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LA DELINCUENCIA JUVENIL: CONSECUENCIA DE UN NUCLEO FAMILIAR DEFICIENTE O CONSECUENCIA DE FACTOR SOCIAL
Problema: ¿dentro de los factores que inciden a la delincuencia juvenil, tiene mas influencia el factor familiar, o el factor social? Tipo de investigación: cualitativa Enfoque: Delimitación del problema: municipio de Guacari valle del cauca Muestra poblacional: grupo juvenil del núcleo familiar frades Objetivo general:
hacer una comparación entre los factores familiares y sociales de la delincuencia juvenil para así establecer cual de ellos tiene mas influencia en el joven delincuente, para así establecer o determinar que estrategias se pueden llevar a cabo para disminuir la delincuencia juvenil partiendo desde las etapas del desarrollo humano.
Objetivos específicos:
Definir cada uno de los factores que desencadenan la delincuencia juvenil, con el fin de comprender cada una de las causas y así establecer una relevancia del factor social y familiar.
Identificar estrategias que se pueden llevar a cabo para prevenir o disminuir la delincuencia en los jóvenes, tomando como base las etapas del desarrollo
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Panorama Actual de la delincuencia juvenil. La delincuencia juvenil ha aumentado de forma alarmante en los últimos tiempos, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social, tanto por su incremento cuantitativo, como por su progresiva peligrosidad cualitativa. La delincuencia juvenil es además una característica de sociedades que han alcanzado un cierto nivel de prosperidad. La delincuencia juvenil está ligada a la obtención —delictiva— de bienes suntuarios de consumo y por lo general no practican la violencia por la violencia misma sino como medio de obtener sus objetivos materiales. Así, son factores que se encuentran en la base de la delincuencia juvenil la imposibilidad de grandes capas de la juventud de integrarse en el sistema y en los valores que éste promociona como únicos y verdaderos (en el orden material y social, por ejemplo) y la propia subcultura que genera la delincuencia que se transmite de pandilla en pandilla, de modo que cada nuevo adepto trata de emular, y si es posible superar, las acciones violentas realizadas por los miembros anteriores del grupo. JUSTIFICACION La realización de esta práctica tiene la finalidad de reconocer y describir las características que presentan las personas delincuentes; exponiendo de manera clara y precisa la incidencia que está teniendo en el incremento actual de la delincuencia, en el sector juvenil. Siendo esto, una problemática que está afectando en gran medida a los habitantes de nuestra ciudad, considerando así necesario su estudio; a fin de determinar cuáles son las causas más influyentes en que la sociedad, se encuentre atravesando por esta crisis de valores, lo cual ha venido a desencadenar nefastas situaciones, como es el caso que nos ocupa, la delincuencia juvenil. A través de esta investigación se pretende analizar a fondo tanto a los delincuentes juveniles como a las familias desmembradas, para así brindar las posibles soluciones más eficaces para combatir esta situación que tanto nos aflige.
MARCO CONCEPTUAL Concepto de delincuencia. Delincuencia, conjunto de infracciones de fuerte incidencia social cometidas contra el orden público. Esta definición permite distinguir entre delincuencia (cuyo estudio, a partir de una definición dada de legalidad, considera la frecuencia y la naturaleza de los delitos cometidos) y criminología (que considera la personalidad, las motivaciones y las capacidades de reinserción del delincuente). Definición de Delincuencia Juvenil Delincuencia, conjunto de infracciones de fuerte incidencia social cometidas contra el orden público. Esta definición permite distinguir entre delincuencia (cuyo estudio, a partir de una definición dada de legalidad, considera la frecuencia y la naturaleza de los delitos cometidos) y criminología (que considera la personalidad, las motivaciones y las capacidades de reinserción del delincuente). Visto el concepto de delincuencia, resulta necesario delimitar el adjetivo de juvenil, es decir, ¿cuándo la delincuencia es juvenil? Vaya por delante que no podemos emplear al objeto de este trabajo el significado etimológico de tal adjetivo, pues desde este punto de vista, quiere decir lo relacionado con la juventud. Y no es aplicable, decimos, este concepto etimológico, porque dentro del campo de las ciencias penales viene entendiéndose por delincuencia juvenil la llevada a cabo por personas que no han alcanzado aún la mayoría de edad , mayoría de edad evidentemente penal. La delincuencia Juvenil Apuntábamos en páginas anteriores que el término delincuencia juvenil no tienes el mismo significado para todos los criminólogos. Difieren básicamente en dos puntos
El primero en determinar la edad a partir de la cual se puede hablar de delincuente juvenil y El segundo, que radica en determinar cuáles deben ser las conductas que dan lugar a calificar a un joven como delincuente. Por cuanto hace a la edad en que podemos referirnos a la delincuencia juvenil, participamos del criterio de estimar como tales a los que cuentan con más de 14 años de edad.
El menor infractor lo podrá ser hasta los 14 años de edad, a partir de este límite, deberá ser considerado como delincuente juvenil con los grados de responsabilidad ya apuntados, los que desde luego no tienen pretensión de definitividad, pues dependerá de los estudios que en lo futuro se realicen y que permitan conocer los fenómenos físicos y psíquicos del adolescente que puedan obligar a variar los límites de edad ya señalados, los que están apoyados en los estudios más aceptados hasta la fecha. MARCO TEORICO El Individuo Violento En los individuos violentos vemos la interacción de los trastornos descritos. Por ejemplo, en los delincuentes crónicos se encuentran varios o todos los siguientes rasgos. 1. Socialización pobre como niños: pocos amigos, no los conservaban, sin ligas afectivas profundas, etc. 2. Poco supervisados o maltratados por sus padres: los dejaban solos, a su libre albedrío, y cuando estaban presentes, los maltrataban. 3. Buscan sensaciones en forma continua: desde chicos son "niños problema," y los mecanismos de control social no tienen gran influencia sobre ellos. 4. Manejan prejuicios como base de su repertorio: "todos los blancos/negros/mujeres/hombres son así" 5. Abusan del alcohol. 6. Nunca han estado seriamente involucrados en una religión principal. 7. Carecen de remordimientos, o aprenden a elaborar la culpa y así evitarlos. 8. Evitan asumir la responsabilidad de sus actos: construyendo casi siempre una pantalla o justificación que suele ser exitosa para librarlos (i.e. "es que cuando era niño me maltrataban").
Causas Biológicas Se ha mencionado al síndrome de déficit de atención con hiperactividad (DSM IV 314.*/ICD10 F90.*) como causa de problemas de conducta, que sumados a la impulsividad característica del síndrome, pueden producir violencia. Un estudio con niños hiperquinéticos mostró que sólo aquellos que tienen problemas de conducta están en mayor riesgo de convertirse en adolescentes y adultos violentos. La conclusión es que hay que hacer un esfuerzo para aportar a aquellos niños hiperquinéticos con problemas de conducta recursos terapéuticos más oportunos e intensivos. Los trastornos hormonales también pueden relacionarse con la violencia: en las mujeres, el síndrome disfórico de la fase luteínica se describió a raíz de los problemas de violencia presentes alrededor de la menstruación, específicamente
en los días 1 a 4 y 25 a 28 del ciclo menstrual, pero el síndrome no se ha validado con estudios bien controlados, aunque se ha reportado que hasta el 40 por ciento de las mujeres tienen algún rasgo del síndrome y que entre el 2 y 10 por ciento cumplen con todos los criterios descritos para éste. De 50 mujeres que cometieron crímenes violentos, 44 por ciento lo hizo durante los días cercanos a la menstruación, mientras que casi no hubo delitos en las fases ovulatoria y postovulatoria del ciclo menstrual 4. Con frecuencia, el diagnóstico de síndrome disfórico de la fase luteínica está asociado con depresión clínica, que puede en algunos casos explicar su asociación con la violencia. Causas Psicológicas La violencia se relaciona de manera consistente con un trastorno mental – en realidad de personalidad – en la sociopatía, llamada antes psicopatía y, de acuerdo al DSM-IV, trastorno antisocial de la personalidad (DSM-IV 301.7; ICD-10 F60.2) y su contraparte infantil, el trastorno de la conducta, llamado ahora disocial (DSM-IV 312.8; ICD-10 F91.8), aunque hay que aclarar no todos los que padecen este último evolucionan inexorablemente hacia el primero, y de ahí la importancia de la distinción. El trastorno antisocial de la personalidad se establece entre los 12 y los 15 años, aunque a veces antes, y consiste en comportamiento desviado en el que se violan todos los códigos de conducta impuestos por la familia, el grupo, la escuela, la iglesia, etc. El individuo actúa bajo el impulso del momento y no muestra arrepentimiento por sus actos. Inicialmente esta violación persistente de las reglas se manifiesta como vandalismo; crueldad con los animales; inicio precoz de una vida sexual promiscua, sin cuidado respecto al bienestar de la pareja; incorregibilidad; abuso de sustancias; falta de dirección e incapacidad de conservar trabajos; etc. Salvo que tengan una gran inteligencia o que presenten formas menos graves del trastorno, fracasan en todo tipo de actividades, incluyendo las criminales, ya que carecen de disciplina, lealtad para con sus cómplices, proyección a futuro, y siempre están actuando en respuesta a sus necesidades del momento presente. El trastorno es cinco a diez veces más frecuente en hombres que en mujeres. Como estos sujetos están más representados en los estratos más pobres, hubo alguna discusión sobre si la pobreza induce o potencia estas alteraciones. Esto se ha descartado: los individuos con trastorno antisocial de la personalidad, por su incapacidad de lograr metas y conservar empleos, tienden a asentarse naturalmente en los estratos de menores ingresos. Causas Sociales La desigualdad económica es causa de que el individuo desarrolle desesperanza. No se trata de la simple pobreza: hay algunos países o comunidades muy pobres, como el caso de algunos ejidos en México, en los que virtualmente desconocen el robo y la violencia de otro tipo. Sin embargo, la gran diferencia entre ricos y pobres y sobre todo la imposibilidad de progresar socialmente sí causa violencia: la
frustración se suma a la evidencia de que no hay otra alternativa para cambiar el destino personal. Más importante como causa social es la llamada subcultura delincuente. Aunque sus detractores dicen que esta hipótesis carece de evidencia experimental, hay comunidades, barrios y colonias en donde niños y jóvenes saben que para pertenecer al grupo y formar parte de su comunidad necesitan pasar algunos ritos de iniciación, entre los que se encuentran robar, asaltar o quizá cometer una violación. La falta de medición requiere de estudios, sí, mas no de desestimar lo que obviamente es un factor de formación de conductas y conceptos sociales. La delincuencia juvenil y entorno social. El estudio de la criminalidad juvenil constituye un tema de actualidad, no sólo del derecho penal, sino también de la criminología y de las ciencias conexas. El constante aumento de los conflictos sociales, y con ellos el de la delincuencia, ha incrementado el interés por el tema, tanto en los países industrializados o centrales, como también en los llamados países periféricos, como son los de América Latina. Para comprender el interés por el análisis y la búsqueda de soluciones para la delincuencia juvenil, es necesario ubicar este fenómeno dentro de la problemática de la sociedad actual. La estructura social en que les ha tocado vivir a los niños y jóvenes de hoy, está caracterizada por una complejidad cada vez mayor, donde la búsqueda de soluciones no depende ni de fórmulas tradicionales, ni de líderes carismáticos. La delincuencia juvenil se ubica, por lo menos en América Latina, dentro de un contexto social caracterizado por grupos de niños y adolescentes ubicados dentro de niveles de miseria o pobreza, desempleo, narcotráfico, concentración urbana, baja escolaridad o analfabetismo, agresiones sexuales y desintegración familiar. A estos grupos sociales se les ha negado todos los derechos humanos, tales como el derecho a la vida, la salud, la educación, la vivienda, en fin, el derecho al desarrollo. Sumado a este contexto, hay que agregar que la sociedad actual se caracteriza por un debilitamiento de los sistemas tradicionales de apoyo para el desarrollo de la niñez y de la adolescencia. Quisiéramos mencionar, por lo menos, tres medios de apoyo que con los cambios sociales, se han debilitado como para dar una respuesta efectiva al desarrollo de la niñez y de los adolescentes. En primer lugar tenemos que mencionar a La Familia. Los medios de comunicación, sobre todo la
televisión, han suprimido la jerarquía y hegemonía que la familia tenía como formadora de costumbres sociales. Además, la incorporación de la mujer al sistema laboral, por necesidad u oportunidades de desarrollo, y otros cambios en la estructura familiar, como la ausencia generalizada del padre, replantean las relaciones del niño y del joven. La Escuela, por su parte, se caracteriza por un marcado énfasis academicista y por la competitividad feroz, borrando el sentido comunitario y la promoción del desarrollo integral de los jóvenes. Además, los Sistemas de Asistencia y Recreación, como apoyos alternativos, son mínimos y siempre insuficientes para la satisfacción de las necesidades de la población juvenil. Por último, quisiéramos manifestar que la delincuencia juvenil es el resultado de la combinación de diversos factores de riesgo y respuesta social. Se presenta en toda sociedad, en donde los antivalores de violencia, agresividad, competencia salvaje, consumo, se imponen a los valores supremos de la sociedad, como la tolerancia, la solidaridad y la justicia. Entorno Familiar En la familia, los dos factores que con más frecuencia se asocian al desarrollo de violencia es tener familiares directos que también sean violentos y/o que abusen de sustancias. Un entorno familiar disruptivo potencia las predisposiciones congénitas que algunos individuos tienen frente a la violencia (i.e. síndrome de alcohol fetal) y por sí mismo produce individuos que perciben a la violencia como un recurso para hacer valer derechos dentro de la familia. Un estudio con niños adoptados mostró que los actos que desembocaban en una pena de prisión correlacionaban mejor con el número de ingresos a la cárcel de sus padres biológicos que con la conducta de sus padres adoptivos. La familia: ¿un agente criminógeno? Dos autores canadienses Frechette y Le Blanc (1987) han llamado la atención acerca de la prudencia que se debe tener cuando se quiere relacionar factores antecedentes, con efectos posteriores, para explicar la génesis de la delincuencia. Sin embargo, ellos admiten que para llegar a comprender el funcionamiento de un individuo en un momento dado, no se puede hacer una abstracción de las filiaciones existentes entre lo anterior y lo actual manifestados a través de la historia vivida. La familia es sin lugar a dudas el elemento más importante del medio donde vive el niño, ella juega un papel esencial en el desarrollo de su personalidad así como
en su comportamiento. Ella se tiene como el principal agente educativo en el proceso de socialización del niño. La importancia que se le ha otorgado a la familia en el desarrollo de la personalidad del sujeto se basa en principios tales como: __La familia es el principal agente de transmisión de la cultura __El control social comienza en la familia y posteriormente, se proyecta en otras instituciones sociales, como la escuela por ejemplo __La personalidad se desarrollará según las orientaciones trazadas por estas instituciones __Las funciones familiares son esenciales para la supervivencia de la sociedad y la conservación de su equilibrio __El individuo tiene necesidad de un cierto aprendizaje y de una adaptación social para su supervivencia __La sociedad humana y su cultura dependen de la efectividad de la socialización. En este contexto, podría entonces proponer la siguiente hipótesis: Entre mayor sea la deficiencia de la familia como agente de socialización del niño, mayor es el riesgo de delincuencia y/o perturbaciones del comportamiento en el joven o adolescente. Algunos estudios han indicado que al interior de la familia se plantea también el problema de la prevención o la facilidad de la conducta delictiva. Entre los factores familiares negativos señalados como determinantes de la delincuencia juvenil se encuentran: a) Las malas relaciones familiares: con frecuencia se admite, la importancia de fuertes lazos en la familia con el fin de que el niño o el adolescente pueda encontrar en su circulo familiar el afecto, la estabilidad y la autoridad que necesita. Numerosos trabajos lo han establecido y se ha convertido en un lugar común. “Los jóvenes delincuentes se hallan rara vez en buenos términos con sus padres, estos manifiestan con frecuencia frialdad, y hasta hostilidad hacia sus hijos; por otro lado interrogados acerca de sus padres muchos de ellos manifiestan que no los aprecian (especialmente al padre más que a la madre) que no quieren parecérseles y que se comunican poco con estos” (Maurice, Cusson: 1990). b) Falta de vigilancia parental: Ha sido señalada también como factor influyente en la etiología de la delincuencia juvenil. Se expresa en el desinterés y la falta de control de los padres por las actividades de sus hijos. ¿Dónde van éstos?, ¿A quién frecuentan?, ¿Qué hacen?; Algunas investigaciones (Frechette y Le Blanc, 1987) han demostrado que este constituye el factor que se encuentra más estrechamente ligado a la delincuencia de los menores, parece que él juega un papel incluso más preponderante que el apego a los padres o el tipo de estructura familiar.
Las siguientes investigaciones citadas por Junger-Tas (1992) han examinado el efecto de esta variable puesta en relación con otros factores. Por ejemplo, Wilson (1980 y 1987) la ha estudiado relacionándola con otras variables tales como el status socioeconómico del padre, el tamaño de la familia, el interés de los padres por el rendimiento escolar del hijo. El estudio se basó en entrevistas a madres de niños de 10 a 11 años de edad, las opiniones de los profesores sobre los alumnos y las confesiones de los propios niños sobre su mal comportamiento en la escuela y en el barrio. La supervisión de los padres fue medida por preguntas concernientes a las actividades de los muchachos al exterior del hogar, el tiempo de permanencia en la calle de éstos, las reglas o normas del hogar. Los resultados de la investigación han mostrado una fuerte relación entre los factores señalados y la supervisión o vigilancia de los padres. En esta investigación la mayoría de los padres que habitan los barrios pobres consideraron que el hecho de vivir en estos, hace más difícil la educación de los niños a causa de la presencia de criminalidad en estos sectores y la indisciplina juvenil. ”Sin embargo, esto no conduce necesariamente al relajamiento de la vigilancia, ciertos padres han dicho incluso que ellos habían ejercido una estricta vigilancia mientras que otros han considerado las condiciones del barrio como las que podrían explicar la mala conducta de sus hijos. Wilson subraya que la relación entre esos “handicaps” sociales y la delincuencia no es directa, sino indirecta. Ellos están correlacionados con la supervisión de los padres, ella agrega que la delincuencia aumenta con el aumento de las desventajas sociales, la negligencia de los padres y la criminalidad de éstos” (Junger_Tas:1992,40). Otro estudio mencionado por Junger Tas (Riley y Shaw: 1985) realizado con adolescentes de 14 a 15 años ha mostrado que las niñas son objeto de una vigilancia mayor que los niños. De manera interesante dice Junger Tas, el estudio revela que los adolescentes consideran a los padres que no imponen un cierto sentido de la disciplina como poco vigilante y cuidadoso de ellos. Igualmente, los jóvenes delincuentes se mostraron como poco dispuestos a aceptar el control paternal sobre la administración de su tiempo libre así mismo han revelado tener más conflictos con sus padres que los jóvenes no delincuentes. La autora agrega que parece que los jóvenes delincuentes han tenido una actitud más “emancipada” de sus padres a pesar de los esfuerzos que estos últimos hacen para controlarlos. Ellos se muestran poco interesados en los cuidados brindados por sus padres, no los escuchan y actúan como les parecen. El estudio ha constatado que una débil vigilancia paternal esta asociada a los comportamientos problemáticos de los niños poco controlados en sus actividades por sus padres y con los que frecuentemente tienen conflictos. En efecto el estudio subraya que los adolescentes que tenían una mala relación con sus padres habían sido poco vigilados. Entonces se puede decir que: ”Una buena relación padre-hijo es efectivamente una condición necesaria para ejercer un buen control parental”. (Junger_Tas: 1992,41).
c) Las carencias educativas de los padres: se trata aquí de aspectos concernientes más bien a la personalidad de los padres. Con frecuencia los padres de los jóvenes delincuentes han sido caracterizados como adultos débiles, pasivos que pasan por alto faltas serias de sus hijos y con frecuencia alternan sus reacciones entre la complacencia y el castigo severo a los hijos. d) Prácticas educativas parentales: es el conjunto de conductas conscientes o inconscientes de los padres, susceptibles de afectar al adolescente en el plan psicológico y particularmente afectivo. Ellas comprenden las palabras y los comportamientos dominantes de los padres en la interacción con los hijos. Si las practicas educativas de los padres son desvalorizantes o negativas, la representación o la imagen que el niño se hará de sí mismo será también negativa y eso va a influenciar su comportamiento. e) La disociación del grupo familiar: ha sido señalada como una variable que puede tener fuertes repercusiones en el comportamiento del niño o joven. En las investigaciones relativas al papel de las familias disociadas en la formación y manifestación del comportamiento delictivo, el divorcio con frecuencia es el elemento explicativo de la aparición de tal actitud. Sin embargo ciertos estudios (Koudon 1989) han puesto de relieve la importancia de la llamada disociación familiar “secundaria“, en ésta parámetros diferentes al divorcio o disociación familiar "primaria" han sido tenidos en cuenta; ya no es la presencia o ausencia de uno u otro miembro de la familia, lo que importa, sino la forma como en el seno de la familia, las relaciones entre sus miembros se desarrollan; se ha concluido que la ruptura en un sentido físico no significa, "ipso facto", ruptura de las relaciones entre los padres, no significa tampoco que automáticamente haya contradicción entre ellos. La ruptura física conyugal no es siempre mal vivida por lo niños y adolescentes, ya que puede haber ruptura, aunque físicamente los padres estén juntos: “Entonces la presencia o la ausencia física de los padres en sí misma, no es significativa; lo que es revelador es el lugar que cada uno de los padres confiere al otro en su discurso o su comportamiento y el lugar que confieren al niño” (Koudon, 1989,180). f) Las carencias afectivas: Factor difícil de aprehender, algunos autores afirman que él juega un papel considerable entre los miembros de las bandas. Ellos ven en el ingreso del joven a una banda una especie de compensación de una carencia afectiva, aunque se precisa que por lo general los lazos afectivos en una banda son de tipos horizontales e igualitarios y en consecuencia diferentes a los que se establecen entre padres e hijos en el seno de una familia. g) Delincuencia y prisión de los padres: hoy día, muchos niños y adolescentes se encuentran relacionados directa y cotidianamente bajo diversas formas con la prisión. Ellos la viven a través de sus padres. Las consecuencias que la privación de la libertad de un padre tiene sobre los hijos, es objeto de muchas
investigaciones. Nuevas política tendientes a facilitar el contacto del detenido con el mundo exterior, y sobre todo con la familia, han sido elaboradas. Los estudios al respecto han señalados ciertos hechos: *La detención de un miembro de la familia puede provocar una crisis al interior de ésta. *Reacciones de estigmatización a la familia del detenido, en especial por parte del vecindario. *Las esposas consideran la educación de los hijos como uno de los más graves problemas que plantea el encarcelamiento del padre. *Las consecuencias psicológicas de la ausencia forzada del padre han sido señaladas también por ejemplo la ausencia de imagen paterna y de sostén emocional del padre. Es necesario decir la verdad a los niños? Esta pregunta se plantea con frecuencia, la vergüenza relacionada con el hecho, lleva en ocasiones a los adultos a esconder la verdad: "papá esta de viaje" o "mamá esta en el hospital". Esto le crea angustia al menor, especialmente si la situación se prolonga en el tiempo pues el niño puede representarse una situación de peligro o de abandono mucho más dramática para él que la verdad que se le oculta. Una situación familiar no dicha o enmascarada puede engendrar perturbaciones más serias que decir la verdad, el niño percibe la realidad de las cosas, pero él tiene necesidad de que ésta se exprese en el lenguaje, en la comunicación. El tipo de daño que el niño puede sufrir en este caso, va a depender de su edad, de su personalidad, de la duración de la separación y del contexto familiar preexistente. h) El rechazo y la delincuencia: La investigación en criminología y en sicología ha diferenciado dos tipos de rechazo: El rechazo parental, es decir el de los padres hacia los hijos y el rechazo de los hijos hacia los padres. El “rechazo parental” ha sido definido de varias maneras: falta de amor, carencia de afecto, etc. Pero el concepto unificado es que esos términos son el reflejo del aprecio o de las actitudes de los padres hacia sus hijos. Con frecuencia tanto la sicología como la sociología han asociado el rechazo parental a la delincuencia juvenil y al comportamiento agresivo del joven. Se ha dicho que el rechazo puede ser la causa, pero también la consecuencia de esos comportamientos en los jóvenes. Efectivamente, el rechazo de los padres puede conducir a los hijos a rebelarse, pero igualmente puede hacerle difícil al padre amar a un hijo rebelde. Sin duda padres hostiles o indiferentes estarán menos dispuestos a brindar una buena y constructiva vigilancia a sus hijos la cual es necesaria para el desarrollo armonioso de niños y adolescentes. Ellos se mostraran menos dispuestos a ayudar a sus hijos en situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo a ser aceptados por su grupo de pares. En retorno, los hijos que crecen en un tal clima de hostilidad e indiferencia serán más susceptibles de tener emociones y sentimientos negativos hacia sus padres. En su exploración de las investigaciones sobre la temática; Loeber y Stouthamer-
Loeber (1986) señalan que Simca_Fagan y otros (1975) encontraron que la frialdad y el rechazo ejercido por la madre estaban relacionado con un riesgo tardío de una relación violenta entre la madre y el hijo e igualmente en relación con la delincuencia de éste. McCord (1984) ha encontrado que la falta de afecto del padre comparada a la falta de afecto maternal representaba un riesgo ligeramente mayor como factor que puede conducir los niños a perturbaciones del comportamiento y a la delincuencia.