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La intrahistoria de esta novela se debe a un hecho concreto de la vida de Miguel Delibes. En noviembre de 1974 falleció su esposa, Ángeles Castro, por enfermedad, en plena y ‐todavía‐ joven madurez. Como consecuencia de esta muerte prematura Delibes dejó de escribir durante años. Por confesión propia, al preguntarse a sí mismo públicamente, años después, por la causa final de la escritura y del arte, llegó a la conclusión de que sólo cabía una respuesta individual en cada “artista”:
Para él, su propia esposa
“Ángeles siempre fue bella, pero, cuando la conocí, era tan bonita, inteligente y atractiva que tenía alrededor un centenar de moscones. Yo tenía un par de años más que ella, pero nos enamoramos, en el 46 nos casamos y en el 73 la perdí. Eso duró mi historia sentimental”. Esta mujer, que le dio siete hijos y un amor inmenso, se separa de su lado a causa de la enfermedad que la conduce a su desaparición física, pero no en sus recuerdos. Después de la muerte de Ángeles, Delibes, que ya era un clásico vivo de la literatura española, sufrió un bache emocional. La presencia de ese cuadro sobre la cabeza de don Miguel evoca ese tiempo y la felicidad que los dos vivieron. Cuando Miguel Delibes ingresó en la RAE, pocos meses después del fallecimiento de Ángeles, pronunció estas palabras en su discurso: ”Soy consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo”
Miguel Delibes sentado en su silla de siempre, debajo del retrato de su mujer, Ángeles, fallecida cuando era aún joven, en 1974.
La señora de rojo sobre fondo gris.
La mujer de su vida. “Entonces sí, entonces sentí celos del cuadro, de no haberlo sabido pintar yo, de que fuese otro quien la hubiese captado en todo su esplendor” El libro recoge además, una frase que el académico Marías dedicó a Ángeles de Castro y que Miguel Delibes agradeció diciendo que no puede decirse algo más hermoso de una persona:
“Una mujer que, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre de vivir” “De mi propia muerte, lo único que me preocupa es el hecho físico de morir: Me gustaría que fuese de un modo rápido y en mi cama. […] [Mi amargura precoz] supongo que será una herencia neurótica como tantas otras cosas. Lo cierto es que la muerte para mí era una obsesión. Y no sólo como posible protagonista de esa muerte» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro”
“La tranquila ejemplaridad con que la andadura narrativa de Miguel Delibes ha recorrido, , el arco trazado por la novelística española en su evolución a lo largo de la segunda mitad del siglo XX descansa, es sabido, sobre el suelo firme de aquellos tres famosos ingredientes que no ha dejado de reclamar como inexcusables para la novela: «Un Hombre, un Paisaje y una Pasión», y, con ellos, de las tres virtudes esenciales que siempre ha querido reconocer en él «Novelista de raza» A saber: «agudeza para ahondar en el alma humana y descubrir sus pasiones, facultad de desdoblamiento… y un estilo personal que hace que una página de [un] autor sea fácilmente reconocible por un lector de mínima cultura entre otras mil».
Cuadro de Ángeles de Castro que pintó Eduardo García Benito antes de su muerte, y que da título a la obra. Cuando Miguel Delibes ingresó en la RAE, pocos meses después del fallecimiento de Ángeles, pronunció estas palabras en su discurso: ”Soy consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo”
Mujer de rojo, de Eduardo García Benito. 130 x 90 cm. Fundación Miguel Delibes La Sala Municipal de Exposiciones del Museo de Pasión de Valladolid inauguró el pasado 6 de mayo la exposición sobre Eduardo García Benito (1891 – 1981) que recoge más de setenta obras del autor. La muestra ha sido cedida por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid. La presentación estuvo presidida por el alcalde de la ciudad, Javier León de la Riva; la Concejal de Cultura, Comercio y Turismo, Mercedes Cantalapiedra; y por Miguel Ángel García, uno de los comisarios de la muestra. **Como anécdota, uno de estos cuadros, el famoso “Mujer de rojo sobre fondo gris”, fue el elegido para ser portada de la novela homónima de Miguel Delibes, libro que el autor dedicó a su esposa. Eduardo García Benito fue influido por muchas tendencias de la época, destacando vanguardias como el fovismo, futurismo, expresionismo y, sin duda el que abrazó con más fuerza, el art decó. Acudieron cerca de treinta mil personas durante su estancia abierta al público. Según dijo, la pretensión última de esta nueva exposición es la de redescubrir al artista español más importante del siglo XX en el art decó.
Miguel Delibes y su esposa Ángeles Castro, (1945) “Nos bastaba mirarnos y sabernos.” Nada importaba los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos, era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: “aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad” Así recrea el protagonista de “Señora de rojo sobre fondo gris” a Ana. Para el escritor su compañera y madre de sus siete hijos fue una presencia permanente hasta el final. Ella, según sus propias palabras, era su "equilibrio, la mejor mitad de mí mismo". Ella fue quien le estimuló en sus lecturas, quien le animó a escribir y quien le alentó a presentarse al Premio Nadal, que ganó con 'La sombra del ciprés es alargada' cuando apenas era un titubeante aprendiz de escritor que estaba lejos de saber que iba a ser uno de los grandes nombres de las letras españolas.
Miguel Delibes con su esposa y sus siete hijos.
Eduardo García Benito fue
un
pintor e ilustrador ART DECÓ y el máximo exponente español de este estilo. Nace en 1881 en Valladolid y comenzó su carrera como pintor a temprana edad, a los 12 años. A los veintiún años fue becado por el ayuntamiento
vallisoletano
para
ampliar sus estudios en París. Hizo amistad con artistas como Pablo Gargallo, Picasso, Gauguin,… lo que influenciaría su obra de corrientes artísticas de la Modernidad. Allí se estableció como pintor de retrato, un artista decorativo e ilustrador. En 1917 se consagra y realizó su primera exposición en la galería du Fauburg Saint‐Honoré. Destacado retratista, su retrato realizado a Alfonso XIII figura en la Exposición Internacional de Amberes de 1920. Su faceta más conocida es la de Ilustrador: Gaceta du Bon Ton, Le Gout du Jour, La Guirlande y Les Feuillets, Vogue y Vanity Fair,. Contribuyó a la estética del Art Decó y creó gran parte de la imagen de este estilo que nos ha llegado. En sus últimos años, García Benito se centró en su faceta de pintor, como muralista y retratista. En 1962 regresa definitivamente a España y se instala en Valladolid. Muere
en
su
ciudad
diciembre de 1981.
natal
el 1
de
El ART DECÓ (también art decó o incluso art deco) fue un movimiento de diseño popular a partir de 1920 hasta 1939 (cuya influencia se extiende hasta la década de 1950 en algunos países) que influyó las artes decorativas tales como arquitectura, diseño interior, y diseño gráfico e industrial, también a las artes visuales tales como la moda, pintura, grabado, escultura y cinematografía. Se caracteriza también por los materiales que prefiere y utiliza, tales como aluminio, acero inoxidable, laca, madera embutida, piel de tiburón (shagreen) y piel de cebra. El uso de tipografía en negrilla, sans‐serif o palo seco, el facetado y la línea recta o quebrada o greca (opuesto a las curvas sinuosas y naturalistas del art nouveau), con presencia de bloques cubistas o rectángulos y el uso de la simetría. El color se nutrió de las experiencias del fauvismo; trapezoides, facetamientos, zigzags y una importante geometrización de las formas son comunes al art déco. Doscientos cuadros, dibujos e ilustraciones integran la exposición antológica de Eduardo García Benito, pintor vallisoletano fallecido en diciembre de 1981, realizada por la Diputación Provincial de Valladolid, en el castillo de Fuensaldaña, como homenaje póstumo al artista y con el objetivo de recoger una maestra suficientemente amplia y representativa de quien, junto a Van Dongen, Dufy y Paul Potret, fue el creador del art deco, uno de los más representativos de los felices años
veinte