NOTA DE DEBATE SOBRE LOS SALARIOS MÍNIMOS EN EUROPA PARA EL SEMINARIO DE VARSOVIA DEL COMITÉ DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA DE CES

NOTA DE DEBATE SOBRE LOS SALARIOS MÍNIMOS EN EUROPA PARA EL SEMINARIO DE VARSOVIA DEL COMITÉ DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA DE CES 27-29 Octubre 2014 El de

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NOTA DE DEBATE SOBRE LOS SALARIOS MÍNIMOS EN EUROPA PARA EL SEMINARIO DE VARSOVIA DEL COMITÉ DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA DE CES 27-29 Octubre 2014

El debate en Europa sobre los salarios mínimos se mueve Seis años después del comienzo de la crisis, ya está muy claro que la gestión de la misma basada en recortes salariales y reformas estructurales neoliberales no sólo no ha sido capaz de generar crecimiento y empleo, sino que ha tenido repercusiones sociales de gran envergadura, como el aumento sustancial de la pobreza de los trabajadores. En este contexto, el debate sobre los salarios mínimos en Europa ha cobrado un nuevo impulso. En el verano de 2014, por ejemplo, Alemania decidió introducir un salario mínimo legal de 8,50 euros/hora, a partir del 1 de enero de 2015, con la posibilidad de que en los convenios colectivos se negocie, temporalmente, desviaciones de este nivel inicial. Mientras tanto, en Italia, el Gobierno de Renzi propone la introducción de un salario mínimo legal en el marco de una reforma laboral que, paradójicamente, trata sobre todo de desregular más el mercado de trabajo. Todo esto tiene repercusiones en el debate político a nivel europeo, donde la idea de un salario mínimo europeo está ganando terreno. Esto atañe especialmente al Grupo de Socialistas y Demócrata Europeo, que utilizó esa idea como una de las principales condiciones para apoyar el nombramiento de Jean Claude Juncker como Presidente de la Comisión Europea. Consecuentemente, en su discurso ante el Parlamento Europeo, Juncker se refirió a que en Europa hay que asegurar la existencia de un salario mínimo en cada Estado miembro.

El estado de la cuestión en la Confederación Europea de Sindicatos La Confederación Europea de Sindicatos (CES), en las diferentes resoluciones y posiciones sobre salarios y negociación colectiva adoptadas desde el Congreso de Atenas, ha optado por un enfoque global, teniendo en cuenta distintos factores para definir una estrategia europea coordinada sobre los salarios: • Fortalecer la coordinación de la negociación colectiva, tanto internamente como en el marco de la Gobernanza Económica Europea; • Impulsar el aumento de los salarios como motor del crecimiento económico, manteniendo los salarios reales alineados con la evolución de la productividad; • Defender y mejorar las instituciones de la negociación colectiva y la autonomía de los interlocutores sociales en la negociación salarial; • Ampliar la cobertura de la negociación colectiva y las instituciones erga omnes;

• Introducir y/o reforzar los sistemas de salarios mínimos, establecidos por ley o por negociación colectiva, de acuerdo con las prácticas nacionales y en los países en que los sindicatos lo consideren necesario. Respecto a este último punto, en su resolución por un Contrato Social Europeo (de junio de 2012), la CES se declaró a favor de los salarios mínimos que respeten las normas establecidas por el Consejo de Europa, que en su Carta Social Europea de 1961 estipula que "todos los trabajadores tienen derecho a una remuneración justa y suficiente que les proporcione a ellos y sus familias un nivel de vida decoroso" (parte I, Artículo 4). El Comité Europeo de Derechos Sociales (CEDS) ha propuesto una definición según la cual un salario "justo" o "decente" es al menos el 60% del salario medio neto - y ciertamente no puede ser inferior del 50% del salario neto medio neto. Sin embargo, esta referencia no es tan clara como puede parecer a primera vista. Esta definición de salario "justo" o "decente" plantea al menos tres temas de debate: (1) Salarios mínimos, justos y decentes – algunas definiciones básicas El Consejo de Europa no hace referencia a un salario 'mínimo' como tal, sino que define una referencia de un 50 a un 60% como salario “justo”. Esto induce a confusión y necesita mayor aclaración. El concepto de salario mínimo vital en el Reino Unido es lo más cercano a la definición de la Carta Social Europea, al referirse a un salario que permita al individuo satisfacer las necesidades básicas para mantener un nivel de vida decoroso y seguro dentro de la comunidad, y que le permita participar en la vida social y cultural. En términos cuantitativos el salario mínimo vital en el Reino Unido asciende aproximadamente en la actualidad al 60% del salario mediano nacional. El concepto de salario mínimo vital abarca no sólo la idea de establecer una base mínima salarial, sino también la ambición de garantizar unos estándares de vida "decentes”. Cuadro 1: Salario mínimo en % del salario mediano a tiempo completo

Fuente: OECD y para Alemania cálculos del WSI basados en las estadísticas de empleo proporcionadas por la Agencia Federal de Empleo Alemana

Respecto al establecimiento de una base mínima, hay otras dos definiciones relevantes para el debate sobre salarios mínimos en Europa, a saber: el umbral de salarios bajos definido por la OCDE como dos tercios del salario mediano nacional, y, en segundo lugar, el umbral salarial de pobreza, que en analogía con el estudio internacional de la pobreza podría definirse como el 50% del salario mediano. El Cuadro 1, que presenta los diferentes salarios mínimos nacionales en porcentaje del salario mediano nacional, pone de manifiesto que el salario mínimo legal en ninguno de los países de la UE alcanza el umbral de salarios bajos tal y como lo define oficialmente la OCDE. Francia con el 62%, Eslovenia con el 60% y Portugal con el 58% son los que más se acercan. También ilustra que sólo cuatro países (Hungría, Bélgica, Letonia y Alemania) donde el salario mínimo está por encima del umbral de salario de pobreza. La situación en los países nórdicos es muy diferente. Allí, los salarios mínimos negociados colectivamente están generalmente entre el 60 y el 70% del salario mediano nacional y, por tanto, significativamente más altos que en el resto de los países de la UE. (2) Salarios netos frente a salarios brutos La definición del Consejo de Europa se refiere a salarios netos en lugar de los salarios brutos. La ventaja de referirse a salarios netos estriba en que, en primer lugar, el punto de referencia es lo que los trabajadores se llevan al bolsillo realmente al final de mes; y en segundo lugar, que tiene en cuenta otras políticas de redistribución como, por ejemplo, a través de los sistemas fiscales progresivos. El problema clave de hacer referencia a los salarios netos es la complejidad de calcular el valor neto de los salarios después de deducir impuestos y cotizaciones a la seguridad social. Por este motivo, la mayoría de bases de datos internacionales se refieren al salario bruto. Otro argumento en contra del uso de salarios netos como puntos de referencia es el hecho de que la carga de proporcionar salarios decorosos se desplaza de los empresarios al Estado, asegurando salarios netos altos a través de políticas redistributivas y medidas compensatorias. (3) Salarios medios frente a salarios medianos El Consejo de Europa utiliza el salario “medio” como concepto de referencia, no el de salario “mediano”, que suele tomarse como punto de referencia para las comparaciones internacionales. Mientras que el salario medio representa la media aritmética de todos los salarios, el salario mediano divide la estructura global de los salarios en dos segmentos iguales, uno con la mitad de los trabajadores que ganan más que el salario mediano y otro con la mitad que gana menos. Obviamente, la elección de referencia tiene implicaciones prácticas para las comparaciones. La Tabla 1, que clasifica a los países con salario mínimo legal en porcentaje del salario mediano y medio, muestra que el salario medio es mucho más sensible a los valores atípicos en la estructura total de los salarios que el salario mediano. Turquía y Portugal son dos ejemplos de ello. Ambos están en la parte superior de la tabla cuando se mide el salario mínimo como porcentaje del salario mediano, y sólo en el centro de la clasificación cuando se toma como referencia el salario medio. En 2013, el salario mínimo en Turquía era casi el 70% del salario mediano, pero sólo el 38% del salario medio. Para Portugal las cifras respectivas son 56% del salario mediano y el 38% del salario promedio. Las diferencias en la clasificación de los dos países pueden explicarse por la grave desigualdad de las estructuras salariales en Turquía y Portugal, y por una gran economía informal en la que, para muchos trabajadores, el salario

mínimo es el salario estándar. Esto significa que sólo unos pocos salarios sumamente elevados empujan hacia arriba el salario medio, mientras que el salario mediano, siendo el indicador más robusto, es menos sensible a los pocos valores atípicos extremos.

Tabla 1: Salario mínimo legal como porcentaje de los salarios medianos y medios de los trabajadores a tiempo completo, en 2013 Salario medio

Salario mediano

Francia Eslovenia

50 50

Turquía Francia

69 61

Irlanda Bélgica Holanda

44 43 42

Eslovaquia Portugal Hungría

61 56 54

Hungría Polonia Lituania

40 40 40

Lituania Bélgica Polonia

52 50 50

Reino Unido Portugal Turquía

39 38 38

Rumania Irlanda Letonia

50 48 48

Eslovaquia Letonia España

36 36 35

Holanda Reino Unido Eslovaquia

47 47 46

Luxemburgo Rumania Estonia República Checa Grecia Estados Unidos

34 34 33 31 30 27

Grecia España Luxemburgo Estonia Estados Unidos República Checa

45 41 41 39 37 36

Fuente: http://stats.oecd.org/BrandedView.aspx?oecd_bv_id=lfs-data-en&doi=data-00313-en

Oportunidades de un enfoque que prevea un salario mínimo europeo Los salarios mínimos pueden ser útiles como instrumento para aumentar los salarios que se pagan a grupos relativamente numerosos de trabajadores. Las estimaciones muestran que aproximadamente un 16% de los trabajadores en Europa se beneficiarían si los salarios mínimos en Europa alcanzaran el nivel del 60% del salario mediano (véase el Cuadro 2 que ilustra las situaciones de los países). Además de eso, probablemente habría efectos positivos adicionales en los próximos dos deciles de trabajadores, lo que supone que alrededor de una tercera parte de los trabajadores beneficiarse de un enfoque de un enfoque que utilizara el 60% del salario mediano nacional como punto de referencia para el salario mínimo. Sin embargo, es preciso hacer algunas advertencias relacionadas con estas estimaciones:

(1) Los salarios mínimos legales no siempre son plenamente vinculantes, como puede verse en el Cuadro 3 (basado en un estudio de Eurofound) que muestra que hay varios países (Francia, Lituania, Irlanda, Reino Unido) donde entre el 5% y casi el 10% de los trabajadores gana un salario que está por debajo del salario mínimo legal. Esto puede explicarse por el problema del incumplimiento y la existencia de ciertas excepciones a salarios mínimos legales (por ejemplo para los jóvenes trabajadores). Un ejemplo reciente es el salario mínimo alemán que está impulsando los salarios de 4 millones de trabajadores, pero que no tiene un efectos en los salarios de más de otros 2 millones de trabajadores, ya que los trabajadores menores de 18 años, así como los parados de larga duración durante los 6 primeros meses de trabajo, están excluidos de la regulación del salario mínimo. Cuadro 2: porcentaje de trabajadores con salarios inferiores al 60% del salario mediano (2010)

Cuadro 3: Porcentaje de trabajadores que ganan menos del SMI Nacional, 2009

Otra manera de ver esto es la proporción de trabajadores que realmente cobran el salario mínimo vigente (ver Cuadro 4). Su número tiende a ser bastante limitado, con la excepción de Francia, Luxemburgo, Bulgaria. Cuadro 4: Porcentaje de trabajadores a tiempo completo que ganan el SMI, 2007

Fuente: Comisión, DG ECFIN en estuche 2012 Seminario ¿Que hacemos y no sabemos sobre los salarios mínimos?

En otras palabras, aumentar los salarios mínimos por encima de los niveles actuales no afectaría a grandes grupos de trabajadores, a menos que el nivel de salario mínimo aumente considerablemente. En este último caso, como cuando se utiliza el criterio del 60% de la

mediana, probablemente estaría acompañado de todo tipo de excepciones. Esto supone que la estimación del 16% de los trabajadores que se benefician de un salario mínimo de 60% del salario mediano nacional resultaría ser en realidad una sobreestimación. (2) En relación con esto está el debate sobre el impacto de los salarios mínimos en el empleo. Considerando que no existe evidencia alguna de que los salarios mínimos, tal y como están hoy, alrededor de un 50% del salario mediano, destruyan empleo, no sabemos qué pasaría con unas tasas de salario mínimo del 60% del salario mediano. Aquí, cabría argumentar además que, teóricamente, un salario mínimo legal del 60% del salario mediano vinculante para todos los sectores sería más propenso a desencadenar la destrucción de empleo que unos salarios mínimos negociados de forma colectiva y capaces de mostrar variaciones según los sectores (con algunos sectores pagando por debajo del 60% del salario mediano de la economía y otros sectores pagando por encima). (2) Una ventaja adicional del enfoque europeo a los salarios mínimos consiste en que sería una prueba de que Europa también tiene una cara social. Como tal, se puede considerar como fundamental para mantener el apoyo de los trabajadores y los sindicatos para continuar el proceso de integración europea, a la construcción de la gobernanza económica europea y completar el mercado interior.

Límites y obstáculos de un enfoque que prevea un salario mínimo europeo Cuando se habla de una propuesta de salario mínimo europeo, hay ciertos aspectos que deben tenerse en cuenta: (1) "El 60% de un salario muy bajo sigue siendo un salario bajo". En muchos Estados miembros, los salarios medios o medianos son sumamente bajos, tan bajos como 5 o 6 euros la hora en la industria, y esto, algunas veces, a pesar de los enormes aumentos en la productividad. Una regla que prevea salarios mínimos de 60% del salario mediano elevaría el salario mínimo como tal, pero su impacto en la situación general de los salarios, que son demasiado bajos, sería limitado. (2) "Cuando el edificio salarial se viene abajo, la base salarial también se vendrá abajo". Esto es lo que pasó en Grecia. La Troika minó todo el sistema de negociación colectiva y en consecuencia los salarios medio y mediano se hundieron. Esto a su vez situó automáticamente al salario mínimo vigente en un nivel equivalente al 50% del salario mediano. La Troika no pudo tolerarlo y decidió recortar los salarios mínimos en términos absolutos/nominales y devolverlo al 40% del salario medio. Por lo tanto, el enfoque salario mínimo europeo siempre tiene que discutirse combinado con la cuestión de cómo fortalecer los sistemas de negociación colectiva, con el fin de evitar una tendencia a la baja de la construcción global de los salarios. (3)La sentencia Laval y el peligro de que una base Europea se convierta en un límite máximo nacional. La sentencia Laval y otros casos relacionados han hecho que seamos conscientes de que, en el contexto de la Directiva de trabajadores desplazados, un salario mínimo se utiliza como umbral para definir el dumping social y si los sindicatos tienen derecho a emprender acciones para hacer que se apliquen los salarios negociados en convenios colectivos. El establecimiento de un umbral europeo para el salario mínimo podría utilizarse de la misma manera para afirmar que no hay ningún problema si se respeta esta referencia europea, incluso si esto significara pagar salarios inferiores a los negociados colectivamente. Esto también podría hacerse teniendo en cuenta las situaciones de trabajadores desplazados y extenderse a todos los trabajadores, por ejemplo, poniendo en tela de juicio la necesidad de ampliar los convenios colectivos o la necesidad de pagar un salario mínimo más alto pactado a nivel nacional. En este sentido, según las discusiones más recientes en el Diálogo Social Europeo, vemos que los empresarios están diciendo que no suscriben al principio de "el mismo salario por el mismo trabajo", y que sólo se sienten obligados a pagar el salario mínimo. (4) La potencial transferencia de competencias salariales a los gobiernos, los ministros de finanzas y bancos centrales. Cuando el salario mínimo se convierte en ley y lo impone la legislación laboral, los gobiernos tienen el poder directo para aumentar y reducir el salario mínimo. No cabe duda de que hay que tener cuidado con esto, en un contexto político donde se ha optado por conseguir la devaluación interna de los salarios para reemplazar las devaluaciones monetarias competitivas. Por otra parte, el FMI y otros organismos ya están utilizando un estándar de un salario mínimo que no sea inferior al 30% ni superior al 40% del salario mediano.

Por otro lado, habría que tener cuidado para evitar un resultado donde los sistemas de formación de los salarios nacionales están siendo seriamente socavados, sin haber previsto límite alguno a la competencia a la baja de los salarios en Europa.

¿Por qué necesitamos exactamente un salario mínimo? Generalmente, hay generalmente dos argumentos diferentes pero complementarios para la necesidad de un salario mínimo: (1) El primer argumento es de carácter normativo, y se refiere al mero hecho de que cada trabajador tiene derecho a un salario decoroso/digno. Un derecho que ya consagró como un derecho social fundamental en 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones. Esta disposición normativa implica también el objetivo de reducir la pobreza en general y en particular el fenómeno de los trabajadores pobres. (2) El segundo argumento es de carácter económico, y tiene como objetivo garantizar un modelo de crecimiento autosostenido a través de un proceso de demanda impulsada por los salarios, así como evitar las tendencias deflacionistas. Aquí, el papel específico del salario mínimo es evitar que se pague a los trabajadores menos de lo que ellos contribuyen a la productividad, al garantizar un salario justo en la parte inferior de la escala salarial. Sin embargo, aunque el salario mínimo es útil y necesario para este propósito, no será suficiente y deberá completarse con políticas para fortalecer la cobertura de la negociación colectiva, si realmente queremos lograr un impulso del crecimiento basado en los salarios (distintas formas de extensión y normas erga omnes o un equivalente en la forma de altas tasas de afiliación). Enfoques distintos implican también el uso de indicadores diferentes. El primer enfoque implica considerar el nivel del salario mínimo como porcentaje del salario mediano/medio en términos netos. El siguiente Cuadro 5, tomado de la última edición de las Perspectivas de Empleo de la OCDE, muestra que los salarios mínimos relativos en términos netos son bastante bajos. Sólo Francia, Eslovenia, Holanda y Portugal alcanzan un nivel en torno al 50% del salario mediano. El segundo enfoque se refiere al salario mínimo como el precio total que tiene que pagar el empleador, con el precio del trabajo que cubre tanto el salario neto como las tasas y las cotizaciones sociales que pagan los trabajadores y las cotizaciones sociales pagadas por el empleador. Esto correspondería con lo que la OCDE llama “costes laborales mínimos”. Aquí, Francia, Eslovenia y Portugal muestran indicadores que alcanzan hasta el 70% del salario mediano. Por último, destacar aquí que la referencia del Consejo de Europa de un salario entre el 50 y el 60% del salario medio (no el salario mediano) se complica aún más por el hecho de que el Consejo lo considera en “términos netos”, en términos del poder adquisitivo neto del salario mínimo después de impuestos y beneficios relacionados con el trabajo. Esta definición no es muy clara, pero no obstante lo más probable sería que implicara observar los indicadores netos que contiene el citado cuadro de la OCDE.

Cuadro 5 Algunos países de la OCDE establecen el salario mínimo legal mucho mayor en relación con el salario mediano que otros (Los países figuran por orden ascendente de la relación salario mínimo respecto al salario mediano)

¿Cómo continuar? Se han hecho progresos en la introducción de un salario mínimo en Alemania, una 'reforma' largo tiempo esperada y que ahora está también influyendo en el debate sobre los salarios en Europa. Sin embargo, siguen abiertas las siguientes cuestiones claves para la CES y sus afiliados: (1) Una cuestión clave es que nuestra definición de una norma europea de salarios mínimos no es clara, y por tanto debe clarificarse (véase los varios puntos señalados precedentemente). (2) La otra cuestión clave es cómo evitar que los responsables políticos y los empresarios utilicen nuestra demanda de salarios mínimos en contra nuestra; es decir, en contra de que los salarios que se establezcan mediante sistemas de negociación colectiva y en contra del principio de "el mismo salario por el mismo trabajo". Podemos empezar buscando respuestas a estas preguntas en los siguientes enfoques de los salarios mínimos en Europa: (1) Reorientar nuestro estándar de un salario relativo al medio/mediano salario nacional hacia un único salario estándar europeo ajustado por igualdad de poder adquisitivo. La ventaja de este enfoque estriba en que tiene en cuenta las diferencias del coste de la vida en los distintos países de Europa. El Cuadro 6 compara el nivel absoluto de los salarios mínimos en euros con el valor de los salarios mínimos medidos en estándares de poder adquisitivo (PPA). Esta comparación pone de manifiesto que las diferencias en el nivel del salario mínimo cuando se calcula en PPA son mucho menores que las diferencias en términos absolutos medidas en

euro. Mientras que la diferencia entre el salario mínimo más alto y el más bajo medida en euros es aproximadamente 1:11, la diferencia en términos de PPA es muy inferior, aproximadamente 1: 4,5. Cuadro 6: Nivel absoluto de los salarios mínimos en comparación con los salarios mínimos medidos en estándares de poder adquisitivo.

Fuente: WSI salario mínimo base de datos (enero de 2014)

Uno de los métodos para calcular un nivel salarial adecuado, que podría utilizarse en combinación con otros métodos, podría consistir por ejemplo en tomar un salario mínimo nacional medido en PPA y utilizarlo como referencia para los niveles de salario mínimo en otros países, pero ajustándolo según la diferencia de niveles de vida y reflejando así los diferentes niveles de precios de los Estados miembros. (2) Otra opción podría consistir en evolucionar a partir de aquí hacia un enfoque por etapas al “salario mínimo vital”. Este salario suele calcularse en base al salario necesario para cubrir el coste de una cesta estándar de bienes y servicios básicos que generalmente incluye: (a) el coste de necesidades básicas tales como una dieta nutritiva de bajo coste, vivienda básica y ropa adecuada y calzado, así como (b) los costes de otras necesidades tales como el transporte, educación, salud, cuidado infantil, mobiliario para el hogar, actividades lúdicas y culturales, comunicación y cuidado personal. Por ejemplo, en el caso del salario mínimo vital para Londres (ver en otros textos proporcionados sobre a la discusión actual en el Reino Unido acerca de este tema), este enfoque del "Coste básico de vida" es una dimensión del cálculo. La otra dimensión es el denominado enfoque de la "Distribución de ingresos", que simplemente toma como punto de referencia el 60% del salario mediano. El salario mínimo vital se calcula entonces como la media de las dos cifras resultantes del Coste básico de vida y la Distribución de ingresos (más un margen del 15% para cubrir gastos imprevistos). La ventaja que ofrece de cálculo basado en una cesta de bienes y servicios es que tiene una base empírica sólida sobre cuánto dinero realmente necesita la gente para tener garantizado

un nivel de vida decoroso. La desventaja es, obviamente, la complejidad para calcular el estándar exacto, en particular cuando hay que tener en cuenta 28 países europeos diferentes. Sin embargo, ya hay ejemplos de países en los que se utiliza un método de este tipo con fines relacionados con la negociación colectiva. En Bélgica, por ejemplo, se emplea como herramienta para determinar la indexación de los salarios y en Suecia e Italia este método se utiliza para definir las reivindicaciones salariales en el extremo inferior de la escala salarial o para establecer aumentos salariales ligados a la evolución de la inflación. Teniendo en cuenta la gran diversidad de niveles nacionales de los salarios mínimos (ver Cuadro 1), parece más viable desde el punto de vista político un enfoque que prevea un salario digno por etapas. Este enfoque gradual podría incluir el objetivo a corto plazo de elevar los salarios mínimos en todos los países europeos al menos hasta el umbral del salario de pobreza, del 50% del salario medio nacional. Cuando se alcance este umbral, el siguiente objetivo sería entonces el umbral del salario mínimo vital (3) Esta norma salarial europeo o salario mínimo vital debería ser establecida por ley y/o por negociación colectiva, con arreglo a las distintas prácticas nacionales y estrategias sindicales de cada país. (4) Sin embargo, cualquiera que sea el estándar elegido, el elemento clave de cada enfoque reside en insistir en el vínculo con los sistemas de negociación colectiva fuertes sobre los salarios mediante la promoción de altas tasas de cobertura de la negociación, que deben lograrse con diferentes instrumentos (erga omnes, otras formas de extensión, o tasas altas de afiliación sindical que pueden considerarse equivalentes funcionales). Cabe señalar que Alemania no sólo introdujo un salario mínimo, sino que también decidió hacer que la aplicación del 'erga omnes' sea mucho más factible, reforzando así el sistema de negociación colectiva. Esto resulta sumamente irónico, ya que a nivel europeo el gobierno alemán es uno de los actores clave que empujan a los países con dificultades económicas a hacer reformas estructurales que implican exactamente lo contrario: el debilitamiento y la abolición de la extensión y las normas 'erga omnes'. Para concluir, el objetivo de esta nota es iniciar una discusión más amplia sobre los diferentes temas y enfoques e intentar encontrar una combinación equilibrada de los mismos, con el fin de definir una posición más clara y efectiva de la CES en el pujante debate en la UE sobre los salarios mínimos y la configuración de una base salarial.

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