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RITA SÁNCHEZ ARAGÓ
PIEZA DEL MES JUNIO 2011 BRACKET CON CHINERÍAS, EL ARTE DE MEDIR EL TIEMPO Días 4, 11, 18 y 25 de Junio a las 12:30 por Rita Sánchez Aragó
Ventura Rodríguez, 17 28008 Madrid
BRACKET CON CHINERÍAS, EL ARTE DE MEDIR EL TIEMPO
RITA SÁNCHEZ ARAGÓ
BRACKET CON CHINERÍAS, EL ARTE DE MEDIR EL TIEMPO
La colección de relojes del museo cerralbo
Texto: Rita Sánchez Aragó Coordinación: Cecilia Casas Desantes Maquetación: Gráficas Pedraza © Museo Cerralbo, 2011 N.I.P.O. 551-11-001-7
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Como buen apasionado de las Bellas Artes y la Historia, el marqués de Cerralbo atesoró a lo largo de toda su vida un gran número de piezas artísticas de muy variada índole. En esta ocasión queremos destacar su colección de relojes, un total de 71 ejemplares de sobremesa o personales, fabricados en Europa entre los siglos XVII y XX. Su importancia radica en el hecho de que albergan mecanismos que recogen los importantes avances técnicos de nuestra historia, mostrándose como verdaderos testigos mudos del paso del tiempo. Cada uno de los relojes del Marqués tenía la misión de indicar las horas en alguna de las habitaciones del Palacio. Sin desdeñar su función decorativa en las estancias, esta colección no se formó por el simple afán de reunir ejemplares de importancia, sino 3
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para cumplir un servicio determinado en la vida cotidiana de la casa. La exposición Relojes de un Palacio (1997) reunió por primera vez lo más selecto de la colección de relojes del Marqués. Hay que agradecer la labor del antiguo director Manuel Jorge Aragoneses, que estimuló desde los años 80 la restauración, rescate y análisis de muchos de estos relojes. Leer el tiempo. evolución de los primeros artefactos mecánicos
Considerado como un objeto híbrido a caballo entre el arte y la técnica, el reloj es un instrumento asociado a las Artes Decorativas, creado a partir del ingenio humano que, a través de la técnica y disciplinas como la física, la matemática y la geometría, investiga la medición del paso del tiempo. Alcanzar la medición exacta del tiempo se ha convertido en uno de los retos asumidos por el hombre desde la más remota antigüedad. Los primeros relojes solares egipcios, las clepsidras o el reloj de pesas tenían grandes problemas de fiabilidad, así pues nos centraremos en la historia de la relojería desde la invención del reloj mecánico en el siglo XIV. Podemos distinguir dos etapas en su evolución: la primera llegaría hasta la segunda mitad del siglo XVI, y en ella la relojería mecánica consigue una precisión de hasta un minuto al día de alteración; la segunda etapa duraría hasta 1950, con el péndulo como protagonista absoluto logrando alcanzar mayor precisión, acumulando un margen de error de tan sólo un segundo al día. Posteriormente llegaría la época actual con relojes electrónicos y atómicos, de una precisión casi absoluta (1). 4
Mecanismo del foliot de Giovanni de Dondi, siglo XIV.
La llegada del reloj mecánico supuso una auténtica revolución. Era un artefacto accionado por un peso motor que funcionará como fuerza motriz, permitiendo a partir de ese momento la creación de los primeros relojes monumentales, compuestos por una esfera y una única aguja y que con su sonería indicaban las horas canónicas a la población desde los campanarios y las torres de los ayuntamientos de toda Europa.
Torre dell’Orologio de Padua, Italia.
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Este nuevo adelanto tendrá lugar gracias a la invención del foliot, un complejo mecanismo de ruedas dentadas reguladas a través de una pequeña báscula dotada de contrapesos que permitía el avance continuo del reloj. El primer testimonio de este avance lo observamos en el Astrarium o esfera armilar, realizado en 1364 por el italiano Giovanni de Dondi en Parma (2). Ya en el siglo XV asistimos al invento del muelle real o motor de muelle como fuerza sustitutiva de los pesos. Este mecanismo sentaría las bases de la relojería portátil al llevar un foliot de menor tamaño que permitía su traslado sin dejar de funcionar, aunque su margen de error era de un cuarto de hora al día. Para corregir el problema se crearon diferentes clases de muelle, como el “caracol” que fue usado para equilibrar la fuerza transmitida al rodaje por el muelle real, consiguiendo mejorar la exactitud hasta una alteración de un minuto al día.
Mecanismo del muelle-caracol, siglo XV.
La invención del péndulo en el siglo XVI comportaría una impresionante mejora en la medición del tiempo y nos adentra en la segunda etapa de la relojería moderna. Los orígenes de tal invención se encuentran en dos grandes del Renacimiento, Leonardo da Vinci y Galileo Galilei. Por un 6
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lado Leonardo nos hablaba del arco de oscilación de una lámpara al comprobar que el tiempo que tardaba en moverse de un lado al otro era siempre el mismo, mientras que a Galileo se le atribuye la descripción del fenómeno del isocronismo hacia el año 1581 (3), al descubrir la relación existente entre las oscilaciones propias del péndulo en relación a su longitud. Un siglo después el científico holandés Christian Huygens, basándose en lo enunciado anteriormente por Galileo, aplicó el principio del péndulo al mecanismo del reloj. Su teoría quedaría reflejada en su libro Horologium oscillatorum (1675). El péndulo será objeto de sucesivas mejoras en los años siguientes. El inglés Robert Hooke inventó el resorte helicoidal o muelle espiral, basándose en la idea de que éste se estira de forma proporcional a la fuerza que se ejerce sobre él. A partir de aquí se crearon diversas formas de suspensión para el péndulo: rígida, de hilo, a muelle, simple, doble o a cuchillo. Así mismo el peso que soportaba también fue adaptándose con el paso del tiempo. Pasó de tener forma esférica a la de pera, más torneada y con menor resistencia al aire. Al propio reloj se le añadirían a su vez elementos como la manecilla que indicaba los minutos, denominada minutero. El mecanismo interno del reloj mecánico En el reloj mecánico son imprescindibles para su correcto funcionamiento las siguientes piezas u órganos: motor, distribuidor, regulador e indicador (4). Así, el órgano motor es aquel que impulsa y consigue el funcionamiento del mecanismo. Éste ha sufrido diferentes modificaciones a lo largo 7
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de la historia: en las pesas, muelle, etc. El órgano distribuidor está formado por los rodajes o ruedas con sus piñones que transforman la fuerza del muelle en un movimiento de impulso. La primera rueda gira muy lentamente pero con mucha fuerza, y la última lo hace a la inversa, pudiendo ser detenida a intervalos de tiempo regulares por el escape. El órgano regulador será el que ayude a que esa fuerza o impulso se convierta en continua y fija, transformada en fracciones idénticas de tiempo. El foliot, así como el volante circular o el péndulo, funcionarían como órganos reguladores. Por último, el órgano indicador es el encargado de mover las agujas de la esfera, a través de los rodajes de transmisión que recogen esos impulsos y los transforman en segundos, minutos y horas. Algunos avances técnicos que mejoraron sustancialmente la medición del tiempo se aplicaron sobre el escape, un sistema que permite adecuar la frecuencia de la marcha del reloj. Según J. M. Echevarría podemos hablar de tres tipos genéricos de escapes: el de retroceso, que genera una rotación de la rueda a intervalos regulares y además le imprime un movimiento de retroceso; el de reposo, que permite una parada de la rueda sin que se produzca un retroceso de ésta o libres, aquellos que solamente entran en contacto en el momento de la impulsión, permaneciendo libres el resto del movimiento. El roce, que obstaculiza el movimiento de las ruedas, es otro de los aspectos que se mejoran en este momento por medios como el engrase y la aplicación de materiales más livianos y resistentes, como las piedras preciosas. El posible proceso de dilatación y contracción de los metales, que perturbaría la marcha regular de un reloj, también trata de regularse mediante la compensación (5). Además la pieza podía complicarse mucho más si se le añadían otros mecanismos como la sonería, que en origen 8
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servía de aviso a la población desde los relojes monumentales, y posteriormente fue evolucionando hacia una melodía fraccionada que podía ser automática, a demanda o de repetición (6). Así mismo en la esfera podía llegar a incluirse la fecha del mes, los días de la semana, el nombre de los meses, las fases de la luna, la indicación de día / noche, etc. Incorporados en determinados departamentos de dicha esfera (en el copete generalmente) se aplicaron en ocasiones los autómatas, muy de moda a lo largo del siglo XVIII (7). Generalmente en la fabricación de un reloj participaban, más allá del propio relojero, otras muchas personas pertenecientes a diversos gremios, como fundidores de bronce, ebanistas o cajistas, escultores, orfebres, marmolistas, grabadores y pintores… que se encargaban de la elaboración y decoración del cajetín exterior y algunas veces de las terminaciones del mecanismo.
El oficio de relojero en un taller al sur de Alemania, mediados del siglo XVI.
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El oficio de relojero data del siglo XV, cuando se empezaron a construir las primeras máquinas para medir el tiempo. Hasta el siglo XVII los relojes, considerados como piezas únicas en la mayoría de los casos, eran realizados a mano en talleres de relojería que hacían las veces también de orfebrería y joyería. Posteriormente con la llegada de la industrialización, el oficio de relojero se dispersa, el operario va especializándose en su rama, se divide el trabajo al introducirse nuevas máquinas y herramientas que lo facilitan. Al resolverse la fabricación en serie, el relojero pronto necesitó la colaboración del cajista, considerado como un rango inferior al relojero en Inglaterra, pero que en Francia alcanzaba la misma capacitación y jerarquía profesional. Además los dibujantes y arquitectos, crearían modelos a fin de incorporar el reloj al conjunto del mobiliario de la época. A partir del siglo XVIII se produce la incorporación de la relojería al gusto decorativo de la época, situándose los principales centros de fabricación de estas piezas en Londres y París (8). El reloj inglés y el reloj francés En la colección del marqués quedan ampliamente representados los dos sistemas mecánicos que prevalecieron a lo largo de la moderna historia de la relojería europea: el francés y el inglés. El reloj francés destaca por su belleza ornamental así como por su libertad formal y estilística que se refleja en la gracia de su aspecto exterior siguiendo los estilos imperantes (rococó, neoclasicismo, romanticismo, etc.), siendo su máquina redonda y de reducido tamaño, al suprimir el 10
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mecanismo de caracol, empleando a su vez variadísimos materiales. Se trata de máquinas quizá para no durar tanto, pero de fácil reposición y arreglo. Su apogeo tendrá lugar a partir de 1730 desbancando a Inglaterra en los tipos de pie y de sobremesa; sin embargo en relojes de calidad, Inglaterra continuará ocupando el primer lugar hasta mediados del siglo XIX (9). La relojería inglesa destacará a lo largo de doscientos años por su solidez, manteniendo una estética distinta al resto del mundo durante todo este tiempo sin ser ajenos a los avances de la relojería que desde el siglo XVII incorporaría mejoras en la maquinaria y en los materiales. La característica principal del reloj inglés es el hecho de “haber conservado más allá del límite el sistema de caracol para mantener la tensión regular en el desarrollo del muelle real, con lo que se obligaba a que la caja fuese rectangular” (10). Así pues podemos decir que la relojería inglesa se centra en la sobriedad decorativa y en la precisión creando severas cajas de ebanistería que ocultan una excelente mecánica difícilmente superable a partir de gruesas platinas, una robusta jaula y recios muelles. La tipología variaba según los criterios artísticos o funcionales, así podemos encontrar el reloj de pesas o de caja larga (long case), cuadrada, que se mantiene hasta 1720 y cuya puerta está provista de un ojo de buey que permite seguir el vaivén del péndulo. Suele además presentar el calendario y un dial segundero; el reloj portátil (watch), también llamado de bolsillo y el reloj de sobremesa del tipo denominado bracket, cuyo significado es el de ménsula, soporte o repisa, fue concebido de forma que se pudieran ver desde todos los ángulos. Se colocaban sobre pedestales particulares o en la mayor parte de los casos sobre las mesas o escritorios, chimeneas, etc. 11
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El bracket inglés, un ejemplo en el museo cerralbo Sin desdeñar su carácter de objeto decorativo, en el reloj de sobremesa inglés priman la perfección y precisión de su maquinaria, haciéndose alarde de la idea de que “cuanto más simple sea la caja, mejor será el mecanismo”. La solidez de su mecanismo lo hace casi inmortal estando cada pieza especialmente pensada para su permanencia en el tiempo. Es una tipología que se convirtió en clásica pues mantuvo su identidad prácticamente inalterada durante más de dos siglos. La caja de estos relojes es muy característica, con poca decoración. Realizada en ébano al principio, poco a poco se fueron incorporando otras maderas nobles como el olivo y nogal, o el latón dorado. Sin embargo será la lujosa madera de caoba la que a partir de 1720 se convierta en la más apreciada realizándose verdaderas obras de arte con este material. Constan de una capilla con techumbre curva, la esfera clásica de bronce, molduras de esquina y copete, el disco de horas plateado y la numeración en negro. En cuanto a la sonería también fueron distintos al resto de Europa, evitando por ejemplo ya el toque de las medias horas, si bien los de carillón sí entonan melodías para los cuartos, medias y horas. La calidad y sobriedad decorativa de los relojes bracket hizo que al principio fueran más apreciados como objetos funcionales que para engrosar una colección artística, sin embargo en la actualidad están enormemente cotizados (11). A nuestro país la afición por el bracket no llegó hasta el siglo XVIII, importándose gran número de relojes de varias 12
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firmas londinenses especializadas en este mercado. Destacan las de John Ellicott, Thomas Wright, Eardley Norton o John Taylor entre otros.
Vista frontal del bracket Nº Inv. VH 0683.
Podemos encontrar la pieza que nos ocupa expuesta, como reloj de sobremesa, sobre la chimenea del Salón Comedor ubicado en el Piso Entresuelo del palacio. Por lo general la mayoría de este tipo de relojes es de tamaño y estructura similar, siendo por ello fácilmente identificables. En cuanto a su descripción artística podemos decir que la caja de madera de caoba (64 x 38 cm) se encuentra lacada en color negro y posee aplicaciones de bronces dorados y cincelados. Está dotada con dos puertas de cristal (una delantera y otra trasera) que permitían que se pudiera acceder a la esfera para realizar el cambio de horario, de calendario y algunas modificaciones de longitud en el péndulo para compensar las dilataciones térmicas que pudiera sufrir.
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Si comenzamos por la parte frontal de la pieza vemos que la caja remata en forma de bellota dorada, motivo que corona una especie de tejadillo triangular redondeado en sus contornos y que se repite de nuevo en los cuatro ángulos de la base del tejadillo. Haciendo chaflán en los cuatro ángulos de la caja, hay unas columnillas decoradas con motivos vegetales dorados que rematan en un pequeño saliente o ménsula. En la parte frontal, una cerradura se sitúa a su derecha para facilitar la apertura de la puerta.
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solar, que indicaba el día con número dentro de una ventanilla biselada situada en la parte baja del dial. La firma del autor, “Daye Barker / ROYal Exchange / LONDON”, nos traslada al Londres de mediados del siglo XVIII. Hijo de una familia de tradición relojera de Wigan (noroeste de Inglaterra), Barker recogió la sabiduría familiar y la amplió en los talleres londinenses (12).
Detalle de las esferas del bracket Nº Inv. VH 0683. Detalle de la marca del relojero en la esfera inferior.
En su interior se encuentran las esferas de metal dorado, rodeadas por un aplique metálico dividido en dos cuerpos; uno semicircular con molduras fundidas de tema vegetal barroco donde se sitúa la esfera más pequeña que recoge el silenciador de la sonería -con una aguja para acomodar a voluntad la posición de marcha, strike o silent- y un segundo cuerpo cuadrado que contiene la esfera más grande con la firma del autor, el sector horario plateado de las horas y los minutos, con cifras romanas y arábigas, así como el calendario 14
Vista lateral del bracket Nº Inv. VH 0683.
Los laterales poseen dos asas de latón, una a cada lado, en la parte superior de la moldura, que permiten en un momento dado poder moverlos a otro lugar con mayor facilidad. Sin embargo, hay que advertir que no fueron creados como relojes de viaje, y en el caso de transportarlos se debe antes detener su mecanismo. Asomándonos podemos contemplar el interior del mecanismo sujeto entre dos platinas, visible también a través 15
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de la puerta acristalada trasera. Se aprecia en el dispositivo la platina rectangular trasera ricamente grabada con motivos de roleos estilizados. El motor es de resorte de ocho días cuerda, con tracción de caracol y cadena. Este conjunto muellecaracol ha sido una de las constantes a lo largo de este tipo de producciones. Cuando el muelle pierde su tensión por la marcha del reloj es el caracol el encargado de compensar este proceso y sujeta la cuerda de tripa o cadena metálica que envuelve al cubo. Estos relojes tienen varios trenes, uno de movimiento o tren de marcha y uno o varios de sonería. El escape trasforma el movimiento giratorio en movimiento de vaivén a través del péndulo de paletas que en este caso tiene forma de pera; un tipo de escape que tiene la ventaja de que es menos sensible que otros relojes a posibles cambios de posición y nivelación. El tipo de sonería es por sierra (forzada), de horas y cuartos con carillón de ocho campanas. La caja descansa en su parte inferior en un zócalo a modo de faldón ondulante y recortado, quedando soportado por los ángulos en esquina que dan con la superficie. Respecto al aspecto exterior de la pieza, hay que decir que las lacas fueron un producto exportado a Europa desde China y Japón principalmente, y son sólo una pequeña parte de los objetos suntuarios orientales que llegarían a Europa primero a través de la ruta de la seda y luego a través de auténticas empresas comerciales nacionales, adquiriendo una creciente relevancia a lo largo de los siglos XVII y XVIII, con una demanda que se prolongaría hasta la segunda mitad del siglo XIX. La técnica del lacado consiste en la aplicación de capas superpuestas de la savia del árbol Rhus vernicifera que, a través de la combinación de pigmentos pulidos, da como 16
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resultado una superficie lisa y brillante. Entre sus características destacan además la calidad de su ejecución, el brillo de sus colores y su perfección técnica, ya que se trata de un material enormemente duradero y resistente. Será precisamente en Inglaterra donde la imitación de esta técnica evolucione hasta convertirse en un estilo propio. Los objetos chinos importados se incluirán en la decoración ofreciendo en las estancias un toque de exotismo que se fusionará con los muebles autóctonos como bargueños, cómodas, etc., realizados bajo el estilo que en ese momento imperase. Y no sólo eso, la técnica de la laca “a la inglesa” alcanzará tal perfección que incluso llegará a modificar el propio mueble de época. Inglaterra empezará a exportar sus propios productos a países como España y Portugal, acuñándose el término japanning para designar a esta nueva laca, obtenida gracias a varias capas preparatorias de carbonato cálcico y cola, sobre las que se pintaba y doraba el motivo, barnizándose después con entre ocho y diez capas de goma laca obtenida a partir del Coccus lacca, insecto indio que habita en varias especies de acacia (13). Recurrente será el empleo de colores como el rojo o el negro utilizados como fondo de las superficies, sobre las que se pintaba en dorado los motivos de tema oriental (pagodas, flores, pájaros, etc.). En cuanto a los motivos decorativos que muestra la caja, podemos decir que toda ella está ricamente ornamentada con asuntos orientalizantes al estilo de las chinerías, muy de moda en aquella época, y que no responden a una intención simbólica o iconográfica, sino más bien a un afán por adornar y embellecer la pieza a base de crear contrastes de color entre el negro de fondo y el dorado de las diferentes representaciones.
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En las composiciones, de clara verticalidad, destacan los asuntos de temática vegetal, con ramas, hojas entrelazadas, flores y acantos de color dorado. La decoración geométrica está visible en forma de rombos en cuyo interior se sitúan pequeñas flechas distribuidas a lo largo y ancho de las molduras de madera. Dentro de los motivos figurativos encontramos faisanes en las esquinas de las platinas de la parte frontal y escenas cotidianas campestres orientales en el tejadillo y laterales.
muy holgados y el de su izquierda con el mismo tipo de ropa sencilla, pero de apariencia elegante. En el lateral del tejadillo podemos apreciar un rostro de apariencia oriental con bigotes y barbas transformados en largas hojas a modo de roleos; y en su trasera, dos personajes con sombrero sentados en medio de un paisaje campestre que parecen mirarse el uno al otro. Sobre las piernas cruzadas del personaje de la derecha se sitúa una especie de cesta o vasija en la que parece estar metiendo algo ayudado por su acompañante.
Así en el frontal del tejadillo, sobre fondo negro y resaltando en color dorado, destaca en un fondo de vegetación una construcción tradicional china de una sola planta y tejado a dos vertientes, cuyos ángulos terminan en cabeza de animal de grandes orejas. En primer término dos hombres mirando a la derecha y sentados sobre un suelo dispuesto en cuadricula, el de la derecha con sombrero y vestimenta tradicional china formada por un vestido largo y pantalón
En los laterales de la puerta frontal, observamos a izquierda un hombre con sombrero ataviado con ropa oriental aparece con la cabeza girada hacia atrás, con un jarrón a sus pies; a derecha dos hombres con sombrero ataviados con ropas orientales hasta los tobillos parecen ascender por una escalera; y en la zona inferior, un paisaje con un pájaro volando a la derecha de la escena y una casa de aspecto sencillo al otro lado rodeada de vegetación. La puerta trasera ostenta en ambos laterales y de arriba abajo un pájaro con las alas extendidas, construcción tradicional china y dos jarrones debajo y en la zona inferior, un paisaje arbolado con un pájaro volando a la derecha de la escena y casitas de aspecto sencillo al otro lado.
Interior del reloj, en el que se aprecian la platina trasera y el péndulo. Escena cotidiana campestre china en el frontal del tejadillo del reloj.
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En cuanto a la conservación de la caja observamos que al haber sido decorada con la técnica del lacado, cuya resistencia al calor, al ácido, etc., es muy alta, se ha mantenido a lo largo de todos estos años a salvo de graves erosiones, aunque la parte frontal presenta un aspecto algo más deteriorado que la posterior o lateral, con zonas en las que el trazo dorado del dibujo se ha perdido. No obstante, el bracket posee un aspecto general admirable y, a nivel mecánico, se encuentra en perfecto estado de marcha.
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A través del estudio de esta pieza hemos querido acercarnos al conocimiento del bracket inglés del siglo XVIII, un reloj que nos abre nuevas perspectivas sobre la fascinante naturaleza de estos mecanismos. Una pieza que en suma ejemplifica la magnífica y completa colección de relojes que poseyó el marqués de Cerralbo y que hoy el visitante puede disfrutar en el museo.
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NOTAS (1)
MONTAÑÉS FONTENLA, L., en VV.AA., “Las Artes Decorativas en España”, Tomo I, en VV.AA., Summa Artis, (Historia General del Arte, XIV), editorial Espasa Calpe, S. A., Madrid, 1999, p. 263.
(2)
Uno de estos ejemplares llegaría a la España de Carlos V, ferviente coleccionista de relojes. El rey trajo asimismo a Juanelo Turriano, el más afamado relojero milanés del momento, quien construyó varios relojes astronómicos siguiendo el modelo de de Dondi. Juanelo creó el primer taller Real en España, situado en el Monasterio de Yuste.
(3)
Bertrand en su obra Galileo y sus trabajos describió como llegó Galileo a la propiedad del isocronismo durante la celebración de una misa en la catedral de Pisa: “Un día en que asistía, algo distraído sin duda, a una ceremonia religiosa, fijó su mirada en una lámpara de bronce, obra maestra de Benvenuto Cellini, que, suspendida de una larga cuerda, oscilaba con lentitud ante el altar. Quizás, con los ojos fijos en aquel metrónomo improvisado, unió su voz a la de los celebrantes; la lámpara se detuvo poco a poco y, atento Galileo a sus últimos movimientos, observó que marcaba siempre el mismo compás”.
(4)
Relojes de un palacio. Museo Cerralbo. Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1997, p. 10.
(5)
ECHEVARRÍA, J. M.: Coleccionismo de relojes antiguos, editorial Everest, León, 1975, p. 118.
(6)
Las sonerías de demanda y repetición fueron muy apreciadas a finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII. Las señales emitidas son muy variadas: sonería de horas y medias (francesa), de cuartos (pequeña sonería o inglesa), de cuartos y medias o gran sonería, generalmente completada por diversas tocatas efectuadas sobre un carillón por un rodillo de púas, etc. Tampoco son raros los acoplamientos a cajas de música con peines y rodillos, juegos de flautas y órganos e instrumentos de percusión: címbalos y xilófonos.
(7)
En los casos más sencillos representaban escenas animadas, como motivos navales con olas embravecidas y barcos. Quizás los más llamativos sean los llamados serinettes, entre los que destaca la producción de
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GLOSARIO James Cox: pájaros cantores, cuyo número varía según la importancia de la pieza, entre uno y varias docenas, con melodioso canto producido por juegos de flautas y coordinación perfecta de movimientos. (8)
MONTAÑÉS FONTENLA, L., en VV.AA., “Las Artes Decorativas en España”, Tomo I, en VV.AA., Summa Artis, (Historia General del Arte, XIV), editorial Espasa Calpe, S. A., Madrid, 1999, p. 263.
(9)
En Inglaterra destacan maestros como Thomas Tompion (16391713), considerado el padre de la relojería inglesa, Daniel Quare (1649-1724), pionero en la introducción de los relojes de repetición y en la introducción del minutero, George Graham (1673-1751) llevaría a cabo importantes mejoras en el reloj de péndulo y en el escape, o Thomas Mudge (1715-1794), designado como proveedor de relojes de Fernando VI, inventaría la palanca de escape en movimiento. Francia no se quedará atrás con artífices como Jean-Antonie Lèpine (17201814) autor del reloj de bolsillo que lleva su nombre, Abraham-Luis Brèguet (1747- 1823) creó el resorte de timbre así como el paragolpes, o Ferdinand Berthoud (1727-1807), considerado el padre de la cronometría, ya que fue el primero en construir un cronómetro en 1754 para uso de navegantes que permitía conocer la longitud geográfica.
(10)
Relojes de un palacio. Museo Cerralbo. Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1997, p. 9.
(11)
El célebre relojero Charles Cabrier realizó algunos modelos de gran belleza como el reloj Jorge II fechado en 1740, que la casa Alcalá de subastas vendió en el año 2002 por un precio de 32.500€.
(12)
LOOMES, B. Clockmaker’s of Northern England, Mayfield Books, Ashbourne, 1997 y BAILLIE, G. H., Watchmakers & Clockmakers of the world, 1929.
(13)
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RODRÍGUEZ BERNIS, S. Diccionario de mobiliario. Ministerio de Cultura, Madrid, 2006, p. 197.
Caracol Equilibrador de la fuerza transmitida al rodaje, tiene forma de cono truncado y acanalado en cada una de sus vueltas, para alojar una cadena o cuerda que va enganchada al barrilete por uno de sus extremos y al caracol por el otro. Carillón Reloj dotado de toda una serie de campanas o rodillo de púas y pestañas metálicas, capaz de producir una sonería automática que interprete una composición melódica. Escape Es el sistema que permite adecuar la frecuencia de la marcha del reloj. Desde él se libera en fracciones iguales a la fuerza del muelle, reguladas por el péndulo o el volante. Se divide en tres grupos, según la acción que ejerzan sobre el movimiento: de retroceso (paletas, cilindro); de reposo (áncora, dúplex, pasadores) y libre (detente). Muelle real Acumulador de la energía que se transmite a la máquina al darle cuerda. Es frecuente referirse a este elemento como muelle o resorte motor de la máquina. Péndulo Órgano regulador del reloj estático (de torre, pared, suelo, o sobremesa) que sustituyó al foliot y a los antiguos volantes circulares. Se generalizó en Holanda, París y Londres a partir de 1665, cuando la relojería centroeuropea había dejado de existir.
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Platina Elemento técnico que permite montar en el interior de la maquinaria todas las piezas necesarias de un reloj, como son los puentes, el movimiento y los rodajes. El término designa además todo el conjunto de la maquinaria del reloj.
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BIBLIOGRAFÍA BAILLIE, G.H.: The Planetarium of Giovanni De Dondi, The Antiquarian Horological Society, London, 1974. BELDA, P. G.: Manual de relojería, Xandró, Madrid, 1999.
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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS PORTADA Y CONTRAPORTADA. Detalle de las esferas y detalle de decoración del frontal del bracket Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas. Pág. 5:
Mecanismo del foliot de Giovanni de Dondi. Dibujo realizado por Natalia Jiménez López, tratamiento digital Museo Cerralbo.
Pág. 5:
Torre dell’Orologio de Padua, Italia. Imagen cedida por cortesía de Ángel Martín.
Pág. 6:
Mecanismo del muelle-caracol. Dibujo realizado por Natalia Jiménez López, tratamiento digital Museo Cerralbo.
Pág. 9:
El oficio de relojero. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Uhrmacher-1568.png
Pág. 13:
Vista frontal del bracket Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 14:
Detalle de las esferas del bracket Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 14:
Detalle de la marca del relojero. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
Pág. 15:
Vista lateral del bracket Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
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Interior del reloj Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
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Escena del frontal del tejadillo del reloj Nº Inv. VH 0683. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotografía Ángel Martínez Levas.
URESOSA, L.: El arte de la relojería, Traducción: Matilde Mudarra, Libsa, Madrid, 1990.
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BRACKET CON CHINERÍAS, EL ARTE DE MEDIR EL TIEMPO
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