Ponencia presentada ante el III Encuentro Mundial por el Equilibrio del Mundo La Habana, Cuba 29 de enero de 2013

JUGAR PARA AMERICANIZAR: PRÁCTICAS SIMBÓLICAS DE UNA NUEVA EDUCACIÓN EN PUERTO RICO (1900-1950)1 Ponencia presentada ante el III Encuentro Mundial por

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JUGAR PARA AMERICANIZAR: PRÁCTICAS SIMBÓLICAS DE UNA NUEVA EDUCACIÓN EN PUERTO RICO (1900-1950)1 Ponencia presentada ante el III Encuentro Mundial por el Equilibrio del Mundo La Habana, Cuba – 29 de enero de 2013

Eloy Antonio Ruiz-Rivera2

El conocimiento histórico de la realidad colonial norteamericana en Puerto Rico: otro acercamiento El análisis de la situación colonial de Puerto Rico, a partir de la invasión norteamericana de 1898, es un tema que aún provoca muchas reacciones, especialmente ideológicas, en nuestro presente. Es fundamental tener una comprensión clara de la importancia del conocimiento histórico de la realidad colonial norteamericana en Puerto Rico, por dos razones principales. La primera está relacionada con el contexto educativo. Es importante que los maestros tengan una comprensión de las dinámicas políticas, socio-económicas y culturales de lo que ha sido nuestra situación colonial, especialmente por las implicaciones Este trabajo es parte de una investigación más amplia titulada La simbología norteamericana en la educación pública en Puerto Rico durante la primera mitad del siglo 20, presentada en el Programa de Estudios de Honor, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2007. Sus hallazgos fueron publicados en el trabajo “¿Jugando o americanizando? Prácticas y representaciones en el aula, 1900-1950”. Aula y Sociedad. Revista del Programa de Estudios Sociales del Departamento de Educación de Puerto Rico, Número 4, 2009, pp. 82-104. Una adaptación para el contexto escolar con el fin de ser utilizada por maestros fue publicada bajo el título de “La importancia del conocimiento histórico de la realidad colonial norteamericana en Puerto Rico: otro acercamiento”. El Sol. Año LI, número 2, 2010, pp. 7-11. 2 Director de Investigaciones y Asuntos Legislativos y Ayudante de la Presidenta de la Asociación de Maestros de Puerto Rico. Inició su carrera profesional en la Cámara de Representantes de Puerto Rico, donde sirvió como Ayudante Legislativo y fue maestro de Historia y Sociología en Nuestra Escuela, escuela alternativa que ofrece educación personalizada a jóvenes que han estado en riesgo de abandonar la escuela. Posee una Maestría en Historia de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y un Bachillerato en Educación e Historia de la misma institución. Su trabajo de investigación es multidisciplinario y abarca historia municipal (redes sociales y vínculos de poder en el Cabildo de San Juan, entre 1809 y 1914) e historia de la educación. Entre sus publicaciones se destacan el libro Un siglo de lucha educativa: legado histórico de la Asociación de Maestros de Puerto Rico. Ha publicado, además, ¿Jugando o americanizando? Prácticas y representaciones en el aula, 1900-1950 (Revista Aula y Sociedad, 2009) y La importancia del conocimiento histórico de la realidad colonial norteamericana en Puerto Rico: otro acercamiento (Revista El Sol, 2010). Se desempeña como Editor de las Revistas “El Sol” y “Magisterio” de la Asociación de Maestros. 1

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en la realidad actual del País. La segunda tiene que ver con nuestra situación política, imbricada con las opciones políticas que abren un abanico de posibilidades para el futuro de nuestro porvenir como pueblo. Ha sido reseñado en muchas investigaciones que a partir de la segunda mitad del siglo XIX los Estados Unidos comenzó a gestar una política diplomática de relaciones exteriores que tenía como fin expandir su poder político, económico y militar con la adquisición de territorios de ultramar. No hay que profundizar en los debates que aún se mantienen en el presente por las razones por las cuales Puerto Rico resultó ser uno de los botines de la Guerra Hispanoamericana en julio de 1898. En ese sentido, la situación colonial en Puerto Rico ha tenido varios efectos. Aunque se ha debatido sobre las verdaderas motivaciones de Estados Unidos para invadir a Puerto Rico, Manuel Maldonado Denis sostuvo, con acierto, que las motivaciones principales fueron económicas y que los efectos culturales fueron un resultado de esas motivaciones.3 En esa dirección, uno de los efectos culturales que tuvo la invasión se reflejó en la educación pública puertorriqueña que se comenzó a organizar bajo el Negociado de Educación en 1899, la cual comenzó a funcionar con una nueva estructura administrativa muy similar a la existente en algunos estados de Estados Unidos. Posteriormente, se aprobó la Ley estableciendo un sistema de escuelas públicas en Puerto Rico en 1901, siendo la primera ley que creó un sistema educativo público en Puerto Rico. Dos años después, en 1903, se aprobó la Ley Escolar Compilada, la cual ampliaba la Ley de 1901, estando vigente hasta 1990.4 Ese año se aprobó la primera Ley Orgánica puertorriqueña. A partir de entonces comenzó paulatinamente la introducción del inglés en las escuelas, como idioma de enseñanza, convirtiéndose en uno de los elementos fundamentales de la americanización en Puerto Rico, sino en el principal. El inglés, aunque fue el principal

Manuel Maldonado Denis. 12ª ed. Puerto Rico: una interpretación histórico-social. México: Siglo Veintiuno Editores, 1998. 4 Aida Negrón de Montilla. La americanización en Puerto Rico y el sistema de instrucción pública 1900-1930. 2ª ed. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1990. 3

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mecanismo de poder en ese proceso de imposición cultural, no fue el único.5 Fue el comisionado Roland P. Falkner, quien estuvo en el cargo entre 1904-1907, el primero en establecer el inglés como idioma oficial de enseñanza, decisión que se le conoció como la Política Lingüística de Falkner, extendiéndose desde 1905 hasta 1916.6 Además, bajo este período se comenzaron a establecer otras iniciativas como la introducción de libros en inglés, contratación de maestros norteamericanos, la promoción de que éstos aprendieran el inglés rápidamente y la otorgación de becas para que maestros puertorriqueños cursaran estudios en los Estados Unidos.7 Ante este panorama, hay que preguntarse ¿para qué se estableció un sistema educativo en Puerto Rico? Es de hecho conocido que, como consecuencia directa de la invasión norteamericana en Puerto Rico, los objetivos iniciales del sistema educativo estuvieron encaminados en moldear la conducta de los educandos para que aceptaran los valores de la cultura norteamericana y así poder legitimar el colonialismo norteamericano. Ello exige estudiar el establecimiento del sistema educativo en el contexto de la relación desigual entre una potencia imperial –con mayores recursos políticos y económicos– y un país pobre, colonia española hasta el momento en que fue invadido por segunda ocasión. Entonces, ¿cuáles eran las motivaciones de este nuevo sistema educativo?

“Americanismo es patriotismo”: la simbología norteamericana como mecanismo de poder y la legitimación de la cultura del otro Al pensar en los inicios del sistema educativo público en Puerto Rico saltan a nuestra imaginación preguntas sobre qué se enseñaba, cómo se enseñaba, cuáles eran las metodologías y cuáles fueron sus alcances en el aprendizaje en los alumnos. Rafael Castro Pereda. Idioma, historia y nación. Colegio Universitario del Este: Talleres, 1993; Roamé Torres González. Idioma, bilingüismo y nacionalidad, la presencia del inglés en Puerto Rico. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2002. 6 Negrón de Montilla, Op. cit., p. 111; Ramón López. Pupil’s Works: El proyecto colonial en la escuela pública 1898-1903. s.l.: Ediciones Cocobalé, 1998. 7 Negrón de Montilla, Op. cit.; Alfonso López Yustos. Historia documental de la educación en Puerto Rico. 3ª edición revisada y aumentada. Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas, 1984. 5

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Como mencioné anteriormente, la historia de la educación en Puerto Rico tiene un fuerte nexo con lo político. Las órdenes militares no sólo proveían alcances inmediatos para el establecimiento de un nuevo sistema educativo, sino que, las leyes y las cartas circulares eran claras, en cuanto a la americanización de la población se refería. Cabe preguntar, ¿cómo se hizo? Al investigar cuáles elementos simbólicos estuvieron presentes en el proceso de escolarización en la primera mitad del siglo XX, pude notar que había una gama de símbolos, los cuales incluían banderas, fotos, mapas, libros de texto, dibujos, canciones, entre otro, los cuales fueron utilizados como mecanismos de poder en dos direcciones: en primer lugar, como material didáctico; y, en segundo lugar, como discurso visual de poder. Al investigar, apunté hacia fuentes de difícil acceso, como las imágenes (fotos y dibujos) que muestran los símbolos en algunos salones de clases. Alguna de la literatura de la Generación del Treinta utilizó la coyuntura de la situación económica y política para constituirse como muro de resistencia cultural ante los embates del colonialismo. Ese fue el caso de Emilio S. Belaval (La conversión de la maestrita rural Isabelita Pirinpín) y Abelardo Díaz Alfaro (Peyo Mercé enseña inglés). Aunque estos cuentos pudieran interpretarse como una evocación nostálgica de la sociedad agraria rural puertorriqueña, hay que tomar en consideración que la construcción de ese metarrelato nacional que definía a Puerto Rico como una nación homogeneizada por parte de Antonio S. Pedreira y la Generación del Treinta, es la primera experiencia de un relato que comenzó a definirnos por primera vez, desde la historia y la literatura, para diferenciarnos de ese “Otro” imperial.8 Revistas como The Porto Rico School Review, una publicación dirigida a maestros iniciada en 1917 por la Asociación de Maestros y el Departamento de Instrucción sirvieron, en parte, a los propósitos de la americanización, pues subrayaba a los maestros las “técnicas pedagógicas modernas” en boga que eran necesarias para esos fines. Su formato de revista profesional, y a la vez periodístico, contenía ilustraciones e información de las actividades que se realizaban en las escuelas en los

José Juan Rodríguez Vázquez. El sueño que no cesa: la nación deseada en el debate intelectual y político, 19201940. San Juan: Fundación para la Libertad y Ediciones Callejón, 2004, p. 157. 8

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primeros años de la educación bajo la soberanía norteamericana. Según el entonces presidente de la Asociación, Santiago Negroni, su propósito era “ilustrar nuestra inteligencia con los mejores métodos de la pedagogía moderna, para llevar a nuestra biblioteca una obra de consulta que resuelva nuestras dudas, señale nuestros deberes y nos ampare en nuestros derechos”.9 Y, aunque la Asociación se había constituido como otro muro de resistencia, principalmente sobre el idioma, esos otros elementos simbólicos estuvieron muy presentes, principalmente, en los primeros años de la Revista.10 Al mirar cómo Puerto Rico era construido como el otro desde la mirada del colonizador, el crítico literario palestino Edward W. Said, autor de Orientalismo (2004) y Cultura e Imperialismo (1996) hace un riguroso estudio acerca de la relación desigual que se da entre dos lados del mundo diferentes: Occidente y Oriente. Said es el autor del concepto del otro y el esquema utilizado en Orientalismo nos sirve de referencia para entender la relación metrópoli-colonia, en el contexto educativo puertorriqueño. Ver al otro no es el resultado de una simple mirada: todo lo contrario. Esa mirada subjetiva tiene una carga prejuiciada. ¿Por qué se ve al colonizado como el otro, como algo distinto? Eso “distinto” es, precisamente, lo que el imperio trata de excluir, de borrar para escribir una historia y configurar un espacio culturalmente homogéneo, que sirva a sus intereses coloniales. Martin Carnoy sostiene que los sistemas educativos administrados por países dominantes contribuyen a lograr tres objetivos: 1) moldear los niños en la nueva institución social; 2) preservar el statu quo; 3) mantener un dominio cultural de la identidad, mediante los valores y tradiciones.11 Buscando fotos que sirvieran como fuentes para realizar esta investigación, encontré más de lo que imaginaba. Recuerdo la conocida foto de Jack Delano que inmortaliza a una niña

Santiago Negroni. “Consecuencias”. En: The Porto Rico School Review, vol. 1, núm. 1, 1917, p. 5. Véase de Eloy Antonio Ruiz-Rivera “Revista de la Asociación de Maestros (1942-1964): punta de lanza en el desarrollo del magisterio puertorriqueño. Siete décadas de publicaciones profesionales”. En: El Sol. Revista de la Asociación de Maestros de Puerto Rico. Año LII, núm. 2, pp. 35-37. 11 Martin Carnoy. La educación como imperialismo cultural. 7ª ed. México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores, 1988, p. 21. 9

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con una bandera norteamericana sostenida por una pequeña asta en una escuela de Corozal: Pledging Alliegiance to the Flag in a School in Puerto Rico de 1946. Grande fue mi sorpresa cuando encontré otra foto, tomada desde otro ángulo, de la misma niña. En esta foto, la cámara no la tomaba frontalmente, sino de espaldas. Allí la niña continuaba sujetando la bandera. El enfoque eran sus compañeros haciéndole un saludo militar. Esta foto era mucho más reveladora que la que todos conocemos. De ahí que podamos comprender las prácticas que ocurrieron en muchas escuelas, desde la enseñanza del inglés como idioma oficial de enseñanza, la presentación de imágenes desconocidas para los estudiantes –el cuadro de George Washington sobre la pizarra del salón, por ejemplo– y el énfasis en la disciplina, modelo educativo reproductor del poder y la hegemonía del colonizador sobre el colonizado. Lo que encontramos en las fotos se complementa con las directrices de las cartas circulares de los Comisionados de Instrucción. Para Juan B. Huyke, primer comisionado de Educación puertorriqueño, y uno de lo más fogosos anexionistas puertorriqueños, había que poner “especial interés en cantar canciones patrióticas, en saludar la bandera y en dar cortos, pero interesantes detalles de los hechos esenciales de la historia de América…”.12 Es, precisamente, lo que vemos en las fotos. Huyke, añadía: “Deberá tocarse y cantarse música patriótica, enseñarse el significado de la bandera americana y honrarse a la bandera”. No eran suficientes las banderas, los mapas, los libros de texto presentes en el salón, era necesario pasar a la representación de los valores de “libertad”. Es Huyke quien en un mensaje dijo que el 99% de los puertorriqueños eran “americanos”. Para él era: “un sentimiento tan profundamente noble que deseo sacrificar mi vida para que pueda llegar al corazón de todo puertorriqueño. Americanismo es patriotismo”.13 Vemos ahora que la estrategia estaba muy bien pensada. Entonces, ¿cuál es la relación de la escuela con los símbolos norteamericanos que se ven en las fotos? Hay que comprender que el espacio escolar vino a ser el centro para enseñar

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Negrón de Montilla, Op. cit., p. 197. Ibíd, p. 194. -6-

todo aquello que tuviera que ver con el simbolismo colonial. En medio de ese fragor, los símbolos se usaron, como diría Albert Memmi, para impresionar al colonizado.14 Por otro lado, la simbología norteamericana sirvió como estrategia pedagógica del régimen colonial cuando en Puerto Rico no existía un sistema educativo organizado, de manera que los recursos pedagógicos no eran muy amplios y la utilización de estos símbolos fue una práctica innovadora para la época. Las manifestaciones educativas de principio de siglo tuvieron una rica presencia simbólica de las banderas de Estados Unidos, las fotos de sus padres fundadores, los mapas que exhibían su geografía, las fotos de sus paisajes en los libros de texto, sus alimentos y sus canciones. Estos fueron los elementos que reflejaban la simbología presente en las escuelas.

¿Palabras finales? Buscando otras historias… Al igual que las estrategias de dominación y legitimación cultural del colonialismo norteamericano en Puerto Rico, hay otros temas que están esperando por ávidos investigadores que los rescaten. La curiosidad puede darle interesantes giros a un tema que ha sido expuesto muchas veces desde ángulos similares, como lo es el caso de la invasión norteamericana en Puerto Rico. Respecto a los temas, no hay palabras finales, pero también hay que considerar nuevos temas, nuevas estrategias y miradas críticas. La historiografía de la educación en Puerto Rico es un tema, prácticamente, inexplorado. Las “historias” que se han escrito carecen de elementos críticos que analicen concretamente discursos, políticas, aciertos y desaciertos. Existen grandes compendios narrativos y cronológicos, pero faltan investigaciones que arrojen luz sobre procesos. La historia política y cultural de la educación en Puerto Rico está en pañales. El período educativo de 1940 a 1960 tiene temáticas geniales que pueden ser investigaciones sólidas. ¿Acaso el sistema educativo propició la discursividad que justificó la emigración puertorriqueña a Estados Unidos? O ¿cuáles eran las nociones de orden y disciplina en las decisiones que emitían las juntas educativas a finales del siglo 19 en Puerto Rico? ¿Han 14

Albert Memmi, Retrato del colonizado. Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1969. -7-

existido nociones de género y raza en nuestro sistema educativo que perpetúan determinadas visiones? Nos hemos quedado embarcados en visiones anteriores de la cultura escolar. Pero ¿cuáles son los elementos actuales que conforman las culturas escolares? Puerto Rico, el Caribe, América Latina, el Mundo viven aceleradamente al ritmo de la tecnología, de la información que nos inunda constantemente a través de los medios masivos de comunicación. Hacen falta nuevas historias. Y, también, otras maneras de concebirnos. Buenas tardes y muchas gracias.

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