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La novela picaresca narra una serie de incidentes o episodios de la vida del protagonista. El género se originó en España a mediados del siglo XVI y tomó su nombre de la figura del pícaro. El primer ejemplo de novela picaresca español es el Lazarillo de Tormes (1554), de autor desconocido, la autobiografía de un pillo que sirve a diversos amos aprovechándose de ellos. La novela picaresca es uno de los géneros más representativos, genuinos y populares de la literatura española y posteriormente derivó hacia la novela de aventuras o cuadros de costumbres. Utiliza el esquema tradicional de los libros o novelas de caballería, pero lo hace con una voluntad claramente desmitificadora, a partir de la crítica a la sociedad de la época. La estructura es un relato en primera persona de episodios o la vida del autor que vienen a justificar su situación final poco afortunada. Entre las principales obras del género cabe mencionar el Guzmán de Alfarache (1599), de Mateo Alemán, o la Historia del buscón llamado don Pablos (1626), de Francisco de Quevedo, donde la estructura autobiográfica cede en importancia ante la brillantez del lenguaje. Otros títulos son: La pícara Justina (1605), de Francisco López de Úbeda, La hija de la Celestina (1612), de Alonso Jerónimo de Salas, La vida del escudero Marcos de Obregón (1618), de Vicente Espinel y El siglo pitagórico (1644), de Antonio Enríquez Gómez. La obra se sitúa en el siglo XVI, donde aparecían diversos grupos sociales. Las clases populares de la época eran las que más padecían cuando el país no iba bien. Era una sociedad basada en los estamentos, ya que la estructuración en clases sociales aparece en el siglo XIX y se diferenciaban entre ellos por los privilegios de quienes los integraban. Los dos estamentos privilegiados eran la iglesia y la nobleza, que no pagaban impuestos, y en el tercer estado encontrábamos a todas aquellas personas que no habían nacido en un estamento superior por cuestión de sangre. En éste se situaba la gente más pobre que era obligada a pagar los impuestos y tenía muchas otras obligaciones. Así, la estructura de la novela permite una visión amplia de la sociedad de la época: las penurias de los pobres, la dureza de la justicia, las miserias morales de los eclesiásticos o la falsedad y el vacío que se esconde tras la retórica del escudero. La iglesia tenia casi todo el poder y muchas veces era superior o igual al rey. La religión era la base de la sociedad y también del estado. La tierra era el poder y estaba en posesión de la iglesia, ya que muchos fieles al morir para estar más cerca de conseguir un lugar en el cielo. En aquella época se imponía la ley del cortesano u hombre renacentista buen entendedor en las armas y las letras, la nobleza estaba agrupada entorno al rey. En aquel entonces apareció el precapitalismo y la burguesía cambió el sistema de producción artesanal. Se produjo una gran crisis en la economía por las continuas guerras y enfrentamientos, esto provocó que la clase popular perdiese mucho dinero, el despoblamiento de los campos y la aparición de personas marginadas por la sociedad. También se producían enfrentamientos entre los cristianos antiguos y los nuevos, entre judíos y musulmanes, a causa de la implantación de estatutos de limpieza de sangre. Se implantó un nuevo valor social: el honor, la consideración del individuo por sus orígenes. En el Lazarillo de Tormes podemos encontrar una crítica de la sociedad de la época. Como hemos visto, en el siglo XVI había dos grandes grupos por encima de todo, los privilegiados que gozaban de dinero (nobles y clérigos) y los no privilegiados como los campesinos. El autor da una visión descarnada de la sociedad española de aquella época, centrada en los sectores sociales más representativos: pueblo, clero y nobleza. La crítica de la mendicidad y la marginalidad se basa en la preocupación fundamental del autor, la denuncia de las condiciones de vida miserables de un sector de la población. Lázaro, su familia, el negro Zaide y el ciego son personajes representativos de esta crítica. Su papel da a conocer personajes hambrientos y con un estilo de vida en condiciones pésimas, típicas de la gente trabajadora que estaban a disposición de los privilegiados, gente con poder económico.
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La crítica anticlerical está basada en la clase social relacionada con la iglesia, el clero. No es casual la elevada presencia de clérigos en la novela. Todos ellos además caracterizados negativamente por un rasgo que contradice uno de los principios básicos del espíritu evangélico: la falta de caridad. No es extraño que la novela fuera incluida, poco después de su publicación, en el índice de libros prohibidos por la inquisición; de esta manera ocultaban la visión de la vida clerical que se muestra en la novela. Las clases sociales que más se favorecían de los privilegios fueron la nobleza y el clero. Destacaron los privilegios financieros, que eximían del pago de impuestos a la nobleza y al clero en Castilla y León, los judiciales de los que se beneficiaba sobre todo la nobleza y sus miembros, por ejemplo, no podían ser juzgados más que por otros nobles; los económicos, otorgados a las compañías de comercios y los honoríficos concedidos al clero y la nobleza. Todos ellos se manifiestan en el Lazarillo, como por ejemplo, cuando el chico se asentó con un fraile de la Merced que gozaba de la compañía de varias señoritas sin ningún tipo de amonestación debido a su condición de cura. La crítica de la nobleza y la honra se basa en la vida tan fácil que tenían los nobles y lo difícil que era salir adelante para quienes fueron olvidados por la fortuna. A través del escudero, el autor muestra la estúpida obsesión que la nobleza tenia por la honra, por las apariencias y las poco edificantes forma de vida de este sector, como la maledicencia, la adulación y el aborrecimiento de la virtud de ser privilegiado. En el tercer tratado, Lázaro sirve al escudero, que debido a su condición de noble se declara incapacitado para trabajar e implora ayuda al muchacho para que pida limosna para los dos. El escudero prefiere vivir de las apariencias antes que mendigar o trabajar, ya que esto desprestigiaría su condición de noble. Los diferentes tratados nos muestran el proceso de aprendizaje de Lázaro para sobrevivir en esta sociedad corrupta. En los tres primeros la educación es progresiva, por necesidad aprende a mentir y a robar, pero es capaz de sentir piedad y compasión, y distingue el bien del mal. Sin embargo, entre el niño y el hombre del último tratado hay un abismo moral que requiere un proceso intermedio, aunque no aparece en el libro. En el primer tratado, Lázaro nos introduce sus orígenes donde podemos apreciar la situación de pobreza de su familia, que nos indica que difícilmente el chico podrá alcanzar un estado superior. Al quedarse huérfano de padre y sin poder ser mantenido por su madre, Lázaro se pone al servicio de un ciego. Este personaje nos refleja la injusticia social del momento, ya que el ciego llevado por su situación precaria se comportaba de manera violenta respecto sobre todo a los alimentos. Esta pobreza le conduce incluso a escenas tan miserables como la de la longaniza y el nabo, donde el ciego se altera de manera irracional por el trueque que Lazarillo le ha hecho y protagonizan un desagradable desenlace. En este tratado, Lázaro empieza a desarrollar sus habilidades para conseguir alimento, debido a la pobreza de su amo aunque como hemos comprobado, la riqueza no es signo de generosidad. En el segundo tratado, Lázaro ha decidido cambiar de amo y llega a un clérigo extremamente avaricioso. En este capítulo se refleja la imagen avariciosa y egoísta que dominaba en el clero de la época, con abundante riqueza pero poco practicantes de sus doctrinas. El autor quiere destacar la clase clerical, ya que aparecen algunos representantes suyos en la novela y también resalta esa avaricia que les popularizaba, como dice Lázaro: Escapé del trueno y di en el relámpago, porque no era el ciego para con éste un Alexandre Magno, con ser la misma avaricia, como he contado. No digo más, sino que toda la lazeria del mundo estaba encerrada en éste. No sé si de su cosecha era, o lo había anexado con el hábito de clerecía (p.87). Con este personaje se refleja una de las facetas oscuras, que no ocultas, de los miembros de la iglesia en el Antiguo Régimen, que practicaban el abuso de autoridad como arma para llevar un buen nivel de vida e imponían los conocimientos a su medida para beneficiar en todo momento las clases privilegiadas. Lo podemos apreciar en el final del tratado cuando da una paliza al muchacho que le cogía pan del arca y después de todo, le dice estas palabras a Lázaro, que demuestran esta manipulación e hipocresía: −Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío. Busca amo y vete con Dios, que yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego. Y santiguándose de mí, como si yo estuviera endemoniado, se torna a meter en su casa y cierra su puerta 2
(p.103). La hipocresía que caracterizaba estas clases sociales se ve ridiculizada en la figura del escudero, en el tercer tratado. Éste se encuentra en un estado de miseria sin nada que comer y con una casa realmente habitada por las paredes que la construían, pero debido a su origen no puede trabajar. En esa época, los orígenes marcaban el curso de la vida así, si habías nacido en el tercer estado, nunca podrías alcanzar un rango superior como la nobleza. El protagonista nace pobre y llega a conseguir un trabajo pero no sale de su estamento ni huye de una existencia desgraciada. El escudero pretendía aparentar grandes riquezas paseando por la calle en sus prestigiosos vestidos y acompañado de su mozo, como hacía la nobleza de la época, pero al llegar a casa no podía comer ni gozar de cómodo mobiliario ya que en su clase superior no le habían inculcado la necesidad de trabajar. Así Lázaro tiene que mendigar para los dos, pero cuando llega a un estado enfermizo de delgadez se plantea su futuro con su amo. No le hace falta abandonarlo porque es él quien se da la fuga cuando tiene que pagar el alquiler de los bienes. En este fragmento pues aunque de mañana, yo había almorzado, y cuando ansí comí algo, hágote saber que hasta la noche me estoy ansí. Por eso, pásate como pudieres, que después cenaremos vemos como el escudero tiene que recurrir a mentiras a menudo para disimular su fracasada situación. En el siguiente tratado vuelve a criticar a la iglesia, esta vez en representación de un fraile de la Merced. Éstos no estaban bien vistos en el siglo XVI ya que se les acusaba de aprovecharse de las limosnas o que gozaban de numerosas experiencias con mujeres. Efectivamente, aquí Lázaro queda sorprendido de la vida que lleva este fraile, desde negocios extraordinarios hasta frecuentar lugares con mujercillas. El último personaje que muestra una crítica social es el buldero, situado en el tratado quinto. Los bulderos eran clérigos encargados de propagar las bulas de la Santa Cruzada y recaudar beneficio por ellas. En este tratado, el autor narra los engaños del buldero y su socio para conseguir vender las bulas. Esta historia quizá muestra la crítica más dura ya que cuestiona definitivamente la verdad de las predicaciones de la iglesia y sus técnicas engañosas para recaudar más beneficios. En los siguientes tratados Lázaro consigue establecer una vida corriente hasta llegar a su actual situación. La abundancia de personajes religiosos ha llevado a considerar la novela como anticlerical. Se ha hablado de que compartía con el erasmismo la visión crítica hacía la iglesia, y es que la iglesia ejercía su poder a través de mentiras y represión. La novela relata con sinceridad la realidad de esa época. Es la biografía de un ser de baja condición, pero que sus aventuras para encontrar los elementos más necesarios para sobrevivir transcurridas en ciudades castellanas no se alejan de la mediocridad de las clases superiores, también reflejado en el Lazarillo. Creo que la novela refleja el modo de vida del siglo XVI , el autor de la obra lo relata haciendo una crítica de las clases sociales, de sus privilegios, de la hipocresía que dominaba y de la absurdidad de sus actos y creencias. La figura del Lazarillo refleja un personaje desgraciado toda su vida que a través de sus aventuras, tan miserables que adquieren un tono irónico, retrata la sociedad del momento de una forma muy realista. 5
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