Story Transcript
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Digitized by the Internet Archive in
2010 with funding from University of Toronto
http://www.archive.org/details/ensayosunam01unam
ENSAYOS
OBRAS DEL AUTOR Pesetas.
Paz en la guerra Fé,
1
(novela).
Madrid; Fernando 4
897
De
la enseñanza superior en España. Madrid; Revista Nueva, 899
i
1
,50
Amor
y Pedagogía (novela). Barcelona; Henrich y C.^, 1902
Paisajes. (Colección Colón.) Salamanca, 1902..
De
.
.
mi país. (Descripciones relatos y artiailos de costumbres). Madrid; Fernando Fé, 1903
3
0,75
y
Poesías.
3
Don
Quijote y Sancho, según Miguel de Cervantes Saavedra^ explicada y comentada. (Segunda edición, adicionada con un nuevo ensayo.) Madrid; Renacimiento, 1914
Vida de
3,50
Fernando Fé; Victoriano Suárez. Ma-
drid, 1907
3
Recuerdos de niñez y de mocedad. Madrid; Fernando Fé, Victoriano Suárez, 1908
3
Mi religión y otros ensayos. Madrid; Renacimiento, 1910
3,50
Por tierras de Portugal y de España. Madrid; Renacimiento, 19 10
Rosario de sonetos
3,50
líricos. Madrid;
Fernando
Fé, Victoriano Suárez, 1911
3
Soliloquios y conversaciones, Madrid; Renacimiento, 191 1
3,50
Contra esto y aquello. Madrid; Renacimiento,
El
1912
3,50
espejo de la muerte (novelas cortas). Madrid;
Renacimiento
Del sentimiento trágico de la
i
vida.
Madrid;
Renacimiento, 1913
Niebla (novela). Madrid; Renacimiento, 1914.
3iS0 .
.
3,50
ENSAYOS UNAMUNO
MIGUEL DE
PUBLICACIONES DE LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES SBRIB
II
— VOL.
5
MADRID I
9
I
6
Es propiedad.
Queda hecho
el
depósito que marca la ley.
Madrid: Imp. de Fortanet, Libertad, 39.
ADVERTENCIA PRELIMINAR
.
EMPRENDO el coleccionar en volúmenes los ensayos que sobre diversos
y muy
variados asuntos he venido publicando desde
1894 a 1911 en diferentes revistas españolas
*
Al repasarlos para darlos de nuevo a luz pública y al corregir las pruebas
me han
en-
trado muchas veces ganas de introducir en ellos sustanciales alteraciones, pero he resis-
tido
a semejante tentación. Los dejo, pues,
tales
y como
salieron de
mi pluma en
tos periodos de mi vida mental
y con
distin-
las ín-
timas contradicciones a ello inherentes.
No
va el que hoy soy yo a corregir al que
fui,
sino en
muy menudos casos de
equivocacio-
nes de hecho.
En mucho *
he cambiado de parecer y de
— anterior,
El único que lleva fecha de 1894
de este volumen —, irá en
el
segundo
,
a
fin
unidad de los cinco ensayos que forman ticismo».
cri-
pues, a los
de no romper la
r='f,'»^i
TOMO
aquí los términos castizo y casti-
cismo en
la
mayor amplitud de su sentido
corriente.
Castizo, deriva de casta, así como casta del adjetivo casto, puro.
Se
aplica de ordinario el
vocablo casta a las razas o variedades puras de especies animales, sobre todo domésticas, y así es
como
se dice de un perro que es «de buena
casta», lo cual originariamente equivalía a decir
que era de raza pura, íntegra, ticismo alguno.
sin
mezcla
De este modo castizo
puro y sin mezcla de elemento extraño.
nemos en cuenta que
lo castizo
vocablo mismo viene enquistado
tiguo, fuente de miles de errores
que
las razas
Y
se estima
cualidad excelente y ventajosa, veremos el
ni
el
mes-
viene a ser si
te-
como
cómo en
prejuicio an-
y daños, de creer
llamadas puras y tenidas por tales
son superiores a las mixtas, cuando es cosa probada, por ensayos en castas de animales domés2
DE UN A MUÑO
M.
18
ticos
y por
además, que
la historia
ñoso y hasta infecundo a to de razas te
larga todo cruzamien-
la
muy diferentes,
bien es da-
si
es, sin
embargo, fuen-
de nuevo vigor y de progreso todo cruce de
castas donde las diferencias no preponderen de-
masiado sobre
Se usa
lo
el
más
fondo de común analogía. a
menudo
tizo para designar a
la
el calificativo
lengua y
de cas-
al estilo.
Decir
en España que un escritor es castizo, es dar a entender que se
le
Escribe claro
cree el
más español que
a otros.
que concibe o imagina
con vigor quien con vigor piensa, por ser
gua un vestido trasparente
del pensamiento;
hasta cuando uno, preocupado con
hacerse
claro, la len-
y
el
deseo de
estilo, se lo forma artificioso
y pegadi-
zo, delata un espíritu de artificio
decirse de
él lo
que de
mintiendo revelan
el
y pega, pudiendo que aun
las autobiografías,
alma de su autor. El
cismo del lenguaje y del
estilo
casti-
no son, pues, otra
cosa que revelación de un pensamiento castizo.
Recuerde a este propósito
el
lector cuáles son,
entre los escritores españoles de este siglo, los
que pasan por más castizos y cuáles por menos, y vea si entre aquéllos no predominan los más apegados a doctrinas tradicionales de vieja capa castellana,
y entre los otros
los que,
dejándose penetrar
de cultura extraña, apenas piensan en castellano.
ENSAYOS Pienso
ir
19
aquí agrupando las reflexiones y su-
me han
gestiones que
ocurrido pensando en torno
a este punto del casticismo, centro sobre que gira torbellino de problemas
que suscita
el
estado men-
de nuestra patria. Si las reflexiones que voy a
tal
apuntar logran sugerir otras nuevas a alguno de mis lectores, a uno solo, y aunque sólo sea despertándole una humilde idea dormida en su mente,
una la
sola, mi trabajo tendrá
más recompensa que
de haber intensificado mi vida mental, porque
a una idea no
hay que mirar por de fuera, envuel-
nombre para abrigarse y guardar la decencia, hay que mirarla por de dentro, viva, ca-
ta en el
con alma y personalidad. Sé que en el peor aunque estas hojas se sequen y pudran en memoria del lector, formarán en ella capa de
liente,
caso, la
mantillo que abone sus concepciones propias.
Lo más de
No
importa.
rio lo
lo
que aquí lea
Hace mucha
le será familiarísimo.
falta
que se repita a
que a diario de puro sabido se olvida, y
piense
el lector
en este terrible y
Me conviene advertir, ante todo, ritu notariesco
y
silogístico,
fatal al
como
obra de
la
él
que
entenderá él
hallará retórica el
la
fenómeno.
lector de espí-
que aquí no se prue-
ba nada con certificados históricos se, tal
dia-
ni
de otra
cla-
prueba; que esto no es
llamaría ciencia; que aquí sólo
que ignore que
el
silogismo es
M.
20
DE UNAMUNO
una mera figura de dicción.
Me conviene también
prevenir a todo lector respecto a las afirmaciones cortantes y secas que aquí leerá y a las contradic-
ciones que
parecerá hallar. Suele buscarse
le
verdad completa en
el
justo medio por
el
la
méto-
do de remoción, via remotionis, por exclusión de
los
extremos, que con su juego y acción mutua
engendran a una
el
ritmo de la vida,
sombra de verdad,
ferible, creo, seguir otro
fría
así sólo se llega
y
y nebulosa. Es pre-
método,
el
de afirmación
alternativa de los contradictorios; es preferible
hacer resaltar
la
del lector para
fuerza de los extremos en
que
el
medio tome en
el
alma
ella vida,
que es resultante de lucha.
Tenga, pues, paciencia cuando
el
tras reflexiones tuerza a un lado,
en su ondulación tuerza ca así en su ánimo
al
otro
ritmo de nues-
y espere a que
y deje se produz-
la resultante, si
es que lo logro.
Bien comprendo que este proceso de vaivén de hipérboles arranca de defecto mío, mejor dicho,
de defecto humano; pero
ello
da ocasión a que
el
lector colabore conmigo, corrigiendo con su sere-
nidad
el
mal que pueda encerrar
to rítmico de contradicciones.
tal
procedimien-
ENSAYOS
21
I
Elévanse a diario en España amargas quejas
porque
ahoga
la
cultura extraña nos invade
lo castizo,
gún dicen
y va zapando poco a poco, se-
los quejosos, nuestra personalidad na-
cional. El río,
pea en
y arrastra o
jamás extinto, déla invasión euro-
nuestra patria, aumenta de día en día su
caudal y su curso, y
al
presente está de crecida,
fuera de madre, con dolor de los molineros a quie-
nes ha sobrepasado las presas y harina.
do
la
tal
vez mojado
Desde hace algún tiempo se ha
la
precipita-
europeización de España; las traducciones
pululan que es un gusto; se lee entre cierta gente lo extranjero
más que
lo nacional
y
los críticos
de
más autoridad y público nos vienen presentando literatos o
pensadores extranjeros. Algunos hay
que han hecho en este sentido por cional
más que en
la
cultura na-
otro cualquiera, abriéndonos
apetito de manjares de fuera, sirviéndonoslos
o menos aderezados a
la
española.
Y
hasta
el
más
Me-
néndez y Pelayo, «español incorregible que nunca ha acertado a pensar más que en castellano» (así lo cree
por lo menos, cuando lo dice), que a
los veintiún años, «sin
conocer del mundo y de los
DE UNAMUNO
M.
22
hombres más que
lo
jó a los molineros
y surgió
que dicen
los libros», regoci-
a la vida literaria, de-
fendiendo con brío en «La Ciencia Española» la
causa del casticismo, dedica
lo
mejor de su «His-
en España», su parte
toria
de
más
sentida, a presentarnos la cultura europea
las ideas estéticas
contemporánea, razonándola con una exposición aperitiva.
vivas, hay
Cada vez
se cultivan
muchos ya que
más
las
casi piensan
aun cuando prescindamos de
en
los efectos
dado ocasión a que corra por ahí y se
lenguas ellas, y que han
utilice
«Diccionario de galicismos», nos hallamos
un
ame-
nudo con escritores que escriben francés traducido a un castellano de regular corrección gramatical.
me
«¡Mi yo, que chelet,
agua
De
arrancan mi yo!», gritaba M¡-
y una cosa análoga gritan
al cuello,
los que,
con
el
se lamentan de la crecida del río.
cuando en cuando, agarrándose a una mata de
la orilla,
lanza algún reacio conminaciones en esa
lengua de largos y ampulosos ritmos oratorios que parece se hizo de encargo para celebrar las venerandas tradiciones de nuestros mayores, za del altar y
de
las
el
la alian-
trono y las glorias de Numancia,
Navas, de Granada, de Lepanto, de Otum-
ba y de Bailen.
Más
bajo,
mucho más bajo y no en tono
orato-
ENSAYOS torio,
23
no deja de oirse a las veces
los despreciadores
propio.
el
murmullo de
sistemáticos de lo castizo y
No
faltan entre nosotros quienes, en el
la
confianza, revelan hiperbólicamente
seno de
sus deseos manifestando un voto análogo
Renán cuando iban
dicen expresó
al
que
los alem.anes
sobre París, exclamando: ¡que nos conquisten! Estaría sin duda pensando entonces
el
historiador
del pueblo de Israel en aquella doctrina con tanto
amor puesta por
él
de realce, en aquella doctrina
de anarquismo y de sumisión de que fué profeta Jeremías en los días del rey Josías, los israelitas se sometieran al
para que, purificados en tierro
la
al
yugo de
pedir que
los caldeos
esclavitud y
el
des-
de sus disensiones y vicios internos, pu-
dieran llegar a ser
el
pueblo de
la justicia del
Señor.
Mas rifica,
no hace
falta
conquista, ni
porque a su pesar y no por
los pueblos.
No
la
conquista pu-
ella,
se civilizan
hizo falta que los alemanes con-
quistaran a Francia; sirvió la paliza del 70 de du-
cha que hiciera brotar y secarse las corrupciones del
segundo imperio. Para nosotros tuvo un efecto
análogo
ia
francesada. El
dos sentidos neración
,
la
Dos de Mayo
es en to-
fecha simbólica de nuestra rege-
y son hechos que merecen meditación
detenida, hechos palpitantes de contenido,
el
de
M.
24
DE UNAMUNO
que Martínez Marina,
teorizante de las Cortes
el
de Cádiz, creyera resucitar nuestra antigua teoría
de
Cortes mientras insuflaba en
las
ella los
principios de la revolución francesa, proyectando
en
pasado
el
el ideal del
porvenir de entonces,
el
que un Quintana cantara en clasicismo francés
la
guerra de
li-
la
Independencia y a nombre de
la
bertad patria, libertad del 89, y otros hechos de la
misma casta que
sa, pero para
estos.
La invasión fué
que germinen en un suelo
tes no basta echarlas en
él,
porque
las
doloro-
las simien-
más
se pu-
dren o se las comen los gorriones: es preciso que antes la reja del arado desgarre las entrañas de la tierra,
y
al
desgarrarla suele tronchar flores
vestres que
al
sil-
morir regalan su fragancia. Si
arador es un Burns se enternece y dedica un
no recuerdo poético, una lágrima cristalizada, a pobre margarita segada por
la reja
,
el
tierla
pero sigue
arando, y así sus prójimos sacan de su trabajo pan
para
el
cuerpo y reposo para
margarita, podrida en
Lo mismo menos que
los
los
el
alma, mientras la
que piden que cerremos o poco
y pongamos puertas al campo que piden más o menos explícitamente que
las fronteras
nos conquisten, se salen de
de
el
surco, sirve de abono.
las cosas,
trados por
de
la
la
verdadera realidad
eterna y honda realidad, arras-
el espíritu
de anarquismo que llevamos
ENSAYOS todos en
el
25
meollo del alma, que es
el
pecado
ori-
ginal de la sociedad humana, pecado no borrado
por
largo bautismo de sangre de tantas gue-
el
rras.
Piden un nuevo Napoleón, un gran anarquis-
ta, los
que tiemblan de
y mantienen
la
las
bombas
del anarquismo
paz armada, fuente de
Es una idea arraigadísima y
él.
satánica,
sí,
satá-
nica, la de creer que la subordinación ahoga la
individualidad, que hay que resistirse a aquélla o
perder ésta. Tenemos tan deformado
el
cerebro,
que no concebimos más que ser o amo o esclavo, o vencedor o vencido, empeñándonos en creer que la
emancipación de éste es
llegado
la
ceguera
al
la ruina
de aquél.
Ha
punto de que se suele llamar
individualismo a un conjunto de doctrinas condu-
centes a
la
ruina de
la
individualidad,
al
terismo tomado en bruto. Por fortuna,
de éste cuando nació potente fué libertad
de
las
y
la
el
manchesla
esencia
soplo de la
desaparición de las trabas artificiales,
cadenas tradicionales; aquel «dejad hacer y
dejad pasar» que predicaron los economistas or-
todoxos ban,
la
traerá la ley natural que ellos busca-
verdadera y honda ley natural
que ha producido
la
social, la
sociedad misma, su ley de
vida, la ley de solidaridad
y subordinación. Más
que ley natural es ésta sobrenatural, porque va
la
naturaleza
al
ideal naturalizándola
ele-
más y
DE UNAMUNO
M.
26
más. Pero así como los que hoy se creen
legíti-
mos herederos del manchesterismo porque guardan su cadáver, se alian a los herederos de los
que el
le
combatieron, y se alian a éstos para ahogar
alma de
que
la libertad
encadenó,
manchesterismo des-
el
así conspiran a
un
fin los
que piden
muralla y los que piden conquista. Querer enquis-
y que se haga una cultura lo más exclusiva posible, calafateándose y embreándose
tar a la patria
a los aires colados de fuera
creer
más perfecto
su comida,
la
al
frío.
la
,
al
relojero parisiense
llaman preferir
en cuyo corazón resuena grata
que
la felicidad
sueño; hay muchos la
voz de
la tenta-
dice: «o todo o nada».
ción satánica que cierto
que
selva moriría acaso de hambre y de
Hay muchos que
a la civilización, el buscar el
Es
parte del error de
que en su selva caza
prepara, fabrica sus armas, cons-
truye su cabana, que
puesto en
indio
los
que van de cara
al sol
están
expuestos a que los ciegue éste, pero los que ca-
minan de espaldas por no perder de vista su sombra de miedo de perderse en la
sombra guía
al
el
camino ¡creen que
cuerpo! están expuestos a tro-
pezar y caer de bruces. Después de todo, aun así
caminan hacia adelante, porque nir les dibuja la
sombra
el sol del
del pasado.
porve-
ENSAYOS
27
II
Piden algunos ciencia y arte españoles, y este es
en que, después de oirles despacio, no
el día
sabemos bien qué es ello... tas cosas
atan-
¡se llama ciencia
y a tantas se llama
Dicen
arte!
los pe-
riódicos que la ciencia dice esto o lo otro cuan-
do habla un hombre, ¡como espíritu santo!
ciencia fuera un
si la
y aunque nadie
cree en tan grosera blasfemia
si ,
se para a pensar las
gentes no se
paran de ordinario a pensar y arraigan en
punidad
los disparates.
la
im-
Los más atroces, aquellos
de que se apartan todos
si
los
ven desnudos,
sir-
ven de base a razonamientos de todos, dan vida a argumentos y pseudo-razones que engendran vez violencias y actos de salvajismo.
A
todos nos enseñan
vidamos
al
lo
que es ciencia, y
tiempo mismo que
lo
a su
lo ol-
estamos apren-
diendo, en un solo acto. Olvidamos que
la
ciencia
es algo vivo, en vías de formación siempre, con
su fondo formado y eterno y su
proceso de
cambio.
De del
puro sabido se olvida que
mundo no
la
representación
es idéntica en los hombres, porque
no son idénticos
ni
sus ambientes
ni las
formas de
M.
28
DE UNAMUNO
SU espíritu, hijas de un proceso de ambientes.
Pero
si
todas las representaciones son diferentes,
todas son traducciones de un solo original, todas se reducen a unidad, que
no los hombres no se
si
entenderían, y esa unidad fundamental de las dis-
humanas es
tintas representaciones
posible el lenguaje
y con éste
Como cada hombre, sentación propia y en
preferencia a
tal
lo
que hace
la ciencia.
cada pueblo tiene su repre-
la ciencia
rama o
tal
se distingue por su
método, pero no pue-
de en rigor decirse que haya ciencia nacional guna. Todo trivialísimo
al-
que se repita y vuelva a repetir
lo
lugarcomún de que
la ciencia
el
no tiene
nacionalidad, todo será poco, porque siempre se lo olvidará
de puro sabido y siempre se hará
ciencia para cohonestar actos de salvajismo é justicia.
sacia
y
¡Cuánto no ha influido la
Lorena en
el
la
suerte de
la
in-
Al-
cultivo de la sociología en
Francia y Alemania! La obra de Malthus, ¿no tuvo
como razón de
ser el propinar un bálsamo a la
conciencia turbada de los ricos? El proceso eco-
nómico o
el político
ciencias respectivas.
explican
¡Cuan
el
lejos
proceso de sus
estamos de
la
verdadera religiosidad, de \apietas que anhelaba Lucrecio, de poder contemplarlo todo con alma
serena paccata posse
omnia mente
tiieri!
Si hablamos de geometría alemana o de química
ENSAYOS
29
inglesa, decimos algo, ¡y no es poco decir algo!,
pero decimos más
cia
si
Y
nica o escocesa.
hablamos de
no se da nunca pura
más que
ella la
la
la cien-
geometría y
química y muchísimo más
sofía, llevan algo
científico,
porque
,
germá-
filosofía
decimos algo, porque
en
si
la filo-
de pre-científico y de sub-
de sobre-científico, como se quiera, de
intra-científico
en realidad y este algo va teñido
de materia nacional. Esto en
filosofía es
enorme,
es el alma de esa conjunción de la ciencia con el arte,
y por
da de bre la
ello tiene tanta vida,
intra-filosofía.
el silencio, la
Y
es que, corno
ciencia se asienta
ignorancia viva. Sobre
que
el
sonido so-
y vive sobre
ignorancia viva, por-
la
principio de la sabiduría es saber ignorar;
el
sobre
por estar preña-
la
viva y no sobre
muerta como quieren
la
asentarla los que piden ciencia de proteccionismo.
Y
aquí tolere
el
lector que dejando por el pronto
suspendido este oscuro cabo suelto prosiga
al hilo
de mis reflexiones.
La representación brota ambiente mismo es quien elevarse. Aquí se cumple el
del ambiente, pero el
le el
impide purificarse y misterio de siempre,
verdadero misterio del pecado original,
denación de po. Así to, al
la
idea al tiempo
vemos que
que
le
el
y
al
espacio,
la al
con-
cuer-
nombre, cuerpo del concep-
da vida y carne, acaba por ahogarle
M.
30
muchas veces
modo
si
la ciencia,
vulgar, ligado
al
DE UN A MUÑO no sabe redimirse. Del mismo
que arrancando del conocimiento ambiente exclusivo y nacional,
empieza sirviéndose de si
la
lengua vulgar, moriría
poco a poco no fuera redimiéndose, creando su
tecnicismo según crece, haciéndose su lengua universal conforme se eleva de la concepción vulgar.
A
no ser por
el latín,
no hubiera habido
filosofía
Edad Media; al latín universal y muerto debió su cuerpo y su pecado original tamescolástica en la
bién.
Un
conocimiento va entrando a ser científico
conforme se hace más preciso y organizado, conforme va pasando de cuantitativa.
la
precisión cualitativa a la
En un tiempo
verdadera ciencia
la
científica era la matemática; la física
en
el
dinándose a
la
mecánica racional, se ha hecho ma-
temática y se ha pasado de ca
al
ha entrado
período realmente científico cuando subor-
la
alquimia a
la
quími-
reducir la previsión cualitativa de cambios
químicos a previsión cuantitativa según peso, nú-
mero y medida. Este proceso mil maravillas
lo
Whewell y Spencer. Refresque
lector sus enseñanzas, medite ellas
han descrito a
las el
un rato acerca de
y sigamos.
A
medida que
la ciencia,
sión
meramente
cualitativa a la cuantitativa,
pasando de
la
previ-
va
ENSAYOS purificándose de
la
31
concepción vulgar, se despoja
poco a poco del lenguaje vulgar, que sólo expresa cualidades para revestirse del racional, científico,
que tiende a expresar
tizos
lo cuantitativo.
Los cas-
nombres agua fuerte, sosa, piedra infer-
nal, salitre, aceite de vitriolo, evocan en quien
conoce esos cuerpos
la
imagen de un conjunto de
cualidades, cuyo conocimiento es útilísimo en la vida, pero los
nombres ácido nítrico, carbonato
sódico, nitrato de plata, nitrato potásico, áci-
do
sulfúrico, despiertan una idea
más
precisa de
esos cuerpos, marcan su composición, y no ya estos nombres, las fórmulas que apenas se agarran al
lenguaje vulgar por un
AgN03, KNO3,
hilillo,
H N O3 N a C O^, ,
H.¿S04, suscitan un concepto
cuantitativo de esos cuerpos. El que conoce
vinagre como CjH^O, y
como Cj HyOH, sabe de más que
el
que sólo
los
el
espíritu de vino
éstos, científicamente,
conoce por
el
gar y castizo. ¡Cuan preferible es
CcH¡(0H)2
el
nombre la
vul-
fórmula
a este terminacho, híbrido de lengua
vulgar y científica, metahidroxibencina! la distinción lingüística
Ya
en
entre ácido sulfuroso
y
ácido sulfúrico iba un principio de distinción científica, pero, ¡cuánto
mayor es
rencia de fórmulas H.^SOs y
ésta en la dife-
H^SOJ Como
el
cardo corredor, asilos conceptos científicos, cuan-
DE UNAMUNO
M.
32
do rompen
el
lazo que les ataba a las raíces ente-
rradas en
el
suelo en que nacieron, es cuando
pueden,
mundo.
libres,
¡Si
ir
todas las ciencias pudieran hacerse un
álgebra universa!,
economía
a esparcir su simiente por el
política
si
pudiéramos prescindir en
la
de esas condenadas palabras de
valor, riqueza, renta, capital, etc., tan preña-
das de vida, pero tan corrompidas por pecado ginal!
Un
álgebra les serviría de bautismo a
que extraeríamos ciencia de su fondo
la
ori-
vez
histórico,
metafórico.
Aquí tenemos la ventaja griega en
griego
el
¿Que ¡Como tuviera
y que perdiendo
permitan
el
vuelo de
esto es abogar por
¡Como
idea?
si
empleo de
la
lengua
tecnicismo científico, que estén en
los vocablos
la tradición
del
si
las
la
el
peso de
la idea.
fórmula y contra
la
fórmulas no tuvieran vida!
una nube que descansa en un risco no
más vida que
el
risco mismo! ¡Nebulosi-
dades!... de ellas baja la lluvia fecundante, ellas
llevan a que se sedimente en el valle el detritus
de
la roca.
de
la
Cuando no se cree más que en
la
vida
carne, se camina a la muerte.
¡Qué hermoso fué aquel gigantesco esfuerzo de Hegel,
el
último titán, para escalar
el cielo!
¡Qué
hermoso fué aquel trabajo hercúleo por encerrar el
mundo todo en fórmulas
vivas, por escribir el
ENSAYOS
33
álgebra del universo! ¡Qué hermoso y qué fecundo!
De
las ruinas
de aquella torre, aspiración a
la
ciencia absoluta, se han sacado cimientos para la ciencia positiva y sólida; de las migajas de la
mesa
hegeliana viven los que más
Com-
prendió que
el
mundo de
denigran.
la
la ciencia
son formas en-
chufadas unas en otras, formas de formas y formas
de estas formas en proceso inacabable, y quiso cénit del cielo de nuestra razón,
y
forma suprema hacernos descender a
la
levantarnos
desde
la
al
realidad, que iría purificándose
y abriéndose
a
nuestros ojos, racionalizándose. Este sueño del
Quijote de
ha dado alma a muchas
la filosofía
mas, aunque
le
pasó
lo
que
al
al-
barón de Münch-
hausen, que quería sacarse del pozo tirándose de las orejas.
nacional, y
Tenía que hablar una lengua, lengua el
lenguaje
empresa, que era hacernos dioses.
humano es pobre para
empresa nada menos que de
la
Fué— dicen algunos— la
ción del satanismo
tal
'
y luego ha venido
revelael
con-
vertirse Nabucodonosor, que quiso ser dios, en
bestia
*
Por
y andar hozando
serlo,
el
suelo para extraer raí-
admiran a Hegel los que adoran a Satanás
al revés, los que en realidad creen en una especie de divini-
dad de que son dos formas Dios y tas que creen lo
el
Demonio, los absolutis-
más lógico dentro
del liberalismo, el anar-
quismo. 3
DE UN A Ai UNO
M.
34
ees de que alimentarse. Esta es una atroz blasfe-
mia en que nos detendremos más adelante. ¡Formas enchufadas unas en otras, formas de formas y formas de estas formas en proceso acababable es
busca des!
el
mundo de
lo cuantitativo
Pero
si
la ciencia,
de que brotan
en que se
las cualida-
dentro de las formas se halla
tidad, dentro de ésta
in-
hay una cualidad,
can-
la
lo intra-
cuantitativo, el
quid divinum. Todo tiene entra-
ñas, todo tiene
un dentro, incluso
la ciencia.
Las
formas que vemos fuera tienen un dentro como
tenemos nosotros, y
así
como no
mos, sino que nos somos, servirá definir
que para
amor,
si
Cuando oigo el
no
lo
sintiéramos?
la
queja de mi prójimo,
ojo es una forma enchufadora de otras,
siento dolor en mis entrañas la
sólo nos conoce-
son. ¿De qué nos
olvida que las cosas son, que tienen
¡Cómo se entrañas!
el
ellas
le
revelación del ser.
y a través
A través
del
del amor,
amor llegamos
a las cosas con nuestro ser propio, no con
la
men-
te tan sólo, las
hacemos prójimos, y de aquí bro-
ta el arte, arte
que vive en todo, hasta en
cia,
porque en
el
la cien-
conocimiento mismo brota del
ser de que es forma
la
mente, porque no hay
luz,
por fría que parezca, que no lleve chispa de calor.
Por natural prende todo
el
instinto
y por común sentido com-
mundo que
al
decir arte castizo,
ENSAYOS
35
arfe nacional, se dice más que castiza, ciencia nacional, que
al si
decir ciencia
cabe preguntar
qué se entiende por química inglesa o por geo-
metria alemana, es mucho más ro el hablar de
inteligible
y
cla-
música italiana, de pintura es-
pañola, de literatura francesa. El arte parece ir
más asido
al
ser y éste más ligado que
te a la nacionalidad,
la
men-
y digo parece porque es apa-
riencia.
El arte no puede desligarse de la lengua tanto
como
la ciencia, ¡ojalá
la pintura,
pudiera! Hasta la música
y
que parecen ser más universales, más
desligadas de todo laconismo y temporalismo, lo están y no poco; su lengua no es universal, sino
en cierta medida, en una medida no mayor que
de
la
gran literatura. El arte más algébrico,
sica, es
En
alemana o francesa o
la literatura,
la
la
mú-
italiana.
aquí es donde la gritería es ma-
yor, aquí es donde los proteccionistas pelean por lo castizo, al
aquí donde más se quiere poner vallas
campo. Dicen que nos invade
cesa, que languidece
etcétera, etc.
y muere
la literatura fran-
el
teatro nacional,
Se alzan lamentos sobre
la
descas-
tación de nuestra lengua, sobre la invasión del
barbarismo.
Y
he aquí otra palabra pecadora,
corrompida. Al punto de
barismo
al
oiría,
asociamos
el
bar-
sentido corriente y vulgar de bárbaro;
DE UNAMUNO
M.
36
inconcientemente, suponemos que
querer,
sin
hay algo de barbarie en
el
barbarismo, que
la in-
vasión de éstos lleva nuestra lengua a la babarie,
recordar— que también esto se olvida de puro
sin
sabido
— que
principio de
regeneración de
pea ahogada bajo
el
la
cultura euro-
la senilidad del
imperio deca-
mismo modo,
dente. Del
bárbaros fué
invasión de los
la la
a
una invasión de atro-
ces barbarismos debe nuestra lengua gran parte
de sus progresos,
v. g., a la invasión del barba-
rismo krausista, que nos trajo aquel movimiento tan civilizador en España. El barbarismo será
vez
lo
tal
que preserve a nuestra lengua del salva-
jismo, del salvajismo a que caería en manos de los
que nos quieren en
la
selva donde
se basta. El barbarismo produce
bre,
como
otra parte
la ,
al
vacuna, pero evita
el
salvaje
pronto una
fie-
la viruela.
Por
son barbarismos los galicismos y los
germanismos actuales, y, ¿no
lo
hebraísmos de Fr. Luis de León
de Cervantes o
el
,
eran acaso los los italianismos
sinnúmero de latinismos de
nuestros clásicos? El mal no está en la invasión del barbarismo,
sino en lo poco asimilativo de
nuestra lengua, defecto que envanece a muchos. El arte por fuerza ha de ser ciencia, pero
más
castizo que la
hay un arte eterno y universal, un
arte clásico, un arte sobrio en color local y tem-
ENSAYOS poral,
un arte que sobrevivirá
37
al
olvido de los cos-
tumbristas todos. Es un arte que toma
ahora
el
aquí como puntos de apoyo, cual Anteo
la
tierra para recobrar a su contacto fuerzas; es
un
y
el
arte que intensifica lo general con la sobriedad
vida de lo individual, que hace que
y
verbo se
el
haga carne y habite entre nosotros. Cuando se haga polvo
el
museo de
retratos que acumulan
nuestros fotógrafos, retratos que sólo a los parientes interesan, que en cuanto
arranca de echarlo
al
los tipos
la
pared
hijo el
el
el
padre
del abuelo para
Rastro, cuando se hagan polvo, vivirán eternos.
A
ese arte eterno pertenece
nuestro Cervantes, que en
Don
muere
el
sublime
final
Quijote señala a nuestra España, a
de su la
de
hoy,
el
camino de su regeneración en Alonso Qui-
jano
el
Bueno; a ese pertenece porque de puro
español llegó a una como renuncia de su españolismo, llegó
al
hombre que
espíritu universal, al
duerme dentro de todos nosotros.
Y
es que
el
fruto de toda sumersión hecha con pureza de espíritu en la tradición, cia, es,
cuando
la
de todo examen de concien-
gracia
humana nos
toca, arran-
carnos a nosotros mismos, despojarnos de
la
carne
individualmente, lanzarnos de la patria chica a la
humanidad.
Dejemos
esto,
que a
ello
volveremos más des-
M.
38
pació.
DE UNAMUNO
Volveremos a mirar
el
localismo y temporalismo,
costumbrismo, la
invasión de las
minucias fotográficas y nuestra salvación en arte eterno. Reproduciré
no último capítulo de
y comentaré aquel
Don
retenga
al
divi-
jornada vea claro
ve en
No
lector de seguirme la aparente in-
coherencia que aquí reina; espero que
y tan muerto
el
Quijote, que debe ser
nuestro evangelio de regeneración nacional. le
el
el hilo,
y además
al fin
de
la
¡es tan difícil
alinear en fila lógica lo
que se mue-
círculo!
III
Si no tuviera significación viva lo de ciencia
y
arte españoles, no calentarían esas ideas a ningún espíritu,
no habrían muerto hombres, hombres
vivos, peleando por lo castizo.
Pero mientras no nos formemos un concepto vivo, fecundo, de la tradición, será de desviación
todo paso que demos hacia adelante del casticismo.
Tradición, de tradere, equivale a «entrega», es lo que pasa de uno a otro, trans, un concepto
hermano de
los
de transmisión, traslado, tras-
paso. Pero
lo
que pasa queda, porque hay algo
ENSAYOS que sirve de sustento sas.
Un momento
que lleva en
es
el
perpetuo
al
flujo
de
las co-
producto de una serie, serie
pero no es
sí,
39
el
mundo un
caleidos-
copio. Para los que sienten la agitación, nada es
nuevo bajo
y éste es estúpido en
el sol,
la
tonía de los días; para los que viven en tud, cada
Es
mono-
la
quie-
nueva mañana trae una frescura nueva. que
fácil
lector tenga olvidado de puro
el
sabido que mientras pasan sistemas, escuelas y teorías va formándose el sedimento de las verda-
des eternas de
eterna esencia; que los ríos que
la
van a perderse en
el
mar arrastran
montañas y forman con
él
detritus de las
terrenos de aluvión; que
a las veces una crecida barre la capa externa
y la
corriente se enturbia, pero que, sedimentado el limo, se enriquece el
pacto y firme de el río del
de
esencia y
progreso que
Hay una la
la
campo. Sobre
le
el
el
suelo com-
arte eternos corre
fecunda y acrecienta.
tradición eterna, legado de los siglos,
la ciencia
y
el
arte universales
y eternos; he
aquí una verdad que hemos dejado morir en nosotros repitiéndola
Hay una
como
el
Padrenuestro.
tradición eterna,
como hay una
tradi-
ción del pasado y una tradición del presente.
aquí nos sale
al
Y
paso otra frase de lugar común,
que siendo viva se repite también como cosa muerta, y es
la frase
de
«el
presente
momento
M.
40
histórico».
¿Ha pensado en
hablar de un
al
Dh UNAMUNO Porque
ello el lector?
momento presente histórico se
dice que hay otro que no lo es, y así es en verdad.
Pero
si
hay un presente histórico, es por haber
una tradición del presente, porque
la tradición
es
sustancia de la historia. Esta es la manera de
la
concebirla en vivo, ria,
como
la
sustancia de
como su sedimento, como
intra-histórico,
de
lo
la
inconciente en
Merece esto que nos detengamos en Las olas de
la historia,
ma que reverbera tinuo, hondo,
al sol,
la histo-
revelación de lo la historia.
ello.
con su rumor y su espu-
ruedan sobre un mar con-
inmensamente más hondo que
la
capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo nunca llega
tan a diario los periódicos,
lo
la historia
«presente momento histórico» perficie del
Todo
el sol.
,
que cuentoda del
no es sino
la su-
mar, una superficie que se hiela y
cristaliza en los libros
y registros, y una vez
talizada así, una capa dura, no
cris-
mayor con respec-
to a la vida intra-histórica que esta pobre corteza
en que vivimos con relación
al
inmenso foco
ar-
diente que lleva dentro. Los periódicos nada dicen
de
la
vida silenciosa de los millones de hombres
sin historia
que a todas horas del día y en todos
los países del sol
globo se levantan a una orden del
y van a sus campos a proseguir
la
oscura y
si-
E^SÁVOS lenciosa labor cotidiana
como
de
la
las
41
y eterna, esa labor que
madréporas suboceánicas echa
bases sobre que se alzan los islotes de
Sobre
el
las
la historia.
apoya y vive
silencio augusto, decía, se
sonido; sobre la inmensa humanidad silenciosa
el
se levantan los que meten bulla en la historia. Esa
vida intra-histórica, silenciosa y continua
fondo mismo del mar, es
tradición mentira
la
el
sustancia del progre-
la
verdadera tradición,
so, la
como
la tradición
que se suele
ir
eterna, no
a buscar
al
pa-
sado enterrado en libros y papeles y monumentos
y
piedras.
Los que viven en dos
al
«presente
por las olas en
la
el
mundo, en
momento
la historia, ata-
histórico», peloteados
superficie del
tan náufragos, éstos no creen
mar donde se
más que en
las
agi-
tem-
pestades y los cataclismos seguidos de calmas, éstos creen que la vida.
de
la
Se ha hablado mucho de una reanudación que
la
reanudó en
brota de
la
no historia,
historia de España, y
parte fué que
que
puede interrumpirse y reanudarse
las olas
la historia
lo
son olas del mar quieto y eterno.
No
fué la restauración de 1875 lo que reanudó la historia
de España; fueron
que siguieron haciendo llos
lo
los millones
mismo que
millones para los cuales fué
después que
el
el
de hombres antes, aque-
mismo
el sol
de antes del 29 de Setiembre de
DE UNAMUNO
M.
42
1868, las mismas sus labores, los mismos los cantares con que siguieron el surco déla arada,
Y
no
reanudaron en realidad nada, porque nada se había roto.
Una
ola
no es otra agua que otra, es
misma ondulación que corre por ¡Grande enseñanza
la del 68!
historia se hacen sordos
¿cuántos gritaron
el
la
mismo mar.
el
Los que viven en la
Vamos
al silencio.
68? ¿A cuántos
les
a ver,
renovó
la
vida aquel «destruir en medio del estruendo lo
como
existente»,
decía Prim?
Lo
más de
repitió
una vez: «-¡Destruir en medio del estruendo los obstáculos!» Aquel bullanguero llevaba en
alma el
el
amor
al
ruido de
la historia;
pero
si
el
se oyó
ruido es porque callaba la inmensa mayoría de
los españoles,
se oyó
estruendo de aquella
el
tempestad de verano sobre
el silencio
augusto del
mar eterno.
En
este
mundo de
los silenciosos,
do del mar, debajo de la
verdadera tradición,
no en
el
la historia, la
en este fon-
es donde vive
eterna, en
el
presente,
pasado muerto para siempre y enterrado
en cosas muertas. En
que buscar
la tradición
el
fondo del presente hay
eterna, en las entrañas del
mar, no en los témpanos del pasado, que
al
que-
rer darles vida se derriten, revertiendo sus aguas al
mar. Así
como
la historia, la
la tradición
es la sustancia de
eternidad lo es del tiempo,
la histo-
ENSAYOS ria es la
de
la
forma de
eternidad.
la
Y
la
La
tradición
como
tiempo
el
la
buscar la tradición en el pasa-
do muerto es buscar muerte, buscar
43
la
la
eternidad en
eternidad de
tradición vive en
el
su sustancia,
la tradición
mejor dicho,
la ciencia
la
el
pasado, en
muerte.
fondo del presente, es hace posible
misma es
la ciencia,
Esas
tradición.
últimas leyes a que la ciencia llega, la de la persistencia de la fuerza, la de la uniformidad de la
naturaleza, no son
más que fórmulas de
la eterni-
dad viva, que no está fuera del tiempo, sino dentro de él. Spinoza, penetrado hasta el tuétano
su alma de
na
la
lo
eterno, expresó de una manera
de
eter-
esencia del ser, que es la persistencia en el
ser mismo.
Después
ras: «persistencia
de
lo la
han repetido de mil manefuerza», «voluntad de vi-
vir», etc.
La
tradición eterna es lo que deben buscar los
videntes de todo pueblo, para elevarse a
haciendo conciente en ellos
lo
que en
la luz,
pueblo es
el
inconciente, para guiarle así mejor.
La tradición
eterna española, que
más bien hu-
mana que
españoles en
muerto.
de
al
ser eterna es
española, es la que el
hemos de buscar los
presente vivo y no en
Hay que
buscar
lo insignificante,
de
lo
lo
eterno en
pasado
el el
aluvión
inorgánico, de
gira en torno de lo eterno
como cometa
lo
que
errático,
Dh UNAMUNO
M.
44
sin entrar en
ordenada constelación con
que penetrarse de que
él,
y hay
limo del río turbio del
el
presente se sedimentará sobre
el
suelo eterno y
permanente.
La tradición eterna es
el
fondo del ser del hom-
bre mismo. El hombre, esto es, lo que hemos de
buscar en nuestra alma.
Y
hay, sin embargo, un
verdadero furor por buscar en
ginal a lo la
mueca,
menos ni el
original.
menos huma-
sí lo
no; llega la ceguera a tal punto,
que llámanos
Porque
lo original
ori-
no es
gesto, ni la distinción, ni lo ori-
ginal;
lo
rio, la
humanidad en nosotros. ¡Gran locura
verdaderamente
original, es lo origina-
de
la
querer despojarnos del fondo común a todos, de la
masa idéntica sobre que se moldean
diferenciales, de lo
que hace que seamos prójimos, de amor, de
la
humanidad, en
empeño por entronizar mueca,
la
el arte
a la vida
,
formas
madre
del
hombre, del
especie!
la
lo
¡Qué
lo pseudo-original, lo dis-
caricatura, lo que nos viene
de fuera! Damos más valor a oro, y, ¡es claro!,
la
del
fin,
verdadero hombre, del legado de
tintivo, la
las
que nos asemeja y une, de
menudea cuando
la
la
acuñación que
el falso.
vida
al
Preferimos
más oscura y la más gran-
humilde vale infinitamente más que
de obra de arte. Este mismo furor que, por buscar
lo diferencial
ENSAYOS y
distintivo,
domina
45
a los individuos,
domina tam-
bién a las clases históricas de los pueblos.
como con
así
de originalizarse y distinguirse por algo,
tal
cifran
Y
es la vanidad individual tan estúpida que,
muchos su orgullo en ser más brutos que
demás, del mismo modo hay pueblos que se
los
vanaglorian de sus defectos. Los caracteres nacionales de que se envanece cada nación europea,
muy
son
de ordinario sus defectos. Los españoles
caemos también en este pecado.
IV
Hay un
ejército
que desdeña
la tradición eter-
humanidad,
que descansa en
el
presente de
y se va en busca de
lo
castizo e histórico de
na,
tradición
de
la
los
que se llaman a
sí
mismos tradiciona-
o sin llamarse así se creen tales, no ven
tradición eterna, sino su sombra vana en do.
Son gentes que por huir
que
les aturde, incapaces
lencio
la
pasado de nuestra casta, mejor dicho,
casta que nos precedió en este suelo. Los
más de listas,
al
la
el
la
pasa-
del ruido presente
de sumergirse en
el si-
de que es ese ruido, se recrean en ecos y de sonidos muertos. Desprecian las
retintines
M.
46
Db UN A MUÑO más o menos filosóficamen-
constituciones forjadas
moderna francesa, y se agarran a
te a la
jadas históricamente a lan de los
la
las for-
antigua española; se bur-
que quieren hacer cuerpos vivos de
las
nubes, y quieren hacerlos de osamentas; execran-
do del jacobinismo, son jacobinos. Entre
más que en
ellos,
otra parte, se hallan los dedicados a
ciertos estudios llamados históricos, de erudición
y compulsa, de donde sacan legitimismos y derechos históricos y esfuerzos por escapar a
la
ley
viva de la prescripción y del hecho consumado, y
sueños de restauraciones. ¡Lástima de ejército!
En
él
hay quienes buscan
y compulsan datos en archivos, recolectando papeles, resucitando cosas
muertas en buena hora,
haciendo bibliografías y catálogos, y hasta catálogos de catálogos, y describiendo los tipos
de un
libro,
la
cubierta y
desenterrando incunables y
perdiendo un tiempo inmenso con pérdida irreparable.
Su
labor es
ellos, sino a la
útil,
pero no para ellos
su pesar; su labor es
aprovechan con otro Tenía honda razón
al
útil
ni
por
para los que
espíritu.
decir
el
Sr. Azcárate
que
nuestra cultura del siglo xvi debió de interrum-
pirse cuando
la
hemos olvidado;
tenía razón con-
tra todos los desenterradores de osamentas. lo
que
la
En
hemos olvidado se interrumpió como
ENSAYOS historia, que es
47
como quieren
resucitarla los des-
enterradores, pero lo olvidado no muere, sino que baja
al
mar
silencioso del alma, a lo eterno de ésta.
Cuando nos invade una moderna, sea
la filología,
ciencia
más o menos
por ejemplo,
al
ver
ci-
tar a alemanes, franceses, ingleses o italianos,
y pronuncia el nombre de Hervás y Panduro, que aun así sigue olalza la voz un desenterrador
vidado, porque lo que en
había de eterno se
él
demás no vale
el
tiempo que se pierde en leerlo. El que perdí
le-
nos viene con
yéndolo no
lo
la ciencia,
y
lo
recobraré en mi vida.
Toda esa falange que se dedica
a la labor útilí-
sima de recojer y encasillar insectos muertos, clavándoles un los
alfiler
por
el
coselete para ordenar-
en una caja de entomología, con su rotulito
encima, y darnos luego eso por
lo
que no
es,
toda
esa falange salta de gozo cuando se les figura que
un hombre de genio, que sabe sacar a tas la vida que tienen,
las
osamen-
ahoga bajo esa balumba de
dermatoesqueletos rellenos de paja algo de dición eterna. ¡Con qué la
gozo
infantil
la tra-
han recibido
obra de Taine, que creen en su ceguera ha de
contribuir a ahogar cesa!
No ven que
si
el ideal
de
es por ser una revelación de purificada, no
la
Revolución fran-
esa obra ha hallado eco vivo
ven que de
la
tradición eterna
ella sale
más radiante
DE UN A MUÑO
M.
48
el 93.
¿Hay cosa más pobre que andar buscando
con chinesco espíritu
senil las
del protestantismo, un
muertas, mientras vive
causas históricas
enjambre de pequeneces el
protestantismo purifica-
do, mientras su obra persiste? ¡Buscar los oríge-
nes históricos de cas con
que tiene raíces
lo
necia idea de ahogar
la
guera no penetrarse de que
intra-históri-
¡Gran ce-
la vida!
causa es
la
sus-
la
tancia del efecto, que mientras éste vive es por-
que vive aquélla! Mil veces he pensado en aquel juicio de Scho-
penhauer sobre en los que
lo
escasa utilidad de
la
hacen bueno, a
la
la historia
vez que en
y
lo re-
Lo
generador de
las
aguas del
que
los
mejores libros de historia son
cierto es
río
del Olvido.
aquellos en que vive lo presente, y, fijamos,
si
bien nos
hemos de ver que cuando se dice de un
historiador que resucita siglos muertos, es porque les
pone su alma,
les
tra-historia eterna
oye
el trotar
de
anima con un soplo de
los caballos
de
los francos
relatos merovingios de Agustín Thierry», jeron, y,
eterna de
al leerlos, lo
la
la in-
que recibe del presente. «Se
que
oí fué
humanidad, eco que
en los
me
di-
un eco del alma salía
de
las en-
trañas del presente.
Pensando en he pensado en
el
la
parcial juicio de
Shopenhauer,
mayor enseñanza que
se saca de
ENSAYOS de viajes que de
los libros
los
49
de
de
historia,
la
trasformación de esta rama del conocimiento en sentido de vida y alma, de cuánto
más hondos son que
los historiadores artistas o filósofos
los prag-
máticos, de cuánto mejor nos revelan un siglo sus
obras de ficción que sus historias, de
de
los papiros
la
viva y
la
la
vanidad
La
historia presente es
desdeñada por
los desenterradores
y
tradicionalistas,
ladrillos.
desdeñada hasta
punto de ce-
tal
guera que hay hombre de Estado que se quema cejas en averiguar lo que hicieron
pone cuantos medios se llegue a
la historia
los silenciosos
le
dijeron en
y
tiempos pasados los que vivían en
las
el
ruido,
y
alcanzan para que no
viva del presente
el
que viven debajo de
rumor de
ella,
la
voz
de hombres de carne y hueso, de hombres vivos.
Todo cuanto
se repita que hay que buscar la
tradición eterna en el presente, que es intra-histórica
más bien que
histórica,
que
la historia del
pasado sólo sirve en cuanto nos llega a ción del presente, todo será poco.
la
revela-
Se manifiestan
esos tradicionalistas de acuerdo con estas verdades, pero en su corazón las rechazan.
pasa es que
el
ni
se deja agarrar
huele a polvo,
les
presente les aturde, les confunde
y marea, porque no está muerto, molde,
Lo que
ni lleva
en
ni
en letras de
como una osamenta, la
ni
espalda certificados. 4
DE UNAMUNO
M.
50
Viven en
el
presente como sonámbulos, desco-
nociéndolo e ignorándolo, calumniándolo y deni-
grándolo sin conocerlo, incapaces de descifrarlo
con alma serena. Aturdidos por
inorgánico, de
torbellino de lo
el
que se revuelve
lo
ven
la
armonía siempre in fíeri de
que
el
presente no se somete
al
más
impiden ver
triste
el
por-
lo eterno,
tablero de ajedrez
de su cabeza. Le creen un caos; es que les les
no
sin órbita,
bosque. Es en
los árbo-
fondo
el
enfermiza que les priva de ver
hecho, un solo
el
hecho, pero un hecho vivo, carne palpitante de naturaleza.
Abominan
sólo sienten lo que les hiere,
sombra
al
mundo de
del
pasado
la
del presente con el espíri-
tu senil de todos los laudatoris
culpan
la
ceguera del alma, es una hiperestesia
tempores
y como
acti;
los viejos,
sus achaques. Es que la dócil
la
adaptan a su mente, siendo
incapaces de adaptar ésta
al
presente vivo; he
aquí todo: hacerse medida de las cosas.
gan, ciegos del presente, a desconocer
Y así el
lle-
pasado
en que hozan y se revuelven.
Se
les
to, del
conoce en que hablan con desdén del éxi-
divino éxito, único que a
la
larga tiene ra-
zón aquí donde creemos tenerla todos; del éxito
que siendo más fuerte que
la
voluntad se
cuando es ésta constante, cuando es eterna,
madre de
la fe
y de
la
la
le rinde
voluntad
esperanza, de
la fe
ENSAYOS viva que no consiste en creer
51
que no vimos,
lo
sino en crear lo que no vemos; maldicen
que para
éxito,
al
siega de las ideas espera a su sazón,
la
tan sordo a las invocaciones del impaciente a las execraciones del despechado.
en que creen que
al
fuerza oprimiendo
al
Se
como
conoce
les
presente reina y gobierna
la
derecho; se les conoce en su
pesimismo.
Hay que
ir
a la tradición eterna,
que no es otra cosa que futuro. sal,
Y
la
ella
madre
misma
del ideal,
reflejada en
el
tradición eterna es tradición univer-
cosmopolita.
Es combatir contra
ella,
es que-
rer destruir la humanidad en nosotros, es
ir
a la
muerte, empeñarnos en distinguirnos de los de-
más, en evitar o retardar nuestra absorción en espíritu general
el
europeo moderno. Es menester
que pueda decirse que «verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el
Bueno»; que esos «cuentos» viejos que des-
entierran de nuestro pasado de aventuras y que
«han sido verdaderos en nuestro daño, los vuelva nuestra
muerte con ayuda
del cielo en
provecho
nuestro».
Para hallar al
la
humanidad en nosotros y llegar
pueblo nuevo conviene,
sí,
nos estudiemos,
porque lo accidental, lo pasajero, lo temporal, lo castizo, de puro sublimarse
y exaltarse se
purifi-
DE UN A MUÑO
M.
52
De
ca destruyéndose.
mosa muerte sobre al
puro español, y por su her-
todo, pertenece
No hagamos
mundo.
Don Quijote
nuestro héroe a un origi-
nal a quien no le sirva ante la conciencia eterna
de
la
humanidad toda
la
labor que en torno a su
entomólogos de
sombra hagan
los
que hagan
que ponen sobre nuestras cualida-
los
la historia, ni la
des nuestros defectos, toda esa falange que cree
mal gusto, de ignorancia y mandado recojer el decir la verdad sobre esa sombra y de muy de
buen tono burlarse Volviendo tar la ilusión,
el
del
himno de Riego.
alma con pureza a
madre
sí,
llega a
ma-
del pecado, a destruir el
egoísta, a purificarse de
sí
yo
misma, de su pasado,
a anegarse en Dios. Esta doctrina mística tan llena
de verdad viva en su simbolismo es aplica-
ble a los pueblos
do a
sí,
como a
los individuos. Volvien-
haciendo examen de conciencia, estudián-
dose y buscando en su historia les
que sufren, se purifican de
gan en
la
la raíz sí
humanidad eterna. Por
de
los
ma-
mismos, se aneel
examen de su
conciencia histórica penetran en su intra-historia
y se halian de veras. Pero ¡ay de aquel que al hacer examen de conciencia se complace en sus pecados pasados y ve su originalidad en nes que
le
han perdido, pone
no sobre todo!
el
las pasio-
pundonor munda-
EASAVOS
53
El estudio de la propia historia, que debía ser
un implacable examen de conciencia, se toma por desgracia como fuente de apologías y apologías
de vergüenzas, y de excusas, y de disculpaciones
y componendas con defensa contra
la
la
conciencia,
como medio de
penitencia regeneradora.
leer trabajos de historia en
Apena
que se llama glorias a
nuestras mayores vergüenzas, a las glorias de
que purgamos; en que se hace jactancia de nuestros pecados pasados; en que se trata de disculpar
nuestras atrocidades innegables con las de otros.
Mientras no sea
men de
una confesión de un exa-
la historia
conciencia no servirá para despojarnos del
pueblo viejo, y no habrá salvación para nosotros.
La humanidad es las castas históricas las olas del
Mas
romper
lo castizo
casta eterna, sustancia de
que se hacen y deshacen como
mar; sólo
castizo.
deshacen
la
lo
para hallar
humano
lo
es eternamente
humano eterno hay que
temporal y ver cómo se hacen y
las castas,
cómo se ha hecho
la nuestra,
y qué indicios nos da de su porvenir su presente. Entremos ahora en indicaciones que guíen al lector en esta tarea, en sugestiones que le sirvan
para ese efecto. Febrero de
1895.
II
LA
CASTA HISTÓRICA CASTILLA
PARA
llegar,
lo
mismo un pueblo que un
hombre, a conocerse, tiene que estudiar de
un modo o de otro su recta de
historia.
No hay
mismo que valga;
sí
no es con un espejo, y
el
son sus obras, de que es
el
intuición di-
ojo no se ve
si
espejo del hombre moral
Al árbol se
hijo.
le co-
noce por sus frutos; obramos según somos, y del conocimiento de nuestras obras entramos nosotros mismos, con
la
prójimo de
sí
propio.
más que
Mas como
el
de
al
nuestros prójimos por las suyas, puesto que resolución, no es cada cual
de
al
misma marcha que
en
,
primer
esta inferencia de
nuestras obras a nuestro carácter es de todos los días
,
apenas nos damos cuenta de
ella
creyendo
conocernos intuitivamente, de modo directo. Y, sin
embargo, ¡cuántas veces no se dice uno a
mismo: «no
me
creí
capaz de
tal
cosa», o «no
sí
me
reconozco», «soy otro»! Si vas a saltar una zanja sin conocer previa-
M.
58
mente cuánto
DE UN A MUÑO
saltas, lo
miedo y caes; mas
del
sia habías
haces con si
medido tus fuerzas,
con conocimiento de
verdadero, conocimiento de
ma
utilidad
tiene el
y
el
la
la historia
lo intra-histórico
Al comprender de
la serie
rie toda,
sí
lo
el
al
de
el
va-
mismo. La misla
examen de conciencia para
Estudiando éste se llega
prender
saltas con valor,
gimnasia para
estudio sereno de
mo, a
encojimiento
mismo, que éste es
ti
lor
que
el
ejercitándote en gimna-
vida corporal la espiritual,
para un pueblo.
carácter popular
ínti-
él.
presente como un
momento
toda del pasado, se empieza a comvivo de
lo eterno,
de que brota
la se-
aun cuando queda otro paso más en esta
comprensión, y es buscar
la
razón de ser del «pre-
sente
momento
en
presente total intra-histórico; ver en las
el
histórico», no en el pasado, sino
causas de los hechos históricos vivos revelaciones
de
la
sustancia de ellos, que es su causa eterna.
Pero entre tanto no nos sea esto hacedero con ciencia, será útilísima e imprescindible
de
los
la
labor
desenterradores y ajustadores de sucesos
históricos pasados, porque es labor de paleontología, luz para enlazar a nuestros ojos las especies
vivas hoy y llegar a las
causas se va a
la
la
continuidad zoológica. Por
sustancia. Sin el paleontoló-
gico hiparión no veríamos tan clara
la
comunidad
ENSAYOS de
la
como
pezuña
del caballo
y
59
paleontología, capítulo de
la
tural, se
subordina a
historia del
Y
así
la historia
na-
el ala del águila.
biología general, así la
la
pasado humano, capítulo de
pre-
la del
sente, se ha de subordinar a la ciencia de la so-
ciedad, ciencia en embrión aún y parte también
Todo
esto es hoy del dominio ge-
neral, tan corriente
que apenas se asienta, pero
de
la biología.
es,
como veremos,
das de sobra
y...
letra muerta.
Dios te
Son cosas
libre, lector,
razón que te sobre; más te vale que te
sabi-
detener
falte.
El conocimiento desinteresado de su historia da a un pueblo valor, conocimiento de
sí
mismo, para
despojarse de los detritus de desasimilación que
embarazan su vida.
En lo
el
asunto que nos ocupa aquí, para llegar a
duradero de nuestro casticismo, a su roca viva,
conviene estudiar cómo se ha formado y revelado en
la historia
nuestra casta histórica.
I
Ha empezado la
hace algún tiempo a deshacerse
enormidad de errores que acarrearon
las confu-
siones entre lo fisiológico, lo lingüístico, lo geográfico y lo histórico en los pueblos; es corriente
M.
60
DE UN A MUÑO
ya que éstos son un producto histórico independiente de homogeneidad de raza física o de comu-
nidad de origen; poco a poco va difundiéndose idea de que
la
la
supuesta emigración de los arios a
Europa sea acaso en parte emigración de guas arianas con
la cultura
las len-
que llevaban en su
seno, siendo sus portadores unos pocos peregri-
nos que cayeran a perderse en poblaciones que los absorbieron.
De rio,
raza española fisiológica nadie habla en se-
y, sin embargo, hay casta española,
más o
menos en formación, y latina y germánica, porque hay castas y casticismos espirituales por encima de todas
las braquicefalias
y dolicocefalias habi-
das y por haber.
Todo
mundo
el
sabe, de sobra con sobrada fre-
cuencia, que un pueblo es
el
producto de una
ci-
vilización, flor de un proceso histórico el senti-
miento de patria, que se corrobora y vivifica a par que
mos de
el
de cosmopolitismo.
A
la
esto último he-
volver, que lo merece.
Llenos están los libros de explicaciones del
hecho de
la patria
y su fundamentaron, explica-
ciones de todos colores, desde vaguedades místi-
cas y formulismos doctrinarios hasta
la
tan deni-
grada doctrina del pacto.
Detengámonos un poco en esto
del pacto
,
que
I
ENSAYOS
61
que nos sugiera, aunque digresi-
las reflexiones
cabo a
vas
al
tral
de esta meditación. La doctrina del pacto,
pronto, afluirán
tan despreciada
al
corriente cen-
como mal entendida por paleon-
tólogos desenterradores, es
todo, presenta
la
la
la
que, después de
razón intra-histórica de
la
pa-
su verdadera fuerza creadora, en acción
tria,
siempre.
Lo mismo que tantos pueblos han proyectado en sus orígenes, en cial,
la
edad de oro, su
Rousseau proyectó en
ideal so-
los orígenes del gé-
nero humano
el
término ideal de
hombres,
el
contrato social. Porque hay en
los
formación, te,
tal
la
sociedad de
vez inacabable, un pacto inmanen-
un verdadero contrato
no formulado, que es
la
social intra-histórico,
efectiva constitución in-
terna de cada pueblo. Este contrato libre, honda-
mente
libre, será la
base de
las patrias chicas
cuando éstas, individualizándose su subordinación a
la
patria
al
máximo por
humana
universal,
sean otra cosa que limitaciones del espacio y del tiempo, del suelo y de la historia,
A
partir de
comunidad de intereses y de pre-
sión de mil agentes exteriores a ellas y que las
unen, caminan las voluntades humanas, unidas en pueblo,
al
damente
contrato social inmanente, pacto hon-
libre, esto es,
aceptado con
la
verdadera
Db UNAMUNO
M.
62
libertad, la
que nace de
necesario, con
la
la
compresión viva de
libertad que da
el
lo
hacer de las
leyes de las cosas leyes de nuestra mente, con
la
que nos acerca a una como omnipotencia humana.
Porque
si
en fuerza de compenetración con
la rea-
lidad llegáramos a querer siempre lo que fuera, sería siempre lo
de
la
He
que quisiéramos.
resignación viva, no de
la
aquí la raíz
muerta, de
la
que
lleva a la acción fecunda de trabajar en la adap-
tación
mutua de nosotros y
el
mundo,
a conocerlo
para hacerlo nuestro haciéndonos suyos, a que po-
damos cuanto queramos cuando querer
lo
sólo
podamos
que podamos llevar a cabo.
Se podrá
decir que hay verdadera patria espa-
ñola cuando sea libertad en nosotros la necesidad
de ser españoles, cuando todos
lo
seamos por que-
rer serlo, queriéndolo porque lo seamos.
Querer
ser algo no es resignarse a serlo tan sólo.
Hasta llegar a este término de libertad del que aún, no valen ilusiones, estamos lejos, la historia
va haciendo a del hado. cias,
y ese
gua con
los pueblos, la historia
Les hace un
ideal
que es algo
dominando diferen-
ideal se refleja sobre todo en
la literatura
La lengua es de un pueblo y
el el
una len-
que engendra.
receptáculo de
la
experiencia
sedimento de su pensar; en
hondos repliegues de sus metáforas (y
lo
los
son
la
ENSAYOS inmensa mayoría de sus huellas
en
al
De
los vocablos)
ha ido dejando
el espíritu colectivo del pueblo,
geológicos
los terrenos
viva.
63
el
proceso de
como fauna
la
antiguo los hombres rindieron adoración
verbo, viendo en
el
lenguaje
la
más divina ma-
ravilla.
El pueblo romano nos dejó muchas cosas escri-
y definidas y concientes, pero donde sobre
tas
todo se nos ha trasmitido
el
romanismo es en
nuestros romances, porque en ellos descendió a
profundidades intra-históricas de nuestro pue-
las
blo, a ser carne del
en
pensar de los que no viven
la historia.
El que quiera juzgar de la romanización de Es-
paña no tiene sino ver que
que pensamos y con
romance de sando con
los
romano, que
el
el
que pensamos, es un
latín casi puro;
que estamos pen-
conceptos que engendró lo
en el
castellano,
el
pueblo
más granado de nuestro pensa-
miento es hacer conciente
lo
que en
él
llegó a in-
conciente.
Hay cial
otro hecho, y es el de que la lengua ofi-
de España sea
la
castellana, que está lleno
de significación viva. Porque del
latín
brotó en
España más de un romance, pero uno entre el
ellos,
castellano, se ha hecho lengua nacional e in-
ternacional además, y camina a ser verdadera
M.
64
lengua española,
DE UNAMUNO lengua del pueblo español
la
que va formándose sobre
Desde
el
núcleo castellano.
el
reinado de Alfonso VII, a mediados del
siglo XII, usábase en la regia cancillería el ro-
mance
castellano
y su carácter
cialmente promulgado
que se tradujera
el
como fuero
de
latín
,
el
Docto, en
la ley iv del título ix
Rey sepa
Así es que en
la literatura
pensada en castellano,
'
Forum ¡udicum
mente, pasó lió
lo
al
poco a poco oficial
la len-
de España.
española, escrita y
castizo,
castizo, es lo de vieja
no se tradujo su
el
«leer e escrebir tan bien
como en romance^. Y
gua castellana fué haciéndose
mente
romance
a Córdoba, el
Segunda Partida, donde manda que
la
Chanciller del
en
al
III
y corroboró esa promulgación
'
su hijo Alfonso
oficial le fué ofi-
ordenar Fernando
Forum Judicum
castellano para darlo
Fuero Juzgo
al
lo
verdadera-
cepa castellana.
equivale a «Fuero de los Jueces», pero
título, sino que,
romance y
trasformándose fonética-
del genitivo de plural
¡udicum sa-
e\JuBgo, vocablo representante de un caso latino que no
ha pasado
al
castellano. Este hecho, este humilde hecho,
¡qué preñado de historia está! Porque nos indica que no se
traducía el título del código, sino que corría en latín de boca
en boca, cuando ya
el latín
no se hablaba, como cosa muy po-
pular y conocida entre los que no lo hablaban, entre gente del
pueblo por ser
la
derivación juzgo de ¡udicum una derivación
popular. Los fósiles escriben su historia en las capas del terreno.
ENSAYOS Pero
CastiHa ha hecho
si
65
la
nación española,
ésta ha ido españolizándose cada vez más, fun-
diendo más cada día
la
riqueza de su variedad de
contenido interior, absorbiendo llano en otro superior a él,
No
pañol.
el espíritu
caste-
más complejo:
el es-
tienen otro sentido hondo los pruritos
de regionalismo más vivaces cada día, pruritos
que siente Castilla misma; son síntomas del proceso de españolización de España, son pródromos
de
la
honda labor de unificación.
ción procede
terna y
al
al
compás de
compás de
la
Y
toda unifica-
diferenciación in-
la
sumisión del conjunto
todo a una unidad superior a
él.
La labor de españolización de España no está concluida, ni si
mucho menos,
ni concluirá,
creemos,
no se acaba con casticismos engañosos, en
lengua y en fiesta,
en
el
pensamiento que en
la cultura
ella
la
se mani-
misma.
Castilla es la verdadera forjadora de la unidad
y
la
ma
monarquía españolas;
se ha encontrado
ella las hizo
y
ella mis-
más de una vez enredada en
consecuencias extremas de su obra.
España renació a nueva vida
el
Mas cuando
año 1808 fué por
despertar difuso, sin excitación central.
Nos queda por buscar algo
del espíritu histó-
rico castellano revelado sobre todo en nuestra
lengua y en nuestra literatura clásica castiza,
DE UNAMUNO
M.
66
que tiene de eterno y qué de transitorio y qué debe quedar de él. Conviene indagar si no es renunciando a un yo falaz como buscar qué es
se halla
vida,
yo de
el
ventanas
lo
roca viva,
no es abriendo las
aire libre de fuera
al
fomento de
si el
si
la
como cobraremos
regeneración de nuestra
cultura no hay que buscarlo fuera a la vez que
buscarlo dentro. Conviene mostrar que
nalismo y
el
el
regio-
cosmopolitismo son dos aspectos de
una misma idea, y
los sostenes del
verdadero pa-
triotismo, que todo cuerpo se sostiene del juego
de
la
presión externa con
la
tensión interna.
Al llegar a este punto ruego recorra en su memoria le
enseñaron, y se
produjeron
el
sula ibérica.
dique
los
fije
al
lector paciente
la historia
que de España
en
ella
en las causas que
predominio de Castilla en
Bueno
será, no obstante,
la
Penín-
que
le in-
puntos que deseo tenga más presentes,
todos ellos conocidísimos para cualquier bachiller
en letras.
Ocupada gran parte de España por
la
morisma
Edad Media, y fraccionado
el
resto en
durante
la
ENSAYOS
67
multitud de estadillos, fué en ella acentuándose la
corriente central a medida que se acercaba a
la
edad moderna, y preparándose a
bor de
la forja
de
las
bor que constituye
ingente
la-
grandes nacionalidades,
la-
proceso histórico de
la
el
la
edad llamada moderna, y labor que, como sis
de
la
la cri-
pubertad en los individuos, nos ha traído
a extenuaciones de paz armada, y de aduanas y
de pseudocasticismos, engendrando
el
que empieza a resurgir potente
ideal
por ambos extremos, por dual y por
el
el
la
malestar de
humano,
sentimiento indivi-
de solidaridad universal humana.
La necesidad mayor era unidad de
el
la
de constituir una
península española, una unidad frente
a las otras grandes unidades que iban formándose.
Al entrar cada pueblo en concierto con los demás (a lo las
que condujeron, entre otros movimientos,
Cruzadas), como elemento de una futura uni-
dad suprema, en informísima formación todavía hoy,
al
entrar en ese concierto tenían que acen-
tuar su unidad externa
como todo compuesto algo
difuso y disuelto se espesa y unifica
al
como componente de un grupo superior
a
De
la
entrar él.
labor que, poniendo en relaciones
estrechas a los pueblos, originó
la
creciente de éstos, brotaron las monarquías
o menos absolutas.
Y
más
individuación
más
éstas sacaron su primera
M.
68
DE UNAMUNO
fuerza unificadora, como es corriente, de
la
opo-
sición del estado llano a la nobleza feudal.
Los
reyes con los pueblos ahogaron
Lugar común
leontológico.
el
feudalismo pa-
éste,
más o menos
exacto en sus partes todas, pero que corre sin vida
fecundidad a menudo, por no observar
ni
que no de
la
tocrática,
sino del fondo
llano,
de
la
muerta diferenciación feudal y
masa, de
lo
aris-
continuo del pueblo
que tenían de común
pueblos todos, brotaron las energías de las
los
indi-
viduaciones nacionales.
En España que ocupa
el
llevó a cabo la unificación Castilla,
centro de
que se cruzaban
las
las funciones
de relación
Península, la región en
comunicaciones de sus
la crisis
de
la
pubertad nacional
de nutrición predominaban sobre
(si
bien,
dis-
de más valor que ahora
tintos pueblos, centro
entonces, que en
la
y no olvide esto
las
el lector, la
función nutritiva es una verdadera función de relación).
do
la
vida a las costas
rica, ni al
Entonces, cuando todavía no había llevael
descubrimiento de
Amé-
West americano
trigos
llegaban del Far
puerto de Barcelona, Castilla era un emporio
del comercio español
tro
de granos y verdadero cen-
natural de España.
Castilla
ocupaba
llano era el
el centro, y el espíritu castemás centralizador a la par que el más
.
LASAYOS
69
expansivo,
el
que para imponer su ideal de unidad
se salió de
sí
mismo. Porque conviene
que
el
más hondo egoísmo no
es
el
del
fijarse en
que pelea
por imponer a otros su modo de ser o de pensar, sino el de que, metido en su concha, se derrite
amor
de
te, el
al
prójimo y deja correr
que tiene fuerza de sobra
el
la bola.
El fuer-
radicalmente inerte, no puede ser egoísta:
Cuando central,
lo
que hacía
la
saca para darla.
falta era
una fuerte unidad
tenía que predominar el
más
unitario;
cuando se necesitaba una vigorosa acción hacia exterior, el de instinto
el
más conquistador
perativo. Castilla, en su exclusivismo, era
e im-
menos
exclusiva que los pueblos que, encerrados en
sí,
se dedicaban a su fomento interior; fué uno de los
pueblos más universales,
el
que se echó a salvar
almas por esos mundos de Dios, y a saquear rica para los
flamencos
Amé-
'.
Sería labor industriosa y
útil la
de desenmara-
ñar hasta qué punto hicieron las circunstancias, el
1
medio ambiente que hoy se
«Que era común proverbio llamar
ñol mi indio.
Y
dice, al espíritu
el
flamenco
al
espa-
dezían la verdad, porque los indios no davan
tanto oro a los españoles,
como
los españoles a
los fla-
mencos.» Fr.
del
Prudencio de Sandoval, en
bmperador Carlos
i
el libro
v de
la
Vida y hechos
.
M.
70
DE UNAMUNO
y hasta qué punto éste se valió de La obra de la reconquista, el descubri-
castellano, aquéllas.
miento del Nuevo
Mundo y
haber ocupado
el
el
trono de Castilla un emperador de Alemania, de-
terminaron
tellana; pero tu, es
la política cas-
hacen
al espíri-
él
es
'
como
fuere, se puso a la cabeza
monarquía española, y dio tono y espíritu a
la
toda
de
las circunstancias
si
Castilla, sea
de
ulterior
modificadas por este mismo y recibidas en
según
él
marcha
la
ella;
lo castellano es,
en
fin
de cuenta,
lo
castizo.
El caso fué que Castilla paralizó los centros
reguladores de los demás pueblos españoles,
in-
hibióles la conciencia histórica en gran parte, les
echó en
ella
su idea,
la
idea del unitarismo con-
quistador, de la catolización del mundo, y esta
'
Es
cierto que los abuelos de los tercios de Flandes
pelearon porque su rey no se saliera de España; pero ¿se encuentra en historiadores castizos españoles con que celebren nuestras derrotas, como los ingleses las de sus reyes en
el
continente? Véanse las reflexiones que sugiere a Juan Ricar-
do Green (A short history ofthe engUsh people) rey Juan,
el
angevino, en Bouvines en
1214,
la
derrota del
derrota en que
perdió sus posesiones francesas, y a que debe Inglaterra la
Carta Magna, y cuanto dice del
fin
de
la
guerra de los Cien
Años. Aquí, en cambio, todavía se llora por algunos dida de aquellos dominios en que no se ponía
el sol.
la pér-
ENSAYOS
71
idea se desarrolló y siguió su trayectoria caste-
Y
llanizándolos.
de
los
demás pueblos españoles
brotaron espíritus hondamente castellanos, casfí-
2amente
castellanos, de entre los cuales citaré
como ejemplo a
Iñigo de Loyola, un vasco.
su obra alienta todavía por
de
mundo
nalidad española
cabo
le dio
y
el
núcleo de
atmósfera: ella llevó a
levantados como atalayas y de-
los castillos
y clavó
cruz castellana en Granada;
la
Mundo
poco después descubrieron un Nuevo
siguió todo lo que el lector conoce.
las
tilla
A
absolutismo dentro,
lector en su
el
el
absolutismo
memoria
los caracteres
dos principales potencias españolas, Cas-
la forja
de Isabel y las
el
y Aragón, y
tomó en
y
siguiendo
que se ha llamado «democracia frailuna».
Repase de
Y
de conquista se desarrolló natural y
espíritu
lógicamente la
ga-
castellanas con dinero de Castilla, y se
leras
de
la nacio-
expulsión de los moros, a partir del país
la
fensas,
al
En
el espíritu
la vieja Castilla.
Esta vieja Castilla formó
de
el
la
la
de
participación que cada una la
nación española,
la
labor
de Fernando como rey de Aragón,
consecuencias de una y de otra, partir de aquel
culmen
del proceso histórico
de España, de aquel nodo en que convergieron los haces del
pasado para diverger de
allí,
fué
el
M.
je
DÉ UNAMbNO
destino apoderándose de la libertad del espíritu
y precipitándose grandezas
colectivo,
dezas, nos legaron los siglos sucesivos
sa hereditas de nuestras Carlos cias en
I
continuó
la
tras granla
damno-
glorias castizas.
obra de unificación, gra-
gran parte a aquella invasión de extran-
jeros que nos metió en casa, porque de
más de
una manera acelera
la
individuación de un cuerpo
que penetren en
él
elementos extraños, exci-
el
tantes de cristalización. Carlos
I
continuó
la
obra
de unificación metiendo a España en concierto europeo
*.
Recorra llegue a no,
de
la
en su memoria todo esto y
el lector
vivaz expansión del espíritu castella-
que produjo tantos misioneros de la
espada, cuando
el sol
la
palabra y
no se ponía en sus do-
minios, cuando llevaba a todas partes su ideal de
uniformidad católica, cuando brotó más potente a luz el casticismo castellano.
«España, que había expulsado a los judíos y que aún tenía el brazo teñido en sangre mora, se encontró a principios del siglo xvi enfrente de
'
la
Entre los complejos elementos que entraron a conju-
rar las
comunidades de
Castilla, ¿no andaría
acaso
la
Liga
de trigueros del siglo xvi? Leyendo a Sandoval se atisba a las
veces entre los comuneros de aquella jornada de Vilialar
a algunos trigueros de entonces.
EASAIOS Reforma,
fiera recrudescencia
73
de
la
barbarie sep-
y por toda aquella centuria se conviren campeón de la unidad y de la ortodoxia.»
tentrional; tió
Esto dice uno de ha penetrado en
los el
españoles que más y mejor
espíritu castellano,
mejor ha llegado a su intra-historia, pocos que ha sentido
el
soplo de
la
que más y uno de los
vida de nues-
Pues bien, a pesar de aquel campeo-
tros fósiles.
nato alienta y vive la barbarie septentrional y
aún tendremos que renovar nuestra vida a su contacto; lo sabe bien
y
escribía lo precitado.
despojará
al
cabo de
lo
comprende y siente
Alonso Quijano
Don
el
que
Bueno
el
se
Quijote y morirá abo-
minando de
las locuras
ras grandes
y heroicas, y morirá para renacer.
Después de pensamiento, espíritu
que
la
el
de su campeonato, locu-
vigorosa acción vino
vigor del
el
rebotar los actos del exterior
los había
engendrado;
el reflejo
en
al
el
alma castellana de su propia obra, su edad de oro literaria.
En
aquella literatura se va a buscar el
modelo de casticismo, es eminentemente castiza, a literatura clásica.
En
ella
la literatura
la
castellana
vez que es nuestra
siguen viviendo ideas
hoy moribundas, mientras en
el
fondo intra-histó-
rico del pueblo español viven las fuerzas
que en-
carnaron en aquellas ideas y que pueden encarnar
en otras.
Sí,
pueden encarnar en otras
sin
rom-
DE UNAMUNO
Af.
74
perse
la
continuidad de
la vida;
no puede asegu-
rarse que caeremos siempre en los mismos errores
y en
los
mismos
vicios.
La vieja idea castellana literatura las
castiza encarnó en una
y en otras obras no literarias, porque
de Iñigo de Loyola y Domingo de Quzmán,
¿no son acaso hijas del espíritu castellano casado con
catolicismo y unlversalizadas merced a
el
éste?
La idea conciente de aquel pueblo encarnó en una literatura,
como
así
ciones subconcientes en brotó, en una lengua.
Y
la
pueblo de que aquélla
aun cuando olvidáramos
la vieja literatura castiza,
con
fondo de representa-
el el
¿no quedaríamos acaso
fuerza viva de que brotó?
Lo que hace
continuidad de un pueblo no es tanto histórica de una literatura intra-histórica de
cuanto
la
la
la
tradición tradición
una lengua; aun rota aquélla,
vuelve a renacer merced a ésta. Toda serie
dis-
continua persiste y se mantiene merced a un pro-
ceso continuo de que arranca: esta es una forma
más de
la
verdad de que
el
tiempo es forma de
la
eternidad.
Nuestra literatura clásica castiza brotó cuando se había iniciado tria, al
la
decadencia de
la
casa de Aus-
recojerse la idea castellana, fatigada de
luchar y derrotada en parte,
al
recojerse en
sí
y
ENSAYOS conocerse,
como nos conocemos
había hecho, en
el
75
todos, por lo que
espejo de sus obras;
a sí del choque con la
al
volver
realidad externa que
la
ha-
bía rechazado después de recibir señal
de
Y
ella.
así la
y efecto vemos que después de haber in-
tentado en vano ahogar «la barbarie septentrional» la
y
el
renacer de otros espíritus, torna a
sí
con
austera gravedad de la madurez, se percata de
que
la
vida es sueño, piensa reportarse por
si
despierta un día y se dice:
Soñemos, alma, soñemos Otra vez, pero ha de ser
Con atención y consejo De que hemos de despertar Deste gusto
Sí,
al
mejor tiempo.
su vida fué sueño espléndido en que se des-
ató con generosa braveza, atropello cuanto se le
puso delante, arrojó por
el
balcón a quienes no
daban gusto, y se vio luego otra vez en
le
la ca-
verna.
De
todas las figuras sensibles en que se nos re-
vela aquel pueblo, con su grandeza y su locura,
donde más grande
le
vemos, donde se nos aparece
más solemne y más augusto, más profundo y
su-
blime su apocalipsis, es en aquel relato divino del último capítulo de las aventuras de
Don
Quijote,
DE UNAMUNO
M.
76
en aquel relato eterno, en que, despojado del héroe, muere Alonso Quijano
el
Bueno en
el es-
plendor inmortal de su bondad. Este Alonso Quijano, que por sus virtudes
y a pesar de sus locu-
ras mereció el dictado de el Bueno, es el fondo
eterno y permanente de los héroes de Calderón, que son los que mejor revelan la manifesta-
ción histórica, la
meramente
histórica de aquel
pueblo.
La idea
castellana,
pasó a revelarse en
que de encarnar en el
verbo
literario,
la
acción
engendró
nuestra literatura castiza clásica, decimos. Castiza
y
clásica,
con fondo histórico y fondo intra-
uno temporal y pasajero, eterno y permanente el otro. Y está tan ligado lo uno a lo
histórico, el
otro,
tarea
de
tal
modo
clásico
limita
de
lo castizo
lo
y marcar sus conjunciones, y aquello en
que se confunden
y cómo
se enlazan y confunden, que es
siempre distinguir
difícil
lo
,
y aquello en que se separan,
uno brota de
lo otro
y
lo
determina y
y acaba por ahogarlo no pocas veces.
El casticismo castellano es lo que tenemos que
examinar,
lo
del espíritu diría dejar
que en España se llama castizo,
flor
de Castilla. Examinar digo, y mejor
que examine
el
lector, presentándole
indicaciones y puntos de vista para que saque de ellos consecuencias, sean las
que fuesen.
Y
ahora.
EJVSAVOS
77
después de breve descanso, a nuevo campo. Poco a
poco
irá
surgiendo
el hilo
central de estas diva-
gaciones.
III
Por cualquier costa que se penetre en sula española,
empieza
el
la
Penín-
terreno a mostrarse
poco trecho accidentado; se entra luego en
al
el in-
trincamiento de valles, gargantas, hoces y encañadas, y se llega, por
fin,
subiendo más o menos,
a la meseta central, cruzada por peladas sierras
que forman ríos.
de
En
las
grandes cuencas de sus grandes
esta meseta se extiende Castilla, el país
los castillos.
Como
todas las grandes masas de tierra, se ca-
lienta e irradia su calor antes
que
costas que éste refresca y templa, recibirlo
el
mar y
las
más pronta en
y en emitirlo más pronta. De aquí resulta
un extremado calor cuando
extremado en cuanto
la
el sol la
tuesta, un frío
abandona; unos días ve-
raniegos y ardientes, seguidos de noches frescas
en que tragan con deleite los pulmones terral el sol
;
la brisa
noches invernales heladas en cuanto cae brillante
y
frío,
diurna no logra templar
que en su breve carrera el día.
Los inviernos
lar-
DE UNAMUAO
78
M.
gos y duros y
los estíos
dado ocasión
a!
breves y ardorosos, han
dicho de «nueve meses de invier-
no y tres de infierno».
En
la
otoñada, sin embar-
go, se halla respiro en un ambiente sereno y plácido.
Deteniendo
los vientos
marinos coadyuvan
las sierras a enfriar el invierno
verano;
mas
bien impiden
si
mansas y bajas, no
el
y a enardecer paso
a las
el
nubes
lo cierran a los violentos ciclo-
nes que descargan en sus cuencas, viéndose así
grandes sequías seguidas de aguaceros torrenciales.
En
este clima extremado por ambos extremos,
donde tan violentamente se pasa del calor
y de
la
bre en
sequía la
aguaducho, ha inventado
al
al frío
el
hom-
capa, que le aisla del ambiente, una at-
mósfera personal, regularmente constante en medio de las oscilaciones exteriores, defensa contra el frío
y contra
el
calor a la vez.
Los grandes aguaceros y nevadas descargando en sus sierras y precipitándose desde
empinados el
ríos,
terreno de
la
ellas
por los
han ido desollando siglo tras siglo meseta, y las sequías que les
si-
guen han impedido que una vegetación fresca y potente retenga en su maraña la tierra mollar del acarreo. Así es que se ofrecen a la vista
campos
ardientes, escuetosy dilatados, sin fronda
y
sin
arroyos, campos en que una lluvia torrencial de
ENSAYOS luz dibuja ros,
79
sombras espesas en deslumbrantes
ahogando
los matices intermedios. El paisaje
ambiente
se presenta recortado, perfilado, sin casi,
cla-
en un aire trasparente y
Recórrese a
sutil.
veces leguas y más leguas
las
desiertas sin divisar apenas
más que
inacabable donde verdea
trigo o amarillea
el
rastrojo, alguna procesión
la
llanura el
monótona y grave de
pardas encinas, de verde severo y perenne, que
pasan lentamente espaciadas, o de tristes pinos
que levantan sus cabezas uniformes. en cuando, a
la orilla
De
cuando
de algún pobre regato medio
seco o de un río claro, unos pocos álamos, que en la
soledad infinita adquieren vida intensa y pro-
De
funda.
hombre; hay por llanura hielo,
anuncian estos álamos
ordinario
al sol,
la
tostado por éste y curtido por
el
de adobes
muy
a menudo, dibujando en
el
En
el
azul del cielo la silueta de su campanario.
fondo se ve muchas veces
y
al
al
algún pueblo, tendido en
allí
acercarse a
ella,
el
espinazo de
la sierra,
no montañas redondas en
forma de borona, verdes y frescas, cuajadas de arbolado, donde salpiquen flor amarilla
de
la
al
argoma y
vencido helécho la
la
roja del brezo.
Son estribaciones de huesosas y descarnadas peñas erizadas de riscos, colinas recortadas que
ponen
al
desnudo
las
capas del terreno resquebra-
M.
80
DE UN A MUÑO
jado de sed, cubiertas cuando más de pobres hierbas,
donde sólo levantan cabeza
retama desnuda y olorosa,
la
el
cardo rudo y
pobre ginestra
la
contenta det deserti que cantó Leopardl. En
la
llanura se pierde la carretera entre el festón de árboles, en las tierras pardas, que al recibir al sol
que baja a acostarse en
ellas se
encienden de
un rubor vigoroso y caliente.
¡Qué hermosura tas
la
de una puesta de
solemnes soledades! Se hincha
rizonte
como
si
tierra
sangre de su
bóveda
infinita,
luz.
Va
en es-
sol
tocar
más
quisiera gozar de
hunde, dejando polvo de oro en
al
el
tierra
ho-
y se
y en
la
luego blanqueando
la
el cielo
se oscurece de prisa, y cae en-
cima, tras fugitivo crepúsculo, una noche profunda, en
que
tiritan las estrellas.
No
son los atarde-
ceres dulces, lánguidos y largos del setentrión.
¡Ancha es
Castilla!
Y
¡qué hermosa la tristeza
reposada de ese mar petrificado y lleno de
Es un
paisaje uniforme
cielo!
y monótono en sus con-
trastes de luz y sombra, en sus tintas disociadas
y pobres en matices. Las tierras se presentan como en inmensa plancha de mosaico de pobrísi-
ma
variedad, sobre que se extiende
el
azul inten-
sísimo del cielo. Faltan suaves transiciones,
ni
hay
otra continuidad armónica que la de la llanura in-
mensa y
el
azul
compacto que
la
cubre e ilumina.
ENSAYOS No
81
despierta este paisaje sentimientos volup-
tuosos de alegría de vivir,
sugiere sensaciones
ni
de comodidad y holgura concupiscibles: no es un
campo verde y graso en que den ganas de carse, ni
hay repliegues de
tierra
revol-
que llamen como
un nido.
No evoca su contemplación al animal que duerme en nosotros todos, y que medio despierto de su modorra se regodea en
dejo de satisfaccio-
el
nes de apetitos amasados con su carne desde los albores de su vida, a
la
presencia de frondosos
campos de vegetación opulenta. No es una naturaleza que recree
*
al espíritu.
Nos desase más bien viéndonos en
No hay
el
del
pobre suelo, envol-
cielo puro,
desnudo y uniforme.
aquí comunión con la naturaleza,
ni
nos
absorbe ésta en sus espléndidas exuberancias; es,
cabe decirlo, más que panteístico, un paisaje
si
monoteístico este campo infinito en que, sin perderse, se achica el hombre, y en que siente en
medio de
'
la
sequía de los campos sequedades del
¡Hermosa palabra ésta de re-crear! El vocablo recreo,
re-creación, aplicado al juego, lleva ya en sus entrañas la
doctrina toda de Scliiller sobre
el
Arte, re-creación de la
creación. ¡Cuánta filosofía inconciente en los redaños del
lenguaje! Todavía habrá que remozar la meta-física en la meta-lingüística, que es una verdadera meta-lógica. 6
DE UNAMUNO
M.
82
alma. El mismo profundo estado de ánimo que
me produce
este paisaje
aquel canto en que
el
alma atormentada de Leopardi nos presenta
al
pastor errante que, en las estepas asiáticas,
in-
terroga a
luna por su destino.
la
Siempre que contemplo recuerdo dos cuadros. Es to,
la
llanura castellana
uno un campo escue-
el
seco y caliente, bajo un cielo intenso, en que
llena largo espacio
inmensa muchedumbre de mo-
ros arrodillados, con las espingardas en
hundidas
las
en
y
tierra,
cabezas entre
al
perdida en
es Dios!»
En
el
monotonía en
manos apoyadas
las
él
como
el
de
al
azul infinito
y
diciendo: «¡Sólo Dios
otro cuadro se presentaban en
inmenso páramo muerto, a crepúsculo, un
las siluetas
suelo,
frente de ellos, de pie, un caudillo
tostado, con los brazos tensos la vista
el
la luz
cardo quebrando
el
derretida del la
imponente
primer término, y en lontananza
Don
Quijote y Sancho sobre
el
cielo agonizante. la vida es sueño y que el en mis dominios», se recuerda ponga no se
«Sólo Dios es Dios, sol
contemplando estas llanuras.
Atrévamenos a todo a reinar, fortuna, vamos,
no me despiertes,
si
duermo.
ENSAYOS
83
IV
La población se presenta, por
campo
lo general,
en
el
en lugares, villas o
castellano recojida
ciudades, en grupos de apiñadas viviendas, dis-
tanciados de largo en largo por extensas y pela-
das soledades. El caserío de los pueblos es com-
pacto y recortadamente demarcado, sin que vaya
perdiéndose y difuminándose en
la llanura
con
casas aisladas que le rodean, sin matices de población intermedia,
como
si
las
viviendas se apre-
taran en derredor de la iglesia para prestarse calor si
y defenderse del rigor de las familias
la
naturaleza,
como
buscaran una segunda capa, en
cuyo ambiente aislarse de
la
crueldad del clima y
Así es que los lugareños
la tristeza del paisaje.
tienen que recorrer a las veces en su muía no chico trecho hasta llegar a su labranza, donde trabajan, uno aquí, otro allá, aislados,
ñanes no pueden hasta dormir el
el
la
y
los ga-
noche volver a casa, a
reconfortante sueño del trabajo sobre
escaño duro de
la
cocina.
Y
verlos a la caída de la tarde, bajo
¡que es de ver el cielo
blanco,
dibujar en él sus siluetas, montados en sus muías,
dando
al aire sutil
sus cantares lentos, monótonos
M.
84
y
tristes,
del
DE UNAMUNO
que se pierden en
campo
Mientras ellos están en la
dura
tierra,
murando en día.
En
unirse
hacen
las solanas
las largas
y
la labor,
suya
la
las
sudando sobre
comadres, mur-
en que gozan del breve
amos y criados bajo
al
inmensidad
veladas invernales suelen re-
hogar, y bailan éstos reta
la infinita
lleno de surcos!
al
la
ancha campana del
compás de seca pande-
de algún viejo romance no pocas veces.
Penetrad en uno de esos lugares o en una de las
viejas ciudades
donde la
la
amodorradas en
la
llanura,
vida parece discurrir calmosa y lenta en
monotonía de
las horas,
y
vivas, con fondo transitorio
dentro hay almas
allí
y fondo eterno y una
intra-historia castellana. Allí dentro vive
una casta de complexión seca,
dura y sarmentosa, tostada por por
el sol
y curtida
una casta de hombres sobrios, pro-
el frío,
ducto de una larga selección por las heladas de crudísimos inviernos y una serie de penurias periódicas, hechos a la inclemencia del cielo
pobreza de
la vida.
El labriego que
al
y a
la
pasar mon-
tado en su muía y arrebujado en su capa os dio
gravemente
los
buenos
días, os recibirá sin gran-
des cortesías, con continente sobrio. Es calmoso en sus movimientos, en su conversación pausado
y grave y con una flema que
le
hace parecer a un
ENSAYOS
85
rey destronado. Esto cuando no es socarrón, voz
muy La
castiza de un carácter
muy
socarronería es el castizo
no, un
castizo también.
humorismo
castella-
humorismo grave y reposado, sentencioso
y flemático;
humorismo
el
del bachiller
Sansón
Carrasco, que se bate caballerosamente con Quijote con caso, el
y que acaba tomando en serio
humorismo grave de Quevedo,
discursos de
De
el
juego.
Es los
Marco Bruto. y taciturno lengua. Recordad
ordinario suele ser silencioso
desata
le
aquel viejo Pero
Vermuez que vive en
myo
Cid, un
vida, aquel
y
el
que hizo
el
mientras no se
de
Don
toda solemnidad que requiere
la
fósil
la
el
romanz
hoy, pero que tuvo alma y
Pero Vermuez,
al
cual
cató
myo Cid
le dice:
Mudo, varón que tanto
Fahla, Pero
callas,
y entonces Pero Vermuez conpe(;o de fablar Detienes'le
la
Mas cuando y Pero Mudo
lengua, non puede delibrar
empiega, sabed, nol da vagar,
al
romper
a hablar, suelta a los in-
fantes un torrente acusatorio, en que les dice:
«lengua sin manos, ¿cuerno osas fablar?»
Todo Pero Mudo gua
sin
se vierte en este apostrofe: len-
manos, ¿cómo osas hablar?
DE UNAMUNO
M.
86
Es tan tenaz como
lento,
yendo
jado con lo otro. Diríase que es en
llaman los psico-fisiólogos
el
lo él
uno emparelargo lo que
tiempo de reacción,
que necesita de bastante rato para darse cuenta de una impresión o una idea, y que una vez que agarra no
la
la suelta a
mientras otra no
primeras, no
la suelta
empuje y expulse. Así es que
la
sus impresiones parece son lentas y tenaces,
tándoles
el
nimbo que
materia conjuntiva,
las circunda
fal-
y une como
matiz en que se diluye la
el
una desvaneciéndose antes de dejar lugar a
que
le sigue.
Es cual
la
se sucedieran tan recor-
si
tadas como las tintas del paisaje de su tierra
',
tan uniformes y monótonas en su proceso.
Entrad con hieren
en su casa, en cuya fachada os
él
la vista a la luz del sol
gos de
sobre fondo blanco como
añil chillón
nieve. Sentaos a su
mida
sencilla
y
sin
entero ringorran-
mesa a comer con
gran
él
la
una co-
artificio culinario, sin otro
condimento que picantes o ardientes, comida sobria
y fuerte a
para
el
'
vez ^ impresiones recortadas
Más adelante ejemplificaremos
castiza castellana. '
la
paladar.
No ha mucho
al lector.
se entretuvieron unos doctísimos alema-
nes en discutir y polemiquear llotas crudas. Sí, bellotas, y cal viva
todo esto en la literatura
Rogamos, en tanto, paciencia
que abrasan
si
en España se comen o no be-
también garbanzos tostados en
las entrañas.
EA'SAVOS Si es día festivo, después al baile,
a un baile uniforme
87
de
y
la
comida
asistís
danzando
lento,
al
son de monótono tamboril o pandereta, o de chillona dulzaina,
cuyos sones burilados se os clavan
como una
serie de
en
el
Y
les oiréis cantares
oído
punzadas acústicas.
gangosos, monótonos tam-
bién, de notas arrastradas, cantares de estepa,
con que llevan
el
ritmo de
la
labor del arado. Re-
velan en ellos un oído poco apto para apreciar
matices de cadencias y semi-tonos. Si estáis en ciudad,
dros de
la vieja
y hay en
ella
algunos cua-
y castiza escuela castellana,
id a
verlos, porque esta casta creó en los buenos tiem-
pos de su expansión una escuela de pintura realista,
ta,
de un realismo pobre en matices, simplicis-
vigoroso y rudo, de que sale
la vista
como de
una ducha. Tal vez topéis con algún viejo lienzo de Ribera o de Zurbarán, en que os salte a los ojos un austero anacoreta de huesosa complexión,
en que se dibujan los músculos tendinosos en
cla-
ros vivos sobre sombras fuertes, un lienzo de gran
pobreza de tintas y matices, en que
los objetos
aparecen recortados. Con frecuencia
las figuras
no forman un todo con
el
fondo, que es mero ac-
cesorio de decoración pobre, Velázquez, el
más
castizo de los pintores castellanos, era un pintor
de hombres y de hombres enteros, de una pieza,
M.
88
DL UN A MUÑO
rudos y decididos, de hombres que llenan todo
el
cuadro.
No
encontraréis paisajistas,
del matiz,
de
la
ni el
suave transición,
un ambiente que
lo
sentimiento
unidad de
ni la
envuelva todo y de todo haga
armónica unidad. Brota aquí ésta de
la
colocación
y disposición más o menos arquitectónica de partes;
A
muchas veces
las figuras
esa seca rigidez, dura,
las
son pocas.
recortada, lenta y
tenaz, llaman naturalidad; todo lo
demás tiénenlo
por artificio pegadizo o poco menos. Apenas les
cabe en
y
la
cabeza más naturalidad que
la
bravia
tosca de un estado primitivo de rudeza. Así es
que dicen que su vino,
la
primera materia para
hacerlo, el vinazo de sus cubas, es lo natural
sano, y
el
matizado, que de ción química.
que
es!
él
sacan los franceses,
/ Falsificación f
¡Como
si la
falsifica-
/Verificación
tierra fuera
más que un
menso laboratorio de primeras materias, corrige
el
hombre, que sobrenaturaliza a
raleza humanizándola! lo
y
producto refinado, más aromático y
No
es
dogma de
al la
sí
in-
que
natu-
esta casta
que decía Schiller en su «Canción del ponche»,
que también tural.
el
arte es don celeste, es decir, na-
EASAl OS
Estos hombres tienen un alma viva y en
alma de sus antepasados, adormecida
tal
ella el
vez, so-
terrada bajo capas sobrepuestas, pero viva siempre.
En muchos, en
los
que han recibido alguna
cultura sobre todo, los rasgos de la casta están alterados, pero están
allí.
Esa alma de sus almas,
de su casta,
el espíritu
hubo un tiempo en que conmovió
al
deslumbre con sus relámpagos, y en
mundo y
lo
las erupcio-
nes de su fe levantó montañas. Montañas que po-
demos examinar y socavar y revolver en sus laderas de
la
a la busca
lava ardiente un día y petri-
ficada hoy, y bajo esta lava los restos de hom-
bres que palpitaron de vida, las huellas de otros.
Antes de entrar en esta rebusca, tolere
el lec-
tor la aridez de unas pocas explicaciones algo
abstrusas.
A
uno que duerme en
un ruido, y
al
el silencio le
que se duerme con éste,
ta su cesación. El
hombre de
lo
la
en espacio o tiempo. Es mérito de el
haber puesto en claro
despier-
que se da cuenta
es del contraste, de una ruptura de
inglesa
despierta
le
el
continuidad
la psicología
principio lumi-
DE UNA Ai UNO
M.
90
noso de que
acto
el
más elemental de percepción,
de discernimiento, como te, es la
ellos dicen gráficamen-
percepción de una diferencia, y que co-
nocer una cosa es distinguirla de nociéndola mejor cuanto de
demás, co-
las
más y mejor se
la
distingue.
Pero
tal distinción
no podría darse sin una ana-
logía profunda sobre que reposara; la diferencia
sólo se reconoce sobre un fondo de semejanza.
En
la
sucesión de impresiones discretas hay un
fondo de continuidad, un nimbo que envuelve a lo
precedente con
lo
subsiguiente; la vida de la
mente es como un mar eterno sobre que ruedan y se suceden
las olas,
un eterno crepúsculo que
envuelve días y noches, en que se funden puestas y las auroras de las ideas.
Hay un
las
verda-
dero tejido conjuntivo intelectual, un fondo intraconciente en fin
Los
islotes
*.
que aparecen en
la
conciencia y se
separan o aproximan más, uniéndose a las veces, a medida que el nivel de ella baja o sube, se en-
lazan
allá,
continuo.
'
en
el
fondo del mar mental, en un suelo
Son voces que surgen
Le llamo
así
del
rumor del
y no inconciente o sub-conciente, por pa-
recerme estos términos inexactos. Lo que se suele llamar inconciente es de ordinario entrañas, está
el
contenido de lo conciente, sus
más bien dentro que debajo de
él.
ENSAYOS
91
coro, son las melodías de una sinfonía eterna.
Figuraos astros rodeados de una extensa atmósfera etérea cada uno, que se acercan en sus
mo-
vimientos orbitales, y fundiéndose sus atmósferas
forman una sola que
envuelve y mantiene
los
unidos y concertados, siendo
la
razón de su atrac-
ción mutua. Esta doctrina, que conocen cuantos la
han leído aplicada hermosamente por
chi a la física toda, es la
fóricamente
Cada
la
el
P. Sec-
que mejor aclara meta-
constitución de la mente humana.
impresión, cada idea, lleva su nimbo, su at-
mósfera etérea;
impresión, de todo lo que le
la
rodeaba; la idea, de las representaciones concretas de
que brotó. Aquellas
figurillas
de triángu-
los, etéreas y ondulantes, que flotan en nuestra
mente
al
pensar en
el
triángulo (figurillas de que
hablaba Balmes), no son sino parte del nimbo, de la
atmósfera de
la idea,
parte del
mar de
lo intra-
conciente, raíces del concepto.
En nuestro mundo mental losas,
flotan
grandes nebu-
sistemas planetarios de ideas entre
ellas,
con sus soles y sus planetas y satélites y aerolitos
y cometas erráticos también; hay en
él
mun-
dos en formación y en disolución otros, todo ello
en un inmenso mar etéreo, de donde brotan los
mundos y a donde
al
todos estos mundos,
cabo vuelven. El conjunto de el
universo mental, forma
la
DE UNAMUhO
M.
92
conciencia, de cuyas entrañas arranca
de
la
continuidad;
tra personalidad.
el
En
el
rumor
hondo sentimiento de nueslo
hondo,
el
reino del silen-
cio vivo, la entraña de la conciencia; en lo alto, la
resultante en formación,
yo
el
conciente, la
idea que tenemos de nosotros mismos.
En
este universo hay diferentes sistemas pla-
netarios,
y cada planeta, cada
idea, es
un mundo
a su vez, con su organismo. Cojiéndolas, pode-
mos
analizarlas, separar
y distinguir sus compo-
nentes, es decir, conocerlos, reconstituirlos, y así,
por una síntesis de un análisis, llegar a cono-
cer reflexiva y científicamente
la
idea en su con-
tenido y entraña. Síntesis de un análisis, esto es la ciencia;
su
fin llegar a lo
continuidad de todo. llenas se eleva la
De
intra-conciente de la
las ideas reflejadas
y
re-
mente a ideas de esas ideas por
abstracción.
Paciencia, lector, y tolera aún
sobre
la
abstracción, que
más
indicaciones
más tarde verás
van enderezadas. Porque en esto de ción suele no verse poco
separación,
la
más que
donde
abstrac-
abstraer,
el
la
repulsión ideal, sin fijarse en que
brotan de una verdadera fusión. tar la abstracción lización,
la
a
Se
suele presen-
como algo previo
a la genera-
cuando es efecto suyo. Recuérdese cómo
se hacen fotografías compuestas, para
lo cual
se
ENSAYOS
93
toman varios individuos de una plo,
y
son
si
la placa,
todos
seis,
con
la
ellos, la
familia, por
misma enfocación y postura en
sexta parte del tiempo necesario
para obtener una prueba clara y distinta.
modo
sobreponen
se
ejem-
se proyecta a cada uno sobre
De
este
imágenes, los rasgos
las
análogos, los de familia, se corroboran
y
los indi-
viduales o diferenciales forman en torno de aquellos
un nimbo, una vaga penumbra. Cuanto ma-
yor
el
número de individuos o
puesta, y
el
de analogías
el
resultará la imagen com-
más acusada
entre ellos,
nimbo más vago;
y, por el contrario,
cuantos menos los individuos o sus analogías menores,
más
flotante y
vaga
la
imagen en un nimbo
que prepondera. Al tomar luego esas imágenes compuestas para compararlas y combinarlas unas con otras y sobreponerlas a su vez, ellas se define
lo
concreto de
y se desvanece mucho del nimbo.
Todo compuesto
al
entrar
una unidad suprema a
él,
como componente de
acusa su individualidad.
Sobre estas sugestiones metafóricas medite lector poniéndose en camino de ver
ducen
la
abstracción y
la
el
cómo se pro-
generalización, no por
vía de remoción y exclusión tan sólo, sino fun-
diendo jante.
lo
semejante en
Nimbo
el
nimbo de
lo
o atmósfera ideal que es
desemelo
que da
carne y vida a los conceptos, lo que les mantiene
94
M.
en conexión;
lo
DE UNAMUNO que
enriquece poco a poco,
les
irrumpiendo en ellos desde sus entrañas.
Y
no debe perderse de vista esto del nimbo,
clave de
que hemos de hacer en
la inquisición
mente castiza
distinción entre el hecho en bruto
vivo, entre su continente
¡Cosa honda y
Cosa
vivo!
la
la
castellana, porque es la base de la
difícil
y
hecho en
el
y su contenido.
ésta de conocer el
única importante de
hecho
la ciencia
hu-
mana, que se reduce a conocer hechos en su contenido total. Porque toda cosa conocible es un
hecho (factiim) algo que
se ha hecho. El universo
todo es un tejido de hechos en tinto e indeterminado,
un mar que se
nito,
el
refleja
en
el cielo
sin orillas
las
de
reflejo se pierde en el
el
inmenso de
Un
¡Cosa honda y cer
difícil
lo
la
conocido, abismo
abismo de
conocer
el
la
mente.
hecho! Cono-
hecho, distinguirlo de otros y distinguirlo
con vida, rehaciéndolo en nuestra mente
'
infi-
pero con su abismo insondable,
entrañas desconocidas
cuyo
lo indis-
ignorancia.
nuestra mente, cuyo fondo es
mar
mar de
mar etéreo y eterno e
Cada hecho es
tal cual
es y no otro
'.
como resultado de
un proceso, de un hacerse, de una diferenciación; así es que conocerlo con conocimiento vivo es rehacerlo en nuestra
mente reproduciendo su proceso. La representación viva es un hecho rehecho.
ENSAYOS Y
95
ahora, dejando estas retóricas, entremos de
golpe y porrazo a indicar dónde y cómo se han de
buscar las pruebas de que en este clima extrema-
do y sin tibiezas dulces, de paisaje uniforme en también cortante y seco, pobre en nimbos de ideas; pruebas de cómo
sus contrastes, es
el espíritu
generaliza sobre los hechos vistos en bruto, en serie discreta,
en caleidospio, no sobre síntesis de
un
análisis
en
flujo vivo;
de
viéndolos en serie continua,
ellos,
cómo
los
ve recortados como
las
figuras en su campiña sin rehacerlos apenas, to-
mándolos como aparecen en su vestidura y cómo, ,
por
fin,
ha engendrado un realismo vulgar y
tosco y un idealismo seco y formulario, que ca-
minan juntos, asociados como Don Quijote y Sancho, pero que nunca se funden en uno.
Es
soca-
rrón o trágico, a las veces, a la vez, pero sin identificar la ironía
y
la
austera tragedia humanas.
Al llegar aquí tenemos que traer a cuenta algún
hecho que flexiones, él,
sirva de hilo central a nuestras re-
que seguirán,
ondulando acá y
para engendrar en
sin
allá,
el
embargo,
fuera de
sin atarse a
maroma
alma del lector
el
lógica,
nimbo,
la
atmósfera de donde vaya surgiendo algún tema.
Y
este hecho central ha de ser nuestro pensa-
miento castizo,
el
de
la
ratura castellana, y en
edad de oro de
él,
la lite-
por de pronto, lo más
M.
96
DE UNAMUNO
castellano, el teatro,
y en
el
teatro castellano,
sobre todo, Calderón, cifra y compendio de los caracteres diferenciales y exclusivos del casticis-
mo
castellano.
Y
procuraremos ver, por último, sus esfuerzos
por llegar a
lo
eterno de su conciencia, por armo-
nizar su idealismo quijotesco con su realismo san-
cho-pancino, esfuerzos que se revelan en
más granado y
fruto
del espíritu castellano, en su castiza
clásica mística.
Marso de
el
1895.
III
EL
ESPÍRITU CASTELLANO
CASTICÍSIMO el teatro,
es en nuestras letras castizas
y en éste
el
de Calderón, porque
si
otros de nuestros dramaturgos le aventajaron en
sendas cualidades, espíritu local
castiza
y
él
es quien mejor encarna
transitorio de la
y de su eco prolongado por
más bien que
teriores,
casta; es
la
los siglos pos-
humanidad eterna de su
un «símbolo de raza»
lo diferencial
el
España castellana
y exclusivo de su
'.
Da
cuerpo a
casta, a sus notas
individuantes, por lo cual, a pesar de haber galva-
nizadosumemoria tudescos rebuscadores de ejemplares típicos, es a quien «leemos con los
más
fatiga»
españoles de hoy, mientras Cervantes vive
eterna vida dentro y fuera de su pueblo. *
Así
le
su teatro»
llama en sus conferencias acerca de «Calderón y el Sr.
Menéndez y Pelayo, añadiendo de
él
que es
«poeta españolísimo», «nuestro poeta nacional por excelencia», el
que
«cifra,
compendia y resume en
sí
todas las gran-
dezas intelectuales y poéticas de nuestra edad de oro... la España antigua con toda la mezcla de luz y de sombra, de
grandeza y de defectos».
DE UN A MUÑO
M.
100
Calderón,
el
símbolo de casta, fué a buscar
carne para su pensamiento
de presentar
al
al
teatro, en
que se ha
mundo en compendio compacto y
vivo, en sucesión de hechos significativos, vistos
desde afuera, desvaneciéndose a último término, hasta perderse a las veces,
vuelve,
Y es
el
de todos los teatros,
el castellano,
más bien que tico.
el
nimbo que
el
más rápido y
'.
teatral
en que no pocas veces se corta,
se desata,
el
nudo gordiano dramá-
Lope, sobre todo, suele precipitar
lace, la
los en-
coro irrepresentable de las cosas
el
desen-
anagnórisis.
Por toda
la literatura castellana
campea esa
su-
cesión caleidoscüpica, y donde más, en otra su casticísima manifestación, en los romances, donde
pasan los hombres y los sucesos grabados
al
agua
fuerte, sobre un fondo monótono, cual las preci-
sas siluetas de los gañanes a la caída de la tarde,
sobre
el
bruñido cielo. El didactismo a que pro-
pende esta misma
literatura suele por su parte re-
solverse en rosario de sentencias graves, en sarta sin
cuerda a
En »
el
En
el
la
las veces.
teatro calderoniano se revela de bulto esa
ópera es donde halla representación. Así es que el leitmotio de melo-
genuino teatro alemán es Wagner con
día infinita que se desarrolla en sinfonía armónica e inarti-
culada.
ENSAYOS
101
suerte de ver los hechos en bruto y yuxtapuestos
por de fuera. El argumento es casi siempre de
una sencillez y pobreza grandes, los episodios pegadizos y que antes estorban que ayudan a la
No
acción principal.
kespeare, dos o más acciones.
dosa á
como en Sha-
se combinan,
Una
intriga enre-
pero superficial, caleidoscópica,
las veces,
y sobre todo enorme monotonía en caracteres, en recursos dramáticos, en todo
Por ver
hombres en
los
'.
duro no sabe
perfil
crear caracteres; no hay en sus personajes
el rico
proceso psicológico interno de un Hamlet ó un
Macbeth, es «psicología de primer grado, como las
imágenes coloreadas de Alemania son pin-
tura elemental»,
dice
Amiel (Journal intime,
8 janvier 1863), juzgando de refilón de nuestro teatro.
«Todas
las
cosas están
allí
apuntadas y casi
ninguna llevada a cabal desarrollo»,
buye a «condiciones no)... la
rapidez y
un carácter y
lo
lo
que se
atri-
del ingenio español (castellala facilidad
para comprender
incompleto de su desarrollo.» (M.
y P.) ¿Rapidez para comprender? Es que pasan hecho o
el
la
idea recortados, sin quebrar su cas-
cara y derramar sus entrañas en '
la
«Pecado capital de Calderón», llama monotonía.
el
espíritu del
el Sr.
Menéndez a
M.
102
que
los
DE UNAMUNO
recibe, sin entrar a él envueltos en su
nimbo y en éste desarrollarse. El desarrollo es la única comprensión verdadera
viva, la del contenido; todo lo
y
demás se
re-
duce a atrapar un pobre dermato-esqueleto encasillable
en
el
tablero de las categorías lógicas.
comprendida
idea
mente shakespeariana. En
como en
la
derón se
petrifica.
La
se ejecuta sola, sponte sua,
verdadera comprensión, porque
la
de Cal-
la
Superar en ejecución
lo es
en
ejecución re-
vela la continuidad y vida íntimas de la idea.
Como
las buriladas representaciones caldero-
nianas no rompían su caparazón duro, fué
el
poe-
no viéndolas en su nimbo, a buscarles alma
ta,
al
reino de los conceptos obtenidos por vía de remoción excluyente, a un idealismo disociativo
no
al
frío
',
y
fondo del mar lleno de vida, sino a un cielo
y pétreo.
Este espíritu castizo no llegó, a pesar de sus intentonas, a la entraiiable armonía de lo ideal lo real, a
los
conceptos anegándolos en sus nimbos,
canzó
'
la
y
su identidad oculta, no consiguió soldar ni al-
inmensa sinfonía del tiempo eterno y del
Calderón es poeta idealista «porque ha excluido abso-
lutamente de su teatro todos los lados prosaicos de
la natu-
raleza humana.» (M. y P.) ¡Prosa de la vida, fondo inmenso de
eterna poesía!
ENSAYOS infinito
103
espacio de donde brota con trabajo, cual
melodía en formación y lucha, propio Espíritu. Para
de nuestro
el Ideal
dos mundos, un caleidos-
él
copio de hechos y un sistema de conceptos, y so-
bre ellos un Motor inmoble. Espíritu éste dualista y polarizador. jote
y Sancho caminan
Don Qui-
juntos, se ayudan, riñen,
se quieren, pero no se funden. Los extremos se
tocan sin confundirse y se busca
pobre justo medio, no en
el
virtud en un
la
dentro en donde está
y debe buscarse. Sáltase de
los
hechos tomados
en bruto y sin nimbo a conceptos categóricos.
Cuando Quevedo no nos cuenta
al
buscón don
Pablos comenta a Marco Bruto, y
el
grave Hur-
tado de del
Mendoza narra
las picardías del Lazarillo
Tormes.
Calderón nos presenta trastes de luz
la realidad
«con sus con-
y de sombra, de alegrías y de
tezas», sin derretir tales contrastes en la
tris-
penum-
bra del nimbo de la vida, (.(mezcla lo trágico y lo
cómico»,
mente.
mo hay
sí,
Y
los mezcla,
no
los
combina química-
así «en nuestro teatro
más que
idealis-
convencionalismo, y más que realismo la
realidad histórica de un tiempo dado» y «cierta lijereza
y superficialidad»,
la
de no pasar de
la
superficie.
Qenuinamente castizos son nuestros dramas
M.
104
DE UNAMUNO
teológicos y autos sacramentales, con sus personajes sin vida, la Fe, la Esperanza,
Fuego,
el
Agua,
la
Encarnación,
la
el
Aire,
el
Trinidad, no
seres vivos, sino
tumba de huesos, cubierta con un paño de brocado.
En
su idealismo se pone lo grande de Calde-
rón, su «genio sintético y comprensivo», viendo
en
él
grandeza de concepción y una alteza
tal
de
ideas teológicas, intelectuales y filosóficas, que
resultaba mezquina toda forma para encerrarlas, «alteza de la idea inicial de sus obras».
aun
así
lleza, ni
supo hallar «lo que es universal y eterno
del corazón
por
sí
ellas
Mas como
no pueda proponérsele cual modelo de be-
humano», se nos dice que «no bastan
solas las grandes ideas para
hacer con
grandes dramas».
Las grandes ideas categóricas y abstractas, no. Distinguen cial
al
ingenio castellano «grandeza
ini-
y lucidez pasmosa para sorprender las ideas;
poca calma, poca atención para desarrollarlas».
(M. y P.) ¡Es claro!, como escapan sin entrar en
él
ción, para desarrollar por
las
sorprende, se
le
e imponerse a su atensí,
en virtud propia, su
contenido. La «intuición rápida» de «proceder
como por adivinación y relámpagos», es
falta
de
ENSAYOS comprensión viva, genética;
105
los
relámpagos des-
lumhran, no alumbran.
¡Genio sintético y comprensivo
lumbró
la
unidad de
un mero enlace de
los
dos mundos!
ellos,
el
que
ni vis-
¡ Armonismo
en que se ve
la
pegadura!
¡Pobres altísimas concepciones, muertas de des-
nudez, sin carne en que abrigarse! La mera ocurrencia de sacar a tablas conceptos abstractos
delata toda la flaqueza de este ingenio,
empedernido de su idealismo suelto
(!!!)
el
como
lo
encontrarse re-
en sus obras «el enigma de
la
vida hu-
mana... sin luchas, sin vacilaciones, sin antinomias, sin dudas siquiera».
No es de extrañar que se sobreponga el idealismo de Calderón le
al
vea bien en
de Shakespeare, y aun que no se
éste. El inglés
pone en escena a que
desarrollen su alma hombres, hombres, ideas vivas, tan
profundas cuanto altas
las
más
eleva-
das del castellano. El rey Lear, Hamlet, Ótelo,
son ideas más ricas del contenido íntimo que cualquiera de los conceptos encasillables de Calderón.
¡Un hombre!, un hombre es
la
más
rica idea, llena
de nimbos y de penumbras y de fecundos misterios.
Calderón se esforzaba por revestir huesos de carne y sacaba momias, mientras que en so vivo brota
el
el
proce-
organismo todo de un óvulo
fe-
M.
106
DE UNAMUNO
cundado, surge del protoplasina del nimbo orgá-
un dentro y un fuera, un endodermo y un ectodermo, y formándose poco a poco
nico, dibujándose
en su
interior,
del tejido conjuntivo endurecido
por sales calcáreas del ambiente,
el
esbozo de
los
huesos, que son lo último que queda y persiste
cuando
ser ha muerto, delatando la forma viva
el
perdida para siempre. Huesos encerrados en lo
vivo por carne palpitante, huesos que admiran los osteólogos y paleontólogos en
los
dramas
sar-
mentosos de Calderón, y que en Shakespeare están vivos, con tuétano caliente; pero sustentando, ocultos por la carne, la fábrica viva toda de
que surgieron, inconcientes a su autor. Para
el
inglés los óvulos eran cuentos, novelas; anéc-
dotas, sucesos vivos; en nuestro teatro abun-
dan como laya
tales lugares teológicos o
Por sumirse en
fondo eterno y universal de
el
humanidad, que es
la
de parecida
'.
donde se confunden
la
los
nisterio brota el ideal
más honda y fecunda
idea,
dos mundos, por cuyo mi-
de
la realidad,
de
la
natu-
raleza el arte, Shakesperare, sabiendo de pobre historia paleontológica tan
derón, *
más
«Vaya
el
letrado que
él,
poco o menos que Calpenetra en
el
alma de
que fuere curioso a Bclarmino», dice Tirso al
acabar su hermoso drama El condenado por desconfiado.
ENSAYOS la
antigüedad romana por
la
107
estrecha puerta de
una mala traducción de Plutarco y resucita en su Julio César
la
vida del foro resonante, mientras
Calderón, atado a
la
historia de su tiempo y de
su suelo, apenas se despega de local.
Penetra Shakespeare en
mana y en
lo transitorio
alma con Hamlet, encarnación
la del
de humanidad tan profunda como gismundo, más viva.
Y
el
alegórico Se-
por ser más profundas sus
concepciones vivas, informulables, es por alcanza la
lo
que
«verdad humana, absoluta, hermosa» y
la
«expresión únicas.
Hay en el
y
la intra-historia ro-
nuestro castizo teatro disociación entre
idealismo y el realismo
y en punto a éste
graciosos, que representan parcial
y sobria
del
so, impertinente a
el fallo
de
común sentido
'.
la
los
razón im-
El gracio-
menudo, «de un modo
realista
y prosaico, no exento de vulgaridad y aun de grosería, vuelve siempre por tido
común».
No
los fueros del sen-
exento de vulgaridad y aun de
grosería nuestro Sancho, es cierto, pero Sancho
bueno, Sancho discreto, Sancho cristiano, Sancho
»
Véase A.
F. Schack, Historia de la literatura
y
el arte
dramático en España, segundo período, parte primera, ca-
tomo n, de la traducción de don Menéndez compara el gracioso al
pítulo XI (págs. 450 y 459 dei
Eduardo de Mier). El
Sr.
coro de la tragedia clásica.
M.
108
DE UNA MUÑO
sincero. ¡Impertinente!, esto es, disociado, que
no casa bien con
el
idealismo de su Quijote.
Este espíritu disociativo, dualista, polarizador, se revela en la expresión, en
y
palabras, en
el énfasis,
y turbia retórica», en
en
la
el
la
vano
lujo
de colores
«inundación de mala
manera hinchada de
hi-
pérboles, discreteos, sutilezas y metaforismo apoplético.
Nuestros vicios castizos, desde Lucano y
Séneca acá, brotan del
el culteranismo y el conceptismo, mismo manantial. Dícese que el culte-
ranismo y
la
imaginación,
hipérbole arrancan de brillantez de el
conceptismo de agudeza de
in-
genio.
¡Socorrido recurso
el
de
la
fogosa
brillante o
imaginación española! Aquí entran en cuenta sol
y otros ingredientes.
Y
en realidad,
sin
el
em-
bargo, imaginación seca, reproductiva más que creadora,
más bien que imaginación
pleando tecnicismo escolástico.
O
fantasía,
los
hechos
emto-
mados en bruto, en entero y barajados de un modo o de otro, no desmenuzados para recombinarlos
en formas no reales, o bien conceptos abstractos.
Nuestro ingenio castizo es empírico o intelectivo
más que imaginativo, traza enredos entre sucesos perfectamente verosímiles; no nacieron aquí los
mundosdifuminadosen gnomos,
silfos, ninfas
niebla, los
mundos de hadas,
y maravillas. Pueblo
fanáti-
ENSAYOS co, pero
no supersticioso, y poco propenso a mi-
tologías,
al
que cuadra mejor
que
el
politeísmo ariano.
tico
109
monoteísmo semí-
el
Todo
es en
él claro,
recortado, antinebuloso: sus obras de ficción llenas
de historia, hijas de
y de
los sentidos
moria, o llenas de didactismo, hijas de tiva.
y
el
la
muy me-
la intelec-
Sus romances por epopeyas y por baladas, Quijote por el Orlando.
La imaginación se apacienta en los hechos,
nimbos que
llano repele, saltando
gencia abstractiva.
de
Y al
para realizarlos, acude
los sentidos a la inteli-
tomar en bruto
al
otra parte en
el
los
hechos
desenfreno del color ex-
terno, de lo distintivo en ellos, así
faltos
nimbos de
los
castizo espíritu caste-
el
conceptismo de
como cae por
los
universales
de nimbo; sensitivismo e intelectualismo,
disociación siempre.
Cuando los matices
se alcanza mal a repartir en un cuadro
y medias
tintas
de
tal
unidad del conjunto aparezcan
suerte que en la
los objetos enca-
jados, subordinados al todo, se cae en el desenfre-
no del colorismo chillón y de mosaico, de metálicos, corriendo tras
de que
las figuras
vale tanto
como
el
brillos
enorme despropósito
se salgan del cuadro, que
desquiciarlas de su puesto y di-
sociarlas de la realidad, acudiendo para ello a pro-
cederes de efecto escenográfico, más que sean
M.
lio
DE UAAMLAO
pintar en el marco la sombra de
pezuña de un ca-
la
ballo o cualquier otro desatino tan desaforado. El
ver
las
cosas destacarse a cuchillo es no percibir
que es su forma en parte fondo, y
así,
la del
molde que
les
da
el
por no dibujar tanto hacia fuera como
hacia dentro, se busca la línea continente por serie
de rectificaciones que engendran
perfil confu-
so e incierto, desdibujada resultante de tanteos.
La poca capacidad de expresar unidad del nimbo ambiente lleva lorista
y
al
al
matiz en
el
la
desenfreno co-
gongorismo caleidoscópico, epilepsia
de imaginación que revela pobreza la dificultad
en ver
y dentro de
él,
la
arrastra a la escenografía intelec-
tualista del conceptismo;
dibujar las cosas con
suave, en su
de ésta;
real
idea surgiendo de su nimbo
sitio,
y
de tino para
la falta
mano segura
a
par que
la
brotando del fondo a que se
subordinan, conduce a las tranquillas oratorias de
acumular sinónimosy frases simétricas, desdibujan-
do las ideas con rectificaciones, paráfrasis y corola-
Y
rios.
de todo
ello resulta
un
de enorme
estilo
uniformidad y monotonía en su ampulosa amplitud
de estepa, de gravedad
sin gracia,
de períodos
macizos como bloques, o ya seco, duro y recortado.
y
la
Y
en este
de
estilo
la dialéctica,
dos retóricas,
la
de
la
oratoria
metaforisnio de oradores, er-
gotismo de teólogos y leguleyescas
citas.
ENSAYOS
111
El elemento intelectivo es lo que «ahoga y
mata
la
expresión natural y sencilla», sofocada
peso de categorías; la
al
expresión única brota de
la
idealidad de lo real concreto.
II
Es grande Segismundo, precursor
del Quijote,
y hay eterna grandeza en Pedro Crespo y aun en
Don Lope de Almeida, porque ellos su creador, eran algo
das para comprender con
los vicios
y
la
el
todos
ellos,
y con
más que mentes
naci-
mundo. Eran voluntades
bondad íntima de
la
energía
que desborda. La inteligencia misma es forma de voluntad.
Todo
espíritu
ción desde
que pase por enérgica abstrac-
recortadas sensaciones a conceptos
categóricos, sofocando
el
nimbo de
taciones, o es juguete de los
las represen-
motivos
del
am-
biente, o reacciona sobre ellos con voluntariedad
de arranque en resoluciones bruscas y tenaces; o
ya esclavo o ya tirano de
lo
que
le
rodea. Los
personajes de nuestro teatro, y aun los de nuestra historia, se
a la inversa,
forman más de fuera a dentro que
más por
cristalización
que por des-
DE UN A MUÑO
M.
112
pliegue orgánico, produciéndose raras veces.
En Lope
pente, sobre todo
los
hay que cambian de
final
al
ex abrupto no re-
de sus comedias, sin
causa justificada. «Los sentimientos más opuestos brotan en su pecho, sin ofrecer las gradaciones
que entre nosotros», dice délos españoles
el ale-
mán Schack. Cuando no son de una pieza, se mueven guerra, dividiéndose en dos, o ya son sistema de contradicciones, como
Don Domingo de Don
so, el
Obedecen nuestros héroes terna, tanto
en
ellos,
conflictos entre dos debe-
A la
cual tensión interna,
presión exterior oponen,
una voluntad muy desnuda,
que Schopenhauer gustaba en
llanos por él tan citados
bién
castizos a la ley ex-
dos imperativos categóricos, sin nimbo
en que concordarse.
lo
egoísta genero-
más opresiva cuanto menos intimada
abundando en
res, entre
que es
el
Blas, de Alarcón.
Merimée
los caste-
y alabados. Acá vino tam-
a buscar impresiones fuertes
y
ca-
mundo de
los
racteres simples, bravios y enteros.
A
la
disociación mental entre el
sentidos
y
el
de
la inteligencia,
corresponde una
dualidad de resoluciones bruscas y tenaces y de indolente matar al
el
tiempo, dualidad que engendra,
reflejarse en la mente, fatalismo
y librearbitris-
mo, creencias gemelas y que se completan, nunca la doctrina del determinismo de la espontaneidad.
BNSAVOS Se resignan
a la ley o
la
113
rechazan,
sufren o
la
combaten, no identifican su querer con
ella.
la
Si
vencidos, fatalistas; librearbitristas cuando vencedores. La doctrina es
la teoría
de
propia con-
la
ducta, no su guía.
En
las disputas teológicas
calvinismo, primero,
y
el
que provocaron
más
jansenismo,
el
tarde,
teólogos españoles fueron los principales heraldos del libre albedrío. ¡Frases vigorosas el «no la real
gana» y
el
más enérgicas y dedo a
al
la
voluntad es
Y
«no importa»!
castizas,
aún
me da
las
que vienen como
hay
anillo
doctrina schopenhaueriana de que la lo
lo individuante
genérico, así
en
el
como
hombre, que
la inteligencia
el foco,
Brenn-
punkt, de aquélla son los órganos genitales. Todo español sabe de dónde le salen las voliciones enérgicas.
«Y teniendo yo más alma, ¿tengo menos grita
libertad?»
Segismundo. Tener más alma es tener más
voluntad entera, más masa de acción, más inten-
no mayor inteligencia
sa;
ni
más complejo
es-
píritu.
Y
junto a esta voluntariedad simplicista de esta
enérgica casta de conquistadores, fe en
Da la
la
suerte:
ventura a tu hijo y échalo en el mar. Fe en
estrella,
buena
si
se triunfa,
si
se sucumbe
M.
114
mala. Es
el
DE UhiAMUhO
vislumbre de sentirse arrebatado de
algo íntimo, más hondo que
la conciencia.
La monotonía de caracteres del castizo teatro castellano paréceme ser reflejo de un rasgo real.
Caracteres los de esta casta de individualidad
y de complejidad escasa, más bien unos que armónicos, formados los individuos por bien perfilada
presión exterior en masa pétrea, personas que se
plantan frente
al
mundo, y
arman
le
batalla sin
huir del peligro, que en la ocasión se
guerra a
sí
mismos
sin destruirse,
moverán si
se de-
como Sansón con todos
jan morir es matando, filisteos
y que
los
'.
Eran almas éstas tenaces e incambiables, castillos
interiores de diamante
entra con la
'
de una pieza, duro y la sepultura; lo que
Genio y figura hasta
cortante.
el capillo sale
leche se
mama, en
la
con
la
mortaja; lo que en
mortaja se derrama.
Alabando Hernando de Pulgar en Los Claros varones
de España
al
almirante D. Fadrique, porque «ninguna fuerpa
de la fortuna abaxó la fuerza de su coragon», añade: «Loan los historiadores
romanos por varón de gran ánimo a Catón,
porque se mató no pudiendo con paciencia de César su enemigo. le hiciera el
César de
Yo no la
que
suffrir la victoria
sé por cierto qué él
mayor crueldad
Y adornan su muerte Y ciertamente no pue-
se hizo...
diziendo que murió por aver libertad.
do entender qué libertad pueda aver para sí otro el
ni
para dar a
hombre muertos. Esto último es castizo y de oro puro.
EASAVOS
115
Al plantarse en sociedad cada una de estas
mas frente
al-
a las otras, produjese un verdadero
anarquismo igualitario, y a
la
par anhelo por dar
a la comunidad la firme unidad de cada miembro,
un verdadero anarquismo absolutista, un mundo de átomos indivisibles e impenetrables en lucha dentro de una férrea caja, lucha de presión exter-
na con interna tensión.
Fué una sociedad guerrera \ y en la guerra misma algo de anárquico, guerrillas y partidarios.
En
tales sociedades
y con
tales individuos pro-
lóngase un sentido de justicia primitivo, vengán-
dose devengan sus derechos. En Pedro Crespo se une a la justicia la venganza a quien llaman unos
el
Cruel y
y tenemos un rey
el
Justiciero otros.
Entre nosotros buscaba Schopenhauer ejemplos del anhelo
de llevar
la justicia eterna,
las
«al
la
dominio de
experiencia
individuación» dedicando a
veces toda una vida a vengar un entuerto, y
con previsión del patíbulo 1
la
Ya Tucidides
decía
(vi, 90)
-.
que los iberos eran tenidos
comúnmente por los más belicosos de ¡os bárbaros, y Trogo Pompeyo que si les falta guerra fuera, se la buscan dentro. ^ Véase el cap. lxiv del libro iv de El Mundo como voluntad y representación, donde cita el caso de aquel boticario (a quien
hace obispo) que en
la
francesada envenenó a
varios oficiales (generales los hace) convidándolos a su mesa,
DE LXAMUXO
M.
116
Pasamos, según Rasch (Das heutige Spanien), en Alemania, ¡prepárese por ganosos de fama,
el lector!... a la
vez que
codiciosos e indolentes,
ruhmsúchtig, golddúrstig, faul, por crueles y sanguinarios,
grausam, blutdürstig. Cuando
extranjeros nos quieren mal
los
tratan de traer a
}•
cuenta nuestras flaquezas, no ohidan
al
inhumano
duque de Alba, a su Juan de Vargas y su Consejo de sangre,
los autos
de fe y los quemaderos, y los
desenfrenos todos de nuestro
odium theologi-
cum. Es dureza de combatiente. El valor, valor de toro. «¡Ve a vencer! >— dice
arrogantemente
el
rey a Rodrigo de \'¡var en
Mocedades del Cid— y en go
Las
éstas, al morir Rodri-
Arias, repite a su padre: Padre, ¿he vencido,
he vencido?... yo muero, padre, ¿he vencido?>
En
la
\ida de lucha conviene además juntar
al
esfuerzo astucia, aquella arma del fuerte y ésta del débil.
<
caballero
y
Apenas había término medio entre el
pícaro>
— dice
el
Sr.
el
Menéndez.
Confundíanse uno en otro; en horas de insolación asoma bajo
el
aristócrata el chulo.
Esta voluntad se abandona indolentemente curso de las cosas g encenenándose
él
si
con
no logra domarlo a viva fuerellos.
Aquí estriba
Scbopeobauer. Remite para más eiemplos bro u de Montaigne.
al
lo
heroico para
al cap.
xn del
li-
ENSAVOS za,
no penetra en
cia o
117
se apropia su ley; violen-
él ni
abandono más o menos sostenidos. Es poco
capaz de
ir
adaptándose
lo
que
le
rodea por
infini-
tesimales acciones y pacienzudos tanteos, compe-
netrándose en las pequeneces de
traba/o verdadero. la
O
realidad, por
la
se entrega a
la
rutina de
obligación, o trata de desquiciar las cosas; pa-
dece trabajos por no trabajar.
Es proverbial nuestro castizo horror
trabajo,
al
nuestra holgazanería y nuestra vieja idea de que
«ninguna cosa baja tanto
hombre como ganar
al
de comer en oficio mecánico», proverbial ria
la
mise-
que se siguió a nuestra edad del oro, prover-
biales nuestros pordioseros
tros holgazanes
pasaban con
la
y mendigos y nues-
que se echan a tomar
y se
el sol
sopa de nuestros conventos.
El que se hizo hidalgo peleando moriría antes
que deshonrar sus manos
'.
«Ser bien nacido y de claro linaje es una joya
'
mada, pero tiene una falta
muy poco provecho,
muy grande, que
así para el noble
que tienen necesidad. Porque
ni
muy
esti-
sola por sí es de
como para
los
demás
es buena para comer,
ber, ni vestir, ni calzar, ni para dar ni fiar; antes
ni
be-
hace viciral
hombre muriendo, privado de los remedios que hay para cumplir
sus necesidades; pero junta con
de honra que se bleza
al
cero de
la
riqueza no hay punto
Algunos suelen comparar la nocuenta guarisma, el cual solo por sí no vale
le iguale.
la
nada, pero junto con otro número le hace subir mucho.» Dice el
doctor Juan Huarte en
el cap. xvi
de su Examen de ingenios.
DE UNAMUNO
M.
118
En ninguna parte tiempo
lo
mejor
arraigó
de creer que
el
oro es
donde Ustáriz extremó
aquí,
el
Los pobres indios preguntaban a de El
Dorado
las Indias labradores. ir
los
al
Perú a ser
que más bien
Y
más
mercantilismo. los
aventureros
prudentes se enviaran a el
mo-
a pasar su Rubicón, traza con la es-
le
tierra
y
dice: «por aquí se
por acá se va a
ricos;
Panamá
a
que sea buen castellano
ser pobres; escoja el lo
por más
Francisco Pizarro en
pada una gran raya en
va
ni
riqueza, que
por qué no sembraban y cojían, y
en vano propusieron
mento de
la
estuviere.»
tarde, solemne escena en
cuando, previa invocación parte con gravedad
el
al
Caxamalca,
auxilio divino, se re-
precio del
desgraciado
Atahualpa, aquel reposado inca, último testigo de
una civilización borrada para siempre por
los
quistadores de aquel «infierno
que con
empobrecido y decía Las Casas. Poco des-
multitud de quintales de oro destruido a España»
pués
el leal
-
lia
duque de Alba, sirviendo a su Dios y
a su Rey, no olvidaba *
del Perú,
con-
el
botín
'.
«Acabando este castigo comenzaré a prender algunos
particulares de los
más culpados y más ricos para moverlos a
que vengan a composición.» «De estos tales se saque todo
el
golpe de dinero que sea posible.» Así escribía a su amo y señor desde los Países Bajos el duque. (Documentos inéditos,
tomo
IV,
pág.
489.)
EsWSAVOS ¡El botín!, tal era la rio
Cid
y
',
creto, el
preocupación del legenda-
mismo Sancho;
el
buen Sancho,
apenas vio en
el
119
suelo
el pacífico, el
dis-
codicioso de la ínsula,
el al
fraile
de San Benito
«apeándose ligeramente de su asno arremetió a
comenzó a quitarlos
él
y
le
tocaba a
le
batalla
él
hábitos...,
que aquello
legítimamente como despojos de
que su señor
Don
la
Quijote había ganad0'>.
El pobre con aspiraciones que no se aviene a enterrarse cojido a
la
manera en
masa
la
intra-
histórica de los silenciosos, los intracastizos, ni
a vivir *
como
el
licenciado
Del que no ha recibido aún
del viejo, el del le airó
Cabra «clérigo cerbael
barniz de los romances,
poema. El cual se sale de casa porque
el
rey
por haber «priso» grandes y soberanos haberes rete-
niendo de ellos «quanto que fué algo»
(110-114),
mas se
con-
suela porque
Hya, caballeros, dezir vos he
la
Qui en un logar mora siempre,
verdad lo so puede menguar (v.
Si
947 y 948).
con moros non lidiaremos, no nos darán del pan (673),
y se va a tierra de moros a meterse en «arrancadas prove(v. 1233) para ganarse «averes» y «marcos de plata» y hacer «dueñas ricas» a sus hijas y mujer. ¡Y que nos costaba
chosas»
poco! Suban, suban ellas
al
plar la heredad que les ha
ganado Rodrigo, y véanle lidiar que
«afarto verán por los oios
alcázar de Valencia, a contem-
commo
se gana
Corran por Aragón y Navarra pregones;
pan»
el
el
(v. 1642).
que en buen
M.
120
tana, archi-pobre
DE UhAMUNO y proto-miseria» para quien
penuria era salud e ingenio, o dice con
de Los
Amantes de
Bien haya, amén, quien inventó
o se gana
mil aíios
guerra
la
rico
haya visto blanca;
honradamente
de sus manos..., que
soldado
el
Teruel, de Tirso:
Que de una vez un hombre queda Aunque en
la
la
vida con
«hijo, esto
la
industria
de ser ladrón no
es arte mecánica sino liberal», y «quien no hurta
en
el
mundo no vive»— decía su padre
al
buscón
día,
con un
D. Pablos, espejo de vagabundos.
Y
aun
vívase
sin llegar a tal,
al
hora nació llama a quien quiera llegar a rico saliendo de cuitas «perder cueta e venir arritad: (1689).
Y así,
«al
sabor de la ganancia», se
le
«acoien yentes de la
buena christiandad». Mas teme que una vez tomada Valencia y ellos «abandonados en rritad» se y manda quitárselos él (v. 1245-1255).
al
que
libre!,
le
vayan con los haberes
cojan desertor, y
al
palo con
¿Qué remedio? ¡Hay que vivir, buen D. Ramón,
conde de Barcelona! ¡No ve
le
te aflijas tanto, ni dejes
pero sin los haberes que perdiste en
«prendiendo de vos e de otros,
ir
lid
de comer,
porque
nos hemos pagando»
(1406).
Prendiendo a fuerza o estafando a judois con astucia de
pi-
caro.
Véanse además
los versos 510
1048, 1149, 1245, 1266
y siguientes, 795 a
807, 1040
a 1269, 1331 y sigs., 1736 y siga., 1775 y
a
si-
guientes, 2135, 2430, 2436, 2493, y sigs. de la edición Vollmoller.
En
las canciones
eschec, el botín.
de gesta francesa no domina tanto
el
EASAVOS mañana que nunca
121
llega por delante, a ver
maná. Todos los años aplaudimos
conquistador
del «¡tan largo
al
me
cae
castizo héroe
lo fiáis!»
dos se aguarda por todos con ansia
si
el
y
to-
día del na-
cimiento del Redentor, en esperanza del gordo. El nacer pobre es delito.
Y del
así
vive
el
hidalgüelo
mayorazgo a cubierto
trabajo, en resignada indolencia
parsimonia. rarse
el
pan
convento
Mas ¡a
si
y medida
es segundón y ha de asegu-
probar fortuna! a buscárselas, o
al
'.
Con frecuencia tomaba iglesia.
tras
una vida de aventuras se
¡Pan y toros, y mañana será otro día! Cuando hay, saquemos tripa de mal año, luego... ¡no importa!
Tal
el
alma castiza, belicosa e indolente, pa-
sando del arranque a
la
impasibilidad, sin diluir
una en otro para entrar en
y oscuro, difuso y
Y
heroísmo sostenido
verdadero trabajo.
anejo a todo esto las virtudes que engendra
la lucha, la '
el
lento, del
generosidad de
Llegó a componerse de
la
guapeza,
frailes
el
y monjas
rumbo
la tercera
parte de la población de España, y en tiempo de Felipe
III,
a
principios del siglo xvii, salían de España, según el licencia-
do Pedro Fernández de Navarrete,
al
año, 40.000 personas
«aptas para todos los ministerios de mar y tierra».
M.
122
DE UN A MUÑO
de José María, amigo de sus amigos, limosnero del pobre con dinero ajeno.
A
bote de lanza, anár-
quicamente, enderezaba entuertos
La misma caridad es de origen decía 1.°
Don
Quijote.
militar.
Lo que
M. Montegut (Reviie des Deux Mondes,
Marzo, 1864), hablando de nuestros místicos,
de que no conocen
la
caridad sino de nombre,
siendo para ellos virtud más bien teológica que teologal, es aserto que admite explicación. Por-
que hay una caridad que por compasión ca, por representación simpática,
fisiológi-
nace de
las en-
trañas del que sufre viendo sufrir, y otra intelectiva
y
más
categórica, que brota de la indigna-
ción que produce
el
ver sufrir a unos mientras
otros gozan; hija de ternura aquélla, de rectitud ésta.
Unas veces brota
del de caridad
el
sentimiento de justicia
y otras éste de aquél.
Cuando en Las Mocedades del Cid encuentra éste
al
que a lo
gafo se pregunta «¿qué tí?» y,
me debe Dios más
considerando que
suyo desigualmente en
plugo repartir
le
los dos,
no teniendo
él,
Rodrigo, más virtud, sino tan de carne y hueso,
concluye en que
Con
igualdad nos podía
tratar; y así es justo darte
de
lo
que quitó en tu parte
para añadir en
la
mía.
ENSAYOS Y
123
por sentido de justicia, más que por ternura,
y no poco acaso por hazaña, come en
el
mismo
plato con el gafo. Caridad típica también la del
aquel arrebatado y agresivo P. Las Casas, que
vuelto en
leer un día de
sí al
Pascua
el
capítulo 34
del Eclesiástico, se dedica a protector de los in-
dios
y más aún
tas.
Y
con
él
a violento fiscal
su orden,
la
de sus compatrio-
que con más brío pre-
dicaba en Europa cruzadas contra los herejes,
amparaba y defendía en América a indios, vírgenes
los pobrecitos
de herejía. Caridad de
a salvar
ir
almas desatándolas de sus cuerpos; quien bien te
quiera te hará llorar. Caridad de espada y de igualdad.
La misma caridad
tierna
y compasiva
de Francisco de Asís se trueca en ardiente y be-
An-
licoso ordenancisrao en el español (portugués)
tonio de Padua.
«¡Una limosnita por mendigos; se
y
ellos, si
Toda patía.
les
piden los
contesta «perdone, hermano»;
se les da,
«Dios se
ella es caridad
A
amor de Dios!» lo
pague».
austera y sobria, no sim-
otra cosa se llama sensiblería aquí.
M.
124
DE UN A MUÑO
III
Este hombre formó familia y sociedad
Formaba
familia,
dentro de
la cual
mujer. Las de Tirso superan sión
y
y en
malicia,
el
al
civil.
guardaba a su
hombre en
deci-
museo de Lope hallamos
La Varona castellana, defendiendo con puñal su honra La Moza de cántaro, y junto a ellas, entre otras. La Villana de Getafe y La Serrana de Tormes. esgrimiendo
la
espada a
Entre esta mujer y su hombre naturales, con
pocos
Nuestra castiza
lírica
los
amores son
intricamientos
amorosa será
eróticos.
sutil,
poco efusiva, y raros en nuestra literatura
mas los
acentos d€ pasión de amor absorbente y puro de otro sentimiento.
No
es
amor ardiente y atormentado de Abe-
el
lardo, ni el refinado les,
pues
si
de
los
trovadores provenza-
bien entró en Castilla la casuística
erótica de éstos por los trovadores gallegos, ca-
talanes
y valencianos, no fué castiza y de genui-
na cepa. Ni
el
gallego Macías
el
Enamorado
ni el
valenciano Ausías March son almas castellanas.
Los Amantes de
Teruel, de Tirso, son sobrios
en ternezas y blanduras,
si
bien se mueren de amor,
ENSAYOS
125
con muerte fulminante y repentina. La Jimena de
Las Mocedades del
C/í/ expresa sentimiento tan
poco erótico y femenino, como es
más
el
mándolo por pundonor.
Y
esta
mira en aquel Rodrigo que dole
el
de estimar
ver estimar su amor que su hermosura, to-
el brial
luce en
con
la
misma Jimena ad-
la corteja, salpicán-
sangre de sus palomicas, que
gallardamente, entre lo hermoso, lo
él
fiero. El
hombre y
hermoso.
Y
el
oso, cuanto
más feo más
aun cuanto más bruto, pues Celia, en
El condenado por desconfiado, quería que
la
saqueaba y maltrataba por valiente, como
se rinde a su chulo la barbiana de
En
esto del
rompe y rasga.
amor aparece también
disociativo, porque es, o grosero, sual, o austero
o
la
a Enrico
el espíritu
más que
sen-
y de deber más que sentimental,
pasajera satisfacción del apetito o
el
débito
del hogar.
Y en tratando casamiento verás que mi amor le agrada, que este es el último intento de toda mujer casada.
Y
una vez casada, niega Isabel de Segura un
simple abrazo a Diego de Marsilla.
«Ya es mi esposo, Marsilla, Don Gonzalo perdóname si el gusto que me pides no te lo puedo dar como quisiera. que no le he de ofender por ningún modo.»
M.
126
Doña Blanca,
la
DE UNAMUNO mujer de «García del Castañar»
cree que «...bien o mal nacido, el
más indigno marido
excede
No es
al
mejor galán.»
España
castiza en
la casuística del adul-
ha elevado a institución a
terio, ni se
Fuera del matrimonio,
la
amiga.
amores son de
los
gallo,
de Tenorio, no de Werther.
más
El realismo castellano es
sensitivo que sen-
sual, sin refinamientos imaginativos
Huele a bodegón más que a lenocinio, y
casto.
cuando cae en extremo, más cenidad, a lo grosero que
de ejemplo típico blos, la
aventura
los batanes.
amor
No
'
la
aun en
tira,
la obs-
a lo libidinoso. Sirvan
novatada del buscón
del bálsamo
Don Pa-
de Fierabrás y
la
La misma Celestina escolastiza
cuando no cae en
son castizos
el
de el
lo brutal.
sentimentalismo obsceno,
ni
aderezos artificiosos del onanismo imaginativo
los
amor
del
baboso.
No
sale de esta casta un mar-
«El que verdaderamente
*
con
la
el linaje
se, sin lo cual perescería.»«La
lo deleitable.» el
ama
es necesario que se turbe
dulzura del soberano deleite que por
cosas fué puesto porque
en
y con fondo
Véase además
acto séptimo.
natura huye lo
el
Hacedor de
las
de los hombres se perpetualo triste
y apetesce
que dice Celestina a Areusa
EASAVOS
127
qués de Sade, que en su vejez venerable suelta con voz dulce una ordure poUtesse^->
de
la
.
Mas
«del rey abajo ninguno
>
¡fuera jerarquía!
ruda igualdad y llaneza entre los demás. Llanera, castizo término. Al extranjero que viaja por
España en
le
sorprende
el fácil
los trenes, el ofrecerse
fuego en
la calle, el
tramar conversación viandas,
el
pedirse
ponerse «¡a su disposición!»
Reinaba en nuestro castizo siglo una peculiar igualdad que se ha llamado democracia frailuna.
130
M.
en gran parte
la
de
la
DE UNAMUNO de
holganza y
la
pobreza,
la
espórtula y la braveza, anarquista. La dis-
frutaban muchedumbre de caballeros pobres, les, hidalgüelos,
holganza.
como
Y
frai-
soldados y tercios, menosprecia-
dores del trabajo, amantes de
ba,
la
la
guerra y de
la
a este anarquismo íntimo acompaña-
suele, fuerte unificación
monárquica
al
absolutismo, o mejor ordenancismo
exterior; el
castellano, fué forma
y dique de anarquía, fué
el
espíritu de individualismo excluyente transporta-
do a ley exterior.
Siempre
la
firme fe en
el libre
albedrío lleva,
sofoco de
tanto
como
civil;
que hay que imponer ley a quien apenas
lleva dentro
el
',
fatalismo,
al
y consuélese
el
la libertad la
sometido con que
su voluntad es libre e inviolable
el
santuario de
su conciencia. jGran Celestina la metafísica!
*
En
el
librearbitrismo,
caída naturaleza; en del hado;
cuando se ve, por
la voluntad, se fía
en
el
poder opresivo suple a
fatalismo representa a
el
el
el
la
la
ley externa
contrario, ley determinante de
hombre. Así es como
«el
dejad hacer,
dejad pasar», brotó de la concepción optimista del
homo
oeconomicus, que conoce siempre su verdadero interés, y de la fe
en que éste se concilia con
el colectivo;
de un deter-
minismo. «¡Libertad! Bien entendida, ¡hermosa palabra!...
jamás se hace maduro
duque de Alba en dida!
Y
el
ni
Un pueblo
prudente; siempre es niño», dice
Egmont de
el
Goethe. ¡Libertad bien enten-
para hacerla entender, ¡palo limpio y tente tieso!
ENSAYOS Era aquí
la
castiza monarquía cenobítica
tera, ordenancista, reflejo
na.
131
En España no juegan
liente queridas
de
y aus-
la familia castella-
papel histórico sobresa-
de reyes.
«Una grey
y un pastor sólo en el suelo, un monarca, un imperio y una espada»,
cantaba Hernando de Acuña,
Era en aquella sociedad
quico profundo, bien que un lloso,
con
la
el
el
poeta de Carlos V. sentimiento monár-
si
es no es quisqui-
sumisión del «se obedece, pero no se
cumple». El rey no es
el
Estado, sino
el
mejor
al-
calde; no quien crea nobleza y honra, sino quien las protege.
Bien que sea fábula, es típico
el
«cada uno de nosotros vale tanto como vos, y todos juntos más que vos», y hondamente castizo el
«e
si
«Al rey
no, no». la
hacienda y
la vida
se ha de dar; pero
el
[honor es patrimonio del alma, y sólo se debe a Dios.»
Las voluntades se encabritaban, someterse
al
sí,
pero para
cabo, sentida su desnudez, a la auto-
ridad venida de lo alto, y tenían fe en ella. Pocas
cosas tan genuinamente castellanas
como
el
or-
denancísnio, acompañado de pronunciamientos.
Ordenancismo más que absolutismo a la fran-
cesa, ni despotismo oriental, ni tiranía italiana.
M.
132
DE UNAMUNO
IV
Cada uno de
estos individuos se afirma frente
a los oíros, y para hacer respetar su derecho, su individualidad, busca ser temido. Preocúpase de la
opinión pública, preocupación que es
del honor,
nobleza.
que
la
y cuida conservar
La bárbara ley
el
el
fondo
buen nombre y
la
del honor no es otra cosa
necesidad de hacerse respetar, llevada a
punto de sacrificar a
ella la vida. «
¡Muera yo, viva
mi fama!» exclamó Rodrigo Arias
al
ser herido
mortalmente por D. Diego Ordóñez de Lara.
Como duos
ni
apenas se han socializado estos indivi-
se ha convertido en jugo de su querer la
ley de comunidad, se afirman con altivez, porque el
que cede es vencido; hacen todos del árbol
caí-
do leña, y ayúdate, que Dios te ayudará, que
que se muere
al
le entierran.
Nada de componendas
ni
de medias
pasteleo, nada de nimbo moral razón de estado.
No
:
tintas, ni
justicia
de
seca ó
saben «andar torciendo,
ni
En el hermoso diálogo de Las Mocedades del Cid,
opiniones, ni caminos». la
primera parte de
confiesa
el
conde Lozano a Peranzules que fué
cura su acto; pero
como
tiene
lo-
mucho que perder
ENSAYOS y condición de honrado, no
la
133
quiere enmendar,
que antes se perderá Castilla que recibirá satisfacción;
nor y nada cobra
el
que
que
el
que
la
él; ni
dará
ni
da pierde ho-
la recibe,
espada agravios es mejor. que en rigor pondré un remiendo en su honor quitando un jirón al mío; y en habiendo sucedido, habremos los dos quedado, él con honor remendado y yo con honor rompido.» «el remitir a la
los
Y
encierra su opinión honrada en esta cuarteta,
quintaesencia de
la
ley del honor:
«Procure siempre acertarla honrado y principal; pero si la acierta mal, defenderla, y no enmendarla.»
el
¡Antes mártir que confesor! ¡Tesón, tesón hasta morir, y morir
No hay que
como D. Rodrigo en flaquear,
y
si
la horca!
se flaquea, que no lo
sepan. Sobre todo, esto; que no lo sepan ¡por Dios!, que no lo sepan.
Como
lincuente es publicar
agravio»,
tenga secreta
la
el
«el
prender
manda
el
al
de-
rey se
ofensa del conde Lozano a Diego
Láinez, lo cual parece a Peranzules «¡notable ra-
zón de estado!» Secreto, ante todo; «a secreto
M.
134
DE UN A MUÑO
agravio, secreta venganza»; «que no dirá la ven-
ganza
que no
lo
dijo la afrenta». ¡Secreto, secre-
sobre todo secreto!
to,
*.
El honor se defiende a estocada limpia: «en
ti,
valiente espada, ha de fundarse mi honor», ese
honor que en
el
pecho «toca a fuego,
que se lava con sangre. Con
al
de
arma toca»,
la
herida del
conde Lozano se frota Diego Láinez
la mejilla,
el
«adonde
la
la
mancha estaba» ^
agraviado caballero ha de servir
gua de
la
«De la
lengua
al
espada», «len-
mano» que
es falta de valor sobrar tanto la paciencia, que es dañoso el discurrir; pues nunca acierta a matar quien teme que ha de morir.»
«
¡Gran virtud el silencio y el secreto para la casta de Pero Mundo! Ya de antiguo cuidaban más de él que de la vida; su fidelidad brillaba en el secreto. Saepe tormentis pro *
silentio
quam
rerum immortui adeo
vitae, decía
¡Secreto!
Y
Doña Urraca
ilUs fortior tacita rnitatis
cura
délos españoles Justino.
consigo mismo reserva mental. «¡Calla!
— dice
a Bellido Dolfos:-si es traición, y en mi quere-
lla,— excusará el no sabella— la culpa de no excusalla.» 2
Corneille, en su Le Cid, suprimió este vigoroso rasgo,
lo más enérgico del diálogo precitado entre de Lozano y Peranzules. Dice en cambio:
así
como
«Mais, puisque c'en est
faít, le
el
coup est sans remede.»
¡Qué diferencia! Los héroes de Corneille son muy ¡isaclos.
con-
cioi-
ENSAYOS «El perro muerto, ni
135
muerde
ladra», decía
ni
aquel francote de Rodrigo Orgófiez,
el
amigo
del
pobre Adelantado Almagro.
¡Cuánto cuesta someterse a
la
ley no hecha
carne, categórica y externa! «¡Cuánto cuesta el
ser noble y cuánto el honor cuesta!», exclama Ji-
mena. ¡Honor,
«vil
ley del mundo, loca, bárbara,
ley tan terrible del honor»!
«¡Que un hombre que por cuanto pudo para honrado no sepa si está ofendido!»
Son de
ganza
oir
en
(escena
A
sí
hizo
secreto agravio secreta ven-
6.'*
de
la
jornada
iii),
los
gos de D. Lope de Almeida contra esa
desaho-
ley.
Es
la
tal
ley un sino fatal, es la sociedad imponiéndose
al
individuo, disociado de ella en espíritu, no di-
luido en el
engendra
nimbo colectivo; es ley externa
el
la
que
conceptismo dilemático del pundonor.
Es anarquismo moral bajo
el
peso de absolutismo
social.
Esta ley y este sentimiento del honor tuvieron su vida, y no es
muy hacedero
raspar de ellos
barniz caballeresco francés para
discernir
cualidades castizas y peculiares acompañan
al
el
qué ho-
nor castellano. La sistematización del honor, la caballería, es,
como
tantas sistematizaciones y
pulimentos, de origen francés. ¡Cuánto
más caba-
M.
136
lleresca la
DE UNAMLNO
Chanson de Roiand que
y sobrio Cantar de
myo
bargo, de influjo francés! íoi
nuestro viejo
Cid, no libre, sin em-
En
aquélla aparece la
de chevalier, y Sancho debajo
del Cid,
que en
su querella con los infantes de Carrión se cuida
mucho de «esso
los
haberes que
me puede
pesar con
le
han llevado
la
otra deshonor» (ver-
,
porque
so 2913).
Estaban
los nuestros
muy ocupados
ros para esas caballerías,
mas
se de ellos derramáronse por esos
Dios '
',
y a
la
postre entró
«Y por cierto no
vi
los
mo-
mundos de
caballerismo en
el
en mis tiempos
con
desembarazar-
al
ni lei
que en los pas-
sados viniessen tantos cavalleros de otros reinos y tierras estrañas a estos nuestros reinos de Castilla y de León por
hazer armas en todo trance, como
vi
que fueron cavalleros
de Castilla a las buscar por otras partes de
Y
fué informado que
tonces por
muy
el
capitán francés o
la christiandad...
el italiano
tenia en-
fornescida la esquadra de su gente quando
podía aver en ella algunos cavalleros castellanos, porque conoscía dellos tener esfuerzo y constancia en los peligros
que de
más
también guerras en Castilla, y durar algunos tiempos; pero no vi que viniessen a ella guerrelas otras naciones. Vi
ros de otras partes. Porque assi
como ninguno piensa
llevar
hierro a la tierra de Vizcaya, donde ello nace bien, assi los
estrangeros reputaban a mal seso venir a mostrar su valentía a la tierra de Castilla, do saben que ay tanta abundancia de
fuerzas y esfuerzo en los varones della que
la
suya será poco
estimada.»
Hernando de Pulgar, en
el título
de Los claros varones de España.
xvu (Rodrigo de Narváez,
,
EASAVOS
137
España, y tomó fuerte arraigo. Nuestros caballe-
manos hasta
ros metieron las
los
codos en aquello
que llamaban aventuras. Fué aquí exagerado punto de los Amadises y demás de su la
vida real
al
linaje,
de Suero de Quiñones, y
desafíos de Barleta.
San Ignacio veló
al
al
y en
de
los
armas y
las
se hizo caballero
a lo divino. El caballerismo
nuevo barniz
Cid, a Bernardo del Carpió y a
al
dio
otros héroes legendarios. Los franceses nos die-
ron Rolando,
como nosotros
Mas siempre más
brutal,
licado
honor más macizo y
el
y plebeyo, y
más
que de-
sutil
querer refinarse. Fué siempre aquí cada
al
más
cual
fué aquí
natural
a ellos Gil Blas.
hijo
de sus obras y padre de su honor
debido éste más a naturaleza que a gracia,
al
'
bra-
menos de relumbrón y paramás positivo, más apegado a sus raíces. En la
zo que da,
al
rey; honor
francesada, no era
el fin
de
G. Pechio— la gloria, sino
los españoles
la
— decía
independencia, que
a haberse batido por el honor habríase acabado la
de Tudela.
Y
a Stendhal le
guerra en
la batalla
parecía
único, le seul, pueblo que supo resistir
'
el
«Señor, bien sé que vuestra señoría es
llero
muy buen
caba-
y que sus padres lo fueron también, pero yo y mi brazo
derecho, a quien ahora reconozco por padre, somos mejor que
vos y todo vuestro
según nos el Dr.
linaje», decía
lo cuenta,
Juan Huarte.
en
el
un capitán a un caballero,
cap. xvi de su
Examen de
Ingenios,
M.
138
DE UNAMUAO
a Napoleón absolutamente puro de honor estúpido, béte; de lo que hay de estúpido en el honor.
(De VAmour,
cap.
XLVii.)Nohay aquello de
«//-
rez les premier s, messieurs les anglaisy, porque sabemos bien que
el
que da primero da dos
veces, aunque no quite lo cortés a lo valiente.
Son nuestros caballeros más brutales y menos amadamados, menos tiernos en derretimientos, '
más fastuosos y guapos que elegantes y finos, menos dados también a la sensiblería ginecoláy Rey», es la divisa de más bien que «Dieii, l'honneur et
tríca. «Dios, Patria
los
nuestros,
les
damesy Cuando más .
la
dama, no les dames;
el
fondo de Amadís es su casta fidelidad a Oriana,
Don
virtud que brilla también en
graciada
En
la
mujer cuando
la
hacen
Quijote. ¡Desídolo!
el fondo del caballerismo francés aparecen
barones feudales, aquí reconquistadores del suelo patrio.
'
En
la
Chanson de Roland a cada paso
y aun se desmayan de tendrur. franceses de una vez (verso
2932).
Eti
A
lloran los héroes,
cierta ocasión cien mil los caballeros franceses
es a los que sobre todo se aplica lo que decía Flaubert (Ma-
dame Bovary) «bravos como leones, dulces cual corderos, como no se es, bien puestos siempre y que lloran
virtuosos
como
urnas».
A
nuestro buen maese Nicolás,
el
barbero, le
gustaba más Galaor que Amndís, «porque no era caballero melindroso,
ni
tan llorón
como su hermano».
ENSAYOS
139
V En sociedades la religión,
tales el
y con
ella
más íntimo lazo
una
social es
m.oral externa
de lex,
de mandato, que engendra casuismo y métodos para ganar
el cielo.
acaso haya sido
De
todos los países católicos,
más
el
católico nuestra
España
castiza.
El catolicismo dominicano y el jesuístico, son
tan castellanos ciscano.
Una
como
fe,
un
italiano el cristianismo fran-
pastor,
bre todo, unidad venida de
una grey, unidad lo alto,
so-
y reposo ade-
más, y sumisión y obediencia perinde ac cadáver. Este pueblo de se
las asociaciones
y un Diablo sobre
un
y
los contrastes
acomodaba bien a afirmar dos mundos, un Dios
cielo
cia,
ellos,
un infierno que temer y
que conquistar con
ganando
al
la libertad
y
la
gra-
Dios misericordioso y justo. Fué
éste pueblo de teólogos, cuidadoso en congruir los contrarios; teólogos todos, hasta los insurgentes, teólogos del
revés los librepensadores. En
la
teología no hay que desentrañar con trabajos he-
chos, sino combinar proposiciones dadas, es asunto de
«agudeza de ingenio», de
intelectiva.
De
M.
140
DEUhAMLNO
esta casta brotaron
los principales fautores
Trento, y los llamados Dominicanes,
de
Orden de
la
Predicadores que se estrenó contra los albigenses,
y
gués,
el
Un
Milicia de Jesús más tarde.
la
impetuoso San Antonio, fué
ro peleó contra los herejes en la
portu-
que prime-
el
Orden de paz y
de tolerancia del pobrecito de Asís.
Que
las castizas
guerras de nuestra edad de
oro fueron de religión... Esta era
lazo social, y
el
unidad religiosa forma suprema de
la
Para demarcar, por vía de remoción,
la social.
la
unidad
y moriscos y se cerró
nacional, se expulsó judíos
puerta a luteranos, por «sediciosos, perturba-
la
dores de '
la
Durante
república
la
'».
Órdenes
militares re-
Reconquista no había empeño alguno en
convertir a los moros, con los que se entendían no mal los cristianos. El
Cid del Cantar jamás piensa en
con ellos para ganarse
el
pan (verso
673);
y
tal cosa,
al
pelea
no poder ven-
derlos considera que nada gana con descabezarlos (versos
Así es que le bendicen y tiene entre ellos a su gran amigo «natural», Avegalvón. En la Chanson de Roland, por el contrario, preocúpanse de destruir a los paganos paiens,
619-620).
que siguen la
la ley
de Mahoma, Apolo y Tervagán, y hacen de
guerra un juicio de Dios (verso
gesta francesas,
al
3670).
En
conquistar una ciudad
las canciones
infiel,
de
obligan, so
pena de muerte, a que se bauticen a sus habitantes todos, ne seit ocis
o devient chrestiens
üui de Bonrgogne, versos deaux,
(V.
Roland, versos 102 y 3670,
3063, 3071-74, 3436-38;
Huon de Bor-
6657-59, etc., etc.).
Donde
resalta la diferencia es en la
toma de Zaragoza por
ENSAYOS ligiosas se fundaron en
España para
ferior que reconquistara
guna parte más vivo
el
141
cruzada in-
la
propio suelo, y en nin-
el
sentimiento de
herman-
la
guerrero que en
el
pueblo que dio tantos curas guerrilleros en
la
francesada. Guerras religiosas
el
dad entre
reino de
el
sacerdote y
el
,
sí
cuanto institución para sustento de cial la
,
en cuanto
religión se extiende a este
la
la
mundo, en
máquina
so-
y mantenimiento del orden y del silencio y de
obediencia a
la ley.
Aquellas almas fueron intolerantes, no por sacarlo Magno, y
la
de Valencia por
el Cid.
Toma
el
dor Zaragoza, y entran sus soldados en mezquitas ries,
empera-
mahume-
y sinagogas, destruyendo ídolos, ¡ídolos en mezquitas y
sinagogas!, porque Carlos cree en Dios y quiere hacer su servicio, faire voelt terio,
y
al
sun servise; llevan a los paganos
que se niega a hacer
la
al
bautis-
voluntad de Carlos lo cuel-
gan, matan o queman. Así bautizan más de cien mil «verda-
deros cristianos», veir chrestien (versos el
cuadro de
la
3660-3674).
¡Cuan otro
toma de Valencia!
«Cuando myo Cid gañó a Valencia e entró en Los que fueron de pie cavalleros se f azen.
la
gibdad
El oro e la plata ¿quién vos lo podrie contar?
Todos eran ricos quantos que allí ha. Myo Cid Don Rodrigo la quinta mandó tomar. En el aver monedado xxx mili marcos le caen;
E
los otros averes ¿quién los podrié contar?»
(Versos 1212 a
Y así
continúa.
ginativa más, y
¡Cómo se ve que
más
lo
lo
1218.)
uno tiene de ficción ima-
otro de historia concreta!
Mas por
debajo aparecen los hombres. Cierto es que los franceses no
conocían a los moros como los castellanos.
M.
142
DE UNA MUÑO
y vigor, sino por pobreza de complejidad,
lud
porque no sólo tolera
el
y
débil
escéptico sino
el
el
que en fuerza de vigor penetra en otros y en
el
fondo de verdad que yace en toda doctrina,
puesto que hay junto a otra por absorción. las ideas,
más
que
ellos categóricas
«soberbia del espí-
la
«concupiscencia de
la
razón temían haber de venir
la
los
que no
la
carne»; por la
la
Mas
caída.
no razonaron su intolerancia como
queda para
por exclusión
malas doctrinas,
las
porque eran éstas en
e impulsivas; temían ritu»
la tolerancia
Temían
tal,
ellos
que esto se
sienten. Aquellos con-
ceptistas concebían sus conceptos por exclusión
y
religión
la
civil.
como
lazo social
Valía más, según
el
y base de unidad
duque de Alba, conser-
var mediante guerra un reino arruinado para Dios
y
el
Rey, que tenerlo,
sin esto, entero,
cho del demonio y de
A
la
los herejes
ley había que someterse por la fe, que era
confianza sobre todo, confianza en que lestial
miento
en prove-
sus secuaces.
el
Rey
ce-
no habría de negar una hora de arrepential
que obedeciese, aunque no cumpliera
sus mandatos. Paulo
el
ermitaño, se condena por
desconfiar de su salvación,
«porque es
la
que en sirviendo a [Dios y haciendo a gozar de él en nim iendo»,
fe en el cristiano,
buenas obras, ha de
ir
i
,
ENSAYOS por querer que Dios no;
y Enrice
el
de
le
diga
si
143
se ha de salvar o
los «latrocinios, cuchilladas,
heridas, robos, salteamientos y cosas deste el
modo»
que mató treinta hombres y forzó seis donce-
llas,
como «aunque
conocimiento de
es tan malo, no deja de tener
santa fe», sino que abriga es-
la
peranza siempre de que tiene de salvarse, esperanza no fundada en obras suyas, «
humana más pecador y con su piedad
sino en saber que se
Dios con
el
le salva»,
sálvase por acto de arrepentimiento, llevándole cielo «dos paraninfos alados».
ción en
el
fondo que esta de El
desconfiado, de Tirso, es
la
al
La misma concep-
de
Condenado por La Devoción de
la Cruz, de Calderón. El genio oculto de
la so-
ciedad, su intraconciente providencia, dio codicia del cielo tas.
y terror
al
Donde Paulo,
nado como
el
infierno a aquellos anarquis-
el
ermitaño,
al
creerse conde-
bandido Enrico, exclama:
«¡si su fin hade tener tenga su vida y sus hechos!»
allí
es donde adquiere, en virtud del contraste,
plena significación te temiera».
En
el
el
«aunque no hubiera infierno
fondo de aquellas naturalezas
de un individualismo salvaje quedaba chispa de
fe;
poso de sumisión a una terrible ley externa, hado
de
DE UN A MUÑO
M.
144
sociedad, a
la
que no se
la
la
que había que obedecer, mal
cumpliera.
A
Sancho
el
socarrón
le
parecía un demonio «hombre de bien y buen cris-
y en mi conciencia»,
tiano», al oirle jurar «en Dios
y concluía que «aun en
mismo
el
infierno debe
haber buena gente». ¡Respeto, respeto ante todo,
y horror
escándalo! «Gracias a Dios, todo está
al
tranquilo en los Países Bajos», gracias a Dios y al
Consejo de sangre.
La
religión cubría
y solemnizaba. Para que
les
enseñaran «las cosas de nuestra santa fe católica»
encomendaban
¡Extraña justificación de
rica. allá,
indios a los aventureros de
la esclavitud!
Y
en aquellas mismas tierras de nuestra castiza
epopeya viva, vírgenes de enfrenaban
gro y
las pasiones,
el
aportando
el
la
presa de
donde se des-
cuando Pizarro, Alma-
la
hicieron convenio
conquista del Perú,
último, socio capitalista, 20.000 pe-
y su industria
el trato
policía,
maestrescuela Luque
de repartirse
sos,
Amé-
los otros dos,
entonces cierran
en Misa celebrada por Luque, en que co-
mulgaron
los tres
¡Qué de miserias
de una sola y misma Hostia.
irreligiosas brotaron
lemne y consagrado
trato!
de este so-
ENSAYOS Afirmaba
alma castellana castiza con igual
el
vigor su individualidad,
una
frente
y esta su unidad proyectada
rio,
145
maba dos mundos y
al
mundo va-
exterior; afir-
al
vivía a la par en un realismo
apegado a sus sentidos y en un idealismo ligado a sus conceptos. Intentó unirlos y hacer de la ley suprema ley de
su espíritu, en su única filosofía, su mística, sal-
tando de su alma a Dios. Con su mística llegó a profundo déla religión,
mundo, social
al
y a
al
manantial vivo de que brotaba la
lo
reino que no es de este la
ley
roca viva de su conciencia.
En ninguna
revelación del alma castellana que
no sea su mística se entra más dentro en
hasta
ella,
tocar a lo eterno de esta alma, a su humanidad; y
en ninguna otra tampoco se ve más
al
desnudo su
vicio radical que en la pseudo-mística, en los delirios del
alumbrismo
archi-sentitivo y ultra-inte-
lectivo, en aquel juntar en la del intelecto
con
la
con
el
uno
la
unión sexual y
sumo concepto
abstracto,
nada.
Por su mística castiza es como puede llegarse a la roca viva del espíritu de esta casta,
al
que de su vivificación y regeneración en
arranla
manidad eterna. Abril de 1895.
10
Hu-
i
IV
DE MÍSTICA Y
HUMANISMO
como doctrina Así hombre suele ser
que forja o abraza un
la
teoría justificativa de
la
su conducta, así serlo de su sí
mismo
la filosofía
modo de
que de
tiene.
Segismundo, lanzado de
de un pueblo suele
ser, reflejo del ideal
solitario,
trono desde su cueva
al
pronuncia que
la
vida es sueño,
mas
se ase de ella diciendo:
soñemos, alma, sonemos otra vez; pero ha de ser con atención y consejo, de que hemos de dispertar deste gusto al mejor
[tiempo
que estoy soñando y que quiero obrar bien, pues no se pierde el hacer bien aún en [sueños,
Acudamos donde
ni
a lo eterno, que es la
duermen
fama vividora
las dichas, ni las
grandezas re[posan.
Tras esto eterno se fué llana.
el
vuelo del alma caste-
M.
150
La
Dk UNAMUNO
ciencia una, a cuya cumplida
tienden de suyo
como
organización
a fin último, aunque inase-
quible, las ciencias todas, tal es lo que trata de
construir en
hombre,
la filosofía el
endereza sus esfuerzos desde
Va
riencia.
y
blanco a que
los datos
de expe-
a la par la realidad, por su parte, de-
positándose en silencio en allí
el
el
hondón
del espíritu,
Ya de
este hondón
a oscuras organizándose.
donde está su realidad
reflejo vivo y espontáneo, ya de la misma conocida a luz de conciencia se
quiere sacar filosofía. El espíritu castellano
sazonar en madurez
al
buscó en un ideal supremo
el
acuerdo de los dos
mundos y el supremo móvil de acción; revolvió contra sí mismos sus castizos caracteres al procurar dentro de sus pasiones
y con
asentar su individualidad sobre
misma.
Tomó
por filosofía castiza
no es ciencia sino ansia de
la
ellas negarlas,
renuncia de ella
la
la mística,
que
absoluta y perfecta
hecha sustancia, hábito y virtud intrasmisible, de sabiduría divina; una
como propedéutica de
sión beatífica; anhelo de llegar
verso y de
con
él,
la
humanidad é
al
la vi-
Ideal del uni-
identificar al espíritu
para vivir, sacando fuerzas de acción, vida
universal y eterna; deseo de hacer de las leyes del
mundo
cia
y de hacerla con amor sustancia y acción
hábitos del ánimo, sed de sentirla cienre-
ENSAYOS fleja del alma.
de
lo interno
Corre, tras
con
de
la ciencia
y
el
nidos
al
la castellana
el ideal
como
hijos.
de conquistadores, mal ave-
trabajo, no se
la ciencia
fusión perfecta
concluida, que es acción, y que,
gar y desentrañar en
la
querer; mantiene
Raquel, moriría de no tener
Casta
perfecta adecuación
externo, a
lo
del saber, el sentir
la
151
compadecía bien a interro-
la realidad sensible, a trabajar
empírica, sino que se movían a con-
quistar con trabajos,
sí,
verdad suma preñada de
pero no con trabajo, una las
demás, no por discur-
so que se arrastra pasando de cosa en cosa,
ni
por
meditación que anda y cuando más corre, enten-
diendo una por otra, sino por gracia de contemplación que vuela y desde un rayo de visión se
difunde a innúmeros seres, por contemplación de fruto sin trabajo,
contemplatio
sitie
labore
cum
fructu, que decía Ricardo de San Víctor. Pobres
en
el
cultivo de las ciencias de la naturaleza, ejer-
citaron lo
agudo de su ingenio en barajar y adel-
gazar textos escritos, más en comentar leges que en hallar leyes. inductiva
por
él
ni
No
construyeron
abrieron los ojos
al
filosofía propia
mundo para
ser
llevados a su motivo sinfónico; quisieron
cerrarlos
al
exterior para abrirlos a la contempla-
ción de las «verdades desnudas», en noche os-
cura de
fe,
vacíos de aprehensiones, buscando en
M.
152
Db UNAMUAO
hondón del alma, en su centro e íntimo
el
el castillo interior, la
Ley viva
la
No
ser,
en
«sustancia de los secretos»,
del universo.
parte la mística castellana de la Idea abs-
tracta de lo Uno, ni
mundo de
tampoco directamente del
las representaciones
para
elevarse a
conocer invisibilia Dei per ea qiiaefacta sunt.
«Ninguna cosa criada
ni
pensada puede servir
entendimiento de propio medio para unirse con
al
Dios...
Todo
lo
que
el
entendimiento puede alcan-
zar antes le sirve de impedimento que de medio a ello se quisiese asir.» (San Juan de la Cruz.)
si
Arranca del conocimiento introspectivo de
sí
y aun a
lo
mismo, cerrando los ojos a inteligible, a
en
el
«todo
lo
lo sensible,
que puede caer con claridad
entendimiento», para llegar a
la
esencia
nuda y centro del alma, que es Dios, y en unirse en «toques sustanciales» con
y
el
Amor
divinos.
conocerte he a
tí»
Sabiduría
Los místicos castellanos glo-
san y ponderan de mil modos
mismo» y aún más
la
ella
el
«conócete a
ti
el «conózcame. Señor, a mí y de San Agustín. Las obras de
Santa Teresa son autobiografías psicológicas de un realismo de dibujo vigoroso y preciso,
sin psi-
cologiquería alguna.
Robustísima en ellos dualidad (cosa
muy
la
afirmación de la indivi-
distinta
de
la
personalidad) y
ENSAYOS
153
del libre albedrío, grandísima la cautela con
bordean
el
panteísmo.
Y
que
es tan vivo en esta casta
este individualismo místico, que cuando en nuestros días se coló acá el viento de la renovación filosófica postkantiana
nos trajo
panenteísmo
el
krausista, escuela que procura salvar la indivi-
dualidad en
en
lo
el
panteísmo, y escuela mística hasta
de ser una perdurable propedéutica a una
vista real que jamás llega.
vidualismo este, que
si
Y es tan
fuerte
San Juan de
la
el indi-
Cruz
quie-
re vaciarse de todo, busca esta nada para lograrlo
todo, para que Dios y todo con Él sea suyo.
Como razón el
ni
no fueron
al
misticismo por hastío de la
desengaño de
ciencia, sino
más bien por
doloroso efecto entre lo desmesurado de sus as-
piraciones y lo pequeño de la realidad, no fué la castellana una mística de razón raciocinante, sino
que arrancaba de
la
conciencia oprimida por la ne-
cesidad de lex y de trabajo. Es sesuda y sobria y sin
manchas de ignorancia grosera. Santa Teresa,
penetrada del valor de
las letras,
no se complace
en relatarnos apariciones sensibles,
Esposo a charlar a cada paso con vaticinios impertinentes
ni
ella,
que baje
el
revelándole
y avisos de gaceta; sus
relaciones místicas, sea cual fuere la idea que de ellas
nos formemos, fueron serias, sin segunda
tención
ni
tramoya alguna. La casta de
in-
la refor-
madora será en
DE UNAMUNO
M.
154
fanática, no supersticiosa.
desprecio de
el
abuso de
Buscaban
de
la
ciencia por
libertad interior bajo la presión del
mundo
el
de
mismos, del divorcio
sí
inteligible
castillos se convierten rior,
ni
ellas.
ambiente social y entre su
razón
la
No cayó
y
el
sensible en que los
en ventas; libertad inte-
desnudarse de deseos para que
la
voluntad
quedara en potencia respecto a todo.
«Y considerando
el
mucho encerramiento y po-
cas cosas de entretenimiento que tenéis, mis hermanas...,
en este
me
parece os será consuelo deleitaros
castillo interior,
pues sin licencia de las
superioras podéis entraros y pasearos por
él
a
cualquier hora.»
Esto decía a sus hermanas píritu
la
mujer llena de es-
de libertad y santa independencia.
Oprimidos por marla en
sí
la
ley exterior buscaron
el inti-
purificándola, anhelaron consonar con
su suerte y resignarse por
el
camino de contempla-
ción liberadora. Había ya dicho Ricardo de
San
Víctor, que de haber los filósofos conocido esta ciencia mística, jamás habrían doblegado su cerviz ante los hombres,
lum
nunquam creaturae
col-
inclinassent.
Corrían tras ciencia de libertad obtenida sin trabajo, sine
labore cnm
fnictii. Habríales pa-
ENSAYOS recido,
155
de seguro, atroz blasfemia aquello de
Lessing, de que no es
poseer un hombre
verdad que posee o cree
la
que constituye
lo
el
valor de
éste, sino los esfuerzos leales por alcanzarla,
que la
si
Dios, teniendo en su diestra
izquierda no
más que
la
y
verdad y en
siempre vivo instinto
el
de perseguirla, aun añadido a éste condena a per-
manente
error, le dijera: ¡escoje!, se abalanzaría
humilde a su izquierda, diciéndole
Padre,
:
este instinto, la verdad pura es para
ti
dame
solo.
Buscaban por camino de oración, anhelos y bajos, ciencia hecha
meditación del él,
ni
y
tra-
contemplativa, no de
de discurso; buscaban por renuncia
mundo posesión de
Dios, no anegamiento en
buscaban «entender
[el
rece los ve en ve, no ve sino
muy
alma] grandes secretos, que pael
mesmo
sí
Dios,
ni
aun digo que
nada: porque no es visión imaginaria, intelectual,
en Dios se ven todas en
final,
adonde se
le
descubre como
las cosas,
y
las tiene
todas
mesmo» (Santa Teresa);
«acto de noticia confusa, amorosa, pacífica y
sosegada en que está
amor y
sabor...
el
alma bebiendo sabiduría,
Quedándose en
y pobreza de espíritu, luego pura se transformaría en
el
la
pura desnudez
alma ya sencilla y
la sencilla
y pura Sabi-
duría divina..., porque faltando lo natural al alma
DE UN A Al UNO
M.
156
ya enamorada luego se infunde
lo divino
sobre-
naturalmente; que Dios no deja vacio sin llenar»
(San Juan de
Cruz).
la
Ciencia pura, absoluta, visión de
de conocerse algo
y
recriar.
final
y contemplativa,
divina Esencia por amor. ¿Es que pue-
la
sin
amarlo? Conocer es querer
La mística buscaba
el
fondo en que las
potencias se funden y asientan, en que se conoce, quiere y siente con toda
el
alma, no ya ver las co-
sas en Dios, sino sentir ser todas en Él, decía San
Juan de
amor
al
Cruz. ¡Por amor! Lo idealizaron,
la
el
Amor. Las comparaciones de desposorio
y matrimonio
espiritual les ocurren a
cada paso.
Casi todos los místicos han sido pareja castísima.
En todos tiempos ha servido
el
amor de núcleo
vivo de idealizaciones; en Beatriz ha encarnado
en la
vive de sus raíces, y inteligencia arranca de la vida de la especie. Ideal,
porque
la ciencia
Dios no dice a Adán y Eva, «estudiad y conoced las
razones de
las cosas»,
y
la
ciencia
viva en cuanto acrecienta y multiplica la
especie.
menino,
La mística
ni
lo
misma es vida de
la
idealizó, no lo eterno fe-
eterno masculino, sino
lo
humano; Santa Teresa y San Juan de
la
eterno
Cruz,
nada hombruna aquélla, nada mujeril éste, son excelentes tipos del
y
la
mulier.
homo
que incluye en
sí el vi'r
ENSAYOS
157
Por ciencia de amor buscaban posesión de Dios, sin llegar a
la
identidad entre pensar a Dios
y ser Dios del maestro Eckart. Aun cuando hablen de perderse en Él, es para encontrarse
al
cabo de Él posesores. Para venir a poseerlo, a saberlo y a serlo todo, no quieras poseer, saber, ser algo en nada, enseña
ni
San Juan de
la
Cruz.
Esta sed de supremo goce de posesión, sabiduría
y ser por conquista amorosa,
aquella edad
al
sidad tremenda del sufrimiento, a del
combate
les llevó
anhelo del martirio, a la
espiritual, al frenesí de
quio de pena sabrosa, a que
el
la
en
voluptuo-
embriaguez pedir deli-
alma hecha ascua
se derritiera en amor, desgarrándose la urdimbre
de espíritu y cuerpo y corriendo por
las
venas es-
mares de fuego, y por fin llegaron algunos, rompiendo con la ortodoxia, a pedir la pirituales
nada.
El punto que en nuestro misticismo separa
ortodoxia de
y no
muy
la
la
heterodoxia, es verdadero punto
sobre todo,
fijo, es,
misa obediencia a
la Iglesia.
la
protesta de su-
Negar que ese punto
sirviera de transición es querer apagar la luz
solar
amontonando escombros paleontológicos,
echando a
los ojos tierra
cias complacientes.
de erudición, con noti-
M.
158
DE UNAMUNO
II
Si oprimidos por la ley aspiraban a penetrar en la
vi^a del universo, era para hacer de
ella ley
viva de su conciencia y que obrara en justicia y
amor, dentro del alma, moviendo sus actos, olvi-
dada ésta de
sí
y atenta sólo a
las cosas
de Dios
para que Dios atendiese a las suyas. El provecho
de
la visión intelectual
en que vemos todo en Dios
y con todo nos vemos en
Él, es sacar
de idea de
nosotros mismos humildad y resorte de acción.
contemplación de
entender y
el
la
La
sabiduría de Dios vuelve el
obrar humanos en divinos, nos en-
señan.
La ley moral raleza,
es,
en efecto,
la
misma de
la
natu-
y quien lograra acabada comprensión del
organismo universal viendo su propio engrane y oficio en él, su verdadera valía y la infinita irradiación de cada uno de sus actos en la trama nita del
mundo, querría siempre
querer. Si
la
ciencia
y
la
lo
infi-
que debiera
conciencia aparecen di-
vorciadas es porque su ayuntamiento se celebra allá,
en
el
hondón oscuro del alma, cuya voz aho-
gan y ensordecen devuelve
el
los ecos
mismos que de
él
nos
mundo. Una verdad sólo es de veras
ENSAYOS
159
activa en nosotros cuando, olvidada, la
cho hábito; entonces
La
la
ciencia y la acción, María
de servir juntas
al
Señor,
la
y Marta, habían
una dándole de co-
mer, contemplándole y perfumándole ta trabajó, es cierto,
hemos he-
poseemos de verdad.
la otra.
Mar-
pero «hartos trabajos» fue-
de María
ron, dice Santa Teresa, los
al irse
por
esas calles y entrar donde nunca había entra-
do y
murmuraciones y ver aborrecido a
sufrir
su Maestro. Ciencia de amor sin trabajo, repi-
de trabajos; no
to,
el
heroísmo difuso, oscuro y
humilde del trabajo, sino los trabajos de
la
con-
quista.
Conquistar para la disciplina ta, a la
maron fe
el
alma
la ley
ordenancista de
la
sometiéndose a
externa y escri-
que nunca perdieron de vista
inútil;
hacer de
la
ni
procla-
/ex gracia cumpliéndola;
con obras, obedecer y cumplir. Magdalena fué
perdonada, no precisamente porque amara, sino
porque por haber amado creyó, creyendo sin entender, dice Juan de Ávila. Cuando dicen, con
San Juan de
la
Cruz, «no hay otra diferencia,
sino ser visto Dios o creído», se apartan de aquellos
generosos esfuerzos de
la
edad heroica de
escolástica por racionalizar la fe, de aquel
peño por entender
lo creído, del
la
em-
satagamus quae
credimus intelligere, nitamur comprehendere
DE UNAMUNO
M.
160
ratione
quod tenemus ex
San Víctor, formulador de
En San Juan de
la
fide de Ricardo de mística.
Cruz, que, marcando
la
el
punto culminante de
la
más cauteloso en su
osadía, parece se fundieron
quijotesco y
el espíritu
idealismo tan realista,
de
la
mística castellana, es el
el
sancho-pancino en un
como que
es la idealización
realidad religiosa ambiente en que vivía.
mística es
blimada,
la
la
de
vacía», la del carbonero su-
la «fe
pura sumisión a quien enseña
ma, más bien que
Su «Subida
al
al
Su
el
dog-
dogma mismo.
monte Carmelo» es en gran parte
comentario de aquellas palabras de San Pablo a los Gálatas:
si
nosotros mismos o un ángel del
cielo os evangelizare
en contra de
lo
que os he-
mos evangelizado, sea condenado. Preocupado, sin
duda alguna, con
la
doctrina protestante de la
revelación e inspiración interiores y personales y
de
la
personal y directa comunicación con Dios,
todo se
le
vuelve prevenciones contra
ciones, visiones
que como
y
el
y locuciones sobrenaturales, en
demonio puede meter mucho
falsificarlas,
para mejor
la
mano
es lo prudente negarse a todas
recibir el
«Dios quiere que a
provecho de las
mente nos comunica no ni
las revela-
las divinas.
cosas que sobrenatural-
les
demos entero
crédito,
hagan en nosotros confirmada fuerza y segura
ENSAYOS
161
hasta que pasen por este arcaduz humano de la
boca del hombre... Ninguna necesidad
(el
hombre) para ser perfecto de querer cosas so-
tiene
brenaturales por vía sobrenatural y extraordinaria,
que es sobre su capacidad... de todas
conviene
ellas le
alma guardarse prudentemente para
al
caminar pura y
sin error
en
la
noche de fe a
la di-
vina unión... para entrar en el abismo de la fe
donde todo
demás se
lo
absorbe... en que el en-
tendimiento ha de estar escuro y escuro ha de
ir
por amor en fe y no por mucha razón... Cualquier
alma de por ahí con cuatro maravedís de consideración...
del
más
bachillerías suele sacar e
impureza
alma que humildad y mortificación de es-
píritu.»
Estos individualistas eran profundamente antipersonalistas.
La mística de San Juan de
la
Cruz
es de sumisión y cautela. Poeta riquísimo en imá-
genes, enseña,
mejor de
sí,
nos despojemos de ellas para
ellas aprovecharnos; pero
«advierte, ¡oh
amado
lector!,
que no por eso
convenimos
ni
queremos convenir en esta nuestra
doctrina con
la
de aquellos pestíferos hombres que,
persuadidos de
soberbia y envidia de Satanás,
la
quisieron quitar de los ojos de los fieles el santo
y necesario uso e nes de Dios y de
ínclita
adoración de las imáge-
los santos». 11
DE UNAMUNO
M.
162
Libertad por sumisión y no por rebelión,
mando sí
la ley
colectiva externa, no volviéndose a
para proclamar ante
cio,
el
inti-
la propia.
El temor
al
Santo Ofi-
cual «lo cierto se hacía sospechoso
dudoso», según
el
y Maestro León, es explicación de
corteza que no explica bien este carácter, por no ser éste efecto de aquel temor, sino inquisición
inmanente que lleva
la
ambos de
la
casta en su
alma, esta casta que obedece aun cuando no cumpla,
que dará insurrectos, pero no rebeldes.
Con
esta fe, fides, fidelidad, obras que son
amores, y las obras actos de sumisión, no de piración interior, actos que
al
ins-
degenerar acabaron
por ser clasificados cual ejemplares mineralógicos
en
los
«métodos de amar
Partían de
la
realidad
a Dios».
misma en que vivían en-
vueltos tratando de idealizarla. Para llegar a cualquier punto que sea
hemos de
que estamos, tomando aliento (esto lo enseña
comenzar de se rompe vileño,
la
partir de aquel en del aire
ambiente
Pero Grullo), pues quien quiera
salto
la boca se ahoga y como Don Quijote en Cla-
y cerrando
crisma, o
creyendo volar por
las esferas,
no se mue-
ve, vendados los ojos, del suelo en que descansa el
armatoste. ¿Por qué pretender rebelarse con-
tra la ley sin
haber llegado a sus raíces vivas?
¿Qué debe ser
es el que no arranca de la
razón
ENSAYOS de ser de
163
que es? Sin penetrar en esta razón,
lo
¿qué fuerza habrá contra los remoras que, esclavos de
les
impulso que nos
la apariencia, resisten al
que ha de ser y tiene que
lleva a lo
ser,
mal que
pese?
Y
volviendo a
que de
ella
la
mística castellana, la ascesis
brotaba era austera y militante, con
tono más estoico que epicúreo, varonil. Santa Teresa no quería que sus hermanas fuesen mujeres
en nada,
ni lo
pareciesen, «sino varones fuertes»
y tan varoniles, que «espanten a
Su
los
hombres».
caridad, en cuanto enderezada a los hom-
bres, era, sobre todo, horror
gros de dar salud
al
al
pecado. Los mila-
enfermo, vista
al
ciego o se-
mejantes,
«cuanto
al
provecho temporal... ningún gozo
del alma merecen,
porque, excluido
el
segundo
poco o nada importan
al
hombre, pues de suyo no son medio para unir
al
provecho
(el espiritual),
alma con Dios».
Aseguraban compadecer más a un gafo.
Es
la
a
un luterano que
moral individualista de quien,
poco simpático, incapaz de ponerse en
el
lugar
de otro y pensar y sentir como este otro piensa y siente, le compadece porque no lo hace como él, ignorando en realidad cómo
lo
hace. Es la moral
militante del Dios de las batallas, la de
Domin-
DE UN A MUÑO
M.
164
go pidiendo a
Virgen valor contra sus ene-
la
migos.
Resaltan los caracteres de giosa de España cuando se la
de
Italia,
la
la
eflorescencia reli-
compara con
otra:
por ejemplo. Siguió ésta ala renova-
ción comunal italiana de los siglos x
do popularísima de
al xii,
brotan-
masa, mezclándose con en-
la
sueños apocalípticos de renovación social, de un reino del Espíritu Santo
Su
flor fué el
y
del Evangelio eterno.
Pobrecito de Asís, de casta de co-
merciantes andariegos y alma de trovador,
gre umbrío, no
el
macilento y triste en que se
trasformó en España.
No
sino que se derrama fuera, la
el ale-
Naturaleza, hermana de
le
se mete en su alma,
amando con ternura la
a
Humanidad. Canta
a las criaturas,
y su Dios quiere misericordia más
que
Al
sacrificio.
sustituye
do a
No
los
solitario,
monachum,
hermano, fratelliim,
el fraile;
monje, salvan-
demás, se salva uno en redención mutua.
se encierra en su castillo interior, sino se di-
funde en sol
el
la
de Dios.
rejes.
Su
risueña
No
y
juvenil campiña, al aire
y
al
se cuida apenas de convertir he-
religión es del corazón
mana. El símbolo religioso
italiano son los estig-
mas de Francisco, señales de dimir a sus prójimos;
el
y de piedad hu-
crucifixión por re-
castellano la transverbe-
ración del corazón de Teresa,
la
saeta del Esposo
ENSAYOS
165
con que se solazaba a solas. Aquí era todo comen-
Cantar de los Cantares
tar el
pasaban del Evangelio
allí
intelectualizado,
Apocalipsis;
al
es de sumisión y fe sobre todo,
el otro,
el
uno
sobre todo
de pobreza y libertad; regular y eclesiástico uno, secular y laico
el otro.
Del italiano brotó
arte popular délas Florecitas
y de
como Jacopone de Todi;
Dios,
los juglares
el el
de
nuestro dio los
el
conceptuosos autos sacramentales o las sutiles y ardorosas canciones de San Juan de
la
Cruz. Giot-
Fra Angélico, Ghirlandajo, Cimabué, pintaron
to,
con las castas tintas del alba, con los arreboles
de
y
la
el
aurora,
el
azul inmaculado del cielo umbrío
oro del sol figuras dulcísimas e infantiles en
campo
diáfano; Zurbarán y Ribera dibujaron ator-
mentados anacoretas, Murillo interiores domésticos
de sosegado bienestar y lozanas Concep-
ciones. Cierto es ció en el siglo xiii
Así como en bulto
que
y en
el
xvi
y como por microscopio
el
nuestro.
ve de
el
funcionamiento
mejor que en
los normales,
en las hipertrofias morales. Las del misticismo
castellano fueron el
marse en la
misticismo italiano flore-
los tejidos hipertróficos se
fisiológico diferencial así
el
la
nada o
holganza y
ba en
el
al
quietismo egoísta del el
alumbrismo
brutal
abis-
dado a
hartazgo del instinto, que acaba-
horrible consorcio del anegamiento del
DE UNAMUNO
M.
166
intelecto en el vacío conceptualizado con la unión
carnal de los sexos
y en
la
grosería sensibilista
de «mientras más formas más gracias», en
mo extremo
de
que
lo
'llama
San Juan de
el últi-
la
Cruz
y gula espirituales. El italiano, por su pardegeneraba en sectas de pobres llenos de en-
lujuria te,
sueños comunistas de restauración social.
III
De
estos despeñaderos mórbicos salvó a uno y
a otro el bajo, la
humanismo, voz de
duría lenta de
modesta ciencia de
la
los siglos
humanos y de
El misticismo italiano, la
la tierra.
se humaniza en
religión del corazón,
tra-
la sabi-
el
Dante,
nutrido de sabiduría antigua, que intenta casar
antigüedad clásica con
el
En España penetró soplo del humanismo,
que siempre tuvo
y templó
como donde más
el
alma del Renacimiento,
Desde dentro y desde humanismo eterno y cosmo-
altar aquí.
fuera nos invadió polita,
porvenir cristiano.
tanto el
la
el
la
mística castellana castiza, tan
razonable hasta en sus audacias, tan respetuosa
con los fueros de cia
la
razón. El ministro por excelen-
de su consorcio fué
el
maestro León maestro
ENSAYOS como Job en
167
infortunios, alma llena de la ardiente
sed de justicia del profetismo hebraico, templada
en
la
serena templanza del ideal helénico. Pla-
tónico, horaciano
y
virgiliano,
alma en que se
fundían lo epicúreo y lo estoico en lo cristia-
enamorado de
no,
la
paz del sosiego y de
la ar-
monía en un siglo «de estruendo más que de sustancia».
Es en
profundísimo
él
el
sentimiento de
turaleza tan raro en su casta
la
na-
explica la
(lo cual
pobreza de ésta en ciencias naturales). Consonaba con
la
campiña apacible y serena,
las entrañas del alma, el
la
meollo de su corazón.
En
el
campo
los deleites
parecíanle mayores por nacer de cosas cillas, naturales y puras;
Cristo», en tir.
la
Retirado a
llas del
la
fineza del sen-
Flecha, rincón mansísimo a ori-
Tormes, gustaba tenderse
bra, rompiendo, vista del
gozando
más sen-
«en los campos vive
soledad de ellos la
tenía en
en sus tuétanos mismos, en
como
allí
a la
som-
los pájaros, a cantar a la
campo verde. En aquel quieto
retiro,
sosegado y purísimo, hierba, deleitábase con sus amigos
del frescor en día
tendido en
la
en diálogos platónicos sobre
los
«Nombres de
Cristo».
Este sentimiento de
y se abrazaba en
él
la
naturaleza concertábase
con su humanismo platónico;
Dt UNAMUNO
M.
168
era aquella a su mente reflejo de otro idea!, la tierra toda
de claridad y de hermosura», espejo cielo, del
en lago sereno se pinta
techumbre temblando de
campo
el
del
«alma región luciente, prado de bienan-
Como
danza».
mundo
«morada de grandeza, templo
la brisa al
agua
la celeste
las estrellas a las caricias
casta, así para él espejaba la
campiña, «escuela de amor puro y verdadero»,
la
paz eterna.
«Porque
los
demuestra a todos
«amistados entre »dos,
como
si
sí,
(los
elementos)
y puestos en orden y abraza-
dijésemos, unos con otros, y con-
»certados en armonía grandísima, y respondién-
»dose a veces, y comunicándose sus virtudes, y
«pasándose unos en otros, y ayuntándose y mez»clándose todos, y con su mezcla y ayuntamiento
«sacando de contino a luz y produciendo los fru»tos que hermosean
Como
en
el
el aire
la tierra.»
y
campo, veía en
el
arte un
dechado
del concierto ideal de las ideas madres, de los
elementos espirituales. La música de Salinas que serenaba
el aire
vistiéndole de hermosura
no usadas, hacía que
el
alma
a
tornara, «...
a cobrar
Y memoria De
y
luz
su divino son
el tino
perdida,
su origen primera esclarecida»,
ENSAYOS y a
las notas
respuesta te de la
la
169
concordes del arte envía consonante
música ideal é imperecedera, fuen-
humana, y se mezcla entre ambas a por-
armonía dulcísima en un mar de dulzura en que
fía
navega a anegarse
alma.
el
Usado a hablar en
los oídos
vantaba a éstas su mirada en
de
las estrellas, le-
noches serenas
las
anhelando «luz purísima en sosiego eterno», ciencia
en paz, salud en justicia, imanes de sus de-
seos.
La ciencia es
salud, la justicia paz.
¡Ciencia! Ciencia
humana anhelada,
que volar de esta cárcel y en que
«el
día en
el
mismo que
junta con nuestro ser agora se juntará con nuestro
entendimiento entonces», expresando mejor no se puede, cómo es
el fin
cual
así,
de aquélla traer
a conciencia lo que ésta lleva velado en su seno.
Con
la vista
en
el cielo
suspiraba «contemplar
la
verdad pura» y ciencia humana, saber cosas acerca de las cuales no sería examinado en juicio,
como ver
las
columnas de
qué tiembla ésta y se embravecen res;
de dónde manan
estrellas
y
las
el
día del
la tierra; el
las
por
hondas ma-
las fuentes; quién rige las
alumbra; dónde se mantiene
el sol,
fuente de vida y luz, y las causas de los hados.
Sed de saber puro, no enderezado, como
la
unión
carnal, a sacar a luz un tercero, sino saber
que
dé paz de deleite, unión para «afinarse en ser uno
y
DE UNAMUNO
M.
170
el
abrazarse para más abrazarse». El Cristo del
Maestro León es dad
Logos,
el
la
Razón,
la
humani-
ideal, el Concierto,
«según de todas
la
la armonía y la proporción mas también según la humani-
Divinidad
las cosas,
dad, la música y
la
buena correspondencia de
to-
das las partes del mundo».
Su Cristo
es Jesús, Salud, y
«la salud es
un bien que consiste en proporción
y en armonía de cosas diferentes, y es una como música concertada que hacen entre
sí los
humores
del cuerpo».
Su Cristo al
es una de las tres maneras de unirse
hombre Dios, que
crió las cosas todas para con
ellas comunicarse por Cristo, que «en todo está,
en todo resplandece y reluce», «tiene el
de
el
medio y
corazón de esta universidad de las cosas», aun las
que carecen de razón y hasta de sentido,
recriando y reparando con su alma humana verso, renovando
al
el uni-
alma con «justicia secreta»,
haciendo de los hombres dioses.
Del mundo de
mos
las cosas,
por su trabazón, subi-
a la Ley; en la Ciencia se coyunta esta con
nuestra mente y vivifica nuestra acción para que, naturalizados,
humanicemos
Maestro León sube de tra el
la
naturaleza. Así el
las criaturas a Dios,
ayuntamiento de éste con
la
mues-
humanidad en
ENSAYOS Cristo,
y de Cristo,
de a deificar
al
171
Verbo, nos enseña, descien-
el
género humano.
El Verbo, la
Razón
viva, es Salud
y Paz. En
aquella sociedad de aventureros de guerra que se
doblegaban el
al
temor de
Maestro León
madversión a en Cristo dos,
el
la
ley externa, aborrecía
la
guerra y mal encubría su ani-
la
la ley, lex.
De
natural medroso, veía
guarida de los pobrecitos amedrenta-
amparo seguro en que se acogen
«los afli-
gidos y acosados del mundo». Su Dios no es las batallas. Cristo,
el
de
Brazo de Dios,
«no es fortaleza militar
ni
coraje de soldado...
Los hechos hazañosos de un cordero tan humilde
y tan manso... no son hechos de guerra... Las
mas con que
hiere
Vino
palabras...
la tierra
a dar
ar-
son vivas y ardientes
buena nueva a
los
mansos,
no asalto a los muros... a predicar, que no a guerrear».
En hablando de y
al
esto dice que se metía en calor
parar mientes en que las Escrituras emplean
términos militares, encojíase en
uno de Dios.
los
En
lor religioso,
la
al
de
presa movía guerras con co-
consideraba
el
Maestro León como
pecado enorme y originario de
ración
pareciéndole
los secretos
aquella sociedad de nuestra edad del oro
que corriendo tras
el
sí,
abismos profundos de
los judíos su
ado-
becerro de oro, que despenándoles de
DE UNAMUhO
M.
172
pecado en pecado
les llevó a esperar
un Mesías
guerrero.
«Esclavos de
y
triunfos
y señoríos de
muerta, esperan batallas tierra...
no quieren creer
secreta y espiritual» sino «las armas
la victoria
que fantasea su los
la letra
¿Dónde están agora
desatino...
que engañándose a
sí
mismos se prometen
for-
de armas, prometiendo declaradamente
taleza
Dios fortaleza de virtud y de justicia?»
¡Qué de cosas se de
guerra en
la
cum
De
el
Sepúlveda
indiscreto
convenientia disciplinae militaris
christiana religione!
Repugnaba de
ocurrieron en condenación
seno de aquel pueblo cuya ca-
denunciaba
llada idea al tratar
el
le
él
el
estado de guerra y
brota. Sometíase a ésta
como
el
de lex que
a dura nece-
sidad en nuestra imperfecta condición,
mas
sin-
tiendo en vivo con Platón que
«no es
la
mejor gobernación
la
de leyes
tas» que «el tratar con sola ley escrita, es
escri-
como
un hombre cabezudo por una parte y que no admite razón, y por otra, poderoso para tratar con
hacer
lo
que dice, que es trabajoso y fuerte
casoy>.
¡Con qué ahincada complacencia despliega imperfecciones de gracia!
Es
el
la
ley externa y
le
opone
la
las
de
grito de los caballeros contra la bar-
ñNSAYOS
173
bara ley de honor, pero racionalizado. Soñaba en reino espiritual,
el
de
la
santa anarquía de
ternidad hecha alma del alma, en
cuando «se sepultará el
la tiranía
la fra-
futuro,
el siglo
en los abismos y
reino de la tierra nueva será» de los de Cristo.
Entonces regirá ley interna, concierto de
y
el
la
la
razón
voluntad en que aquélla casi quiere y ésta casi
enseña, ley «que nos hace amar loque nos manda»,
que se nos encierra dentro del seno y se nos derrama dulcemente por
las fuerzas
alma, haciendo que
voluntad quede hecha una
la
y apetitos del
justísima ley.
En
aquel reino del siglo futuro, en que los bue-
nos, posesores del cielo y de la tierra, sentirán,
entenderán y se moverán por Dios, será
go-
el
bierno pastoril,
«que no consiste en dar leyes,
ni
en poner man-
damientos sino en apacentar y alimentar á
los
que
gobierna»; que «no guarda una regla generalmente con todos,
y en todos
los tiempos; sino
en
C'd¿u
tiempo y en cada ocasión ordena su gobierno con-
forme
al
caso particular del que rige... que no es
gobierno que se reparte y ejercita por muchos ministros».
Su Rey
ideal es
manso y no
belicoso; llano,
hecho a padecer, prudente y no absoluto. Sobre todo, ni guerrero
ni
absoluto.
M.
174
DE UN A MUÑO
«Cumplía que en
ejecución y obra de todo
la
aquesto... no usase Dios de ni
quebrantase
la
su absoluto poder,
suave orden y trabazón de sus
leyes; sino que yéndose
el
mundo como
se va,
de madre, se viniese haciendo
sin sacarle
y
ello
mismo... ¿Usó de su absoluto poder? No, sino de
suma igualdad y fino
de
y en
ella,
justicia... lo
En
prudencia lo más
la
que más se señala es
el
dar
orden cómo se venga a fines extremados y altos
y dificultosos por medios comunes y
que en
ellos se turbe
Su Rey para
ideal
en
lo
demás
el
llanos, sin
buen orden ...»
no es capitán general educado
la milicia, es la
Razón viva y no
En
escrita.
su reino los subditos son «generosos y nobles to-
dos y de un mismo linaje»; que «ser Rey propia y
y honradamente es no tener vasallos
viles
y
afrentados».
¡Cuan
lejos
de esto
la
realidad en que vivía!
Los gobernantes de entonces apenas imitaban conocían
tal
ni
imagen, y
«como siempre vemos
altivez
y severidad, y
soberbia en los príncipes, juzgamos que
la
hu-
mildad y llaneza es virtud de los hombres.»
Cuando agravios
Don
le
el
buen Sancho perdonaba cuantos
habían hecho y hubieran de hacer,
Quijote, molido por los yangüeses, habría
querido poder hablar un poco descansado y dar a
ENSAYOS entender a Panza nándole en cómo lor
el el
175
error en que estaba, adoctri-
que gobierna ha de tener «va-
para ofender y defenderse en cualquier acon-
tecimiento», doctrina caballeresca, levantadora de
imperios y «lo
que ha levantado y levanta estos imperios
de tierra es
lo bestial
que hay en
¡Qué soberano himno entona la
el
los
hombres».
Maestro León a
paz en los «Nombres de Cristo», alzando los
ojos
al cielo
tachonado de estrellas! Es
flejo del concierto del la vida.
la
lucha ley de
la
¡Hueras utopias para aquellos a quienes
lo bestial
do en
mundo y no
paz re-
la
que hay en
monserga
diéndoles ver
la
los
del
hombres
les
ha enreda-
struggle for Ufe, impi-
paz hasta en
las entrañas del
combate! ¡Cuan extrañas sonarían
las doctrinas
del Maestro León a oídos atontados por
el es-
truendo de tambores y mosquetes! Penetró en
más hondo de universal, en
paz cósmica, en
la el
Amor y
solitario diálogo entre su
Amor
No
Salud.
si
le
Razón
entabló un
alma y Dios. Vio lomas
en que se comunica a muchos sin
disminuir, que «da lugar a que le
como
lo
solidaridad
concierto universal, en la
hecha Humanidad,
grande del
la
amara uno
solo, sin
amen muchos,
que
los
muchos
se estorben». Espíritu sano y equilibrado, atento a vivir con-
DE UNAMUNO
M.
176
forme a
razón, porque «el ánimo bien concerta-
la
do dentro de
consuena con Dios y dice bien
sí,
con los demás hombres», identificó paz, y
y
la justicia
«la
forma de
la
la filosofía
juicio
y
el
hecho de cruel
de religión adonde era todo im-
el color
tiranía,
Encarnó
y
una sociedad de lobos en que su-
del cordero en frió bajo
la ciencia.
salud
la
piedad y blasfemia». Clasicista y hebraizante, unió
humanismo griego
al espíritu del
fetismo hebraico, sintió en
pensador moderno llama consorcio de
contemplar
como un
la justicia
el
la
el
añadió
le
le faltó
el
«poder
el
serena», con
rectitud brote
el
como
río inagotable».
ambiente vivió
ra todo el fruto de que está preñada.
ma;
que un
el
Maestro
y perseguido, sin que su obra die-
solitario
externa se
lo
fe del siglo xx,
mundo con alma
el
Oprimido por
León
la
del pro-
el
xvi
pietas de Lucrecio,
la
anhelo del profeta, «que
agua y
el siglo
la interior,
A
la
presión
su cobardía mis-
algo del coraje que vituperaba.
perfume, aspiró
Guiado por
el
el
Con
veneno horaciano.
humano sentido de
la
paz y
la sa-
lud, expresó, cual
condensación de su doctrina,
más hondo de
verdad platónica en palabras
la
lo
eternas:
«Consiste
la
perfección de las cosas en que
cada uno de nosotros sea un mundo perfecto, para
.
ENSAYOS
177
•que por esta manera, estando todos en •en
mí y yo
todos los otros, y teniendo yo su ser de todos
ellos
y todos y cada uno
dellos el ser mío, se
abrace y eslabone toda aquesta máquina del universo, y se reduzca a unidad la
muchedumbre de
sus diferencias, y quedando no mezcladas se mez-
y permaneciendo muchas no lo sean; y para que extendiéndose y como desplegándose delante
clen,
los ojos la
variedad y diversidad, venza y reine
y ponga su
silla la
unidad sobre todo.»
Palabras que encierran
doctrina de todo re-
la
nacimiento.
IV La mística buscó
la
mayor plenitud personal por
la muerte de las diferencias individuantes, pero
por camino individual. El franciscanismo,
marea
religiosa del siglo
xiii
la
gran
fué la mística popular,
una internacional religiosa y
laica,
especie de es-
lado de conciencia europeo, que borró fronteras
Un €n *
pueblo perfecto ha de ser todos en
él
y
'
él
todos, por inclusión y paz, por comunión de Véase
la
introducción a la Vle de S. Franpois
de Pablo Sabatier. Llamo franciscanismo ligioso
al
d Assise,
movimiento
re-
que alcanza su culmen en San Francisco, aunque prc-
vcdiéndole en parte. 12
M.
178
libre
DE UN A MUÑO
cambio. Sólo así se llega a ser un mundO'
no se alcanza poniendo
perfecto, plenitud que
sino abandonándose a él,
portillos al ambiente,
abriéndose lleno de fe cia
al
progreso, que es la gra-
humana, dejando que su corriente deposite en
nuestro regazo su sustancioso limo sin falsearlo
con falaces tamizaciones, entregándonos a quererla dirigir. El ciénago
ella sin
mismo se trocará en
mantillo. ¡Cosa terrible la razón raciocinante
de
todas las castas, definidora de buenas y malas ideas,
que en nombre de una pobre conciencia
histórica nacional, pretende trazar la
importación científica y
el
literaria
arancel de
y construir
cultura con industria de protección nacional!
No
hemos de encontrar. Ce-
dentro, fuera nos
rrando los ojos y acantonándose en
sí,
se llega al
impenetrable individuo átomo, uno por exclusión, mientras se enriquece a todos y a todo.
De
la
persona cuando
se abre
fuera se nos fomenta la in-
tegración que da vida, la diferenciación sola
pobrece. El cuidado por conservar
que tiene de individuante, es der
la
personalidad
plena de que alienta
castiza,
la
la casta
em-
en lo
principio de per-
el
y huir de
la
vida
Humanidad, toda en todos
y toda en cada uno.
Todos
los días se repite
maquinalmente
co de «ama a tu prójimo como a
ti
el tópi-
mismo», y a
EA'SAVOS
que un pueblo es una persona; pero
diario se dice
«ama
el
179
a otro pueblo
como
al
tuyo mismo», pa-
rece despropósito ridículo. La ley del egoísmo y
de
la carne,
hipócritamente celada en
duo, se formula en
la
el indivi-
comunidad colectiva para
que nos sirva de apoyo. Adversas hostem aeter-
na auctoritas, tribu.
Todo
lo
sólo es prójimo el
demás son
de
la
misma
utopias, cosas de ningu-
na parte, fuera de espacio, única realidad de los
que creen en es
el
lo
Nos aturden cial
macizo y de bulto y que
la
patria
terruño. los oídos
con eso del reinado so-
de Jesucristo, y apenas
goneros.
No
lo
entienden sus pre-
se sueña apenas en
Espíritu Santo, en que
el
en sustancia del alma de
el
reinado del
cristianismo, convertido la
Humanidad, sea es-
pontáneo. Por no serlo hoy tiene órganos concientes y se razona sobre
él
tan en demasía. Pa-
rece locura que llegue a ser moral pública cuando
no se ha hecho jugo del individuo.
Se han dado
apologistas de
la
guerra, que, sin
saber de qué espíritu eran, se llamaban cristia-
nos, como los
el
monstruoso
que sólo conocen
al
De
Maistre. Son legión
Cristo Júpiter de Miguel
Ángel, y legión de legiones los que no dejan caer
de
los labios lo del
sérvate ordine;
derecho de legítima defensa,
etc.
DE UNAMLNO
M.
180
V se recojió en
sí
entrando en
poríodo llamado de decadencia,
el
de
Cuando España
el
crisálida, la
expansión de nuestro pueblo había creado una vigorosa vida periférica, exterior e interior, y
fomentado
la
vida de relación
*.
Por el desarrollo de las funciones de relación progresan los vivientes, acrecentando y enrique-
De
ciendo su vida.
»
Es incalculable
el
la periferia
primitiva embrio-
efecto sobre nuestra cultura de ha-
ber activado la vida periférica de las costas to de América.
que
la
masa, en
Como el
la superficie
el
descubrimien-
crece a menor proporción
cerebro se repliega aquélla para acrecen-
tarse a medida que crece la complejidad y delicadeza de sus funciones, razón por la que son mayores las circunvoluciones
en
el
cerebro humano que en los de los demás animales y
mayores en
el del
puede decirse que bro que
el
blanco que en el
tener
el
el
de razas inferiores.
europeo más periférico
Y bien
el cere-
negro de África, es reflejo de tener Europa más
perímetro de costa, seis veces más respecto
al
área, que el
África. ¡Maravilloso cerebro el Mediterráneo, viejo cerebro
de Europa, con su riquísima variedad de circunvoluciones geográficas, senos, escisuras, archipiélagos, golfos, cabos,
ensenadas! Grecia,
Italia,
Inglaterra deben a sus costas, so-
bre todo, su cultura; Francia a ser
el
quiasma, el nodo de
la
inervación europea occidental; Alemania a la periferia inter-
na de sus mil estadillos.
ENSAYOS de
naria,
los repliegues del
órganos de
181
exodermo brotan
los
tubo
di-
la inteligencia, del interior el
gestivo, cuyo no enfrenado desarrollo convierte
viviente en parásito estúpido.
al
Cosquilieos de fuera despiertan
en
el
lo
que duerme
seno de nuestra conciencia. El que se mete
en su concha,
ni
se conoce
ni
se posee.
La misma
diferenciación interior, no la externa, es efecto del ambiente, el
mismo regionalismo, ministro de
enriquecimiento íntimo, cobra fuerzas del extranjero, es
dad de
los
el
activarse la circulación y vitali-
miembros
al
ensancharse
les suelen despertar
El desarrollo del
con vientos cosmopolitas
amor
al
Un movimiento
*.
campanario sólo es
fecundo y sano cuando va de par con
'
pecho para
el
Las literaturas regiona-
recibir el aire ambiente.
el
aire
científico internacional
el
desarrollo
ha despertado
estudio de los dialectos, de las costumbres y de las tradi-
ciones locales; movimientos de carácter internacional des-
pertaron las lenguas populares frente
nismo
al italiano, el
luteralismo
al
al latín, el
francisca-
alemán. Al movimiento
protestante cabe la mejor parte del impulso dado a la güística; a los hechos que en
lin-
comprobación de esto se citan
(véase «Por-Royal» en La Vida de los Santos, de Renán), po-
demos añadir
el
de que
el libro
más antiguo impreso en
vas-
cuence, excepción hecha de las Poesías de Dechepare, es la traducción del
Nuevo Testamento del hugonote vasco-franEn España, un protestante, Juan de
cés Juan de Leigarrague.
Valdés, inició la lingüística castellana.
M.
182
de!
amor
DE UNAMUNO
a la patria universal
humana; de
la fu-
sión de estos dos amores, sensitivo sobre todo el
uno y
el
otro sobre todo intelectual, brota el ver-
dadero amor patrio.
Hay que mantenerse en
equilibrio con el
am-
biente asimilándose lo de fuera; la mutualidad
brota de suyo, porque necesariamente es recí-
proca toda adaptación.
que
de
la
la
No hay
idea
más satánica
auto-redención; los hombres y los
pueblos se redimen unos por otros. Las civilizaciones son hijas de generación sexuada, no de brotes.
¡Pobre temor carácter
el
de que perdiéramos nuestro
abandonarnos a
al
la corriente!
Lleva
el
núcleo castizo de nuestra cultura un fuerte senti-
miento de individualidad, un sentido sancho-pancino de las realidades concretas
y de
la distinción
entre lo sensible y lo inteligible, de los hechos
intuidos, no inducidos, y un quijotesco anhelo a
y absoluta, que si no acaba grandes muere por acometellas. Nuestro quijotismo,
ciencia final
cosas,
impaciente por dísimo en
la
lo final
y absoluto,
sería
corriente del relativismo;
sancho-pancismo opondría acaso un dique lisis
que destruyendo
deja.
Pero
lo castizo
lo castizo histórico
los
fecun-
nuestro al
aná-
hechos sólo su polvo nos
eterno sólo obrará olvidando
en cuanto excluye.
ENSAYOS Hay que matar
a
Don
te Alonso Quijano el
183
Quijote para que resuci-
Bueno,
que
el discreto, el
hablaba a los cabreros del siglo de
la paz, el
ge-
neroso libertador de los galeotes, el que, libre de
sombras caliginosas de
las
bre
él
la
ignorancia que so-
pusieron su amarga y continua leyenda de
los libros
de caballerías y sintiéndose a punto de
muerte quería hacerla de
tal
modo que
diese a en-
tender que no había sido su vida tan mala. «Calle
por su vida, vuelva en dirá el
y déjese de cuentos»,
sí
engañado Sancho
al
pedirle albricias.
«Los de hasta aquí, replicó Don Quijote, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver
mi muerte, con ayuda del
cielo,
en mi provecho.»
«¡Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno!» El bachi-
Sansón Carrasco,
ller
yada en
Don
el
la
razón raciocinante apo-
sentido histórico creerá incorregible a
Quijote y siempre para su solaz
la
graciosa
locura de éste. Así ha sido hasta hoy y así tiene
que seguir siendo, hoy como ayer y mañana como hoy. Pero ¿es que ta a
Lo
la
ley del cambio no está suje-
cambio? ¿No hay ley del cambio de
único inmudable es
Un mezquino y eterna, por
el
el
la
ley?
principio de continuidad.
sentido toma por
la
casta íntima
carácter de un pueblo dado,
el
símbolo de su desarrollo histórico, como toma-
M.
184
DE UNAMUNO
mos por nuestra personalidad nos refleja
ella
el
mundo.
Y
íntima
así se
yo que de
el
pronuncia con-
sustancial a tal o cual pueblo la forma que adoptó
su personalidad al
de
al
pasar del reino de
la libertad
forma que
ambiente.
la historia, la
Para preservarse creó sa,
el
la casta
dio
le
el
histórica castellana
Santo Oficio, más que institución
aduana de unitarismo
casticista.
Fué
religiola
razón
raciocinante nacional ejerciendo de Pedro Recio.
de Tirteafuera del pobre Sancho. Podó ramas enfermas, dicen; pero estropeando el
fango...
No
y dejó
sin mantillo el
el árbol...
campo.
Una ojeada
es aquí todo antojos.
Barría
al
estado
mental presente de nuestra sociedad española nos mostrará a tra el
la
vieja casta histórica luchando con-
pueblo nuevo; veremos que no son palabras
sólo lo dicho, que aún lo al parecer
más imperti-
nente, desatinado y extravagante de lo expuesto,
es pertinente, atinado e intravagante a nuestropropósito.
Aún
mos
abrirnos
al
de toda visión
la gracia humana y y sacerdotes. Resisti-
resistimos a
tiene esta resistencia culto
ambiente y descender, desnudos
histórica, a nuestro
profundo seno.
Gracias a una virtus medicatrix societatis, se
cumple
la
regeneración de todos modos, día por
ENSAYOS día,
185
pero es deber de cada cual ayudar a
raleza
y no meterse a poner carriles
al
la
natu-
progreso.
Raspemos un poco y muy luego daremos en nuestra actual sociedad española con ción inmanente y difusa, vestida con
de latísima formalidad, con ria,
de
la vieja
Mayo
de
1895.
morgue
la
la
Inquisi-
formalismo
gravedad, nada se-
castillane.
V
SOBRE
EL
MARASMO
ACTUAL DE ESPAÑA
CONFORME he ido metiéndome en mis errabundas pesquisas en torno
me
al
casticismo, se
ha ¡do poniendo cada vez más en claro
cabellado del
empeño
en una cultura, en formación siempre,
de
lo adventicio.
condensa en
sí el
Es
tal el
lo nativo
arte con que
ambiente,
ciones y reacciones
lo des-
de discernir en un pueblo o
tal la
el
sujeto
madeja de ac-
y reciprocidades entre ellos,
que es entrar en intrincado laberinto hallar lo característico
el
pretender
y propio de un hombre o
de un pueblo, que no son nunca idénticos en dos sucesivos momentos de su vida.
Aun
así
y todo, he intentado caracterizar nues-
tro núcleo castizo;
cómo en
la
mística trató la
casta castellana de levantarse sobre sus caracteres diferenciales sumergiéndose en ellos,
y cómo
ambiente del Renacimiento levantó
maestro
el
León a en
el
la
al
verdadera doctrina liberadora, ahogada
oleaje inquisitorial de concentración y aisla-
DE UN A MUÑO
Al.
190
miento. Ahora, a ver los efectos de esta concentración
y
cierre de valvas nacionales.
Atraviesa
la
sociedad española honda
crisis;
hay en su seno reajustes íntimos, vivaz trasiego de elementos, hervor de descomposiciones y recombinaciones, y por de fuera un desesperante
marasmo. En esta
crisis persisten
y se revelan en
la vieja casta los caracteres castizos, bien
que en
descomposición no pocos.
I
Aún
persiste el viejo espíritu militante orde-
nancista, sólo que
hoy es
la
vida de nuestro pue-
blo vida de guerrero en cuartel o jote retirado con el
ama y
De cuando
de
Don Qui-
sobrina y con la vie-
por encantamiento del sabio
ja biblioteca tapiada
Frestón.
la
la
en cuando nos da un arrechu-
cho e impulsos de hacer otra salida.
En coyuntu-
ras tales, se toca la trompa épica, se habla tea-
tralmente de vengar
la
afrenta haciendo una que
sea sonada, y pasada
la
calentura,
en agua de borrajas.
No
falta
queda todo ello
en tales ocasiones
pastor de Cristo que recomiende a los ministros
que
le
están sometidos, que llenen «con verdade-
ro espíritu sacerdotal los deberes de su altísimo
ENSAYOS
191
ministerio, alentando al soldado en las guerrillas»; ni
comandante general que arrase viviendas y
aduares por haber tomado armas
Seguimos creyendo en nuestra valentía
ellos.
porque das,
de
los adultos
sí,
en
las
energías epilépticas improvisa-
y seguimos colgando
famoso general «No
al
importa» no pocos méritos de lord Wellington.
A
este espíritu sigue acompañando, bien que
algo atenuado, aquel horror
al
trabajo que engen-
dra trabajos sin cuento.
Sigue rindiéndose culto a
voluntad desnuda
la
y apreciando a las personas por del arranque.
Los unos adoran
al
la
voluntariedad
tozudo y llaman
constancia a la petrificación; los otros plañen
la
penuria de caracteres, entendiendo por tales
hombres de una pieza. Nos gobierna, ya luntariedad del arranque, ya
Con
la
nuda y a túase
el
el
abandono
admiración y estima a los actos
la
la
vo-
fatalista.
voluntad des-
de energía anárquica, perpe-
férreo peso de la ley social externa, del
bien parecer y de las mentiras convencionales, a
que se doblegan, por mucho que se encabriten, los individuos
tierra
que
en que asentar
pecto, tan estúpido cista
sin aquélla sienten falta el pie.
como
de
Nada, en este res-
la disciplina
ordenan-
de los partidos políticos. Tienen éstos sus
«ilustres jefes», sus santones,
que tienen que
ofi-
DE UNAMUNO
M.
192
ciar
de pontifical en
no de su gusto
el
las ocasiones
solemnes, sea o
hacerlo, que descomulgan y con-
firman y expiden encíclicas y bulas; hay en ellos
cismas de que resultan ortodoxias y heterodoxias; celebran concilios.
A
la
sobra de individualismo egoísta y exclu-
yente acompaña falta de personalidad,
la
insubor-
dinación íntima va de par con la disciplina externa; se cumple, pero
En
no se obedece.
esta sociedad, compuesta de camarillas que
se aborrecen sin conocerse, es desconsolador
atomismo salvaje de que no se sabe
salir si
el
no es
para organizarse férrea y disciplinariamente con comités, comisiones, subcomisiones, programas
cuadriculados y otras zarandajas.
en
lo
de arriba, en
Y como en nues-
acompaña a este atomismo
tras viejas edades,
la
ley externa, en
a quien se toma ya por Dios, ya por las
dos personas de
la
fe
el
gobierno,
el
Demonio,
divinidad en que aquí cree
nuestro maniqueísmo intraoficial.
Resalta y se releva más
la
penuria de libertad
interior junto a la gran libertad exterior de
creemos disfrutar porque nadie nos
la
que
niega. Ex-
tiéndese y se dilata por toda nuestra actual so-
ciedad española una enorme monotonía, que se
resuelve en atonía, losa de
la
uniformidad mate de una
plomo de ingente ramplonería.
ENSAYOS
193
II
En
nuestro estado mental llevamos también
la
herencia de nuestro pasado, con su haber y con
su debe.
No
se ha corregido la tendencia disociativa;
persiste vivaz el instinto de los extremos, a tai
punto, que los supuestos justos medios no son sino mezcolanza de ellos.
servador
al
Se llama sentido con-
pisto de revolucionarismo,
de progre-
so o de retroceso, con quietismo; se busca por
unos
la
«tros,
evolución pura y
pura revolución por
la
y todo por empeñarse en disociar
lo aso-
ciado y formular lo informulable.
Esta tendencia disociativa de visión caleidoscópica se revela hasta en los lles,
como en
lo
más menudos
deta-
de hacer un artículo para ensar-
tar chistes previos, en lugar de que éstos broten
orgánicamente de aquél.
Y
a tal tendencia diso-
ciativa
van aparejadas sus consecuencias. Viste
bien
construir períodos sintácticos sin sustan-
el
cia alguna
y alinear
frases; se
admira un pensa-
miento coherente, aunque no cohiera nada; se sacrifica a la
consecuencia
la
vida concreta del an-
tecedente y del consiguiente,
al
hilo las
que debiera engarzar. 13
perlas
M.
194
Una de
DE UN A MUÑO
las disociaciones
más hondas y
fatales
es la que aquí existe entre la ciencia y el arte y
que respectivamente
los
arte,
los cultivan.
de amenidad y de gracia
los
Carecen de hombres de
solemnes lateros, graves como un cor-
ciencia,
cho y tomándolo todo en grave, y los literatos
viven ayunos de cultura científica seria, cuando
no desembuchan, y es
dan
lo
peor,
unos de no manchar
los
del austero
montón de concep-
pega mal digerida. Se
tos de una ciencia de
la
cui-
inmaculada nitidez
pensamiento abstracto, y huyendo de
ponerle flecos y alamares, le esquematizan que es
una lástima; huyen
los literatos
de una sustancia
que no han gustado, y todavía se arrastra por esas cervecerías del demonio ticoide.
Se
la
bohemia roman-
cultiva lo ingenioso, no ya
el
ingenio,
y se da vuelta a los cangilones en pozo seco. fabrican frases sangrientas para círculo en círculo,
Se
que corran de
y otros se entretienen en
pin-
tar arabescos afiligranados en cayuela que se descascarilla al
punto de ponerla a
Creen muchos que se aprende yendo de
el
lo
intemperie.
dramas
le-
otros, a escribir novelas dándose atracones
ellas;
que
la
a hacer
que para ser
literato no precisa otra cosa
que llaman, por exclusión,
literatura.
Y
en
cultivo de la ciencia todo se vuelve centones,
trabajos de segunda
mano y acarreos de
revistas;
ENSAYOS la
incapacidad para
mano con
mos de
la falta
la
195
investigación directa va de
Y
de espontaneidad.
así pasa-
latas cientificoides a fruslerías pseudo-li-
Y
terarias.
aquí no puede separarse una de otra
la literatura
y
la ciencia,
porque ésta ha de venir
concretada en ameno ropaje para que penetre y aquélla tiene que tener entre nosotros función docente.
En
el
estado de nuestra cultura toda dife-
renciación y especialismo son fatales, hay que ser
por fuerza enciclopedista; todo sienta con bríos está en
el
que aquí se
el
deber de no encarrilar
demasiado unilateralmente sus esfuerzos. Nos hallamos en punto a cultura en
la
situación que en
punto a comercio se hallan esos lugarejos en que
un mismo tenducho sirve para géneros más diversos entre
Lo que
alienta vivo
el
despacho de los
sí.
y revivo es
intelectua-
el
lismo de los conceptos cuadriculables y con ideofobia.
Las ideas son
las culpables
él la
de todo, de
la 5'/5/gma con sus consecuencias todas. ¡Cuánta
simpleza! Este
conceptismo es militante y dog-
mático, y hasta
tal
mo, que
le
punto nos corroe
el
dogmatis-
hay del anti-dogmatismo. Se malgasta
y derrocha esfuerzo y tiempo en polemiqueos escolásticos y leguleyescos; la disputa es la salsa de la
prensa de provincias.
Sobre todo esto se cierne
la
suprema disocia-
M.
196
DE UNAMVNO
ción española, la de
Don
Quijote y Sancho. Este
anula a aquél. ¡Qué rozagante vive
sancho-
el
pancismo anti-especulativo y anti-utopista! ¡Qué estragos hace
el
sentido común,
lo
más
anti-filo-
sófico y anti-ideal que existe! El sentido
común
declara loco en una sociedad en que sólo se emplea la simple vista,
la vista
común, a quien mira
con microscopio o telescopio;
emplea argumenta
ad risum
sentido
el
común
para hacer ver la
incongruencia de una opinión con nuestros hábitos mentales. «No, lo que es a mí no
me vuelven
ni
Sancho, perdido
Don
en
me la pegan,
a tomar de primo», exclama hoy lo
más hermoso que
Quijote y su esperanza en
tenía, su fe
la ínsula
de pro-
misión. Si Sancho volviera a ser escudero, mejor
aún que escudero de so
el
Don Quijote,
criado de Alon-
Bueno, ¡cuánto no podría hacer con su sano
sentido común!
Es un espectáculo deprimente
el
del estado
mental y moral de nuestra sociedad española, sobre todo
si
se la estudia en su centro.
Es una po-
bre conciencia colectiva homogénea y rasa. Pesa
sobre todos nosotros una atmósfera de bochorno;
debajo de una dura costra de gravedad formal se extiende una ramplonería comprimida, una enor-
me
trivialidad
y vulgachería. La desesperante
monotonía achatada de Taboada y de Cilla es re-
E^!SAYOS flejo
de
la
197
como
realidad ambiente,
lo era el vi-
goroso simplicismo de Calderón. Cuando se lee el toletole
que promueve en París, por ejemplo,
un acontecimiento guear
allí
o
científico
literario, el
hormi-
de escuelas y de doctrinas y aun de
extravagancias, y volvemos en seguida mientes al
colapso que nos agarrota, da honda pena.
Cada español
cultivado apenas se diferencia de
otro europeo culto, pero hay una enorme diferencia
de cualquier cuerpo social español a otro ex-
tranjero. Y, sin embargo, la sociedad lleva en sí los caracteres
constituyen.
mismos de
Como
los
miembros que
a los individuos de
la
que se
forma, distingue a nuestra sociedad un enorme
tiempo de reacción psíquica, es tarda en recibir
una impresión, a despecho de una aparente impresionabilidad que no pasa de ser irritabilidad
epidérmica, y tarda en perderla; los advenimientos son aquí tan tardos
como
lo
son las desapari-
ciones, en las ideas, en los hombres, en las cos-
tumbres.
No
hay corrientes vivas internas en nuestra
vida intelectual y moral; esto es un pantano de
agua estancada, no corriente de manantial. Al-
guna que otra pedrada agita su superficie tan sólo,
y a
lo
sumo revuelve
enturbia con fango
el
el
légamo
del fondo
y
pozo. Bajo una atmósfera
DE UNAMUNO
M.
198
soporífera se extiende un páramo espiritual de
No
una aridez que espanta.
hay frescura
ni es-
pontaneidad, no hay juventud.
III
He
aquí la palabra terrible: no hay juventud.
Habrá jóvenes, pero juventud
y
Inquisición latente
comprimida.
nuevas
En
el senil
falta.
Y
es que la
formalismo
estrellas, errantes las
del día, el genio de la los
tienen
más y que desapa-
recen tras momentánea fulguración; hay
siempre
la
otros países europeos aparecen
temporada; aquí
mismos perros y con
los
el gallito ni esto:
mismos co-
llares.
Se por
dice que hay gérmenes vivos y fecundos
ahí,
medio ocultos, pero está
sonado y compacto, que
Un hombre que
la
de
los
capa superfi-
no consiguen romper
el
hielo.
entre nosotros conserva en edad
más que madura les,
suelo tan api-
los brotes tiernos
granos profundos no logran abrir cial calicostrada,
el
fe,
vigor y entusiasmo juveni-
sostiene que aquí los jóvenes prometen algo
hasta los treinta años, en que se hacen unos ba-
dulaques.
No
se hacen, los hacen; caen heridos
de anemia ante
el
brutal
y férreo cuadriculado
ENSAYOS
199
de nuestro ordenancismo y nuestra estúpida gravedad; nadie les tiende a tiempo una mirada benévola y de inteligencia. Se les quiere de otro
modo que como
son; a nuestro rancio espíritu de
intolerancia no le entra el dejar que se desarrolle
cada cual según su contenido y naturaleza.
Hace poco pedía un
crítico
un cuarto turno en
Español para los autores noveles y desconoci-
el
como un
dos, algo así
Nos
falta lo
un pueblo,
el
heroísmo de
saber adivinar sus héroes. Fundan
en sus planas la
ilu-
brote nuevo?
el
que Carlyle llamaba
el
unos muchachos una
En
teatro libre. ¡Generosa
¿Es que se sabe distinguir
sión!
los
revistilla,
y en seguida veréis
nombres de tanda y de
vida intelectual, lo mismo que en
cartel.
el toreo,
apestado también de formalism.o, hay que recibir
de manos de
la alternativa
demás no se
los viejos
espadas;
lo
sale de novillero.
Junto a este desvío para con
un supersticioso servilismo a
la
juventud se halla
los ungidos.
Se ha
ejercido con implacable saña la tarea de achuchar
y despachurrar el tierno tallo
ha tocado
al
a los retoños tiernos, sin discernir
de
la
broza en que crecía, y no se
muérdago y a
los
tumores y excre-
cencias de las viejas encinas, ungidas e intangibles.
¡Cuántos jóvenes muertos en
ciedad que sólo ve
lo
flor
en esta so-
hecho y recortado, ciega
DE UNAMUNO
M.
200
para
lo
que se está haciendo! ¡Muertos todos los
que no se han alistado en alguna de rías, la blanca, la
negra,
Añádase a esto qne
la
primum
vivere ahoga
al
y echar
el
das maternas, en separarse de
y cuando
lo
raíces;
deinde philosopharL
Los jóvenes tardan en dejar
liar,
masone-
pobreza de nuestra na-
ción hace duro el ganarse la vida el
las
la gris, la roja, la azul!...
arrimo de las la
fal-
placenta fami-
hacen derrochan sus fuerzas más
frescas en buscarse padrino que les lleve por esta
sábana de
hielo.
Para escapar a
la eliminación,
ponen en juego
sus facultades todas camaleónicas hasta tomar el color gris oscuro
consiguen.
No
selo a la vez,
y mate del fondo ambiente, y
es adaptarse
al
lo
medio adaptándo-
activamente; es acomodarse a las
circunstancias, pasivamente.
Vivimos en un país pobre, y donde no hay harina todo es mohina.
La pobreza económica
ca nuestra anemia mental; las fuerzas
expli-
mas
fres-
cas y juveniles se agotan en establecerse, en la lucha por el destino. Pocas verdades más hondas
que
la
de que en
la
jerarquía de los fenómenos
sociales los económicos son los primeros principios, los
elementos
'.
> Es un punto que merecía estudiarse el de la influencia de nuestra pobreza económica en nuestra cultura. Hace poco
ENSAYOS Y
no es nuestro mal tanto
empeño de aparentar de
las
pobreza cuanto
más noches,
los sábados,
y
el
que no hay. La pobreza
lo
de algo más vaca que carnero,
la olla
cón
la
201
los duelos
las lentejas
el salpi-
y quebrantos de
de los viernes, no pu-
dieron por menos que concurrir con las noches pa-
sadas de claro en claro en
de caballerías a secar
Bueno.
el
Y
el
la
lectura de los libros
cerebro
al
pobre Alonso
aún corre vigente entre nosotros
aforismo del dómine Cabra de que
el
recluta prosélitos el doctor Sangredo,
salud,
el
hambre es
y
sigue asegurándose en grave que los tumores son
de
fuerza de
la
la
sangre, y exceso de salud los
Y nos recetan
ataques de epilepsia.
cha cuenta con decir
dieta.
verdad! Al que
la
la
Y
¡mu-
declare
virilmente, sin ambajes ni rodeos, acúsanle los espíritus entecos
y escépticos de pesimismo
.
Quié-
se lamentaba un crítico de la indiferencia con que se ha acojido en
España
académica de las Cantigas del
la edición
la tal edición a todo trapo y con todo íu/o tipográfico y riqueza material no se adapta a la flaqueza de los bolsillos españoles. La misma suerte debe
Rey
Sabio.
Es merecida, porque
Lope hace más grave teniendo en cuenta Entre tanto, nadie emprende la
correr la edición monumental que de las obras de la
misma Academia.
de dónde
le
viene
Y
esto es
el dinero.
publicación de algo
como
la
Unioersal Bibliothek de Philipp
Reclam, de Berlín; ¡qué obra tan meritoria sería ensanchar yüdirigir con acierto la «Biblioteca Universal», a dos reales
tomo!
DE UNAMUNO
M.
202
resé mantener
la ridicula
comedia de un pueblo
que finge engañarse respecto a su estado.
No hay Joven España más protesta que
la
ni
cosa que lo valga,
ni
refugiada en torno a las me-
sas de los cafés, donde se prodiga ingenio y se
malgasta vigor.
Y
esos mismos oradores protes-
tantes de café, briosos y repletos de vida no pocos, al verse en público se
siados y
como fascinados a
colectiva,
comprimen, y perlela
mirada de
rompen en ensartar todas
las
la bestia
mayores
vulgaridades y los cantos más rodados de
la ruti-
na pública.
Se ahoga
a la juventud sin comprenderla, que-
riéndola grave
como Dios la
y hecha y formal desde luego;
a Faraón, se la ensordece primero, se
llama después, y
al
ver que no responde, se
la
denigra. Nuestra sociedad es la vieja y castiza familia patriarcal
extendida.
Vivimos en plena
presbitocracia (oetustocracia se bajo
el
senado de
los
la
ha llamado),
sacliems, sufriendo
la
im-
posición de viejos incapaces de comprender el espíritu
joven y que mormojean: «no empujar, mu-
chachos», cuando no ejercen de manzanillos de los
que acojen a su sombra protectora. «Ah, us-
ted es joven todavía, tiene tiempo por delante...», es decir:
«no es usted bastante camello to-
davía para poder alternar». El apubullante es-
ENSAYOS
203
calafón cerrado de antigüedad y
el
tapón en
todo.
Los jóvenes mismos envejecen, o más bien se avejetan en seguida, se formalizan, se llan, encasillan
rrectos
y cuadriculan, y volviéndose co-
como un corcho pueden
entrar de peones
en nuestro tablero de ajedrez, y
como buenos
acame-
chicos ascender a
si
se conducen
alfiles.
IV
Donde no hay juventud tampoco hay verdadero espíritu
de asociación que brota del desborda-
miento de vida, del vigor que se sale de madre y trasvasa. Las sociedades nacen aquí osificadas esto cuando nacen, porque
la
y
insociabilidad es
uno de nuestros rasgos característicos. Dilatada a las relaciones sexuales, fomenta nuestra insociabilidad
el
brutalismo masculino,
fuente de
huraña grosería y de soeces desplantes, para acabar sometiendo a los hombres como polichinelas a caprichos e intrigüelas mujeriles.
Apena
el
ánimo
la
contemplación de los estra-
gos de nuestra insociabilidad, de nuestro salvajismo enmascarado.
M.
204
Asombra a pantano
el
los
DE UNAMUNO que vivimos sumergidos en este
remolino de escuelas, sectas y agrupa-
ciones que se hacen
y deshacen en otros
países,
donde pululan conventículos, grupos, revistas, y donde entre fárrago de excentricidades borbota una vida potente. Aquí
las
gentes no se asocian
sino oficialmente, para dar dictámenes o informes,
Hay una asociación
publicar latas y cobrar dietas.
de escritores y artistas que
mismo podría pa-
lo
sar por de peluqueros; es una cooperativa fune-
y de Terpsícore a
raria
entierro a los que se
su oficio pagar
la par;
mueren y hacer
el
bailar a los
vivos.
Es que para asociarse se precisa un
principio
asociante y un principio de asociación, y faltan
uno y otro donde duce
la
atomismo, y
el
lucha por los garbanzos prola presbitocracia el
estanca-
miento.
Todo
es aquí cerrado
ofrece típico ejemplo
la
los chicos, los oficiales
y estrecho, de
y
los
maestros de
lange cerrada, sobre que extienden sus rodelas, y nadie la rompe filas si
lo
que nos
prensa periódica. Forman
ni
el
ella fa-
testudo de
penetra en sus
antes no jura las ordenanzas y se viste el
uniforme. Es esta prensa una verdadera balsa de
agua encharcada, vive de
sí
dacción se tiene presente, no
misma; en cada reel
público, sino las
ENSAYOS demás redacciones;
los periodistas escriben
para otros, no conocen
La
literatura al por
y aun de
205
menor ha invadido
los periodistas
unos
público ni creen en
al
mismos
la
él.
prensa
mejores no
los
son sino más o menos literatos de cosas leídas. La incapacidad indígena de ver directa e inmediata-
mente y en vivo
el
hecho vivo,
calle, se revela
en
la falta
distas.
A
falta
que pasa por
el
la
de verdaderos perio-
de otra cosa,
enfático de
el brillo
barniz retórico o la ingeniosidad de un batido de-
licuescente. El repórter es
el
pinche de
la re-
dacción. Estudíese nuestra prensa periódica con
sus flaquezas todas, y
al
verla
fiel
trasunto de
nuestra sociedad no se puede por menos que ex-
clamar
al oir
execrarla neciamente: Arrojar
que
el
la
cara importa
espejo no hay por qué.
Espejo verdadero, espejo de nuestro achatamiento, de nuestra caza
al
destino, espejo de
nuestra doblez, de nuestra rutina y ramplonería.
No
es
más que nuestro ambiente espesado, con-
centrado, hecho conciencia. Sobre todo de una corrección desesperante.
¡Menos formalidad y corrección y más fundamentalidad y dirección! ¡Seriedad, y no gravedad!
Y
sobre todo, ¡libertad, libertad!, pero
la
honda,
no
Hace estragos
la oficial.
miedo
el
DE UNAMUAO
M.
206
público, a
al
Kay un misoneísmo
el
temor
al
ridículo
feroz a todo lo fresco y ro-
zagante y razonable y vivo, y en cambio pasa absurdo tica,
y
la bestia multifauce.
lo
viene envuelto en gravedad esquemá-
si
hacen libre carrera todos los matoidismos
y, entre rechiflas vergonzantes, triunfan. Disér-
tese de biología poliédrica, de patología algébri-
de fisiología esquemática, de cualquier clase
ca,
de pentanomía pantanómica, hágase cualquier pecon hablar de
ralada, pero
¡ojo
las colonias o
con poner peros a
la
ley de vida de
la fe
en nuestro
ingénito valor! ¡Cuidadito con tocar a la marina!
Pasamos,
lo dijo
D. Juan Valera, de
lo
basto a
lo cursi.
Y día
el
mal parece que se agrava y cunde; es cada
mayor
presumida.
y
la
peor de todas,
misma,
la
de
ignorancia,
la
que se ignora a
Y
sí
a todo esto,
la
mucho denigrar
volidad francesa y poner por los suelos
mo
la
semi-ciencia la fri-
al útilísi-
Larousse, fuente casi única de información de
algunos de nuestros conspicuos. ¡Y gracias! por-
que
los
que
los critican
y zahieren no han pasado
de Wanderer.
La presunción es tanta que impide se empiece por
el principio,
mentales en
por aprender conocimientos ele-
cartillas científicas.
El que quiere
ENSAYOS
207
darse una tintura de ciencia comienza por
el fin,
se va a las maduras sin haber pasado por las duras, y caería en el dictado de
dómine pedantón
e inaguantable cualquier conferenciante que, co-
nocedor de nuestros ilustrados públicos, empezara por exponerles
Sirve aquí
ciplina.
abecé elemental de una
el
dis-
estado de los maestros de
el
primeras letras para tema de declamaciones retó-
pero en
ricas,
el
fondo se desprecia hondamente,
maestro, a su función; desasnar mu-
no ya sólo
al
chachos es
lo último
Carecemos de
'.
la rica
los castizos aventureros
experiencia que sacaban
de nuestra edad del oro
de sus correrías por Flandes,
Italia,
América y
otras tierras, aquéllos que vertían en sus produc-
ciones
el fruto
de una vida agitadísima, de ince-
sante tráfago, y no sustituimos esta experiencia
con otra alguna. desto y
la
Hay
abulia para el trabajo
mo-
investigación directa, lenta y sosega-
Los más laboriosos se convierten en recep-
da.
táculo de ciencia hecha o en escarabajos peloteros de lo último que sale por ahí fuera. '
A
los
lamentos por
terio, contestan
el
abandono en que se tiene
no pocos que no merecen más
ni
al
magis-
valen lo que
cuestan. Este es un círculo vicioso y nada más; ¿cuál fué antes, la gallina
can a
tal
o
el
huevo?
No
se les dignifica porque se dedi-
función pocos jóvenes de valía, y no lo hacen éstos
porque no se dignifica
el
magisterio.
DE UNAMUNO
M.
208
Se disputa quién se ha enterado antes dé no quién
lo
ha comprendido mejor;
estar a lo último, recibir de París
algo,
que viste es
lo
el libro
con las
hojas oliendo a tinta tipográfica.
En las
la vida
gentes
a rellenar
común y en
comercio corriente de
extrema pobreza de ideas nos lleva
la
conversación,
como de
disfrazando así
torpes,
labrotas
el
la
de pa-
ripio,
tartamudez
la
mental, hija de aquella pobreza; y la tosquedad
de ingenio, ayuno de sustancioso nutrimento, vanos de
la
mano
a recrearnos en
el
lié
•
chiste taber-
nario y bajamente obsceno. Persiste la propensión a la basta ordinariez que señalé cual carác-
ter de nuestro viejo realismo castizo.
Sobre esta miseria lipo político
espiritual se extiende el pó-
y en esta anemia se congestionan
centros más o menos parlamentarios. tiquilla al
menudeo suplanta
la
En una
ingeniosidad
los
poli-
al
sa-
ber sólido, y se hacen escaramuzas de guerrillas.
La pequenez de
la política
extiende su virus por
todas las demás expansiones del alma nacional.
Y aun el
pólipo está en crisis. Los viejos partidos,
amojamados en su ordenancismo de corteza, se arrastran desecados, y brota,
tiempos,
el
del
como signo de
buen tono escéptico y de
los
la dis-
tinción elegante, el neo-conservatorismo diletan-
tesco y aseñoritado con golpes plutocráticos. Por
ENSAYOS
209
otra parte, sudan los
más populares por organi-
zar almas hueras de
ideas, hacer formas
donde
no hay sustancia, cohesionar átomos incoherentes,
cuando
hubiera rebullente germinación y savia
si
de primavera brotaría de la
sí el
organismo potente,
sustancia tomaría espontáneamente forma
brotar
Y
al
al
ambiente.
¿qué tiene que ver esto con
lo otro,
con
el
casticismo? Mucho; este es
el
espíritu histórico nacional
que reacciona contra
la
europeización.
Es
la
desquite del viejo
obra de
la
inquisición la-
tente. Los caracteres que en otra época pudieron
darnos primacía nos tienen decaídos. La Inquisición fué un instrumento de aislamiento, de pro
-
teccionismo casticista, de excluyente individuación de la casta. Impidió que brotara aquí la riquí-
sima floración de los países reformados donde brotaban y rebrotaban sectas y más sectas, diferenciándose en opulentísima multiformidad. Así es que levanta hoy aquí su cabeza calva y seca la
vieja encina podada.
A
despecho de aduanas de toda clase, fué cum-
pliéndose
la
europeización de España, siglo tras 14
DE üNAMLNO
M.
210
siglo, ficie
pero
muy
trabajosamente y
y cascara. En este
cesada tuvimos
siglo,
después de
interna
labor
la
muy de
super-
nuestras contiendas civiles; llegó luego
fuerzo del 68
al
74,
y pasado
él,
En
Inquisición íntima, nunca
domada,
tanto reaparece la a
despecho de
Recobran fuerza nuestros
la libertad oficial.
y
es-
el
hemos caído ren-
didos, en pleno colapso.
cios nacionales
fran-
la
y fecunda de
vi-
castizos todos, la falta de lo que
los ingleses llaman
sympathy,
comprender y sentir
al
la
incapacidad de
prójimo como es, y rige
nuestras relaciones de bandería, de güelfos y gibelinos, aquel absurdo de
contra
me
más en un
est.
qui non est
mecam,
Vive cada uno solo entre
arenal
los de-
yermo y desnudo, donde se
re-
vuelven pobres espíritus encerrados en dérmatoesqueletos anémicos.
Con
el
sentido del ideal se ha apagado
el
sen-
tido religioso de las cosas, que acaso dormita en el
fondo del pueblo. ¡Qué bien se comprimió aquel
ideal religioso
de
las
que desbordaba en
que
la mística,
honduras del alma castiza sacaba soplo de
libertad cuando la casta reventaba de vida!
hay hoy menos libertad íntima que en
la
Aún
época de
nuestro fanatismo proverbial; definidores y familiares del Santo Oficio se escandalizarían la
de
barbarie de nuestros obispos de levita y cen
-
ENSAYOS
211
sores laicos. Hacen melindres y se tapan los ojos
con los dedos abiertos, gritando: ¡profanación! gentes que en su vida han sentido en
el
alma una
chispa de fervor religioso. ¡Ah! es que en aquella
edad de expansión e irradiación vivía nuestra
vieja casta abierta a todos los vientos, asentando
por todo
el
mundo
Fué grande
el
sus tiendas.
alma castellana cuando se abrió
a los cuatro vientos y se derramó por
mundo;
el
luego cerró sus valvas y aún no hemos despertado. Mientras fué la casta fecunda no se conoció
como
tal
en sus diferencias, su ruina empezó
día en que gritando: «mi yo, que
yo» se quiso encerrar en
me
el
arrancan mi
sí.
¿Está todo moribundo? No,
el
porvenir de
la
sociedad española espera dentro de nuestra so-
ciedad histórica, en
la intra-historia,
en
el
pueblo
desconocido, y no surgirá potente hasta que
le
despierten vientos o ventarrones del ambiente
europeo.
Eso
del pueblo
que
po insustancial para
calla,
los
ora y paga es un tro-
que más
le
usan y pasa
cual verdad inconcusa entre los que bullen en
vacío de nuestra vida histórica que
el
el
pueblo es
la
descubri-
atrozmente bruto e inepto.
España está por descubrir, y sólo rán españoles europeizados.
Se ignora
el
paisa-
je
Db UN A MUÑO
M.
212
y el paisanaje y la vida toda de nuestro pueSe ignora hasta la existencia de una literatu-
*,
blo.
ra plebeya,
y nadie para su atención en
de ciegos, en
las coplas
de cordel y en
los pliegos
los no-
velones de a cuartillo de real entrega, que sirven
de pasto aun a
que no saben leer y
los
Nadie pregunta qué fogones de
las alquerías
de labriegos.
rrillos
libros se
Y
los oyen.
enmugrecen en
los
y se deletrean en los co-
mientras unos importan
bi-
zantinismos de cascarilla y otros cultivan casti-
cismos librescos, alimenta
el
pueblo su fantasía
con las viejas leyendas europeas de los ciclos bretón y carolingio, con héroes que han corrido
mundo
el
entero,
y mezcla
a las hazañas de los
doce Pares, de Valdovinos o Tirante
el
Blanco,
guapezas de José María y heroicidades de nuestras guerras civiles.
En esa muchedumbre que no ha oído
hablar de
nuestros literatos de cartel hay una vida difusa y rica,
un alma inconciente en ese pueblo zafio
que se desprecia
Cuando se afirma que en de un pueblo, en la
*
suma de
al
sin conocerle.
el
el espíritu
colectivo
Volkgeist, hay algo más que
los caracteres
La inmensa mayoría de
los
comunes a
los espíritus
que viven en Madrid ignoran
que hay pocas capitales que tengan alrededores más hermosos.
ENSAYOS
213
individuales que le integran, lo que se afirma es
que viven en res
él
de un modo o de otro
los caracte-
todos de iodos sus componentes; se afirma
la
existencia de un nimbo colectivo, de una hondura del alma
común en que viven y obran todos
los
sentimientos, deseos y aspiraciones que no con-
cuerdan en forma definida, que no hay pensamiento alguno individual que no repercuta en todos los
demás, aun en sus contrarios, que hay una verdadera subconciencia popular. El espíritu colectivo, si
es vivo, lo es por inclusión de todo
el
contenido
anímico de relación de cada uno de sus miembros.
Cuando un hombre se cuanto puede
al
encierra en
sí
resistiendo
ambiente y empieza a vivir de sus
recuerdos, de su historia, a hurgarse en exáme-
nes introspectivos
la
conciencia, acaba ésta por
hipertrofiarse sobre el fondo subconciente. Este,
en cambio, se enriquece y aviva a
la frescura del
ambiente como después de una excursión de cam-
po volvemos a casa
sin traer
apenas un recuerdo
definido, pero llena el alma de voces de su natu-
raleza íntima, despierta leza su madre.
Y
así
al
contacto de
sucede a
la
Natura-
los pueblos
que en
sus encerronas y aislamientos hipertrofian en su espíritu colectivo la conciencia histórica a ex-
pensas de
vida difusa intra-histórica que lan-
la
guidece por
falta
de ventilación;
el
pensamiento
M.
214
DE UNAMUNO
nacional, trabajando hacia
acalla el
sí,
rumor
in-
articulado de la vida que bajo él se extiende. Hay-
pueblos que en puro mirarse
ombligo nacional
al
caen en sueño hipnótico y contemplan
la
nada.
Me siento impotente para expresar cual
quisiera
esta idea que flota en mi mente sin contornos definidos, renuncio a
var
al
amontonar metáforas para
espíritu del lector este concepto de
vida honda
y
lle-
que
la
difusa de la intra-historia de un pue-
blo se marchita cuando las clases históricas le en-
cierran en
sí,
y se vigoriza para rejuvenecer,
y refrescar
vir
al
pueblo todo
revi-
contacto del am-
al
biente exterior. Quisiera sugerir con toda fuerza al
la
lector la idea de
muchedumbre
que
ir
difusa
al
despertar de
y de
la patria.
el
vida de
abrir
de par en
campo europeo para que se
al
Tenemos que europeizarnos y
puzarnos en pueblo. El pueblo, el
la
regiones tiene
las
de par y enlazado con
par las ventanas
oree
que
que vive bajo
la historia
es la
el
cha-
hondo pueblo,
masa común a
to-
das las castas, es su materia protoplasmática; lo diferenciante
y excluyente son
tuciones históricas.
Y
las clases e insti-
éstas sólo se
remozan zam-
bulléndose en aquél. ¡Fe, fe en la espontaneidad propia, fe en
siempre seremos nosotros, y venga
de fuera,
la
ducha!
la
que
inundación
ENSAYOS
215
VI
Es una electoral
desolación; en
y
España
Como
contribuible.
se le estudia, y
como no
el
pueblo es masa
no se
le
ama, no
se le estudia, no se le
conoce para amarle. El bachiller Carrasco sigue confirmando a Sancho por «uno de los más solemnes mentecatos de nuestros siglos», porque habla
de testamento que no se puede revolcar. Ni sus costumbres,
ni
su lengua
',
sus sentimientos,
ni
su vida se conocen. Y, sin embargo, es honda-
ni
mente castizo Pereda, no cuando urde por su cueny riesgo tramas con
ta
hilos
de nuestros viejos
labra marquetería de lingüística libres-
clásicos
y
ca, sino
cuando explota con tino y arte
ma
¿Que los al
el
pueblo es más tradicionalista aún que
que viven en
modo
Es
cierto,
pero no
Como
más sentido que pensado y como no
toma formas y
A
la historia?...
de éstos; su tradición es la eterna.
su ideal es
*
la riquísi-
cantera del pueblo en que vive.
perfiles definidos
y recortados, los
nuestra Real Academia, que propone para concursos
temas de investigación
libresca,
no se
le
ha pasado por las
mientes pedir trabajos de investigación directa e inmediata
sobre
la
lengua del pueblo en
tal
o cual región.
M.
216
que sólo ven funden con
lo
las
DE UNAMÜNO geométrico y formulable
lo
interpretaciones que de
conse
él
hacen.
A lo
raíz
de nuestra Gloriosa, tan castiza, dígase
que se quiera, tan hondamente castiza, levan-
tóse
al
parecer en contra de
para acabarla y extenderla, pos,
y hoy es
el
el
ella
día en que no nos
do aún aquella oleada. Sólo vemos las fórmulas, las teorías
y
y en realidad
pueblo de los cam-
hemos los
explica-
programas,
las doctrinas
con que
trataron de explicarla los que aparecían a su frente. Y, sin
embargo, no
vivo vislumbre de
la
faltó
quien dijera con
verdad que aquello no era
comunión y que no tenía programa. ¿Cuándo se estudiará con amor aquel desbordapartido, sino
miento popular que trascendía de toda forma? ¡Cuántas cosas cabían en
los pliegues
lema: Dios, Patria y Rey!
Le sucedió
hervidero religioso de encasillaron
de aquel
que
al
la Italia del siglo xiii;
lo
y formularon y
lo
cristalizaron,
no se ve aquel empuje profundamente
y hoy
laico,
de-
mocrático y popular, aquella protesta contra todo mandarinato, todo intelectualismo, todo jacobinis-
mo y
todo charlamentarismo, contra todo aristo-
cratismo y centralización unificadora. Fué un mo-
vimiento más europeo que español, un irrumpir
de
lo
subconciente en
la
conciencia, de lo intra-
ENSAYOS histórico en la historia.
nó,
y
adquirir
al
217
Pero en ésta se empanta-
programa y forma perdió su
to intra-histórico que sólo históricos?
Quédese para
vemos con
prejuicios
otra ocasión.
Es ya cosa de cerrar estas divagaciones vanadas en que
la
por decir queda mucho más que
idea de que los casticismos reflexivos, con-
cientes
y
definidos, los
que se buscan en
do histórico o a partir de en
el
deshil-
Era mi deseo desarrollar más por exten-
lo dicho.
so
lo
vir-
de un momen-
tud. ¿Para qué seguir escribiendo
él
persisten no
el
pasa-
más que
presente también histórico, no son más que
instrumentos de empobrecimiento espiritual de un pueblo; que llo
mariposa tiene que romper
el
capu-
que formó de su sustancia de gusano; que
el cul-
tivo de lo
la
meramente
diferencial
de un individuo
o un pueblo, no subordinándolo bien a
lo
común a
todos, al sarcoda, exalta un capullo de individualidad a expensas de la personalidad integral; que la
miseria mental de España arranca del aislamien-
to en que nos puso toda una conducta cifrada en el
proteccionismo inquisitorial que ahogó en su
cuna
la
Reforma castiza e impidió
la
entrada a
la
DE UNAMUNO
M.
218
europea; que en difusa
la intra-historia
y desdeñada
el
vive con
principio de
la
honda
nuidad internacional y de cosmopolitismo,
masa conti-
pro-
el
toplasma universal humano; que sólo abriendo las
ventanas a vientos europeos, empapándonos en el
ambiente continental, teniendo fe en que no
perderemos nuestra personalidad
al
hacerlo, eu-
ropeizándonos para hacer España y chapuzándonos en pueblo, regeneraremos esta estepa moral.
Con
de fuera regenero mi sangre, no res-
el aire
pirando
el
que exhalo. Mi deseo era desarrollar
todo eso, y
me
encuentro
al fin
de
la
jornada con
una serie de notas sueltas, especie de sarta
sin
cuerda, en que se apuntan muchas cosas y casi
ninguna se acaba. El lector sensato pondrá todo que falta y llenará los huecos. si lo
Me
mé-
el
temo que
intentara yo, volvería a perderme en digre-
siones,
y en vez de repasar con paso firme
ca-
el
mino seguido, me metería en nuevas veredas, sendejas y vericuetos a derecha e izquierda, a guisa
de perro que se pasea, en incesante
ir
y venir.
Prefiero dejarlo todo en su indeterminación, y daría por a
pagado
un solo
si
lograra sugerir
me
una sola idea
lector.
¡Ojalá una verdadera juventud, animosa bre, rompiendo la
malla que nos ahoga y
la
y
li-
mono-
tonía uniforme en que estamos alineados, se vuel-
ENSAYOS va con amor a estudiar ta a todos,
y abriendo
el
el
219
pueblo que nos susten-
pecho y
los ojos a las
corrientes todas ultrapirenaicas y sin encerrarse
en capullos casticistas, jugo seco y muerto del
gusano histórico,
ni
en diferenciaciones naciona-
les excluyentes, avive con la
ducha reconfortante
de los jóvenes ideales cosmopolitas colectivo intracastizo que
redentor!
el
espíritu
duerme esperando un
índice
:
Págs.
Advertencia preliminar
En torno I.
II.
al casticismo (cinco ensayos)
La tradición eterna
15
La CASTA HISTÓRICA Castilla
55
in.
El
espíritu castellano
IV.
De
mística Y humanismo
V.
11
Sobre EL marasmo actual DE España
97 147
187
ESTE LIBRO SE
ACABÓ DE
IMPRIMIR
EN EL EST. TIPOGRÁFICO DE FORTANET
EN MADRID EL DÍA 25 DE MARZO DE 1916
'I
üniversity of Toronto LO !3
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