P. JACINTO FRANZOI Creador de la campaña y símbolo del proceso cacaotero en la región del Bajo Caguan

PRESENTACION En estos dieciocho años de vida en el caguan, he sembrado muchos árboles y enseñe y compartí con los campesinos para que hicieran lo mism

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PRESENTACION En estos dieciocho años de vida en el caguan, he sembrado muchos árboles y enseñe y compartí con los campesinos para que hicieran lo mismo. Todo esto sucedió a la razón de la campaña “No a la coca, Si al Cacao y Caucho”, promovida por la Parroquia de Remolino en 1989; fue un proyecto para el campesino cocalero, que quería sustituir sus cultivos ilícitos por otros lícitos, la estrategia no era la amenaza, la constricción, la persecución, o tratando a los cultivadores de hoja de coca como criminales; al contrario fue un pacto amigable y de confianza mutua. Se promovió la capacitación, la educación integral, que lo reconciliara con si mismo, con su medio ambiente, cobrándole a su pedazo de tierra que conquisto, algo diferente de un producto delictivo, que lo sindicaba por el estado de ser responsable de toda la desestabilización social que Colombia vivía. Solamente cuando este campesino estigmatizado, decidió por su cuenta, ser protagonista del cambio de su propio destino, los resultados empezaron a verse, hasta merecerse un reconocimiento nacional como el Premio nacional de Paz 2004. En todo este proceso el protagonista nunca fue el dinero o el árbol de Cacao o Caucho, siempre fue el campesino, pero la propuesta no fue asumida por todos, solamente la acogió un grupo de campesinos que tenían vocación diferente, corazón y espíritu renovador que ha enaltecido la reindivicacion sagrada del agricultor y habitante de esta parte de la amazonia colombiana. Largo fue el camino que llevo a estos campesinos a los cultivos ilícitos y largo tenia que ser el tiempo del cambio, la reconstrucción del tejido social necesitaba de un proceso difícil pero no imposible, de creer en lo diferente, de valorar los recursos disponibles y de interiorizar la capacidad y tesón de trabajo para aspirar a evolucionar y cambiar su destino. Este fue el reto y la razón de la campaña. P. JACINTO FRANZOI Creador de la campaña y símbolo del proceso cacaotero en la región del Bajo Caguan.

SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA ORGANIZATIVA DEL COMITÉ DE CACAOTEROS DE REMOLINO DEL CAGUAN

“UNA VIVENCIA POSIBLE CONTRA LA CORRIENTE”

1. RECONSTRUYENDO LA HISTORIA

1.1.1

ANTECEDENTES Y CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN 1

La región del Bajo Caguán y del Suncillas, ubicada en el municipio de Cartagena del Chairá, departamento del Caquetá, comprende la jurisdicción de la Inspección de Remolino del Caguán y, geográficamente va desde la Inspección de Santafé hasta la desembocadura del río Caguán al río Caquetá, enmarcada al oriente por el río Yarí y al occidente por el río Suncillas, incluyendo su radio de influencia. El Caguán se ha ido construyendo como región económica, social y cultural como producto de tres colonizaciones, diferenciadas entre sí, al obedecer cada una a características diferentes por el origen de la población protagonista, los intereses que los movieron y por el actuar colectivo: 1. La colonización inicial en la primera mitad de la década de 1970, promovida por la búsqueda de pieles y fauna, cuando el negocio del momento era la explotación de los animales para ser vendidos como mascotas o sus pieles exhibidas como adorno casero o en los trajes de alta costura en la industria de confecciones. El colono de la primera colonización lo describe Bertil Trujillo con estas palabras “Los primeros que bajaron al Bajo Caguán fueron los que iban a conseguir pieles y se quedaron haciendo finca, eran los verdaderos colonos, estaban mucho antes que la coca, eran poquitos. Cuando yo bajé inicialmente en el año de 1975, encontré unas fincas muy bonitas con ganado, con comida, marranos, de eso vivían, ese colono era sano, honesto”. 2. La colonización cocalera, motivada por el auge de la coca, vista como la panacea para salir de los problemas económicos de la población deprimida urbana y campesina. Jair Laiseca afirma: “Aquí se encuentra gente de todos los rincones de Colombia, que vinieron al Caguán a conseguir plata tras lo ilícito y se formó una cultura en la gente, la cultura cocalera, la cultura de lo fácil”. 3. La colonización ganadera como consecuencia del establecimiento de finca con la acumulación económica de la explotación cocalera. De esa gran masa de población, calculada en 70.000 personas por la FARC1 y los organismos del Estado en los Diálogos de Paz en el gobierno de Belisario Betancurt en 1984, que luego de tres fuertes crisis quedó reducida a una población en el campo, que ya sea por su origen campesino o que siendo citadinos por la fuerza se convirtieron en trabajadores del agro, de una u otra manera lograron hacer finca básicamente ganadera con coca, esa es la población actual del Bajo Caguán y del Suncillas.

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Fuerzas Revolucionarias de Colombia “FARC”

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Remolino del Caguán, fundado en 1977, se convirtió en un pueblo de coca, un emporio cocalero muy grande y cada ocho días era mercado; para la compra de la base o pasta de coca se miraban bultos de plata como ver bultos de yuca o de plátano. En 1996 al circulante monetario de Remolino le entraba cada semana aproximadamente unos doce mil millones de pesos, mientras que el presupuesto anual departamental del Caquetá era de ocho mil millones de pesos; esa plata la cogía la gente y no se sabía que se hacia, lo único que quedaba era desavenencias entre vecinos, desunión y desorganización comunitaria, hogares desbaratados, huérfanos, muertos, personas en la cárcel, desaparecidos, terrenos abandonados, gente en la más inopia pobreza, viciosos, borrachos, prostitución...maldita plata. Emporio de falsa riqueza, donde la vida se reducía a trabajar en los cultivos y de gastar el dinero fruto de ese trabajo en las discotecas, en la compra de ropa de marca y joyas de oro para lucir en el mismo círculo cerrado de Remolino; allí hubo un antecedente organizativo que marcó un proceso para aquellos que les importaba construir región. 1.1.2

ANTECEDENTE ORGANIZATIVO

Bertil Trujillo comenta: “Porque el área de Santafé para abajo estaba en Reserva Forestal y había gente que quería hacer finca, para eso necesitaban que se les titulara la tierra y, así tener derecho a crédito, a que se les prestara los servicios del Estado; para ello, había la necesidad de levantar parcialmente la Reserva, entonces en 1984 se creó el Comité de Colonización del Guayas, Bajo Caguán y Suncillas y viajamos a Florencia a reuniones, que a la vez, fueron el nacimiento del P.N.R2. Miguel Ángel Piñeros, Roberspier Rodríguez, funcionarios del INCORA3 y otra gente gestionaron el levantamiento de la Reserva Forestal, para que los colonos tuvieran derecho a los títulos de la tierra, a crédito, a la asistencia técnica y al mercadeo. Entonces llamaron al Comité de Colonización a firmar el convenio y los colonos se comprometieron a tener responsabilidades, a guardar las márgenes de las quebradas, los nacimientos, a no desforestar las áreas de pendiente y de no deforestar la totalidad del área adjudicada. 1.1. 3

ANTECEDENTES INSTITUCIONALES

El primero de enero de 1988 se creó la Parroquia San Isidro Labrador, según Decreto No. 006 del Vicariato Apostólico de San Vicente – Puerto Leguízamo, firmado por monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, Vicario Apostólico y el Padre Francisco Mellino, Canciller, a la vez el 10 de enero de 1988 fue designado el Padre

2 Plan Nacional de Rehabilitación, programa de la Presidencia de la República en los gobiernos de Belisario Betancur y de Virgilio Barco. 3 Instituto Colombiano de la Reforma Agraria “INCORa”

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italiano Jacinto Franzoi, de la Comunidad de Los Consolatos, para el servicio pastoral misionero en Remolino del Caguán como Párroco de la naciente Parroquia. El 1 de julio del 1988 entró el Ejército a Remolino, recogieron toda la gente en la cancha de fútbol y, el General Eddi Payares Cote, Gobernador del Caquetá, le dijo a las personas concentradas: “Hasta hoy hubo coca en el Caguán y tendrán que ponerse a trabajar sanamente”. A raíz de la incursión del Ejercito Nacional, se comienza hablar que existía una hambruna en el Caguán y hay una misión humanitaria de todas las instituciones para trabajar un torno del hambre, pero también de sustitución de los cultivos de coca por cultivos lícitos alternativos viables; para ello las instituciones adquirieron el compromiso de llevar a la región del Bajo Caguán y entregarle al Comité de Colonización semillas de caucho, cacao, inclusive de chontaduro. El compromiso se plasmó en un acta suscrita por la Gobernación del Caquetá, el INCORA, INDERENA, IDEMA, entre otras y el Comité de Colonización, convirtiéndose en antesala a la Campaña No a la Coca Si al Cacao y al Caucho. El Padre Jacinto a la pregunta sobre ¿si la gente estaba preparada para seguir viviendo sin lo ilícito?, tomó la idea de promover nuevos cultivos que reorientaran la base económica del campo y, comenzó otra era en el Caguán, la de pensar que la coca tenía fin; esta fue la antesala de la Campaña ”No a la coca, si al cacao y al caucho” y de la organización del Comité de Cacaoteros y del Comité de Caucheros . El Padre Jacinto formuló un proyecto que fue financiado por los feligreses de las parroquias católicas del norte de Italia, que se cristalizó en la Campaña “NO A LA COCA Y SÍ AL CACAO Y AL CAUCHO”. Jair Laiseca recuerda la campaña: “Regamos semilla por todos los lados, en ningún momento nos sentamos a planear, porque la propuesta inicial eran 30 familias con una hectárea, para esas 30 el dinero era suficiente, pero se le dio a mas de ochenta y luego nos dimos cuenta que era necesario por lo menos tres hectáreas por familia para que fuera sostenible económicamente; simplemente hacíamos la lista de quienes querían semilla de cacao y listo, después los reuníamos para darles una charla sobre el manejo, no se hacía la evaluación del terreno de reconocimiento para observar si eran aptos.” En la Parroquia se llevaba registros de control, donde constaba la familia y la semilla entregada, por eso considerando el promedio de pérdidas se hizo un estimativo de plantación. Con base en eso en los años 1991 y 1992, cuando se efectuaron las visitas de reconocimiento a los cultivos los resultados de la realidad fueron muy diferentes, había unos que tenían la semilla de cacao por allá en el zarzo esperando que le quedara un tiempo para ir a sembrarla, eso sucedió también con el caucho. Con la campaña de “No a la coca, si al Caucho y al Cacao” la aventura fue pelear contra ese monstruo, la narco economía... la narco filosofía regional, se esperaba que las personas cambiaran, pero por las dificultades en la región la gente toma lo que halla, pero cuando vieron que los militares no volvieron a decir nada, dejaban bajar de todo, entonces se dieron las nuevas bonanzas por los repuntes de los 4

precios de la coca; de ello dependió que parte de los proyectos de la Parroquia se fueran a pique. Los resultados esperados se estimaban del 30 o el 40 % de trabajo fructífero para la región, pero se llegó sólo al 10%. Al respecto Jair reflexiona: “Al venir las cosechas las cosas no eran así, porque la gente era como si teniendo hambre sólo viera un plato que se había dado, sin pensar que necesitaba para el futuro, porque con el nuevo auge de la coca no había quien cuidara del campo. Vino el Comité como organización y tuvimos que ponernos a estudiar la agro transformación y lo que pasaba con los cultivos de cacao.”

1.2.

EL PROCESO ORGANIZATIVO

Con base en la lista de las personas que recibieron semilla se realizaron por parte de la Parroquia visitas a las familias, entonces comenzó a surgir la necesidad de la primera organización o comité provisional, que se estableció en el segundo semestre de 1992, en ese año nombran como Presidente a Guillermo Gonzáles, Secretaria Amparo Ortiz Caicedo y Tesorero a Berthil Trujillo. Todo ese año fue de cómo descubrir la verdad de lo que estaba pasando con las plantaciones. A final del año se hizo una asamblea que aprobó la propuesta de constituir el Comité de Cacaoteros de Remolino del Caguán y el Suncillas. A raíz que empezó a salir el grano de cacao en forma significativa, pasando de los kilos a arrobas, sin que hubiera quien comprara permanentemente y los precios muy bajos, se precipitó la consolidación de la organización con el fin de comprar el grano del cacao. En el segundo trimestre de 1993, abril, se reorganiza la Junta Directiva del Comité de Cacaoteros, siendo ratificado el Presidente Guillermo Gonzáles, Secretaria Libia Agudelo, Tesorero Rodrigo Velaidez y Fiscal Rosendo Espinosa; se tomó la decisión de comprar el cacao para elaborar el chocolate casero de bolitas (chuculas). Otro hecho se produce en junio de 1995, cuando se legitima y oficializa el Comité, se construyen los estatutos, se registra ante la Cámara de Comercio de Florencia, apoyado por la Secretaría Departamental de Agricultura del Caquetá y el SENA4, dentro del convenio con CIFISAM5. A finales de 1995 la Junta Directiva gestiona un proyecto para poder tener una fábrica completa de transformación del cacao, que se cristaliza en mayo de 1996, cuando se consigue una maquinaria de segunda donada por el Fondo Amazónico, un mes después de haberse sacado la primera cochada, aparece la coyuntura de las

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Servicio Nacional de Aprendizaje “SENA”. Centro de Investigación, Formación e Información para el Servicio Amazónico “CIFISAM”, Fundación del Vicariato Apostólico de San Vicente – Puerto Leguízamo.

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Marchas Campesinas Cocaleras que prácticamente detienen todo el proceso, sólo en 1997 retoma la organización la producción de chocolate. En el proceso organizativo la Parroquia ha tenido una alta incidencia en los valores morales y sociales, la ética, el valor de la vida, no asumir y no tomar partido para calificar o descalificar a otros y de hacer un trabajo desinteresado. En los referentes administrativos y gestión de proyectos jugaron un papel importante CIFISAM y el SENA. Estando ya constituido el Comité, la primera plata del Fondo Amazónico para la compra de la maquinaria y el Fondo Rotatorio para el Fomento del Cautivo de Cacao la manejó la Parroquia, porque la organización de los cacaoteros no tenía capacidad para manejar recursos, existía la figura del Tesorero pero no había capacidad administrativa y de manejo. En 1998, luego de las Marchas Campesinas la organización toma un nuevo aire, se reinicia la actividad del Comité con el nombramiento de nueva Junta Directiva que asume hasta 1999 y se cambia la etiqueta de Chocaguán. El Comité tiene unos tiempos de poca actividad, pesando en ella no sólo la presencia de la figura del Padre Jacinto como padrino, sino que la actividad de los cultivos de coca hace que los campesinos le dediquen poco tiempo al cultivo del cacao. 1999 fue un año de adormecimiento del Comité, porque volvió a resurgir la actividad cocalera, Luego con la intensificación de las fumigaciones a áreas a los cultivos de coca, en el 2000 decae la actividad cocalera y, es cuando un grupo de personas encabezadas por el presidente Omar Astudillo, Dioselina Sabogal, Jair Laiseca y otros retoman la actividad del Comité de Cacaoteros, pero con una visión muy local, sin visión futurista, se limitaban a administrar los pesos que llegaban por la venta de Chocaguán y la compra de 500 o 800 kilos que llegaban mensualmente; cada cuatro meses se trabajaba una semana en producción de chocolate; con esas 2.000 a 2.500 libras se seguía atendiendo el mercado sin visión empresarial y tampoco dedicación total para el avance del Comité; a finales del 2.001 se aterriza a raíz de un acompañamiento de unos orientadores internacionales, construyendo una perspectiva de hacer empresa y, en consecuencia se formula un proyecto que se cristalizó en el 2002. Estos orientadores llegan a Remolino del Caguán a raíz de un trabajo que se venía haciendo entre CIFISAM y Acción Andina Colombia, se logra visualizar la importancia que tiene el trabajar en forma permanente una planta de trasformación de cacao en una región como el Caguán y el Suncillas, con una población habida de soluciones alternativas a la dependencia de la economía ilícita. La visión que se construye con ellos toma como meta estructurar el desarrollo empresarial que tuviera cuatro componentes principales: 1. El desarrollo productivo proyectando, no solo al manejo tradicional del cacao sino dándole el énfasis agroforestal y orgánico del cultivo. 6

2. En el proceso agroindustrial, mejorar las condiciones de producción y presentación, porque Chocaguán era un producto que tenía muchas deficiencias técnicas: mala presentación por un empaque no adecuado. No disponía de códigos de barras, ni registro sanitario que garantizara el cumplimiento de todos los requerimientos que exigen las normas INCONTEC6 para que un producto destinado al consumo humano pueda ser comercializado. 3. El componente de comercialización, o sea las estrategias a partir del desarrollo del producto, dándolo a conocer a través de la participación en eventos y ferias, generando planes de marketing, buscando consolidar la comercialización a través de canales de distribución. 4. El desarrollo organizativo, para despertar la capacidad que tienen los dirigentes y asociados para hacer gestión política, para construir nuevos proyectos, para llevar registros, ordenar, planear, desarrollar, evaluar y potenciar esa capacidad que los campesinos tienen para el desarrollo organizativo. Hay un punto de quiebre entre el pasado y el presente del Comité; la nueva era se inicia el 1 de junio de 2002 y nace con unos recursos bastante significativos, alrededor de unos $190´000.000 que dio el FIDA7, por intermedio de IICA8, esta plata iba dirigida a desarrollar los compones visualizados, casi un año antes en el ejercicio de la realidad con el acompañamiento de Acción Andina. Lo más meritorio y decisivo para el crecimiento del Comité es que del 2002 hasta el 2005, casi 3 años, se da el hecho que por primera vez una organización campesina en el río Caguán ejecute directamente recursos de financiamiento de proyectos. En marzo de 2002 habían dos opciones, que CIFISAM o la Parroquia de San Isidro Labrador ejecutara los recursos, pero se hizo una argumentación bastante sólida, teniendo en cuenta que tenía un respaldo de toda la cadena productiva y la motivación de FIDA estaba en términos del desarrollo empresarial y, por eso se dio la posibilidad para que la organización manejara los recursos. Para estos recursos varios agentes facilitaron el proceso, después de un año fue reconocido y valorado por el mismo PADEMER, como una de las tres experiencias exitosas en Colombia, de unas 90 que había. Valoración que tuvo en cuenta el manejo, la ejecución y los resultados presupuéstales. Visitaron al Comité dos veces con reconocimiento de que el manejo fue bastante acertado. Después a finales del 2004, el PADEMER y el IICA le entregan unos $ 90´000.000 para realizar una segunda fase la que se terminó de ejecutar en diciembre del 2005. En el año 2002, en la asamblea de octubre renuncia Omar Astudillo y asume José Reina “El Primo” hasta octubre del 2003, ya se había ejecutado el proyecto de 6

Instituto Colombiano de Normas Técnicas “ICONTEC” Fondo Interamericano de Desarrollo Agropecuario “FIDA” 8 Instituto Interamericano de Desarrollo Agropecuario “IICA” 7

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PADEMER, Rubén Darío Betancurt asume la presidencia en octubre de 2003 hasta hoy 2005 y sigue vigente. El Premio Nacional de Paz de 2004, marcó un hito en la historia del Comité de Cacaoteros, por cuanto en la búsqueda de los organizadores del Premio tenían como objetivo identificar y mostrar experiencias de resistencia civil en zonas de conflicto; entendida ésta como las acciones en el campo productivo, de la soberanía alimentaría o en el campo de la organización. Coincide en que el Comité de Cacaoteros de Remolino del Caguán y Suncillas es una agrupación que haciendo resistencia civil en medio del conflicto desde lo productivo, se ha mantenido autónomo frente a los actores armados, ese es un principio que casi ninguna organización con un contexto de conflicto armado lo mantiene. El premio en la historia es un hito, puede hablarse el Comité antes y después, hay que resaltar dos cosas: el premio lanza al Comité a nivel político, haciendo que la nueva Junta Directiva asuma un reto de orientador y de voceros políticos en la región y, lo segundo, lanza y catapulta a la organización como un modelo a seguir en la regiones de conflicto. En el año 2005, se recibieron invitaciones para compartir experiencias en Granada Meta, Guaviare y en el 2006 en Ecuador, Bolivia, Venezuela y Perú. Se ha ganado posición en lo político y como experiencia modelo agroindustrial y productiva, ésto hace que al Comité se le abra una serie de perspectivas que ájalá sean de gran beneficio para todos sus asociados. En el año 2005, la Oficina de la Lucha Contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas, se vinculo con el proceso, cuando en el mes de febrero aprobaron apoyar el establecimiento de un jardín clonal de cacao y están comprometidos a financiar un proyecto para el 2006 que busca consolidar el desarrollo empresarial. De igual manera, se ha logrado ganar algunos concursos, la invitación a participar en la feria de Agroexpo en Bogotá. Se está gestionando con las embajadas de Holanda y Francia otro proyecto para la fundamentación y mejoramiento genético y, la Presidencia de la República le ofreció al Comité ser aglutinador y operador de los proyectos de los créditos para todas las personas asociadas al Comité y otras que se quieran vincular. Entonces, el Premio Nacional de Paz ha sido un instrumento valioso para que el Comité tenga acceso a nuevas perspectivas y seguir creciendo como organización y empresa. A través de la historia del Comité Cacaoteros la relación existente entre directiva y asociados se ha caracterizado porque anteriormente no se diferenciaban los papeles de los directivos y de los socios, lo que ha dado una gran lección de empoderamiento del juego de roles que hoy en día cuando los identifican plenamente; lo que ha permitido una relación más abierta, donde un directivo está en capacidad de ofrecer a los asociados una información clara y precisa, mientras que anteriormente poco se 8

daba. Hay una relación de extensión del conocimiento y los mismos asociados han sido sujetos de capacitaciones. 1.3

PROCESO AGROINDUSTRIAL

En el segundo trimestre de 1993, Mayo, se tomó la decisión de comprar el cacao para elaborar el chocolate casero de bolitas (chuculas), bajo la responsabilidad de Misael Rodríguez, campesinos histórico producto de cacao. Pasados unos días con los recursos de la tesorería propia del Comité, fruto de las veinticinco afiliaciones de campesinos, a razón de mil pesos y contribuciones mensuales de sostenimiento de mil pesos, $12.000 anuales, con esos dineros se hizo una rifa y un encuentro “La primera noche de las estrellas”, con esos recursos a finales de 1993 se mandan hacer una gaveras en madera para sacar el chocolate en libras en forma de panela, se compran los instrumentos, materia prima y las primeras etiquetas de color blanco con una mazorca de cacao verde, se le colocaba papel aluminio para que chocolate no le fuera a pasar a la etiqueta El proceso era muy artesanal: Se tostaba en hornos de leña y se trituraba en molinos caseros para moler maíz para arepas, una vez derretido en estufa se vertía en un recipiente de aluminio y luego en los moldes o gaveras en madera para darle la forma, las gaveras en madera duraron seis trabajadas y se rompieron, entonces en 1994 se mandaron hacer unas en aluminio de 50 unidades. A finales de 1995 el Fondo Amazónico compró la maquinaria y al representante legal le tocó que ir a Bucaramanga a recibirla. En ese proceso de la maquinaria se capacitó a una gente en la parte del procesamiento agroindustrial y en la parte técnica. Gustavo Ospina y Jair Laiseca se capacitaron en la Luker en Manizales aprendiendo todo lo relacionado con el manejo técnico del cultivo del cacao, y Gerardo Moreno y Gustavo Alfil viajaron a Bucaramanga para aprender el manejo de las máquinas en el proceso de transformación y elaboración del chocolate. Los primeros días de noviembre de 1995, se elaboraron las primeras libras de chocolate con toda la maquinaría, presentándolo problemas en el producto final por el empaque. Luego las máquinas comenzaron a presentar problemas y hubo la necesidad de desmontarlas y sacarlas a reparación a Florencia. En mayo de 1996 se inauguró la fábrica con la bendición de Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, pero por las Marchas Campesinas de ese año se vio paralizada la producción y en los años 1997 y 1998 aparecieron miles de problemas en la calidad del producto, fundamentalmente por la calidad del cacao y la presentación del chocolate. Con las dos fases del proyecto PADEMER se logra tener una visión integral de la cadena productiva y a la familia del cacaotero como el eje de la actividad productiva, mejorándose la calidad del cacao para el proceso de transformación agroindustrial, a

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la vez se le da una presentación diferente a Chocaguán y se logra estandarizar la calidad del chocolate. A Chocaguán se le imprime una nueva imagen con etiqueta y color con identidad corporativa y se abren nuevos canales de colocación y comercialización en el mercado caqueteño; pero a la vez, se da a conocer en espacios nacionales a través de las ferias y eventos comerciales de microempresariales. A la vez se mejora técnicamente el producto con una formula estandarizada que le da aceptación en el gusto promedio de los consumidores y presentación.

2.

REFLEXIÓN SOBRE EL PROCESO ORGANIZATIVO

En la región del Bajo Caguán y el Suncillas por lo general el proceso organizativo de las organizaciones sociales ha estado siempre ligadas en forma inversamente proporcional a los altibajos de la actividad cocalera; cuando está activa, las organizaciones declinan y cuando la coca está menguada, especialmente por comercialización y por presencia de las Fuerzas Militares en la región o por enfrentamientos y alteraciones del orden público el proceso organizativo se activa como tabla salvadora, máxime cuando el proceso tiene que ver con la producción lícita alternativa. El Comité de Cacaoteros de Remolino del Caguán y el Suncillas no ha sido ajeno a estos vaivenes, pero ha logrado permanecer construyendo su propia historia contra corriente, gracias a que ha contado con la acción tutora de la Parroquia de San Isidro Labrador, del Vicariato Apostólico de San Vicente – Puerto Leguízamo, CIFISAM y de un grupo de personas que se han mantenido neutrales y equilibradas en las dinámicas de la economía ilícita y de las fuerzas encontradas en el conflicto armado. Los entrevistados lo reconocen así: “Gracias a la incidencia del acompañamiento de la Iglesia Católica a través de la Parroquia de San Isidro y de personas que tuvieron una mirada muy neutral frente al conflicto, permitió que el Comité se hubiera mantenido ajeno a tomar partido por algún actor armado”. Pero en el caso particular del Comité la organización es expresión en sí de una naciente cultura cacaotera, convirtiéndose a la vez en uno de los mayores retos, porque no es fácil pasar de una cultura cocalera a otra que implique su destrucción y rechazo. Lo anterior lo demuestran hechos históricos como lo ocurrido en el año 1996 cuando las Marchas Campesinas Cocaleras, se pensó que eran el colador para que se fueran los aventureros y se quedaran los arraizados a formar su futuro y la Parroquia, las fundaciones y el Comité pensaron que con esos se iba a trabajar; pero resulta que volvió otra vez la coca y desbarataron todo. Ahora en el 2005 se dice lo mismo, la coca está en situaciones difíciles y prácticamente acabada porque luego de las fumigaciones llegó la plaga, hay 10

presencia militar por todo el río Caguán en forma permanente y continua, lo que ha generado depresión en los precios de la pasta o base de coca, pero los cultivadores han hallado cualquier número de variedades resistentes y han sostenido esos árboles aunque no produzcan, porque todavía tienen la visión de la coca y las esperanzas en un nuevo repunte de la actividad. En este momento se puede ver que hay unos principios de cambio de mentalidad pero aun no de cultura, se tienen familias que demuestran con hechos, pero es un proceso que necesitará aun muchos años, pero hay que trabajarlo, hay que sacar la experiencia. Como se dice de todo lo vivido, sacar lo mejor para fortalecer el trabajo y poderlo hacer. En la medida en que los productores se llamen cacaoteros o agropecuarios y adquieran conocimiento, mejorando su capacidad de análisis y de acción, están en capacidad de empoderarse y empezar a generar sentido de pertenencia a la organización. Las culturas se generan de una economía para satisfacer integralmente al ser humano, la crisis que está viviendo la región del Caguán ha permitido que la economía del cacao, como actividad diferente o alternativa a la coca, facilite a muchas familias valorar el cultivo de cacao y, por ende valorarse como personas porque ya son reconocidas. En este momento histórico un cambio en la región del Caguán es posible si efectivamente se logra consolidar el proceso, para que las familias puedan ampliar sus cultivos. Como también para aquellas que están en capacidad, tanto agroecológica como de trabajo, la ganadería sostenible con sentido de explotación racional. El proceso de consolidación exige canalizar la comercialización y mercado para los cultivos tradicionales. Hay muchos cultivos que son necesarios reactivar como arroz, maíz, yuca, plátano y sobre todo los frutales amazónicos y plantas medicinales con canales de comercialización debidamente ubicados y procesos de transformación establecidos. Así el campesino del Caguán estaría en capacidad de producir valor agregado, desarrollando actividades que produzcan un cambio de una economía ilícita por la lícita rentable y sustentable que fundamente una nueva cultura productiva y organizativa. 3.

REFLEXIÓN SOBRE EL CONTEXTO

El Bajo Caguán, formado inicialmente por colonos honestos de extracción campesina, que detrás de las pieles abrieron selva para establecer fincas productivas a través de un proceso lento pero lícito, cambio su dinámica pobladora con la aparición desde 1976 del cultivo ilícito de la coca y su permisiva proliferación por los gobiernos de turno.

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Territorio que ofrecía todas las condiciones para que se estableciera el reinado de la economía ilícita, porque además de ser geográficamente distante de los centros urbanos y de poder político administrativo, no existía una presencia institucional y de servicios del Estado. Presencia que esporádicamente se ha reducido a la acción militar por ser parte de Colombia, pero no ha obedecido a un plan de integración al desarrollo nacional; tan sólo ahora habitantes que quedan en la región abrigan la esperanza que con el Plan Colombia llegue también financiación para proyectos productivos y sociales. Con esta tensión se vive y los campesinos están pagando los platos rotos, por lo que se percibe un ambiente de éxodo masivo; no tanto por la confrontación, sino por la guerra socio-psicológica que se está viviendo en estos momentos. El proceso de conformación de la región cocalera se dio a través del plantero o productor, que inicialmente entró a establecer hasta cinco hectáreas, generalmente iban cada cuarenta y cinco días hacer la labor de recolección, procesaban, vendían y se echaban la plata al bolsillo y viajaban de regreso al lugar de origen, por lo general era gente urbana. Algunos por no decir la mayoría, tenían finca en El Doncello, Puerto Rico, San Vicente del Caguán, El Paujíl y Las Montañitas para ellos era un soporte económico, entonces; pero esta forma de explotación no duro mucho tiempo porque al difundirse la noticia de la bonanza, llegó al Caguán gente de todos partes con el interés de hacer plata y los pequeños cultivos se transformaron en cultivos de grandes extensiones comerciales. Al panorama de la coca se suma la presencia de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia “FARC”, como ente regulador del orden y que en la medida en la cual conocen del negocio, comienzan a manejar el mercado y finalmente a monopolizar la compra y venta; para ello fijó precios de sustentación, manejó todas la actividades de compradores, condicionó las entradas y salidas del alcaloide; medidas que finalmente produjeron el efecto contrario de lo esperado, porque resultó que la comercialización controlada terminó acabando con los precios y los canales de comercialización que antes tenían un amplio margen de seguridad para los productores en la realización económica de la mercancía desaparecieron. . El caos generado como consecuencia de la situación de la coca y que no tiene perspectiva de retorno, permite pensar en un cambio de la economía de la región con base a la consolidación de las producciones lícitas y, entre ellas la cacaotera. Pero con razón hay que tener en cuenta que este proceso de más de veinte años fue constituyendo una cultura basada en la economía de rápida reproducción del proceso productivo, de abundante circulante monetario y de doble moral, que con el devenir de los tiempos, ha transportado el cultivador a otras zonas del Caquetá, especialmente a la cordillera amazónica, diversificando la producción lícita con pequeños cultivos de coca y vendiendo a mejor precio “la base” en los pueblos del Piedemonte, convirtiéndose en competencia comercial para los productores 12

sobrevivientes en la llanura, hoy en día controlada en gran parte por las Fuerzas Armadas del Estado. . Contra esta cultura de la coca, los agentes privados y públicos de desarrollo, la Parroquia de San Isidro Labrador y los pocos campesinos conscientes pertenecientes a las organizaciones sociales como el Comité de Cacaoteros, se han enfrentado con aparentes pocos resultados de cambio; pero todo proceso cultural requiere para su sustitución de otro proceso que encarne una nueva visión de la sociedad, y que requiere a la vez de más del tiempo que ha necesitado la construcción de la cultura a cambiar. En el caso del Caguán los tenues resultados de los grandes esfuerzos e inversiones que se han hecho, tanto en lo económico como en social y político, tienen que ver con el hecho de que el campesino existente es fruto de la horda poblacional atraída por la coca; donde muy pocos eran campesinos y muchos aventureros de cuidad, que tuvieron que volverse campesinos. La cultura de la coca castró o bloqueó la capacidad de pensamiento, de análisis y gestión de los campesinos del bajo Caguán. Porque al estar atravesada por los actores armados, hace que la gente se sienta vulnerable y que no sean autónomos y soberanos para tomar decisiones. En estos últimos tres años de acabose de la coca es muy difícil que los pobladores logren pasar del entendimiento a la acción; el nivel de respuesta que hace parte de las organizaciones comunitarias es muy lento, porque a ellos les cuesta. El mérito está en el mantenimiento de esta experiencia organizativa y productiva que en zona de conflicto ha logrado avances significativos. De otro lado, tiene que ver con los modelos de desarrollo de zonas en conflicto, y en el caso del Caguán se suma la falta de políticas de desarrollo para la Amazonía colombiana. La recomposición de las zonas cocaleras en el país, y eso lo hacen los actores armados desde que pasaron las Marchas Campesinas, traslada la economía a otro lugar. Las economías ilícitas cumplen ciclos, en el Caguán si se canaliza el esfuerzo no sólo en los cacaoteros sino en la gente que ha quedado en la zona, es el momento para lograr cambios después de treinta años. Pero la advertencia es que para tener una cultura cacaotera toca aun trabajar mucho todavía; ésto se deriva de que en lo común los campesinos sin motivación tienen los cultivos abandonados completamente, prefieren hacer cualquier otra cosa que dedicarse al cultivo del cacao. En el Caguán se ha validado que el cultivo del cacao, es eficiente económica y ambientalmente, pero la gente no quiere apropiarse de él en forma masiva. Pero a pesar de que el proceso es lento se pueden reconocer dos niveles en la naciente cultura cacaotera: En los socios, se está generando cultura cacaotera en medio de la cultura de la coca, que durante estos quince años se ha venido trajinando la dedicación de por lo menos de veinte productores, que están ofertando 13

el cacao a la fábrica de Chocaguán, En los directivos la cultura cacaotera se revela en el compromiso con la organización al promover los procesos de desarrollo. Esta cultura cacaotera nace de un cambio basado en la estructura económica productiva, pero para ello no es suficiente el cacao como línea de producción, habría que integrarle otros componentes como la ganadería sostenible para aquellas familias que están en capacidad tanto agroecológica como de trabajo y, poder canalizar una serie de comercialización y mercado para los cultivos tradicionales como: arroz, maíz, yuca, plátano y sobre todo los frutales amazónicos y plantas medicinales debidamente ubicados y establecer canales de comercialización efectivos y prácticos, y procesos de transformación. 4.

LECCIONES APRENDIDAS 4.1

ENSEÑANZAS EN LO ORGANIZATIVO

El proceso organizativo del Comité de Cacaoteros de Remolino del Caguán y El Suncillas, ha propiciado en los socios y directivos enseñanzas que van ligadas a la experiencia organizativa y a la condición de productores de cacao, que en muchos casos implicó asumir como actividad totalmente nueva en sus vidas. Por eso el proceso de empoderamiento y de sentido de pertenencia a la organización se ha ido generando en la medida en que el productor, el directivo o el comercializador, van ganando conocimiento y mejoran su capacidad de análisis y de acción sobre la producción agrícola, la transformación agroindustrial, la empresa y la organización. En este sentido, el crecimiento de los cacaoteros es inmenso porque partieron de cero y se ha logrado mantener el proceso organizativo y empresarial a pesar de estar contra la corriente de la cultura establecida de la coca. El campesino, así sea en bajo número, ya sea que las circunstancias de los vaivenes de la producción ilícita se lo hayan obligado, aprendió una actividad nueva y, tienen el germen de una cultura agrícola, orgánica, lícita y cacaotera. Igualmente, aprendieron que al ganar conocimiento en el manejo responsable de los directivos y la neutralidad de su conducta colectiva, el Comité de Cacaoteros ha logrado mantenerse a pesar de las inestabilidades poblacionales en la región, a las alteraciones del orden público, al conflicto armado y las presiones de los diversos agentes de la guerra. Se ha aprendido tener un sentido dentro de la misma región. Las culturas se generan de una economía para satisfacer al ser humano, la crisis que está viviendo la región ha permitido que la economía del cacao como actividad diferente o alternativa a la coca, le halla facilitado a muchas familias valorar el cultivo de cacao y valorarse como personas, porque ya son reconocidas. Se ha aprendido a valorar la producción lícita, al lograr ingresos que le permite al productor paliar la aguda crisis por donde está pasando el Caguán; por eso, se 14

puede afirmar que en este momento histórico se está iniciando un cambio productivo y social en la región. Las Marchas Campesinas Cocaleras marcaron un hito, no solamente para la organización del Comité de Cacaoteros, sino para todas las organizaciones del río Caguán, porque rompieron con las organizaciones que tenían cierta autonomía, algunas perdieron su capacidad de gestión. El Comité de Cacaoteros logró reestablecerse durante el proceso de 1988 hasta el 2005, manteniéndose con autonomía y soberanía, debido a la influencia de la Parroquia y a personas que no se han ligado con ningún actor armado. De la anterior reflexión, se observa que la principal enseñanza organizativa es que aprendieron a mantenerse siempre en línea recta, con sus referentes claros, con objetivos bien definidos y, sus planeaciones y acciones en torno a los intereses de los cacaoteros. Esta enseñanza a la vez es uno de los logros de mayor significado y, por eso se dio el reconocimiento del Premio Nacional de Paz 2004, que de alguna manera confrontó a los actores armados. Este reconocimiento del Premio de Paz para una organización de la Amazonía, revive la historia de muchos lugares, donde tiene que venir alguien de afuera para recabar la importancia que se tiene al interior, porque las personas que están dentro de las actividades locales haciendo organización no ven más de lo que pasa a su alrededor, en este caso de Chocaguan. Otra lección aprendida, es conocer y manejar dentro de la dimensión real las dinámicas externas, que son las que en últimas afectan y condicionan cualquier proceso local. Lo que a pesar de las adversidades les ha permitido tener sentido amplio sobre las posibilidades reales de permanencia y crecimiento. La continuidad de los proyectos se ha entendido y se establece en la planeación de las acciones, percibiendo las amenazas, como es el caso del cacao con las fumigaciones, comprendiendo y advirtiendo las consecuencias, peligros y limitaciones; lo que le ha impreso a la experiencia del Comité de Cacaoteros capacidad de discernimiento y fortaleza en las acciones. Otra lección, es aprender a manejar las circunstancias para cristalizar logros a pesar de los pocos recursos económicos, técnicos y humanos, pero que realmente se ha contado con personas apropiadas, así sea con bajos conocimientos organizativos; debilidad que han sorteado a través de alianzas estratégicas, fundamentalmente con la Parroquia. Mediante ejercicios de capacitación se logró que la Junta Directiva y algunos socios ganaran competencias para visualizar la realidad del contexto local, identificando núcleos problemáticos y asumir propositivamente las soluciones. Así mismo ganaron capacidad para identificar núcleos de oportunidades, muestra de ello es el Premio Nacional de Paz 2004. Se puede apreciar que en el año 2005 se pudo cristalizar un apoyo de las Naciones Unidas para el inicio del Jardín Clonal, con el fin de alcanzar 15

la autonomía y la soberanía en materia de distribución de material genético y mejorar la calidad de la producción de la fábrica y de Chocaguán como producto. Por primera vez se comenzaron a llevar registros, no sólo de actas de trabajo, sino también para la producción en la empresa y establecer parámetros de control en el avance organizativo. Desde la ejecución de las dos fases del proyecto PADEMER, se logró ganar capacidad de formulación y gestión de proyectos, donde los directivos del Comité identificaron claramente objetivos, metodología, resultados y todos los aspectos que hacen que una organización se empodere y algunos empiecen a creer en lo que están haciendo. Otra gran enseñanza es que los procesos organizativos deben estar ligados con procesos tangibles que lo visibilicen. El Comité de Cacaoteros existe gracias a los espacios generados en la línea productiva del cacao, la transformación agroindustrial y la comercialización de Chocaguán Por eso el sentido de pertenencia va un poco más desarrollado a lo organizativo hacia la fábrica y la producción de Chocaguán lineado con los cultivos, ya que en 1996 y 1997 el Comité se organizó con ese objetivo. Ahí hay personas que saben con mucho detalle como es el proceso de producción del chocolate hasta llevarlo a presentar en su empaque. Ese fue el hecho que mantuvo vivo después de las Marchas Campesinas; en el intervalo de tiempo de 1997 a 2001 al Comité de Cacaoteros, al sacar hacia el mercado cada semana producción. Pero a esto se le suma también que se ha contado con una buena gama de capacitaciones y formaciones, que se le ha dado a los asociados en materia de desarrollo organizativo, el resultado de los años 2002 - 2003 – 2004 - 2005 es que la gente se está apropiando de la organización. El proceso organizativo ha generado en la gente independencia, autonomía para pensar y poder decidir y, soñar que están construyendo su propio futuro. Sin embargo, lamentablemente la situación de la región no permite que se exprese libremente. En el 2002 se formuló el proyecto con la visión de “desarrollo integral de los productores”, se partió del fortalecimiento de las unidades productivas a partir del núcleo familiar, con personal especializado para trabajar con la familia, enmarcado para atender no sólo al patrón o cabeza de familia, sino también a su compañera y a los hijos. En el año 2005 las acciones acercaron a los jóvenes. Los cacaoteros tradicionales son en su mayoría personas que pasan de los 50 años de edad, lo que hace necesario pensar en renovar el talento humano para manejar los cultivos. Este acompañamiento ha permitido que jóvenes se interesen por las actividades de los

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cultivos y además por las mismas actividades del Comité y que hagan parte de la Junta Directiva. En el periodo año 1992 al 2001, calificado como la edad moderna del cacao en el Caguán, se identifican enseñanzas de creer en ellos mismos y valorar lo que están haciendo, el sentido de evaluar las cosas sencillas, a pesar de los avances que no sean tangibles, por eso es muy meritoria la labor del Comité en establecer y mantener instalada la cadena productiva. Por eso, los agentes externos con capacidades de analizar fenómenos en lo local en el Caguán, han reconocido que la experiencia tiene valores significativos, al estar enmarcada dentro de un contexto de adversidad tremendo. El proceso organizativo que se vive en la región es una enseñanza en sí, porque las personas que vivieron la etapa de capacitación, ahora son partícipes de las juntas y núcleos comunales. Experiencia que ha dejado enseñanzas en cuanto al manejo de una organización comunitaria y sus recursos para sacarla a flote. 4.2. ENSEÑANZAS PRODUCTIVO

EN

EL

PROCESO

AGROINDUSTRIAL

Y

Dado a que el proceso en sí ha sido una escuela permanente de capacitación y enseñanzas, las mayores lecciones aprendidas se dan en el proceso agroindustrial de transformación del cacao en chocolate. La motivación para que se organizara el Comité de Cacaotero fue precisamente la urgencia de darle salida a la producción de cacao, que con las edades de los cultivos se manifestaba en aumento, por lo que el Comité optó por la compra del grano para transformarlo en chocolate, primero en forma de bolas, luego en forma de panela y finalmente con la presentación comercial en pastillas. Cuando se arrancó con la transformación el conocimiento sobre el proceso era incipiente por no decir nulo, pero ahora se tiene un producto de buena calidad, estandarizado y con amplia aceptación en el mercado. ¿Cómo lo lograron? Por medio de una cadena de aprendizajes orientado por el ensayo de personas calificadas cercanas al Comité y capacitaciones con la Luker, Nacional de Chocolates. Como estas dos empresas son celosas con las formulas, se creó la propia de Chocaguán a partir de ensayos que enseñaron desde cómo hacer los experimentos para comenzar a descubrir cuanto duraba una libra de chocolate, aplicarle tanta cantidad de insumos, ponerle tanta temperatura y luego poner la otra y comenzar a guardar una libra de cada experimento, para ver cual era el mejor proceso y así hallar el punto. Con el acompañamiento con el proyecto PADEMER se aprendió a organizar la fórmula y se comenzó a trabajar el producto, con inconvenientes mínimos.

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Para el proceso agroindustrial se aprendió a conocer todos los factores climatológicos, porque en la Amazonia cada dos horas está cambiando la temperatura y la humedad, lo que es necesario tener en cuenta para trabajar cualquier producto. Crecer en ese conocimiento en forma empírica les permitió garantizar un flujo permanente de chocolate y poder ofrecer un producto de alta calidad. Sólo con calidad y presencia permanente se puede garantizar mercados y la permanencia en ellos. 4.3.

ENSEÑANZAS DEL CONTEXTO

El afrontar un contexto tan adverso para desarrollar una experiencia que ha mostrado ser un valuarte en la región, ejemplo para emular por regiones con características similares de conflicto y de dependencia de la cultura cocalera, es de hecho una gama de enseñanzas tanto personales como colectivas. En lo personal los cacaoteros aprendieron a descubrir valores y sus propias capacidades que se tienen para aportar al desarrollo de la región. En lo colectivo, el reconocimiento de las potencialidades de la organización para construir procesos transformadores y de cambio desde la adversidad. El proyecto dejó enseñanzas muy buenas, primero que todo ha demostrado que a pesar que era una zona totalmente con presencia de cultivos ilícitos, con esfuerzo y con perseverancia se pueden lograr cambios. A través de la constancia que se ha tenido en la ejecución de los proyectos desarrollados por el Vicariato Apostólico de San Vicente – Puerto Leguízamo y, especialmente por la Parroquia de San Isidro de Remolino, han dejado enseñanzas y un camino abierto a muchas personas para que comiencen a ver la vida desde otro punto de vista de bienestar económico y social. Mientras que con la coca el resultado del bienestar era la muerte para otras personas que consumen droga y viven en otros países e inclusive en el propio. Desde el proyecto PADEMER se trabajó mucho sobre eso, fue una verdadera enseñanza, pero no habiendo otra alternativa los campesinos tuvieron que seguir cultivando los palos de coca. Una gran enseñanza es precisamente el conocimiento técnico y de las exigencias del cultivo en cuanto al terreno, humedad y clima. Como las primeras plantaciones se establecieron en rastrojo o monte, la experiencia enseñó que la sombra no le hace bien al cultivo, porque de hecho aumenta la humedad, lo que propicia todos los problemas fitosanitarios; sin embargo, en forma contraria también se aprendió que con manejo con poda adecuada los cultivos con sombra no tienen problemas y, el rastrojo sirve de protección. También se observó que a los cultivos los afecta los vientos muy fuertes y el golpe del aire con el calor afecta el follaje. Entre las lecciones aprendidas están que el mesón al tener el nivel freático bajo, hasta cuatro metros de profundidad, no es terreno apto para el cultivo del cacao y en 18

cambio las vegas con buen drenaje si lo son, por ser suelos franco - arenosos; pero en las terrazas hay terrenos que cumplen con características muy buenas. Ahora se le puede decir al campesino, busque el terreno donde usted siembra la yuca para que siembre el cacao, el campesino no le da un palo de yuca en un humedal como tampoco a un terreno árido y seco. 5.

CONCLUSIONES

Con la bonanza cocalera en el Caguán y el Suncillas, se dinamizó el proceso de colonización por población aventurera proveniente de los sectores económicos deprimidos, mayoritariamente de las ciudades y en ocasiones del campo, que buscaban resolver sus problemas económicos; pero con las grandes crisis del comercio de la coca y la presión militar del Estado en la recuperación de la región y la lucha contra los cultivos ilícitos hicieron que la gran mayoría de la población aventura saliera de la región y que se quedaran los moradores que a fuerza se convirtieron en campesinos. Con este sustrato social y con una cultura cocalera de más de veinte años, fue la población receptora de los programas de la Parroquia, especialmente de la campaña “NO A LA COCA, SI AL CACAO Y AL CAUCHO”, convirtiéndose en freno para los resultados porque además de ir contra cultura el proceso de cambio de citadino a campesino se convierte en alto limitante. Todo proceso social que busque cambiar culturas, implica trabajo constante durante largo tiempo con resultados limitados y en ocasiones controvertidos. Los agricultores que en la actualidad demuestran un inicio de cultura cacaotera son de origen campesino y de regiones donde el cultivo del cacao está presente en la economía campesina; sin embargo, se convierten a la vez en punta de lanza para irrumpir entre los campesinos y lograr cambios en la cultura por medio de la base económica productiva. El proceso organizativo del Comité de Cacaoteros se ha sostenido y se proyecta en el contexto del Caguán, gracias a que cuenta con la integración de la cadena productiva del cacao y con Chocaguán, símbolo del esfuerzo contra corriente que ha significado cambios en la construcción de una sociedad diferente. No es menos importante la capacidad que ha tenido el Comité como organización para mantenerse neutral frente a los actores armados. 6.

RECOMENDACIONES

En el proceso organizativo es conveniente incentivar al socio a integrarse con el Comité de Cacaoteros con pertenencia, para ello la visión integral del productor y su familia es básico potenciarla. Es necesario mantener la independencia y la autonomía ganada con la neutralidad frente a los actores armados.

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Sin perder la comprensión de las dificultades, las limitantes del contexto y los limitados resultados en los procesos de cambio de mentalidad y cultura, aprovechar las puertas abiertas con el otorgamiento del Premio Nacional de Paz 2004 para posicionar el Comité y su trabajo con el campesino.

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