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Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: [email protected] www.vi

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Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a:

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“Mata que mata” Fabio Monroy Abogado – Periodista “No cultives la mata que mata”… Dice la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) de Colombia en mensaje institucional intentando “combatir” el negocio ilícito del narcotráfico. Según la DNE la erradicación de las matas de coca, marihuana y amapola procura “acabar con los ríos de sangre” y que los “desplazados vuelvan al campo”. Como si las armas de corto y largo alcance, motosierras y demás elementos utilizados para atentar contra los seres humanos fueran manipulados por las inocentes matas mencionadas. La intención puede ser muy buena, más el mecanismo empleado es contraproducente. En primer lugar utilizan a un menor de edad para leer el mensaje lo que nos parece un desatino puesto que debemos contar con niñas y niños para otras actividades menos inquietantes, y en sí, nos parece que el contenido de dicho texto se aleja por completo de la realidad. “La calentura no está en la sábana”, sentencia muy sabia machacada por nuestros mayores. Nuestra madre naturaleza –Pacha Mama, como nos la han dado a conocer nuestros ancestros- nos concede miles de privilegios gratuitos, nada más observar los hermosos paisajes del Caribe colombiano, que los tenemos a la mano; además, con muchas “matas” que son utilizadas en nuestra alimentación diaria, y otras más que hasta se utilizan como medicamentos. Así que, antes de pensar en destruir el ecosistema, miremos otras soluciones en las que tengamos muy en cuenta el aspecto ecológico, ambiental, social, cultural, alimenticio y saludable. Las matas de coca, marihuana y amapola por sí solas no matan a nadie El único problema que surge al respecto es el ocasionado con el procesamiento que efectúan grupos de personas de estas y otras matas, del que surge el producto final que sí es altamente letal (la tan expandida y mortal cocaína, entre otros). De las tales matas se extraen sustancias que son combinadas con precursores químicos, cual es el caso de la cocaína, que siendo un alcaloide se encuentra en total pureza en la hoja de coca, en proporción aproximada del 0,5 al 1,5%, de allí se extrae involucrando productos químicos como el ácido sulfúrico, la acetona, permanganato de potasio, y otros, con los que se obtiene la cocaína en polvo (clorhidrato de cocaína).

Con tal de acabar con tantos males ligados directamente con el consumo y el tráfico de estupefacientes (asesinatos en gran escala, corrupción, sobornos, secuestros, y demás actos delictivos aparejados, al igual que con las muertes de quienes los consumen) se deben eliminar tanto el consumo como el comercio de los precursores químicos. Mientras existan quienes consuman los estupefacientes siempre habrá quien se encargue de suministrarlos. Nuestros abuelos utilizaban, aún en muchos lugares lo siguen haciendo, ungüentos de marihuana y alcohol para las dolencias (dolores musculares, entre otros), han sido muy famosos los “emplastos de tabaco” para múltiples curaciones, y ni hablar de las bebidas aromáticas hechas con tantas hojas de muchas matas como las mencionadas que resultan siendo altamente medicinales. Conclusión: La “mata” no es la que mata. Más bien, nos damos cuenta que el problema radica en quienes se enriquecen con el lucrativo negocio del tráfico de estupefacientes y precursores químicos con los que se elabora el producto final que es el que realmente mata. Sobre estos precursores escribiremos en próxima oportunidad. Nuestros antepasados sabían del uso medicinal de dichas “matas”. ¿Cómo vamos a estigmatizarlas de manera ligera e irresponsable? Son miles de dólares los que pagan los consumidores por gramos de la sustancia resultante de las combinaciones efectuadas en los tan combatidos “laboratorios” ubicados en medio de la selva, en su gran mayoría de procesamiento de la hoja de coca. Por lo tanto, lo que mata es el “polvillo” que en incontables cantidades consumen gringos y europeos en altos porcentajes, sin descontar a algunos latinoamericanos y habitantes del resto del mundo. En zonas andinas de Suramérica mastican la hoja de coca para mayor rendimiento en sus faenas diarias, al trabajar la agricultura, minería, ganadería y demás tareas en armonía con el ambiente tanto externo como interno. Consultado el ambientalista Sergio Singerman, argentino con ascendencia alemana y radicado en Colombia hace más de ocho años, nos manifestó al respecto de las matas que nos ocupan: “Son de mucha importancia en la cultura ancestral de Suramérica, tanto la coca, como la marihuana y la amapola y han gozado de sitiales de honor en el aspecto religioso, alimenticio y medicinal en las poblaciones andinas”. Por otro lado, en coordinación con el especialista indicado, nos dimos a la tarea de conseguir los datos más relevantes de estas plantas, los que destacamos a continuación: La coca (Tomado de cocaindígena.org)

“(Erythroxylum coca) es un arbusto originario de los Andes que crece hasta 2,5 metros de altura, de tallos leñosos y hojas elipsoidales, pequeñas y de color verde intenso. Sus flores son minúsculas y de color banco. Sus frutos, de color rojo, tienen forma ovoide y miden alrededor de un centímetro. Es que la coca es única en el herbario andino”. (Subrayado y negrilla nuestro). El herbario andino, como colección de plantas de esta privilegiada región geográfica, por las propiedades medicinales, alimenticias, calmantes e inclusive al ser utilizada en rituales religiosos toma muy en cuenta a la coca como planta especial de digno trato. Precisa, por otro lado, el portal consultado: “Planta nutritiva y medicinal a la vez, la coca además de estimular la sangre y la buena digestión incita también la agilidad mental. En la cordillera, donde la vida sigue su rumbo tradicional, siempre se encuentra un altar donde ofrecer unas hojas a la “Pachamama, la sagrada tierra” (negrillas nuestras). Al darse cuenta de la religiosidad del uso, los padres católicos, con la excusa de la extirpación de idolatrías, hicieron decretar el fin de la era de la coca”. Nos percatamos que, la coca es de mucha trascendencia en las culturas ancestrales andinas, ya lo habíamos mencionado que su uso era extendido tanto en la alimentación de estas poblaciones, como en la medicina y algo mucho más valioso el del uso en sus rituales religiosos; por ello, los representantes de la religión católica, entre otros los Frailes, se comprometieron en una batalla en contra del uso extendido de la coca en la época de la conquista y la colonia. Luego se ubica la política de erradicación de la planta de coca en el ámbito militar, acorde lo manifiesta el documento estudiado:“En el siglo XX, los Estados Unidos, esta vez bajo la cobertura de las Naciones Unidas hicieron firmar a todos los estados del mundo la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, criminalizando la hoja de la coca, y exigía que los pueblos andinos abandonaran su uso dentro de 25 años a partir de la entrada en vigor de la convención…mandaron fuerzas policiales y militares para acabar con el cultivo de la planta, las mismas que aterrorizan hasta hoy en día los pueblos andinos”. Como vemos, la aniquilación de las matas mencionadas se inicia con los ataques religiosos del catolicismo desde los comienzos del siglo XVI, para ratificarse por medios diplomáticos y más coercitivos, llegando incluso al intervencionismo militar. “Ahora que Mama Coca ha llevado su gente al poder soberano, devolviendo el bastón a sus manos, ha llegado el momento para que los europeos y su prole americana saquen la hoja de su lista sacrílega y respeten su palabra en la Carta Magna de los DD.HH., respeten la hoja sagrada y respeten los pueblos andinos, su culto y su religión”. “¡Causachun coca!” “¡Viva la coca!”. La amapola (Tomado de geocities.com)

“(Papaver somniferum). Nativa de Europa, Asia y Norte de África. De ciclo biológico anual; mide de 0.5 a1.50 metros de altura. Posee semillas pequeñas de un milímetro de diámetro alojadas en un fruto seco de forma capsular dotada en su parte superior de una corona ondulante. De las cápsulas en su estado semimaduro, se extrae el opio en estado crudo: Savia desecada o látex de color blanco y pegajoso, mezcla compleja de alcaloides, resinas, azúcares, carbohidratos, grasas y muchas otras sustancias. De ella era extraído el opio en Egipto, Asia Menor, Chipre y Grecia para fines medicinales (analgésico, afrodisíaco), religiosos, y estimulantes. Utilizada como planta ornamental en diferentes países de distintas latitudes en jardinería y en la mesa”. De la misma forma como se ha utilizado ancestralmente la coca acontece con la amapola, es decir, tanto en los usos medicinales como religiosos, y de manera especial en la jardinería y en la alimentación. Introducido en el continente Americano a mediados del siglo XVIII por los trabajadores chinos dedicados al tendido de líneas de ferrocarril (en San Francisco, E.U., en 1851) y convertido durante este mismo siglo en importante mercancía para Portugal, Holanda, India, Gran Bretaña y China toda vez que era frecuentemente utilizada como narcótico en las guerras: Americanas, de Crimea y Franco-Prusiana. Como bien lo hemos observado, la amapola proviene de épocas remotas, desde el auge de la civilización egipcia, antes del inicio de la era cristiana. Con posterioridad, se extendió por el planeta, partiendo de China y así hasta llegar a los Estados Unidos, pasando por Europa. La marihuana (De “Las drogas tal cual”, investigación de Karina Malpica) “En un escrito de la corte del emperador Shen Nung que data del 2737 a. C. se encuentra la primera descripción completa de la planta conocida como cáñamo. Se recomienda contra la malaria, los dolores reumáticos y los desórdenes femeninos. La Cannabis es una planta originaria de las planicies de Asia central, difundida a todo el globo terráqueo gracias a la intervención humana. A causa de su rápida propagación y adaptabilidad ambiental, la Cannabis tuvo un gran impacto en las expresiones de diversas culturas. Los asirios, por ejemplo, conocían la hierba y se sabe que la usaban al menos desde el siglo IX a. c. como anestésico y para enfrentar el viaje a la muerte. En los escritos sánscritos se habla de las "píldoras de la alegría" compuestas con goma de cáñamo y azúcar. (29) Se cultivó extensamente en la India y formó parte de la religión hindú. Se menciona en los escritos de Sustra, el tratado más antiguo de medicina hindú, y en los libros de los vedas se le atribuye orígenes divinos denominándosele Vilahia, que significa Productora de la vida. (38)”

Destacamos que, desde tiempos inmemoriales tiene sus usos culturalmente aceptados la marihuana en toda Asia, tanto en rituales religiosos como en las aplicaciones medicinales. Queda ratificado el uso medicinal y religioso que nuestros antepasados hacían de estas plantas, tan combatidas en la actualidad y tratadas como “mortales”. Definitivamente la “mata” no mata, los que lo hacen están por otro lado.

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