PERIODISTAS E HISTORIADORES Paul Johnson, historiador y antiguo periodista nos explica desde su propia experiencia su opinión sobre la actividad que realizan ambas profesiones. El objetivo final que tienen es esencialmente el mismo. Se trata de comunicar al lector un conocimiento y la comprensión de sucesos. Buscan la verdad, investigan sobre hechos importantes y la manera en que se ordenan. No se puede determinar con exactitud dónde termina el trabajo del historiador y dónde comienza la del periodista. La idea de que hay diferencias fundamentales entre ellos es bastante reciente. Hasta mediados del siglo XIX la historia generalmente era escrita por hombres del mundo, y a veces por aquellos que habían contribuido a forjarla. Y ahora en pleno siglo XX, el trabajo de muchos historiadores ha mejorado en precisión y profundidad gracias al contacto personal con los grandes acontecimientos. Del mismo modo el periodista no puede divorciarse del pasado aunque quiera, su comprensión de cómo ocurrieron los sucesos mejora enormemente si tiene algún contacto con los documentos para ver cómo fueron elaborados en el pasado. Dicho de otro modo: el periodista usa como puntos de referencia las fronteras establecidas con el pasado. Una vez conocida la historia de cualquier acaecimiento, resultará más sencillo escribir sobre lo que está sucediendo en ese momento con mayor comprensión, percepción y confianza. Asimismo los historiadores también necesitan del trabajo periodístico para la reconstrucción imaginaria de lo sucedido y su entendimiento. Todo esto nos da un indicio múltiple e interminable sobre cómo se desarrollaron los diferentes hechos. Las condiciones cambian pero no la naturaleza humana. Además la capacidad de conocer de un historiador se realza con su experiencia como periodista. Aún así se deben reconocer ciertas virtudes comunes sobresalientes a ambas ocupaciones. La capacidad para usar y evaluar las fuentes, el uso de las bibliotecas, el uso de material de archivo, las prácticas y capacidades propias del investigador de archivos y finalmente la utilización de la maquinaria electrónica de la comunicación. A veces también se tienen que enfrentar a serios problemas morales. Muchos se centran en buscar la verdad independientemente de otras consideraciones. En cierto modo se podría comparar con el trabajo que realizan los científicos. Según Einstein se debía partir de una hipótesis y luego tratar de demostrar que es correcta mediante pruebas que la corroboren. Si no, debe abandonarla o modificarla. Pero estas normas resultan bastante difíciles, por lo que se deben de cumplir de forma rigurosa y buscar la verdad, suprimiendo nuestros deseos instintivos humanos. Los que más infringen estas reglas son los que se autoproclaman periodistas investigadores, estos periodistas llegan a una conclusión e intentan tratar de probarla modificando, tergiversando e inventando la realidad. Es importante que se eviten la ideología o el dogma. Las noticias deben ser pristinas, no filtradas a través de algún dogma. El periodismo marxista por lo tanto es una contradicción. El carácter humano es importante en la historia y a menudo ha resultado decisivo en los acontecimientos contemporáneos. El impacto del individuo excepcional es un factor determinante en el rumbo de la historia. Recordemos por ejemplo a Margaret Thatcher cuando en 1979 asumió el gobierno de Gran Bretaña y transformó la nación. Los historiadores y periodistas tienen que detectar el carácter, evaluarlo y enlazarlo a los acontecimientos a medida que estos se desenvuelven.
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La personalización de las noticias ha sido muchas veces criticada y puede llegar a convertirse en un vicio. Pero el relato informado y sensato de los acontecimientos, en términos de quienes los forjan es una virtud positiva. Así la narración se hace legible para ellos. Es el arte de ser legible, los hechos importan sólo en la medida que afecten a las personas. La historia termina con el diario de hoy, el periodismo, preparando el de mañana. Tratar de predecir el futuro nos ayuda a contemplar el pasado desde nuevos ángulos para ver el presente. Para eso se requiere el uso de la imaginación. Hay que comprender, no sólo a la humanidad, sino también la relación que mantiene con los hechos mismos que la afectan.