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Arquidiócesis de Bogotá Hosanna Comisión Arquidiocesana de Música Sagrada y Liturgia El Adviento en el Año Litúrgico Adviento 2007 El calendario ci

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Arquidiócesis de Bogotá

Hosanna Comisión Arquidiocesana de Música Sagrada y Liturgia El Adviento en el Año Litúrgico

Adviento 2007

El calendario civil marca el 1 de enero como inicio del nuevo año. Los cristianos también empezamos cada año un recorrido, que tiene como acontecimiento importante la fiesta de la Pascua. Para el creyente, el tiempo es sobre todo historia de salvación; en torno a ella gira cada Año Litúrgico. El comienzo de este año no coincide con el del año civil; tampoco inicia un día preciso. Su comienzo se ubica en el Domingo más próximo al 30 de noviembre, fiesta de san Andrés Apóstol. Ese Domingo es el primer día del año litúrgico y el primer Domingo de Adviento. El Año Litúrgico se divide en tres grandes ciclos: tiempo de AdvientoNavidad-Epifanía, tiempo de Cuaresma-Pascua-Pentecostés y Tiempo Ordinario, que ocupa el resto del año. La Iglesia celebra en el desarrollo del año todo el misterio de Cristo (cf. SC 102). Estamos habituados a empezar el Año Litúrgico con el Adviento, como preparación a la celebración de la Navidad, esto podría hacernos pensar que la Navidad es la fiesta más importante del año. Y no es así. Es muy importante celebrar el Nacimiento del Salvador, pero la fiesta cristiana más importante es la Pascua. En ella celebramos el gran amor de Jesucristo hacia nosotros, expresado a través de su muerte y resurrección.

Ven, Señor Jesús

El Adviento y la Navidad nos sitúan ante la venida del Mesías y ante el desafío del Reino de Dios. Es una ocasión muy propicia para considerar el significado profundo de Jesús como Salvador y el modo de vida y compromiso que nos corresponde como sus seguidores. En Adviento-Navidad todos los cristianos hacemos memoria agradecida de Jesús, Dios hecho hombre como nosotros, y participamos de aquella esperanza del pueblo de Israel, que aguardaba la venida del Mesías. Con el sacerdote Zacarías, padre de Juan el Bautista, confesamos que “Dios ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación...” (Lc 1,68-69). Dios ha querido salvarnos desde dentro de la historia, arriesgándose hasta el extremo en la aventura de la vida.

El origen del Adviento Así como existía un tiempo de preparación a la Pascua, surgió la idea de destinar un tiempo de preparación al Nacimiento de Jesús, manifestado al mundo como Salvador. La palabra Adviento tiene su origen en el término latino “adventus”, que significa “venida” o “advenimiento”. Desde el principio, el Adviento es considerado un tiempo de “espera”. En los escritos del Nuevo Testamento constatamos cómo los cristianos de los primeros siglos esperaban el regreso glorioso del Señor al final de la historia. Esta espera llegó a crear ansiedad en las comunidades cristianas, por la tardanza. San Pablo en las cartas a los Tesalonicenses calma esa ansiedad explicando a las comunidades el verdadero sentido de la esperanza cristiana: “Ustedes saben muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche... Pero ustedes, hermanos, no viven en la oscuridad. Por tanto, el día del Señor no debe sorprenderlos como si fuera un ladrón” (1Tes 5,2.4). Este aspecto de espera se incorporará también a la celebración del Adviento.

Que los cielos lluevan al Justo, que la tierra brote al Salvador. Que nos ilumine el Sol de la Justicia. ¡Ven pronto, Señor!

El primer dato que tenemos sobre el Adviento es de san Hilario y se remonta al año 360 de la era cristiana. Habla de un período de tres semanas, que empezaba el 16 de diciembre y terminaría el 6 de enero, fiesta de la Epifanía del Señor. A finales del siglo V se empieza a perfilar el Adviento como un período de cuarenta días, que comenzaba el 15 de noviembre, fiesta de san Martín, y se prolongaba hasta el día de Navidad. San Gregorio Magno es quien establece la duración de cuatro semanas, tal como lo tenemos hoy. En los siglos siguientes se afianzó el Adviento como “tiempo de espera”: espera del Señor en su venida histórica en su nacimiento en el portal de Belén, espera presente del Señor que viene en cada momento a nuestra vida y quiere que reconozcamos su presencia, y espera de su venida gloriosa al final de los tiempos.

Símbolos para el Adviento Corona de Adviento La corona del Adviento es el primer anuncio de Navidad. Está hecha de follaje verde, generalmente de ramas de pino. Su forma circular simboliza la eternidad y su color verde la esperanza y la vida. El rojo con el que se suele adornar, simboliza el amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. Además de estas raíces simbólicas universales, se añade el signo cristiano de la luz como salvación: los cirios expresan la espera vigilante de Cristo Jesús como Luz y Vida. Los tonos morados de los cirios corresponden al color propio del tiempo de Adviento, tiempo de preparación penitencial. La corona se coloca en el presbiterio, por lo menos en un lugar bien visible. Cada semana se enciende uno, acompañándose con una oración. Algo muy hermoso y simbólico consiste en invitar a cada familia de la parroquia a preparar su corona; éstas serán bendecidas en las Misas del primer Domingo de Adviento y luego las familias las llevarán a sus casas para encenderlas en la noche y hacer un momento de oración en torno a ella. Esto ayuda a las familias a vivir el Adviento, sin dejarse distraer tanto por las propuestas vacías de la sociedad de consumo. En medio de un ambiente pagano y descreído, que tiende a celebrar la Navidad solamente como fiesta comercial, la corona de Adviento puede ser un pequeño símbolo de los valores humanos y cristianos que deberían centrar nuestra atención en estos días. Que la Corona de Adviento nos ayude en el crecimiento de la esperanza, fomente nuestra oración en familia, nos permita recuperar el sentido del Adviento, sin adelantar la Navidad, y sea un signo que nos recuerde la necesidad de estar siempre vigilantes para el encuentro con Jesucristo vivo, el Dios que vino, que viene y que vendrá.

Oración en familia Proponemos este esquema de oración para los cuatro domingos de Adviento, en torno a la Palabra de Dios que acompaña cada Domingo. Sería muy significativo que cada Domingo encendiera la corona un miembro diferente de la familia.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A LECTURAS: Isaías 2,1-5: El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna del Reino de Dios Salmo 121: Haya paz dentro de tus muros Romanos 13,11-14: Nuestra salvación está cerca Mateo 24,37-44: Estén en vela para estar preparados

Señor: encendemos esta luz como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana del Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque Tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A LECTURAS: Isaías 11,1-10: Salmo 71: Romanos 15,4-9: Mateo 3,1-12:

Con equidad dará sentencia al pobre Que en sus días florezca la justicia Cristo salva a todos los hombres Hagan penitencia porque se acerca el Reino de los cielos

Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Juan el Bautista anunció la cercanía de tu venida invitando al cambio de vida. Nosotros, Señor, como un símbolo de preparación, encendemos esta segunda vela del Adviento. Desde lo profundo del corazón y con la mayor sinceridad te decimos, Señor, que deseamos convertirnos. la forma de allanar el camino para que llegues, es la nueva orientación que, con tu ayuda, podamos dar a nuestra vida. Que cada uno de nosotros, Señor, pueda prepararte el camino para que experimentemos el gozo de tu presencia entre nosotros. ¡Ven, Señor Jesús!

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A LECTURAS: Isaías 35,1-6a.10: Salmo 145: Santiago 5,7-10: Mateo 11,2-11:

Dios vendrá y nos salvará Ven, Señor, a salvarnos Manténgase firmes, porque la venida del Señor está cerca ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡el Señor va a llegar. Preparen sus caminos, porque ya se acerca! ¡Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda! Ya llega el mensajero, el Bautista, el testigo de la luz. En la mitad del camino del Adviento, te pedimos, Jesús, que no permitas que te desconozcamos. Tú estás ya en medio de nosotros construyendo los cielos nuevos y la tierra nueva de la justicia, el amor y la paz. Vuelve a recordarnos que estás a la puerta llamando. Señor, al encender esta tercera vela, te pedimos que nos des la humildad para reconocer nuestro pecado personal y en la vida concreta manifestar nuestra conversión. ¡Ven, Señor Jesús! Envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor, ¡Ven, Señor Jesús!

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A LECTURAS: Isaías 7,10-14: Salmo 23: Romanos 1,1-7: Mateo 1,18-18-24:

La doncella concebirá y dará a luz un hijo Va a entrar el Señor: Él es el Rey de la gloria Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

Señor Jesús: al encender esta cuarta vela, en el último domingo de Adviento, pensamos en ella, la Virgen, tu Madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más amor, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. En el silencio de la oración y en la apertura de su espíritu, la Virgen Madre se reconoció humilde criatura, esclava del Señor. También nosotros queremos prepararnos a recibirte como María: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. Que esta última semana de preparación a tu nacimiento sea un momento de gracia para reavivar la conciencia de tu venida y de tu obra redentora. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!

El Canto Litúrgico durante el Adviento Todo párroco y grupo parroquial de liturgia conocen el desafío de hacer vivir a la comunidad el espíritu del tiempo litúrgico del Adviento. En los centros comerciales, la televisión y estaciones de radio resuenan melodías navideñas ya desde noviembre; la decoración es navideña, todo el mundo empieza a comprar regalos y a hacer preparativos para la Navidad, de modo que el tiempo del Adviento pasa inadvertido para muchísimos fieles. Varios párrocos se dejan arrastrar por ese ambiente de navidad comercial y por eso hay templos decorados ya desde inicios de diciembre con árboles y adornos navideños, ¡hasta con figuras de Santa Claus en el presbiterio! y que también cantan villancicos en las Misas, contribuyendo a la desorientación litúrgica y espiritual sobre el sentido del Adviento. Es verdad que en la Navidad celebramos la venida de Cristo luz al mundo. Es el tiempo para proclamar con alegría el nacimiento del Salvador de las Naciones. Es el tiempo para exclamar con Isaías: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado y será llamado maravilloso consejero, Dios poderoso, Padre eterno, Príncipe de la Paz”. Pero, ¿cómo podremos apreciar la magnitud del don de Dios si no hemos dedicado tiempo a meditar sobre la oscuridad en que vive el mundo, sobre nuestra necesidad de un Salvador, sobre el anhelo de paz que tiene la humanidad? El Adviento nos brinda la oportunidad de reflexionar acerca de la gran ansiedad con que el mundo anhela la venida del Mesías. En medio de la oscuridad en que vive el mundo, resuena la voz de Jeremías: “Entonces, en aquellos días, suscitaré a David un retoño legítimo, que practicará el derecho y la justicia en la tierra” (Jr 33,15). Sólo cuando entendamos el ansia con que el mundo anhela su salvación, seremos capaces de celebrar con alegría el nacimiento del Salvador. Durante el Adviento, la liturgia debe cultivar el sentido del misterio que se celebra. Los cantos de Adviento deben resaltar la espera vigilante del Señor y las demás actitudes espirituales propias de este tiempo. Los temas y personajes claves del Adviento son: la Iglesia en vela a la espera del regreso de su Señor, la Virgen María, la mujer del primer y mejor Adviento, Juan el Bautista e Isaías, profetas que preparan el camino del Señor, y los temas de la vigilia, perseverancia, esperanza porque el Señor va a venir; la conversión, la paz mesiánica, la alegría por la cercanía de su presencia entre nosotros, la Encarnación del Señor, la Virgen del Adviento. Algo muy importante: reservemos los villancicos para la Nochebuena y para el tiempo de Navidad; al menos para la Novena de preparación a la Navidad; esforcémonos por buscar y aprender cantos propios de Adviento. Esta es la parte más difícil en la conservación del espíritu del Adviento, porque conocemos pocos cantos propios. Por eso, a continuación presentamos algunas sugerencias para incrementar el repertorio musical.

“El tiempo del Adviento debe ser preservado en su integridad, reservándose los villancicos de Navidad sólo para el tiempo navideño” (La música en el culto católico, No. 48)

Antífonas sálmicas Primer Domingo: Salmo 121

dd

a Ek k j Re

Sol

k k k k j

La

j

¡Qué a-le - grí

-

a

Re

k k k k k k k k i Sol

j

cuan-do me di - je - ron:

La

"Va -mos a

la

Re

ca - sa del Se - ñor"

Segundo Domingo: Salmo 71

afE k k Que en sus

re

j



afk k k k j Sib

La7

Fa

k k k k

k k -

j

Do7

as flo - rez - ca

la jus - ti

m

j -

cia

k k y

n k

j

re

la

paz

a-

re

j

- bun-de e-ter - na - men - te.

Tercer Domingo: Salmo 145 re

a f 34 j

k k k k jz

Ven,

Se - ñor, a sal - var

Fa

n

j

La

La7

-

nos.

Cuarto Domingo: Salmo 23

afE

j

k k j

k k j

Va

a en - trar

el Se - ñor:

re

Do

Fa

n k jz Re7

Él

sol

es

Do

Sib

k j

k k j

el

de la

Rey

m

La7

j

glo - ria.

Cantos de Adviento VEN A NUESTRO MUNDO Letra: Bernardo Velado Música: Antonio Alcalde

fff J f a E k k k k k k j Coro Fam

Mib

Ven a nues-tro

fff f a kk kk kk kk Mib

Lab

Fam

mun - do, Sib

que tu a-mor nos

Fam

e jj

ven, Se - ñor, no

Lab Mib j k j k k k

jj

tar

-

Fam k k Mib6 k Mib k k k j

Reb Mib Reb Mib

sal - ve.

kk n m Solo

Fam

k

des.

Lab

Ven a re - di - mir - nos,

k k k

1.¡Qué lar - ga es la

fff f a k k k k k k k k k k k k k k k k j Mib

Lab

Fam

Mib

Fam

Mib

Fam

Co-mo el cen - ti - ne - la que a-guar-da la au - ro - ra los hom-bres te es - pe

Mib Lab ff ff Fam Reb k j a k k k k

Con la Vir-gen Ma-dre

Sib7 Do k k k k j j k Fam

k n m

j -

j

j

no - che!

k n m

ran.

J

te es - pe - ra la I - gle - sia.

Coro Ven a nuestro mundo, que tu amor nos salve. Ven a redimirnos, ven, Señor, no tardes. 1. ¡Qué larga es la noche! Como el centinela que aguarda la aurora los hombres te esperan. Con la Virgen Madre te espera la Iglesia. 2. ¡Qué bella es la noche cuajada de estrellas! Si voy de tu mano, las veo más cerca. Ya pronto se cumplen, Señor, tus promesas

3. Levanta los ojos, del sueño despierta, que baja el Mesías del cielo a la tierra; prepara el camino al Rey que se acerca. 4. La noche ha pasado, el día se acerca; el “Dios con nosotros” ya está en nuestra tienda; el Hijo del Padre es hombre de veras.

Cantos de Adviento LA CORONA DEL ADVIENTO Letra: Bernardo Velado Música: Antonio Alcalde

dd m a D

n s ks k

Re

Vi - gi

x -

ks o k k k k k k k k ks o k k k k k k k k k

k kk k k k

Sol Re

Sol

lan-tes en-cen-de - mos

dd s o k k k k k k k k j a Sol

Re

La

-

men - to:

Sol

La

Sol

La

Re

La

Re

Re

Sol

lo a - nun - cia - ron des - de Re

La

Re

La

luz en me - dio de los

le - jos.

Id al

x

D.S.

Vi - gi-

Re

pue - blos.

La

Cua - tro

Sol

Re

Ex-pec - tan-tes son an-he - los

Sol

mun - do, men - sa - je - ros,

o k ks k k kk kk dkk k

Re

La

ci - rios cual lu - ce - ros

Mi

que ja - lo - nan nues - tro Ad -

so k s so a kk k kk kk k k k kk kk kk kk kk zz kk k k k k kk k kk j z vien--to.

kk

Re

sed tes - ti - gos de e - van - ge - lio.

Sol

-

Sol

el An - ti - guo Tes - taRe

dd s o k k k k k k k k k ks o k k kk kk kk kk k k a Re

ci-rios o-fre-ce - mos

o ks k k k k k k k j

La

Sol

gra - os, hom - bre nue - vos;

La

Re

ks o k k k k k k k k ks o k k k k k k k k k

Sol Re

dd

En los

1.Nos e - vo - ca ya el pri - me - ro

los pro - fe - tas, voz del Ver - bo,

dd k k ks ks k k a -

Re

Sol

o o ks k k k k k k k k ks k k k k k k

Re

o a ks k z ks k k k k k k ks k z La

La Re

la co-ro-na del Ad - vien - to.

cua - tro e - ta - pas de un en - cuen - tro.

dd

Re

La Re

con sus lla-mas con-tra el vien-to.

1. Nos evoca ya el primero el Antiguo Testamento: Los profetas, voz del Verbo Lo anunciaron desde lejos.

3. Los tres cirios van tejiendo la esperanza del misterio. De la Virgen en el seno, el rocío de los cielos.

2. El segundo trae el eco del Bautista pregonero, su mensaje del desierto: “Allanadle los senderos”.

4. Cuatro cirios encendemos ya en la cumbre del Adviento. Todo es gracia, luz y fuego En la hora del encuentro.

Cantos de Adviento VEN, SEÑOR, NO TARDES MÁS Cesáreo Gabaráin

d4 s a 4 k k kz k k k j Ven, Se - ñor,

d kz k k k a t Do

Ven,

no

Re7

Se - ñor Je - sús.

a k j -

Sol

ran - za

de los

si - glos 1.Sol

k k k z ks k k j z Re

Sol/Si

Ven, Se - ñor, Sol/Si

1.Des- de el fon - do

Do

an-si - an - do un Re-den - tor.

no

Lam7

Do

k k J jz t t

Co-mo

n

tar - des más.

jz

Sol

k k Jk j Do

x

Sol

n

Se - ñor Je - sús.

Re

va e -le - ván - do-se un cla - mor 2.Sol

Lam7

Re7

Ven,

k k kz k k k jz t Do

no

kz k k k t

Sol

tar - des más.

Sol

Sol/Si

Ven, Se - ñor,

k k k z ks k k j

Do

kk k j

Sol

Sol

Ven, Se - ñor Je - sús.

n

jz

dk k k j a d

Do

tar - des más. Sol

n k k k z ks k k j

k z ks k k j z

Sol

co-mo un

D.S.

tor.

1. Desde el fondo de los siglos va elevándose un clamor como un grito de esperanza ansiando un Redentor, como un grito de esperanza ansiando un Redentor. 2. Desde el fondo de los siglos busca el hombre un salvador; mira al cielo y a la tierra, va buscando al Dios Amor, mira al cielo y a la tierra, va buscando al Dios Amor. 3. Las promesas se han cumplido. Va a nacer el Niño Dios. Cielo y tierra ya se abrazan, la esperanza floreció. Cielo y tierra ya se abrazan, la esperanza floreció.

gri - to

k k de es-pe-

Cantos de Adviento VEN, NO TARDES MÁS P. Wilson Cobaleda

dd 3 a 4j a

Re

k j

Ven,

Se - ñor,

dd j

Sol

k j

La

Ven,

Se - ñor,

Sol

La

dd

a k k k

j

Pron - to ven - drás,

dd

a k k k j dd

n k k k

La

La

La

a k k k j

más,

k j

Re

que te es - pe - ra - mos,

n

k j

Se - ñor

Je - sús.

te re - fle - jas - te en

gi - lan La

k k k j

n k k k j

Re

Sol

se des - per - tó,

k k k k j

-

paz.

k k k k j

La

Re

-

tes

k

n k

nos con - ser - va - mos. Re

k k k j

n

1.Cuan - do vi - nis - te en tu En - car - na - ción,

k k k k j Re

vi

da - nos tu

k j

Sol

Re

Re

ven, Sal - va - dor,

n k k k j k j

n k k j k

La

j

no tar - des

dor - mi - do el mun - do, Sol

n k k k j

Re

por - que tu

n

su co - ra - zón.

2. Sigues viniendo, oh buen Jesús, Te haces presente en todo lugar: Al celebrar los sacramentos, En la Palabra y la caridad. 3. Pronto vendrás lleno de poder, El día y la hora no se saben; Ven sin tardar, Jesús, mi amado, Coros celestes te anunciarán.

La

luz

n

k k k j

Re

se hi - zo más

k

gran - de y

Las dos partes del Adviento

LA PRIMERA PARTE DEL ADVIENTO Es la que va desde el primer Domingo hasta el día 16 de diciembre. Durante todo este tiempo, lejos aún la inmediata preparación de la Navidad, las lecturas de la Misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: la venida salvadora al final de los tiempos, la venida ahora, cada día, y la venida salvadora que tuvo lugar hace dos mil años. Todos estos aspectos se entremezclan y la lectura de los textos de los profetas y de los evangelios nos permiten reflexionarlos al mismo tiempo. Los primeros días del Adviento (hasta el Miércoles de la segunda semana), el centro de interés de las lecturas está en una selección de textos del profeta Isaías que leemos como primera lectura. Los oráculos de Isaías nos van guiando en la espera de la vida nueva de Dios que el Mesías viene a realizar. Y acompañando estas lecturas proféticas, el evangelio nos presenta un conjunto de escenas de la vida de Jesús que quieren mostrarnos que las esperanzas y anhelos de Isaías se van cumpliendo en las palabras y hechos de Jesús. Después, a partir del Jueves de la segunda semana, el protagonista de las lecturas es Juan Bautista. Desde este día hasta el dieciséis, vamos leyendo fragmentos del evangelio en los que él se presentaba como precursor del Señor. La primera lectura, estos días, ya no tiene tanta importancia. Lo más importante es centrarse en la persona y el mensaje del Bautista, y en las actitudes de la gente ante él, y el contraste entre su misión y la del Mesías.

Otra vez es Adviento. Otra vez rezamos las oraciones de la expectación y de la constancia, los cantos de la esperanza y de la promesa. Y otra vez toda miseria y toda expectación... se aglomeran en la palabra: VEN. ¡Oh extraña oración! Ya has venido, pusiste tu tienda de campaña entre nosotros, has participado de nuestra vida con sus pequeñas alegrías, con su larga rutina y su amargo fin. ¿Podríamos invitarte con nuestro VEN a algo más que a esto? Y, sin embargo, llenos de esperanza, te decimos: Tú eres el que tiene que venir. Tú vienes. Esto no es el pasado ni el futuro, sino el presente que se va llenando de sí mismo. Siempre está presente la hora de tu venida. Haz que vivamos en esta hora para que vivamos en Ti, oh Dios que ha de venir”

Karl Rahner

Las dos partes del Adviento

LA SEGUNDA PARTE DEL ADVIENTO Al llegar el día 17, cambia el decorado del Adviento. Es la última semana, y todo se centra ya en la preparación de la Navidad. Sea cual fuere el día de la semana en que caiga, el día 17 se abandonan las lecturas que se iban leyendo según el orden semanal, y se empieza el nuevo orden de las lecturas que va según el número del día. Esta última semana ha sido llamada la “semana santa que prepara la Navidad”, como una semblanza con la Semana Santa que concluye la Cuaresma y conduce a la Pascua. Son unos días en los que se nos invita a vivir con más alegría, como poniéndonos en la piel de todos aquellos hombre y mujeres que vivieron tan cerca el acontecimiento trascendental del nacimiento del Hijo de Dios en Belén: en la piel de María, de José, de Zacarías e Isabel... Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús: leemos, en primer lugar, el capítulo 1 del evangelio de Mateo; y después, las escenas del primer capítulo del evangelio de Lucas. Así va desfilando ante nuestros ojos toda la preparación inmediata del cumplimiento de las promesas de Dios. Y acompañando estos textos evangélicos, en la primera lectura escuchamos los relatos y anuncios del Antiguo Testamento en los que vemos también reflejadas las promesas de Dios, como un anuncio de lo que había de acontecer en Jesús. En la devoción popular se inscribe en estos últimos días del Adviento la tradicional Novena de preparación a la Navidad que tan entrañables recuerdos evoca en todos nosotros o las Posadas en algunos países de Latinoamérica. Junto con todo esto, hay que señalar que la Liturgia de las Horas de estos días también contiene una serie de elementos líricos que preparan la Navidad. Especialmente destacables en este sentido son las llamadas “Antífonas O”. Se trata de las antífonas que se recitan en el cántico del Magníficat en Vísperas, y son invocaciones a Jesucristo aplicándole los títulos que la Biblia va presentando como propios del Mesías. Aquellas bellas plegarias se encuentran también como versículos del aleluya en la Misa y en la Novena de Navidad han inspirado a los Gozos. En la página siguiente presentamos la adaptación de dichas antífonas traducidas al español.

¡Ven, Emmanuel!

Las Antífonas O OH VEN, OH VEN, EMMANUEL Letra: las antífonas O, siglo IX Música: Veni, veni, Emmanuel, siglo XV Canto gregoriano, modo I

d4 k a 4k k k k k k k k Estrofas

1.Oh 2.Oh 3.Oh 4.Oh 5.Oh 6.Oh 7.Oh

Mi m

ven, ven, ven, ven, ven, ven, ven,

La m

Mi m

La m

Re

a k k k k k k k k jz Es - pe - ra - do, de - nas con fir Si - na - í le Ti los pue-blos las ti - nie - blas e i - lu - mi - na ba - rro nos for -

d jz

a -



ven -, Re - den - tor, me-za y sua - vi - dad, dis - i - ste la Ley. cla - a - man, Se - ñor. y -es - cla - vi - tud. la os - cu - ri - dad. mas - te u - na vez.

k jz

Re

Mi m Si m

-

jz

oh ven, Em - ma - a - a - nu Sa - bi - du - rí - i - a de Se - ñor del pue - blo de Is - ra Ra - íz del Tron - co de Je oh ven, oh Lla - ve de Da O - rien - te, luz y res - plan de las na - cio - nes Tú e - res

d

-

Mi m

gra - te,

- el, Dios, - el, - sé, - vid - dor, Rey,

oh

Is-

k

que sa que en al y Sol y

Do

La m

Si m

das la ley y e - res li - da de la bo - ca zar - za ar - dien - te ha - blas - te za - do co - mo sig - no ce - tro de la ca - sa de jus - ti - cia e - res de la I - gle - sia, Pie - dra

nues - tro del Se con Moi sal - va de Is - ra Tú, Se an - gu

-

Si m

La m

Mi m

Mi m

Rey. ñor, sés, dor. el. ñor. lar.

ra - el!

k k k k k k k k k jz Re

Sol

Do

La m

¡Ven - drá, ven-drá Em - ma--

Si m Mi m

-

nu - el!

La m

k

Ven, que ory en A De Ven Del

Estribillo

ven a tu pue - blo, Dios y Sal - va - dor. y con pru-den - cia guí - as nues-tro an - dar. Oh, ven y lí - bra - nos con tu po - der. Ven a li - brar-nos, ya no tar - des más. Li - be - ra a los cau - ti - vos con tu luz. Li - bé - ra - nos de la som - bra mor - tal. Oh, ven a res - ca - tar la hu-ma - ni - dad. Mi m

-

Sol

k k k k k k k k k jz Sol

k k k k k jz Mi m La m

k k k k k k k k jz

Re

k

Sol

¡A-

Daos cuenta del momento Una vez más renace la esperanza. Es Adviento, es esperanza, esa niña esperanza, una llama temblorosa que atraviesa el espesor de los tiempos, una llama imposible de apagar al soplo de la muerte, una llama inmortal. Con esta esperanza grita Isaías. Con esta esperanza pregona Juan Bautista. Con esta esperanza, con la esperanza de los pobres de Israel, con la esperanza de todos los pobres del mundo, y de los siglos, susurra la Señora Santa María una palabra de acogida. Empieza el Adviento. Daos cuenta del momento. Adviento es esperar y confiar. Adviento es aguardar y cambiar. Adviento es gritar cantando al Dios vivo: “Ven a salvar a tu pueblo, ¿cuándo lo harás, Señor?” Adviento es levantar la mirada y decir a los cielos: “Lloved al justo”. Adviento es pedir la tierra: “Haz germinar al Salvador”. Comienza el Adviento. ¡Viene Dios! Aviva la alegría, la paz, la esperanza. Con esa misma esperanza grita, pregona, ora con el deseo más profundo de tu existencia. ¡Viene Dios! Y está ya a la puerta.

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