Story Transcript
Polifonía y poliacroasis en la oratoria política. Propuestas para una retórica bajtiniana.
Tomás Albaladejo (Universidad Autónoma de Madrid)
[En Francisco Cortés Gabaudan, Gregorio Hinojo Andrés y Antonio López Eire (eds.), Retórica, Política e Ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros día. Actas del II Congreso Internacional de LOGO, Asociación Española de Estudios sobre Lengua, Pensamiento y Cultura Clásica, Salamanca, 24 - 29 de noviembre de 1997, Salamanca, Logo, 2000, Vol. III, Ponencias, págs. 11-21.]
1. Cuando el teórico de la literatura ruso Mijail Bajtin elaboró el concepto de polifonía para caracterizar la novela y especialmente la novela de Fedor Dostoievski1, estaba estableciendo una de las categorías más ricas y potentes para la explicación del discurso de arte de lenguaje. Ciertamente, no todas las novelas cumplen los requisitos de la polifonía plena que caracteriza la obra de Dostoievski, pero también es verdad que, al menos formalmente, la polifonía, la pluralidad de voces en el discurso, es un rasgo presente de diferentes maneras en un gran número de textos literarios, entre los que se incluyen aquellos en los que dicho rasgo tiene alguna presencia, aunque ésta sea mínima.
1
Cfr. Bajtin, M.: Dostoevskij. Poetica e stilistica, Turín, Einaudi, 1968, 9, 11-63. Escribe Bajtin: "La pluralità delle voci e delle coscienze indipendenti e disgiunte, l'autentica polifonia delle voci pienamente autonome costituisce effettivamente la caratteristica fondamentale dei romanzi di Dostoevskij. Nelle sue opere non si svolge una quantità di caratteri e destini per entro un unitario mondo oggettivo e alla luce di un'unitaria coscenza poetica, ma qui appunto una pluralità di coscienze equivalenti con i loro propri mondi si unisce, conservando la propria incompatibilità, nell'unità di un certo evento", ibid., 12-13. La problemática de las voces en la literatura y su relación con la sociedad es una constante en la obra de Bajtin; vid. Bajtin, M.: La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Barcelona, Seix Barral, 1974; Bajtin, M.: Teoría y estética de la novela, Madrid, Taurus, 1989; Bajtin, M.: Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982, 372-374; Vološinov, V. N. (Bajtin, M.): El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza, 1992. Véase también O. Ducrot, El decir y lo dicho. Polifonía de la enunciación, Barcelona, Paidós, 1986; G. Reyes, Polifonía textual. La citación en el relato literario, Madrid, Gredos, 1984; H. Beristáin, Diccionario de Retórica y Poética, México, Porrúa, 1997 (8ª ed., 1ª ed. corregida y aumentada), 401-403.
2
El género teatral tiene polifonía formal2 como imprescindible constituyente, puesto que se basa en el modo mimético de representación3, en el que no aparece la voz del autor, de tal manera que en el escenario solamente se manifiestan las voces de los personajes encarnados por los actores. Sin polifonía formal, no hay obra teatral. El género lírico es el que en principio puede presentarse más alejado de la polifonía, al estar construido sobre el modo diegético de representación, en el que sólo aparece la voz del autor; sin embargo, existen textos líricos con diálogo4, con presencia de voces diferentes. Por su parte, el género narrativo, por lo general fundamentado en el modo mixto de representación, contiene expresión del narrador y expresiones de los personajes, por lo que en él desempeña un importante y decisivo papel la polifonía5. Los tres géneros literarios canónicos tienen, por tanto, de un modo u otro, relación con la polifonía. Pero el concepto de polifonía va más allá del conjunto de dichos géneros, se extiende a la totalidad del arte de lenguaje, del que forman parte la oratoria y la literatura, con inclusión del género ensayístico, situado en las fronteras de lo literario, pero de ninguna manera ajeno a ello. La posibilidad de utilización de estilo directo en el ensayo, en el que el autor puede, por tanto, emplear el discurso referido, vincula también este género a la polifonía. Por su parte, en el discurso retórico, la sermocinatio hace posible la incorporación al discurso conducido por la voz del orador, de otras voces, que son expresadas, con todas las exigencias propias del decorum, por el orador mismo, que tiene que adaptar su entonación, modulación de voz, acento, velocidad de pronunciación, etc. a las características de los personajes reales o ficticios que han pronunciado o podrían haber pronunciado las partes de discurso incluidas por el orador en estilo directo en su propio discurso6. No obstante, no hay que olvidar que Bajtin elaboró la noción de polifonía para la explicación de la novela en la que el autor incorpora distintas voces que representan una 2
No así polifonía plena o auténtica, como la de las novelas de Dostoievski, que es negada por Bajtin al drama; cfr. Bajtin, M.: Dostoevskij. Poetica e stilistica, cit., 27, 49. 3 Sobre los modos de representación, vid. Platón: La República (ed. bilingüe griegoespañol de Pabón, J. M. y Fernández Galiano, M.), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1981, 392c-398b; Aristóteles: Poética (ed. trilingüe griego-latín-español de García Yebra, V.), Madrid, Gredos, 1974. 4 Vid., a propósito de los sonetos dramatizados, García Berrio, A.: "Macrocomponente textual y sistematismo tipológico: el soneto amoroso español de los siglos XVI y XVII y las reglas de género", Zeitschrift für Romanische Philologie (97, 1/2, 1981), 146-171. 5 En cuanto a la polifonía narrativa, vid. Reyes, G.: Polifonía textual. La citación en el relato literario, Madrid, Gredos, 1984. 6 Bajtin se ocupa de la palabra bivocal, palabra del discurso ajeno, en literatura y en
3
pluralidad de mundos e ideas; se trata, pues, de una pluralidad verbal e ideológica que sostiene el texto de la novela. Considero que es precisamente la constitución narrativa de la polifonía la que mejor sirve para una caracterización de la oratoria política. En este sentido, además de por la sermocinatio, el discurso retórico está vinculado a la polifonía por la relación que mantiene con otros discursos en la institución social del hablar en público para influir en los oyentes. La polifonía, como componente de dicha institución, si bien no es exclusiva de los conjuntos de discursos de género deliberativo, ya que puede encontrarse, con matizaciones, en conjuntos de discursos de género judicial y también de género epidíctico7, tiene en el primero de estos géneros su más firme carta de naturaleza. Hay que decir, por otra parte, que, a pesar de ello, discurso político y género deliberativo no deben ser identificados; hay discursos políticos que no pertenecen a dicho género, el cual, por otro lado, abarca discursos políticos y discursos no políticos, como son determinados discursos académicos o sociales. El discurso político8 dista de ser una clase textual homogénea. De esta clase de discurso forman parte, por un lado, los discursos políticos de género deliberativo de carácter parlamentario, así como los también deliberativos relativos a la decisión de los ciudadanos en votaciones de elecciones o de referendos9, y, por otro, los discursos políticos de género epidíctico y aun los discursos políticos de género judicial, además de otros discursos políticos no fácilmente encuadrables en uno solo de los géneros, como son los pronunciados por políticos ante las cámaras de televisión fuera de periodo electoral. No obstante, los discursos políticos de género deliberativo constituyen el principal de los distintos tipos integrantes del conjunto de los
retórica; cfr. Bajtin, M.: Teoría y estética de la novela, cit., 141 ss. y especialmente 169-171. 7 A propósito de los tres géneros oratorios, cfr. Aristóteles: Retórica (ed. bilingüe griegoespañol de Tovar, A.), Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1971, 1358a39-1358b8. 8 Vid. al respecto Ortega Carmona, A.: El discurso político. Retórica-ParlamentoDialéctica, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1994; Mangone, C., Warley, J. (eds.): El discurso político. Del foro a la televisión, Buenos Aires, Biblos, 1994; Alvar, M. (coord.): El lenguaje político, Madrid, Fundación Friedrich Ebert-Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1987; Geis, M. L.: The Language of Politics, Nueva York, Springer, 1987; Camps, V.: Ética, retórica, política, Madrid, Alianza, 1988; Marlin, R. (ed.): Propaganda and the Ethics of Rhetoric/La Propagande et l'Éthique de la Rhétorique, The Canadian Journal of Rhetorical Studies/La Revue Canadienne d'Études Rhétoriques (3, 1993); Ricoeur, P.: "Lenguaje político y retórica", Nueva Revista de Política, Cultura y Arte (53, 1997), 158-170; también Aranzueque, G.: "Retórica, política y hermenéutica. Paul Ricoeur y los acuerdos razonables", en: Aranzueque, G. (ed.): Horizontes del relato. Lecturas y conversaciones con Paul Ricoeur, Cuaderno Gris (época III, 2, 1997), 369-385. 9 Vid. Forget, D.: "Éléments pour un étude rhétorique de l'échange référendaire: Québec, 30 octobre 1995", The Canadian Journal of Rhetorical Studies/La Revue Canadienne d'Études Rhétoriques (8, 1997), 75-93.
4
discursos políticos. El discurso político se presenta como una compleja categoría con una larga tradición desde la gran oratoria deliberativa y epidíctica clásica hasta la moderna oratoria vinculada a los medios audiovisuales, pasando por la poco conocida oratoria política medieval10, con transformaciones diacrónicas debidas tanto a factores contextuales como a las necesidades de evolución y de ajustes internos del sistema retórico. Las asambleas de representación política están caracterizadas por la polifonía en la medida en que en ellas se produce la pronunciación institucional de discursos por los diferentes representantes de los ciudadanos. No son sólo diferentes voces las de los oradores que se dirigen a la asamblea, sino que se trata de las voces de los representantes de diferentes sectores sociales, con distintas concepciones del mundo y de la organización de la sociedad. El conjunto de los discursos retóricos que son pronunciados en la asamblea política está caracterizado por la polifonía plena o auténtica en tanto en cuanto son pronunciados por distintos oradores con voces diferentes que representan opciones ideológicas diferentes. Puede afirmarse que la asamblea de representación política es un órgano polifónico, en una interpretación bajtiniana de la misma. Por supuesto, esta condición polifónica de las asambleas políticas es válida para aquellas en cuya organización y funcionamiento están vigentes los principios de la representación democrática11, que hacen posible la presencia en dichos órganos de diferentes voces representativas. Esta polifonía de las cámaras o asambleas políticas se da en el conjunto de los discursos y en el de las intervenciones de réplica a los mismos, que pueden no ser discursos de constitución retórica plena, al estar, por lo general, centrados en alguno de los componentes del discurso en relación con el cual se construyen. Cada orador interviene presentando con su voz sus propuestas y su visión del mundo y de la sociedad y es el conjunto de los discursos el que sostiene la polifonía discursiva, que tiene dos componentes fundamentales conectados entre sí: el verbal y el ideológico. La polifonía retórica de los discursos pronunciados en las asambleas 10
Como los discursos del ars arengandi o los discursos semicultos pronunciados ante las Cortes de Aragón, estudiados en Johnston, M. D.: "Parliamentiary Oratory in Medieval Aragon", Rhetorica (X, 2, 1992), 99-117. Vid. también Kristeller, P. O.: "Rhetoric in Medieval and Renaissance Culture", en: Murphy, J. J. (ed.): Renaissance Eloquence. Studies on the Theory and Practice of Renaissance Rhetoric, Berkeley-Los Ángeles-Londres, University of California Press, 1983, 1-19, 11-12; Cátedra, P. M.: "Acerca del sermón político en la España medieval (A propósito del discurso de Martín el Humano en las Cortes de Zaragoza de 1398)", Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (CCLVII-CCLVIII, 1985-1986), 17-46. 11 Sobre la representación democrática, vid. van Roermund, B.: Derecho, relato y realidad, Madrid, Tecnos, 1997, 126 ss.
5
de representación política se establece, pues, a partir de, y sobre, la multiplicidad de discursos debida a la actividad de distintos oradores. Puede decirse, y éste es el ideal de la representación polifónica, que, a través del conjunto de los discursos de los oradores-representantes políticos, habla el conjunto global de la sociedad, con las diferencias y matices que en ella existen. La asamblea política polifónica se contrapone a la monofonía -verbal e ideológica- de las asambleas que solamente representan una de las distintas opciones políticas que hay en la sociedad. La polifonía de la oratoria política no puede entenderse separada de la condición pragmática de los discursos retóricos, tanto en lo que respecta a las operaciones retóricas constituyentes de discurso -inventio, dispositio y elocutio- como en lo concerniente a las operaciones retóricas no constituyentes de discurso -memoria y actio/pronuntiatio-12. La comunicación efectiva de los discursos supone la activación de todas las operaciones retóricas, en las cuales, así como en sus resultados, se asientan las diferencias entre los diversos discursos políticos que son pronunciados. Mijail Bajtin, excelente conocedor del estudio de las formas compositivas de la literatura, propuso, demostradas las limitaciones de la poética del material elaborada por los formalistas rusos, pasar al estudio de las formas arquitectónicas13, ya en el ámbito de lo referencial, pragmático y social de la literatura. Su antes mencionada concepción de la polifonía de la novela se halla en esta línea de planteamiento teórico-crítico. En la novela se manifiesta una pluralidad de conciencias ideológicamente enraizada, gracias a la pluralidad de voces de los personajes. Éste es el modo en el que los textos narrativos reproducen las diversas actitudes ideológicas y sociales de una época y de un contexto social; las voces tienen, pues, un valor determinante para la configuración literaria de los diferentes grupos existentes en la sociedad. Bajtin lleva a cabo una conexión entre el contenido y la poética del material, por la reproducción en éste de las mencionadas peculiaridades socio-ideológicas. Para el teórico ruso, el contenido de la obra literaria está distribuido en tres elementos: a) el elemento cognitivo, que es el relativo a las ideas representadas en el texto literario, b) el elemento ético, que es el que se refiere a los personajes, ya que es en éstos como las ideas son
12
Cfr. Albaladejo, T.: "Algunos aspectos pragmáticos del sistema retórico", en: Rodríguez Pequeño, M. (comp.), Teoría de la Literatura. Investigaciones actuales, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1993, 47-61; Albaladejo, T.: "The Pragmatic Nature of Discoursebuilding Rhetorical Operations", Koiné (III, 1993), 5-13. 13 Cfr. Bajtin, M.: Teoría y estética de la novela, cit., 24 ss.
6
incorporadas a la obra y c) el elemento estético, relativo a la configuración en el texto de lo cognitivo y lo ético, pues de este factor depende la construcción discursiva de los personajes14. Considero que estos elementos están integrados en la polifonía de la oratoria política. Los parlamentos son órganos polifónicos porque el hablar inherente a los mismos, hablar que incluso forma parte de la propia constitución de la palabra 'parlamento', es un hablar plurivocal, un hablar de muchas voces, las que incorporan a través de los personajes las ideas del elemento cognitivo. Estas ideas son manifestadas por medio del elemento estético, que está en la base de la construcción discursiva. Con las voces de los personajes, el lenguaje manifiesta las distintas posiciones ideológicas. Al ser las de las asambleas políticas voces en función de representación, es más fácil ver en ellas la polifonía; sin embargo, esta noción no es ajena a cualquier tipo de discurso político pronunciado fuera de las mismas, está presente no sólo en los discursos electorales, sino en cualquier otra manifestación de discurso político que se produzca.
2. Pero si la polifonía precisa para su constitución de más de un discurso, cada uno de éstos se pone, al ser pronunciado, en una situación de pluralidad de oyentes. Las diferencias entre los oyentes han sido estudiadas en la retórica clásica. En la Institutio oratoria escribe Quintiliano: "Sed personam saepius decoris gratia intuemur: quae et in nobis et in iis qui deliberant spectanda est. Itaque quamuis exempla plurimum in consiliis possint, quia facillime ad consentiendum homines ducuntur experimentis, refert tamen quorum auctoritas et quibus adhibeatur: diuersi sunt enim deliberantium animi, duplex condicio. Nam consultant aut plures aut singuli, sed in utrisque differentia, quia et in pluribus multum interest senatus sit an populus, Romani an Fidenates, Graeci an barbari, et in singulis Catoni petendos honores suadeamus an C. Mario, de ratione belli Scipio prior an Fabius deliberet. Proinde intuenda sexus dignitas aetas; sed mores praecipue discrimen dabunt"15. Las diferencias que existen entre los oyentes de distintos discursos pueden darse también en el interior del auditorio de un mismo discurso retórico y no pueden dejar de ser tomadas en consideración por el orador, con el fin de buscar y encontrar la adecuación de su discurso a un auditorio que se presenta como una realidad heterogénea, entre otras causas 14
Ibid., 30-47. Vid. García Berrio, A.: Teoría de la Literatura (La construcción del significado poético), Madrid, Cátedra, 1994 (2ª ed. revisada y aumentada), 226-227. 15 Quintiliano: Institutio oratoria (ed. de Winterbottom, M.), Oxford, Oxford University Press, 1979, 3, 8, 35-38. A propósito del género deliberativo en Quintiliano, vid. Pujante, D.: El hijo de la persuasión. Quintiliano y el estatuto retórico, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1996, 65-66.
7
porque una parte de los oyentes tiene interés por una de las posibilidades de actuación y otra parte u otras partes por otra u otras de dichas posibilidades. El discurso retórico está dirigido a unos receptores que se caracterizan por lo que denomino poliacroasis (polyakróasis), es decir, por su audición plural, por ser un auditorio plural, un conjunto de oyentes diversos que realizan múltiples actos de audición/interpretación del discurso, tantos actos como sujetos de los mismos, es decir, oyentes hay. Los miembros de un jurado, como los jueces que forman un tribunal, son un conjunto de personas diferentes entre sí, cada una de estas personas tiene su propio carácter, su propia ideología, sus matices dentro de una misma ideología, etc.; cuando actúan como oyentes de un discurso retórico se caracterizan por la poliacroasis. Lo mismo sucede en el caso de los miembros de una cámara parlamentaria, que son receptores plenamente vinculados a la poliacroasis. De igual modo, los oyentes ante los que el orador pronuncia un discurso de género epidíctico tienen la pluralidad que les proporciona su heterogeneidad, por lo que actúan como oyentes caracterizados por la poliacroasis. Pero la poliacroasis oratoria no es debida solamente a las diferencias que evidentemente existen entre los oyentes de un discurso en cuanto a su ideología, sino también a las diferentes funciones que los oyentes desempeñan con respecto al discurso. Las funciones del oyente del discurso retórico, según tenga que tomar o no una decisión y según que el objeto de ésta pertenezca al pasado o al futuro, permiten a Aristóteles, como es sabido, distinguir los tres géneros oratorios. Los oyentes deciden sobre hechos pasados a propósito de los discursos del género judicial y sobre hechos futuros en cuanto a los del género deliberativo, pero no toman decisiones en relación con los discursos del género epidíctico. Los tres géneros oratorios reproducen la variedad de los oyentes y de los hechos retóricos16 como hechos de comunicación de discursos retóricos en los que éstos participan. La complejidad del receptor retórico incluye las diferencias que sirven de fundamentación para la clasificación de los géneros oratorios y dentro de cada uno de los géneros, en los distintos hechos retóricos concretos de comunicación de discursos pertenecientes a cada género, encontramos que los auditorios están formados por conjuntos heterogéneos de receptores. En un mismo hecho retórico pueden participar oyentes que deciden y oyentes que no deciden. El orador se dirige al auditorio, del que, en el caso de los discursos de género judicial y 16
Para el concepto de hecho retórico, del que forman parte el orador, el oyente, el discurso, el referente, el contexto y el código, vid. Albaladejo, T.: Retórica, Madrid, Síntesis, 1989, 43-53.
8
de género deliberativo, además de los receptores institucionalmente facultados para tomar una decisión con respecto al discurso, pueden formar parte receptores que no lo están; entre estos receptores se encuentran los que asisten a las sesiones públicas del juicio y los que ocupan las tribunas de público y prensa en las sesiones plenarias de las cámaras parlamentarias o reciben los discursos de éstas a través de los medios de comunicación, así como los que siguen por éstos las sesiones de las comisiones parlamentarias17. Perelman y Olbrechts-Tyteca definen el auditorio en estos términos: "Por esta razón, nos parece preferible definir el auditorio, desde el punto de vista retórico, como el conjunto de aquellos en quienes el orador quiere influir con su argumentación. Cada orador piensa, de forma más o menos consciente, en aquellos a los que intenta persuadir y que constituyen el auditorio al que se dirigen sus discursos"18. Esta definición tiene su punto más importante en la decisiva presencia de la voluntad del orador en la determinación del auditorio, formado por aquellos sobre los que el orador influye. Sería conveniente, sin embargo, tener en cuenta que el orador también puede considerar como parte de su auditorio a los oyentes a los que pretende convencer y no sólo a los que pretende persuadir, ya que también sobre aquéllos influye o intenta influir. Perelman y Olbrechts-Tyteca se ocupan de la difícil distinción entre persuasión y convicción19, asociando la primera al discurso retórico y la segunda al discurso filosófico. Partiendo de la relación de la persuasión con la acción correspondiente a una decisión y de la convicción con el pensamiento, me he ocupado anteriormente20 de la vinculación de la convicción a la retórica, como finalidad distinta de la persuasión pero complementariamente asociada a ésta en los discursos retóricos21. Es posible no excluir de la retórica la convicción y considerar, por tanto, que la influencia de convicción, en la medida en que el orador puede tenerla en cuenta a propósito del auditorio, sirve también para la delimitación de éste, junto con 17
A propósito de "la palabra dividida" por la actividad cada vez mayor de las comisiones en los parlamentos actuales, vid. Cazorla, L. M.: La oratoria parlamentaria, Madrid, EspasaCalpe, 1985, 36-37, 115. 18 Perelman, C., Olbrechts-Tyteca, L.: Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos, 1989, 55. 19 Ibid., 65 ss. Vid. también Camps, V.: Ética, retórica, política, cit., 47; García Amado, J. A.: Teorías de la tópica jurídica, Oviedo-Madrid, Universidad de Oviedo-Civitas, 1988, 318322; Atienza, M.: Las razones del derecho. Teorías de la argumentación jurídica, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, 69-71. 20 Vid. Albaladejo, T.: "Sobre la posición comunicativa del receptor del discurso retórico", Castilla. Estudios de Literatura (19, 1994), 7-16. 21 Sobre la relación de la convicción con los distintos géneros oratorios, vid. López Eire,
9
la influencia de persuasión. La influencia de convicción hace posible la inclusión en el auditorio de todos los que no pueden tomar decisiones a propósito de los discursos que les comunican los oradores. Que la convicción y no la persuasión es la finalidad perlocutiva de los discursos del género epidíctico es consecuencia de la propia configuración de los hechos retóricos en los que éstos están situados: con tales discursos, los oradores no intentan que los oyentes decidan y actúen en un sentido determinado, sino que lleguen a estar convencidos de lo que les proponen. El orador determina su auditorio a partir de su consideración de que los oyentes de estos discursos son objeto de su influencia de convicción. Puede, incluso, incluir en su auditorio a hipotéticos oyentes miembros de futuras generaciones22. La situación es diferente en el caso de los discursos del género judicial y en el caso de los del género deliberativo. Normalmente, estos discursos tienen como oyentes a personas institucionalmente facultadas para tomar decisiones, pero también a personas que no pueden decidir, por no ser miembros del tribunal o del jurado en el caso de los discursos judiciales y por no ser representantes parlamentarios en el caso de los discursos deliberativos pronunciados en una cámara de representación política. Los oradores toman en consideración a los primeros como objeto de su influencia persuasiva, ya que pueden decidir, pueden actuar, y a los segundos los tienen en cuenta como objeto de su influencia convincente, puesto que no pueden actuar tomando decisiones. Sin embargo, a los oradores les interesa convencer a estos oyentes, les interesa que, aunque no puedan decidir a favor de su propuesta discursiva, sí lleguen a estar de acuerdo con ella, como sujetos de opinión pública que son. Se da, pues, en los hechos retóricos en los que están insertos los discursos judiciales y los discursos deliberativos parlamentarios una poliacroasis basada en la distinción, dentro del conjunto de los oyentes a los que se dirige el orador, entre aquellos que deciden -les llamo destinatarios primarios- y aquellos que no deciden -destinatarios secundarios-23. El orador habla para todos, pero sabe que, además de persuadir a unos, tiene que convencer a otros. En muchas ocasiones, el orador puede prever que no va a conseguir persuadir a los oyentes que institucionalmente están capacitados para decidir y puede intentar, como finalidad perlocutiva de su discurso y como un nivel intermedio de efecto
A.: Actualidad de la retórica, Salamanca, Hespérides, 1995, p. 52. 22 Caso éste examinado en Gill, A. M., Whedbee, K.: "Rhetoric", en: van Dijk, T. A. (ed.): Discourse as Structure and Process, Londres, Sage Publications, 1997, 157-184, 163. En mi opinión, este caso puede relacionarse con la intemporalidad de ciertos auditorios; cfr. Perelman, C., Olbrechts-Tyteca, L.: Tratado de la argumentación. La nueva retórica, cit., 69. 23 Cfr. Albaladejo, T.: "Sobre la posición comunicativa del receptor del discurso retórico",
10
positivo del mismo, descartada la posibilidad de alcanzar el nivel máximo, que estaría representado por la persuasión, convencer al menos a aquellos que no pueden decidir. Esta situación, cuyo mecanismo fundamental comparten los discursos judiciales y los deliberativos, tiene especial interés a propósito de los discursos políticos correspondientes al género deliberativo que son pronunciados ante las cámaras de representación política, es decir, los discursos deliberativos parlamentarios. Los oradores hablan para los que pueden decidir, que son los representantes políticos como miembros de las cámaras, pero también se dirigen a los invitados y a los periodistas, así como al conjunto de los miembros de la sociedad, a éstos a través de las crónicas de prensa, radio o televisión y de las retransmisiones directas o diferidas que estos dos últimos medios puedan hacer24. La situación de los discursos deliberativos electorales, aun no siendo idéntica a la de los deliberativos parlamentarios, comparte con la de éstos el principio de poliacroasis. Los oradores se dirigen a los oyentes, entre los cuales existen diferencias que hacen que su conjunto sea heterogéneo. En esta situación, sin embargo, no está tan marcada la distinción basada en la capacidad de decidir, pues la inmensa mayoría de los que escuchan los discursos electorales están facultados para decidir, siempre que tengan derecho de sufragio. Habría que tener en cuenta aquí como oyentes no facultados para decidir a quienes no tienen edad para votar, a quienes no están inscritos en la circunscripción en la que tienen lugar las elecciones, etc. Persuadir, y además convencer, a los que deciden y convencer a los que no pueden decidir es, sin duda, el desideratum de todo orador, pero, con respecto a los que toman decisiones, por lo general el orador se contenta con persuadirlos y de este modo obtener el apoyo de éstos, por medio de su decisión, a la tesis que defiende. La actividad comunicativa del orador se carga de fuerza cuando consigue que la influencia de persuasión, que da como resultado una actuación de los oyentes en el sentido en que él propone, vaya acompañada por la influencia de convicción, que hace que dicha actuación la lleven a cabo los oyentes estando convencidos de lo que hacen, asumiendo los fundamentos de la actuación. La clasificación de los géneros oratorios presente en la Retórica de Aristóteles puede parecer excesivamente rígida si no es interpretada con la colaboración del establecimiento de la
cit., 9. 24
Vid. al respecto Cazorla, L. M.: La oratoria parlamentaria, cit., 41-42, 44; Martín Rojo, L., van Dijk, T. A.: "'There was a problem, and it was solved': legitimating the expulsion of 'illegal' migrants in Spanish parliamentary discourse», Discourse and Society (8, 4, 1997), 523566.
11
distinción entre género oratorio propiamente dicho y componente genérico25. Los géneros oratorios son las clases en las que se encuadran los discursos retóricos concretos. Asociados a los géneros se encuentran los componentes, que forman parte de los discursos concretos, de los que son constituyentes textuales que funcionan como dispositivos textual-pragmáticos en relación con las actitudes de los oyentes y de los oradores, así como con la constitución textual de los discursos. Por consiguiente, además del género judicial, del género deliberativo y del género epidíctico, ya conocidos, tenemos el componente judicial, el componente deliberativo y el componente epidíctico. El componente judicial es un dispositivo que adecua las estructuras textuales a la situación retórica en la que el oyente decide sobre hechos pasados y, por tanto, es la base del género judicial, del cual no es componente exclusivo. El componente deliberativo permite la adecuación a la situación retórica propia del género deliberativo, en el que ocupa el lugar central, si bien no se da solamente en dicho género. El componente epidíctico hace posible la adecuación a una situación retórica en la que el oyente no decide y está situado en el género epidíctico, aunque no exclusivamente, ya que está presente también en discursos de género judicial y, sobre todo, de género deliberativo. La distinción entre género oratorio y componente genérico supone que en los discursos políticos deliberativos, tanto parlamentarios como electorales, hay un componente central, un componente dominante, que es el componente genérico deliberativo, pero también puede haber un componente genérico epidíctico. El componente deliberativo está relacionado con la persuasión y con la adopción de decisiones, mientras que el componente epidíctico lo está con la convicción. Por otro lado, la susodicha distinción supone que en los discursos políticos epidícticos hay, a su vez, un componente genérico epidíctico como componente central o dominante y puede haber un componente genérico deliberativo, relacionado aquél con la convicción y éste con la persuasión. No olvidemos que los discursos políticos deliberativos pueden generar, además de las decisiones, las adhesiones o los rechazos de los oyentes, otros textos, como son los discursos de rechazo o de apoyo pronunciados por otros oradores y los textos críticos, que constituyen la respuesta a los mismos dentro de la estructura dialogística de la comunicación, explicada por Bajtin26. Los discursos políticos pueden ser comentados o analizados en otros discursos 25
Cfr., a propósito de esta distinción, Albaladejo, T.: "Los géneros retóricos: clases de discurso y constituyentes textuales", en: Paraíso, I. (ed.): Tékhne rhetoriké, Valladolid, Universidad de Valladolid (en prensa). 26 Cfr. Vološinov, V. N. (Bajtin, M.): El marxismo y la filosofía del lenguaje, cit., 95 ss. A propósito de la atención retórica hacia el oyente y sus respuestas, vid. Bajtin, M.: Teoría y
12
políticos y también en los medios de comunicación27, en trabajos de investigación28, en conversaciones cotidianas, etc. por oyentes que pueden tener o no capacidad de decisión con respecto a dichos discursos, pero que tienen la posibilidad de expresar su opinión sobre los discursos que oyen. Los medios de comunicación pueden dar a los discursos políticos, con sus comentarios y análisis, es decir, con textos críticos, una difusión mayor de la que inicialmente aquéllos puedan tener. También con la reproducción total o parcial de los discursos o con la paráfrasis de éstos, los medios de comunicación hacen que aumente el grado de poliacroasis de los mismos, al hacer posible que haya nuevos receptores de los discursos pronunciados en la asamblea de representación política y en las reuniones de oratoria electoral, pues no sólo los presentes son receptores de los discursos, sino que éstos o sus resúmenes también llegan a quienes ven la televisión, escuchan la radio o leen los periódicos. De este modo, discursos políticos electorales pronunciados ante oyentes que son electores de una determinada zona llegan, en el caso, por ejemplo, de elecciones en una Comunidad Autónoma, a otras zonas de España en las que no hay elecciones, por lo que los habitantes de éstas no están facultados para tomar decisiones a propósito de estos discursos, pero los oradores también piensan en ellos, también los consideran parte de su auditorio, intentando convencerlos para que puedan ser persuadidos más fácilmente cuando a ellos les corresponda tomar decisiones. Un caso parecido es el de los oyentes de los discursos políticos parlamentarios que no son miembros de la asamblea de representación política y los reciben a través de los medios de comunicación o directamente en las tribunas de público; los oradores tienen en cuenta a estos oyentes para convencerlos y así facilitar la persuasión de los mismos con futuros discursos políticos electorales, a propósito de los cuales podrán decidir. La poliacroasis relativa a la distinción entre oyentes con capacidad de decisión y oyentes sin tal capacidad se extiende incluso a los discursos de género epidíctico, dado que el componente judicial y el deliberativo pueden estar presentes en ellos junto al componente estética de la novela, cit., 97-98. 27 Sobre la función de los periódicos en la acción política y sobre la relación de complementariedad entre parlamento y prensa, vid. Ayala, F.: "La retórica del periodismo", en: Ayala, F.: La retórica del periodismo y otras retóricas, Madrid, Espasa-Calpe, 1985, 37-64, 4850. 28 Sirvan de ejemplo: Brock, B. L., Scott, R. L., Chesebro, J. W. (eds.): Methods of Rhetorical Criticism. A Twentieth-Century Perspective, Detroit, Wayne State University Press, 1980 (2ª ed. revisada); Weaver, R. M.: The Ethics of Rhetoric, Davis, Hermagoras Press, 1985, 85-114; Reyes, G.: "Perón por Perón. Estructura dialógica de un discurso político", en: Alvar, M. (coord.): El lenguaje político, cit., 195-217; Geis, M. L.: The Language of Politics, cit., 38 ss.; Gill, A. M., Whedbee, K.: "Rhetoric", cit.
13
epidíctico. Los oradores que pronuncian estos discursos, con los que buscan principalmente la convicción de los oyentes, no descartan la posibilidad de que esa convicción actúe al servicio de actuaciones que puedan tener lugar en ocasiones posteriores, en las que, ante otros discursos, los oyentes se encuentren en una situación en la que lo que proceda sea persuadirles, con respecto a discursos deliberativos en relación con los cuales estén capacitados para decidir, como puede ser el caso de los discursos que se pronuncien durante una campaña electoral. Por tanto, esa proyección de discursos epidícticos en la recepción futura de discursos deliberativos hace que se repita a propósito de los primeros la poliacroasis en cuanto a la decisión o no de los oyentes. Habrá oyentes de discursos epidícticos que, por carecer en las futuras situaciones retóricas de capacidad de decisión, en su actuación como oyentes de tales discursos serán exclusivamente considerados en cuanto a convicción por parte del orador, mientras que aquellos otros oyentes que en dichas situaciones vayan a tener tal capacidad de decisión lo serán en cuanto a convicción y persuasión. Los discursos políticos epidícticos buscan la adhesión de los oyentes a ideas y valores políticos de aceptación general29; éste es el caso, por ejemplo, de los discursos pronunciados en conmemoración de la Constitución. También hay discursos políticos epidícticos que, pronunciados fuera de campañas electorales y en principio no vinculados al ejercicio del derecho de voto, están dirigidos a convencer de ideas y valores propios de opciones políticas concretas. En ambos casos se busca la adhesión a unos determinados valores y el rechazo de lo contrario a los mismos30. Unos y otros discursos epidícticos se caracterizan, como discursos políticos, por la poliacroasis, pues son interpretados tanto por oyentes que ya están convencidos de lo que los discursos les proponen como por oyentes que no lo están, de acuerdo con la heterogeneidad del auditorio en cuanto a su composición ideológica. La poliacroasis de estos discursos epidícticos también viene dada por el hecho de que tienen la posibilidad de influir en oyentes que en el futuro tomarán decisiones en momentos y en lugares diferentes, siendo así que el no decidir a propósito de lo mismo y en la misma ocasión establece diferencia entre los oyentes. Para tales decisiones, ya en el ámbito de actuaciones relacionadas con la persuasión, puede ser de gran importancia la influencia de convicción que tales discursos hayan podido ejercer sobre ellos, lo cual implica que se tome en consideración que todas las influencias de 29
Cfr. López Eire, A.: Esencia y objeto de la retórica, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, 177. 30 A propósito de la adhesión y el rechazo de los valores, vid. García Berrio, A.: "Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos para una Retórica general)", Estudios de Lingüística (2, 1984), 7-59, 42.
14
convicción recibidas por los oyentes pueden proyectarse en situaciones futuras en las que haya toma de decisiones, con su transformación entonces en influencias de persuasión en función de discursos políticos deliberativos. La caracterización que hace Aristóteles en la Retórica del género judicial, en relación con cuyos discursos los oyentes deciden sobre hechos pasados, permite suponer que hay discursos políticos de género judicial, que son pronunciados ante la asamblea política para que los miembros de ésta decidan sobre algo que ha sucedido, como es la actuación de un ministro, de otro funcionario e incluso de un miembro de la misma asamblea, en este último caso, por ejemplo, cuando los parlamentarios tienen que decidir a propósito de un suplicatorio, supuesto en el que, sin que ello constituya una sustitución de los tribunales de justicia, los componentes de la cámara tienen que tomar una decisión sobre hechos pasados. En estos que podemos llamar discursos políticos judiciales se encuentra también instaurada la poliacroasis por las diferencias existentes entre sus oyentes. Los distintos oradores intentan persuadir a los parlamentarios, que son quienes están capacitados para decidir y conceder o no lo que se les pide, e intentan, asimismo, convencer a quienes no pueden decidir, oyentes cuya opinión favorable interesa tanto a los oradores que defienden una tesis como a los que defienden la contraria. El discurso político de cualquiera de los tres géneros oratorios, cada uno de éstos con los correspondientes componentes genéricos posibles, es un espacio comunicativo en el que está plenamente establecida la poliacroasis. El orador político no puede dejar de tener en cuenta los diferentes planos de recepción de su discurso, puesto que en todos ellos, y no solamente en el más directo e inmediato, es donde ejerce la acción política mediante la palabra. En las diferentes áreas culturales, tener en cuenta a los oyentes presentes, pero también a los medios de comunicación y a los destinatarios de la actividad de éstos es una imprescindible condición para la validez del discurso político, logre o no éste su finalidad persuasiva con respecto a quienes a propósito de aquél pueden decidir. Es precisamente la conciencia de poliacroasis que el orador político tiene, o debe tener, lo que hace que tenga en cuenta en su actividad discursiva a todos los integrantes de su amplísimo auditorio, en un difícil ejercicio de construcción del decorum comunicativo.
3. Atendiendo especialmente a la oratoria política deliberativa parlamentaria, puede hablarse de una retórica bajtiniana que encuentra en el concepto de polifonía la clave explicativa no sólo de la conexión entre los discursos pronunciados en las cámaras políticas y la composición de la sociedad que las sustenta, sino también la propia estructuración interna del
15
conjunto discursivo que constituye el dinámico y no estático resultado de la actividad comunicativa de dichas cámaras de representación. Los miembros de las asambleas políticas tienen la voz. Sus múltiples y distintas voces son la manifestación de las diferencias socio-ideológicas de los representantes y de los representados. Pero las voces de todos los que hablan, los diferentes discursos que son pronunciados, no agotan la activa estructura polifónica, pues estos discursos encuentran respuesta en otros discursos, en réplicas, en puntualizaciones, de acuerdo con el dialogismo inherente a la comunicación humana. Naturalmente, la polifonía se da también en el conjunto de todos los discursos políticos, no sólo en el conjunto de los discursos parlamentarios. Y es la misma variedad de las asambleas políticas, constituida sobre la asociación del elemento cognitivo, del ético y del estético de Bajtin que da fundamento a la polifonía (sociedad con diferentes sectores, representada por diferentes oradores que pronuncian sus correspondientes discursos), la que sustenta la poliacroasis de las asambleas: las diferencias entre los representantes de los distintos sectores de la sociedad constituyen la base de la audición múltiple y plural de los discursos que desde la organización polifónica se pronuncian, pero la poliacroasis se extiende también a todos los miembros de la sociedad que no forman parte del parlamento y que interpretan los discursos. La polifonía de la producción de discursos políticos tiene su contrapartida en la poliacroasis de su recepción. Polifonía y poliacroasis constituyen, de este modo, los polos del eje formado por el orador, el discurso y el oyente, con la proyección de cada una de estas tres categorías en la multiplicidad y en la variedad. Esta pluralidad de oradores y de oyentes es un rasgo fundamental de la oratoria política en una explicación bajtiniana de la comunicación retórica.