitación de esa transferencia se realiza sólo a través de un trabajo en equipo, en el que el accionar de cada uno de los integrantes recibe y despliega aspectos de esas transferencias, y en el espacio de supervisión es donde se devela su significación. Cuando esta premisa está ausente, la intervención queda totalmente desvirtuada: los acompañantes suelen ser convocados en “solitario”, a veces sin ningún tipo de comunicación con los profesionales tratantes ni una supervisión de su labor. Entonces, el que paga el tratamiento, suele usarlos de “asistentes” en un dispositivo en el que quien decide los objetivos es el familiar, o la institución que convoca o cualquier persona ligada al paciente que haga de la función un uso personal que poco tiene que ver con el tratamiento del paciente. Aquí podemos pensar que el paciente pasa de ser sujeto a ser objeto.

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El discurso psicosomático y la escucha analítica CONTINúA de PáG.1

En el mejor de los casos, ese “asistente” (no lo llamo acompañante porque a mi criterio sólo puede considerarse como tal aquél que se integre al equipo como lo describo) podrá tener recursos y hacer lo posible para adecuar las directivas que recibe a algún dispositivo que pueda beneficiar a su paciente. Tarea ardua y frustrante.

péutico. Esta modalidad desordenada e irresponsable es la que desfigura una función tan importante y eficaz como lo es el riguroso ejercicio del acompañamiento en los tratamientos de pacientes con patología compleja, como en este caso que se señala. También por parte de las instituciones, las obras sociales y ciertos

El encuadre en acompañamiento tiene que ser muy riguroso para soportar la versatilidad del acto clínico Es preocupante conocer muchos casos en los que la tarea se desarrolla de ese modo y en mis 25 años de experiencia en este metier he visto y oído muchas cosas. Un acompañante me relata que trabaja para una prestigiosa institución. Asiste al domicilio de un paciente que padece de una afección neurológica grave que afecta su motricidad y sus funciones cognitivas, además de sufrir una estado depresivo a causa de dicha afección que se produjo por un ACV relativamente reciente. La asistencia está organizada por 10 horas diarias en dos turnos y él asiste a diario al domicilio y por muchas horas, cubriendo uno ellos. Su descripción del trabajo es que: no puede entrevistarse con el psiquiatra que lo visita en el otro turno pero que nunca avisa con tiempo suficiente para organizar un encuentro. El kinesiólogo lo ve por media hora alguna vez a la semana y no tiene contacto con el, la psicóloga no contesta sus llamados y su pedido de referencias y de indicaciones para implementar en el trabajo cotidiano con el paciente. Entonces, trabaja en juegos y actividades cognitivas que él considera provechosas, lo estimula a hacer ejercicios, que en algún momento le indicó el kinesiólogo y, en medio de esta situación, también trata de contener a su esposa que se halla muy angustiada. Esta actividad puede ser muchas cosas, no es un acompañamiento psicotera-

profesionales, abunda esta modalidad. No se reconoce el trabajo integrado ya que ello va en detrimento de las posibilidades de “mandar” lo que hay que hacer a quien tendría que ejercer la función de acompañar. No se valora entonces este proceso en el que dirige el profesional tratante y todo el equipo responde desde la ética de su rol teniendo como meta la inclusión del paciente en el espacio social. No se paga lo que corresponde a esta tarea, convocando a personas que trabajan en forma independiente para abaratar los costos. Y volviendo a la ética de lo efímero, también en la clínica se apunta a lo más “barato”, lo menos comprometido, lo más manipulable. Así como proliferan las instituciones que pretenden formar acompañantes en cursos de 2 o 3 meses, inclusive a distancia y sin ningún tipo de contacto con la práctica clínica, también proliferan las instituciones y profesionales que echan mano a estos “acompañantes”, que poco saben de encuadre, ni de rigurosidad ética pero que, justamente por ello son fácilmente manejables. En el libro Moral para médicos, que data del año 1963, su autor, Florencio Escardó hace un análisis crítico muy sesudo respecto en lo que en esos tiempos era la formación de los psicólogos y el ejercicio de la psicoterapia. En este punto me permito hacer un paralelo respecto del vacío

BUSCAMOS COMENTADORES DE BLOG “Psi” Comenzamos a desarrollar una nueva idea: comentar Blogs Psi, pues hay muchos y muy interesantes, así, a partir de un comentario –siempre desde una perspectiva profesional- otros colegas interesados puedan ingresar a esos Blogs para participar, debatir y acrecentar lecturas cruzadas entre los distintos sitios que se proponen. Los comentarios serán publicados en cada una de nuestras ediciones, la longitud no debe superar una carilla de hoja carta, indicando el mail del autor y los detalles del sitio, los temas tratados y los motivos por los cuales se recomienda. Los interesados deben realizar sus propuestas a [email protected]

en la formación de los acompañantes dado que esta práctica, hasta el momento, no está del todo enmarcada en el ejercicio de las prácticas psicoterapéuticas. Cito algunos párrafos del Capítulo VII La discreción médica. El intrusismo. “Ausente de la enseñanza oficial, la psicoterapia en todas sus múltiples ramas se extendió como una floración espontánea en el seno de la comunidad. No analizaremos el aspecto docente y técnico del problema, pero no cabe duda de que las consecuencias morales son muy graves. Han aparecido así infinidad de personas: médicos, abogados, maestras jardineras de infantes, licenciadas en psicología o gente sin estudios regulares o que, luego de un curso somero o por efecto de una vinculación de parentesco o amistad con técnicos o semitécnicos, se han puesto a ejercer mal o bien las formas psicológicas de la curación. Conceptuamos que el hecho es gravísimo, pero es notorio que parte de una situación básica y real; ante una medicina excluida como herética de las escuelas oficiales, médicos y no médicos se sienten autorizados para ejercerla lucrativamente sin haberla aprendido antes seriamente. Ha surgido así una curiosa clandestinidad tolerada que está produciendo incalculables perjuicios”. Esta reflexión de un profesional que dejó su huella ética a lo largo de tantos años de labor, me parece hecha a medida para definir lo que actualmente está sucediendo con la formación y la práctica del acompañamiento. Ante sus palabras no hace falta agregar ninguna más. Nuestro compromiso como profesionales de la salud es transmitir el lugar de la ética en la labor clínica, el respeto por los pacientes y su inclusión social. Apostar a esos valores es nuestra responsabilidad en el trabajo de todos los días. 

y hasta marcarán su cuerpo dando significado a cada parte del cuerpo erógeno como diría Freud, con toda la importancia y trascendencia que esto tiene. Hablar de discurso es hablar de las palabras y del uso, del significado que uno le da a cada una de ellas. Pero cuando nos encontramos con un paciente cardíaco, se nos presenta otro tipo de discurso: con palabras que son dichas de una manera directa, cruda, como si no pasaran por un filtro simbólico. Ante esto, siendo analistas, tenemos varias herramientas a las que podemos recurrir: la escucha, nuestras intervenciones, pero en algunos momentos -sobre todo en una primera entrevista- creo que es importante poder atender al discurso (atención flotante como lo expresara Freud), sin pre-conceptos ni rótulos, en abstinencia… Escuchar, intervenir si es posible, aunque del otro lado no puedan escuchar aún nuestras palabras y luego supervisar para regresar a las otras entrevistas con algún nuevo tipo de estrategia para seguir trabajando con el paciente. Quiero compartir con ustedes una entrevista que realicé en el Hospital de Clínicas en sector de Cardiología. La paciente F. es una mujer de 70 años de edad, que concurre al sector de cardiología por problemas de presión arterial y taquicardia, pero también tiene otros problemas orgánicos. La entrevista es la primera que tuve con ella. Se presenta tarde a la entrevista y se disculpa diciéndome que no vino antes porque le costó levantarse como me lo había comentado por teléfono. P: Estoy muy mal, yo soy depresiva, estoy atendida con un psiquiatra de la colectividad. Mi hija está internada con esquizofrenia grave, eso me pone mal no me reconoce. Antes mi hijo también estuvo internado, mi hermano tiene fobia y yo lo acompaño al médico, mi hermana también está enferma... Estoy demandada de todos lados. Me consumen, no puedo más (lagrimea). Necesito que mi hermana me ayude, no puedo con todo.

...el servicio de cardiología de un hospital, hace una diferencia con el tipo de pacientes que tradicionalmente son abordados desde el psicoanálisis ¿Que hacer ante esta presentación del paciente? A diferencia de otros pacientes, acá nos encontramos con un desborde, con un manejo del lenguaje distinto y daño corporal concomitante. Como analistas este tipo de pacientes nos plantean un desafío a nuestra tradicional forma de escucha, por muchos motivos: por su compromiso orgánico, y en el caso de esta paciente por su compromiso psíquico, ya que tiene una estructura psíquica frágil, lo que sumado al lugar donde se realiza la entrevista, el servicio de cardiología de un hospital, hace una diferencia con el tipo de pacientes que tradicionalmente son abordados desde el psicoanálisis. Ante todo esto es importante la supervisión, y en este tipo de pacientes también una investigación apropiada de su enfermedad tanto psíquica como orgánica. Esta paciente desde un comienzo suscita un interrogante ¿Como intervenir? Al acercarle intervenciones, señalamientos, la paciente no los registraba, las palabras seguían de largo y ella seguía contando cosas de su vida y no paraba de llorar. En ese momento uno intenta escuchar, registrar todo ese desborde e intervenir en la medida de lo posible. Como pertenezco a un grupo de estudio de enfermedades psicosomáticas entendí que el caso debía ser supervisado de manera grupal, necesitaba llevar mi paciente a la escucha de otros. Así, surgieron muchas otros temas: la importancia de la presentación del paciente, de este primer párrafo, de cada palabra de ella y cómo sonaron en el grupo. Algunos comentarios fueron: es una paciente difícil, donde palabras como esquizofrenia la dice como si hablara de cualquier otra cosa sin importancia, que si no hablaba lloraba y si no se enfermaba, que sostener una escucha es difícil y que algunas intervenciones en estos momentos no hacen mucho en el paciente, al estar desbordado, angustiado o desarmado.

* Licenciada en Psicología, Psicoanalista, Directora Institucional

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La transferencia en el niño CONTINúA de PáG.1

Una interpretación. En relación con esto último, el analista interviene señalándole a Fatah la palabra “desvitalizados” (los lápices se hallaban en ese estado) y producen entonces “la sesión del ciclón”. Apenas señalo esa palabra, Fatah mancha furiosamente el papel, lo llena con un garabato alocado y frenético y comentando su producción dice: “Es un ciclón, deja a la gente sin abrigo. Los ciclones se inventaron con una especie de truco que nadie conoce, que no se puede saber”. La intervención corta el juego (es lo más común cuando se toma como modelo el análisis de adultos, siendo, por otro lado, también muy común la forma de la interpretación: repetir una palabra del paciente). El juego Pero, y aquí llegamos al punto que debería cernirse siempre en el material del análisis de niños y a lo que nos interesa, ¿a qué estaban jugando, ya que algún juego se ha interrumpido? Si atendemos al hecho de que Leguil cita textualmente a Fatah y a que el niño quiere en un momento hacer un libro, el juego sería hacer el Corán (lo que no deja de remitir a citas iniciales de Lacan -palabra santa-). En otro sentido, podrían estar jugando al archivo o a la mecanógrafa. Otra descripción: juegan a darse importancia (¡Qué preguntas hacen!). Otra: juegan a inventar un mito del origen (En el principio de todo está...), que no encuentran. También podrían jugar a realizar la Enciclopedia Argelina (por ese lado, en efecto, se deslizan las referencias poéticas del niño cercanas a los enunciados y el estilo del Corán). Esos juegos están más o menos presentes; no obstante preferiría decir que juegan al nacimiento de las ideas, a ideas que nacen como bebés. Y se ve, por esa vía, por qué la interpretación produjo un ciclón: “¿Qué se te ocurrió? ¡Tenés que dar cuenta de lo que te viene!” Si seguimos esta línea en relación a la escena primaria, los padres no son quienes tienen la idea de cómo se hacen los bebés, son los que no tienen ni idea de eso. La escena primaria, interrogada en esa dirección no lleva a la idea de bebé, sino a una idea-bebé.

Así, las preguntas de Fatah no son tanto por el origen de las cosas como por el origen de las ideas. Al comienzo hay ideas, aunque reenvíen luego, al origen de las cosas. Esta dimensión converge con el hecho -lo dije antes- de que no se trata de preguntar a secas. Hay una suerte de investigación en curso de la que el analista participa invitado por Fatah. El niño le dice: “Lo importante entre tú y yo es estudiar el esqueleto... Para que sepas de qué modo un esqueleto crece y envejece” (p.131). Fatah va revelando secretos a su analista. Pero ¿qué es un secreto? En principio, el secreto se revela sobre el fondo de la ignorancia o la no respuesta del Otro. En segundo lugar, contrasta con el esqueleto de las cosas. Fatah no respeta intimidad, perfora. Respecto de las personas, él “secreta” que no tengan la menor idea. En este punto hay que recordar lo que decía antes de la escena primaria, así como la mención al “hombre secreto” que es el padre.

Cuando se descubre un juego supuesto o la regla de un juego, no podríamos decir que el analista hace semblante de regla, de juego, ni que representa de algún modo al juego. El analista tiene una posición lateral respecto del juego supuesto Esta presentación del caso (la mía) se ve más o menos corroborada por la forma en que termina el tratamiento: Fatah lo deja sufriendo dolores de estómago y cabeza. Dice, entonces, que se curó porque pudo hablar acerca de cómo se hace un yogur. Fatah adquiere una concepción alimentaria, y responde por su tratamiento con una concepción (en los dos sentido del término). ¿Por qué supone Leguil que Fatah puede responder de su curación? En algún punto el analista obtiene una respuesta extraña, él se sorprende (tal vez, sin razón). Y, finalmente, pregunta y respuesta -como las preguntas y respuestas del material- enrarecidas y enigmatizadas, quedan como explicación del caso.

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“Me curé porque pude hablar con Leguil de cómo se hace un yogur”. La secuencia no se desecha, se registra, esta vez para sorpresa del lector. Resulta obvio que hay aquí algo invertido. Comúnmente, uno le dice a un niño: “Hablé con tus padres, hablamos de vos, ¿sabés por qué venís a verme?”. Es atípico que unas semanas después de terminado un tratamiento se le pregunte al niño: “¿Cómo te curaste?” y “¿Por qué?”. El analista encarna el tratamiento de manera conceptual, desde un punto de vista técnico que no juega con el niño, a lo sumo observa cómo dibuja. La unidad del psicoanálisis. Leguil piensa más bien, en un desarrollo a nivel del fantasma y para nada en el juego. Por eso sostiene, a pesar de citar antes la opinión en contrario de Michel Silvestre, que el análisis es uno sólo y que su unidad se justifica en el deseo del analista: “Lo que está en juego es exactamente lo mismo (en el análisis de niños) pues la unidad del psicoanálisis (esto recuerda un viejo título de

I E RTA L A I NSCRI PCIÓN ·

Lagache) no se debe a similitudes fenomenológicas sino al deseo del analista, a su función en el sostén que debe proporcionar a la experiencia regulada de una transferencia (...) Un niño es un analizante de pleno derecho. ¿También sabemos que los analizantes, aún siendo adultos, son niños cuando los significantes de su historia reaparecen!” (p. 129). Argumento este último endeble por su circularidad: reintroduce en la definición lo que se busca delimitar. Debiera advertirse que el deseo del analista, cuando aparece de manera más o menos pura en el análisis de niños, es angustiante. En este caso, tenemos como ejemplo la sesión del ciclón. Esta es, por

·b· Reteniendo esta oposición entre fantasma y juego como cuestión teórica y técnica, paso al segundo caso. De ese material voy a tomar una secuencia de juego. El texto se llama “Un deseo de juguete”, de Marta Beisim. Fue publicado por el Hospital Español formando parte de una serie de cuatro conferencias. Motivo de consulta. Es un niño de nueve años traído a consulta por problemas de aprendizaje no muy graves y que giraban en torno a la dispersión (menos grave que el caso anterior y típico): no termina la tarea, no completa, etc. Los padres están preocupados también porque el niño duerme mal, tiene pesadillas. Cuando despierta dice que soñó con tiburones. Secuencia del juego. Un juego se repite en distintas sesiones. El niño se tira sobre una alfombra (que no cubre todo el espacio del consultorio y es de pelo muy alto) haciendo espamento y dando gritos y riéndose. Dice que allí hay plantas carnívoras. O: “¡Socorro! ¡Socorro!, ¡las plantas carnívoras otra vez!”. La analista le dice: “Nosotras las plantas carnívoras estamos encantadas

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de estar acá porque nos gusta el alimento que nos cae de vez en cuando”, tomando la voz de la planta. Es lo contrario de una interpretación donde se señala algo más allá del juego o que el juego simboliza o expresa. Está más acá o en el juego mismo. Por otro lado, es una de las formas de jugar olvidadas (o reprimidas) por el adulto. Paradigmática del modo de jugar en muchos aspectos: se hace hablar al objeto, se habla desde dentro del juguete. En este caso, desde debajo de la alfombra. La secuencia prosigue. El nenito dice: “Pero si las plantas carnívoras no comen personas, comen insectos, lo vi por televisión. ¿No sabías?”. La analista dice: “Mirá, podríamos ponerle un cartel que dijera: “¡Peligro! Zona de plantas carnívoras, por las dudas, aunque no coman más que insectos...” El niño dice: “¡Dale! ¡Dale!” Con este cartel, que después no se hace, quedaría marcada la entrada y salida del juego, porque, además, el juego está intercalado con otros juegos. La sesión prosigue con el niño diciendo que vio una película prohibida: Resplandor. (Conectado con las prohibiciones, el terror, y si él puede entrar o no). Escena primaria. La construcción de la analista aquí, referida como en el caso anterior a la escena primaria, toma el hecho de que las plantas carnívoras se quedan con hambre (probablemente el deseo del sueño: dejar hambrientos a los tiburones). Llevado al terreno de la escena primaria, sería: la mamá está insatisfecha, el papá le queda grande (cosa que podría ser al revés). Juego supuesto. Pero más allá de esta construcción del tipo “No le entra”, lo importante es que queda supuesto un juego: el de dejar con hambre, dejar insatisfecho. En este sentido, la tarea con niños no giraría, tomando como modelo este caso, sobre una interpretación de la oralidad (lo deseos retaliativos ligados al sadismo oral, la devoración, y los problemas de aprendizaje como incorporación), o sobre la posición del analista como objeto oral -clásica en el sentido lacaniano: construcción retroactiva del SSS a partir de la posición del

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otra parte, la razón de que no haya posibilidad de interpretación directa. De cualquier manera que sea, resultaría esperable una fundamentación transferencial del caso que elucide el deseo del analista. No hay nada de ello. Es este aspecto, lo único que aparece -como expresión de deseos, meramente- es una mención tímida al atravesamiento del fantasma: “Fatah se sirvió de lo que me dijo para modificar su posición en cuanto al saber (...) ya no parece estarle vedado un horizonte de conocimiento al que dirigir su interrogación en aquel punto en el que el fantasma no lo sostiene” (p.133). Suerte de lapsus, puesto que si hay algo seguro es que nada limitaba la interrogación de Fatah. El niño nunca sufrió una inhibición del conocimiento: en todo caso, padeció de un desinterés extremo. Y en esto se parece al Ernesto de Marguerite Duras. Ernesto, frente al colegio, decía: “No vale la pena”, y daba media vuelta.

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analista como objeto-. Aquí lo supuesto es un juego y no un objeto o una fantasía. Así como la interpretación deja lugar al juego, las transferencia no se produce por la instalación del objeto en el Otro (en el analista) porque la transferencia (lo que está supuesto y funciona como SSS) es un juego que se jugó sin haberlo sabido. La transferencia se produce en la suposición de un juego (de una regla de juego), del que el analista participa dificultosamente y con bastante resistencia. No hay continuidad entre análisis de niños y de adultos. Este modo de presentar las cosas amenaza la continuidad del campo del psicoanálisis, ya que, en efecto, habría que reconocer que la experiencia del análisis de niños es discontinua en diversos aspectos. El niño no adquiere la significación de la operación analítica, no es afectado por las consecuencias de la caída del saber. Uno no podría preguntarse por qué Juanito no fue analista. Primeras conclusiones Los ejemplos que di llevan a distinguir la interpretación del juego, del juego como medio (como material propio del análisis de niños), y, por allí, distinguen la fantasía del juego. El juego no es una fantasía suplente, actuada, está en el lugar de la fantasía y es el término último con el que el analista opera. En segundo lugar, la posición del analista no está concernida en el objeto sino en su participación en el juego. Agrego: esta inserción no es la misma según la edad del chico: en la latencia el analista aparece como par, como semejante, y en nenitos más chicos como juguete. Esto complica aún más el problema. II. Vuelta sobre interpretación y transferencia Interpretación y transferencia en los adultos y comparación Hasta el momento tomé interpretación y transferencia sin conectarlas. Ahora, voy a trabajar un poco sobre una comparación con el análisis de adultos. ¿Qué pasa, en el análisis de adultos, cuando el analista interpreta? Lo que llama-

mos transferencia es, en parte, el punto al que el analista es arrastrado por las consecuencias de la tarea interpretativa. El analista se ve conducido a un lugar que responde (el lugar y no él) por la interpretación. Este es el objeto. Correlativamente, la asociación libre tiende a la misma producción. Entre asociación libre e interpretación hay un punto de convergencia. Ejemplo: el analista interpreta haciendo construcciones de escenas infantiles y el paciente asocia corroborando siempre. Y después de cierto tiempo resulta que toda esta historia tiene que ver con la vida religiosa de la paciente y especialmente con una duda acerca de la confirmación. Supongamos un poco más todavía: se trataba de confirmar la existencia del objeto fálico en la mujer. Cualquiera sea el caso, llegan allí sin saberlo y sin plan. Otro ejemplo: las interpretaciones son sinópticas, agrupan mucho material y lo sintetizan. El paciente cuando asocia engloba las interpretaciones, las generaliza, las redondea. La cosa va por el lado del erotismo uretral. Se nos presenta una suerte de vejiga. Esta convergencia en el objeto no ocurre en el análisis de niños. No hay asociación libre ni tampoco interpretación. El punto de convergencia del trabajo analítico no es un objeto. Mucho menos, entonces, podría decirse que hay atravesamiento del fantasma o acto analítico. Posición del analista en el juego Cuando se descubre un juego supuesto o la regla de un juego, no podríamos decir que el analista hace semblante de regla, de juego, ni que representa de algún modo al juego. El analista tiene una posición lateral respecto del juego supuesto. Yo diría que hace palanca o proporciona un punto de apoyo para que ese juego no reconocido -conectado con la sexualidad y la escena primariaemerja y sea reconocido. Es el caso de las plantas carnívoras. Pero el analista no resulta arrastrado allí por algo que haría de equivalente a la interpretación. La cuestión, entonces, puede plantearse así: ¿Cómo definir la parti-

cipación del analista en el material del juego en relación a la producción de un juego supuesto y rasgado por la sexualidad? Es la pregunta por la transferencia en el análisis de niños. Por contraposición y como contraejemplo, para situar el ámbito de la pregunta: ¿es legible la sexualidad infantil en el caso de Leguil? No hay ni siquiera referencias. De manera que, al revés, hay que deducir que algo del material del juego, si no se lo saltea, lleva al terreno sexual. Pero aquí -como en el fantasma que no está detrás del juego-, no se trata de que haya una sexualidad más allá del juego, el juego es sexual, porque la sexualidad infantil es infantil, es decir, de jugando. Descriptivamente, para contestar la pregunta que hice, el analista aparece como juguete, poniendo voz al juguete, como máscara, disfraz, personaje, par, compañero de juego, semejante, como sosteniendo el equívoco sobre la persona, jugando de todas esas maneras. El error sobre la persona se produce en el interior del juego. Menos descriptivamente, el analista participa actualizando el juego (en los dos sentidos de actualidad y escenificación de algo que no fue) como un jugador inadvertido ofrecido a una lectura. (Y esto último habría que distinguirlo del analista como causa del juego). 

* (Leído en el Primer Encuentro Nacional de

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Entonces es importante volver al discurso del paciente y a desarticular cada palabra que vertió en nuestro consultorio o, en este caso, en el hospital. Representación, significantes, huellas mnémicas, marcas… Son todas palabras que remiten al psico-análisis, análisis del alma en el lenguaje freudiano, análisis del discurso para Lacan. Aquí reside la importancia de cada palabra que expresa (de manera consciente), las que no se expresan (por estar reprimidas) y las que no están en el discurso de nuestros pacientes porque están más allá del discurso, más allá del principio del placer. Y cómo cada de estos signicantes o no significantes afectan en uno u otro lugar a las personas que nos encontramos en nuestra práctica analítica. Es por eso que Lacan dice que la palabra es un acto que puede generar un sentido a medida que se habla y le da una identidad al que habla. Aunque muchas veces las palabras que se dicen, quieren decir más de lo que se quiere decir. Portan un sentido que están mucho más allá de su comprensión y control conscientes del hablante. En este caso particular, en el discurso ¿cómo son tratadas las palabras, de dónde vienen y hacia dónde van?

por el Htal. Infanto-Juvenil C. Tobar García. Junio de 1992. Publicado en Psicoanálisis y el Hospital, nº 2, ediciones del Seminario, Buenos Aires, 1993, pp. 63-68.)

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...la palabra es un acto que puede generar un sentido a medida que se habla y le da una identidad al que habla Un paciente con una enfermedad psicosomática- y en este caso orgánica- es un tipo muy especial de paciente, ya que su forma de manifestar su sufrimiento, es de una manera directa, cruda, sin freno. La pulsión sigue sin parar en ningún lugar antes, va al cuerpo, se aloja ahí. Y no hace metáfora simbólica, no es un síntoma histérico que remite a algo, esto no remite a nada, al menos en apariencia primera. El paciente tuvo un ataque cardíaco, fue operado, tuvo una taquicardia: tiene algo real para demostrar su lesión, un análisis médico, un electroencefalograma, datos reales y concretos de la medicina y es por eso

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por Gabriela Peralta

Piezas Sueltas

Las peliculas que lacan vio y aplicó al psicoanálisis Carlos Gustavo Motta

C

arlos Gustavo Motta es psicoanalista y realizador de cine, es miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y preside el capítulo Psicoanálisis y Cine de la Asociación Argentina de Salud Mental. Realizó dos cortometrajes: Iconos, por el que fue finalista en Telefé cortos, y Las películas que vio Lacan. Es, además, el autor de este libro, resultado de un trabajo que presenta hace algunos años a manera de conferencias con cortometrajes y recorrido por las citas bibliográficas, seminarios y escritos en los que Lacan hizo referencia directa a películas y directores. Carlos intenta y propone salirse del “cine debate”, de la explicación desde el psicoanálisis del guión, o la interpretación “silvestre” del director, o de los personajes. Su apuesta es “ir en contra del sentido”, propuesta del psicoanálisis lacaniano y sostiene que no existe articulación “cine-psicoanálisis” con empeño traductor de un discurso a otro. El cine enriquece la teoría, “psicoanalizar” no produce el mismo efecto. El autor considera que el aporte del psicoanálisis es del orden del Uno por Uno, esta es la marca de lo lacaniano, no solo respecto al arte sino como fundante de su práctica. ¿Es un libro para psicoanalistas? Sin dudas, y para aquellos que disfruten del cine también, pero creo que los más beneficiados seremos los del ámbito psi. Cualquiera puede acercarse a este trabajo, es para leer con un DVD o una computadora cerca y dejarse llevar por las películas que menciona, Motta nos simplifica la tarea de búsqueda-a manera de invitación- con un fichaje de films con todos los datos, además de la bibliografía citada. Es la oportunidad de dejarse llevar por las imágenes y por un tiempo distinto; el arte, no satisface, genera agujeros “no se lleva bien con la prisa”, y también era otro el tiempo de filmar de algunos de los clásicos citados. No se encontraran resúmenes de los argumentos, excepto con la película Él, de Luis Buñuel, quizás por el interés que provocó en la crítica francesa o por la participación indirecta de Salvador Dalí en su guión. Esta película fue reconocida por Lacan, comentándola entre sus alumnos por su “carácter documental” acerca de la paranoia. Además de lo interesante que resultará ver esta película y seguir los textos que el libro propone, es una manera de recordar, como nos dice Motta, que “es la obra de arte la que se aplica al psicoanálisis y no a la inversa”. Quiero hacer un aparte en relación al concepto de contratransferencia. Lacan ha criticado a lo largo de su obra la utilización de la contratransferencia y Carlos realiza un contrapunto entre estas críticas y el cine, para delinear cuál en la posición del analista para Lacan, el concepto de Sujeto supuesto Saber y la indicación precisa de “cuestionarnos como analistas cuando aparece un afecto, a fin de posicionarse óptimamente en la dirección de la cura”. No hay simetría en el tratamiento, “el analista en el dispositivo analítico, no es un sujeto, puesto que actúa como un semblante de objeto a”. Toma aquí dos films mencionados por Lacan para ilustrar, Psicosis de Hitchcock, y De repente un verano de Mankiewicz, con guión de T. Williams. Tanto el Dr. Fred Richmond como el médico psiquiatra John Cukrowicz se muestran encantadores, y esto siempre aparece como obstáculo: “el análisis es la única praxis en la que el encanto- así articula encanto y contratransferencia- “es un inconveniente. ¿Acaso alguien ha oído hablar de un analista encantador”? Es un punto de partida posible para dividir aguas con respecto a nuestro quehacer donde la oferta de espacios terapéuticos se ha multiplicado, más del lado de los “encantadores”. El cine como el arte, enriquece cualquier mirada, que como disparador “fecunde” en nuestra práctica. No habla en sí del sujeto que mira, pero sin duda esa ficción puede impactar de tal manera que de origen a alguna pregunta, alguna sonrisa, una lágrima, y rompa con la inercia de nuestra prisa contemporánea. De esto se trata, de lo ficcional en juego, que articulado con el campo escópico es una línea de trabajo posible que propone el autor como aportes del psicoanálisis al cine. Sobre el final, Motta sostiene que las contribuciones de nuestro discurso a las producciones cinematográficas son infinitas. Creo que el arte, el cine obviamente como tal, ha sido aún más generoso con nuestro discurso. Trabajos como el de este autor muestran que algunos psicoanalistas lo retribuyen, y proponen un espacio de reflexión para desarrollar, como él ambiciona, su inscripción en la historia del pensamiento. 

Jacques-Alain Miller Paidós | 432 pp JacquesAlain Miller muchas veces ha extraído pequeñas frases de la enseñanza de Lacan y al desarrollarlas ha mostrado cómo ellas encerraban profundas consecuencias para el psicoanálisis. En algunos casos las ha elevado al nivel de conceptos que nos resultan ya ineludibles: el atravesamiento del fantasma, la identificación al síntoma, por ejemplo. Al contrario, cuando forjó la pareja "partenairesíntoma" él mismo señaló, en algún lugar de ese curso, que eso no estaba en Lacan ni una sola vez, que no era una referencia capaz de ser situada. Sin embargo, una vez que la formuló se hizo evidente que esa pareja se deduce de la enseñanza de Lacan. "Piezas sueltas" no es ni una cosa ni la otra. Esa expresión puede encontrarse en el seminario La angustia, pero aquí es sacada de ese contexto y usada para otra cosa, como una pieza suelta precisamente, cumpliendo en acto la función novedosa que ha tenido a partir de ese momento en la Orientación Lacaniana. La extrae, la arranca de un momento de la enseñanza de Lacan, la incrusta en otro plano, la vuelve útil para otra cosa, le da un brillo que la hace notable y la convierte en un instrumento para leer al Joyce que Lacan construye. Con esas "piezas sueltas" lee e interpreta, pero también se deja poseer por El sinthome, ese "desconcertante" y "perturbador" seminario. Las diferencias entre síntoma y sinthome, la disyunción entre lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real -que de ser órdenes pasan a ser verdaderas piezas sueltas- y sus consecuencias, la dimisión del Padre, el énfasis puesto por Lacan en la nominación en desmedro de la comunicación, el encuentro entre la lengua y el cuerpo como marca indeleble a la que el sinthome da consistencia, el cuerpo mismo hecho de piezas sueltas, y la necesaria reformulación de la interpretación cuando el síntoma ya no responde, son solo algunos de los temas que exploran estas clases. Miller atrapa aquí la aspiración de Lacan de reducir el síntoma a una pieza suelta fuera-de-sentido y con un uso renovado. En 2004, en medio del furor borromeo, de la confusión y del enredo, con algunas piezas sueltas Miller mostró por dónde avanza no sólo la enseñanza del último Lacan, sino el psicoanálisis mismo, “al menos, el que Lacan practicaba”. Es un curso formidable .

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Rutinas felices

Cambiá de vida

Flavia Tomaello

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Editorial Paidós | Págs. 232

Oniro | Terapias Naturales | Págs. 224

Los padres de hoy conviven con hijos que muchas veces no respetan pautas ni actividades, las ignoran, y así parecen haberse convertido en el ejemplo perfecto de un manual de crianza para todo lo que no se debería hacer. Ser padres es un hermoso trabajo cuyo objetivo final es ayudar a abrir los ojos, dar herramientas y guiar en el crecimiento a nuestros hijos. A menudo, los padres esperan ser aprobados por sus hijos, ser para ellos los mejores papás del mundo. Aunque, en verdad, deberían hacer lo que los niños necesitan, y no lo que ellos quieren. Pero ¡a no desesperar! Las buenas intenciones cuentan, y siempre se está a tiempo para aprender herramientas nuevas y desarrollarnos como padres. La clave para llevar adelante un progreso continuo es establecer rutinas: secuencias repetitivas que marquen un orden para nuestras vidas. Si para los adultos este recurso es importante, para los niños resulta indispensable: su formación requiere moldes sobre los que depositar su crecimiento, creación de hábitos saludables para ellos y para su entorno, que los prepare para una convivencia sana y fructífera. Desde esta perspectiva, en Rutinas felices se intenta aportar contenidos prácticos y didácticos para padres. Una agenda real y con recursos al alcance de todos que permita detectar las necesidades personales y las del niño para crear rutinas, diseñarlas, amoldarlas a las características de cada uno, instalarlas y darles permanencia en la vida cotidiana de cada familia.

La primera guía de "running" para principiantes escrita por un médico especialista en medicina deportiva. Cambia de vida. Ponte a correr, clasificado en la materia historia y estudios del deporte, muestra qué beneficios aporta este deporte, cómo iniciarte y por qué puede cambiar tu vida, aludiendo también al aspecto psicológico y de superación. Eva Ferrer Vidal-Barraquer es una "enamorada" del deporte en general y del running en particular. Se formó y trabajó como médico especialista en medicina deportiva en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. El "running" está de moda. Correr se ha convertido en hábito para unos, en terapia para otros o simplemente en un placer para muchos. En este libro la especialista en medicina deportiva Eva Ferrer Vidal-Barraquer nos ofrece explicaciones prácticas y sencillas para aprender qué debemos tener en cuenta antes de empezar a practicar este deporte, cómo correr de forma adecuada y qué beneficios físicos y psicológicos nos puede aportar esta actividad. El libro se divide en tres partes bien diferenciadas. En la primera la autora nos presenta esta actividad, la experiencia emocional vinculada a ella, el poder de la mente del corredor, qué aspectos de nuestro cuerpo debemos tener en cuenta y qué diferencias físicas existen entre hombres y mujeres. La segunda explica cómo empezar a correr: qué equipamiento se necesita, qué técnica es más recomendable y nos propone un plan de entrenamiento completo para principiantes. En la tercera parte el libro nos ofrece otras cuestiones complementarias relacionadas con la actividad del corredor.

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Las encrucijadas actuales del psicoanálisis Subjetividad y vida cotidiana

ESCRIBIR PARA APRENDER

Luis Horstein

Disciplinas y escritura en la escuela secundaria

Fondo de Cultura Económica | Págs.304

Federico Navarro / Andrea Revel Chion

El psicoanálisis está en crisis. Una práctica innovadora ha sido reducida a una técnica estereotipada, petrificada, sin lugar para la creación. Se advierten signos de agotamiento de su discurso, que intenta preservar un monolitismo que ya no existe, al arrastrar el peso muerto de los análisis ?ortodoxos?, con su técnica esclerosada. La ortodoxia borra el espacio para la imaginación, pontifica que el pasado determina absolutamente el presente, ritualiza la diversidad. Lo novedoso tiene que hacerse un espacio en una tradición que privilegia lo instituido. ¿Cómo construir un psicoanálisis contemporáneo, abierto a los intercambios con otras disciplinas y al desafío que impone cada coyuntura sociocultural, sin por ello perder especificidad ni rigor? Luis Hornstein defiende la implicación afectiva del analista y propone una clínica que se articule con los recursos teóricos actualmente disponibles, que en lugar de eludir las condiciones sociohistóricas las asuma. De este modo advierte sobre la necesidad de que el psicoanálisis se actualice para no perder vigencia. Las encrucijadas actuales del psicoanálisis. Subjetividad y vida cotidiana se interroga sobre los límites del análisis y constituye un aporte fundamental para evitar esa irreductible soledad a la que la práctica confina al analista.

Editorial Paidós | Págs. 144

Ingresar a la escuela secundaria implica sumergirse en las prácticas de comunicación y de construcción de conocimiento de las áreas disciplinares. Y el medio privilegiado para enseñarlas, aprenderlas, estudiarlas y discutirlas es, indudablemente, la escritura. Pero en la escuela secundaria la escritura tiende a invisibilizarse, a darse por supuesta, a restringirse a la creación literaria espontánea, a refugiarse en el aula de Lengua, a convertirse en un mero instrumento de evaluación. Entonces: ¿cómo integrar la escritura escolar a los programas de las distintas materias? ¿Cómo aprovechar su potencial para acceder a los marcos epistemológicos de las disciplinas? ¿Cómo enseñar explícitamente los textos escolares y los recursos lingüísticos que se necesitan en el aula? ¿Cómo brindar herramientas a los profesores para que incorporen la escritura escolar en su práctica docente? ¿Cómo contribuir a que los estudiantes comprendan el impacto que tiene o puede tener la escritura en sus aprendizajes? Estas preguntas, y otras que seguramente se hacen los docentes preocupados por sus prácticas, encuentran aquí algunas respuestas posibles, a partir de una propuesta innovadora: el Programa de Escritura en la Escuela.

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Por Hugo Basile

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El discurso psicosomático y la escucha analítica CONTINúA de PáG.5

Entre nuestros seguidores en Facebook contamos con el autor de la nota que administra el sitio Web http://www.transdisciplinaria.com.ar, a nuestra curiosidad y solicitud, gentilmente nos envió la siguiente nota aclarando los propósitos de esta página que acercamos a nuestro amplio espectro de lectores

P

or definición, multiversidad sería el término para definir el espacio natural para la difusión de lo transdisciplinario, fundamentalmente porque el enfoque transdisciplinario abarca la multiplicidad de saberes que el hombre ha desarrollado a lo largo de su experiencia humana, tanto de los que quedan enmarcados por la visión científica como los que no, ya que pre-

tiene un grado de validez, y que depende del grado que cada uno le otorgue a uno u otro le da diferente sentido a su forma o manera de enfocar el mundo, y por tanto, de re – crearlo. Damos importancia a los enfoques orientalistas, ya sean psicológicos o espirituales, diferentes de los occidentales, pero al mismo tiempo complementarios, que permiten ampliar la comprensión de

Intentamos dejar de lado el prejuicio y dar cabida a la curiosidad, a partir de considerar que todo conocimiento tiene un grado de validez cisamente, la lógica del tercero incluido de la transdisciplinariedad, implica a los opuestos enmarcados en aspectos de orden multidimensional que incluyen a los opuestos y los define, pero nuca de una manera permanente: es el vacío del vaso lo que le da sentido al vaso mismo. En este espacio pretendemos difundir enfoques integradores del conocimiento, y las relaciones que implican al hombre como protagonista y testigo de los acontecimientos del mundo. Intentamos dejar de lado el prejuicio y dar cabida a la curiosidad, a partir de considerar que todo conocimiento

los actos cotidianos y de los fenómenos más complejos del comportamiento humano. Buscamos la comprensión como elemento que da sentido al saber, por medio de grupos de estudio sobre diferentes temáticas sociales, relacionándolas en sus múltiples grados de complejidad, articulando los conocimientos y las experiencias. La idea de la multiversidad no es nueva, ya que existen de las más variadas y complejas, desde aquella primera y legendaria, “Multiversidad de Buenos Aires” creada por Miguel Grinberg y Alejandro Piscitelli, como la actual “Mundo Real” creada y dirigida por el mismo Edgar Morín.

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La nuestra es mucho más simple y más general. Es de participación gratuita y virtual, de manera que pueden acceder a ella quienes lo deseen desde cualquier lugar de habla hispana. No tiene carácter de institución sino de experiencia, no tiene títulos ni salida laboral sino a la creación de sentidos útiles para la vida. Al mismo tiempo aporta nuevas miradas al profesional que lo desee. Brindamos aquello que la nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance para poder ofrecer esto que consideramos un servicio a la comunidad. Lo haremos por medio de una plataforma educativa, clases filmadas, encuentros en videoconferencia, materiales digitalizados, foros participativos. La pensamos dinámica pero con tiempos sujetos a las necesidades de los alumnos. En fin, una experiencia distinta que comienza en setiembre con un módulo de Psicología Integral y continúa con otro de Analítica Junguiana y un tercero de Psicologías autóctonas (la visión de los pueblos originarios). Al menos serán estas las primeras propuestas para lo que queda del año. 

* Psicólogo Social, http://www.transdisciplinaria.com.ar/transdisciplinaria/

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Lic. Silvia Weitzman (DocenteUBA)

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Lic. Margarita Idelsohn

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Ciudad Jardín del Palomar

Psicóloga Psicoanalista

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que muchas veces utiliza palabras de la medicina para nombrarse y nombrar las cosas del mundo. Se puede observar que se comunican en gran medida de esa forma, por ejemplo al decir de la paciente tengo una depresión bipolar dos, mi hija está internada con esquizofrenia. Y a todo esto su expresión sigue constante sin variaciones. Sólo muestra una descarga, un hablar sin pausa, un llorar sin pausa. Como si fuera muy difícil encontrarse con un silencio, con una pausa, ya que allí aparece el vacío o el trauma. Al respecto de ello, existe una hipótesis referida al duelo o una muerte no elaborada, algo frecuente en este tipo de pacientes y relacionada con el surgimiento de su enfermedad. Interrogada F. sobre su enfermedad y el momento de su vida en que se presenta, asoman muertes de padres, de esposos y hasta jubilaciones. Y si uno se acerca al funcionamiento biológico del órgano en cuestión, en el caso de los pacientes con los que trabajo actualmente, el corazón es justo el lugar metafórico de los sentimientos, del amor y es donde ellos alojan ese sufrimiento y lo que sucede a nivel biológico es un bloqueo de las venas, se cierran, no corre el flujo sanguíneo como correría normalmente. Y eso produce problemas cardíacos con riesgo de vida que puede llegar hasta un ataque al corazón. En las entrevistas posteriores fuimos trabajando ese primer párrafo, desarmándolo y devolviéndole cada palabra, reaccionando sorprendida y conmovida con cada palabra descubriendo que significaba para F. ser diagnosticada como depresiva, con una hija esquizofrénica internada. Ese primer párrafo fue desglosando en varios encuentros, acompañado de un cambio de semblante, con atenuación de su descarga, menos llanto y proyector a concretar. Mostrar este caso ilustra de manera muy directa una modalidad del discurso psicosomático y cómo éste se puede dar dentro de cualquier estructura sea neurótica, psicótica o perversa. Para finalizar quiero compartir con ustedes una poesía de Juarroz, expresa algo que se asemeja a lo que creo tendría que hacer un analista con estos pacientes.

También las palabras caen al suelo, como pájaros repentinamente enloquecidos por sus propios movimientos, como objetos que pierden de pronto su equilibrio, como hombres que tropiezan sin que existan obstáculos, como muñecos enajenados por su rigidez. Entonces, desde el suelo, las propias palabras construyen una escala, para ascender de nuevo al discurso del hombre, a su balbuceo o a su frase final. Pero hay algunas que permanecen caídas. Y a veces uno las encuentra en casi larvado mimetismo, como si supiesen que alguien va a ir a recogerlas para construir con ellas un nuevo lenguaje, un lenguaje hecho solamente con palabras caídas Roberto Juarroz · Poesía vertical

Nuestra labor como analistas es rescatar esas palabras caídas y engarzarlas en la cadena significante para que sean reconocidas ahí y encuentren algún tipo de identidad en el orden simbólico. 

* Licenciada en Psicología

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