Presencia de mitos y personajes míticos clásicos en el Quijote 1

Presencia de mitos y personajes míticos clásicos en el Quijote . 1 Juan Antonio López Férez Univ. Nacional de Educación a Distancia En los dos Cong

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Presencia de mitos y personajes míticos clásicos en el

Quijote . 1

Juan Antonio López Férez Univ. Nacional de Educación a Distancia

En los dos Congresos anteriores me ocupé de algunos dioses de la mitología clásica en nuestro escritor y de otras influencias míticas en las obras cervantinas . Partimos, 2

3

también ahora, de la lista de personajes recogida en la edición de A. V a l b u e n a

4

y

nos basamos siempre en la lectura directa de los textos, ofreciendo una primera versión de lo que desea ser un trabajo más amplio cuando consultemos todo el texto cervantino informatizado. En esta ocasión, siguiendo el mismo método, abordaré otros datos que corroboran la presencia e influencia de personajes y mitos clásicos en el Quijote. Como ya dijimos en ocasiones anteriores, de acuerdo con lo que es norma en numerosos autores del siglo de Oro, los personajes míticos aparecen, por lo común,

con

el nombre latino.

Veremos que Cervantes muestra un buen conocimiento de los mitos recogiéndolos y

clásicos,

utilizándolos en distinta medida y con intención diversa, no pocas

v e c e s con indudable ironía.

I. U n primer apartado puede comprender las menciones de dioses, mayores y menores, y seres divinos o asimilados. En nuestra exposición, procuramos atenemos a la cronología relativa de las generaciones. 1. D e Forcis

y Ceto, hijos de Tierra y Ponto, nacieron las Górgonas, tres desde

H e s í o d o . D e entre ellas sólo Medusa es mortal: violada por Posidón quedó encinta 5

de Crisaor y Pegaso. Llegado el momento, Perseo le cortó la cabeza a Medusa, de cuyo cuello brotaron esos dos hijos que llevaba en su seno. Tanto las tres Górgonas cuando estaban en vida, c o m o la cabeza de Medusa una v e z muerta, petrificaban a quien las miraba de frente. Medusa es mencionada tres v e c e s por nuestro escritor: una de ellas en la excelsa obra que estamos comentando. Efectivamente, D o n Quijote, en el episodio en que se cuenta la agradable historia del m o z o de muías,

le dice así a quien cree hija

ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Juan Antonio LÓPEZ FÉREZ. Presencia de mitos...

de la señora del castillo: "Perdonadme, buena señora, y recogeos en vuestro aposento, y no queráis, con significarme más vuestros deseos, que y o m e muestre

más

desagradecido; y si del amor que me tenéis halláis en mí otra cosa con que satisfaceros, que el m i s m o amor no sea, pedídmela; que y o os juro por aquella ausente enemiga dulce mía de dárosla incontinente, si bien m e pidiésedes una guedeja de los cabellos de Medusa, que

eran todos culebras, o ya los m i s m o s rayos del sol, encerrados

en una redoma" . El texto alude, en cierto modo, a las espantosas serpientes, a manera 6

de cabellos, de que estaban dotados tan espantosos monstruos.

2. Venus (la Afrodita de los griegos) nació de la espuma formada por los órganos sexuales de

Urano,

castrado por su hijo Crono. D i o s a bastante citada en las obras

cervantinas, sólo la tenemos en dos secuencias de la genial obra que estamos exarninando. D e una de ellas hablaremos al ocupamos de Marte, con quien la divinidad tuvo amores ilícitos ; de la otra, cuando tratemos de D i a n a . 7

8

3. Entre los dioses de la tradición clásica, Júpiter ocupa un lugar relevante en Cervantes: en diversas secuencias se mencionan sus atributos (rayo, trueno, lluvia), sin incidir, en cambio, en su papel predominante entre los dioses. Las cuatro secuencias registradas en el Quijote

están repartidas en dos páginas

seguidas. Es un claro ejemplo de amontonamiento estilístico, de la llamada ley de la convergencia. Por boca del Barbero nos enteramos de un hecho singular a propósito de la casa de locos de Sevilla, donde un loco furioso le dice así a un licenciado, loco también, que aparentemente había recobrado la razón: "-¿Vos bueno? - d i j o el loco-. Ahora bien, ello dirá: andad con D i o s ; pero no y o os voto a Júpiter, cuya majestad y o represento en la Tierra, qupe por solo este pecado que hoy comete Sevilla en sacaros de esta casa y en teneros por cuerdo, tengo que hacer tal castigo en ella, que quede memoria de él por todos los siglos de los siglos, amén ¿No sabes tú, licenciadillo menguado, que soy Júpiter Tonante, que tengo en mis manos los rayos abrasadores con que puedo y suelo amenazar y destruir el mundo? Pero con una sola cosa quiero castigar a este ignorante pueblo; y es en no llover en él ni en todo su distrito y contorno por tres enteros años, que se han de contar desde el día y punto en que ha sido hecha esta amenaza en adelante. ¿Tú libre, tú sano, tú cuerdo, y y o loco, y y o enfermo, y y o atado...? Así pienso llover c o m o pensar ahorcarme". A las v o c e s y a las razones del loco estuvieron los circunstantes atentos; pero nuestro licenciado, volviéndose a nuestro capellán y asiéndole de las manos, le dijo: - " N o tenga vuesa merced pena, señor mío, ni haga caso de lo que este loco ha dicho; que si él es Júpiter y no quiere llover, y o , que soy Neptuno, el padre

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y dios de las aguas, lloveré todas las v e c e s que se m e

antoje y fuere menester.

A lo que respondió el capellán: -Con todo eso, señor Neptuno, no será bien enojar al señor Júpiter: vuesa merced se quede en su casa, que otro día cuando hay más comodidad y más espacio vendremos por vuesa merced " . 9

4. Una v e z que Júpiter impuso su poder supremo sobre todos los dioses, vino el reparto de la enorme herencia: cielo y tierra (Júpiter), mar ( Neptuno), regiones infernales (Plutón, el Hades de los griegos). Plutón, pues, es dios y señor de los infiernos, y, asimismo, por metonimia, indica los lugares donde gobierna con mano inflexible. D e Plutón hemos localizado dos apariciones en donde se le da el apelativo de D i t e : ambas guardan la misma estructura y disposición, una en poesía y otra 1 0

en prosa. La ninfa que venía con el espíritu de Merlín se expresa de este modo: Y o soy Merlín, aquel que las historias dicen que tuve por mi padre al diablo En las cavernas lóbregas de Dite, donde estaba mi alma entretenida en formar ciertos rombos y caráteres, llegó la v o z doliente de la bella y sin par Dulcinea del T o b o s o . . . . 11

Bastante después, uno de los que había sentados a un lado del patio, con cetro y corona, y que parecían reyes, se expresó así: "¡Oh tú

Radamanto, que c o n m i g o

juzgas en la cavernas lóbregas de Dite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en sí esta doncella, dilo,

y decláralo luego,

porque no se nos dilate el bien que con su nueva vuelta e s p e r a m o s " . 12

5. En el mundo subterráneo, bajo el mando de Plutón,

v i v e n condenados para

siempre personajes míticos de gran relevancia : Tántalo, Sísifo, Ticio, Ixión y las 13

D a n a i d e s . Los cinco nombres aparecen citados en dos ocasiones dentro de nuestro 14

escritor : una de ellas la leemos en la excelsa novela, donde se ponen los versos 15

desesperados del difunto pastor, precisamente en la canción de Grisóstomo: Venga, que es tiempo ya, del hondo abismo Tántalo con su sed; Sísifo venga con el peso terrible de su canto; Ticio traya su buitre, y ansimismo con su rueda Egión no se detenga,

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ni las hermanas que trabajan tanto, y todos juntos su mortal quebranto trasladen en mi pecho, y en v o z baja - si ya a un desesperado son debidas-, canten obsequias tristes, doloridas, al cuerpo, a quien se niegue aún la mortaja. Y el portero infernal de los tres rostros, con otras mil quimeras y mil monstruos, lleven el doloroso contrapunto; que otra pompa mejor no m e parece que la merece un amador d i f u n t o . 16

N o p o d e m o s extendernos en un comentario detenido de estos versos, donde, de forma compendiaría, se recogen datos esenciales sobre dichos condenados: la sed de Tántalo , la roca de S í s i f o , el buitre de T i c i o , la rueda de I x i ó n , las hermanas 17

Danaides

21

18

19

20

sometidas a trabajos constantes. Además, alusiones implícitas a Cerbero

y la Q u i m e r a . 22

6. Marte, hijo de Júpiter y Juno y dios de la guerra, más mencionadas por el escritor. U n pasaje del Quijote

es una de las divinidades recoge los amores adúlteros

de dicho dios con Venus. Efectivamente, el héroe manchego, viéndose enredado en unas redes de hilo verde, le dijo así a Sancho respecto a unos imaginados encantadores que le perseguían: "...Pues mandóles y o que aunque estas redes, si c o m o son hechas de hilo verde fueran de durísimos diamantes, o más fuertes que aquella con que el celoso dios de los herreros enredó a V e n u s y a Marte, así las rompiera c o m o si fueran de juncos marinos o de hilachas de a l g o d ó n " . 23

En otro lugar, a señor y escudero, tras oír, con gran agrado, el sonido del agua, les llegó el desagradable ruido de unos golpes a compás, con cierto crujir de hierros y cadenas, de tal m o d o que a cualquiera le hubiera causado pavor. Pero el famoso hidalgo le recuerda a Sancho que ha nacido en la edad de hierro para resucitar la de oro; para él están preparados los peligros, las hazañas, los valerosos hechos; refiriéndose a los ruidos y estruendos que les rodeaban afirmó: "las cuales cosas, todas juntas y cada una por sí, son bastantes a infundir miedo, temor y espanto en el pecho del mismo Marte, cuanto más en aquel que no está acostumbrado a semejantes acontecimientos y aventuras..." . 24

7. En la famosa obra aparecen una vez las Musas, hijas de Júpiter (Zeus) y Mnemósin e . Encontrándose en la casa de don D i e g o de Miranda (el Caballero del Verde 2 5

Gabán), el hidalgo manchego mantuvo amable conversación con el hijo del dueño

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llamado don Lorenzo, estudiante aventajado que recitó unos versos y la glosa a los mismos. Tras oírlos, se puso en pie don Quijote, y, con v o z levantada que parecía grito, afirmó: "¡Viven los cielos donde más altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, c o m o dijo el poeta, que D i o s perdone, sino por las academias de Atenas, si h o y vivieran, y por las que hoy viven de París, Bolonia y Salamanca! Plegué al Cielo que los jueces que os quitaren el premio primero, Febo los asaetee y las Musas jamás atraviesen los umbrales de sus casas. Decidme, señor, si sois servido, algunos versos mayores..." . 26

8. Apolo, hijo de Júpiter y Latona, es la segunda divinidad en número de apariciones dentro de las obras cervantinas. En el Quijote

lo hallamos citado, ya por su nombre,

ya con el de Febo. Siguiendo una tradición literaria que se remonta a Eurípides, al m e n o s , A p o l o se nos presenta c o m o sinónimo del sol. A s í lo hallamos en diversos lugares, de los que seleccionamos algunos. He aquí cómo el autor, antes de referirse al momento en que Sancho tomara posesión de la ínsula Barataría, expresa sus sentimientos: "¡Oh perpetuo descubridor de los antípodas, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de las cantimploras, Timbrio aquí, Febo allí, tirador acá, médico acullá, padre de la Poesía, inventor de la Música, tú que siempre sales y, aunque lo parece, nunca te pones! A ti digo, ¡oh Sol, con cuya ayuda el hombre engendra al hombre!; a ti digo que m e favorezcas, y alumbres la oscuridad de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del gobierno del gran Sancho Panza: que sin ti, y o m e siento tibio, desmalazado y confuso" . 27

En otro lugar leemos lo que el hidalgo manchego iba diciendo consigo mismo:"Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos..." . 28

En una secuencia se menciona, incluso, el carro de Apolo, evidente alusión al propio del Sol: "Llegó la noche, esperada de D o n Quijote con la mayor ansia del mundo, pareciéndole que las ruedas del carro de A p o l o se habían quebrado, y que el día se alargaba más de lo acostumbrado..." ..En la misma línea, dentro de los 29

Laudos introductorios, hay un soneto en que Amadís de Gaula se dirige a Don Quijote, y en donde el primer terceto

menciona los caballos del dios:

vive seguro de que eternamente, en tanto, al menos, que en la cuarta esfera sus caballos aguje el rubio Apolo,

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tendrás claro renombre de valiente; tu patria será en todas la primera; tu sabio autor, al mundo único y s o l o . 3 0

Apolo es, desde la Antigüedad grecorromana, protector de la poesía y de los buenos poetas. Dentro de esta advocación

encontramos una hipérbole manifiesta en el pasaje

en que el Cura, hablando de La Diana

de Gil Polo, pide que "se guarde c o m o si

fuera del m i s m o A p o l o . . . " . 31

Otra secuencia parecida se desprende del pasaje en que Don Quijote decide hacerse pastor. En efecto, con encendidas palabras defiende la vida pastoril y habla de las ventajas que recibirán, tanto él como su escudero, cuando vivan por los montes, selvas y

prados: "Daránnos

con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas,

asientos los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los extendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la oscuridad de la noche; gusto el canto, alegría el lloro, Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacemos eternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros s i g l o s " . 32

Finalmente, el Caballero del Febo se dirige a D o n Quijote de este modo: A vuestra espada no igualó la mía, Febo español, curioso cortesano, ni

a la alta gloria del valor mi mano,

que rayo fue do nace y muere el d í a . . .

33

9. Hermana gemela de A p o l o es Diana, la casta diosa que recorre los bosques y protege a los a n i m a l e s . Altisidora, doncella de la Duquesa, dirigiéndose a D o n 34

Quijote, habla de este modo, quejándose de que el caballero le hubiera quitado tres tocadores y unas ligas: Tú has burlado, monstruo horrendo, la más hermosa doncella que Diana vio en sus montes que Venus miró en sus selvas. Cruel

Vireno, fugitivo

Barrabás

te acompañe:

Eneas, allá

te

avengas^ . 5

Evidente interés histórico-cultural tiene la mención del fanático que prendió fuego al Artemision de Éfeso, puesta en boca de D o n Quijote: "También viene con esto lo que cuenta de aquel pastor que puso fuego y abrasó el templo famoso de Diana, contado por una de las siete maravillas del mundo, sólo porque quedase v i v o su nombre en los siglos venideros; y aunque se mandó que nadie le nombrase, ni hiciese por palabra o por escrito mención de su nombre porque no consiguiese el fin de

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su deseo, todavía se supo que se llamaba Eróstrato" . 36

10. A m o r , con más de sesenta contextos, junto con el sinónimo Cupido, que 3 7

aparece en otros quince ejemplos, es la divinidad más citada en Cervantes. N o s ceñimos, naturalmente, al Quijote

donde contamos con unas veinte secuencias, al menos. N o s

detendremos sólo en lo más relevante. En verso, hemos localizado catorce e j e m p l o s . 38

En la canción de Grisóstomo el difunto pastor, ciegamente enamorado de la pastora Marcela, exponía de esta guisa sus penas amorosas: ...Diré que va acertado el que bien quiere, y que es más libre el alma más rendida a la de A m o r antigua tiranía. Diré que la enemiga siempre mía hermosa el alma c o m o el cuerpo tiene, y que su olvido de mi culpa nace, y que en fe de los males que nos hace, A m o r su imperio en justa paz m a n t i e n e . . .

39

A la tiranía de A m o r se refiere también Ambrosio, cuando, una v e z enterrado Grisóstomo, alude al epitafio que pensaba poner en la losa correspondiente: Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor. Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de A m o r . 4 0

Destaca, asimismo, el soneto en que un aparente m o z o de muías habla de Amor: Que amor sus glorias venda caras, es gran razón y es trato justo; pues no hay más rica prenda que la que se quilata por su gusto; y es cosa manifiesta que no es de estima lo que p o c o cuesta

4 1

.

Entre los pasajes en prosa, he aquí lo que nos dice Sancho, seguido de las palabras de D o n Quijote: " - Maravillado estoy, señor, de la desenvoltura de Altisidora, la doncella de la duquesa: bravamente la debe de tener herida y traspasada aquel que llaman Amor,

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que dicen que es un rapaz ceguezuelo que, con estar legañoso, o, por mejor decir, sin vista, si toma por blanco un corazón, por pequeño que sea, lo acierta y traspasa de parte a parte con sus flechas. He oído decir también que en la vergüenza y recato de las doncellas se despuntan y embotan las amorosas saetas; pero en esta Altisidora más parece que se aguzan que despuntan. -Advierte, Sancho - dijo D o n Quijote-, que el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte; que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza; y así, sin ella, declaró Altisidora sus deseos, que engendraron en mi pecho antes confusión que lástima".

42

Cervantes usa bastante el sobrenombre de Cupido con que es denominado Amor: hallamos descripciones de su aspecto físico y atributos, de sus leyes inviolables, de su función c o m o médico de males amorosos. Limitándonos al Quijote,

ciertos pasajes

nos hacen pensar en repertorios menores, en los que aparecería la figura de Cupido. Podemos deducirlo a partir de la precisión y detalles ofrecidos sobre ciertos atavíos, como en la descripción de la carreta de las Cortes de la Muerte: "La primera figura...fue la de la misma Muerte;...A los pies de la Muerte estaba el dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas...". Esta visión causó espanto a Rocinante y al rucio de Sancho; D o n Quijote cayó al suelo, y, en seguida, se nos cuenta c ó m o bajaron de la carreta los personajes: "Allí saltaron la Muerte, el Emperador, la Reina, el dios Cupido..." . 43

En las bodas de Camacho se nos da todo tipo de indicaciones sobre Cupido: " Tras ésta entró otra danza de artificio y de las que llaman habladas. Era de o c h o ninfas, repartidas en dos hileras: de la una hilera era guía el dios Cupido, y de la otra, el Interés; aquél, adornado de alas, arco, aljaba y saetas; éste, vestido de ricos y diversos colores de oro y seda. Las ninfas que al Amor seguían traían a las espaldas en pergamino blanco y letras grandes escritos sus nombres. "Poesía" era el título de la primera; el de la segunda "Discreción"; el de la tercera, "Buen linaje"; el de la cuarta, "Valentía". D e l m i s m o m o d o venían las que al Interés seguían;... Hacíanles el son cuatro diestros tañedores de tamboril y flauta. Comenzaba la danza Cupido, y habiendo hecho dos mudanzas, alzaba los ojos y flechaba el arco contra una doncella que se ponía entre las almenas del castillo, a la cual de esta suerte dijo: - Y o soy el dios poderoso en el aire y en la tierra y en el ancho mar undoso y en cuanto el abismo encierra en su báratro espantoso.

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N u n c a conocí qué es el miedo; todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible, y en todo lo que es posible mando, quito, p o n g o y v e d o " ...Salió luego el

Interés...y... dijo:

- S o y quien puede más que Amor, y es Amor el que m e guía...

4 4

.

11. Entre las divinidades menores, según los estudiosos de mitología, figura Sileno, anciano S á t i r o , hijo de Mercurio, o de Pan, y una ninfa; en la tradición literaria 45

y artística es representado ebrio y montado a l o m o s de un asno, sobre el que, dado su estado, a duras penas puede mantenerse. Es acompañante habitual de B a c o , a quien se lo había regalado el rey Midas. Una v e z está registrado en nuestro autor, concretamente en la obra que estudiamos. D o n Quijote, maltrecho por los golpes que le habían dado los arrieros yangüeses, le pide a su escudero ser transportado por el rucio

a algún castillo donde pudiera

ser curado de sus heridas: " -...Y más, que no tendré a deshonra la tal caballería, porque m e acuerdo haber leído que aquel buen viejo Sileno, ayo y p e d a g o g o del alegre dios de la risa, cuando entró en la ciudad de las cien puertas, iba, m u y a su placer, caballero sobre un m u y hermoso asno. -Verdad será que él debía de ir caballero, c o m o vuestra merced dice -respondió Sancho-; pero hay grande diferencia de ir caballero al ir atravesado c o m o costal de basura" . 46

12. Caronte es para algunos estudiosos un viejo dios de los muertos; por lo demás, carece de genealogía comúnmente aceptada. En la literatura g r i e g a

47

resulta ser el

barquero que, atravesando la laguna - o algún río- infernal, transporta las almas hasta el reino de las sombras. Lo representan cual anciano de apariencia horrenda y repulsiva que exigía previamente el pago por el viaje. D e Caronte hemos localizado cuatro citas en nuestro autor, tres en poesía y una en prosa; ésta, precisamente, en la obra que revisamos. Es el momento en que D o n Quijote se enfrenta a la carreta de "Las cortes de la Muerte" con estas palabras: "-Carretero, cochero, o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a dó vas y quién es la gente que llevas en tu carricoche, que más parece la barca de Carón que carreta de las que se u s a n " . 48

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13. L o s manuales de mitología no suelen citar a Fama entre las d i v i n i d a d e s . 49

Tenemos un precedente en la V o z

5 0

homérica y en la Femé de H e s í o d o . D e la 51

lectura de diversas fuentes puede deducirse que es de extrema rapidez, difunde tanto lo verdadero c o m o lo falso, de noche se sitúa entre el cielo y la tierra, y de día sobre las altas torres. D o s veces vez, al menos, figura en la obra estudiada . Dentro del soneto de D o n 52

Belianís de Grecia tenemos lo siguiente: Hazañas di a la Fama que eternice; fui comedido y regalado amante; fue enano para mí todo gigante y al duelo en cualquier punto satisfice... . 53

II. R e c o g e m o s en este punto los personajes míticos relacionados con Argos o Esparta. a. En primer lugar, Argos Panoptes, es decir, el "que todo lo ve". D e

genealogía

discutida, estaba dotado de múltiples ojos; por orden de Juno se convirtió en vigilante permanente de lo, amada por Júpiter y transformada en vaca tras haberse quedado encinta; por su actitud inflexible, suscitó la ira del padre de los dioses, hasta el punto de recibir la muerte de manos de Mercurio, llamado por eso Argifonte, es decir, "matador de Argos". Contamos con una secuencia en el Quijote.

Es el momento en que el morisco

Ricote, refiriéndose a don Bernardino de V e l a s c o , encargado de la expulsión de los moriscos, afirma: "Y así, con prudencia, con sagacidad, con diligencia y con

medios

que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso de esta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumhrar sus ojos de Argos, que continuo tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que como raíz escondida, que con el tiempo venga después a brotar y a echar frutos venenosos en España, ya limpia, ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la tenía..." . 54

b. Los Dioscuros (propiamente, los "hijos de Z e u s " ) son personajes ligados a 55

Esparta, donde era rey Tindáreo, casado con Leda, y padre, putativo, al menos, de Helena, Clitemnestra y de los dos famosos gemelos, Castor y Polideuces. La tradición literaria los ofrece juntos con frecuencia: participaron en gestas muy famosas, c o m o el viaje de los Argonautas y la caza del Jabalí de Calidón; en cambio, n o tomaron parte en la guerra de Troya. Defendieron el honor de su hermana Helena, cuando, siendo casi una niña, fue raptada por Teseo: invadieron Atenas, rescataron a Helena e incluso se llevaron consigo a la madre del rey ateniense. U n a v e z tan sólo los h e m o s encontrado en las obras cervantinas, precisamente

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en el Quijote.

El protagonista le dice a Sancho: "...Y no m e repliques más; que en

sólo pensar que me aparto y retiro de algún peligro, especialmente de éste, que parece que lleva algún es no es de sombra de miedo, estoy ya para quedarme, y para aguardar aquí solo no solamente la Santa Hermandad que dices y temes, sino a los hermanos de las doce tribus de Israel, y a los siete Macabeos, y a Castor y Pólux, y aun a todos los hermanos y hermandades que hay en el m u n d o " . 56

III. Siguen ahora los personajes relacionados con Tebas u otras partes de Beocia.

a.Cadmo, mítico fundador de Tebas, tuvo varias hijas, una de las cuales fuese Autónoe, casada con Aristeo: de la unión nació Acteón, famoso cazador que, tras ser transformado en ciervo por haber visto a Diana desnuda, fue devorado por sus propios p e r r o s . H e m o s localizado una sola aparición en Cervantes, concretamente 57

en el Quijote.

El protagonista le responde a una jovencita vestida de pastora: "-Por

cierto, hermosísima señora, que no debió de quedar más suspenso ni admirado Anteón cuando vio al improviso bañarse en las aguas a Diana, c o m o y o he quedado atónito en ver vuestra belleza..." . 58

b. Hércules, el héroe más importante de los h e l e n o s , ocupa en Cervantes un 59

lugar de honor. Es el héroe más nombrado: quince menciones d i r e c t a s , al menos, 60

y, además, otras veinte referentes a personajes y hechos íntimamente relacionados con él. 1) Como preámbulo podríamos partir de la noticia de que la malicia ha calumniado a los varones más ilustres. Así lo expresa nuestro hidalgo: "- Mira Sancho - dijo don Quijote-; dondequiera que está la virtud en eminente estado, es perseguida...De Hércules, el de los muchos trabajos, se cuenta que fue lascivo y m u e l l e " . 61

2) Con respecto a todos los trabajos del ilustre héroe, los érga,

es significativo

lo que el Caballero del Bosque le dice a D o n Quijote: "Finalmente, señor caballero, quiero que sepáis que mi destino, o, por mejor decir, mi elección, me trajo a enamorar de la sin par Casildea de Vandalia. Llamóla sin par porque no le tiene, así en la grandeza del cuerpo como en el extremo del estado y de la hermosura. Esta tal Casildea, pues, que voy contando pagó mis buenos pensamientos y comedidos deseos con hacerme ocupar, c o m o su madrina a Hércules, en muchos y diversos peligros, prometiéndome al fin de cada uno que en el fin del otro llegaría el de mi esperanza; pero así se han ido eslabonando mis trabajos, que no tienen cuento, ni y o sé cuál ha de ser el último que dé principio al cumplimiento de mis buenos deseos. Una vez me mandó que fuese a desafiar a aquella famosa giganta de Sevilla, llamada la Giralda;...a tomar

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en peso las antiguas piedras de los valientes Toros de Guisando;...que me precipitase...en la sima de Cabra..." . 62

3) Cuando Hércules, regresando desde Hesperia (luego llamada Hispania) hacia la Hélade con las vacas de Gerión, cruzaba Italia, Caco, un personaje de la mitología l a t i n a , hijo de Vulcano, 63

le robó algunos animales y los introdujo en una cueva

haciéndoles marchar hacia atrás, de tal m o d o que las huellas de las pisadas inducían a gran confusión. El héroe,

finalmente,

se enfrentó a Caco y lo mató.

Cuatro v e c e s , al menos, se menciona a Caco en el Quijote.

R e c o g e m o s las más

destacadas: -Leemos en el prólogo entre las reflexiones del autor: "Si tratareis de ladrones, y o os daré la historia de Caco, que la sé de c o r o " . 64

-Durante la primera salida, cuando ya anochecía el primer día, nuestro hidalgo llegó extenuado hasta una venta, que le pareció castillo. El dueño le aseguró que no disponía de lecho alguno libre: "Viendo D o n Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que tal le pareció a él el ventero y la venta, respondió: -Para mí, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear, etcétera. Pensó el huésped que el haberle llamado castellano había sido por haberle parecido de los sanos de Castilla, aunque él era andaluz, y de los de la playa de Sanlúcar, no menos ladrón que Caco,

ni m e n o s maleante que estudiante o paje" ... 65

-Por su lado, en el escrutinio de la librería del hidalgo manchego, a propósito del Espejo

de caballerías,

se nos dice: "— Y a conozco a su merced - dijo el Cura-.

Ahí anda el señor Reinaldos de Montalbán con sus amigos y compañeros, más ladrones que Caco, y los doce pares, con el verdadero historiador Turpín..." . 66

4) El undécimo trabajo consistió en apoderarse de las manzanas de oro de las Hespérides, hijas de la N o c h e . En su viaje desde Micenas 6 7

hasta los lugares en

que se encontraban las Hespérides, Hércules recorrió el norte de África, donde entabló feroz combate con Anteo, hijo de Posidón y de Tierra, que cobraba una fuerza sobrehumana cada v e z que entraba en contacto con su madre. El héroe consiguió dominarlo, vencerlo y ahogarlo, teniéndolo en volandas

sin permitir que rozara el

suelo. Contamos con dos apariciones del mítico personaje en la inmortal obra. El escritor está explicando cómo, de las muchas lectura y poco sueño, se volvió loco Don Quijote: "Mejor estaba con Bernardo del Carpió, porque en Roncesvalles había muerto a Roldan el encantado, valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los b r a z o s " . 68

Por su lado, el propio protagonista le replica a la duquesa de este modo: "...otro de ser de tan impenetrables carnes, que no pueda ser herido, c o m o lo fue el famoso Roldan, uno de los doce Pares de Francia, de quien se cuenta que no podía ser

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herido sino por la planta del pie izquierdo, y que esto había de ser con la punta de un alfiler gordo, y no con otra suerte de arma alguna; y así, cuando Bernardo del Carpió le mató en Roncesvalles, viendo que no le podía llagar con el hierro, le levantó del suelo entre los brazos, y le ahogó, acordándose entonces de la muerte que dio Hércules a Anteón, aquel feroz gigante que decían ser hijo de la Tierra..." . 69

5) El duodécimo y último gran trabajo fue traer hasta el mundo de los v i v o s el temible Can Cerbero, espantoso perro de tres cabezas que vigilaba las puertas del infierno. Y a hemos visto en nuestra obra una referencia i m p l í c i t a . 70

IV.

Vienen ahora los personajes míticos relacionados con Tesalia.

1 . Jasón fue el jefe de la expedición de los Argonautas, los cuales, a bordo de la famosa nave Argo, fueron hasta la Cólquide en busca del vellocino de oro. U n a v e z aparece en nuestro autor. En el epitafio que el M o n i c o n g o , académico de la Argamasilla, puso a la sepultura de D o n Quijote, tenemos: El calvatrueno que adornó a la Mancha de más despojos que Jasón de Creta, el juicio que tuvo la veleta aguda donde fuera mejor ancha,... . 71

2. Medea, hija de Eetes, rey de la Cólquide, fue pieza clave para que Jasón pudiera apoderarse del vellocino; perdidamente enamorada del griego, traicionó a su padre y dio muerte horrible a su hermano Apsirto, y, ya en la Hélade, como fuera abandonada por Jasón, que prefirió a la joven hija del rey de Corinto, llena de despecho y rabia, envió con sus hijos unos presentes que causaron la perdición de la j o v e n esposa y de su padre, y, a continuación, dio muerte a sus hijos c o m o venganza suprema contra quien le había prometido amor eterno. Una v e z la v e m o s en el Quijote.

Precisamente, en el prólogo de la genial obra,

un amigo le da consejos al autor en punto a mostrarse hombre erudito en letras humanas: "si (se. tratareis) de (se. mujeres) crueles, Ovidio os entregará a Medea; si de encantadoras y hechiceras, Homero tiene a Calipso y Virgilio a Circe;..." . 72

3. Sísifo, del que ya hemos hablado , fue padre de Glauco, y éste, de Belerofonte, 73

aunque según algunos había sido Posidón el verdadero progenitor del último; famoso por haber montado sobre

Pegaso

74

y eliminado a la Quimera, dio muerte sin querer

a un hermano, por lo que tuvo que exiliarse de Corinto, yendo a refugiarse en Tirinto; allí le acogió Preto, casado con Estenebea, que se enamoró del j o v e n y, tras haber fracasado en sus intenciones amatorias, le denunció ante su esposo de intento de seducción: es un caso famoso del llamado, en literatura comparada, "mito de Putifar". En una ocasión hemos localizado juntos los nombres de Belerofonte y Pegaso en

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la obra que revisamos.

A la pregunta que Sancho dirige a la Dolorida, deseoso

de saber el nombre del caballo de madera sobre el que montaba la linda Malagona, aquélla le replica: " El nombre -respondió la D o l o r i d a - n o es c o m o el caballo de Belerofonte, que se llamaba Pegaso; ni c o m o el del M a g n o Alejandro, llamado Bucéfalo..." . 75

En otra secuencia aparece sólo el famoso caballo. Ante la insistencia de D o n Quijote de cederle su caballo al Cura, así se expresa éste: " - Eso no consentiré y o en ningún m o d o - d i j o el Cura-: estése la vuestra grandeza a caballo, pues estando a caballo acaba las mayores hazañas y aventuras que en nuestra edad se han visto; que a mí, aunque indigno sacerdote, bastaráme subir en las ancas de una de estas muías de estos señores que con vuestra merced caminan, si no lo han por enojo; y aun haré cuenta que v o y caballero sobre el caballo Pegaso, o sobre la cebra o alfana en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que aun hasta ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista p o c o de la gran C o m p l u t o " . 76

V. A continuación vienen las figuras míticas correspondientes a Atenas o a Creta.

1 . Teseo, hijo de Egeo de quien heredó el trono de Atenas, es el héroe ateniense por antonomasia; junto con Hércules participó en numerosas gestas, c o m o la de las Amazonas; por otro lado, liberó el Ática de malhechores, y, asimismo, del oneroso tributo que pagaba a Minos, rey de Creta (catorce jóvenes, siete de cada sexo, para que los devorara el Minotauro); casado con la Amazona fue padre de Hipólito; marchó a Creta dispuesto a enfrentarse con el Minotauro; Ariadna, hija de Minos y de Pasífae, enamorada del ateniense, le ayudó en su empresa, y,

para que pudiera salir del

Laberinto construido por Dédalo, donde estaba encerrado el Minotauro, le dio un hilo especial con el fin de que fuera soltándolo desde la entrada. Después de haber recibido tantos favores de Ariadna, Teseo se casó con la hermana de ésta, Fedra, la que se enamoraría perdidamente de Hipólito. D o s veces menciona Cervantes a tal héroe; concretamente en la obra que revisamos. D o n Quijote le da consejos a Sancho, que teme no acertar a volver al escondido lugar de Sierra Morena donde dejaba a su señor: " - Toma bien las señas, que y o procuraré no apartarme de estos contomos - dijo D o n Quijote - , y aún tendré cuidado de subirme por estos más altos riscos, por ver si te descubro cuando vuelvas. Cuanto más, que lo más acertado será, para que no yerres y te pierdas, que cortes algunas retamas de las muchas que por aquí hay, y las vayas poniendo de trecho a trecho, hasta salir a lo raso, las cuales te servirán de mojones y señales para que m e halles cuando vuelvas, a imitación del hilo del laberinto de T e s e o " . 77

También D o n Quijote, ya enjaulado, duda de que sean realmente el Cura y el

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Barbero quienes les acompañan y de que él esté metido en una jaula, y, entre otras razones dadas a Sancho, manifiesta las siguientes: "Porque es fácil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán tomado las de estos nuestros amigos, para darte a ti ocasión de que pienses lo que piensas y ponerte en un laberinto de imaginaciones que no aciertes a salir de él, aunque tuvieses la soga de T e s e o " . 78

2. D e la unión de Júpiter y Europa nacieron Minos, Radamantis y Sarpedón. Radamantis fue legislador en Creta y, según algunos, por discrepancias con su hermano Minos, tuvo que marcharse de la i s l a . Cinco v e c e s , por lo menos, se menciona 79

a Radamantis en el Quijote,

dentro del m i s m o pasaje, donde, por boca de Minos,

se nos dice que ambos ejercen c o m o jueces en las moradas de Plutón: " - N o más - dijo a esta sazón uno de los dos que parecían r e y e s - ; no más, cantor divino; que sería proceder en infinito representarnos ahora la muerte y las gracias de la sin par Altisidora, no muerta, c o m o el mundo ignorante piensa, sino viva en las lenguas de la Fama, y en la pena que para volverla a la perdida luz ha de pasar Sancho Panza, que está presente; y así, ¡oh tú Radamanto, que conmigo juzgas en las cavernas lóbregas de Dite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en sí esta doncella, dilo, y decláralo luego, porque no se nos dilate el bien que

con su nueva vuelta esperamos.

Apenas hubo dicho esto Minos, juez, y compañero de Radamanto, cuando levantándose en pie Radamanto, dijo: - ¡ E a , ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinticuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos en brazos y lomos; que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!". C o m o Sancho se resistiera a sufrir la prueba a que querían someterlo, el

juez

infernal le reprochó de este modo: " - ¡Morirás!- dijo en alta v o z Radamanto-.Ablándate, tigre; humíllate, Nembrot soberbio, y sufre y calla, pues no te piden imposibles. Y no te metas en averiguar las dificultades de este negocio: mamonado has de ser; acribillado te has de ver; pellizcado has de gemir. ¡Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento; si no, por la fe de hombre de bien que habéis de ver para lo que nacisteis". Una v e z que Altisidora se hubo sentado en su túmulo y que con vivas celebraron su vuelta a la vida, se nos dice: "Levantáronse los duques y los reyes Minos y Radamanto, y todos juntos, con D o n Quijote y Sancho, fueron a recibir a Altisidora y a bajarla del t ú m u l o . . " . 80

3. Minos, al que acabamos de mencionar, se había casado con Pasífae, hija del Sol, y fueron padres de Fedra y Ariadna. Esta ayudó sobremanera a Teseo, de quien se había enamorado; el ateniense, cumplida su misión, huyó por

mar llevándosela,

pero la abandonó en la isla de Naxos, mientras la joven dormía; posteriormente, como hemos dichos antes, se casó con Fedra.

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Una referencia hemos visto en nuestra obra. La Trifaldi se refiere a los halagos de ciertos trovadores: "Pues ¿qué, cuando prometen el fénix de Arabia, la corona de Ariadna, los caballos del sol, del Sur las perlas, de Tíbar el oro y de Pancaya el bálsamo?..."«i.

VI.

Entra en este apartado lo relativo a los personajes relevantes de Troya, tanto

los anteriores, c o m o los contemporáneos e inmediatamente posteriores a la famosa guerra. 1. R e c o g e m o s aquí los llamados antehomerica

por muchos

filólogos

clásicos, es

decir, los hechos o personajes precedentes a la guerra de Troya y relacionados con ella, tal c o m o aparece recogida en

la

Iliada.

a. Helena es mencionada en cuatro ocasiones en el Quijote.

En dos de ellas se

recoge una vieja leyenda, a saber, el robo de la mujer más bella llevada a cabo por París. En la descripción de unas viejas sargas pintadas leemos lo siguiente: "En una de ellas estaba pintado de malísima manera el robo de Helena, cuando el atrevido huésped se la llevó a Menelao, y en otra estaba la historia de D i d o y de Eneas, ella sobre una alta torre, c o m o que hacía de señas con una media sábana al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba huyendo. N o t ó en las dos historias que Helena no iba de muy mala gana, porque se reía a socapa y a lo socarrón; pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del tamaño de nueces por los ojos. Viendo lo cual D o n Quijote dijo: -Estas dos señoras fueron desdichadísimas, por no haber nacido en esta edad, y y o sobre todas desdichado de no haber nacido en la suya; pues si y o encontrara a aquestos señores, ni fuera abrasada Troya, ni Cartago destruida, pues con sólo que y o matara a París se excusaran tantas desgracias. - Y o apostaré - dijo Sancho- que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas. Pero querría y o que la pintasen manos de otro mejor pintor que el que ha pintado a é s t a s " . 82

Nótese que Cervantes habla de "robo de Helena", en la línea tradicional de la leyenda mítica, pero a continuación deja ver, mediante una litotes ("no iba de m u y mala gana"), que la heroína se marchó voluntaria con París, y, además, sonriendo, en franca oposición a la actitud de Dido. Tal interpretación del famoso "robo", que, a decir verdad, habría que interpretar c o m o "abandono" del esposo legítimo con el que ya tenía una hija (Hermíone), y, al m i s m o tiempo, "escapada" voluntaria con un hermoso joven, soltero y rico por más señas, sigue una vieja tradición literaria . 83

A l g o parecido sucede en una secuencia en que D o n Quijote le pide a Sancho que olvide las injurias recibidas, y, más, tratándose de una niñería: "...Que, bien apurada

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la cosa, burla rué y pasatiempo; que, a no entenderlo y o así, ya y o hubiera vuelto allá, y hubiera hecho en tu venganza más daño que el que hicieron los griegos por la robada Helena. La cual, si fuera, en este tiempo, o mi Dulcinea fuera en aquél, pudiera estar segura que no tuviera tanta fama de hermosa c o m o t i e n e " . 84

Por lo demás, a un momento impreciso, quizá anterior al comienzo de las hostilidades contra los troyanos, puede pertenecer el siguiente pasaje, en que, a nuestro juicio, resulta oportuno aplicarle a la heroína los calificativos de griega (por su nacimiento) y bárbara (por el lugar donde entonces vivía, Troya), aunque cabe hacer otras interpretaciones. Se trata del pasaje en que D o n Quijote está elogiando a Dulcinea por su hermosura y buena fama, aspectos en que pocas pueden comparársele: " Y para concluir con todo, y o imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y pintóla en mi imaginación c o m o la deseo, así en la belleza c o m o en la principalidad, y ni la llega Helena, ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéritas, griega, bárbara o latina. Y diga cada uno lo que quisiere; que si

por esto fuere reprendido de los ignorantes, no seré castigado

de los rigurosos" . 85

Por último, nos queda un pasaje en que parece aludirse a hechos relatados en la Ilíada,

o, incluso, a la influencia literaria de la famosa heroína en la posteridad.

Dudamos, pues, en situar esta cita aquí o en el apartado siguiente. D o n Quijote, una v e z más, compara a Dulcinea con la más bella de las helenas: "Dulcinea es principal y bien nacida, y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y m u y buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, c o m o lo ha sido Troya por Helena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama" . 86

b. Menelao y París sólo los hemos encontrado una v e z en la genial o b r a . 87

2. Pasamos ya a los en la

homérica,

es decir personajes y acontecimientos recogidos

Ilíada.

a. En cuatro ocasiones está registrado Héctor, el troyano dilecto de Homero, valiente y responsable c o m o el que más, pero también humano, cariñoso con su esposa y su hijito, moderno en tantos aspectos, lejano ya del mundo épico en que el odio feroz a los enemigos era la carta de presentación del verdadero héroe. En un contexto interesante en que se recogen, en estilo indirecto, las palabras del canónigo a propósito de los libros de caballerías respecto "al sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos", leemos un aspecto singular del ínclito troyano, valiente como ninguno, pero cada día más asediado por los griegos:

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" Puede mostrar las astucias de Ulises, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinón, la amistad de Euríalo, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zópiro, la prudencia de Catón, y,

finalmente,

todas aquellas acciones que pueden

hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en m u c h o s . . . " . 88

Asimismo, cuando el Cura expone las hazañas y buenos méritos del Gran Capitán, indica: "E hizo otras tales cosas, que si como él las cuenta, y las escribe él asimismo, con la modestia de caballero y cronista propio, las escribiera otro, libre y despasionado, pusieran en olvido las de los Héctores, Aquiles y R o l d a n e s " . 89

Precisamente, al héroe manchego le duele profundamente que se dude de la existencia de Amadís y otros caballeros aventureros, así como de la realidad de ciertos nombres para él intocables: "Y si es mentira, también lo debe de ser que no hubo Héctor, ni Aquiles, ni la guerra de Troya, ni los doce Pares de Francia, ni el rey Artús de Inglaterra, que anda hasta ahora convertido en cuervo y le esperan en su reino por m o m e n t o s . . . " . 90

Por su lado, la Dolorida se queja de la situación de las dueñas: "¡Desdichadas de nosotras las dueñas; que aunque vengamos por línea recta del varón en varón, del m i s m o Héctor el troyano, no dejaran de echarnos un v o s nuestras señoras, si pensasen por ello ser reinas!" . 91

b. Una vez tan sólo hemos encontrado a Néstor, el caballero gerenio . El muchacho, 92

auxiliar de maese Pedro, se expresa de este m o d o ante D o n Quijote y su escudero: "...¡Los ojos de vuestros amigos y parientes os vean gozar en paz tranquila los días (que los de Néstor sean) que os quedan de la v i d a " . 93

c. Aquiles el mejor de los aqueos en toda la tradición literaria europea, aparte del episodio anterior al conflicto bélico, acabamos de verlo citado en tres ocasiones, al lado de Héctor, c o m o paradigmas de héroe, sin necesidad de adjetivo a l g u n o . 94

3. Dentro de los posthomerica

los filólogos examinan los hechos que, aun pertinentes

a la guerra de Troya y sus consecuencias (incluidos los regresos de los héroes a sus hogares), ocurrieron tras los sucesos contados en la litada.

Se incluyen aquí los

personajes míticos presentados, esencialmente, en la Odisea y en los poemas del llamado Ciclo troyano, de los que nos han llegado escasos fragmentos. a. A l Ciclo troyano correspondía, entre otros poemas, la Pequeña se recogía el famoso episodio del

Ilíada,

donde

Caballo de madera, dentro del cual un grupo

selecto de aqueos, bajo el mando de Ulises, logró entrar en Troya. El Caballo había sido aparentemente abandonado por los griegos, mientras ellos se hacían a la mar rumbo a la isla de Ténedos. En tierra quedó sólo Sinón, que desempeñó bien su

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papel, engañó a los troyanos y logró que introdujeran el Caballo en la ciudad; posteriormente, mediante una antorcha, dio a los demás griegos la señal

de que

todo iba bien, y, a continuación, abrió el vientre del animal para que de él salieran los helenos y, asimismo, las puertas de la c i u d a d . 95

La única aparición de Sinón en nuestra obra la h e m o s visto y a . 9 6

b. En otro poema del Ciclo troyano llamado

Regresos

( Nóstoí)

se recogían detalles

esenciales de la vuelta de los helenos desde Troya hasta sus respectivos hogares. Lugar central ocupaba el regreso de A g a m e n ó n a Micenas y su asesinato

a manos

de su esposa Clitemnestra y del amante de ésta, Egisto; también, las consecuencias del parricidio, es decir, cómo Orestes, con la

ayuda de Pílades su amigo inseparable,

v e n g ó la muerte de su padre, matando a su madre y a su adúltero esposo. M u c h o s de estos asuntos fueron tratados posteriormente por los trágicos griegos. H e m o s localizado una sola cita de Orestes y

Pílades. A propósito de la amistad

de Rocinante y el rucio de Sancho, el genial escritor afirma lo siguiente: "Digo que dicen que dejó el autor escrito que los había comparado en la amistad a la que tuvieron N i s o y Euríalo, y Pílades y Orestes; y si esto es así, se podía echar de ver, para universal admiración, cuan firme debió ser la amistad de estos dos pacíficos animales, y para confusión de los hombres, que tan mal saben guardarse amistad los unos a los o t r o s " . 97

c. N o s ocupamos ahora de personajes mencionados en la Odisea,

siguiendo el orden

con que allí aparecen. l)En primer lugar contamos con tres menciones del héroe central del poema homérico, Ulises. D e la primera, donde figura c o m o modelo de astucia, ya hemos h a b l a d o . 98

Las otras dos aparecen en boca del protagonista.

En una, D o n Quijote, dialogando

con Sancho, ensalza sobre manera a Amadís de Gaula, al que tiene por norte, lucero y sol de los valientes y enamorados caballeros: "...Digo asimismo que, cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte, procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe; y esta misma regla corre por todos los más oficios o ejercicios de cuenta que sirven para adorno de las repúblicas; y así lo ha de hacer y hace el que quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato v i v o de prudencia y de sufrimiento, como también nos mostró Virgilio, en persona de Eneas, el valor de un hijo piadoso y la sagacidad de un valiente y entendido capitán, no pintándolos ni describiéndolos c o m o ellos fueron, sino c o m o habían de ser, para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes..." . 99

N o obstante, bastante después, D o n Quijote rectifica en cierto m o d o su criterio. Efectivamente, en su diálogo con Carrasco a propósito del poeta y el historiador, el hidalgo manchego, ante la afirmación del Bachiller sobre que habría estado bien que los autores de la historia hubieran olvidado algunos de los infinitos palos que

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en diferentes encuentros habían dado a D o n Quijote, sostiene lo siguiente: " - También pudieran callarlos por equidad - dijo D o n Quijote-, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fe que no fue tan piadoso Eneas c o m o Virgilio lo pinta, ni tan prudente Ulises c o m o le describe H o m e r o " 2) Penélope, la fiel esposa del héroe de í t a c a

101

100

.

, la hemos encontrado tan sólo

en un pasaje. Leonela, doncella de Camila, lamenta el aparente desmayo de su señora. Ambas eran conscientes de que Anselmo (el curioso impertinente) estaba oyéndolas: " - ¡ A y desdichada de mí si fuese tan sin ventura que se m e muriese aquí entre m i s brazos la flor de la honestidad del mundo, la corona de las buenas mujeres, el ejemplo de la castidad!... Con otras cosas a éstas semejantes, que ninguno la escuchara que no la tuviera por la más lastimada y leal doncella del mundo, y a su señora por otra nueva y perseguida Penélope. P o c o tardó en volver de su desmayo C a m i l a . . . " . 102

3) Grandísimo interés para comprobar la inteligencia, prudencia y astucia de Ulises tiene todo el episodio odiseico de los C í c l o p e s , entre los cuales sobresale el antropófago 103

y crudelísimo Polifemo, que lo hallamos una v e z en la obra imperecedera. En la cerdosa aventura que le aconteció a nuestro personaje, leemos que gentes de lanza y adarga apresaron a D o n Quijote y su escudero: "Cerró la noche, apresuraron el paso, creció en los dos presos el miedo, y más cuando oyeron que de cuando en cuando les decían: -¡Caminad, trogloditas! -¡Callad, bárbaros! -¡Pagad, antropófagos! - ¡ N o os quejéis, escitas, ni abráis los ojos, Polifemos matadores, leones carniceros! Y otros nombres semejantes a éstos, con que atormentaban los oídos de los miserables amo y mozo. Sancho iba diciendo entre sí: «¿Nosotros tortolitas?¿Nosotros barberos ni estropajos?¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita? N o m e contentan nada estos nombres: a mal viento va esta parva; todo el mal nos viene junto, c o m o al perro los palos, y ¡ojalá parase en ellos lo que amenaza esta aventura tan desventurada»" . 104

4) En una ocasión tenemos las espantosas Escila y C a r i b d i s . En la historia de 105

la famosa infanta Micomicona,

D o n Quijote habló por extenso de los trabajos del

estudiante: "...Por este camino que he pintado, áspero y dificultoso, tropezando aquí, cayendo allí, levantándose acullá, tornando a caer acá, llegan al grado que desean; el cual alcanzado, a muchos h e m o s visto que, habiendo pasado por estas sirtes y por estas Scilas y Caribdis c o m o llevados en vuelo de la favorable fortuna, digo que los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas y su dormir en una estera, en reposar en holandas y damascos, premio justamente merecido de su virtud..." . 106

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5) Los hechos correspondientes a la huida de Eneas desde Troya no entran propiamente en los Posthomerica,

pero pueden incluirse en este apartado por cuanto, lato

son sucesos siguientes a la caída y destrucción de Troya. El Quijote

sensu,

recoge en nueve

ocasiones, al menos, al famoso personaje mítico. Y a lo hemos visto en varios pasajes c o m o hijo piadoso y al m i s m o tiempo astuto c a p i t á n , de p i e d a d

108

107

y, asimismo, cual símbolo

; también hemos aludido a la historia de D i d o y E n e a s

1 0 9

.

Por otro lado, en el canto de la Trifaldi se repite cuatro veces el siguiente estribillo: Cruel

Vireno, fugitivo

Barrabás

Eneas,

te acompañe;

allá

te

avengas^.

Finalmente, el protagonista, dialogando con doña Rodríguez,

le pide seguridad

de que no va a ser forzado ni acometido: " - A v o s y de v o s la pido - replicó D o n Quijote-; porque ni soy de mármol ni v o s , de bronce, ni ahora son las diez del día, sino medianoche, y aún un p o c o más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta que lo debió de ser la cueva donde el traidor y atrevido Eneas g o z ó a la hermosa y piadosa Dido. Pero dadme, señora, la mano, que y o no quiero otra seguridad mayor que la de mi continencia y recato, y la que ofrecen esas reverendísimas t o c a s "

111

.

6) Dido, la reina de Cartago que se enamoró de Eneas cuando éste viajaba desde Troya hacia el lugar que luego sería Roma, es presentada con matices algo distintos de los que nos ha legado la tradición clásica. Decir que "el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa D i d o "

1 1 2

supone una serie de cambios en la interpretación

del relato tradicional. Efectivamente, Eneas no fue traidor en absoluto, y los dos gozaron del amor cuando, a causa de una tormenta, se refugiaron dentro de una cueva en los alrededores de Cartago; fue algo dispuesto por los dioses, no un arrebato de Eneas. Es curioso, además, que el adjetivo latino "pius", aplicado continuamente a Eneas en la Eneida,

se diga ahora de Dido. En resumidas cuentas, Eneas parece

no disfrutar de las simpatías c e r v a n t i n a s . 113

7) Asimismo hemos encontrado dos menciones de Euríalo, y una de Niso; también en una ocasión aparece Palinuro, el piloto de la nave de Eneas. Los tres eran compañeros del piadoso héroe, al que acompañaron en su viaje desde Troya hacia lo que luego sería Roma. A Euríalo ya lo hemos visto como modelo de a m i s t a d . Además, Euríalo y N i s o 114

se nos presentan en el Quijote como amigos íntimos, a la manera de Orestes y P ü a d e s . 115

En cuanto a Palinuro, famoso piloto, leemos lo siguiente: Marinero soy de amor, y en su piélago profundo navego sin esperanza de llegar a puerto alguno.

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Siguiendo v o y a una estrella que desde lejos descubro, más bella y resplandeciente que cuantas vio Palinuro.

Y o no sé adonde m e guía, y así, navego confuso, el alma a mirarla atenta, cuidadosa y con d e s c u i d o . . .

VII.

116

.

Reservamos un apartado para los personajes míticos relacionados, de algún

modo, con metamorfosis. Seguiremos el orden con que aparecen en la obra de Ovidio. 1. Cervantes se ocupa en varios lugares del mito de D a m e al menos, que señalan cómo la j o v e n

rehuye

1 1 7

, con tres secuencias,

la persecución de Apolo. En el

Quijote

hemos encontrado una referencia indirecta en donde se alude indudablemente a dicho mito. Así leemos cuando D o n Quijote invoca a A p o l o , el Sol: "...Y tú, sol, que ya debes de estar apriesa ensillando tus caballos, por madrugar y salir a ver a mi señora, así c o m o la veas, suplicóte que de mi parte le saludes; pero guárdate que al verla y saludarla no le des paz en el rostro; que tendré más celos de ti que tú los tuviste de aquella ligera ingrata que tanto te hizo sudar y correr por los llanos de Tesalia, o por las riberas de Peneo; que no m e acuerdo bien por dónde corriste entonces celoso y e n a m o r a d o " . 118

2. Nuestro autor cita a E c o

1 1 9

cinco veces, al menos, en sus obras: la ninfa está

m u y ligada a otro personaje relevante, Narciso, el enamorado de sí m i s m o aparición de Eco hemos hallado en el Quijote.

Se trata

1 2 0

. Una

del episodio donde se recogen

las finezas que de enamorado hizo nuestro protagonista en Sierra Morena, paseando por el prado y escribiendo versos, dedicados a Dulcinea, en las cortezas de los árboles y en la arena:

"En esto, y en suspirar, y en llamar a los faunos y silvanos de aquellos

bosques, a las ninfas de los ríos, a la dolorosa y húmeda Eco, que le respondiesen, consolasen y escuchasen, se entretenía, y en buscar algunas yerbas con que sustentarse en tanto que Sancho volvía; que, si c o m o tardó tres días, tardara tres semanas, el Caballero de la Triste Figura quedara tan desfigurado, que no le conociera la madre que lo p a r i ó "

121

.

3. Según las Metamorfosis

1 2 2

ovidianas, Píramo y Tisbe, asirios de Nínive, estaban

mutuamente enamorados, pero sus familias se oponían a la relación; los jóvenes acordaron verse por la noche en lugar apartado; primero llegó Tisbe, que, cuando v i o llegar a una leona, huyó, perdiendo el v e l o que llevaba; el animal manchó esa prenda con su hocico ensangrentado; cuando se presentó Píramo y v i o el velo, creyendo que

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su enamorada había perecido, se suicidó. Volvió Tisbe, que al contemplar a su amado muerto, se quitó la vida sobre su cadáver. Los parientes, tras quemarlos, unieron sus cenizas en el m i s m o sepulcro. La metamorfosis se dio precisamente en el reino vegetal: un moral de frutos blancos que allí había, manchado con la sangre del joven, pasó a dar frutos negros. Tres menciones de Píramo y cuatro de Tisbe hemos encontrado en las obras cervantinas; salvo un p a s a j e

123

, los otros tres los tenemos en la inmortal novela que revisamos.

Dentro del capítulo en que se refieren los hechos acaecidos en la mansión del Caballero del Verde Gabán, el hijo del dueño llamado don Lorenzo, a petición de D o n Quijote, le recitó el siguiente soneto "a la fábula o historia de Píramo y Tisbe: El muro rompe la doncella hermosa que de Píramo abrió el llagado pecho; parte el amor de Chipre, y va derecho a ver la quiebra estrecha y prodigiosa. Habla el silencio allí, porque no osa la v o z entrar por tan estrecho estrecho. Las almas sí, que Amor suele de hecho facilitar la más difícil cosa. Salió el deseo de compás, y el paso de la imprudente virgen solicita por su gusto su muerte: ved qué historia. Que a entrambos en un punto, ¡oh extraño caso!, los mata, los encubre y resucita una espada, un sepulcro, una memoria. - ¡ B e n d i t o sea D i o s - dijo D o n Quijote, habiendo oído el soneto, a don L o r e n z o - , que entre los infinitos poetas consumidos que hay, he visto un consumado poeta, c o m o lo es vuesa merced, señor mío, que así m e lo da a entender el artificio de este s o n e t o ! "

124

.

En la misma obra, un poco más adelante, por boca del estudiante, oímos lo siguiente: "Es este Basilio un zagal del m i s m o lugar de Quiteria, el cual tenía su casa pared y medio de la de los padres de Quiteria, de donde tomó ocasión el amor de renovar al mundo los ya olvidados amores de Píramo y Tisbe; porque Basilio se enamoró de Quiteria desde sus tiernos y primeros años, y ella fue correspondiendo

a su deseo

con mil honestos favores; tanto, que se contaban por entretenimiento en el pueblo los amores de los dos niños Basilio y Quiteria. Fue creciendo la edad, y acordó el padre de Quiteria de estorbar a Basilio la ordinaria entrada que en su casa tenía;

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y por quitarse de andar receloso y lleno de sospechas, ordenó de casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tiene tantos bienes de fortuna c o m o de naturaleza..." . 125

Una tercera cita de Tisbe encontramos en la magnífica novela. Dentro de la aventura de Sierra Morena, oímos lo que sigue de labios del cabrero: " - M i nombre es Cardenio; mi patria, una de las mejores de esta Andalucía; mi linaje, noble; mis padres, ricos; mi desventura, tanta, que la deben de haber llorado mis padres, y sentido mi linaje, sin poderla aliviar con su riqueza, que para remediar desdichas del Cielo poco suelen valer los bienes de fortuna. Vivía en esta misma tierra un cielo, donde puso el amor toda la gloria que y o acertara a desearme; tal es la hermosura de Luscinda, doncella tan noble y tan rica c o m o y o , pero de más ventura y de menos firmeza de lo que a m i s honrados pensamientos se debía. A esta Luscinda amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros años, y ella me quiso a mí con aquella sencillez y buen ánimo que su poca edad permitía. Sabían nuestros padres nuestros intentos, y no les pesaba de ello, porque bien veían que, cuando pasaran adelante, no podían tener otro fin que el de casamos, cosa que casi la concertaba la igualdad de nuestro linaje y riquezas. Creció la edad, y con ella el amor de entrambos, que al padre de Luscinda le pareció que por buenos respetos estaba obligado a negarme la entrada de su casa, casi imitando en esto a los padres de aquella Tisbe tan decantada de los poetas. Y fue esta negación añadir llama a llama y deseo a deseo; porque, aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner a las plumas, las cuales, con más libertad que las lenguas, suelen dar a entender a quien quieren lo que en el alma está encerrado; que muchas veces la presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida. ¡Ay cielos, y cuántos billetes le escribí! ¡Cuan regalas y honestas respuestas tuve! ¡Cuántas canciones compuse y cuántos enamorados versos donde el alma declaraba y trasladaba sus sentimientos, pintaba sus encendidos deseos, entretenía sus memorias y recreaba su v o l u n t a d ! . . . " . 126

IX.

En este último apartado entrarían aquellos personajes míticos convertidos en

constelaciones, es decir, catasterizados. Sólo hemos encontrado un ejemplo. Se cuenta que Ariadna, cuando se casó con Baco, recibió una corona como regalo nupcial; es asunto debatido quién se la regaló. Esa corona fue convertida en la constelación llamada, asimismo, C o r o n a

127

.

La Trifaldi se refiere a los poetas que hablan de cosas imposibles: "...Pues ¿qué, cuando prometen el fénix de Arabia, la corona de Ariadna, los caballos del sol, del Sur las perlas, de Tíbar el oro y de Pancaya el bálsamo? Aquí es donde ellos alargan más la pluma, como les cueste poco prometer lo que jamás piensan ni pueden cumplir" . 128

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suelen incluirlos en el apartado correspondiente a Plutón (Hades). Ovidio (Metamorfosis 4. 457-463) recoge los nombres de los cinco famosos condenados que pasaron a ser canónicos, desde pronto, en los autores de la literatura española: Alfonso el Sabio, Juan de Mena, etc. Ya en la Odisea, 11, 576-600, el héroe de Itaca, menciona sucesivamente a Ticio, Tántalo y Sísifo, entre los personajes que había visto en el reino de los muertos. Además de la secuencia que mencionaremos a continuación, los tenemos en La Galatea, IV, pp.697-698, pasaje bastante amplio y de enorme interés, pues, aparte de los cinco nombres citados, se menciona allí a Minos, Radamantis, Megera, Tesifón y Alecto. Don Quijote, I 14, p.1077. Hijo de Júpiter, reinó en Lidia y fue el fundador de los Tantálidas: hijos suyos fueron Níobe y Pélope. Tántalo coció y despedazó a su hijo Pélope, ofreciéndoselo a los dioses en un banquete; aunque las divinidades advirtieron el engaño, Deméter llegó a comerse un trozo del hombro del muchacho. Los dioses lo castigaron a pasar hambre y sed espantosas, aunque tenía cerca de sí, pero inalcanzables, frutas y agua abundantes. Véase, Odisea 11.582 ss. Hijo de Éolo, rey de Tesalia, Sísifo fue rey de Corinto; astuto y hábil hasta el punto de haber engañado a la muerte, resultó condenado por los dioses a llevar sobre sí una enorme piedra hasta lo alto de una montaña; una vez allí, el canto rodaba hasta abajo, y todo comenzaba otra vez. Para algunos era el padre verdadero de Ulises. Sísifo recibió tan pesado castigo por haberle contado al río Asopo que Júpiter había raptado a su hija, Egina. O Titio. El colosal personaje, hijo de Júpiter y de una mortal, intentó violar a Latona, cuyos hijos, Apolo y Diana, lo mataron a flechazos; en el infierno se vio sometido a un espantoso tormento, pues unos buitres le roían el hígado de modo incesante: cf. Odisea, 11.576-581. Ixión (aquí con la grafía Egión; Egión en Sevilla Arroyo-Rey Hazas), rey de los Lápitas, quiso forzar a Juno; la diosa (o Júpiter) le preparó una nube de forma equina con la que el monstruo se unió y engendró a los Centauros, hombres, de cintura para arriba, caballos, en cambio, de cintura para abajo. Por tal pecado, Ixión fue condenado al infierno, donde está penando atado a una rueda y huyendo de sí mismo. Las cincuenta hijas de Dánao, forzadas a casarse con sus primos hermanos los Egipcios, los mataron en la noche de bodas, salvo Hipermnestra, que respetó a su esposo, Linceo. Como castigo tenían que llenar, de modo incesante, pero sin ningún resultado, una tina agujereada. Cf. Esquilo, Prometeo 865; Ovidio, Epístolas 14; Apolodoro, 2.21-2; Higino, Fábulas 170. Obsérvese la mención de Cerbero, el tricéfalo can portero del infierno, aunque no aparece su nombre de modo explícito. También salen a relucir las quimeras: recordemos que Equidna y Tifoeo fueron los progenitores de la Quimera, la Esfinge y el León de Nemea. La Quimera era un ser monstruoso compuesto de leona, cabra y serpiente; fue aniquilada por Belerofonte. Don Quijote, II 58, p.1471. Pensemos en la Odisea , 8.266-369, donde, con todo tipo de detalles se nos habla de la ingeniosa red con que Vulcano atrapó en el lecho a los amantes; en realidad, tenía toda la razón para estar enfadado por el adulterio, pues, al fin y al cabo, era el legítimo esposo de Venus. A ésta diosa la encontramos otra vez en el Quijote, como veremos al ocupamos de Diana. Cf. Don Quijote, I 20, p. 1101. Los romanos adoptaron este nombre de origen griego que significa " Memoria". Las Musas viven en el monte Helicón (Beocia), aunque también se las sitúa en el monte Parnaso por su estrecha relación con Apolo, que recibía en Delfos - al pie del último monte citado- culto especial. También el Olimpo y, en general, las cumbres montañosas eran consideradas moradas de estas divinidades. Don Quijote, II 18, p.1334. Las Musas como inspiración de los poetas constituyen un topos literario tan antiguo como la literatura europea. Precisamente, tanto la Ilíada, como la Odisea, y, por otro lado, la Teogonia hesiódica, comienzan con invocaciones a las Musas 1 4

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(en singular o plural) en la idea de que vendrán a soltar la lengua del poeta, a darle alas y a guiarlo por caminos desconocidos hasta entonces para él. Don Quijote, II 45, p. 1424. En unas pocas líneas se apunta a diversos dominios del gran dios de la poesía y de la música, así como de la medicina; como sinónimo del Sol goza de los poderes que a éste le corresponden desde la Antigüedad clásica: verlo todo y oírlo todo desde el cielo. El escritor quizá desee llevar al lector a la idea de que Don Quijote invoca a Apolo, dotado de todos sus atributos, porque sólo el dios de las Musas podría inspirarle en grado suficiente para contar la gran hazaña de Sancho. Recordemos que Timbreo (o Timbrio) es un sinónimo de Apolo, pues en Timbra (o Timbre), junto al río Timbrio (afluente del Escamandro que fluye por la Tróade, no lejos de Troya) había un templo dedicado al dios. Don Quijote, I 2, p.1040. Don Quijote, II 71, p.1514. Don Quijote, Laudos, p.1035. Entiéndase los caballos del carro del Sol, sinónimo de Apolo. 31 Don Quijote, I 6, p.1053. Don Quijote, II 67, p.1503. Nótese la inversión sintáctica, pues se pasa de la distribución objeto directo-sujeto, a sujeto-objeto directo, justamente a partir de Apolo. De gran interés y calado poético es poner juntos y en armonía a Apolo y Amor, entendido éste como dador de conceptos poéticos. Don Quijote, Laudos, p.1036. La veremos al ocuparnos de Acteón, nota 57. 55 Don Quijote, II 57, p.1467. Don Quijote, II 8, p.l298.(Ni Estrabón (14.1.22) ni Valerio Máximo recogen la noticia de que Heróstrato fuera pastor). El incendio tuvo lugar en el 356 a.C. Eros entre los griegos: su genealogía es discutida; hijo de Caos para unos; de Afrodita y Ares, según otros; carece de progenitores, a juicio de muchos. Don Quijote: cf. p. 1068 (bis), 1077 (bis),1079,1119 (bis), 1231, 1311(bis), 1334 (bis), 1341 (bis). De la p.1334 hablaremos al tratar de Píramo y Tisbe (véanse notas 124-6). Destaquemos el número de repeticiones (seis) dentro de los correspondientes sistemas métricos. Don Quijote, I 14, p. 1077. A continuación, se refiere al lazo con que acabará su vida, exponiendo a los vientos su cuerpo y alma. » Don Quijote, I 14, p.1079. 1 Don Quijote, I 43, p.1231. Don Quijote, II 58, p. 1470-1. No parece casual que el juicio ramplón, demasiado realista y carente de fantasía aparezca en boca de Sancho. Don Quijote, II 11, p. 1307-9. Don Quijote, II 20, p.1341. Los Sátiros se mostraban como seres animalescos con aspecto de macho cabrio y dotados, casi siempre, de un falo considerable. Eran compañeros de Baco. « Don Quijote, I 15, p.1083. Aparecía, por primera vez, en la Miniada, poema épico de los siglos VII-VI a.C, que relataba el descenso de Teseo y Pirítoo a los infiernos (Cf. Pausanias, 10.28.2). Luego, lo tenemos en Eurípides (Alcestis 254 ss, Heracles 431), etc. Don Quijote, II 11, p.1307. No le faltaba razón para decir eso, ya que la primera figura que se ofreció a sus ojos fue precisamente la misma Muerte, con rostro humano. Puede acudirse a Virgilio, Eneida 4.173-97, donde se nos dice cómo es su figura y sus efectos. Fama es presentada allí como hija de Tierra y hermana de Ceo y Encelado; dotada de pies muy veloces y rápidas alas, es un monstruo horrible, de enorme tamaño; sus vigilantes ojos son tantos como plumas tiene en el cuerpo; bajo las plumas tiene un número igual de bocas, lenguas y oídos; por la noche vuela entre el cielo y la tierra; durante el día, se mantiene 2 7

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vigilante en lo alto de las torres. En griego Óssa. Cf. Ilíada 2.93. Trabajos y Días 763 ss. Cf. otro ejemplo en el texto a que alude la nota 80. Don Quijote, laudos, p.1036. Don Quijote, II 65, p.1500. Según unos, ambos son hijos de Júpiter y Leda; según otros, sólo Polideuces (Pólux, si seguimos la forma latina) procedía del padre de los dioses, mientras que Castor había sido engendrado por Tindáreo, esposo de Leda. La opinión común era, asimismo, que Helena era hija de Zeus y Leda; Clitemnestra, en cambio, habría nacido de la unión de Tindáreo con su esposa. 56 Don Quijote, I 23, p.l 118. Según la versión más aceptada, el castigo le fue impuesto por la diosa ( Diana, la Ártemis de los griegos), divinidad virginal protectora de los animales salvajes y, asimismo, de la caza. Don Quijote, II 58, p.1472. Anteen es la lectura ofrecida por varios editores. Aunque procedían de la casa real de Micenas, en Tebas vivían Anfitrión y Alcmena. Uniéndose a ésta, en tal ciudad, Júpiter engendró al eximio héroe. Dos de ellas, al menos, con el sobrenombre de Alcides, es decir, el descendiente de Alceo. De éste era hijo Anfitrión, padre putativo de Hércules. Don Quijote, II 2, p.1280. Puede pensarse en la única alusión cervantina a la sumisión de Hércules como esclavo de la reina Onfala de Lidia: La Galatea, IV, p. 698. También hemos localizado otro texto en que se alude a las funciones mujeriles desempeñadas por el héroe, pero, precisamente, al lado de Deyanira: La casa de los celos, 2, p. 254. 62 Don Quijote, II 14, p.1316. « Véanse, Virgilio, Eneida, 8.190-267; Propercio, 4.9.1-20; Tito Livio, 1.7.4-7; etc. Don Quijote, prólogo, p. 1033. 65 Don Quijote, I 2, p.l041-2. 66 Don Quijote, I 6, p.1052. Algunos estudiosos las consideran hijas de Héspero, hermano de Atlas. Tales divinidades, en el extremo occidental del mundo entonces conocido, y dentro de magníficos jardines, guardaban unos árboles maravillosos que producían manzanas de oro; los frutos estaban custodiados por un terrible dragón. Don Quijote, I 1, p.l038. Valbuena ofrece la lectura Ateneo; Sevilla Arroyo-Rey Hazas, Anteo. 69 Don Quijote, II 32, p.l386. Cf. el texto. recogido en nota 16 . ' Don Quijote, I 52, p.1269. Don Quijote, prólogo, p.1033. Cf. nota 18. Véase lo que decimos sobre la genealogía de Pegaso en I 1. Don Quijote, II 40, p.1408. 6 Don Quijote, I 29, p.l 158. Don Quijote, I 25, p.l 135. Don Quijote I 48, p.1255. De nuevo la mención del Laberinto, junto a la de Teseo. A partir de Platón se le considera, junto con Minos y Éaco, juez de los muertos que llegan a los infiernos. Cf. Apología 41 a; Gorgias 523 e. Don Quijote, II 69, pp.1508-1509. Minos fue famoso rey de Creta. Cf. nota 127. 5 0

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82 Don Quijote, II 71, p.1515. Viene de lejos la afirmación de que Helena se enamoró perdidamente de Paris, deslumbrada por su belleza y oro. Según leemos en Eurípides (Cíclope, 182-186), la bella, al ver los multicolores pantalones y el áureo collar del troyano, quedó conturbada, abandonando a Menelao, un hombrecillo muy bueno. Asimismo, Iflgenia en Aulide, 73-76, nos ofrece una versión parecida, esta vez en boca de Agamenón: el troyano, vestido con oro y lujo bárbaro, encantó a la amante y se la llevó consigo hacia el Ida. En Troyanas, 993-997, leemos que ni un solo grito se le oyó a la que afirmaba haber sido raptada por la fuerza. Hécuba, por su lado, conoce el poderoso atractivo físico de Helena, y por eso le recomienda a Menelao que, en el viaje de regreso, no la lleve en la misma nave en que él había de ir. Así lo acepta el héroe. De este modo, la anciana ex-reina de Troya logra desmontar una a una las razones esgrimidas por Helena (juicio de las tres diosas; actuación de los dioses; y el tema de la belleza), acordes con la tradición y la leyenda épica. La razón de lo ocurrido era bien distinta: no procedía del exterior, sino que era preciso descubrirla en el interior, en el alma y la voluntad de la hermosa. Si Safo (Fr. 16. 6-12 L.-P.; en nombre de la belleza y del amor ) y Gorgias (Encomio de Helena 6. Apoyado en cuatro razones: la voluntad del destino y de los dioses; la violencia; la persuasión; el amor) disculpan a Helena, en cambio, ni cierto pasaje de Estesícoro (Fr. 223 PMG, de origen inseguro: Tindáreo, celebrando un sacrificio en honor de los dioses se olvidó de Afrodita, "por lo cual, irritada la diosa, hizo a sus hijas bígamas, trígamas y desertoras de sus esposos". Este poeta rectificará su opinión en la Palinodia), ni Esquilo (Agamenón 406-408, 688-692, 803, 145, por haber sido cómplice de Paris; 62, como mujer de más de un hombre; 450-451, 822-823, los Atridas nunca debieron hacer la guerra por una mujer de tal laya), ni Eurípides, como hemos visto, la exculpan. Don Quijote, I 21, p.l 108. Nótese cómo el protagonista acude al ejemplo más eximio de belleza según toda la tradición literaria europea: comparar a Dulcinea con Helena equivale a darle a la manchega un rango de ser extraordinario, casi divino, por encima de las virtudes humanas de cada día. S5 Don Quijote, I 25, p.l 133. Don Quijote, II 32, p. 1387. Las dos fueron conocidas por su vida alegre en el terreno sexual. Advertimos, además, un punto de fina ironía: ambas mujeres son famosas en las respectivas leyendas; las dos fueron causa de la ruina de su país [Helena, de Troya, donde había huido con su amante; la Cava, de España: en efecto, ésta, hija de don Julián, conde de Ceuta, había sido violada por Don Rodrigo, el último rey visigodo; su padre, en venganza por lo ocurrido, permitió ( e, incluso ayudó, según algunos) que los musulmanes, a las órdenes de Muza, invadieran las playas andaluzas. De ser víctima de violación, la hija de Don Julián pasó al Romancero con fama de mala mujer]. Cf. el texto recogido en nota 82. Don Quijote, I 47, p.l251. Don Quijote, I 32, p.l 171. ° Don Quijote, I 49, p.1258. 91 Don Quijote, II 40, p.1409. Neleo, hijo de Posidón y Tiro, fue rey de Pilo, donde le sucedió su hijo Néstor. Éste sobresale en la Ilíada por su capacidad oratoria y poder persuasivo; acudió a la guerra de Troya cuando tenía ya setenta años, y era, sin duda, el de más edad de todo el contingente heleno; aprovecha las pausas de la liza para contar sus hazañas, entre las que sobresalía su lucha contra los Centauros (Cf. Ilíada 1.260 ss; 2.591 ss; 5.392-400; 11.689-693; 16.317 ss; Odisea 3.452 ss; Pausanias, 6.25.2-3; etc.). Don Quijote, II 26, p.1364. Cf. notas 88, 89, 90. Cf. Apolodoro, Epitome, 5.19; Higino, Fábulas 108. Cf. nota 88. 8 3

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Don Quijote, II 12, p.l310.(De Niso y Euríalo nos ocuparemos al hablar de Eneas). Tras el asesinado de Agamenón, Orestes fue enviado a Crisa (Fócide), a la mansión de Estrofio, con cuyo hijo Pílades se crió (Estrofio estaba casado con una hermana de Agamenón; así, pues, Orestes y Pílades eran primos hermanos). Desde la Orestía de Estesícoro la amistad de Orestes y Pílades es paradigmática. Pílades tiene un papel pasivo en Esquilo y Sófocles; en cambio, en la Iflgenia entre los tauros de Eurípides, lo tenemos como personaje activo, importante para la acción dramática. 9 7

Cf. nota 88. Don Quijote, I 25, p.1129. 100 Don Quijote, II 3, p.1282. 101 La primera mención en la literatura europea la tenemos en Odisea, 1.222-223, donde Atenea, transformada en Mentes, le recuerda a Telémaco su linaje. Don Quijote, I 34, p. 1188. Si el héroe de ítaca, tras veinte años de ausencia, entra en su palacio, desconocido para todos excepto para su hijo, y así puede ver cómo se comportan los pretendientes, las servidoras y la propia Penélope, en Cervantes, Lotario, amante ya de Camila, arrebatado por los celos en la idea de que ésta le ha sido infiel, acuerda con Anselmo, esposo legítimo de aquélla, que se esconda en su propia casa para comprobar la poca lealtad que su mujer le guardaba. i° Casi todo el canto noveno de la Odisea lo dedica Ulises a contar lo que le ocurrió en la tierra de los Cíclopes. 10 Don Quijote, II 68, p.1507. Por otro lado, está claro que Sancho no los comprende en absoluto. Es importante señalar, de otra parte, el gentilicio "escita", propio de los Andrófagos, como ya hemos indicado. Nótese el estrecho parecido con la segunda (y última) mención de Polifemo, donde Trampagos afirma lo siguiente (El rufián vivo, p.548.): Fuera yo un Polifemo, un antropófago, un troglodita, un bárbaro Zoilo, un caimán, un caribe, un comevivos, si de otra suerte me adornara en tiempo de tamaña desgracia. El adjetivo troglodita, propiamente, "que vive en cavernas", le cuadra perfectamente a Polifemo. Fue Heródoto, 4.183, el primero en hablar de los Trogloditas, pueblo de Etiopía que habitaba en cuevas. Aunque ya en la Odisea, 10.200, se nos habla del "Cíclope andiófiLgo"(andropnágoio), es decir, "devorador de carne de varón", es Heródoto el primero en mencionar a los Andrófagos (4.18.10; 4.106.1 ¡etc.), como pueblo escita que tiene las costumbres más salvajes de todos, precisamente la de anthrópophagetn (4.106.4, ya que son los únicos que devoran carne humana). Por su lado, el adjetivo antropófago lo tenemos, por primera vez, en el cómico Antífanes, ya en el siglo IV. Posteriormente, Aristóteles prestó atención especial a antropófagos y trogloditas. i ° Circe, la maga que convirtió en cerdos a los compañeros de Odiseo, le avisa a éste que había de pasar entre dos peligrosos escollos: en uno vive la terrible Escila (Odisea 12.39-54, 158-200), monstruo que aulla de modo espantoso, tiene doce patas y seis cuellos con otras tantas cabezas, dotadas de tres filas de afilados dientes; en la Odisea consigue devorar a seis compañeros del héroe fecundo en ardides. Se la solía situar en el actual Estrecho de Mesina (véase Tucídides, 4.24.5; además, Apolodoro, 1.9.25; Virgilio, Eneida 3.420 ss; etc.). En el otro escollo habita Caribdis (Odisea 12.73-100, 223-259, 426-446) que sorbe la negra agua tres veces al día, arrastrando tras sí, de modo espantoso, todo cuanto encuentra a su alcance. Odiseo, sufriendo grandes pérdidas, logró superar tan grandes dificultades, pero, tras el episodio de Caribdis, se quedó solo, sin ningún compañero vivo. 106 Don Quijote, I 37, p.1205. i ° Cf. nota 99. •o» Véase notas 88 y 100. l ° Cf. nota 82. Obsérvese la oposición de la risa de Helena con las lágrimas de Dido. 9 8

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La fuente principal es la Eneida, 4. 165-171, muy parca en noticias: en ocasión de una cacería, sorprendidos por una tormenta, Dido y Eneas entraron en la misma cueva; Tierra y Juno dieron señales de las nupcias; también las Ninfas ulularon en lo alto de las montañas; para Dido fue el comienzo de las desgracias, pues pensaba, no ya en amor furtivo, sino en verdadero matrimonio, con lo que creía encubrir su falta. El motivo de las lágrimas de Dido, cuando presiente la partida de Eneas, al que Mercurio le ha instado a marcharse por órdenes de Júpiter, lo tenemos en Eneida, 4. 314, 413, 439. no £> Quijote , II 57, p. 1467-1468. Vireno es un personaje de Orlando furioso. n i Don Quijote, II 48, p.1435. Cf. nota 111. Dido aparece tres veces en el Quijote. He aquí lo que leemos en Persiles y Sigismundo, II 28, p.1616 : "Sola Sinforosa se estaba aún en su desmayo, y sola su hermana lloraba su desgracia, sin descuidarse de hacerle los remedios que ella podía para hacerla volver a su acuerdo. Volvió, en fin; tendió la vista por el mar, vio volar la saetía donde iba la mitad de su alma, o la mejor parte de ella, y, como si fuera engañada y nueva Dido, que de otro fugitivo Eneas se quejaba, enviando suspiros al cielo, lágrimas a la tierra y voces al aire, dijo estas u otras semejantes razones....". Véase el texto aludido en nota 88. Texto citado en nota 97. H 6 Don Quijote, I 43, p.1230. 1 1 Sabemos que, según varias versiones míticas, Apolo se había mofado de Cupido (Eros) porque llevaba arco y flechas a pesar de ser tan pequeño. El dios del amor, entonces, le disparó una saeta al dios de Delfos, que se enamoró perdidamente de Dafne, hija del río Peneo; a ella, en cambio, le lanzó otra flecha para que odiara el amor. Perseguida por Apolo, Dafne se transformó en laurel. El dios, entonces, decidió que se hicieran de tal planta las coronas de los vencedores en los juegos Píticos. Cf, sobre todo, Ovidio, Metamorfosis, 1. 452-565. lis Don Quijote, I 43, p.1232. Peneo es un río de Tesalia (Grecia). Destaquemos la inseguridad del protagonista en los detalles del relato mítico. Nos dice Ovidio que Eco, en los años de Narciso, era una ninfa de cuerpo normal; pero, después, tan sólo le quedó la voz, es decir, resultó la voz misma que no le puede dirigir la palabra a quien no le habla, ni dejar de contestar a quien le habla; repite cuantas palabras se le dicen, especialmente las últimas. Todo eso fue un castigo que le impuso Juno. Cf. Ovidio, Metamorfosis, 3.356-401. 1 Era hijo del río Cefiso y de la ninfa Liríope; dotado de gran belleza le amaron tanto ninfas de diversas clases como mujeres, pero a todas menospreciaba; también a Eco; en cierta ocasión, habiendo llegado a una montaña cuando practicaba la caza, su gran afición, quiso beber en una fuente, y, mientras calmaba la sed, se enamoró de la imagen que proyectaba en el agua. Cf. Ovidio, Metamorfosis 3.341-510. 1 1 Don Quijote, I 26, p.1136. Metamorfosis, 4.55-166. 123 i Galatea, I, p.622. Hay allí una serie de semejanzas entre el relato ovidiano y el cervantino: en nuestro autor, los protagonistas también proceden de la misma aldea, y los padres respectivos son enemigos entre sí. 1 Don Quijote, II 18, p.1334. El soneto recoge aspectos esenciales de la leyenda: los jóvenes vivían en casas vecinas, pared por pared; se enamoraron, pero sus padres les impedían verse; había un resquicio en la pared por donde solían hablarse, sin que nadie lo supiera; dirigían sus quejas amargamente contra la pared por no permitirles acercarse mutuamente. Tenemos, además, varios motivos literarios: el Amor viene de Chipre, lugar donde nace Afrodita (Ciprinia en nuestros poetas; Cypria en latín), madre de aquél, para muchos; el Amor lo soluciona todo, incluso lo más difícil; ambos jóvenes mueren valiéndose de la misma espada; ambos son enterrados en el mismo sepulcro por decisión de sus respectivos padres; la memoria on

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literaria les da vida, los resucita. 125 Don Quijote, II 19, p.1336. 1 Don Quijote, I 24, p.l 124. 127 Stephanos, en griego. 2 6

Don Quijote II 38, p.1405. De entre varios términos que merecen una explicación, mencionemos el ave fénix, que ha atraído la atención de los estudiosos desde la Antigüedad clásica. Varias fuentes hablan de la larga duración de su vida ( Hesíodo, Fr. 171; Heródoto, 2.73), su autoincineración y renacimiento a partir de sus propias cenizas (Luciano, Peregrino 27). Como lugar de nacimiento se habla de Arabia o de India; para muchos es un símbolo de eternidad. 1 2 8

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