PLATÓN. Historia de la Filosofía 2º Bachillerato

PLATÓN Historia de la Filosofía | 2º Bachillerato Historia de la filosofía. Platón. PLATÓN (- 428 a - 347) Platón, cuyo nombre real era Aristocl

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PLATÓN

Historia de la Filosofía | 2º Bachillerato

Historia de la filosofía. Platón.

PLATÓN

(- 428 a - 347)

Platón, cuyo nombre real era Aristocles (“Platón” era un apodo que significaba “el de la espalda ancha”), fue un filósofo griego que nació entre el 427 y el 428 a.C. en Atenas y que falleció en la misma ciudad en el 347 a.C. Hijo de familia noble, fue educado para la política, pero al conocer a Sócrates abandonó dicha vocación para dedicarse plenamente a la filosofía, si bien siempre tuvo en cuenta la política como parte integrante de su corpus, llegando a establecer guías para la creación de una república (en el sentido de “res publica”) ideal. A diferencia de su maestro, sí dejó obras escritas que, si bien parecen basarse en el pensamiento socrático, suponen una sistematización impresionante de conocimiento que se enfrenta a la tradición presocrática y sofista y que significará la base del pensamiento occidental. Después de uno de sus numerosos viajes (viajes que le sirvieron para conocer las ideas de los pitagóricos, de Parménides y de Anaxágoras, entre otros), fue apresado y vendido como esclavo en Egina, afortunadamente un conciudadano ateniense lo reconoció y pudo procurar su liberación. De regreso a Grecia, Platón fundó una escuela de filosofía en Atenas que se convertiría en una Academia precursora de las actuales universidades, y donde se educaron pensadores tan prominentes como Aristóteles, hasta su cierre por decreto del emperador Justiniano en el 529 d. C.

1-Sentido de su filosofía Discípulo de Sócrates, vivió con profunda decepción la injusta muerte de su maestro a manos de un sistema que decía defender los más altos valores de la civilización, pero que condenaba al mejor de sus ciudadanos. Platón fue crítico con la democracia de Atenas, un sistema ya degenerado donde la justicia no era respetada. Aquí reside la raíz de su filosofía, en un IDEAL POLÍTICO de regeneración de la polis, en la necesidad de pensar una perfecta organización social, acorde con la naturaleza humana y con la justicia. Los intentos de poner en práctica este ideal fracasaron (en Tarento y Siracusa), por lo que Platón dedicó su vida a la investigación y la enseñanza con el objetivo de pensar hasta donde fuera posible esa sociedad justa (para ello fundó la Academia).

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Historia de la filosofía. Platón.

“...Se habían corrompido la legislación y la moral hasta el extremo de que yo, en un principio tan ardoroso en trabajar por el bien público, considerando esta situación y viendo cómo todo iba a la deriva, terminé por aturdirme. Con todo, no cesé de atisbar los signos posibles de que tales acontecimientos mejorasen y especialmente el régimen político, aunque para actuar esperaba siempre el momento propicio. Por último, comprendí que todos los Estados actuales están mal gobernados (…). Así, me vi impulsado de modo irremediable a ensalzar la verdadera filosofía y a proclamar que únicamente bajo su luz se puede reconocer dónde se halla la verdadera justicia en la vida pública y en la privada. Por tanto, los males no terminarán para los humanos antes de que la raza de los puros y auténticos filósofos llegue al poder, o los jefes de las ciudades, por un favor divino, se entreguen verdaderamente a la filosofía.” Platón: Carta VII

La filosofía se constituye entonces como aquel saber que ha de ofrecer al hombre el CONOCIMIENTO DE LA VERDAD sobre el mundo, saber que le habilita para actuar rectamente en él (política, ética…). Este saber que se busca requiere de un gran esfuerzo y de gran preparación, pues la verdad no es algo fácilmente accesible: la verdad ha de ser universal, tal y como su maestro había enseñado (la “definición universal” de las cosas, decía él), o como le mostraban los geómetras; y, como sostuvieron algunos presocráticos, no ha de estar sujeta al cambio.

2-La Teoría de las Ideas Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue DOS TIPOS DE REALIDAD, una, la SENSIBLE, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia siempre imperfecta y particular del otro tipo de realidad a la que llama INTELIGIBLE. La realidad inteligible, formada por las "IDEAS", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo perfecto de la otra realidad. Esta forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el “verdadero ser”, mientras que de la primera forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Esto es así porque aquello por lo que las cosas sensibles son como son cuando las percibimos, aquello por las que las identificamos, por lo que las llamamos como lo hacemos (esto es un caballo, esta estatua es bella, es un hombre justo…), es precisamente el modelo ideal sin el cual todo lo anterior no sería posible (la idea de caballo, la idea de belleza –la “belleza en sí”-, la idea de justicia –la “justicia en sí”- …).

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Historia de la filosofía. Platón.

“La manera como el problema fue planteado por Platón es aproximadamente la siguiente: Consideremos, por ejemplo, la noción de justicia. Si nos preguntamos qué es la justicia, es natural proceder considerando uno, dos, tres... actos justos para descubrir lo que tienen de común. En cierto modo, todos deben participar de una naturaleza común, que hallaremos en todo lo justo y no en otra cosa. Esta naturaleza común, en virtud de la cual todas son justas, será la justicia misma, la pura esencia cuya mezcla con los hechos de la vida ordinaria produce la multiplicidad de los actos justos. Lo mismo ocurre para cualquier otra palabra que pueda ser aplicable a varios hechos, como por ejemplo, la «blancura».” B. Russell: Los problemas de la filosofía.

Las IDEAS, en la medida en que son como la definición universal representan las "esencias" de los objetos, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" existen independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento. Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y no pueden ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. Se encuentran perfectamente ordenadas, en una jerarquía eterna, situándose en la cúspide la IDEA DE BIEN.

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Historia de la filosofía. Platón. De este modo el filósofo, buscador incansable de la verdad de las cosas, considerará más valioso ese mundo ideal pues en él reside esa verdad, en las IDEAS; mientras que se alejará del mundo sensible, sujeto al permanente cambio y, por tanto, a la confusión. “-Vayamos, pues, ahora -dijo- hacia lo que tratábamos en nuestro coloquio de antes. La entidad misma, de cuyo ser dábamos razón al preguntar y responder, ¿acaso es siempre de igual modo en idéntica condición, o unas veces de una manera y otras de otras? Lo igual en sí, lo bello en sí, lo que cada cosa es en realidad, lo ente, ¿admite alguna vez un cambio y de cualquier tipo? ¿O lo que es siempre cada uno de los mismos entes, que es de aspecto único en sí mismo, se mantiene idéntico y en las mismas condiciones, y nunca en ninguna parte y de ningún modo acepta variación alguna? -Es necesario -dijo Cebes- que se mantengan idénticos y en las mismas condiciones, Sócrates. -¿Qué pasa con la multitud de cosas bellas, como por ejemplo personas o caballos o vestidos o cualquier otro género de cosas semejantes, o de cosas iguales, o de todas aquellas que son homónimas con las de antes? ¿Acaso se mantienen idénticas, o, todo lo contrario a aquéllas, ni son iguales a sí mismas, ni unas a otras nunca ni, en una palabra, de ningún modo son idénticas? -Así son, a su vez -dijo Cebes-, estas cosas: jamás se presentan de igual modo. -¿No es cierto que éstas puedes tocadas y vedas y captadas con los demás sentidos, mientras que a las que se mantienen idénticas no es posible captadas jamás con ningún otro medio, sino con el razonamiento de la inteligencia, ya que tales entidades son invisibles y no son objetos de la mirada? -Por completo dices verdad -contestó. -Admitiremos entonces, ¿quieres? -dijo-, dos clases de seres, la una visible, la otra invisible. -Admitámoslo también -contestó. -¿Y la invisible se mantiene siempre idéntica, en tanto que la visible jamás se mantiene en la misma forma? -También esto -dijo- lo admitiremos.” Platón: Fedón.

3-La teoría del conocimiento La explicación del conocimiento en los filósofos anteriores. El problema del conocimiento había sido abordado ya por los filósofos presocráticos. Recordemos la distinción hecha por Parménides entre la vía de la opinión y la vía de la verdad. Existen, para Parménides, dos formas de conocimiento: una basada en los datos de los sentidos y la otra basada en la razón. La vía de la opinión, en la medida en que remite a los datos sensibles, procedentes de un mundo en perpetuo cambio, desordenado, no permite un conocimiento universal. El verdadero conocimiento nos lo ofrece la vía de la razón, pues gracias a ella parece posible pensar en lo universal que no cambia y, por lo tanto, aparece como necesario siempre. Para los

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Historia de la filosofía. Platón. sofistas, sin embargo, el conocimiento sensible es, simplemente, el conocimiento. La verdad o falsedad no pueden existir como absolutos, estando sometidas a la relatividad de la sensación. Si prescindimos de la sensación, prescindimos del conocimiento. La teoría del conocimiento en Platón. En República nos ofrecerá una explicación, la dialéctica, al final del libro VI, basada en la teoría de las Ideas. En ella se establecerá una correspondencia estricta entre los distintos niveles y grados de realidad y los distintos niveles de conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón DOS NIVELES DE CONOCIMIENTO: la "DOXA" (“opinión” o conocimiento sensible) y la "EPISTEME" (“ciencia” o conocimiento inteligible). A cada uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. -

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La “DOXA” presenta dos niveles: “eikasia” cuando percibimos sólo el reflejo o las sombras de las cosas; y “pistis”, la percepción directa de los objetos sensibles. La “EPISTEME” se subdivide en: “dianoia”, conocimiento de los objetos matemáticos (no sensibles); y “noesis”, la captación directa que el alma racional hace de las IDEAS, es decir, de la verdad.

El verdadero conocimiento viene representado por la "episteme", dado que es el único conocimiento que versa sobre lo universal. Este es el saber propio del sabio, que habrá de entrenar su alma racional para alcanzarlo: la DIALÉCTICA es para Platón ese entrenamiento, el paso desde los conocimientos más imperfectos hasta el más perfecto, el de las ideas. Pero ese conocimiento no parece fácil de lograr, es necesaria una vida dedicada al saber. Aún así, siendo las ideas tan especiales y al parecer tan alejadas del mundo que habita el hombre ¿puede el alma racional llegar realmente a conocerlas?

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Historia de la filosofía. Platón. Esta dificultad es parcialmente salvada por Platón gracias a la teoría de la REMINISCENCIA (anámnesis) que nos ofrece en sus diálogos Menón y Fedón. Según ella el alma, siendo inmortal, al abandonar el cuerpo es posible pensar que entre en contacto con aquellos objetos de su misma naturaleza (esenciales, inmateriales, eternos…), es decir, con las ideas. Ese alma, al reencarnarse en otro cuerpo olvida lo aprendido, pero al entrar en contacto con los objetos sensibles que son copia de las ideas, puede “recordarlas” (incluso el hombre más indocto comprende que llamamos bellas a cosas diferentes –una acción, una estatua, un amanecer…-porque todas ellas coinciden en algo así como “la belleza”, aunque en principio no sepa definirla). Aprender es, por lo tanto, recordar, de algún modo el alma racional humana está “preparada” para la verdad (se halla en “nuestro interior” como diría Sócrates, sólo hay que preparar nuestra razón para sacarla a la luz).

“-Lo es, en efecto, -respondió. -¿Entonces no ocurre que, de acuerdo con todos esos casos, la reminiscencia se origina a partir de cosas semejantes, y en otros casos también de cosas diferentes? -Ocurre. -Así que, cuando uno recuerda algo a partir de objetos semejantes, ¿no es necesario que experimente, además, esto: que advierta si a tal objeto le falta algo o no en su parecido con aquello a lo que recuerda? -Es necesario. -Examina ya -dijo él- si esto es de este modo. Decimos que existe algo igual. No me refiero a un madero igual a otro madero ni a una piedra con otra piedra ni a ninguna cosa de esa clase, sino a algo distinto, que subsiste al margen de todos esos objetos, lo igual en sí mismo. ¿Decimos que eso es algo, o nada? -Lo decimos, ¡por Zeus! -dijo Simmias-, y de manera rotunda. -¿Es que, además, sabemos lo que es? -Desde luego que sí -repuso él. -¿De dónde, entonces, hemos obtenido ese conocimiento? ¿No, por descontado, de las cosas que ahora mismo mencionábamos, de haber visto maderos o piedras o algunos otros objetos iguales, o a partir de esas cosas lo hemos intuido, siendo diferente a ellas? ¿O no te parece que es algo diferente? Examínalo con este enfoque. ¿Acaso piedras que son iguales y leños que son los mismos no le parecen algunas veces a uno iguales, y a otro no? -En efecto, así pasa. -¿Qué? ¿Las cosas iguales en sí mismas es posible que se te muestren como desiguales, o la igualdad aparecerá como desigualdad? -Nunca jamás, Sócrates. -Por lo tanto, no es lo mismo -dijo él- esas cosas iguales y lo igual en sí. Platón: Fedón.

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“-Por tanto, el alma es más afín que el cuerpo a lo invisible, y éste lo es a lo visible. -Con toda necesidad, Sócrates. -¿No es esto lo que decíamos hace un rato, que el alma cuando utiliza el cuerpo para observar algo, sea por medio de la vista o por medio del oído, o por medio de algún otro sentido, pues en eso consiste lo de por medio del cuerpo: en el observar algo por medio de un sentido, entonces es arrastrada por el cuerpo hacia las cosas que nunca se presentan idénticas, y ella se extravía, se perturba y se marea como si sufriera vértigos, mientras se mantiene en contacto con esas cosas? -Ciertamente. -En cambio, siempre que ella las observa por sí misma, entonces se orienta hacia lo puro, lo siempre existente e inmortal, que se mantiene idéntico, y, como si fuera de su misma especie se reúne con ello, en tanto que se halla consigo misma y que le es posible, y se ve libre del extravío en relación con las cosas que se mantienen idénticas y con el mismo aspecto, mientras que está en contacto con éstas. ¿A esta experiencia es a lo que se llama meditación? -Hablas del todo bella y certeramente, Sócrates -respondió. -¿A cuál de las dos clases de cosas, tanto por lo de antes como por lo que ahora decimos, te parece que es el alma más afín y connatural? -Cualquiera, incluso el más lerdo en aprender –dijo él-, creo que concedería, Sócrates, de acuerdo con tu indagación, que el alma es por completo y en todo más afín a lo que siempre es idéntico que a lo que no lo es. -¿Y del cuerpo, qué? -Se asemeja a lo otro.” Platón: Fedón.

4-Ética El verdadero bien del hombre, la FELICIDAD, habrá de alcanzarse mediante la práctica de la virtud. Pero ¿qué es la VIRTUD? Es la perfección que puede alcanzarse en una acción, algo que puede convertirse en un hábito (una regla constante) con la práctica y que contribuye a hacer más perfecta la naturaleza de ese ser. Como hablamos del ser humano, habrá que tener en cuenta su naturaleza, una naturaleza compleja. Por una parte somos un CUERPO, sujeto a una serie de necesidades que hay que atender, por otra, somos “ALMA” (“psiché”), es decir, un principio que “anima” al cuerpo.

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Historia de la filosofía. Platón. Platón distingue TRES TIPOS DE ALMA: la comcupiscible, que regula la satisfacción de las necesidades más básicas (alimentación, procreación…); la irascible, que regula los impulsos de la voluntad (la ira, el miedo, el amor…, potentes motivadores de las acciones humanas); y la racional, encargada de las actividades superiores, las intelectuales (el conocimiento). La parte más noble es siempre el alma, que habrá de encargarse de dominar los impulsos naturales del cuerpo (satisfacer las necesidades y los deseos). Una vida virtuosa (y feliz, por tanto) consistirá en aquella en que el hombre se esfuerza por vivir toda su vida según las virtudes (perfeccionando así a cada una) del alma: la TEMPLANZA, en la satisfacción de las necesidades, la FORTALEZA en el control de la voluntad y la SABIDURÍA en la adquisición de conocimientos y la PRUDENCIA para saber aplicarlos. Por lo tanto, una vida en equilibrio que, por otra parte, no puede ser conseguido y mantenido por nadie mejor que por el alma racional. Esta se convierte en la guía constante de todas las decisiones humanas: puesto que ella conoce lo que es el bien para el hombre según su naturaleza, es ella la que ha de gobernar. De este modo habría que añadir una nueva virtud general, aquella que se realiza cuando el alma racional logra mantener ese estado de equilibrio integral del ser humano: la JUSTICIA.

“__ Míralo también con el enfoque siguiente: siempre que estén en un mismo organismo alma y cuerpo, al uno le prescribe la naturaleza que sea esclavo y esté sometido, y a la otra mandar y ser dueña. Y según esto, de nuevo, ¿cuál de ellos te parece que es semejante a lo divino y cuál a lo mortal? ¿O no te parece que lo divino es lo que está naturalmente capacitado para mandar y ejercer de guía, mientras que lo mortal lo está para ser guiado y hacer de siervo? —Me lo parece, desde luego. —Entonces, ¿a cuál de los dos se parece el alma? —Está claro, Sócrates, que el alma a lo divino, y el cuerpo a lo mortal.” Platón: Fedón.

Platón acepta fundamentalmente la identificación socrática entre virtud y conocimiento (“intelectualismo moral”). La falta de virtud no supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce lo que está bien puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado. Cuando alguien elige una actuación que es manifiestamente mala lo hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas y adrede.

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“Por mi parte estoy convencido de que, entre todos los sabios, no se encontrará ni uno solo dispuesto a creer que nunca ningún hombre se engaña voluntariamente y hace con todo su querer cosas malas y vergonzosas: ellos saben que lo hacen muy a su pesar. . . Si, pues, lo agradable es bueno, nadie sabiendo o pensando que otra acción es mejor que la' que él realiza y que es posible, querrá hacer lo que lleva acabo, siendo así que puede obrar mejor, y dejarse vencer es pura ignorancia, mientras que vencerse es saber.” Platón: Protágoras.

5-Sociedad y política En su obra República dejó Platón plasmado aquello que motivó profundamente su filosofía: la posibilidad de pensar una SOCIEDAD JUSTA en la que el hombre pudiera desarrollar su naturaleza. Del mismo modo que en la ética (búsqueda de una definición universal de “virtud” acorde con la naturaleza humana), la política platónica buscará una definición universal de JUSTICIA desde la que organizar la polis perfecta. El punto de partida será el mismo, la naturaleza humana. Así, dependiendo del tipo de alma que predomine en cada individuo se establecerán tres clases sociales: - los que posean mayor fuerza de su alma concupiscible estarán mejor dotados naturalmente para los trabajos físicos (que requieren gran sacrificio físico), estos serán los campesinos; - en los que el alma irascible se muestre dominante estarán reservadas las funciones propias de la guerra, pues de forma natural están más capacitados para el control de la voluntad (del miedo, de la ira…), serán por tanto los guerreros; - para los que domine el alma racional estarán reservadas las tareas de gobierno, pues la sabiduría y la prudencia les capacita para conocer qué es lo mejor en cada caso para la polis. De este modo cada ciudadano realiza las funciones para las que está naturalmente dotado, contribuyendo a la perfección de su naturaleza y al bien de la ciudad. Esta sería una sociedad ordenada y equilibrada, es decir justa (la principal virtud política). En la cúspide se encontrarían aquellos que hacen las leyes y gobiernan con sabiduría, trasladando la verdad al mundo práctico de los hombres: los REYES FILÓSOFOS.

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“-Por consiguiente, querido mío, no hay ninguna ocupación entre las concernientes al gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las ocupaciones, lo mismo que el hombre; sólo que en todas la mujer es más débil que el hombre. -Completamente de acuerdo. -¡Hemos de asignar entonces todas las tareas a los hombres y ninguna a las mujeres? -No veo cómo habríamos de hacerlo. -Creo que, más bien, diremos que una mujer es apta para la medicina y otra no, una apta por naturaleza para la música y otra no. -sin duda. -¿Y acaso no hay mujeres aptas para la gimnasia y para la guerra, mientras otras serán incapaces de combatir y no gustarán de la gimnasia? -Lo creo. -¿Y no será una amante de la sabiduría y otra enemiga de ésta? ¿Y una fogosa y otra de sangre de horchata? -Así es. -Por ende, una mujer es apta para ser guardiana y otra no; ¿No es por tener una naturaleza de tal índole por lo que hemos elegido guardianes a los hombres? -De tal índole, en efecto. -¿Hay, por lo tanto, una misma naturaleza en la mujer y en el hombre en relación con el cuidado del Estado, excepto en que ella es más débil y el más fuerte?

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Historia de la filosofía. Platón. -Parece que sí. -Elegiremos, entonces, mujeres de esa índole para convivir y cuidar el Estado en común con los hombres de esa índole, puesto que son capaces de ello y afines en naturaleza a los hombres. -De acuerdo. -¿Y no debemos asignar a las mismas naturalezas las mismas ocupaciones ? -Las mismas. -Tras un rodeo, pues, volvemos a lo antes dicho, y convenimos en que no es contra naturaleza asignar a las mujeres de los guardianes la música y la gimnasia.” Platón: República, V, 455b - 456

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Historia de la filosofía. Platón. TEXTOS: “Conocen, pues, los amantes del saber que cuando la filosofía se hace cargo de su alma está sencillamente encadenada y apresada dentro del cuerpo, y obligada a examinar la realidad a través de este como a través de una prisión, y no ella por sí misma, sino dando vueltas en una total ignorancia, y advirtiendo que lo terrible del aprisionamiento es a causa del deseo, de tal modo que el propio encadenado puede ser colaborador de su estar aprisionado. Al hacerse cargo la filosofía del alma de los amantes del saber, intenta liberarla, mostrándole que el examen a través de los ojos y los sentidos está lleno de engaño, aconsejándole que no confíe en ninguna otra cosa, sino tan solo en sí misma, en lo que ella por sí misma capte de lo real como algo que es en sí. Y que lo que observe a través de los sentidos, nada juzgue como verdadero. Que lo de tal clase es sensible y visible, y lo que ella sola contempla inteligible e invisible. “ Platón: Fedón.

“—Examina ya –dijo él– si esto es de este modo. Decimos que existe algo igual. No me refiero a un madero igual a otro madero ni a una piedra con otra piedra ni a ninguna cosa de esa clase, sino a algo distinto, que subsiste al margen de todos esos objetos, lo igual en sí mismo. ¿Decimos que eso es algo, o nada? —Lo decimos, ¡por Zeus! –dijo Simmias–, y de manera rotunda. — ¿Es que, además, sabemos lo que es? —Desde luego que sí –repuso él.” Platón: Fedón.

“Los Sofistas también discutían teorías morales y políticas, y entre las opiniones comúnmente expresadas destacaba un escepticismo acerca de si hay reglas morales políticas que sean algo más que convenciones arbitrarias, dadas las diferentes prácticas en las distintas sociedades (conocidas por los atenienses a través del comercio). La principal preocupación de Sócrates era la cuestión de cómo podemos conocer la manera correcta de vivir, con lo cual influyó mucho en Platón, que quedó profundamente afectado cuando su maestro fue ejecutado por poner, según se alegaba, subversivamente en cuestión opiniones convencionales. Desilusionado con la política y la filosofía contemporáneas, Platón se consagró a la búsqueda del conocimiento de la verdad acerca del universo y de la cura de los males de la sociedad. Las conclusiones alcanzadas están pues tas en boca de Sócrates en los numerosos diálogos filosóficos que Platón escribió, y fueron enseñados en la Academia por él fundada, que fue de hecho la primera Universidad del mundo.” L. Stevenson: Siete teorías de la naturaleza humana.

“Más central para el argumento de la República es la doctrina de las tres partes del alma. Considérense casos de conflicto mental, como cuando alguien está muy sediento, pero no bebe el agua disponible por que sabe que está envenenada. Platón arguye que debe haber un elemento en la mente de la persona que le está mandando beber y un segundo que se lo

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Historia de la filosofía. Platón. prohíbe; el primero es denominado deseo o Apetito (que incluye todos los deseos físicos como hambre, sed y deseo sexual), y el segundo es denominado Razón. La existencia de un tercer elemento en la mente se prueba, piensa Platón, por otros casos de conflicto mental en los que una persona se siente encolerizada o indignada consigo misma, por ejemplo, en la historia que cuenta del hombre que sintió un insistente deseo de mirar una pila de cadáveres, y, sin embargo, estaba disgustado consigo mismo por desearlo. Platón mantiene que lo que esté en conflicto con su Apetito no es aquí la Razón, sino un tercer elemento que él llama de diversos modos: indignación, cólera o Ánimo. Piensa que los niños manifiestan tener Ánimo antes de que desarrollen el razonamiento; es algo así como una autoafirmación o auto- ayuda, y está usualmente de parte de la Razón cuando ocurre un conflicto interno. Razón, Ánimo y Apetito, están presentes en toda persona, pero según qué elemento sea el dominante, tenemos tres clases de hombres, aquellos cuyo deseo principal es, respectivamente, el conocimiento, el éxito o las ganancias (…) Platón no vacila en decir cuál de estos tres conceptos debe ser el dominante. Como se podría esperar de su visión de las Ideas como realidades últimas cognoscibles sólo por el intelecto, es la Razón la que Platón piensa que debe controlar a los otros dos: Ánimo y Apetito. Pero cada parte del alma tiene su propio papel que jugar; el ideal para el hombre es un armonioso acuerdo entre los tres elementos de su alma, teniendo el control la Razón. Esta condición ideal la describe Platón mediante la palabra griega dikaiosyne, que es normalmente traducida como «justicia».” L. Stevenson: Siete teorías de la naturaleza humana.

“Pero desde luego la cuestión es que algo «tramaban» en su relativo aislamiento y la respuesta puede ser muy rápida: la República. Es decir la implantación política de la conciencia filosófica: la Academia no surge para aislar a la filosofía de la ciudad, para protegerla, no surge como refugio del homo theoreticus, como refugio del «intelectual», es decir, la filosofía no es gnóstica en el planteamiento platónico. El cierre de la conciencia filosófica en torno a un sistema, la Doctrina de las Ideas, tiene lugar en aquel pequeño edificio situado en un extremo de la ciudad, al lado del cementerio, fundado con unos fines, unos planes y unos programas políticos muy determinados dirigidos no solo hacia la ciudad de Atenas, sino hacia todas las ciudades de la Hélade, que, organizadas según sistemas de gobierno ya en curso, se procuran reformar desde el propio sistema en torno al cual se cierra la conciencia filosófica.” Pedro Insua Rodríguez: “Para otra vez medir la cruel Caribdis: filosofía académica y política”.

“Así pues, la doctrina de las Ideas y la constitución de la ciudad se ven mutuamente implicadas de tal modo que si los filósofos gobernasen o bien los gobernantes se hiciesen filósofos, las ciudades experimentarían cambios revolucionarios en su constitución, suponiendo que ninguno de los sistemas políticos en el presente es adecuado, haciendo de dichas constituciones sistemas políticos rectos o adecuados (justos): su mantenimiento estaría orientado («pilotado») por los conocedores de la idea de Bien (identidad). De la misma manera la filosofía se vería transformada en la medida en que la ciudad, bien

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Historia de la filosofía. Platón. constituida, supondría una fuente constante de personal preparado para asegurar la recurrencia de su ejercicio dialéctico. Así pues, las cuestiones en torno a la constitución de ese sistema político recto no son algo marginal u oblicuo para la filosofía platónica, sino que resulta central a partir de esa coimplicación.” Pedro Insua Rodríguez: “Para otra vez medir la cruel Caribdis: filosofía académica y política”.

“Sin embargo y suponiendo con Platón que nuestro primer horizonte está desde luego constituido por los fenómenos (las apariencias del Libro VI de La República), unos fenómenos que suponemos se nos muestran a través de nuestra actividad operatoria práctica, podremos también conceder que el regressus de los fenómenos nos lleva, al menos intencionalmente, a la realidad misma, a la esencia o sustancia desde la cual será preciso volver a los fenómenos.” Gustavo Bueno: Primer Ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas.

«La exposición del Timeo enumera en el hombre tres almas, cuyo origen y destino es diverso: el alma racional (logistikón) está diseñada por el demiurgo, de acuerdo con el «linaje divino de los dioses» y se albergo en la «redonda cabeza», semejante a lo más perfecta de todas las formas, la esfera; el alma sensible, en cambio, de carácter mortal, fue encomendada a los dioses inferiores o menores, quienes formaron una parte irascible (thymocidés) y otra concupiscible (epithymetikán), uniéndolas al tronco humano y separándolas de la racional por el istmo del cuello, para marcar su diferencia jerárquica. El alma irascible, a la que pertenecen los afectos nobles como la ira, la ambición, el valor y la esperanza, quedó albergada en el corazón de forma aproximadamente esférica, mientras que la concupiscible quedó atada como «bestia salvaje» en el bajo vientre y separada de la primera por el «muro» del diafragmo. En esta residen el instinto de conservación, el apetito sexual, el placer y el dolor, cuyo control se ejercito desde el corazón. El Timeo se extiende en consideraciones psicofisiológicas pormenorizadas, sobre la función de los pulmones, el hígado, etc., en las que no entramos (...) desde esta perspectiva psicofisiológica el famoso mito que refiere el Fedro sobre la naturaleza del alma cobra nuevo tonalidad. Allí se compara «el alma humana o la potencia reunido en un esfuerzo del tronco de caballos de un carro junto con su auriga».» Grupo Diacronos: Historia de la Filosofía.

“El mundo de las Ideas del que hablará Platón es el lugar al que llegamos si nos mantenemos caminando por la vía del ser. Pero, a diferencia de en Parménides, en Platón no hay un único mundo posible sino dos, aunque uno sea más real que otro. Uno puro ser (el ser que es) y el otro ser-otro (el ser que es pero sólo derivadamente). Así, este mundo de la diversidad y del devenir que creíamos real y que Parménides creía inexistente (no-ser), finalmente es, aunque sólo de modo derivado. La diversidad y el cambio de este mundo es resultado de su imperfección, de su ser mera apariencia, mera copia imperfecta de un mundo perfecto, Uno

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Historia de la filosofía. Platón. y eterno. Y es únicamente gracias a la existencia de este mundo perfecto de las Ideas y a que las cosas que vemos participan de él, que podemos pensar y hablar con propiedad, que este mundo sensible es y tiene sentido.” Rosa del Mar Moro González: “Búsquedas de sentido”.

“Y aquí es, según creo, donde nos podemos encontrar de nuevo con Platón, quién en el Libro VI de la República contrapone de forma absoluta el Conocimiento a la Ignorancia y establece, además, una gradación del conocimiento en donde el error es el que marca, de hecho, el criterio de la escala en la gradación del conocimiento. Puesto que, en ambas figuras, Platón no contrapone de forma absoluta la doxa a la episteme, cuanto el conocimiento a la ignorancia (que es lo que muchos manuales de filosofía confunden). Puesto que ambas, tanto doxa como episteme, forman parte de la gradación del conocimiento, y en este sentido, la Eikasía aunque sea en grado ínfimo forma ya parte de la escala del conocimiento{23} y no, por tanto, del reino de la ignorancia (que Platón, siguiendo a Parménides, iguala con el No-Ser).” Emilio Jorge González Nanclares: “Gustavo Bueno y las pseudociencias.”

“Los discípulos de la Academia formaban cuatro grupos, dispuestos con tal arte que en cada uno de ellos las aficiones eran comunes y la conversación animada y constante. En un primer plano, mirando desde la puerta, Eudoxo discutía vivamente con Heráclides del Ponto sobre la composición geométrica del mundo y la distribución de las estrellas y planetas, bajo la atenta mirada Aristóteles y de un visitante llegado de Italia, probablemente un pitagórico de las últimas generaciones. Inmediatamente después, Aristónimo, Formión y Menedemo, consejeros políticos distribuidos por ciudades de Grecia, hablaban con el joven Sócrates sobre las distintas formas de gobierno. En un tercer plano, Eufreo, llegado de la corte de Macedonia, discutía vivamente con los atenienses Hipérides, Licurgo y Foción sobre el futuro de la política de Filipo. Pero quienes con más entusiasmo aplaudían las hazañas de la aventura de Siracusa eran los cuatro más cercanos al fondo, Espeusipo, Eudemo de Chipre, Jenócrates y el correo llegado de Tarento.” José Ramón San Miguel Hevia: “La noticia”.

“La primera de ellas suele ser dominante en las filosofías de corte racionalista, y en la antigüedad su más claro exponente es, sin duda alguna, Platón, para quien el mundo sensible, es decir, éste que nos muestran los sentidos, no es más que un reflejo del mundo ideal y, por tanto, una mera apariencia de él, que constituye la verdadera realidad. Mas esto significa, al mismo tiempo, que todo lo que podamos decir de este mundo no alcanza el rango de verdadero conocimiento, sino que se queda en mera opinión, ya sean simples conjeturas (eikasía), ya constituya un conocer las cosas reales que conforman la physis (pistis), puesto que no son más que una copia imperfecta de las Ideas. Con todo, en el pensamiento platónico no se da, ni mucho menos, un desprecio absoluto de la apariencia, desde el momento en que siendo el mundo sensible una imitación o participación del mundo de las

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Historia de la filosofía. Platón. Ideas, alguna semejanza tiene que existir entre ambos, y, en cualquier caso, son las cosas sensibles las que en último término nos conducen a las Ideas mismas.” Alfonso Fernández Tresguerres: “De las apariencias”.

“Ahora bien, el verdadero conocimiento deberá ser de especie totalmente diferente del que proporcionan los sentidos: no vacilante y contradictorio como el que la percepción suministra, sino constante, riguroso y permanente, como cuando, por ejemplo, se afirma que “2 más 2 es igual a 4”: porque esto no es verdad meramente ahora o en una cierta relación, sino siempre y absolutamente. La ciencia, pues, el verdadero conocimiento, habrá de referirse a lo que realmente es. (…) Frente al cambio y a lo relativo, tras de lo cambiante y aparente, Platón busca lo inmutable y absoluto, lo verdaderamente real, única manera, a su juicio, de hacer posible la ciencia y la moral.” Carpio, A.: Principios de filosofía.

“Por ende, cosas sensibles e ideas representan dos órdenes de cosas totalmente diferentes por su modo de ser. La belleza es siempre belleza; en cambio, las cosas o personas bellas, por más hermosas que sean, llega un momento en que dejan de serlo, o simplemente desaparecen. Por ello es también diferente nuestro modo de conocerlas: las cosas iguales se las conoce mediante los sentidos (y por eso a este género de cosas se las llama cosas sensibles), en tanto que la igualdad no se la ve, ni se la toca, ni la capta ninguno de los otros sentidos, sino que se la conoce mediante la razón, mediante la inteligencia (por eso de la igualdad, de la belleza, la justicia, etc., se dice que son entes inteligibles).” Carpio, A.: Principios de filosofía.

“En el Fedón se hace a Sócrates argumentar diciendo que el placer y el dolor son particularmente peligrosos por el hecho de que poseen la capacidad de obsesionar la mente y causar en nosotros una percepción errónea de las cosas. La distinción entre eikasía y pistis (y de modo análogo, la distinción entre diánoia y nóesis) es una diferencia de grado entre claridad y oscuridad. Bajo el dominio del placer y del dolor nuestra cognición de las cosas se distorsiona, perdiendo claridad. En esa etapa de nuestra vida antes de que la educación haya instaurado en nosotros un orden armónico entre las distintas partes del alma y haya sometido el apetito al gobierno de la razón, los seres humanos viven bajo el dominio de sus apetitos, esclavos del placer y del dolor. ¿Qué estado de cognición puede alcanzar una persona cuya percepción de la realidad está deformada por el poder obsesionante del placer y el dolor? Una persona esclava de los caprichos corporales muy difícilmente podrá dedicarse a la disciplina intelectual que se requiere para ser un científico o un filósofo; no se puede creer que pueda alcanzar diánoia o nóesis. No es seguro siquiera que tal persona pueda alcanzar siquiera pistis.” David Melling: Introducción a Platón.

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“La palabra idea proviene del término griego del habla corriente que significaba 'aspecto', 'forma'. Platón entiende por idea la forma pura, invisible en sí misma, pero que se encuentra en la base de las cosas que vemos. Por medio de ella pretende dar respuesta, ante todo, a dos preguntas; por un lado, qué clase de objetos son los números y las figuras geométricas, además del bien, lo justo y la belleza; por otro, hasta qué punto puede haber muchas cosas y, además, diversas en múltiples sentidos—por ejemplo, diferentes personas o mesas—y que, sin embargo, son lo mismo: una persona o una mesa. (Ambas preguntas se pueden resumir en una: ¿cómo hay objetos no perceptibles que, a pesar de ello, pueden ser y, además, ser conocidos?) La primera pregunta se refiere a objetos no perceptibles en absoluto; la segunda, a conceptos generales no perceptibles de objetos que sí lo son.” Otfried Höffe: Breve historia de la filosofía.

“El amor es también una vía de acceso a lo inteligible, un medio de ascender a las Ideas. Se trata de una dialéctica pasional. En el amor se produce una ascensión desde las cosas sensibles hasta la Idea de la Belleza. El amor platónico es ascensión hacia la Belleza. El Fedro desarrolla el mismo tema que el Banquete en el mito del carro alado y con referencia directa a la reminiscencia. El alma que ha caído a la tierra ha olvidado todo y y perdido sus alas; pero "viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdad, toma alas y, una vez alada, desea emprender el vuelo". Por ello el amor es filósofo. La razón de ese amor por las Ideas es la afinidad del alma con las Ideas.” Felipe Giménez: “Lecciones sobre Platón”.

“El hombre es triple, compuesto de razón, de pasiones generosas y de deseos inferiores, pero en proporción variable. En cada uno de los regímenes mencionados predominan una o dos de las últimas categorías bajo el control y la soberanía de la razón. A cada uno de estos regímenes corresponde, pues, un tipo de hombre; de forma que construir la Ciudad ideal y realizar tipos de hombres acabados es un mismo y único asunto: para obtener un hombre justo es preciso construir una Ciudad justa. Su Ciudad no estará formada por una población homogénea, sino por tres clases netamente distintas y cuya cohabitación realizará una especie de perfección. La primera clase es la de los jefes y tiene como virtud propia la sabiduría; la segunda es la de los auxiliares o guerreros, dotados de valor, y la tercera es la de los artesanos o labradores -tanto patronos como obreros-, que necesita la templanza y debe saber resistir a los apetitos. Dicho de otra forma, cada clase representa un aspecto del alma y el conjunto de la Ciudad representa el alma entera. De esta forma la Ciudad es justa porque cada parte cumple su función en ella; y los ciudadanos son justos en la medida de su participación justa en una Ciudad justa. Mirando atentamente, no cabe decir que cada ciudadano realice en sí la totalidad de la perfección humana. Participa en la perfección en cuanto elemento de un conjunto que -este sí- es perfecto.” Felipe Giménez: “Lecciones sobre Platón”.

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Historia de la filosofía. Platón. “Una educación estricta, dispensada por el Estado, está destinada a formar esta élite intelectual. Para conseguir la armonía y la justicia de esta ciudad platónica, es necesaria una educación gimnástica y musical para la formación del alma. La educación, especialmente los cinco años que recomienda Platón al estudio de la Dialéctica, para todos los jóvenes que muestren capacidad para ejercer las funciones de gobierno, reviste una importancia decisiva en su proyecto político. Platón piensa en un Estado gobernado por filósofos, es decir, por intelectuales maduros que posean la ciencia suprema de la dialéctica, la ciencia de las Ideas, cuyo punto culminante es el conocimiento de la Idea del Bien. La Dialéctica es, como la llamará en el Sofista, la ciencia de la totalidad que sólo poseen los verdaderos filósofos, que se convierten así en educadores y son la conciencia crítica de la polis, por su visión abarcante del mundo y de los hombres, orientada según la verdad, el bien y la justicia. Después de una selección -que Platón no determina con precisión- se somete a los jóvenes destinados a guerreros o jefes, a un período de entrenamiento deportivo, de los diecisiete a los veinte años. De los veinte a los treinta se da a los futuros filósofos una visión del conjunto de las relaciones que unen las ciencias exactas, con objeto de hacerles patente el orden ideal que reina en el universo. Entre los treinta y los treinta y cinco años, por último, se les inicia en la teoría de las ideas; desde entonces conocerán la esencia del universo, y su conducta podrá fundarse en verdaderas realidades. Volverán a desempeñar funciones políticas durante quince años, volviendo, a partir de los cincuenta, a sus estudios. [los auxiliares reciben la misma educación hasta los veinte años, pero se detienen ahí. Su educación moral admite la música, al menos la que educa al alma. Excluye la mayor parte de la poesía, arte de maléfica imitación.] Por consiguiente, la política es una especialización, ya que no debe confiarse más que a gentes preparadas para ello. Pero esta educación, no es, en realidad, otra cosa que una educación de la razón. La ciencia política es, en muchos aspectos, la ciencia sin más, la de la verdad y el bien, o sea, la razón iluminada en la debida forma.” Felipe Giménez: “Lecciones sobre Platón”.

“Nuestro conocimiento de las Ideas es lo que nos permite hablar con verdad de los individuos sensibles. Pero los objetos materiales y sensibles sólo participan de las Ideas imperfecta y fugazmente. Por ello el conocimiento que de ellos tenemos es siempre imperfecto y fugaz. El verdadero conocimiento es perfecto y permanente, no pone en relación objetos sensibles con formas inteligibles (relación siempre cambiante), sino formas inteligibles con formas inteligibles (relación eterna e inalterable): en el desarrollo de ese conocimiento -la exploración del campo eidético y de sus eternas relaciones entre sus eternas Ideas- consiste precisamente la tarea del filósofo y la dialéctica es precisamente ese arte sutil de descubrir las relaciones entre las Ideas y de remontarse (regressus, dialéctica ascendente) así al fundamento incondicionado (la Idea del Bien) y luego desde el progresar (progressus, dialéctica descendente) y ordenar el conocimiento desde él.” Felipe Giménez: “Lecciones sobre Platón”.

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