ORIGINALES. Saturación arterial de oxígeno a gran altitud. Estudio en montañeros no aclimatados y en habitantes de alta montaña

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ORIGINALES Saturación arterial de oxígeno a gran altitud. Estudio en montañeros no aclimatados y en habitantes de alta montaña

75.871

Javier Botella de Magliaa y Luis Compte Torrerob a

Unidad de Medicina Intensiva. Servicio de Neumología. Hospital La Fe. Valencia. España.

b

FUNDAMENTO Y OBJETIVO: Determinar cómo disminuye la saturación arterial de oxígeno (SaO2) con la altitud en los montañeros no aclimatados y en los habitantes de las montañas. SUJETOS Y MÉTODO: Se realizó una pulsioximetría a montañeros no aclimatados (214 mediciones en diversas montañas españolas y en los Alpes hasta 4.164 m) y a habitantes de las montañas (209 mediciones en diversas poblaciones españolas y bolivianas hasta 4.230 m) y una pulsioximetría durante 3 días consecutivos a 8 montañeros en la cumbre del Aneto (3.404 m) para comprobar si la SaO2 aumenta precozmente durante la aclimatación. RESULTADOS: Las ecuaciones que describen la disminución de la SaO2 con la altitud son: a) para los montañeros no aclimatados, SaO2 = 98,8183 – 0,0001·h – 0,000001·h2, y b) para los habitantes de las montañas, SaO2 = 98,2171 + 0,0012·h – 0,0000008·h2 (SaO2 en %; h: altitud en m. El límite inferior de los intervalos de confianza del 95% figura en el texto). La SaO2 de los habitantes de las montañas es mayor que la de los montañeros no aclimatados estudiados a la misma altitud (p < 0,05 para cualquier altitud por encima de 1.692 m). La SaO2 de los montañeros aumenta precozmente durante la aclimatación (p < 0,05) hasta igualar la que tienen los habitantes de las montañas. Los montañeros que pasan la noche por encima de 2.000 m tienen al día siguiente mayor SaO2 en altitud que los que la pasan por debajo de esa altitud (p < 0,05). Los montañeros con experiencia de alta montaña en los 12 meses previos tienen en la cumbre del Aneto mayor SaO2 que los que nunca antes han hecho alta montaña (p < 0,05). CONCLUSIÓN: La SaO2 aumenta durante el proceso de aclimatación. Nuestras ecuaciones permiten calcular, para cualquier altitud hasta 4.200 m, cuál es la SaO2 que puede considerarse normal en personas sanas, antes y después de la aclimatación.

Palabras clave: Saturación arterial de oxígeno. Altitud. Aclimatación. Medicina de montaña. Montañismo. Pirineos. Alpes. Andes.

Arterial oxygen saturation at high altitude. A study on unacclimatised mountaineers and mountain dwellers BACKGROUND AND OBJECTIVE: We decided to determine how arterial oxygen saturation (SaO2) diminishes with altitude in unacclimatized mountaineers and in mountain dwellers. SUBJECTS AND METHOD: Pulseoximetric measurements in unacclimatized mountaineers (214 measurements in several Spanish mountains and in the Alps up to 4,164 m) and in mountain dwellers (209 measurements in several Spanish and Bolivian villages up to 4,230 m). We performed pulseoximetric measurements for three consecutive days in eight mountaineers on the summit of Aneto (3,404 m) to ascertain whether SaO2 increases or not during early acclimatization. RESULTS: Equations describing the SaO2 reduction with altitude are as follows: a) for unacclimatized mountaineers, SaO2 = 98.8183 – 0.0001·h – 0.000001·h2, b) for mountain dwellers, SaO2 = 98.2171 + 0.0012·h – 0.0000008·h2. (SaO2 in %; h: altitude in m. Lower limit of 95% confidence intervals given in the text). SaO2 of mountain dwellers is higher than that of unacclimatized mountaineers studied at the same altitude (p < 0.05 for any altitude over 1,692 m). SaO2 of mountaineers increased during early acclimatization (p < 0.05) to reach in few days the SaO2 of mountain dwellers. Unacclimatized mountaineers who spent the previous night over 2,000 m had higher SaO2 in altitude than those who slept under 2,000 m (p < 0.05). Mountaineers who performed any high-mountain activity (i.e. over 2,500 m) in the previous 12 months had higher SaO2 on the summit of Aneto than those who have never been over 2,500 m before (p < 0.05). CONCLUSION: SaO2 increases during the acclimatization process. Our equations serve to calculate the SaO2 which can be considered normal for healthy people for every altitude below 4,200 m, both before and after the acclimatization process.

Key words: Arterial oxygen saturation. Altitude. Acclimatization. Mountain medicine. Mountaineering. Pyrenees. Alps. Andes.

Correspondencia: Dr. J. Botella Maglia. C/ Ciscar, 25, 12.º 46005 Valencia. España. Recibido el 31-3-2004; aceptado para su publicación el 9-7-2004.

172

Med Clin (Barc). 2005;124(5):172-6

Los montañeros que llevan a cabo actividades de alta montaña realizan esfuerzos físicos considerables a pesar de tener cifras de presión parcial de oxígeno en sangre arterial (PaO2) sumamente bajas, inferiores incluso a las de muchos pacientes afectados por enfermedades respiratorias graves. Esto es así porque a gran altitud el ser humano recurre a diversos mecanismos de aclimatación1,2. El transporte del oxígeno a los tejidos corporales depende del gasto cardíaco y del contenido de oxígeno en la sangre arterial. A su vez, este último es la suma del oxígeno disuelto en el plasma (que sólo representa una mínima parte del total) y del que circula unido a la hemoglobina de los eritrocitos. Sabemos, desde los estudios de François Viault en 1890, que los seres humanos que viven a gran altitud tienen más hematíes3 y, por ende, más hemoglobina, lo que constituye el mecanismo más conocido de aclimatación a la altitud. En cuanto a la saturación de ésta, sabemos que depende de la PaO2 y de diversos factores, entre los cuales los más conocidos son la temperatura, la concentración de 2,3 difosfoglicerato intraeritrocitario, el pH y la presión parcial de CO2 por el llamado efecto Bohr. Estos factores, a su vez, se modifican por la exposición a la altitud. El estudio de la saturación arterial de oxígeno (SaO2) es fundamental para comprender cómo la sangre transporta el oxígeno a gran altitud. Aunque los primeros trabajos4 datan de la primera mitad del siglo XX, ha sido a partir de la aparición del pulsioxímetro portátil cuando se ha dispuesto de mayor cantidad de información. En la bibliografía científica se han notificado abundantes mediciones de la SaO2 a diferentes altitudes y en distintas situaciones clínicas, pero esta información está algo dispersa y no nos permite predecir cuál es la SaO2 que debemos considerar normal para un ser humano sano a una altitud determinada. El propósito del presente trabajo es averiguarla. Nuestro estudio consta de 3 partes. En la primera medimos a distintas altitudes la SaO2 de los montañeros sanos no aclimatados (en diversas montañas españolas y 20

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en los Alpes) y de los habitantes de zonas montañosas (en poblaciones de España y Bolivia), y elaboramos ecuaciones que nos permiten calcular su SaO2 en función de la altitud. En la segunda, realizada en la cumbre del Aneto (3.404 m), estudiamos cómo evoluciona la SaO2 de los montañeros durante los primeros 3 días de estancia a gran altitud. En la tercera, realizada en un grupo de 75 alpinistas en el Aneto, tratamos de averiguar si hay alguna relación entre la SaO2 en altitud y la edad, el sexo, la presencia de mal agudo de montaña, la altitud a la que se ha pasado la noche previa o el tiempo transcurrido desde la última actividad de alta montaña. Sujetos y método La SaO2 se midió por medio de un pulsioxímetro portátil CSI 503 SpO2T (Criticare Systems, Waukesha, Estados Unidos), que tiene una resolución del 1% y una exactitud de ± 2%. Antes de utilizarlo en la montaña probamos su concordancia con los resultados obtenidos mediante gasometría arterial en 150 sujetos en el laboratorio de exploración funcional respiratoria del hospital La Fe. En la prueba de Altmann, el coeficiente de correlación intraclase resultó ser mayor de 0,75. Asimismo, los 2 autores permanecimos durante una tarde en una cámara de frío industrial (Friomerk, Valencia) a –24 °C y con los ventiladores en marcha para comprobar si las mediciones eran fiables en ambiente frío. Observamos que el pulsioxímetro funcionaba correctamente a esta temperatura y que la medición no era afectada por la vasoconstricción de los dedos, siempre y cuando se realizara dentro de los minutos siguientes a la retirada de las manoplas o de los guantes. El estudio se realizó en sujetos de ambos sexos, no fumadores y presuntamente sanos. Las mediciones

se hicieron en reposo, con el individuo sentado o de pie, y nunca en período posprandial. Se aceptó un valor de SaO2 cuando la pantalla mostraba un resultado estable; cuando éste oscilaba entre varias cifras se dio por buena la media. Todas las mediciones descritas en este trabajo fueron realizadas personalmente por los autores. Los resultados se expresan como media aritmética (desviación estándar [DE]).

Primera parte Como «montañeros no aclimatados» se consideró a los sujetos procedentes del nivel del mar que no habían estado en altitud recientemente. Como «habitantes de zonas montañosas» se consideró a los sujetos que residen habitualmente en las respectivas poblaciones españolas y bolivianas en las que se llevaron a cabo las mediciones. Una proporción no determinada (pero probablemente alta) de los estudiados en La Paz, El Alto y Sajama era de origen aymará o mestizo. Adicionalmente, también se midió la SaO2 de otros sujetos adultos procedentes del nivel del mar que llevaban varias semanas viajando por las tierras altas de Bolivia («abajeños aclimatados»), con objeto de comparar sus resultados con los obtenidos en los nativos de las montañas estudiados a la misma altitud. La SaO2 de los montañeros no aclimatados se midió en el curso de diversas actividades alpinísticas realizadas en el sistema ibérico (Valdelinares y cima del Penyagolosa), en los Pirineos (Benasque, refugio de la Renclusa, Portillón Superior, cima del Aneto y un campamento de altura junto al puente de Mahoma), en Sierra Nevada (campamento junto al río Valdecasillas y cima del Mulhacén) y en los Alpes (brecha Lory en la Barre des Écrins, estación superior del teleférico del Kleines Matterhorn y cima del Breithorn). También se midió en 2 sujetos recién llegados en avión a Bolivia (aeropuerto de El Alto y hotel Viena en La Paz). La SaO2 de los habitantes de las montañas se midió en las poblaciones españolas de Benasque y Valdelinares, y en las poblaciones bolivianas de Coroico (plaza García Lanza y hotel Esmeralda), La Paz (colegio de San Ignacio y hotel Viena), El Alto y Sajama. La relación entre la SaO2 y la altitud se determinó mediante 2 ecuaciones de regresión cuadráticas; una para el grupo de los montañeros no aclimatados y la

TABLA 1 SaO2 de los montañeros no aclimatados Lugar

Valencia Benasque Valdelinares Penyagolosa (cumbre) Valdecasillas (campamento) La Renclusa Portillón Superior Aneto (campamento) Aneto (cumbre) Mulhacén (cumbre) La Paz (hotel Viena) Kleines Matterhorn (estación) Barre des Écrins (brecha Lory) El Alto (aeropuerto) Breithorn (cumbre)

Altitud (m)

n

Edad (años)

SaO2 (%)

20 1.138 1.692 1.813 1.940 2.140 2.870 3.300 3.404 3.482 3.650 3.820 3.974 4.050 4.164

29 10 20 15 4 10 10 67 8 4 2 14 5 2 14

28,0 (14,1) 33,4 (7,1) 25,2 (15,6) 37,8 (14,2) 37,7 (1,8) 33,4 (7,1) 33,4 (7,1) 31,5 (11,7) 32,5 (6,6) 37,7 (1,8) 39 (0) 30,9 (8,8) 32,8 (4,8) 39 (0) 30,9 (8,8)

98,5 (0,5) 98,0 (0,8) 96,9 (1,1) 94,6 (1,5) 95,2 (1,2) 95,1 (1,6) 91,0 (3,5) 87,2 (2,9) 84,4 (6,5) 85,8 (2,0) 84,2 (0,3) 84,8 (2,5) 84,8 (1,5) 84,2 (0,3) 82,1 (3,0)

*Valores expresados como media (desviación estándar). SaO2: saturación arterial de oxígeno.

TABLA 2 SaO2 de los habitantes de zonas montañosas Lugar

Altitud (m)

n

Edad (años)

SaO2 (%)

Benasque Valdelinares Coroico (plaza García Lanza) Coroico (hotel Esmeralda) La Paz (colegio San Ignacio) La Paz (hotel Viena) El Alto (aeropuerto) Sajama

1.138 1.692 1.760 1.815 3.315 3.650 4.050 4.230

10 12 50 10 65 2 10 50

35,2 (11,7) 30,4 (17,1) 23,5 (5,9) 27,5 (9,3) 28,1 (18,9) 17 (0) 32,2 (9,6) 26,5 (15,4)

98,0 (0,8) 97,6 (0,4) 97,7 (1,0) 97,4 (0,9) 94,2 (2,1) 90,5 (2,1) 92,1 (2,6) 88,8 (3,1)

*Valores expresados como media (desviación estándar). SaO2: saturación arterial de oxígeno.

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otra para el grupo de los habitantes de las montañas. Previamente se comprobó su validez en lo que respecta a la homocedasticidad, la distribución gaussiana de los valores residuales (prueba de Kolmogorov-Smirnov) y la independencia (prueba de Durbin-Watson). Para comparar diferentes poblaciones (montañeros no aclimatados, habitantes de zonas montañosas y abajeños aclimatados) estudiadas a la misma altitud se utilizó la prueba de la t de Student. Se consideró significativa una diferencia con un valor p < 0,05.

Segunda parte Para estudiar cómo evoluciona la SaO2 de los montañeros durante los primeros 3 días de estancia en altitud, 8 montañeros no aclimatados partieron de Valencia, pasaron la noche en Benasque, subieron a la cima del Aneto (3.404 m), pasaron 2 noches en un campamento de altura ubicado aproximadamente a 3.300 m junto al Puente de Mahoma, y descendieron por la misma vía de ascensión. Se trataba de 2 mujeres y 6 varones, de edades comprendidas entre los 26 y los 41 años. Las mediciones de la SaO2 se realizaron en Valencia, Benasque, La Renclusa, el Portillón Superior y en la cumbre del Aneto a su llegada (primer día en altitud), en el campamento junto al Puente de Mahoma (segundo y tercer día en altitud), y en el Portillón Superior y la Renclusa durante el descenso. Dado que se trataba de un mismo grupo de sujetos cuya SaO2 se había medido en distintas situaciones, en esta ocasión se utilizó el ANOVA para mediciones múltiples, previa comprobación de la homogeneidad de las variancias con la prueba de Levene. Una diferencia se consideró significativa con un valor de p < 0,05.

Tercera parte Para averiguar si hay relación entre la SaO2 que un montañero presenta en altitud y su edad, sexo, presencia de mal de altura, altitud a la que ha pasado la última noche o tiempo transcurrido desde su última ascensión de alta montaña, estudiamos estos aspectos en el grupo de sujetos a los que medimos la SaO2 en las proximidades del Puente de Mahoma. Se trataba de 5 mujeres y 70 varones, con una edad media (DE) de 32 (11) años. Todas las entrevistas y mediciones se realizaron en reposo y dentro de una tienda de campaña. Las relaciones entre SaO2 y sexo, y entre SaO2 y la presencia de mal agudo de montaña (definido como una puntuación ≥ 3 en la escala del Lago Louise) se estudiaron mediante la prueba de la t de Student. La relación entre la SaO2 y la edad se estudió mediante el coeficiente de Pearson. La relaciones entre la SaO2 y la altitud a la que el sujeto había pasado la noche previa, y entre la SaO2 y el tiempo transcurrido desde la última ascensión por encima de 2.500 m, se estudiaron mediante el ANOVA de una vía.

Resultados Primera parte Los valores de SaO2 que presentaron en altitud los montañeros no aclimatados se muestran en la tabla 1. Los que presentaron los habitantes de las montañas se muestran en la tabla 2. No hubo diferencias significativas entre la SaO2 de uno y otro sexo a ninguna altitud. Las ecuaciones que describen la disminución de la SaO2 con la altitud son las siguientes: Para los montañeros no aclimatados (R2 = 0,81; error estándar, 2,69): SaO2 = 98,8183 – 0,0001·h – 0,000001 · h2

Para los habitantes de las zonas montañosas (R2 = 0,74; error estándar 2,06): SaO2 = 98,2171 + 0,0012 h – 0,0000008 · h2 Med Clin (Barc). 2005;124(5):172-6

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TABLA 3 SaO2 de 8 montañeros durante la ascensión a la cumbre del Aneto, estancia en el campamento de altura y descenso* Lugar

Valencia (20 m) Benasque (1.138 m) La Renclusa (2.140 m) Portillón Superior (2.870 m) Cumbre del Aneto (3.404 m)

Primer día

98,7 (0,5) 98,1 (0,8) 95,1 (1,9) 91,6 (3,1) 84,4 (6,5)

Segundo día

Tercer día

89,4 (4,8)

98,0 (0,5) 96,2 (1,2) 93,7 (2,3) 90,9 (4,8)

*Valores expresados como media (desviación estándar). SaO2: saturación arterial de oxígeno.

Las ecuaciones que describen el límite inferior del intervalo de confianza (IC) del 95% para la SaO2 en altitud son las siguientes:

ficación estadística tras las primeras 24 h en altitud (p < 0,05). La SaO2 a la llegada a la cima se correlacionó con la SaO2 al tercer día de estancia en altitud (r = 0,754; p = 0,031).

Para los montañeros no aclimatados: Tercera parte SaO2 = 93,4309 – 0,00009 · h – 0,000001 · h2

Para los habitantes de las zonas montañosas: SaO2 = 94,0931 + 0,0012·h – 0,0000008 · h2

La SaO2 es la saturación arterial de oxígeno expresada en % y h indica la altitud (expresada en m). En Benasque no encontramos diferencias significativas entre la SaO2 de los montañeros y la de los habitantes locales. La SaO2 de 20 montañeros no aclimatados estudiados en Valdelinares (1.692 m) fue ligera pero significativamente más baja que la de 12 habitantes de esta población (p = 0,047). Por encima de esta altitud, la SaO2 de los montañeros siempre fue significativamente menor que la de los habitantes de las zonas montañosas estudiados a la misma altitud. Así, la SaO2 de 15 montañeros en la cumbre del Penyagolosa fue menor que la de 60 habitantes de Coroico (p < 0,001). La SaO2 de 67 montañeros a aproximadamente 3.300 m en el Aneto fue menor que la de 65 profesores y alumnos del Colegio de San Ignacio en La Paz (p < 0,001). La SaO2 de 14 montañeros en la cumbre del Breithorn fue menor que la de 50 aldeanos de Sajama (p < 0,001). Por el contrario, no pudimos encontrar diferencias entre la SaO2 de los abajeños aclimatados estudiados en Coroico (4 sujetos), La Paz (2 sujetos), El Alto (2 sujetos) y Sajama (6 sujetos) y la de los respectivos habitantes de estas poblaciones. Segunda parte Las cifras de SaO2 que presentaron los montañeros durante su ascensión al Aneto, la permanencia de 3 días en las proximidades de la cima y el descenso se muestran en la tabla 3. La SaO2 aumentó durante la estancia a aproximadamente 3.300 m, y este aumento ya alcanzó signi-

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En los 75 montañeros estudiados junto a la cumbre del Aneto no hallamos relación entre la SaO2 y la edad, el sexo o la presencia de mal agudo de montaña (que sufrieron sólo 4 sujetos). Los sujetos que habían pasado la noche previa por encima de 2.000 m tuvieron una SaO2 significativamente mayor (p < 0,05) que los que habían dormido por debajo de esta altitud. Los sujetos que habían realizado alguna ascensión de alta montaña durante los 12 meses previos tuvieron una SaO2 significativamente mayor (p < 0,05) que los que nunca anteriormente habían hecho ascensiones por encima de 2.500 m. Discusión La principal aportación de este estudio es haber determinado ecuaciones de regresión que permiten calcular cuál es la cifra de SaO2 que podemos considerar normal para los sujetos no aclimatados y para los habitantes de las zonas montañosas entre 0 y 4.230 m de altitud. Nuestro trabajo también nos ha permitido constatar varios fenómenos, algunos de los cuales ya han sido objeto de atención por parte de la comunidad científica: a) la SaO2 de los habitantes de las zonas montañosas es mayor que la de los sujetos no aclimatados estudiados a la misma altitud (y, según nuestros datos, esta diferencia alcanza ya significación estadística a 1.692 m), b) la SaO2 aumenta precozmente durante el proceso de aclimatación. Este aumento es ya perceptible tras las primeras 24 h en altitud; c) los sujetos aclimatados a la altitud tienen cifras de SaO2 similares a las de los sujetos que viven permanentemente a la misma altitud; d) los montañeros que pasan la noche por encima de 2.000 m tienen al día siguiente mayor SaO2 en altitud que los que la pasan por debajo de dicha altitud, y e) los sujetos con experiencia en alta montaña (al menos durante el año previo) tienen mayor SaO2 en al-

titud que los sujetos que carecen de dicha experiencia. Nuestro estudio no es, ni mucho menos, el único que se ha ocupado de la SaO2 a gran altitud, pero sí uno de los que han abordado este asunto de manera sistemática. Durante las últimas décadas se han notificado abundantes mediciones de la SaO2 a diferentes altitudes, simuladas en cámara hipobárica o alcanzadas en diversas cordilleras, en sujetos con muy distinto grado de aclimatación y en pacientes afectados por varias enfermedades. Obviamente, hay considerables variaciones entre los resultados publicados por los diferentes autores. Entre los estudios similares al nuestro cabe citar el de Hohmann5, que midió la SaO2 en 95 turistas en las estaciones inferior (1.820 m) y superior (3.880 m) del teleférico del Kleines Matterhorn en Suiza, y de 78 viajeros a su llegada al aeropuerto de El Alto (4.050 m) en Bolivia, y el de Zander y Mertzluff6, que midieron la SaO2 de 25 turistas en la estación superior del teleférico (4.950 m) del Pico Espejo en Venezuela. Suelen hacerse dos objeciones a cualquier estudio realizado con pulsioxímetros en la montaña: a) cuando la SaO2 es muy baja, los pulsioxímetros la miden con menos precisión, y b) la medición podría estar artefactada por la vasoconstricción inducida por el frío. En nuestro caso no creemos que sean aplicables estas objeciones, por las razones expuestas en el apartado de «sujetos y método». Además, la exactitud de los pulsioxímetros es bastante mayor de lo que se suele creer. En un estudio de Benoît et al7, la diferencia entre la SaO2 determinada por pulsioximetría y la medida por gasometría arterial fue sólo del 1,8 % para una SaO2 del 57-75%. A nuestro entender, mayor dificultad representan otros factores a la hora de medir la SaO2 a gran altitud: a) frecuentemente las cifras en la pantalla oscilan entre valores muy distintos y es necesario tomar el valor medio; b) para una altitud dada, la SaO2 de un sujeto puede experimentar cambios considerables durante el día relacionados con sus movimientos en la montaña (p. ej., un sujeto que procede de una altitud menor puede estar todavía aclimatado insuficientemente, mientras que otro que viene de una altitud mayor para la que todavía no está bastante aclimatado puede estar afectado por un edema pulmonar subclínico), y c) conforme aumenta la altitud se incrementan también las diferencias de SaO2 entre unos sujetos y otros, por lo que la desvación estándar es mayor. Nuestro estudio no contempla mediciones realizadas por encima de 4.230 m de altitud. La razón es doble. Por una parte, no hay muchas poblaciones ubicadas por encima de esta altitud. Por la otra, en las montañas muy altas es difícil encontrar 22

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montañeros que puedan considerarse no aclimatados, ya que muchos de ellos se aclimatan parcialmente durante la aproximación. Por ejemplo, en los montañeros que suben al refugio José Ribas (4.800 m) para intentar la ascensión al Cotopaxi, en los Andes del Ecuador, hemos medido una SaO2 del 82,3% (5,3), cifra intermedia entre las que cabría esperar a esa altitud para los montañeros no aclimatados (76%) y para los habitantes de las montañas (86%) si aplicáramos nuestras ecuaciones de predicción8. El aumento de la SaO2 durante la aclimatación es atribuible a un incremento progresivo de la ventilación. En efecto, la respuesta ventilatoria a la hipoxia no es constante, sino que aumenta durante los primeros días en altitud. Se sabe, desde los estudios de Hermann Rahn y Arthur Otis9 en 1949, que los habitantes de las tierras altas y los montañeros aclimatados a la altitud (hipoxia crónica) tienen mayor presión parcial de oxígeno y menor presión parcial de CO2 en el aire alveolar que los habitantes de zonas situadas al nivel del mar estudiados en cámara hipobárica a la misma presión atmosférica (hipoxia aguda), lo que indica que su ventilación es mayor. Más recientemente, la función que ejerce la hiperventilación en el aumento de la SaO2 durante la aclimatación ha sido puesta de manifiesto por diversos investigadores en estudios realizados en la cumbre del Pike’s Peak (4.298 m)10-14. Los principales mecanismos por los que la hiperventilación aumenta la SaO2 son el incremento de la PaO2 y el desplazamiento de la curva de saturación de la hemoglobina hacia la izquierda debido a la alcalosis respiratoria. Ahora bien, sabemos que este desplazamiento hacia la izquierda tiende a ser contrarrestado durante las primeras horas en altitud, porque simultáneamente se produce un aumento de la excreción renal de ion bicarbonato que corrige parcialmente la alcalosis (al menos por debajo de 6.500 m de altitud) y un aumento de la concentración intraeritrocitaria de 2,3 difosfoglicerato1. Es posible que la SaO2 aumente también por otros mecanismos no relacionados con la hiperventilación. Así, en un estudio no se encontró ninguna correlación entre el incremento de la SaO2 y la reducción de la presión parcial de CO2 en el aire del final de la espiración15. El incremento de SaO2 que experimentaron nuestros sujetos tras las primeras 24 h a aproximadamente 3.300 m junto a la cima del Aneto es mayor que el notificado por Huang et al11 en la cumbre del Pike’s Peak. Esto podría deberse a que los sujetos estudiados en esta última cumbre procedían de Denver (1.600 m) y, por tanto, estaban ya parcialmente aclimatados a la altitud. De hecho, en una publicación posterior, Reeves et al14 encontra23

ron un mayor incremento de la SaO2 en los sujetos procedentes de zonas situadas al nivel del mar. La diferencia de SaO2 entre los montañeros no aclimatados y los nativos de las montañas no parece deberse a factores étnicos condicionados genéticamente, ya que en los abajeños adultos que llevan un tiempo viviendo en el altiplano boliviano hemos medido cifras de SaO2 en reposo similares a las de los nativos que habitan a la misma altitud. Nuestra observación concuerda con las que hicieron Zhuang et al16,17 a 3.658 m y Ge et al18 a 3.417 m en la meseta tibetana. Estos autores tampoco encontraron diferencias entre la SaO2 en reposo de los adultos chinos aclimatados y la de los tibetanos estudiados a la misma altitud. Sin embargo, hoy sabemos que hay factores genéticos que influyen sobre la SaO2 en altitud y que pueden explicar ciertas diferencias entre unos grupos étnicos y otros. Así, los chinos y las personas de origen europeo, aunque lleven muchos años residiendo en altitud, tienen peor SaO2 durante el ejercicio, respectivamente, que los tibetanos18 y aymarás19 estudiados a la misma altitud. Asimismo, se sabe que, al menos durante los 4 primeros meses de vida, los niños chinos nacidos en Lhasa tienen menor SaO2 que los niños tibetanos20 (su hematocrito, no obstante, es mayor, lo que les permite tener un contenido arterial de oxígeno similar). La SaO2 de los aymarás a 3.900-4.000 m es, en promedio, un 2,6% mayor que la de los tibetanos estudiados a la misma altitud21. Uno de los posibles factores implicados en estas diferencias es el polimorfismo del gen de la enzima de conversión de la angiotensina22 (polimorfismo que, por cierto, también explicaría la propensión a presentar hipertensión pulmonar en altitud23). No obstante, es probable que las diferencias interindividuales dentro de cada grupo étnico sean más importantes que las conjuntas entre unos grupos étnicos y otros (y, por tanto, entre los abajeños aclimatados y los nativos de las montañas). Los sujetos afectos de mal agudo de montaña suelen tener menor SaO2 que los sujetos sanos a la misma altitud24. El hecho de que no hayamos podido encontrar esta diferencia en el grupo de 75 montañeros estudiados en el Aneto lo atribuimos a que el número de los que presentaron mal agudo de montaña era demasiado pequeño y su mal de altura demasiado leve como para que tal diferencia pudiera ponerse de manifiesto. Hace unos años tampoco pudimos advertir esta diferencia en la expedición Cinc Segles de la Universitat de València al Gasherbrum II25, muy probablemente por las mismas razones.

La mayor SaO2 que presentan en altitud los montañeros que pasan la noche anterior por encima de 2.000 m indica que incluso una exposición breve (una noche) a una hipoxia moderada es suficiente para desencadenar mecanismos de aclimatación inmediata que al día siguiente propician una mejor oxigenación en altitud. Este hallazgo es útil sobre todo para los alpinistas que, por tardar más en aclimatarse, toleran mal las ascensiones en los Pirineos y en los Alpes. Nuestros resultados sugieren que pasar una noche en un refugio a gran altitud es una medida eficaz para acelerar la aclimatación. Entre los montañeros está extendida la idea de que hay una «memoria de la aclimatación», en virtud de la cual después de las primeras ascensiones de alta montaña se produce una tendencia a aclimatarse más fácilmente, aunque entre una ascensión y otra transcurran varios meses26. No se sabe si este fenómeno tiene una base fisiológica, psicológica o simplemente conductual. Con esta hipotética «memoria de la aclimatación» podría relacionarse nuestro hallazgo de que los sujetos que han realizado alguna ascensión de alta montaña en el curso de los 12 meses antes tienen mayor SaO2 que los que nunca antes han subido por encima de 2.500 m. En definitiva, nuestro estudio aporta información acerca de cuál es la SaO2 que cabe esperar en reposo en un sujeto sano (aclimatado o no) a cualquier altitud entre 0 y 4.200 m. Esta información puede ser útil para el médico a la hora de evaluar los resultados de la pulsioximetría en pacientes con problemas respiratorios en altitud. Además, a la vista de nuestros resultados, creemos que la pulsioximetría puede ser útil para evaluar el grado de aclimatación de los sujetos sanos durante las actividades de alta montaña. Una disminución de la SaO2 por debajo de su valor normal es signo de aclimatación insuficiente y puede alertar ante la posible aparición de enfermedades relacionadas con la hipoxia de la altitud. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Botella de Maglia J. Mal de altura. Prevención y tratamiento. Madrid: Desnivel; 2002. 2. Garrido Marín E, Botella de Maglia J. El mal de montaña. Med Clin (Barc). 1998;110:462-8. 3. Viault F. Sur l’augmentation considérable du nombre des globules rouges dans le sang chez les habitants des hauts plateaux de l’Amerique du Sud. Comptes rendus hebdomadaires des séances de l’Academie des Sciences de Paris. 1890;111:917. 4. Dill D. Life, heat and altitude. Physiological effects of hot climates and great heights. Cambridge: Harvard University Press; 1938. 5. Hohmann C. Die Auswirkungen der Höhenexposition als Folge des Höhentourismus auf die mittels Pulsoxymetrie gemessene Sauerstoffsättigung des Blutes [tesis]. Universidad de Maguncia; 1994. 6. Zander R, Mertzlufft F. Therapeutische Grenzwerte der akuten, arteriellen Hypoxie. Anästhesiol Intensivmed Notfallmed Schmerzther. 1996; 31:372-4.

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