Orientación a padres. Los límites en cada etapa evolutiva del desarrollo infantil. - 7 a 12 años- TIEMPO DE CAMBIO

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Orientación a padres

Los límites en cada etapa evolutiva del desarrollo infantil

- 7 a 12 años- TIEMPO DE CAMBIO El período que va de los siete a los doce años es uno de los dos cambios más importantes en la vida del niño, comienza con el fin de la infancia y concluye con el comienzo de la adolescencia En esta etapa el niño comienza a abrirse ante el mundo exterior Ahora quiere dialogar con ese mundo exterior y se deja influenciar por el mismo. Muchas veces toman de buen grado todas las manifestaciones de cambio interno que hacen a la maduración del niño pero se desconciertan ante la importancia que adquiere el mundo externo para sus hijos. La evolución del niño no es regular, tiene avances y retrocesos y los padres a menudo caen en la tentación de retenerlo, pretenden que siga siendo un chiquito., estas actitudes no sólo frenan sino también pueden bloquear el desarrollo. El niño se muestra más expansivo y plantea una serie de interrogantes. Es el momento de enseñarle a disciplinarse, si bien lo que él cuenta es muy interesante debe aprender a escuchar a los demás Le resulta entender bien algunos conceptos, especialmente todo lo que tiene que ver con lo relativo (alguien puede ser bueno y malo a la vez). Todo lo que aprende a dominar le brinda una seguridad que a veces resulta ser ingenua y hasta irritante. No soporta que lo traten como un chico. A veces los padres deberán mostrarse severos en relación con las reglas establecidas pero esto sin dejar de alentarlo. En esta etapa sabe mucho mejor lo que quiere y lo que le gusta y se apega cada vez más a sus deseos y preferencias Sus intereses ya no están solamente en su familia, ya no siente un amor ciego hacia sus padres ahora los observa con objetividad y espera de ellos amor y estima, esto adquiere la forma de una crítica cuando compara a sus padres con los demás. Descubre las pequeñas flaquezas y no se priva de “contestar”, a veces

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incluso de forma grosera e inaceptable, si esto ocurre hay que mostrarse severo, pero también se debe aprovechar la oportunidad para que considere la relatividad de las cosas ya que él no esté en condiciones de juzgar ya que carece de elementos y especialmente de madurez. Si bien es cierto que los chicos de hoy pertenecen a una era tecnológica de avanzada y aprovechan esto para afirmar su autonomía, los adultos no deben sentirse superados por ello, Es importante que cada uno tenga sus propias elecciones pero también es importante no desvalorizar las de los otros y respetar las elecciones de los adultos. Alrededor de los diez años comienza a aparecer el “nosotros”, es una manifestación de pertenencia a un grupo y por lo tanto de seguridad. , así como el “yo” traducía el nacimiento de la conciencia el “nosotros” está cargado de toda una significación referida al grupo. En la época del secundario es cuando aparecen los verdaderos grupos y amistades. La opinión del grupo o del amigo adquiere una importancia creciente para el niño El hecho de que el hijo reciba otra influencia que la de los padres suele resultar a veces insoportable y generar celos. Si esto ocurriera es necesario controlarlos pues no sería bueno que el chico lo advierta. Si los padres han logrado la confianza del hijo, seguirán siendo su principal referencia. La intransigencia del niño a partir de los 9 años es notable, todo es blanco o negro. En esta etapa y en la mayoría de los casos, el chico se muestra insoportable en la casa y tiene un comportamiento ejemplar afuera, demuestra así que afuera es capaz de controlarse, pero no considera que en su casa sea necesario, puesto que está seguro que lo aman. El comprender esta actitud no significa permitirle que haga cualquier cosa. El niño se torna susceptible ya que siempre se toma todo en serio, unas mismas palabras pueden dinamizarlo o traumatizarlo. Es el momento en que comienza a soñar con el porvenir Sería cruel burlarse de sus proyectos, pero tampoco debe permitírsele que se estrelle en el vacío. Cada vez más comienza a controlar sus emociones. El chico es capaz de adquirir un concepto de la moral y saber lo que está bien y lo que está mal. Se va instalando el sentido de la justicia

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Asimismo cambia su actitud hacia la obediencia ya no se somete a sus padres o profesores por admiración o respeto, o temor a un castigo, sino que lo hace porque cree en una disciplina justa Para que el chico pueda considerar a las reglas justas debe comprender la razón de ellas. Todo reglamento debe surgir de un pacto previo. Puede tropezarse con sanciones que no comprende y necesita que se las expliquen y discutir el tema con él. El niño puede descubrir que la justicia no es infalible, por lo que los padres deben estar atentos a este descubrimiento. El papel de los padres sigue siendo el más importante y aunque el chico tome cada vez más distancia, es cuando más resulta importante el rol de los padres, pues a esta distancia el chico puede ser más objetivo en sus observaciones. Resulta interesante establecer un reglamento familiar, cada punto debe discutirse ampliamente Escriba los ítems del reglamento. Establezca un código de sanciones y tipos de recompensa que se aplicarán al final de la semana. Es conveniente al final de cada día hacer una evaluación de los errores y aciertos. Entre las sanciones pueden ser disminución de la cuota semanal o realizar “tareas desagradables”, es preferible evitar privaciones que podrían causar rencor, los castigos siempre deben ser positivos es decir acciones (tareas ) o incitaciones a la acción, ya que la disminución de la cuota semanal lo llevarán a hacer otras tareas para recuperar la pérdida de dinero. Es importante que se le brinde al chico la oportunidad de realizar tareas rentadas. Es necesario distinguir entre las tareas que se realizan por una buena convivencia como poner y levantar la mesa o destender su cama y ordenar el cuarto (sin remuneración) a aquellas de tipo “profesional” como puede ser lavar el auto, juntar las hojas secas del jardín, regar las plantas , etc. Debe aprender a utilizar el dinero, pero... el dinero es de él, si quiere comprarse algo que a los padres les parece una extravagancia, algo tonto o sin interés, no deben imponerle sus gustos o voluntad. Por el contrario si ha gastado todo su dinero y pide para comprarse algo que le gusta no hay que caer en la tentación de “ayudarlo” LA AUTORIDAD En muchas familias, la autoridad de los padres se ha debilitado. Los padres no logran poner límites a los horarios de sus hijos, como así también al tipo de diversiones, y a las demandas consumistas, así también la desidia en los estudios, y los malos modales, son una preocupación constante. Dónde buscar la solución a esta crisis de autoridad sino en el interior de la familia y, sobretodo, en cómo los padres, la están ejerciendo. ¿Quizás se está cometiendo algún error?

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Muchos padres piensan que perder autoridad es irremediable. Pero no se debe pensar en la autoridad en términos de un don divino que les es otorgado a los padres y con el que se obtiene la ciencia para decidir correctamente, el ingenio para organizar y la habilidad para ser obedecido. Y, al igual que no es otorgado, tampoco les es negado como si fuera un objeto. El grado de autoridad que tienen los padres depende, sobretodo, de cómo utilizan el poder que detentan sobre sus hijos, y eso les permitirá aumentarla, recuperarla o perderla. José María Lahoz García, Pedagogo (Orientador escolar y profesional), señala que la autoridad de los padres debe reunir las siguientes condiciones 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Que exista consenso entre el padre y la madre. Que se ejerza de modo participativo y se sepa llegar a acuerdos. Que persiga como fin la educación de los hijos y su autonomía. Que sea coherente con la conducta de los propios padres. Que se apoye en valores y normas estables. Que se traduzca en hechos.

Continúa diciendo que “la no existencia de alguna de estas condiciones puede ser la causa real de la crisis de nuestra autoridad como padres. En la medida que consigamos cumplir mejor estas condiciones, nuestra autoridad podrá recuperarse o fortalecerse. Lo mejor es empezar a ejercer una autoridad positiva cuando nuestros hijos son pequeños. Pero si no ha sido así, todavía estamos a tiempo. Cuanto antes cambiemos algo y mejoremos, tanto mejor. El consenso en la pareja. Que la pareja debe estar de acuerdo en relación con los objetivos y los medios educativos es algo que resulta evidente aunque a veces no es fácil de llevar a cabo. La responsabilidad como educadores, y por tanto la autoridad, es tanto del padre como de la madre, y sólo el acuerdo entre ambos permitirá progresar correctamente en la educación de nuestros hijos. Se necesitará el intercambio constante de información entre la pareja sobre nuestros hijos, sobre cómo podemos ayudarles, las normas que estableceremos, los estímulos que les proponemos... Es bueno que los padres lleguen a un acuerdo antes de planteárselo a sus hijos. “. La autoridad se debe ejercer de forma participativa, no imponerse a los hijos de forma despótica y proponer alternativas de manera que los hijos puedan participar en la toma de decisiones. Se debe mostrar respeto hacia los hijos, caso contrario sólo se conseguirá desobediencia, rebeldía e indisciplina. Los padres deben tender a la felicidad de sus hijos y a la consolidación de su autonomía Cuando los hijos logran reconocer que las normas que establecen los padres y las cosas que les manden son para su propio beneficio e interés, los 4

aceptan como autoridad. La autoridad-servicio produce necesariamente la autoridad-prestigio. Mandar o exigir cosas según el propio estado de ánimo es la mejor forma de perder la autoridad ante los hijos, por lo tanto la conducta de los padres debe ser coherente y deben predicar con el ejemplo, esta autoridad debe traducirse en hechos PREMIOS Y CASTIGOS (extraído de ¿Los premios y los castigos son educativos? José María Lahoz García Pedagogo Orientador escolar y profesional) Los premios y castigos son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de obtención de logros y siempre de forma apropiada. Lea, por favor, las instrucciones de uso. PREMIOS. Instrucciones de uso. Tipos de premios: •

Premios previstos. Son las recompensas pactadas que se ofrecen si se presenta la conducta que se espera. El deseo de conseguirlas ayuda a regular la conducta.



Premios imprevistos. Se conceden sin previo aviso como reconocimiento a una conducta deseable. Puede producir efecto en la persona que lo recibe y en las que lo observan. Ambos relacionan las conductas deseables con la recompensa.



Premios por entregas. Son los que mantienen el interés más vivo, al concederse puntos o vales acumulables cuando se producen pequeños logros. Al alcanzar una cierta cantidad, se logra el premio.



Premios liberadores. Permiten liberarse de alguna tarea desagradable.

Composición de los premios: •

De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas de los padres, como abrazos, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche...



De base material. Consisten en posesiones materiales, como diversos objetos o dinero.



Relacionados con la autonomía. Ofrecen más libertad o autonomía para gestionar el dinero, el tiempo, el espacio…

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Orientaciones de uso: •

Definir bien lo que se espera y el premio que se puede conseguir. Luego cumplir lo pactado.



Proporcionar premios acordes con el esfuerzo realizado y con las posibilidades razonables de la familia.



Plantear la obtención del premio a corto plazo para los más pequeños.



Proponer premios alcanzables. Sólo son útiles si se confía en alcanzarlos.

Efectos secundarios: •

Evitar su uso prolongado y variado porque crea adicción y no se actuará si no es a cambio de premios.



Modifica la conducta pero no necesariamente las actitudes y motivaciones, por lo que hay que combinarlos con otras acciones educativas.

CASTIGOS. Instrucciones de uso. Tipos de castigos: •

Castigos previstos. Son las consecuencias desagradables que aguardan como respuesta a una conducta inaceptable determinada.



Castigos imprevistos. Son consecuencias desagradables que se otorgan sin previo aviso ante conductas indeseables. Tratan de evitar que se repita la conducta.



Castigos con oportunidades. Se ofrece un castigo si se da una conducta, pero se concede la oportunidad de rectificar en dos ocasiones antes de recibirlo.

Composición de los castigos: •

De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas negativas por parte de los padres como reprimendas, amonestaciones, alejamiento físico, silencio, caso omiso...



De base material. Suponen pérdida de ingresos, multas, no poder usar algo (TV, equipo de música, bicicleta...) o quedarse sin alguna posesión. 6



Relacionados con la autonomía. Restringen o privan de la libertad de salir, reducen el tiempo de ocio, exigen quedarse inmóvil, prohiben algunas relaciones...

Orientaciones de uso: •

Elegir los castigos con prudencia. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo absurdo o que no se cumple produce el efecto contrario.



Ser proporcionado a la conducta. Cuanto más indeseable, más severo.



Ser severo, es decir, ha de ser verdaderamente desagradable ya que si sólo supone una ligera molestia, se puede acabar aceptando la molestia como un mal menor.



Buscar castigos relacionados con la conducta indeseable. Así, por ejemplo, si se es descuidado y se estropean las cosas, se han de arreglar; si la conducta es molesta, se tiene que aislar...



Procurar que el castigo se acepte como algo merecido y se entienda que ayudará a mejorar.

AVISO IMPORTANTE: NUNCA LOS CASTIGOS PUEDEN ATENTAR CONTRA LOS DERECHOS Y LA DIGNIDAD DE LOS NIÑOS Efectos secundarios: •

Pueden aumentar la conducta indeseable. En algunas ocasiones, los hijos buscan llamar la atención de los padres y, al no conseguirlo con una conducta deseable, les basta con que les prestemos atención mediante castigos por las indeseables. En este caso está directamente contraindicado su uso.



Si el castigo se ve desproporcionado, injusto o absurdo, puede generar sentimientos de aversión, venganza y resentimiento. Como consecuencia, es probable que no se evite la conducta indeseable. También estará contraindicado su uso en estas circunstancias. Dra. Marta Susana-Marín Especialista en Psicología Clínica

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