ORIGEN DE LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS PERMANENTES

O R I G E N D E LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS P E R M A N E N T E S Luis de WECKMANN, la Secretaría d e ' Educación Pública d e México L a materia bajo

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O R I G E N D E LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS P E R M A N E N T E S Luis de

WECKMANN,

la Secretaría d e ' Educación Pública d e México

L a materia bajo examen tiene estrecha conexión con las primeras etapas históricas de la diplomacia moderna. ¿De cuándo datan las embajadas permanentes de nuestros días? ¿Se trata de una herencia que la diplomacia moderna haya recibido de la Antigüedad, o bien, como parecería a primera vista, de una contribución propiamente moderna a la técnica de las relaciones internacionales? N o intentaré responder tan sólo a esta pregunta, sino que me propongo examinar también las razones que determinaron la creación de las misiones permanentes: ¿Por qué se hicieron necesarias? ¿Qué causas motivaron su institución? I. E l carácter n o p e r m a n e n t e de la d i p l o m a c i a hasta e l s i g l o x v Aunque la diplomacia, como ha dicho Redslob,* sea tan antigua como los pueblos mismos, y bien desde el comienzo de la historia los hombres y las comunidades humanas han experimentado la imperiosa necesidad de mantener relaciones entre sí, existe un rasgo distintivo que separa la diplomacia actual de la Antigüedad y la Edad Media: el carácter perman e n t e de la diplomacia moderna. En tanto que los gobiernos de hoy establecen misiones diplomáticas permanentes en los estados extranjeros, los historiadores de la diplomacia están de acuerdo en que no se encuentran en el mundo antiguo y medieval sino relaciones ocasionales —más o menos frecuentes— entre los príncipes. N i los egipcios, los chinos, los indios, los caldeos, los asirios o los judíos de la época clásica conocieron las embajadas s68

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permanentes, aunque al Oriente le fuera familiar el envío y la recepción de embajadores, la correspondencia diplomática, l a redacción de tratados y ya se consideraba a la diplomacia como el arte de evitar la guerra y mantener la paz, noción que será cara a los fundadores del derecho internacional moderno. Las relaciones diplomáticas revistieron en el mundo grecorromano una cierta estabilidad de forma, es cierto; pero ni los k e r u k s o los a n g e l o s , por una parte, n i los l e g a t i , orator e s , f e c i a l e s y c a d u c a t o r e s , por otra, alcanzaron jamás un estatuto permanente, n i fueron nunca funcionarios especializados en las relaciones entre los pueblos. 2

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L a Edad Media mantuvo en cierta forma las tradiciones y los usos del mundo romano. N o se encuentran embajadas permanentes antes del siglo xv, con la notoria excepción de los P r o c u r a t o r e s i n R o m a n o r u m C u r i a m , de quienes hablaré más adelante. Ya en el siglo x v n llamó la atención de Grocio esta falta de embajadores permanentes en la Antigüedad y en l a Edad Mediad Habría que hacer una cierta excepción, sin embargo, en favor de la misión eclesiástico-diplomática de carácter permanente que el papado medieval mantuvo durante cuatro siglos en la corte de los emperadores bizantinos, el apocrisiado, cuyo carácter es singular. 4

DESDE EL SIGLO V (y quizás desde el iv y hasta la época de la Controversia de las Imágenes —que coincide con la independencia de la Santa Sede de Bizancio—, es decir, hasta mediados del siglo vin), los papas mantuvieron un representante ante el emperador de Constantinopla, considerado por ellos, antes de la coronación de Carlomagno y la t r a n s l a t i o i m p e r i i al Occidente, como el jefe temporal de la cristiandad y el protector nato de la Iglesia. Este agente pontificio, el apocrisiario, no poseía, como veremos, las características que ahora se atribuyen a los diplomáticos; y, en todo caso, su desaparición en el siglo v m no permite establecer un vínculo directo entre la diplomacia pontificia de principios de la E d a d Media y la de los tiempos modernos. L a Santa Sede continuó, al establecer los apocrisiarios, como en otros muchos casos, la tradición y las instituciones

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de la R o m a imperial. Y a se encuentran en ésta, en efecto, apocrisiarios (del griego "aquel que responde") o "mensajeros", portadores de comunicaciones de la cancillería imperial o funcionarios de la justicia militar. E n los primeros siglos que siguieron a l a Paz de la Iglesia, los obispos cristianos enviaron a clérigos en misiones temporales, llamadas apocrisiarias, ante los obispos, los metropolitanos y los patriarcas.» Constantino y Justiniano ordenaron a los patriarcas que, al ausentarse de sus respectivas sedes, dejasen tras de sí un apocrisiario permanente.* E l Exarca de Ravena, delegado imperial en el Occidente, también se halla representado en Constantinopla por u n apocrisiario.» Pero mientras que los apocrisiarios o r e s p o n s a b l e s de los patriarcas orientales después de la conquista de la región por los árabes, y entre tanto escasean cada vez más los apocrisiarios episcopales, los representantes de los papas se suceden en Constantinopla con cierta regularidad, y se quedan solos en esa categoría por más de u n siglo. L a lista de apocrisiarios papales en Constantinopla comienza, según parece, con el obispo Julián de Cos, enviado por San León el Grande en el año de 433; pero la sucesión regular de los apocrisiarios de R o m a no comienza antes del reinado de Justiniano. » E n la época de la Controversia de las Imágenes, es decir, en la segunda mitad del siglo vn, la misión fue suspendida, primero temporalmente y después de manera definitiva, a pesar de las súplicas dirigidas a R o m a por el emperador Constantino I V . Cuando en 1204 la Cuarta cruzada logró establecer en Bizancio u n Patriarcado y u n Imperio de Obediencia latina, los pontífices romanos se hicieron representar, no ya por apocrisiarios, sino por legados a latere. Del siglo v al vn, o sea, en la época de su florecimiento, el apocrisiado, diferenciándose de las embajadas del mundo antiguo, no comprendía por regla general más que a un solo titular, el apocrisiario mismo. Sus funciones en Constantinopla eran, sobre todo, de índole eclesiástica, aunque le haya sido absolutamente inevitable el interesarse en la protección de los negocios temporales del Papado. Hincmar de Reims, 9

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escritor del siglo ix, nos informa que la función del apocrisiario era la de velar i n p a l u d o por los n e g o t i i s e c c l a s i a s t i c i s del Papa: era, para Hincmar, muy claramente, una responsabilis negotiorum ecclesiasticorum. Los apocrisiarios —repite Ducange— eran enviados a Bizancio u t res E c c l a s i a s t i c a s procurarent; servían, además, como intermediarios entre la corte imperial y los obispos latinos que visitaban Constantinopla, y gozaban de una especie de inmunidad diplomática, pero no tenían una jurisdicción propia sobre los fieles y los obispos sujetos a R o m a . 1 2

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E n vista de su carácter eclesiástico, y del interés preponderante que tenían por los asuntos espirituales, es imposible asimilar a los apocrisiarios con los enviados diplomáticos de su época o de la nuestra. Quedan solos, en una categoría aparte; no son s t r i c t o s e n s u n i legados de la Sede Apostólica (el nombramiento de legados no fue común antes de la Reforma gregoriana), n i embajadores laicos. Se encuentran colocados a medio camino entre esas dos categorías, y su encargo, semiespiritual y semitemporal, refleja muy bien, por lo demás, las ligas íntimas entre las dos esferas y la correlación entre la iglesia y el estado, que distingue a la sociedad cristiana del Bajo Imperio y del Papado pregregoriano." 16

II.

Orígenes i t a l i a n o s d e la d i p l o m a c i a

permanente

Corresponde a la Italia del Q u a t t r o c e n t o el honor de haber establecido las primeras embajadas permanentes, y particularmente a Francisco Sforza, duque de Milán, quien instituyó la primera, acontecimiento que —como se verá— no tuvo nada de fortuito. E n efecto, la institución de la diplomacia permanente se había hecho necesaria para satisfacer uno de los requisitos imperiosos del estado moderno, que surgió en esa época, y en Italia en particular. Sforza tuvo tan sólo el mérito de ser uno de los primeros en haber percibido esa necesidad. L A PRÁCTICA de las negociaciones diplomáticas y el capítulo del derecho de gentes con ella relacionada, sufrieron numerosas transformaciones a lo largo del siglo x v . Krauske, 18

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quien se ha ocupado bastante minuciosamente del problema, aunque se haya limitado a comprobar los hechos sin buscar las causas que los motivaron, encuentra el origen de las embajadas permanentes en la práctica de los estados italianos del siglo xv.w Italia fue, sin duda, la patria del arte moderno de la diplomacia: en los siglos xiv y xv, los poderes políticos de la península, cada vez más hostiles a la idea del I m p e r i u m , y confrontados por la continua decadencia del Papado, se iniciaron en el juego del equilibrio de poderes, equilibrio que se mantenía gracias a la habilidad política y diplomática de los príncipes, preludiando lo que habría de acontecer en el resto de Europa, a partir del siglo xvi. ° Los estadistas italianos del Q u a t t r o c e n t o concibieron la diplomacia permanente como el complemento más preciado de las fuerzas militares, sin el cual no podría mantenerse el equilibrio político general.» Maquiavelo, el teórico político más grande del siglo, aconseja al príncipe que asegure su situación frente a los otros príncipes, si quiere mantenerse en el poder; y añade: s e m p r e s t a r a n o ferme l e cose d i d e n t r o , q u a n d o s t i e n o f e r m e q u e l l e d i fuora (II P r i n c i p e , X I X ) . Los primeros rasgos distintivos del estado moderno pueden encontrarse en algunas instituciones milanesas, y en muchos actos gubernamentales de uno de sus más ilustres gobernantes: Francisco Sforza. E l gran c o n d o t t i e r e no estuvo tan sólo animado de u n afán centralizador, sino que pretendió llegar a ser, en el ducado que gobernó a partir de 1450, un príncipe t e r r i t o r i a l y no un príncipe feudal según la tradición del Medievo. L a habilidad política de Sforza estuvo a la altura de su genio militar y se trata también de uno de los mejores diplomáticos de su generación. Maestro de Luis X I en los secretos de la técnica diplomática, poseía u n espíritu perspicaz, y comprendía perfectamente que el equilibrio entre los estados italianos era la mejor fórmula de paz para la península. Las ligas de estados italianos formadas en aquella época, que Sforza pretendía utilizar para establecer la hegemonía de su familia, ejercieron profundo influjo en toda la diplomacia italiana de la segunda mitad del siglo x v . 2

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piedra angular del edificio político construido por

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Sforza fue l a alianza florentina. L a amistad que unía al c o n d o t t i e r e con Cosme de Médicis era muy antigua. Los dos estadistas se apoyaban mutuamente, en los momentos críticos se consultaban y seguían una política casi siempre paralela.» Nicodemo de Pontremoli, que representaba a Sforza en Florencia — a u n antes del año de 1450— puede ser considerado como el titular de la primera embajada permanente en la historia de la diplomacia. L a naturaleza de este nuevo tipo de misión se transformó de manera rápida, a partir de 1450, para convertirse en una institución de uso general, primero en Italia y después en el resto de Europa.*» Nicodemo de Pontremoli — " e l dulce Nicodemo", como lo llamaron sus contemporáneos por su carácter hábil y persuasivo— aparece en Florencia en 1446 como representante de Sforza cerca de Cosme de Médicis, cargo que no dejará sino veintidós años más tarde. Aunque Sforza no era todavía duque de Milán en 1446, ya había reivindicado el trono, en virtud de su matrimonio con Blanca, hija natural del último duque Visconti, y con base en el testamento político de su suegro. E n todo caso, puede afirmarse que Nicodemo se convirtió en 1450, fecha en la cual Sforza fue proclamado duque, en agente diplomático en el sentido más estricto del término. Representó a Sforza en Florencia, de manera continua, hasta fines de 1468, y tuvo como sucesores inmediatos a Egidiolo de O l d o i n i , cuyo embajada fue muy efímera y al obispo de Parma, F i l i p p o Scamorro.» Después de ellos, la embajada jamás careció de titular. Parece bien probado que, con excepción de dos viajes que hizo a R o m a para atender negocios del duque,*» Nicodemo no dejó para nada su puesto entre 1446 y 1469, es decir, por más de veinte años, hecho notable si se recuerda el carácter bastante transitorio de las embajadas en esa época. Nicodemo de Pontremoli se ocupó durante su estancia en Florencia de asuntos muy diversos, relacionados todos con los intereses de su señor: era Nicodemo, como dice Simonetta, el biógrafo de Sforza, q u i F l o r e n t i a e p r o F r a n c i s c o r e m gerebatfi 2

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En la época en que Nicodemo se encontraba ya en Florencia, o sea en 1455, aparecen otros dos embajadores permanen-

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tes del duque de Milán, uno en Génova, el otro en Nápoles. E l primer "oratore residente" de Sforza en Génova, nos informa Cibrario, se llamaba Giovanni della G u a r d i a ^ y Krauske afirma incluso —equivocadamente— que nos encontramos aquí en presencia del p r i m e r embajador permanente, designado con ese título en sus cartas-credenciales. Cibrario mismo —fuente de la información de Krauske— no dice nada semejante; y tampoco apoya el autor italiano su afirmación con prueba documental alguna. Si, pues, resulta u n poco dudoso el carácter permanente de esta embajada milanesa en Génova, l a misión diplomática de Milán en Nápoles, también de 1455, tuvo en cambio un carácter permanente que ha sido aceptado por todos los autores, y puede admitirse que Antonio de T r i c c i o fue el primer enviado permanente milanés en el reino de Nápoles. 5

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DESPUÉS DE 1450 es dable también encontrar, sin interrupción, u n embajador florentino en Milán, regularidad que nos permite adivinar la existencia, allí también, de una embajada permanente, cuyo primer titular parece haber sido Dietisalvi N e r o n e s E n 1458 el jurista veneciano Francisco Contarini es nombrado embajador p e r r e s i d e n m de la Serenísima República, ante la Santa Sede; ss n poco más tarde, en 1471, se encuentra a otro embajador veneciano, Bernardo Bembo, c h e fa r e s s i d e n z a en la corte de los duques de Borgoña.ss A u n cuando no pueda atribuirse a Venecia la creación de las embajadas permanentes, el arte diplomático moderno aprovechó mucho la experiencia, la sutileza y la refinada técnica, características de la diplomacia veneciana desde la Edad Media, y que, en gran parte, la República heredara de Bizancio. Los venecianos tenían ya en la época de Commines la reputación de ser los más sensatos y los más prudentes de ios diplomáticos y fue a través de Venecia como ios usos y métodos de la diplomacia oriental aparecieron en Italia y en Europa mucho antes del siglo x v . Pero no tuvieron carácter permanente las numerosas embajadas que la Serenísima enviaba a lo largo del Mediterráneo, embajadas que, y

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todavía en el siglo xv, no duraban más de dos o tres años. Y el b a i l o o b a j u l u s , que protegía en Oriente los intereses venecianos, no tuvo una función permanente sino a partir de los primeros años del siglo xvi.« Sin embargo, debe reconocerse que cuando Venecia lo adoptó, el sistema de la embajada permanente tuvo mayor florecimiento, aunque haya sido M i lán la primera en establecer una embajada permanente. E l carácter permanente de las embajadas enumeradas hasta ahora —excepto la de Giovanni della Guardia, que es incierta— puede deducirse del número de años en que los titulares permanecieron en sus puestos, así como del hecho de que diversos enviados se sucedieran regularmente en el mismo puesto. U n a fuente coetánea, si bien no oficial, nos confirma el carácter permanente de las misiones de los dos enviados venecianos, Contarini y Bembo. Pero sólo en 1460 se encuentra al primer embajador, cuya misión permanente quedó establecida, de manera explícita y oficial, en las cartas patentes del soberano a quien representaba. E l duque Luis de Saboya nombró, en u n documento fechado el 28 de noviembre de 1460, a su primer enviado residente (orator et a m b a x i a t o r c o n t i n u u s e t p r o c u r a t o r ) en la C u r i a romana, Eusebio Margaría, Arcediano de Vercelli, con la misión de vigilar los asuntos temporales y seculares que interesaran a Saboya. Según Schaube, la primera embajada permanente del rey de Nápoles en Milán, fue creada a partir de 1466. Se ha visto cómo en la segunda mitad del siglo xv, y más exactamente, después de 1446, nace en Italia la embajada con carácter permanente. L a mayoría de los estados italianos de aquella época se apresuran a adoptar esta nueva institución. Fue también antes del año 1500 —como se verá más adelante— cuando las embajadas permanentes cruzaron los Alpes para instalarse en la Europa no italiana. Pero, limitándonos a los ejemplos proporcionados hasta ahora, hay que notar un rasgo común a esas embajadas permanentes; su establecimiento se llevó a cabo vía j a c t i , es decir, que no fueron creadas — c o n la notable excepción de la del Arcediano de V e r c e l l i — por u n acto formal de los gobiernos. Aquí debe señalarse u n hecho en la historia diplomática, que es el 42

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resultado de diversas e interesantes causas que en seguida se analizan. III.

Iglesia, estado y d i p l o m a c i a

permanente

E n la época en que los príncipes comenzaron a realizar la consolidación del estado nacional, se hizo necesaria l a introducción de embajadores residentes, innovación que dio al arte diplomático su significado actual. E n efecto, la embajada permanente se convirtió en una necesidad cuando el estado mismo, aprovechando los grandes cambios políticos del fin de la Edad Media —cuando las ideas universales del Imperio y del Papado eran abandonadas en política— asumió características de permanencia y de estabilidad, que antes eran inseparables de los conceptos medievales sobre el Impe¬ r i u m y sobre el S a c e r d o t i u m universales. E l estado nacional, como el fénix de la antigua leyenda, surgió de las cenizas de los dos grandes ideales de la época medieval. E l estado moderno aprovechó esta caída —que incluso aceleró— para sustituirse, en cierta medida, a las dos instituciones que habían dominado la estructura política de los siglos medievales. Fue necesario que el estado (cuya independencia y soberanía íntegras no podían encontrar apoyo en las teorías políticas de la Edad Media) sustituyera en alguna forma a las dos grandes instituciones en eclipse, para que adquiriera los caracteres de permanencia y de universalidad que hoy lo distinguen. Fue, pues, necesario que el estado medieval llegase a ser un "Imperio" y también, hasta cierto punto, una "Iglesia", 47

antes de poder alcanzar desde el punto de vista de la teoría política la soberanía y la independencia. L a "imperialización" y la "secularización" del estado medieval crearon al estado moderno permanente. Esta evolución política aparece ya, al declinar el Medievo, en los pequeños estados de Italia; Kantorowícz, por ejemplo, señala que las p o d e s t e r i a y l a embajada son instituciones que se desarrollan de manera paralela y casi simultánea en la Italia de fines de la Edad Media, en la misma forma como los manuales de los podestà y las colecciones de arengae de los em48

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bajadores son los primeros gérmenes de la literatura diplomática, que aparecen en el curso de la misma centuria. » 4

E L CONCEPTO de que el príncipe, para poder ser independiente y sustraerse, aun teóricamente, a la a u c t o r i t a s del Imperio, debe tomar en su reino el lugar reservado al emperador en el Imperio, está contenido en la célebre fórmula R e x est Im¬ p e r a t o r i n r e g n o s u o , que se encuentra en la literatura política como moneda corriente, a partir del siglo xiv. Esta frase, aunque utilizada primero en Francia en ese sentido, en la época de las desavenencias entre Felipe el Hermoso y Bonifacio V I I I » encuentra aplicación también en Italia. Bartolo de Sassoferrato, el comentador más grande del derecho romano en su época, admite que no sólo los príncipes, sino también los municipios italianos, pueden tener derechos i m periales si ya no reconocen, como era la tendencia política del momento, ninguna autoridad superior a la propia. L a ciudad que no obedece a ninguna autoridad superior, concluye Bartolo, es su propio príncipe: el pueblo que no tiene soberano es, en sí mismo, u n Imperio." Milán, donde han sido ya señalados los principios de la diplomacia permanente, era en el siglo xv una de las ciudades s u p e r i o r e m n o n recognoscentes.** Desde 1355, los d e c r e t a gen e r a d a de los duques milaneses tomaban el nombre de leges porque se les consideraba en teoría como iguales a los i m p e r i a l a decreta. Los edictos ducales llevaban la rúbrica H a c p e r p e t u a nostra l e g e s a n c i m u s , en la cual los soberanos milaneses dejaban entrever pretensiones "imperiales".^ E l carácter permanente o "eterno" del nuevo gobierno puede también derivarse de la fórmula que precedía a cada texto: en efecto, todos los actos legislativos de los Visconti se hacían ad p e r p e t u a m rei memoriam.™ Los duques de Milán asumieron muchas de las prerrogativas que antes se reservaban los emperadores, entre otras, la de legitimar a los hijos bastardos. Francisco Sforza, quien instituyó l a primera embajada permanente, dejó ver de manera indudable su concepción "imperial" del poder: en 1450, después de haber sido proclamado duque, se apresuró a notificar a todos los potentados italianos la buena nueva 55

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de su ascensión al poder, la noticia d e p a r t o M e d i o l a n e n s i imperio.™ Por otra parte, Sforza se hace ofrecer la corona por los comisarios del pueblo, c u m m e r o et m i x t o i m p e r i o et omním o d a s u p e r i o r i t a t e . . . et g l a d i i p o t e s t a d et r e g a l i i s . ? Es revelador también que durante los siglos xv y xvi coincide casi siempre la adopción oficial de la lengua nacional en las cancillerías, en lugar del latín, con la cristalización del estado nacional. » Aquí también es evidente la actividad de Sforza: mientras que las leyes y decretos de los Visconti, sus predecesores, se redactaban en latín, la gran mayoría de las cartas y actas legislativas del nuevo duque se publican en italiano. 5

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E L ESTADO ITALIANO del siglo xv no sólo había usurpado las características del Imperio, sino que, para consolida/ su propia estabilidad y su autoridad soberana, adoptó .ambién las fórmulas que evocaban la universalidad y la permanencia de la Iglesia. Aunque la reforma protestante aceleró más tarde este fenómeno (en los países nórdicos se encontrarán fórmulas tales como la de D u x C l e v i s est p a p a i n t e r r i t o r i o s u o , que intentan presentar el poder religioso del príncipe como herencia de l a autoridad papal), la corriente viene de más lejos. U n antecedente muy importante es el que nos ofrece precisamente un italiano, el emperador Federico II, quien creó durante el siglo x i n , en su reino de Sicilia, una administración según el cartabón de la C u r i a romana, y se dirigía a sus jueces como a s a c e r d o t e s iustitiae.™ Merced al neo-agustinismo político, existía en la sociedad medieval, sobre todo desde fines del siglo x i , una cierta confusión entre la iglesia y el estado, lo que permitió a ambas esferas un intercambio recíproco de títulos, de ceremonias y de fórmulas. 61

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Si se examinan las cartas de la cancillería milanesa, en lo relativo a fundaciones piadosas y donaciones hechas por los duques desde principios del siglo xv, así como en lo que respecta a los nombramientos de embajadores en la misma época, se encontrarán por doquiera fórmulas que repiten las de la cancillería pontificia. Juan Galeazzo Visconti otorga desde 1401 la carta de fundación de u n monasterio ex certa s c i e n t i a et d e p o t e s t a t i s p l e n i t u d i n e , es decir, con la plenitud

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de poder a la que tan sólo el Papa podía aspirar en la Edad M e d i a . Esta carta es autenticada c u m sigülo d u c a l i ex funícul o i n arcula p e n d e n t e , es decir, se trata de una verdadera "bula".*» Las actas redactadas siguiendo la ya indicada fórmula son muy numerosas. Se ve también que esos documentos llevan en el encabezado las palabras d u x o d o m i n u s M e d i o l a n i y que la fórmula m o t u p r o p r i o —también tomada de la diplomática pontificia— aparece desde 1413." Sforza mismo continúa haciendo inscribir en los documentos la frase nostra p l e n i t u d i n e potestatis,™ práctica que su hijo Ludovico el M o r o mantuvo hasta fines del siglo. Esta asunción de la idea de soberanía, cuyo símbolo es la imitación de fórmulas imperiales y papales, se presentaba, con cierta claridad, como se ha visto, en los Estados italianos del Q u t t r o c e n t o . L a idea orgánica del Estado, nos dice Solmi, aparece por primera vez en I t a l i a . E l proceso histórico de la vida nacional italiana ya había preparado esa creación desde el siglo anterior «s y l a palabra misma estado (stato) puede encontrarse en los documentos italianos del siglo xiv, y a partir de 1407, en Milán.» Por lo que respecta a la estabilidad del estado y al desarrollo de l a idea de la soberanía, surgió la necesidad de establecer relaciones permanentes entre los diversos estados, » causa de l a creación de las misiones diplomáticas modernas, cuya función será la de observar y la de tomar las medidas necesarias para garantizar a los estados la estabilidad e independencia que necesitaban. Y a desde el siglo x i v los defensores más ardientes del estado nacional, Felipe de Meziéres en su S o m n i u m V i r i d a r t i , proclamaban la necesidad urgente de las embajadas permanentes. 06

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Queda aún mucho por decir sobre la influencia que la iglesia ejerció en diversas formas sobre la diplomacia y sobre el establecimiento de las embajadas permanentes. N o podrá extremarse el carácter religioso que envolvió a la diplomacia medieval y a la de los primeros siglos de la era moderna; y hay también que llamar la atención sobre los F r o c u r a t o r e s i n R o m a n a n C u r i a m , agentes semidiplomáticos de los príncipes y de las corporaciones en la curia romana, que del siglo x m

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al xvi, pueden considerarse como los predecesores directos e inmediatos de los actuales embajadores permanentes. E l carácter religioso de la diplomacia es una herencia de la Antigüedad pagana, que perduró hasta el siglo x v n : lo retuvo en u n grado profundo, sobre todo durante la Edad M e d i a . Los tratados más importantes no sólo se concluyeron con la mediación de Papa y de Concilio, sino también el lugar mismo donde se reunían los embajadores, o donde el soberano recibía a los enviados, tenía que ser u n lugar consagrado por la religión. Los tratados solemnes se promulgaban en el coro iluminado de una catedral y un prelado auspiciaba las entrevistas de los embajadores. Los obispos presidían las embajadas más importantes, y se encargaban a un sacerdote, con el título de capellán, las ceremonias religiosas que se celebraban después de convenir en u n tratado.™ Antes y después de la discusión en torno de los diversos puntos del tratado, se hacían oraciones, se celebraba la misa, se comulgaba; después, los negociadores juraban sobre la cruz y el Evangelio la observancia fiel del tratado concluido. Para el cumplimiento de los actos más importantes de los contratantes se prefería también una festividad religiosa. L a iglesia, pues, influyó mucho en la diplomacia, y, puesto que esa actividad fue patrimonio del alto clero en el Medievo, no puede ser sorprendente el afirmar que la curia papal constituyó, en el curso de la Edad Media, la mejor y casi única escuela de aprendizaje de las funciones diplomáticas. L a curia papal, impregnada de los usos y procedimientos de l a cancillería imperial romana, había heredado buena parte de la experiencia diplomática del mundo antiguo. Gentile reconoce que el uso de los legados pontificios —copiado de los Legaü r o m a n o s — fue, a su vez, imitado por las cortes laicas de Europa.™ Los principios de la diplomacia moderna atestiguan todavía el empleo de miembros del clero en las misiones diplomáticas: a menudo las embajadas incluían, al lado de un personaje laico de categoría, a un obispo y un jurisconsulto. E n Francia, las gentes de iglesia parecen haber sido los preferidos de Luis X I ' las embajadas en donde no figuran son pocas al 7 1

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lado de aquellas que encabezan.*» Todavía en el siglo x v i los teóricos de las legaciones, en particular Ottavio Maggi en l a obra D e l e g a t o , publicada en 1596, insistían en que los embajadores conocieran las ciencias sagradas y aun —de ser posib l e — que fuesen teólogos esclarecidos.» IV. L o s P r o c u r a t o r e s i n R o m a n a m

Curiara

Dado el carácter religioso de l a diplomacia en la Edad M e d i a y la importancia de R o m a como escuela diplomática durante esa época, no extraña encontrar en la curia romana de los siglos x i i i y xiv prácticas y funciones que anuncian ya la institución de la diplomacia laica del siglo xv. Existían entonces en R o m a representantes jurídicos de los monarcas y de las órdenes religiosas, que defendían los intereses de sus señores frente a la administración pontificia. Esos representantes, llamados Procuradores, adquirieron u n carácter permanente al fin del siglo x m y principios del xiv 2 8

E L PRIMER PROCURADOR profesional de que tengamos noticia, y que residió por largo tiempo en la corte romana, fue Petrus de Assisi, quien, durante treinte y tres años, de 1241 a 1274, representó en R o m a los intereses de varias corporaciones religiosas, entre otros los del cabildo de l a catedral de Bamberg, los de la colegiata de Neumünster y, por fin, los del monasterio benedictino de Michelfeld, en Franconia. E n 1274 encontramos, también en la corte papal, a u n procurador del emperador Rodolfo de Habsburgo — O d o , Prior de San G u i dón de Espira—, con la misión de confirmar, en el nombre de su soberano, los privilegios otorgados a los sucesores de San Pedro por los emperadores germanos. Otro procurador imperial, el hermano menor Conrado, superior de los franciscanos en Alemania, llega un poco más tarde a R o m a con otra misión de R o d o l f o . 83

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Pero no encontramos al primer procurador de un príncipe que goce de cargo permanente ante la corte papal, hasta después de 1276. E n este año, el rey de Sicilia, Carlos de Anjou, cuya política era muy cercana a la del papado, nombró a Petrus de Latyera, canónigo de Tours, para que lo represen-

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tara ante la curia romana de manera permanente. Petras de Latyera se quedó en R o m a hasta l a fecha de la muerte de su soberano, o sea hasta i28 . « Otros reyes sicilianos sucesores de Carlos de Anjou, imitaron probablemente esta costumbre, pues más tarde el rey Federico habló sobre ello y, por otra parte, los papas Celestino V y Bonifacio V I I I estuvieron en contacto también con procuradores sicilianos. Por último, Pedro el Grande, rey de Aragón, contó, alrededor del año de 1280, con un procurador en la curia romana; después de 1290, los reyes aragoneses siempre mantuvieron p r o c u r a t o res en l a corte papal. E n dos ocasiones, antes de concluir el siglo XIII, se encuentran otros procuradores aragoneses en Roma; y de esa fecha en adelante el cargo se mantuvo hasta el siglo x i v . Según Calisse, i la aparición de estos nuevos funcionarios coincide con una nueva etapa de la historia del derecho italiano, preludio ya del Renacimiento, que ellos mismos quizás determinaron. Los esfuerzos por dar u n carácter permanente a esos representantes se inician con el siglo x n i , pero no se comprueba una cierta continuidad en el ejercicio de ese cargo hasta fines de ese siglo y principios del siguiente^ Los Procuradores i n R o m a n a n C u r i a m eran, como su nombre mismo lo indica, representantes jurídicos, cuyas actividades se regían, más o menos, por los principios del mandato y cuyos poderes eran muy amplios. Fincke estima que los problemas suscitados por la recaudación del diezmo eclesiástico fueron causa decisiva en su creación. E n todo caso, se trata de agentes de negocios, encargados por los príncipes de vigilar la expedición de bulas y dispensas, y de desempeñar todos los encargos propios de una cancillería; eran nombrados cerca de la curia romana ad i m p e t r a n d u m et c o n t r a d i c e n d u m S * E n el líber d e s t a t u C u r i a e R o m a n a e , de Enrique el Poeta, se puede ver a estos procuradores actuando en múltiples ocasiones, siempre en nombre de sus señores, en relación con negocios ordinarios de la cancillería pontificia. Pero a veces se ocuparon también de asuntos de mayor importancia: se les puede ver colaborar con los embajadores extraordinarios. E n el caso particular de los procuradores aragoneses, sobre los que 5

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hay información más amplia, es difícil separar la actividad del procurador de la del embajador que llega a Roma con una misión especial. E l procurador es un mandatario c u m l i b e r a , es decir, que se ocupa de los asuntos de su señor y los resuelve según su propio criterio. Numerosas constituciones papales, que se hallan en las Reglas de la Cancillería pontificia, regían minuciosamente la actividad de los p r o c u r a t o r e s ; la primera de estas constituciones data del pontificado de Juan X X I I . Es verdad que esos reglamentos no distinguen entre los procuradores de los príncipes, los de las órdenes religiosas y los de personas privadas, pero, por otra parte, tampoco se hace un distingo en el l i b e r c e n s u u m de la iglesia, entre sujetos de derecho público y sujetos de derecho privado. Ahí aparecen inscritos los vasallos del Papado, los monasterios y las abadías, al lado de reinos de principados y de señoríos. 98

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Los p r o c u r a t o r e s , según las prescripciones de la cancillería, debían ser juristas ™ familiarizados con el estilo de la c u r i a . i Estaban obligados a prestar juramento de lealtad a quienes representan comparecer personalmente ante los tribunales; tenían u n salario f i j o y sus costumbres debían de ser irreprochables. Las sanciones que podían serles aplicadas, en caso de mala conducta, podían llegar hasta la excomunión. Por otra parte, los procuradores gozaban, según Maulde l a Claviére, de privilegios diplomáticos; y su presencia en l a corte papal era tan familiar que, a partir del pontificado de Inocencio III, sus nombres se inscribían al dorso del original de las bulas destinadas a sus príncipes. 1

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E N EL CURSO DEL SIGLO XIV, además de los p r o c u r a t o r e s aragoneses y quizás de los procuradores sicilianos, comienzan a verse en R o m a a los p r o c u r a t o r e s de las órdenes germánicas, y el papa Juan X X I I recibe, entre 1316 y 1344, a un procurador de! rey de M a l l o r c a . H a y suficientes datos sobre las actividades en la curia papal de otro procurador, Cristóforo da Piacenza, representante del marqués de Mantua, gracias a las observaciones políticas que dejó en su correspondencia, de la cual se conservan veintidós cartas. " Se encuentran todavía 109

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en la corte papal, en los siglos xiv y xv, a otros p r o c u r a t o r e s españoles, portugueses, borgoñones y hasta daneses." Los p r o c u r a t o r e s eran incluidos entre los o f i c i a l e s c u r i a e a principios del siglo x v , " y fueron de nuevo mencionados en el breve P a s t o r A e t e r n u s del papa Pío I I . " E n 1486, Johan Sherwood, obispo de Durham, y H u g h Spaldyng, aparecen como procuradores, nuncios y oradores de Enrique V I I de Inglaterra en la curia p o n t i f i c i a . " Los procuradores de Margarita de Austria le envían en 1513 informes diplomáticos," y a principios del mismo siglo, Roberto Guibet, cardenal-obispo de Nantes, es también "Ambassadeur et procu¬ reur du roy [de Francia] en Cour de R o m e " . " Este cardenal de Nantes nos ofrece un ejemplo patente de un enviado con el doble carácter de procurador y embajador: las dos funciones se han aproximado ya mucho. A l respecto, debe recordarse que antes de terminar la Edad Media algunos reyes mantenían otros procuradores en varias ciudades: así, desde 1316, se ve a un procurador del rey de Mallorca en la corte de los últimos Capelos, y a otro del rey aragonés en la corte de Perpiñán."» En la época en que aparecen las embajadas permanentes se ven también procuradores con mandatos muy amplios que son al mismo tiempo embajadores, tales como Niccolo Mateo Guarna, procurador de Renato de A n j o u cerca de Francesco Sforza; Piero Cotta, enviado por F i l i p p o Maria Visconti al marqués de Este; y Galeotto degli Angensi y Nicodemo dei T r i n c a d i n i , quienes negociaron a nombre de Sforza con el papa Eugenio I V una liga política y cuestiones relativas a la paz. » De hecho, en Milán, entre 1430 y 1443 —para no dar sino u n ejemplo— se encuentran no menos de cinco embajadores que en los documentos oficiales ostentan también el título de Procuratores.™ E l Arcediano de Vercelli, quien ha sido señalado como el primer embajador cuyas cartas credenciales dan un carácter permanente a su misión, era al mismo tiempo que a m b a x i a t o r , procurador. Procurador y embajador, procurador y n u n c i o , procurador y orador, son títulos que habían llegado a ser sinónimos. 2

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Las

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mismas fórmulas romanas del mandato servían, a fines

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del Medievo, para acreditar a los procuradores y a los embajadores; sus soberanos les daban, además, p l e n a m ac l i b e rara p o t e s t a t e m , ^ m a n d a t u m p l e n u m , p l e n i u s e t p l e n i s s i m u m , como lo dice con elocuencia un documento oficial milanés del siglo x v ^ . Hay que recordar, sin embargo, que no debe confundirse a estos procuradores romanos —aunque se aproximen mucho a los embajadores de la Edad M e d i a — con los embajadores modernos. Entre estas dos categorías hay una diferencia fundamental: los P r o c u r a t o r e s i n R o m a n a m C u r i a m eran mandatarios, mientras que los embajadores de hoy, estrictamente hablando, no lo son. Y aunque se ocuparan a veces de asuntos de política, los procuradores eran, ante todo, abogados para los asuntos jurídicos de sus príncipes, y no se dedicaban por completo, como los embajadores modernos, a las labores diplomáticas. Pero, en todo caso hay que insistir en el hecho de que deben considerarse estos p r o c u r a t o r e s permanentes en la curia romana como predecesores inmediatos y directos del nuevo tipo de embajador que surge a mediados del siglo xv. 1 2 3

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V. E l A u g e d e la E m b a j a d a

Permanente

Las primeras embajadas permanentes que aparecen más allá de los Alpes fueron, naturalmente, las misiones que los principados y las repúblicas italianas — e n donde esta institución había nacido— enviaron a las cortes más importantes del Norte. Francisco Sforza no fue tan sólo el fundador de la primera embajada permanente en Italia, sino que lo fue asimismo de la primera que se creó fuera de la península. Envió, en 1460, cerca del futuro Luis X I , a Próspero Camogli (o de Camulis), quien permaneció en Francia u n año únicamente, pero cuya misión fue seguida inmediatamente por las de Jacopo d i Pavia (1461-1463) y Alberigo Maletta (1463-1465). A partir de entonces esa misión se hizo permanente, aunque, como en el caso de Nicodemo de Pontremoli, no se encuentra en ninguno de los documentos oficiales una consagración formal de esta nueva característica. Dados los lazos estrechos que unían a Sforza con Cosme de Médicis, es natural 126

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que la primera embajada milanesa permanente en Francia fuera seguida, al poco tiempo, por la primera embajada florentina, sea la de Francesco Nasi en 1474, o, en 1497, Gianbattista R i d o l f i . L a corte francesa, como punto central de atracción de la diplomacia italiana, se encuentra en esa época en una posición privilegiada: Venecia establece también en París, en 1479, una embajada permanente — s u primera embajada permanente fuera de Italia, si se omite la embajada de Bernardo Bembo en Dijon, en 1471—«o y unos años más tarde Venecia crea también misiones semejantes en la corte i m p e r i a l * y cerca del rey de Inglaterra. 128

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E l papado era la única gran potencia italiana que todavía a fines del siglo xv carecía de embajadores permanentes. Los legados de la Edad Media tenían todos facultades temporales, exceptuando los l e g a d n a t i —como el arzobispo de Canter¬ bury en Inglaterra—, y su función los hacía intermediarios entre el Papa y la Iglesia nacional, pero un intermediario en asuntos fundamentalmente de índole eclesiástica. Fue el papa León X , es decir, u n Médicis, quien, en 1513, estableció la representación permanente del Papado en las cortes extranjeras, creando la nunciatura, y nombrando a los primeros nuncios en la corte imperial, en Francia y en Inglaterra. 138

L A EMBAJADA PERMANENTE, nacida en Italia, comenzó a difundirse en el resto de Europa durante la época de Fernando el Católico, monarca cuyo talento diplomático es bien conocido; y es precisamente u n o r a t o r r e s i d e n s español en París, Alfonso de Silva, el primer embajador permanente no italiano. Silva, nombrado para ese puesto en 1464, no tuvo un sucesor inmediato. L a embajada española en Londres adquirió un carácter permanente innegable con Rodrigo González de Puebla, embajador de los Reyes Católicos ante l a corte inglesa desde 1487 o desde principios de 1488, y hasta i o 8 , 5 el primero de una larga lista de enviados españoles en Londres. Esa misión es aún hoy la más antigua en la historia de la diplomacia permanente. 134

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Aun

cuando algunos escritores creyeran que el emperador,

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en virtud de su dignidad ecuménica, no podía enviar embajadores permanentes,^ los Habsburgos se ingeniaron para acreditarlos en su calidad de reyes de Hungría y de Bohemia. A partir de 1493 se encuentran en Inglaterra embajadores permanentes del emperador M a x i m i l i a n o , seguidos al poco tiempo por otros representantes permanentes de la corte de V i e n a en Francia, España, Turquía y la República de Venecia. » Los reyes de Francia enviaron su primer embajador permanente a Escocia entre 1498 y 1516; pero los de Inglaterra se esperaron hasta el siguiente siglo para crear su primera embajada permanente en España, cuyo primer titular fue, en 1509, Thomas S p i n e l l y . Los países del Norte y del Este de Europa, así como los principados alemanes, comenzaron a enviar representantes permanentes en el siglo x v i i . " Después de los tratados de Westfalia, indica Martens, la diplomacia europea adopta definitivamente la institución de las embajadas permanentes. A pesar de su aceptación general en Europa, algunos soberanos no consintieron en la introducción de embajadores permanentes sino después de muchas vacilaciones. N i Enrique I V de Francia, n i Enrique V I I de Inglaterra los recibieron. E n el siglo x v i i i Polonia quiso despedirlos a todos, y los Estados Generales holandeses alegaron que eran inútiles. Algunos habían interpretado l a aceptación de embajadores como una muestra de d e b i l i d a d . . E l Turco, quien consideraba el envío de embajadores como un homenaje, no deseaba enviar representantes permanentes a ninguna p a r t e . 138

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L a nueva escuela de la diplomacia creó una clase profesional, como lo habían hecho los procuradores romanos, una nueva clase de funcionarios públicos, destinados a representar a su país en el extranjero. Aunque la carrera diplomática comenzó a fines de la Edad Media en las repúblicas italianas — y lo prueban los nombres de Petrarca, Guicciardini y M a quiavelo—, las funciones diplomáticas no fueron reservadas a una clase realmente profesional antes de los siglos xv y x v i . E l embajador medieval era u n ciudadano cualquiera, carente de una destreza especial. L a d i p l o m a z i a d i m e s t i e r e nace en 1 4 7

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Italia y se desarrolla poco a poco, con la consolidación de las comunas. E l hecho de que un embajador permanente tuviera que alejarse de su ciudad de origen por un período más o menos largo, ejerció influencia decisiva en la formación de l a nueva clase profesional. Los embajadores, dice Guicciardini, deben ser profesionales, pues así se apartarán poco a poco de las gentes de iglesia y terminará por existir una nueva clase laica de diplomáticos. Fue así corno los juristas sustituyeron gradualmente a los eclesiásticos en los puestos diplomáticos. Desde el siglo xiv las ciudades italianas los empleaban ya para misiones de ese género. Casi todos los grandes profesores de derecho de los siglos x i v y xv, nos informa Nys, intervinieron en negociaciones diplomáticas. Los mejores juristas de Milán fueron utilizados como embajadores en tiempos de Francisco Sforza. U n a de las características de la diplomacia moderna —dice M o w a t — es su carácter seglar. Hay otra diferencia muy marcada, que apenas esbozaré, entre los embajadores extraordinarios medievales y los permanentes modernos. Aquéllos eran enviados a cortes extranjeras con fines muy precisos y limitados. Su misión estaba siempre muy bien determinada, como puede comprobarse todavía a principios del siglo x v i en las instrucciones que los últimos Visconti daban a sus enviados. Schaube clasifica las misiones diplomáticas, antes de la introducción de la embajada permanente, en embajadas de cortesía (Hdflichkeitsgesandtschaft e n ) , embajadas de negociaciones ( V e r h a n d e l n g e s a n d t s c h a f t e n ) y embajadas para aclaraciones (Aufklarungsgesandtschaften), mientras que añade, las embajadas permanentes se encargan a la vez de estas tres funciones y de otras, entre las cuales una de las más importantes es la de informar en general. Los embajadores permanentes tienen poderes discrecionales más extensos que los de los antiguos embajadores. Deben ver todo, informar sobre todo, ocuparse de casi todo. Y a la correspondencia de Nicodemo de Pontremoli deja vislumbrar la actividad muy compleja y variada del embajador permanente- el enviado milanés en Florencia informa a su señor de los asuntos más diversos en el orden político o financiero aun 148

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sobre aquellos que podían tener para Sforza u n interés personal. Todos los embajadores milaneses acreditados ante L u i s X I , nos dice Mandrot, eran observadores muy finos y seguros: transmitían a su gobierno cuanto escuchaban. N o debe olvidarse que en aquella época los informes de los embajadores comenzaban a ser para diversos gobiernos l a única fuente de información extranjera, y que solían originar toda una política internacional. Por último, hay que recordar que el nombramiento de estos nuevos embajadores fue u n privilegio celosamente guardado por el poder central del Estado. Luis X I negó a sus vasallos, grandes y pequeños, el derecho de enviarlos, y el emperador Maximiliano trató de imponer la misma política, con mucho menos éxito. T o d a pluralidad de gobiernos y de representaciones deben evitarse, nos dice ya en el siglo x i v Marsilis de Padua, uno de los creadores del estado laico moderno. L a nueva diplomacia fue, pues, una consecuencia lógica, natural y necesaria de los cambios sufridos a fines de l a Edad M e d i a en l a esfera de l a política que, a su vez, empezaba a reflejar una nueva concepción del Estado. 135

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NOTAS

1 H i s t o i r e des g r a n d s p r i n c i p e s d u d r o i t des gens (París, 1933), 7 8 . 2 V . SERGUIEV: " L a diplomatie dans l'antiquité", en V . POTIEMKINE, H i s t o i r e de la D i p l o m a t i e , I (Paris, 1947), 12, 13, 16 ss., 2 6 . G . STUART: "Le Droit et la pratique diplomatiques et consulaires", en R . C . A . D . I . , 4 8 ; 2 (1934), 4 6 3 , p a s s i m . 3 SERGUIEV, 3 0 . STUART, 4 6 6 , 4 6 7 . R . G E N Ê T :

Traité

de

Diplomatie

e t de D r o i t D i p l o m a t i q u e , I (Paris, 1931), 18. 4 F. DE GINGINS L A SARRA:

(Paris, al x v i 5 6 liturgie,

Dépêches

des

ambassadeurs

milanais,

I

1858), 6. A . R E U M O N T : D e i l a d i p l o m a z i a i t a l i a n a d a l secuto xiü (Florencia, 1857), 6. D e i u r e b e l l i a c p a c i s , II, xvn, 3 , n. 2. J . PARGOIRE, en el D i c t i o n n a i r e d'archéologie chrétienne e t de I

(1907), 2 3 5 9 .

T D A C L , 2 5 4 0 ; Cf. las N o v e l l a e , VI, 2 ; VI, 3; y CXIII, 2 3 , de JUSTINIANO, y el C o d e x , I, 3 , D e e p i s c o p i s et c l e r i c i s , 4 2 . A. LÖHREN: Beiträge z u r G e s c h i c h t e des g e s a n d t s c h a f t l i c h e n V e r k e h r s i m M i t t e l a l t e r (Heiidelberg, 1884), 106. 8 STUART: o p . c i t . , 4 6 8 . Hay también apocrisiarios de los monaste-

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L u i s WECKMANN

ago

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rios. (DACL. 254g); y LÖHREN: l o c . c i t . , habla de apocrisiarios al servicio del arzobispo de Ravena. Cf., en general, LUXARDO: DOS v o r d e k r e t a l i s c h e G e s a n d t s c h a f t s r e c h t der Päpste (Innsbruck, 1878) . 8 QUESNEL se inclina por aceptar esta fecha y agrega: n o v a res, nec a n t e r i o r i b u s E c c l e s i a e R o m a n a e p o n t i f i c i b u s u s u r p a t a ("De vita et de rebus gestis S. Leonis Magni", en MIGNE: P a t r o l o g i a L a t i n a , L V , 2 8 5 B ad a. 4 5 3 , n. 4 ) . HINSCHIUS comparte esa opinión (Kirchenrecht, I, 5 0 1 ) . Hincimar de Reims hace remontar los inicios de los apocrisiarios pontificios al siglo ix, y atribuye su paternidad a Constantino ("De ordine palatii", en MICNE: P . L . , C X X V , 9 9 8 D). Los Ballerini, por su parte, datan su creación en el año de la reconquista de Roma por Belisario ("Ballerinorum annotationes", a QUESNEL, l o e . c i t . ) . M D A C L , 2543. 11 DUCANCE, G l o s s a r i u m , sub "Apocrisarius" (p. 317). D A C L , 2546. 12 O p . c i t . , 9 9 8 D. 13

O p . c i t . , 317.

14 D A C L , 2548. 15 P . HINSCHIUS: D a s K i r c h e n r e c h t der K a t h o l i k e n u n d P r o t e s t a n t e n i n D e u t s c h l a n d , I (Berlin, 1869), 5 0 2 . Sobre los apocrisiarios en general, véase el volumen VII, pp. 4 8 - 5 9 , 8g ss. y 114 SÍ., de G . AUDISIO: D i p l o m a zia E c c l e s i a s t i c a (Roma, 1684). L . THOMASSIN crea una confusión entre apocrisiarios y legados ordinarios ( A n c i e n n e e t n o u v e l l e d i s c i p l i n e de l'Église, vol. II, i, c. 2 , n. 14; p. 147). 16 SERGUIEV: o p . c i t . , 126. LÖHREN: " A n einen ständische Gesandtschaft in unserm Sinne, des päpstlichen Nuntien vergleichbar kann dabei keineswegs gedacht werden" { p p . c i t . , 107). IT Cf. L. W E C K M A N N : E l p e n s a m i e n t o político m e d i e v a l y las bases p a r a u n n u e v o derecho i n t e r n a c i o n a l (México, 1950, pp. 98-113). 18 P . 1899),

PRADIER-FODÉRE:

Cours

de

Droit

Diplomatique,

I

(Paris,

11.

19 O . KRAUSKE: D i e E n t w i c k l u n g der ständigen D i p l o m a t i e (Leipzig, 1885), 147. A. PIEPER: Z u r E n t s t e h u n g s g e s c h i c h t e der ständigen N u n t i a t u r e n (Friburgo, 1894), 1. Reumont atribuye a Venecia un papel de primera importancia en el establecimiento de estas embajadas. ( D e l l a d i p l o m a z i a i t a l i a n a d a l secolo x i i i a l x v i . Florencia, 1857, 5-6.) 20 Sobre el panorama politico de Italia en esta época, cf. B. BUSER: D i e B r e z i e h u n g e n der M e d i c e e r z u F r a n k r e i c h , 1 4 3 4 - 1 4 9 4 (Leipzig, 1 8 7 9 , 26-77). 21 S.

KOSMINSKI, en

V . POTIEMKINE, op.

cit.,

I,

145; R.

B.

MOWAT:

A H i s t o r y of E u r o p e a n D i p l o m a c y , 1451-1789 (Londres, 1928), 4 . Los gobiernos italianos (del siglo xv), dice Lavisse, confiaban más en su diplomacia que en sus fuerzas militares ( H i s t . Générale, IV, 4 ) . Los intereses comerciales, naturalmente, no fueron extraños a esta creación (R. N U M E L I N : Les O r i g i n e s de la D i p l o m a t i e , Paris, 1942, 255). 22 Villari nos dice que es necesario buscar en Milán la primera trans-

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1-2

LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS PERMANENTES

291

formación de la comunidad italiana en un estado moderno. ( N i c c o l o M a c h i a v e l l i e i s u o i t e m p i , I, Florencia, 1877, 30.) 23 Ady ha hecho notar que en las Capitulaciones de 1450, dos capítulos dejan entrever al príncipe t e r r i t o r i a l (A H i s t o r y of M i l a n , Londres, 1907, 80). El documento por el que los milaneses ofrecen la soberanía a Sforza puede verse en M . FORMENTINI: // D u c a t o d i M i l a n o : s t u d i s t o r i c i d o c u m e n t a t i , Milán, 1877, 70-71. Sobre la organización del estado milanés llevada a cabo por Sforza, cf. L a S t o r i a d e l l e s i g n o r i e i t a l i a n e (1130-1350), de Cipolla (Milán, 1881), . J. Luchaire ha observado cómo se encuentran ciertos rasgos distintivos en la diplomacia de Sforza, que alejan a Milán de la Edad Media clásica. ( L e s sociétés i t a l i e n n e s d u x i i i a u xv siècle. París, 1933, 101.) 24 ADY, o p . c i t . , 8 9 , quien repite la opinion de GAILLARD, en su H i s t o i r e de François 1er. 4 4 I

25 KOSMINSKI: op.

cit.,

2« CIPOLLA: op. cit.,

147.

456.

27 F. LANDOGNA: L a P o l i t i c a d e i V i s c o n t i i n T o s c a n a

(Milán, 1929),

121.

28 e. M . A D Y : "Florence and Northern Italy, 1414-1492", en la C a m b r i d g e M e d i o e v a l H i s t o r y , VIII (1936), 214-215. Véase un elogio de Sforza, hecho por sus contemporáneos, en GAGNOLA: S t o r i a d i M i l a n o ( A r c h i v i o s t o r i c o i t a l i a n o , III, 1842), 174-175¬ 29 ADY: H i s t o r y of M i l a n , 19, 4 0 . L a amistad entre Sforza y los Médicis fue la base de la paz y la seguridad de sus respectivos estados (MAGNANI: R e l a z i o n e p r i v a t e t r a la c o r t e s f o r z e s c a e Casa M e d i c i , 1 4 5 0 i o o . Milán, 1910, 3 ) . SISMONDI analiza en su H i s t o i r e des républiques i t a l i e n n e s a u M o y e n Âge (IX, Paris, 1826) las razones que fundaron esta alianza (375 SÍ.). Véase también E. RUBIERI: F r a n c e s c o P r i m o S f o r z a , II (Florencia, 1879), 8 2 7 . 30 J . D . H I L L : A H i s t o r y of D i p l o m a c y i n t h e I n t e r n a t i o n a l D e v e l o p m e n t of E u r o p e , II (Nueva York, 1906), 154. 31 A . SCHAUBE: "Zur Entstehungsgeschichte der ständigen Gesandtschaften", en M i t t e i l u n g e n des I n s t t i t u t s für österreischische Geschichtsf o r s c h u n g , X (1889), 5 1 1 . 5

32 KRAUSKE: op. 33 En

1451

y en

cit.,

SCHAUBE:

31.

1455:

SCHAUBE:

loc. loc.

cit. cit.

En

1458 se

encuentra

en

Roma a un cierto Otto Caretti como embajador de Sforza ( i b i d , 517). 34 D e rebus g e s t i s F r a n c i s c i I S f o r t i a e , en MURATORI: R e r u m r u m s c r i p t o r e s , X X I (1732) , 7 0 2 IX

italica-

35 E c o n o m i e P o l i t i q u e d u M o y e n Âge, I (París, 1859), 180. Sobre los designios políticos de Sforza en Genova, cf. A . SORBELLI: F. S f o r z a a G e n o v a (Boloña de Francia, 1901), 38-53. 36 SCHAUBE:

op.

cit.,

mazia n e lQuattrocento

518.

E.

D U P R É THESSEIDER: L'arte

della

(Como, 1945), 9 6 . PIEPER: o p . c i t . , 1, n.

diplo-

FI

L u i s WBCKMANN

292

1-2

37 Los embajadores florentinos se presentaron en Milán con pequeños intervalos.

SCHAUBE: op.

cit.,

HILL:

515.

op.

cit.,

154.

38 MALIPIERO: A n n a l i v e n e t i , en A . s . i . , VII (1843),

206.

39 MALIPIERO, 2 3 8 .

40 Las relaciones entre Venecia y Bizancio datan del siglo vi. CHET:

La

diplomatie

vénitienne

(París,

1862), 20 s.

C£.

BAS-

KOSMINSKI:

op.

c i t . , 150 s. 41 V . SERGUIEV, en POTIEMKINE:

op.

cit.,

I, 86. Cf. E. N Y S : "Le

com-

mencement de la diplomatie et le droit d'ambassade jusqu'à Grotius", en Révue de D r o i t I n t e r n a t i o n a l et de Législation Comparée, X V (1883), I> 579¬ 42 KOSMINSKI: o p . c i t . , i i . Estas representaciones 5

determinadas por

las

circunstancias.

BASCHET:

op.

cit.,

temporales eran 300.

HILL:

op.

c i t . , 153. 43 KRAUSKE:

op.

cit.,

45-46.

BASCHET:

op.

cit.,

215.

W . A . PHILLIPS:

art. "Diplomacy", en la E n c y c l o p a e d i a B r i t a n n i c a , 11? ed., VIII, 2 9 7 . 44 KRAUSKE: o p . c i t . , 147: "Die ständigen Gesandtschaften stammen aus des italienischen Staaten, vorzüglich aus Venedig wo sich die Praxis im Xv. Jahrhundert vollständig entwickelt hat." 45 . . . "et secundum casuum ocurrentium montantum spiritualium et ecclesiasticorum sed etiam secularium et temporalium". E l documento se encuentra en la s e z i o n e t e r z a del Archivo del Estado, en T u r i n (N. BIANCHI: L e m a t e r i e p o l i t i c h e r e l a t i v e a l l ' e s t e r o d e g l i a r c h i v i d i s t a t o p i e m o n t e s e , Boloña-Modena, 1876, 28-30). Se trata de un caso aislado en la diplomacia saboyarda. (CARUTTI: S t o r i a d e l l a d i p l o m a z i a d e l l a casa d i S a v o i a . Turin, 1875, 408.) 46 SCHAUBE: op.

cit.,

517.

47 L . W E C K M A N N : " E s t a d o CXL (Mexico, marzo de 1940). 17

48 Cf. L . W E C K M A N N : y 18. 49 E.

H.

medieval y Estado moderno", en J U S ,

E l pensamiento

KANTOROWICZ y G . L.

politico

HASKINS:

"A

medieval,

capítulos

diplomatie mission

of

Francis Accursius and his Oration before Pope Nicholas III", en T h e E n g l i s h H i s t o r i c a l R e v i e w , 58 (1943), 429, 430. Lo que caracteriza, sobre todo, al siglo xiv, dice Burckhardt, son los esfuerzos de los c o n d o t t i e r i por alcanzar la soberanía independiente ( L a c i v i l i s a t i o n en I t a l i e a u t e m p s de l a R e n a i s s a n c e , I, Paris, 1906, 18). 50 L . W E C K M A N N : P e n s a m i e n t o

p o l i t i c o m e d i e v a l , 182.

51 C i v i t a s s u p e r i o r e m de f a c t o n o n recognoscens... est s i b i p r i n c e p s : ad D i g . V e t . , IV, 4, 3 ; ad. L . 4 D i g . 5 0 , 9, n. 7. Estas teorías tuvieron influencia decisiva en la doctrina de Salutati. Véase, en particular, el T r a c t a t u s de T y r a n n o , II, 10; II, 14 (Ed. E. Ercole, en Q u e l l e n der R e c h t s p h i l o s o p h i e , I. Berlín, 1914, XXVIII, X X I X . Cf. también las pp. 3 2 , 63 ss.). 52 A. SOLMI: S t o r i a d e l d i r i t t o i t a l i a n o

(Milán, 1930),

423.

FI

1-2

LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS PERMANENTES

293

53 E. BESTA: L e g i s l a z i o n e e S c i e n z a G i u r i d i c a d e l l a c a d u t a d e l l ' I m p e r o R o m a n o al secolo x v i , Parte 2 (Milán, 1925), 7 6 0 . 54 Cf. A n t i q u a d u c u m M e d i o l a n e n s i u m d e c r e t a (Milán, 1564), y BESTA: o p . c i t . , 761. 55 G . P. BOGNETTI: "Registro di decreti della Cancelleria di Filippo Ma. Visconti", en A r c h . s t o r . l o m b . , 5 4 ( t 2 7 ) , nurns. 5 7 (1442), 8 0 , 7 1 , 9

156-159

(1443), 1 9 1 , 192, 2 0 3 (1444),

etc..

56 SIMONETTA: D e rebus g e s t i s F r . I S f o r t i a e , en Muratori, Rer. ital., ser X X I , 602. Cf. A . COLOMBO: "L'ingreso di Fr. Sforza in Milano e L'inizio di un nuovo principati", en A r c h . s t o r . l o m b . , scr. 4 , IV (1905), 46.

5T LOMBO: 68 59 eo

A r c h i v i o c i v i l e s t o r i c o d i M i l a n o , D i c a s t e r i , cart. 4 , etc. ap. C O o p . c i t . , Apénd. III, 8 3 ; y Apénd. VII, 9 9 . H . K O H N : T h e I d e a , of N a t i o n a l i s m (Nueva York, 1944), 130. Cf. C. MoRBio (ed.) , C o d i c e v i s c o n t e o - s f o r z e s c o (Milán, 1846). E. H . KANTOROWICZ: F r i e d r i c h der Z w e i t e (Berlín, 1929).

61 Cf. H . X . ARQUILLIERE: L ' A u g u s t i n i s m e

Politique

(Paris,

1934).

« 2 Schramm ha demostrado que la i m i t a t i o s a c e r d o t i i del poder secular y la i m i t a t i o i m p e r i i del papado, deben ser colocadas entre las ideas directrices de la teoría política medieval: "Regnum und Sacerdotium im Austausch ihrer Vorrechte", en S t u d i g r e g o r i a n i , r a e . d a G . Zi. B o r i n o , III (Roma, 1947), 4 0 3 - 4 5 7 .

63 C o d i c e vìsconteo-sforzesco, núm. V i l i (1401), p. 2 5 . La fórmula e x - c e r t a s c i e n t i a , etc., se encuentra en los números IX (1401), pp. 2 6 , 31;

XII

(1406), p. 4 1 ; X I V

( 1 4 0 6 ) , p. 4 9 ; X L I I

(1410);

CXXV

(1441),

p. 3 0 5 ; C X L V l ' (1450) , p. 3 4 0 ; y también en L . Osio: D o c u m e n t i d i p l o m a t i c i t r a t t i d a g l i a r c h i v i m i l a n e s i , vol. III (Milán, 1872), núms. 192 ( H S 9 } > !93 ('439), 1 9 (i439)> 2 2 4 (i440> 2 (!443)> etc. 64 C o d i c e v i s c o n t e o - s f o r z e s c o , núm. LI (1413), p. 154. 65 I b i d . , núm. 62 (1452), p. 3 4 7 . 6

« 6 I b i d . , núm. C C C X V I 67 O p . C i t . , 6 5 7 . 68 LANDOGNA.

6

0

(1497), p. 5 1 7 .

O p . C i t . , 3.

«9 C o d i c e v i s c o n t e o - s f o r z e s c o , núm. XXIII (1407), p. 6 6 . SOLMI ( o p . c i t . , 6 5 2 , n. 1) habla de un decreto de Ludovico el Moro en donde se puede leer: ...per c o n s e r v a r e i n b u o n a q u i e t e et traquilità li s u d d i t i d i q u e s t o suo s t a l o . 70 v . MENZEL: D e u t s c h e s G e s a n d t c h a f s t s w e s e n i m M i t t e l a l t e r (Hanover,

1892), 2 1 0 . Cf. H E F F T E R - G E F F K E N :

Das Europäische

Völkerrecht

der

G e g e n w a r t (1882), 4 5 . 71 E . N Y S : Les O r i g i n e s d u D r o i t I n t e r n a t i o n a l (Bruselas-París, 1891), 321. 72 FUSTEL DE COULANGES:

La cité

antique,

194, 2 4 8 , 2 4 9 .

F . FUNCK-

BRENTANO: " L e caractère réligieux de la diplomatie du Moyen Äge", en la Révue d ' h i s t o i r e d i p l o m a t i q u e , I (1887), 115.

FI 1-2

L u i s WECKMANN

294 73 F U N C K - B R E N T A N O :

op. cit.,,

115, 116, 117.

I d . , 118. 75 G . Aumsio: D i p l o m a z i a e c c l e s i a s t i c a (Roma, 1864), 126. F. CICCAGLIONE: M a n u a l e d i s t o r i a d e l d i r i t t o i t a l i a n o , II (Milán, 1901), 3 1 1 . 76 e . CALVO: L e D r o i t I n t e r n a t i o n a l théorique e t p r a t i q u e , I (1880), 74

455¬

77 B. L . ION M A C K A V : 1

Die moderne

(Francfort,

Diplomatie

19Ì5)»

3> 35¬

78 D e l e g a i i o n i b u s (Hano\er, 1596), 5^79 E . N Y S : o p . c i t . , 22^.

%

3

so A. D E C E R E : rique,

' L O U I S X I et ses Ambassadeurs , en la Revue

154 (1927), 11.

Histo-

Cf. también KRAUSKE: op. cit., 55.^ ^

81 N e c e s s a r m m p u t a m u s esse s c i e n t i a m s a c r a r u m , d i v i n a r u m q u e ter a r u m . . . l e g a t u m v o l u m u s i n p r i m i s d i v i n a e scientiae l a u d e m a d e p t u m (Venecia, 1566), f. 31 v ° , f. 32.

Inesse

82 H . FINCKE se inclina por el principio del siglo xiv ( A c t a A r a g o n e n s i a , , I, Leipzig, 1908, p. cxxv), mientras que Heckel nos informa que los primeros procuradores permanentes datan del pontificado de Gregorio IX ("Das Aufkommen der standigen Prokuratoren an der papstlichen kuric im Jahrlmndcrt , cn M I S C C I I Ü T I S Q . F T . E h v l 6 II. Roma, 1924? }

P- 3'7)83 H E C K E L :

op. cit., 3 1 8 .

84 M o n u m e n t a 48

Germaniae

Histórica.

C o n s t i t u t i o n e s , III, números

(1274), p. 4 2 ; 4 9 ( 1 2 7 4 ) , pp. 4 2 - 4 3 ; 76 (1274), p. 63 s.

85 E n 1278: M . G . H . , C o n s t i t . , III, núm. 182, p. 167 s. Cf. núm. 2 1 0 (pp. 194-195) y M . G . H . , E p i s t o l a s a e c u l i , XIII, III, nums. 5 6 0 y 561 (A. D.

1263).

86 H . GRAUERT: "Magister Heinrich der Poet in Würzburg und die römische Kurie", en A b h a n d l u n g e n der b a y e r i s c h e n A k a d e m i e der Wissenschaften (phil.-philolog. und hist. Klasse), 27 (1927), 2 3 1 : y PDURRIEU: Les a r c h i v e s a n g e v i n e s de N a p l e s , II (Paris, 1887), 3 3 7 . Cf. también BENOFFI: D e i p r o c u r a t o r i g e n e r a l i d e i m i n o r i n e l l a C u r i a r o m a n a (Pesaro, 1830). 87 FINCKE: op. cit., I, C X X V I . ss F I N C K E : op. cit., I, C X X V .

89 Según el estudio de FINCKE, el primero de esta lista fue un canónigo de Barcelona: o p . c i t . , I, C X X V I I . 90 E n 1297 (Bernardo Ferrara, canónigo de Lérida), y en 1299 (Berengario de Pavo, canónigo de Gerona). Otros procuradores hicieron su aparición en 1300, 1 3 0 1 , 1303, etc. FINCKE: o p . c i t . , I, C X X X V I I I s. 91 S t o r i a d e l d i r i t t o i t a l i a n o

(Florencia, 1930), 191.

92 Se encuentra en una constitución papal que data, según Muratori, de c a . 1220, una mención a los procuradores q u i f u e r i n t i n C u r i a per b i e n n i u m : I u r a et C o n s t i t u t i o n e s C a n c e l l e r i a e , C o n s t i t u t i o n e s s u m m o r u m P o n t i f i c u m , II, 12, a p . T A N G L : D i e päpstliche Kanzleiordüngen 1200-

FI

1-2

LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS PERMANENTES

295

i o o (Innsbruck, 1894), 5 5 . No se deben confundir a estos procuradores con los p r o c u r a t o r e s fisci que son los a d v o c a t i f i s c a l e s del papa. Cf. H E I N Z GÖRING: D i e B e a m t e n der K u r i e u n t e r B o n i f a z X , VIII (Heiidelberg, 5

1 9 3 4 ) . 13-14¬

83 I b i d . 94 GRAUERT: op.

2 3 0 , n.

cit.,

1.

95 Enrique de Wurzburgo, que escribió durante el pontificado de Urbano IV (1261-1264). Cf. S. L . POOLE: L e c t u r e s o n t h e H i s t o r y of t h e P a p a l C h a n c e r y (Cambridge, 1915), 162 ss. 96 GRAUERT: op. 97 M A U L D E

cit.,

230.

L A CLAVIÉRE,

M.

I>E:

La

diplomatie

au

temps

de M a ¬

c h i a v e l , I (París, 1892), 3 2 5 . 98 FINCKE: op.

cit.,

I,

CXXXIX.

99 E. GÖLLER: "Die Kommentatoren der päpastlichen Kanzleireglen vom Ende des 15. bis zum Beginn der 17. Jahrhunderts", en el A r c h i v für k a t h o l i s c h e s K i r c h e n r e c h t , vol. 8 5 (1905), 4 4 1 . 100 C o n s t i t u t i o n e s , etc., X X V I , 33 (Martin V en 1418), a p . T A N G L : o p . c i t . , 143. 101 C o n s t i t u t i o n e s , etc., X X I X , 26 (Martin V), a p . T A N G L : 156. 102 Juramenta: XII, J u r a m e n t u m P r o c u r a t o r u m a u d i e n c i e c o n t r a d i c tarum

ap. T A N G L :

et advocatorum,

etc.,

103 Constitutiones,

II,

140 C o n s t i t u t i o n e s , etc., X V I 123, i b i d , X X I , pp. 128-130. 105

etc.,

Constitutiones,

II,

op.

13

cit.,

46-47.

TANGL:

15 ap.

op.

cit.,

55.

(Benedicto XII

en

130) , a p . T A N G L :

(de

ca.

1220); X V I

(TANGL:

p.

119);

X X V I , 33 y 36 (Martín V , en 1418) ( i d . , p. 143), X X I X , 28 (también de Martín V):

TANGL:

p.

156.

106 C o n s t i t u t i o n e s , etc., XII, 15 (Juan X X I I , en 1331), a p . T A N G L : p. 114. Cf. i b i d . , VII, 2 0 (p. 67) y otras dos constituciones de los papas Urbano VI y Juan XXII, a p . E. VON OTTENTHAL: D i e päpstlichen K a n z l e i r e g l e n v o n Johannes X X I I b i s N i c o u l a u s V (Innsbruck, 1888) , 53¬ 5 4 . 8.

o p . c i t . , I, 3 2 6 . ios w DIEKAMP: "Zum päpstlichen Urkundenwesen", en M i t t e i l u n g e n des I n s t i t u t s für österreichische G e s c h i c h t s f o r s c h u n g , III ( 1 8 8 2 ) , 3 0 3 ; IV 107

(1883), 525.

Cf.

Constitutiones,

109 FINCKE: op.

cit.,

I,

etc.,

XII,

15 ap.

TANGL:

114.

CXXV.

H O I b i d . , CXXVI. 111 Escritas entre 1371 y 1376: A . SEGRE: "I dispacci di Cristóforo da Piacenza, Procuratore mantovano alia corte pontifica (1371-1383)", en el A r c h i v i o s t o r i c o i t a l i a n o , ser. V , vol. 4 3 (1909), 2 7 . 112 W . VON H O F M A N N : F o r s c h u n g e n z u r G e s c h i c h t e der K u r i a l e n B e hörden v o n S c h i s m a b i s z u r R e f o r m a t i o n , I (Roma, 1914) , 135, n. 2 in fine. 113 T A N G L :

371.

2 g6

FI

L u i s WECKMANN

1-2

114 I b i d . , 378. 115 V . BALZANI: " U n ambasciata inglese a Roma (anno 1487)", en Archìvio d e l l a società r o m a n a d i s t o r i a p a t r i a , III (1880), 8 0 7 . En la tumba del obispo de Durham se lee: . . . régis A n g l i a e o r a t o r (Forcella, I n s c r i z i o n i , VII, 167). ne

M A U L D E L A CLAVIÉRE: op.

cit., I, 3 2 5 .

117 I b i d . , 3 2 6 . lis

F I N C K E : op.

I,

cit.,

CXXVI.

119 L . Osio: D o c u m e n t i d i p l o m a t i c i t r a t t i d a g l i a r c h i v i m i l a n e s i , III (Milán, 1872), núms. C L X X X X V I (p. 91), C C X X I V (p. 229) y C C L X (pp. 285-288). 120 OSIO:

op.

cit.,

II

(Milán,

1869), núm.

CCCIX

(pp.

339-340),

III

(Milán, 1872), núms. CLXIII (pp. 1 6 2 - 6 4 ) , C L X X X V I I I (p. 192), C L X X X X V I (p. 191) y C C L X (pp. 285-288). 121 L a palabra n u n t i u s , dice M A U L D E L A CLAVIÉRE, se conservò también en los siglos xiv y x v . . . y se asocia a menudo con el término "procurador" ( o p . c i t . , I, 29). Cf. VILLADIEGO: D e l e g a t o , III, 1. E n 1446, F i lippo Maria Visconti envió a Pietro Posteria ante Francesco Sforza, como procurador, nuncio y comisario especial. ( D o c u m e n t i d i p l o m a t i c i , III C C C L X X V I , p. 460). E n la M . G . H . C o n s t i t . , núm. 7 6 (p. 635), se menciona un procurador y nuncio del Emperador Rodolfo ante el papa Gregorio X . 122 Como el obispo de Durham ya nombrado, procurador y orador de Enrique V I L 123 G . POST: "Plena Potestas and Consent in mediaeval Assemblies", en t r a d i t i o , I (1934), 364. Se encuentran numerosos ejemplos de esta práctica en D o c u m e n t i d i p l o m a t i c i , II, núm. CCCIX; III, núm. C L X X X X I I , núm. C C C L X X V y núm. C L X X X X V I , etc. 124 M . G . H . : C o n s t i t u t i o n e s , III, núm. 76 (p. 63 s.) ; núm. 82 (p. 167 s . ) . 125 Osio: o p . c i t . , III, núm. C C L X (30 de abril de 1443), p. 288. 126 A. SCHAUBE: "Zur Entstehungsgeschichte der ständigen Gesandtschaften", en M i t t e i l u n g e n des I n s t i t u t s für österreichische Geschichtsforschung,

X

(1889), 525.

A.

DEGERT:

op.

cit.,

A. PIEPER: Zur

10.

Entste-

h u n g s g e s c h i c h t e der ständigen N u n t i a t u r e n (Friburgo, 1894, 1, n.) 127 No se encuentra ningún esclarecimiento en las instrucciones de Alberigo Maletta, publicadas por MANDROT, Dépêches, I, 420-424. Cf. E. DUPRÉ-THESEIDER, NICCOLO M A C H I A V E L L I : l'arte

della

diplomazia

nel

Quat-

t r o c e n t o (Como, 1945), 9 6 . 128 Como lo afirma SCHAUBE, o p . c i t . , 5 2 5 . 129 Como lo pretende KRAUSKE, o p . c i t . , 5 1 . Krauske funda su opinion en los documentos recogidos por DESJARDINS: Négociations diplomatiques e n t r e la F r a n c e e t la T o s c a n e , I, 109-127. 130 BASCHET: La

diplomatie

vénitienne,

299.

Cf. D . J . H I L L :

op.

cit.,

II, 300, y E . N Y S : Les O r i g i n e s d u D r o i t I n t e r n a t i o n a l , 306. Krauske no

FI

1-2

L A S MISIONES DIPLOMÁTICAS PERMANENTES

297

comparte esa opinión: el primer embajador veneciano permanente en París fue, según él, Marco Dándolo (1513-1515); pero se puede afirmar, en todo caso, que los embajadores venecianos en París se sucedieron regularmente a partir de 1479. 131 KEAUSKE: o p . c i t . , 3 5 . E l primer embajador permanente veneciano en el Imperio fue un Contarini. 132 E l primer titular de esta embajada fue Andrea Trevisano (1496¬ 1498).

BASCHET:

op.

cit.,

Cf. R A W D O N :

108.

Archivio

di

Venezia,

con

ri¬

g u a r d o a l i a s t o r i a i n g l e s e , 128. 133 A. PIEPER: o p . c i t . , 4 , y D i e päpstlichen L e g a t e n i n D e u t s c h l a n d , F r a n k r e i c h u n d S p a n i e n (Münster, 1897), p. in. S. SKAZKINE: D i p l o m a t i e des T e m p s M o d e r n e s (siglos xvi-xvn), en V . POTIEMKINE: o p . c i t . , I, 164. E. N Y S : o p . c i t . , 3 6 5 . R . F. WRIGHT: M e d i e v a l I n t e r n a t i o n a l i s m (Londres, 1930), 9 4 - 9 5 . 134 KRAUSKE: op.

cit., 8 8 .

135 K R A U S K E : op. cit., 7 6 .

136 I b i d . , y W . A. PHILLIPS, art. "Diplomacy", en la E n c y c l o p a e d i a B r i t a n n i c a , VIII (11? ed.), 297. Las fechas del establecimiento de otras embajadas permanentes españolas son: 1506 para Alemania (Pedro de Avala, primer embajador permanente); 1506, de Aragón en Castilla (Luis Ferrer); 1518, para Francia; 1521, para Venecia (Alonso Sánchez), etc. K R A U S E : op.

cit.,

81, 83, 88, 92.

137 Especialmente CARPZOW: D e c a p i t u l a t i o n e C a e s a r e a s i v e de lege r e g i a g e r m a n i c o r u m , etc. (Bückenburg, 1623), c. 13, y R E T H E L : D e a m b a s c i a t o r i b u s (Marburgo, 1685), I, V I L 138 Se debe dar atención aquí a la presencia, en Inglaterra, en varias ocasiones, de Walter d'Ocra, encargado de negocios imperial, cuya misión reviste cierto carácter permanente; Mateo Paris llama a Walter n u n t i u s c o n s u e t u s del emperador (E. H . KANTOROWICZ: "Petrus de Vinnea in England", en M i t t e i l , des öster. L i s t , für G e s c h i c h t s f o r s c h u n g , LI (1937), 6 4 , n. 8 1 . 139 K R A U S K E :

op.

cit.,

113,

114,

116,

118.

140 En orden cronológico, los embajadores permanentes franceses en el extranjero, después del designado para Escocia, fueron los enviados a Viena (1509), Florencia (1511), Valladolid (1520), Londres y a Venecia (1521).

KRAUSE: 6 6 , 6 2 , 6 3 , 6 1 , 6 8 - 6 9 .

141 KRAUSKE: op. 142 SKAZKINE: op.

143 F. DE MARTENS: de

cit., cit.,

97. 164.

T r a i t e de D r o i t I n t e r n a t i o n a l , II (París, 1886) , 2 4 .

144 C. HURST: "Les immunités diplornatiques", en R e c u e i l des l'Académie de D r o i t I n t e r n a t i o n a l , XII: 2 (1926), 119. 145 E. DUPRÉ-THESEIDER: op.

cit.,

146 W I C Q U E F O R T , según N Y S : op. 147 A. R E U M O N T : op.

cit.,

6.

148 DUPRÉ-THESEIDER: op. cit.,

94.

97. cit.,

320.

cours

208

LUIS

WECKMANN

FI

1-2

149 Francesco GUICCIARDINI: S c r i t t i p o l i t i c i e R i c o r d i (ed. R. Palmarocchi, Bari, 1933, p. 2 8 2 ) . 150 O p . c i t . , 3 2 1 . 151 A. VISCONTI: S t o r i a d i M i l a n o (Milán, 1937), 3 2 3 . 152 A H i s t o r y of E u r o p e a n D i p l o m a c y , 1451-1789 (Londres, 1 9 2 8 ) , 5 . 153 Por ejemplo, ver L. Osio: D o c u m e n t i D i p l o m a t i c i , II, números C X L V I I , L X X X V I , C C L X V , C C X L V I I , G C X X ; III, núms. V , L X X I V , IC, CXXVIII, CLXIII, C C C L X X X , etc. 154 SCHAUBE:

op.

cit.,

5 4 0 . V. M E N Z E L

(Deutsche

Gesandtschaftswesen

i m M i t t e l a l t e r ) menciona una embajada bávara en Roma, en 1401-1402, con poderes muy amplios (p. 209). 155 B . BUSER: D i e B e z i e h u n g e n der M e d i c e e r z u F r a n k r e i c h (Leipzig, 1879) señala las comunicaciones enviadas por Nicodemo a Sforza. Asuntos políticos y financieros muy variados son mencionados, por ejemplo, en: I, 12; I, 18; II, 7; II, 2 3 ; II, 3 8 ; II, 4 6 ; etc. 156 Dépêches des ambassadeurs milanais en France durant les premières années du règne de Louis XI (Paris, 1910), 3 . 157 D e f e n s o r P a c i s , I , XVII, 3-9.

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