Prepared for delivery at the Meeting of the Latin American Studies Association, Rio de Janeiro, Brazil. June 11-14, 2009

Prepared for delivery at the 2009 Meeting of the Latin American Studies Association, Rio de Janeiro, Brazil June 11-14, 2009 "La Afiliación sindical

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Prepared for delivery at the 2009 Meeting of the Latin American Studies Association, Rio de Janeiro, Brazil June 11-14, 2009

"La Afiliación sindical en Argentina. Un debate teórico y metodológico" 1 Cecilia Senén González (Investigadora: UBA-CONICET-IIGG) David Trajtemberg (MTEySS- SSPTyEL-DERP) Bárbara Medwid (UBA - MTEySS- SSPTyEL-DERP)

Abstract Este trabajo estudia el fortalecimiento de la presencia sindical en Argentina a partir del análisis del aumento del número de afiliados y una recuperación de la tasa de afiliación. Esta problemática se aborda utilizando una perspectiva teórica que discute la definición, el alcance y la interpretación del concepto de afiliación. Posteriormente se plantean las limitaciones metodológicas que surgen para su medición. La información utilizada proviene de encuestas realizadas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social que son contrastadas con fuentes de datos alternativas. Finalmente se concluye que la tendencia en Argentina es contraria a la declinación registrada en otros países desarrollados y se esbozan algunas hipótesis sobre los factores endógenos y exógenos que afectan a la afiliación en el caso argentino. Introducción Los estudios referidos a la afiliación sindical a nivel internacional son numerosos. Desde mediados de los 70 en adelante se prestó atención a distintos aspectos relacionados con la afiliación. Desde las causas de aumento y descenso de la tasa de afiliación (Coombs, 2008), a la importancia de la organización de los sindicatos y sus estrategias para atraer más afiliados (Cregan, 2005). El concepto de afiliación sindical ha estado estrechamente vinculado con la noción de “poder sindical” y muchos autores (Frege, 2006) lo asocian con la presencia sindical en la sociedad. En la Argentina, los sindicatos han retomado una activa presencia a partir del año 2003. Este fenómeno adquirió visibilidad a partir del aumento de la cantidad de acuerdos y convenios de negociación colectiva y del traslado del conflicto social al conflicto laboral 2 . Los cambios en la afiliación sindical, en Argentina han sido

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Este trabajo es una versión resumida del trabajo que se publicará en la Serie Estudios Nº 8/2008 “Trabajo, Ocupación y Empleo”, MTEySS, (en prensa).

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Especialmente a mediados de los ´90 emergieron movimientos de desocupados que expresaron el conflicto social a través de movimientos como las “empresas recuperadas” o los “piqueteros” (Palomino, 2003; Auyero, 2002) desplazando al clásico conflicto laboral capital – trabajo.

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escasamente estudiado debido fundamentalmente a la falta de datos estadísticos que puedan evidenciar su evolución. A pesar de ello, durante los últimos dos años, varios especialistas argentinos han retomado su análisis (Marshall y Perelman, 2004, Marsall y Groisman, 2005; Atzeni, y Ghigliani, (2008), Senen Gonzalez,Trajtemberg, Medwid, 2009). Estos trabajos se relacionan con la creación de una nueva metodología para dar cuenta de la afiliación sindical en la Argentina: el Módulo Relaciones Laborales (MRL) perteneciente a la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) elaborado por el Ministerio de Trabajo nacional. Sin embargo, contar con el dato no es suficiente, en primer lugar es preciso debatir sobre la definición e interpretación de la “tasa de afiliación sindical”. En este sentido, algunos autores (Frege, 2003) entienden a la sindicalización como uno de los principales indicadores que permiten conocer la evolución del sindicalismo a nivel mundial. Sin embargo, la elaboración de este dato varía de país en país y en el tiempo, según sea la metodología empleada para medirlo. En la Argentina los estudios de Cerruti Costa (1957); Rotondaro (1971); Torre (1973); Doyón (1975); Godio (2000), Marshall (2006), entre otros, hacen referencia a la dificultad de contar con estadísticas que reflejen con claridad la cantidad de afiliados, existiendo cierto consenso en atribuir estas distorsiones sobre los datos de afiliación a las fuentes de información. De hecho, los datos de afiliación sindical han generado cierta controversia en lo que se refiere a la fuente de información utilizada y a la disponibilidad continua y comparable de estadísticas. Las discusiones sobre la afiliación se enmarcan por una serie de estudios que analizan la revitalización sindical en nuevos contextos económicos globalizados (Kelly y Frege 2003, Heery, 2006). Algunos de estos estudios llegan a cuestionar tesis unívocas acerca del debilitamiento sindical ya que no explican la variedad de situaciones observadas en cada contexto nacional (Levesque y Murray, 2004; Annesley, 2006; Carter, 2004). Este trabajo se concentra en la primera dimensión señalada, la “afiliación sindical”. Para ello se utilizan datos elaborados en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) donde se observan las tendencias recientes en materia de afiliación sindical a la luz de los resultados más relevantes del Módulo Relaciones Laborales (MRL) perteneciente a la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) realizada en el año 2006 3 . La afiliación sindical constatada en 2008 por la EIL en Argentina indica un aumento del número de trabajadores afiliados a los sindicatos, incremento estrechamente vinculado al aumento general del empleo registrado y la revitalización de la negociación colectiva. Si bien este aumento de trabajadores no se traduce de manera inmediata en un aumento de la tasa de afiliación sindical, lo que es importante destacar es que dicha tasa se ha estabilizado luego de la importante caída experimentada durante los 90. Por esta razón es que cabe preguntarse si la situación Argentina sigue o no la tendencia mundial. Las principales preguntas que orientan este trabajo se refieren a conocer: ¿Qué explica el aumento del número de afiliados?; ¿la tasa de afiliación actual se revela como alta o bajo en función de la experiencia de otros países de

3 La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) es mensual y permanente, la realiza el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, desde el año 1998. Se aplica a empresas privadas formales de más de 10 trabajadores en cinco centros urbanos: Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza y Gran Tucumán pertenecientes a todas las ramas de actividad, exceptuando el sector de actividades primarias (agropecuario y minas y canteras).

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América Latina e industrializados?; ¿corresponde a un cambio de contexto político y económico o a estrategias propias de los mismos actores sindicales? Este documento se estructura del siguiente modo: En la primera parte se expondrán las principales discusiones nacionales e internacionales acerca de la definición de la afiliación sindical, su medición (o elaboración) y su significado. A su vez, se presentan algunas de las principales teorías que elaboran hipótesis sobre las causas del aumento o reducción de la tasa de afiliación. Sin profundizar en ellos, se enumeran las causas que, según los autores, mejor explican dichos cambios en la argentina. En la segunda parte, se describen las características y metodología utilizada para la elaboración de los datos de afiliación del caso argentino proveniente de la EIL. Finalmente, se presentan los resultados del MRL de la EIL y se contrastan, a su vez, estos datos con estudios recientes que muestran la caída mundial de la tasa de afiliación. 1 El indicador de afiliación sindical 1.a) Su definición La tasa de sindicalización es una herramienta utilizada para medir la densidad sindical en una sociedad y es comúnmente definida como la relación entre la afiliación real sobre la afiliación potencial. En relación con este último término cabe preguntarse ¿quiénes serían los “potenciales” miembros?, ¿toda la población económicamente activa? ¿Los trabajadores registrados asalariados? Un estudio internacional compilado por Morly, Gunnigle y Collings (2006) plantea los problemas que suscita la definición de lo que se denomina “afiliación potencial”. Esta puede ser: A) por un lado, todos aquellos trabajadores que no pertenecen a la fuerza de trabajo agrícola, y B) todos los asalariados (agrícolas y no agrícolas) del sector formal (es decir, no se tendría en cuenta por ejemplo a los cuentapropistas ni a los asalariados informales, pero sí al sector agrícola). Esta última definición, al acotar el espectro de trabajadores que pueden ser considerados “potencialmente afiliables al sindicato” aumentan los datos de densidad sindical. Sin embargo, se podría decir que tomar sólo esta última definición es insuficiente para explicar la realidad actual ya que los sindicatos se ven obligados a representar también a otros trabajadores, no sólo del sector formal de la economía (Frege, 2006). Así, definida la afiliación potencial es posible detectar dos problemas iniciales en relación a la “afiliación real”: ¿cuál es la fuente de este dato? ¿Cómo se contabilizan los afiliados? 1.b) Problemas metodológicos Fuentes: Este problema se configura como uno de los más serios. En este sentido se destacan las dificultades relacionadas con la fuente de información que pueden ser encuestas o registros. Otro tipo de problemas metodológicos se vincula con la definición operacional del sindicalizado (autodefinición en la encuesta o el pago de la cuota sindical), la cobertura geográfica y personal y el tratamiento y depuración de los errores estadísticos y no estadísticos (doble conteo, respuesta ausente, etc.). Si se considera las encuestas, el primer elemento a considerar es el tamaño de la muestra a elegir y la dificultad que suscita construir información fiable. Normalmente los que responden las encuestas son sindicatos, trabajadores o empresas. Cuando son los trabajadores, las encuestas pueden ser realizadas en los lugares de trabajo (como en el caso de la Encuesta a Trabajadores (ETE) en Argentina) o en los hogares

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(EPH). El obstáculo del primer tipo de encuesta en la Argentina radica en que muchas veces los trabajadores no tienen en claro su situación con el sindicato. Dada la posibilidad de tener más de una retención por parte de las empresas, el trabajador puede creer estar afiliado a un sindicato cuando está aportando a otro tipo de cajas (como se verá en el capítulo 2). El caso de las encuestas de hogares puede ser incluso más impreciso ya que el que responde puede no ser trabajador, sino otro integrante del hogar, y tener un conocimiento menos certero sobre la situación de afiliación sindical. A pesar de todo ello, este tipo de fuente tiene la ventaja de ser más desagregada permitiendo un análisis a nivel micro que permite dar cuenta de las características socioeconómicas del afiliado (sexo, nacionalidad, estatus del empleado, nivel de educación, etc.) (Visser 2006). Cuando el que responde es la empresa, como en el caso de la EIL, al ser los empleadores los que están obligados legalmente a actuar como agentes de retención de los importes de cuota sindical, el uso de esta fuente permite una estimación precisa de los trabajadores afiliados al sindicato (Palomino, 2005). En el segundo tipo de fuentes, los registros, los problemas que se suscitan son distintos. En este caso, la información se recopila de los registros administrativos del mismo sindicato o Federación. Algunos autores (Lamadrid y Orsatti, 1991, Frege, 2006) sostienen que los sindicatos tienden a sobrestimar o subestimar, según el caso, los datos sobre la afiliación. En la Argentina, Feldman (1991) afirma que las causas que explican este sesgo podrían ser ubicadas en la “persistente tendencia a su amplificación por parte de los sindicatos”, por la posible existencia de trabajadores con doble afiliación y por la incidencia de los afiliados inactivos en los padrones de afiliación. 1.c) Problemas de interpretación Una vez planteados los problemas metodológicos surgen los relacionados con la interpretación y significado de los datos. ¿Qué información provee el dato de afiliación? Una buena parte de la literatura inspirada en la teoría de Olson (1971) ha tendido a relacionar el dato de cantidad de afiliados con el “poder sindical” entendido éste como la cantidad de recursos económicos disponibles por el sindicato. La afiliación se vuelve en este tipo de debates un objetivo primordial de los sindicatos dado que sería el principal modo de financiamiento. Sin embargo, podría argumentarse que la importancia respecto del significado de la afiliación depende de la organización sindical de cada país. Tomando como ejemplo el caso de la Argentina, muchos de los no-afiliados también aportan al sindicato con la “cuota de solidaridad” (por lo que generan recursos alternativos de financiamiento). Por otro lado, Frege (2006) argumenta que la cantidad de afiliados que detenta un sindicato puede dar una idea de su capacidad de movilización (Kelly, 1998; Robinson, 1999) 4 ante un determinado conflicto aunque es necesario vincular este concepto a la identificación o grado de adhesión de los trabajadores al sindicato (Wallerstein y Western, 2000). Un sindicato puede tener una baja densidad, lo que lo transformaría en un sindicato débil, aunque puede tener miembros muy activos y muy buena organización interna siendo sumamente eficientes a la hora de organizar un paro o huelga. Por lo tanto el dato de densidad puede llevar a conclusiones erróneas. Si bien la tasa de densidad es uno de los mejores indicadores para dar cuenta de las tendencias en el sindicalismo, es importante que la lectura de este dato sea contextualizada. En Argentina la representación sindical no sólo se relaciona con la tasa de afiliación sino con la

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Según Robinson (1998), la capacidad de movilización se define como la posibilidad de organizar a sus afiliados y efectuar acciones conflictivas en función de sus recursos económicos y del compromiso de los trabajadores.

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extensión de la negociación colectiva (cobertura) a todos los asalariados sindicalizados y también a los que no lo están. En el modelo sindical argentino se aplica el concepto de “erga omnes”, que determina que las condiciones de trabajo de la negociación colectiva, incluidos los aumentos salariales, se extienden a todos los trabajadores representados por el sindicato independientemente de su afiliación sindical. Por último, y luego de describir estas características relacionadas con la definición, método y significado de los datos, debe considerarse el tema de la comparación. Difícilmente el dato de afiliación obtenido pueda ser comparado con datos de otros países dadas las diferencias entre ellos en términos de las características mencionadas. A nivel internacional, una de las fuentes más utilizadas para la comparación de tasa de afiliación, son los datos elaborados por Visser (2003) quien utiliza la base de datos de la “EIRO” 5 aunque provee información sólo para la Unión Europea. Estos datos son considerados por muchos investigadores (Frege, 2006) como los más confiables ya que han logrado mayor grado de “estandarización” en términos de miembros reales y miembros potenciales. No obstante, destacan que incluso en la Unión Europea existen importantes diferencias entre países sobre lo que se considera “estar afiliado” a un sindicato. En muchos países europeos, se contempla la continuación de la afiliación al sindicato después de retirarse del mercado de trabajo, como una forma de extensión del sentido de pertenencia, de encuentro con ex colegas o de asistencia para la realización de tareas. Esta es una de las dificultades más habituales de quienes se encuentran con la tarea cuya finalidad es estimar la afiliación sindical de trabajadores. 1.d) Los factores que afectan la afiliación sindical La literatura referida a afiliación sindical tuvo su auge en Europa luego de la segunda guerra mundial, especialmente entre los años setenta y ochenta. En sus inicios, el debate se centró el los factores exógenos al sindicalismo que afectaban a la afiliación (Bain y Elsheikh 1976). Originalmente la explicación de la afiliación se relacionaba con los ciclos económicos. A partir de los ´80, en coincidencia con la tendencia a la declinación de la tasa de afiliación a nivel mundial, se elaboraron las críticas a esta teoría dando lugar a otro tipo de factores explicativos hoy vigentes: a) factores exógenos: otras lecturas económicas, factores políticos e institucionales, estrategias empresariales; y b) factores endógenos: capacidad organizativa del sindicato. En este trabajo sólo se desarrollarán las causas de orden macro que afectan a la afiliación sindical, es decir aquellas transformaciones de orden global que impactan a los trabajadores y a sus sindicatos sobre los cuales, ellos pueden reaccionar pero no pueden hacer nada para revertir las tendencias. Los factores que se analizarán son factores de orden exógeno, y en particular aquellos vinculados con tendencias económicas y políticas así como las institucionales. Los factores endógenos y los relacionados con las políticas de las empresas serán excluidos. A las explicaciones derivadas de la teoría económica se sumaron otros factores derivados de aspectos sociales y demográficos (Bain y Elsheikh 1976; Metcalf, 2005, Visser, 2006). Esta teoría económica suponía que los trabajadores tendían a afiliarse cuando se percibían procesos inflacionarios y el rol de los sindicatos era determinante para establecer el nivel de salarios. Así, en períodos de salarios altos y precios estables, la tendencia a la afiliación disminuía. En lo que respecta a los ciclos económicos sobresale el rol que los índices de desempleo e inflación tienen sobre la afiliación. La desocupación de la mano de obra no incidiría sobre la afiliación sindical

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www.eiro.eurofound.eu.int/tradeunion

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cuando se encuentra en niveles bajos y estables. En cambio, cuando se incrementa rápidamente y sube a proporciones elevadas afectando a una parte importante de la población económicamente activa, tendría un impacto negativo sobre la afiliación (Mason y Bain, 1993 y Wallerstein y Western, 2000). En el marco de estos factores económicos, se discute, a partir de los ´90, los efectos de la globalización y la competencia de los mercados internacionales sobre el sindicalismo. Se debaten los cambios en los modelos de producción, flexibilidad e individualización de la mano de obra. Por su parte Freeman y Pelletier (1990) y Wallerstein y Western (2000) le atribuyen al mercado de trabajo y la estructura ocupacional un importante rol explicativo. Según estos autores, la caída del sector industrial tradicional y la creciente importancia del sector de servicios, así como el aumento de la mano de obra femenina (Chrysanthou, 2007) y joven (Bain y Elsheikh, 1976) impactan sobre la posibilidad de los sindicatos de reclutar nuevos miembros. Finalmente, los cambios en los niveles de educación y calificación ejercen también efectos negativos para las organizaciones sindicales. Algunas de estas investigaciones verifican que los trabajadores con mayor calificación tienden a comprometerse menos con el sindicato ya que si lo hicieran recibirían un salario menor a causa de la estandarización salarial lograda por medio de la negociación colectiva (Abwod y Ferber en Chrysanthou, 2007). Se trata además de trabajadores que generalmente rotan de trabajo regularmente. El segundo factor que debe tenerse en cuenta es de orden político, en especial el tipo de gobierno y las políticas relacionadas con los sindicatos (Wallerstein y Western, 2000; Frege y Kelly, 2003). Así, la orientación política del gobierno influye decididamente sobre la afiliación de los trabajadores. Tradicionalmente, las posturas de los gobiernos con orientación de izquierda o centro izquierda se han dirigido a fomentar y fortalecer las acciones sindicales. Por ejemplo, otorgándoles reconocimiento legal para la representación de los trabajadores y la negociación colectiva, la administración de ciertos beneficios sociales entre los que se pueden contar la prestación de servicios médicos y la administración de seguros de desempleo – denominado sistema Ghent - (Wallerstein y Western, 2000). Por el contrario, aquellos gobiernos de orientación conservadora son susceptibles de sancionar leyes cuyo objetivo es debilitar al actor sindical (Freeman y Pelletier, 1990). Estrechamente vinculado con el anterior, puede identificarse un tercer factor que prioriza el análisis jurídico – institucional por sobre el sistema político (Freeman y Pelletier, 1990). Según estos últimos autores, el marco legal condiciona la capacidad del sindicato de negociar, acordar salarios y es este mismo marco el que establecerá los derechos y obligaciones de los sindicatos para con sus afiliados. Según sea la estructura institucional del país, será el incentivo de los trabajadores de afiliarse o no al sindicato. En un sentido similar Frege y Kelly (2003) reconocen que las estructuras institucionales fuertes (como la alemana) favorecen la consolidación de sindicatos bien organizados y centralizados mientras que las estructuras institucionales débiles (como la inglesa y la norteamericana) provocan negociación descentralizada y sindicatos atomizados. Finalmente el grado de “cobertura” de las negociaciones lideradas por los sindicatos es un incentivo importante para la afiliación. Según los enfoques inspirados en la teoría de Olson sobre los free riders, si la cobertura alcanza el nivel de actividad y las negociaciones del sindicato afectan tanto a trabajadores afiliados como no afiliados, estos podrían estar menos motivados a formar parte del sindicato porque los beneficios salariales los alcanzarían de todos modos. La afiliación en la Argentina

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En la Argentina los factores institucionales son los que han determinado las características básicas de la estructura sindical 6 , y por lo tanto de la afiliación. El marco legal condiciona la capacidad del sindicato de negociar, acordar salarios y es este mismo marco el que establecerá los derechos y obligaciones de los sindicatos para con sus afiliados. Las características de la estructura institucional del país incentivan o restringen los incentivos para que los trabajadores de afiliarse o no al sindicato. En palabras de (Frege y Kelly, 2003), la Argentina forma parte de países con marco institucional fuerte. Las características que sobresalen son: a) la regulación del estado en materia de relaciones laborales, b) negociación colectiva centralizada por rama de actividad con cobertura extensa. Cabe subrayar las importantes atribuciones que tiene el Estado en este modelo. En primer lugar, mediante lo que se denomina “personería gremial”, es el Estado el que otorga el “monopolio de representación” al sindicato con mayor cantidad de afiliados de cada rama de actividad o de empresa. Sólo aquellos sindicatos que poseen este reconocimiento están habilitados para firmar acuerdos y convenios colectivos que regulen las condiciones de trabajo y los salarios 7 cuyos resultados impactan a todo el colectivo de trabajadores de la actividad. Así, puede reconocerse una segunda característica al modelo sindical: la aplicación del concepto “erga omnes”, es decir solo pueden negociar los sindicatos reconocidos pero lo negociado se aplica a todos los trabajadores de la actividad, estén afiliados o no. Estos factores exógenos de orden jurídico institucional tenderían a desincentivar la afiliación o la búsqueda de nuevos miembros 8 . Sin embargo, según Marshall y Perelman, (2004) estos factores aseguraron que el número de miembros se fueran incrementando junto con el empleo y por lo tanto que la proporción de afiliados sindicales entre los asalariados se mantuvieran estables históricamente la Argentina. Sin embargo, desde la década de los ´90 la tasa de afiliación comenzó a disminuir mientras el marco legal continuaba relativamente estable 9 . Este hecho desplaza la atención a los factores exógenos que afectan a afiliación. La principal hipótesis es que los cambios en la tendencia de la afiliación se deben a factores exógenos de orden político y económico. Las políticas económicas y laborales implementadas durante la década de reformas estructurales en los ´90 constituyen un nuevo escenario para las estrategias sindicales cuyo resultado fue la disminución de la tasa de afiliación 10 . La orientación política del

6 Los sindicatos se han organizado tradicionalmente de manera “vertical”. Poseen estructuras internas piramidales y desarrollan un doble juego de representación: por un lado, ante los empresarios y el gobierno y, por el otro, ante la gerencia de la empresa a través de los delegados sindicales y/o las comisiones internas. Como sostienen Marshall y Perelman (2004) este tipo de representación significó una estructura sindical de base (comisiones internas y delegados), que ha ejercido cierta presión hacia la afiliación además de asegurar el normal cumplimiento de los convenios colectivos de trabajo, asegurando así un elevado nivel de sindicalización. 7 Aunque existen sindicatos que no poseen este reconocimiento, lo que acuerden estos no será de cumplimiento obligatorio para los empresarios 8 Dado que los trabajadores no tienen demasiados incentivos económicos para afiliarse (tendencia free rider), 9 Es de destacar una serie de medidas que impulsaron la flexibilización de las modalidades de contratación, promovieron el empleo por cuenta propia y aumentaron la informalidad del mercado de trabajo. Estas nuevas modalidades erosionaron las formas “típicas” del empleo asalariado que configuraban un trabajo en relación de dependencia, estable, a tiempo completo, sindicalizado, y con acceso a la seguridad social (Palomino, 2003, Novick, 2006, Senén González, 2008). 10 Gestión de gobierno que coincidió con la administración del Partido Justicialista liderada por el Dr. Carlos Menem

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gobierno fue una clara política pro empresa y de atracción de inversiones extranjeras directas a cambio de la reducción de los “costos sociales” de la producción. Inicialmente a fines de los ´70, los ´80 y con mayor énfasis en los ´90 los cambios en la estructura del empleo actuaron en detrimento de la tasa de afiliación (Marshall y Perelman 2004). La caída del empleo se produjo en los sectores más sindicalizados, en especial, la industria a la vez que se promovieron sectores sin tradición sindical como el sector financiero y de servicios. Entre 1992 y 2000 la participación de la industria en el empleo asalariado se redujo del 31% al 19% y el empleo no registrado pasó de 22-25% en 1992-1996 a un 49,7% en 2002- 2003 (Marshall y Perelman 2004). La desconcentración del empleo industrial es, probablemente el efecto más nítido de la pérdida de puestos de trabajo directos. La pérdida de efectivos afecta la fuerza social del sindicato. De este modo, los sindicatos pierden, según Novick y Palomino (2007) una cantidad importante de recursos que son centrales para su poder e influencia social. Entre los recursos el sindicato no sólo pierde aquellos provenientes de la cotización y contribuciones para la obra social, sino que reduce el apoyo de los trabajadores. Otro factor económico que fue la estabilidad y fundamentalmente la caída de la inflación que también impulsó el alejamiento de los trabajadores del sindicato ya que la negociación colectiva no se constituyó como instrumente efectivo para la negociación salarial. El cambio se produjo a partir del 2001, cuando se estalló en la Argentina una profunda crisis económica, social y política que puso fin a las reformas neoliberales de los ´90, los cambios económicos se vieron acompañados de intervenciones del Estado orientadas a fortalecer las instituciones laborales y el protagonismo perdido en el terreno de la regulación laboral. En relación a los factores de orden político ideológico la nueva gestión iniciada en el 2003 11 se caracterizó por una ideología de centro izquierda que alentó la participación sindical en la arena política. Por ejemplo con la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo instancia que promovió la participación de distintos actores sociales -sindicatos y empresas - en las decisiones referentes al salario. En el terreno económico la intervención del Estado promovió políticas que protegieron y alentaron el empleo formal. Entre junio de 2005 y diciembre de 2008 el empleo asalariado y registrado creció un 19% según la EIL, aumentando así la cantidad de trabajadores que volvieron a estar protegidos por la negociación colectiva. La industria manufacturera comenzó a recuperarse reflejándose un aumento del empleo formal del 44% entre 2002 y 2008. Consecuentemente, se redujo la desocupación, que pasó del 20% en el 2003 al 7,3% en el 2008 según la EPH (Encuesta Permanente de Hogares). Como se verá en el próximo apartado, si bien no es posible hablar en términos estadísticos de una tendencia ascendente de la tasa de afiliación sindical, sí se puede hacer mención a una recuperación de la tasa de afiliación. 2. El método en el Módulo de Relaciones Laborales de la EIL En los últimos años, pueden reconocerse dos tipos de fuentes que permiten una aproximación más certera sobre la evolución de la afiliación sindical en la Argentina. En primer lugar, la mencionada EIL que desde el 2005 incorporó el Módulo de Relaciones Laborales (MRL). El módulo es anual y periódico y se aplica a empresas privadas formales de más de 10 trabajadores en cinco centros urbanos.

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Gestión de gobierno de otro representante del Partido Justicialista, Dr. Néstor Kirchner

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La segunda fuente es la Encuesta de Trabajadores en Empresas (ETE) efectuada por el Ministerio de Trabajo hasta ahora, por única vez, en el año 2005. La ventaja del MRL de la EIL respecto de la ETE es que pregunta sobre afiliación sindical. Esta encuesta es respondida por el “empleador”. De este modo, la información obtenida es mas precisa dado que la empresa, por ley, es la que retiene del sueldo del trabajador la cuota que se dará al sindicato. Para obtener la “tasa de afiliación”, como se la denomina en la literatura anglosajona, se relaciona la cantidad de trabajadores a los que la empresa le descuenta la cuota de afiliación sindical, sobre el universo de trabajadores representados por la encuesta. El sindicato recibe de la empresa, en su calidad de empleador y de agente de retención, aportes del trabajador con distintas finalidades y objetivos. Es decir, entre los descuentos que las empresas realizan se destacan los descuento por obra social, la cuota de afiliación, la cuota de solidaridad para el sindicato, que pagan afiliados y no afiliados, y algunos descuentos en concepto de seguros. Sin embargo, para obtener los datos de afiliación se analizan únicamente los descuentos realizados en concepto de "cuota de afiliación sindical". Este es el único descuento que es optativo para el que se debe contar con la aprobación del trabajador, es decir, con la voluntad del trabajador de afiliarse al sindicato. Es decir, se considera que un trabajador se encuentra afiliado a un sindicato si se cumplen dos condiciones de manera simultánea. En primer lugar, si el trabajador aporta al sindicato la cuota de afiliación, lo que le otorga al mismo ciertos derechos que se determinan en forma particular en cada entidad (por ej. descuentos en las tarifas de hotelería y turismo, cobertura adicionales a las legales contra contingencias, préstamos financieros a tasa preferencial y beneficios sociales). En segundo lugar, si el empleador actúa cómo agente de retención de una cuota de afiliación, la que luego es transferida al sindicato de referencia. Por lo tanto, en esta encuesta, no se contemplan aquí las situaciones donde los trabajadores aporten por decisión propia al sindicato sin la intermediación del empleador, como ser el caso de la CTA, que entre sus afiliados incluyen a los desocupados y a los asalariados en condiciones irregulares de contratación. Para interpretar correctamente los datos del MRL debe tenerse presente que los mismos son significativos sólo para una parte del mundo del trabajo. Las exclusiones de las siguientes categorías limitan las comparaciones que se puedan realizar con datos provenientes de otras fuentes sean nacionales o internacionales. Dentro de las limitaciones puede mencionarse: • El alcance geográfico e institucional de esta encuesta (trabajadores registrados en empresas de más de 10 ocupados de los 5 principales centros urbanos del país); • La unidad de análisis de la encuesta: empresas, no incluye el sector público ni servicio doméstico; • La definición operacional de “afiliación” (trabajadores a los cuales las empresas aplican un descuento del salario como cuota de afiliación sindical). • No incluye trabajadores no registrados ni no-asalariados. En contraste con la EIL, la ETE utiliza como fuente de información a los propios trabajadores en su lugar de trabajo. Algunos trabajadores consideran que están afiliados ya que realizan algún aporte, aún cuando no lo están. Es que en ciertos casos, el aporte no corresponde propiamente al de afiliación sindical (puede ser cuota de solidaridad o algún seguro contemplado en la normativa). Sin embargo, aunque los datos de afiliación sindical de la ETE efectuada en 2005 arrojaron cifras similares a la EIL en 2006 como se mostrará más adelante, la misma encuesta reveló que una fracción no menor de los trabajadores encuestados desconocía su situación frente a la

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negociación colectiva (cobertura de la negociación colectiva y convenio colectivo en aplicación). 3. Tasa de afiliación sindical Principales resultados de la EIL Los datos que se presentan a continuación surgen del relevamiento que se llevó a cabo durante el mes de septiembre de 2006. La muestra comprende 1.553 empresas, representativas de un universo total de 53.038 empresas que emplean a 2.450.400 asalariados 12 . Los resultados obtenidos sobre la tasa de afiliación sindical de 2006 indican que se ubicó levemente por encima del nivel de 2005. Según los datos relevados, sobre el universo de trabajadores potencialmente sindicalizables, en las empresas no agrícolas de 10 y más ocupados de los cinco aglomerados cubiertos, un 39,7% de los trabajadores se encontraban afiliados a un sindicato en 2006, mientras que ese porcentaje en 2005 había sido de 37% 13 . En términos del significado estadístico no es posible hablar de una tendencia ascendente de la tasa de afiliación sindical, pero sí de una variable que se mantiene con respecto al 2005. Si bien este dato de afiliación no es comprable con las fuentes nacionales mencionadas, como ya se indicó, ni con fuentes internacionales sobre afiliación que en algunos casos agregan el sector público o presentan una estructura ocupacional diferente a la de Argentina en lo que se refiere a los trabajadores registrados o no registrados, un conjunto de investigaciones recientes señalan una caída en la tasa de sindicalización en un conjunto de países, cuya densidad sindical se estima en 23% 14 (Visser 2006, OIT Frege, 2006). Entre estos autores, el estudio de Visser (2006) 15 realizado sobre sindicatos de 24 países confirma esta tendencia a la declinación de la tasa de afiliación en la mayoría de los países. El estudio comprende principalmente a los países integrantes de la Unión Europea, algunos países asiáticos (Japón y Corea), otros de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) y Estados Unidos y Canadá, por América del Norte. Concluye que entre 1990 y 2003 se reduce el número absoluto de trabajadores afiliados en 18 países y que la tasa de afiliación sindical disminuye en 21 de los 24 países analizados. Las caídas de la tasa son de distinta magnitud pero la tendencia es similar. Por ejemplo, en Francia se reduce de 10% a 8%, en Alemania de 31% a 22%, en Estados Unidos de 15,5% a 12%, entre otros casos. Aunque la tasa de afiliación en la Unión

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De la muestra considerada, 826 empresas corresponden al Gran Buenos Aires, representativas de 39.554 empresas que emplean a 1.976.381 asalariados. El resto de la muestra, 727 empresas, corresponden a los aglomerados del interior del país (Gran Rosario, Gran Córdoba, Gran Mendoza y Gran Tucumán), representativas de 13.484 empresas que emplean a 474.019 asalariados. 13 Dato que como se mencionó, coincide con el resultado obtenido en la Encuesta de Trabajadores (ETE) que se realizó en el MTEySS en el año 2005 a trabajadores en su lugar de trabajo. Según la ETE la afiliación sindical alcanza un porcentaje de 37,6% del total de la población comprendida en la muestra. 14

Si la densidad se calcula por regiones, Rusia tiene la mayor equivalente al 58% seguida por China 42%, Europa 26%, Sud América 25%, África 16%, norte América 13% y Asia 10%. La cantidad de afiliados en el mundo se estima en alrededor de 320 millones de personas (OIT, Frege, 2006) 15 Estudia la tasa de afiliación sindical en un conjunto de países, presentando estimaciones sobre la base de la totalidad de los trabajadores, excluyendo a las siguientes categorías: desempleados, cuentapropistas, estudiantes plenos, pensionados, discapacitados y los que no forman parte del mercado de trabajo. Se han utilizado preferentemente los datos de encuestas, pero cuando ello no fue posible se recurrió a los datos administrativos que fueron ajustados para compatibilizar las definiciones y la cobertura (Visser, 2007)

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Europea, calculada en 26%, es el doble que en Estados Unidos (12,4%), Visser estima que en la medida que se incorporen los nuevos países del este europeo a la Unión Europea es probable que los datos tiendan a converger hacia la baja. Particularmente, el descenso se concentra en todas las ramas del sector privado y mantiene la tasa de afiliación en niveles relativamente altos en el sector público. Finalmente, sólo en los países de Europa del Norte (Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca), también contrariamente a la tendencia general, se verifica un crecimiento de la tasa de afiliación entre 1970 y 2003 16 vinculado como posible explicación con la administración sindical de los programas de desempleo. A partir de lo expuesto cabe indagar sobre las causas de la persistencia de la afiliación en la Argentina. Esto se explicaría por el crecimiento del empleo que, sobre todo a partir de 2005, responde predominantemente a la característica de empleo registrado, amparado por el convenio colectivo y la legislación laboral, modificando la tendencia que se había observado hasta entonces 17 . En términos absolutos, la afiliación

sindical pasó de 1.68 millones a 2 millones de asalariados privados registrados entre mayo de 2005 y agosto de 2006 18 ; por lo tanto el número de afiliados se incrementó en 321.000 trabajadores. El aumento de la afiliación sindical fue coherente también con la incorporación de otras variables relevadas en la misma encuesta como el tamaño de las empresas donde se constató que la presencia de afiliados sindicales en las empresas aumenta a medida que crece la dotación de los planteles. Los datos totales del 2006 mostraron que el 65% de las empresas ocupa al menos un trabajador afiliado a un sindicato, porcentaje que resultó muy superior al 56% de 2005. Otro aspecto relevante fue el análisis transversal de la afiliación a nivel sectorial, que permitió identificar que sectores como Comercio y Construcción mostraron tasas de afiliación sindical similares al sector Industrial, tradicionalmente receptor de las mayores tasas de afiliación. También se observa un crecimiento de la proporción de grandes empresas con delegados gremiales. Asimismo, es de destacar que en las pequeñas empresas se verifica una creciente cantidad de afiliados que parecería estar relacionado con el tipo y cantidad de prestaciones sociales que ofrecen los sindicatos. 4. Conclusiones El objetivo de este estudio fue mostrar la recuperación de la afiliación sindical durante el 2006 a la luz de los datos obtenidos en el MRL de la EIL. Entre ellos se destaca el retorno de los sindicatos a la escena pública asociada al crecimiento económico y del empleo registrado en los últimos cinco años, en el marco de un nuevo rol del Estado como regulador del mercado. Entendemos entonces que los factores exógenos, en particular, de orden político y económico, atendiendo a la orientación política del gobierno desde el año 2003, tienen una incidencia determinante en la afiliación.

16 Entre 1970 al 2003, en Finlandia la tasa crece el 22.8%, en Suecia 10,3% y en Dinamarca 10,1%. Tomando el conjunto de estos países, la tasa de afiliación supera el 70% (Visser 2007). 17 El empleo no registrado descendió del 49,7% de los asalariados en el tercer trimestre de 2003 al 41,6% en el primer trimestre del 2007. 18 Debe tenerse en cuenta que por tratarse de encuestas, existen márgenes de confianza estadísticos en las estimaciones. Por eso es importante señalar que dado el notable incremento del empleo registrado privado entre esas fechas, el número absoluto de afiliados sindicales se incrementó apreciablemente más allá de las variaciones relativas de las tasas.

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Si bien las negociaciones colectivas salariales y los conflictos laborales no han sido tema de esta investigación, no debe desconocerse el impacto que estas acciones colectivas promueven en la afiliación. Esta tendencia de expansión de la afiliación contrasta con la tendencia a la baja de la sindicalización en Estados Unidos y la Unión Europea. Según se pudo comparar con datos provenientes de estudios recientes realizados en países industrializados, en líneas generales, se verifica que países con sistemas de relaciones laborales estables por largo tiempo, han experimentado una continua caída en la tasa de sindicalización. En cuanto a las fuentes utilizadas (encuestas- registros) se han señalado las disponibles a nivel nacional e internacional, los problemas o limitaciones metodológicas para definir afiliación sindical, los problemas de interpretación de los datos y las dificultades de estandarizar información a los efectos de hacerla comparable. Cabe mencionar entonces, las ventajas de este tipo de encuesta (MRL). En primer lugar, porque la unidad de análisis se focaliza en las empresas. Esto garantiza la confiabilidad de los datos ya que ellas son los agentes de retención de los aportes de los trabajadores frente al sindicato. En segundo lugar, porque es una encuesta diseñada con la finalidad específica de interiorizarse en el conocimiento de las relaciones laborales y, especialmente, en el rol de los sindicatos. En tercer lugar, porque está prevista su continuidad y la posibilidad de efectuar comparaciones en el futuro.

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