Primer Encuentro Latinoamericano de Pastoral

Primer Encuentro Latinoamericano de Pastoral Conocoto (Quito), 4-6 de julio de 2002 Aportes para una Teología del Hecho Educativo Ponencia presentada

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Primer Encuentro Latinoamericano de Pastoral Conocoto (Quito), 4-6 de julio de 2002 Aportes para una Teología del Hecho Educativo Ponencia presentada por: Fabricio Alaña, S.J. Fe y Alegría de Ecuador

A. Aclaración Habíamos pedido a un experto en el tema, profesor de teología pastoral y educador que nos diera su opinión sobre el asunto que nos convoca. Lamentablemente, a última hora tuvo otro compromiso. Por ello nos tendremos que contentar con la exposición, en este debate, de un no experto, un inexperto administrador educativo más que educador, sobre un tema que es primordial si queremos seguir, desde la fe, intentando dar respuesta a la realidad, como desde el inicio intentó Fe y Alegría hacerlo y venimos haciendo. Es de sobra experimentado que la realidad es compleja, cambiante y multiforme. Por ello, urge una educación de calidad, como tantas veces venimos diciendo en nuestro documentos y en nuestro actuar. Pero, educación de calidad a las mayorías, aquí ya tenemos el primer dilema: ¿son nuestros centros populares con 45 a 60 alumnos en el aula en unos casos, en otros menos, de verdadera calidad? ¿se puede hablar de educación de calidad con sueldos bajos que no alcanza a cubrir la canasta básica? ¿podremos formar integralmente cuando hay una enorme descomposición familiar, violencia social en sus casas, en sus barrios? Y yendo estrictamente a nuestro tema “Teología del hecho educativo” ¿podremos estar contentos con todo el enorme esfuerzo pastoral, misionero, religioso que se ha armado en Fe y Alegría? De repensar nuestras respuestas ante contextos tan cambiantes y conflictivos es lo que se trata este encuentro, donde la prioridad uno es la fe que busca no solo comprender sino alimentar la esperanza de nuestra gente que no sale del subdesarrollo, cómo acompañar sus luchas y esfuerzos por llegar a ser sujetos capaces de Dios, capaces de convivir dignamente y no solo sobre vivir.

B. Nuestros diagnósticos El compartir del primer día fue revelador de algo que por su propia naturaleza nos decía que tenía que ser diverso, limitado en el esfuerzo, amplio en su horizonte. Las distintas gamas de actividades pastorales que hacemos nos dicen lo importante que es en nuestra obra el tema, aunque vale analizar de verdad qué sitio corresponde en el organigrama de nuestra organización; hablo no solo como Federación sino como institución en cada país. Algunos emails de respuesta al tema son interesantes de analizar: “no tenemos un coordinador nacional de pastoral”, “está subsumido en pedagogía”, “está representado en educación en valores”, “sería bueno plantearse el tema”, “cada Fe y Alegría es distinta”,y eso que ha

habido dos Congresos Internacionales específicamente sobre pastoral, el de Nicaragua y el de Panamá. La cuestión se complica si pedimos una revisión no solo de las metodologías pedagógicas, que tienen que ser populares, cosa que no lo tenemos claro; o lo que es más interesante averiguar: cada cristiano, cada profesor, maestr@s desde su entorno ¿cómo se relaciona con los demás, con la naturaleza, con Dios? ¿cuál es su cosmovisión? cada creyente tiene su teología, su visión de Dios, de Cristo, de la Iglesia, de la sociedad que le toca vivir. Lo que ahora queremos compartir son unas reflexiones de un hecho que da siempre que pensar y de una teoría que es vida, que es múltiple y que se forja desde la cotidianidad de la existencia y relaciones, por ello que intenta expresar algo de lo divino, de la acción de Dios en nosotros. Nuestra obra es cristiana nadie lo duda, nuestra perduración en el tiempo es una expresión de ello, a pesar de nuestras precariedades institucionales, de nuestros déficits y angustias presupuestarias existimos y seguiremos existiendo. ¿Qué Dios es el que me ha movido actuar? En los contextos actuales de exclusión, prescindencia diríamos mejor de las mayorías ¿nuestra imagen de Dios sigue siendo la misma? ¿el Cristo liberador que profesan nuestros documentos ha sido eficaz?

C. Punto de partida La teología más que una teoría es un lenguaje, intenta decir una palabra sobre esa realidad misteriosa que los creyentes llamamos Dios. Es un logos sobre theos. Realidad Misteriosa, allí ya tenemos una noción de Dios, muy manejada en nuestros ambientes. Sin embargo es importante explicitar lo que intentamos decir al decir realidad misteriosa. Gabriel Marcel hace muchos años distinguía entre problema, enigma y misterio. Dios no es un problema ante el cual nos sentamos impersonalmente y lo tratamos o deseamos como un objeto; tampoco es un enigma, una realidad definitivamente desconocida e incomprensible. Para la Biblia Dios es un misterio, en la medida en que es un amor que todo lo envuelve, alguien que se hace presente en la historia y en el corazón de cada uno a través de un impulso vital y liberador. Es el misterio del tú, según Marcel, al que sólo podemos reconocer e invocar. Misterio de lo grande en lo pequeño, el todopoderoso en lo vulnerable, misterio de la encarnación, del ser Uno en lo Trino, misterio de la Trinidad, de lo eterno en lo temporal para manifestarnos la eternidad, la muerte no es la última palabra, misterio de la resurrección, de lo invisible en lo visible, su presencia misteriosa en los sacramentos, del ser Señor de la historia y todo lo creado al ver que la historia está preñada del mal y de la violencia, y su creación amenazada de muerte. Estos son los temas que deben ser parte de nuestros currículos institucionales y no solo de las clases de religión cuando se topan; debe ser parte de la reflexión permanente de nuestros docentes y administrativos y no solo en los espacios de ejercicios espirituales cuando se tienen oportunidad de organizarlos. La gran pregunta que se hacía la reflexión latinoamericana era ¿cómo entender a un Dios amor en un mundo que lleva la impronta de la pobreza, el genocidio, de la violencia terrorista, del desprecio por los más elementales derechos humanos? ¿Cómo hablar de Dios a un pueblo que sufre? Pregunta nada ideologizada sino arraigada en la más profunda

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tradición de los relatos bíblicos; Israel, Job, el pobre, el huérfano, el pecador, el extranjero y la viuda no son solo modos de existir en el mundo sino paradigmas de condición humana y creyente, de esperar a pesar de toda esperanza. Como los poetas nos lo expresan crudamente: “Yo nací un día- que Dios estuvo enfermo, grave” “Muera el día en que nací (...) que no se sume a los día del año, que no entre en la cuenta de los meses”... Pero ese Dios enfermo, es a la vez solícito enfermero que busca aliviar el dolor: “Y Dios sobresaltado nos oprime el pulso, grave, mudo y como padre a su pequeña, apenas, pero apenas, entreabre los sangrientos algodones y entre sus dedos toma la esperanza” (César Vallejo en los poemas en prosa) Tema muy tratado por Gustavo Gutiérrez en sus distintos libros y artículos. Jon Sobrino, hará su teología desde una pasión por la realidad, donde está es de lo más cruda y vergonzosa, donde millones de hombres y mujeres son las víctimas de la historia, a ella se le ofrece un Cristo Liberador. Entendiendo la liberación como un camino no sólo a libertad del orden social, sino igualmente, a la libertad personal, sobre todo hacia la amistad plena con Dios entre nosotros. A eso llamamos liberación integral, en otras palabras destrucción de nuestros ídolos que nos impiden ver la realidad, para que surja le verdadera imagen de Dios, del Hombre, del hermano. ¿Es esta teología la que subyace en nuestras propuestas pedagógicas, en el hecho educativo popular? ¿Hemos dado el paso o hecho el esfuerzo suficiente para unir lo pedagógico con lo pastoral?

D. El hecho educativo Hablar del hecho educativo implica una gama de acepciones y connotaciones como “proceso educativo”, “relación educativa”, “acto educativo”, “intencionalidad educativa”, etc. En donde son propuesta claves la pedagogía que se desarrolla como los aprendizajes que se manejan. De nuevo la gama de acepciones. La pedagogía en sí incluye procesos muy disímiles como la enseñanza, la formación, la instrucción y el aprendizaje. Por lo tanto hablar de lo pedagógico implica adentrarse en un terreno con múltiples interpretaciones y con perfiles muy específicos acorde con el tipo de prácticas educativas en el cual se inscribe. Marco Raúl Mejía describe distintas concepciones de pedagogía: La pedagogía como procedimientos que garantiza la instrucción. Como saber de la enseñanza, como proceso comunicativo, como la metódica que garantiza la realización de objetivos, intervención sobre los discursos, saber de docencia, como modelo, como práctica en relación a la ciencia. Popularmente hablando, nos dice Marco Raúl, la pedagogía nos habla de una praxis educativa que es recontextualizada, nos ubica en una praxis humana que nos coloca en un escenario social, lo que permite recontextualización de saberes. Una perspectiva indudable de aplicación es que el aprendizaje modifica la conducta a partir de experiencias y buscamos aprendizajes significativos; para nosotros serán aquellos que

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son sinónimos de humanización, de personalización, de realización plena de la vocación humana, entendida como fidelidad a su yo insobornable, como respuesta a un llamado a una existencia auténtica, he aquí la polea de unión entre lo pedagógico y lo pastoral en nuestras instituciones. Con Rosa Ramos concebimos el hecho educativo como un proceso intencional y deliberado por el cual se provoca, induce, suscita esa experiencia nueva capaz de modificar significativamente la persona. Esa es la intencionalidad de la pastoral religiosa, por eso se habla de pastoral educativa, su fin es humanizar, liberar.

E. Las lecturas del hecho educativo Aquí está la clave teórica del negocio que llevamos entre manos. Creo que no hace falta explicitar lo que ya dicen maravillosamente los documentos tanto de la Federación Internacional de Fe y Alegría, como los documentos internacionales de la educación católica, entre ellos, el que se está llevando en el CELAM, en el proyecto el “Educador Líder de América”. La reflexión es buena, el ideal es motivador, pero se trata de ser autocríticos o críticos constructivos y ver qué es lo que realmente estamos viviendo; deberíamos vivir para transmitirlo en nuestros centros populares donde la realidad es más compleja; donde la preparación teológico y espiritual de nuestra gente en su mayoría, salvo honrosas excepciones, hay un vacío de actualización, una falta de confrontación con las nuevas corrientes y en donde la propuesta curricular en sí de lo religioso es muy pobre, muy variante, cuando no solo alimentamos los símbolos tradicionales que siguen alimentando la fe de nuestro pueblo, salvo raras excepciones que alguno puede compartir. Con todo es importante ver lo que debería ser una mirada crítica de la fe en nuestra tarea educativa; y nuestra labor cotidiana debe ser vista esencialmente como un hecho salvífico, como un momento oportuno, un kariós, done la gracia de Dios se revela, se manifiesta en lo que hacemos, la descubrimos en las sorpresas con que nos encontramos en nuestro trabajo. El trabajo educativo cristiano (en esto sigo los estudios del CELAM) parte de la Encarnación. Nos insertamos en la dura realidad, a ejemplo de Cristo, el maestro, el Señor, para redimir a nuestro pueblo. En lenguaje de I. Elllacuría para “bajarlo de la cruz”. Lo que pide de nuestro personal una actitud kenótica, bajarnos del pedestal del saber, para servirlo; lo que pide actitudes y actos proféticos y sapienciales, transmitir un mensaje de humanización y de divinización de las personas que formamos, con quien trabajamos, de un tener esa paciencia histórica de saber “caminar” con nuestra gente a su ritmo, que vaya descubriendo mayeúticamente, la voluntad de Dios en nuestras vidas y tareas. Un lenguaje común en nuestra pedagogía es que es evangelizadora y liberadora: estamos diciendo lo mismo con otras palabras. Por esta razón el hecho educativo debe ser visto como lugar teológico, de quehacer teológico, de experiencia de fe, de reflexión creyente.

F. La acción educativa como hecho salvífico Dios tiene su pedagogía con su pueblo, con la persona que ama y a quien quiere revelársele. Esto es una enseñanza de la Biblia, a esto es lo que tradicionalmente se llama Historia de Salvación, allí se revela una dimensión de Dios que se comunica con su pueblo, y de esa reflexión nace una teología donde se revela ciertas maneras de entender a Dios, su acción en nuestras vidas e historia.

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EL PADRE se nos revela como el Dios Creador, el Dios de la Alianza, el Dios liberador, el Dios de la promesa. La actitud concreta es una educación que siga el estilo de Dios, una educación que pacte con el pueblo pobre y por él y no con los ricos; una educación que fomente el cuidado del ser y la naturaleza; una verdadera educación liberadora que libere al pobre y al alumno de las opresiones personales y sociales que lo esclavizan o lo limitan; una educación que es promesa de un ser mejor, de una nueva sociedad donde primen otros valores distintos a los actuales. Lo que requiere una pedagogía del saber acompañar, de usar las distintas mediaciones para lograr ese fin. EL HIJO tiene una pedagogía preciosa, del amor, del encuentro de la verdadera dignificación humana. Ejemplos claros están a montón en el evangelio. Comparto unos textos que llenan de esperanza a cualquier educador, y es en las acciones de Jesús donde se revela su proyecto, su manera de entender a Dios y llevarnos a él: Jn 4, el Encuentro de la Samaritana, Jn 9 el ciego del paralítico y Mc 10, 47, encuentro con personas doblemente marginadas por la pobreza. por la sociedad pseudoreligiosa. Surge una pedagogía del diálogo, de las relaciones profundas, lo que pide actitudes y hechos de “palabracción” (P. Freire), no palabra que fueron, sino que siguen siendo de “resilencia”; de enfrentar los conflictos sin herirnos, de “empatía” del saber sentir y estar con el que sufre; de esperanza, de creyentes resucitados que predican y esperamos el hombre y la mujer nuevos, vivos para la eternidad, donde los valores de la libertad, gratuidad, solidaridad, alegría, paciencia y audacia no son meras predicaciones de catequesis, sino partes integrantes del currículo tanto explícito como el oculto; el que se vive en el ambiente que forja el día a día. EL ESPÍRITU, más que principios y verdades inmutables, lo que se tiene que propiciar en nuestros centros es una verdadera mistagogía, una experiencia del Dios amor, que tiene una memoria bien clara y bien viva del más pequeño, del más chiquito (Bartolomé de las Casas); en donde reconocemos la acción de Dios, descubrimos su presencia y su voluntad sobre nuestras vidas, historia y sociedad, pero donde lo dejamos ser Dios, espíritu personal y libre, sorpresa y ternura, mayor como menor. “Donde está el espíritu allí está Dios”, donde no lo encerramos en conceptos ni formulas estereotipadas, pues “el espíritu sopla donde quieres y cuando quiere”, pero donde encontramos la fuente de nuestro ser y actuar, que nos saca de nuestros encierros y miedos para proclamar nuestra verdad sentida, vivida y compartida..

G. ¿Así lo sentimos? ¿Esta es la teoría de fe que subyace a nuestro actuar educativo? ¿no estamos apuntando muy alto? Esto es lo que los maestros nos tienen que responder, alimentar y cuestionar ¿Qué manejo de Biblia tiene nuestro personal? ¿qué espacios le hemos creado? ¿qué cristología se imparte en nuestros centros? ¿con qué Cristo nos relacionamos? ¿cómo hemos discernido la acción del Espíritu en nuestro vida personal y corporativa? No es suficiente decir que este trabajo lo vienen haciendo las religiosas, pues ¿lo hacen verdaderamente? ¿hemos superado el esquema de la conquista de mera sacramentalización a una verdadera evangelización que transforme nuestra cultura y sociedad?

H. ¿Qué es lo que está en juego? Lo que está en juego es un verdadero repensar nuestro cristianismo, el esquema de la modernidad afectó profundamente no solo nuestra reflexión teológica sino nuestra relación

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como cristianos en el mundo, nuestro papel en la sociedad. La reserva de Dios de la mayoría de los fieles latinoamericanos está profundamente afectada por una mezcla de cosmovisiones particulares, cuando no sectarias, de lo más variadas. Todos experimentamos que el esfuerzo que hacemos por compartir la fe con nuestros chicos es inútil sin la evangelización de la familia. Y la familia hoy más que nunca, y en especial, la popular está destruida, fragmentada; los creyentes de hoy no son los mismo de ayer, y no es cuestión simplemente de hablar de una nueva evangelización en sus métodos, lenguajes y ardores, sino de refundar radicalmente la propuesta cristiana. Recuperar, en palabras de Andrés Torres Quieruga, la experiencia original de los primeros cristianos, del evangelio, para poder actualizarla, confrontarla y que de verdad ilumine, anime e informe nuestro ser, pensar y actuar. Para ser más claro y provocador, siguiendo a ATQ, urge pasar de la “insistencia de la Salvación a la centralidad de la Creación”. Insistir en la Salvación es insistir en el esquema religioso tradicional, de un imaginario dualista, lo sagrado y lo profano, donde se requiere actos más que actitudes para salvarnos. Recuperar la Creación significa insistir más en una experiencia filial, al estilo de Jesús, que siente a Dios como creador, pero que lo experimente como “Abba”, que solo por amor a nosotros nos trae a la existencia, y que única y exclusivamente por amor y desde el amor actúa en nuestra historia. Xavier Zubiri y otros más insistirán en relacionarnos más desde la plenitud que desde las carencias. Gonzáleza Faus y ATQ, nos hablan de un fin del imaginario católico, de un fin del cristianismo premoderno. Hablar de Salvación tiende a inducir el pensamiento de que a Dios le interesa más lo religioso, aquello que se relaciona con El. Hablar de Creación permite caer en la cuenta de lo que le interesa somos nosotros, nuestra totalidad diferenciada: cuerpo, alma, espíritu, sociedad, ecología e historia. Dios no crea objetos pasivos, sino “que crea creadores”, nos invita a inventarnos a nosotros mismos, a colaborar con él en la construcción del mundo, como bellamente lo ha expresado Juan de la Cruz: “Porque aún llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma –¡oh cosa maravillosa y digna de todo pavor y admiración!- que se sujeta a ella verdaderamente para l engrandecer, como si él fuese su siervo y ella fuese su Señor, y está tan solícito en la regalar, como si El fuese esclavo y ella fuese su Dios ¡Tan profunda es la humildad y dulzura de Dios!

I. Fortalecer el sujeto Hoy más que nunca, desde una cultura posmoderna, subyacente en muchos lados y explícita en otros, se requiere fortalecer el sujeto creyente, el “yo” del yo creo, para luego pasar en expresión de J. B. Libậnio al “nosotros creemos”. La teología tradicional reflexionó acertadamente el lenguaje de la reflexión de la fe y distinguía entre el credere Deum, credere Deo, y el credere in Deum. Lo que pedía pasar del creer en la mera existencia de Dios, credere Deum, más que aceptar noéticamente la verdades que Dios revela, que es verdadero lo que él revela, credere Deo, al llegar a una fe viva, informada por la caridad, es decir alcanzar al Dios personal, al Dios amor, credere in Deum. O desde la concepción escolástica diferenciaba entre la fides quae y la fides qua, en

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qué creemos y cómo creemos, con la simple fides, fiducia, fidelitas. No estamos haciendo enredos lingüísticos, sino aclarando las actitudes de fondo. Esto pide que el sujeto viva cuatro aspectos de la fe:  existencial: la fe es un compromiso de vida, se juega en la comunidad, es lo que nos revela la Biblia, el Dios de Jesús, la fe fiducial.  aspecto hermenéutico: donde el mensaje divino necesita ser interpretado; hay un objeto real, unos contenidos que no solo tienen que ser explicados, sino verdaderamente interpretados para entender el proyecto de Dios, para apropiárnoslo y hacerlo nuestro; es lo que antiguamente se llamaba la fides quaerens intellectum.  aspecto práxico: la fe es compromiso, testimonio, que nos invita a no separar fe y vida, nos pide competencias, convicciones y coherencias.  aspecto escatológico: la fe es un inicio de una visión, un llamado a la eternidad valorizando nuestra temporalidad; Dios es el fin último de nuestra vida, como diría K. Rahner “, el Futuro absoluto es el verdadero y propio futuro del hombre”, la dimensión de la esperanza total.

J. No es cuestión solo de lenguaje Es importantísimo reformular nuestras teorías o catequesis, pero no es cuestión de lenguaje, se trata de llegar a la realidad Dios, desde nuestra experiencia; siempre será válida la distinción entre problema, enigma y misterio, como ya dijimos anteriormente: El problema el ser humano lo puede o debe resolver tarde o temprano. El enigma es la condición de las cosas que nunca se podrán resolver enteramente, donde aceptamos una razonabilidad creíble. El misterio, es una proposición que alude a una realidad en la que se cree, pero cuya intelección es para el hombre total y absolutamente imposible, es donde nos jugamos el sentido de la vida, el sentido último de la existencia, del cosmos o la realidad divina, misterio de amor. Como bien lo dijo aquel sabio del Eclo 43, 29: “por mucho que digamos, mucho quedará por decir, pero el resumen de todo lo que se puede decir es: que el mismo Dios es todo”.

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