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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum Año XLVII, número 32-33 (2.427)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
7-14 de agosto de 2015
Carta del Santo Padre para los mártires cristianos de Oriente Medio
Más de dos mil muertos desde enero
El silencio de los inocentes
Nueva tragedia en el Mediterráneo
«En más de una ocasión quise ser voz de las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones de quien —sobre todo entre los cristianos— es víctima del fanatismo y de la intolerancia, a menudo ante la mirada y el silencio de todos». Lo escribe el Papa Francisco en la carta enviada, con fecha del 31 de julio, al arzobispo Lahham, auxiliar de Jerusalén de los latinos y vicario patriarcal para Jordania, en el primer aniversario de la llegada al país medioriental de los refugiados iraquíes que huían de la llanura de Nínive, acaecida el 8 de agosto de 2014. Portador del mensaje es el obispo Nunzio Galantino, secretario general de la Conferencia episcopal italiana, que del 6 al 9 de agosto visita Amán por invitación del patriarca de Jerusalén, Fouad Twal. Excelencia monseñor Lahham, Querido hermano: Aprovecho la visita a Jordania de monseñor Nunzio Galantino, secretario
Centenares de desaparecidos tras un nuevo naufragio de refugiados en el Canal de Sicilia, mientras que sigue tensa la situación en Calais.
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En el Ángelus el Pontífice recuerda que Cristo es la respuesta al hambre de vida del hombre
Ecología integral, nuevo paradigma de justicia
Pan que nos sacia Y al recordar el perdón de Asís invita a no tener miedo de acercarse a la confesión Cristo es el «pan verdadero» que sacia el hambre de vida y eternidad del hombre. Lo recordó el Pontífice en el Ángelus del domingo 2 de agosto, en la plaza de San Pedro, invitando a los fieles a ir más allá de las «preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, del éxito, de la carrera» para buscar a Jesús, «el pan vivo». Queridos hermanos ¡buenos días!
y
hermanas,
En este domingo continúa la lectura del capítulo sexto del Evangelio de san Juan. Después de la multiplicación de los panes, la gente se había puesto a buscar a Jesús y finalmente lo encuentra en Cafarnaún. Él comprende bien el motivo de tanto entusiasmo por seguirlo y lo revela con claridad: «Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros» (Jn 6, 26). En realidad, esas personas lo siguen por el pan material que el día anterior había sacia-
Haciendo memoria de una conversación mantenida con el Papa, el autor afirma que el capítulo III de la encíclica, poco mencionado en los comentarios, debería ser mucho más tenido en cuenta. Y recuerda que por discutir acerca de los síntomas no llegamos a advertir adonde apunta realmente el Papa cuando quiere ir al núcleo del problema. Él nos da explícitamente esta clave de lectura. VÍCTOR FERNÁNDEZ
do su hambre, cuando Jesús había realizado la multiplicación de los panes; no habían comprendido que ese pan, partido para tantos, para muchos, era la expresión del amor de Jesús mismo. Han dado más valor a ese pan que a su donador. Ante esta ceguera espiritual, Jesús evidencia la necesidad de ir más allá del don y descubrir, conocer, al donador. Dios mismo es el don y también el donador. Y, así, de ese pan, de ese gesto, SIGUE EN LA PÁGINA 11
Entre práctica clínica y experimentación médica
El rol de las mujeres en la Iglesia católica
Si los riesgos violan la ética
Una fuerza contra el carrerismo PÁGINA 3
Algunas claves para leer Laudato si’
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EN PÁGINAS
Atención a las familias heridas pide el Papa en la catequesis
Nada de puertas cerradas «¡Nada de puertas cerradas!» repitió el Papa en la audiencia general del miércoles 5 de agosto, invitando a los cristianos a asegurar acogida y atención pastoral a quienes establecieron una nueva unión tras el fracaso del matrimonio sacramental. Tras la pausa estival de julio, el Pontífice retomó la cita con los fieles en el aula Pablo VI continuando las catequesis sobre la familia, y se centró en la situación de los «bautizados que iniciaron una nueva convivencia» después del «irreversible fracaso de su vínculo matrimonial». PÁGINA 2
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En la audiencia general el Papa Francisco recomienda acogida y atención hacia las familias heridas
Nada de puertas cerradas Quienes han iniciado una nueva unión tras el fracaso del matrimonio no están excomulgados «¡Nada de puertas cerradas!» repitió el Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 5 de agosto, invitando a los cristianos a asegurar acogida y atención pastoral a quienes iniciaron una nueva unión tras el fracaso del matrimonio sacramental. Concluida la pausa estival de julio, el Pontífice retomó los encuentros semanales con los fieles en el aula Pablo VI, continuando con el ciclo de catequesis dedicadas a la familia. Queridos hermanos ¡buenos días!
y
hermanas,
Con esta catequesis retomamos nuestra reflexión sobre la familia. Después de haber hablado, la última vez, de las familias heridas a causa de la incomprensión de los esposos, hoy quiero centrar nuestra atención en otra realidad: cómo ocuparnos de quienes, tras el irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han iniciado una nueva unión. La Iglesia sabe bien que esa situación contradice el Sacramento cristiano. Sin embargo, su mirada de maestra se nutre siempre en un corazón de madre; un corazón que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas. He aquí por qué siente el deber, «por amor a la verdad», de «discernir bien las situaciones». Así se expresaba san Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), diferenciando entre quien sufrió la separa-
ción respecto a quien la provocó. Se debe hacer este discernimiento. Si luego contemplamos esta nueva unión con los ojos de los hijos pequeños —y los pequeños miran—, con los ojos de los niños, vemos aún más la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades una acogida real hacia las personas que viven tales situaciones. Por ello es importante que el estilo de la comunidad, su lenguaje, sus actitudes, estén siempre
atentas a las personas, partiendo de los pequeños. Ellos son los que sufren más en estas situaciones. Por lo demás, ¿cómo podremos recomendar a estos padres que hagan todo lo posible para educar a sus hijos en la vida cristiana, dándoles el ejemplo de una fe convencida y practicada, si los tuviésemos alejados de la vida de la comunidad, como si estuviesen excomulgados? Se debe obrar de tal forma que no se sumen otros pesos además de los que los hijos, en estas situaciones, ya tienen que cargar. Lamentablemente, el número de estos niños y jóvenes es verdaderamente grande. Es importante que ellos sientan a la Iglesia como madre atenta a todos, siempre dispuesta a la escucha y al encuentro. En estas décadas, en verdad, la Iglesia no ha sido ni insensible ni perezosa. Gracias a la profundización realizada por los Pastores, guiada y confirmada por mis Predecesores, creció mucho la consciencia de que es necesaria una acogida frater-
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GIOVANNI MARIA VIAN director
coherentemente la disponibilidad de la comunidad a acogerlos y alentarlos, para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la liturgia, la educación cristiana de los hijos, la caridad, el servicio a los pobres y el compromiso por la justicia y paz.
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na y atenta, en el amor y en la verdad, hacia los bautizados que iniciaron una nueva convivencia tras el fracaso del matrimonio sacramental. En efecto, estas personas no están excomulgadas: ¡no están excomulgadas!, y de ninguna manera se las debe tratar como tales: ellas forman siempre parte de la Iglesia. El Papa Benedicto XVI intervino sobre esta cuestión, solicitando un atento discernimiento y un sabio acompañamiento pastoral, sabiendo que no existen «recetas sencillas» (Discurso en el VII Encuentro mundial de las familias, Fiesta de los testimonios, Milán, 2 de junio de 2012, respuesta n. 5). De aquí la reiterada invitación de los Pastores a manifestar abierta y
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El icono bíblico del buen Pastor (Jn 10, 11-18) resume la misión que Jesús recibió del Padre: dar la vida por las ovejas. Esa actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que da su vida por ellos. «La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre [...]» —¡Nada de puertas cerradas! ¡Nada de puertas cerradas!—. «Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad. [...] La Iglesia [...] es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, n. 47). Los cristianos, del mismo modo, están llamados a imitar al buen Pastor. Sobre todo las familias cristianas pueden colaborar con Él haciéndose cargo de la atención de las familias heridas, acompañándolas en la vida de fe de la comunidad. Que cada uno haga su parte asumiendo la actitud del buen Pastor, que conoce a cada una de sus ovejas y a ninguna excluye de su amor infinito.
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número 32-33, viernes 7-14 de agosto de 2015
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Entre práctica clínica y experimentación médica
El papel de las mujeres en la Iglesia católica
Si los riesgos violan la ética
Una fuerza contra el carrerismo
CARLO PETRINI La terapia que el médico me propone, ¿es una práctica consolidada o se trata de una innovación experimental? La respuesta debería ser clara a través del consentimiento informado. En la realidad algunas veces no sucede así. El motivo, con la excepción de eventuales comportamientos fraudulentos del médico, no está en el hecho de que el médico quiera callar la verdad al paciente, sino en que los confines entre práctica terapéutica normal y experimentación están en cierto sentido confusos: resulta difícil, por lo tanto, trazar líneas claras de separación. Durante decenios, sin embargo, las normativas sobre la investigación clínica se basaron en una distinción entre investigación y práctica clínica. Las normativas mismas prevén que la investigación, a diferencia de la práctica, deba estar obligatoriamente sujeta a valoración por parte de un comité ético. En general se afirma que la necesidad de la valoración dependa, sobre todo, de los riesgos que la investigación comporta. Sin embargo, a menudo intervenciones consideradas «no investigación» implican riesgos relevantes. Por este motivo, diversos autores proponen que para establecer si es necesaria una valoración ética hay que basarse en la factibilidad y la probabilidad de los riesgos, en lugar de una teórica distinción entre investigación y práctica. Algunos investigadores publicaron recientemente en la revista «Bmc Medical Ethics» un útil instrumento referido al tema. El material consiste en una especie de cuestionario electrónico orientado a identificar los posibles riesgos para quien participa en una investigación/práctica y, consecuentemente, a establecer si es necesaria una valoración ética. Dicho instrumento está formado por veinte temas divididos en cinco áreas, que incluyen también riesgos que no inciden directamente en la integridad de la persona, como, por ejemplo, indebidas explotaciones comerciales. La propuesta es útil, pero merece algunas consideraciones. Se advierte al lector: después de las consideraciones, no encontrará la solución para poder responder a la pregunta inicial. En efecto, probablemente no existe una respuesta definitiva. En primer lugar, es evidente que la duda sobre la distinción entre práctica clínica y experimentación no se plantea cuando no se dispone de una terapia validada, o bien, en el caso opuesto, cuando la eficacia de la terapia está com-
probada por un prolongado uso en una amplia población. Un ejemplo del primer caso son los diversos tratamientos no (¿todavía?) validados y que se utilizan para tratar de curar a personas afectadas por el virus Ébola. Un ejemplo del segundo caso son los antibióticos contra bacterias específicas. Una segunda consideración se refiere al deber de informar a los pacientes, con el fin de que sean conscientes si el tratamiento que se les propone consiste en una práctica consolidada o bien en una innovación con la cual se quiere experimentar. En 1982 Paul Appelbaum y otros autores acuñaron la expresión «malinterpretación terapéutica». Ellos notaron que los participantes en un estudio con fármacos psiquiátricos, incluso habiendo sido informados de la posibilidad de recibir un placebo, seguían creyendo que
el médico les habría suministrado un fármaco activo. En 2001, la National Bioethics Advisory Commission (NBAC) estadounidense definió la malinterpretación terapéutica como «la convicción de que el objetivo primario de un ensayo clínico es el beneficio de cada paciente en lugar de la recogida de informaciones necesarias para el conocimiento científico». La comisión precisó también que «la malinterpretación no consiste en creer que los participantes probablemente recibirán buenos tratamientos médicos durante una investigación. La malinterpretación consiste en creer que el objetivo del ensayo clínico es la suministración de un tratamiento y no llevar adelante una investigación». Aquí nace una tercera consideración. Las experimentaciones clínicas se orientan a producir conocimientos generalizados. Sin embargo, experimentar con pacientes presentes con el único fin de proyectar terapias para pacientes futuros constituiría una grave violación de los principios fundamentales de la étiSIGUE EN LA PÁGINA 4
Publicamos una traducción nuestra de un extracto del libro «Promise and Challenge. Catholic Women Reflect on Feminism, Complementarity, and the Church» (Huntington, Indiana, Our Sunday Visitor, 2015, 256 páginas). MARGARET HARPER MCCARTHY Para comprender cómo podría ser «una presencia femenina más incisiva en la Iglesia» (Evangelii gaudium, n. 103), primero es necesario reconocer y apreciar la Iglesia en su realidad femenina, en lo que se ha llamado la dimensión mariana. La dimensión mariana —la laicidad o «sacerdocio común»— es la dimensión secular que puede «hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos» (Lumen gentium, n. 33). Es la dimensión mariana la que hace de la Iglesia y del mundo, de una manera nueva, «como una casa», ayudando al mundo a «ser» y crecer de acuerdo a su vocación más profunda. Naturalmente la dimensión mariana no existe sin la dimensión petrina. La dimensión petrina encarna a Cristo que viene a la Iglesia para hacerla fecunda, y de este modo asegura el flujo constante de vida de Cristo a ella. Pero esta función petrina emerge desde el seno de la dimensión mariana y está a su servicio. Sobre este punto, Hans Urs von Balthasar indica la prioridad de la dimensión mariana establecida con la Anunciación, que se mantuvo y se hizo más profunda cuando (al pie de la cruz) María fue dada a los apóstoles como su madre. Desde la perspectiva de esta comprensión «esponsal» de la Iglesia, vemos que como miembro de la dimensión mariana de la Iglesia se está ya en la Iglesia y se participa plenamente en ella. Por lo tanto, cuando hablamos de la presencia de mujeres —o de cualquier laico— en la Iglesia, hay que oponerse a ciertas tendencias al clericalismo, que da a las mujeres un gran trabajo eclesial para que se sientan «más partícipes», como si no lo fuesen ya. Las tendencias clericalistas reducen la apertura de la Iglesia al mundo y la fecundidad que ésta puede tener, o lo que es lo mismo precisamente aquello para cuyo servicio existe la dimensión petrina. Por ello, la presencia de las mujeres y los laicos en la Iglesia está garantizada en primer lugar por su «permanecer en su sitio» en la dimensión mariana en el centro del mundo. Dicho esto, hay un lugar en el que los laicos «pueden ser llamados de diversos modos a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía al igual que aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apóstol Pablo en la evangelización, trabajando mucho en el Señor» (Lumen gentium, n. 33). Y en la medida en que los laicos son consultados por la Iglesia oficial en algunas funciones, no hay
R. Van der Weyden, «Crucifixión» (1445)
nada de realmente nuevo en consultar a las mujeres. Sin embargo, si consideramos la participación de las mujeres laicas en cuanto tales, podemos precisar qué finalidad esencial puede tener esta participación más allá del «incluir a todos». Análogamente al papel de la mujer en la sociedad, una cooperación más inmediata de las mujeres en cuanto mujeres en el apostolado de la jerarquía —«donde se toman las decisiones importantes» (Evangelii gaudium, n. 103)— podría constituir una fuerza humanizadora que corrija las tendencias al clericalismo burocrático y al carrerismo. Si bien el concepto que la Iglesia tiene de autoridad no tiene nada que ver con el poder, tal y como comúnmente se entiende, a menudo existe la tentación de identificar el poder sacramental con el poder en general o con el poder como dominación. Teniendo en cuenta esto, una presencia femenina ayudaría a recordar a «Pedro» lo que podría ser fácilmente olvidado. Al ver a la Iglesia femenina, a «Pedro» se le recuerda cuál es su deber y lo que se necesita. Y se le recuerda que todas sus decisiones se toman en el seno de una decisión precedente, el fiat de María, como dijo Newman. En definitiva, para afrontar auténticamente lo que significa para las mujeres «llevar adelante su identidad», se debe partir siempre de la afirmación de la diferencia entre los sexos como la única garantía de la fecundidad espiritual y física de la naturaleza humana. Cualquier reflexión sobre el tema debe tomar seriamente en cuenta tanto las presiones de la cultura dominante como a la mujer como tal, como ser inclinado a la maternidad que crea un hogar para el ser humano en el sentido más profundo. Implícita en esta comprensión del genio femenino, vemos que esta ya lo está tanto en ámbito social como eclesial, y que el valor de «abrirse paso» de las mujeres de una forma más pública consiste en hacer el mundo y la Iglesia más, y no menos, similares a una casa.
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Llamamiento del padre custodio Pizzaballa a no abandonar Tierra Santa
De camino a la Limosnería
Peregrinos por los caminos de Jesús
La Virgen de Częstochowa para los pobres
«No abandonéis Tierra Santa»: lo pide, a través de un llamamiento público el custodio de Tierra Santa, padre Pierbattista Pizzaballa. Desde hace tiempo, «sobre todo con motivo del miedo generado por las guerras en Oriente Medio y los atentados perpetrados por grupos fundamentalistas que han ensangrentado también los países de Occidente, las peregrinaciones a Tierra Santa expe-
rimentan un drástico descenso», afirma el franciscano. Se estima que sólo de Italia, en el último año, la disminución fue de más del cuarenta por ciento. Ante alguna pequeña señal de reanudación, el temor de visitar esos lugares sigue siendo grande. Interpretando la voz de las diversas comunidades cristianas que viven en Israel y en Palestina, el padre Pizzaballa, cuyo llamamiento está publicado en el sitio web en red de la Custodia (www.terrasanta.net), invita a no abandonar Tierra Santa: «No existe motivo razonable para no organizar una peregrinación a los santos lugares. La seguridad en los santuarios y en las zonas visitadas por los peregrinos está garantizada. Y nosotros, los cristianos de Tierra Santa, necesitamos más que nunca de la presencia y apoyo de los peregrinos que llegan hasta aquí en oración desde todas las partes del mundo. Vivir como cristianos en Tierra Santa significa tener una vocación particular y universal». Aquí la Iglesia latina —explica el custodio— está formada esencialmente por tres grupos: la comunidad de los cristianos árabes locales, antiguo grupo de los palestinos que representan la presencia cristiana tradicional en estos lugares; la quehilà de lengua hebrea, una Iglesia nueva, en crecimiento, que reúne con características propias a evangélicos, judíos mesiánicos y católicos, y celebra la liturgia en lengua hebrea; la comunidad internacional, que comprende a muchos trabajadores extranjeros (sobre todo de Filipinas, de América del Sur y de la India, que residen de forma estable en Tierra Santa) y algunos otros grupos de diversa proveniencia que, por muchas razones y con diversas ocupaciones, transcurren aquí períodos más o menos largos. Junto a la Iglesia latina viven y trabajan otras importantes realidades
cristianas: entre ellas las principales son la Iglesia greco-ortodoxa, la Iglesia armenia y la copta. También en el seno del mundo católico hay grupos con ritos diversos del latino. Jerusalén y los santos lugares cristianos —se pone de relieve en el llamamiento— «siguen siendo hasta hoy un signo fundamental de la fe, el testimonio de la vida, muerte y resurrección de Jesús, que precisamente
aquí, realmente, acontecieron. Todos los cristianos, incluso los más lejanos, miran hacia Tierra Santa para encontrar en estos signos las propias raíces y el sentido auténtico de su misión en todo el mundo. En Tierra Santa se puede leer la vida de Jesús, escuela de Evangelio. Aquí se puede aprender a mirar, escuchar, meditar, gustar el silencio para percibir el significado profundo y misterioso de
su paso. El ambiente que enmarca su permanencia entre nosotros nos remite a lugares, costumbres, colores y perfumes; los mismos que conoció Jesús cuando se reveló al mundo». Pizzaballa recuerda que los cristianos en Tierra Santa siempre fueron una minoría, una presencia exigua «pero de corazón ardiente, y nunca han desaparecido». Ellos están llamados a dar un gran testimonio de fe, a ser presencia viva, «enamorada de su propia historia y sus propias ideas, a no temer ante los cambios y los encuentros con la diversidad, sino a estar abiertos y serenos, siendo libres, positivos y, al mismo tiempo, claros, enraizados en el propio sentido de identidad y pertenencia, caminando hacia el futuro, activos en la custodia de los Santos lugares, que son depositarios de la tradición y la memoria de toda la cristiandad». Precisamente para salvaguardar y reforzar esta presencia, se invita a las diócesis, las parroquias y los movimientos a trabajar a fin de que una peregrinación a Tierra Santa sea testimonio de paz y de diálogo. «Estoy convencido —concluye el sacerdote franciscano— de que este llamamiento será acogido por muchos fieles que aman Tierra Santa. Y que en poco tiempo, por los caminos que recorrió Jesús, pueda crecer nuevamente la presencia de quien se pone en camino para encontrar a Aquel que vino para nuestra salvación».
Una novedad aguarda a muchos fieles, peregrinos y turistas, pero sobre todo a los pobres que atravesando la puerta de Santa Ana en el Vaticano se dirigen a la Limosnería apostólica. Es la imagen de la Virgen negra de Częstochowa, colocada por el arzobispo limosnero Konrad Krajewski en el pequeño arco en frente del taller de tapices. Un paso obligado para los que acuden al Vaticano para pedir una bendición o una ayuda. Un espacio casi sagrado, ahora que el icono artístico se ha convertido en un punto ante el cual detenerse para hacer la señal de la cruz, una oración, una invocación. Ante la Virgen negra, nuestro pensamiento se dirige inmediatamente al santuario de Jasna Gora, a esa luminosa montaña, tan querida por Juan Pablo II y por todos los polacos.
Si los riesgos violan la ética VIENE DE LA PÁGINA 3
ca: la persona se convertiría en un medio más bien que en un fin y se contradiría el imperativo categórico kantiano. Se trata de un requisito sobre el que están de acuerdo los más autorizados documentos de ética médica, como, por ejemplo, la Declaración de Helsinki de la Asociación médica mundial. En la Declaración, en efecto, se establece que «si bien el fin de la investigación médica es generar nuevos conocimientos, estos no pueden prevaricar sobre los derechos y los intereses de los sujetos implicados en la investigación». Tratar de conciliar el beneficio de cada paciente presente con el interés por el progreso de los conocimientos no es fácil. Desde hace décadas la ética médica estudia el tema. Al respecto es útil recordar también que la distinción entre «experimentación terapéutica» y «experimentación no-terapéutica» que se encontraba en la versión inicial de la Declaración de Helsinki (1964) se mantuvo en las versiones sucesivas hasta el año 2000: en la versión adoptada en el año 2000 se abandonó la distinción y se intro-
dujeron algunos «principios añadidos para la investigación médica asociada a los tratamientos médicos». El motivo es evidente: la experimentación se debe orientar siempre al beneficio del paciente (y, por lo tanto, ser terapéutica). De ello se desprende una cuarta consideración: ¿cuándo es innovadora una terapia? También este es
Sebastiano Conca, «Alegoría de la ciencia»
un tema estudiado desde hace décadas. Ya en los trabajos de la comisión estadounidense que elaboró el Belmont Report (1979), Robert J. Levine proponía utilizar la expresión «práctica no validada» en lugar de «terapia innovadora»: la característica relevante, en efecto, no es la novedad, sino la falta de validación (es decir, de demostración de la seguridad y la eficacia). A la luz de todo esto, el nuevo instrumento publicado en «Bmc Medical Ethics» para evaluar el impacto ético de las «iniciativas que generan evidencias» puede resultar operativamente útil, pero son necesarias algunas cautelas. Dos de ellas son particularmente importantes. La primera: la valoración ética debe incluir muchos aspectos y no es suficiente valorar si una práctica es peligrosa. La segunda: como afirma el Instituto de medicina (IOM), «el desarrollo y la aplicación del conocimiento se construye en cada estadio del proceso de tratamiento» y los procedimientos terapéuticos y experimentales están incluidos en un marco que el IOM define learning healthcare system, donde práctica consolidada e innovación se entrelazan.
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Coloquio con el prefecto de la Congregación para las causas de los santos, cardenal Amato
Santos de América Latina Los recordó el Papa durante el viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay GIANLUCA BICCINI Entre las grandes estatuas blancas colocadas durante estos últimos años en las hornacinas externas del ábside de la basílica vaticana, hay una de una joven religiosa que lleva entre sus manos un ramo de azucenas. Es Mariana de Jesús Paredes y Flores, patrona del Ecuador. El Papa Francisco habló de ella durante el reciente viaje a América Latina, así como de las principales figuras ejemplares de santidad en los tres países visitados. Figuras muy veneradas en el continente que las vio nacer, pero a menudo desconocidas en esta parte del Atlántico. Por ello pedimos que las presente al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, que aceptó de buen grado explicar quiénes son los héroes de la fe citados por el Pontífice, pidiendo hacer una observación. ¿Cuál? Hay que partir del hecho que el Papa Francisco da una atención especial a los santos, sobre todo a los que evangelizaron América. Lo testimonian las canonizaciones equivalentes del francés Francisco de Laval (1623-1708), primer obispo de Quebec; de José de Anchieta (1534-1597), misionero jesuita originario de Canarias; y de María de la Encarnación (1599-1672), ursulina francesa, que el Pontífice inscribió en el catálogo de los santos extendiendo así su culto a la Iglesia universal. Y lo mismo se puede decir del franciscano español Junípero Serra, que canonizará el 23 de septiembre en Washington, durante el viaje a Cuba y a Estados Unidos. Se trata, de todos modos, de misioneros europeos. Sin embargo, durante la visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay el Papa latinoamericano quiso dejar lugar, sobre todo, a los testimonios locales. ¿Comenzamos por los ecuatorianos? Diría que sí, ya que son también los más numerosos. En esta Iglesia, en efecto, el proceso de integración entre culturas indígenas y cristianismo ha dado tres santos y una beata. La más conocida es sin lugar a dudas santa Mariana de Jesús (16181645), la «azucena de Quito», patrona del país, proclamada heroína nacional por la asamblea constituyente. Nació en la capital, última de ocho hijos, y quedó huérfana a temprana edad. Se vinculó espiritualmente a los padres jesuitas, pero profesó en la Tercera Orden de San Francisco. Vivió como virgen en la pobreza, realizando obras de caridad y de bien. En 1645, para aplacar los terremotos que arrasaron Quito e invocar el final de la sucesiva epidemia, ofreció su vida al Señor. Murió con apenas 26 años, y una gran multitud participó en su funeral. Pío IX la beatificó el 20 de noviembre de 1853 y el 9 de julio de 1950 fue solemnemente canonizada por Pío XII en la basílica de San Pedro. Por último, hace diez años, el 19 de octubre de 2005, Benedicto XVI inauguró la es-
tatua de mármol blanco de más de cinco metros que se puede admirar en el Vaticano. Mientras tanto, en 1873, había nacido una congregación con su nombre. Sí, pero no la había fundado ella, sino otro de los personajes que recordó el Papa Francisco, la beata Mercedes de Jesús Molina y Ayala (1828-1883). La fundadora del instituto de las Hermanas de Santa Mariana de Jesús tuvo una juventud bastante mundana, pero después de una grave caída del caballo cambió de vida: comenzó a dedicarse al cuidado de las niñas huérfanas y abandonadas y a colaborar con los jesuitas comprometidos en la evangelización de los indios. Se estableció en Riobamba y fundó a quienes hoy son conocidas en toda América Latina como marianitas. El proceso, iniciado apenas tres años después de su muerte, fue interrumpido por un largo tiempo y se retomó en 1929. Juan Pablo II la elevó al honor de los altares durante el viaje de hace treinta años. La ceremonia tuvo lugar el 1 de febrero de 1985 en Guayaquil.
los Hermanos de las Escuelas cristianas y luego eligió ingresar en el noviciado como el primer ecuatoriano admitido. Se dedicó principalmente a la enseñanza, pero realizó también actividades de investigación y de estudio sobre la literatura y la lingüística. Lo enviaron a Europa, y murió de pulmonía en España. Pablo VI lo beatificó el 30 de octubre de 1977 y Juan Pablo II lo proclamó santo el 21 de octubre de 1984.
Aún más actual es la figura de Virginia Blanco Tardío (1916-1990), cuyo decreto de reconocimientos de las virtudes heróicas fue promulgado el pasado 22 de enero.
También a la ciudad de la costa ubicada sobre el Océano Pacífico está relacionada la tercera mujer ecuatoriana citada por el Papa Bergoglio: santa Narcisa de Jesús Mortillo y Morán. ¿Es verdad que su vida se entrecruzó con la de la beata Mercedes Molina? Parecería que sí, en efecto, en un momento compartieron también la casa. A diferencia de la primera, no fue una religiosa. La «Niña de Guayaquil» (1832-1869) vivió como laica. Era la sexta de nueve hijos y a la edad de seis años perdió a la madre. Aprendió a leer, escribir, cantar, tocar instrumentos, coser, tejer, bordar y cocinar. Transformó en capilla una pequeña habitación de la casa, y siguió colaborando con los trabajos domésticos y los que se realizaban en el campo. Cuando murió también su padre ella se trasladó a Guayaquil y allí fue catequista. Luego cambió varias veces de residencia, viviendo del trabajo de modista y ayudando a los pobres y enfermos. Murió en Perú, donde se había traslaEstatua de santa Mariana de Jesús en el Vaticano dado poco tiempo antes, el mismo día que Pío IX inauguraba en Roma el Concilio Vatica- En Bolivia, que no cuenta con santos no I. Tenía 37 años. En 1955 su cuer- nativos, el Papa Francisco hizo referenpo fue trasladado a Guayaquil y en cia a la beata Nazaria Ignacia de san1964 el proceso fue entregado a la ta Teresa de Jesús y a la venerable Congregación para las causas de los Virginia Blanco Tardío. ¿Quiénes son? santos. Juan Pablo II la beatificó el Una fundadora y una laica. La re25 de octubre de 1992 y Benedicto ligiosa Nazaria Ignacia (1889-1943) XVI la canonizó el 12 de octubre de nació en Madrid, pero muy pronto 2008. se trasladó a México con su numeroEn la Universidad de Quito, en cambio, el Papa Francisco propuso una figura masculina: san Miguel Febres. El santo «hermano Miguel» (1854-1910), canonizado por Juan Pablo II el 21 de octubre de 1984, era de los Hermanos de La Salle. Nació con una grave discapacidad, asistió como estudiante a un instituto de
gregación de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Luego se trasladó a Argentina, donde inició obras en favor de los pobres, los ancianos, los niños huérfanos, los heridos de guerra y, sobre todo, las mujeres jóvenes, creando un patronato femenino para su promoción. Murió en Buenos Aires en 1943 y fue beatificada por Juan Pablo II el 27 de septiembre de 1992. Naturalmente el Papa, que fue arzobispo en la capital argentina, conoce bien a esta figura, dado que recordó su «plato del pobre» para quienes no tenían nada que comer.
sa familia: tenía diez hermanos. En el mismo barco viajaban algunas Hermanitas de los ancianos desamparados, y ella eligió la vida religiosa en ese instituto religioso. Al regresar a su país para realizar el noviciado, retoma el camino hacia América, destinada a la misión boliviana de Oruro, donde permaneció doce años. En 1925 fundó la nueva con-
Segunda de cuatro hijos, recibió una formación muy superior a la recibida por la mayor parte de las mujeres de su época. Catequista y profesora de religión, que al conocer la lengua quechua preparó para recibir los sacramentos a niños, jóvenes y adultos. Enseñó durante más de cuarenta años en las escuelas públicas de Cochabamba, diez de los cuales sin retribución. Activa en la Acción católica y durante muchos años presidenta de la sección femenina diocesana, al morir, a los 74 años de edad, dejó diversas iniciativas sociales todavía hoy activas. Sin embargo, aún no se ha presentado en la Congregación el milagro para la beatificación. Sobre todo en Bolivia, el Pontífice rezó en el lugar donde fue encontrado el cuerpo torturado del jesuita Luis Espinal Camps: asesinado en marzo de 1980, en los mismos días que en San Salvador era asesinado el arzobispo Romero... Como prefecto debo decir inmediatamente que no existe ninguna causa en el protocolo de nuestro dicasterio en relación con el padre Espinal. Pero sí corresponde la mención a la concomitancia con la muerte del beato Romero. Nacido en 1932, Espinal —como dijo el Papa— «era un hombre especial, con mucha genialidad humana, y que luchaba de buena fe». Y su asesinato tuvo lugar en un contexto similar al del arzobispo de San Salvador, mártir del Evangelio y de la fraternidad de su pueblo. También en Paraguay, además de san Roque González, surgió una figura menos conocida, la de la venerable Felicia de Jesús Sacramentado. En diversas ocasiones el Papa Francisco fue recibido por coros que decían «Chiquitunga santa ya» y los obispos del país hablaron del tema en más de una ocasión. En lo referido al primero (15761628), se trata de un jesuita misionero entre los indios guaraníes de Río Grande do Sul, fundador de numerosas reducciones. Su causa fue introducida en 1932 y el 3 de diciembre de 1933 Pío XI autorizó a la ConSIGUE EN LA PÁGINA 11
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Algunas claves para
Ecología integral, nuevo VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ* En una conversación que tuve con el Papa cuando él comenzaba a pensar en los contenidos de la nueva encíclica, dijo que estaba analizando especialmente la cuestión del poder, y que para eso estaba releyendo a Romano Guardini. El texto de la encíclica confirma hasta qué punto avanzó en esa línea de análisis. Por eso considero que el capítulo III, poco mencionado en los comentarios a la encíclica, debería ser mucho más tenido en cuenta. Por discutir acerca de los síntomas no llegamos a advertir adonde apunta realmente el Papa cuando quiere ir al núcleo del problema. Él nos da explícitamente esta clave de lectura cuando dice: «no nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica. Hay un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla» (101). Precisamente, después de estas palabras comienza a desarrollar su crítica al poder, indicando que los avances tecnológicos «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero» (104). Por eso formuló una pregun-
por encima de la realidad y pretende construirla a su antojo y según sus necesidades. Por eso insiste en la necesidad de «tomar conciencia de que vivimos y actuamos a partir de una realidad que nos ha sido previamente regalada, que es anterior a nuestras capacidades y a nuestra existencia» (140). Es la persuasión de que dependemos de una realidad previa a toda construcción nuestra, que debe ser ante todo recibiPor discutir acerca de los síntomas da más que fabricada. De este modo, pretenno llegamos a advertir adonde apunta de llegar a las raíces más realmente el Papa cuando quiere ir hondas de la problemática ambiental. Sería muy al núcleo del problema... «no nos servirá superficial afirmar que es describir los síntomas, si no reconocemos la una encíclica contra la tecnología, porque «naraíz humana de la crisis ecológica» die pretende volver a la época de las cavernas» (114). ta que aún no tiene respuesta: ¿En maEn primer lugar remarquemos que, nos de quiénes está y puede llegar a es- aunque algunos quieran interpretarlo tar tanto poder? «Es tremendamente así, en las palabras del Papa no hay un riesgoso que resida en una pequeña rechazo de la economía o de la activiparte de la humanidad» (104). dad empresarial orientada a producir Con un descarnado realismo, el Papa riqueza. Afirma que la actividad empreadvierte que hoy el ser humano no está sarial «es una noble vocación orientada en las condiciones adecuadas para ejer- a producir riqueza y a mejorar el muncer con abnegación, lucidez y honesti- do para todos, puede ser una manera dad, un poder demasiado grande, y él muy fecunda de promover la región «está desnudo y expuesto frente a su donde instale sus emprendimientos, sopropio poder, que sigue creciendo, sin bre todo si entiende que la creación de tener los elementos para controlarlo. puestos de trabajo es parte ineludible Puede disponer de mecanismos superfi- de su servicio al bien común» (129). Lo ciales, pero podemos sostener que le que propone es el desafío de pensar falta una ética sólida, una cultura y una otro tipo de economía, menos ligada a espiritualidad que realmente lo limiten la especulación financiera y mejor y lo contengan en una lúcida abnega- orientada al bien común. De ninguna ción» (105). manera rechaza el progreso, sino que La denuncia del Papa apunta contra propone delinear otro tipo de progreso, cualquier forma de poder que se erija donde «los esfuerzos para un uso soste-
nible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino una inversión que podrá ofrecer otros beneficios económicos a medio plazo. Si no tenemos estrechez de miras, podemos descubrir que la diversificación de una producción más innovativa, y con menor impacto ambiental, puede ser muy rentable. Se trata de abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esas energías con cauces nuevos» (191). En cambio, en la economía actual hay «una inversión tecnológica excesiva para el consumo y poca para resolver problemas pendientes de la humanidad» (192), mientras una economía más orientada al bien común «podría generar formas inteligentes y rentables de reutilización, refuncionalización y reciclado; podría mejorar la eficiencia ener-
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a leer la Laudato si’
o paradigma de justicia
gética de las ciudades. La diversificación productiva da amplísimas posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea más fuentes de trabajo» (ibid). Llama la atención que muchos economistas católicos se resisten a tomar el guante, y se sitúen en una actitud defensiva y hasta resentida, cuando podrían usar su creatividad para acompañar y enriquecer la propuesta de Francisco. Pero ciertamente hay un punto en el cual el Papa se distancia claramente de las perspectivas neoliberales extremas, y es en la convicción de que no basta la libertad de mercado para resolver todos los problemas. Estamos sencillamente ante un sano realismo, que lleva a remarcar que un ser humano dejado a sí mismo, al dina-
conductas, se destruyen vidas y se termina degradando el ambiente» (142). Frente a los poderosos están los que no tienen poder, los descartables. En esta encíclica vuelven a tener un lugar privilegiado, porque los planteos sobre el ambiente están estrechamente conectados con las reivindicaciones sociales de los pobres y de los países menos desarrollados, de manera que la cuestión ambiental se sitúa en el marco del «reconocimiento del otro». La íntima relación entre las cuestiones ecológicas y sociales aparece crudamente expresada en este párrafo, que no puede dejar de leerse: «Seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. Dejamos de advertir que algunos se arrrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la práctica que unos se sientan más humanos
mismo de su propia libertad, no asegura el cuidado de los frágiles. Pero hay una advertencia más general y más seria, la que hace cuando pide asegurar un sistema normativo adecuado «antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia» (53). La seriedad de esta advertencia no ha tenido ecos en la prensa. ¿Alguien se preguntó qué Frente a los poderosos están significa que el actual palos que no tienen poder, los radigma pueda arrasar con la libertad? Los podedescartables. En esta encíclica res económicos y tecnolóvuelven a tener un lugar gicos defienden la libertad de empresa y de deprivilegiado, porque los sarrollo, pero eso no sigplanteos sobre el ambiente nifica que defiendan la libertad de las personas en están estrechamente conectados todo sentido, ya que «la con las reivindicaciones alianza entre la economía y la tecnología termina sociales de los pobres y de los dejando afuera lo que no países menos desarrollados, de forme parte de sus intereses inmediatos» (54). manera que la cuestión Advirtamos entonces ambiental se sitúa en el marco que, detrás de los cuestionamientos a la econoFamilias del «reconocimiento del otro» mía de mercado hay algo más decisivo: el asunto es el poder, y en todo caso la especulación financiera desenfrenada que otros, como si hubieran nacido con como una forma en que se encarna un mayores derechos» (90). Por eso la encíclica retoma con firpoder sin límites ni marcos éticos. Puesto que el poder —sea político, eco- meza la cuestión del destino común de nómico, empresarial, policial, etc.— re- los bienes de este mundo: «El medio quiere siempre un control y un límite, ambiente es un bien colectivo, patrimoFrancisco lamenta el daño de «la salud nio de toda la humanidad y responsade las instituciones», el menoscabo bilidad de todos. Quien se apropia al«del civismo» y las «conductas alejadas go es sólo para administrarlo en bien de las leyes», con sus consecuencias de todos. Si no lo hacemos, cargamos graves en lugares donde «se corrompen sobre la conciencia el peso de negar la
existencia de los otros» (95). El problema es que la sociedad consiente que los pobres se vuelvan invisibles, de manera que su presencia no cuestione sus hábitos de consumo y su estilo de vida. El desafío de la inclusión de los pobres reaparece permanentemente, por ejemplo, cuando pide sustituir la dádiva por la creación de puestos de trabajo: «El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo» (128). Pero los criterios de la renta fácil
afectadas por inundaciones en Myanmar (AP)
llevan a «reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de trabajo, que se reemplazan por máquinas. Es un modo más como la acción del ser humano puede volverse en contra de él mismo» (128), en una especie de «suicidio social» a largo plazo. *Arzobispo, rector de la Pontificia Universidad católica argentina
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COMUNICACIONES Colegio episcopal
Audiencias pontificias
Monseñor Fernando José Castro Aguayo, obispo de Margarita (Venezuela) RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Padua (Italia) que monseñor ANTONIO MATTIAZZO le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Antonio Mattiazzo nació en Rottanova di Cavarzere, diócesis de Chioggia, el 20 de abril de 1940. Recibió la ordenación sacerdotal el 5 de julio de 1964. Juan Pablo II lo nombró arzobispo titular de Viruno y nuncio apostólico en Costa de Marfil y pro-nuncio apostólico en Burkina Faso y Níger el 16 de noviembre de 1985; recibió la ordenación episcopal el 14 de diciembre del mismo año. El Santo Padre lo nombró obispo de la diócesis de Padua el 5 de julio de 1989. El Papa ha aceptado la renuncia a la función de auxiliar de la archidiócesis de Paderborn (Alemania) que monseñor MANFRED GROTHE, obispo titular de Ippona Zárito, le había presentado en conformidad con los cánones 411 y 401 § 1 del Código de derecho canónico. Manfred Grothe nació en Warburg, archidiócesis de Paderborn, el 4 de abril de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 11 de marzo de 1967. Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Ippona Zárito y auxiliar de Paderborn el 14 de octubre de 2004; recibió la ordenación episcopal el 5 de diciembre sucesivo. El Papa ha aceptado la renuncia a la función de auxiliar de la archidiócesis de Los Ángeles (Estados Unidos) que monseñor GERALD E. WILKERSON, obispo titular de Vincennes, le había presentado en conformidad con los cánones 411 y 401 § 1 del Código de derecho canónico. Gerald E. Wilkerson nació en Des Moines el 21 de octubre de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 5 de enero de 1965. Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Vincennes y auxiliar de Los Ángeles el 5 de noviembre de 1997; recibió la ordenación episcopal el 21 de enero de 1998. EL PAPA
HA NOMBRAD O:
—Obispo de Padua (Italia) a monseñor CLAUDIO CIPOLLA. Claudio Cipolla nació en Goito, diócesis de Mantua, el 11 de febrero de 1955. Recibió la ordenación sacerdotal el 24 de mayo de 1980. Ha sido vicario parroquial; director de Cáritas diocesana; párroco; miembro del colegio de consultores, del consejo pastoral y de la Comisión para la formación permanente del clero.
—Obispo de Margarita (Venezuela) a monseñor FERNAND O JOSÉ CASTRO AGUAYO, hasta ahora obispo titular de Ampora y auxiliar de Caracas. Fernando José Castro Aguayo nació en Caracas el 29 de julio de 1951. Recibió la ordenación sacerdotal el 31 de mayo de 1984. Benedicto XVI lo nombró obispo titular de Ampora y auxiliar de Caracas el 27 de junio de 2009; recibió la ordenación episcopal el 26 de septiembre sucesivo. —Obispo de Jhabua (India) al presbítero BASIL BHURIYA, S.V.D. Basil Bhuriya, S.V.D., nació en Panchjui, diócesis de Jhabua, el 8 de marzo de 1956. Ingresó en la Sociedad del Verbo Divino, donde recibió la ordenación sacerdotal el 5 de mayo de 1986. Ha sido vicario parroquial, rector del seminario de Indore, párroco en diversas parroquias y miembro del consejo provincial de su congregación en India. —Obispo de Ozieri (Italia) al presbítero CORRAD O MELIS. Corrado Melis nació en Sardara, diócesis de Ales-Terralba, el 11 de marzo de 1963. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de junio de 1988. Se licenció en teología en la Pontificia Facultad teológica de Cerdeña, en Cágliari. Ha sido vicario parroquial, vicerrector del seminario, director de la Oficina de catequesis y de pastoral familiar, párroco, vicario episcopal para la evangelización, miembro del Colegio de consultores y del Consejo diocesano para los asuntos económicos. —Obispo titular de Castro de Cerdeña y auxiliar de Paderborn (Alemania) a dom D OMINICUS MEIER, O.S.B. Dominicus Meier, O.S.B., nació en Heggen, archidiócesis de Paderborn, el 10 de julio de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 14 de enero de 1989. Se doctoró en teología en Salzburgo y se licenció en derecho canónico en Münster. Ha sido profesor de derecho canónico; juez del Tribunal diocesano de Salzburgo; defensor del vínculo, promotor de justicia y vicario judicial en el Tribunal diocesano de Paderborn; abad de la abadía de Königsmünster. —Obispo titular de Nasbinca y auxiliar de la diócesis de Kenema (Sierra Leona) a monseñor HENRY ARUNA, hasta ahora obispo de Makeni. Henry Aruna nació en Yemandu, diócesis de Kenema, el 2 de agosto de 1964. Recibió la ordenación sacerdotal el 16 de abril de 1993. Benedicto XVI lo nombró obispo de Makeni el 7 de enero de 2012; recibió la
ordenación episcopal el 5 de enero de 2013. —Obispo titular de Trofimiana y auxiliar de Los Ángeles (Estados Unidos) a monseñor JOSEPH V. BRENNAN. Joseph V. Brennan nació en Van Nuys, archidiócesis de Los Ángeles, el 20 de marzo de 1954. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de junio de 1980. En su ministerio ha desempeñado los siguientes cargos: vicario parroquial, párroco, miembro del consejo presbiteral y vicario general de la diócesis. —Obispo titular de Cell Ausaille y auxiliar de Los Ángeles (Estados Unidos) a monseñor DAVID G. O’CONNELL. David G. O’Connell nació en Cork (Irlanda) el 16 de agosto de 1953. Recibió la ordenación sacerdotal el 10 de junio de 1979, incardinado en la archidiócesis de Los Ángeles. Ha desempeñado su ministerio como vicario parroquial, miembro del consejo presbiteral y párroco en diversas parroquias. —Obispo titular de Macriana de Mauritania y auxiliar de Los Ángeles (Estados Unidos) al presbítero ROBERT E. BARRON. Robert E. Barron nació en Chicago, Íllinos, el 19 de noviembre de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 24 de mayo de 1986. Obtuvo el doctorado en teología en el Instituto católico de París. En su ministerio ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial, profesor universitario y rectorpresidente de la Universidad de Santa María del Lago/Seminario de Mundelein.
Representaciones pontificias El Santo Padre ha nombrado arzobispo titular de Midila y nuncio apostólico en Jordania y en Irak a monseñor ALBERTO ORTEGA MARTÍN, consejero de nunciatura. Alberto Ortega Martín nació en Madrid (España) el 14 de noviembre de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de abril de 1990. Se doctoró en derecho canónico. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1997, y prestó sucesivamente servicio en las representaciones pontificias en Nicaragua, Sudáfrica, Líbano y en la Sección de la Secretaría de Estado para las Relaciones con los Estados.
EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA:
Miércoles 5 de agosto —Al embajador de Nigeria ante la Santa Sede, Francis Chukwuemeka, en visita de despedida.
Enviados especiales El Santo Padre ha nombrado enviado especial suyo para la solemne celebración eucarística que tendrá lugar en Bobbio (Italia) el 30 de agosto de 2015, con ocasión del XVIII mitin internacional de las comunidades columbanas, en el 1400° aniversario de la muerte de san Columbano, al cardenal ANGELO SCOLA, arzobispo de Milán. El Papa ha nombrado enviado especial suyo para las celebraciones conclusivas del 1500° aniversario de la fundación de la abadía de Saint Maurice (Suiza), que tendrán lugar el 22 de septiembre de 2015, al cardenal KURT KO CH, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
Estado de la Ciudad del Vaticano El Santo Padre ha nombrado director de la Dirección de sanidad e higiene de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano al doctor ALFRED O PONTECORVI, docente ordinario de endocrinología y director de la I Escuela de especialización en endocrinología y enfermedades del metabolismo, Policlínico Universitario «Agostino Gemelli», Universidad católica del «Sacro Cuore», Roma.
Luto en el episcopado —Monseñor SALVATORE CASSISA, arzobispo emérito de Monreale (Italia), falleció el lunes 3 de agosto. Había nacido en Trápani el 12 de diciembre de 1921. Era sacerdote desde el 3 de septiembre de 1944. Pablo VI lo nombró obispo de Cefalù el 1 de diciembre de 1973; recibió la ordenación episcopal el 24 de enero de 1974. Juan Pablo II lo promovió a la sede de Monreale el 11 de marzo de 1978; y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis el 24 de mayo de 1997.
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Más de dos mil desde enero
Crece la cifra de emigrantes muertos en el Mediterráneo «Dos mil historias naufragadas. Dos mil proyectos de vida interrumpidos prematuramente. Según los datos de la Organización internacional para las migraciones (OIM) más de 2.000 inmigrantes han muerto este año al intentar cruzar el Mediterráneo, desde el norte de África hasta Europa, lo que ha convertido a esta ruta en «la más mortal para las personas que buscan una vida mejor». Cifra que no contempla el último naufragio donde al menos 25 personas han muerto y centenares han desaparecido después de que la embarcación
en la que viajaban volcara a pocas millas de la costa de Libia, el miércoles 5 de agosto por la noche. En el mismo periodo del año pasado habían muerto en ese mismo trayecto 1.607 inmigrantes, de las 3.279 personas que perecieron a lo largo de 2014. El Mediterráneo para muchos se ha convertido en un cementerio a cielo abierto. Según la Organización internacional para las migraciones en lo que va del año, cerca de 190.000 inmigrantes han sido rescatados en situaciones extremas por los guardacostas italianos. Otro dato: diez mil quinientos, tal vez sea el más cruel de todo el informe. Es la cantidad de menores de edad que, en el último año, cruzaron en solitario, sin adulto alguno a su lado, el Mar Mediterráneo. Niños a los cuales la historia les ha obligado a renunciar a sus afectos y a su derecho a la niñez.
Italia y Grecia, principales países de destino
Policía francesa en un control de inmigrantes (Reuters)
Italia y Grecia continúan siendo los países de destino de la mayoría de los inmigran-
Inmigrantes en las inmediaciones del eurotúnel (Reuters)
tes o potenciales solicitantes de asilo, si bien el balance de fallecimientos es muy distinto en ambos casos. Así, mientras que a Italia han llegado 97.000 personas y a Grecia 90.500, en el primero de los casos las muertes ya rondan las 2.000 frente a las 60 del caso griego. Por su parte, España, con 1.617 llegadas y 18 muertes se encuentra en tercer lugar, y Malta, con 94 llegadas y ninguna muerte, completan la lista. En cuanto a la procedencia, la mayoría de los que llegan proceden de Siria (44.691), Eritrea (18.958), Afganistán (18.342), Nigeria (8.232) y Somalía (7.601).
El silencio de los inocentes VIENE DE LA PÁGINA 1
general de la Conferencia episcopal italiana, para llegar con una palabra de esperanza a quienes, oprimidos por la violencia, se ven obligados a abandonar sus casas y su tierra. En más de una ocasión quise ser voz de las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones de quien en tantas partes del mundo —y sobre todo entre los cristianos— es víctima del fanatismo y de la intolerancia, a menudo ante la mirada y el silencio de todos. Son los mártires de hoy, humillados y discriminados por su fidelidad al Evangelio. Mi recuerdo, que se hace llamamiento solidario, quiere ser signo de una Iglesia que no olvida y no abandona a sus hijos exiliados a causa de su fe: sepan que una oración diaria se eleva por ellos, juntamente a la gratitud por el testimonio que nos dan. Mi recuerdo se dirige también a las comunidades que supieron hacerse cargo de estos hermanos, evitando desviar la mirada hacia otro lado. Vosotros anunciáis la resurrección de Cristo compartiendo el dolor y la ayuda solidaria que prestáis a los cientos de miles de refugiados; inclinándoos sobre sus sufrimientos, que amenazan con sofocar en ellos la esperanza; con vuestro servicio de fraternidad, que ilumina incluso momentos tan oscuros de la existencia. Que el Señor os recompense, como sólo Él puede hacer, con la abundancia de sus dones. Al mismo tiempo, que la opinión pública mundial esté cada vez más atenta, siendo sensible y partícipe, ante las persecuciones perpetradas en contra de los cristianos y, más en general, de las minorías religiosas. Renuevo el deseo de que la comunidad internacional no asista muda e inerte ante tal inaceptable crimen, que constituye una preocupante deriva de los derechos
humanos más esenciales e impide la riqueza de la convivencia entre los pueblos, las culturas y los credos. Por favor, le pido que rece por mí. Que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja. Fraternalmente,
Éxodo de yazidíes en la frontera siro-iraquí (afp)
Caláis, la nueva Lampedusa Caláis, el punto de paso principal, el de más tránsito, entre Francia y el Reino Unido, se ha convertido en un imán, en una etapa clave en las rutas de inmigración que atraviesan Europa. Caláis es la puerta a las islas británicas. Una puerta cerrada, pero no invencible. Ha ido creciendo en paralelo a las olas migratorias que llegan a Europa. Las noches en Caláis son largas para los que intentan conseguir su sueño de cambiar de vida. Para muchos, la única forma de cruzar estos 34 kilómetros pasa por esconderse en la parte trasera de un camión, a ras de suelo, o tirándose al mar para subirse a los ferries. La marea de la desesperación se desgrana en tantos grupos que resulta difícil controlarlos. Cautos, esperan su momento e intentan abandonar ese purgatorio en la tierra en el que acampan por meses. Familias enteras con sus hijos intentan cruzar el vallado cotidianamente.
Nueve muertos en dos meses La voluntad de cruzar el canal no se salda sólo con intentos infructuosos: nueve inmigrantes han perdido la vida en dos meses, el último de ellos el pasado martes 4 de agosto, cuando un hombre de origen sudanés fue atropellado por el camión al que iba a subir. Los camioneros, afectados también por la dimensión de esta problemática, y que se enfrentan a multas de entre 1.000 y 2.800 euros si la policía británica descubre a clandestinos en sus vehículos, admiten que «no saben qué más hacer» y que acuden a la zona con miedo a que se les cuelen y puedan llegar a morir. El responsable internacional de la asociación caritativa Emaús, Jean Rousseau, presente en Calais en estos días, se pregunta: ¿Por qué no se abren corredores humanitarios? «El Mediterráneo se ha convertido en un cementerio y en una vergüenza para Europa, hacen falta ideas innovadoras de la Ue, opina Rousseau; y se pregunta: ¿Por qué no se combaten a las mafias de tráfico de personas? Dejándonos en el aire un mar de preguntas.
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En 1964 el escritor Leonardo Castellani imaginó a Juan
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XXIV
Un argentino antes de Francisco JUAN MANUEL
DE
PRADA
Han sido muchas, casi infinitas (y con frecuencia dictadas por una evidente animosidad anticatólica), las intrigas novelescas ambientadas en el Vaticano que fantasean con Papas que nunca existieron, por lo común envueltos en rocambolescas peripecias o víctimas de turbios contubernios. Pero quisiéramos iniciar esta serie de artículos con Juan XXIII (XXIV), una novela catoliquísima, en muchos aspectos profética, salpimentada de un humor de estirpe cervantina, en la que el santafesino Leonardo Castellani (1899-1981) se atreve a imaginar… ¡a un argentino en la sede de Pedro, medio siglo antes de que la ocupase Francisco! Castellani fue un escritor de insuperable expresividad, pensamiento
O riginal y controvertido Autor un tanto original, el argentino Leonardo Castellani (Reconquista, Santa Fe 1899 Buenos Aires 1981) conoció el éxito póstumo gracias al escritor Juan Manuel de Prada, que en España se encargó de recoger artículos —Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI (2008) y Pluma en ristre (2010), ambos publicados por Libroslibres— y dos de las más importantes obras: El Evangelio de Jesucristo (2011, Cristiandad) y El Apokalypsis de san Juan (2011, Homo Legens).
profundo e irresistible desenfado. Tenía sensibilidad de gran poeta que le permitía mirar más adentro y clarividencia de gran profeta que le permitía mirar más allá; y, sobre estas raras dotes, tenía el precioso don divino de contemplar las cosas abarcadoramente, con capacidad para conocer a un tiempo lo natural y lo sobrenatural, con la mirada de águila clavada siempre en el horizonte escatológico, manantial desde el que se nutre la esperanza cristiana. Cultivó casi todos los géneros literarios —poesía y novela, relato y ensayo, crítica literaria y exégesis bíblica—; y todos los géneros los bautizó con su peculiarísimo estilo, a la vez polemista y apologético, en el que comparece el hombre sufriente que Castellani sin duda fue, pero también el hombre que, en medio de sus padecimientos, se ata en obediencia a Jesucristo, para preservar íntegra su libertad. Castellani, que había sido expulsado de la Compañía de Jesús y suspendido a divinis en 1949, sería plenamente restituido al ministerio sacerdotal en 1966; pero aquel episodio traumático marcaría muy hondamente su biografía, y también su obra, que empuña el látigo de un Bloy o un Belloc, y a la vez la varita mágica de un Chesterton.
De esa magia y ese látigo se nutre la novela que ahora comentamos, Juan XXIII (XXIV), una especie de purga del corazón o sublimación autobiográfica publicada originariamente en 1964. Se trata de una obra muy influida por otra fantasía papal muy célebre, el Adriano VII de Frederick Rolfe (1860-1913), más conocido literariamente como Barón Corvo. Como ocurría en aquella novela, el protagonista de Castellani, Pío Ducadelia, hijo de italianos, es un trasunto del propio autor: religioso «jeromiano» (pronto descubriremos que esta orden jeromiana es un trasunto de la Compañía de Jesús) a quien se ha prohibido celebrar misa, de repente es rehabilitado y enviado a Roma, como asesor del arzobispo de Buenos Aires. Se ha empezado a celebrar el Concilio Vaticano II, que en mitad de sus sesiones habrá de trasladarse al Palacio de Letrán, por complicaciones políticas que no tardan en desembocar en una cruenta «guerra ruso-europea», en la que los soviéticos lanzan bombas atómicas sobre las principales capitales europeas, antes de perder ante una alianza de países europeos que restaurarán la monarquía en Italia y Francia. Sobre este trasfondo de incertidumbre y agitación bélica transcurren las deliberaciones de los padres conciliares, en las que Ducadelia participará en calidad de teólogo pontificio, después de haber deslumbrado al Papa Roncalli con sus propuestas de reforma para la Iglesia, que se centran en combatir —citamos textualmente— «la burocracia impersonal en el manejo de los asuntos eclesiásticos». Para lograr esta desburocratización, Ducadelia propone, por ejemplo, una «descentralización del gobierno eclesiástico, con nombramiento de Patriarcas, a la manera del siglo V», así como la constitución de un «Consejo del Papa» formado por doce peritos, «cada uno en un ramo del gobierno». También propone Ducadelia una «revisión y ajuste del celibato eclesiástico para hacerlo más riguroso y decente»; y aconseja al Papa, para evitar escándalos financieros, que «ni los obispos ni las órdenes religiosas puedan tener papeles de crédito de ninguna clase», sino que «todos los bienes eclesiásticos se inviertan en bienes raíces, los cuales serán encomendados para su productividad a los Cartujos y a los Trapenses». Pero el Concilio tendrá que disolverse, ante el avance de los soviéticos, y el Papa tomar el camino del exilio, donde morirá, dejando encomendado que —ante la diáspora del colegio cardenalicio— su sucesor sea elegido por tres únicos compromisarios. Ducadelia, por su parte, es
apresado y conducido a Rusia, donde sufrirá pavorosas torturas; cuando por fin sea evacuado y regrese a Roma descubrirá, para su estupor, que ha sido elegido Papa. En una muestra de veneración filial a su predecesor, decide adoptar el nombre de Juan y repetir su numeral, alegando lo siguiente: «No hubo Juan XX . Y hubo un Juan XV que murió al mes de ser elegido, y no fue coronado canónicamente. Hubo un Juan XXIII durante el cisma de Aviñón, que no fue Pontífice legítimo. De modo que, numerando con rigor histórico, nuestro Venerable Antecesor fue Juan XXII. Y así todos los Juanes in retro, restando uno a cada numeral… hasta el XV». De inmediato, el nuevo Juan XXIII (ó XXIV) declarará que el cometido primordial de su pontificado será
Padre Leonardo Castellani
«la batalla de la pureza interna» de la Iglesia y el combate contra lo que denomina el «eclesiasticismo», que en algún momento se describe así: «Son todos esos magnates carcamales que no quieren cambios en la Iglesia porque a ellos les va bien así; y a ellos les va bien porque carecen de tacto y de olfato para ver (de vista también, por supuesto) que se están quedando solos, que el mundo se retira en silencio de la Iglesia… Solos y solazándose con sus honores pueriles y sus comodidades… mujeriles. El eclesiasticismo es la peor herejía que existe hoy en la Iglesia». Para combatir este «eclesiasticismo» y librar la batalla de la pureza interna Ducadelia reduce en dos tercios la burocracia vaticana, considerando que se trata de «una máquina y por tanto no tiene tacto». «Es menester —añade— dotar a esa máquina, que ya tiene un cerebro arriba, de un corazón en el centro y de papilas táctiles en los extremos, allí donde ella entra en contacto con el ser humano vivo; porque el sacerdote es, o debe ser, humano…». En su búsqueda de sacerdotes con calidez humana, Ducadelia no tendrá empacho en castigar a los predicadores «fallutos» (hipócritas o falsarios, en español de Argentina) ni en rebajar los estipendios de la curia, lo cual le
granjeará muchos descontentos y animadversiones. También levantará gran tempestad de críticas su decisión de instalarse a vivir muy pobremente en un edificio próximo a Letrán, alegando que «el enorme palacio de Michelángelo y Bramante no es apto ya para el trabajo y el alojamiento, sino para el turismo». Ducadelia considera que «Roma se está volviendo, de museo que fue, un enorme y lujoso cenicero»; y apostilla que no quiere «iglesias de turismo», sino parroquias vivas y activas, por lo que manda edificarlas en los barrios nuevos de la Urbe, con el dinero logrado vendiendo algunas obras de arte. Afirma que «el verdadero tesoro de la Iglesia son los pobres»; y por ello mismo se esfuerza en vivir en pobreza, con apenas un dólar al día. Asimismo, promueve una purificación de las órdenes religiosas, que debe iniciarse por su rechazo de las comodidades materiales: «Prefiero a mil jeromianos auténticos, conformes a la mente de su fundador, que 40.000 falsificados… Cuando aparecieron los primeros jeromianos en el mundo, parecían siete leones; y ahora parecen innumerables ovejas». Tantas y tan sustanciales reformas no hacen sino aumentar el número de sus enemigos, que buscan constantemente el modo de perderlo, como los fariseos hacían con Jesús, tendiéndole trampas y haciendo las interpretaciones más retorcidas de sus palabras. Así, desde ciertos sectores de derecha se le acusa de «hacer confusión con su política filosemita»; mientras que, desde el otro extremo, la prensa americana lo acusa de «antisemita», por su condena de las grandes corporaciones financieros. Y también los democristianos meapilas empiezan, por su parte, a quejarse de que el Papa «ni siquiera cita la Biblia en sus escritos, sino muy raramente, como tampoco a Santo Tomás y San Agustín: sus encíclicas parecen escritas por un filósofo del siglo XVIII…»; y rematan sus críticas tachándolo de «indevoto». A la vez que el «eclesiasticismo» lo asedia, la plutocracia internacional planea atentar contra su vida; y no es de extrañar, pues Ducadelia no ha tenido empacho en destapar sus manejos, señalando el mal que corrompe a las democracias parlamentarias, que «con el cuento chino de la soberanía del pueblo» se han convertido en «una tapadera de la plutocracia, un caballo de Troya de la Finanza apátrida, un cobertor de sociedades secretas y una arena espléndida para el despertar hirviente del comunismo». SIGUE EN LA PÁGINA 11
L’OSSERVATORE ROMANO
número 32-33, viernes 7-14 de agosto de 2015
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Pan que nos sacia VIENE DE LA PÁGINA 1
la gente puede encontrar a Aquel que lo da, que es Dios. Invita a abrirse a una perspectiva que no es solamente la de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, del éxito, de la carrera. Jesús habla de otro alimento, habla de un alimento que no se corrompe y que es necesario buscar y acoger. Él exhorta: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre» (v. 27). Es decir, buscad la salvación, el encuentro con Dios. Con estas palabras nos quiere hacer entender que más allá del hambre físico el hombre lleva consigo otra hambre —todos tenemos esta hambre— un hambre más importante que no puede ser saciada con un alimento ordinario. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él puede saciar porque es «el pan de vida» (v. 35). Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación por lo que te puede mejorar la vida. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final, en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador, y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegrías tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, es decir, en aquel horizonte del encuen-
Santos de América Latina VIENE DE LA PÁGINA 5
gregación para las causas de los santos a promulgar el decreto sobre el martirio. El Papa Ratti mismo lo beatificó el 28 de enero de 1934. Luego Juan Pablo II lo canonizó el 16 de mayo de 1988, con ocasión del viaje apostólico a Paraguay junto a sus dos compañeros de martirio. Y durante la reciente visita a Asunción, el Papa Francisco rezó ante la reliquia de su corazón carbonizado en la iglesia de Cristo Rey. ¿Y qué puede decirnos de Chiquitunga? Hay un presunto milagro de esta joven que está siendo estudiado por dos peritos médicos. Nació en la familia Guggiari Echeverría (1925-1959), primera de siete hijos, fue hasta los treinta años una laica muy activa en la Acción católica juntamente con el médico Ángel Sauá Llanes, a quien le unía una relación de profunda amistad: ambos eligieron la consagración, él como sacerdote —también fue psiquiatra— y ella como carmelita descalza. Y en el monasterio contemplativo de Asunción pasó la última etapa de su joven existencia. El funeral fue un triunfo de pueblo. El decreto que la declara venerable se remonta al 27 de marzo de 2010.
tro definitivo con Él. Y este encuentro ilumina todos los días de nuestra vida. Si pensamos en este encuentro, en este gran don, los pequeños dones de la vida, también los sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por la esperanza de este encuentro. «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (v. 35). Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más grande que sacia el alma y el cuerpo. Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, «pan de vida», da significado y esperanza al camino a menudo tortuoso de la vida. Pero este «pan de vida» nos ha sido dado con un cometido, esto es, para que podamos a su vez saciar el hambre espiritual y material de nuestros hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes. Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, ha-
gamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres. Que la Virgen santa nos sostenga en la búsqueda y en el seguimiento de su Hijo Jesús, el pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura para la vida eterna. Al término de la oración mariana, tras saludar a los grupos presentes, el Papa recordó la celebración del «Perdón de Asís» y exhortó a los fieles a no tener miedo de acercarse a la confesión. Queridos hermanos y hermanas: Dirijo mi saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de diversos países. Saludo a los jóvenes españoles de Zizur Mayor, Elizondo y Pamplona; y también a los italianos de Badia, San Matteo della Decima, Zugliano y Grumolo Pedemonte.
Y saludo la peregrinación a caballo de la archicofradía «Parte Guelfa» de Florencia. Hoy se recuerda el «Perdón de Asís». Es un fuerte llamamiento a acercarse al Señor en el sacramento de la misericordia y también al recibir la Comunión. Hay gente que tiene miedo de acercarse a la Confesión, olvidando que allí no encontramos un juez severo, sino al Padre inmensamente misericordioso. Es verdad que cuando vamos al confesionario, sentimos un poco de vergüenza. Esto sucede a todos, a todos nosotros, pero tenemos que recordar que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara para el abrazo del Padre, que siempre perdona y siempre perdona todo. A todos vosotros os deseo un feliz domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Un argentino antes de Francisco VIENE DE LA PÁGINA 10
Para Ducadelia, el conflicto anticrístico final antes de la Parusía será entre ese comunismo al que fatalmente nos conduce una democracia corrompida y la Finanza apátrida, que en otro pasaje se nos describe así: «Es una sociedad nueva (o vieja, no lo sé) que dirige o concierta el movimiento anticristiano secreto en todo el mundo. Posee por doquier filiales y grande pecunia. (…) Su objetivo es destruir el cristianismo y crear un Estado Mundial ateo; con todos los medios posibles, incluso los más infames, sin restricción moral ninguna y en el mayor secreto. Los oí también llamarse oneworlders, o sea, «mundounistas». No son masones ni judíos; se sirven de los masones, de los judíos, de los ateos, de los protestantes, de los católicos tontos, y de cuanto haya. (…) No reparan en medio alguno: el asesinato político, el robo en gran escala, la calumnia, la mentira (…). Parecen tener recursos inmensos, no sólo de dinero, mas también puestos políticos y mandos militares. Los domina un odio ilimitado a la Religión. No sé si practican el culto a Satanás, pe-
ro lo dudo; aquí todo es sobrio, escueto, moderno; nada de las antiguas mojigangas y grotesquerías de los francmasones». La intrépida denuncia de esta conspiración mundialista provocará que la prensa, que en un principio lo había alabado fervientemente, se revuelva contra el Papa: «Resulta curioso —escribe Castellani— que todo aquello por lo que lo alabaron se convirtió al final en defecto: que así son los ánimos humanos, o bien la madurez senil de esta época. No tanto en el popolino, que siempre siguió venerándolo, cuanto en parte de los magnates eclesiásticos y la Prensa… Al principio todos los periodistas se hacían lengua de sus cosas (que eran siempre «noticia») y se llenaban la boca llamándolo colega y cofrade, pero al fin se gastaron las novedades y cambió el viento periodístico, sobre todo cuando empezaron las medidas duras e impopulares». Pero, aunque su prestigio ante el mundo decaiga, el Papa Ducadelia no cejará en su propósito quijotesco de purificar la Iglesia, escribiendo incansable encíclicas, viajando (a veces de incógnito) a los parajes más variopintos del atlas y atreviéndose,
incluso, a enfrentarse a la secta mundialista en su propio cubículo o madriguera, con riesgo de su propia vida. Y es que Juan XXIII (XXIV), que no en vano se subtitula La resurrección de don Quijote, es una obra transida de los ideales caballerescos de defensa del débil y combate sin cuartel contra la hipocresía y el fariseísmo ambientales; y perfumada por un humor de la mejor estirpe cervantina. En un pasaje especialmente hilarante de la novela, un entrevistador empeñado en malquistarlo con la Compañía de Jesús pregunta a Ducadelia: «¿Pueden los jesuitas viajar en avión?». A lo que Ducadelia responde con gracejo: «Solamente como pilotos». Sin duda alguna, la novela de Leonardo Castellani debió resultar chocante, incluso estrafalaria, cuando se publicó, allá a mediados de los años sesenta; pero su autor, poeta que sabía mirar más adentro y profeta que sabía mirar más allá de las apariencias, habría podido responder con aquel aforismo de Oscar Wilde: «La naturaleza imita al arte». Aunque a veces tarde medio siglo en hacerlo.
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viernes 7-14 de agosto de 2015, número 32-33
El Papa invita a los monaguillos a ser misioneros para responder a la iniciativa de Dios
Quien da el primer paso Un agradecimiento por la «disponibilidad en servir al altar del Señor, haciendo de este servicio un gimnasio de educación en la fe y la caridad hacia el prójimo», dirigió el Papa Francisco a los acólitos durante el encuentro del martes 4 de agosto, por la tarde, en la plaza de San Pedro. Queridos monaguillos, ¡buenas tardes! Os doy las gracias por vuestra numerosa presencia, que ha desafiado el sol romano de agosto. Agradezco al obispo Nemet, vuestro presidente, las palabras con las que introdujo este encuentro. Os habéis puesto en camino desde diversos países para vuestra peregrinación a Roma, lugar del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Es significativo ver que la proximidad y familiaridad con Jesús Eucaristía en el servicio al altar, se convierte también en ocasión para abrirse a los demás, caminar juntos, elegir metas que comprometen y encontrar las fuerzas para alcanzarlas. Es fuente de auténtica alegría reconocerse pequeños y débiles, conscientes de que, con la ayuda de Jesús, podemos ser revestidos de fuerza y emprender un gran viaje en la vida acompañados por Él. También el profeta Isaías descubre esta verdad, es decir, que Dios purifica sus intenciones, perdona sus pecados, sana su corazón y lo capacita para realizar una tarea importante, la de llevar al pueblo la Palabra de Dios, convirtiéndose en instrumento
de la presencia y la misericordia divina. Isaías descubre que toda su existencia se transforma al ponerse con confianza en las manos del Señor. El pasaje bíblico que hemos escuchado nos habla precisamente de esto. Isaías tiene una visión, que le hace contemplar la majestad del Señor, pero, al mismo tiempo, le muestra cuanto, incluso revelándose, permanece distante. Isaías descubre con asombro que es Dios quien da el primer paso —no os olvidéis de esto: siempre es Dios quien da el primer paso en nuestra vida—, descubre que es Dios quien se acerca en primer lugar; él se da cuenta de que sus imperfecciones no impiden la acción divina, que es únicamente la benevolencia divina la que lo capacita para la misión, transformándolo en una persona totalmente nueva y, por lo tanto, capaz de responder a su llamada y decir: «Aquí estoy, mándame» (Is 6, 8). Vosotros, hoy, sois más afortunados que el profeta Isaías. En la Eucaristía y en los demás sacramentos experimentáis la íntima cercanía de Jesús, la dulzura y eficacia de su presencia. No encontráis a Jesús colocado en un inalcanzable trono alto y elevado, sino en el pan y en el vino eucarísticos, y su Palabra no hace vibrar los marcos de las puertas sino las cuerdas del corazón. Como Isaías, también cada uno de vosotros descubre que Dios, aun haciéndose cercano en Jesús e inclinándose con amor hacia vosotros, sigue siendo
Los tuits en @Pontifex_es 1 AGO [11.00 AM] La hospitalidad en familia es hoy una virtud decisiva, especialmente en las situaciones de mucha pobreza 4 AGO [10.40 AM] Dejemos que el amor de Dios se arraigue en noso-
tros, así seremos capaces de darnos a los demás 6 AGO [11.00 AM] En una familia cristiana aprendemos muchas virtudes. Sobre todo a amar sin pedir nada a cambio
siempre inmensamente más grande y está más allá de nuestras capacidades de comprender su íntima esencia. Como Isaías, también vosotros experimentáis que la iniciativa es siempre de Dios, porque es Él quien os ha creado y deseado. Es Él, en el bautismo, quien os hizo nuevas creaturas y es también Él quien espera con paciencia la respuesta a su iniciativa y poder ofrecer el perdón a quienquiera que se lo pida con humildad. Si no oponemos resistencia a su obrar Él tocará nuestros labios con la llama de su amor misericordioso, como hizo con el profeta Isaías, y esto nos hará capaces de acogerlo y llevarlo a nuestros hermanos. Como Isaías, también nosotros estamos invitados a no permanecer encerrados en nosotros mismos, custodiando nuestra fe en un depósito subterráneo donde retirarnos en los momentos difíciles. Estamos llamados, en cambio, a compartir la alegría de reconocernos elegidos y salvados por la misericordia de Dios, a ser testigos de que la fe es capaz de dar nueva dirección a nuestros pasos,
que ella nos hace libres y fuertes para estar disponibles y preparados para la misión. ¡Qué hermoso es descubrir que la fe nos hace salir de nosotros mismos, de nuestro aislamiento y, precisamente por estar llenos de la alegría de ser amigos de Cristo Señor, nos orienta hacia los demás, haciéndonos naturalmente misioneros! Acólitos misioneros: ¡así os quiere Jesús! Vosotros, queridos monaguillos, cuánto más cercanos estéis al altar, más os recordaréis de dialogar con Jesús en la oración de cada día, más os nutriréis con la Palabra y el Cuerpo del Señor y estaréis más capacitados para ir hacia el prójimo llevándoles como don lo que habéis recibido, entregando a su vez con entusiasmo la alegría que se os ha dado. Gracias por vuestra disponibilidad en servir al altar del Señor, haciendo de este servicio un gimnasio de educación en la fe y la caridad hacia el prójimo. Gracias por haber comenzado también vosotros a responder al Señor, como el profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6, 8).
Pañuelos de colores El Papa Francisco, llevando un pañuelo blanco en el cuello, para recordar la situación en Ucrania con la esperanza de la reconciliación, se reunió con más de diez mil acólitos en la plaza de San Pedro el martes 4 de agosto por la tarde y rezó con ellos la oración de Vísperas. El encargado de entregarle el pañuelo al Pontífice fue un monaguillo ucraniano, Marton, en nombre de sus connacionales «pero también de todos los chicos presentes, llegados de veintitrés naciones para vivir una experiencia concreta de comunión y fraternidad» explica el obispo serbio de Zrenjanin, monseñor Ladislav Nemet, presidente del Coetus internationalis ministrantium. Fue el obispo quien presentó al Papa Francisco los contenidos del undécimo encuentro romano. «Desde 1962 —explicó— nuestra asociación organiza peregrinaciones a Roma: hablamos diferentes idiomas, provenimos de diferentes culturas, pero en el corazón todos somos uno en Cristo». Y a la cita con el Papa, prosiguió el obispo, «hemos venido para escuchar palabras de aliento en nuestro servicio de acólitos, para sentirnos aún más fortalecidos en el corazón mientras llevamos y testimoniamos el amor y la misericordia de Dios en las calles de nuestras ciudades». «Cada monaguillo —dijo también monseñor Nemet al Papa—
lleva un pañuelo y cada nación se caracteriza por un color diferente». En cada pañuelo está escrito el lema de la peregrinación, tomado del libro del profeta Isaías: «¡Aquí estoy, mándame!». De hecho, señaló el obispo, ningún chico ha guardado para sí el pañuelo recibido porque lo ha intercambiado inmediatamente con el de «un nuevo amigo, en señal de amistad y comunión». Un gesto que hizo también el Papa entregando, al término del encuentro, a un joven austriaco el pañuelo blanco de Marton para recibir uno rojo: el color de Austria, el país más representado en la plaza de San Pedro, con más de tres mil acólitos. Así pues, el alemán fue la lengua más usada, incluso en las canciones que han entonado durante la espera del Papa. Precisamente por esta razón, el discurso que el Papa Francisco pronunció en italiano fue leído en alemán. Además de la solidaridad con Ucrania, en la oración de Vísperas se recordaron las situaciones difíciles que viven muchísimos jóvenes en sus familias, los pobres y los que sufren. Algunos obispos y numerosos sacerdotes acompañaron a los chicos durante los tres días. Y no faltó la peregrinación a las catacumbas de San Calixto donde está enterrado san Tarsicio, patrono de los monaguillos.