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PANEGÍRICO DE MARÍA SANTÍSIMA EN EL MISTERIO DE SU ASUNCIÓN, PREDICADO EN LA COLEGIATA DE SAN ISIDRO EL REAIf DE MADRID AL ILUSTRE COLEGIO DE PROCURA
Author:  Pilar Cordero Gil

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PANEGÍRICO DE

MARÍA SANTÍSIMA EN EL MISTERIO DE SU ASUNCIÓN, PREDICADO EN LA COLEGIATA DE SAN ISIDRO EL REAIf DE MADRID AL ILUSTRE COLEGIO DE PROCURADORES DE ESTA CORTE

EN LA FUNCIÓN SAGRADA QUE ANUALMENTE LE CONSAGRA'COMO SU PATEONA POR

D. GERMÁN A L E D O DE S E V I L L A , Cura párroco castrense y Director del Colegio del Ángel, EL DÍA ÍS DE SETIEMBRE DE 1879.

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

MADRID.—1879. ESTABLECIMIENTO -

GRÁFICO Á CARGO DE EDUABDO V I O T A

^pe de Vega, 40 y 41..

PANEGÍRICO DE

MARÍA SANTÍSIMA EN EL MISTERIO DE SU ASUNCIÓN, PREDICADO EN LA COLEGIATA DE SAN ISIDRO EL REAL DE MADRID AL ILUSTRE COLEGIO DE PROCURADORES DE ESTA CORTE

EN LA PUNCIÓN SAGRADA QUE ANUALMENTE LE CONSAGRA COMO SH PATRONA POR

D. GERMÁN A L E D O DE S E V I L L A , Cura párroco castrense y Director del Colegio del Ángel, EL DÍA 28 DE SETIEMBRE DE 1879,

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

MADRID.—1879. ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO Á CARGO DE EDUABDO V I O T A

calle de Lope de Vega, 40 y'42.

AL EMINENTÍSIMO SEÑOR CARDENAL Y PATRIARCA DE LAS INDIAS DON FRANCISCO DE PAULA BENAVIDES Y NAVARRETE.

La consideración del insignificante

valer que encierra el

presente trabajo literario, me ha retenido vacilante por varios dias al intentar consagrársele á V. Emma., cuyo preclaro re~ nombre, virtudes innegables y condigna jerarquía merecen iluminar páginas más brillantes. Enuncié mi tímido pensamiento al ilustre Colegio de Procuradores, y la satisfacción cordial que experimentó el alma al verle secundado con entusiasta acogida por tan benemérita Corporación, desvaneció toda incertidumbre y me he decidido. Si se digna V. Emma. acogerle con la benevolencia paternal que le caracteriza, al amparo de tan benéfica sombra serán menos visibles los muchos defectos de que se resiente, llenando á la ve\ las aspiracianes desinteresadas de su humilde subdito y capellán. A. L. Rdos. P. de S.

Emma., Lietuiccu

Madrid 16 Octubre 1879.

Qñoleoo

ve

$>evilla,

Tenuisti manum desteram meam et in volúntate tua deduxisti me, et cum gloria suscepisti me. (Ps. c. 72, v. 24). Me tomaste de mi mano derecha y me condugiste según tu voluntad, y con gloria me recibiste.

EMINENTÍSIMO SEÑOB ( I ) .

¡Con qué velocidad corre por la arena de los tiempos la rueda de nuestros dias! ¡Qué fugaz es el resplandor de la existencia! ¡Cuan insensiblemente acum u l a m o s años y años, como el m u n d o geológico nuevas y distintas capas sobre la superficie del globo, sin considerar que llevan en pos de sí tremenda responsabilidad! H a trascurrido u n año al dia en que, bajo las elevadas bóvedas de este real y sagrado templo, con motivo de la misma solemnidad religiosa, me honrasteis con la pesada carga, con la difícil empresa que, h o y por segunda vez, volvéis á colocar sobre las débiles fuerzas de mi pobre inteligencia y la torpeza de mi tosco labio; he aceptado tan inmerecida honra obedeciendo á la voz del agradecimiento; jamás me dispensaría yo propio el negro defecto de la ingratitud. Durante ese período, imperceptible, sí, en la dilatada travesía de los siglos, pero de suma trascendencia en el estudio de la vida religiosa, en la filosofía de los acontecimientos humanos, en el desarrollo progresivo de la verdadera civilización, en la variedad consecutiva de los fenómenos sociales, ¡qué de amarguras habrán acibarado los momentos que considerasteis eterno paraíso de felicidad! Deslealtades que secan las corrientes generosas del noble corazón por u n lado, desengaños crueles que sumergen el espíritu en pavorosas reflexiones por otro, y el perjurio, la injusticia, la infidelidad, como triste fúnebre cortejo presidieron sin compasión ni pena á la muerte prematura de aquellas sonrientes ilusiones, acariciadas por el aura de la buena fé en el lozano tallo de su floreciente juventud. Estudiad, señores, con la reflexión fria del filósofo, y notareis que contra nuestra vida conspira todo cuanto pertenece al orden planetario, terrestre y social; en el cielo tempestades, rayos que destruyen; en la tierra conmociones (1) El Cardenal Arzobispo de Toledo.

— 6'— estrepitosas que, abriendo sus entrañas, arrojan volcanes de fuego abrasador, convirtiendo en humeantes cenizas y calcinados huesos ciudades y habitantes; en el mar tormentas que desgarran su acuático seno con bramidos horrorosos; en la amistad egoísmo, en las confidencias traición, y en esta sociedad que nace, vive, crece y se desarrolla á nuestra vista, abre la muerte sus negras é insaciables fauces para arrojar el pasado al insondable vientre del olvido. Solo alcanza interminable vida, porque al finalizar esta pasajera empieza otra cuyo término es la eternidad, quien renunciando á las humanas glorias llenó fielmente la misión que Dios en sus inescrutables juicios le trazara, haciendo resonar en el mundo las palpitaciones de su alma esencialmente comunicativas, consagrando la vida en dilatar el reinado de la verdad con doctrinas ortodoxas acompañadas de sentimientos regeneradores, y purificar con el aroma embriagador de la virtud la conciencia pervertida de los pueblos que encuentran repugnante placer en el hediondo cieno de los vicios donde nacen y donde también mueren. Profundas reflexiones que han despertado en mi religiosa mente, al tener que hablaros déla Virgen benditísima en el misterio de su triunfante Asunción, la idea de panegirizar más que la gloria que le envuelve, las consecuencias trascendentales que para nuestro favor arroja. La Asunción de María es el resultado lógico, el corolario matemático de su muerte dichosa, de su vida embalsamada de virtudes, de su nacimiento feliz, de su Concepción inmaculada, y si Jesús no asciende á los cielos hasta haber derramado la semilla fecundísima de su divina palabra en el corazón délas naciones, trazándoles el camino estrecho, pero seguro, termopilas religiosas, por donde puedan llegar á la patria de ventura eterna, auxiliadas con los méritos infinitos de angustiadísima pasión y torturada muerte; María, si habia de ser bendecida por todas las generaciones futuras, considerada como el asiento de la infinita sabiduría, corredentora del género humano, causa cooperatriz de nuestra regeneración, tampoco debia ser ascendida á los cielos sin experimentar la satisfacción grata de ver estendida esa misma doctrina, esperada ansiosamente por la humanidad entera en un suspiro de cuarenta siglos; doctrina á cuyo desarrollo contribuyó eficazmente, abriéndose por su cooperación el templo inmortal de la ciencia religiosa y las puertas de la ley y del derecho á toda inteligencia sometida al principio invariable de la fé, y á todo corazón ungido con el bálsamo de la humildad. Sintetizando el plan de mi discurso se reduce á probar que La Iglesia católica celebrando el misterio de la Asunción gloriosa de María Madre de Dios, prueba de un modo concluiente la divinidad de su origen. Hay situaciones personales que se comprenden á primera vista, lo crítico y dificultoso de la mia es de todos conocido, tanto más dificultoso cuanto ilustrado es el auditorio. ¡Ante un Príncipe de la Iglesia, y los Ministros del So-

7 berano, y presidentes y comisiones de la honrosa magistratura española, me veo comprometido á usar de la palabra! Pero confio en Dios que todo lo puede, y esto me alienta, en la protección de María que todo lo alcanza, y esto me impulsa, en vuestra benevolencia que todo lo disimula, y esto me obliga, concedédmela una vez más, ayudándome á pedir celestial auxilio por mediación de la Virgen, á quien repetiremos la salutación angélica. A. M.

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