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PIUBAD PRIMER SEMINARIO El cuestionamiento a los enfoques ortodoxos de la economía y las visiones alternativas. El caso de las economías en desarrollo

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PIUBAD PRIMER SEMINARIO El cuestionamiento a los enfoques ortodoxos de la economía y las visiones alternativas. El caso de las economías en desarrollo. Resumen: En este trabajo se plantea la necesidad y conveniencia de encarar la elaboración de políticas económicas divergentes de las implementadas en el país durante el último cuarto del siglo pasado, con la finalidad de encarar los objetivos preestablecidos por la sociedad (estabilización, crecimiento, desarrollo). Se sostiene que para ello debe recurrirse a teorías alternativas a la corriente principal, sobre todo tomando en cuenta las experiencias resultantes de la aplicación de políticas deducidas de ésta y que después del desplazamiento del Consenso Keynesiano no se ha impuesto otro como reemplazante. Se identifica al pensamiento postkeynesiano como un cuerpo de teoría que, partiendo de una visión más adecuada, puede dar lugar a la identificación de políticas económicas debidamente fundadas y válidas para enfrentar la problemática de una economía en desarrollo como la argentina.

El Consenso Keynesiano de la Síntesis Neoclásica: ataque y desplazamiento -

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La importante crisis económica de la década de los ‟70 del siglo pasado, disolvió el consenso logrado por el keynesianismo de la Síntesis Neoclásica (SNC), abriéndole paso a la crítica monetarista. Las dificultades enfrentadas por el Monetarismo en tanto cuerpo de teoría capaz de reemplazar al keynesianismo como situación clásica schumpeteriana1, la que se prolongara durante casi tres décadas desde fines de la segunda guerra mundial, dieron lugar a que la denominada escuela de los Nuevos Clásicos (macroeconomía “nuevo-clásica” en adelante MNC) intentara constituirse en el enfoque teórico principal de la ortodoxia. Si bien consiguió el protagonismo en diversos e influyentes ámbitos de las economías avanzadas (como los centros del poder económico y organismos internacionales) no obtuvo la aceptación generalizada que lograran, en su momento, la escuela clásica en su expresión ricardiana y el neoclasicismo, reconocido, principalmente, bajo el sello marshalliano y que mantuviera una robusta vigencia desde el último cuarto del S. XIX hasta la Gran Guerra. En el mundo académico y aún en no pocos órganos encargados del tratamiento profesional de los hechos económicos, no logró dicha escuela de Chicago desplazar al modelo básico de la síntesis neoclásica. Es decir, no se construyó un nuevo Consenso cuya base teórica fuera el enfoque de los Nuevos Clásicos2. El enfoque keynesiano de la síntesis, si bien introdujo algunas ideas de J. M. Keynes en su modelo, lo hizo a partir de una lectura walrasiana o neowalrasiana de la Teoría General (J. E. King, 2002; Clower, 1965). Sin entrar en la conocida discusión sobre cuál es la lectura más fiel de las trascendentes contribuciones de Keynes a la economía política, o la “economía”, es distintivo de la síntesis neoclásica SNC – compuesto por el modelo IS/LM del ingreso y la tasa de interés, el mercado de trabajo que incorpora las variables empleo y salario, el análisis de la relación entre empleo y precios basado en la curva de Phillips y la

Se entiende por situación clásica schumpeteriana “el logro de un acuerdo sustancial tras una larga y controvertida lucha: la consolidación del renovado y original trabajo anterior”. “Toda situación clásica resume o consolida el trabajo –el trabajo realmente original- que conduce a ella, y no puede comprenderse por sí mismo” 2 Denominación poco feliz pues ni la visión ni el tratamiento de la realidad de esta escuela tienen coincidencia con la escuela clásica.

teoría del crecimiento - la aceptación de la existencia de situaciones de desempleo involuntario en la economía capitalista o de mercado, y por ello, de niveles de producción menores al potencial. Tales situaciones engendran inestabilidades a las que –de acuerdo al Consenso keynesiano- es necesario y conveniente evitar puesto que, así, se impide la reducción del bienestar general. Para ello, se requiere la intervención estatal quien mediante política fiscal o monetaria o por una combinación de ambas, puede obtener el regreso a una posición de equilibrio con pleno empleo. Las generalizadas políticas económicas (sustentadas en la SNC) atendían así a dos objetivos fundamentales: la consecución del pleno empleo y la fijación de un cierto nivel de variación de los precios. Ello implicaba el manejo de la demanda agregada y el reconocimiento de un “quid pro quo” entre los niveles de actividad y precios, en el cuadro general de las políticas típicas del llamado Estado de Bienestar. La intervención estatal en la economía no correspondía sólo en el contexto de las fluctuaciones económicas sino que se extendía, también, al caso de la implementación de políticas tendientes al logro del crecimiento económico. Así, la programación económica fue un instrumento cuya aplicación, durante el período del Consenso keynesiano, era aconsejada por los organismos internacionales de crédito a los países subdesarrollados con la finalidad de conseguir una mejor asignación de los recursos disponibles3. El intento de recrear un nuevo Consenso: El monetarismo y la macroeconomía nuevo clásica (MNC)

-El quiebre, en los ‟70, del crecimiento continuado de la producción y del comercio internacional4, conseguido, particularmente, en las economías avanzadas y el alargamiento de la situación de crisis en dicha década 5, cuestionaron la capacidad de las políticas keynesianas para superar la situación (Shaikh, 2000). La particularidad de la conjunción de alza de precios con recesión –situación prácticamente desconocida en el capitalismo del Centro (J. Robinson en Eichner, 1982)– fue especialmente propicia para que la crítica monetarista a la curva de Phillips6 (M. Friedman, 1968; Phelps, 1967) tuviera una aceptación significativa, dado que el modelo de la SNC sólo admite la 3

La Planificación económica no se circunscribió a las economías subdesarrolladas; Francia, Italia, el Reino Unido, Holanda, entre otros, la aplicaron bajo la modalidad indicativa, por oposición a la de carácter imperativo, implementada en el mundo socialista. En el sistema capitalista se admitía que lo imperativo debía circunscribirse al caso del gobierno. 4 Si se toma como referencia la situación inmediata anterior a la 2ª. Guerra Mundial, desde fines de ésta hasta los ‟70, las tasas de desempleo se redujeron sustancialmente en las principales economías europeas y en EE.UU. Sin embargo, es preciso recordar que en este país los niveles de actividad económica y de empleo tocaron sus puntos más altos durante la guerra. Entonces, lo que cabe apreciar es que al ingresar a la economía de paz no se experimentó la caída de la producción que sí tuvo lugar en la 1ª. Posguerra Mundial. Y durante casi tres décadas hubo crecimiento con alto nivel del empleo, sólo interrumpido por recesiones débiles rápidamente superadas. 5 Recordar los dos momentos del serio problema petrolero, 1973 y 1978, y la conjunción de ello con la estanflación propagada a todo el Centro de la economía mundial durante la segunda mitad de los ‟70 y los primeros años de los „80. 6 La Curva de Phillips Aumentada por Expectativas complementó a la teoría cuantitativa al brindar un análisis más preciso acerca de la manera en que los efectos causados por los cambios en la cantidad de dinero se reparten en magnitudes reales y nominales. La deducción de una curva de Phillips vertical para el largo plazo implicó que las políticas de demanda agregada solo pueden afectar al nivel de producto y empleo en el corto plazo. En el largo plazo aparecería, entonces, la neutralidad del dinero, la vieja concepción neoclásica, cuyo carácter falaz había sido demostrado por J. M. Keynes.

existencia de las brechas inflacionaria y deflacionaria, excluyendo la posibilidad de un alza de precios con desempleo involuntario (la estanflación)7 . Sin embargo, había otras explicaciones de la estanflación diferentes a la del monetarismo friedmaniano. Ellas conducen, finalmente, a entender la reacción conservadora que se impuso desde fines de los ‟70 (Heilbroner, 1992) y que se justificó en la necesidad de superar el serio impacto de la crisis sobre el empleo, los precios, la rentabilidad de las inversiones, la moneda de reserva mundial y el sistema financiero internacional8. La confluencia de la nueva onda conservadora y el monetarismo redivivo no bastó para mantenerlo en la posición dominante pues fue desplazado de ese lugar por el Nuevo Clasicismo (MNC) de Chicago. El reemplazo no significó ninguna alteración sustancial de la teoría económica que debía sustentar a los argumentos del conservadurismo y las políticas económicas por él propiciadas, puesto que el enfoque Nuevo Clásico nació en comunidad de visión con el monetarismo y compartiendo con éste una aproximación metodológica esencial9. Asimismo, plantearon una similar reacción antikeynesiana (J. W. Deanen, 1981). El supuesto distintivo del enfoque de la MNC es la adopción de las llamadas „expectativas racionales‟ al que se adiciona el del vaciado de los mercados. Sobre esta base se construyen modelos a los que se considera macroeconómicos simplemente porque, como siempre lo planteó la escuela NC de raíz walrasiana, basta con sólo agregar lo deducido del comportamiento optimizador del agente representativo en el plano de la microeconomía. Este agente es el hombre económico, calculador racional de placeres y dolores, procurando su máxima satisfacción10. Así, para obtener una macroeconomía que informe correctamente a los responsables de elaborar las políticas económicas es preciso llevar los supuestos de racionalidad, optimización y equilibrio en los mercados hasta sus últimas consecuencias (M. Willes, 1981). Un resultado de este armazón lógico, derivado de la hiperracionalidad atribuida a los „agentes‟11, es la rectificación de las conclusiones a que se arribara con la crítica que formulara Friedman a la curva de Phillips. Reemplazando las expectativas adaptativas por las racionales, se consigue demostrar que no existe ningún „quid pro quo‟ entre las variaciones del empleo y de los precios; simplemente, no hay lugar para que ninguna intervención estatal preanunciada pueda generar un aumento real perdurable del producto y del empleo, ni en el corto ni en el largo plazos. Otro resultado deducido de la incorporación de la hipótesis de expectativas racionales (HER) y del vaciado permanente de los mercados, es la función de Oferta Agregada: dado que los 7

Frente a esto, las políticas keynesianas de la SNC resultaban impotentes. Sin embargo, tanto la menor rentabilidad del capital como la devaluación del dólar estadounidense deben visualizarse como consecuencias del comportamiento económico más allá de la crisis de los ‟70. 9 Tobin denominó al monetarismo de M. Friedman Tipo I y a los Nuevos Clásicos como de Tipo II; también Hahn y R. Solow coinciden en esta apreciación. Cabe señalar al respecto, específicamente, las coincidencias en cuanto a la exclusión del dinero en los análisis correspondientes al “mundo real” (sólo importan las variables reales y los precios relativos), al concepto de tasa natural y a las medidas de política económica propiciadas por ambos. 10 D. Bell (1981) identificará los más acabados logros de la economía (la teoría del equilibrio general, por ejemplo) como el desarrollo de las implicaciones lógicas del supuesto de racionalidad para una economía de libre mercado, es decir, como ficciones evocadoras de una realidad que no está ocurriendo. Esto no sólo se debe al discutible concepto de racionalidad manejado en la teoría y a la existencia de "imperfecciones" del mercado, sino al inevitable carácter parcial de la economía, cuyos conocimientos requieren ser forzosamente complementados por los de otras ciencias (Torres). 11 La Hiperracionalidad se combina con una información completa y todo eso implica una facultad de cálculo de carácter instantáneo (ver M. Lavoie). 8

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agentes son racionales, su comportamiento refleja decisiones óptimas12, la oferta (de trabajo o producto) depende de los precios relativos. El producto sólo se desviará de su nivel natural cuando haya una diferencia entre el nivel de precios existente y el esperado. Cuando los individuos sean sorprendidos e interpreten un aumento de precios como un aumento en el precio relativo de su producto, aumentará el nivel de oferta de productos y de trabajo en la economía. Cuando los agentes perciben que no hubo una modificación de los precios relativos, se rectifican, con lo cual el producto y el empleo retornan a su nivel de largo plazo. Esta formulación de la oferta agregada fue desarrollada por Lucas (1972, 1973) y, en definitiva, postulaba que cuando las expectativas de inflación son correctas (en ausencias de cambios inesperados de precios) el producto y el empleo se mantendrán en sus tasas naturales. A este “teorema” económico se le agrega otro: el comportamiento del trabajador individual en paro 13. Para esto, consideran al trabajador en paro como realizando una actividad –el desempleo como actividad –, concluyendo que el desempleo constituye una forma particular del “ocio”. Entonces, todo desempleo resultaría ser “voluntario”14. Además, está la teoría del ciclo real15 que se apoya en el supuesto del vaciado de los mercados16, afirmando que las fluctuaciones de la producción en el sistema económico resultan de los „shocks‟ exógenos que obligan a generar reequilibrios de tipo walrasiano como respuesta (Kydland y Prescott, 1982). Excluyendo la exogeneidad originada en la interferencia estatal y en otras instituciones de efecto similar, como la acción sindical convalidada por leyes y conductas sociales afines muy arraigadas, quedaba como factor exógeno importante el que resumía a las fuerzas de la innovación y el progreso tecnológico. La inestabilidad provocada por ese factor resultaba favorable, en última instancia, pues la conducta reactiva racional de los agentes habría de conducir al aumento de la producción. Por ello, no era necesario concebir políticas que intentaran neutralizar la inestabilidad ya que ella se convertiría, muy probablemente, en crecimiento. La “macroeconomía nuevo-clásica” (MNC) muestra como rasgos destacados la construcción de modelos macroeconómicos con micro-fundamentos y su expresión con un pronunciado formalismo matemático. Pero, tanto los supuestos como el modo de operar atribuido al comportamiento de los agentes individuales –en rigor, sólo de uno pues la pluralidad sobreviene por la simple agregación que abarca a todos- se enmarcan perfectamente en el enfoque NC17. Más aún, cabe interpretar a la MNC como una corriente ortodoxa que cree haber construido las bases de una macroeconomía correcta y más satisfactoria que la de la SNC porque recupera la noción del funcionamiento automático y eficiente

Las empresas y los trabajadores son asimilados a los agentes, racionales y optimizadores. Extrayendo como una suerte de corolario la explicación del seguro de desempleo. 14 Conclusión decididamente insatisfactoria tanto por el carácter de su deducción como por su casi total falta de correspondencia con lo que sucede en la realidad. 15 La NMC analizó también el ciclo de equilibrio que es el que surge como consecuencia del shock provocado por una política económica no anticipada. 16 Según R. Solow “Es tan claro como que hay una nariz en mi cara que ni el mercado de trabajo ni muchos mercados de bienes producidos se vacían en ningún sentido significativo” Citado por Seidman en “The New Classical Counter-Revolution: A false path for Macroeconomics”; Eastern Economic Journal, Vol. 31, No. 1, Winter, 2005.Pág. 133 (La traducción es nuestra). 17 “Greenwald y Stiglitz interpretan a la macroeconomía nuevo clásica como un intento de adaptación de la macroteoría a la microteoría” (C. Usabiaga S. pág. Web) 13

de la economía, en términos plenos18. Se pretende desalojar, así, la noción de la existencia de desequilibrios repetidos y sistemáticos o de equilibrios con desempleo y por ende ineficientes y con ello, la noción de la necesaria intervención estatal (ya sea regulando o participando en la actividad económica). Vercelli, 1991, objeta –válidamente- la estrechez de los supuestos que introduce la MNC al elaborar sus modelos con micro-fundamentos pues lleva a ignorar grandes áreas, básicas en la macroeconomía de Keynes, como la problemática del desequilibrio, la incertidumbre y la inestabilidad. Asimismo, señala que la microeconomía utilizada por los modelos de la MNC no proporciona fundamentos suficientemente sólidos como para alcanzar un desarrollo satisfactorio de la macroeconomía. También, afirma que debe procederse de un modo inverso al de los MNC, tratando de incorporar fundamentos macroeconómicos a la microeconomía19. Las políticas económicas deducidas de la MNC

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A partir de la crisis y existiendo la mencionada conjunción entre conservadurismo y teoría económica, se abrió una nueva etapa que se caracterizó por el retiro del Estado de la economía, una progresiva mejora de la retribución al capital -registrándose más tarde, un desmejoramiento de los ingresos del trabajo-, y una creciente liberalización de los mercados aunada al auge de la inversión financiera con la libre movilidad internacional de los capitales. La crisis estuvo precedida por un debilitamiento de la rentabilidad de la inversión, generándose durante ésta una caída, mientras que la etapa siguiente mostró una recomposición de la misma a partir de la ampliación de las áreas de actividad a su alcance (las que antes estaban bajo la órbita estatal y sobre nuevas regiones del planeta)20. A su vez, la atención se desplazó desde la renta y el empleo a la inflación y la respuesta proporcionada por el monetarismo y la MNC satisfizo plenamente tal inquietud. Con ese fracaso (el de la SNC), la creencia en reglas monetarias de largo plazo se adecuaba perfectamente a las circunstancias y la oferta monetaria se convirtió en la única variable importante para el mundo de los negocios (Heilbroner, 1992). Las políticas económicas justificadas por la MNC tienen un leitmotiv: la inefectividad de la intervención estatal21. Dado que ésta debe circunscribirse a la política monetaria –pues la fiscal entienden que quedó descalificada por sus teoremas y por ende, desalojada - cabe esperar que aquella actúe sólo sobre los valores nominales asumidos por las variables fundamentales. Así, por ejemplo, una política anti-inflacionaria sería muy probablemente efectiva si se basara en una oferta monetaria cuyo comportamiento preanunciado fuera creíble; en tal caso, podría concretarse una baja de precios sin que se experimentara un descenso en el producto y el empleo22, y el costo real de la contracción sería, entonces, nulo. Las fuerzas económicas operan automáticamente garantizando la eficacia del mercado. Tal

Acudiendo a la expresión de J. Robinson, constituye un prekeynesianismo después de Keynes. J. R. Hicks lo había planteado antes. 20 Posteriormente, se sumarían las ondas de mejoras e innovaciones tecnológicas y la reorganización de la producción a escala global. 21 La contrastación empírica se ha revelado adversa para el teorema MNC de la inefectividad de la política económica. Y los acontecimientos sucedidos desde el estallido de la crisis 2007-2008 no dejan en pie esta pretensión teórica. 22 Si la reducción de la oferta monetaria es anunciada por un Banco Central independiente, cuya conducta se muestre coherente con ello, la credibilidad será mayor. 19

concepción explica la privatización, la desregulación y la liberalización comercial y financiera. En cuanto a este último mercado, cabe atribuirle el mismo comportamiento que el de los otros y el general de la economía. Por ende, las regulaciones financieras no tienen porqué sustituir o sobreponerse al desempeño de las fuerzas que actúan en tal mercado. El crecimiento de la inversión financiera y la multiplicación del precio de los activos financieros no constituye, según el razonamiento de la MNC, ningún elemento generador de inestabilidad particular puesto que cabe esperar que la racionalidad de los agentes y la flexibilidad del sistema de precios actuarán para que se concrete el automatismo que garantiza la eficiencia. La crítica desde la ortodoxia a la MNC: la macroeconomía nuevo-keynesiana y la restauración revisada del keynesianismo - En las dos últimas décadas del siglo, se consolidaron las tendencias que, durante los años setenta, se habían insinuado en la economía mundial. Las políticas de ajuste aplicadas, durante los ‟80 en varias economías centrales, con la finalidad de enfrentar la inflación, repercutieron a nivel doméstico provocando recesión y desempleo e internacionalmente, haciendo descender los precios de los bienes primarios, entre los cuales estaba el petróleo, y recortando así la masa de fondos salidos del Centro para pagar esas importaciones. Esto coincidió con el impulso otorgado a la liberalización comercial y financiera, 23 lo que acentuó el movimiento de capitales, dadas las nuevas reglas que rigieron en materia cambiaria, al generalizarse los tipos de cambio fluctuantes y la consecuente modificación de las tasas de interés a escala internacional. Pero, quedó claro que las políticas de ajuste no generaron el efecto que predecía la MNC, y el control de la cantidad de dinero trajo consigo la contracción del producto y el desempleo, en la primera parte de los ochenta. Ante esto y también frente a lo que varios consideraron una explicación insatisfactoria de la crisis de los ‟70 (Galindo, 2003), surgieron dentro de la propia ortodoxia, críticas hacia ciertas posiciones monetaristas y la MNC las que, finalmente, se estructuraron en el enfoque macroeconómico conocido como “nuevo keynesianismo” (MNK). Este enfoque persigue explicar las fluctuaciones agregadas como la consecuencia de impedimentos para la coordinación de la elección por parte de los agentes racionales que, en forma individual, maximizan la función consumo, producción, etc. pero que colectivamente están impedidos de lograr una asignación eficiente de Pareto (Parkin citado por Bucheli). Para ello, desarrollan modelos macroeconómicos sostenidos en fundamentos microeconómicos que incorporan la HER, coincidiendo así con los modelos de la MNC. En cambio, rechazan el concepto apriorístico de mercados que se equilibran automáticamente24 - el “vaciado continuo” implícito en Walras- e

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La severa crisis que afectó a las economías periféricas, iniciada con la declaración del “default” mexicano en 1982 y seguida durante el resto de la década de los graves efectos asociados al recorte severo del financiamiento de las economías endeudadas, por una parte, y el debilitamiento, anticipatorio de su implosión, de la ex URSS y de su área de influencia, por otro, constituyeron dos factores importantes para la difusión de la apertura comercial y la liberalización financiera. 24 El supuesto de que los precios fallan a la hora de moverse lo suficientemente rápido como para vaciar el mercado, presente en el viejo y el nuevo keynesianismo, implica que los shocks de oferta y demanda tienen efectos reales sustanciales. Tanto las viejas como las nuevas versiones de la economía neoclásica

incorporan elementos de la realidad al tiempo de elaborar sus modelos como las imperfecciones del mercado y precios que no son absolutamente flexibles, destacando que la validación de una teoría no está plenamente alcanzada a través de las predicciones de carácter empírico, por lo cual éstas tienen sólo un carácter necesario y no suficiente. Los Nuevos Keynesianos argumentaron que la teoría del ciclo económico basada en fallas de mercado era más realista que la de los nuevos clásicos. Los modelos de la síntesis neoclásica suponían fijado el salario nominal, mientras que los nuevos keynesianos intentaron brindar micro fundamentos para explicar el fenómeno de salarios y precios viscosos. El marco teórico propuesto por los nuevos keynesianos incluye competencia imperfecta, mercados incompletos, trabajo heterogéneo e información asimétrica. A partir de ello, constatan y elaboran el hecho que en la economía hay una cierta rigidez de precios, lo cual lo asocian con que éstos no varían cuando se modifica la demanda agregada (y los costos marginales no se alteran). Entonces, un aumento de la demanda no provocará, imprescindiblemente, una modificación al alza de los precios. Y cuando tales costos se modifican, no se produce una alteración de los precios debido a la existencia de fricciones reales y nominales. Entre las reales están las externalidades, la imperfección de los mercados de capitales ante la información incompleta, el comportamiento cíclico de las elasticidades de la demanda y la viscosidad del salario en el mercado de trabajo. Y entre las nominales identifican a los “costos de menú” y la racionalidad incompleta de los agentes25. Concluyen, entonces, que la economía se caracteriza por la existencia de fallas de coordinación y externalidades. Estas características se combinan de distintas maneras en los modelos, pero un primer problema de la nueva economía keynesiana es que no hay un modelo unificado sino una variedad de explicaciones de las rigideces de precios y salarios y sus consecuencias macroeconómicas. Ahora bien, se ha afirmado que la funcionalidad de la MNC consistió en que proporcionó el marco teórico adecuado para la instauración de las políticas que de un modo u otro, ampliaron el área de influencia del sector privado de la economía, achataron los salarios, facilitaron el ensanchamiento del radio de acción internacional de las economías avanzadas y dentro de éstas de los grupos económicos de mayor fortaleza, y tendieron a reducir el gasto en bienestar. Gran parte de esas políticas fue justificada por la “demostración científica” de que los mercados tienen una capacidad autorreguladora y que, librados a su propia fuerza, son capaces de proporcionar el máximo de bienestar individual y social. La crítica de la MNK a la MNC y las conclusiones de sus modelos venían a señalar los errores predictivos de los enfoques de ésta. Pero, además, volvían a suponen que los mercados se vacían, por lo que una economía nunca puede sufrir por deficiencia en la demanda efectiva 25 El tratamiento del mercado de trabajo por el enfoque MNK ha proporcionado distintas hipótesis acerca de su comportamiento. En general, consideran que la rigidez del salario –aún habiendo desempleo- no es incompatible con el comportamiento racional de las unidades de producción de la microeconomía. Ello se explica por la teoría de los contratos implícitos y la eficiencia de los salarios y además, por el comportamiento de los propios trabajadores, a los que divide en outsiders, insiders (externos e internos). Se rectifica así la visión neoclásica (y de los dos monetarismos) del mercado de trabajo, en la cual el salario real varía conduciendo al empleo de equilibrio (o la tasa natural de desempleo). Allí el salario real coincide con la productividad física marginal del trabajo, de tal modo que el ajuste del salario nominal en condiciones de flexibilidad de precios, lleva al equilibrio. La conclusión, entonces, es similar a la de J. M. Keynes, pero el modo de demostrarlo es distinto. Aunque no por ello, más riguroso.

plantear que la economía presenta problemas que no son tratados o bien, no lo son debidamente por los modelos de la MNC. Por ende, las políticas deducidas de ellos o no son capaces de resolverlos o pueden agravarlos. Así, dentro de la ortodoxia, los Nuevos Keynesianos, por una parte, al introducir un cierto grado de realismo en el análisis, trataron los problemas de la teoría a la hora de confrontarla con los hechos económicos y su entramado y, por otra, expresaron también las necesidades de un proceso real que mostraba la existencia de imperfecciones en el funcionamiento de los mercados. Esta teoría brindó el marco para estudiar esas imperfecciones sin cuestionar el papel central de los mercados, ni la dinámica del capitalismo. Se podría identificar (como lo hacen Usabiaga- Caraballo, 2002 ) al caso típico de la visión MNK con un modelo que incorpora competencia monopolística, fricciones nominales, efectos macroeconómicos de las fricciones nominales especialmente, la no neutralidad del dinero a corto plazo-, desempleo involuntario y, finalmente, el énfasis en la interacción entre las rigideces nominales y reales. Por otro lado, puede considerarse a la competencia perfecta, la plena flexibilidad de precios y salarios, la neutralidad del dinero y el desempleo voluntario como el caso MNC, de acuerdo, por ejemplo, con lo planteado por Lucas (1972) y Hoover (1988)26. Las políticas económicas deducidas de la MNK reconocen la posibilidad de que la intervención puede disminuir los efectos inconvenientes, derivados de las imperfecciones, de la falta de información completa, de las rigideces, sobre el bienestar. Este sería el limitado campo de actuación asignado a las políticas de intervención, con lo que habría una coincidencia muy parcial con los keynesianos de la síntesis. La puesta en jaque de la visión ortodoxa: las crisis de fines de los ‘90 y la gran crisis financiera internacional 2007-2008

En los últimos años, la teoría económica ortodoxa sufrió importantes embates desde la propia realidad. Las crisis financieras que afectaron a las economías del SE asiático y que se extendieron hacia Rusia, Brasil y México en el último tercio de los años ‟90, dieron lugar a la reiteración de los planteamientos críticos mencionados mas arriba y a nuevas reflexiones referidas a la situación creada en estos países. En general, esas economías se habían abierto comercial y financieramente e implementado, además, diversas medidas de política complementarias. La desregulación financiera, los tipos de cambio fluctuantes, el retiro del Estado y la liberación de los precios domésticos constituían elementos comunes a todas ellas. De acuerdo a la teoría aceptada –por lo menos por las autoridades domésticas que habían introducido tales políticas y por quienes las propiciaban- los mercados son eficientes27 y por ende, los 26

Se ha sostenido que ambos enfoques, MNC y MNK, pueden reunirse en un marco analítico común y que un mismo modelo permite establecer comportamientos diversos de los precios ante una modificación de la oferta monetaria, y de allí deducir la neutralidad o no neutralidad del dinero. 27 La teoría de los mercados eficientes afirma que los agentes económicos analizan los datos del mercado correspondientes al pasado y al presente, lo que significa que las señales entregadas por los precios proporcionan información suficiente para la formación de expectativas racionales como base para la toma de las decisiones que maximizan la utilidad (los "fundamentos económicos") Existe (se supone) toda la información relevante acerca de la relación entre la actualidad y el futuro y ella está disponible para los agentes que participan del mercado , la cual se incorpora a las señales de los

financieros y los de divisas no escapan a esta característica. Sin embargo, los acontecimientos mencionados obligaron a reconocer que los mercados financieros pueden ser ineficientes (Krugman, 1999). Asimismo, las políticas consistentes en apartar al Estado de la economía, flexibilizar el mercado de trabajo, comprimir el gasto público, desgravar o minimizar las alícuotas tributarias a ciertas actividades económicas, todo ello dentro del marco de la apertura comercial y liberalización financiera, fueron aplicadas en general en las economías en desarrollo o de mercados emergentes. Salvo algunas de ellas, en puntos bastante acotados, recibieron la aprobación de toda la ortodoxia. Pero, en la gran mayoría de los casos, los resultados de tales políticas fueron, por lo menos, magros en varios aspectos de importancia (el nivel de actividad y empleo, la distribución del ingreso, el avance en la acumulación de capital y la introducción de tecnologías con efecto positivo sobre el rendimiento del trabajo). Y la fluctuación macroeconómica siempre se hizo presente. Esto ha generado el cuestionamiento a las políticas y a los enfoque teóricos que las prohijaron. La superación de la situación de crisis en las economías de los países nombrados más arriba requirió la adopción de políticas ad-hoc cuya naturaleza no difería de las propiciadas y aplicadas en su momento por el keynesianismo de la síntesis, a las que la MNC había considerado definitivamente desterradas y condenadas al olvido. Sin embargo, la calidad de ser economías de “mercados emergentes” o en desarrollo, las afectadas por la crisis, permitía dejar flotando una asignación de culpas que iba desde el error cometido por órganos públicos a la permanencia de instituciones de naturaleza o conducta inadecuadas, pasando por las ineficiencias peculiares de tales economías… Las reconvenciones originadas en los críticos no ortodoxos y dirigidas a las políticas aplicadas, muchas veces propiciadas por los órganos internacionales y también muy alabadas por los núcleos influyentes y aún personajes de los propios gobiernos de los países de economía avanzada, no tuvieron eco, prácticamente, en dichos núcleos de poder. Al menos, en sus tomas de posición públicas al respecto. El caso de la crisis de la economía argentina, a principios de este siglo, es revelador para apreciar la existencia de un cierto disenso –una vez estallada aquella- dentro de la ortodoxia respecto, por un lado, a su origen y causalidades y por otro, a las medidas requeridas y aplicadas para su superación. Sin embargo, debe recordarse que, al tiempo de adoptarse el NME y aplicarse las políticas respectivas, hubo una aprobación casi general por parte de los organismos internacionales, los gobiernos del grupo de los siete y aún de organizaciones no gubernamentales partidarias de las concepciones ortodoxas. Si bien una de sus peculiaridades como el tipo de cambio fijo, convertible, adoptando el dólar estadounidense como patrón, no estaba entre los consejos liminares de los organismos internacionales, no fue, sin embargo, considerado como un factor que convirtiera en inviable a todo el conjunto de medidas implementadas28 Los fundamentos y las consecuencias de tal modelo han sido amplia y detalladamente evaluadas. La ortodoxia, dividida (¿dividida?), realizó sus apreciaciones al respecto. Pero, de ningún modo expresó un pensamiento precios de mercado en el presente. Es decir, que se hace el mejor uso de la información disponible, mientras que, en el mundo real, el mercado del cambio extranjero exhibe fuertes "anomalías". 28 Deben recordarse las frecuentes expresiones y gestos de aprobación de la política económica argentina en los ‟90, por parte de los organismos internacionales y los gobiernos de los EE.UU., Japón, etc.

revisionista de los principios de las políticas que había considerado adecuadas una vez producido el estallido económico-financiero con consecuencias políticosociales alarmantes. Hubo que esperar a que la crisis internacional de 2007-2008, nacida y esparcida principalmente en las economías avanzadas, mostrara la gravedad de los efectos de las concepciones macroeconómicas de la “mainstrem” y de las políticas implementadas para que se presentara tal revisión. En un documento producido por un alto funcionario del FMI29 (Repensando la política macroeconómica, O. Blanchard et alia, febrero 2010) se encara un balance del pensamiento de la“mainstrem” y lo que podrían ser las nuevas directrices de la política macroeconómica en los tiempos de post-crisis. Al comienzo de dicho documento sostienen: „Se procede mediante tres pasos. En el primero, se expresa la opinión que nos merece lo que creímos saber. El segundo, identifica dónde nos equivocamos. El tercero, y más provisorio de los tres, da un primer paso hacia la determinación del contorno esquemático de una nueva política macroeconómica‟. Este último punto plantea una nueva agenda de política económica alternativa al "consenso macroeconómico" que existiera hasta la crisis económica de 2007200830. Se afirma en el documento que las bases de dicho Consenso quedaron seriamente heridas por la crisis y señalan: a) que quienes estructuraron la política económica prevaleciente pudieron ver que el mantenimiento de una tasa estable y baja de inflación no basta para lograr la estabilidad macroeconómica. Esto es así porque los precios de los activos, de los agregados de crédito y hasta la propia composición de la producción, pueden generar fuerzas desestabilizadoras en la economía. Éstas conducen ya sea a mediano o largo plazos, hacia crisis financieras de gran magnitud. En segundo lugar, la fijación de una meta de inflación demasiado baja reduce considerablemente el espacio para la disminución de la tasa nominal de interés cuando ello fuera necesario a fin de enfrentar los efectos de una crisis financiera. Así, los costos debidos a la pérdida de flexibilidad derivados de una meta de inflación demasiado baja superan, en mucho, a las posibles ganancias en credibilidad que pudieran generar. En tercer lugar, el mantenimiento de un “espacio fiscal”– entendido como una relación entre deuda bruta y PIB de nivel bajo a

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Debe tenerse en cuenta que las políticas aconsejadas por el FMI, consejos de aceptación más bien obligatoria ya que el auxilio financiero que solicitaban cobraba frecuentemente el carácter de imprescindible, merecieron opiniones desfavorables. “Esencialmente, el Fondo fue criticado por su excesiva dependencia de la gestión de la demanda en el corto plazo ("exageración" como solía llamarlo Sidney Dell en el contexto de América Latina), el recorte importante del gasto público social, su afición por las modificaciones bruscas y enormes del tipo de cambio, su incomprensión de las limitaciones estructurales de los países más pobres, especialmente por el lado de las exportaciones, su falta de voluntad para la financiación frontal de la carga de los préstamos, su excesiva dependencia del ajuste vis-a-vis el financiamiento, la falta de reconocimiento, o de ayuda, de los problemas por el creciente endeudamiento de África, su fe inquebrantable en las fuerzas del mercado sin trabas, entre ellas la liberalización de las cuentas de capital, y su incapacidad para ser explícitos acerca de las consecuencias distributivas de sus programas y en especial, su impacto en las zonas urbanas y rurales pobres” (John Loxley; Presentation for the John Kenneth Galbraith Prize in Economics, May 2010). 30 Según dicho consenso, la política macroeconómica debía ser conducida basándose en los siguientes principios: 1) la política monetaria debe tener como único objetivo una tasa de inflación baja y estable; 2) la política monetaria, conducida bajo un régimen de metas de inflación, debe adoptar como único instrumento la tasa de interés de corto plazo; 3) el único objetivo de la política fiscal debe ser la estabilización de la deuda bruta del sector público como proporción del PIB; 4) la regulación financiera debe ser independiente de sus posibles impactos macroeconómicos .

moderado – se mostró como de importancia fundamental para una pronta y decisiva respuesta de la política fiscal a la crisis financiera. Finalmente, el carácter limitado de la regulación financiera proporcionó los incentivos necesarios para que los bancos crearan operaciones "exóticas" fuera de sus balances, de modo de eludir los límites establecidos para el “leverage” por el Acuerdo de Basilea, lo que terminó aumentando la fragilidad financiera del sistema como un todo.

Ante esta visión de las causas generadoras de la crisis financiera es preciso tomar en cuenta otras que presenten una interpretación alternativa. Puede citarse, por ejemplo, la siguiente: En primer lugar, cabe sostener que la crisis de la economía norteamericana – que la incubó y esparció - significó el agotamiento de un modelo del ciclo basado en la combinación de la inflación de activos con un fuerte aumento del endeudamiento. La crisis, en términos generales, reveló una crisis del propio modelo liberal, en el que fallaron los principios de eficiencia de los mercados y su capacidad de autorregulación. Luego, debe apuntarse a que las vacilaciones en las políticas que se implementaron, con una preocupación posiblemente prematura en el déficit del sector público y el incremento de la deuda gubernamental, terminaron por generar incertidumbres aún mayores en relación a la recuperación económica mundial, no debiendo excluirse el desemboque en una nueva contracción económica. En tercer lugar, la crisis de las economías periféricas de la UE revela los problemas relacionados con la rigidez de las políticas macro y las asimetrías de la realidad económica en la zona del euro, entre países con condiciones estructurales bastante diferentes, generando un problema crónico de competitividad externa, una vez que la adhesión al euro eliminó la posibilidad de usar la devaluación cambiaria como un instrumento de política económica. Desde ya, la constatación de la inconsistencia entre la realidad, por un lado y la teoríapolíticas- predicciones, por otro, no basta para dar a luz a una alternativa teórica, deducir políticas aptas y obtener el suficiente grado de consenso como para encarar los problemas existentes. Aunque, sí, la aceptación de esa inconsistencia y el análisis de las alternativas teóricas presentadas por el pensamiento económico crítico y de su adecuación a una o más realidades particulares, constituye un paso necesario y valioso para encaminar la teoría y las políticas, lograr consenso y hacer viable su concreción en la práctica. La crítica desde la heterodoxia

- Todas las vertientes del pensamiento heterodoxo se caracterizan por brindar elementos para criticar a la ortodoxia, aunque lo hacen enfocándose en distintos aspectos de las teorías dominantes. A su vez, el nivel de profundidad de las críticas también difiere según las corrientes que se consideren. Así, algunas teorías critican a la economía neoclásica por dejar fuera de su análisis dimensiones (variables) que de alguna manera habría que incorporar. El objetivo de estas vertientes es incorporar en el instrumental neoclásico aspectos, por ejemplo, de la psicología (behavioral) o del entorno institucional (nuevos institucionalistas). Estas vertientes no rechazan de plano a la teoría ortodoxa, sino que sus críticas apuntan hacia la forma en que son encarados algunos aspectos o por la ausencia en el análisis de ciertas dimensiones. Muchos autores no consideran a estas vertientes como parte de la heterodoxia, ya que para

considerar a una teoría como integrante del pensamiento heterodoxo debe partir, dicen, de la crítica de las bases de la teoría ortodoxa y, por lo tanto, de su rechazo como instrumental válido para interpretar los fenómenos económicos. En este contexto, existen un conjunto de corrientes que tienen como puntos en común el rechazo del enfoque metodológico y de los supuestos de las vertientes ortodoxas, así como el intento de dar cuenta de la dinámica de la economía mundial, tomando en consideración el contexto histórico y las particularidades de las distintas economías y de las distintas etapas históricas del capitalismo. Con estas características podemos ubicar al evolucionismo, los neoshumpeterianos y los regulacionistas. Cada una de estas corrientes ha contribuido a esclarecer aspectos del funcionamiento contemporáneo del capitalismo (transformaciones tecnológicas, volatilidad del capital financiero, comportamiento de las firmas, modalidad del proceso laboral, metodología de la economía). A su vez, en la periferia también surgieron teorías heterodoxas que se nutrieron de las concepciones teóricas que provenían de los centros, pero ponían especial énfasis en las especificidades de los países en los que se desarrollaban dichas teorías. Es el caso de la teoría de la dependencia, del estructuralismo y, más recientemente, el neo-estructuralismo. En términos de sus desarrollos y continuadores, puede considerarse al pensamiento poskeynesiano y al marxismo, como las principales corrientes heterodoxas que fueron evolucionando a lo largo de la historia. Estas dos vertientes tienen fortalezas que hacen que sea fundamental tenerlas en cuenta en cualquier revisión del pensamiento heterodoxo. Si bien varias visiones señalan que adolecen, todavía, de ciertas carencias que permitirían considerar que no han arribado a conformar una teoría acabada que pueda cumplir el doble propósito de, por un lado, realizar una crítica certera de las falencias de la ortodoxia, y por otro, convencer acerca de su potencial eficacia para enfrentar los fenómenos de la realidad económica contemporánea, puede remarcarse, legítimamente, que esto último requiere de acontecimientos como los que hoy se viven como para impulsar políticas cuya base teórica difiera de las propias de la ortodoxia .31 El Pensamiento Poskeynesiano: aspectos centrales

La escuela poskeynesiana32 (PK) parte de la concepción teórica de John Maynard Keynes, persiguiendo mucho más que ampliarla o actualizarla. Procuran estructurar un aparato teórico capaz de suplantar a la corriente principal de raíz neoclásica. Para ello, integran elementos de otras aportaciones teóricas como la marxista y la tradición clásica. La característica inicial del pensamiento postkeynesiano (PPK) es el rechazo de la teoría neoclásica y de sus recomendaciones de política económica.

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También, sería posible afirmar que la oportunidad de una crisis de difícil y muy costosa resolución con los instrumentos de la ortodoxia, junto a una resistencia notoria por parte de importantes capas de población, impulsaría el reemplazo y adopción de las políticas sostenidas en la teoría alternativa dentro de la heterodoxia. 32

La denominación “postkeynesiana” de la escuela –que conservan desde los cincuenta- ha traído consigo bastante confusión ya que en algún momento fue considerada como una corriente keynesiana más (M. A. Galindo, 2003).

La lectura de Keynes por parte de los primeros PK difirió notoriamente de la realizada por los teóricos adheridos a la visión walrasiana, como Hicks y Meade (J. E. King, 2003) y tomaron en cuenta la heterodoxia de Keynes, manifestada tanto en sus críticas a la economía de los clásicos (comprendiendo aquí desde los post-ricardianos hasta Marshall y sus seguidores) como en algunos aspectos y postulados de su teoría macroeconómica. Entre las primeras se encuentra la refutación de la ley de Say33; sostenido por las demostraciones de la no neutralidad del dinero, de la indeterminación implícita de las cantidades cuando la función de oferta de trabajo tiene como única variable al salario real, de que el orden de causalidad va desde la inversión a la renta y desde ésta al ahorro, a través de la función consumo, y no a la inversa, como cuando se concibe al ahorro como determinante y, finalmente, que la incertidumbre es un elemento importante e innegable de la realidad, desconsiderado por la teoría neoclásica. Los virtuales inspiradores e iniciadores del PPK fueron R. Harrod, J. Robinson y N. Kaldor, debiéndole asignar a P. Sraffa un rol especialmente destacado por su labor y la repercusión ulterior de sus trabajos (se lo consideró la eminencia gris del grupo). A ellos se unieron R. Kahn y M. Kalecki. Todos constituyeron un destacado núcleo de economistas en Cambridge que, con el transcurrir de los años, fueron ganando no poco predicamento. Dichos aspectos de la teoría de Keynes abrieron el camino para que los precursores poskeynesianos replantearan la forma de aproximación a la realidad encarada a partir de los teoremas fundamentales de la teoría económica vigente (la economía neoclásica). El nuevo camino condujo a: i) la reactualización del enfoque ricardiano con la finalidad de demostrar que los “precios de los factores” podían encararse de un modo muy distinto a como lo hacía la teoría neoclásica. La tecnología no determina la distribución del ingreso y el precio de los factores no influye en la tecnología. El capital no posee su propia productividad marginal sino que las diferencias en la productividad son consecuencia de la diversidad de tecnologías empleadas. ii) La observación del error marshalliano de la determinación de los costos en competencia perfecta mediante el análisis de las leyes de los rendimientos en condiciones de la competencia. ii) La detección del grave error lógico en la teoría de la distribución del ingreso neoclásica, basada en la técnica incorporada a la función de producción y el desemboque en la identificación del problema de la medición del capital. A su vez, la incorporación del tiempo histórico en los modelos económicos alternativos a los de la ortodoxia puso en evidencia la estrechez explicativa de los ajustes instantáneos supuestos por ésta (modelos estáticos); el estudio del corto plazo, enfatizado en la Teoría General, dio lugar a la preocupación por la dinámica económica generando respuestas concretas en este campo con el tratamiento del largo plazo (por ejemplo, el modelo de crecimiento económico de R. Harrod). El rechazo del equilibrio general walrasiano tendría como contrapartida la concepción del no-equilibrio, considerándolo la tendencia predominante o el caso 33

Cuyo enunciado es “La oferta crea su propia demanda”, con lo que se pretende enunciar el principio de la inexistencia de deficiencias generalizadas de la demanda en el sistema capitalista.

general del sistema capitalista, en contraposición al caso particular representado por el “equilibrio”. El „tiempo‟ y el modelo de desplazamiento del equilibrio, resultaron ser el punto de arranque, no sólo de los modelos de crecimiento de R. Kahn, J. Robinson, N. Kaldor y L. Pasinetti, sino también de los de M. Kalecki y R. Goodwin. Por otra parte, la crítica del concepto marshalliano de competencia perfecta dio lugar a la teoría de la competencia imperfecta. El poder de mercado de las grandes entidades industriales y su enlace con el análisis de los precios y de la distribución del ingreso, proporcionaron modelos explicativos (kaleckianos) dotados de un grado mayor de realismo que el de las elaboraciones neoclásicas y sin perder sencillez ni claridad. Las generaciones siguientes de poskeynesianos convivieron con la estanflación de los setenta, con la caída del socialismo soviético y el de su área de influencia y con las dos crisis financieras, la de principios de los ‟80 (la crisis de la deuda externa que afectó seriamente a la periferia) y la de los ‟90. Todo ello repercutió en sus trabajos pues planteó la necesidad y el desafío de explicar esa realidad cambiante, lo cual también aguijoneó a su intelecto. Así, se articularon Keynes y Kalecki, por un lado, y se avanzó a partir de los planteamientos de P. Sraffa, por otro34. A esta vertiente se la identificaría como el poskeynesianismo de Cambridge, el cual, desde la segunda mitad de los „70, mostraría (según ciertos autores) una suerte de bifurcación teórica entre una orientación keynesiano-kaleckiana y otra sraffiana.35 A su vez, se desarrolló también una rama norteamericana del PPK, cuyos iniciadores fueron S. Weintraub y P. Davidson, contando con el aporte de H. Minsky, A. Eichner y J. K. Galbraith entre los más renombrados. Estos últimos desarrollaron los puntos de vista de J. Robinson sobre la competencia imperfecta y la existencia de oligopolios con poder de mercado, capaces de influir en la fijación de precios y salarios. En cuanto a la vertiente de Cambridge (referida como el PK europeo por diversos autores) avanzó acentuando la base teórica que integra el keynesianismo con Kalecki y aceptando la contribución de P. Sraffa (en varios aspectos). Los autores que produjeron contribuciones significativas en la evolución del PPK que citaremos aquí son: T. Asimakopulos, Eatwell, P. Garegnani, L. Pasinetti y G. Harcourt. Las más recientes experiencias de los autores de la tercera generación, ligadas a las transformaciones de la realidad y en oposición al intento de hacer reverdecer el prekeynesianismo después de Keynes, obligan a reflexionar sobre algunas cuestiones no desarrolladas por el PPK y a proseguir el estudio de la realidad desde las bases analítico-teóricas existentes.

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Debe reconocerse que J. Robinson, a la que hemos incluido entre los precursores o iniciadores del PPK, al tratar el gran poder de mercado desarrollado por las empresas manufactureras de importante tamaño, había realizado un enlace conceptual con el análisis de los precios y de la distribución del ingreso de M. Kalecki. 35 Merece señalarse que, hoy, suele separarse a los sraffianos o neo-ricardianos del seno del PPK, dadas las diferencias que los separan, en particular, de la orientación kaleckiana. Sin embargo, en un comienzo, P. Sraffa integró el núcleo que con sus aportes teóricos contribuyó a sentar las bases de la escuela PK.

Los trabajos realizados por los autores de la tercera generación PK abarcan desde lo monetario y financiero, que deben enfrentar la realidad de la desregulación y liberalización difundidas a nivel global, pasando por el tema de la inflación, la formación de los precios y la conformación de los márgenes de beneficio, la cuestión de la reimplantada tendencia a la desigualdad en la distribución del ingreso, la política fiscal enfatizando el aspecto tributario, el funcionamiento del mercado de trabajo en el contexto de la oligopolización, hasta los problemas del crecimiento económico en la nueva etapa histórica y la participación del Estado en la economía, al influjo del regreso al prekeynesianismo por parte de la ortodoxia. Las nuevas condiciones del contexto internacional y el caso Argentina. El transcurrir de la última década del siglo pasado y la primera del presente muestra hechos y procesos que deben considerarse por su significación para la cuestión de redefinir el tipo de política a adoptar, a fin de encarar el desarrollo económico en países como Argentina. La mencionada experiencia con las políticas basadas en la autonomía de los mercados eficientes, minimizando las intervenciones exógenas –circunscritas al manejo de la política monetaria- y desarmando lo más drástica y rápidamente posible lo que quedara de la herencia de las concepciones keynesiana y del estructuralismo latinoamericano, debe ser muy bien evaluada para reconocer sus aspectos rescatables. La transformación experimentada en la organización mundial de la producción, el intercambio y el desarrollo financiero y el rol que desempeñan estas economías en la presente etapa de la evolución económica, tiene aspectos con signo diverso. La reasignación espacial de los establecimientos productivos – a escala mundial- junto a la división de las etapas de producción, estrechamente asociadas a las nuevas tecnologías difundidas en las últimas décadas, la magnitud del capital implicado en tales descentralizaciones –con lo cual se incrementa la incidencia de la inversión externa en ciertas ramas productivas de las zonas receptoras así como el empleo de fuerza de trabajoy el incremento de los intercambios derivados de todo ello, constituyen unas características dinamizadoras de la actividad económica. Este comportamiento implica diferencias respecto del conocido en los ‟60 y ‟70 cuando en la Periferia se radicaban las filiales de las empresas del Centro, de acuerdo a la estrategia gobernada, en buena medida, por el principio de la ampliación de mercados para la producción de las matrices, por lo menos, en el caso de China y ciertos países del SE asiático, hoy. Los procesos de industrialización, crecimiento urbano, apropiación tecnológica y ampliación del comercio en estos países están siendo fortalecidos por esta característica de la innovación productiva con repercusiones favorables fuera del Centro. Aunque debe enfatizarse que estas repercusiones pueden existir con la capacidad de provocar cambios favorables si quedan comprendidas en políticas domésticas que persiguen, expresa y activamente, el crecimiento económico. La integración a este proceso de países de gran tamaño y con estrategias domésticas específicas, como China e India, en los que existe un proceso de urbanización de magnitud importante –dada la población incorporada- con crecimiento de la renta media per capita, ha repercutido en el consumo agregado y en los requerimientos de insumos intermedios para sostener una producción de grandes proporciones y con una dinámica acelerada. La renta media de esas economías estaba – y sigue estando, todavía- lejos de la correspondiente a las economías avanzadas; sin embargo, los centros urbanos importantes están acrecentando sus ingresos y experimentan un cierto aumento de los grupos medios y altos, con lo cual su consumo se modifica, e incorpora bienes que deben importar. Las importaciones de estos países han influido en el aumento de los precios de productos primarios36 Así, aparece una modificación en el comportamiento de los términos del 36

Aunque no debe dejar de considerarse la presión al alza provocada por el proceso especulativo.

intercambio entre las exportaciones (commodities y derivados) e importaciones (de Latinoamérica), favoreciéndolos por aquel lado. La producción china37 y sus exportaciones ocasionaron una repercusión sobre los precios de los productos industriales, manteniéndolos en niveles relativamente estables38, con lo cual se completó el efecto favorable sobre los términos de intercambio de los países latinoamericanos y de Argentina entre ellos. Otro aspecto a tomar en cuenta es la modificación de la importancia relativa de las economías avanzadas en las relaciones económicas internacionales de las economías en desarrollo latinoamericanas. La llegada de los nuevos interlocutores en el ámbito de las transacciones comerciales internacionales y por ahora en forma muy acotada, en las financieras, abre la puerta a una articulación alternativa y diversa a las relaciones tradicionales entre economías en desarrollo y avanzadas. Tal tipo de relaciones alternativas, con improntas distintas a las conocidas, comprende también al esquema de integración regional latinoamericana. La asociación tipo MERCOSUR, con su posible ampliación, puede constituir una forma de articular relaciones internacionales con políticas domésticas cuyo objetivo es el crecimiento económico sustentable y con estabilidad, evitando incurrir en las limitaciones del balance de pagos. La crisis económico-financiera de 2007-2008 y su repercusión en dos economías latinoamericanas, Argentina y Brasil, permite apreciar el resultado de la aplicación de políticas distintas a las deducidas de la teoría de la corriente principal. Además de esto, es válido interpretar que la decisión de enfrentar a la crisis de acuerdo a un pensamiento económico alternativo al dominante y tomando en cuenta las peculiaridades de cada economía, puede constituir un camino posible hacia el alcance de objetivos escogidos en función de decisiones propias. Tanto la Argentina como Brasil experimentaron la repercusión de la crisis internacional, aún no plenamente superada en las economías avanzadas. Sin embargo, lo destacable es que el impacto sufrido fue relativamente moderado y de una duración limitada. La explicación de este resultado se encuentra, en buena medida, en las políticas adoptadas.

Se ha señalado que las condiciones que le posibilitaron a la economía brasileña superar el contagio de la crisis mundial son: a) el rol anticíclico desempeñado por los bancos públicos (BNDES, Banco do Brasil y Caja Económica Federal) que evitaron contraer significativamente el crédito; b) el mantenimiento y aún el aumento de la inversión y del gasto públicos. Se ha considerado, también, que si la política monetaria se hubiese flexibilizado más y en forma más rápida que lo acontecido en 2008, posiblemente, la economía brasileña no hubiese entrado en recesión en el año 2009. Pero, además, “se hacen ya algunas proposiciones de política económica para aplicar en el período post-crisis y con el objetivo de alcanzar un crecimiento económico sustentable y financieramente estable, sin recaer en los problemas crónicos de restricción externa (léase sustentabilidad de largo plazo del balance de pagos) al crecimiento, generados tanto por déficit crecientes en la cuenta comercial y de servicios, como también en función de la propia volatilidad de los flujos de capital externos”. Es decir, se propone la discusión de una nueva agenda de política económica.

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Y también la de otros países del SE asiático El reducido costo de la mano de obra asiática acrecentó las ganancias derivadas de la inversión exterior de las grandes empresas de las economías avanzadas occidentales (de USA, Alemania, Francia) 38

En Argentina el plan anticrisis comprendió: a) creación de un Ministerio de

Producción; b) declaración de una moratoria tributaria introduciendo reducciones en las retenciones al agro; c) un programa de blanqueo de los puestos de trabajo informales, la promoción y el sostenimiento del empleo registrado en las PYMES; d) medidas de estímulo a la repatriación de capitales; e) crédito público de fomento a la producción y el consumo por usd4,4 mil millones, concretados a través de la banca privada; f) plan de inversión pública por usd 21 mil millones y el objetivo de incrementar los puestos de trabajo (360 mil empleos). Así, los gobiernos de ambos países encararon políticas fiscales y crediticias, es decir estableciendo medidas de intervención estatal y llevando a cabo, además, medidas que consisten en otorgar suplementos de ingresos a los sectores pobres. Este tipo de políticas están muy alejadas de las que se encaran hoy, por ejemplo, en la UE.

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