© Foro de Mujeres por la Vida. Zona Norte
[email protected] Tel: 2547 2869 / Celular: 3287 7729 San Pedro Sula, Cortés Primera edición: enero de 2011 Coordinación general: Foro de Mujeres por la Vida. Zona Norte (Misericordia Tejedoras de Sueños, Madres de PASO A PASO, EMIH, Hermanas de la Misericordia en Honduras, COMFEL, MOMUCLA, Red de Mujeres de Potrerillos, Red de Mujeres de El Progreso, AFERPEG, Asociadas de la Misericordia). Equipo de investigación: Equipo de Monitoreo Independiente de Honduras (EMIH) Resumen del informe final para esta publicación: Alejandro Fernández Fotografías: archivo del Foro de Mujeres por la Vida Edición, diseño e impresión: Editorial Guaymuras, Tegucigalpa Esta publicación es un esfuerzo del Foro de Mujeres por la Vida, en el marco de la Campaña Nacional contra los Femicidios. Contó con el auspicio de Oxfam Honduras. Su contenido puede utilizarse libremente, siempre que se cite la fuente.
Contenido Introducción....................................................................................................... 11 I. Origen de los conceptos, términos o categorías..................................... 13 II. Una mirada a la situación de las mujeres y las causas del feminicidio en Honduras................................................................................................. 15 1. Sobre la situación de las mujeres......................................................... 15 2. ¿Por qué están matando a las mujeres?............................................... 15 3. Después del 28 de junio de 2009............................................................ 17
III. Vidas arrebatadas........................................................................................ 18 1. Marta Isabel Moncada .......................................................................... 20 2. Wanda Peraza......................................................................................... 22 3. Tania Julissa Rosales.............................................................................. 23 4. Keila Sarahi Zelaya Torres..................................................................... 24 5. Marcia Rodríguez Portillo................................................................... 25 6. Ángela Amaya......................................................................................... 26 7. Cindy Yolibeth Campos Portillo............................................................ 27 8. Lourdes Carolina Espinal...................................................................... 28 9. Ismenia Julissa Agurcia Pan................................................................... 29 10. María Magdalena Reyes......................................................................... 29 11. Victoria García....................................................................................... 30 12. Orfilia Guevara...................................................................................... 31
IV. Mujeres desaparecidas............................................................................... 32 Norma Yolanda Hernández López............................................................... 32
Conclusiones ...................................................................................................... 35 Recomendaciones.............................................................................................. 36
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A Marta y a Wanda. A Ellas Esta publicación ha sido posible gracias al valioso aporte de los familiares de las víctimas, que destinaron su tiempo a la tarea dolorosa de hacer un recuento de las vidas que les fueron arrebatadas. Para todas estas personas, nuestro especial reconocimiento.
Introducción La lucha contra el femicidio/feminicidio1 en Honduras no es reciente. Se viene librando desde hace décadas, aun cuando no se le llamara de la misma manera. En la zona norte del país empezó a hablarse en estos términos a partir del asesinato de Marta Moncada, ocurrido el 6 de mayo de 2003. Algo que impactó en particular fue la manera en que el cuerpo sin vida de Marta fue castigado por su agresor, quien utilizó las formas más crueles y extremas de violencia que se puedan imaginar. En aquel entonces, las organizaciones de mujeres decidieron reunirse con el objeto de compartir sus sentimientos y preocupaciones sobre este y otros casos que estaban sucediendo. Fue un momento de reflexión, de búsqueda de respuestas, de construir hipótesis que explicaran por qué estaban tratando así a las mujeres. Se compartió con los familiares el dolor por las muertes, y se definieron las primeras acciones para expresar la indignación ante estos crímenes. Se decidió que se debía alzar la voz públicamente, y que las autoridades tenían que saber que las mujeres estaban exigiendo justicia. Entonces se presentó una petición a las autoridades del Ministerio Público, firmada por mujeres de distintas organizaciones del norte de Honduras, en el marco de un plantón realizado en el atrio de la catedral de San Pedro Sula. Esta fue la primera actividad pública del Foro de Mujeres por la Vida. Tres años después, en 2006, se llevó a cabo la primera campaña articulada por el Foro: Por los sueños truncados, por las sonrisas borradas, por la vida arrebatada. Esta Campaña supuso un reclamo político al Estado a fin de que asumiera su responsabilidad ante este flagelo. Desde entonces, el Foro considera como parte esencial de su razón de ser la reivindicación de las vidas truncadas de las mujeres: sus proyectos, sus sueños, sus responsabilidades y sus vínculos afectivos. La publicación que ahora presentamos se inscribe en esta línea. Surge como parte del esfuerzo realizado durante estos ocho años para recuperar la memoria de las víctimas. Por eso ponemos a disposición de la sociedad un documento breve y sencillo, pero con un contenido especialmente valioso: las semblanzas de doce mujeres asesinadas y una desaparecida, así como el impacto producido en las vidas de sus familiares. Esta forma parte de una investigación más extensa y profunda, elaborada con el afán de reflexionar sobre los distintos aspectos de esta problemática, y avanzar en las articulaciones que fortalezcan esta lucha. Como siempre ha enfatizado el Foro, ante una cultura de muerte que privilegia las estadísticas y la nota roja en los medios de comunicación, necesitamos devolver 1
Más adelante se presenta una explicación sobre el uso de ambos conceptos.
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a la vida a estas mujeres y, sobre todo, a sus familias. A las víctimas les arrebataron sus sueños, pero también a sus familiares: hijos que quedaron huérfanos, madres y padres que perdieron su mayor tesoro, comunidades enteras que aún las lloran. Rescatar sus historias es devolverles el sentido de sus vidas, de lo que ellas fueron. Como bien dice Carolina Sierra, del Foro de Mujeres por la Vida, “antes de ser estadísticas frías, fueron mujeres que estaban construyendo sueños y aportando a esta sociedad”.
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I Origen de los conceptos, términos o categorías La pertinencia del término, feminicidio o femicidio, para describir la violencia extrema contra las mujeres, aún está en discusión. Desde principios de los años 90, la académica Diana Rusell empezó a denominar como femicidios los asesinatos cometidos contra las mujeres por razones de género: Se incluyen dentro de esta categoría tanto los homicidios de mujeres cometidos por sus maridos o novios, como los cometidos por otros conocidos o extraños siempre que exista una motivación de género —o sexista— en su acción2.
Marcela Lagarde, en cambio, acuña el término feminicidio porque, en su criterio, dentro de esta categoría caben todas las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, entre estas el femicidio. El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados violentos contra la integralidad, la salud, las libertades y la vida de niñas y mujeres… Para que se dé el feminicidio concurren de manera criminal el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión parcial o total de autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes3.
Debemos reconocer que, desde 2003 a la fecha, hay un camino recorrido en la socialización de estos términos. El femicidio aparece como el concepto más identificado por la población, incluso el que más utilizan los medios de comunicación. El Foro de Mujeres por la Vida ha planteado su posición al respecto, aun cuando reconoce que el debate continúa y que no puede conformarse con la terminología que las autoridades o los medios de comunicación comienzan a aceptar.
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Toledo Vásquez, Patsilí, Tipificación del femicidio/feminicidio: Otra vía hacia el abandono de la neutralidad de género en el derecho penal frente a la violencia contra las mujeres, en br.vlex. com/vid/femicidio-feminicidio-iacute-neutralidad-219882033-Brasil. Lagarde, Marcela, “Antropología, Feminismo y política. Violencia feminicida y DDHH de las mujeres”, en Margaret Bullet y Carmen Díez Mintegui (coordinadoras), Retos teóricos y nuevas prácticas, en www.euskomedia.org/PDFAnlt/antropologia/11/14/14009027.pdf.
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Considero que el femicidio es igual a un homicidio de mujeres, una mujer que es asesinada por el hecho de ser mujer; indudablemente, también tiene que ver la cuestión de odio, de la misoginia imperante en la sociedad. Sin embargo, como Foro damos un paso más afirmando que es feminicidio esto que enfrentamos, entendiendo que este concepto es mucho más abarcador. El feminicidio incluye la responsabilidad del Estado, en una dimensión más amplia, de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y ciudadanas; pero de las mujeres en particular, que es lo que nosotras visibilizamos4.
El tiempo nos permitirá desarrollar más los conceptos y las prácticas. Mientras, haremos uso de ambos términos, respetando los criterios y argumentos de quienes vienen apostando a construir pensamiento y prácticas de vida, en franca oposición a la cultura de muerte que los sistemas políticos y económicos quieren imponernos.
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Carmen Manuela Del Cid, Misericordia Tejedoras de Sueño, Foro de Mujeres por la Vida. Zona Norte.
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II Una mirada a la situación de las mujeres y las causas del feminicidio en Honduras En este apartado recogemos algunas valoraciones sobre la situación que están viviendo las mujeres en Honduras, así como reflexiones sobre las causas que conducen al feminicidio, con el propósito de contextualizar las semblanzas que constituyen el contenido central de esta publicación. 1. Sobre la situación de las mujeres Sin el ánimo de parecer desesperanzadora, creo que las mujeres estamos enfrentado una situación crítica, porque Honduras entera enfrenta una realidad donde los derechos humanos están en proceso de precarización. En ese sentido, ya la historia dice cómo a las mujeres nos toca la peor parte (Carolina Sierra, Foro de Mujeres por la Vida). Me convenzo de que estamos viviendo la esclavitud más asolapada. Afecta más la vida de las mujeres y en todas las generaciones. Anteriormente habíamos hecho esfuerzos, pero miro que cada vez que la mujer va tomando mayor participación social, viene un gran problema como para querer atrasar el proceso (Sandra Hernández, hermana de la Misericordia). Se ha agravado la situación de las mujeres a nivel del marco jurídico. Hay retrocesos muy fuertes a partir del 28 de junio de 2009. El estado laico se ha perdido y se profundiza mucho más la intervención de los grupos religiosos en la cuestión estatal, lo cual no debería ser. Eso influye en precarización de los derechos de las mujeres (Yadira Minero, Centro de Derechos de Mujeres). Después del golpe de Estado hemos experimentado retrocesos en cuanto al respeto de nuestros derechos como humanas. La violencia contra nosotras aumentó, la vida de las mujeres se ha precarizado aún más (Carmen Manuela Del Cid, Tejedoras de Sueños).
2. ¿Por qué están matando a las mujeres? La problemática actual pasa por una serie de acontecimientos que se vinculan con violencia doméstica, pobreza, narcotráfico, crimen organizado, trata de blancas, 15
etc. Obviamente, todos estos hechos son parte de un sistema patriarcal que aún no se combate de manera decidida en los diferentes espacios de nuestro pueblo (Carolina Sierra, Foro de Mujeres por la Vida). La violencia es producto de una cultura patriarcal. Cualquier contradicción se resuelve con violencia; esa es la salida al conflicto: la violencia contra las personas que se oponen a la usurpación del poder, especialmente la del hombre, cuando una mujer no hace lo que se considera que tiene que hacer (Yadira Minero, Centro de Derechos de Mujeres). Las causas son las relaciones desiguales de poder. Los hombres se consideran dueños de nuestras vidas y los reportes señalan las razones fundamentales de los femicidios/feminicidios. El impacto social es muy desventajoso para nosotras, porque el imaginario social tiene la idea de que está bueno que las maten, ¿para que anda en eso? Así que descomponer esas ideas es bastante difícil, pero no imposible (Gladis Lanza, Comité de Mujeres Visitación Padilla). Nosotras vinculamos la violencia contra las mujeres con el colapso del Estado. Los femicidios son un crimen de Estado; los funcionarios del régimen son responsables; asesinan mujeres, y a ellos no les importa. El impacto de la represión y la violencia del Estado es muy diferente en el cuerpo de una mujer que en el cuerpo de los hombres. Lo vemos claramente en una situación de conflicto: ambos enfrentamos la represión, pero a los hombres no se les viola ni se les agrede sexualmente. Los cuerpos de las mujeres son considerados un botín de las fuerzas armadas5 (Gilda Rivera, Centro de Derechos de Mujeres). Las causas hay que buscarlas en una sociedad en crisis permanente. La violencia y el machismo se desbordaron porque todos los muros de contención han caído: la familia, las iglesias, las escuelas, las organizaciones gremiales y políticas, y la comunidad. Todo conspira contra las normas más elementales de convivencia y solidaridad (Isolda Arita, editora). Una de las cosas que puedo decir y sobre las que he reflexionado mucho es sobre el tráfico de mujeres. La muerte de mujeres es por dinero; no porque ellas lo tengan, sino porque otra gente está pagando. Y encuentra grupos que se dedican a “hacer los mandados”, cobrando por ello (Sandra Hernández, Hermanas de la Misericordia en Honduras).
5 En Vos El Soberano.com, 25 de noviembre de 2010.
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3. Después del 28 de junio de 2009 Después del golpe de Estado se han sucedido muertes de mujeres identificadas con la Resistencia. Las organizaciones de mujeres sostienen que son varias las asesinadas, desaparecidas, violadas y secuestradas, debido a motivaciones políticas. También han denunciado el hostigamiento de que han sido objeto muchas líderes y activistas de organizaciones que están apostando a un cambio en el país, a una refundación. Algunos de los casos que se pueden mencionar, a manera de ejemplo, son: Juana Suyapa Bustillo, presidenta del Sindicato de Trabajadores del Instituto Hondureño de Seguridad Social (SITRAIHSS); Teresa de Jesús Flores Elvir, dirigente de la Vía Campesina; Vanesa Zepeda Alonso, miembro del SITRAIHSS; Dara Gudiel, de 17 años, hija de un comunicador social opositor al golpe de Estado; Janeth Lourdes Marroquín, asesinada en Comayagua junto a su esposo, al parecer por apoyar a la Resistencia con medicamentos; Claudia Larissa Brizuela, hija de un reconocido dirigente de la Resistencia, Pedro Brizuela; y, Miriam Yaneth Romero Domínguez, una profesora de San Pedro Sula. La mayoría de estos asesinatos se perpetraron durante 2010.
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III Vidas arrebatadas Las semblanzas que se presentan a continuación fueron narradas por las personas que más han sufrido las consecuencias: los familiares de las víctimas, entre los cuales se encuentran las madres, los padres, los hermanos, las hermanas y las abuelas. Pero también comparten el dolor las ex parejas, las amistades, y las vecinas y vecinos. Las características varían de un caso a otro, pero todos guardan algo en común: el desprecio con el que sus cuerpos fueron agredidos, y el poco interés de las autoridades en hacer justicia. Sólo en dos de estos casos hubo una sentencia condenatoria para los asesinos. En otro, la denuncia tiene cuatro años de haber ingresado al Ministerio Público y, de acuerdo a la versión de los familiares, el caso está engavetado. En los demás, la Policía y la Fiscalía sólo intervinieron para hacer el levantamiento del cadáver, pese a que debieron investigar de oficio. La frustración ante estos hechos, junto con el temor a posibles represalias, ha llevado a algunos familiares a retirarse de las acciones encaminadas a obtener justicia; y otros, sencillamente, no saben qué hacer. La apatía o la falta de voluntad han sellado el triunfo provisional de la impunidad.
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En el siguiente cuadro se presenta una síntesis de los doce casos de mujeres asesinadas —dentro de los que figuran una niña y dos adolescentes— que incluimos en estas páginas. Nombre de la víctima
Edad
Lugar donde ocurrió el hecho
Arma utilizada
Fuente de la información
1. Marta Moncada
26
Un hotel de Tegucigalpa
Arma blanca, La hermana golpes y desmem- y monitoreo bramiento de prensa
2. Wanda Peraza
22
En su centro de trabajo, en San Pedro Sula
Golpes y arma blanca
3. Tania Julissa Rosales
12
Colonia López Arellano, San Pedro Sula
Arma blanca. Abusada sexualAbuela mente y mutilada.
4. Keila S. Zelaya
16
Colonia Pradera, Arma de fuego San Pedro Sula
Madre
5. Marcia Rodríguez
22
En la carretera de El Progreso a Tela
Arma de fuego
Padre
En la entrada de la aldea La Guacamaya, El Progreso
Arma de fuego
Madre
En su casa, Col. 15 de Septiembre, San Manuel, Cortés
Arma de fuego
Compañero de hogar
6. Ángela Amaya
7. Cindy Campos
8. Lourdes Carolina Espinal
23
25
El padre y monitoreo de prensa
Frente a su casa, en la colonia Arma de fuego 12 de Junio, El Progreso
Madre
9. Ismenia Argucia Pan
19
En los bordos del río Bermejo, San Pedro Sula
Arma de fuego
Padre, hermana y abuela
10. María Magdalena Reyes
29
En una calle de Puerto Cortés
Arma de fuego
Hermano
11. Victoria García
17
A la orilla de una quebrada, en La Lima
Arma blanca, golpes, violada y desmembrada
Abuela
12. Orfilia Guevara
25
Colonia López Arellano, San Pedro Sula
Arma blanca. Golpeada con palos y ahogada.
Vecina
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1. Marta Isabel Moncada
Una historia que marca el comienzo de la lucha Quién era Isa, como le decían cariñosamente en su casa, entró a trabajar en una maquila apenas terminó su educación primaria. Vivía con sus padres y seis hermanos en la ciudad de San Pedro Sula. Sus familiares recuerdan cómo le gustaba escuchar música y bailar. “Isabel tenía un bonito cuerpo”, afirma su hermana. “Era muy alegre, simpática y servicial. Si era posible, hasta se quedaba sin dinero por ayudar a los demás, así era de generosa”. Muy joven se enamoró y tuvo su primer hijo, el cual nació con una discapacidad y retos especiales. Al poco tiempo, Marta se separó de su primera pareja. Posteriormente, se casó con un hombre de origen estadounidense, bastante mayor que ella. Su hermana recuerda que “él preparó los papeles y se la llevó a vivir a EUA, donde se casaron y, al año de convivir, tuvieron un hijo”. Pero Marta Isabel Moncada no tuvo suerte en sus relaciones afectivas, pues sufrió violencia doméstica a manos de su primera pareja, quien la golpeaba y maltrataba, y mucho más de su segunda pareja, quien terminó con su vida. Los sueños y aspiraciones de Isa estaban centrados en ayudar a su familia; especialmente, soñaba con ver curado a su hijo mayor. Cómo sucedió Su hermana no olvida cómo empezaron a fraguarse los hechos que condujeron a la muerte de Isa: “Ellos vinieron de vacaciones y parece que tuvieron una pelea y este hombre, en un arranque de cólera, le rompió los documentos personales incluyendo el permiso para entrar a los Estados Unidos. Ella, muy enojada, le dijo que se iba a divorciar, y lo denunció ante la DGIC [Dirección General de Investigación Criminal] por violencia doméstica”. La lentitud de la DGIC para intervenir fue decisiva en el destino fatal de Marta. Ella denunció a su marido el 28 de abril, pero la DGIC tardó once días en remitir el expediente al Juzgado de Familia, lo que impidió que se aplicaran las medidas de protección que establece la ley en estos casos. En el informe que levantó la DGIC puede apreciarse que ya había claros indicios de violencia doméstica, pese a lo cual no se actuó con rapidez: Relata la denunciante [Marta Moncada] que estaban en el hotel Villa Nuria con su esposo e hijo, él salió a buscar el periódico, pero cuando regresó venía con dos policías para intimidarla, y le quiso quitar a su hijo, además le rompió su permiso 20
de estadía en el país y la tomó del cuello. Agregó que él se droga con marihuana y se pone violento y ella tiene mucho miedo. Ella tiene un hijo de cinco años el cual es discapacitado y él acostumbraba maltratarlo y en la escuela [en EUA] le han visto los hematomas, por lo que Andrew, su esposo, decidió venir a vivir a Honduras, pues dice que aquí él le paga a los policías para que no le hagan nada.
Después de la pelea, Isa se fue a vivir donde un primo, a quien le pidió posada mientras se separaba de su esposo. Sin embargo, éste la buscó en la casa del primo y la convenció de que regresara con él. Su familia recuerda que ella parecía presentir algo, ya que dejó dicho a su hermana adónde iba y con quién, por si algo le sucedía. Según las versiones de Medicina Forense, Marta murió asfixiada. El informe forense reportó que el asesino desmembró su cuerpo en seis partes, que luego lo metió en dos maletas y en una bolsa plástica, dejándolas tiradas en una colonia de Tegucigalpa. Sus restos fueron hallados el 6 de mayo de 2003. Marta Isabel tenía 26 años de edad. Sentimientos de los familiares Para los familiares no es fácil hablar sobre esto, pues significa revivir los hechos e imaginar el terror que padeció Isa. Ellos se enteraron por los medios de comunicación, y creyeron volverse locos de dolor. Ni siquiera pudieron velar el cuerpo, ya que habían pasado muchos días desde su muerte. Trajeron el ataúd sellado de Tegucigalpa, sólo para proceder a su entierro. Su hermana lo explica así: “A toda la familia nos afectó muchísimo... Mi mamá ya había perdido dos hijos, y con Isabel ya eran tres. Ella se puso muy mal y, aunque han pasado muchos años, aún no se recupera”. El padre falleció un mes después de la muerte de Isa. Le afectó tanto la pérdida de su hija, que comenzó a tomar licor hasta que murió. Una hermana de Isa estaba embarazada y perdió el bebé como consecuencia de la tristeza que se apoderó de toda la familia; poco tiempo después también perdió el trabajo. El otro hermano, estudiante, perdió el año escolar. Y otra hermana cuenta que a ella también le afectó mucho, “porque entré en una gran depresión y, además, la gente que nos conoce siempre estaba recordando y preguntando por lo sucedido”. Seguimiento policial-judicial Desde el principio se responsabilizó a su compañero de hogar, Andrew S. Gole, de 46 años de edad, quien fue visto con dos maletas cuando abandonaba el hotel Confort Guess, en la colonia Palmira de Tegucigalpa. Luego de dos audiencias, el Tribunal de Sentencia falló en forma unánime. Condenó al homicida a 38 años de cárcel, y decidió que sería expulsado del país tras cumplir la condena. La defensa anunció que apelaría la sentencia, alegando que Gole padecía de demencia. Los hijos de Marta quedaron, en un primer momento, bajo la custodia del Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia (IHNFA). Su primer hijo fue entregado 21
al padre. Pero al niño que procreó Marta con el homicida, el Juzgado de la Niñez le otorgó la custodia a la familia paterna, considerando que la abuela materna no tenía medios ni recursos para cuidar del menor. La sentencia fue dictada conforme “al interés superior del niño”. Organizaciones de mujeres reclamaron esta sentencia, pues, aun cuando se ajusta a ley, dista mucho de ser justa, ya que resulta paradójico que el niño esté en manos de los familiares del victimario y no de los familiares de la víctima. En el futuro —argumentaron—, el femicida podrá estar en contacto con la criatura, pese a la gravedad de sus actos. 2. Wanda Peraza
Una hija muy especial, apasionada por el baile Quién era Desde muy pequeña, Wanda se caracterizó por ser curiosa y juguetona. Su carácter “campechano” le permitió ganar muchas amigas a lo largo de su vida. Su pasión fue el baile, que practicó desde los cuatro años. Cuando la asesinaron tenía 22 años y cursaba el tercer año de la carrera de Relaciones Industriales y Comercio Exterior en la Universidad Tecnológica de Honduras, UTH. Su sueño era iniciar algún día su propia empresa. Cómo sucedió El 15 de marzo de 2006, Wanda Peraza almorzó con su familia, se despidió de los suyos y se encaminó al trabajo. Nunca regresó. Su caso fue conocido en los medios de comunicación como “el homicidio de Los Álamos”. Wanda fue asesinada a cuchilladas en una casa de la colonia Los Álamos, en San Pedro Sula, donde funcionaba la empresa Procesos Electrónicos, donde laboraba. La hipótesis que se planteó es que era al gerente de la empresa, y además novio de Wanda, Mario Daniel Gonzales, a quien buscaban los homicidas. Y, al estar ella en la oficina elaborando la planilla, también la asesinaron. Encontraron a la pareja degollada en el baño de uno de los dormitorios. El cuerpo de Gonzales estaba desnudo y sobre su pecho tenía una hoja de papel bond, con la siguiente leyenda: “Te advertimos que no jugaras con las mujeres de El Salvador”. Junto al cadáver de Gonzales, de 33 años, estaba el de Wanda, con la ropa puesta. Ambos presentaban golpes en la cabeza y heridas de arma blanca en el cuello y el rostro. Sentimientos de los familiares Wanda era muy unida a su padre, quien quedó devastado tras el asesinato de su hija: “Uno de los últimos recuerdos que tengo de ella, es verla llegar con un regalo para mí. Así era ella, una hija muy especial”. 22
Los familiares acompañan a menudo las actividades del Foro de Mujeres por la Vida, como marchas, plantones en el parque y ante los juzgados, programas de radio y TV, denuncias, conferencias de prensa, etc. Don José, el papá de Wanda, ha sido un compañero para cada una de las mujeres, y es quizás una de las personas que más ha inspirado las acciones del Foro, siempre animando a no claudicar. Él ha sembrado en los corazones de la población de la zona norte y del resto del país la necesidad de hacer algo desde cada espacio, por pequeño que parezca, para evitar que estos casos sigan en aumento. Seguimiento policial-judicial La familia de Wanda, en especial su padre, removió cielo y tierra para que se hiciera justicia, pero solo se encontró con la apatía e ineficiencia de las autoridades. Así lo explica don José: “Hemos apelado a todas las personas a quienes debíamos hacerlo dentro del sistema del Seguridad y el Ministerio Público. Ahora sólo nos queda llamar la atención del presidente de la República”. La familia también acudió al Comisionado Nacional de Derechos Humanos y al Comité para la Defensa de los DDHH en Honduras, CODEH. Don José Peraza asegura: Uno se siente impotente y no halla a quién recurrir porque no mira quién puede resolver el caso; la policía no está preparada para resolver los crímenes porque ha dejado aglomerar muchos casos; siempre inventa que tienen sospechosos, pero en realidad no manejan ni una pista. No se sabe si es incapacidad o desinterés.
Finalmente, la familia se cansó, desistió y el caso quedó engavetado. 3. Tania Julissa Rosales
Una niña trabajadora, estudiosa y cariñosa Quién era Tania nació en El Porvenir, Atlántida, el 11 de noviembre de 1994. Desde los siete años salía temprano de su casa a vender tortillas, y luego iba a la escuela donde destacaba como buena alumna. Su abuela la recuerda con estas palabras: Mi nieta era la mayor de cuatro hermanitos. Era muy cariñosa con toda la familia, en especial con sus hermanos. Le preocupaba que todos estuvieran bien. Siempre le decía a su mamá que quería estudiar para ayudar a la familia.
A sus doce años estaba lista para empezar los estudios secundarios, pero alguien se encargó de que la vida no le alcanzara. 23
Cómo sucedió El 31 de diciembre de 2006, Tania salió temprano a vender tortillas. Su idea era regresar pronto para ponerse el estreno que su mamá le había comprado. Por la tarde, su papá la encontró en la calle, vendiendo, y le pidió que regresara temprano a la casa. Esa fue la última vez que la vieron con vida. La mañana del 1 de enero por fin la encontraron, pero sin vida. Su cuerpecito mutilado presentaba evidencias de haber sido abusada sexualmente. Sobre este caso se dispone de muy pocos datos, ya que no se pudo actualizar con los familiares la entrevista realizada en 2006. Sin embargo, decidimos incluirlo porque la breve vida de Wanda, la niña sacrificada por la violencia feminicida, no puede quedar en el olvido. 4. Keila Sarahi Zelaya Torres
Una madre adolescente, cuya pasión era dibujar, pintar y hacer caricaturas Quién era Keila nació y murió en San Pedro Sula, cuando solo tenía 16 años y ya era madre de un niño. Años antes estuvo recluida en el INHFA, pues su mamá tenía grandes dificultades para cuidarla. Su pasión era dibujar, pintar y hacer caricaturas. Por ello procuraba no perderse un programa de televisión, Art Tatac, donde enseñan a desarrollar la creatividad. Pronto comenzó a trabajar vendiendo diversas mercancías. Keila soñaba con seguir estudiado, pero de momento no podía hacerlo porque la escuela nocturna estaba en una zona muy peligrosa, y su pequeño hijo la necesitaba todo el día. Poco antes de su asesinato había dejado la casa que compartía con su pareja y su hijo, y se fue a vivir con su mamá. Cómo sucedió El 7 de agosto de 2007, en el pasaje los Chucos de la colonia Pradera de San Pedro Sula, le infirieron a Keila tres disparos: dos por la espalda y uno en el rostro, con orificio de salida en el cerebro; además, le rompió la mandíbula. Su cuerpo sin vida quedó delante del portón de la casa donde estaba en ese momento con unos amigos. Su madre, que se había quedado cuidando al hijo de Keila, oyó los disparos desde su casa. Sentimientos de los familiares Con mucho dolor, la madre comparte sus sentimientos recordando las virtudes de su hija: Era muy especial, era bien alegre y servicial y muy dedicada a su hijo. A mis sobrinos, para el Día del Indio, les hacía trajes de manaca con conchas, maíz y frijoles; 24
era bien creativa. También le gustaba jugar basquetbol y pelota. Le gustaban las computadoras y el internet; a mí me abrió una cuenta correo y me enseñó a bajar mi correo.
Pero, sobre todas las cosas, la madre recuerda su gran corazón: “me escribió una carta para ayudarme a recuperarme de la muerte de mi hijo y siempre me animaba mucho”. Como no pudo dedicarle el tiempo necesario, hoy la madre siente culpa: “Ahora me arrepiento porque, cuando estaban pequeños mis hijos, yo salía mucho a vender para poderlos mantener. Creo que los descuidé mucho y quizás ellos me necesitaban más”. El hijo de Keila vive con su progenitor: “Ahora, al faltar ella, el niño se quedó a vivir con su padre. Yo lo visito, es bien bonito, se parece a ella. Tiene sus mismos ojitos y el pelito rizado; al verlo me acuerdo mucho de ella”, concluyó la madre con tristeza. Seguimiento policial-judicial La Policía encontró al supuesto asesino. Según las autoridades, había suficientes evidencias. La Fiscalía de la Niñez llamó a la madre de Keila para decirle que el hechor había declarado y que después le comunicarían su identidad. Sin embargo, el vocero de la Policía cambió la versión, dijo que no podían hacer nada, y terminó culpando a la víctima: “Ella no era buena ficha, es por eso que la mataron”. Así se lo dijeron a la madre. Ella ya no cree en la justicia. Siente desconfianza y prefiere pensar que actuará la justicia divina: “Cuando no hay dinero y se es pobre, nadie hace nada por nadie, se lo dejo todo a Dios”. Para aliviar su dolor, se ha acercado a la Iglesia en busca de ayuda espiritual. 5. Marcia Rodríguez Portillo
Una muchacha hermosa, a quien le gustaba la música y bailar Quién era Cuando Marcia era una niña, su mamá la entregó a otra familia. Con esta se crió, pero la pobreza de su familia adoptiva no le permitió realizar estudios: apenas cursó un año de corte y confección. Trabajaba como operaria en la maquila ZIP El Porvenir, y vivía en la colonia Berlín de El Progreso. No le gustaba ir a fiestas, pero en ocasiones bailaba en su casa. Al momento de ser asesinada tenía 22 años, era madre de un niño y estaba embarazada de un segundo. Cómo ocurrió Nunca se conocieron los detalles de su muerte. Solo se sabe que murió a causa de un disparo, y que encontraron su cuerpo el 30 de mayo de 2008, en la carretera que conduce de El Progreso a Tela, cerca del desvío de la Aldea 36, de Guaimas. La familia llegó a la morgue y allí identificó su cuerpo sin vida. 25
Sentimientos de los familiares “Era muy risueña, se reía a carcajadas”, cuentan los familiares. Según su padre, que la recuerda con nostalgia, “todo el mundo la admiraba; era una muchacha hermosa, a quien le gustaba la música y bailar”. Seguimiento policial-judicial No hay ninguna pista, porque no hubo testigos, y la familia no pudo hacer nada para que el caso avanzara. “Solo confío en Dios. Ni la fábrica nos dio su liquidación; dijeron que era un trámite largo y con abogado. Así lo dejamos también”, declaró su papá. 6. Ángela Amaya
Una mujer alegre, muy vital y solidaria Quién era Angelita, como cariñosamente la llamaban sus familiares y amistades, nació en Copán y vivía con su familia en la aldea La Guacamaya, El Progreso, desde hacía veinte años. Era soltera y al momento de su muerte tenía 33 años. Realizó estudios de computación y enfermería. Trabajó durante dos años en la maquila, como supervisora, pero tuvo que dejarlo por problemas de salud. Angelita destacaba por su carácter alegre. Era una mujer muy vital, con muchas aficiones: le gustaban las manualidades, la decoración, la costura y tomar fotografías. Pero, sobre todo, le gustaba colaborar con la comunidad, por lo que hacía trabajo voluntario para el patronato de su aldea. Integró diferentes comités, atendía a los enfermos y siempre buscaba la forma de colaborar. Participaba activamente en la iglesia, como catequista y consejera de jóvenes. Cómo sucedió El 19 de noviembre de 2008, a las 6:10 de la tarde, Angelita se bajó de un bus en compañía de una hermana y una amiga. Las tres venían de una tienda familiar que administraban conjuntamente. Ya estaba oscuro, y un hombre en bicicleta se les acercó. Pensaron que quería asaltarlas, ya que el hombre las detuvo con el arma en la mano. Angelita, con el deseo de proteger a sus acompañantes, dijo: “Señor, ¿qué es lo que quiere? ¡No nos haga daño!”. Una motocicleta alumbró en ese momento; se supone que el hombre se sintió identificado, lo cual lo puso nervioso, por lo que disparó sobre Angelita, dándose a la fuga enseguida.
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Sentimientos de los familiares La vida de la familia ha cambiado radicalmente. Sus hermanas temen salir solas y la mamá, quizás la más afectada, se siente muy triste y no se puede explicar lo sucedido: “Ella no ofendía a nadie; mi hija era pobre pero daba todo lo que tenía en su corazón, todo su amor, todo su esfuerzo, no sabemos por qué pasó eso”. Ella no guarda rencor, pero quisiera entender qué sucedió: “A ese hombre yo ya lo perdoné, porque si uno no perdona el Señor no lo perdona. Pero le pido a Dios encontrarlo y preguntarle ¿por qué?”. Seguimiento policíal-judicial La policía no quiso colaborar para esclarecer el crimen, argumentando que no hubo testigos: “Lo podemos capturar, pero si ustedes no presentan testigos, lo tenemos que soltar, y puede ser contraproducente para ustedes”, advirtieron las autoridades a los familiares de Angelita. 7. Cindy Yolibeth Campos Portillo
Luchaba para darle a su hija la oportunidad de estudiar que ella nunca tuvo Quién era Cindy nació en San Lorenzo, Valle, y se crió con su madre y cinco hermanos. Se fue a vivir a San Manuel, Cortés, para trabajar en una maquila. Al momento de su muerte tenía 23 años y una hija de 8 años, que hoy vive con su padre, en Choluteca. Pensando en el futuro de su niña, Cindy emigró al norte del país, pues deseaba que su hija tuviera la oportunidad de estudiar que ella nunca tuvo. A Cindy la recuerdan sus vecinas como una joven humilde, tranquila y sobre todo muy luchadora. Aunque no por ello era aburrida; por el contrario, era muy alegre y, cuando podía, le gustaba bailar en las fiestas. Cómo ocurrió A las siete de la mañana del 10 de octubre de 2010, Cindy se encontraba lavando en la pila de su casa, ubicada en la colonia 15 de Septiembre, de San Manuel. Un cipote se bajó de una bicicleta y, sin mediar palabra, la mató de un disparo. Su pequeña hija fue testigo del crimen. Seguimiento policial-judicial Tras el suceso, la policía realizó investigaciones preliminares, pero no hizo más y el caso se estancó. El ex compañero de hogar de Cindy manifestó que no se sabe nada sobre la acción de la justicia, a pesar de que los vecinos sostienen que quien la mató es un muchacho conocido e identificado plenamente como el hechor del crimen. 27
8. Lourdes Carolina Espinal
La muchacha de la sonrisa linda, que ayudaba a su familia Quién era La llamaban Carito y era originaria de Locomapa, Yoro. Estudió hasta sexto grado y, cuando tenía 14 años, se fue a EUA. Allá estudió belleza, para superarse. Empezó a trabajar y, con lo que ganaba, ayudaba a su familia. Como consiguió legalizar su estadía, iba y venía de Honduras a EUA. Aunque tenía su pareja, no tuvo hijos. Cuando le arrebataron la vida, tenía 25 años. Cómo sucedió Carito murió frente a su casa, situada en la colonia 12 de Junio de El Progreso. Su madre, testigo del crimen, relata así los hechos de aquella fatídica mañana: El 16 de marzo de 2010, como a las 9:40 de la mañana, ella y yo íbamos saliendo para ir al centro... Pero, antes de irnos, ella me dijo que iba a comprar una tarjeta de celular. Entonces mandamos a la niña más pequeña a comprarla, y nos quedamos afuera, en el portón, esperando que la niña regresara. En eso estábamos cuando llegó un hombre que le gritó: ¡Carolina!, y le disparó. Ella cayó al suelo instantáneamente, sin vida... el hombre todavía caminó un poquito, se regresó, y le hizo otros dos disparos.
En suma, el hechor le infirió tres balazos: uno al lado del corazón, otro en la cabeza y el otro en el estómago. La acongojada madre recuerda que el hombre no le dijo nada, “ni me volteó a ver siquiera, solo a ella se dirigió, aunque yo estaba a la par de ella”. La señora no conocía al hombre que asesinó a su hija, nunca lo había visto y “hasta la fecha no he vuelto a ver otra cara parecida”. Sin embargo, no puede olvidar que era un hombre de unos 25 años, delgado, que disparó con frialdad: “se miraba tranquilo, nunca se vio nervioso; la mató y caminó como si no hubiera hecho nada”. Sentimientos de los familiares La madre recuerda con inmensa añoranza a su hija arrebatada: “Era muy cariñosa. Tenía una sonrisa muy linda, dulce, tierna. Cuando se reía me hacía un ojito, levantaba una ceja, y siempre me decía: madre, la quiero mucho, no lo olvide”. Seguimiento policial-judicial La madre no sabe a quién acudir. Se siente impotente y lamenta que las autoridades no hayan intervenido en nada. Nadie le ayuda: “Así se quedan impunes las muertes, pero tal vez yo no voy a saber el día que Dios haga su justicia”. 28
9. Ismenia Julissa Agurcia Pan
Soñaba con aprender cocina internacional y ser estilista Quién era Ismenia, de 19 años, era madre soltera y vivía, junto a una hermana y su abuela, en los bajos del bordo del río Bermejo, en San Pedro Sula. Su mamá murió muy joven. Ismenia sólo pudo estudiar hasta segundo grado. Antes de tener su hijo trabajó en una maquila. En el momento de su muerte vendía productos por catálogo para ganarse la vida. La recuerdan como una muchacha muy bonita, siempre pendiente de las necesidades de la casa. Aficionada a la música y al baile, soñaba con aprender algún día cocina internacional y ser estilista. Cómo sucedió Ismenia murió el 15 de septiembre de 2010, en los bordos del río Bermejo. Andaba paseando con una amiga cuando, desde un carro que las seguía, le dispararon en la cabeza. Sentimientos de familiares Su abuela, con más de 70 años, vive agobiada por la tristeza y la pobreza: “Me hace mucha falta, y me da pesar su niñito. Yo hago lo que puedo dentro de la pobreza en que vivo, lo llevo a la escuela y lo voy a traer, pero pienso que yo ya estoy vieja. No sé que va ser de él cuando falte yo también”. Además, lamenta lo peligroso que se ha vuelto el barrio: “No me gusta vivir aquí, hay mucha delincuencia y tráfico de droga, no es un buen ambiente para nadie”. Y el padre de Ismenia no sale de su asombro: “Siempre miré en los medios cómo muchas mujeres eran asesinadas, pero nunca pensé que algo así pudiera pasarle a mi familia”. Seguimiento policial-judicial La policía hizo algunas preguntas, pero no investigó más. Ante las demandas del padre, la policía dijo que era la familia quien debía averiguar y buscar testigos. 10. María Magdalena Reyes
Una mujer alegre, trabajadora y de buen corazón Quién era María Magdalena era una mujer alegre y de buen corazón, a quien le gustaba divertirse sanamente. Tenía seis hermanos y era madre de cuatro hijos, pero no tenía pareja. Tras terminar el sexto grado se dedicó a trabajar como empleada doméstica. También trabajó como operaria en una maquila. En una época asistía a la iglesia, y participaba en los grupos del Movimiento de Mujeres de la Colonia López Arellano, MOMUCLA. 29
Cómo sucedió Murió a los 29 años en una calle de Puerto Cortés, durante la noche del 4 de octubre de 2010, a consecuencia de dos disparos que le hicieron en la cabeza y otro en el brazo izquierdo. Sentimientos de los familiares La partida repentina de Magdalena dejó un gran vacío en su familia: “Nosotros sentimos aquella cosa al no tenerla a ella, al perderla y a veces quisiéramos venganza; pero realmente estamos yendo a la iglesia, estamos sirviéndole al Señor y él es quien va a poner la justicia”. Seguimiento policial-judicial La familia prefirió no buscar justicia, por temor: “Aunque uno sepa, no puede hacer nada, por temor a que le hagan lo mismo. Las autoridades nunca están cuando pasan estas cosas”. 11. Victoria García
Soñaba con ser bailarina y era muy hogareña y estudiosa Quién era Victoria nació en La Lima, Cortés, donde se crió con su abuela, tras la prematura muerte de su madre. Tenía 17 años, cursaba el último año de secretariado bilingüe y era muy hogareña. Soñaba con ser bailarina y con comprarle una casa “a mi viejita cabeza de algodón”, es decir a su abuela, a quien llamaba así cariñosamente, por sus canas. Cómo ocurrió Victoria fue raptada en noviembre de 2001 por unos supuestos mareros. La violaron y asesinaron con 37 puñaladas que le propinaron en la espalda. Le sacaron un hueso de la pelvis y le cortaron las piernas, las enterraron, y solo dejaron el tronco de su cuerpo, el que encontraron a la orilla de una quebrada, en La Lima, en febrero de 2002. Sentimientos de los familiares La muerte de Vicky, como la llamaban, dejó graves secuelas en la salud de su abuela: “Identificamos su cuerpo por un tatuaje que se había hecho con mis iniciales. Estaba cortada en varias partes… es lo más horroroso que he visto”. Seguimiento policial-judicial El caso se investigó, y los hechores fueron capturados y condenados a quince años de prisión, de los que ya han cumplido ocho. Los homicidas confesaron ser de la Mara Salvatrucha, MS, y dijeron que lo hicieron por venganza, ya que el jefe de la banda estaba enamorado de Vicky, y ella no le correspondía. 30
12. Orfilia Guevara
Una mujer luchadora y muy querida en el barrio Quién era Orfilia, con sus 25 años, era una mujer alegre y trabajadora. Cuando le arrebataron la vida, su única hija tenía apenas dos años. Trabajaba vendiendo artículos a plazos para una agencia de San Pedro Sula, por lo que era muy conocida en el sector de la López Arellano, donde la recuerdan por su espíritu luchador. Poco a poco y con grandes esfuerzos, adquirió una casita por poco dinero, donde se trasladó con su niña y su pareja. Su compañero de hogar tomaba mucho alcohol y, de acuerdo al testimonio de los vecinos, “no le daba buena vida”. Cómo sucedió Al amanecer del Domingo de Ramos, antes de la Semana Santa de 1979, el compañero de hogar la mató con un machete. Se supone que Orfilia se opuso a que aquél le robara el dinero de las ventas. Los vecinos escucharon gritar a la pequeña niña y, cuando llegaron a la casita, encontraron el cuerpo de Orfilia ensangrentado, embrocado sobre el barril de agua. El agresor le introdujo un palo en la vagina. Sentimientos de los vecinos A Orfilia no se le conocían familiares, pues simplemente llegó a la López Arellano. Sus vecinas y vecinos aún la recuerdan con mucho pesar, porque era una mujer luchadora y querida en el barrio. Lamentan que no se hiciera justicia: “Fue como matar a un animalito”. Seguimiento policial-judicial Las autoridades no intervinieron. No se sabe qué pasó con la niña ni con la casa. A los pocos días, su presunto agresor también murió asesinado.
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IV Mujeres desaparecidas En los últimos tiempos, al incremento de los femicidios se suma el fenómeno de la desaparición de mujeres mediante secuestros realizados, casi siempre, por personas que aparecen fuertemente armadas, como miembros de la autoridad. La coordinadora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH, Reina Rivera, manifiesta su preocupación ante la falta de atención que recibe un delito que va en aumento: Lamentablemente, el Observatorio de la Violencia está muy concentrado en muertes de causa externa, homicidios, suicidios, eventos de tránsito y lesiones. No hemos avanzado hacia otros delitos, pero, de acuerdo a las estadísticas de la DGIC, la cantidad de personas desaparecidas en Honduras es enorme. Pienso que la mayoría de las personas desaparecidas podrían ser objeto de trata, de tráfico, de ser extrañadas del país para ser esclavas del crimen organizado, y esto es realmente preocupante.
Recogemos en estas páginas lo que sucedió a Norma, una mujer que hasta hoy continúa desaparecida, y cuyo desolador caso representa el de muchas otras mujeres hondureñas que, en la actualidad, atraviesan por una situación similar. Norma Yolanda Hernández López
Una mujer sencilla, callada, cariñosa, servicial y solidaria Quién es Norma Yolanda nació en San Pedro Sula el 7 de agosto de 1966. Procreó tres niñas. La menor apenas tenía dos meses de nacida cuando su mamá, de 43 años, fue sacada de forma violenta de su casa. Norma es una mujer muy trabajadora. Estudió belleza y, con el tiempo, decidió continuar sus estudios hasta graduarse de secretaria. Desde muy joven se ganó la vida trabajando en una sala de belleza, y los fines de semana vendía artesanías. Su compañero de hogar no apoyaba todos estos esfuerzos y, celándola, le pedía que renunciara al trabajo. Pero ella, siempre buscando hacer cosas nuevas, 32
se introdujo en un nuevo oficio: el arte de la joyería fina de oro y plata. En esto trabajaba con su compañero de hogar, antes de separarse. Sus familiares la evocan como una mujer sencilla, humilde, callada, cariñosa, servicial, cooperadora y solidaria. En medio de tantas cosas que hacía, siempre sacaba tiempo para dar catequesis en una iglesia mormona. En 2010, Norma quedó sola, embarazada y sin el apoyo de su compañero. Asumió su rol de madre soltera y, con la idea de sostener su hogar durante los últimos meses de embarazo, se dedicó a buscar otro tipo de trabajo y una casa cuyo alquiler pudiera pagar. Mientras, se trasladó a casa de sus padres. Después de los cuarenta días del parto, comenzó a trabajar en un programa de apoyo a niños y niñas, en la Casa Corazón de la Misericordia, acompañando y brindando formación a las adolescentes. Cómo sucedió El 1 de junio de 2010, a las 5 de la tarde, Norma regresó del trabajo a su casa para estar con sus hijas y sus padres. Ese día, a las 8.30 de la noche, llegaron varios hombres fuertemente armados; uno de ellos mencionó el nombre completo de Norma, aduciendo que tenía una orden de captura interpuesta por su esposo. Acto seguido se la llevaron. Desde entonces, nada se sabe de su paradero. Sentimientos de los familiares La ausencia de Norma ha marcado profundamente la vida de todos sus familiares. La misma noche del secuestro tuvieron que salir de la casa por miedo a que llegaran a matar al resto de la familia. Al impacto psicológico se suma la carga económica que supone, para una familia de escasos recursos, abandonar su hogar y permanecer escondida durante meses. Uno de los hermanos de Norma tuvo que pedir permisos en su trabajo para visitar los juzgados, y terminó por perder el empleo. Además, le tocó asumir la manutención de las tres niñas. Otro hermano que trabajaba en jornada nocturna tuvo que buscar un trabajo diurno, ya que donde se habían refugiado era demasiado peligroso por las noches. La mamá de Norma es una señora de 70 años, enferma de diabetes, osteoporosis y tiroides. Su estado de salud ha empeorado desde que se llevaron a su hija, y permanentemente se lamenta: “No tenemos a nadie quien nos defienda, no tenemos autoridad. El dolor está tierno cada día y es invisibilizado, el dolor se acrecienta porque no se reconoce”. El padre, de 72 años, aunque tiene problemas de audición, “sabe escuchar a su corazón y sus sentimientos” —como afirma otra de sus hijas— y con mucha libertad, ha llorado abiertamente la ausencia de Norma. La niña recién nacida, que aún era amamantada por la madre, la misma noche del secuestro hubo que alimentarla con leche en polvo. Las dos hijas mayores están devastadas. Cargan con una gran tristeza, pues no saben por qué las separaron de su madre. Una de ellas manifestó: 33
Yo soy adolescente, y el papel y presencia de mi mamá es importante para mi vida. Con esta experiencia sentí que mi barco se hundió. Jamás me hubiera imaginado que algo así nos podría pasar.
Una hermana de Norma —religiosa en la congregación de las Hermanas de la Misericordia— considera que su fe ha sido clave para resistir y a asumir mayor responsabilidad emocional y económica dentro de su familia. No obstante, también ha tenido buscar ayuda para verbalizar sus sentimientos, sus miedos, frustraciones y esperanzas. Seguimiento policial-judicial Inmediatamente se interpuso una denuncia en la Primera Estación de Policía y en la Fiscalía de turno, pero los familiares no recibieron mayores explicaciones. Se les dijo que esperaran noticias y se les preguntó “en qué pasos andaba ella”. Los familiares se han presentado en múltiples ocasiones ante la DGIC y ante los fiscales asignados, pero los invade la impotencia porque la denuncia no prospera. Además, han cambiado de investigadores en varias ocasiones, al igual que de fiscales. Por tanto, siempre parece que hay que comenzar de nuevo.
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Conclusiones 1. La impunidad es un factor determinante para que el feminicidio/femicidio avance de manera alarmante. Esta se vincula estrechamente con la corrupción y el sistema de justicia colapsado, que a la vez es resultado del colapso económico, social y cultural. Esto contribuye a que el derecho a la justicia sea violentado constantemente, sobre todo a la población más empobrecida. 2. Los familiares de las víctimas, ante las dificultades que enfrentan desde el momento en que interponen una denuncia, optan por abandonar los casos y asumir que habrá una justicia divina para los culpables. Aún no tienen clara la responsabilidad del Estado en este tipo de crímenes. 3. El dolor, el miedo y la frustración se asienta en las personas, en los hogares y en las comunidades. Pero, lo más grave, es que paulatinamente se asienta en la sociedad la desesperanza, la impotencia y la convicción de que la justicia es inalcanzable. 4. La violencia de género, en su manifestación extrema, ha tomado carta de ciudadanía en una sociedad agobiada por la crisis económica, política y de valores. El golpe de Estado vino a destruir la poca institucionalidad lograda, colocando a la población en total indefensión. El debate debe plantear cómo recuperar la institucionalidad para que funcione la poca que hay. 5. La desaparición de mujeres es un fenómeno en aumento. Muchas de las desaparecidas, posteriormente, aparecieron asesinadas y de otras se sabe que han sido objeto de trata. 6. La sociedad ha avanzado al reconocer el fenómeno. No obstante, hace falta debate y políticas públicas para avanzar hacia una cultura de la no violencia, que apueste por la vida. Para ello es importante la articulación nacional y con los demás países que enfrentan esta problemática. 7. El feminicidio es una problemática multicausal en la que se entrecruzan fenómenos como el crimen organizado, la trata de mujeres, la persecución política, crímenes de odio contra las personas LGTB y los conflictos económicos, entre otros.
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Recomendaciones 1. Es importante no quitar el dedo del reglón: presionar, denunciar, evidenciar y obligar, con todos los mecanismos conocidos y, si es posible, crear nuevos. El Estado debe cumplir sus obligaciones, debe rendir cuentas. La justicia es la meta y, aunque esta pasa por la legalidad, la tarea es reducir la brecha entre una y otra, a fin de que prevalezca la primera. 2. Trabajar para eliminar los estereotipos y prejuicios que prevalecen entre los que investigan y juzgan. Los medios de comunicación deben respetar el dolor de los familiares en la información que aportan. En otras palabras, no se puede matar dos veces a la misma persona. 3. No se puede avanzar sin los familiares quienes, además de las secuelas del dolor, enfrentan riesgos en la búsqueda de justicia. Estas personas requieren de apoyo para la sanación, así como de asesoría y acompañamiento legal para mover los casos. Es necesario impulsar y acompañar procesos para una justicia restaurativa, centrados en las familias de las víctimas. 4. Es preciso abordar la problemática desde una dimensión humana, visibilizando las vidas de las mujeres, su legado y el dolor de sus seres queridos. Y, de esta manera, influir en los medios de comunicación para que las noticias asuman un enfoque cuestionador, de urgencia, con respeto a la dignidad de las víctimas y sus familiares. 5. Tanto los organismos de sociedad civil como las autoridades correspondientes, deben prestar especial atención a la investigación de la problemática de desaparición de mujeres. 6. Es necesario documentar científicamente los casos, tanto de femicidios como de desapariciones de mujeres, a partir de análisis multidisciplinarios y desde las dimensiones cuantitativa y cualitativa.
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