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O blivion: Héroes y demonios.
Esta es una historia de cuando el mundo se dividía aún entre humanos y no humanos. Una historia antigua. El rey Arturo quien arrancó la espada sagrada luchó al lado de su ejército para liberar al mundo de los demonios. Los demonios fueron derrotados y aislados. Esa batalla fue llamada "Guerra Santa" y estaba aún muy presente en el corazón del pueblo. Pero ahora, nuevamente, comenzará la "Guerra Santa" para eliminar definitivamente a los demonios. Capítulo 1 -‐ Un nuevo héroe. Año 523, diez años tras la "Guerra Santa". El mundo es un lugar pacífico en apariencia, tras acabar con la amenaza de los demonios, los ciudadanos viven sin apenas preocupaciones. En el reino de Liones, limítrofe con Camelot, se celebra una fiesta regional. El ambiente es muy alegre, los niños juegan y los adultos beben. Es en pleno auge de la fiesta cuando llega el heraldo y exclama con angustia: -‐ ¡Los demonios han vuelto!-‐ Todos enmudecen. Un joven se levanta y pregunta por la situación. El heraldo le responde: -‐¡Un gigantesco demonio está atacando Camelot!-‐ La gente inmediatamente deduce que si Camelot cae ellos serán los siguientes. Todos empiezan a huir despavoridos. El joven, sin moverse del sitio, alza la mano y de las alturas desciende un enorme halcón que se posa en su mano. Con emoción en sus ojos dice: -‐ ¡Vámonos, Hawk!-‐ En Camelot la situación es caótica, la sola presencia del demonio intimida a los ciudadanos y obliga a los caballeros a atacarlo. Podría ser confundido con una montaña, sus garras son mayores que las casas del reino. Los caballeros lo atacan como pueden con catapultas y ballestas sin lograr nada. Finalmente, los caballeros parecen rendirse, pero de lo alto de la torre del Castillo de Camelot aparece un hombre, aquel que hace 10 años libró a la humanidad de la influencia de los demonios: su rey, Arturo Pendragón. Arturo gritó con seguridad: -‐¡Hombres de Camelot, no os rindáis ahora. Los demonios dejaron de ser una amenaza. Los eliminamos una vez y volveremos a hacerlo!-‐ Esas palabras inspiraron a los caballeros que se pusieron en pie y cargaron de nuevo contra el demonio. Arturo saltó de lo alto de la torre sosteniendo el mango de Excálibur aún envainada. Para el monstruo supone que unas decenas de hormigas lo ataquen, así que ni se preocupa. Es cuando Excálibur es desenvainada que se da cuenta del peligro e intenta retroceder pero los caballeros empujando al unísono lo hacen desequilibrar y caer. La mayoría de los caballeros fueron lanzados por los aires debido a la onda expansiva. En el suelo el demonio ve
cómo Arturo cae hacia él y trata de detenerlo con sus garras, pero Arturo interpone su espada. Pese a que era similar a enfrentar un palillo con un mandoble, las garras del demonio se resquebrajaron. Finalmente la gruesa piel del demonio es atravesada por Excálibur. El monstruo produce un grito de dolor con Arturo sobre su vasto pecho. Los caballeros desde lo lejos observan aliviados, pero el monstruo se levanta con Excálibur aún clavada. Arturo cae al pecho de la bestia desarmado. El demonio erige su vasta figura sobre Camelot. La esperanza se ha ido, ni siquiera Excálibur sirvió para derrotar al monstruo. El demonio extrae Excálibur de su pecho y dirige sus garras hacia Arturo empuñándola. En ese momento un halcón desciende de las alturas y arrebata Excálibur al engendro mientras su brazo es partido en trozos. Arturo alza la vista al cielo y observa impávido la figura del autor de tal hazaña. El halcón desciende con Excálibur en su pico, llevando encima al héroe ante el cual un rey sólo podía permanecer arrodillado. El joven desmonta a su halcón y recoge Excálibur del pico de su animal y se dirige al rey. El monstruo que tardó en reaccionar estira su, hasta ahora, única mano tratando de atrapar al joven que le da la espalda. El joven lanza su monstruosa espada hacia el demonio que es lanzado y atravesado por ella mientras extiende su mano con Excálibur hacia el rey. -‐Aquí tienes.-‐ dice con voz animada. Arturo que no cabe en sí de su asombro contesta titubeante: -‐ Gra… gracias joven. ¿Quién eres?-‐ El joven contesta: -‐Sólo soy alguien que pasaba por aquí. Me llamo Edward Lionheart, pero puedes llamarme Ed.-‐ Capítulo 2-‐ Una nueva misión. Con su trabajo ya hecho, Ed se dispone a marcharse. Arturo lo detiene: -‐Espera joven Edward, ¿cómo puedo agradecerte que salvases mi reino?-‐ A lo que Ed responde: -‐No es necesario agradecerme. Lo hice porque quería hacerlo.-‐ Arturo replica: -‐Pero yo también te agradeceré porque quiero hacerlo.-‐ A lo que Ed responde: -‐Está bien, si quieres expresar tu gratitud, dame algo que hacer.-‐ Arturo entonces cumple su petición: -‐Bien Ed, te confiaré está misión. Los demonios secuestraron anoche a mi reina y el que ves aquí era un subordinado que vino a pedir un rescate por ella. Necesito que vayas a rescatarla. Iría yo, pero mi ejército ha sufrido importantes bajas.-‐ Ed acepta, lanza su espada que su halcón recoge y salta sobre él. Arturo exclama: -‐¡Espera, no te dije donde se esconden los demonios!-‐ a lo que Ed responde: -‐No es necesario, ya lo descubriré yo mismo jeje...-‐ Y Ed se pierde en el horizonte. Uno de los soldados se levanta, se coloca junto a su señor y le pregunta por el joven, a lo que Arturo le confiesa: -‐Debemos tener cuidado con él. Esa espada que empuña es "Oblivion" la contraparte de "Excálibur". Puede sernos útil.-‐ Ed avanza surcando los cielos junto a Hawk. De pronto vislumbra unas espesas nubes negras sobre una isla lejana. Hawk y él se dirigen hacia allí atravesando el mar por encima a toda velocidad. De repente, las nubes se arremolinan sobre ellos y comienzan a descargar relámpagos sobre ellos. Hawk da la vuelta y se dirigen lejos de las nubes mientras Ed repele los rayos que puede con "Oblivion", pero estas,
insistentes, como si tuviesen vida propia se extienden hacia ellos. Llegan a tierra y Hawk desciende, pero un enorme rayo los alcanza y caen en picado sobre el suelo. Inmediatamente después, infinidad de rayos caen sobre el lugar donde chocaron. Se produce una gran nube de polvo debido al impacto. Las nubes parecen retirarse, pero de pronto una voz surge de entre el polvo: -‐Ya veo. Así que se trata de un demonio. En ese caso...-‐ Ed abanica bruscamente su espada, generando una onda de choque tan potente que desintegra todas las nubes del cielo y dispersa completamente el polvo. Hawk está herido y ya no puede volar. Después de ayudar a su amigo a llegar a un lugar seguro, Ed encara de nuevo su objetivo y dice: -‐Ya no hay duda. Ese es el hogar de los demonios.-‐ Ed llega a los límites de la tierra y se encuentra ante decenas de kilómetros de agua. Extiende su espada hacia el horizonte y la levanta con fuerza. Producto de ello, el mar se abre en dos dejando a la vista el lecho marino por el cual nuestro héroe puede caminar sin problemas, así que desciende de un salto y comienza su carrera. Tras varios minutos otro demonio, esta vez de agua, se interpone en su camino. Ed sin dudar lo atraviesa con su espada y continúa avanzando. Finalmente llega a la isla donde cientos de demonios esperan delante de un enorme castillo. Ed salta girando sobre sí mismo generando un gigantesco huracán que arrastra a todos los demonios. Desde el interior del castillo se puede oír el estruendo de la batalla. Los demonios en el interior parecen intimidados. Las puertas del castillo se abren bruscamente y por ellas entra Ed que da un impulso, lanza dos mandobles en cruz derrotando a todos los demonios y continúa avanzando por el castillo derrotando demonios hasta llegar a una gran puerta. Capítulo 3 -‐ Una nueva verdad. Ed atraviesa la gran puerta y allí se encuentra un demonio del cual emana un aura muy poderosa y a su lado la que debe ser la reina de Camelot. El demonio cuestiona: -‐¿Qué te trae a mi castillo joven?-‐ Ed le responde mientras lanza un corte con su espada hacia el demonio: -‐¡Silencio monstruo!-‐ El demonio coge su hacha que estaba junto a él y detiene el corte, y sin levantarse de su trono, replica: -‐ ¿Monstruo?¿Quién es el que llegó a la casa de otro destrozando todo a su paso y atacando a su gente?-‐ Ed contesta: -‐Tú secuestraste a la reina de Camelot. No te pongas moralista ahora.-‐ El demonio niega tal acusación y responde: -‐Te equivocas. ¿Acaso la encuentras atada o encerrada? Ella está aquí por su propia voluntad.-‐ Ed responde sorprendido: -‐¿Cómo?¿Es eso cierto, mi reina?-‐ La reina se levanta y responde: -‐Así es, joven. Vine aquí por mi propia voluntad. Seguramente mi esposo te manipuló para atacar a los demonios y provocar otra guerra.-‐Ed cuestiona: -‐¿Para qué querría el rey provocar otra guerra?-‐ A lo que la reina responde: -‐Mi marido no es el héroe que todos piensan. Es un mal rey consumido por la codicia que hace diez años utilizó a los demonios para desviar la atención del pueblo sobre su mala gestión y evitar así una revuelta popular.-‐ Ed pregunta: -‐¿Pero y el demonio que atacó Camelot hace unas horas?-‐ El demonio interrumpe: -‐¿Atacó? Yo sólo lo envíe a negociar con
Arturo para acordar una tregua. ¿Alguna vez atacó la ciudad, o sólo comenzaron a atacarlo intimidados por su aspecto?-‐ Ed se disculpa por los destrozos y por matar al pueblo del rey demonio. El rey demonio responde: -‐No te preocupes. Mi pueblo no morirá por algo tan básico. No tardarán mucho en estar como nuevos. Discúlpame tú por el comportamiento de mi perro guardián. Es un demonio eléctrico que se alimenta de aves, siento que atacase a tu halcón.-‐ Repentinamente la charla es interrumpida por uno de los demonios: -‐ ¡Mi rey, un ejército de humanos está aquí, comandados por el Rey Arturo!-‐ El rey exclama: -‐¡Es imposible que haya preparado un ejército entero en unas horas! Así que llevaba mucho tiempo preparado y usó a mi subordinado como excusa para atacarnos.-‐ A lo que Ed responde: -‐No te preocupes...eh.-‐ El rey demonio contesta: -‐Belzeebub.-‐ Mientras se dirige fuera, asegura Ed: -‐Tranquilo, yo me encargaré de solucionar todo esto, Belzeebub.-‐ Capítulo final -‐ Un nuevo enemigo y un nuevo mundo. Ed encara al ejército de Arturo desde la costa, acercándose hacia la isla de los demonios en decenas de barcos mientras Belzeebub prepara su ejército. Desde lo lejos observa al otro lado del mar y ve cómo caballeros de Camelot reducen y atan a Hawk. Ed, lleno de furia coge aire y grita: -‐¡ARTURO!-‐ De un impulso, Ed atraviesa la flota entera de barcos antes de que su grito llegue a ellos. Mientras vuela sobre la superficie del mar posiciona a Arturo y desenvaina su espada. A toda velocidad lanza su golpe contra el hombre que le había traicionado quien bloquea el ataque pero termina retrocediendo varios metros. Ed ataca de nuevo pero esta vez Arturo repele su corte y lanza una estocada que Ed consigue detener con su mano aun recibiendo daño. Arturo lanza a Ed contra una colina cercana de un potente puñetazo destruyendo parte de esta. Ed se levanta de entre los escombros estupefacto. -‐ ¿Sorprendido? Jajajaja... ¿Acaso crees que estaba luchando en serio contra el demonio que invadió Camelot? ¡No me hagas reir! Te enfrentas al que derrotó al clan de los Demonios.-‐ Presume Arturo; a lo que Ed responde: -‐Ya veo. No te importan los daños que pueda sufrir tu pueblo mientras puedas seguir siendo rey. No eres un héroe, eres penoso.-‐ Ed se lanza contra Arturo de nuevo y ejecuta un mandoble contra él, el cual Arturo detiene con la mano con facilidad. Arturo provoca a Ed: -‐¿Eso es todo lo que tienes, Ed? Esa espada te queda grande.-‐ De nuevo, Arturo lanza otra estocada que Ed no trata de detener y consigue evadir. La estocada abrió una grieta en la tierra sobre lo que Ed piensa que hizo bien en evadir. Ed trata de agarrar el rostro de Arturo, pero antes de lograrlo Arturo lanza un corte contra su brazo por lo cual Ed se ve obligado a retroceder, quedando en manos de Arturo "Excálibur" y "Oblivion". Arturo ríe y dice: -‐Jajajaja... Pensaba usarte para librarme de ti y el clan demonio de una vez, todos los posibles obstáculos para permitirme gobernar el mundo. Pero ahora poseo las dos Espadas Sagradas, ya no es necesario. No hay ningún obstáculo ante mí. -‐Ed trata de embestir contra Arturo pero él señala a Hawk, que está siendo amenazado por varios de sus soldados. Ed se arrodilla mientras Arturo se jacta de su victoria ante el joven. Mientras tanto el ejército demonio se encuentra tratando de repeler los ataques de los navíos de Camelot. Un soldado demonio se da cuenta de que su rey no está por ahí
y comienza a preguntar por él. Al otro lado de la costa, Arturo se encuentra apuntando con Excálibur contra el cuello de Ed. Repentinamente una voz se alza: -‐Jejeje... Veo que sigues utilizando tácticas sucias, Arturo.-‐ Ed levanta la cabeza y ve a Belzeebub que había derrotado a los soldados que amenazaban a Hawk. Arturo, sorprendido, dirige ambas espadas hacia el rey demonio. Inmediatamente Ed propina un gancho a Arturo que retrocede, mientras Belzeebub se lanza al ataque con su hacha. Arturo consigue bloquear con dificultades el ataque del demonio pero Ed lanza de nuevo un golpe que Arturo evade, pero gracias a ello Belzeebub logra atacar a Arturo y liberar "Oblivion" de sus manos. Oblivion vuela por los aires y Arturo salta para recogerla. A unos centímetros de obtenerla, desaparece de su vista. Es Hawk quien consiguió recogerla. Hawk da la vuelta mientras Arturo aún sigue en el aire. Él lanza un corte a Hawk quien consigue esquivarlo pero suelta la espada. Es entonces cuando Ed, que también había saltado, coge "Oblivion" al vuelo y se dispone a lanzar un golpe contra el rey. Arturo interpone "Excalibur" para protegerse, pero sin esperarlo, recibe un corte desde abajo de Belzeebub, el cual consigue abrir un hueco en la defensa de Arturo. Es entonces cuando Ed, poniendo todo su ser en "Oblivion", consigue que ésta se ilumine intensamente y lanza un ataque con todas sus fuerzas contra Arturo que el rey recibe de lleno. El ataque es tan poderoso que desintegra completamente a Arturo, quedando solo ante él "Excalibur". Con su rey derrotado, el ejército completo de Camelot pierde su motivación, pero de pronto aparece su reina quien exclama: -‐¡Deteneos todos. Esta guerra ha acabado!-‐ Todos los soldados bajan sus armas, detienen sus ataques y comienzan a ayudar a los heridos. Ed mira a Belzeebub y sonríe. Belzeebub le devuelve la sonrisa, pero Ed se desmaya. Hawk lo sostiene antes de caer al suelo. Poco después de la segunda "Guerra Santa", la reina regente firmó un acuerdo de paz con el clan de los demonios y como muestra de paz entregó "Excálibur" a Belzeebub. Los demonios continuaron viviendo aislados pues eran conscientes de que los humanos no los aceptarían fácilmente. La reina le ofreció a Ed ser el nuevo rey, pero este rechazo alegando que la realeza proviene del linaje y un rey ha de nacer rey. Sin embargo, fue nombrado Caballero Sagrado del Reino de Camelot por la reina la cual le dijo: -‐Un rey no es el único que puede defender un reino. Tú eres mucho más que eso. Me has salvado a mí, has salvado al clan de los demonios y has salvado Camelot. No eres un rey, eres un héroe.-‐ Fin.