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NUEVO JESÚS DE NAZARET Sergio Armstrong Cox ESQUEMA DE CONTENIDOS INTRODUCCIÓN GENERAL 1. PALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS 1.1. Geografía económica 1.2. Las instituciones políticas 1.3. Las instituciones religiosas 1.4. La sociedad judía 1.5. Los grupos religioso-políticos 2. EL ANUNCIO DE JESÚS 2.1. Juan Bautista y el bautismo de Jesús a) El bautismo de Juan b) Jesús bautizado por Juan c) Jesús, seguidor de Juan 2.2. El anuncio de la llegada del Reinado de Dios 2.2.1. Introducción 2.2.2. Promesas y esperanzas del AT 2.2.3. Presente y futuro del Reinado de Dios 2.2.4. Los destinatarios del Reinado de Dios 3. EL REINADO DE DIOS EN HECHOS Y PALABRAS 3.1. Los hechos del Reinado de Dios 3.1.1. Los milagros de Jesús 3.1.2. Los criterios del Reinado de Dios 3.2. Las palabras del Reinado de Dios: Las parábolas 4. LA RESPUESTA AL REINADO DE DIOS 4.1. La hora de la decisión 4.2. Jesús y la Torah 4.3. El mandamiento del amor 4.4. ¿Es practicable la ética de Jesús? 5. LA PATERNIDAD DE DIOS 5.1. Problemas con la paternidad de Dios 5.2. La paternidad de Dios en el AT 5.3. La paternidad de Dios en el NT 5.4. Respondiendo a los problemas Apéndice 1: comentario al “Padrenuestro
2 6. JESÚS Y SUS DISCÍPULOS 6.1. Introducción 6.2. El llamado 6.3. Abandono de la familia 6.4. Para anunciar la cercanía del Reinado de Dios 6.5. "A las ovejas perdidas de la casa de Israel" 6.6. En medio de una gran fragilidad personal 6.7. Formando la "Familia de Dios" 7. LA MUERTE DE JESÚS 7.1. Introducción 7.2. Los textos más antiguos 7.2.1. Las tendencias de los evangelios 7.2.2. Reconstrucción histórica 7.3. Los que condenaron a Jesús y sus motivos 7.4. Jesús frente a su muerte 8. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS 8.1. Introducción 8.2. Los textos más antiguos 8.3. Las apariciones de Jesús resucitado en los evangelios 8.4. A la luz de la resurrección, ¿quién es Jesús? 8.4.1. Introducción 8.4.2. Jesús "Mesías" 8.4.3. Jesús como "Hijo de Dios" 8.4.4. Jesús como "Hijo del hombre" 8.5. Consecuencias de la resurrección de Jesús 8.5.1. Dios hecho hombre 8.5.2. Revelación de Dios 8.5.3. Revelación del hombre 8.6. Reflexiones finales 8.6.1. La muerte de Jesús, ¿voluntad de Dios? 8.6.2. Carácter pascual de la existencia cristiana Apéndice 2: Diversas posiciones sobre la tumba vacía y las apariciones Apéndice 3: Fuentes extrabíblicas sobre Jesús
3 BIBLIOGRAFÍA A. Fuentes NBJ 2009 = Escuela Bíblica de Jerusalén, Nueva Biblia de Jerusalén(de estudio), Desclée de Brouwer, Bilbao. Benoit, Pierre - Boismard, Marie Émile - Malillos, José Luis (1987), Sinopsis de los cuatro evangelios I, Desclée de Brower, Bilbao. DzH = Denzinger, Heinrich. – Hünermann, Peter, El Magisterio de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1999. Flavio Josefo , La guerra de los judíos, Ed. CLIE, Barcelona, 2 vols., 1990. Flavio Josefo, Antiguedades judías, Ed. CLIE, Barcelona, 3 vols., 1988. García Martínez, Florentino (1993) Textos de Qumrán, (Ed. Trotta, Madrid). Diez Macho, Alejandro, Apócrifos del AT (7 vols.), Cristiandad, Madrid, 1984. Piñero, Antonio - Monserrat, José - García, Francisco (eds.) (1999), Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi 2, Trotta, Madrid. Santos, Aurelio de (1988), Los Evangelios Apócrifos, BAC, Madrid. A. Jesús histórico Armstrong, Sergio (2008), Introducción a los Evangelios, UCM, Talca. Barbaglio, Giuseppe, (2003) Jesús, Hebreo de Galilea, Secretariado Trinitario, Salamanca. Bornkamm, Gunther, (1975) Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca. Gnilka, Joachim, (1995) Jesús de Nazaret, Herder, Barcelona. González Faus, José Ignacio, (1984) La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, Sal Terrae, Santander. Meier, John P., (2004) Un judío marginal II,1. Juan y Jesús. El reino de Dios, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2002) Un judío marginal II,2. Los milagros, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2003) Un judío marginal III. Compañeros y competidores, Verbo Divino, Estella. Meier, John P., (2009) Un judío marginal IV. Ley y amor, Verbo Divino, Estella. Pikaza, Xavier, (2003) La nueva figura de Jesús, Verbo Divino, Estella.
4 Sanders, E. P., (2005) La figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella. Theissen, Gerd - Merz, Annette, (2004) El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca. Wright, Nicholas Thomas (2003), La resurrección del Hijo de Dios, Verbo Divino, Estella. B. Temas particulares Alexander, Pat (dir.) (1983) Enciclopedia de la Biblia, Verbo Divino, Estella. Dowley, Tim (dir.), (1991) Atlas bíblico Portavoz, Ed. Portavoz, Grand Rapids, Michigan. Etchegaray, Hugo,(1981) La práctica de Jesús, CEP, Lima. Fitzmyer, Joseph, (1987) El Evangelio según Lucas III, Cristiandad, Madrid. García Martínez, Florentino, (1998) "Los manuscritos de Qumrán y el Judaísmo", en. revista Reseña Bíblica, Verbo Divino, Estella Gnilka, Joschim (1986), El Evangelio según san Marcos II, Sígueme, Salamanca. González Faus, José Ignacio, (1983) Acceso a Jesús, Sígueme, Salamanca. Guijarro, Santiago, (2002) “Jesús y sus discípulos”, en revista Reseña Bíblica, nº 36, Verbo Divino, Estella. Guijarro, Santiago (dir.), (2002) El discipulado en los evangelios, Revista “Reseña Bíblica”, n° 36, (Verbo Divino, Estella) Jeremías, Joachin, (1985) “Jerusalén en tiempos de Jesús”, Cristiandad, Madrid. Kasper, Walter, (1994) Jesús, el Cristo, Sígueme, Salamanca. Luz, Ulrich, (1993), El Evangelio según san Mateo I, Sígueme, Salamanca. Perez-Cotapos, Eduardo (1978), "Introducción a la Biblia I", en Cuadernos de Evangelización n°4, Eds. Paulinas, Santiago. Perez-Cotapos, Eduardo, (1991) Parábolas: diálogo y experiencia. El método parabólico de Jesús según dom Jacques Dupond, Eds. Pontificia Universidad Católica de Chile, Stgo. 1991. Pérez Escobar (dir.) (2000) El Jesús histórico, Revista Reseña Bíblica, n°28, (Verbo Divino, Estella). Pouilly, Jean, (1990) Dios, nuestro Padre, Verbo Divino (Cuadernos Bíblicos, 68), Estella Saulnier, Christiane – Rolland, Bernard, (1993) Palestina en tiempos de Jesús, Verbo Divino, Estella.
5 Seibert, Ute (2010), Espacios abiertos: Caminos de la teología feminista, Forja, Santiago de Chile. Torres Queiruga, Andrés, (1986) Creo en Dios Padre, Sal Terrae, Santander. Villegas, Beltrán, (1978) “Evangelizar a los pobres”, en VVAA, El Evangelio, los pobres y la Iglesia, Vicaría de la Solidaridad, Santiago. Villegas, Beltrán, (1990 A) “La novedad del Evangelio”, en La Revista Católica, n° 1087, Santiago. Villegas, Beltrán,(sin año A) Evangelizar hoy, Instituto Nacional de Pastoral, Santiago. Villegas, Beltrán (1990 B) Introducción crítica a los Evangelios Sinópticos, Publicaciones Teológicas Seminario Pontificio de Stgo., Stgo. Villegas, Beltrán, (1980) Jesucristo ayer, hoy y mañana, Conferencia episcopal de Chile, Stgo., 1980; Villegas, Beltrán, (sin año B) “La predicación de Jesús en el Evangelio”, en Cuadernos Universitarios, n° 1, Ediciones Paulinas, Stgo., (sin año); Villegas, Beltrán, (1989) “Santos despreocupados de serlo”, en Revista Mensaje, Marzo-Abril, 1989. Villegas, Beltrán, (1996) Comprender el Sermón de la Montaña, Eds. Mundo, Santiago.
6 INTRODUCCIÓN GENERAL ¿Quién fue Jesús de Nazaret? Su figura histórica y su mensaje despiertan la curiosidad e interés de muchos hombres de hoy, tanto creyentes como agnósticos, católicos o pertenecientes a otros credos religiosos. Los que quieren conocerlo acuden a los evangelios. Sin embargo, ellos, junto con ser escritos fascinantes, también son obras bastante complejas: a menudo su lenguaje es incomprensible, las diferencias entre unos y otros a veces son considerables, hay evidentes contradicciones, y, finalmente, junto a un Jesús compasivo y misericordioso, aparece otro que amenaza con el fuego eterno a los que no creen en Él. ¿Cómo orientarse en la lectura? Hay actualmente buenas introducciones y comentarios de cada uno de los evangelios; sin embargo, en mi opinión, hay un paso previo que hay que dar antes de asomarse a esas obras: la de adquirir una visión global de los aspectos más centrales de la época, vida y mensaje de Jesús que permita una primera orientación, previa a las presentaciones particulares de cada evangelista. Dicha visión global es posible encontrarla en los manuales de cristología que existen actualmente en castellano. Sin embargo, todos ellos abordan con cierta profundidad los complejos problemas metodológicos, argumentos y consideraciones que sustentan la síntesis ofrecida; lo que desanima y desorienta al lector que aborda este tipo de libros por primera vez. El presente texto tiene como finalidad ofrecer una síntesis que aborda cuatro aspectos de la vida de Jesús: su ambiente histórico (1a parte), su mensaje (partes 2 a 5), su concepción del discipulado (parte 6) y su muerte y resurrección (7 y 8). En ellos he dado prioridad a aquellos planteamientos en los que hay un amplio consenso entre los especialistas, dejando intensionalmente de lado las argumentaciones que sustentan dichos resultados. Sin embargo, he querido, en cada uno de los temas, recoger los cuestionamientos y preguntas más recurrentes respecto de la materia tratada, y en la exposición ofrecer una respuesta a ellos, o, al menos, una primera orientación.
7 1. PALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS 1.0. Introducción Jesús fue un judío de esa época y sus interlocutores también. Para entender las palabras y las actitudes de Jesús debemos dejar por un momento nuestro presente y realizar un viaje al pasado. Es necesario introducirse en las condiciones económicas, religiosas, políticas, culturales, del pueblo al que pertenecieron tanto Jesús como sus discípulos, sus seguidores y detractores. El orden que seguirá la exposición será el siguiente: en primer lugar, pondremos nuestra mirada en la geografía palestinense, particularmente en su aspecto económico (geografía económica); en segundo lugar, nos detendremos en las instituciones políticas; en tercer lugar, en las instituciones religiosas; en cuarto lugar, en la sociedad judía (oficios, clases sociales); y finalmente en los grupos religioso-políticos. 1.1. Geografía económica 1.1.1. Palestina La vida de Jesús se desarrolla en la tierra dada por Dios a su pueblo: Palestina (que corresponde más o menos al Israel actual). Ésta es una angosta franja de tierra que tiene la forma de un trapecio (ver figura 1: Palestina en el Mundo), cuya base inferior mide unos 100 kms y la superior unos 50; su altura es de unos 220 kms. (figura 2: Palestina físico A). El mediterráneo lo limita al oeste y el valle del Jordán (una profunda hendidura o falla geológica) por el este. Para los efectos de esta presentación dividiremos el territorio palestinense en tres franjas imaginarias y paralelas: a) la costa, b) la montaña central, c) el valle del Jordán (fig. 3: Palestina Físico B). Las presentaremos recorriéndolas de norte a sur. a) La zona costera. La costa palestinense es suave y arenosa, formando en algunos lugares amplias dunas. El único puerto natural es el formado al pie del Monte Carmelo 1 (de hecho, los únicos puertos que tuvieron los judíos fueron los de Jafa, que perteneció tradicionalmente a los filisteos, y Cesarea, que fue construido poco antes de Jesús). Esta realidad mantuvo a Israel siempre alejado del mar, que fue visto más como un peligro potencial que como un campo de trabajo. b) La montaña central. Con este nombre se conoce la zona comprendida entre la llanura costera y el valle del Jordán. Al recorrerla de norte a sur se puede distinguir en ella las siguientes secciones (figura 4: Palestina en tiempos de Jesús): - Galilea: Situada en el norte, es una zona de colinas suaves y fértiles, intensamente cultivadas y con mucha población. En la época de Jesús, Galilea concentraba la mayor cantidad de habitantes de Israel, los que habitaban en pequeñas aldeas. Es el lugar en donde Jesús desempeña la mayor parte de su ministerio. Al sur de Galilea, y separándola de Samaria, se encuentra un fértil valle conocido como llanura del Esdrelón o Valle de Yisreel. Es la mejor zona agrícola de Palestina. - Samaria. Constituye el corazón geográfico del país. Una territorio montañoso que se levanta al sur de Yizreel. En el sector norte, o “baja Samaria”, hay pequeños valles fértiles entre las montañas. - Judea. Es una región de montañas más altas y secas. En el centro de esta zona se encuentra la ciudad de Jerusalén. Hay un fuerte contraste entre el sector occidental (hacia el Mar Mediterráneo) 1
546 metros de altura
8 y el sector oriental (hacia el Jordán). El primero tiene sectores más planos y recibe lluvias que permiten una agricultura no despreciable. El segundo es abrupto y seco, hasta el punto de ser conocido como el “Desierto de Judá”. c) El valle del Jordán (fig. 3: Palestina Físico B). El río Jordán tiene su origen en una serie de arroyos que nacen en las laderas del monte Hermón (2.814 mts) y que se reunen en el pantano Hulé, que se encuentra a 2 mts. sobre el nivel del mar. Saliendo de éste, el Jordán baja rápidamente hasta llegar al lago de Genesaret (o lago-mar de Tiberíades, o mar de Galilea; 212 mts. bajo el nivel del mar). Este lago tiene 21 kms. de largo por 10,5 kms. de anchura máxima. Sus aguas son cristalinas y con abundante pesca (en ellas se desarrollan todas las escenas de pesca de los evangelios). En su sector occidental hay una amplia y fértil llanura que fue muy cultivada y habitada desde la antiguedad. Allí se ubican muchos de los pequeños pueblos a los que hacen referencia los evangelios. El lado oriental es seco y árido, con laderas abruptamente cortadas; una región casi deshabitada. Del sur del lago renace el río Jordán, bajando hasta llegar al Mar Muerto. Debido a los numerosos meandros del río, se forma una tupida vegetación que contrasta con la sequedad del valle, rodeado de secas montañas. El Jordán desemboca y termina en el Mar Muerto. Este es un lago que se encuentra a 392 mts. bajo el nivel del mar. Por lo mismo, carece de desagüe, manteniéndo un alto nivel de evaporación. Esta especial característica ha elevado tanto la salinidad de sus aguas que es imposible la vida en ellas; de ahí proviene su nombre. Los sectores adyacentes a él lago son muy desérticos. El territorio de Palestina no es muy grande. La superficie total está en torno a los 10.000 kms. cuadrados (nuestra Región Metropolitana tiene 15.349 kms. y la VII Región 30.302). Las distancias son cortas, aunque los caminos no siempre son fáciles (de Jerusalén a Nazaret hay unos 140 kms.; más o menos la distancia de Chillán a Talca; unos 4 días de camino a pie). La población de Palestina en esta época es difícil de calcular. Es probable que sea de 500.000 como máximo. En Jerusalén viven de 20.000 a 50.000 personas. En la época de las grandes peregrinaciones -debido a las grandes fiestas judías- esa cifra puede subir a 180.000. Se trata de cifras reducidas si se tiene en cuenta que en la misma época la ciudad de Antioquía tiene 500.000, la de Alejandría 600.000 y Roma un millón. 1.1.2. La agricultura Las lluvias caen prácticamente entre noviembre y marzo, un poco en octubre y abril, mientras que el verano es completamente seco. El relieve hace que el agua corra rápidamente sin penetrar en la tierra, muy pobre en arcilla, que no puede conservarla. El trigo y la cebada constituyen la base de la alimentación y se cultivan casi en todas partes, pero especialmente en Galilea. Los higos son también muy importantes. El olivo está muy extendido en toda Palestina. De él se extrae el aceite para las lámparas y para la cocina. La viña crece sólo en Judea y es de buena calidad. Existe también abundancia de frutas y legumbres. Se trata de un país rico en árboles. La ganadería se reduce prácticamente a las ovejas y corderos. 1.1.3. La industria En primer lugar está la pesca, de gran importancia para la alimentación diaria. Es intensa en
9 la costa mediterránea, en el Jordán y sobre todo en el lago de Tiberíades. La construcción está en pleno apogeo (el Templo y nuevas ciudades), lo que contrasta con la pobreza de las casas de la gente sencilla de Israel: de una sola pieza (a la que se podía agregar otras habitaciones a medida que se prosperaba económicamente), de adobe; con techo de vigas, ramas y barro (“el terrado”, sobre el cual transcurre buena parte de la vida de la familia). Los ricos tienen casas al estilo romano, con múltiples habitaciones alrededor de un patio. Son importantes la hiladura y la fabricación textil (lana), la industria del cuero y la alfarería. Basta todo lo dicho aquí para descartar una imagen muy frecuente entre nosotros: la de que la Palestina de Jesús era un territorio pobre y semi-desértico. En realidad, ella producía más que lo suficiente para las necesidades de la población. Sin embargo, en Israel reinaba la pobreza. Las causas de esta paradoja aparecerán en los apartados siguientes.
10 Fig. 1: Palestina en el mundo
11 Fig.2: Palestina físico A
12 Fig. 3: Palestina físico B
13 Figura 4: Palestina político
(DOWLEY,T., “Atlas Bíblico Portavoz”, Portavoz (Kregel), Michigan, 1991)
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Fig. 5: Imperio Romano
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Fig. 6: Diagrama del Templo
Patio de los gentiles
Patio de las mujeres Patio de Israel Altar Patio de los sacerdts. Santo
Santo de los santos
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Fig. 7: Dibujo del Templo
Templo de Jerusalén
visto desde el oriente
17 1.2. Las instituciones políticas Entender la constitución y el modo de operar de la autoridad política en la Palestina de tiempos de Jesús no es fácil. En primer lugar, porque es necesario desprenderse por un momento de la mentalidad moderna, que distingue claramente los ámbitos político y religioso. En el siglo primero 2, estos campos no están diferenciados: las autoridades políticas son a la vez autoridades religiosas, así como los movimientos religiosos son también partidos políticos. En segundo lugar, el poder político (y el religioso) es compartido por varias autoridades. Durante el ministerio de Jesús, por ejemplo, gobernaba en Galilea el rey Herodes, en Judea y Samaría estaban el gobernador romano (en el ministerio de Jesús “Poncio Pilatos”), y en Judea (además del gobernador) el Sanedrín, con el Sumo Sacerdote a la cabeza. 1.2.1. Antecedentes previos: el Judaísmo. Para comprender bien cómo y por quienes estuvo gobernado el pueblo judío en la época de Jesús hay que recoger los antecedentes de la dominación romana. Ésta se impuso después de la de otros imperios (persa, helenístico, romano) en el período que denominamos “Judaísmo”. Por tal entendemos la época que va de los años 538 a.C. al 135 d.C., posterior al exilio en Babilonia. Una vez que el pueblo retorna a su tierra ya no vuelve a recuperar su independencia política. La mayoría de los judíos vive fuera de Palestina, y una minoría en Judea y Galilea, lo cual plantea con agudeza el problema de no perder la propia identidad como pueblo. Para evitar la disolución, se propone como elementos cohesionadores el Templo y la Ley: En un primer momento, Israel se comprende a sí mismo ante todo como una comunidad cultual en torno a Jerusalén. Sin embargo, la asistencia continua al Templo es imposible para aquellos judíos que viven fuera de Palestina. Por ello, finalmente, terminará siendo la Ley el elemento aglutinador fundamental. Este acento en la Torah (nuestro actual Pentateuco) es el rasgo más típico del Judaísmo, y allí estará su fuerza y su debilidad. Los romanos gobernarán Palestina entre el 63 a.C. y el 135 d.C. Mantendrán como monarcas “títeres” a los reyes judíos de la “dinastía herodiana”, que tendrán un escaso poder real pero que darán a los judíos una sensación de cierta independencia. En el año 66 d.C. se inicia una rebelión judía para lograr la libertad de Israel. Sin embargo, después de unos primeros éxitos, ella termina con la destrucción del Templo de Jerusalén y la derrota total en agosto del año 70 (sólo resistió la fortaleza de Masada hasta el año 72). El año 132 se inicia una segunda sublevación, encabezada por Simeón Ben Kosebá, que termina con la derrota definitiva de los judíos en el 135. A partir de esta fecha el emperador romano les prohibe vivir en Palestina. 1.2.2. Herodes el Grande (37 a.C.- 4 d.C.) y sus sucesores Para comprender el modo como estaba distribuida la autoridad en la Palestina de tiempos de Jesús es necesario remontarse a Herodes el Grande, antecesor de Herodes Antipas, que gobierna durante el ministerio de Jesús. La política de Herodes fue siempre de un gran oportunismo: sabiendo que no era lo suficientemente poderoso para sacudirse el yugo romano y que no tenía arrastre popuñar como para prescindir de su apoyo, intentó siempre complacer a Roma por encima de todo. El afecto de Herodes por la civilización griega se tradujo en su gusto por las grandes 2
Y en toda la Antiguedad.
18 construcciones, los juegos y los espectáculos. En el aspecto económico su reinado fue bastante próspero. El final de su vida estuvo ensombrecido por las disputas por su sucesión (ver figura 4: Palestina en tiempos de Jesús). Después de varias sublevaciones de sus hijos (a los que ejecutó sin misericordia) dejó a Arquelao (4 a.C. - 6 d.C.) como rey de Judea y Samaria, y a Herodes Antipas (4 a.C. - 39 d.C.) como rey de Galilea. Arquelao no duró mucho tiempo como gobernante: escandalizó a todos al casarse con una princesa capadocia, esposa anterior de Alejandro; además una legación de judíos y samaritanos lo acusó ante Augusto de cruel y brutal. En el año 6 d.C. el emperador lo depuso y lo desterró a las Galias; Judea y Samaria quedan a cargo de un procurador romano. 1.2.3. Los procuradores El procurador (o gobernador) era un funcionario que dependía del gobernador de la provincia de Siria, quien tenía la mayor parte de las tropas romanas (el procurador contaba con una especie de policía). A pesar de lo anterior, era representante directo del emperador y reunía en sus manos los poderes civiles, militares y judiciales. Sólo él tenía las facultades para condenar a alguien a la pena de muerte. La principal función del procurador era el cobro del impuesto, lo que iba en contra de las más importantes convicciones del pueblo judío. Cuando el legado de la provincia de Siria organizó un censo (Lc 2,1-2) a comienzos del siglo I, realizó con él un catastro de personas y propiedades en vistas a la tributación. En el fondo, se estaba reconociendo a los judíos el uso y gestión de la tierra pero no el derecho de propiedad, que se consideraba perteneciente al Imperio. Y, precisamente, una de las más caras convicciones religiosas del pueblo judío era el que Yahveh les había dado la tierra en herencia, en cumplimiento de las promesas dadas a Abraham. Pero no sólo el hecho del impuesto constituyó una afrenta sino que la cantidad y el modo del cobro produjo un empobrecimiento general. El cargo de jefe de cobradores de impuesto (o jefe de “publicanos”) era rematado en subasta pública y lo obtenían algunos judíos ricos (los “ancianos”, que veremos más adelante). Éstos organizaban el cobro contratando funcionarios (los“publicanos”) con el apoyo de las tropas romanas. A estos jefes, el Imperio les exigía una cantidad fija (su fortuna personal garantizaba el pago completo), pero a menudo ellos cobraban más a un pueblo que con frecuencia no conocía con exactitud lo estipulado por la ley. Como consecuencia, los “publicanos”, eran considerados, a la vez, estafadores públicos y traidores a la patria. A ello se agregaba su carácter de “impuros”, ya que su contacto con extrangeros los inhabilitaba para el culto 3. 1.2.4. El Sanedrín El Sanedrín era la corte suprema de Israel. Se trataba de un consejo que asesoraba al Sumo Sacerdote, jefe supremo de la nación, quien lo presidía. Como corte de justicia, juzgaba los delitos contra la Ley, fijaba la interpretación de la misma y controlaba finalmente toda la vida religiosa. Asumía, por lo tanto, funciones ejecutivas y judiciales 4. De hecho contaba con una policía propia. No tenía atribuciones para condenar a muerte. El Sanedrín funcionaba en el recinto del Templo y constaba de 71 miembros: los sumos 3 4
Etchegaray 1981, 71-72 La Ley (o Torah), no sólo regula el ámbito religioso sino todos los aspectos de la vida, incluyendo el político.
19 sacerdotes depuestos, los sacerdotes de rango superior (llamados en los evangelios con cierta imprecisión “jefes de los sacerdotes” o sumos sacerdotes”), los senadores o ancianos y, cada vez más, escribas. (Más adeltante se verá qué son cada uno de estos grupos). En los pueblos existen “pequeños sanedrines”, que juzgan las causas y hacen en alguna medida de autoridad religiosa y política. Están compuestos a menudo por sacerdotes y escribas. 1.3. Las instituciones religiosas Por instituciones religiosas nos referimos al Templo ya a la Sinagoga. Es necesario recordar la consideración con que comenzábamos el punto anterior: en esta época no se distinguen los ámbitos religioso, político, social y económico: todo está vinculado. Por tanto se trata aquí de instituciones en que se dan todos estos aspectos. 1.3.1. El Templo a) Qué es El Templo (que ocupaba en esta época un quinto de la ciudad de Jerusalén) era el centro de la vida de Israel. Físicamente, se trataba de un gigantezca construcción de unos 480 mts. de largo por unos 300 de ancho (ver figura 6: Diagrama del Templo, y 7: Dibujo del Templo) compuesto de un muro que lo rodea, de varios patios y de un edificio central techado en forma de cubo, de unos 50 metros de alto, ancho y largo (su altura equivale a un edificio de 15 pisos). Su patio más externo se llamaba “atrio de los gentiles”: allí estaban instalados los comerciantes, que vendían bueyes, corderos, palomas, aceite y harina, necesarios para el culto. También estaban los cambistas, que proporcionaban la moneda del Templo, ya que al interior del recinto no se podía usar la divisa romana. Atravesando un muro se podía acceder al “patio de las mujeres”; más adentro (también amurallado) estaba el patio de Israel y luego el de los sacerdotes, en cuyo centro estaba el altar de los sacrificios. Frente a este último patio estaba el “Santo”, el edificio central en forma de un perfecto cubo, del que hemos hablado. En el interior, existía una sala separada por una cortina; la parte que estaba junto a la entrada contenía el altar de los perfumes, la mesa de los panes de la proposición o de la ofrenda, y el candelabro de los siete brazos. Cruzando la cortina estaba el “Santo de los santos”, el lugar más sagrado del Templo, que antes contenía el “Arca de la Alianza” (extraviada durante el Exilio), y que ahora estaba vacío. b) El culto El culto que tenía lugar en el Templo consistía en quemar animales enteros (holocaustos) o al menos sólo sus vísceras y su grasa (sacrificios por el pecado y sacrificios de comunión) como una forma de hacerlos pasar del ámbito humano al divino. Lo único que nunca se quemaba era la piel, que se convertía en propiedad de los sacerdotes. Todos los días se inmolaban dos corderos como “sacrificio perpetuo”: uno en la mañana y otro por la tarde. En el resto de la jornada se sucedían los sacrificios privados. El israelita que quería ofrecer un sacrificio empezaba comprando, en el “patio de los gentiles”, el animal o los animales que deseaba ofrecer, así como la harina y el aceite necesarios para la ofrenda. Luego cruzaba el “patio de las mujeres” y llegaba al “patio de Israel”. Se presentaba a un sacerdote, reconocible por su vestidura especial (traje de lino blanco). Éste le
20 llevaba entonces a través del patio de los sacerdotes (que se podía atravesar en esas circunstancias), hasta el pie del altar. El pontífice (probablemente con ayuda del oferente) degollaba a la víctima, lo despojaba de su piel, despedazaba y utilizaba cada uno de los trozos según las prescripciones de la Ley. Estos ritos iban acompañados de plegarias y bendiciones que no conocemos. Una mujer o un no-judío (esto es, un “gentil) podían también ofrecer sacrificios, pero les estaba prohibida la entrada en los patios interiores, en cuyo caso la ofrenda la realizaba a solas el sacerdote. c) Los “círculos de santidad” Hemos hablado hasta ahora de patios y sitios que establecen límites muy precisos. Estas delimitaciones se basan, más profundamente, en la concepción judía de la santidad. En términos simples, se puede decir que, para Israel, sólo Dios es el “Santo”, esto es, el puro, el separado, el perfecto; por naturaleza, el hombre y la creación en general son lo “profano”, esto es, lo impuro, lo vulgar, lo imperfecto. Por simple proximidad o contacto, cada uno es capaz de comunicar una parte de lo que es; por eso, el hombre puede comunicar su impureza a su semejante, pero no su santidad. Dios, al contrario, comunica su santidad a todo lo que se le acerca, una santidad cada vez más difusa y más débil a medida que uno se aleja de Él. Podría representarse esto bajo la forma de unos círculos concéntricos. En el centro está el lugar sagrado por excelencia, el Santo de los santos; viene luego el Santo, en donde pueden penetrar sólo los sacerdotes; después el patio de los sacerdotes, en el que sólo pueden entrar éstos (y el varon adulto que va a ofrecer un sacrificio, mientras éste dure). Al patio de Israel sólo los sacerdotes y los varones adultos; al de las mujeres, los nombrados anteriormente más las mujeres y los niños. Por último, está el patio de los gentiles en donde pueden ingresar todos los anteriores y los paganos. Quebrantar los límites debidos implica romper el equilibrio querido por Dios, lo que se catiga severamente. Como puede verse, se está considerando más “santas” a ciertas condiciones por sobre otras: es más “puro” el hombre que la mujer, el judío que el gentil, el adulto que el niño, el sano que el enfermo. Por ello, es muy justo decir que el Templo, junto con ser la institución que cohesionaba a Israel, era también una permanente fuente de exclusión y discriminación. d) Variedad de funciones Finalmente, no es posible hablar del Templo sin hacer presente la variedad de funciones que éste cumplía al interior de la vida de Israel. Era, a la vez, banco y mercado, sede de la autoridad política y centro de la vida religiosa. Lo primero, porque era la principal fuente de ingresos del país; provenientes de donaciones, del comercio de lo que quedaba de las víctimas, de los impuestos (existía un impuesto especial a favor del Templo), del aporte de votos (mandas) y promesas, de la gestión de sus bienes inmoviliarios, etc. El tesoro del Templo se empleaba parcialmente para los gastos de mantenimiento de la ciudad, así como en diversas operaciones financieras. Era el principal consumidor de productos del país. Estaba vinculado también a la toma de decisiones políticas, ya que en su interior funcionaba el Sanedrín, con el Sumo Sacerdote a la cabeza. 1.3.2. La Sinagoga Eran “casas de oración” situadas en cada pueblo judío (o ciudad del Imperio en donde hubiera un número importante de ellos). En ellas todos los sábados se leía la Palabra de Dios (el Pentateuco y los Profetas), se rezaban algunas oraciones y se realizaba un comentario bíblico. En principio cualquier judío adulto podía efectuar esto último; sin embargo, pocos se atrevían a
21 hacerlo. En la práctica, este rol lo asumen los escribas (que veremos más adelante). 1.4. La sociedad judía Nos centraremos sobre todo en los principales oficios y clases sociales. 1.4.1. Los sacerdotes Debido a la centralidad del Templo, los sacerdotes eran consideraros la nobleza por excelencia en Israel. Su oficio consistía en realizar los sacrificios, lo que los convertía en verdaderos “carniceros” (ver arriba lo dicho sobre el culto del Templo). Provenían de la antigua tribu de Leví, y por tanto existían “familias sacerdotales”. Se llega a ser sacerdote en forma hereditaria, por transmisión de padre a hijo. Para tener una idea de su condición económica es muy importante distinguir entre “sumos sacerdotes” y sacerdotes de rango común. a) El “sumo sacerdote”. Cuando aparece en singular (el “sumo sacerdote”) se trata del principal líder de la sociedad judía. Al regreso del exilio, como ya no hay rey, se convierte en la primera autoridad. Era el responsable de la Ley y del Templo; presidía oficialmente el Sanedrín. Por sus funciones gozaba de una gran dignidad y a la vez de una situación económica muy confortable. El Templo era para él una buena fuente de ingresos, que, a menudo, aumentaba mediante abusos, de ahí su impopularidad. Se mostraba demasiado sumiso al poder romano. b) Los “sumos sacerdotes” El término “sumos sacerdotes” o “jefes de los sacerdotes” en los evangelios es poco preciso. A veces designa a los sumos sacerdotes retirados, otras veces a ciertos cargos de responsabilidad en el Templo (repartidos cuidadosamente entre personas de la familia del sumo sacerdote); también designa a los pontífices de alto nivel que integran el Sanedrín. Su situación económica era muy buena. c) Los sacerdotes de rango común Eran unos 7.000 y se encargaban de ofrecer los sacrificos cotidianos o extraordinarios del Templo. Sin embargo, no se necesitaba tanta gente para atender estas necesidades; por eso estaban dividos en 24 clases o equipos, que iban sirviendo por turno en cada semana. Así, pues, cada sacerdote ejercía su sacerdocio en el Santuario cinco semanas al año. El tiempo restante no tenía nada que hacer más que hacer que sentarse de vez en cuando como consejero en el tribunal del pueblo en donde residía, cuando había que juzgar un caso que requería la presencia de un pontífice. Debido a esta situación, el clero era en general pobre. d) Los levitas Originarios también de la tribu de Leví, eran empleados del Templo. Estaban divididos en dos grupos: los levitas músicos, que animaban la liturgia con sus cantos y sus instrumentos musicales, y los levitas porteros, que mantenían y limpiaban el Santuario, y controlaban el acceso a los diversos patios (realizando la función de una verdadera policía: la “guardia” que va a detener a Jesús en el huerto de los Olivos)
22 1.4.2. Los ancianos Nos referimos aquí a los que componen el Sanedrín. Son los jefes de las principales familias laicas de Israel. Se trata de grandes latifundistas y comerciantes. Están muy vinculados al Templo y a los sumos sacerdotes. Son saduceos (ver más adelante). Están también muy ligados al poder romano, que había sabido atraérselos entregándoles los cargos de consejeros y dándoles por tanto algún poder. Muchos de ellos son jefes de cobradores de impuesto. 1.4.3. La clase media Casi no tenemos datos de esta clase social de comerciantes y de artesanos. En general, su prosperidad dependía del Templo. Los trabajos de los artesanos (panaderos, sastres, perfumistas, etc.) parece que estaban muy bien pagados. Algunos se especializaban en recuerdos para los peregrinos o en objetos de lujo, que solían venderse abundamentemente durante las fiestas. Estaban además los encargados de acoger y albergar a los peregrinos en posadas y casas de comida, y de proporcionarles transporte y venta de las cosas necesarias. 1.4.4. El pueblo Hay que incluir aquí a los pequeños propietarios de tierras, grupo duramente golpeado por la ocupación romana, debido a los impuestos. Muchos quebraron y debieron trabajar como jornaleros. Este último era un campesino que era contratado día a día para trabajar en un campo, por un denario, lo indispensable para alimentarse él y su familia. Si se enfermaba, caía en la más absoluta miseria. Al final de la escala social están los mendigos y los esclavos. 1.4.5. Los escribas (Rabinos, maestros de la Ley, legistas) En el Judaísmo de esta época son muy importantes los escribas. Algunos pertenecían al grupo de los saduceos, pero la mayor parte eran fariseos. Ellos enseñaban en escuelas, que había no sólo en Jerusalén sino también en la diáspora. Su enseñanza se centraba casi completamente en el estudio de la Torah (nuestro Pentateuco). Se estudiaba también "las tradiciones de los padres"(ley oral). A diferencia de los saduceos y esenios, los escribas fariseos daban importancia a los Profetas y Escritos 5, aunque subordinados al estudio de la Ley. La tarea principal era la comprensión del texto (peshat); es decir, el conocimiento de la "letra" en que todos estaban de acuerdo. Luego venía la interpretación (midrash), en donde surgían diferencias entre las distintas escuelas. Es importante resaltar que la Torah contenía todo el saber de la época: era un compendio de enseñanza no sólo religiosa sino también política, social, pedagógica, científica, etc.; de manera que el maestro era una especie de “sabio universal” muy apreciado a la hora de pedir un consejo. La enaeñanza era fundamentalmente oral. Los alumnos debían memorizar la enseñanza del maestro, para ello usaban procedimientos mnemotécnicos (leer en voz alta canturreando, usar palabras-gancho para hilar enseñanzas diversas, como en Mc 9,42-50; etc.). Los estudiantes 5
Ver en la NBJ, pag. XII ("Índice de la Biblia hebrea").
23 formaban una comunidad con el maestro; el alumno que llegaba a dominar toda la enseñanza pasaba a su vez a ser maestro. Más adelante se requirió la edad de 40 años y una ordenación formal mediante imposición de manos. Sin embargo, en esta época esto no estaba normado; incluso había maestros que eran autodidactas. Entre los escribas fariseos había varias tendencias, como se verá más adelante. Los maestros gozaban de gran prestigio ante el pueblo por su sabiduría y estilo de vida. Muchos debieron trabajar en otro oficio para cubrir sus necesidades. En general, pertenecían a la clase media. 1.1.5. Los grupos religioso-políticos El Judaísmo se acomodaba bastante bien a las divergencias más o menos importantes de sus miembros con tal de que mantuvieran unas cuantas verdades esenciales y ciertas prácticas. Esto explica la multiplicidad de tendencias que existía en la época de Jesús (no bien reflejadas en los evangelios, que fueron compuestos después de la crisis del año 70 d.C., de la que sobrevivieron sólo los fariseos). Como en la sociedad palestinense los ámbitos religioso, político y cultural, están profundamente entrelazados, estamos entonces ante grupos que son una mezcla de lo que hoy serían movimientos religiosos y partidos políticos. 1.1.5.1. Los saduceos Los saduceos eran un grupo estrechamente ligado a los sumos sacerdotes del Templo (y a los ancianos). Se trataba de gente de fortuna, que llevaba una vida de lujos. Aceptaban como Palabra de Dios sólo el Pentateuco, sospechaban de los profetas y prescindían de los otros “escritos” (nuestros actuales “libros poéticos y sapienciales”). Por lo mismo, rechazaban las “nuevas doctrinas” bíblicas, como la de la espera del Mesías y la resurrección de los muertos. Del Pentateuco tomaban la antigua “doctrina de la retribución”, esto es, la de que Dios recompensa en esta vida con salud, bienes, numerosos hijos, larga vida, etc. a los que son fieles a la Alianza; y, por el contrario, con enfermedad, pobreza, infertilidad, etc. a los que no lo son. Esta doctrina servía a los saduceos para justificar su estilo de vida considerándolo un claro signo de su santidad y bendición divina. Los saduceos era muy estrictos en el cumplimiento de la Torah al interior del Templo, en las normas cultuales, pero bastante “laxos” en lo relativo a los demás ámbitos. Por eso, a menudo vivían de forma muy parecida a las autoridades romanas. Como la riqueza y el poder de este grupo está bastante ligado al Templo, los saduceos rechazaron todo lo que pudiera ponerlo en peligro (y lo que amenazara, por lo tanto, su alianza con los romanos). Su mayor temor era la espera mesiánica y las posibles sublevaciones que ella podía acarrear. Bajo esta luz son significativas las razones que tuvo el Sanedrín (controlado por los saduceos) para condenar a muerte a Jesús: “¿Qué hacemos? Este hombre (Jesús) está realizando muchos signos. Si dejamos que siga actuando así, toda la gente creerá en él; entonces, las autoridades romanas tendrán que intervenir y destruirán nuestro Templo y nuestra nación” (Jn
24 11,47b-48). 1.1.5.2. Los esenios y “qumranitas” Su conocimiento se debe en gran parte al descubrimiento de los “manuscritos del Mar Muerto” a partir de 1947. Pero antes, sabíamos de su existencia por el historiador judío Flavio Josefo 6. Flavio Josefo nos presenta a los esenios con los siguientes rasgos: - viven en comunidades en donde se practica la fraternidad y la propiedad común de todos los bienes; - la mayoría renuncia al matrimonio acogiendo la vida célibe; - habitan en diversas ciudades; - envían ofrendas al Templo, pero no hacen sacrificios en él; - algunos de sus miembros son sacerdotes - son muy aficionados a los baños como rito de purificación; - siguen rigurosamente la Torah y creen en los profetas; - creen en la inmortalidad del alma, los ángeles y el juicio final. Aunque los manuscritos de Qumrán no son claros al respecto, pareciera que un grupo al interior del movimiento esenio rompió con él por cuestiones relativas al calendario litúrgico y a las purificaciones, y se retiró a vivir en el desierto de Judá, a orillas del Mar Muerto, a la espera del Mesías. A esta secta (que llamaremos, para mayor claridad, “qumranitas”) pertenecen los textos encontrados en ese lugar 7. En los esenios y qumranitas tuvo amplia acogida esa forma tan peculiar de ver las cosas que hoy llamamos “apocalíptica”8. Se trata de un género literario y de una corriente de pensamiento. El género literario se caracteriza por los siguientes elementos: - Una visión sobre lo que hay en el cielo recibida por un vidente. Mediante una complicada simbología la visión presenta un pronóstico de lo que va a pasar en la historia, especialmente de su final. La historia aparece dividida en períodos y el final implica un término catastrófico del mundo y la llegada de Dios con poder. El vidente suele ser un personaje importante del pasado, que escribe el libro. Es muy frecuente que este personaje tenga viajes celestes a regiones remotas. - Un ángel que explica el contenido de la visión al vidente. - Un libro de origen divino que contiene todos los planes de Dios sobre el mundo. - Pseudonimia; esto es, que el libro apocalíptico aparece escrito mucho antes de lo que realmente lo fue y por una persona distinta a la atribuida en el libro, lo que permite acertar con las 6
7
8
Josefo, Bell, libro 2°, cap. 7(CLIE 1990, tomo 1, pp. 217-224. Josefo, Ant, libro 18, cap. 1°, n° 5 (CLIE 1998, tomo III, pp.227-228). Es la hipótesis de Florentino García Martínez, el principal estudioso de Qumrán de habla hispana. Es recomendable para una visión más exacta y extensa leer el n°19 de la revista “Reseña Bíblica” (Ed. Verbo Divino, 1998) dedicado enteramente al tema. Particularmente interesante es el artículo de García Martínez 1998. Para leer directamente los textos se puede recurrir a García Martínez 1993. Presente también, aunque en menor grado, en los fariseos y zelotas
25 predicciones del futuro (salvo en lo tocante al "día de Yahveh", que aparece descrito en términos más o menos vagos). El género literario apocalíptico pretende transmitir una visión de las cosas. Ella tiene los siguientes puntos centrales: - La trascendencia y el señorío de Dios sobre el mundo. Dios es distinto del mundo y está lejos de él. Sin embargo, esta lejanía no es despreocupación, ya que Dios actúa a través de una multitud de seres angélicos. - El dualismo. Para la mentalidad apocalíptica sólo existen los buenos y malos, los hijos de la luz y los de las tinieblas, como dicen los manuscritos de Qumrán. Los primeros son perseguidos por los segundos. Estos últimos pueden ser tanto los gentiles como los infieles que hay dentro de Israel. - El determinismo. Dios ha determinado de antemano el curso de la historia y a sus elegidos les ha dado el conocer su designio. El orden fijo de los acontecimientos está grabado en tablas celestiales; los destinos de Israel y de las naciones han sido prefijados, y Dios pondrá fin al mundo presente cuando se haya cumplido el tiempo establecido. Nadie puede alterar el plan establecido por Dios, y no existe la menor posibilidad de desviarlo. Pero es posible investigar el desarrollo de ese plan, a fin de vislumbrar, en la medida de los posible, en qué etapa se encuentra el pueblo con respecto al fin de sus tribulaciones. - Libertad y responsabilidad. El punto anterior nos lleva a plantearnos el problema de la libertad y responsabilidad del hombre y las del mismo Dios. Los apocalipsis afirman esa libertad y responsabilidad sin plantearse el problema de su incompatibilidad con el determinismo. - El origen del mal es atribuido a ángeles rebeldes que seducieron a los hombres. - El mundo futuro o reino de Dios sustituye a nuestro mundo, demasiado afectado por el mal y por lo tanto incapaz de ser transformado. La apocaliptica cree en la resurrección de los muertos y en el juicio final, con su correspondiente castigo a los injustos y recompensa a los justos. Este mundo nuevo se describe a menudo como un paraíso en que Dios (y/o el Mesías) habitará con los hombres. - A veces la apocalíptica es "milenarista"; esto es, concibe un reinado temporal, terrestre, del Mesías, anterior al Reino de Dios. Tiene lugar después de la derrota a los imperios y acarrea el gobierno de Israel sobre todos los hombres centralizado en Jerusalén. Casi toda la apocaliptica fue dejada fuera de la Biblia por los judíos que definieron el canon. Sin embargo, nos dejaron Dn 7 - 12, que es un excelente ejemplo del género. Particularmente importante es el cap. 7 en donde aparece la misteriosa figura del Hijo del Hombre. Los qumranitas se consideraban el ejército sagrado de Dios, que habría de combatir en la tierra y aniquilar a todos los impíos cuando Yahveh diera la señal. En aquel momento, los ángeles del cielo combatirían también contra los demonios en una batalla que aseguraría la victoria definitiva de Dios, la destrucción de todos los impíos y el triunfo de los santos. Ellos querían estar siempre ritualmente dispuestos para esta guerra santa, pero, a diferencia de los zelotes, no buscaban comprometerse mientras el Señor no diera la señal.
26 ¿Qué impacto tuvieron sobre la sociedad judía del siglo I? ¿Qué relación tuvieron con Jesús y los cristianos? Lo ignoramos totalmente, con excepción de que en la guerra del 66 al 70 estuvieron con los zelotes (¿había llegado el “signo” de Dios?), y que desaparecieron en ella. 1.5.3. Los zelotes (o zelotas) En la época de Jesús no son un movimiento único en cuanto a su organización sino grupos dispersos (por eso no aparecen nombrados en los evangelios) que están detrás de una serie de brotes de insurrección armada entre los años 4 a.C. y 66 d.C. En cuanto a su ideología, consideran que Dios ha dado a su pueblo la tierra, pero a cambio de ella no tolera ninguna transgresión a la Ley y al Templo, ni por parte de los judíos ni por los romanos. Por ello, los zelotas ejecutan sin piedad a los judíos transgresores (en linchamientos públicos que cuentan a menudo con la complicidad encubierta de los sumos sacerdotes). En varias oportunidades se sublevaron y asesinaron soldados romanos (por ejemplo, a causa del censo organizado por Quirino para cobrar el impuesto). Los zelotas están convencidos de que del cumplimiento riguroso de la Ley y de sus “acciones de limpieza” depende la llegada del Mesías y el establecimiento del Reino de Dios entendido este último al modo apocalíptico. La imagen que tienen del Mesías es la de un caudillo militar, al estilo de David. 1.5.4. Los fariseos Se trata del grupo más numeroso, mejor cohesionado y de mayor prestigio en Israel. Según Flavio Josefo eran unos 6000. Su origen parece remontarse a la rebelión macabea. Pertenecían a los "jasidim" ("entusiastas de la Torah), que al principio apoyaron la rebelión macabea, pero que luego se apartaron de ella cuando uno de los hermanos macabeos, Jonatán, asumió el sumo sacerdocio de forma ilegítima. Constituyeron un movimiento de laicos (aunque al comienzo había sacerdotes), predominantemente de clase media: artesanos, comerciantes y otros operarios, que se ganaban la vida con el trabajo manual. Casi todos los escribas eran fariseos, lo que explica el que a menudo en los evangelios se identifique a estos dos grupos. No se sabe con claridad el origen del nombre "fariseo" y tampoco si ellos se autodenominaban de ese modo. Una posibilidad es que la palabra original sea "perushim", que significa "separados", y que corresponda a la preocupación excesiva que tenía el grupo por las normas de pureza, que lo llevaba a apartarse de su medio ambiente para evitar contaminarse. Según Josefo eran mucho más estrictos que los demás judíos en el cumplimiento de la Ley y las costumbres de los antepasados. En lo ideológico, los fariseos propugnan un cumplimiento lo más riguroso posible de la Ley, tanto de sus mandatos morales como rituales. A la Torah escrita se fue sumando la tradición oral, que se fue ampliando con las interpretaciones que hacían los rabinos, que no sólo buscaban aclarar los textos oscuros, sino también actualizar prescripciones obsoletas y precisar más el modo de cumplir los mandatos cuando éstos dejaban vacíos. De lo que se trataba era de cumplir la
27 voluntad de Dios en todos los aspectos de la vida, para lo cual era necesario tener la absoluta certeza de cuál era esa voluntad. Los fariseos llevaron a la vida cotidiana muchas de las normas cultuales y de pureza que pertenecían al culto del Templo. Emprendieron una gran labor misionera para lograr que todos los judíos vivieran de acuerdo a la Ley. Flavio Josefo no nos dice nada sobre el mesianismo y la escatología de los fariseos, pero, por los Salmos de Salomón (un libro apócrifo posterior al 63 d.C.que proviene de los círculos fariseos) y los evangelios podemos inferir que creían en el Mesías. Según parece, los fariseos esperaban con confianza y en un breve plazo, la llegada del Mesías que instauraría una era de paz y prosperidad terrena, que acarrearía el regreso de los judíos dispersos a la Tierra Santa, pondría fin a la dominción extranjera y exterminaría a los impíos, Más adelante vendría el fin de nuestro mundo y el advenimiento del mundo nuevo con el reinado de Dios. Allí se daría la resurrección de los muertos y el juicio final con el consiguiente premio y castigo a los justos e injustos respectivamente. Sobre qué sucedía con las almas de los muertos que esperaban ese día de Yahveh (el llamado "tiempo intermedio") había entre ellos pareceres muy diversos. El fariseismo en tiempos de Jesús fue un movimiento amplio en el que coexistían personas con una genuina fe en Dios y de gran hondura religiosa con otras que llevaban a cabo un cumplimiento de la Ley puramente exterior. Es una lástima que, influidos por la crítica que hace de ellos Jesús, y sobre todo la Iglesia Primitiva después del 70 (contenida por ejemplo en Mt 23), nos haya quedado de ellos una imagen demasiado negativa (que a veces bordea lo caricaturezco). Dicha exageración hace muy difícil la comprensión en profundidad de la postura de Jesús ante ellos. 1.5.5. Los samaritanos No son, propiamente hablando, una secta judía sino una nación diferente ubicada en la región de Samaria (ver arriba, en el punto 1.1.); sin embargo, su estrecha relación con el Judaísmo (así como su pugna con él) obliga a referirse a ellos aquí. Parece ser que su origen se encuentra en el término del Reino del Norte debido a la invasión asiria (año 721 a.C.). Los asirios deportaron a una parte de los habitantes y establecieron en aquellas tierras colonos mesopotámicos. Éstos habrían fundado, con la ayuda de un sacerdote local, un culto basado en la Torah, pero distinto al judío. Los samaritanos aceptaban el Pentateuco, pero rechazan todos los demás libros. Se negaron a reconocer a Jerusalén como la ciudad santa de Israel y su Templo como sitio de la presencia de Yahveh. El único lugar de culto que consideraron legítimo era el monte Garizím, que se eleva sobre la ciudad de Siquém. También los samaritanos esperan un mesías; sin embargo, no se trata de un descendiente de David sino de una especie de nuevo Moisés (el “profeta” de Dt 18,15, que vendría poner todo en orden al final de los tiempos). Estas diferencias hacen que haya una profunda enemistad con los judíos, a quienes hostilizan cuando pasan por su región. Para éstos últimos, los samaritanos son verdaderos “herejes”.
28 2. EL ANUNCIO DE JESÚS La principal fuente con que contamos para conocer las acciones y palabras de Jesús son los evangelios 9. Sin embargo, su utilización para acceder a la vida de Jesús no es fácil. Todos han sido compuestos después de la resurrección de Jesús y de algunos decenios de transmisión oral en culturas y ambiente diversos. Ellos miran a Jesús desde la experiencia de su resurrección, a la que tuvieron acceso sus discípulos a través de sus apariciones. La resurrección opera un cambio en Jesús: de una existencia marcada por la finitud y la muerte, Él pasa a una de plenitud y victoria. La resurrección ha llevado a plenitud todo lo que Jesús ha sido en su paso por nuestro mundo. El contacto con el Resucitado cambia la fe de los discípulos: ahora se dan cuenta plenamente de quién es Jesús y su importancia para el destino del hombre. Por ello, a partir de este reconocimiento y profundización, “re-leen” la vida pasada del Maestro. Todo aparece bajo una luz nueva. Los evangelios mezclan diversos planos: en el Jesús pre-pascual reconocen al resucitado y viceversa. Son narraciones teológicas y no libros de historia en el sentido actual. Pretenden mostrar cómo en Jesús se da la revelación definitiva de Dios. Esta mezcla de planos y perspectiva ha llevado en el pasado a los estudiosos a desconfiar de la posibilidad de reconstruir las palabras y acciones de Jesús anteriores a la pascua. Hoy ese escepticismo aparece como injustificado. Es verdad que no es posible reconstruir la “vida” del Señor al modo de un texto biográfico moderno, pero es mucho lo que se puede saber (y se sabe) sobre acerca de Jesús y su tiempo. En este capítulo y en los que siguen intentaremos recoger y sintetizar aquello que los principales estudiosos de los evangelios consideran seguro acerca del mensaje, actividad e identidad de Jesús. Nos centraremos en los resultados y deberemos omitir a menudo los fundamentos de cada afirmación, por ser ellos bastante especializados. 2.1. Juan Bautista y el bautismo de Jesús a) El bautismo de Juan Jesús aparece en la escena pública vinculado a la figura de Juan Bautista: “(4) Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.(5) Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. (6) Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. (7) Y proclamaba: 'Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, 9
Las otras fuentes son: - Plinio el Joven en una carta al emperador Trajano (año 112) habla de los cristianos y explica de donde viene el movimiento. - El historiador Tácito (año 116) habla de “Cristo, que bajo Tiberio fue entregado al suplicio por el gobernador Poncio Pilatos”. - Flavio Josefo, historiador judío del siglo I, menciona a Jesucristo (en Ant, libro 18, cap. 3, n°3, [p. 233]; y en libro 20, cap. 9, n° 1, [p. 342]. La primera cita parece ser una interpolación cristiana). Los estudios históricos basados en Flavio Josefo, los documentos de Qumrán y la arqueología permiten recontruir el ambiente de Jesús de un modo muy similar a la descripción que hacen de él los evangelios. Para más detalles, ver apéndice 2.
29 inclinándome, la correa de sus sandalias. (8) Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con espíritu santo.'” (Mc 1,4-8). Como puede constatarse, la acción del bautista era la de bautizar o sumergir en el agua corriente de un río o manantial. Hay aquí una originalidad de Juan respecto de la tradición anterior. En la tradición judía existía la práctica de ablusiones y baños, dirigidos a purificar al individuo de las impurezas derivadas del contacto con los cadáveres, o la ingestión de alimentos impuros, etc. Particularmente escrupulosa respecto de la impureza era la comunidad de Qumrán. Este grupo de esenios, sin embargo, consideraba que los baños eran efectivos si iban acompañados de una conversión sincera y de la voluntad de seguir los preceptos de Dios. Los qumranitas esperaban una purificación mucho más radical en el futuro, como don de la gracia divina, en que Dios derramaría su espiritu sanador y purificador (1QS 4,20-22). Los prosélitos que ingresaban al Judaísmo también eran bautizados, pero ahí lo decisivo era el rito de la circuncisión. Juan ofrece un “bautismo de conversión para perdón de los pecados”. En otras palabras, el bautismo y la exigencia explícita de conversión van unidas a la venida esperada de un misterioso personaje superior: “Detrás viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias”. La distinta dignidad de los dos se explica por sus respectivas acciones: “Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con espíritu santo”. Con esta última expresión se quiere aludir a la fuerza creadora y vivificadora de Dios 10 que purifique a los israelitas de una manera perfecta a diferencia del bautismo de Juan, que tiene carácter preparatorio. La referencia bíblica es a Ezq 36,25-26, en donde se promete para los últimos días la efusión del espíritu santo divino: “Derramaré sobre ustedes agua pura y serán purificados (…). Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo”. ¿Quién es “el que es más fuerte” de que habla Juan? Todos conocemos la respuesta que dan nuestros evangelistas a esta pregunta: ¡Jesucristo! Sin embargo, estamos aquí ante una interpretación eclesial posterior; los hechos son menos claros. Podría tratarse de Dios en cuanto juez, de Elías, esperado en la era mesiánica según Mlq 3,23 o de alguna de las figuras mesiánicas esperadas por el Judaísmo de la época. En todo caso, se trata de una figura que ejecutará el juicio divino sobre Israel. Juan, entonces, es un profeta escatológico 11, pregonero de la pronta venida del Reinado de Dios. Según el bautista, Dios o un mediador no muy bien definido, “separará el grano de la paja”, quemando esta última, o tiene “el hacha en la mano para cortar el árbol infructuoso” (Lc 3,17). Puede verse que el acontecimiento fundamental del Reinado de Dios será el juicio divino sobre todo hombre y en especial sobre su pueblo. Este juicio Juan lo concibe de un modo más bien condenatorio. Juan tiene la convicción de que la hora presente es la última para un pueblo pecador e impuro; es la hora de la última llamada a la conversión del mal y la última oportunidad de librarse de un juicio condenatorio, y ello mediante un rito que sólo puede realizarse una vez y que debe ir unido a una auténtica conversión que debe traducirse en obras (Mt 3,8-9). No vale, por lo tanto, 10 11
Que no es aquí nuestro Espíritu Santo, revelado por Jesús. Por eso usamos minúsculas. Es decir, que anuncia el final de los tiempos.
30 refugiarse en los privilegios del pueblo elegido (Mt 3,9). Finalmente, puede verse que Juan con su bautismo no inserta a una comunidad especial y menos en un “Israel puro”, al estilo de los esenios. b) Jesús bautizado por Juan “ (9) Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. (10) En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. (11) Y se oyó una voz que venía de los cielos: 'Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.'”(Mc 1,9-11). El bautismo de Jesús por Juan es de los hechos más aceptados por la investigación histórica. No pudo ser inventado por las comunidades cristianas ya que ellas consideraban a Jesús como Mesías y exento de todo pecado. Se trata de un hecho embarazoso que los evangelistas tienden a justificar o atenuar, presentando a Juan como un precursor de Jesús (por ejemplo, Mt 3,1415). ¿Por qué se hace bautizar Jesús? Porque es consciente de formar parte de un pueblo pecador, necesitado de perdón en esta última etapa de la historia. También porque Jesús reconoce en Juan a un verdadero profeta, y más que un profeta, ya que inaugura una nueva etapa histórica (Lc 7,24-30). Marcos nos relata que, con ocasión del bautismo de Juan, Dios reveló la identidad escondida del bautizado como su Hijo. Aquí no estamos ya ante un hecho histórico sino ante una reflexión de fe del evangelista para el que Jesús se presenta como Hijo de Dios ya desde el comienzo de su ministerio. c) Jesús, seguidor de Juan Según Marcos, Jesús volvió a Galilea después de una breve estadía en el desierto, y comenzó a predicar una vez que Juan fue encarcelado. Juan nos presenta un panorama muy distinto. Jesús se quedó en Judea para anunciar la Buena Noticia, rodeado de discípulos y adquirió cierto éxito (Jn 3,22-24). También nos relata que dos de los discípulos de Juan pasaron a ser discípulos de Jesús (Jn 1,35-39). Puede deducirse de esto que los ministerios de Juan y de Jesús se superpusieron durante algún tiempo y que incluso había discusiones de sus respectivos discípulos sobre cuál de ellos sería el mesías (Jn 3,25-27). El hecho de que Jesús iniciara su ministerio bautizando (Jn 3,22) y la coincidencia de perspectivas entre la predicación de Juan y la de Jesús (tema que retomaremos más adelante), hace pensar en los especialistas que Jesús pudo ser durante un tiempo discípulo de Juan. Más tarde habría dejado de bautizar (Jn 4,2) en la medida en que su anuncio de fue diferenciando del de Juan. 2.2. El anuncio de la llegada del Reinado de Dios 2.2.1. Introducción Prácticamente todos los especialistas afirman que el anuncio de Jesús se encuentra magistralmente sintetizado en un breve resumen del Evangelio de Marcos:
31 “El tiempo (kairós) se ha cumplido; el reinado de Dios ha llegado; conviértanse (ustedes) y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15) Un primer análisis de estos versículos permite distinguir entre lo que Dios está donando al hombre, según Jesús, y la respuesta que se requiere para acoger ese don. Lo que Dios ofrece es caracterizado como “Evangelio” (ver Mc 1,14), es decir “buena noticia”. Esta buena nueva consiste en que el tiempo (kairós) se ha cumplido y por lo tanto el Reinado (Basiléia) de Dios "ha llegado”. Por otra parte, esta buena noticia requiere para ser acogida la fe (pístis) y la conversión (metánoia). En un análisis detallado podemos observar lo siguiente: “El tiempo (kairós) se ha cumplido (o ha llegado a su plenitud)”. “Kairós” es una palabra que no tiene equivalente en nuestro idioma. Significa “momento clave”, “oportunidad salvadora”. La concepción que está detrás es la de que Dios no actúa en la historia del hombre de una manera “plana”, uniforme, sin relieves, sino que la acción divina conoce momentos de mayor intensidad que otros. Por ejemplo, el gran “kairós” de Israel fue el éxodo, es decir, el momento en que Dios lo sacó de Egipto, formó con él una alianza y lo condujo a la tierra prometida. Todo kairós exige una respuesta del hombre, una capacidad de “aprovechar la oportunidad” que se presenta. La historia de Israel llega a su cumbre, porque lo que acontece en Jesús es la culminación de un plan de Dios y el cumplimiento de sus promesas. En la frase “el Reinado de Dios ha llegado”, la palabra “basiléia” puede traducirse como “reinado” o “reino” y apunta más al gobierno de Dios que al ámbito (reino) sobre el cual ese poder se ejerce 12. La palabra “énguiken” (traducida en la NBJ 2009 como "ha llegado") es un pretérito perfecto que indica una acción pasada cuyos efectos siguen en el presente; la idea es que el Reinado de Dios ha llegado y sigue presente entre nosotros. De modo que la gran oportunidad salvadora, la “Buena Noticia”, es que el Reinado de Dios se ha acercado. ¿Qué significa esto? Jesús nunca define lo que es el Reino de Dios; se trata de un concepto conocido por sus oyentes y vinculado a una larga espera. 2.2.2. Las promesas y esperanzas del AT El significado de la expresión “Reinado de Dios” presenta para el hombre moderno una serie de dificultades. Para nuestra sensibilidad, la monarquia está asociada al autoritarismo 13, que la humanidad ha ido superando, primero con la creación de la república y después con la de la democracia. Se nos viene a la mente una teocracia que oprime la libertad del hombre. Otra cosa era para la mentalidad de aquel tiempo (en el que no existía la democracia 14). El judío de entonces tenía la esperanza de un soberano justo, ideal hasta ahora no cumplido en la 12
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El evangelista Mateo usa la expresión “reino de los Cielos” para evitar nombrar a Dios; se trata de una expresión absolutamente equivalente a “reinado de Dios”. O a la farándula. La breve democracia griega no tuvo impacto en el mundo antiguo.
32 tierra. En el Antiguo Oriente la principal función del rey era la de proteger a los desvalidos, débiles y pobres. La concepción de Yahveh como rey parece haber comenzado en Israel con la monarquía (s.XI a.C.). Se piensa que Yahveh rey confirma y la vez juzga al monarca terreno. Se hace común en los salmos cantar la realeza permanente de Yahveh (Sal 47; 93; 96-99). Junto a estas afirmaciones sobre la realeza presente y perpetua de Dios están aquellas en que se habla de la realeza futura de Yahveh. ¿Cómo se compaginan estas dos concepciones? De un modo muy simple: se constata que Yahveh reina en el cielo; sin embargo, en la tierra gobiernan los imperios que oprimen a Israel. Por eso se pide con insistencia el reinado de Dios en la tierra. Un ejemplo es Is 52,7 (del Segundo-Isaías), que anuncia el regreso de Israel del exilio babilónico: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias, que anuncia salvación, que dice a Sión: 'Ya reina tu Dios’!” Ya antes el Primer-Isaías había anunciado, sin nombrarlo, el futuro reinado de Dios: "Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahvé será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: 'Vengan, subamos al monte de Yahvé, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.' Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahvé. Juzgará entre los paganos, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra. Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahvé." Como puede verse, el reinado de Dios es presentado aquí como un gobierno divino que se realiza en este mundo y en esta historia. Éste consiste en que Dios reinará sobre todas las naciones, desde Israel, haciendo de su pueblo un gran imperio. Es el sueño de los profetas. El futuro reinado de Dios es presentado de otro modo en los textos apocalípticos. Ellos tienen en cuenta una concepción que es común en la antiguedad: la de que el mundo está lleno de
33 espíritus, que son responsables de todo aquello que el hombre no controla: la enfermedad, el mal y la muerte. Los apocalípticos pensaban que los malos espíritus o ángeles rebeldes a Dios constituían un ejército gobernado por un demonio en especial, llamado de modo distinto, según los textos (Satanás, Belial, Beelzebúl, etc.). Como se ha visto, dada su concepción negativa del mundo y de la historia, los apocalípticos presentaban al Reino de Dios como otro mundo, futuro y celestial que reemplazaría a este mundo nuestro terreno y material. Antes de que ello ocurriera, tendría lugar el gran combate entre Israel y los imperios, por una parte, y entre el ejército (de ángeles) divino y los demonios con su líder, por la otra. Así puede leerse en la Regla de la Guerra de la secta qumramita 15. Una vez consumada la victoria, Yahveh juzgaría a los gentiles (negativamente) y a los judíos, acogiendo a los que fueron fieles y excluyendo a los pecadores, En algunos textos, tanto proféticos como apocalípticos, se espera un reinado de Dios a través del mesías. Un ejemplo de entre los profetas es el siguiente: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé 16, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios herirá al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos (...) Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh como cubren las aguas el mar (Is 11,1-9) En la línea de la profecía, se trata de un monarca que gobernará a Israel (un "mesías davídico"), convertido en un imperio, en la línea de lo visto más arriba. Al mesías correspondería juzgar a las naciones y al pueblo, como se aprecia en el texto. En los textos apocalípticos aparece la figura del "Hijo del Hombre"entre otras. En Dn 7 constituye un símbolo del propio Israel. Sin embargo, en el Primer Libro de Henoc se trata de un mesías celeste individual que proviene del cielo, en donde ha estado oculto, para juzgar a los reyes de la tierra, a los ángeles rebeldes (demonios) y a los israelitas pecadores 17. En la época de Jesús existen otras expectativas mesiánicas, pero éstas son las más importantes.
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1 QM col I-XIX (García Martínez 1993, 145-165). Se refiere a un rey de la dinastía de David. 17 1 Henoc 62 y 69 (Corrente, Federico - Piñero, Antonio, (1984) "Libro 1 de Henoc", en Diez Macho, 1984-2009, vol.IV, 93 y 85, respectivamente). 16
34 El mensaje de Jesús sobre el Reino de Dios debe entenderse como respuesta a la pregunta por la paz, la libertad, la justicia y la vida. Según el pensamiento bíblico, "el hombre no posee sin más por sí mismo paz, justicia, libertad y vida. La vida está continuamente amenazada, la libertad oprimida y la justicia pisoteada. Este encontrarse perdido llega tan profundo que el hombre no puede librarse por sus propias fuerzas. No puede sacarse a sí mismo del atolladero. Demonios llama la Escritura a este poder que antecede a la libertad de cada uno y de todos, el cual impide al hombre ser libre. La Escritura ve causada por 'principados y potestades' la alienación del hombre, un estar vendido y perdido. Las concepciones que en concreto dominan sobre esto en la Biblia son en gran parte mitológicas o populares, pero en estas expresiones mitológicas y populares se expresa una originaria experiencia humana (...) la experiencia de que realidades al principio acordes con la creación pueden convertirse en algo enemigo del hombre. Determinan la situación humana de libertad antes de toda decisión, no pudiendo por ello ser totalmente descubiertas ni superadas por el hombre." 18 2.2.3. Presente y futuro del Reinado de Dios a) El Reinado de Dios es presente Jesús imprime a esta espera una dirección nueva. Anuncia que esta esperanza escatológica se cumple ahora. Ante la pregunta de Juan Bautista encarcelado (“¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”20) Jesús responde presentando aquellos signos que según Isaías eran constitutivos del Reinado de Dios: 19
“Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; y dichoso el que no se escandalice de mí” (Mt 11,5 = Lc 7,18-23) 21. Lo anunciado por los profetas se está cumpliendo y por lo tanto ha llegado el Reinado de Dios. La enigmática frase final dirigida a Juan (“y dichoso el que no se escandalice de mí”) es una invitación a evitar la desilusión. La nueva era anunciada por el Bautista se está cumpliendo de un modo distinto al que preveía: el Mesías no está poniendo en práctica el juicio divino 18 19 20
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Kasper 1994, 88. Es decir, relacionada con el fin o meta de la historia. No debe interpretarse ingenuamente este texto como una “crisis de fe” del Bautista. Como se ha dicho más arriba, la presentación de Juan Bautista como precursor de Jesús fue una lectura hecha por las comunidades cristianas. En los hechos, lo más probable es que, si bien Juan apreciaba a Jesús, no era claro que lo considerara el mesías, fundamentalmente debido a sus diferencias con Él. Hay aquí varias citas del libro de Isaías. La primera, (Is 52,5) la hemos visto más arriba. A ella deben añadirse las siguientes: “El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena noticia a los pobres me ha enviado a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh (...) para consolar a todos los que lloran.” (Is 61,1-2). “(...) entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán” (Is 35,5).
35 (condenando a unos y acogiendo a otros), sino ofreciendo una oportunidad ilimitada de acogida y perdón. No se niega la existencia de dicho juicio al final de los tiempos (en términos que explicaremos más adelante), sino que Jesús afirma con sus actitudes y palabras que el momento actual es el momento de la reconciliación y del perdón. La etapa de las promesas ha cedido el lugar a la del cumplimiento. En la controversia con los fariseos acerca del significado de sus curaciones, Jesús declara: “Pero si yo expulso los demonios con el poder del Espíritu de Dios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios (Mt 12,28). En otro lugar, afirma: “El Reinado de Dios no vendrá de acuerdo a observaciones que permitan hacer pronósticos 22. Y no dirán: véanlo aquí o allá. Porque el Reinado de Dios ya está entre ustedes” (Lc 17,20-21) 23. La frase se refiere a la presencia y acción del propio Jesús. b) El Reinado de Dios es futuro Por otra parte, no por ello el Reino de Dios deja de ser futuro. En la oración que Jesús enseña a sus discípulos, el padrenuestro, es central la petición “venga a nosotros tu reinado” (Lc 11,2), que no tendría razón de ser si es que el gobierno de Dios sobre el mundo fuera en la actualidad completo. En la “parábola del trigo y la cizaña”: “(24) Otra parábola les propuso, diciendo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. (25) Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. (26) Cuando brotó la planta y se formó la espiga, apareció entonces también la cizaña. (27) Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’ (28) Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto.’ Le dicen los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a arrancarla?’ (29) Les dice: ‘No, no sea que ustedes, al arrancar la cizaña, arranquen a la vez el trigo. (30) Dejen que ambos crezcan juntos hasta la cosecha. Y al tiempo de la cosecha, diré a los trabajadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y el trigo júntenlo en mi granero.’” (Mt 13,24-30). La imagen de la cosecha es muy conocida en la Biblia y se refiere a los tiempos finales en el que Dios juzgará las acciones de los hombres. La distinción entre un tiempo actual, en el que justos y malvados conviven en completa promiscuidad, y un tiempo futuro, en que Dios los separará y les asignará respectivamente la vida eterna o la condenación definitiva, es más que clara. Se hace una nítida diferencia entre el momento actual, provisional, en el que Jesús y sus oyentes se encuentran, y un momento futuro, que no ha llegado aún, que tiene un carácter definitorio y definitivo. A estos textos habría que agregar los de las conocidas “parábolas de la vigilancia” (Lc 12,39; Mt 35,1-12; etc.) en las que Jesús llama a estar atentos porque la venida del gobierno de Dios “en gloria y majestad” (con el consecuente juicio) puede ocurrir en cualquier momento. c) Presente y futuro ¿Cómo compaginar ambos tipos de afirmaciones? No ha sido una tarea fácil para los especialistas el hacerlo, lo que ha dado lugar a diversas teorías explicativas: - Una primera, es la denominada “escatología consecuente”: Jesús habría anunciado la pronta llegada del Reinado de Dios (el fin del mundo), en una línea cercana a la apocalíptica; para 22
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“Metá parateréseos”. Paratéresis es el verbo que designa la observación de los astros, el cálculo de sus órbitas y que, de acuerdo a los apocalípticos permitía hacer pronósticos del futuro. Y no “dentro de ustedes”, pues “los escritos de Lc jamás presentan el reino como una realidad interior” (Fitzmyer 1987, 814.
36 ello envía a sus discípulos a predicarlo (Mt 9,35 – 11,1) con la esperanza de que irrumpiera. Pero como los discípulos regresan sin que haya venido, Jesús intenta forzar su llegada con su ingreso triunfal en Jerusalén y no lo logra. Los primeros cristianos la esperaron al cabo de “una generación” (ver por ej., 1 Tes 1 Tes 4,17) y, así, la Iglesia habría ido de descepción en decepción acomodando, al igual que el propio Jesús, sus espectativas (Schweitzer, Werner). - En el otro extremo está la “escatología realizada”, de Ch.E. Dodd, que afirma que Jesús anunció sólo un Reinado de Dios presente en su palabra, acción y sobre todo en su Pascua. Las expresiones referidas al futuro del Reino habrían sido mal interpretadas por los primeros cristianos. Serían futuros gramaticales con un significado de presente (por ej. Mc 1,15). - Una tercera posición la representa el teólogo alemán Bultmann. Éste propugna una interiorización del Reinado de Dios. El Reinado futuro que Jesús anuncia es un "mito apocalíptico", cuyo significado desmitologizado es que el cristiano experimenta la máxima cercanía del Reinado de Dios en su interior y ello lo lleva a la decisión de aceptarlo o no. ¿Qué decir de estas posiciones? Es significativa la enorme cantidad de textos evangélicos que deben dejar de lado (como invento postorior de la Iglesia) para justificarlas: los partidarios de la primera deben eliminar los textos en que se habla del Reinado de Dios en presente y los de la segunda los aquellos que contienen expresiones de futuro. Eso las vuelve sospechosas 24. Jesús predicó un Reinado de Dios a la vez presente y futuro y ahí está lo original de su posición. Este Reino, sin dejar de ser futuro y trascendente, se ha acercado, está teniendo lugar aquí y ahora. Hoy es está haciendo presente la soberanía de Dios de un modo oculto, modesto, germinal, pero muy real. Los estudiosos hablan del “ya” y el “todavía no” del Reino: éste “ya” está teniendo lugar en la hora actual, pero “todavía no” en forma plena, absoluta, sin ambiguedades. Las vinculación entre presente y futuro del Reinado de Dios puede apreciarse en las llamadas "parábolas de crecimiento": "Decía también: '¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? 31 Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; 32 pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.'" (Mc 4,30-32). El relato de esta parábola se basa en el contraste entre "la más pequeña" y "el (arbusto) más grande", que corresponden a dos situaciones extremas: el comienzo y el punto de llegada. No se tiene en cuenta el proceso de crecimiento, sino sólo los polos contrapuestos. Sin embargo, entre "la más pequeña" y "el más grande", no sólo hay contraposición, sino también un vículo necesario; sin la semilla no hay abusto y el arbusto está ya en la semilla. Por consiguiente, el que ve la semilla sembrada en el campo está seguro de que verá también su crecimiento final. Muy probablemente con esta parábola Jesús intentó responder al escepticismo que había respecto a su anuncio de la llegada del Reinado de Dios. Los signos del Reino fueron considerados demasiado modestos: sanación de unos pocos enfermos, creación de una comunidad que encarna los valores del Reino, anuncio de buenas noticias para los pobres, etc. No parecen corresponder a las espectativas que había respecto del Reinado de Dios. Ante ello Jesús responde que esta 24
Para una explicación detallada de las distintas posturas y una evaluación crítica, ver Theissen - Merz 2004, 276314.
37 presencia modesta es un anticipo y una garantía del exitoso resultado final, de la consumación. En la misma línea están las parábolas del grano de mostaza y de la levadura: "Otra parábola les propuso: 'El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas." (Mt 13,31-32). "Les dijo otra parábola: 'El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.'" (Mt 13,33). Puede verse aquí la cercanía y también las diferencias con las espectativas proféticas apocalípticas vistas más arriba. Jesús se diferencia de la imagen común de mesías en que no pretende rebelarse ante el poder romano, por ejemplo, no pagando impuestos u organizando una rebelión armada. Sin duda, el Reinado de Dios futuro supone el fin de todo dominio imperial, pero Jesús, aunque rechaza la opresión romana, no pretende por ahora ponerle fin. Tampoco está realizando el juicio divino al interior del pueblo, como hemos visto más arriba. Jesús anuncia un futuro trascendente que implica no sólo una liberación temporal, sino también del pecado, del mal y de la muerte, muy en la línea de la apocalíptica, que creía en un mundo nuevo y en la resurrección de los muertos. Sin embargo, coincidiendo con la apocalíptica en ese punto, Jesús se aparta de ella en su valoración de este mundo y de esta historia. La presencia del Reinado de Dios está teniendo lugar aquí abajo y ahora, lo que implica proclamar la importancia del momento y del mundo presente, un tiempo y lugar al que los apocalípticos no asignaban ningún valor. d) ¿Se equivocó Jesús? Una vez aceptado el presente y futuro del Reino sigue siendo un problema lo afirmado por la teoría de la escatología consecuente. En lo relativo al futuro pleno del Reinado de Dios (el “todavía no”), ¿se equivocó Jesús al prever que éste vendría en un período de años relativamente corto? En los evangelios encontramos los siguientes dichos de Jesús sobre un advenimiento próximo del Reinado de Dios en su fase definitiva: “En verdad les digo: no acabarán (ustedes) de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre” (Mt 10,23). “En verdad les digo: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.” (Mc 9,1). “(...) verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y venir entre las nubes del cielo.” (Mc 14,62). “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32). “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reinado de Dios, les respondió: el Reino
38 de Dios no viene de acuerdo con observaciones que permitan hacer pronósticos” (Lc 17,20-21)." "Tomó luego una copa, dio gracias y dijo: 'Tomen esto y repártanlo entre ustedes; porque les digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios." (Lc 22,17-18). Los especialistas atribuyen los dos primeros dichos a profetas de la Iglesia primitiva, que buscaban animar a sus comunidades en momentos de persecución 25. Jesús parece haber esperado el Reinado de Dios para una fecha mucho más próxima, aunque no precisara cuál. En cambio, Mc 13,32 debe ser de Jesús ya que difícilmente las comunidades primitivas atribuirían a Él una ignorancia en un punto tan clave. Lc 17,20-21 muestra la diferencia entre Jesús y los grupos apocalípticos de su tiempo que sí calculaban el tiempo. El último dicho (Lc 22,17-18) nos muestra que Jesús pensaba reencontrarse con sus discípulos en el Reino llevado a plenitud en un tiempo relativamente breve, quizás en unos pocos años, pero no en décadas y menos en siglos. ¿Se equivocó Jesús al esperar una consumación tan pronta (aunque imprecisa) del Reinado de Dios? Sin duda, sí. Fué hijo de su tiempo 26. En él los principales grupos judíos (fariseos, esenios, qumranitas, etc.) y Juan Bautista estaban convencidos de estar situados en la última etapa de la historia, muy próxima al fin del mundo que acompañaría a la venida de Dios como rey. Debemos tener en cuenta que se atribuía al universo una edad de unos 4 mil años y que éste era un poco más que el Mediterráneo. Las dimensiones actuales nos ponen ante otro escenario cultural (una antiguedad del universo de unos 13 mil 700 millones de años, de la tierra de unos cuatro mil millones, una humanidad de más de dos millones de años 27 y un universo de cientos de millones de galaxias). En cuanto a nuestro planeta, a menos que nos sobrevenga una catástrofe externa (un meteorito) o interna (agotamiento de los recursos) no se ve por qué Dios querría poner un fin próximo a una creación evolutiva tan extensa; más bien parece que Él lleva el universo a su meta, silenciosamente, pacientemente, sin forzar nada, sin apuro alguno 28. Lo anterior lleva a esta otra pregunta: Este error, ¿invalida la pretensión de Jesús? Me parece que no. Por mucho que tarde la consumación de este mundo por efecto del Reinado soberano de Dios; o, más bien, por su entrada en el ámbito de Dios, lo fundamental sigue en pie. Es parte de la fe bíblica el dato de que Dios salva aquello que crea, desde lo material a lo espiritual, desde lo individual a los social. Los cristianos esperamos la plenitud de nuestra humanidad y de nuestro mundo como efecto de la acción divina que lleva a su plenitud todas las cosas. Ahora bien, la evolución del cosmos y del hombre nos muestra que, aunque es Dios quien salva (¡no construimos el Reino de Dios!), Él cuenta con nuestra respuesta. Por lo mismo, todo indica que a los seres humanos aún nos falta evolucionar mucho para llegar a esa madurez y libertad que Dios espera de nosotros para hacer presente su Reino. El Reino es gratuito, pero cuenta con nuestra respuesta libre para acogerlo y llegar a ser ciudadanos de él. Y respecto de nuestra situación presente, siempre es posible crear espacios de humanización en donde pueda hacerse presente la acción reinadora de Dios en medio de las limitaciones propias 25 26
27 28
Me parecen concluyentes los argumentos de Meier 2004, 413 y 416. La Iglesia sostiene que Jesús tiene una verdadera alma humana y que no es un Dios unido a un cuerpo humano, como alguna vez se sostuvo. Así lo afirman los concilios de Constantinopla (año 381; DzH n°148) y de Calcedonia (año 451; DzH n° 301). La afirmación implica que Jesús tuvo que aprender al igual que nosotros y que fue hijo de su tiempo. Jesús no es "Dios paseándose por la tierra". Si consideramos como verdaderamente humanos a las especies pertenecientes al género "homo". Vale la pena para este tema leer el libro de Schmidz-Moormann, Karl (2005) Teologia de la Creación de un mundo en evolución (Verbo Divino, Estella). El autor fue discípulo directo del gran Teilhard de Chardin.
39 de la historia, tal como en su momento lo hizo Jesús y la Iglesia Primitiva.
40 1.3. EL REINADO DE DIOS EN HECHOS Y PALABRAS 1.3.1. Los hechos del Reinado de Dios La actividad de Jesús se despliega en dos niveles: las obras y las palabras del Reinado de Dios. A su vez, en las obras distinguiremos los milagros y los criterios del Reino. 1.3.1.1. Los milagros de Jesús a) Enfermedades y sanaciones en la cultura bíblica Las culturas antiguas ven de modo diferente a la nuestra tanto el "mal" vencido en los hechos milagrosos como el poder de los taumaturgos. Cuando el Nuevo Testamento habla de lepra, ceguera o posesión diabólica, no podemos pensar simplemente en la lepra, la ceguera y la psicosis. Cada sociedad define la enfermedad de modo distinto, y estiliza los relatos sobre enfermedad y curación de acuerdo a esa definición. La "lepra" abarca en el NT, probablemente, a todas las formas posibles de enfermedades a la piel; la "ceguera" cualquier afección ocular. El denominado "enfermo epiléptico" (Mc 9,14ss) corresponde no sólo a la epilepsia; su mudez sugiere también un mutismo psicótico y sus ataques pueden ser expresión de un trastorno disociativo. El hecho de que tienda a lanzarse al agua o al fuego sugiere unos impulsos autodestructivos. Como puede verse, hay aquí algo más complejo que la simple epilepsia. Pero el poder definitorio y realizador de la sociedad se evidencia sobre todo en la "posesión" diabólica. En las sociedades antiguas, los espíritus y demonios pertenecen al mundo vital. La fe en ellos se nutre del temor a la pérdida de control (a esas situaciones donde ya no somos dueños de nosotros mismos, sino que nos sentimos determinados desde fuera). Los lugares extraños son considerados territorios controlados por el demonio porque en los ataques de pánico ante lo extraño uno no se siente dueño de sí. Los afectos y dependencias fuertes se ven como efecto demoníaco. En un apócrifo del AT, el Testamento de los Doce Patriarcas, la embriaguez, la prostitución y la ira son efectos de la acción diabólica porque en estos "vicios" el ser humano pierde el control de sí mismo. Igualmente, las enfermedades normales pueden atribuirse a demonios, porque también ellas desposeen al ser humano de su propia vida: dolores fuertes o minusvalías le impiden un control completo de sí mismo. Esto ocurre mucho más cuando una persona, debido a comportamientos psíquicos desviados, no parece el que era y queda "poseído" en sentido estricto: se considera que hay un sujeto extraño que controla al sujeto enfermo. Hoy definimos tal conducta como trastorno de identidad (parte de un síndrome 'bordeline'), como trastorno disociativo, "personalidad múltiple" o psicosis. En síntesis, los problemas existen, pero su etiquetado, explicación y sintomatología están condicionadas en parte por la sociedad 29. Dado que la mentalidad bíblica tiende a atribuir todo a Dios, la enfermedad se considera obra suya (sea directamente o a través de espíritus). Como Yahveh no puede ser considerado un Dios injusto o arbitrario, la enfermedad se concibe como un castigo divino por una falta o bien una puesta a prueba. La sanación se debe obtener de Dios mediante la oración y los sacrificios, o algún taumaturgo; esto es, un sanador milagroso. El recurso al médico es considerado, en general, como una falta de fe 30. Sin embargo, se acude al él en caso de heridas y golpes. El médico puede sanar otro tipo de enfermedades recurriendo a remedios tradicionales (hierbas). 29 30
Theissen y Merz 198, 349-350. Un libro muy tardío, el Eclesiástico, llama como gran novedad a recurrir a ambos: al médico y a Dios (38,1-15).
41 Los problemas que suelen plantearse en relación a los milagros pueden dividirse en 2 tipos: los de tipo histórico y los vinculados a las ciencias naturales. Comenzaremos por los primeros. b) Problemas de tipo histórico La investigación histórica de la tradición de los milagros lleva a una doble conclusión: - La existencia de una tendencia a acentuar, engrandecer o multiplicar los milagros. Por ejemplo: según Mc 1,34, Jesús cura a muchos enfermos, mientras que su paralelo, Mt 8,16, dice que los cura a todos 31. Para Mc, la hija de Jairo está todavía agonizando (Mc 5,23), mientras que para Mt ya está muerta (9,18). En Mc los 4000 alimentados por Jesús en el desierto se hacen 5000, y los 7 canastos que sobran resultan ser luego 12 32. - La influencia de la reflexión cristológica elaborada a partir de la resurrección en los relatos de milagro, que veremos más adelante. - Una supuesta similitud con relatos de milagros del mundo helenístico llevó a algunos biblistas a negar la historicidad de los milagros de Jesús (Bultmann, Dodd, Strauss). 33 Una respuesta a estos problema pasa por distinguir situaciones diversas. Para eso es útil distinguir diversos tipos de milagros: - Exorcismos. Narran la expulsión del demonio de una persona que está "poseída" por él. No basta para que haya exorcismo que una enfermedad sea atribuida a una causa demoníaca, la persona debe estar a merced del demonio, quien controla completamente al sujeto humano. En Jesús están estrechamente ligados a la venida del Reinado de Dios. - Curaciones. La curación se realiza mediante la transmisión de una energía milagrosa del taumaturgo al enfermo. Es frecuente la imposición de manos u otro tipo de contacto. El único instrumento terapéutico que encontramos en los evangelios es la saliva. En Jesús están vinculados a la fe ("tu fe te ha salvado": Mc 5,34). - Milagros de norma. Van encaminados a fundamentar unas normas, ya sea castigando su incumplimiento o premiando su observancia. En Jesús no hay milagros castigadores y, al contrario, los hay que justifican traspasar el descanso sabático, lo que acarrea conflicto con los escribas y fariseos. - Milagros de dádiva. En ellos el taumaturgo da de comer o beber a los beneficiados. En los evangelios están: la multiplicación de los panes, la pesca milagrosa (Lc 5,1ss) y las bodas de Caná (Jn 2,1ss.). Se duda de su historicidad. - Milagros de salvamento. En los evangelios hay sólo dos: la tempestad calmada (Mc 4,3541) y la caminata sobre las aguas (Mc 6,45ss). 31
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Es un hecho comprobado el que, en muchos de sus textos, los evangelios de Mateo y Lucas se basan en el de Marcos. Los dos relatos de la multiplicación de los panes de Mc (6,30-44 y 8,1-10) son en realidad dos versiones de un mismo acontecimiento; la segunda de ellas parece ser la más primitiva. La investigación actual está dejando de lado esta posición debido a un mejor estudio de los textos helenísticos y judíos.
42 - Epifanías. Son manifestaciones de Jesús que ponen de manifiesto su carácter divino. Son: la voz del bautismo de Jesús y la transfiguración (Mc 9,2ss). Es posible demostrar que Jesús hizo exorcismos, curaciones y milagros de norma. Los principales argumentos son: - El testimonio de fuentes no cristianas: Flavio Josefo (Ant 18,63ss) y en la literatura rabínica (Talmud, en bSanedrín 43a): "Jesús fue colgado en vísperas de la fiesta de pesah (pascua). Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: 'Lo sacarán para ser apedreado porque practica la magia, seduce a Israel y lo ha hecho apostatar; el que tuviera algo que decir en su defensa debe presentarse y decirlo. Pero si nada se aduce en su defensa, será colgado en víspera de la fiesta del pesah...'" 34 - En los relatos evangélicos, hay grupos rivales que asumen que Jesús hacía milagros aunque dudaran de su legitimidad: maestros de la Ley (Mc 3,22-30 que veremos más adelante), Herodes (Mc 6,14ss.). - La presencia de los milagros en todas las fuentes evangélicas y en casi todas las fuentes del NT. - Se encuentran en diversos géneros literarios. Además de en los relatos de milagros, ellos están en sumarios (Mc 1,32-34; 3,7-12; 6,53-56; Hch 2,23; etc.), apotegmas o diálogos (Mc 6,5; Mt 11,2ss), sentencias (Mt 11,20-24). Es interesantes destacar que en los textos citados (a excepción de los relatos de milagro, propiamente tales) sólo se nombra a los exorcismos y a las curaciones, y nunca a los demás milagros. Los milagros de salvamento, dádivas y epifanías son creaciones basadas en la fe posterior a la pascua de Jesús: en ellos se atribuyen a Jesús unas capacidades que exceden todo lo humano, propias del "hijo de Dios" como ser divino 35. c) Los problemas de tipo científico Para comprender los milagros de Jesús es quizás más importante aún saber cómo concebimos su don curativo extraordinario. Detrás de las curaciones y exorcismos de Jesús hay sin duda unos acontecimientos históricos. La pregunta decisiva es: ¿Qué poder actúa en esos milagros. La interpretación sobrenaturalista propia de la apologética (esto es, la defensa de la fe) católica tradicional, particularmente la del siglo XIX y principios del XX, definió al milagro como un acontecimiento perceptible por el hombre que supera, quebranta o al menos elude las leyes naturales, y que, por lo tanto, sirve de “prueba” de la revelación de Dios (o del carácter divino de Jesús). Con este planteamiento, se metía en un verdadero “callejón sin salida”, ya que para afirmar la existencia del milagro habría que conocer todas las leyes naturales. Es indispensable plantear correctamente el modo como se da la actuación divina. Dios 34 35
Citado por Theissen y Merz 2004, 96. Bastar comparar algunos de esos milagros con las apariciones de Jesús resucitado para constatar que son una "proyección hacia atrás" de esas apariciones: comparar caminata sobre las aguas (Mc 6,49-50) con Lc 24,37-39; la pesca milagrosa (Lc 5,1ss) con Jn 21,1ss).
43 nunca actúa directamente en el mundo o en la vida del hombre, sino que usa intermediarios (las mismas leyes naturales, la libertad del hombre). Tradicionalmente se habla de “causa primera” y de “causas segundas”. Estas últimas son el conjunto de causas mundanas, encadenadas entre sí. La primera es Dios, que no está ubicado al comienzo de la cadena o en otro lugar, sino que sostiene la serie completa de causas segundas. Dios no es una causa más dentro del mundo: Él es quien lo sostiene e impulsa, actuando desde el interior de cada cosa; por lo tanto, su acción está en otro nivel. Precisamente por este motivo, la constatación de la actuación divina sólo puede hacerla la fe; nunca es posible “probar esa acción”; sin embargo, es posible hablar de “signos” de ella. Entre éstos están los milagros. La interpretación "naturalista" reduce el poder de los taumaturgos a unas leyes naturales no conocidas suficientemente hasta ahora 36. Cabe una tercera posibilidad de explicación: el poder taumatúrgico es un poder que aparece espontáneamente y está presente en la creación. Ese poder no se puede usar técnicamente, porque no resulta calculable, sino que está ligado a personas carismáticas y a su interacción con otras personas. Ese poder tampoco depende de unas leyes naturales desconocidas aún; se trata de un ámbito de la "naturaleza" que no es regido por leyes naturales en el sentido usual del término. El carisma taumatúrgico reside en muchas personas. Puede ser usado responsable o irresponsablemente. Como aparece de modo espontáneo y depende de la interacción y confianza, resulta obvia su interpretación religiosa. Jesús poseyó tales dones "paranormales" en medida extraordinaria. Supo combinar sus dotes con el núcleo de su mensaje. Consideró sus curaciones como signos del Reinado de Dios, del nuevo mundo que se anticipaba. d) Una definición actual de milagro ¿Cómo habría que definir el milagro en esta primera aproximación? Una definición más bien descriptiva debe considerar 3 afirmaciones: - El milagro es un hecho extraordinario, algo que llamaremos aquí “prodigio”. Este consiste en la realización de una cosa que en un momento y lugar determinados no es posible de hacer. Por eso provoca asombro y sorpresa. El científico como tal podrá constatar que en este caso concreto las leyes naturales han actuado de una forma que no es la común, pero no puede decidir si se trata de un milagro o no, porque la ciencia sólo puede observar aquello que se da en el nivel de las causas segundas. El origen divino del prodigio sólo puede ser reconocido a la luz de la fe. - Es de la esencia del milagro su origen divino, reconocido sólo por la fe. - A favor de los que sufren y como "signos" (no pruebas) de la acción salvadora de Dios de todo el hombre. Los milagros son signos de una salvación más radical y profunda, la del 36
Filósofos como Spinoza, Voltaire y Hume, negaban desde la partida la posibilidad de milagros debido a la regularidad de la naturaleza que se regiría por leyes deterministas. Afirmaban que, si el milagro es la interrupción de una o más de estas leyes, parece indigno de Dios pasar por sobre el orden natural que Él mismo ha puesto en beneficio del interés particular de una persona. Si Dios en su perfección ha creado el mejor mundo posible hacerle correcciones es como reconocer la imperfección de su obra. Además, ¿cómo saber que se está pasando por sobre de una ley natural? Lo que hoy parece transgresión, mañana puede descubrirse como manifestación del funcionamiento de una ley natural aún no descubierta. Se trata de un planteamiento que hoy está superado. La evolución ha puesto de manifiesto que el universo no es mecanicista y tampoco está terminado. Está todavía haciéndose y avanzando en un proceso que no es el mejor posible. Muchas cosas en ella salen mal. Dios actúa en el mundo conduciendo el universo a una meta de plenitud, pero lo hace de tal modo que respeta el modo de ser de cada cosa. Debido a ese respeto hay muchas pérdidas. (Ver Schmidz-Moormann, Karl [1995], Verbo Divino, Estella, op.cit, pp. 196-215).
44 pecado, la finitud y la muerte. Por eso, deben llevar a la fe. No sólo a una fe inmediata en el poder curativo de Jesús, sino a aquella fe que reconoce la salvación de Dios en la historia. Puede verse esto en el relato de la curación de 10 leprosos (Lc 17,11-19), de los que sólo uno vuelve donde Jesús para agradecer la curación y glorificar a Dios. Los 9 restantes se conformaron con la curación, el décimo, en cambio, supo reconocer que en Jesús había algo más importante: la salvación definitiva y escatológica que Dios está ofreciendo. - La acción divina en el milagro se da a través de las causas segundas. Por eso no contradice a la fe la hipótesis de que la acción de Jesús actuaba sobre ciertas energías psicológicas o físicas, que a su vez provocaban la curación. Dios no se salta las causas mundanas sino que las potencia; y, en el caso del milagro, lo hace hasta tal punto que ellas realizan algo que normalmente no pueden. Se ve aquí el respeto de Dios por el hombre: no son prodigios que "derriban" al hombre o se imponen a él, sino signos relativamente modestos de la acción divina que es posible desconocer o rechazar. Cuando los fariseos piden a Jesús "una señal del cielo", Él se niega (Lc 11,29-32). Al Bautista le dice: “Dichoso el que no se escandalice (desilusione) de mí” (Mt 11,6). e) La concepción de Jesús - Un texto clave Un texto que nos puede servir de ayuda para comprender el sentido que Jesús daba a sus milagros es el siguiente: "Estaba expulsando un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, rompió a hablar el mudo y la gente se admiró. Pero algunos de ellos dijeron: 'Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.' Otros, para ponerle a prueba, le pedían un signo del cielo. Pero él, conociendo sus intenciones, les dijo: 'Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado y una casa se desploma sobre la otra. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?... porque ustedes dicen que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan los hijos de ustedes? Por eso, ellos serán sus jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios." (Lc 11,14-20). La respuesta a la acusación se articula en tres partes 37: - Si Él expulsa a los demonios con el poder de Satanás, tendríamos al Demonio luchando contra sí mismo. La consecuencia final sería el derrumbe del poder satánico en el mundo. - La segunda parte supone que en su ambiente están presentes y actúan otros exorcistas judíos aceptados como auténticos sanadores en nombre y con el poder de Dios ("los hijos de ustedes"). Pues bien, Él actúa como ellos y por tanto debe ser aceptado honradamente como hombre de Dios y no como instrumento del Diablo. - Una vez dado por probado el origen divino de sus milagros, Jesús los presenta como signos del Reinado de Dios, que derrota al poder demoníaco. La expresión "dedo de Dios" alude al éxodo, cuando los magos egipcios, incapaces de hacer frente a los prodigios de Moisés, reconocen que en él está el dedo de Dios (Ex 8,15). La fuerza divina está activamente presente en Jesús, pero con una circunstancia especial: a 37
Barbaglio 2003, 242-243.
45 través de sus exorcismos Dios ha entrado en escena como rey; su poder real (basiléia) se ha realizado como liberación del dominio deshumanizante de Satanás. Dios lo aplasta por medio de Jesús, quitándole el espacio en donde dominaba y reina Él en su lugar. - La concepción de Jesús Tres son los rasgos de los milagros como obra de Jesús: - Son signos del Reinado de Dios. Los milagros son anticipos parciales del Reinado de Dios “consumado, pleno”. En los manuscritos de Qumrán vemos que se esperaba para el día final la derrota de Satanás con sus demonios (11QMelquisedec col.II 38). Los milagros están intrínsecamente vinculados a la esperanza de un mundo nuevo, reconciliado. Atestiguan que Dios ha actuado salvadoramente en nuestro mundo en vistas a esa victoria total sobre la limitación, el pecado y la muerte, que sólo Él puede ofrecer. - Son liberación de todo el hombre. Las sanaciones de sordos, mudos y ciegos, dicen relación con la comunicación interpersonal; las de endemoniados están vinculadas a la libertad; las de leprosos a su reinserción en la sociedad; etc. Los milagros apuntan a todas las dimensiones de la existencia humana: la relación con Dios, con los semejantes y con la naturaleza. Dios aparece en Jesús preocupado tanto de las necesidades inmediatas, concretas, como por el destino último del hombre. Tanto de su cuerpo como de su espíritu. - Realizados por Jesús. A diferencia de otros taumaturgos, Jesús no solicita una intervención de Dios, por ejemplo, mediante la oración, sino que Él mismo sana, a menudo por contacto. - Requieren ser acogidos por la fe. A la acción de Dios se une la respuesta humana. Milagros y fe van sumamente unidos. “Pístis” y “pistéuo” (fe y creer) son términos que aparecen a menudo en los relatos de milagro. Es significativo que algunos terminen con la frase de Jesús: “Tu fe te ha salvado” (Mc 5,34; 10,52; Mt 9,22; Lc 17,19). En sentido estricto, no es la fe la que provoca el milagro sino la acción de Dios, pero ésta requiere, para ser eficaz, de la libre acogida del hombre. Por eso, donde Jesús no la halla, tampoco puede obrar milagros (Mc 6,5ss; Mt 13,58). La fe es aquí simplemente la confianza en el poder de Jesús para obrar milagros; de contar y confiar con que el poder de Dios no se ha agotado, cuando las posibilidades humanas lo están. Sin embargo, los milagros deben llevar a una fe más completa en el Reinado de Dios que se anticipa en Jesús. 3.1.2. Los criterios del Reinado de Dios a) Introducción Junto a las obras del Reino, están las actitudes o criterios de Dios como rey, que implican un cambio del orden actual del mundo. Este orden está marcado por los tres grandes ídolos que el hombre ha adoptado tanto en esa época como en la nuestra: - El ídolo del dinero, que esclaviza a los que lo adoran y genera una amplia mayoría de pobres y oprimidos. Sus palabras son claras: "Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a 38
Puede leerse el texto en García martínez 2000, 186-187.
46 uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir a Dios y al Dinero". (Mt 6,24) - El ídolo del prestigio, que impulsa a creerse superior a los demás, a ser importante, a buscar cargos y honores. Este ídolo genera "humillados", gente que no cuenta porque no es importante. "Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: 'Cuando alguien te invite a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya invitado a otro más distinguido que tú y, viniendo el que los invitó a ti y a él, te diga: `Deja el sitio a éste', y tengas que ir, avergonzado, a sentarte en el último puesto. Al contrario, cuando te inviten, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te invitó, te diga: `Amigo, sube más arriba.' Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado." (Lc 14,7-11) - El ídolo del poder, que lleva al control de la propia vida y de la de los demás, que terminan siendo oprimidos. "Jesús, llamándoles (a sus discípulos), les dice: 'Saben (ustedes) que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos." (Mc 10,42-45) Estos ídolos hacen un daño mucho mayor si se los justifica religiosamente, si se los utiliza o adora en nombre de Dios. Jesús funda una comunidad en la que estos ídolos no cuentan y que se identifica con los marginados por ellos. En esta parte queremos profundizar en el tema de los excluídos de la comunidad de Israel y que Jesús considera como miembros privilegiados del Reino de Dios. b) La integración de los gentiles Es claro que Jesús dirigió su anuncio y actuación sólo a Israel, a "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 15,24). Los pasajes excepcionales que lo muestran en relación con los gentiles (Mc 5,23ss; Lc 7,1-10) parecen ser creados por la comunidad primitiva para justificar su misión entre los paganos. Jesús escogió a doce apóstoles como prototipo de las doce tribus de Israel. Mediante ese gesto, Jesús pretendió reunir a Israel en torno al Reinado de Dios que vendría pronto, pero cuya presencia se podía experimentar ya, aunque limitadamente, en sus gestos de liberación y perdón. Pero en su perspectiva, ¿qué iba a ocurrir con los gentiles? En el Judaísmo de la época se daban posiciones muy variadas que iban desde la condenación eterna por el hecho de ser tales a una reunión escatológica de ellos en torno a Israel. No hay en Jesús rastros de un aniquilamiento de los gentiles, ni siquiera de un castigo a ellos. Al contrario: "Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac
47 y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." (Mt 8,11-12). El sueño de Jesús es la construcción de un mundo en el que Dios gobierne plenamente y en el que, al lado de las doce tribus de Israel, entendidas no como totalidad amorfa, sino como pueblo que se somete fielmente a la realeza divina anunciada por Él, estarán también los gentiles. La predicación de Jesús se dirige a Israel, pero la perspectiva de una salvación universal está presente, aunque no de modo explícito. c) Integración de los pobres en el reino Comencemos con el conocido texto de las Bienaventuranzas en sus dos versiones mateana y lucana: Mt 5,3-12 Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos. Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que están afligidos, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y tienen sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia. Dichosos los puros de corazón, porque ellos verán a Dios Dichosos los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos a causa de (la) justicia, porque de ellos es el reino de los Cielos. Dichosos sois, cuando os ultrajen y persigan y digan todo (género de) mal contra vosotros mintiendo, a causa de mí. Alegraos
Lc 6,20b-26 Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que tienen hambre ahora, porque seréis saciados. Dichosos los que lloran ahora. porque reiréis.
Dichosos sois, cuando os odien los hombres, y cuando os expulsen y ultrajen y rechacen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre. Alegraos aquel día
48 y regocijaos, porque vuestra recompensa (es) grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas, los (de) antes de vosotros.
y saltad de gozo pues he aquí que vuestra recompensa (es) grande en el cielo; pues del mismo modo sus padres hacían a los profetas. Pero ¡ay de vosotros los ricos! porque recibís vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos ahora! porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora! porque estaréis afligidos y lloraréis. ¡Ay cuando hablen bien de vosotros todos los hombres! pues del mismo modo sus padres hacían a los falsos profetas.
Es importante tomar en cuenta las diferencias entre ambos textos. En Lucas se describen situaciones: se trata de cristianos que han pasado a ser pobres, hambrientos y llorosos al verse perseguidos 39. A ellos Jesús les promete el Reino de Dios como “compensación” por su actual sufrimiento. En Mateo, en cambio, estamos ante un “elenco de actitudes”, un verdadero programa de vida cristiana, válido para todo discípulo, por cuya práctica Dios ofrece su Reinado como “recompensa”. Es obvio que, en cuanto a la primera bienaventuranza de ambos, no estamos ante los mismos “pobres”. En Lc se nos presenta una pobreza efectiva. “Ptojoi” en griego designa a los indigentes, a los que sufren extrema pobreza. En cambio los “pobres de espíritu” de Mt designan a aquellos que en su relación con Dios son pobres, ya que tienen una aguda conciencia de su dependencia radical, de su necesidad de Él. La diferencia abismal entre estos dos textos conduce a la pregunta por su historicidad: ¿hasta qué punto recogen palabras del propio Jesús? Sin descalificar en absoluto a la adaptación que han hecho los dos evangelistas de las palabras del Maestro, nos interesa ahora reconstruir esas palabras. Para ello recogeremos el resultado a que han llegado los especialistas sobre este punto dejando momentáneamente de lado los fundamentos esgrimidos por éstos. Ya vimos que “ptójoi” se refiere a los indigentes, a los que en el orden social están en el último lugar. Pobres, hambrientos y llorosos son tres características de un único grupo humano. Se trata de “los que, como consecuencia del ‘orden’ reinante en el mundo presente, carecen de los bienes más necesarios y llevan por eso una vida disminuida...”40. En esta “definición” se puede distinguir tres elementos: a) La pobreza no es vista como una realidad casual o natural en la Biblia, sino como el producto de un orden social injusto 41. b) Ella se 39 40 41
Villegas 1996, 60. Villegas 1978, 13. Este tema es desarrollado por Villegas 1978.
49 refiere la “carencia de los bienes más básicos”, o sea, a no poder satisfacer una o varias de necesidades más fundamentales del ser humano. c) Afecta a toda la persona. Ésta se siente “disminuida”, “poco valiosa”, ante los ojos de los demás y de sí misma. Este último rasgo es particularmente importante. De acuerdo a la doctrina tradicional de la retribución, citada más arriba, Dios castigaba con mala salud, corta vida, esterilidad, fracaso, etc. a aquellos que habían violado la Alianza. Por ello, en tiempos de Jesús se consideraba a los pobres como culpables ante Dios, como pecadores. ¿Por qué motivo Dios, a través de Jesús, dirige su acción preferentemente a ellos? Desde luego, no porque sean más “justos” o solidarios que los demás hombres, tampoco porque constituyan un posible agente de cambio social. Es su situación de aflicción, de necesidad, de marginación injusta lo que mueve al corazón de Dios. Jesús no mira en forma romántica la pobreza; al contrario, tiene una viva conciencia de la deshumanización que la miseria produce. ¿Por qué deben estar “felices”? Porque Dios ha decidido poner término a la miseria. La marginación y el desamparo no son la última palabra de la realidad. El destino final de los pobres está en manos de Dios como “Padre”, y con ello su dignidad fundamental queda asegurada y a salvo del arbitrio de los poderosos. Jesús esperaba el fin de la pobreza en un tiempo breve. En eso se equivocó. Pero la promesa de Dios sigue en pie. Él nos asegura que terminará con ella cuando lleve a plenitud su gobierno del mundo. Entretanto nos llama a poner todas nuestras energías en terminar con la pobreza y en lograr condiciones de vida que sean acordes con la dignidad del ser humano. En esta “opción preferencial” de Dios por los pobres, ¿existe una condena de la riqueza o de los ricos? Jesús no considera a la riqueza mala en sí misma; sin embargo, no comparte el optimismo de buena parte del AT respecto de ésta, que la veía como signo de la bendición divina 42. Para Jesús, más bien, es ocasión frecuente de idolatría y falta de solidaridad, como se expresa en la siguiente parábola: “Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo dónde almacenar mi cosecha? Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes, reuniré ahí todo mi trigo y mis bienes y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ¡Descriteriado! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” (Lc 12,16-20). d) La integración de los pecadores En una teocracia, en la que la Torah regía todos los aspectos de la vida social, la condición de pecador era fundamentalmente “pública”; lo que se traducía en que era posible saber con claridad quienes tenían esa condición y porqué. Grupos como los fariseos y zelotas, que tenían gran arrastre popular, evitaban todo contacto con ellos. Del Mesías se esperaba que reconociera como tales a los que cumplían la Ley y castigara a los transgresores. Por supuesto que era posible dejar de ser pecador y llegar a ser justo, pero eso suponía hacer un camino de “penitencia” si se quería alcanzar el perdón divino y la plena integración social. 42
De acuerdo a la doctrina de la retribución ya explicada.
50 Por lo mismo, extraña profundamente a los hombres piadosos el que Jesús acoja a conocidos pecadores sin ningún tipo de exigencia previa. Por ejemplo, el gesto de comer con pecadores y publicanos (cf. Mc 2,15-17) escandaliza a principales grupos judíos y le vale la despreciativa burla: “Ahí tienen ustedes a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11,19). Este escándalo se entiende si consideramos lo que significaba en la época el comer juntos. Se trataba de la más clara expresión de comunidad; ligada al honor y a la consideración. Así, era importante saber a quién se invitaba y por lo tanto a quién se concedía este honor y cómo se colocaba a los invitados en la mesa (cf Lc 14,7-14). Hay que tomar en cuenta también que en la literatura rabínica a menudo se presenta al Reino de Dios como un banquete. El gesto de Jesús significa la plena acogida de los pecadores en éste. ¿Estamos ante una indiferencia a las normas y los valores por parte de Jesús, un rechazo de las fronteras entre el bien y el mal, que disculparía la falta y haría de la justicia una caricatura? De ninguna manera, en la conocida parábola, el “hijo pródigo” no es idealizado y la conducta del mayor no se pone en discusión: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya” (Lc 15,29). La frase que justifica su conducta es mucho más sencilla y válida: “No necesitan médico los sanos, sino los que están mal; no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (Mc 2,17). Este ofrecimiento gratuito del Reinado de Dios a todos, a fariseos y publicanos, a justos y pecadores, produce, de hecho, una paradoja: a menudo los pecadores aceptan el mensaje de Jesús e “ingresan al Reino”, en cambio los justos se quedan fuera. Esta realidad se refleja en muchas palabras del propio Jesús: “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (Mt 20,16); “en verdad les digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios” (Mt 21,31). Particularmente significativa es la siguiente parábola: “Dos hombres salieron al Templo a orar; uno fariseo, el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ‘Oh Dios; ten compasión de mí, que soy pecador!’ Les digo que éste bajó a su casa justificado y aquel no” (Lc 18,10-14). Una última consideración, que ayuda a entender algunos textos evangélicos: la Comunidad Primitiva realiza una trasposición del problema “justos-pecadores” al interior de Israel a la relación pueblo elegido-gentiles en el mundo de entonces. No cabe duda de que Jesús restringió su misión sólo al pueblo judío. Sin embargo, pronto los primeros misioneros descubrieron que las palabras de Jesús se podían aplicar al caso de los gentiles. Un ejemplo: Lc agrega a la “parábola de los invitados al banquete” un segundo grupo de invitados inesperados, los que están en los “caminos y cercas” (Lc 14,23), integrando así a los paganos. e) La integración de la mujeres No cabe duda de que la sociedad judía de la época era machista. En ella el padre de familia tenía una autoridad absoluta, no sólo sobre los hijos, sino también con su mujer. Ningún maestro de la Ley hubiera aceptado discípulas. Jesús eligió doce discípulos varones, equivalentes a los doce patriarcas (hijos de Jacob) del Génesis, para simbolizar la reunión de Israel en vistas del inminente Reinado de Dios. Sin embargo,
51 la relación entre Jesús y las mujeres fue estrecha; hoy incluso se discute si tuvo discípulas y las opiniones de los expertos se van inclinando por la respuesta afirmativa 43. Veamos estos puntos con más detenimiento. - Presencia inaudita de las mujeres en las palabras de Jesús La mentalidad machista hace a las mujeres invisibles: no se las menciona o se lo hace en forma indirecta a través del varón. No ocurre así en Jesús: . Dijo también: "¿Con qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina hasta que todo fermentó." (Lc 14,20). . "O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: `Alégrense conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.' Pues les digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta." (Lc 15,8-10). . "Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella misma ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: `¡Hazme justicia contra mi adversario!' Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: `Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de una vez de importunarme.'" (Lc 18,2-5). . "Les digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón." (Lc 4,25-27). - Jesús se dirige a las mujeres marginadas El mensaje de Jesús va dirigido sobre todo a las mujeres más pobres y marginadas: las prostitutas. En Mt 21,31ss les promete a ellas y a los publicanos el acceso al Reino de Dios. Según Lc 7,36-50, Jesús permite los contactos y besos de una prostituta, los recibe como expresión de amor y asegura a la mujer el perdón de Dios. - Jesús sanó muchas mujeres . A María Magdalena, "de la que expulsó siete demonios" (Lc 8,2), considerada la primera discípula a la que se apareció Jesús resucitado 44. . La mujer curada en sábado: Lc 13,10-17. . La sirofenicia: Mc 7,24-30. . La mujer con derrames de sangre: Mc 5,25-34. - Hay mujeres que siguen a Jesús Aunque se discute si Jesús tuvo discípulas; el hecho es que varias mujeres lo acompañaron en su vida itinerante: . "Recorrió a continuación ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete 43 44
Retomaremos el tema en el capítulo sobre Jesús y los discípulos. La imagen de María Magdalena como pecadora no corresponde a lo que dicen los evangelios; la tradición eclesial la identificó, erradamente, con la mujer anónima de Lc 7,36-50.
52 demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes." (Lc 8,1-3). . "Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén." (Mc 15,40ss). - Entre los "adherentes sedentarios 45" de Jesús hubo mujeres . La suegra de Pedro: Mc 1,29-31. . Marta y María: Lc 10,38-42. . La madre del evangelista Marcos: Hch 12,12. . La samaritana de Jn 4,4-42. - Posteriormente, en la evangelización jugaron un papel clave las mujeres . Varios de los apóstoles evangelizaron acompañados de sus mujeres: Pablo dice: "¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas (Pedro)?" . La Iglesia primitiva tuvo varias parejas misioneras: 1 Cor 16, 19; 2 Tim 4,19-21; Rm 16,3 quizás 16,12 3.2. Las palabras del reinado de Dios: las parábolas 46 Jesús fue un sabio o un maestro, como se le llama con frecuencia en los evangelios, y como tal, supo rodearse de discípulos. Las formas literarias (o preliterarias) utilizadas por los sabios fueron múltiples: proverbios, instrucciones, enigmas, discursos, la comparaciones, poemas didácticos e himnos. Nos interesa particularmente una, la parábola, porque fue el recurso que, según los especialistas, se puede atribuir con más seguridad al propio Jesús y que más originalmente expresa lo más profundo de su experiencia y mensaje. a) Concepto de parábola 47 No existe entre los estudiosos actuales un concepto unánime para definir lo que es una parábola, lo que se hace evidente en el hecho de que algunos autores cuentan en los evangelios más de 60 y otros menos de treinta. Debido a este problema, lo más aconsejable parece ser intentar abarcar todos los sub-géneros y definiciones involucradas distinguiendo un sentido amplio de parábola y uno estricto. El sentido amplio abarca, además del sentido estricto, dos formas más: la comparación y la narración figurativa. - La comparación o "cuadro figurativo" Se trata de la presentación una situación habitual que es semejante a una realidad que Jesús 45 46
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Es decir, aquellos que adherían a Jesús, pero no lo seguían en su vida itinerante, manteniendo familia y trabajo. Basado en Perez-Cotapos 1991. Para complementar se puede leer Jeremías, Joaquim (1997) Las parábolas de Jesús, Verbo Divino, Estella. Villegas 1990 B, 40-43.
53 quiere comunicar. Por “figurativo” se entiende la comparación de situaciones de distinto orden o nivel. Utiliza los verbos en presente. Por ejemplo: “Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así, no es la voluntad del Padre de ustedes que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos." (Mt 18,12-14). Se compara aquí lo que le sucede al pastor cuando pierde una oveja y luego la encuentra con la preocupación de Dios por los pecadores y su gozo cuando los recupera. Otros ejemplos: Lc 17,7-10: el esclavo y el amo; Lc 14,28-33: edificar una torre y hacer la guerra; Mt 18,12-14: la oveja perdida; Lc 12,39-40: el ladrón que entra de improviso; Mt 11,16-19: los niños caprichosos; Mc 4,30-32: la semilla de mostaza; Mt 13,44: el tesoro en el campo; - La narración ejemplar Se trata de una conducta típica presentada como inspiradora de una actuación semejante (o a veces contraria). Carece del aspecto figurativo. Ejemplos: Lc 30-37: el buen samaritano; Lc 12,16-21: el agricultor que se hace rico; Lc 16,19-31: el rico y el pobre; Lc 18,10-14: el fariseo y el publicano; Lc 14,7-11: los puestos de honor en el banquete. - Parábola en sentido estricto: narración figurativa En este último sentido, una parábola es una “narración figurativa”. Por el primer elemento se entiende un recurso linguístico que contiene el desarrollo de una o varias acciones realizadas por “personajes”. Se reconoce, entre otros rasgos, porque se expone en caso singular 48 y se lo sitúa literariamente en el pasado 49. Por ejemplo, en la “parábola del sembrador” (Mc 4,3-8), está el nivel del personaje que realiza una siembra cuya semilla en su mayor parte se pierde. El otro plano es el del ministerio de Jesús, que aparece a los ojos de muchos de sus oyentes como carente de resultados inmediatos y de envergadura; en definitiva, frustrante. Ejemplos: Lc 11,5-8: el amigo importuno; Lc 18,1-8: el juez impío; Mc 4,3-9: el sembrador; Lc 14,16: el banquete; Lc 15,11-32: el hijo pródigo; Lc 16,1-8: el administrador injusto; Mt 25,1430: de los talentos; Mt 25,1-13: las vírgenes necias; Mt 13,24-30: el trigo y la cizaña; Mt 18,23-35: el siervo despiadado; Mt 20,1-16: el mismo salario; Mc 12,1-9: los viñadores malvados; Lc 7,41-43: los dos deudores; Mt 21,28-31: los dos hijos. Es muy importante distinguir la “parábola” de la alegorización posterior que se ha hecho 48 49
No se trata de un hecho habitual. En el caso de las parábolas, por supuesto, esta narración es siempre “ficticia”; o sea, versa sobre sucesos inventados por Jesús.
54 de ellas. En las tres formas vistas, la comparación versa sobre el conjunto de lo narrado. En la alegorización, en cambio, sobre cada uno de los elementos del cuadro o narración (que son vinculados con elementos particulares de la realidad apuntada). Es el caso de la llamada “explicación de la parábola del sembrador”, en Mc 4,13-20. En este texto, el sembrador pasa a ser Dios, la semilla su Palabra, y los distintos terrenos en que ella cae distintos tipos de cristianos. Las comunidades cristianas de la “segunda generación cristiana” fueron alegorizando las parábolas debido a que no las comprendían. Creyeron que constituían un lenguaje deliberadamente oscuro, que era necesario “descifrar”. A dichas comunidades pertenece el siguiente texto: “Cuando (Jesús) quedó a solas, los que estaban a su alrededor junto con los Doce le preguntaron sobre las parábolas. Jesús les dijo: ‘A ustedes Dios les ha confiado el misterio de su Reino, pero a los de afuera todo les resulta enigmático, de modo que por más que miran, no ven, y, por más que oyen, no entienden; no sea que se conviertan y Dios los perdone’” (Mc 4,10-12; la cita es de Is 6,9-10). La razón de esta incomprensión se debe a que las parábolas presuponen que el que las dice y el oyente comparten una experiencia común. Cuando ella ya no existe (por ejemplo, en comunidades del mundo griego) se vuelven oscuras. Los cristianos de la segunda generación creyeron que Jesús las había concebido así, enigmáticas. La realidad es al revés: el interlocutor de Jesús sólo necesitaba saber lo que manejaba un judío palestinense de la época. La alegoría es también un recurso que permite adaptar un mensaje a circunstancias nuevas. La “explicación de la parábola del sembrador”, por ejemplo, refleja probablemenrte problemas típicos de las iglesias: la existencia de cristianos con una adhesión muy distinta a Jesús. Junto a la “alegorización” se da también una tendencia a la “moralización”. En efecto, en el ejemplo expuesto, el centro de la narración lo constituye las diversas actitudes de los critianos y no el actuar de Dios, como en la parábola original 50. b) ¿Por qué las parábolas? ¿Por qué (y de qué modo) Jesús usa las parábolas para comunicar a sus interlocutores lo más central del Reinado de Dios? Con ellas busca Jesús un modo de entablar un diálogo con el cual espera hacer cambiar de opinión a sus oyentes. Ellos no son ni enemigos propiamente tales, ni seguidores 51, sino “interlocutores desconfiados”, que tienen una manera de ver las cosas diferente a la suya. Jesús no entabla una discusión, la que fatalmente terminaría por endurecer las posiciones. Opta por el camino de “contar una historia”. En ella el debate es transportado a otro terreno, en el cual para Jesús será más fácil conducir a sus oyentes a situarse en una óptica que les permitirá ver la realidad tal como Él la ve. Las parábolas de Jesús generalmente conciernen a un actuar, a un comportamiento. El 50
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Distinguiemos la “alegorización” de la “alegoría” y la “alegoresis”. La alegoría es un género literario (como Jn 15), la alegoresis es un método de interpretación, que trata como alegoría a textos que no lo son, la alegorización es una reelaboración de un texto para “hacerlo” alegoría. Los evangelios no presentan el contexto original de las parábolas ni tampoco sus interlocutores reales, ellos se han perdido en el proceso de la tradición oral. Los evangelistas pretenden que los cristianos de sus comunidades las escuchen como dirigidas a ellos, por eso aparecen dirigidas casi siempre a los "discípulos" Existe un caso en que una parábola ha conservado su contexto primitivo, el de Lc 7,36-50.
55 terreno propio de las parábolas no es el de las ideas, el de las verdades enfrentadas teóricamente sino el de la conducta, el de la praxis. Generalmente en las parábolas están presentes los puntos de vista de Jesús y del interlocutor. El de este último se presenta primero y se le concede una cierta ventaja; lo que permite que se sienta comprendido y se deje conducir mediante la narración a la óptica de Jesús, perspectiva que ahora puede reconocer como posible y defendible. Jesús invita, entonces, a su oyente a tomar partido, en el terreno ficticio de la parábola, por su posición. Una vez que lo haga, será transportado al plano de la realidad, en donde se da una situación similar. Hemos dicho que las parábolas conciernen a un actuar, a un comportamiento. En algunas se busca hacer entender a los oyentes (mediante la actuación concreta de los personajes) la conducta que de ellos se espera o aquella de la que harían bien en alejarse; en otras, el sentido de la acción de Jesús y el modo como ésta se desarrolla en concreto. En ambos casos, si se las lee en profundidad, se aprecia que están centradas completamente en la acción de Dios, que ha comenzado a reinar. Jesús no llama simplemente a un actuar distinto en sus oyentes, sino a una práctica fruto de “un cambio en su visión de las cosas” debido al descubrimiento de esta centralidad. c) El recurso a la experiencia del interlocutor Finalmente, las parábolas de Jesús traducen una experiencia, que es la de sus oyentes 52, y es a ella que deben su fuerza de persuación 53. Esto quiere decir, negativamente, que Jesús renuncia al recurso de una argumentación lógica que pueda hacer violencia al interlocutor, obligándolo a aceptar un determinado juicio. Descarta también el argumento de autoridad, tan frecuente en las parábolas rabínicas, que siempre se apoyan en la Torah. Y evita, por último, el recurso a “pulsar las cuerdas” del sentimiento de sus oyentes. ¿De qué experiencia se trata? En las parábolas están presentes varios tipos de experiencia: - La experiencia cotidiana, que es la de todos los días, la que enseña cómo se dan las cosas entre los hombres. Jesús la presenta sin embellecimientos, agregados moralizantes, o evasiones a un mundo imaginario. El mundo y las personas son vistas tal como realmente son, de modo que puedan reconocerse. Se trata del realismo de las parábolas de Jesús, de su carácter profundamente humano, de su secularidad. “Aquel que ha contado estas cosas es un laico que ve las cosas y las personas tal como ellas son, no un clérigo que habla a clérigos en un lenguaje para iniciados” 54. Este recurso hace accesible las parábolas a cualquier persona, porque no está la exigencia de unos conocimientos previos. - La experiencia colectiva, que se encuentra condensada en los proverbios. Jesús utiliza los dichos tradicionales, pero también los inventa otros 55. Hay que incluir en esta experiencia tradicional las imágenes del universo religioso. No es salir de un mundo familiar recordar a oyentes judíos episodios tales como el diluvio, la destrucción de Sodoma, y personajes como Abraham, Moisés, David o el profeta Jonás. - El sentido común. El parabolista no se queda en el simple y exacto reflejo de la realidad cotidiana. Construye su relato con libertad, de acuerdo a su intencionalidad. Jesús a veces presenta casos particulares tan extraordinarios que es imposible hablar de experiencia al respecto. Sin embargo, esto no le impide recurrir al sentido común, a cómo reaccionaría el interlocutor en una 52 53
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De ahí la presencia de preguntas en casi todas las parábolas Pero también su límite. Como se ha visto más arriba, si los interlocutores cambian y no comparten una misma experiencia (como por ejemplo la comunidad de Marcos), las parábolas se vuelven incomprensibles. Dupont, Jacques, citado por Perez-Cotapos 1991, 161. Por ejemplo: “nadie puede servir a dos señores”, “un discípulo no es más que su maestro”, etc.
56 situación semejante. Por ejemplo, en la “parábola de los dos deudores” (Lc 7,41-43), se da el caso especial de un acreedor que perdona una deuda; no es difícil sacar la conclusión de que debe estar más agradecido aquel que debía más. - La experiencia personal de Jesús. En los casos inverosímiles del párrafo anterior, a menudo está detrás la experiencia del propio Jesús. En el ejemplo al que hemos recurrido en este apartado, el de la “parábola del sembrador”, Jesús hace presente su convicción profunda de que su misión viene de Dios y de que una obra iniciada por Él, aunque tenga comienzos muy humildes, sólo puede llegar a término maravillosamente. En este recurso a la experiencia está la fuerza persuasiva de las parábolas. Ellas son un relato ficticio capaz de reordenar la propia percepción de la realidad; un lenguaje “poético”, es decir, que pone al descubierto nuevas dimensiones de la existencia, creando situaciones y posibilidades inéditas. Jesús es muy consciente de que no son los argumentos los que conducen a cambiar los comportamientos concretos 56, sino una nueva mirada, en este caso ligada a su ministerio. El recurso utilizado pone al hombre ante la necesidad de tomar una decisión, pero no lo obliga a ello; presenta el camino preferible, pero es su libertad la que tiene la última palabra.
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Tampoco las exhortaciones morales y el recurso actual a las emociones fáciles.
57 4. LA RESPUESTA AL REINADO DE DIOS En la frase-síntesis de Marcos que hemos tomado como base se lee: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia”57 nos corresponde tratar aquí el aspecto de la respuesta que el hombre debe dar ante el don del Reino. ¿Qué es la conversión?, ¿qué es la fe? 4.1. La hora de la decisión 58 a) Significado de “fe” y “conversión”. Por conversión (metánoia) se entiende un cambio del modo de pensar y de actuar propio por el que Dios quiere. Es un cambio de rumbo, de mentalidad. Este concepto general es común a los maestros de la Ley y Jesús. Las sentencias rabínicas hablan frecuentemente de la conversión a la que todos están obligados, incluso los justos, especialmente a la hora de la muerte. Ella consiste en apartarse de las faltas pasadas y reparar el mal que se ha cometido. Sin embargo, la llamada de Jesús a la conversión se sitúa en una perspectiva completamente nueva: resuena en el momento de la llegada del Reinado de Dios; eso es lo que le da su fundamento y su carácter de urgencia. Convertirse significa ahora: aprovechar la salvación presente y darlo todo por ella: “El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y al encontrar una de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra” (Mt 13,4446). ¿Qué es, por su parte, la fe (pístis)? En el AT la palabra “fe” debe ser entendida en vinculación con la Alianza. El término griego "pístis" traduce la palabra hebrea “emet”, que significa “seguridad”, “firmeza” “confianza” en el cumplimiento de los deberes que corresponde a las partes en un pacto. En lo relativo a Dios, se trata de sus acciones salvadoras; al hombre, de la actitud por la cual se confía en Él como un aliado que es firme porque no engaña ni defrauda sino que cumple su promesa de salvación. Por eso, la fe está muy vinculada a la “esperanza”, esto es, al ponerse en camino en dirección a la meta de la promesa del Señor, tal como se aprecia en la figura de Abraham. En el anuncio de Jesús, se trata de la aceptación del Reinado de Dios, tal como Él lo anuncia. Jesús exige que se ponga en Él la confianza que corresponde sólo a Dios, debido a que se considera su enviado, su representante, el que hace presente en el mundo la acción divina. Como se ve, en Jesús, fe y conversión son casi sinónimos. Ambos significan acoger a Dios que comienza a reinar, aprovechar la oportunidad que ofrece, dejarse salvar por Él, cambiar la propia vida de acuerdo al don del Reino. 57
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En la Vulgata se lee: “Paenitemini et credite evangelio”, esto es, “hagan penitancia y crean en el Evangelio”. La palabra “penitencia”, aquí, entonces, es sinónimo de “conversión”. Hay que notar, sin embargo, que este término actualmente tiene un sentido muy diferente al de la “metánoia” de Jesús. En esta parte utilizo ampliamente a Bornkamm 1975, 87-89 y 101-123, y Villegas (sin año A),23-35.
58 Para el pensamiento judío, la conversión es lo primero; ella es la condición para que el pecador pueda esperar la gracia o la salvación. Esta última es concebida como recompensa al esfuerzo humano. En Jesús, es el don de Dios, la salvación ofrecida aquí y ahora, operante en medio de los hombres, la que engendra la conversión. En la parábola vista más arriba, los que se sientan a la mesa son los pobres, los inválidos, los ciegos y los paralíticos, y no la gente que ya está medio curada. A los publicanos y pecadores que comen con Jesús (lo mismo que al “hijo pródigo”) no se les pregunta sobre el grado de su progreso moral. La oveja perdida (Lc 15,4-7) no ha comenzado a hallar el camino de regreso; es el pastor quien la busca y la carga sobre sus hombros. No hay, entonces, condiciones previas para recibir el don de Dios. No se exige una actividad del hombre que prepara la venida de la “gracia”. La conversión es “ser encontrado” por Jesús 59. Convertirse significa, pues, hacerse pequeño delante de Dios: “Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado” (Lc 14,11). “Yo les aseguro: el que no reciba el Reinado de Dios como un niño, no entrará en él (Mc 10,15; Lc 18,7) No se trata de la presunta inocencia de la infancia lo que se presenta como ideal, según la interpretación romántica que se da a veces a estas palabras, sino de la pequeñez del niño, de su total dependencia de los demás, de su incapacidad para proveerse de lo necesario para su subsistencia. Es necesario, entonces, renunciar a la pretención de merecer el Reino. “Nada de lo que el hombre tenga o deje de tener: riqueza, poder o saber; nada que el hombre haya podido hacer en su pasado; nada que sea sólo la expresión del juicio de otros hombres sobre el valor de un hombre: nada de esto puede sustraerlo al ofrecimiento que, en Jesús, le hace Dios aquí y ahora” 60. b) Aprovechar la oportunidad Convertirse significa no disculparse con razones plausibles en cualquier otro momento, sino aceptar la invitación, dejarlo todo y venir, como se expresa en la “parábola de los invitados al banquete”: “Al oír esto, uno de los comensales le dijo: ‘¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!’. Él le respondió: ‘Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Vengan, que ya está todo preparado’. Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me acabo de casar, y por eso no puedo ir’. Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, el dueño de casa, airado, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor el siervo, ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque les digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena” (Lc 14,15-24). 59
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Sin embargo, para la salvación definitiva, se requiere la conversión. La secuencia sería la siguente: pecado-salvación provicional-conversión-salvación definitiva. La bienaventuranzas de Mt precisamente tratan de la necesidad de la conversión para la entrada definitiva al Reino. Villegas 1978, 10.
59 En esta parábola no se contrapone un “tipo de actividad” con otro: por ejemplo, la “secular”, “laical”, de los primeros invitados y la “religiosa” de 61 de los últimos. Las disculpas se refieren a tareas perfectamente legítimas. Sin embargo, ¡no se hace otra cosa cuando uno es invitado y la cena está servida! Lo central de la parábola dice relación con el “tiempo”, con el “kairós”: los fariseos están desperdiciando la gran oportunidad salvadora brindada por Dios, debido a su excesiva seguridad de que “entrarán al banquete” (= Reino) de todas formas; sin embargo, Jesús les advierte que otros pueden ocupar los puestos reservados para ellos. La parábola pone en el tapete el tema de la condenación. Al igual que el Bautista, Jesús habla del juicio divino. Nos presenta a Dios como juez que juzga las acciones humanas (Mt 25,1430) ya sea por sí mismo o a través del Hijo del Hombre (Mt 25,31-46). Jesús advierte sobre la condenación a diversos grupos: a "esta generación" (Lc 11,29-32), algunas localidades galileas como Corazín, Betsaida y Cafarnaum (Lc 10,13-15), a fariseos y escribas (Lc 11,37-54) y a los ricos (Mc10,23-27). Si se lee con atención estos textos se puede apreciar que constituyen una advertencia frente a la posible condena en que caerían si mantienen su actitud (incluso en el caso de las ciudades galileas) y no de una condena anticipada que no se pudiera cambiar. Puede apreciarse también que cuando Jesús habla de castigo y recompensa lo hace siempre en singular, algo absolutamente inusual. Esto quiere decir que el gran premio es la entrada al Reino de Dios y el castigo la marginación de éste. La parábola de arriba nos muestra que en realidad se trata de un autocastigo, ya que la decisión de no entrar en el Reino es personal. Dios respeta la voluntad humana incluso en este punto; su "juicio" es más bien una constatación de lo que ha sido la opción del hombre 62. 4.2. Jesús y la Torah 63 4.2.1. Introducción Convertirse es ponerse a disposición de Dios para hacer su voluntad, estar al servivio de su proyecto, vivir la vida como una misión encomendada. Responder a la invitación de Dios significa estar dispuesto a que su querer abarque toda nuestra existencia, sin reservar aspectos de ésta en los que Él esté ausente. Jesús advierte: “El que quiera conservar su vida la perderá y el que la pierda la encontrará” (Lc 17,33) 64. Para los judíos la voluntad de Dios se manifiesta en la Ley (=Torah) y en la creación, y se manifestará también en la acción escatológica futura (o consumación del Reinado de Dios).
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A menudo indentificada con la asistencia a la Eucarisía en las homilías dominicales. Se trata aquí de la dirección global que lleva la vida de una persona y no de actos aislados, por muy graves que sean. De modo gradual las decisiones de cada día van formando actitudes y estas últimas configuran la dirección fundamental de la vida. 63 Basado en Theissen y Merz 2004, 402-445. Los agregados que hago utilizando a otros autores están señalados expresamente. 64 No se trata de una renuncia masoquista a la propia personalidad, sino de proyectar la propia existencia en términos de donación y no de posesión; y ello porque sólo una vida entregada y solidaria conduce a la felicidad (la “vida”, en sentido bíblico). 62
60 Se trata de una "ética" (=realización de la voluntad de Dios) de la Torah, sapiencial y escatológica. Esta triple dimensión requiere de una explicación: - Los judíos veían la voluntad de Dios como expresada fundamentalmente en la Torah (nuestro Pentateuco); sin embargo, ella estaba vinculada estrechamente a las acciones de Dios a favor de su Pueblo (creación, sacada de Egipto, don de la tierra). Lo primero eran las acciones de Dios por Israel; lo segundo, sus mandatos. - Al margen de lo prescrito por la Torah para todos los judíos, algunos sabios o maestros habían ido reflexionando sobre la creación y la vida, en donde veían escrita la voluntad de Dios. Porque Dios creó el mundo mediante su sabiduría; por eso la sabiduría humana pudo extraer de él (del mundo), mediante la observación, pautas para la conducta humana. A la larga, estas reflexiones y pautas de conducta se irían integrando en la Torah, identificándose sabiduría y Ley. - La espera del final de los tiempos (escatología), que incluía el juicio divino sobre las acciones humanas, constituía una poderosa motivación para ajustar la vida al querer de Dios. No se trataba sólo del temor, sino sobre todo de la convicción de que un mundo renovado, en que se hiciera presente de modo total la voluntad divina sería fuente de plenitud y de gozo. A la luz de lo dicho, cabe la pregunta de si la propuesta ética de Jesús fue preferentemente de la Torah, de la sabiduría o de la escatología. 4.2.2. Jesús y la Torah a) Introducción En la investigación sobre Jesús fue un lugar común la afirmación de que Él había dejado atrás a la Torah. Una afirmación del biblista alemán Stauffer, en 1959, podría ser una buena síntesis de esa convicción: "(Jesús) es el mensajero de una moral no juridicista, radicalmente libre de toda atadura a la torah mosaica y de la obediencia a la torah judía." 65 Tanto en el campo católico como protestante se consideraba que la Ley había llegado a ser en el Judaísmo una cosa absoluta, cargada de casuística 66, centrada exclusivamente en la recompensa, formalista 67 y como una pesada carga. El trabajo especializado de los últimos decenios ha consistido en deshacer estos prejuicios. En realidad, Jesús nunca pretendió dejar de lado la Torah; es más, incluso afirma que ésta debe cumplirse: "No piensen (ustedes) que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. " (Mt 5,17). Sin embargo, en Jesús se da una curiosa mezcla de endurecimiento y moderación de las normas de la Torah. Jesús endureció las normas éticas (por ejemplo, el mandamiento del amor), que constituyen precisamente preceptos universales, y relativizó las normas rituales (el precepto de la pureza, sobre todo) que segregaban al Judaísmo del paganismo, sin eliminarlas radicalmente. Veamos algunos ejemplos de unos y otros. 65 66
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Citado por Theissen y Merz 2004, 390. Es decir, orientada a los casos particulares hasta el punto de que que se fragmentaba la voluntad de Dios. La pregunta de qué es lo que estaba permitido o prohibido en cada ocasión llevaba a un cumplimiento formalista del querer de Dios. Es decir, que llevaba a una obediencia "heterónoma"; o sea, la persona cumplía sus mandatos porque estaban mandados y no porque pensara que tuvieran un valor por sí mismos.
61 b) El endurecimiento de las normas éticas en Jesús Antes de entrar en los ejemplos concretos, es conveniente explicar las "antítesis" del "Sermón de la Montaña" (Mt 5 - 7). En Mt 5,20-48 encontramos 6 antítesis que están formuladas con la frase "han oído ustedes que se dijo a los antepasados ... pero yo les digo". De las 6 se atribuyen a Jesús con seguridad la primera (sobre el homicidio), la segunda (sobre el adulterio) y la cuarta (sobre el juramento). La fórmula en voz pasiva "han oído que fue dicho a ustedes", se refiere indudablemente a Dios, sin nombrarlo. Es como decir "Dios les dijo a ustedes (en la Torah) ... pero yo les digo". Tradicionalmente, entre los biblistas, se ha considerado que en estas antítesis, Jesús se atribuye la misma autoridad que Dios tiene y que pasa por sobre la Ley de Moisés, cosa inadmisible para el Judaísmo. En los últimos años, gracias a un mejor conocimiento del Judaísmo de la época, esta opinión entre los estudiosos ha cambiado. Se considera a las antítesis como una toma de posición ante la Torah. El sentido de la fórmula antitética es: "Han oído ustedes que un día (en el Sinaí) Dios dijo a sus antepasados: 'no matarás'... Pero yo les digo (mejorando lo anterior, sin negarlo)...". La Torah aquí no es criticada ni abolida sino trascendida o profundizada. Sólo es posible cumplir la voluntad de Dios si, además de ajustar la propia conducta a sus preceptos, nos dejamos guiar por ellos hasta los sentimientos más íntimos. Jesús distingue entre la revelación de Dios y la prolongación que hace de esa voluntad Él mismo ("pero yo les digo") 68. Hecha esta aclaración veamos los principales ejemplos de este "endurecimiento" de los mandatos de la Torah por Jesús. - El primer mandamiento "Se acercó uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: '¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?' Jesús le contestó: 'El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.'" (Mc 12,29-30). Ya el Judaísmo consideraba este mandamiento como el principal. La novedad es que Jesús lo radicaliza al poner como alternativa la adhesión a Dios y al servilismo del dinero (Mt 6,24; Lc 16,13). - La prohibición del homicidio "Han oído (ustedes) que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo les digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano 'imbécil', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame 'renegado', será reo de la gehenna de fuego." (Mt 5,21-22). No basta con no matar al hermano, es necesario ir más lejos y evitar el odio y las descalificaciones. Hay una evidente exageración en los insultos que cita Jesús (que son casi 68
Theissen y Merz 2004, 408.
62 inofensivos). El Maestro no pretende un cumplimiento literal de sus palabras, sino una nueva mentalidad que debe ir al "espíritu" de la norma. - La prohibición del adulterio "Han oído (ustedes) que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón." (Mt 5,27-28). No basta, según Jesús, con no tener relaciones sexuales con la mujer del otro; es fundamental también no codiciarla para sí mismo 69. - El mandamiento del amor al prójimo, que veremos más adelante. - La prohibición de las segundas nupcias "Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido comete adulterio." (Lc 16,18). Lo que se prohibe aquí no es la separación, sino el nuevo matrimonio tras ella, porque para Jesús el matrimonio sigue existiendo a pesar de la separación de la pareja. Las excepciones que fueron apareciendo después en el NT (1 Cor 7,15 y Mt 5,32) muestran que Jesús concibió este mandato suyo más como una norma ética que jurídica. - La prohibición del juramento "Han oído (ustedes) también que se dijo a los antepasados: No jurarás en falso, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo les digo que no juren en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es la piso de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea el lenguaje de ustedes: 'Sí, sí' 'no, no': que lo que pasa de aquí viene del Maligno." (Mt 5,33-37). Aquí se trata tanto de la sinceridad que lleva a la confianza en la palabra dada como del respeto que se debe a Dios y su trascendencia. c) Moderación de los preceptos cultuales Jesús no propone abolir estos preceptos, pero los subordina al mandato de la ayuda y solidaridad, al estilo de la tradición profética. - El mandato del sábado El descanso sabático era un pilar central del Judaísmo; él y la circuncisión eran los signos más visibles de la pertenencia al Pueblo elegido. Por lo mismo, todos los grupos judíos lo cumplían; la discusión giraba en torno a ciertos detalles del cumplimiento 70 y a las excepciones que podían permitirse. 69
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"Mirar con deseo" no se refiere al simple sentimiento espontáneo de atracción sexual; sino al acto voluntario de alimentar el deseo e incluso llegar a hacer planes para acostarse con la mujer o quitársela al marido. Por ejemplo, se consideraba que caminar más alla de cierta distancia transgredía el precepto. ¿Qué distancia? Según los qumranitas, 1000 codos (450 metros) ; según los fariseos, 2000 (900 metros).
63 Había dos excepciones que eran reconocidas por casi todos los grupos judíos: la salvación de la vida y la autodefensa en caso de guerra. Jesús amplía las excepciones sanando a enfermos que no están en peligro de muerte y permitiendo que los discípulos, por causa del hambre, arranquen espigas en sábado (Mc 2,23ss). Al añadir estas excepciones Jesús no se sale de los marcos del Judaísmo. Había grupos judíos que habían agregado otras (por ejemplo, salvar a un animal en peligro). Lo curioso, en el caso de Jesús, es que Él presenta estas excepciones como transgresión del mandato. ¿Por qué motivo? Se han dado varios, que son, a mi juicio, todos válidos: a) ético: la prioridad de la ayuda a las personas sobre los preceptos rituales; b) escatológico: la nueva realidad del Reino presente en este mundo implica la derrota de Satanás (Lc 13,16); c) mesiánico: Jesús manifiesta una autoridad comparable con la de David (Mc 2,25ss). A estos motivos hay que añadir la situación concreta de Jesús: unos carismáticos itinerantes a veces necesitaban aprovicionarse de comida en sábado; en el caso de las curaciones de enfermos, un sanador itinerante a veces sólo puede curar en sábado porque al día siguiente va a estar en otro lugar. 71
- El precepto de los diezmos "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidan lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello." (Mt 23,23). Se trata de un impuesto para el Templo. Jesús pone por sobre este mandato, sin suprimirlo, la justicia, la misericordia y la lealtad. - El precepto de la pureza " Llamó otra vez a la gente y les dijo: 'Óiganme todos y entiendan. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga.' Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: '¿Conque también ustedes están sin inteligencia? ¿No comprenden que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?' -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: 'Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.'" (Mc 7,14-23). En términos generales es “puro” lo que puede acercarse a Dios e impuro lo que incapacita para su culto o excluye de él. Por ejemplo: animales puros son los que pueden ser ofrecidos a Dios; impuros, los que los paganos consideran sagrados o que, pareciendo al hombre repugnantes o malos, se cree que desagradan a Dios. Otras normas de pureza se refieren al nacimiento, la vida sexual, la muerte, que son misteriosos dominios en los cuales actúa Dios, dueño de la vida. Una señal de corrupción como la lepra hace también impuro. La impureza se supera mediante un 71
Así pueden ser calificados Jesús y sus discípulos, como se verá más adelante.
64 sacrificio de expiación o lavados, según el caso 72 . Con el tiempo, los fariseos fueron aplicando estas normas cultuales a todos los ámbitos de la vida, y lo que originalmente tenía alcance ritual y cultual había ido tomando un sentido espiritual y moral. Así, se han conservado hoy algunas listas de profesiones impuras: unas son consideradas tales porque son ocasión frecuente de deshonestidad (transporte, pastoreo, juegos de azar); otras, porque implican el riesgo de contraer enfermedades (los médicos), o por ser simplemente repugnantes (lavanderos, basureros, carniceros, curtidores de pieles), o, por último, directamente transgresoras (cobro de impuestos, prostitución). Había diversos grados de impureza: por ej.:un cobrador de impuestos era más transgresor que el que atiende un establecimieto para baños 73. En las palabras de Jesús hay una prioridad de las opciones morales por sobre las rituales. Sin embargo, Jesús no suprime la distinción (a diferencia de Mc), sólo le resta valor. d) Reflexión final Como decíamos más arriba, el endurecimiento de las normas se refiere, en Jesús, a los preceptos éticos en sentido estricto. La moderación de las normas se refiere, en cambio, a preceptos rituales y cultuales. Los preceptos éticos son tendencialmente universales. Las agresiones y el afán de riqueza y de poder tienen que regularse en todas las culturas de modo similar, en una forma viable para la convivencia. Los preceptos rituales son, en cambio, peculiaridades de determinadas culturas. La circuncisión, el sábado y los preceptos sobre las comidas fueron, en el mundo antiguo, los signos de la identidad del Judaísmo para distinguirse de otros pueblos y culturas. ¿Cabe concluir con ello que Jesús, con su ética cosmopolita, abandonó el mundo limitado del Judaísmo? Al contrario; las dos tendencias de su ética sirven para certificar la identidad y posibilitar la vida judía. La confrontación con una cultura helenística avasalladora hizo surgir en el Judaísmo toda una serie de movimientos de conversión y renovación. Todos significaron de algún modo un "endurecimiento" de la Torah, es decir, la afirmación de los preceptos judíos tradicionales. Si Jesús muestra la tendencia a endurecer la Torah precisamente en preceptos universalistas, no lo hace con una intención asimilatoria, como si los judíos debieran abrirse a un modo de ser general. Al contrario: los adeptos judíos de Jesús deben practicar las normas universales formuladas en línea rigorista de un modo tan consecuente que superen en esto a las "naciones". Deben ser "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5,13ss). Esta conciencia de superación aparece formulada explícitamente en algunos pasajes: - por la práctica del amor a los enemigos deben distinguirse de los pecadores y de los paganos (Lc 6,32ss; Mt 5,47); - por la renuncia al status social, los que quieren ser los primeros deben ser una imagen de contraste para la vida de los paganos (Mc 10,42-44); - por la liberación de la preocupación por la subsistencia deben distinguirse de los "paganos"y buscar primero el Reino de Dios (Mt 6,32ss; Lc 12,30ss). Los adeptos de Jesús deben cumplir la voluntad ética universal de Dios, de forma que 72
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Cf. NBJ, nota a pie de página a Lev 11, p. 132. Las normas sobre pureza e impureza se encuentran en los caps. 11 a 15. Etchegaray 198, 161–162.
65 justamente eso pueda hacer visible la identidad de los judíos frente a los paganos. Las tendencias mitigadoras en la ética de Jesús ejercen igualmente una función social. Una ética severa, rigorista, tiende a dividir. Cuanto más estrictas sean las normas, menos personas podrán observarlas. La unidad de la comunidad no requiere sólo preservar la identidad en la distinción hacia afuera, sino igualmente, preservar la capacidad integradora hacia adentro, para que los grupos no se cierren y queden marginados. La relativización de los preceptos rituales tiene ese motivo en el fondo: también "los publicanos y pecadores" son miembros de Israel; también ellos pertenecen a las ovejas perdidas que es preciso buscar. Si en la guerra se puede quebrantar el sábado por autodefensa (incluso hasta matar), tanto más derecho hay a quebrantarlo para devolver a un miembro del Pueblo de Israel a la vida social. No se puede afirmar, por lo tanto, que Jesús no tuviera presente, al formular su ética, las condiciones de convivencia de un pueblo concreto. Su ética endurecedora y moderadora de la Torah es un programa que apunta a la restauración de Israel: pretende mantener su identidad respecto del entorno pagano y posibilitar al interior la integración de grupos marginales. El programa de Jesús presupone una libertad interior frente a la Torah. Si indagamos el fundamento espiritual de esa libertad interior que permitía radicalizar y mitigar las normas, nos encontramos con las tradiciones sapienciales y escatológicas del Judaísmo. De ambas tradiciones pudo la Torah ser relativizada y trascendida. 4.3. El mandamiento del amor El doble mandamiento del amor como lo fundamental de la Ley ya existía en el Judaísmo. Lo característico y original de Jesús fue extender y potenciar el mandamiento del amor al prójimo, de modo que incluyera expresamente a todas las personas, en especial a los extranjeros, a los enemigos y a los "pecadores". a) La extensión del amor al prójimo al extranjero En Lc 10,25-37 encontramos unidos el doble mandamiento del amor con la "parábola del buen samaritano". La unión de ambos textos pertenece al evangelista. A continuación comento la parábola. 10,29-32: “(29) Pero él (el escriba), queriendo justificarse, dijo a Jesús: ‘Y ¿quién es mi prójimo?’ El texto aludido de Lev 19,33 74 considera "prójimo" a los miembros del Pueblo de Israel. Lev 19,33 75 extiende el contenido del texto anterior a los extranjeros inmigrados al país; sin embargo, la traducción griega de los LXX traduce "ger" (extranjero) por "prosélito" designando a los extranjeros convertidos al Judaísmo. En esa misma línea va la literatura rabínica. Hubo maestros como Filón, que interpretaron el concepto de prójimo en una línea universalista, pero no parecen haber tenido mayor eco. (30) Jesús respondió: ‘Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. (31) Casualmente, 74
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" No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahvé (te lo digo)". "Cuando un forastero resida entre ustedes, en la tierra de ustedes, no lo opriman. Al forastero que reside entre ustedes, lo mirarán como a uno del pueblo de ustedes y lo amarás como a ti mismo; pues también ustedes fueron forasteros en la tierra de Egipto. Yo, Yahvé, su Dios."
66 bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. (32) De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo.” En la conducta del sacerdote y del levita, Jesús recoge hábilmente la visión que tiene el interlocutor. De ellos no se puede esperar mucho; son símbolos de una religión exterior y decadente. 10,33ª:
“Pero
un samaritano que iba de camino se acercó a él,...”
Es obvio que el próximo personaje debe ser un judío observante, de preferencia fariseo, que correrá a ayudar al compatriota herido. Sin embargo, aparece un samaritano. De él se puede esperar menos aún. Como se indicó en la parte de “Palestina en tiempos de Jesús”, los samaritanos son enemigos declarados de los judíos. 10,33 b -35: “...y al verle tuvo compasión; (34) y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. (35) Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.’” En contra de todo lo esperado, es el samaritano el que “siente compasión”. Ésta se manifiesta en lo que hace: se acerca, venda sus heridas, les echa aceite (para calmar el dolor) y vino (para desinfectarlas), lo monta en su caballo y le consigue hospedaje. 10,36: “(36) (Jesús dijo) ‘¿Quién de estos tres te parece que se hizo prójimo del que cayó en manos de los salteadores?’ (37) Él (legista) dijo: ‘El que practicó la misericordia con él.’ Le dijo Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo.’” Jesús modifica la pregunta original: ya no es “¿quién es mi prójimo? (que delimita el alcance del propio amor), sino ¿“quién se comportó como prójimo”? Lo verdaderamente central de la parábola es la revelación de que Dios como Padre asume el punto de vista del herido: para éste existen sólo dos tipos de personas: las que no lo ayudaron y la que lo ayudó; muy poco le importan las divisiones entre sacerdotes y escribas, judíos y samaritanos. El escriba mira las cosas desde sí mismo; Dios, en cambio, lo hace desde el necesitado, para quién es fundamental que el que va pasando “se haga prójimo suyo” y lo socorra 76. Dado que el papel de prójimo lo asume aquí el samaritano, miembro de un pueblo extranjero, queda aquí patente que el amor al prójimo abarca a los extrangeros o es practicado por ellos. b) La extensión del amor al prójimo a los enemigos "Han oído ustedes que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y ruegen por los que los persigan, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludan más que a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto su Padre celestial." (Mt 5,43-48). 76
Por eso es tan empobrecedor ese modo de interpretar las parábolas que busca “sacar su enseñanza”, “su moraleja”, entendiendo por ésta una indicación de “qué es lo que hay que hacer”.
67 En este trozo, Jesús afirma lo siguiente: - es necesario superar la reciprocidad de los recaudadores de impuestos y pecadores; - esa superación lleva a ser hijos de Dios, una dignidad reservada tradicionalmente a reyes y sacerdotes; - con esto se imita la conducta de Dios que ofrece sus bienes a todos los humanos, que es bueno aún con los desagradecidos y los malos; con ello se llega a ser "perfecto" como Dios 77. El amor a los enemigos incluye la renuncia a la venganza (Lc 6,29 = Mt 5,43-48). Estos dichos exigen una respuesta paradójica que va más allá de la mera paciencia ante la injusticia, sin defenderse; lleva a dar al enemigo más de lo que ha reclamado. c) La extensión del amor al prójimo a los pobres y pecadores Este extensión mira hacia el interior de la sociedad judía, a aquellos grupós a los que la gente se siente normalmente superior y con los que evita en lo posible el trato social. Hemos visto el trato de Jesús con los publicanos y prostitutas. Muchos de ellos mostrarán un amor que supera al de los escribas y fariseos (Lc 7,37-39). La acogida de los pecadores debe ser la respuesta humana al perdón divino (Lc 7,41-48; Mt 18,21-35) 4.4. ¿Es practicable la ética de Jesús? Desde muy antiguo se ha planteado el problema de si el estilo de convivencia propuesto por Jesús es viable o no 78. Algunos ejemplos: - ¿Es posible la convivencia social si se evita toda forma de violencia? La supresión de la policía traería sin duda una violencia mucho mayor; otro tanto se puede decir del ejército. - ¿Puede subsistir una sociedad que no castigue los delitos más graves de sus miembros invocando el perdón? - En la vida cotidiana, social y familiar, ¿es sensato no prever el mañana en lo relativo al manejo económico? Ciertamente, no. Sin embargo, es muy importante el tender al desarme (gradualmente), al perdón y al desprendimiento. Aquí es necesario retomar el tema del doble seguimiento de Jesús. Es necesario un grupo marginal de "locos", que viva anticipadamente aquí y ahora el estilo de relaciones del Reinado de Dios, que sea un signo claro de ese Reino. Sin embargo, lo que ellos viven debe ser vivido por todos, aunque sea de un modo limitado, de modo de ir conduciendo gradualmente al conjunto de la sociedad hacia el tipo de cultura que Dios quiere.
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Nótese que la "perfección" de Dios consiste en su amor gratuito. Una mala solución, que duró muchos siglos, fue exigir a los laicos el cumplimiento de los diez mandamientos y a los religiosos y sacerdotes el Sermón de la Montaña (Mt 5 - 7). Con esto se consagró una "ética de dos pisos" y un cristianismo de primera y segunda clase.
68 Sin los locos, los embates de la realidad cotidiana terminarán sepultando la utopía del Evangelio, que quedará como letra muerta. Sin los "adherentes sedentarios", lo que vivan estos grupos radicales será finalmente irrelevante, constituirá una curiosidad, sin auténtica importancia. Con mucha lucidez Jesús instituyó estos dos tipos de seguimiento.
69 5. LA PATERNIDAD DE DIOS (El Dios del reino) 5.1. Problemas con la paternidad de Dios Hablar de Dios como Padre hoy en día no es fácil. La caracterización de Dios en esos términos provoca una serie de problemas que es indispensable abordar si es que no se quiere deformar o vaciar de sentido el contenido de los textos bíblicos. Un primer problema lo constituye la experiencia relacionada con nuestro propio padre terreno. Sin duda la vivencia que se ha tenido en este aspecto condiciona la imagen que tenemos de Dios. ¿No estaremos proyectanto en Dios los rasgos positivos o negativos de nuestro padre? ¿Qué sucede cuando el padre ha sido –como en muchas familias de América Latina- “el gran ausente”? Un segundo tipo de problemas lo constituye la presencia, a menudo inconsciente en nosotros, del rechazo moderno de Dios como Padre. La modernidad, en su reacción contraria a la tutela eclesial propia de la Edad Media, terminó concibiendo a Dios Padre como un rival del hombre. Si este último quería llegar a ser plenamente humano, llegar a la “mayoría de edad” y asumir su propio destino, había entonces que dejar de lado a un Dios que relegaba al hombre a un estado de “infantilismo” humano y religioso. Pensadores tan diversos como Marx, Freud, Nietzsche, Sartre y Merleau-Ponty, estuvieron de acuerdo en este punto. Otro tipo de problemas lo ha puesto en el tapete la teología feminista 79. Según ella, la concepción de Dios como Padre deja fuera sus rasgos maternales y termina sacralizando socialmente al “varon” que pasa, a menudo, a ser concebido como la única “imagen de Dios” (en contra de Gn 1,27) 80. Finalmente, el problema más grave respecto al carácter “paternal” de Dios lo plantea la reflexión (filosófica, teológica, artística, etc.) sobre la realidad del mal en el mundo. Si Dios es Padre de todos los hombres, ¿cómo explicar que exista tanta pobreza, soledad y desamparo entre sus hijos?; ¿qué decir, sobre todo, del “sufrimiento del inocente”, esto es, del que no ha causado ningún mal, como es el caso de los niños? Detrás de esta pregunta suele estar latente la siguiente alternativa: si Dios causa el mal o, pudiendo evitarlo, lo permite, estaríamos ante un Dios “sádico” o al menos “cómplice del mal”.Si Dios no puede evitar el mal, entonces estaríamos ante un Dios bueno pero “impotente” 81. Este se hace aún más agudo con la enorme difusión que ha tenido en el pasado la “teoría de la satisfacción (o pago)”, presente en el catecismo antiguo 82 y en la catequesis tradicional. Según 79
Ver una síntesis en Seibert 2010, 65-91. Que esta posibilidad de considerar imagen de Dios sólo al varón es muy real lo muestra la increíble argumentación de San Pablo en 1 Cor 11,2-9 81 Es posible constatar que la mayoría de la gente prefiere la primera alternativa a la segunda: es más fácil aceptar a un Dios Todopoderoso, que obra a veces el mal, que a un Dios bueno pero impotente. 80
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Esta concepción está volcada en el Catecismo Mayor de san Pío X:
"¿Qué nos enseña el artículo cuarto (del Credo): 'Padeció bajo el poder de Poncio Pilato: fue crucificado, muerto y sepultado'? - El cuarto artículo del Credo nos enseña que Jesucristo, para redimir al mundo con su sangre preciosa, padeció bajo Poncio Pilato, murió en la cruz y fue sepultado".(n° 97). "Qué hizo Jesucristo en la cruz?- Jesucristo en la cruz (...) ofreció su muerte en sacrificio y satisfizo a la justicia de Dios por los pecados de los hombres."(n°104).
70 ella, Dios Padre, previendo el futuro pecador del hombre, envió a su Hijo al mundo para cancelar la deuda que éste tenía con Dios por el pecado de Adán. El “pecado original” (y los pecados personales que son consecuencias de él) constituía una ofensa a Dios tan grave que sólo el “Dioshombre” Jesucristo podía repararla. Mediante su sufrimiento, Jesús "satisfizo (= pagó la deuda) a la justicia de Dios por los pecados de los hombres." 5.2. La paternidad de Dios en el AT 83 Hay que descartar la idea de que Jesús ha sido el primero en la historia de las religiones en llamar a Dios “Padre” y en hacer de la filiación de los hombres a Él el centro de su mensaje. La idea de la paternidad de Dios es corriente, con muchas variantes, en múltiples religiones. Así, en las religiones míticas, como en la religión griega, por ejemplo, Zeus es “padre” de una familia de dioses. Volveremos a encontrar esta idea, en términos filosóficos, entre los estoicos; para ellos la divinidad es el padre del cosmos y los hombres son sus hijos; éstos pueden estar seguros de su asistencia y providencia. En el AT, Dios es llamado Padre en un sentido muy distinto. De partida, llama la atención la escasez de textos que hablan de Dios en estos términos (menos de 20). Pareciera ser que se trató de evitar a toda costa la confusión con los mitos cananeos y sus dioses de la fecundidad. No encontramos aquí la idea de una descendencia física de los dioses, semidioses y héroes a partir de un padre divino (religión griega), ni la de una filiación divina común a todos los hombres por estar dotados de razón (filosofía estoica). Por eso, la paternidad de Dios se revela en un “hecho histórico”: la salida de Egipto; y designa la relación exclusiva que ha supuesto la elección de Israel por parte de Yahveh. Por eso, el pueblo en su conjunto es llamado “hijo primogénito” de Dios (Ex 4,22-23) y Yahveh el Padre de Israel (Jer 31,9).
"¿No bastara que viniese un Ángel para satisfacer por nosotros? - No, señor; No bastara que viniese un Ángel para satisfacer por nosotros, porque la ofensa hecha a Dios por el pecado era, en cierta manera, infinita, y para satisfacer por ella se requería una persona que tuviese un mérito infinito." (n° 105). "Era menester que Jesucristo fuese Dios y hombre juntamente para safisfacer a la divina justicia? - Sí, señor; era menester que Jesucristo fuese hombre para que pudiese padecer y morir, y que fuese Dios para que sus padecimientos fuesen de valor infinito." (n° 106). "Por qué era necesario que los méritos de Jesucristo fuesen de valor infinito? - Era necesario que los méritos de Jesucristo fuesen de valor infinito porque la majestad de Dios ofendida por el pecado, es infinita." (n° 107). "Era necesario que Jesús padeciese tanto? - No, señor; no era absolutamente necesario que Jesús padeciese tanto, porque el menor de sus padecimientos hubiera sido suficiente para nuestra redención, siendo cualquiera acción suya de valor infinito." (n° 108). "¿Por qué, pues, quiso Jesús padecer tanto? - Quiso Jesús padecer tanto para satisfacer más copiosamente a la divina justicia, para mostrarnos más su amor y para inspirarnos sumo horror al pecado." (n° 109). [ Tomado de la edición de la Editorial Magisterio Español, Madrid, 1974, pp.17-18].
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Basado en Bornkamm 1975, 130-132.
71 En época de la monarquía, el rey es considerado hijo de Dios en un sentido privilegiado, y eso desde la antigua promesa hecha a Natán, que se refería al futuro de la dinastía (“casa”) de David: “Yo seré su Padre y él será mi hijo” (2 Sam 7,14; Sal 89,27-38). Lo mismo pasa con el texto que cita a menudo el NT aplicándolo al mesías prometido: “Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy” (Sal 2,7). No se trata, en este último caso, de un nacimiento milagroso sino de la entronización de un nuevo rey israelita “en nombre” de Yahveh. En el Judaísmo la idea de paternidad divina y de filiación se aplica a los “justos” (particularmente a los mártires), como consuelo y promesa para los que obedecen los mandamientos de Dios (Eclo 4,10; Sab 2,16-20). 5.3. La paternidad de Dios en el Jesús 84 La utilización por parte de Jesús del término “Padre” para designar a Dios no introduce, pues, una nueva idea de Él. Sin embargo, manifiesta ciertas características que están estrechamente ligadas al conjunto de su mensaje. Así, la relación padre-hijo no se aplica nunca al pueblo; no se refiere a la nación y a su origen como una garantía de salvación. Tampoco, es un privilegio reservado a los hombres piadosos. Por el contrario, para Jesús, Dios es el Padre “de los malos como de los buenos, de los justos como de los injustos” (Mt 5,45; 21;28-32). Lo que funda la exigencia: “Amen a sus enemigos y ruegen por los que los persiguen, para que sean ustedes hijos de su Padre Celestial ... Sean perfectos como es su Padre Celestial." (Mt 5,44-48). Jesús proclama una presencia inmediata de Dios en le cuidado de sus hijos que se pone de relieve en las palabras siguientes: “Ningún pajarillo caerá en tierra sin el consentimiento del Padre de ustedes. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados” (Mt 10,29-30). “No anden ustedes preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni recogen en graneros: y el Padre celestial de ustedes las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? (...) Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y todas esas cosas se les darán por añadidura” (Mt 6,25-33). “Su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de pedírselo” (Mt 6,8) 85. El modo de ser de Dios como Padre se muestra sobre todo en su conducta para con los pecadores, como se expresa de modo incomparable en la “parábola del hijo pródigo” (Lc 15,1132). Presento a continuación un breve comentario: 15,11-13: “(11)Dijo Jesús: Un hombre tenía dos hijos; (12) y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde’. Y él les repartió la herencia. (13) Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.” La figura central del relato es siempre el padre. Él permite a su hijo más joven que se marche libremente, a pesar de haberle exigido su parte de la herencia y de haberlo tratado, por consiguiente, como si ya estuviera muerto. 15,14-16: “(14) Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y 84 85
Basado en Bornkamm 1975, 132-135. La realidad parece desmentir de una manera brutal estas palabras; sin embargo, Jesús no promete que no vayamos a pasar necesidad y persecuciones, y hasta padecer una muerte violenta en el servicio del Reino. Lo que Él asegura es que, aún en el peor de los casos, todo lo que somos (nuestra identidad) será preservado y llevado a plenitud por Dios.
72 comenzó a pasar necesidad. (15) Entonces fue y acordó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus tierras a pastorear cerdos. (16) Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.” El hijo menor ha caído en lo más bajo: no sólo pasa hambre sino que trabaja al servicio de un extranjero cuidando cerdos (¡el animal impuro por excelencia!). 15,17-20: “(17)Y reflexionando en su interior, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! (18) Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. (20) Y levantándose, partió hacia su padre.” Contrariamente a lo que a menudo se ha dicho, una lectura atenta muestra que no se trata de una “conversión” propiamente tal sino simplemente de la constatación de que se encuentra en un “callejón sin salida”. El recuerdo del padre le hace pensar que no sólo estaba bien allí sino que con lo que hizo ha perdido todos sus derechos de hijo. Su regreso lleva una propuesta: no ser tratado como hijo sino como un jornalero más. Le parece que eso es lo que corresponde a su conducta. En todo caso, significa una enorme mejoría respecto de lo que está viviendo ahora. 15,21-24: “Estándo él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. (21) El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. (22) Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traigan deprisa el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. (23) Tráigan el ternero engordado, mátenlo, y comamos y celebremos una fiesta, (24) porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.” El padre no ha esperado dentro de su casa; ha visto a su hijo cuando se encontraba todavía lejos. Le da lástima, se precipita a su encuentro, lo abraza y lo besa. No escucha su explicación sino que, apresuradamente, le devuelve todos sus derechos de hijo (el anillo en la mano) y organiza una fiesta 86. 15,25-30: “(25) Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; (26) y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. (27) Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque le ha recobrado sano’. (28) Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. (29) Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; (30) y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado!’” Esta última parte, que relata el diálogo entre el padre y el hijo mayor, constituye una parte esencial de la parábola. No es posible entender correctamente su sentido si es que se omite. Nuevamente es el padre quien toma la iniciativa; lleno de diligencia va a su encuentro y lo invita a entrar. Sin embargo, el hijo no quiere hacerlo, invocando toda una vida de obediencia a él. 86
Contrariamente a lo que a veces se ha dicho, esta conducta no corresponde en absoluto a la que tendría un padre judío (o actual) en una situación semejante. Más bien es esperable una solución intermedia entre la misericordia y la justicia; algo así como: “me alegra que hayas vuelto, pero de ahora en adelante te ganas duramente tu pan”.
73 De pasada, se desentiende de su hermano (“ese hijo tuyo”). El relato pone de manifiesto que no sólo el hijo menor desconocía el modo de ser de su padre sino también el mayor. Su relación con él era más cercana a la de un empleado con su jefe que de un hijo con su padre. 15,31-32: “(31) Pero él le dijo: ‘Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; (32) pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’”. El padre sitúa la relación en su justo lugar: “Hijo, tu siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo”. Con mucha delicadeza, le recuerda que el hijo menor es su hermano (v. 32) y le reitera su invitación a la fiesta. La parábola carece de final: ¿Entró el hijo menor a la fiesta? No lo sabemos. Corresponde al oyente darle uno. La parábola está dirigida a los escribas y fariseos, con el fin de ellos se identifiquen con el hijo mayor 87. La descripción del menor recoge de modo genial la percepción que tienen de los pecadores. Su reclamación ante Jesús es la de que no procede con justicia (¡precisamente eso es lo que alega el mayor!). Sin embargo, para Dios Padre lo verdaderamente prioritario es la recuperación de a los que están perdidos 88. La carencia de final se vuelve pregunta: “Y tú, ¿estás dispuesto a entrar a la fiesta que Dios te ofrece como Padre?” En esta parábola se ve, más que en cualquier otro sitio, que hay que entender la paternidad de Dios como un milagro y como una revelación que se produce ahora. El Reinado de Dios como Padre “se ha acercado” (Mc 1,15). Dicha cercanía se refleja en una expresión que Jesús escoge para dirigirse a Dios y que a cualquier judío le parecería demasiado poco respetuosa: “Abbá” (Mc 14,36) 89, que significa literalmente “papá”. Es la manera confiada y familiar de dirigirse un niño a su padre. Nunca se utiliza en el lenguaje religioso. En boca de Jesús expresa la relación única que existe entre Él y el Padre. Es significativo haya pasajes en que Jesús dice “mi Padre y el Padre de ustedes”, pero en ningún sitio dice “nuestro Padre”. Sin embargo, esta experiencia única es para Él algo a compartir, como se ve en la oración del Padrenuestro. Una última consideración: El hecho de que Dios se haya puesto cerca como Padre, no excluye su carácter de “Rey” que exige 90. No podría ser de otro modo, ya que está en juego precisamente nuestra salvación. Como se ha visto, es significativo que Jesús no elimine el lenguaje relativo al castigo y recompensa, pero que use esas palabras en singular: “la recompensa” y “el castigo”. La primera, en el fondo, es Dios mismo y su Reino, la segunda, quedarse al margen de Él; lo cual es, en último termino, un “autocastigo”.
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Y no para que el auditor se identifique con el menor, tal como la utilizó posteriormente la Iglesia. La falta enorme del menor hace difícil la identificación del creyente que se sabe pecador con él. Lo que es más importante que la justicia, que de ningún modo es negada: la parábola es clara respecto de que el menor obró mal y el mayor bien. Presente también en las cartas de Pablo (Rm 8,15; Gal 4,6), que son los escritos más antiguos del Nuevo Testamento (AT). Por ejemplo, de juez que ha de venir (Mt 10,33; 16,27).
74 5.4. Respondiendo a los problemas Bajo esta nueva luz, retomemos los problemas formulados al principio. ¿Es la caracterización de Dios como Padre una simple proyección de la experiencia que tenemos con nuestro propio padre? Ante esa posibilidad, el AT prohibe hacer imágenes de Dios e incluso pronunciar su nombre. Son atisbos de lo que llamamos hoy “teología negativa”: lo que se afirma de Dios, si bien depende de nuestros conocimientos empíricos, acaba rompiendo la significación inicial, negando y superando sus límites, para adquirir un sentido que en rigor sólo se puede aplicar a Dios 91. ¿Es Dios Padre un “competidor” del hombre, alguien que le impide llegar a la “mayoría de edad” o ser autónomo? No es esa la experiencia de Jesucristo. La confianza de Jesús, que brota de su relación con su Padre, no lo lleva a negar la dureza de la realidad sino precisamente a enfrentarla en forma más radical. No hay nada de infantil en Jesús. Es alguien capaz de romper con todo legalismo; totalmente “hombre para los demás”, decididamente libre, hasta el punto enfrentar a los poderes político, militar y religioso 92. El cuestionamento a la caracterización unilateral de Dios como “Padre” de la teología feminista es plenamente legítimo. No hay duda de que la imagen de Dios en la Biblia está influida por el machismo de la cultura hebrea. Sin embargo, a pesar de eso, Dios Padre aparece también en el AT con rasgos maternales: aparece su “ternura” (Sal 103,13-14), su amor y perdón incondicional (Os 11,3.8-9), su conmoverse “hasta las entrañas” (Os 11, Jer 31,20) 93, su consuelo como de una madre (Is 66,13). Por lo mismo, es plenamente legítimo hablar de Dios como “Madre” 94 . Finalmente, en lo relativo al problema del mal 95, es necesario denunciar con claridad la falsedad de la alternativa esbozada más arriba entre un Dios fuerte y malo, o bueno pero débil. Dios es todopoderoso pero a la vez respetuoso de la creatura que ha formado. Su modo de intervenir en el mundo es suscitando solidaridad y amor en la libertad humana, potenciándola sin violentarla. La revelación de Dios en el AT ha debido hacer un largo y difícil recorrido para ir superando la imagen de un Dios que, junto con enviar el bien, también es causa del mal. (sea como castigo o puesta a prueba) 96. Libros como el Eclesiastés y Job son testimonios de esta dificultad. Es sólo con 91
Es la “analogía”, que es el lenguaje que se ocupa para hablar de Dios. Consta de 3 pasos: a) afirmación: por ejemplo, yo afirmo “Dios es justo”, b) negación: debo corregir la afirmación, negándola: “sí, Dios es justo pero no al modo en que los hombres somos justos”, y c) la eminencia: “Sólo Dios es completamente justo; es más, Dios es la justicia misma, de la que la justicia humana es sólo un pálido y deformado reflejo” (ver Sesboüé, Bernard, (2001) Creer, Paulinas, Madrid, pp. 72-73). En esta misma línea, Jesús recomienda no llamar a nadie “padre” en esta tierra (Mt 23,9). No se trata de una orden o norma jurídica (de hecho se trata de algo impracticable), sino de un llamado a tomar conciencia de que sólo Dios es “Padre” en sentido estricto, y de que todos los otros no son sino un reflejo débil de esa característica suya. Por lo mismo, se debe ser cauto a la hora de decir que una persona que ha tenido una mala experiencia con su propio padre tenga una radical imposibilidad de conocer a Dios como tal. A veces en la carencia humana de paternidad se puede vislumbrar otra más alta y firme. 92 San Pablo ha sacado las consecuencias de esa imagen de Dios para la vida cristiana: “No recibieron ustedes un espíritu de esclavitud para volverse al miedo, sino un espíritu de hijos adoptivos, gracias al cual podemos gritar: “¡Abbá, Padre!” (Rm 8,15). 93 94 95 96
“Rahamín” es una palabra hebrea que designa el seno materno. Ver Seibert 2010, 88. Sigo aquí a Torres Queiruga 1986. Recuérdese, por ejemplo, cuando uno de los hijos del sumo sacerdote, con la buena intención de que no se cayera,
75 Jesucristo que ese proceso llega a plenitud. Con Jesús, Dios aparece no sólo no enviando el mal sino como aquel que está de parte del hombre y en contra del mal. En nombre del Padre, Jesús proclama su Reinado, expulsa demonios, ofrece sin condiciones previas el amor y el perdón, va en busca de los más marginados y alejados. Y por eso entra en conflicto con las autoridades de Israel que, no sólo oprimen a los más desvalidos, sino que lo hacen en nombre de Dios. A Aquel que manifiesta su ternura, particularmente hacia el pobre y el marginado, que salva y perdona en donde todos condenan, "¿cómo no iba a resultarle insufrible que lo hicieran aparecer asociado a la opresión social, sacralizando el egoísmo de los hombres? ¿Cómo podía tolerar que las víctimas de la injusticia humana fueran convertidas además en pecadores, es decir, en supuestas víctimas de la justicia divina? Eso significaba la perversión más horrible del rostro del Señor, una puñalada en el corazón mismo de su bondad, una negación demoníaca de su santidad” 97. Teorías como las de la "satisfacción", esbozada más arriba, son un buen testimonio de lo difícil que es para el ser humano aceptar a un Dios con estas características. Aún hoy, expresiones como “si Dios te lo envía, será para tu bien”, o, “(ante la muerte de un ser querido) Dios se lo llevó porque quería tenerlo a su lado”, y otras, son frecuentes, incluso en las homilías y catequesis de Iglesia 98. Será sobre todo la Pascua de Jesús la que iluminará plenamente lo que significa invocar a Dios como “Padre”.
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echó mano al Arca y en castigo murió fulminado, porque el Arca era santa y no podía ser tocada (2 Sam 6,6-8). Torres Queiruga 1986, 63. Hemos explicado más arriba en qué sentido se puede hablar de castigo y recompensa en Dios.
76 6. JESÚS Y SUS DISCÍPULOS 6.1. Introducción Al igual que los profetas y los maestros de la Ley Jesús tuvo una comunidad de seguidores o discípulos. Se ha comparado a Jesús con los rabinos, con los maestros cínicos del mundo griego y hasta con los profetas escatológicos como Teudas 99. Sin embargo, las diferencias son considerables. En el caso de los rabinos lo central era la enseñanza de la Torah en una admósfera bastante "escolar" 100. Por otra parte, Jesús se diferencia de los filósofos cínicos en su anuncio escatológico de una pronta venida del Reinado de Dios. A diferencia de los profetas escatológicos Jesús anuncia una anticipación modesta, parcial, del Reino en el aquí y el ahora, y se resiste a dar signos espectaculares que fuercen la fe (Mc 8,11-13). Una característica central de Jesús como "maestro" es su vida errante (los maestros de la Ley enseñaban en la Sinagoga o en sus casas), que implica dejar ocupación y familia. Por eso, los términos "seguidor" y "discípulo" se aplican a aquellos que vivieron con Él y lo siguieron en sus continuos desplazamientos. Se trata no sólo del grupo de los Doce, sino de un grupo un poco más grande que integra personajes como Natanael (Jn 1,45-51), José y Matías, mencionados en Hch 1,21-22, y algunas mujeres que lo siguieron no sólo en Galilea, sino también en Jerusalén, como se verá. En los evangelios encontramos, además, a un grupo de adherentes locales formado por simpatizantes que aceptaban y apoyaban su proyecto sin abandonar su casa ni sus ocupaciones cotidianas. No fueron considerados por Jesús inferiores a los discípulos propiamente tales. Ellos acogían a Jesús y sus discípulos, y vivían de acuerdo a sus enseñanzas. A este grupo pertenecieron publicanos como Zaqueo (Lc 19,1-10), miembros del Sanedrín como José de Arimatea (Mc 15,4247) o la familia de Marta, María y Lázaro, que los recibían en Betania cuando iban a Jerusalén (Jn 12,1-8; Lc 10,39-42). Formaron una red de familias vinculadas al movimiento de Jesús que fue muy importante para la expansión de su mensaje y su forma de vida en Palestina durante la primera generación cristiana. Lo que sigue será una presentación de las características del discipulado en sentido estricto. No siempre es fácil hacer una reconstrucción histórica fiel, ya que las comunidades eclesiales de la primera y segunda generación consideraron como modelo de toda vida cristiana a la comunidad de discípulos de Jesús, y aplicaron a sí mismas las enseñanzas del Maestro, modificándolas para hacerlas actuales 101. Dado que la inmensa mayoría de los cristianos vive su condición de tal en medio de su familia y oficio, en notas a pie de página daré algunas pistas de actualización de algunos de los elementos propios del discipulado propiamente tal. 6.2. El llamado En los evangelios se llega a ser discípulo de Jesús por un llamado que es iniciativa de Él y 99
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Flavio Josefo en sus "Antiguedades judaicas" habla de varios casos de profetas itinerantes más o menos contempóraneos de Jesús que anunciaban una pronta llegada del Reinado de Dios o de una intervención divina extraordinaria (cap.20). El término "rabí" aplicado a Jesús no tiene el sentido técnico o preciso de "maestro de la Ley" que tendrá más adelante Las palabras “seguidor” o “discípulos” son aplicadas en los evangelios a todo creyente en Jesús.
77 no de la libre elección de quien se siente particularmente atraído por Él. Los relatos subrayan tanto este aspecto que dejan fuera todos los demás, como se puede ver en los siguientes pasajes: Mc 1,16-20 (El llamado a los cuatro primeros discípulos): “Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Vengan conmigo, y les haré llegar a ser pescadores de hombres’. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él”. Mc 3,13-19 (Llamado a los Doce): “Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó”. Jn 1,35-51 (Segunda versión del llamado a los cuatro primeros discípulos): “Al día siguiente, Juan (Bautista) se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios.’ Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscan ustedes?’ Ellos le respondieron: ‘Rabbí - que quiere decir, ‘Maestro’ - ¿dónde vives?’ Les respondió: ‘Vengan y lo verán.’ Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Eran más o menos las cuatro de la tarde. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’ -que quiere decir, Cristo-. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’ -que quiere decir, ‘Piedra’. Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: ‘Sígueme.’ Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: ‘Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.’ Le respondió Natanael: ‘¿De Nazaret puede haber cosa buena?’ Le dice Felipe: ‘Ven y lo verás.’ Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: ‘Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.’(...) 102. Como puede apreciarse, los textos se abtienen de describir, como habría hecho cualquier historiador, el contexto en el cual son llamados, la historia previa con Jesús y la preparación psicológica de Simón, Andrés, Santiago, Juan, y Felipe. No manifiestan el menor interés por su heroica decisión. Lo esencial es la palabra del maestro que llama: “¡Vengan conmigo!”. ¿Tuvo Jesús discípulas? No es fácil contestar a esta pregunta. Sin duda hubo mujeres que lo seguían, como puede verse por el siguiente texto: 102
Según este último texto, el llamado a Simón, Andrés y Felipe ocurre en Judea y durante el ministerio de Juan Bautista; en cambio Mc lo sitúa en Galilea en torno al lago. Es probable que Jesús los haya conocido siendo discípulo de Juan y que después se haya reencontrado con ellos en Galilea al comienzo de vida pública.
78 "Recorrió a continuación ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes." (Lc 8,1-3). El evangelio de Marcos corrobora esta información en el relato de la Pasión: "Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén." (Mc 15,40-41) El rol de estas mujeres, ¿sería sólo la de colaborar con la misión de Jesús desde el punto de vista práctico o tenían además otras funciones? Las apariciones del Resucitado a varias de ellas permite afirmar que sí lo fueron. Ellas lo siguieron y vivieron con Él, lo que debe haber constituido un escándalo para la época 103. 6.3. Abandono de la familia El ministerio de Jesús es errante y exige de los discípulos adoptar esta misma condición. Es difícil dimensionar lo que eso significa en el mundo mediterráneo de la Antiguedad. Toda la vida social se basaba en la familia 104, que era dirigida por el "pater familias" cuya autoridad era indiscutible. Al abandonar su casa, Jesús abandona su trabajo, dejando, así, a su familia, sin el aporte de sus brazos. Esto significaba vivir como un marginal, un vagabundo, alguien en quien no se puede fiar 105, lo que era poco honorable y deshonraba a su familia 106. Y el honor era el valor supremo en el ambiente mediterráneo. No es raro, entonces, que su familia los considerara un loco y quisiera recuperarlo: "Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: 'Está fuera de sí' (...). Llegan su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: '¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.' Él les responde: '¿Quién es mi madre y mis hermanos?' Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: 'Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.'" (Mc 3, 21.31-35). En la misma línea se inscribe el siguiente texto de Lucas: "Mientras iban caminando, uno le dijo: 'Te seguiré adondequiera que vayas.' Jesús le dijo: 'Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.' 103
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“Pablo, siervo de Cristo Jesús, (...) a todos los amados de Dios, ustedes que están en Roma, santos por vocación, a ustedes gracia y paz” (Rm 1,1.7). Así comienzan muchas de las cartas de Pablo, aludiendo al llamado o vocación que han recibido todos los cristianos (o “santos”). No hay vida cristiana sin vocación, sin haber sido llamado por Jesús en un acontecimiento y momento preciso de la propia vida, a través de uno o más miembros de una comunidad cristiana. Dicho llamado es completamente gratuito: no está motivado por la propia capacidad o condición social. La elección que ello supone no es para quedarse gozando de la experiencia del Señor; siempre es en beneficio de otros, para que finalmente todos puedan conocer y experimentar a Jesucristo. No la familia nuclear actual sino una mucho más amplia. Los hijos casados se quedaban a vivir en la casa paterna. Eclo 36,28: 26 "¿Quién se fiará del ladrón ágil, que va saltando de ciudad en ciudad? Lo mismo ocurre con el hombre sin hogar, que se cobija donde la noche le sorprende." A ello hay que agregar las "malas compañías" que Jesús tenia, como se ha visto más arriba.
79 A otro dijo: 'Sígueme.' Él respondió: 'Déjame ir primero a enterrar a mi padre.' Le respondió: 'Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.' También otro le dijo: 'Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.' Le dijo Jesús: 'Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.'" (Lc 9,57-62). El deber sagrado de cuidar a un padre anciano y de sepultarlo con todos los honores estaba presente en el Decalogo ("honrarás a tu padre y a tu madre": Ex 20,12) y en muchos otros textos bíblicos. En Gn 49,29 Jacob pide ser sepultado con honores a sus hijos; en Jer 22,18-19, la maldición que lanza el profeta contra el rey Joaquín consiste precisamente en que "lo sepultarán como a un asno" (es decir, dejarán su cadáver fuera de Jerusalén y nadie rezará por él). Tobías tiene miedo de casarse con Sara por el riesgo de que lo mate el demonio y no pueda entonces darles a sus padres debida sepultura (Tb 6,15). Por eso las palabras de Jesús escandalizan. Los muertos en sentido metafórico, es decir, los que se niegan a entrar en el Reino de Dios, deben ser los que cumplan este deber filial. Para Jesús no hay tiempo que perder; los deberes familiares son menos urgentes que el anuncio actual del Reinado de Dios. En la misma línea va el siguiente trozo: "Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío." (Lc 14,26). 107 Se trataba de una ruptura que a menudo entrañaba una desobediencia al "pater familias", cuya voluntad dominaba a los hijos incluso cuando se casaban y permanecían en el ámbito familiar. Incluso si el abandono familiar ocurría con el consentimiento del padre significaba estar estigmatizado para siempre. En el mismo sentido, una parábola pone en guardia a los que están dispuestos a seguir a Jesús sin haberlo reflexionado suficientemente: “Porque, ¿quién de ustedes, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él diciendo: ‘Éste comenzó a edificar y no pudo terminar’ (...) Pues de igual manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío” (Lc 14,28-30.33). Como persona sin casa, debía elegir entre pedir limosna o ser mantenido por sus amigos. Jesús prefirió esta segunda opción. Más arriba hablábamos de un grupo de adherentes locales formado por simpatizantes que aceptaban y apoyaban su proyecto sin abandonar su casa ni sus ocupaciones cotidianas. Ellos acogían a Jesús y sus discípulos, y vivían de acuerdo a sus enseñanzas. Ellos formaron una red de familias vinculadas al movimiento de Jesús que fue muy importante para la expansión de su mensaje y su forma de vida en Palestina durante la primera generación cristiana 108. 107
"Odiar" aquí tiene el sentido de "renunciar a". Hemos visto más arriba que desde el comienzo del ministerio de Jesús existen también personas que adhieren a Jesús en medio de su familia, pueblo y oficio y que éstos no son considerados por Jesús inferiores a los discípulos propiamente tales. Actualmente la mayoría de los cristianos está en esta situación. Sin embargo, aunque de un modo más amplio e indirecto, la renuncia a los bienes, a las personas y a un proyecto personal de vida sigue vigente. Al tratar 108
80 6.4. Para anunciar la cercanía del Reinado de Dios La renuncia a los bienes, la familia y el oficio están al servicio de la misión que corresponde a los discípulos. En el texto de Mc citado más arriba esa tarea se expresa con una frase más bien desconcertante: “Yo haré de ustedes pescadores de hombres” (Mc 1,17; Lc 5,10). En otro texto significativo la misión de los discípulos es expresada con otro oficio, el de jornalero: “Y al ver la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: ‘la cosecha es mucha y los jornaleros son pocos. Ruegen pues al Dueño de la cosecha que envíe jornaleros a su cosecha’” (Mt 9,36-38) En ambos pasajes se expresa la urgencia de la misión. Jesús la concibió no como un quehacer organizado y estable, sino como uno temporal que se realiza en servicio de otros. Las imágenes de la siega (Mt 13,24-70) y la pesca (Mc 1,17) tienen connotación escatológica. Es una misión urgente en consonancia con el “kairós” de la cercanía del Reinado de Dios. Los discípulos no sólo son testigos de cómo Jesús hace presente el Reinado de Dios mediante sus milagros, actitudes y palabras, sino que ellos mismos son enviados a misionar. En Mt 10,1-15 se nos narra este hecho: “A estos Doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: ‘No tomen el camino de los gentiles ni entren en ciudad de samaritanos; diríjanse a más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron; entréguenlo gratis. No lleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo; ni morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bastón; porque el obrero tiene derecho a su sustento. Cuando lleguen a cualquier pueblo, averiguen quién hay en él digno de recibirlos y quédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar en la casa, saluden, y si lo merecen, la paz de su saludo permanecerá con ellos; si no, regresará a ustedes. Si no los reciben ni escuchan su mensaje, salgan de esa casa o de ese pueblo y sacúdanse el polvo de sus pies. Les aseguro que el día del juicio será más llevadero para Sodoma y Gomorra que para ese pueblo’”. Puede apreciarse en el texto la misión de los discípulos: anunciar la cercanía del Reinado de Dios mediante acciones (en este caso, milagros) y palabras. Comunican, por lo tanto, no sólo un mensaje, sino también la “fuerza” del Reino, su capacidad sanadora que acarrea “paz”. Deben vivir el tema de la voluntad de Dios, afirmábamos que todo lo que la persona es y tiene debe estar al servicio de Jesús, lo que se traduce en la donación de nuestra vida a los que necesitan de nosotros. De modo negativo, nada puede ocupar el lugar central que corresponde sólo a Dios, ni siquiera la propia pareja o familia (conforme al “primer mandamiento”); de un modo positivo, todo debe estar al servicio de la causa del evangelio. La pregunta es, por lo tanto, de qué modo quiero servir a Jesús, ¿soltero o casado?, ¿en que profesión u oficio?, ¿en qué lugar de trabajo?, etc. Por supuesto, que las propias inclinaciones, aptitudes, gustos y necesidades (de entre las que están las económicas) deben ser tomadas en cuenta en una decisión de este tipo, pero la mirada debe estar centrada siempre en el servicio a los demás. En cierto sentido, la vida del cristiano es siempre itinerante. Tiene conciencia de que “este mundo” es el que va a ser renovado por Dios; sin embargo, aún ese futuro no ha llegado y debe tener respecto de las personas y de las cosas una actitud de desprendimiento. Un desapego que no es indiferencia (porque a este mundo es al que el cristiano está llamado a servir) ni incapacidad de gozar (Jesús mismo es llamado comilón y borracho, amigo de publicanos y protitutas, por los “ascetas” de la época: Lc 7,33-34) sino un renunciar a “instalarse” en un determinado momento, situación o lugar como si ahí estuviera lo definitivo.
81 de la hospitalidad de aquellos que reciben el anuncio; y tienen derecho a eso por el servicio que prestan. Llama la atención la referencia al castigo que recibirán los que no acojan el mensaje. Esto requiere de una explicación más detenida. Debe tenerse en cuenta la situación histórica: la predicación es en las ciudades de Galilea, algunas de las cuales han sido visitadas por Jesús, otras han oído hablar de sus signos 109. Los milagros obrados por los discípulos deben ser suficientes para creer. El rechazo en este caso es una muestra de lo que Jesús llama la “dureza de corazón”, esto es, la decisión consciente y libre de “cerrarle la puerta” a Dios. El castigo mencionado es más bien un “autocastigo”: el automarginarse de la salvación, de la gran oportunidad de plenitud ofrecida por Dios 110. 6.5. "A las ovejas perdidas de la casa de Israel" Respecto de los destinatarios de la misión, Jesús pensó sobre todo en el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a Israel, y por lo tanto, su actuación quedó circunscrita a los límites de su pueblo. Esta perspectiva se deja traslucir en la constitución de los Doce, que apunta a la restauración del Pueblo Elegido. En los sueños de los israelitas más sensibles a las esperanzas escatológicas se esperaba realmente la recomposición de las tribus israelitas. El pueblo de las doce tribus no era ya una realidad desde el destierro de las tribus del norte (721 a.C.) por el imperio asirio. Las del sur, al menos en parte habían regresado a su patria, y sin las otras, habían dado origen a la comunidad judía posterior al destierro babilónico. Se consideraba que los tiempos del giro decisivo y radical que Dios iba a imprimir a la historia coincidirían con los de la recomposición del pueblo de las doce tribus. Por ejemplo, Baruc dirige a Jerusalén las siguientes palabras: "Mira hacia oriente, Jerusalén, y contempla la alegría que te envía Dios. Mira, ya llegan tus hijos, a los que despediste: vuelven convocados desde oriente a occidente por la palabra del Santo y disfrutando de la gloria de Dios."(Bar 4,36-37). En Eclo el autor ruega a Dios: "Reune a todas las tribus de Jacob, devuélveles su heredad como era en el principio" (Eclo 36,10). En 2 Mac: "Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y abominados, y conozcan los paganos que tú eres nuestro Dios." Y más adelante: " (...) como había prometido por la Ley, el mismo Dios, como esperamos, se apiadará pronto de nosotros y nos reunirá de todas partes bajo el cielo en el Lugar Santo; pues nos ha sacado de grandes males y ha purificado el Lugar." (2 Mac 1,27; 2,18). Expresiones de esta esperanza no faltan tampoco en la literatura de Qumrán. En 1QM (la "Regla de la Guerra") los guerreros que participan en la guerra escatológica provienen de todas las tribus (por ejemplo, 2,7ss.). Sin embargo, se trata sólo de un resto fiel bastante selecto: los "hijos de la luz". Jesús en cambio entiende la representatividad de los Doce de modo universalista, como se puede deducir de su mandato de amar a los enemigos y la imagen de un Dios Padre "que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos". Los Doce son el comienzo del cumplimiento de esta promesa cuya culminación se espera en un corto plazo: "Jesús les dijo: 'Yo les aseguro que ustedes que me han seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, se sentarán también ustedes en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.'" (Mt 19,28).
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Y han recibido la preparación del AT. Jesús utiliza las representaciones de castigo propias de la época. Es necesario recordar lo dicho más arriba sobre las categorías de "castigo" y "recompensa" en Jesús.
82 6.6. Corriendo los mismos riesgos del Maestro Esta misión la ponen en práctica el discípulos corriendo los mismos riesgos a que se vio expuesto el Maestro. No se debe esperar tener una mejor suerte: “No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de casa le han llamado Beelzebul (=Demonio), ¡cuánto más a los de su familia!” (Mt 10,24-25). Lo que Jesús quiere decir aquí es que no se puede pretender ingenuamente ser fiel a la misión y a la vez ser aceptado por todo el mundo. Ella siempre acarrea conflicto. “Si alguno quiere seguirme, niégese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quién pierda su vida y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?” (Mc 8,34-36). Quien sigue a Jesús debe contar incluso con la posibilidad del martirio. Négarse a sí mismo no significa aquí la auto-anulación de la propia personalidad sino la capacidad de vencer el “instinto de supervivencia” y el egoísmo, tan fuerte en todos los seres humanos. La entrega que Jesús pide se hace en virtud de la vida, de la felicidad, de la plenitud. No es una renuncia masoquista. La Iglesia ha rechazado siempre a los que buscan el martirio por el martirio. No se trata de ir tras la muerte, sino de no evitarla a costa de la fidelidad a Jesús 111. 6.7. En medio de una gran fragilidad personal Las exigencias anteriores pueden parecer imposibles de cumplir y producir desaliento y deseos de evitarlas. Eso mismo le pasó a los discípulos de Jesús. La imagen que ofrecen los evangelios de ellos no es para nada idealizadora. A menudo no comprenden a Jesús (Mc 8,31-33), fallan en su fe (Mt 14,29-33) y anhelan el poder (Mt 20,20-28). Pedro niega al Señor (Mc 14,66-72) y Judas lo traiciona (Mc 14,43-46). Cuando el Maestro es apresado, todos ellos huyen (Mc 14,50). Y sin embargo, Jesús nunca se retracta de su elección; por el contrario, es a ellos a los que se dirige después de su resurrección para volver a enviarlos. 6.8. Formando la "Familia de Dios" La misión fue realizada no sólo mediante la palabra y las señales milagrosas, sino también por un estilo de vida y de relaciones humanas, acordes con un conocimiento cada vez más profundo del Maestro. La comunidad de los discípulos fue llamada por Jesús a constituir una especie de “anticipación” del Reinado de Dios futuro; esto es, la nueva familia escatológica (3,31-35; 10,28-30), del Israel definitivo en donde Dios comienza a reinar ya, perdonando los pecados y ofreciendo una nueva relación con Él, filial, y entre sus miembros, fraternal. Por ese motivo, los discípulos deben vivir una actitud de servicio y de renuncia a la ambición de poder en la comunidad (9,34); deben también relativizar todo tipo de bienes y saber abandonarlos en función del Reino (10,17-31); deben hacerse niños, en su modo de recibir el amor del Padre (10,15). 111
Jesús se refiere aquí a discípulos en sentido estricto; sin embargo, de un modo o de otro, el ser humano debe hacer la experiencia de la muerte y Jesús ofrece vivirla en la fe, como entrega de la propia vida a Dios y a los demás. La forma suprema de la entrega de la vida es el martirio; sin embargo, no es la única: a veces es necesario pasar por situaciones durísimas por fidelidad al Maestro y a nosotros mismos. Vividas con Jesús, en la fe, esas situaciones nos hacen crecer y terminan siendo fuente de plenitud.
83 Sería un error restringir estos rasgos sólo al grupo de seguidores itinerantes. En realidad, ellos deben ser causa y fermento de un grupo más amplio, formado por todos aquellos que han adherido al anuncio de Jesús. Recordemos el texto citado más arriba: "'¿Quién es mi madre y mis hermanos?' Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: 'Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.'" (Mc 3, 21.31-35). Se trata del abandono de un tipo de familia para formar otro, sobre otras bases. Ella debe tener a Dios como Abbá y estar privada de "padres terrenos": "Ustedes, en cambio, no se dejen llamar `Rabbí', porque uno solo es su Maestro; y ustedes son todos hermanos. Ni llamen a nadie `Padre' suyo en la tierra, porque uno solo es su Padre: el del cielo. Ni tampoco se dejen llamar `Instructores', porque uno solo es su Instructor: el Cristo. El mayor de entre ustedes será su servidor." (Mt 23,8-12). Tanto el padre como el maestro tenían en la antiguedad una autoridad absoluta sobre sus hijos y discípulos. No puede ser así en la nueva familia de Dios. La instrucción no pretende un cumplimiento literal sino orientar sobre el tipo de autoridad que debe tener la comunidad cristiana: de ninguna manera puede ser la de un poder absoluto o despótico. "Pedro se puso a decirle: ‘Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido’. Jesús dijo: ‘Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna” (Mc 10,33-35). El testimonio de los misioneros cristianos de todos los tiempos avala esta palabra: después de dejar familia, profesión y patria, llegan a tener relaciones humanas mucho más profundas en los países donde han misionado, aún en medio de incomprensiones y persecuciones. Comienzan a vivir desde ya la promesa de un mundo futuro sin conflictos, pobrezas y opresiones 112.
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¿Qué vigencia actual tienen estas palabras de Jesús? La misión de la Iglesia, que busca continuar la de Jesucristo, tiene dos aspectos, complementarios e inseparables: - el de la “evangelización”, mediante la cual se anuncia explícitamente a Cristo y su mensaje, y que corresponde a las “palabras” de Jesús, y - el del “servicio”, que es la realización del mensaje de Jesús en todos los aspectos de la vida humana, personal y social, y que se inspira en las “acciones” de Jesús. La evangelización corresponde a toda la Iglesia, pero particularmente a sacerdotes y religiosos; el servicio, en cambio, a toda la Iglesia, pero sobre todo a los laicos. Estos últimos hacen presente a Dios, nosólo en sus familias, sino también en sus puestos de trabajo y en la acción política. En la mayoría de los casos no se trata de un anuncio explícito sino simplemente de una acción que busca hacer más humanas las condiciones de vida de la gente y que, por lo mismo, corresponde a la voluntad de Dios. No debe perderse de vista que la Iglesia la componen sus comunidades. Es muy común insistir en el testimonio individual o familiar, olvidando el comunitario. La tarea más urgente de la Iglesia de hoy es la de formar comunidades reales, en las que el afecto mutuo y la solidaridad económica sean una realidad. Sin comunidades que anticipen el Reinado de Dios la evangelización terminará siendo un mensaje más o menos etéreo.
84 7. LA MUERTE DE JESÚS 7.1. Introducción La muerte de Jesús fue consecuencia de su vida: sus palabras, acciones y actitudes le valieron la condena por parte de las autoridades y de los principales grupos judíos. Esta conexión entre muerte y vida, y las causas históricas de la ejecución de Jesús han estado ausentes de la reflexión teológica y de la enseñanza catequética de muchos siglos. Esto ha sucedido porque se ha concebido la pasión como el fruto de un plan de Dios de tipo determinista que ha previsto tanto el pecado humano, como el envío del Redentor. En la parte correspondiente a la paternidad de Dios hemos aludido a la "teoría de la satisfacción, que buscaba explicar el porqué de la encarnación. En líneas generales, su respuesta era que Dios, que conocía desde la eternidad el futuro pecador del hombre, habría establecido que el Salvador tuviera que morir en la cruz para reparar la ofensa inferida a su infinita majestad. Así, con su sangre, Jesús “da satisfacción” (o sea, cancela la “deuda”) a la justicia divina y vuelve a abrir las puertas del cielo. La idea de un plan divino inexorable que conduce a la pasión se ve aparentemente reforzada por los evangelios. En efecto, si leemos el de Juan, vemos que en él Jesús no va a la pasión como víctima sino libremente: la recibe del Padre como don (13,31; 17,1), constituye una “glorificación” (12,22). Jesús va resuelto hacia la muerte como un monarca que sabe todo lo que va a pasar (12,20-36; 13,1.31-32). Ya no hay enigma: todo es revelación. Basándose en este evangelio, muchos cristianos han concebido la pasión como una especie de comedia, en la que Jesús sabe todo lo que va a pasar, y representa un papel que no coincide con lo que está viviendo íntimamente. El dolor de Jesús se reduce, entonces, al aspecto puramente físico, y se consolida la separación entre su muerte y su vida 113. Por otra parte, ante la pregunta de cuál ha sido el responsable humano de la muerte de Jesús, la respuesta ha sido: "los judíos". Sin hacer distinciones de grupos y sin investigar causas se le ha echado la culpa a todos los judíos, y no sólo a los de la época sino también a sus descendientes. Se los acusa de "deicidio"; es decir, de dar muerte a Dios. Se trata del delito más grave que se puede imaginar. Por ello, esta acusación ha servido de base para las persecuciones a los judíos desde la Edad Media hasta principios del siglo XX. 7.2. El problema histórico Nuestros relatos de la pasión no son escritos neutros, sino de fe. Al igual que los evangelios en que están insertos, buscan animar la fe de los creyentes (Jn 20,31). Los relatos se releen en función de las necesidades de las nacientes comunidades, lo que genera ciertas ciertas tendencias o "intereses" que recorren los textos y que a menudo influyen fuertemente en el modo como se narran los hechos y en algunos casos generan "hechos" nuevos.
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Hay hechos que difícilmente pueden explicarse si Jesús hubiera sabido de antemano lo que iba a ocurrir: - La huida y desconcierto de los discípulos (Mc 14,50), que no se explica si han sabido de antemano que Jesús iba a morir, de acuerdo a los tres anuncios consignados en 8,31; 9,31 y 10,33. - La elección de Judas como discípulo sería una aberración si Jesús hubiera sabido de antemano lo que iba a hacer.
85 7.2.1. Las tendencias de los relatos evangélicos 114 a) El cumplimiento de las Escrituras Nuestros relatos de la Pasión recurren permanentemente a las Escrituras, que son tomadas como profecías de la muerte de Jesús. Se busca superar el escándalo de su muerte 115mediante la idea de que existe un plan misterioso de Dios que incluye dicha muerte como un aspecto central de él. Los relatos de la Pasión pueden calificarse de "historia profetizada" (Barbaglio). Con esto no se quiere decir que los acontecimientos fundamentales no fueran históricos, sino que se los mira como cumplimiento del plan divino. Veamos algunos ejemplos. En el relato de Marcos, la traición de Judas se ve a la luz de un salmo que narra la traición de un amigo: "el que come conmigo me entregará a la muerte" (Mc 14,18; Sal 41,10). Jesús afirma: "El Hijo del Hombre se va como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que entregue a la muerte al Hijo del Hombre! Habría sido mejor para él no haber nacido" (Mc 14,21). El abandono de los discípulos se explica a la luz de Zac 13,7: "Está escrito: golpearé al pastor y se dispersarán las ovejas" (Mc 14,27). La plegaria angustiada de Getsemaní encuentra sentido a la luz del salmo 42,6.12: "Mi alma está envuelta de tristeza hasta morir" (Mc 14,34). Tampoco el arresto escapa a la convicción de que todo ocurre proféticamente: ..."para que encuentren cumplimiento las Escrituras" (Mc 14,49). Más aún, el Sal 22,19 hablaba de la ropa de un justo perseguido, que se reparten sus perseguidores "se cumple" al pie de la cruz (Mc 15,24). El mismo salmo es citado por Jesús al expirar "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15,34; Sal 22,2). El relato de la pasión de Mt se basa en el de Mc (al que agrega algunos detalles y episodios) y amplía el motivo de las Escrituras. Judas recibe por su traición 30 monedas de plata conforme a Zac 11,12ss (Mt 27,3-10). Al crucificado le dan a beber vino mezclado con hiel, aludiendo al salmo 69,22 (Mt 27,34). Jesús es desafiado por sus adversarios conforme al salmo 22,9: "Ha puesto su confianza en Dios; ¿que lo libre ahora, si quiere!" (Mt 27,43). Jesús se deja detener sin recurrir a la violencia porque "¿Cómo encontrarán de otro modo su realización las Escrituras que dicen que así tiene que (dei) suceder?" (Mt 26,54). En la pasión de Lucas, basada también en la de Marcos, en el discurso de la Última Cena, Jesús dice: "Porque les digo que es necesario (dei) que se cumpla en mí eso que está escrito: 'Ha sido contado entre los malhechores (22,37; Is 53,12). En la subida al Gólgota, el condenado dicen a las mujeres que no lloren por Él porque: "... Entonces se pondrán a decir a los montes: '¡Caigan sobre nosotros. Y a las colinas: '¡Sepúltennos' ...". Todo esto conforme a Os 10,8. El grito del moribundo es una plegaria de abandono confiado al Padre que se encuentra en Sal 31,6: "En tus manos encomiendo mi espíritu." (Lc 23,56). El evangelio de Juan, que tiene un relato independiente del de Marcos, también es atento a las profecías. Cita también al salmo 21,19 sobre la repartición de la ropa del crucificado (Jn 19,24) y el 69,22 sobre la bebida del vino mezclado con hiel. Tiene una versión propia de las palabras de 114
Sigo aquí a Barbaglio 2003, 461-469. La muerte de Jesús constituyó un escándolo para los discípulos incluso después de la resurrección. ¿Cómo Dios permitió una muerte tan humillante? Debe tenerse en cuenta que este tipo de muerte era considerada una maldición divina a la luz de Dt 21,23 que dice: “maldito el que muera colgado de un madero”. 115
86 Jesús en la cruz: "Tengo sed", como cumplimiento de las Escrituras (Jn 19,28; quizás Sal 22,16). Sobre todo nos presenta a Jesús como el verdadero Cordero Pascual al afirmar que no le rompieron los huesos de las piernas (Jn 19,36; ver en Ex 12,46 las normas que prohiben romper los huesos del cordero pascual). Sobre el suceso de la crucifixión la Escritura dice: "Mirarán al que traspasaron", citando a Zac 12,10 (Jn 19,37). b) Defensa de la inocencia de Jesús (apología) Un segundo hilo común a los relatos de la pasión de nuestros evangelios es la defensa de la inocencia del condenado. Está ya presente en las diversas citas bíblicas recogidas anteriormente que aplican a Cristo las lamentaciones del justo perseguido injustamente; por ejemplo, el salmo 22, que es el más citado. Otros textos de Marcos son las palabras de Jesús a Judas: "¡Ay de aquel que entregue a la muerte al Hijo del Hombre! Habría sido mejor para él no haber nacido" (Mc 14,21), que sirven para decirnos que estamos ante una víctima inocente. El sanedrín lo juzga "reo de muerte" (Mc 16,64), pero sólo porque rechaza su identidad, claramente confesada por Él, de Mesías e Hijo de Dios e Hijo del Hombre (15,16). Pilatos conoce las segundas intenciones de los acusadores (15,16) y les pregunta qué es lo que ha hecho de malo, sin que ellos sepan hacer otra cosa que pedir su crucifixión (15,14). Sólo le rinde justicia después de su muerte el centurión romano, que dice: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (15,39). La apología de Mateo va más allá todavía, ya que el evangelista añade a su fuente (Marcos) los siguientes hechos: el suicidio de Judas se debe a su conciencia de haber entregado a la muerte a "sangre inocente" (Mt 27,4). La mujer de Pilatos, que ha tenido una visión en sueños, manda decir a su marido: "No te mezcles en los asuntos de este justo" (27,19). El prefecto romano se declara públicamente "inocente de la condenación a muerte de este hombre", acompañando sus palabras con el gesto simbólico de lavarse las manos ante la gente (27,4). Lucas, por su parte, tiene como propio el hecho de que también Herodes Antipas es testigo de la inocencia del acusado. Su opinión es citada por Pilatos en 23,15. El procurador también declara la inocencia de Jesús y quiere dejarlo en libertad (Lc 23,14-15). También el "buen ladrón", crucificado con Él, afirma su inocencia: "Éste no ha hecho nada malo" (23,42). El evangelio de Juan presenta dos rasgos propios: Caifás quiere hacer que lo condenen como chivo expiatorio: "Es mejor que muere un solo hombre por el pueblo" (18,14 y 11,49-50); y Pilatos, que hace todo lo posible por liberarlo, porque estaba seguro de su inocencia (19,12). c) Absolución de Pilatos y culpabilización de los judíos La absolución de Pilatos está relacionada con esta tendencia apologética, pero va acompañada de la culpabilización de las autoridades judías de Jerusalén, así como de la multitud de judíos presentes, por no decir de todo el pueblo. Se manifiestan aquí tres intereses convergentes de los evangelistas: - Absolver a la autoridad romana, mostrándola como contraria a la condenación de Jesús y arrastrada "por el bien de la paz" a hacerlo. - Defender ante la sociedad romana la memoria de un crucificado en quien ponían su propia fe y le rendían culto. - Atacar a los judíos de la segunda mitad del siglo I, que se habían negado a creer en Jesús
87 como Mesías y se mostraban como opositores a las primeras comunidades cristianas, sin ahorrarse acciones violentas, como la lapidación de Esteban y la acción perseguidora de Saulo de Tarso. Ya en los comienzos de su relato de la pasión, Marcos habla de cómo las autoridades judías de Jerusalén se reunieron y decidieron el destino de Jesús (Mc 14,1-2). La policía del Templo arresta a Jesús (14,43-52) y se instruye un proceso contra Él (14,53-65). Sin embargo, el cuarto evangelio dice que el arresto fue obra también de soldados romanos y no se habla de ningún proceso judío. En el proceso ante Pilatos los jefes judíos se muestran como acusadores irreductibles y el prefecto sólo cede de mala gana al final por las amenazas judías después de haber jugado la carta del indulto por las festividades pascuales. Los judíos eligen a Barrabás, que era un conocido criminal. La cima de la polémica antijudía se alcanza en el evangelio de Mateo: no sólo absuelve plenamente a Pilatos, que se lava las manos, sino que resalta la maldad de las autoridades judías y de todo el pueblo, que grita "Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mt 27,25). La responsabilidad por la muerte de Jesús se atribuye no sólo al pueblo de la época de Jesús, sino a las generaciones futuras. Lucas nos muestra una visión más ponderada. Las mujeres judías acompañan a Jesús al Gólgota golpeándose el pecho y llorando por Él (Lc 23,27). Nos narra que la multitud volvió a sus casas golpeándose el pecho en señal de penitencia (23,48). El evangelio de Juan ignora un proceso judicial judío; habla solamente de un interrogatorio en que se prepara la acusación que hay que presentar ante el tribunal de Pilatos (Jn 18,19ss.); pero pone bajo proceso a los acusadores: "Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí", dice el prefecto romano a Jesús (18,35). Cuando el juez romano se muestra vacilante, le lanzan el reto: "Nosotros tenemos una ley y según esta ley tiene que morir, porque se ha hecho hijo de Dios" (19,7). Y Jesús remacha ante Pilatos: "El que me ha entregado a ti tiene una culpa todavía mayor" (19,11). d) Modelo a imitar No faltan en los relatos evangélicos elementos de carácter edificante. En Getsemaní, frente a la prueba suprema, Jesús vela en oración y exhorta a los suyos a que lo acompañen a hacer lo mismo (Mc 14,32-42 y par.). Sobre todo, al deseo de ser liberado de la muerte contrapone la decisión de hacer lo que quiere su Padre (Mc 14,36 y par.; Jn 12,27). En su compasión cura al desventurado siervo del sumo sacerdote a quien uno de los discípulos había cortado una oreja con un golpe de espada (Lc 22,52). Frente al Sanedrín, el acusado confiesa con valentía su identidad de Mesías, Hijo de Dios e Hijo del Hombre; ejemplo incomparable para los cristianos denunciados ante los tribunales e invitados a abjurar (Mc 14,53-65 y par.). Y si Pedro niega haberlo conocido, resulta ejemplar su arrepentimiento (Lc 22,61-62 y par.). A las mujeres que le siguen llorando en su vía crucis les dice Jesús que no lloren por su amargo destino, sino sobre el destino tremendo del pueblo que lo ha rechazado (Lc 23,27-31). Y en la cruz ruega a Dios intercediendo por quienes lo crucifican: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23,34); le asegura al "buen ladrón" el perdón divino y la comunión con Él en el paraíso (Lc 23,43), y finalmente al morir dice al Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu." (Lc 23,46).
88 e) Revelar la identidad de Jesús El motivo más importante de los relatos de la pasión es el de destacar la identidad de Jesús, tal como la comprendían y confesaban los creyentes. Jesús es el Mesías prometido, el Hijo de Dios en sentido fuerte, el Hijo del Hombre que vendrá de los cielos a juzgar y el Señor divino, vencedor de la muerte. Se mira la muerte de Jesús a la luz de la resurrección. Es paradigmático, en Mc, la respuesta de Jesús al interrogatorio del sumo sacerdote: "Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: '¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?' Y dijo Jesús: 'Sí, yo soy, y verán (ustedes) al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.' El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: '¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?' Todos juzgaron que era reo de muerte." (Mc 14,61-62). Más adelante es acusado de ser rey (=Mesías) ante Pilatos y por eso es condenado. Se lo trata como a un rey de pacotilla (15,16-20) y finalmente se coloca en la cruz un letrero que expresa el motivo de su condena: "El rey de los judíos" (15,26). Mateo en la humillación del vía crucis hace brillar la gloria y el poder del Resucitado: enfrenta la muerte como Señor; no lo sorprenden los acontecimientos; sabe de antemano lo que le espera y se lo comunica a los discípulos (Mt 26,2); conoce el nombre del traidor y se lo dice en la cara (26,25); hace enfundar la espada del discípulo que lo defiende y le dice que podría pedirle al Padre que lo defendiera más de 12 legiones de ángeles, pero tienen que cumplirse las Escrituras (26,52-54). Sobre todo, el primer evangelista narra su muerte como el comienzo del nuevo mundo de los resucitados: "En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron." (Mt 27,5152). Juan presenta el carácter divino de Jesús en su arresto (¡el "Yo soy" de 18,5 equivale a Yahveh!), y ante su carácter de rey hace caer en tierra a los que venían a arrestarlo (18,6). Interrogado por Pilatos, afirma ser rey, pero no de este mundo, sino rey en el sentido de testigo de la verdad, es decir, de la definitiva revelación de Dios al mundo para la salvación de la humanidad (18,36-37). Jesús es condenado como rey (19,14-15), como Hijo de Dios (19,7) y como Cordero Pascual (19,36). 1.7.2.2. Reconstrucción histórica Después de presentar los motivos y tendencias de los evangelios puede tenerse la impresión de que casi nada de lo que narran los relatos de la pasión es histórico. No es así. Además de que el sólo hecho de que un dato coincida con la tendencia del evangelista, no significa necesariamente que no sea histórico. Ejemplos de esto son la traición de Judas y la negación de Pedro, hechos que casi todos los especialistas consideran históricos. Voy a exponer aquí un listado de los hechos que pueden con seguridad considerarse históricos 116. 116
Según la mirada de Barbaglio, que es minimalista.
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a) El arresto Se consideran históricos la traición de Judas y el arresto de Jesús. Judas revela a los sumos sacerdotes el lugar y el momento en donde se puede detener a Jesús sin que haya tumultos. Son históricos también el arresto de Jesús por la guardia del Templo y la huida de los discípulos. b) El interrogatorio ante el sumo sacerdote Jesús es interrogado por el sumo sacerdote y una parte del Sanedrín. No se trata de un verdadero proceso, sino de una preparación de la acusación que se llevará ante Pilatos. Es histórica también la negación de Pedro. c) El proceso ante Pilatos El verdadero proceso tiene lugar ante Pilatos, que lo condena como aspirante a la realeza judía. En la acusación están presentes ciertamente los sumo sacerdotes. ¿Hubo acusadores fariseos?; ¿fue la multitud agitada por los fariseos? Es difícil responder claramente a estas preguntas. d) La crucifixión Es seguro el lugar de la crucifixión, el Gólgota, la probable compañia de los otros dos crucificados, y el título que indica el motivo de la condena en la cruz. Lo demás entra en las tendencias de los evangelistas. e) La sepultura Del relato de Marcos se puede deducir que la sepultura del cadáver de Jesús se llevó a cabo sin los ritos habituales de la unción del cuerpo y de la lamentación de los parientes. También que fue colocado en una tumba que no era la suya, quizás en un sepulcro cercano destinado a acoger los cuerpos de los condenados. Una sepultura ignominiosa, propia de un condenado a la cruz. ¿Quién sepultó a Jesús? Según Mt 27,57-61 y Lc 23,50-55 José de Arimatea (y según Jn 19,38-42 a escondidas). Según Hch 13,29 los judíos que "lo bajaron del madero y lo pusieron en un sepulcro". Jn se hace eco de esta tradición y luego introduce a José de Arimatea (19,31-42). Parece más probable el entierro por parte de los judíos, porque contradice la tendencia natural de los evangelistas. 7.3. Los que condenaron a Jesús y sus motivos ¿Por qué murió Jesús? ¿Quiénes pidieron su condena a muerte? ¿Qué motivos tuvieron? No es fácil también aquí reconstruir los hechos por sobre las motivaciones de los evangelistas. Comencemos por los más seguro: la participación del Sanedrín y del gobernador romano. a) Los saduceos En Jerusalén Jesús se enfrentó duramente con los sumos sacerdotes y los ancianos,
90 miembros del partido saduceo. Según Mc, ellos buscan "capturarlo con engaño" (Mc 14,1) y se ponen de acuerdo con Judas (Mc 14,10). Mandan luego a un grupo de hombres, con toda probabilidad la policía del Templo, para arrestarlo de noche (Mc 14,43). Marcos narra: "Entonces condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote; se reunen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas" (Mc 14,53). Jesús, entonces, según el relato marcano, es juzgado y sentenciado: "El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: '¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?' Y dijo Jesús: 'Sí, yo soy, y verán (ustedes) al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.' El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: '¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?' Todos juzgaron que era reo de muerte." (Mc 14,61-62). Se ha discutido mucho si Jesús tuvo un verdadero proceso y el motivo de su condena. Parece más verosímil la versión del evangelio de Jn en la que se nos presenta un interrogatorio por parte de Caifás y algunos miembros del Sanedrín y la decisión de llevarlo ante Pilatos para pedir su condena a muerte. No se trataría de un verdadero proceso, sino de la preparación de la acusación que se llevará a cabo más adelante. El diálogo que tiene lugar aquí es una profesión de fe cristiana, que, además, coincide con las líneas maestras del evangelio de Marcos. Lo que nos obliga a preguntarnos cuál fue la verdadera acusación en contra de Jesús. ¿Cuáles fueron los verdaderos motivos? Todo apunta a dos acciones provocativas de Jesús: la expulsión de los mercaderes del Templo y la profecía de destrucción del Santuario. La primera de estas acciones está atestiguada tanto en Marcos (11,15-17 y par.) como en Juan (2,13-17). Con esta acción Jesús no criticó al culto y al Templo por sí mismos, sino lo que ocurría en el patio de los gentiles: la venta de palomas y de animales destinados al sacrificio y el cambio de la moneda romana por la moneda del Templo para poder comprar las víctimas. En estas condiciones, ¿cómo iban a poder levantar sus súplicas los gentiles que habían venido al Templo a orar? El Nazareno se presenta aquí como los antiguos profetas de Israel que se levantaron contra las desviaciones de la práctica cultual para restablecer su pureza y su autenticidad. La expansión del Templo por Herodes el Grande, unida a lo espléndido de sus sacrificios, lo constituía en un lugar de despilfarro de los ricos y poderosos. A ello se agregaba el enriquecimiento del alto clero obtenido tanto por medios "legales" (como el porcentaje de las víctimas que les correspondía) como francamente corruptos (el acaparamiento de lo que les correspondía a los sacerdotes de rango común). En su denuncia Jesús habla de la oración, actividad totalmente gratuita y sin gastos; sin sacrificios que exigían a los pobres la adquisición de palomas, y a los ricos la de ovejas y bueyes. A la expulsión de los mercaderes del Templo se agrega la profecía sobre su destrucción, presente tanto en Marcos como en Juan. En Mc 13,2 leemos: "Jesús les dijo: '¿Ven (ustedes) estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.'"
91 A ello se agrega la acusación de los testigos durante el interrogatorio judío: "Nosotros le hemos oído decir: 'Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré uno no hecho por hombres.'" (Mc 14,58). Más adelante están las burlas de los adversarios de Jesús: "¡Eh!, tú que destruyes el santuario y lo construyes en tres días..." (Mc 15,30 y par.). El evangelio de Jn relaciona la frase de Jesús con la expulsión de los mercaderes, más exactamente, con la pregunta hecha por sus críticos de la autoridad con que ha obrado: "Destruyan (ustedes) este Templo y en tres días haré que se levante" (Jn 2,19). Inmediatamente después el evangelista nos da su propia interpretación cristológica y pascual: "Pero él hablaba del templo de su cuerpo" (2,21). Si despojamos los dichos de su reinterpretación teológica, vemos que hay una predicción de la destrucción del Templo. Ya Jeremías y Jesús, hijo de Ananías 117 habían tenido graves dificultades por ello. Con una diferencia: mientras que ellos con sus palabras expresaban la condenación de Dios a un pueblo infiel, y traían por tanto una profecía de juicio, en Jesús es probable que su vaticinio formara parte de su fundamental perspectiva de la realeza divina que irrumpe en el presente y explota como poder de liberación y salvación en un futuro próximo. En este sentido, el Templo de Jerusalén no tiene ya razón de ser. Si el encuentro con Dios sucede ya ahora fuera de los espacios sagrados, por las calles y aldeas de Galilea, a través del alegre mensaje del Nazareno y de su acción liberadora de los males y acogedora de los desheredados; mucho menos necesidad habrá de un santuario cuando en un futuro próximo se cumpla plenamente el Reinado de Dios (Barbaglio). Todo esto provocó la reacción violenta de Caifás y de su poder religioso-político. Ante el cuestionamiento de Jesús había que defender las normas del Templo y los privilegios del alto clero de Jerusalén. También los ancianos obtenían grandes beneficios del Templo. Por otra parte, el poder romano defendía las instituciones locales de sus súbditos para salvaguardar el orden social y político, ocupación principal del procurador romano. b) El procurador romano El motivo político por el que Pilatos condenó a muerte a Jesús está fuera de toda duda: hacerse "rey de los judíos". Lo atestigua el título puesto en la cruz que lo señala. Además todos los relatos evangélicos de la pasión están de acuerdo en esto (Mc 15,2 y par.; Jn 18,33). El más explícito es Lc: "Hemos encontrado a éste sublevando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar los impuestos al emperador y diciendo que es el Mesías (Lc 23,2). Pero, ¿cómo se llegó a formular esta acusación que resultó fatal si, como parece, Jesús nunca se había proclamado rey de Israel, ni siquiera Mesías? No parece que los acusadores se lo hayan inventado todo por su cuenta o que el Nazareno haya sido condenado por error. Para obtener su condena los acusadores debían presentar motivos de peso. Los evangelios nos cuentan que había gente entusiasta que quería proclamarlo rey (Jn 6,15) y que algunos lo consideraban el Mesías (Jn 7,41). Además, la entrada a la Ciudad Santa sobre un asno rodeado de discípulos y de otra gente que lo aclamaba (Mc 11,1-10; Jn 12,12-19), podía parecer un gesto simbólico de reivindicación de un papel mesiánico o real. A todo esto hay que añadir su predicación en Galilea centrada en el Reinado de Dios, que afloraba en el presente a 117
Nombrado por Flavio Josefo.
92 través de sus curaciones y de una aceptación incondicional de los pecadores públicos. Era fácil concluir que Él se reservaba el papel de rey representante en la tierra del poder divino. El texto de Jn 11,47-53 debe tomarse en serio: "Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: '¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.' Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, les dijo: 'Ustedes no saben nada, ni caen en la cuenta de que les conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.'" Como puede apreciarse, Caifás ve en Jesús un posible revolucionario que pueda llevar a la reacción violenta de los dominadores. En síntesis, Caifás repite la estrategia preventiva puesta en práctica por Herodes Antipas en contra del Bautista, debido a que Juan movía multitudes 118. c) ¿Fueron los fariseos responsables de la condena de Jesús? 119 Deben distinguirse aquí dos temas que son distintos: el de la oposición a Jesús de los fariseos y el de si participaron en su condena. Uno no lleva necesariamente al otro: podría ser que los fariseos se enfrentaran a Jesús, e incluso que quisieran matarlo, pero eso no significa necesariamente que lo hayan hecho. Respecto del primer punto, hay que tener en cuenta que, a partir del año 70, los cristianos se enfrentaron cada vez más con los judíos. Éstos ahora eran exclusivamente fariseos, ya que los otros grupos desaparecieron en la asamblea de Yamnia. A menudo los textos atribuyen a "escribas y fariseos" acciones que no necesariamente fueron cometidas por ellos 120. ¿Se puede deducir de esto que no hubo conflicto y que todo fue un invento de las comunidades cristianas? ¿O, como piensan algunos historiadores judíos 121, que Jesús perteneció a una de las ramas del movimiento fariseo? La respuesta es no. El conflicto de Jesús con los fariseos fue real. Como mínimo hay que aceptar los puntos siguientes: - Jesús choca con los fariseos por el tema del divorcio (Mc 10,1-12). - Jesús pronuncia "ayes" contra ellos como los profetas Amós y Oseas (Lc 11,39-44; muchos de los ayes del texto paralelo de Mt son posteriores a Jesús). - La parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,10-14). - Jesús encuentra unos oyentes bien dispuestos entre fariseos individuales, pese a la antipatía del movimiento hacia su persona. En términos más globales las discrepancias eran inevitables: - por la peculiar mezcla de escatología presente y futura que proclamaba; 118
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El historiador Flavio Josefo tiene una versión mucho más probable de la muerte de Juan que la que encontramos en Mc 6,17-29: las multitudes que Juan acarreaba hicieron que Herodes temiera una posible sedición y lo mandó detener y matar en Maqueronte (Perea) (Ant 18,118-119). Meier 2003, 348-119. Por ejemplo, Lucas introduce a los "escribas y fariseos" en la curación del paralítico (5,17-26), que no están presentes en el relato de Marcos (2,1-12). Winter, Finkel y Klausner.
93 - por su conducta con los pecadores (acogida sin exigir un camino de conversión previo), - por su enseñanza de ciertas prácticas (sábado, celibato por el Reino, rechazo del ayuno y de varias reglas de pureza y de obligaciones familiares) que estaban en la Torah o en la tradición oral de los rabinos. Una vez confirmada la oposición de los fariseos a Jesús es necesario responder a la pregunta por su participación en la condena de Jesús. Llama la atención la ausencia de los fariseos en el relato de la pasión de Marcos y la escasa presencia en los relatos paralelos en comparación con la mención muy frecuente con que aparecen los sumos sacerdotes, ancianos y escribas (Mc 14,1y10; 14,43; 14,53; 14,54-64; 15,1; 15,11-14 122). Es probable, pero no seguro, que algunos de los escribas del Sanedrín fueran fariseos (había escribas saduceos, pero eran pocos) y que hubieran contribuido a la condena de Jesús. Sin embargo, el asunto es muy poco claro si tenemos presente que la comparecencia de Jesús ante el sumo sacerdote no fue un verdadero juicio y que no estaban todos los miembros del consejo. Hay que concluir, entonces, que, si bien la oposición de los fariseos a Jesús fue real, es poco probable que hayan sido responsables de la muerte de Jesús. d) La participación del pueblo El pueblo, en el relato de la pasión, juega un papel ambivalente. Por una parte, ejerce la función de proteger a Jesús (Judas ofrece a los sumos sacerdotes el lugar y momento adecuados para detenerlo evitando un levantamiento popular); por otra, aparece pidiendo la muerte de Jesús y la liberación de Barrabás (Mc 15,6-15) 123. Esta actitud contradictoria del pueblo, que aclama a Jesús en su entrada a Jerusalén y a los pocos días pide su muerte, suele explicarse por la actividad de los sumos sacerdotes y ancianos que logran "dar vuelta" al pueblo y ponerlo contra Jesús. Esta explicación es poco probable. Quizás haya que hacer una distinción entre un pueblo compuesto por partidarios galileos de Jesús (que lleva a que los sumos sacerdotes y ancianos quieran liquidar a Jesús antes de pascua para evitar precisamente ese apoyo popular: Mc 14,1ss) y otro que corresponde a los habitantes de Jerusalén, más fácil de manipular por los jefes de los sacerdotes por sus palabras en contra del Templo (de cuya existencia dependía económicamente buena parte de la ciudad). e) La muerte de Jesús no fue casual A la luz de lo que hemos visto hasta aquí resulta claro que la muerte de Jesús no fue fruto de un malentendido. Ella fue consecuencia de su vida: sus palabras, acciones y actitudes le valieron la condena por parte de las autoridades judías y romanas. Su modo de concebir el Reinado de Dios y, sobre todo, al Dios del Reino fue lo central. Jesús anunció a un Dios que es “Padre” y, por lo tanto, combatió con tenacidad y valentía actitudes, relaciones y estructuras que de hecho negaban esa paternidad. 7.4. Jesús frente a su muerte
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Existe consenso entre los especialistas en que Mc 3,6 (complot de los fariseos para asesinar a Jesús) es creación del evangelista. La historicidad del episodio de Barrabás es discutida (ver Theisen y Merz 2004, 513).
94 ¿Previó Jesús su muerte? Y si la previó, ¿qué sentido le dio? Si uno lee los evangelios de modo ingenuo termina aceptando que Jesús previó su muerte porque "sabía todo lo que iba a pasar", como lo dan a entender los textos. A ello se agraga el sentido salvador de la muerte de Jesús, que se encuentra en muchos pasajes. Sin embargo, hay que distinguir aquí lo que pertenece a Jesús de aquello que agregó la tradición cristiana y los evangelistas a partir de la experiencia del encuentro con Jesús resucitado. a) Una muerte anunciada En primer lugar, se puede decir con toda certeza que la muerte violenta no fue para Jesús una sorpresa, del todo inesperada y para la que no estaba preparado. La previó. En favor de esta afirmación podrían invocarse las tres predicciones que existen de ella en el evangelio de Marcos: "Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días." (Mc 8,31). "Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: 'El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.'"(Mc 9,30-31). "Miren (ustedes) que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará." (Mc 10,33-34). Se trata de tres profecías construidas después de los hechos, así que no las podemos tener en cuenta aquí. Por el contrario, un dicho de Jesús ambientado en la cena de despedida y reconocido por todos los especialistas como ciertamente suyo, nos atestigua que, poco antes de ser entregado a la muerte, era consciente de lo que le esperaba y se lo manifestó a los suyos: "Yo les aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios." (Mc 14,25). La versión de Lc es ligeramente distinta: "De ahora en adelante, no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el Reinado de Dios." (Lc 22,18). Se trata de una predicción y al mismo tiempo de una palabra de tranquilidad para los suyos: la violencia homicida que va a caer sobre Él no será la última palabra sobre su destino, ya que se sentará a la mesa en el futuro Reino de Dios realizado en toda su plenitud. Por lo tanto, sabía por anticipado que le esperaba la muerte violenta, y para saberlo no tenía que recurrir a facultades adivinatorias: le bastaba mirar a su alrededor y observar a sus adversarios de Jerusalén. Le era posible medir el potencial explosivo de sus últimas acciones: la entrada a Jerusalén rodeado de los suyos y de mucha gente que lo aclamaba, la expulsión de los
95 mercaderes del Templo y la profecía de su destrucción. Además, el destino de Juan Bautista tenía que estar siempre ante sus ojos, no sólo desde que supo que Herodes Antipas atentaba contra su vida (Lc 13,31), sino también ahora en Jerusalén, durante los últimos días. También la "parábola de los viñadores homicidas", ambientada en su última estadía en Jerusalén, lo muestra, no sólo consciente del trágico fin que le espera, sino también muy activo en denunciar el crimen que los adversarios están maquinando contra Él: "Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: 'A mi hijo le respetarán'. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: 'Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia.' Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. " (Mc 12,1-9). Jesús intenta aquí detener a los que traman su muerte diciéndoles que, al rechazarlo a Él, se oponen a Dios mismo. Es probable que se haya visto como el mediador de la acción última y decisiva de Dios en favor de su pueblo. En esta misma línea están las palabras de Jesús sobre Jerusalén: "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no han querido!" (Lc 13,34). Jesús se ve como el último enviado de Dios, el intento extremo de Dios para entrar en el corazón de su pueblo. b) ¿Qué sentido dio Jesús a su muerte? El sentido que dio Jesús a su muerte está expresado en los textos de la última cena (Mc 14,22-25; Mt 26,26-29; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25). La particular combinación de semejanzas y diferencias que existen en estas cuatro versiones 124 hace difícil diferenciar las palabras de Jesús y los añadidos litúrgicos posteriores de las comunidades cristianas. La brevedad y concisión de las fórmulas hace difícil también su interpretación. Una reconstrucción probable de las palabras de Jesús es la siguiente: "Mientras comían, cogió un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a ellos diciendo: 'Tomen, esto es mi cuerpo'. Después de cenar hizo igual con la copa diciendo: 'Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que lo beba pero nuevo 124
Observables de modo más claro con la ayuda de una sinopsis como la dede Benoit, Boismard y Malillos (1987, 318319).
96 en el reino de Dios.'" 125. La última frase, presente en los relatos de Mc, Mt y Lc nos muestra que Jesús, no sólo contaba ciertamente con su muerte violenta, sino que mantuvo la fe en la consumación del Reinado de Dios, que constituía el contenido central de su predicación. Se ha discutido mucho si Jesús dio a su muerte un sentido salvador; sin embargo, era de esperar que informara a sus discípulos sobre el futuro del Reinado de Dios y vinculara su muerte con la realización de ese Reinado, del que fue mucho más que un simple mensajero. Ante el fracaso de su misión con respecto a Israel y la certeza de su muerte, Jesús no sucumbe a la resignación o la desesperación; sino que mantiene su confianza en Dios. Interpreta su muerte mediante el gesto del pan que se daba al comienzo de la cena pascual y con el del vino que se bebía al final 126. El pan en la cena de Pascua hace referencia al éxodo. Jesús lo refiere inmediatamente a su cuerpo o sí mismo 127. Los comensales adquieren en la comida una nueva comunión con Él. Desde la perspectiva dada por las palabras sobre la copa, queda claro que se trata de una comunión con aquel que va a morir. Desde aquí la última cena empalma con las comidas que Jesús celebró con los hombres, con sus discípulos y los pecadores durante su vida pública. Si allí estaba Él corporalmente presente, a partir de ahora lo representa el pan del que participan los comensales. Jesús relaciona la copa con su sangre que sella la nueva alianza. La frase alude a Ex 24,311: "Luego mandó a algunos jóvenes israelitas que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para Yahvé. Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: 'Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.' Entonces Moisés tomó la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: 'Ésta es la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con ustedes, de acuerdo con todas estas palabras.' Moisés subió con Aarón, Nadab y Abihú y setenta ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, trasparente como el mismo cielo. Él no extendió su mano contra los notables de Israel, que vieron a Dios, y después comieron y bebieron." En virtud de la muerte de Jesús entrará de nuevo en vigor una alianza que ocupará el lugar de la anterior. Por el poder de su sangre, o sea, de su muerte violenta, Jesús otorga una nueva comunión con Dios ante la perspectiva del esperado Reinado de Dios. La idea de la alianza escatológica estaba viva en el Judaísmo (Jubileos 1,16-28; Baruc 2,35). Está íntimamente relacionada con la idea de que Dios será rey; y, por consiguiente, está abierta a la expectativa de la soberanía de Dios, predicada por Jesús. Según Zac 9,11, los prisioneros serán liberados de la cárcel "en virtud de la sangre de la alianza". La institución de la alianza confiere redención y salvación. Como se puede apreciar, Jesús mantuvo su fe en el pronto Reinado de Dios con su oferta de salvación a Israel y desde esa esperanza dio a su muerte un significado salvífico como comunión 125
Gnilka 1986, 281-285. En cambio, la intepretación sacrificial, presente en las frases "entregado por ustedes" o "(la sangre) derramada por los muchos" sería de las primeras comunidades. En ellas se presenta a Jesús como el Siervo de Yahveh que da su vida por su pueblo (Is 52,13 - 53,12) asumiendo el castigo que, en justicia, le correspondía. 126 Fijarse en la frase "después de cenar" antes del gesto de la copa en 1 Cor 11,25 y Lc 22,20. 127 En la antropología hebrea "cuerpo" designa a toda la persona en cuanto visible y sujeto de relaciones. Puede sustituirse por el pronombre personal: "yo" o "yo mismo".
97 con Él y participación ya en el presente del futuro Reino de Dios que acarrea salvación. La ausencia de Jesús debida a su trágica muerte no será total: el Maestro seguirá entre los suyos presente en los signos del pan y el vino en el tiempo que media entre su muerte y la venida del Reinado de Dios con poder.
98 8. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS 8.1. Introducción Jesús se presentó como aquel que anunciaba y traía consigo el Reinado de Dios. Sin embargo, terminó condenado por sus representantes oficiales y en su nombre a una muerte que, para los judíos era un verdadero desmentido de su condición de Mesías. Esa muerte parece haber acabado con la fe de los discípulos, que huyeron y no parecen haber esperado un retorno del Maestro 128. Sin Él no era posible continuar la misión. Dada la profunda vinculación que existía entre el Reinado de Dios y su Hijo, no podía existir una “causa de Jesús” ... sin Jesús. Sin embargo, en contra de cualquier expectativa y en un breve lapso de tiempo, los discípulos vuelven a congregarse, y forman un movimiento numeroso. La razón que aducen para hacerlo es que “Jesús ha resucitado y se les ha aparecido a los suyos” (Lc 24,34). Los textos nos muestran que a los mismos discípulos les fue difícil creer en la resurrección de Jesús. En un comienzo hubo incredulidad y obstinación (Mc 16,14), dudas (Mt 28,17), burlas (Lc 24,11) y resignación a la muerte del Maestro (Lc 24,17-24). Sin embargo, una vez superadas las dificultades, se muestran dispuestos a morir por la fe en el Resucitado. No pasará mucho tiempo para que la Iglesia Primitiva tenga sus primeros mártires (Esteban, Santiago). Al abordar los textos, nos encontramos con que existen dos tipos de testimonios escritos: el del “kerigma” y el de las “narraciones de apariciones” de los evangelios. Es importante tratarlos por separado. 8.2. Los textos más antiguos Los textos más antiguos que hablan de la resurrección son los del “kerigma”. Éste es una confesión de fe que contiene, en una apretada síntesis del anuncio de Jesús resucitado de las primeras comunidades cristianas. Tiene un carácter oficial y público 129. Aparece en diversos textos que son muy posteriores, pero se le reconoce fácilmente porque tiene un esquema común. El texto más antiguo del NT en que aparece el kerigma es el de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, del año 57 de nuestra era: “Porque les transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí”...(1 Cor 15,35). 128
Contrariamente a lo que presenta el evangelio de Lucas (y Hechos de los Apóstoles, que es obra suya) los discípulos no parecen haberse quedado en Jerusalén. La existencia de apariciones de Jesús resucitado en Galilea (Mc 14,28; Mt 28,16) da a entender que hubo discípulos que volvieron a su lugar de origen porque no vieron ningún sentido en continuar el movimiento sin Jesús. Sólo la aparición -completamente inesperada- del Maestro en ese lugar los animó a volver a Jerusalén. 129
Algo así como nuestro actual “credo”.
99 Las palabras “recibir” y “transmitir” son traducción de los términos griegos “paralambánein” y “paradídonai” que son términos técnicos que se utilizan para transmisión de tradiciones oficiales. La confesión se estructura en 3 partes: - la afirmación del hecho de la muerte y resurrección; - la comprobación experimental del mismo: sepultura y apariciones, y - el testimonio de la Sagrada Escritura, con la idea de cumplimiento de lo anunciado por los profetas en el AT. El término griego “ófthe” significa literalmente “fue visto”, y se emplea en el AT tanto para hablar de visiones como de apariciones por parte de Dios. Es como decir: “Dios se dejó ver”, o, mejor, “Dios se apareció” 130. En este caso, se trata, no de “visiones” sino de auténticas apariciones, en las que la iniciativa proviene de Jesús 131. En el libro de los Hechos de los Apóstoles existen varios pasajes que contienen el kerigma. Nos detendremos en el más conocido:2,22-24.32-36: “(22) Israelitas, escuchen ustedes estas palabras: A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre ustedes, como ustedes mismos saben, (23) a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, ustedes lo mataron clavándole en la cruz por mano de los gentiles; (24) a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedara bajo su dominio (...) (32) A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. (33) Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que ustedes ven y oyen. (34) Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: 'Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha (35) hasta que ponga a tus enemigos por tarima de tus pies.' (36) Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien ustedes han crucificado”. Se trata de una versión del kerigma más completa que la anterior; sus elementos son los siguientes: - Ese Jesús, que paso haciendo el bien, acreditado por Dios por sus prodigios y señales,...(vida de Jesús) (Hch 2,22) -... ustedes lo mataron clavándolo en una cruz...(2,23) -... Dios lo resucitó, (anástasis) (2,32) - ... y exaltado, ha recibido el Espíritu Santo prometido...(2,33) - ... siendo constituido Señor y Cristo (2,36) -... y todo esto de acuerdo a las Escrituras, como cumpliendo de ellas (2,23a). En primer plano está el contraste entre la actuación judía (desconocer los signos, matar a 130
Se trata del “pasivo divino”, que ha aparecido en otras ocasiones. La visión tiene un fuerte componente subjetivo (aunque sea inspirada por Dios), ya que está vinculada al fenómeno psicológico del “éxtasis”. La aparición, en cambio, es objetiva, no depende del que la recibe de ningún modo. 131
100 Jesús) y la de Dios (salvar al pueblo mediante la resurrección y exaltación de Jesús). La resurrección de Jesús es presentada como una acción de Dios Padre que lo libra del dominio de la muerte (Hades). Aparece también la idea de “exaltación”, que significa que Jesús ha recibido toda la autoridad propia de Dios 132: el “dominio del mundo (“Señor”) y su poder salvador (“Cristo” y envío del Espíritu Santo). Se subraya el testimonio de la resurrección (“de la cual todos somos testigos”) que, en realidad, lo es de las apariciones de Jesús. 8.3. Las apariciones del Resucitado en los evangelios A diferencia de los textos anteriormente nombrados, los evangelios contienen largos relatos sobre la Pascua. El más antiguo es el de Marcos, en el cual “la tumba vacía” de Jesús juega un rol importante: “Pasado el sábado, María Magdalena, María, la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas a otras: ‘¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?’. Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y entrando en el sepulcro vieron a un joven 133 sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: ‘No se asusten. Buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde le pusieron. Pero vayan a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ustedes a Galilea; ahí lo verán ustedes, como les dijo’. Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...” (Mc 16,1-8). El abrupto final del evangelio de Marcos sigue siendo un misterio para los biblistas. Los vv. siguientes (9-20) no pertenecen al evangelio, ya que faltan en los mejores manuscritos; sin embargo, las iglesias cristianas siempre lo han considerado canónico a pesar de su carácter tardío. Es muy probable que se haya basado en los tres evangelios restantes y que sea de mediados del siglo II. En todo caso, de la pérdida del final auténtico no se puede deducir que Mc no haya creído en las apariciones. La mención de las mismas en Galilea deja en claro que el evangelista sabía de apariciones del Resucitado en ese lugar (Mc 16,7). | Los evangelios de Mt y Lc se apoyan en el de Marcos, pero lo completan narrando varias apariciones de Jesús. Como “botón de muestra” presento éste: “ Estaban hablando (los once discípulos) de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: 'La paz con ustedes.' Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: '¿Por qué se asustan, y por qué se suscitan dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Pálpenme y vean que un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo.' Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies. Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: '¿Tienen aquí algo de comer?' Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. Después les dijo: 'Estas son aquellas palabras mías que les hablé cuando todavía estaba con ustedes: 'Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.' Y, entonces, abrió sus 132 133
“Sentar a la derecha”, es una imagen tomada de la monarquía. Sentarse a la derecha del rey era todo un honor.. El "ángel explicador", tan típico de la literatura apocalíptica.
101 inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: 'Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.” (Lc 24,36-47) En una mirada comparativa de los 4 evangelios vemos que presentan los hechos de la pascua en tres unidades análogas. Primero el relato del sepulcro, con una notable similitud en la narración. Segundo, el relato de la primera aparición con una notable disparidad, que oscila entre María Magdalena (Jn), las tres mujeres (incluída María Magdalena, Mt), los dos discípulos de Emaús (Lc). En tercer lugar, está la aparición colectiva a los discípulos, acompañada de la misión universal. Existe una fuerte discusión entre los especialistas sobre la realidad histórica del sepulcro vacío. Las diversas posturas son difíciles de sintetizar. A favor de su historicidad está el hecho de que difícilmente hubiera sido creíble el anuncio sobre la resurrección de Jesús si su cadáver hubiera estado a la vista de todos 134. Se encuentra, además, en fuentes independientes (evangelios sinópticos y Jn). Respecto de la primera aparición, es altamente probable que haya sido a María Magdalena o a las tres mujeres, ya que en el Judaísmo no se consideraba a las mujeres testigos válidos en un juicio. Es fácil de explicar la afirmación de la primera aparición a Pedro, ya que él era la primera autoridad de la Iglesia. María Magdalena no gozaba de esa autoridad, aunque había “seguido” a Jesús. Difícilmente la Iglesia hubiera inventado una aparición a una o varias mujeres. El dato se imponía porque las cosas fueron así. Los discípulos habían huido tras el arresto de Jesús. Sólo algunas mujeres se atrevieron a mirar de lejos la escena de la crucifixión. Los fugitivos se retiraron, probablemente, a Galilea. Allí vivieron las primeras apariciones, tal como lo presentan los evangelios de Mateo y Marcos 135. Con el tiempo, Pedro fue considerado como el primer testigo de la resurrección (1 Cor 15,5), dejándose de lado la aparición a María Magdalena. Probablemente, Pedro reunió a los otros miembros del grupo de los Doce. Juntos fueron testigos de la aparición que consta tanto en Pablo como en todos los evangelios y que fue considerada el comienzo de la Comunidad Cristiana Primitiva. En efecto, esta aparición se asocia siempre al mandato de difundir el evangelio y fundar comunidades. Siguieron otras apariciones, concretamente a Santiago 136 y a Pablo, que no habían vivido con Jesús. Probablemente, en un segundo momento, se asociaron las apariciones al sepulcro vacío. Éste no fue la causa de la fe en la resurrección de Jesús (que se basa fundamentalmente en las apariciones), sino una confirmación de la misma. Todas las versiones coinciden en un Jesús resucitado corporalmente y no en la pervivencia de un espíritu. El asunto es trascendental. Si se tratara de una simple subida del alma de Jesus al cielo o de visiones subjetivas no se puede entender el origen del cristianismo y de sus audaces afirmaciones sobre Jesús.
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Difícil pero no imposible, ya que la creencia judía en la resurrección no suponía la vuelta a la vida de un cadáver sino la persona con un cuerpo renovado por Dios. Podía existir un resucitado cuyo cadáver siguiera en la tumba. Lucas traslada todas las apariciones a Jerusalén, porque dicha ciudad es central en su perspectiva teológica. No Santiago el de los Doce, sino el que fue después obispo de Jerusalén.
102 8.4. A la luz de la resurrección, ¿quién es Jesús? 8.4.1. Introducción Es imposible comprender bien el sentido de la resurrección de Jesús si no se lo hace sobre el trasfondo del Judaísmo. Hay que tener presente las expectativas que hemos visto sobre el Mesías y el Reinado de Dios más arriba, tanto la más tradicional como la apocaliptica. La resurrección estaba vinculada de modo indisoluble con el fin de los tiempos, con la irrupción del Reinado de Dios, del gobierno absoluto de Dios sobre el mundo, después de la derrota de los poderes que se oponen a Él, tanto humanos como espirituales. Resurrección y mundo renovado iban juntos; así como resurrección y juicio. Tratándose de la suerte individual del que muere, el Judaísmo tenía unas esperanzas de variado tipo pero que coincidían en lo fundamental: después de la muerte de la persona existía un “estado intermedio” en que el alma esperaba el fin de los tiempos 137, en el que tendría lugar tanto la resurrección como el juicio divino sobre los hombres. En este contexto, lo novedoso, lo inaudito, es la resurrección anticipada de un hombre: Jesús de Nazaret 138. Si la resurrección de los muertos ha ocurrido ahora en un hombre, eso significa que el fin esta llegando, que en Jesús se da un anticipo del Reinado de Dios. Las promesas de los profetas y apocalípticos encuentran ahora su cumplimiento. Se da de un modo especial en Jesús resucitado el "ya" del Reino; sin perjuicio de que aún haya que esperar su consumación (el "todavía no"). Si esta anticipación le había ocurrido a alguien que era considerado el Mesías de Israel, eso significaba que le había ocurrido a Israel como a un todo (así como David había representado a Israel cuando derrotó a Goliat). Se trata de la figura de la "representación colectiva", propia del pernsamiento bíblico. Jesús había sido ejecutado como pretendiente mesiánico, como "rey de los judíos" y el Dios de Israel lo había acreditado como tal. El Dios de la Alianza, el Dios creador, Yahveh, había resucitado a Jesús, constituyendolo así en Mesías. La resurrección, interpretada de esta manera, colocaba a los cristianos en un camino de enfrentamiento con otros grupos judíos de su tiempo y en particular con las autoridades. Cualquier afirmación de que el Dios de Israel había actuado aquí y no en otro lugar del Judaísmo (¡el Templo, por ejemplo!) y de esta manera, acreditando a un hombre cuya obra y enseñanza habían sido sumamente controvertidas, no podía sino provocar revuelo y así fue. Los fariseos de la línea dura como Saulo de Tarso, empeñados en unos objetivos escatológicos y políticos muy diferentes, estaban horrorizados ante la afirmación de que este hombre había sido resucitado de entre los muertos, con todo lo que esto implicaba. La jerarquía oficial, en su mayoría saduceos, estaban doblemente horrorizados. La resurrección siempre había sido una doctrina novedosa y 137
Según algunos escritos las almas de los justos esperaría en un lugar celestiál llamado el “seno de Abraham” y los injustos en el “sheol” o lugar de los muertos. 138 Suele argumentarse en contra aduciendo la afirmación de Herodes de que Jesús es Juan Bautista resucitado de entre los muertos (Mc 6,16). Sin embargo, este es el único caso que se puede aducir; los otros que se han presentado son poco convincentes. Quizás se trate de un simple temor de Herodes, que no representa la creencia común de algún grupo del Judaísmo y menos del Judaísmo en general.
103 revolucionaria, y este nuevo movimiento demostraba que sus peores temores acerca de ella eran verdad (Hch 4,2). La resurrección significaba la inauguración de una Nueva Alianza. Los seguidores de Jesús creían que Israel estaba siendo renovado a través de Jesús y que la resurrección de éste, que lo señalaba como Mesías, era un llamamiento a que Israel encontrara una nueva identidad siguiéndolo y estableciendo su Reino. 8.4.2. Jesús "Mesías" a) El Mesías de Israel La resurrección revela que Jesús es el Mesías. Se trata de un título cristológico central y no únicamente de un nombre propio (Cristo) que ha perdido todo significado. Encontramos este título en la fuente Q 139(Mt 11,2-6 y Lc 7,18-23); en Pablo (Rm 1,3ss; 9,5; 15,3.7.12; etc.); en Hch (2 36; 3,18.20; 17,7); en Lc (24,26.46); en Jn (1,41; 4,25.29; 7,26ss; 10,24), por citar sólo algunos autores del NT. Desde sus comienzos el cristianismo fue un movimiento mesiánico. Jesús actuó como Mesías, aunque fue cauteloso en este punto debido a que su concepto de mesianismo no calzaba plenamente con las espectativas comunes. Sin embargo, su muerte de cruz fue un auténtico desmentido de su calidad de tal. En el Judaísmo había diversas imágenes del Mesías; sin embargo, ellas tenían varios puntos en común: el Mesías "obtendría la victoria decisiva sobre los paganos, reconstruiría o purificaría el Templo, y de una manera u otra trería al mundo entero una justicia y una paz verdaderas y de origen divino. Lo que nadie esperaba que hiciera el Mesías era morir en manos de los paganos en lugar de derrotarlos; montar un ataque simbólico contra el Templo, advirtiendo de un juicio inminente, en lugar de reconstruirlo o purificarlo; y padecer una violencia injusta a manos de los paganos en lugar de traerles justicia y paz. " 140 Para cualquier observador judío normal, la crucifixión de Jesús es la señal más clara de que Él no es el Mesías, y que había que seguir esperándolo junto al futuro Reinado de Dios. Puede verse esto con claridad en lo que sucedió con Simón bar Giora, aspirante a mesías durante la sublevación del 66 al 70 d.C. En esta época Vespaciano se ha convertido en emperador. Tito, su hijo y heredero, ha arrasado la rebelión judía, destruyendo de paso Jerusalén. Regresa a Roma para celebrar un triunfo magnífico. Los desaliñados prisioneros judíos aparecen en medio de los festejos contando la historia de la guerra; los despojos, particularmente los procedentes del Templo son llevados a la ciudad. Finalmente llegan los héroes victoriosos: Vaspaciano en persona, seguido por Tito. Queda una ceremonia: "El desfile triunfal se detuvo frente al templo de Júpiter Capitolino (...) era una antigua costumbre esperar allí hasta que se anunciara la muerte del general enemigo. Éste era Simón, hijo de Gioras, que durante los festejos había aparecido entre los prisioneros y luego, atado con una soga, fue arrastrado hasta el lugar situado junto al Foro donde la ley romana requiere que se dé muerte a los criminales sentenciados a muerte 141. Quienes lo conducía hasta allí lo iban azotando. Tras el anuncio de su muerte, y los gritos universales de júbilo que lo siguieron, los príncipes empezaron 139 140 141
Una fuente escrita que habrían utilizado Mt y Lc. Wright 2003, 682. Por supuesto, crucificado (la nota es mía).
104 los sacrificios; una vez ofrecidos debidamente, regresaron al palacio (...) Ese día, la ciudad de Roma hizo una celebración por su victoria en la guerra contra sus enemigos, por el cese de los desórdenes civiles y por el inicio de esperanzas de prosperidad. Cuando las ceremonias triunfales tocaron a su fin, y el imperio de los romanos hubo quedado establecido sobre el fundamento más firme posible, Vaspaciano decidió levantar un templo de la paz (...)" 142 Si uno imagina a dos partidarios de Simón que, escondidos, hubieran contemplado esto, y uno le hubiera dicho al otro: "Realmente pienso que Simón era el Mesías", la opinión más amable del otro es que pensara que quien ha dicho esto se ha vuelto loco. Lo sensato sería decir: "Dios enviará otro mesías", o mejor, "renunciemos a todo mesianismo" (que fue lo que finalmente hizo el Judaísmo) 143. ¿Por qué, entonces, los cristianos llamaron a Jesús Mesías? Podrían haber abandonado todo o buscarse otro mesías. Su actitud sólo se puede explicar por las apariciones de Jesús resucitado. b) El Mesías es "Señor" Si Jesús era el Mesías, era también el "Señor" del mundo entero. Esta creencia del cristianismo primitivo está fuertemente arraizada en los salmos: "Voy a anunciar el decreto de Yahveh: El me ha dicho: 'Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra. Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como vaso de alfarero.' Y ahora, reyes, comprendan, corríjanse, jueces de la tierra. Sirvan a Yahveh con temor, con temblor besen sus pies; no sea que se irrite y perezcan en el camino, pues su cólera se inflama de repente. ¡Felices los que a él se acogen!"
(Sal 2,7-12) "Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia: que con justicia gobierne a tu pueblo, con equidad a tus humildes (...). dominará de mar a mar, desde el Río hasta los confines de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; 142
Flavio Josefo, Bell 7,153-158. Si el que lo dijo insistiera en que Simón es el Mesías, y a partir de ahora pusiera en marcha un movimiento que lo salude como tal, que declare a los compatriotas judíos que el ungido de Yahveh ha estado en medio de ellos y ha establecido el Reino (¡en el momento mismo en que el reino del César parece más firmemente establecido que nunca!) y que pueda luego salir al mundo para declarar que Simón, en cuanto rey de los judíos, es realmente el señor del mundo (...), el veredicto de locura, de una especie de demencia criminal que pone cabeza abajo la realidad y la vuelve al revés, parece inevitable. Y si (por anticipar el tipo de teorías que analizaremos más tarde) quien así hablara, al constatar el horror de sus compañeros ante su propuesta, se pusiera a explicarlo todo diciendo que había recibido una visión de Simón que estaba con él; que tenía una intensa sensación de que el Dios de Israel les había perdonado por no haberle apoyado adecuadamente; que había disfrutado de una experiencia espiritual maravillosa y alentadora cuando pensaba acerca de la muerte de Simón; entonces sus compañeros habrían meneado la cabeza con tristeza. Nada de esto significaría ni remotamente que Simón era, después de todo, el Mesías. Nada de esto significaría tampoco que Simón habría sido "resucitado de entre los muertos". Esta reconstrucción, como veremos, es más o menos lo que proponen algunos teólogos actuales. (El caso y la reflexión ha sido tomados de Wright 2003, 683-684). 143
105 los reyes de Tarsis y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones. Porque él librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, el alma de los pobres salvará. De la opresión, de la violencia, rescatará su alma, su sangre será preciosa ante sus ojos; (y mientras viva se le dará el oro de Sabá). Sin cesar se rogará por él, todo el día se le bendecirá. Habrá en la tierra abundancia de trigo, en la cima de los montes ondeará como el Líbano al despertar sus frutos y sus flores, como la hierba de la tierra. ¡Sea su nombre bendito para siempre, que dure tanto como el sol! ¡En él se bendigan todas las familias de la tierra, dichoso le llamen todas las naciones!"
(Sal 72,1-2.12-17). Pueden además citarse: Sal 89,21.23ss.26-28; Is 11,1.4.10; 42,1.6; 49,1-6; Dn 7,13ss. Como puede verse al Mesías le corresponde el dominio del mundo entero. El título "Señor" no lo toma el NT del mundo griego, como tantas veces se ha dicho, sino de las características del Mesías. La resurrección de Jesús divide la espereranza cristiana en dos faces: la resurrección de Jesús (único caso de resurrección anticipada) y la resurrección futura de todos los hombres. Profundamente ligada a esta esperanza está la idea de que el Reinado de Dios se ha anticipado y continúa a la vez siendo una realidad futura. Ya Pablo considera anticipado el Reinado de Dios en la manera de vivir y en la razón de ser de los cristianos (Rm 14,17; 1 Cor 4,20; Col 1,13; 4,11). El tiempo presente es el reino del Mesías, que ya está rigiendo el mundo como su legítimo señor. Sin embargo, el Reinado futuro llegará cuando Él complete su obra y entregue el Reino a Dios Padre (1 Cor 15,24-28; Ef 5,5; etc.). Jesús era considerado ya el verdadero soberano del mundo, aunque de hecho no se habían producido ninguna de las cosas que los judíos esperaban (rescate de Israel de la opresión pagana, renovación del Templo, victoria sobre la injusticia y la maldad). Los cristianos actuaban como si realmente fueran el pueblo redimido de la nueva alianza, regresado del exilio, dotado de un nuevo Templo, el pueblo de Abraham, Isaac y Jacob. La contraposición de Jesús como Señor se da en contraposición implícita con el César. 1 Cor 15,20-28 habla del sometimiento a Cristo de los "tronos, dominaciones y potestades", que no son sólo poderes espirituales, sino también terrenales. Mt nos dice que a Jesús se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18). En Ap se destaca a Jesús como "el primogénito de entre los muestos, y el soberano de los reyes de la tierra" (Ap 1,5) y como "rey de reyes y señor de señores" (19,16). Esto no significa que los cristianos no estuvieran dispuestos a reconocer el valor positivo de la autoridad legítima y la obediencia que corresponde a ella. "Esta subversiva creencia en el señorío de Jesús frente al César, se mantenía pese al hecho de que el César había mostrado la superioridad de su poder de manera evidente, haciendo crucificar a Jesús. Pero lo verdaderamente extraordinario era que dicha creencia era sostenida por un grupo minúsculo que, al menos durante las dos o tres primeras generaciones, no habría sido capaz de provocar un disturbio en una aldea, y menos aún una revolución en un imperio."144 144
Wright 2003, 697.
106 En conformidad con las expectativas apocalípticas, la resurrección de Jesús significaba que el Dios de Israel había actuado en Él para cumplir las promesas de la Alianza ocupándose por fin del problema del mal. Esto conllevaba la derrota de toda clase de poderes, no sólo humanos (imperios) sino también demoníacos. Y, sobre todo, una derrota de la muerte. La muerte era considerada como un enemigo que había que vencer. Era el arma destructiva más poderosa. Si el Dios creador era el de la Alianza, debía derrotarla. Era el gran arma de los tiranos para exigir sumisión. No bastaba con una victoria a medias, en la que ella se llevara los cuerpos humanos pero no las almas. La resurrección nunca fue una nueva descripción de la muerte, sino su derrota. Así lo expresa admirablemente Pablo: "Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que por Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia 145; luego los de Cristo en su venida. Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo principado, dominación y potestad. Porque él debe reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la Muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies (...) Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos." (1 Cor 15,21-28). La convicción que hay detrás de un texto como este es la de que el mundo pertenece a Dios como algo propio. La resurrección plenamente corporal de Jesús es la valoración positiva del espacio y el tiempo, de la materia, después de que no sólo el pecado y la muerte, sino también el Imperio, han hecho todo el mal posible. La resurrección de Jesús es el anticipo de una creación renovada y como tal era una doctrina revolucionaria. La resurrección constituye a Jesús en el verdadero soberano del mundo, en el Señor, que está llamado a gobernarlo con la autoridad de Dios. c) Jesús es Señor al modo de Yahveh ¿Cómo se llegó a considerar a Jesús divino? No existe conexión evidente entre un resucitado y su carácter divino, así como tampoco la hay entre el carácter mesiánico de Jesús y su muerte redentora. En el Judaísmo no se esperaba a un dios con forma humana, así como tampoco que la resurrección demostrara la divinidad de alguien. Cuando se creía que los mártires judíos iban a resucitar al final de los tiempos no se pensaba que iban a ser divinos. Los discípulos habían creído que Jesús era "un profeta poderoso en palabras y obras" (Lc 24,19). Habían llegado a creer de modo más gradual que era el Mesías de Israel (Lc 24,21). La muerte de Jesús fue un gran desmentido de esa creencia y la resurrección fue una confirmación divina. Los primeros cristianos, y entre ellos Pablo, llegaron a la conclusión de que el Dios uno y verdadero de Israel había estado no simplemente hablando, como a través de un intermediario, sino personalmente presente en Jesús. En el Judaísmo existían varias estrategias para hablar del modo en que el Dios de Israel era Dios, trascendente, y sin embargo presente y activo dentro del mundo. Diversos autores hablaban de la palabra de Dios (Is 55,11; Eclo 42,15; Gn 1,1ss), de su sabiduría (Prov 8,12ss.; Sab 6,9; 7,22145
Como el primer fruto de una cosecha, que si es bueno, anuncia que los demás frutos lo son.
107 30), de su ley (Eclo 24,1.10-12.23), de su espíritu (Is 11,1-9; 61,1-3) como si fueran independientes y, sin embargo, modos en que el único Dios verdadero podía estar con su pueblo, con el mundo, curando, guiando, juzgando y salvando. Los cristianos llegaron a la conclusión de que Jesús era el Mesías y por lo tanto el verdadero Señor del mundo; que el Dios creador lo había exaltado como tal, compartiendo con Él su propio trono y su sabiduría única. Pero kyrios ya no significa únicamente un ser humano dotado de la máxima autoridad sino también "aquel que hace presente y visible lo que el AT decía acerca de Yahveh mismo". Entonces, los textos de la Biblia griega (LXX) utilizaban kyrios (Señor) para traducir el nombre divino Yahveh pasaron a usarse a partir de entonces para referirse a Jesús mismo. Así en Flp 2,10, en que Pablo cita a Is 45,23; Rm 10,13 en que Pablo cita a Joel 3,5 ("todo el que invoque el nombre del Señor se salvará"); la aclamación "hay un sólo Dios (eis Theos) aplicada a Jesús (1 Cor 8,5-6); "el día de Yahveh" pasa a ser "el día del Señor (Jesús)"(Hch 2,20; 1 Cor 1,8; etc.). En Jn 20 aparece tanto kyrios como theos aplicados a Jesús; 1 Pe 3,15 habla de dar culto al Señor y el autor agrega "Cristo". 8.4.3. Jesús como "Hijo de Dios" a) Jesús es Hijo de Dios porque es Mesías En un comienzo esta expresión es sinónima de la de Mesías. 2 Sam 7 y el salmo 2: "Yo seré para él (el rey David) un padre y él será para mí un hijo. Si se porta mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl (...)" (2 Sam 7,14-15). "Voy a anunciar el decreto de Yahveh: El me ha dicho: 'Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.
(Sal 2,7) Como puede observarse, aquí se considera "hijo de Dios" al rey por ser tal, denominación que se transferirá al Mesías. La expresión "hijo de Dios" enfrentaba a los cristianos con el Imperio. El césar era allí el "hijo de Dios", ya que era hijo de un emperador muerto que había sido divinizado. Los cristianos al llamar así a Jesús, dejaban en claro que el verdadero Señor del mundo era Jesús y no el emperador. El cristianismo se negó siempre a ser una religión "privada", en el sentido de que no le interesara salvar al mundo. Abandonar la creación en manos de las "potestades" y "dominaciones", tanto espirituales como humanas, hubiera sido una traición. b) Jesus, "Hijo de Dios" divino Desde muy pronto los cristianos comienzan a reflexionar sobre el Dios de Israel a la luz de la resurrección de Jesús. Consideraban la resurrección como obra de Dios. "Dios resucitó a Jesús de entre los muertos" (Lc 24,6; Hch 4,10; Rm 4,24ss; 8,11; 10,9; etc). El hecho de que este Jesús había sido resucitado por este Dios, meditado y reflexionado a la luz de todo cuanto Jesús había hecho y dicho, y de todo cuanto las Escrituras de Israel habían dicho sobre la actuación
108 redentora y reconciliadora de ese Dios, obtuvo de los cristianos primitivos la creencia de que Jesús era "Hijo de Dios", el "Hijo" único de este Dios en cuanto opuesto a cualquier otro. Y lo decían en el sentido de que Él era la encarnación y revelación personal de ese único Dios verdadero. La cristología de Pablo, y la que quedó expresada en las fórmulas confesionales antes de que él escribiera las cartas que han llegado hasta nosotros, indica que, desde muy pronto en el movimiento cristiano, a este Dios y a este Jesús se hacía referencia como "Padre" e "Hijo" dentro de contextos que claramente los sitúan en el lado divino de la Alianza de Dios con los hombres. Pablo vincula estrechamente al Padre con el Hijo: " Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!" (Rm 5,10). "En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, han recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con él glorificados."(Rm 8,14-17). Jesús es enviado por Dios, no sólo como mensajero, sino como la encarnación misma de su amor. Enviar a cualquier otro no hubiera sido una prueba definitiva de amor que se entrega: A la luz de esto podemos entender el siguiente texto de Rm: "Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios, que había ya prometido por medio de sus profetas en las Escrituras Sagradas, acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro." (Rm 1,1-3). Aquí Pablo declara que Jesús no sólo es Mesías y Señor, sino aquel en el cual el Dios vivo, el Dios de Israel, se ha hecho personalmente presente en el mundo, se ha hecho una de las creaturas humanas que desde el principio fueron hechas a imagen de este mismo Dios. ¿Quiere decir esto que Jesús sólo se convirtió en "Hijo de Dios" con la resurrección? Ciertamente no. Se quiere decir que lo que Jesús hizo en su ministerio público y de manera suprema en su muerte se ha de entender como la obra del Hijo de Dios y que la resurrección declaró que así había sido. Esto no quiere decir que fuera ésta la conclusión a la que forzosamente tenía que llegar cualquiera que oyera hablar de la resurrección de Jesús. La resurrección no "demostraba que Jesús era divino" de manera automática. Sin embargo, dentro del mundo de significado que los primeros cristianos se encontraron explorando, estaba claro que la resurrección no hacía pensar que Jesús se había convertido en algo que antes no era, sino que se había manifestado lo que siempre había sido.
109 8.4.4. Jesús como "Hijo del hombre" Hemos mencionado al presentar los distintos grupos judíos la figura mesiánica del "hijo del hombre" de Dn 7, actualizada por 1 Henoc 37 - 71. Se trata de una expresión que aparece casi solamente en boca de Jesús y en todas las fuentes evangélicas. Mucho se ha discutido sobre ella. ¿Utilizó realmente esta expresión Jesús o fue un invento posterior de los evangelistas? Si la usó, ¿qué sentido le dio? Para responder a estas dos preguntas es bueno agrupar las textos en que se utiliza la expresión en tres grupos: a) dichos del hijo del hombre actuando en el presente; b) dichos sobre el hijo del hombre futuro, y c) dichos sobre el hijo del hombre que padece. - Los dichos del hijo del hombre actuando en el presente: Hay de dos tipos: • Dichos sobre la autoridad del Hijo del hombre. Se encuentran en Mc, que subraya la potestad de Jesús de perdonar pecados (2,10) y para no cumplir el precepto sabático (2,28). Se podría decir que el Hijo del hombre en su actividad terrena está por encima de las normas y limitaciones generales. • Dichos sobre la condición marginal del Hijo del hombre: según la fuente Q, el Hijo del hombre carece de cobijo (Mt 8,20), es tachado de comilón y borracho (Mt 11,18), y difamado (Mt 12,32). - Dichos sobre el hijo del hombre futuro Se compara al Hijo del hombre con Jonás (Lc 11,30); sus días se asemejan a los días de catástrofes de tiempo de Noé (Lc 17,26) y de Lot (17,28); se lo compara con el relámpago que ilumina todo el firmamento (Lc 17,24). Mc 8,38 contrapone el "yo" de Jesús al Hijo del hombre futuro: "Si uno se averguenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles". Hay aquí reminiscencias de Dn 7,13. En este mismo dicho, Lc 12,8 Jesús distingue entre su "yo" y el Hijo del hombre. Mt 10,32, en cambio, escribe "yo" en las dos partes del dicho. Jesús anuncia a sus jueces que verán al Hijo del hombre venir entre las nubes del cielo (Mc 14,62) (citando a Dn 7,13, pero el personaje no es "un" Hijo del hombre, sino "el" Hijo del hombre. Ver el apocalipsis sinóptico en Mc 13 y paralelos). También describe de manera impresionante el momento en que los hombres "verán" al Hijo del hombre (Mc 13,26). - Dichos sobre el hijo del hombre que paciente Hablan de la "entrega" del Hijo del hombre (Mc 9,31; 14,41; Lc 24,7) y de su "pasión" (Mc 8,31; 9,21; Lc 17,25). Se insiste en su mortalidad. Todo parece indicar que Jesús habló del Hijo del hombre presente y futuro, y que los dichos del hijo del hombre paciente son de la Iglesia primitiva.
110 Jesús habló del hijo del hombre presente refiriéndose a sí mismo 146 para frenar las expectativas desorbitadas sobre su mesianidad (la petición de "una señal del cielo": Mt 12,33-37, o "el más fuerte" anunciado por el Bautista: Mc 1,7). Por eso subrayó la condición humana del Hijo del hombre (Mc 2,10; Mt 11,18ss; Mt 8,20). En Mc 8,29ss Jesús contesta al reconocimiento de Pedro como Mesías invocando el título Hijo del hombre. Jesús habló también de un futuro Hijo del hombre que se manifestaría pronto con el giro escatológico. No se refiere a alguien distinto de su persona, sino a sí mismo, al igual que Pablo en 2 Cor 12,1ss ("sé de un hombre..."). Jesús esperaba ocupar con el alborear del Reino de Dios, aquel puesto que atribuyó al Hijo del hombre. Vendría el cambio inesperado y repentino, y con el cambio quedaría Él mismo transformado, como el mundo entero. Por eso habla de este hombre transformado de como una tercera persona, pero piensa en realidad en sí mismo. No dice cómo el hijo del hombre presente llegará a ser el Hijo del hombre futuro. Sólo los "vaticinia ex eventu" (profecías hechas después que los acontecimientos han ocurrido) explican que la transformación acontece a través de la cruz y de la resurrección. Pero esto es una interpretación retrospectiva de la comunidad. Cuando Jesús proclamó el inicio del Reinado de Dios, contaba con la llegada de ese Reinado en la vida presente. Jesús habló tanto del hijo del hombre presente como del futuro. Combinó la expresión cotidiana "hijo del hombre" con la tradición apocalíptica sobre un ser celestial "semejante a un Hijo del hombre" (Dn 7,13). Con esta conexión quedó revalorizada la expresión cotidiana, pero la expresión de Dn 7 fue sustituída por la denominación directa "un Hijo del hombre" (y no semejante a). Ningún ángel, ningún ser celestial, nadie que sea simplemente como un ser humano, sino un hombre concreto asumirá el papel del Hijo del hombre en el inminente Reinado de Dios: Jesús mismo. Él es el "hombre" presente y futuro a la vez. Este doble concepto del hijo del hombre es semejante a la doble escatología del Reinado de Dios (el "ya" y el "todavía no"). Jesús representa en la tierra al Hijo del hombre presente en el cielo (que está ya presente en los planes de Dios y equivale al Hijo del hombre futuro). Sólo que al hablar de un personaje celestial ya existente, tendrá que hacerlo en tercera persona, mientras que al hablar de un Hijo del hombre futuro pudo referirse a sí mismo. El Hijo del hombre es un ser humano que tiene como misión introducir a Israel en el Reino de Dios. 8.5. Consecuencias de la resurrección de Jesús 8.5.1. Dios hecho hombre A la luz de las reflexiones, se puede afirmar que en Jesús Dios ha asumido nuestra humanidad. Esta convicción tiene serias consecuencias para nuestra salvación “porque lo que no ha sido asumido no ha sido salvado; pero lo que se une a Dios, eso queda salvado” 147. En Jesús, Dios ha vivido nuestra condición humana “hasta el extremo” (Jn 13,1) presentando una salida al misterio del mal. Ya no es posible concebir a un dios lejano, que contempla desde fuera las acciones de los hombres y que, al final de la historia, las juzga. El Hijo de Dios ha pasado por el dolor, también el Padre, que lo ha enviado y acompañado, y el Espíritu Santo soporta en el presente, día a día, el sufrimiento que los seres humanos nos inflingimos unos a otros.
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La expresión "hijo del hombre" puede usarse como sinónimo de "hombre", así como también puede equivaler al pronombre personal "yo" (o "yo mismo"). Gregorio Nacianceno, Epist. 101, 7,32.
111 8.5.2. Revelación de Dios Sólo a la luz de Jesucristo, sobre todo de su muerte y resurrección, es posible una concepción correcta de Dios. Nuestras visiones o representaciones de la divinidad deben pasar por el crisol de Jesús. Es esencial en la concepción cristiana de Dios su carácter trinitario. Aunque la palabra Trinidad no aparece en el NT, sí está muy presente su realidad. Los textos más antiguos la contienen en fórmulas breves y densas, por ejemplo: “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor (=Jesús) es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios (=Padre) que obra en todos” (1 Cor 12,4-6; también 2 Cor 13,13). Una fórmula similar se puede encontrar en el Evangelio de Lucas: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” (Lc 10,22). Las tres Personas Divinas ya están presentes en el ministerio de Jesús. Él anuncia el Reinado de su Padre, con el que tiene una relación muy estrecha, y en quien pone toda su confianza. Jesús actúa no como un simple enviado sino como Aquel que tiene en sí mismo la fuerza del poder divino; por eso solicita la fe en su persona. Sólo el Hijo conoce al Padre y quién quiere conocer al Padre debe mirar al Hijo (Lc 10,21-26). Más que en las palabras, es en las acciones de Jesús que se revela el Espíritu Santo. Él es aquella fuerza (“dínamis”) y aquella autoridad (“exusía”) con que realiza milagros y gestos liberadores (Mc 3,20-30). Explícitamente dice Jesús: “Si expulso demonios por el Espíritu de Dios, es señal de que ha llegado a ustedes el Reinado de Dios” (Mt 12,28). Esta fuerza que está en Jesús y al mismo tiempo es diferente de Él es lo que más tarde la Comunidad Eclesial llamará el Espíritu Santo. La resurrección de Jesús es una acción trinitaria. Jesús es resucitado por el Padre (1 Tes 1,10; Rm 10,9; 1 Cor 15,4; etc). Se trata de una acción creadora suya sobre Jesús crucificado y muerto por la cual muestra su lealtad a la Alianza hecha con su pueblo 148. Dicha acción la realiza el Padre por medio del Espíritu, que es la fuerza amorosa que une al Padre y al Hijo. Así, el Jesús terreno se ve totalmente transformado por la fuerza del Espíritu. En lenguaje paulino, Él se transforma en “cuerpo espiritual”, que no es un "cuerpo inmaterial", sino una realidad que asume las características del Espíritu, que implica plenitud de vida divina (cf 1 Cor 15,45). Mediante Él, la energía de la resurrección se comunica a los cristianos, que la acogen mediante la fe y pasan a ser “nuevas creaturas” (2 Cor 5,17; Gal 6,15). En lo expuesto, se contiene la base de lo que más tarde pasará a ser la doctrina trinitaria: Dios es tres personas distintas pero una sola esencia, sustancia o naturaleza 149. Sin embargo, el concepto de persona en Dios está dado por la relación, por la donación de sí, y no por la autoafirmación cerrada en sí. Por eso se puede decir que Dios es realmente uno y a la vez diverso. Lo dicho tiene consecuencias importantes para los cristianos: sólo se imita a Jesús 148 149
Y, por supuesto, su lealtad con el propio Jesús. IV Concilio de Letrán, año 1215. Se puede leer el texto en DzH n° 803.
112 haciendo comunidad, a semejanza de Dios que es esencialmente comunión. Así como en Dios la diferencia no impide la comunión sino que la fortalece, y la comunión no aplasta lo diverso sino que lo potencia, así debe ser nuestra vida común 150. 8.5.3. Revelación del hombre La resurrección no sólo revela quién es Dios sino también quién es el hombre; o, más bien, qué está llamado a ser. En ella, la divinidad de Jesús realiza al máximo su humanidad (“así de humano sólo puede serlo el mismo Dios” 151). Jesús es, entonces, el prototipo o modelo de lo que es ser hombre. Ya en Pablo vemos que la Iglesia fue sustituyendo el título de "Hijo del hombre" aplicado a a Jesús por el del "Nuevo Adán" o el “Adán según el Espíritu” (Rm 5,12ss): Lo que quiere dar a entender es que Él es el hombre verdadero, el que realiza lo que el primero no pudo: llegar a ser “imagen” de Dios (Gn 1,26-27). Como hombre Pleno, o nuevo Adán, Jesús es meta y a la vez impulso gestador de una humanidad nueva, plena, reconciliada. En dos impresionantes himnos del NT (Ef 1,3-14 y de Col 1,15-20), Cristo aparece como el que nos hace hermanos, hijos de un mismo Padre, y como el que va “recapitulando” (es decir, unificando y reconciliando) a toda la creación conduciéndola a su “plenitud” en el final de los tiempos: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que desde lo alto del cielo nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales. Él nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuéramos su pueblo (...) Movido por su amor, él nos destinó de antemano, por decisión gratuita de su voluntad, a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo (...) Él nos ha dado a conocer su plan salvífico que había decidido realizar en Cristo, llevando su proyecto salvador a su plenitud al recapitular todas las cosas en Cristo, las del cielo y las de la tierra”. (Ef 1,3-10)
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Si Dios es Comunidad, entonces las imágenes tan frecuentes de Él como un ser solitario que crea un mundo para darse compañía y que lo contempla “desde fuera” debieran dejarse definitivamente de lado. Dios no necesita crear nada, pero quiere hacerlo para compartir con alguien distinto de sí la riqueza de su propia vida divina que es fundamentalmente Comunión. Boff, Leonardo (1987), Jesucristo liberador, Sal Terrae,Santander, p.189.
113 Esta función reconciliadora la realiza Jesús a través de la Iglesia. Utilizando una imagen común del mundo grego-romano, Pablo afirma que Cristo forma con los cristianos un “Cuerpo” (es decir, una unidad vital profundamente personal), que Él encabeza y dinamiza. Cada miembro tiene algo que aportar en él, tanto en función de su misión, como de su vida interna, para lo cual, el Espíritu Santo le confía un don o “carisma” . “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo (...) Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato? (...)” (1 Cor 12,7-30) Corresponde a la Iglesia ser signo e instrumento de esa humanidad nueva en un mundo renovado que Jesús encarna e impulsa 152, y ello no por la vía de la imposición sino por la del servicio (Lc 22,24-29) 153. 8.6. Reflexiones finales 8.6.1. La muerte de Jesús, ¿voluntad de Dios? Una primera reflexión que quiero hacer es la de la muerte de Jesus como "voluntad de Dios". Puede parecer extraño hacer esta reflexión aquí y no en el capítulo sobre su muerte. La razón es que a la luz de la resurrección, la muerte de Jesús se contempla de otro modo. Para los primeros cristianos, la muerte de Jesús siguió siendo un escándalo incluso después de la resurrección. Se preguntaban: ¿Cómo pudo permitirla Dios? Su respuesta más común fue la de postular un plan divino a favor del hombre, amoroso pero en último término incomprensible. La tendencia bíblica a atribuir todo a Dios les jugó una mala pasada. La primera razón por la que Dios "permitió" la muerte de Jesús es porque Él lo permite todo. Es precisamente el respeto de Dios por su creación lo que hizo a Dios aceptar la muerte de Jesús. Prefirió no evitar la muerte del Hijo para no pasar por sobre la libertad de aquellos que lo condenaron. Siempre nos costará entender lo mucho que Dios valora nuestra libertad. Allí está el mayor misterio. Una vez aceptada esa muerte, ella pasa a ser el máximo signo del amor de Dios al hombre: la entrega de "lo mejor que tenía" (Rm 8,32). Esa entrega Dios la ratifica con el gesto 152 153
Como lo afirma el Concilio vaticano II, en su Constitución dogmática sobre la Iglesia” (Lumen Gentium), n°1 Ello no significa afirmar que Dios esté presente sólo en la Iglesia o que actúe únicamente a través de ella; sino que, como Cuerpo de Cristo, juega un rol esencial en la salvación que Dios ofrece a todo hombre.
114 de resucitar a Jesús. Con ese gesto Dios Padre hace fecunda la cruz de Jesús pero no la “justifica”. Dios es capaz de transformar los peores males en fuente de plenitud, pero con eso no declara que esos "males" sean "bienes". La cruz será siempre el signo supremo de la maldad humana; sin embargo, puede ser también el gran signo del amor supremo de Dios. Me parece que puede ser de ayuda distinguir entre una voluntad de Dios “originaria” y otra “derivada”. Lo que Dios quería era que los hombres aceptaran su Reinado, esta fue su voluntad originaria; dado eso no sucedió, entonces el Reino debió hacerse presente en la cruz de Jesús (voluntad derivada) 154 . 8.6.2. Carácter pascual de la existencia cristiana Como segunda reflexión final presento un tema que es recurrente en el Nuevo Testamento: el de la actualidad de la Pascua de Jesús en la vida presente del cristiano. De entre muchos textos posibles, cito uno: “Llevamos siempre en nuestras personas 155 por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra persona. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra condición humana frágil 156. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en ustedes (también) la vida” (2 Cor 4,10-12). Todos sabemos que tarde o temprano el dolor y la muerte golpean nuestra vida. Nuestro mundo a diario vive situaciones de verdadera catástrofe. Es muy importante no atribuir el mal a Dios (¡No lo envía Dios!). Éste proviene de la libertad humana (que en sí misma es un gran don, pero que se puede usar mal) y de la autonomía relativa de un mundo no terminado, que Dios respeta en su funcionamiento 157. El mal en sí mismo no es justificable (es “pecado”, si brota de nuestra voluntad libre; es “catástrofe”, si viene de la naturaleza) y debe ser visto y denunciado como tal. Sin embargo, Dios ofrece la oportunidad de vivir ese mal en conexión con la muerte de Jesús, y, así, transformarlo en fuente de vida nueva. Nada nos puede separar del amor de Cristo y de su capacidad transformadora: ni la enfermedad, ni el dolor, ni la persecución, ni la misma muerte (Rm 8,35-39). Todo ello puede ser convertido en fuente de alegría y plenitud...hasta el día en que no va a ser necesario asumir el mal porque éste va a haber dejado de existir. En ese día -el de la venida del Reinado de Dios en plenitud - “ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo habrá desaparecido” porque Dios va a haber “instalado su morada en medio de los hombres” (Ap. 21,3-4).
154
Derivada del rechazo humano. Literalmente, “cuerpo” (en sentido hebreo). 156 Idem. 157 Las enfermedades, los accidentes y las catástrofes naturales son propias de un mundo, de una naturaleza, que aún está lejos de haber llegado a su plenitud. Dios respeta el funcionamiento regular de la misma como condición de la libertad del hombre. Un mundo que cambiara continuamente haría imposible toda actuación humana. 155
115 Apéndice 2: Diversas posiciones sobre la tumba vacía y las apariciones a) Interpretaciones racionalistas del sepulcro vacío - Hipótesis del engaño. Reimarus (1694-1768) considera justa la acusación de Mt 28,11-15 de que los discípulos sustrajeron el cadáver de Jesús. Al principio los discípulos habían esperado un reino mesiánico de carácter profano y político. La muerte de Jesús les arrebató esa esperanza. A pesar de todo, y para mantenerse en un plano de grandeza y dominio sobre el mundo, vieron en Jesús al redentor que padece por los pecados humanos y con la sustracción del cadáver pudieron inventar lo de la resurrección. - Hipótesis de la muerte aparente. Paulus (1761-1851) afirma que Jesús murió sólo aparentemente y recuperó la vida por algún tiempo. - Hipótesis del traslado. Según Holtzmann (1906) y Klausner (1953), José de Arimatea enterró provisionalmente a Jesús en un sepulcro cercano y una vez transcurrido el descanso sabático, lo trasladó a otro sitio sin conocimiento de los discípulos. d) Teoría de la visión subjetiva A diferencia de la posición anterior estos autores ponen el acento en las apariciones. Sin embargo, consideran que se trata de visiones y no de apariciones propiamente tales. En su versión más reciente (Ludemann, 1994), se afirma la existencia de visiones del Resucitado en Pedro y Pablo. Los relatos de apariciones de los evangelios son considerados legendarios. Explica la visión de Pedro por un "proceso de duelo"; en este proceso Pedro iba superando sus sentimientos de culpa por haber entregado al Señor; el proceso quedó bloqueado por la muerte repentina de Jesús. En el perseguidor Pablo aflora una fascinación inconsciente por Jesús que antes había estado reprimida. Todas las otras visiones dependen de estas visiones primarias y se pueden explicar -como en el caso de los 500- por la mera sugestión colectiva. Otros autores asimilan las apariciones a los Doce y a los 500 a los fenómenos de éxtasis colectivo, como el de Pentecostés o el descrito por Pablo en 1 Cor 12 - 14. Una variante de esta posición la constituye Barbaglio 158, que no toma posición sobre si se trata de apariciones o visiones y atribuye el origen de la fe pascual a una reflexión de Pedro, con los otros discípulos que huyeron a Galilea, que relee el AT a la luz de la muerte ignominiosa de Jesús. En ese proceso surge la esperanza de que Dios ha resucitado a Jesús del mismo modo como ha hecho "resucitar" a su pueblo de los desastres más graves. Esa reflexión es vivida como una "gracia" de parte de Dios. c) El kerigma sin las visiones Bultmann separa el anuncio del kerigma de las apariciones del Resucitado, que él considera visiones. Considera las visiones imposibles de reconstruir y también irrelevantes. Lo que importa es el kerigma que se actualiza en la palabra y la experiencia de la fe de los creyentes que experimentan su muerte salvadora y su resurrección en su interior. Esta posición ha sido seguida por otros teólogos incluso hoy. 158
Barbaglio 2003, 551.
116 d) Apariciones objetivas La afirman Pannenberg entre otros. Lo importante está en las apariciones y no en la tumba vacía, que constituye un dato secundario. e) Identificación de la resurrección con la ascensión Según Bultmann, originalmente no había distinción entre la resurrección y la ascensión. Esto significa que después de su muerte Jesús "se fue al cielo", en espíritu, en donde fue exaltado por el Padre. Tanto los relatos de la tumba vacía como de las apariciones son leyendas. Se busca con ellas defender la real humanidad de Jesús de tendencias espiritualistas gnósticas o de otros grupos que la negaban. f) La resurrección en medio de las expectativas de la época Tiene dos variantes: - Berger intenta demostrar que había en la época de Jesús la creencia en resurrecciones anticipadas apelando a Mc 6,14 (Herodes que piensa que Jesús es Juan Bautista resucitado). - Wilckens afirma que no existe en el Judaísmo de la época la expectativa de resurrecciones anticipadas, y que Mc 6,14 es un caso muy especial. Juicio crítico: las primeras posiciones tienen el problema de que el solo sepulcro vacío no sirve para apuntalar la fe en la resurrección de Jesús. Efectivamente, si uno prescinde de la apariciones, el sepulcro vacío es ambiguo: ¿robo?, ¿mal entendido? La hipótesis del engaño comete un error de tipo histórico. A los discípulos el anuncio del Resucitado no les acarreaba ninguna dignidad superior o poder. Por el contrario, el cristianismo fue en los comienzos un movimiento muy minoritario, a menudo mal mirado y desde luego perseguido. Reimarus probablemente lee ingenuamente la versión idealizada que da Hech de la comunidad de Jerusalén y del elevado número de cristianos (por ej.: Hch 2,42-47; 6,7). La hipótesis de la muerte aparente tiene el fallo de que no logra explicar cómo Jesús fue proclamado Mesías sin haber logrado lo que de él se esperaba: la victoria decisiva sobre los paganos, la reconstrucción o purificación del Templo, y la consecución de una justicia y paz verdadera para el mundo. No parece suficiente como base las visiones para la afirmación de que Jesús es el Mesías. Los apóstoles lo arriesgaban todo: su honor y su vida adhiriendo a un grupo marginal. La reconstrucción que hace Ludemann del proceso interno de Pedro y Pablo es pura especulación. La asimilación de las apariciones a los Doce o a los 500 con fenómenos de éxtasis colectivo como Pentecostés o el descrito por Pablo en 1 Cor 12 - 14, pasa por alto el que Pablo distingue cuidadosamente los fenómenos de éxtasis, muy abundantes en las comunidades cristianas, con los escasos y precisos testimonios de 1 Cor 15,1-8, en que Pablo nombra a testigos muy concretos, "de
117 los que todavía la mayor parte vive"(15,5). Ellos podrían perfectamente desmentir las afirmaciones del apóstol. La simple reflexión sobre la muerte de Jesús no logra producir la fe en su mesianismo. A lo más lleva a la certeza de que el alma de Jesús "está en el cielo" y que el Señor resucitará el último día. ¿Qué diferencia sustancial tiene, entonces, Jesús con la figura de un Juan bautista o de los mártires macabeos? Si se separa el kerigma de las visiones (o apariciones) sucede que su origen queda sin explicar. Bultann tiene que partir de esa base: lo importante es el kerigma, pero no sabemos cómo se formó. La identificación de la resurrección con la ascensión equivale a decir que "el alma de Jesús se fue al cielo". ¿En qué se diferencia la suerte de Jesús de la tantos otros justos (incluso mártires), que resucitarían el último día? Nuevamente no se logra explicar de dónde surge el kerigma. Y tampoco se logra explicar el surgimiento de los relatos evangélicos de apariciones. Si lo relevante es que Jesús se fue al cielo, por qué componer unos relatos tan extraños, en donde la reflexión teológica es más bien pobre? Además Bultmann tiene en su contra el que jamás en el AT y en los apócrifos que conocemos la palabra resurrección designa algo distinto que la vuelta a la vida corporal 159.
159
Ver un análisis exhaustivo en Wright 2003.
118 Apéndice 3: fuentes extrabíblicas sobre Jesús a) Autores greco-romanos - Tácito 160: En Annales (15,44,2-5), escrita entre el 115 y el 120 se lee lo siguiente: “Todos los esfuerzos y munificiencia del emperador fueron insuficientes para desvanecer el rumor siniestro de que él había ordenado el incendio. Para disipar esta creencia y culpar a otros, martirizándolos, Nerón acusó a los cristianos, que el pueblo odiaba por sus abominaciones. El Cristo, del que ellos tomaban el nombre, había sido ejecutado durante el reinado de Tiberio, bajo la procuradoría de Poncio Pilato. Esta maligna superstición, reprimida por algún tiempo, se reavivó de nuevo, y no sólo en la Judea, donde se originó el mal, sino hasta en Roma, donde encuentra refugio todo lo que es malsano y corrompido. En consecuencia, algunos cristianos, conducidos ante el tribunal, fueron convictos, no tanto de haber causado el incendio como de odio al género humano. Envueltos en pieles de animales fueron despedazados por los perros, crucificados o quemados vivos, y algunos sirvieron de antorchas encendidas durante la noche. Nerón ofreció sus jardines para este espectáculo, y hubo carreras de carros, en las que el emperador se mezcló con la gente vestido de auriga. Y he aquí que estos criminales, que merecían castigos ejemplares, despertaron un sentimiento de compasión, porque pareció que no eran sacrificados por el bien común, sino para satisfacer la crueldad del tirano”. Puede observarse la escasa simpatía que Tácito siente hacia los cristianos ("maligna superstición"); sin embargo, los considera inocentes del incendio de Roma. - Suetonio 161 En “De vita Caesarum”, escrito en el 121, se lee: “(Claudius) Judaeos impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit” (Claudio expulsó de Roma a los judíos que continuamente hacían tumultuo habiéndoles impulsado Cresto). Suetonio no tiene conocimientos correctos sobre Jesús. Piensa que fue un judío alborotador de Roma. Sin embargo, utiliza una fuente antigua no cristiana, que quizás interpretó mal. - Plinio el Joven 162 Este gobernador de Bitinia consulta al emperador Trajano (entre los años 111-113) por los criterios con que se debe perseguir judicialmente a los cristianos. Como puede verse, a principios del siglo II se sabe que en el origen del nuevo culto de los 160
161
162
Cornelio Tacitus nació en torno al 55 o 56 y murió el año 120. Fue miembro de la aristocracia senatorial, y recorrió el escalafón típico de los altos cargos (entre otros fue procónsul de Asia) y adquirió fama sobre todo por sus dos obras de historia: "Historias" (hacia el 105/110) y Anales (hacia el 116/117)(Theissen y Merz 2004, 102). Nació en torno al 70 y murió el 130. Procedía de la orden ecuestre. Llegó a alcanzar altos puestos de tipo administrativo, lo que le dio acceso a los archivos e informaciones necesarias para escribir la historia de 12 emperadores (De vita Caesarum), desde César hasta Domiciano. Nació el 61 y murió hacia el 120.Asumió como gobernador cerca del 111.
119 cristianos está el judío Cristo, condenado a la crucificción bajo Tiberio por el prefecto romano Poncio Pilatos. b) Testimonios judíos - Flavio Josefo. En su libro “Antiguedades judías” (20, 200), escrito cerca del 93, nos dice: “...entonces convocó (el sumo sacerdote Anás, el joven) a los judíos del sanedrín y trajo ante ellos a un hombre llamado Santiago, hermano de Jesús, que era llamado Cristo, y a algunos otros, con la acusación de haber transgredido la ley, y los entregó para que fueran lapidados.” Más complejo de evaluar es el conocido texto de Antiguedades judías 18,63-64: “Por aquel tiempo vivió Jesús, hombre sabio, si es que conviene llamarlo hombre; en efecto, realizaba obras extraordinarias, enseñaba a los hombres que acogen con gozo la verdad y convenció a muchos a muchos judíos y griegos. Él era el Cristo. Y después que Pilatos, por acusación de los mayores responsables de nuestro pueblo, lo condenó a la cruz, no desfallecieron los que desde el principio lo habían amado. En efecto, se les apareció al tercer día nuevamente con vida, habiendo dicho estas cosas y otras muchísimas maravillas los divinos profetas sobre él. Y todavía hasta hoy no ha desaparecido la tribu de los cristianos que toma de él el nombre.” Casi todos los especialistas consideran que se trata de una interpolación cristiana, ya que eso supondría a un Flavio Josefo cristiano, ausente en sus otras obras. - Literatura rabínica En la literatura rabínica, en el Talmud, tratado Sanedrín (43a) se afirma lo siguiente: “Pero se recuerda: 'El viernes, la tarde del parasceve fue empalado Jesús el Nazareno y el pregonero salió delante de él durante cuarenta días: “Él sale para ser lapidado, por haber practicado la magia, haber instigado a Israel (a la idolatría) y haberlo extraviado. Quien sepa algo en disculpa suya, venga y lo traiga 'como disculpa'”. Pero no encontraron ninguna disculpa y lo empalaron, 'el viernes' y la tarde de parasceve” - Otras Celso, filósofo de la segunda mitad del siglo II, en su obra polémica contra los cristianos “Doctrina veráz” de la que nos quedan los pasajes citados por Orígenes en su “Contra Celso” de alrededor del año 178, menciona rumores infamantes, probablemente de origen judío, sobre el nacimiento de Jesús. Dice Orígenes: “Celso introduce luego la figura imaginaria de un judío, que se dirige precisamente a Jesús y lo acusa de muchas cosas (…), y en primer lugar lo acusa 'de haber inventado la historia de su nacimiento de una virgen'; le reprocha además 'ser natural de una aldea de Judea y de haber tenido por madre a una pobre indígena que se ganaba la vida hilando. Añade que 'la madre fue repudiada por su marido artesano de profesión, por haber sido acusada de adulterio'; dice luego que, 'expulsada por su marido y vagabundiando de manera miserable, dio a luz a escondidas a Jesús'”. Más adelante, se dice que María fue preñada por un soldado llamado Panthera” (1,18 y
120 32). c) Fuentes cristianas - Evangelios y cartas Los cuatro evangelios canónicos son la fuente más importante de conocimiento de Jesús 163. Muy importantes son las cartas de Pablo por su antigüedad. Hay otros aportes en los otros escritos del NT. Nos interesan aquí las fuentes no cristianas. - Evangelios apócrifos Todos los evangelios apócrifos nos hablan de Jesús; sin embargo, son todos tardíos, y a veces sus presentaciones son tan fantaciosas que no vale la pena tomarlas en cuenta 164. Pueden leerse en Santos 1988. Los evangelios gnósticos en Piñero, Monserrat y García 1999. La excepción la constituye el Evangelio de Tomás. - Evangelio de Tomás En Nag Hammadi se encontró una traducción al copto de esta obra, que conocíamos por referencia de algunos Padres de la Iglesia y por fragmentos de ciertos papiros de Oxirrinco. La escritura del manuscrito copto es del siglo IV, pero la de los fragmentos en griego es de alrededor del 150 d.C. El EvT es una colección de dichos de Jesús: sentencias, diálogos y parábolas. La compilación final es de cerca del 140 d.C. y tiene clara tendencia gnóstica. Sin embargo, hay dichos que pueden ser bastante antiguos y algunos pueden pertenecer a Jesús. Se discute si el EvT depende de los Sinópticos o si se ha utilizado una tradición anterior a ellos. Hay quienes ven una vinculación entre algunos dichos y la “fuente Q”, pero está lejos de ser probada. Alrededor de la mitad de los 114 dichos (logia) tienen paralelos con los dichos canónicos de nuestros evangelios sinópticos. Por ejemplo: 20: “Dijeron los discípulos a Jesús: ‘Dinos a qué se parece el reino de los cielos’. Les dijo: ‘Se parece a un grano de mostaza, que es (ciertamente) la más exigua de todas las semillas, pero cuando cae en tierra de labor hace brotar un tallo (y) se convierte en cobijo para los pájaros del cielo.’” 26: “Dijo Jesús: ‘La paja en el ojo de tu hermano, sí que la ves; pero la viga en el tuyo propio, no la ves. Cuando hayas sacado la viga de tu ojo, entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano’”. Otros dichos son del mismo tipo que algunos canónicos, aunque su contenido resulta nuevo. Es el caso de algunos logia que podrían ser una mezcla de varios de los que encontramos en los Sinópticos: 39: “Dijo Jesús: ‘Los fariseos y los escribas recibieron las llaves del conocimiento y las han 163 164
Véase Armstrong 2008. Se puede encontrar un panorama general en Armstrong 2008, 271-304.
121 escondido: ni ellos entraron, ni dejaron entrar a los que querían. Pero vosotros sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas.’” 47: “Dijo Jesús: ‘No es posible que un hombre monte dos caballos y tense dos arcos; no es posible que un esclavo sirva a dos señores, sino que más bien honrará a uno y despreciará al otro. A ningún hombre le apetece —después de haber bebido vino añejo— tomar vino nuevo; no se echa vino nuevo en odres viejos, no sea que éstos se rompan, y no se echa vino añejo en odre nuevo para que éste no le eche a perder. No se pone un remiendo viejo en un vestido nuevo, pues se produciría un rasgón’”. Un tercio de los dichos son de un carácter claramente gnóstico: 1: “Y dijo: ‘Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte’”. 18: “Dijeron los discípulos a Jesús: ‘Dinos cómo va a ser nuestro fin’. Respondió Jesús: ‘¿Es que habéis descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte’”. 114: “Simón Pedro les dijo: ‘¡Que se aleje María de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida’. Dijo Jesús: ‘Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo’”. Es probable que el EvT utilice una tradición o fuente independiente de los Sinópticos, ya que los dichos siguen siempre un orden diferente al de ellos y existe una completa ausencia sus elementos redaccionales característicos. En todo caso, los especialistas están divididos y no parece vislumbrarse un pronto acuerdo. Los temas principales del EvT son: el conocimiento de la verdadera identidad de Jesús (dichos: 13,15, 19, 28, 66, 77); el conocimiento de sí mismo y el rechazo del mundo (3, 5, 21, etc.) y la superación de la religiosidad ordinaria (14, 27, 53, etc.). El origen del texto copto no es claro. Se tiende a atribuir la traducción a una communidad de monjes egipcios cercana a Nag Hammadi, pero ello no es seguro. El cristianismo egipcio del siglo IV era todavía muy variado y había amplios círculos intelectuales de laicos, que podían también haber realizado la traducción y el copiado.