PARQUE ENCUENTADO LAS MIL Y UNA NOCHES

PARQUE ENCUENTADO LAS MIL Y UNA NOCHES Simbad el marino había realizado numerosos viajes donde había conseguido grandes riquezas, pero su avidez po

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PARQUE ENCUENTADO LAS MIL Y UNA NOCHES

Simbad

el marino había realizado numerosos viajes donde había conseguido

grandes riquezas, pero su avidez por la aventura no tenía fin. Así, nuevamente se embarcó y surcó los mares. Tras varios días con sus noches, la nave se adentró en un mar muy tranquilo sin apenas oleaje que se trataba del mar Mediterráneo, como pudo comprobar en sus cartas de navegación. Con ganas de pisar tierra firme, Simbad y su tripulación desembarcaron en tierras alicantinas, donde tras caminar un largo rato llegaron a un parque que tenía por nombre Rugló. Para su sorpresa, había gran animación, hasta encontraron una Jaima donde poder descansar y reponerse de su viaje. El parque tenía un mercadillo donde poder adquirir algunas cosas. Así pudieron ver farolitos de cristal, adornos para regalar a sus mujeres a su regreso a casa y juegos que les recordaban algunas historias que se contaban en su ciudad natal de Bagdad, como el genio de la lámpara y las tinajas y ladrones. ¡Qué extraño zoco! Después de adquirir la mercancía no hacía falta ni regatear ya que todo lo ofrecían gratis. 1

¡Atención! Se aproxima un grupo de piratas, ¡y van armados hasta las orejas! La tripulación de Simbad se pone alerta, todos se esconden y espían el movimiento de estos piratas. No parecen demasiado peligrosos, además son todos muy pequeños, seguramente sean de alguna especie desconocida. ¡Vaya! Los piratas se han enzarzado en una pelea de chicos contra chicas, y parece que la cosa se está calentando. Además, ese capitán tiene muy malas pulgas. Tiene a toda la tripulación castigada y los ha mandado a limpiar, fregar, barrer, cocinar,…Bueno, esto es el colmo, ahora se asustan por una rata. Si conocieran todas las aventuras que ha vivido Simbad, ¿qué harían si en vez de una rata fuera un cíclope? Definitivamente estos piratas son inofensivos. Nuevamente han hecho las paces y ahora se van a la Isla de Alí Mansur.

A Simbad y su tripulación les ha entrado el gusanillo del hambre. ¡Qué maravilla! Hay unas deliciosas pastas árabes acompañadas por té. Con el sabor de las pastas la tripulación se pone nostálgica recordando su tierra natal. Con el estómago lleno, continúan paseando por este parque tan encantador. El zoco nuevamente está abierto con diferentes artículos como el cinturón para la danza, el quemador de esencias, y mira por dónde, ¡el cinturón mágico de Simbad! Simbad el marino se siente muy halagado y hasta se anima a utilizar el torno para construir su quemador de esencias. 2

Simbad y su tripulación no paran de reir ante la vista de un joven vendedor de alfombras. Nunca habían visto alfombras tan viejas y sucias que fueran vendidas tan caras. ¡Qué pícaro el vendedor! Además de engañar con sus argucias se queda con la chica más guapa.

Cansados de aventuras, deciden hacer noche en la Jaima, donde se adormecen con los bailes de las bailarinas de danza del vientre. 3

A la mañana siguiente, una fuerte tormenta les obliga a refugiarse en otra Jaima. Esta es algo diferente a las que ellos acostumbran a utilizar pero está más protegida de la lluvia. ¡Una nueva sorpresa! En la Jaima están contando historias. A Simbad le entran ganas de contar alguna de las suyas, aunque sospecha por los dibujos que decoran el parque que sus aventuras ya son conocidas, pues se ha visto a él mismo luchando contra el gigante de la isla maldita.

Ya queda poco para que Simbad y su tripulación retomen de nuevo su viaje. Pero antes disfrutaron de una apacible tarde en la que adquirieron collares, pulseras y distintos abalorios. Igualmente disfrutaron del aroma del incienso y especias, deseando cada vez más regresar a su país.

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Huyeron rápidamente en un barco que descubrieron en el parque, después de luchar contra un pez gigantesco. Un rey medio loco estaba empeñado en casar a su hija, la princesa Sukaina, y un miembro de la tripulación lo intentó, ya que prometía cuantiosas riquezas. Pero después de ver la cara horrorosa de la princesa salió huyendo despavorido, y con él toda su tripulación, acabando aquí las aventuras de Simbad en el Parque Encuentado de Agost.

¡Ay! Si se hubieran esperado un poquito más, habrían visto que la princesa tras lavarse la cara con un agua mágica recuperaba nuevamente su belleza. Lo que no sabían Simbad y sus marineros es que el Parque Rugló, cada año se viste de cuento celebrando el “Parque Encuentado”, un lugar mágico para el Cuento, Encanto y Encuentro. Un lugar que esperamos visitéis el próximo año, donde no sabemos qué historias y personajes nos esperan. Toñi López Abril

Agente de Desarrollo Local y Gestor Sociocultural Ayuntamiento de Agost 5

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