Post-Scriptum. Diseminaciones: Herencia, desplazamientos y différance

Post-Scriptum Diseminaciones: Herencia, desplazamientos y différance. Siempre –en la medida de lo posible, por supuesto, y por “radical” o inflexible

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Post-Scriptum Diseminaciones: Herencia, desplazamientos y différance. Siempre –en la medida de lo posible, por supuesto, y por “radical” o inflexible que deba ser una deconstrucción– me prohibí herir o aniquilar. Precisamente, reafirmar siempre la herencia es el modo de evitar esa ejecución [...] reinterpretar,

criticar,

desplazar,

o

sea,

intervenir

activamente para que tenga lugar una transformación digna de tal nombre: para que algo ocurra, un acontecimiento, la historia, el imprevisible por-venir. [...] Si la herencia nos asigna tareas contradictorias (recibir y sin embargo escoger, acoger lo que viene antes que nosotros y sin embargo reinterpretarlo, etc.), es porque da fe de nuestra finitud. Únicamente un ser finito hereda, y su finitud lo obliga a escoger, a preferir, a sacrificar, a excluir, a dejar caer. Justamente para responder al llamado que lo precedió, para responderle y para responder de él, tanto en su nombre como en el del otro.

-Jacques Derrida, (Y mañana que...)

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No es la necesidad, sino la casualidad la que provoca, mueve y posibilita cierta escritura. Si la escritura ha de producir efectos de sentido y efectos de tangibilidad, las casualidades deben marcarla azarosamente. Al estar escribiendo originalmente estas líneas a modo de conclusión, la casualidad las embargó. Se han tenido que transformar desplazándose de una conclusión pues una conclusión repetiría lo ya dicho a un post-scriptum: Jacques Derrida falleció víctima de un cáncer el 9 de octubre del 2004. El 4 de octubre de 1991

y las casualidades siguen volando hacia mi propia escritura

Edmundo

O’Gorman recibió el Doctorado Honoris Causa en Humanidades por la Universidad Iberoamericana. La alocución que presentó en esa ocasión fue intitulada Fantasmas en la narrativa historiográfica. 1 Y es el título de ese texto con lo que me quiero quedar para desplazarlo y ponerlo en juego en otro contexto, elaborado bajo la noción de espectros, que remite a la cuestión de la herencia. Noción y remisión elaborada por Jacques Derrida. 2

Fantasmas en la narrativa historiográfica. Título que trata de una pluralidad atravesando un singular. Pluralidad que recorre la narrativa, implica ser la parte de un todo, una metonimia, que está asediada por fantasmas. Este título indica que los fantasmas están ahí, que se ciernen como sombras. ¿A que fantasmas se refiere O’Gorman? A los vinculados a lo más puro de la tradición ilustrada: calificativo para episodios o conceptos propios a estadios primitivos de un mito, cuya función es crear confusión y desconcierto, que aparecen como resabios en las versiones clásicas tardías. Por tanto, hay fantasmas, que al interior del discurso histórico hay que exorcizar, pues constituyen sombras malignas, vician la autenticidad del discurso histórico: el

1 2

Edmundo O’Gorman, “Fantasmas en la narrativa historiográfica”, Historia y Grafía, núm 5, pp. 267-273. Jacques Derrida, Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo de duelo y la nueva internacional.

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esencialismo, la noción de causalidad y la desconfianza en la imaginación. Contra estos fantasmas el porvenir de la ciencia histórica. Por-venir que implica la pregunta por cuál es el porvenir de la ciencia histórica, y que recorrió constantemente el pensamiento de O’Gorman. Los fantasmas por exorcizar no han salido, y seguramente no saldrán del discurso histórico, pues se insinúan siempre en los bordes del mismo. Quizá es tiempo, más bien, de conjurar alguno o varios de los espectros de O’gorman, de volverlo fantasma. “Hay que hablar del fantasma, incluso al fantasma y con él.” 3 Pero, ¿qué es un fantasma? ¿Por qué pensar su espectralidad en función de un mañana? Derrida plantea la cuestión del fantasma con estos cuestionamientos, de hecho pregunta también: “¿Qué es la efectividad o la presencia de un espectro, es decir, de lo que parece permanecer tan inefectivo, virtual, inconsistente como un simulacro?”

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Se

trata pues de una repetición: “Un espectro es siempre un (re) aparecido. No se pueden controlar sus idas y venidas porque empieza por regresar.”

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El espectro introduce el

duelo, dice Derrida, intenta ontologizar restos, hacerlos presentes. Implica identificar los despojos y localizar a los muertos “(toda ontologización, toda semantización –filosófica, hermenéutica o psicoanalítica– se encuentra presa en este trabajo del duelo pero, en tanto que tal, no lo piensa todavía; es en este más acá en el que planteamos aquí la cuestión del espectro [...])” El espectro es una incorporación paradójica: devenir-cuerpo, forma fenoménica y carnal del espíritu, ni alma ni cuerpo, ni uno ni otro. 6

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Ibid., p. 12. Ibid., p. 26. 5 Ibid., p. 27. 6 Ibid., p. 20. 4

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Si algún mañana hay para la historiografía mexicana, éste tendría que pasar por leer y releer a O’Gorman más allá de sus trabajos heurísticos, de traducción, y de análisis de las fuentes históricas. Como se ha constatado, la huella de su espectralidad reconduce a sus planteamientos teóricos, cuya riqueza es fecunda, a partir de los códigos de lectura en los que estamos inmersos actualmente. Es tiempo de dejar venir a O’Gorman en otras claves de lectura, como la propuesta en este trabajo. Tiempo de pensar lo espectral como visitación sorpresiva, a veces, como dice Derrida a propósito de los espectros, intempestivamente. Leer a O’Gorman en tanto lo otro, es dejar que cuestione repetidas veces el discurso histórico, es leerlo para dejar que la historia en tanto supuesto saber del pasado, agite sus certezas, se pregunte por ellas, se inquiete y derrumbe sus seguridades. Pensamiento fecundo transformado en herencia. Aprender a vivir de esta otra manera con los espectros – esto es, a ser justos con los espectros y con su tiempo, a responderles con justicia– es, en primer lugar, aprender a rastrear dentro de nosotros la alteridad que asimismo nos conforma a través de las huellas y pliegues que todos los “otros” van trazando y depositando en nosotros. Por eso también se trata de aprender a vivir sin intentar liberarnos del peso del pasado, sino por el contrario haciéndonos cargo de una herencia que siempre es más de una e inabarcable. Para Derrida la herencia no es algo que se recibe pasivamente, sino una afirmación activa y selectiva que los herederos, con cierta” fidelidad infiel”, han de retomar y reafirmar. De ahí también que toda herencia sea virtual en cierto modo. (Cristina de Peretti, Espectografías)

Y es con las herencias donde una deconstrucción se mueve agudamente. Hacer hablar los textos al interior de sí mismos. Bordear sus márgenes, desdibujar sus blancos, pescar sus contradicciones, introducirse en sus fisuras, pero como afirmó Derrida

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constantemente en sus obras, sin destruirlas. La idea de que la mejor manera de ser fiel a una tradición, a un pensamiento, a una obra, al espectro que se deja venir, es serle infiel:

Primero hay que saber y saber reafirmar lo que viene ‘antes de nosotros’, y que por tanto recibimos antes incluso de elegirlo, y comportarnos al respecto como sujetos libres. [...] ¿Qué quiere decir reafirmar? No sólo aceptar dicha herencia, sino reactivarla de otro modo y mantenerla con vida. No escogerla (porque lo que caracteriza la herencia es ante todo que no se la elige, es ella la que nos elige violentamente), sino escoger conservarla en vida. 7

Una lectura deconstructiva de La invención de América, no ha tenido como propósito aniquilar la obra. Desplazarse de la hermenéutica, fincarle límites, diferir de ella, tampoco ha sido un intento de superación o de anulación de su efectividad en la interpretación de los textos, sino de reafirmar la herencia para, como insistió Derrida, evitar su ejecución. Edmundo O’Gorman ha sido solamente reinterpretado, desplazado, puesto a crítica en una de sus cadenas de signos; se ha tratado de “intervenir activamente para que tenga lugar una transformación digna de tal nombre: para que algo ocurra, un acontecimiento, la historia, el imprevisible por-venir.” 8 Y lo mismo hay que revertir para Jacques Derrida.

Hay, pues, dos interpretaciones de la interpretación, de la estructura, del signo y del juego. Una pretende descifrar, sueña con descifrar una verdad o un origen que se sustraigan al juego y al orden del signo, y que avive como un exilio la necesidad de la interpretación. La otra, que no está ya vuelta hacia el origen, afirma el juego e intenta pasar más allá del hombre y del humanismo, dado que el 7 8

Jacques Derrida y Élisabeth Roudinesco, Y mañana que... op. cit., p. 12 y 13. Ibid., p. 13.

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nombre del hombre es el nombre de ese ser que, a través de la historia de la metafísica o de la onto-teología, es decir, del conjunto de su historia, ha soñado con la presencia plena, el fundamento tranquilizador, el origen y el final del juego. Esta segunda interpretación de la interpretación, cuyo camino nos ha señalado Nietzsche, no busca en la etnografía, como pretendía Lévi-Strauss, de quien cito aquí una vez más la Introducción a la obra de Mauss, “la inspiración de un nuevo humanismo”. Se podría advertir en más de un signo, actualmente, que esas dos interpretaciones de la interpretación –que son absolutamente inconciliables incluso si las vivimos simultáneamente y las conciliamos en una oscura economía– se reparten el campo de lo que se llama, de manera tan problemática, las ciencias humanas. (“La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas.”) (Si por expectativa académica es necesario concluir ¿Habrá más algo más que decir? Habría que mencionar que la hipótesis

ficción de la ciencia tan requerida y cuestionada al mismo tiempo

se ha

demostrado: que la deconstrucción como diferir crítico de la hermenéutica y en su relación con el giro historiográfico, ha permitido la lectura del texto bordeando el espacio de la escritura. Que más que encontrar un sentido o sentidos, más que deducir interpretaciones ligadas a un contexto saturado, esta obra ha aparecido en la radical contingencia de su discursividad; en la inagotabilidad de aquello que pudiera ser pensado como sentido.)

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